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Fundamentos para la comprensión de la complejidad y el caos en la organización y la economía




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    1. Sumario
    2. El paradigma emergente de la
      complejidad
    3. Reduccionismo o
      mecanicismo
    4. Concepto de sistema y
      pensamiento sistémico
    5. Orden, desorden, caos,
      complejidad
    6. La
      entropía
    7. Sistemas
      no-lineales
    8. Orden
      por fluctuaciones, punto de bifurcación, estructuras
      disipativas
    9. Agente
      autónomo y organizaciones propagativas y adyacente
      posible
    10. Atractor
    11. Fractal
    12. Referencias
      bibliográficas

    SUMARIO

    El propósito de este capítulo es sentar
    las bases para la comprensión de la complejidad y del caos
    en el sistema
    económico y en la organización. En este sentido el intento se
    fundamenta en el concepto de
    sistema puesto que privilegia el todo sobre las partes, es el
    paradigma en
    que se ha cimentado el avance científico y porque es la
    característica natural de los sistemas
    autopoiésicos.

    El mecanicismo desconoció el desorden porque no
    lo logro encajar en su enfoque y de paso tampoco podía
    establecer la complementariedad entre orden y desorden. La ciencia de
    la complejidad y del caos ha legitimado el desorden y reconocido
    su potencial de autoorganización.

    Para comprender la dinámica de estos fenómenos en la
    sociedad y de
    hecho en el sistema económico y en las organizaciones
    empresariales será necesario considerarlas como sistemas
    vivos, de tercer nivel, o indupoiésicos como se propone en
    otro título.

    Los sistemas vivos están expuestos a
    ráfagas de entropía que revelan el grado de desorden
    provocado por fluctuaciones provenientes del exterior o del
    interior del mismo y a las cuales tiene que sobreponerse a
    través de los mecanismos de autoorganización, que
    aparecen como propiedades emergentes en el orden por
    fluctuaciones, las estructuras
    disipativas y los puntos de bifurcación. La
    autoorganización también es enfatizada por los
    agentes autónomos y las organizaciones propagativas, y la
    creatividad de
    los sistemas biológicos por lo adyacente
    posible.

    El comportamiento
    de estos sistemas vistos desde una perspectiva dinámica se
    reconoce de manera más clara a través de los
    atractores y los fractales son la mejor forma de estudiar los
    atractores.

    Palabras clave: complejidad, administración, economía, gestión, caos, orden, desorden,
    autopoiesis, orden por fluctuaciones, puntos de
    bifurcación, estructuras disipativas, agente
    autónomo, juegos
    naturales, organización propagativa, atractor,
    fractal.

    1. EL PARADIGMA
    EMERGENTE DE LA COMPLEJIDAD

    La ciencia ha
    avanzado a pasos agigantados, a zancadas, y, también ha
    penetrado a profundidades y espacios que hasta hace relativamente
    poco tiempo eran
    inalcanzables; lo que ayer era excluido o desconocido hoy surge
    con un poder
    inusitado; pero lo que fue admitido sin reticencias y hoy es
    cuestionado deja una marca indeleble,
    una estela de compromisos incrustados en la mente que no es
    posible desenraizar de un solo tajo; para cambiar, será
    necesario afrontar dos tensiones: primera olvidarse de lo
    aprendido, segundo, entender que la realidad no se revela en sus
    verdaderas dimensiones y tiende al hombre
    trampas.

    Desaprender es sin lugar a dudas uno de los retos
    más desafiantes que enfrenta el hombre de
    hoy y es eso lo que resalta Edgar Morin (1997: 21): "Estoy cada
    vez más convencido de que nuestros principios de
    conocimiento
    ocultan lo que en adelante es vital conocer".

    Los paradigmas que
    han hecho carrera han encontrado una aparente concordancia con la
    realidad, pero ahora cuando se está consciente de los
    múltiples rostros que asume se abren inquietudes que es
    preciso disuadir. La nueva ciencia se enfrenta a este tipo de
    fenómenos y la complejidad y el caos son una muestra
    elocuente, por lo que para comprenderlos habrá que hacer
    gala de altas dosis de recursividad, apertura de la mente y al
    tiempo tomar las precauciones que hace Karel Kosik (Gibert,
    1999:1): "Si la apariencia fenoménica y la esencia de las
    cosas coincidieran totalmente, la ciencia y la filosofía
    serían superfluas".

    La complejidad y, particularmente, el caos han sido
    calumniados y vilipendiados. Sobre su veleidosa humanidad ha
    llovido y caído rayos y centellas.

    Han sido desvirtuados hasta desnaturalizarlos. Las
    primeras puntadas para comprenderlos se encaminan a armar el
    rompecabezas de la complementariedad entre orden y desorden
    tomando como referencia conceptualizaciones teóricas que
    adquirirán sentido cuando se apliquen a la Complejidad de
    la vida cotidiana y a Tras las huellas de la complejidad de la
    economía y la organización.

    Desde cuando el desorden consiguió que la ciencia
    le expidiera licencia y lo convirtiera en algo digno de
    investigar la brújula
    comenzó a flaquear. Haberlo reconocido no significa
    propiamente desconocer el paradigma reduccionista pero al menos
    menguarle importancia. En el fondo, significa cambiar de
    paradigma y ese paso, mirar en otro sentido, cambiar de marco de
    referencia, caminar en otra dirección, no resulta fácil de
    asimilar por diversas razones. En primer lugar, siembra
    incertidumbre y confusión; luego, inseguridad
    porque los principios en que se apuntalaba el
    conocimiento quedan sin sustento. Para compartir el nuevo
    modelo se
    necesita transitar un buen trecho hasta cuando las ideas
    comiencen a afirmarse.

    Se comprenderá que se trata de una manera
    distinta de comprender el mundo que no es exactamente nueva, ya
    Aristóteles la había anunciado. Como
    es natural el paradigma emergente está sujeto a toda
    clase de
    cuestionamientos y en el caso del paradigma de la complejidad con
    mucha más razón por cuanto que como afirma
    Prigogine –en la definición que más adelante
    se formula- "la complejidad es uno de esos conceptos cuya
    definición corresponde esencialmente a los problemas que
    genera" y tanto más cuando se trata de un tema no
    totalmente acabado. En este sentido los tratadistas han sido
    claros.

    A pesar de eso los adelantos logrados brindan certezas
    que traen al espíritu una señal inequívoca
    de confianza.

    Desde mi perspectiva, me amparo en una
    espesa capa de convicción por lo que palpo principalmente
    en los avatares de la vida cotidiana. Todo nace en el espacio de
    la experiencia, del simple hecho de mantener los sentidos
    abiertos. La vida normal, la corriente, no transcurre
    plácidamente siguiendo un desenvolvimiento lineal; sufre
    altibajos, saltos imprevistos, sorpresas impensadas,
    discontinuidades que llevan al convencimiento que ese es el
    camino que siguen todos los fenómenos que asedian al
    hombre.

    El paradigma de la complejidad declara su omnipresencia
    particularmente en los organismos vivos, es en ellos en donde se
    despliegan en forma vehemente todas las propiedades que los
    tipifican. En este enfoque se intenta hacerlo extensivo a la
    organización y a la economía como si fueran de la
    misma naturaleza que
    lo biológico. Por supuesto, no es nueva la perspectiva de
    mirar la sociedad y el ambiente
    empresarial como un organismo vivo. Lo que ha llevado a pensar de
    esta manera es que el avance del conocimiento está
    permitiendo descubrir que existe una gran conformidad entre lo
    que ocurre en el mundo natural y lo que acontece en las
    relaciones organizacionales complejas.

    Tal vez el aspecto más controvertido sea
    precisamente considerar a la sociedad y de hecho al mercado y a la
    gestión
    empresarial como organismos vivos. En sentido estricto no lo
    son y eso está claro. Con todo, se comportan como tales
    porque las pautas sociales y las estructuras institucionales
    desarrolladas reflejan la forma en que el ser humano ordena sus
    propias ideas y la experiencia de pensar, al fin y al cabo, no
    son otra cosa que un fiel reflejo de lo que ve en los
    fenómenos naturales y en su propia arquitectura.
    Maturana y Varela los catalogan, como se verá, como
    organismos vivos de tercer orden.

    Siguiendo ese enfoque los denomino
    indupoiésicos –tema que se tratará en
    otro título-.

    El comportamiento de la organización y del
    sistema económico siempre ha sido considerado como estable
    en el afán de encasillarlos como predecibles basados en la
    mecánica newtoniana inspirada en el
    principio de acción-reacción o causa-efecto;
    pero, en la práctica, se trata de sistemas inestables y
    por naturaleza complejos.

    La complejidad se perfila como la herramienta que mejor
    afronta, la que más se acomoda, la que mejor interpreta,
    el comportamiento de los sistemas dinámicos no-lineales,
    porque privilegia los modelos
    cualitativos sobre los cuantitativos tan comprometidos con el
    enfoque mecanicista.

    La organización empresarial y en mayor grado la
    economía son por naturaleza sistemas complejos. Y son
    complejos porque en todos los puntos de decisión convergen
    muchas variables que
    interactúan entre si y además se retroalimentan
    generando, a la vez, causas y efectos que no son susceptibles de
    predecir porque en el proceso de
    interacción de las variables se generan
    propiedades emergentes que no es posible identificar.

    Las variables se influyen entre sí, y en cada
    punto de inflexión –la decisión- no se sabe
    exactamente cuántas ni cuáles son las que se
    entrecruzan ni los efectos inesperados que produce la
    interacción.

    Teniendo en mente estas razones es de esperar que cuando
    se estimule el sistema, en el afán de conseguir respuestas
    determinadas, puede que responda en la dirección esperada,
    a veces en otra, y hasta puede permanecer indiferente. Otro
    factor que entra a jugar es el plazo de reacción. La clave
    a recordar es que, además del efecto de las variables y
    las propiedades emergentes, están integrados por personas
    y, los individuos, -las partes– no actúan
    aisladamente; al contrario, provocan desenlaces en la conducta de otros
    individuos que, a su vez, pueden causar reacciones en cualquier
    otro lugar del sistema y viceversa. La conducta en conjunto es
    demasiado compleja para sea aprehendida por una interpretación mecanicista.

    Los sistemas complejos son inestables, son no-lineales,
    y tienen por naturaleza comportamiento caótico enmarcado
    en la incertidumbre.

    Esta característica tan particular bloquea
    cualquier posibilidad de analizarlos bajo la lupa de la
    experiencia o el riesgo y de lleno
    hay que considerarlos como plagados de eventos
    inesperados e impredecibles que no pueden ser reconocidos por la
    razón.

    A nivel de la organización ya lo
    estableció Herbert Simon, (Morgan, 1991:69) premio
    Nóbel de Economía en 1978. Las organizaciones
    funcionan impulsadas por el motor de la
    información, son sistemas de comunicaciones, son sistemas de adopción
    de decisiones. Sostuvo que las organizaciones no pueden ser
    completamente racionales porque los procesos de
    información tienen visibles limitantes. En sentido
    estricto quienes toman las decisiones son los hombres no las
    organizaciones. Las decisiones tomadas por el hombre –que
    consiguen eco en la organización- nunca pueden ser
    indiscutiblemente racionales. Y no lo son principalmente porque
    la información en que se basan es incompleta tanto en lo
    que se refiere a acciones como
    a consecuencias y también porque sólo es posible
    explorar un número restringido de alternativas.

    En cuanto se refiere al sistema económico sucede
    otro tanto. El siglo pasado se encargó de bajar del
    pedestal el paradigma newtoniano que había sido instituido
    por Adams Smith en economía en su célebre libro, La
    riqueza de las naciones
    , publicado en 1776. La columna
    vertebral de la teoría
    clásica sostiene que en una economía de libre
    competencia los
    mercados
    actúan con información perfecta. Toda la
    información se refleja en los precios y las
    distorsiones tendrán una incidencia temporal e irrelevante
    puesto que el libre juego del
    mercado conllevará a la eficiencia
    productiva.

    Es evidente que en economía la información
    es un elemento crucial en la adopción de decisiones; a
    pesar de eso en la mayoría de los casos los compradores y
    los productores no cuentan con la misma información sobre
    las variables más importantes que intervienen en la
    decisión dado que existen diferencias en la cantidad y la
    calidad, lo
    que implica que los precios no transmiten toda la
    información. Existen distorsiones que reflejan un mal
    funcionamiento del mercado de libre competencia.

    Los Premio Nóbel de economía del
    año 2001, George Akerlof, Michael Spence y Joseph
    Stiglitz, en el tratado que ameritó la máxima
    distinción ponen en tela de juicio el funcionamiento de la
    sacrosanta "mano invisible", cuestionamiento que en concreto
    significa poner en entredicho que los mercados operen
    eficientemente y de hecho el paradigma de la competencia
    perfecta. Sostienen que los mercados no operan de manera
    eficaz porque tanto compradores como vendedores no siempre
    cuentan con la información requerida para adoptar
    decisiones óptimas.

    La teoría la sustentan en la llamada
    Economía de la Información en la que se propone la
    presencia de lo que denominaron "información
    asimétrica". Como es de conocimiento general siempre se ha
    hablado de "información simétrica". Cuando se habla
    de "información asimétrica" se quiere decir que una
    de las partes que concurre a una operación de mercado
    tiene más información que la otra sobre la rentabilidad
    potencial y el riesgo de la operación. La
    "información asimétrica" encarna dos tipos de
    problema: el riesgo moral y la
    selección adversa.

    El riesgo moral proviene de las acciones ocultas, que
    surgen cuando uno –o varios- de los participantes en la
    operación no puede observar todas las acciones relevantes
    de una o de las otras partes. La selección adversa deriva
    de la información oculta, que emerge cuando uno –o
    varios- de los participantes no conoce toda la información
    pertinente de que dispone la otra u otras partes.

    De manera que visto el panorama en conjunto se llega a
    una conclusión palmaria: en una operación de
    mercado concurren por lo menos tres factores distorsionantes que
    colman de incertidumbre el resultado esperado de las decisiones:
    en primer término, saltan las limitaciones que impiden al
    hombre actuar racionalmente; luego, delata su presencia la
    información asimétrica; y, también, converge
    el factor que proviene del comportamiento incierto inherente a
    los sistemas complejos.

    Están servidos sobre la mesa los elementos de
    juicio suficientes para entender que tanto desde la teoría
    de la organización como desde la teoría
    económica y el paradigma de la complejidad existen
    fundamentos sólidos para cuestionar lo que hasta ahora se
    ha dado por sentado: que en ambos casos se adoptan decisiones
    bajo certeza; más bien, lo que han contribuido a acentuar
    estas nuevas teorías
    es que tanto en las organizaciones como en el sistema
    económico siempre las decisiones se adoptan bajo la
    tutela de la
    incertidumbre.

    En ambas teorías operará algo parecido a
    la "incertidumbre knightiana", (Kauffman, 2003: 290) pero en el
    fondo se refiere a un concepto más amplio.

    Los economistas suelen distinguir entre la incertidumbre
    normal, la relacionada con la teoría de las probabilidades
    y la incertidumbre knightiana que se refiere a los casos en los
    que no es posible conocer en el momento actual los posibles
    resultados. Es diferente establecer la probabilidad que
    una moneda caiga cara o sello –dos eventos posibles- que
    establecer la probabilidad de los cursos de acción futuros
    derivados de una decisión cuyos resultados se
    desconocen.

    Nada más puesto en razón que emplear una
    metáfora para sintetizar la diferencia entre el
    mecanicismo y el paradigma de la complejidad. El paradigma
    mecanicista concibe la realidad cósmica como una autopista
    recta totalmente pavimentada; el nuevo, la considera semejante a
    como se desplazan los reptiles –en forma sinuosa- y con
    tramos rectos e irregulares, no está totalmente
    pavimentada, tiene tramos irregulares. El paradigma reduccionista
    solamente distingue entre blanco y negro; un mundo reversible,
    domesticado y predecible. La complejidad lo ve entre claroscuros,
    en donde las cosas no son totalmente blancas o negras sino que
    también se dan franjas en donde uno y otro se combinan: un
    mundo irreversible, indomable y por tanto
    impredecible.

    Como un hilo de oro
    atravesará toda la trama de la complejidad el
    convencimiento de que habrá que desembarazarse de Newton, volver
    a Kant y ampararse
    en Habermas para entender que en economía y administración las decisiones no deben
    adoptarse solamente refugiadas en la lógica
    o la racionalidad, sino más bien inspirarse en razones y
    motivos.

    Al final de cada sección cuando se presume que la
    idea ha cuajado, que ha tomado forma, se irán asociando
    los conceptos discutidos con citas de autores connotados que
    reflejan la concordancia entre el comportamiento de los negocios y la
    economía con los organismos vivos, los ecosistemas y
    la sociedad, porque el propósito que se persigue es
    establecer los fundamentos que permiten visualizar los
    vínculos que faciliten la compresión de la
    complejidad y el caos en esas actividades.

    En todo el recorrido del trabajo se
    prescinde de las matemáticas complejas y los interesados en
    penetrar ese mundo se remiten a la amplia bibliografía
    disponible.

    2. MECANICISMO O
    REDUCCIONISMO

    Como antesala a la complejidad y el caos resulta
    irrenunciable abordar el mecanicismo como paradigma que ha
    dominado el pensamiento
    científico hasta la contemporaneidad.

    La visión del mundo basada en la filosofía
    aristotélica y en la teología cristiana que
    predominó durante los siglos XVI y XVII se modificó
    abruptamente y la concepción de un mundo orgánico,
    viviente y espiritual fue reemplazada por la del mundo como
    máquina, enfoque que se convirtió en la
    metáfora preferida para comprender el mundo.

    El cambio fue
    desencadenado por los descubrimientos en física, astronomía y matemáticas y los
    gestores del viraje fueron Copérnico, Galileo, Descartes,
    Bacon y principalmente Newton.

    La tradición occidental y particularmente
    Platón
    diseño
    y levantó los pilares sobre los cuales se construyó
    la arquitectura de un mundo de concepciones donde solo
    tenía cabida lo simple, lo elemental, lo ordenado, lo
    verdadero y donde la ambigüedad no tenía cabida por
    carecer de sentido; por no encontrar dónde encajarla en
    ese marco de ideas; y todo cuanto no pudiera ser explicado o
    tenido en cuenta a la luz de los
    conocimientos vigentes era -sencillamente- suprimido.

    Semejante manera de entender el mundo condujo a dos
    planteamientos que sembraron la simiente de dos ejes del
    pensamiento moderno.

    Descartes y su duda metódica rechazaba la verdad
    revelada o determinada por otros y se entregaba a su propia
    razón. Fue quien concibió la división entre
    cuerpo y alma -lo
    físico y lo inmaterial- y de plomada sentó las
    bases a dos maneras de concebir el mundo: la razón y la
    experiencia. A la mente se adjudicó la razón como
    atributo distintivo y se presuponía que no estaba expuesta
    a la confusión, tenía la fuerza de
    distinguir claramente entre alternativas; la experiencia se
    identificó como característica del cuerpo y los
    sentidos y corría la suerte de caer en la ambigüedad
    y de dejarse traicionar por los sentidos.

    Entretanto, en el mundo físico las ideas se
    debatían en otro escenario. En la física newtoniana
    el mundo se constituía de una sola pieza donde reinaba la
    claridad y el orden, una sola lógica y una solitaria
    verdad. De hecho la idea principal descartaba la posibilidad de
    la ambigüedad, la confusión y el desorden, en ese
    dominio las
    alternativas eran buenas o malas, negras o blancas: o/o. Reinaba
    a sus anchas el maniqueísmo. El mundo estaba constituido
    por partes que podían armarse y desarmarse a la manera de
    un reloj, el enfoque predominante era eminentemente
    mecánico, y, a manera de una buena idea se diseminó
    y germinó en la mente de los más destacados
    pensadores de la época. Y no se ancló en esa
    época, también extendió sus dominios hasta
    invadir la de la computación y la inteligencia
    artificial de la contemporaneidad. La característica
    esencial de este punto de vista son la racionalidad, la
    objetividad, una realidad, la lógica y las reglas, en
    suma, se apropia de una concepción determinista y, por
    tanto, susceptible de predecir. La historia de occidente
    está plagada de hechos históricos,
    políticos, económicos y sociales que se aferraron
    al paradigma newtoniano.

    Aun cuando unos y otros trataban de deslizarse por el
    camino que los condujera a la verdad, llegaron a tocar
    fundamentalismos que antes que conseguir que convergieran, se
    logro establecer dos planos casi paralelos en donde no
    había posibilidad de encontrar puntos de
    intersección, de encuentro o reconciliación. Y
    así se caminó un gran trecho de la historia. Con
    todo, no hay razón para que sorprendan los altibajos en la
    búsqueda del conocimiento, si reconocemos que la humanidad
    ha progresado dando tumbos: altos y bajos, progresos y
    retrocesos.

    El hombre a través de la historia ha demostrado
    persistentemente que necesita un soporte mínimo que sujete
    sus pensamientos, que le sirva de eje articulador y en ese
    afán encuentra tropiezos infranqueables.

    Las ideas mecanicistas han dominado el mundo por lo
    mismo no es de extrañar que los pensadores desde Thomas
    Hobbes en el
    Leviatán, John Stuart Mill y Jhon Locke se
    inspiraran en ellas y aparezcan reflejadas en sus escritos sobre
    el Estado y la
    sociedad. William Petty e incluso Adam Smith se inspiraron en las
    ideas mecanicistas y bajo esos lineamientos Smith concibió
    La riqueza de las naciones en la que propuso tanto su
    economía de mercado como la división del trabajo.
    Capra (1998, 224), asegura que en realidad la economía
    moderna fue creada por William Petty .

    En su círculo de amistades figuraba Isaac Newton y
    en su Política Aritmética se advierte la
    influencia de Newton y Descartes, puesto que el método de
    Petty consiste en "sustituir palabras y razonamientos por
    números, pesos y medidas". Las ideas de Petty sirvieron de
    ingrediente a Adams Smith y Ricardo. Estos son indicios
    suficientemente reveladores de la influencia del mecanicismo en
    el pensamiento económico.

    En la gestión empresarial pasa otro tanto. Basta
    recordar las primeras señales
    formuladas en el amanecer de la era industrial por Henri Fayol
    (1841-1925), el fundador de la escuela
    clásica de administración en el primer intento de
    organizar las empresas.

    El proyecto
    consistió en dividirlas en secciones: técnicas,
    comerciales, financieras, administrativas, de seguridad y
    contable; en otros términos separar las partes.
    Posteriormente sucedió algo similar con Frederick Taylor
    (1856-1915) el padre de la organización científica
    del trabajo quien desde la observación práctica extrajo la idea
    de analizar el trabajo,
    descomponiéndolo en tareas simples.

    Otros pensadores también cayeron abatidos por la
    fuerza de esas ideas: Darwin, Freud, Pareto y
    aún Augusto Comte
    (1798-1857) quien patentó la palabra "sociología" y llamó inicialmente
    "física social" a su nueva ciencia. Estos contados casos
    sirven para demostrar cómo las ideas mecanicistas
    newtonianas sirvieron de sustento a los axiomas y principios
    básicos de la vida social moderna.

    La precisión de la máquina newtoniana se
    convirtió para unos y otros en el modelo ideal para
    concebir el funcionamiento del Estado como un
    reloj, artefacto apasionado por el cumplimiento de las leyes y que
    presentaba a los seres humanos como máquinas
    vivientes.

    Ambas metáforas han superado el tiempo y
    aún hoy se habla de "las ruedas del gobierno" o de
    "la maquinaria del Estado" o de "engrasar la maquinaria de la
    burocracia".
    La máquina se erigió como mito eficiente
    y suficiente para materializar todas las aspiraciones
    humanas.

    Atado al mecanicismo que se fundamenta en la
    cuantificación dado que alimenta la idea de que la
    naturaleza está escrita en lenguaje
    matemático, está el positivismo
    idea que también surgió de la mente de Augusto
    Comte. Al respecto afirma Hacking (1995: 23), "Medición y positivismo son estrechamente
    afines. Augusto Comte acuñó la palabra
    `positivismo´ para designar su filosofía. Su propia
    filosofía no alcanzó un éxito
    especial, pero la palabra cundió. Ciencia positiva
    significa ciencia numérica".

    En tiempos de Galileo (1564-1642) , Kepler (1571-1630),
    Descartes (1596-1650) y Newton (1642-1727), el espíritu
    científico y la supresión del caos habían
    ganado la partida. Las leyes newtonianas de mecánica celeste y las coordenadas
    cartesianas (que permitían a los científicos
    encarar el universo como
    un vasto diagrama)
    crearon la impresión de que todo se podía describir
    en términos matemáticos o mecánicos. En la
    época de Napoleón, el físico francés
    Pierre Laplace pudo
    imaginar razonablemente que un día los científicos
    deducirían una ecuación matemática
    tan poderosa que lo explicara todo.

    Esencialmente, el reduccionismo ve la naturaleza como la
    vería un relojero. Un reloj se puede desarmar y
    descomponer en dientes, palancas, resorte, engranajes.
    También se puede armar a partir de estas partes. El
    reduccionismo imagina que la naturaleza se puede armar y desarmar
    de la misma manera. Los reduccionistas creen que los sistemas
    más complejos están compuestos por los equivalentes
    atómicos y subatómicos de los dientes, palancas y
    resortes, los cuales la naturaleza ha combinado en un
    sinfín de maneras ingeniosas.

    Durante cientos de años el reduccionismo
    –la idea de que el mundo es un ensamble de partes- se ha
    apoyado en poderosas técnicas matemáticas que
    cuantifican la realidad. Al cuantificar la realidad se pueden
    sumar y restar partes. Como los científicos que recurren a
    la matemática de la cuantificación han realizado
    los más importantes descubrimientos y predicciones, la fe
    de los científicos en el reduccionismo ha crecido. Pero,
    como se verá, cuando los científicos estudian
    sistemas complejos, la noción de partes tambalea de tal
    modo que la cuantificación de dichos sistemas se vuelve
    inmanejable. Los científicos que desean estudiar los
    sistemas dinámicos han recurrido a otro enfoque de la
    medición, la matemática
    cualitativa.

    Los pensadores políticos de la época
    comparaban los átomos en colisión y sus fuerzas
    interactuantes con la conducta y las interacciones de los
    individuos en la sociedad. La física mecanicista se
    convirtió en el eje del pensamiento que dominó todo
    el enfoque del mundo, el paradigma central del mundo moderno. La
    extensión del paradigma mecanicista hasta nuestra percepción
    general de la realidad tuvo consecuencias que ahora ya son
    contradicciones evidentes.

    Describir las principales características del
    mecanicismo servirá para revelar sus
    características más interesantes:

    1. Acentúa lo absoluto, lo incambiable y lo
      verdadero. No admite la ambigüedad y todo debe caber en la
      estructura
      de las coordenadas de espacio-tiempo, lo que presupone un
      universo
      prefijado, predecible y rígidamente obediente a las
      leyes. Subraya los valores
      de los roles fijados y la organización
      burocrática fija.
    2. Refuerza la jerarquía. Privilegia las partes
      aisladas, separadas e intercambiables sobre el todo y por tanto
      el análisis de las partes es suficiente para
      conocer el todo.
    3. Estimula un modelo de relación fundado en el
      conflicto y
      la confrontación entre las partes. Estimula la guerra de
      todos los hombres contra todos los hombres.
    4. Rinde culto a la formación de expertos,
      hombres aislados que conocen muchos trozos sueltos de
      información o de experiencia, pero que ignoran el
      conjunto de que son parte.
    5. El individuo
      -como observador- toma distancia de la situación o la
      comunidad en
      la que practica sus experiencias.
    6. El modelo de producción industrial es el más
      fiel reflejo de su forma de ver el mundo, que luego
      extendió a la comprensión de los seres humanos y
      la naturaleza del trabajo.
    7. Estimula el punto de vista individual y sólo
      hay una forma de mirar las cosas. De ahí que sólo
      se piense en términos de: bueno o malo; verdadero o
      falso; blanco o negro. No caben en este modo de pensar los
      variopintos, los matices, las paradojas, los predicamentos, la
      multiplicidad, el multiverso, la diferencia o la
      pluralidad.
    8. El modelo por excelencia es la máquina donde
      priman las leyes de interacción estrictamente
      deterministas. También deja entrever cómo las
      máquinas son insensibles al cambio y no dejan espacio
      para la flexibilidad.
    9. Provocó una aguda separación entre lo
      mental y lo físico favoreciendo la división entre
      el hombre y el mundo natural situando al hombre en
      oposición con el mundo de la naturaleza y con lo natural
      dentro de nosotros mismos.
    10. Sustenta el "principio de causalidad" según el
      cual en el mundo físico nada es fortuito, todo es
      previsible, todo fenómeno tiene una causa que le precede
      necesariamente, de manera que conociendo la causa se conoce
      igualmente el efecto, nada se pierde, nada se crea, la causa es
      conservada en el efecto.

    A pesar de contar con el aval de las mentes más
    lúcidas el modelo newtoniano, comenzó a tambalear
    siendo estremecido por los matices que denunciaba la experiencia
    y el multicolor mundo que reclamaba la intuición, las
    diferentes formas de ver el mundo y la diversidad. La propia
    experiencia en concordato con la realidad se encargaron de
    desmentirlo.

    La lógica, la verdad, la realidad y la
    razón a que tanto se apegó Newton en su tiempo, son
    hoy verdades a medias, para darles alguna denominación.
    La lectura que
    la ciencia actual hace del mundo y la realidad es completamente
    opuesta. La versión que acoge la complejidad frente a la
    realidad afecta a toda la naturaleza y la conducta humana. Zohar
    y Marshall (1994: 179) sostienen que la diferencia está en
    que, "Mientras Newton plantea una metafísica
    de la actualidad, plantea el aquí y ahora, lo tangible, y
    las realidades que existen en un mundo o/o, la metafísica
    cuántica, como la aristotélica anterior, es
    metafísica de lo potencial". Siguiendo con Zohar y
    Marshall (16): "La física de Isaac Newton se conoce ahora
    como una limitada aproximación válida sólo
    dentro de una estrecha extensión de nuestra experiencia.
    Fue básicamente superada por la física
    cuántica y, aún más recientemente, por la
    excitante nueva física del caos y la teoría de la
    complejidad".

    Con todo, hay que reconocer que el mecanicismo sigue tan
    vigente como entonces. Será necesario esperar nuevas
    pronunciamientos de la ciencia para probablemente llegar a un
    método que unifique todas las intenciones de los
    científicos. Capra (Op. cit.: 109) piensa
    así:

    Sin embargo, la nueva concepción del universo
    surgida de la física moderna no significa que la
    física newtoniana esté equivocada o que la
    teoría de la relatividad y la cuántica sean
    correctas. La ciencia moderna se ha percatado de que todas las
    teorías científicas son meras aproximaciones a la
    verdadera naturaleza de la realidad y ha descubierto que cada
    teoría es válida para una descripción satisfactoria de la
    naturaleza y se ve obligada a encontrar nuevas teorías
    para reemplazar la antigua o, más bien, ampliarla,
    mejorando la aproximación.

    El mundo de los negocios y la economía fueron
    corderos dóciles y aún permanecen bajo el yugo del
    mecanicismo. A pesar de eso ahora se perfila una manera diferente
    de concebirlos.

    El testimonio de Ormerod (1995, 55) es un espejo de la
    visión mecanicista de la economía: "Los economistas
    ven el mundo como una máquina. Una máquina muy
    complicada tal vez, pero una máquina pese a todo, cuyo
    funcionamiento puede comprenderse ensamblando cuidadosa y
    meticulosamente sus piezas. La conducta del sistema como un todo
    puede deducirse de una simple suma de sus partes. Bajar una
    palanca en una parte de una máquina con determinada fuerza
    tendrá predecibles y regulares efectos en alguna otra
    parte del mecanismo".

    La concepción mecanicista también la
    resalta Gareth Morgan (1991: 12):

    Normalmente a las organizaciones que han sido
    diseñadas y operan como máquinas se las denomina
    actualmente como burocracias. Pero muchas organizaciones se
    burocratizan en algún modo por el modo mecanicista del
    pensamiento que conforma nuestro concepto básico de lo
    relativo a una organización. Por ejemplo, cuando
    hablamos de una organización tenemos generalmente en el
    pensamiento un conjunto de relaciones ordenadas entre las
    partes diferentes. Aunque la imagen no es
    muy explícita, estamos hablando sobre un conjunto de
    relaciones mecanicistas. Hablamos de las organizaciones como si
    fueran máquinas y por tanto tendemos a esperar que
    trabajen como máquinas de una forma rutinaria,
    eficiente, exacta y predecible.

    Rowan Gibson (1997: 7) da señales de una nueva
    actitud:
    "Estos autores comentan que nuestra visión del mundo ha
    sido formada durante siglos por una percepción newtoniana
    de la realidad en la cual el cambio aparece como algo lineal,
    continuo y en cierto modo predecible. Donde A lleva a B, que
    lleva a C y lleva a D. La teoría del caos nos dice que lo
    contrario es cierto".

    Contribuye a afianzar esta tendencia James Moore (Boyett
    y Boyett, 1998: 270) cuando propone: "En lugar de ver a su
    compañía como una máquina que puede ser
    diseñada, revisada técnicamente, calibrada y
    ajustada, piense en ella como en un organismo en evolución, impredecible".

    3. CONCEPTO DE
    SISTEMA Y PENSAMIENTO SISTÉMICO

    Desde los albores de la humanidad el desorden fue
    desconocido y en el mejor de los casos se condeno al olvido
    forzoso; el punto de vista del hombre sobre la comprensión
    del universo giró alrededor de un eje central inmanente:
    el orden, enmarcado en dos visiones, el todo o las
    partes.

    El énfasis sobre las partes se denominó
    mecanicista o reduccionista, el del todo: holístico,
    organicista o ecológico. Kant distinguió que las
    partes sólo existen unas para otras, mientras que en un
    organismo las partes existen además por medio de otras, en
    el sentido de producirse entre sí. Los organismos en
    contraste con las máquinas son autorreproductores y
    autoorganizadores. Los vitalistas atestiguaron que existe una
    unidad no física, alguna fuerza o campo, que debe sumarse
    a las leyes de la física y de la química para la
    comprensión del todo y particularmente de la vida; por su
    parte, los organicistas proponen que el ingrediente adicional es
    la comprensión de las "relaciones
    organizadoras".

    Los biólogos organicistas en oposición al
    mecanismo y al vitalismo concibieron y desarrollaron una gama de
    conceptos hasta llegar a lo que hoy se denomina pensamiento
    sistémico. El salto se produjo cuando abandonaron la
    noción de función
    que es de estirpe mecanicista y adoptaron el de
    organización. El bioquímico Lawrence Henderson
    (Capra, 1999: 47) fue el primero que utilizó el concepto
    de sistema para referirse a los organismos vivos y sistemas
    sociales; desde entonces, sistema, ha venido a definir un todo
    integrado cuyas propiedades esenciales surgen de las relaciones
    entre las partes; en tanto que "pensamiento sistémico"
    tiene que ver con la comprensión de un fenómeno en
    el contexto de un todo superior; porque toda manifestación
    de vida tiene la tendencia a constituir estructuras multinivel de
    sistemas dentro de sistemas.

    Así, las células se
    combinan para formar tejidos,
    éstos para formar órganos y éstos a su vez
    para formar organismos. A nivel social los individuos forman
    grupos, los
    grupos comunidades, éstas conforman un barrio y los
    barrios la ciudad.

    El pensamiento sistémico insinúa
    visiblemente la conectividad, las relaciones y el contexto, por
    lo mismo, es el espacio para reconocer que las propiedades de las
    partes sólo se pueden comprender desde la
    organización del conjunto. Visto desde otro perfil se
    entenderá que el pensamiento sistémico es
    contextual en contraste con el mecanicista que es
    analítico. Las características que surgen
    sólo cuando el sistema está en pleno
    funcionamiento, las patentó C. D. Broad como "propiedades
    emergentes" (48). Consecuentes con la visión
    sistémica las propiedades esenciales de un organismo o
    sistema viviente, son propiedades del todo que ninguna de las
    partes posee y emergen de las interacciones y relaciones entre
    las partes, por lo mismo desaparecen cuando el sistema es
    diseccionado.

    Ahora conviene enumerar algunos conceptos que
    están asociados al de sistema. El primero que salta a la
    mente es Gestalt, que se utiliza en alemán para
    denotar la forma orgánica y los psicólogos de esta
    escuela sustentaban que los organismos vivos perciben en
    términos de patrones integrados y no de elementos
    aislados. Es evidente que la noción de patrón
    estuvo desde el principio presente en sus propuestas.
    Posteriormente el biólogo alemán Ernesto Haeckel
    (Capra, Ibid, 52) definió el concepto de ecología como "la
    ciencia de las relaciones entre el organismo y el mundo exterior
    que le rodea" y la palabra "entorno" fue utilizada por primera
    vez por Jacob von Uexkûll-

    La nueva ciencia de la ecología enriqueció
    al emergente pensamiento sistémico introduciendo dos
    nuevos conceptos: comunidad ecológica y red. Capra, (53) anota que,
    "La comunidad ecológica está compuesta por un
    conjunto de organismos ligados en un todo funcional por sus
    mutuas relaciones". Kevin Kelly, (Gibson: 303) entrega una idea
    bastante clara de red: "Una red es un organismo
    descentralizado que no tiene fronteras muy definidas, que no
    tiene un centro.

    No existe una cabeza visible. Nadie está
    esencialmente a cargo de ella. Y las causas de las cosas no son
    lineales, porque es muy difícil saber qué causa
    qué". A medida que los pensadores sistémicos fueron
    descubriendo las propiedades de la red las fueron aplicando a
    todos los niveles sistémicos. Capra (175) atestigua. "No
    todas las redes son
    sistemas vivos. Según Maturana y Varela, la
    característica fundamental de una red viviente es que se
    está produciendo a sí misma continuamente. Por
    tanto, «el ser y el hacer de los sistemas vivos son
    inseparables y éste es su modo específico de
    organización»".

    La visión de los sistemas vivos como redes
    proporciona una nueva perspectiva sobre las llamadas
    jerarquías de la naturaleza. Un sistema se puede
    representar esquemáticamente como una red con nodos que se
    dispersan en varias direcciones. Cada nodo representa un
    organismo y ampliado aparecerá como otra red, de esa
    manera la red se extiende hasta tocar límites
    imprevistos. Estas relaciones han convertido el pensamiento
    sistémico en "pensamiento en redes".

    Capra (53) distingue tres tipos de organismos vivos:
    "organismos, partes de organismos y comunidades de organismos;
    todos ellos totalidades integradas cuyas propiedades esenciales
    surgen de las interacciones e interdependencia de sus
    partes".

    Una característica típica de los sistemas
    es la homeostasis y
    los faculta para mantener una variable en el nivel deseado a
    través de un mecanismo autorregulador. El termostato es
    una máquina para mantener la temperatura
    entre límites deseados. Un homeostato es una
    extensión de ésta clase de máquina; un
    dispositivo de control para
    mantener alguna variable (no necesariamente la temperatura) entre
    los límites deseados. El ejemplo biológico
    clásico es la homeostasis de la temperatura del cuerpo
    que, como advierte la experiencia, varía muy poco a pesar
    de que el osado ciclista pase precipitadamente de la
    cálida llanura al páramo entumecedor.

    El concepto de homeostasis y el trabajo experimental que
    se había realizado sobre metabolismo,
    ejercieron influencia sobre Ludwig von Bertalanffy,
    llevándolo a la formulación de la teoría de
    los "sistemas abiertos"; por lo cual frecuentemente se vincula su
    nombre con la primera enunciación de un nuevo marco de
    comprensión para describir los principios de
    organización de los sistemas vivos; lo curioso es que
    veinte o treinta años atrás Alexander Bogdanov
    desarrolló una teoría de
    sistemas -la Tektología- de igual o mayor complejidad
    que no fue suficientemente conocida.

    Durante la década de los sesenta y setenta el
    enfoque sistémico trascendió las fronteras de las
    aplicaciones militares y acampó en el mundo empresarial en
    donde una década después Hans Ulrico patentó
    la visión de la organización de los negocios como
    un sistema social vivo, idea a la cual se han adherido
    posteriormente otras provenientes de la biología, las
    ciencias
    cognitivas, la ecología y la teoría de la
    evolución.

    Bertalanffy trataba de sustituir la ascendencia
    mecanicista en la ciencia por la visión holística y
    sostenía que, "La teoría general
    de sistemas es una ciencia general de
    ‘totalidad´", concepto que aún hoy es
    considerado vago y confuso. Como la idea giraba en torno a
    establecer una teoría general de sistemas sobre una base
    biológica, se oponía a la posición dominante
    de la física en la ciencia y resaltaba la diferencia
    abismal que separaba los sistemas físicos de los
    biológicos.

    Mientras la mecánica newtoniana era una ciencia
    de fuerzas y trayectorias, la novedosa teoría del
    pensamiento evolucionista -referida al cambio, el crecimiento y
    el desarrollo
    requería una nueva ciencia que explicara el comportamiento
    complejo de los sistemas. Cabe señalar que se utiliza
    comportamiento complejo, porque Nicolis y Prigogine (1987: 21)
    sugieren que es más realista, o por lo menos no tan
    impreciso, hablar de comportamiento complejo en lugar de
    referirse a sistemas complejos.

    Si bien Lawrence Henderson (Capra, Op. cit.: 47)
    hizo extensivo el concepto de sistema de los organismos vivos a
    los sistemas sociales, en este aspecto se pretende ser más
    específico, razón por la cual se apela a la
    concepción de Maturana y Varela (1996: 76) cuando define
    el sistema social: "Cada vez que los miembros de un conjunto de
    seres vivos constituyen con su conducta una red de interacciones
    que opera para ellos como un medio en el que ellos se realizan
    como seres vivos y en el que ellos, por lo tanto, conservan su
    organización y adaptación y existen en una coderiva
    contingente a su participación en dicha red de
    interacciones, tenemos un sistema social".

    A los sistemas sociales Niklas Luhmann
    (1998: 27) los visualiza desde tres niveles: en el primer nivel
    están los sistemas; en el segundo, están las
    máquinas, organismos, sistemas sociales y sistemas
    psíquicos; y en el tercer nivel aparecen derivados de los
    sistemas sociales las interacciones, las organizaciones y las
    sociedades.

    Lo esencial a considerar ahora es cómo logra
    constituirse ese sistema social. Es naturalmente entendido que el
    sistema social está integrado por personas, pero para
    efectos de poder coordinar las acciones deben valerse del
    lenguaje. Maturana y Varela elevan al lenguaje como elemento
    integrador propuesta que se acata, más se tiene
    también en cuenta a Luhmann (140) cuando propone que un
    sistema social no está constituido por personas sino por
    acciones. Tomando como referencia la estructura de las
    organizaciones sociales aquí se entiende que lo que
    realmente la dinamiza es la
    comunicación y bajo este perfil se construirá
    el modelo de interpretación.

    El pensamiento sistémico ya ha hecho carrera en
    el mundo de la economía, los negocios y la sociedad. Es
    una tendencia generalizada.

    Con todo ahora, particularmente con la preeminencia de
    internet ha
    adquirido un matiz distinto. Alrededor de esto Peter Senge (1999
    : 157) piensa que: "Debemos desarrollar un sentido de
    conexión, un sentido de trabajar juntos como parte de un
    sistema, donde cada parte del sistema afecte a las demás y
    sea afectada por ellas, y donde el conjunto sea mayor que la suma
    de sus partes".

    Desde otra perspectiva, Moore (Boyett y Boyett, Op.
    cit.
    : 249) explica, la interpretación que tiene el
    concepto biológoco de ecosistema a
    nivel de la comunidad y a nivel empresarial:

    Una comunidad de organismos, que se relacionan ente
    sí, más el entorno en que viven y con el cual
    también se relacionan; por ejemplo, un lago, un bosque,
    una tundra. En el mundo empresarial un ecosistema es: una
    comunidad económica respaldada por una serie de
    organizaciones e individuos que se relacionan entre sí:
    los organismos del mundo empresarial … Un ecosistema
    empresarial está formado por clientes,
    intermediarios del mercado, proveedores,
    entidades gubernamentales y las reguladoras, y asociaciones y
    grupos determinados que representan a clientes y
    proveedores.

    Kevin Kelly (1997: 300) aporta dos ideas de la mayor
    importancia. En primer término sostiene que : "Lo que esto
    nos dice es que, en vez de entender los negocios utilizando
    algún tipo de modelo industrial –como líneas
    de producción pequeñas, o entidades independientes
    que tienen una operación de tipo mecánico-
    tendremos que empezar a entenderlas más como una
    ecología de organismos".

    En la otra (308) deja saber que:

    Estamos hablando de conectar todas las cosas del mundo
    entre sí. Eso significará que cada artefacto que
    hagamos tendrá algún tipo de circuito,
    algún pequeño destello de inteligencia, quizá algo como la
    inteligencia de una abeja o de una hormiga. Pero todas esas
    piezas, algunas de ellas en movimiento y
    otras inmóviles, estarán conectadas,
    convergerán y se encontrarán en un futuro
    cercano, y todo lo que hagamos estará conectado con todo
    lo demás. Y eso conformará la Red, en el sentido
    más amplio.

    4. ORDEN, DESORDEN,
    COMPLEJIDAD Y CAOS

    Conviene interrumpir la
    descripción –abrir un paréntesis- para
    introducir el significado de otros conceptos que
    facilitarán la comprensión de lo que más
    adelante se tratará.A esta altura danzan
    sobre la arena los eslabones entretejidos de una extensa cadena
    de términos que son de uso común con significados
    que -al igual que el agua– se
    escapan entre las manos sin manera de poder acomodarlos
    coherentemente: ¿Qué se entiende por orden,
    desorden, complejidad y caos,? Frente a semejantes
    desafíos como otros que aparecerán más
    tarde la idea es presentarlos usando términos comunes
    con significaciones usuales. Sujetando el primer
    eslabón surgen dos interpretaciones que penetran las
    entrañas del tema. El principal escollo para la
    aplicación de estas nociones se genera desde dos
    fuentes:
    primero, el sentido con que se usan en la cotidianidad y,
    también, por las mismas definiciones que presenta el
    DRAE (Diccionario
    de la Real Academia Española).Para ser
    organizados se descorre el velo del orden. Morin (1996: 125)
    explica: "Es todo aquello que es repetición, constancia,
    invariabilidad, todo aquello que puede ser puesto bajo la
    égida de una relación altamente probable,
    encuadrado bajo la dependencia de una ley". En la
    interpretación que aquí se da el orden debe ser
    entendido como sinónimo de determinismo y
    previsión; se cataloga como orden todo aquello que puede
    ser sujeto de predicción, de control, de
    exactitud. Por tanto, se refiere a todo aquello
    cuyas consecuencias pueden ser previstas, pronosticadas y sobre
    las cuales no se cierne ninguna posibilidad de incertidumbre o
    vulnerabilidad de afectos, circunstancias, pasiones y conflictos y
    por consiguiente lo que no admite la presencia de sucesos
    fortuitos. En términos llanos la versión
    tradicional de determinismo expresa la idea de que todo lo que
    ocurre está decidido de antemano y es producto de
    procesos mecánicos –mecánico, entendido
    como el énfasis en las partes-; en la
    interpretación más auténtica supone que la
    evolución de los fenómenos naturales está
    completamente determinada por las condiciones
    iniciales.¿Desorden? "Es todo aquello que
    es irregularidad, desviación con respecto a una
    estructura dada, elemento aleatorio, imprevisibilidad", (126).
    En la arquitectura de la complejidad es congruente deducir que
    por desorden se entiende todo aquello que se vincula
    estrechamente a lo contingente, inestable, azaroso y no
    controlable, lo que no está determinado y, por lo mismo,
    no puede ser previsto ni pronosticado porque está
    envuelto por la incertidumbre. Generalmente, el concepto de
    orden se asocia a los sistemas simples y el de desorden a los
    complejos. La complejidad es muda y elocuente.
    Muda porque no confiesa sus andanzas y elocuente porque sus
    manifestaciones no es posible describirlas con el lenguaje
    al alcance de la mano. Incursionar en esta órbita
    significa navegar en otra dimensión, en otro mundo, en
    el que se entra en contacto con otras zonas de lo real, como
    ocurre en esos cuentos de
    Cortázar donde la fantasía sucede de repente en
    medio de la cotidianidad más trivial.Las
    complejidad exhibe aristas que enredan hasta turbar la
    paciencia; por lo mismo para manejarla hay que escuchar el
    consejo que José Saramago (2000: 32) le da a Cipriano
    Algor después de hacerlo derramar una lágrima por
    el rabillo del ojo: " … sabríamos mucho más de
    las complejidades de la vida si nos aplicásemos a
    estudiar con ahínco sus contradicciones en vez de perder
    tanto tiempo con las identidades y las coherencias, que
    ésas tienen la obligación de explicarse por
    sí mismas". La complejidad es un concepto
    espinoso al punto que ya se ha erigido en un paradigma.
    Habrá que distinguir entre lo que en lenguaje cotidiano
    se designa como complejidad y el significado con que
    aquí se tratará. En el discurrir
    cotidiano todo aquello que no somos capaces de catalogar,
    definir o explicar se matricula como complejo. Complejos son
    los seres vivos. Compleja es la sociedad y también las
    relaciones con los otros. Las relaciones matrimoniales
    normalmente se tildan de complejas. Compleja es la
    gestión empresarial. ¡Y, qué decir, de la
    economía! En fin, todo cuanto exige un esfuerzo para
    describirlo, que dificulta, que no cuadra con la lógica,
    se manda a la gaveta de lo complejo. Hasta podría
    considerarse como artificio para evadir emitir un concepto
    respecto a algo. Al lado del paradigma de la
    complejidad esta el de la simplicidad que ve el orden, lo
    predecible y no admite el desorden; que ve lo uno y lo
    múltiple pero no concibe que lo uno puede ser al mismo
    tiempo múltiple; no consiente al multiverso como entidad
    dividida en una especie de universos paralelos. Clasifica las
    cosas como buenas o malas, negro o blanco; pero no concibe la
    dialógica. No se está hablando de equilibrar, que
    significa situarse en el medio, partir la diferencia. Lo que se
    persigue es ser ambas cosas a la vez. El principio de la
    simplicidad acude a dos alternativas ineludibles; o bien se
    escuda en la disyunción separando lo que está
    ligado o a la reducción –reduccionismo- unificando
    lo que es heterogéneo.Es evidente que la
    complejidad se perfila como un concepto enmarañado.
    Morin (Op. cit.: 21) opina: "El término
    complejidad no puede más que expresar nuestra
    turbación, nuestra confusión, nuestra incapacidad
    para definir de manera simple, para nombrar de manera clara,
    para poner orden en nuestras ideas. … Es complejo aquello que
    no puede resumirse en una palabra maestra, aquello que no puede
    retrotraerse a una ley, aquello que no puede reducirse a una
    idea simple". Tener una visión compleja
    implica admitir la diversidad, la multidimensionalidad y
    conectarse con otras dimensiones. ¿Implica esta
    perspectiva, que se persigue llegar a la verdad última?
    Esta particularidad puede conducir equívocamente a creer
    que la complejidad aspira a contar con el conocimiento
    completo. En primera instancia, ese sería el ideal;
    más, en la práctica se entiende que no se
    podrá esquivar la incertidumbre implícita en los
    sistemas dinámicos y que jamás se podrá
    llegar a tener un conocimiento total del comportamiento de esos
    sistemas.Tampoco se puede confundir la complejidad
    con la complicación. La complicación será
    entendida como la interactuación de un gran
    número de elementos –no es posible identificar los
    elementos que intervienen ni cuántos son- y, por lo
    mismo, no se pueden anticipar las consecuencias del
    comportamiento del sistema. Morin (Op.
    cit
    .:105) sugiere tres principios que contribuyen a
    concebir la complejidad: el dialógico, el de
    recursividad y el hologramático. El dialógico, da
    por sentada la cohabitación entre el orden y el
    desorden. El orden y el desorden pueden ser entendidos como
    opuestos, como contradictorios el uno del otro; orden y
    desorden se desconocen pero, al mismo tiempo, en ciertos casos
    se complementan y producen la organización y la
    complejidad. El principio de recursividad
    establece que los productos y
    los efectos son, al mismo tiempo, causas y productores de
    aquello que los produce. Un ejemplo claro de este principio es
    la sociedad: es producida por la interacción entre
    individuos, pero la sociedad una vez constituida produce a los
    individuos. El principio hologramático pregona que la
    parte más pequeña de la imagen contiene la imagen
    completa; es decir, no solamente la parte está en el
    todo sino que el todo está en la parte. Así, en
    el mundo biológico, la
    célula contiene toda la información genética de ese organismo. Lo que
    persiguen estos principios es fundamentalmente trascender el
    reduccionismo.Se han traído a escena las
    interpretaciones más comunes del concepto de complejidad
    y las que podrían ser sinónimos. Ahora se ponen
    sobre el mantel las que en este trabajo se admiten como reales
    conceptos de complejidad.Nicolis y Prigogine
    (Op. cit.: 59) después de reconocer que
    todavía se está lejos de entregar una
    definición de complejidad explican:

    La complejidad es uno de esos conceptos cuya
    definición corresponde esencialmente a los problemas que
    ella genera. Lo que sabemos entretanto tanto, es que una de las
    propiedades esenciales del comportamiento complejo consiste en
    la capacidad de llevar a cabo transiciones entre diversas
    formas de comportamiento. Expresado de otra forma, en el caso
    de la complejidad se trata de sistemas en los que la
    evolución, y por ello también la historia, juegan
    (o han jugado) un papel esencial en cuanto al comportamiento
    observado.

    En el afán de conseguir
    despejar el concepto Roger Lewin (2002: 23) pregunta a Chris
    Langton, ¿qué es complejidad? "La complejidad y
    el caos dan vueltas persiguiéndose intentando averiguar
    si son lo mismo o cosas diferentes. Completamente ordenado
    aquí … Completamente aleatorio aquí" dijo
    dibujando grandes trazos. "La complejidad se produce en
    algún lugar intermedio". El concepto de
    complejidad que más llama la atención es el formulado por Philip
    Anderson, (Krugman, 1997: 7) el premio Nobel de Física
    que merecería ser considerado el padre de este campo,
    "la complejidad es la ciencia de lo `emergente´. En otras
    palabras, trata de cómo grandes conjuntos en
    interacción –integrados ya sea por
    moléculas de agua,
    neuronas, bipolos magnéticos o consumidores- manifiestan
    comportamientos colectivos muy distintos de los que
    cabría haber esperado de la simple agregación de
    comportamientos de los entes individuales".Las
    definiciones propuestas permiten entresacar dos conclusiones
    concretas: la primera, la complejidad se encontraría a
    medio camino entre el orden y el caos; segunda, la complejidad
    se yergue en medio de las transiciones que se generan
    entre diversas formas de comportamiento. Durante estas
    transiciones es donde surgen las propiedades emergentes.
    Queda entonces pendiente dilucidar las propiedades
    emergentes, que Steven Johnson (2003: 19) denota como
    emergencia: "La evolución de reglas simples a complejas
    es lo que llamamos `emergencia´". Emergencia es lo que
    ocurre cuando un sistema de elementos relativamente simples se
    organiza espontáneamente y sin leyes explícitas
    hasta dar lugar a un comportamiento inteligente. Sistemas tan
    dispares como las colonias de hormigas, los cerebros humanos o
    las ciudades siguen las reglas de la emergencia.
    Consolidando las propuestas se cierra la idea de
    complejidad señalando que es un fenómeno que se
    debe al surgimiento de propiedades emergentes en donde los
    sistemas adoptan por comportamientos "inteligentes". En los
    organismos vivos las propiedades que surgen en el sistema
    operando en conjunto son: la no-linealidad, el orden por
    fluctuaciones, los puntos de bifurcación, la
    autoorganización, la aleatoriedad, temporalidad e
    irreversibilidad. Los sistemas que llenen estos requisitos son
    los que en adelante se denominarán sistemas de
    comportamiento complejo o, alternativamente, sistemas
    complejos. El caos, como siempre, se
    manejará con cautela; por lo mismo, se tratará
    aparte. El significado del DRAE insiste en considerarlo como
    sinónimo de confusión y desorden; sin duda, el
    caos fue inicialmente desconocido, después calumniado y
    más recientemente desacreditado. Ian Steward (1991: 22)
    lo define como comportamiento aleatorio que ocurre en un
    sistema determinístico, o lo que es lo mismo,
    "comportamiento sin ley gobernado completamente por la ley",
    luego, en el caos subyacen tendencias que responden a ciertas
    pautas, a determinados modelos -patrones- de comportamiento;
    por tanto, se somete al determinismo expresado en modelos
    pautados. La diferencia entre complicación,
    caos y complejidad reside en que en ésta las
    transiciones de que hablan Nicolis y Prigogine provocan el
    surgimiento de "propiedades emergentes" que surgen en el
    sistema operando en conjunto. El caos se puede considerar como
    un desorden regido por leyes deterministas; por otra parte, la
    complicación no contempla la presencia de propiedades
    emergentes.En concreto, el caos en conjunto es
    más comprensible que la complejidad y menos que la
    aleatoriedad, no sin razón, ahora el caos no es tan
    satanizado como antes, y alcanza a asomarse en muchos
    escenarios de la cotidianidad sin sentirse acosado. Hasta en el
    mundo empresarial metió las narices; Dee Hock,
    mencionado por Peter Senge, (Op. cit.: 160) habla de
    organizaciones caórdicas –contracción de
    caos y orden- como aquellas que son capaces de extraer orden
    del caos y viceversa.La oportunidad es propicia
    para declarar que en un universo de orden puro no habría
    innovación, creación ni
    evolución. Sería incómodo vivir en un
    ambiente saturado de orden, de la misma manera que no
    sería factible un universo de permanente desorden donde
    no habría bases que permitieran configurar una
    organización perdurable, luego, es ahora comprensible
    que las organizaciones solo son factibles mientras en su
    enrevesada dinámica consigan que congenien el orden y el
    desorden. Es a esta dualidad a la que, Morin
    (1996: 106) la designa como dialógica, un nombre
    seductor que invita ineludiblemente al entendimiento y al
    diálogo entre antagónicos.
    En la termodinámica clásica donde la
    física es la fuente de inspiración, se asocia el
    orden con equilibrio,
    mientras que el desorden se identifica con situaciones de
    no-equilibrio. La nueva ciencia de la complejidad enseña
    que el no-equilibrio es fuente de orden: el caos es fuente de
    orden. De manera general el orden puede degenerar
    en desorden y el desorden puede ser origen del orden. Es la
    dialéctica del universo, la dialógica. De cuanto
    se ha comentado se desprende que desorden y entropía
    –concepto que se discutirá enseguida- se desplazan
    en el mismo sentido, la propagación del desorden corre
    simultáneamente con la progresión de la
    entropía; por supuesto que, en términos
    prácticos, puede interpretarse que acrecentamiento de la
    entropía y desorden son sinónimos.De
    complejidad y contradicciones está repleto el mundo
    empresarial, es el pan de cada día. Y en comprenderlas
    puede estar la distancia que separa el éxito del
    fracaso. Algunos ejemplos bastan para
    resaltarlas.El concepto de complejidad lo grafica
    muy bien Gareth Morgan (Op. cit.: 241) porque
    especialmente destaca cómo se genera:

    Las relaciones siempre están fluyendo y la
    estabilidad siempre está en el medio del flujo. Los
    sistemas complejos, como el río descrito por Heráclito, siempre están fluyendo
    y deben entenderse como procesos. La lógica de tales
    sistemas se fundamenta en las redes de relaciones que definen y
    sustentan los modelos causalidad. Aunque es posible
    señalar un hecho inicial –o patadón- que
    dispare el sistema en una dirección en particular, es
    imposible señalar que tales hechos iniciales no son
    realmente la causa del resultado final; simplemente son los
    disparadores de las transformaciones engranadas en la
    lógica del sistema.

    El caso es que como
    ha observado Anthony Wilden (Morgan: 242) en los sistemas
    complejos hay "causas que causan causas". Charles
    Handy (1997: 23) delinea la complejidad atestada de
    contradicciones:

    Yo sostengo que las organizaciones tienen que ser
    centralizadas y descentralizadas al mismo tiempo. Deben ser
    globales y locales al mismo tiempo. Diferenciadas e integradas.
    Muy ajustadas y sueltas. Tienen que hacer planes a largo plazo
    y, sin embargo, seguir siendo flexibles. Sus trabajadores deben
    ser más autónomos pero, por otra parte, estar
    integrados en un equipo. Pero el hecho es que no podemos dejar
    que esto confunda a la gente. Debemos encontrar la manera de
    vivir con este tipo de contradicciones para reconciliar los
    opuestos en vez de vernos obligados a elegir entre
    ellos.

    ¿Acaso no refleja esta
    declaración la realidad empresarial?Collins
    y Porras (1995: 52) hablan de la "tiranía de la
    disyuntiva" para referirse a "el punto de vista racional que no
    acepta la paradoja, que no puede vivir con dos fuerzas o ideas
    aparentemente contradictorias al mismo tiempo. La
    tiranía de la disyuntiva lo lleva a uno a pensar que una
    cosa es A o es B, pero no ambas a la vez".La
    complejidad abruma el mundo de los negocios. Peter Senge
    (Op. cit.: 157) describe la forma como tradicionalmente
    se ha abordado: "La forma en que solíamos hacer frente a
    la complejidad era dividiendo las cosas en trozos más
    pequeños, más manejables. Pero esto da por
    sentado que la suma de las partes es igual al todo. Y
    así es como tradicionalmente intentábamos
    resolver los problemas en el mundo de los negocios, y eso ya no
    es válido en la clase de mundo en que estamos
    entrando".

    5.
    ENTROPÍA

    No se exagera si se expresa que fijar la atención en la
    entropía significa ni más ni menos que situarnos
    en un punto neurálgico puesto que se trata de un
    concepto clave de la complejidad. Ayuda a enfocar
    el concepto comenzar recordando a Bertalanffy a quien ya se
    hizo alusión, su idea giraba alrededor de articular la
    teoría general de sistemas con los principios de
    organización sobre bases biológicas enfatizando
    la diferencia fundamental que hay entre los sistemas
    físicos y los biológicos; el talón de
    Aquiles era la idea de evolución. Mientras
    la mecánica newtoniana era una ciencia de fuerzas y
    trayectorias, el pensamiento evolucionista centrado en
    términos de cambio, crecimiento y desarrollo, clamaba
    por una nueva ciencia de la complejidad. La nueva ciencia
    cristalizó su incursión con la
    termodinámica y su clásica segunda ley que fue,
    sin duda, el inicio de una nueva concepción del mundo y,
    particularmente, un nuevo enfoque para la comprensión y
    visualización general del cambio.El
    concepto de tiempo como el de azar y el de complejidad fueron
    desconocidos por el mecanicismo. Acudiendo a una
    idealización tenaz el tiempo fue sometido hasta
    convertirlo en un factor irrelevante. La propuesta era
    terminante: dadas las condiciones iniciales es posible
    reconstruir toda la historia lo mismo que predecir el futuro.
    Escrutando el presente -la información actual- es
    posible desplazarse sin salvedades tanto hacia el pasado como
    al futuro. El tiempo no existe ni deja huellas; el
    conocimiento es completo y no hay lugar para el azar. No queda
    duda de que para el mecanicismo el tiempo es reversible y el
    poder de predicción estaba totalmente asegurado.
    Esta concepción de reversibilidad estuvo vigente
    mientras predominó el reduccionismo; más, a
    finales del siglo XIX el edificio en que se sustentaba
    comenzó a tambalearse y el azar y el tiempo como ave
    Fénix renacieron de sus propias cenizas. La ciencia en
    la encrucijada no tuvo más remedio que transar con el
    azar y desde entonces se incorporó el concepto de
    probabilidad.Las líneas precedentes apuntan
    a dos problemas esenciales: el de la irreversibilidad y la
    presencia de variables ocultas que generan el
    azar.La naturaleza está colmada de ejemplos
    que explican elocuentemente la irreversibilidad. ¿Acaso,
    una cerilla después de encendida, se puede desencender y
    volver al estado original? Siguiendo en esta misma
    dirección, ¿un cigarro después de
    consumido es posible que retorne al estado inicial? Y
    qué decir de los sistemas vivos; ¿un hombre luego
    de llegar a la vejez puede
    regresar a los años mozos? Estos fenómenos
    encontraron explicación en el segundo principio de la
    termodinámica en el que se definía la
    irreversibilidad del tiempo y, por supuesto, una
    dirección para la evolución.La
    experiencia predica que los fenómenos de la naturaleza,
    y particularmente los físicos, despliegan
    comportamientos que desconciertan al hombre y se revelan de
    diferentes maneras. En todos se presuponía reinaba el
    orden como paradigma que dominaba la ciencia de ese
    entonces. A pesar de eso, desde el siglo XVII los
    científicos advirtieron que no era posible construir un
    artefacto de movimiento perpetuo porque habían
    constatado que cuando ponían en funcionamiento una
    máquina, parte de la energía que le suministraban
    terminaba en forma que no podía ser recuperada ni
    utilizada de nuevo.
    Habían captado un desliz que fruncía el
    desempeño de los sistemas, detalle
    que a la postre se convirtió en un indicio de desarreglo
    puesto que la energía se disipaba y se volvía
    desorganizada y caótica, muestra inequívoca de
    quebrantamiento del orden.Fue necesario esperar
    hasta el siglo XIX cuando este concepto fue patentado como
    entropía por el físico y matemático Rudolf
    Clausius. La entropía es, pues, una medida de la
    disipación de la energía en forma de calor y
    fricción. Según la segunda ley de la
    termodinámica la entropía aumenta a medida que
    progresa el comportamiento de los fenómenos
    térmicos, la energía disipada no puede ser
    recuperada y es en esta dirección hacia una creciente
    entropía la que define el vector tiempo. Según
    esa ley hay en los fenómenos físicos una
    tendencia del orden al desorden, hacia una creciente
    entropía.La segunda ley en la
    versión original detalla la evolución de un
    sistema aislado –que no intercambia materia ni
    energía con el entorno- y reconoce la presencia de la
    entropía. Según esa ley la entropía se
    acrecienta durante el desarrollo de cualquier
    transformación de energía, de manera que como
    apunta Wagensberg (1994: 29), "transcurrido un tiempo
    suficientemente largo, alcanza un valor
    máximo que identifica el estado final de equilibrio
    termodinámico, estado en el que ya no es posible
    ningún proceso que altere el valor de la
    entropía". No cabe duda, para despejar el
    panorama es pertinente presentar el concepto de equilibrio.
    Nicolis y Prigogine (Op. cit.: 83) hablan de equilibrio
    mecánico y termodinámico: "En la mecánica
    el equilibrio es un estado especial en el que tanto las
    velocidades como las aceleraciones de todas las masas puntuales
    son iguales a cero. El equilibrio termodinámico se
    refiere a propiedades colectivas que describen el sistema como
    un todo, propiedades como la temperatura, la presión
    o la concentración de un compañero de
    reacción química". "Decimos que el sistema se
    encuentra en equilibrio termodinámico cuando coincide
    completamente con el entorno, en lo que respecta a las
    propiedades mencionadas más arriba" (84).La
    segunda ley definió un criterio de evolución
    hacia el futuro y logró mayor predominio con la
    interpretación estadística de Ludwig Boltzmann.
    La nueva explicación sostiene que la
    entropía es una medida del desorden molecular. O, desde
    otra óptica, el orden se acrecienta a medida
    que decrece la entropía. En este sentido, la segunda ley
    se entroniza como una ley de la desorganización
    progresiva y los sistemas que la obedecen (en contraste con los
    mecánicos) se olvidan de sus condiciones iniciales.
    Morin (1997: 52) sentencia: "Por consiguiente, la
    entropía es una noción que significa a la vez:
    degradación de la energía, degradación del
    orden, degradación de la
    organización".Está claro que la
    evolución de los sistemas aislados y de equilibrio se
    desplaza de un estado a otro cada vez más desordenado.
    Aquí surge una inquietante pregunta, entonces,
    ¿Qué destino tienen los sistemas vivos que son
    termodinámicamente abiertos? Antes que todo se aporta la
    idea de Morin, (Ibid,:160) sobre sistema abierto. "Los
    sistemas abiertos efectúan intercambios materiales,
    energéticos y/o informacionales, con el exterior a
    diferencia de los cerrados que no efectúan intercambios
    con el exterior". Es evidente que no se puede dar
    a los sistemas vivos el mismo tratamiento que a los aislados.
    Si la termodinámica del equilibrio fue hija del siglo
    XIX la del no-equilibrio lo es del siglo XX e Ilya Prigogine es
    quien dirige la vanguardia
    de esta nueva forma de concebir a los sistemas
    vivos.Los seres vivos son los más complejos
    y organizados y se instauran como prototipos porque constituyen
    estructuras históricas dado que pueden guardar memoria de
    formas y funcionamiento. Nicolis y Prigogine
    (Op. cit.: 52) los describe de esta manera: "Los seres
    vivos funcionan con seguridad en condiciones muy alejadas del
    equilibrio. Un organismo experimenta un flujo constante de
    energía (por ejemplo, la energía irradiada por
    el sol y que
    las plantas
    emplean para llevar a cabo la fotosíntesis) y materia (en forma de
    alimentos),
    que transforma en forma de productos de desecho muy diversos y
    que entrega a su entorno". Los sistemas "abiertos"
    –un organismo- por el hecho de importar del entorno
    más energía de la que consumen, pueden almacenar
    energía y adquirir entropía negativa. Si el
    estado de equilibrio es el natural para los sistemas cerrados
    se necesitaría una termodinámica de no equilibrio
    para los sistemas no aislados, porque basta con mirar de reojo
    el universo para percatarse que el equilibrio antes que una
    regla no es más que una excepción y todo proceso
    natural exhibe algún grado de irreversibilidad.
    Desde la órbita de la termodinámica
    clásica, en el devenir los sistemas cerrados tienden a
    acentuar la entropía -a "decaer" a "desordenarse"-, en
    contravía, los sistemas abiertos son
    negentrópicos, tienden a disminuir la entropía y
    a elevar su estructura. Estos sistemas eluden las situaciones
    de equilibrio y al menos procuran situarse en un estado
    estacionario en el que se produce cierta entropía. La
    persistencia de un sistema en un estado estacionario
    –estable- equivale entonces a la conservación de
    una estructura o grado de organización.
    Esta tendencia de los sistemas abiertos puede ser
    explicada de una manera lógica más
    explícita. La notación matemática que
    enseguida se plantea no implica ningún grado de
    complicación. Tomando como referencia la segunda ley la
    variación de la entropía en el curso del tiempo
    se puede escribir como dS>0, donde S es la entropía.
    ¿Qué sucede con los sistemas que no están
    aislados y que intercambian energía y materia con el
    entorno? La idea central de Prigogine (1997: 67) sobre
    entropía la proyecta sobre dos ejes y se aprecia en
    diversos escenarios. En un eje se proyecta el
    aporte externo de entropía, la transferencia de
    entropía a través de las fronteras del sistema
    -perturbaciones- y puede ser positivo o negativo según
    la naturaleza del intercambio; naturalmente, este eje se
    refiere a la entropía que proviene de los intercambios
    entre el sistema y el exterior y se simboliza por
    deS. En el otro eje registra la
    producción de entropía -fluctuaciones-
    debida a fenómenos irreversibles y se denota por
    diS, este término será siempre
    positivo. La resultante neta de entropía será la
    suma algebraica de lo que se produce más lo que se
    intercambia; por lo tanto la variación total será
    dS= deS + diS. Es por eso que
    Schrödinger considera el metabolismo del organismo
    viviente en términos de producción y flujo de
    entropía. Cuando un organismo se encuentra en estado
    estacionario, la entropía permanece constante a lo largo
    del tiempo y en tal caso la entropía diS debe
    ser compensada por el flujo de entropía deS,
    por lo tanto se puede escribir: dS= 0 =
    deS + diS o deS =
    -diS < 0De la última
    ecuación Erwin Schrödinger concluye que "la vida se
    nutre de un ‘flujo entrópico negativo’, pero
    también se puede decir –y para mí era lo
    más importante- que la vida está asociada a la
    producción de entropía y por lo tanto a los
    procesos irreversibles", (Prigogine,1996: 69). De la
    interpretación de Schodinger se entresaca que el ser
    vivo no se alimenta exclusivamente de energía, sino
    también de entropía negativa, más
    precisamente, de organización compleja y de
    información. La ley de evolución
    hacia los estados estacionarios fue enunciada y demostrada por
    Ilya Prigogine (1994: 176) en el célebre principio de la
    mínima producción de entropía: "El teorema
    de mínima producción de entropía demuestra
    de hecho que el sistema evoluciona hacia un estado estacionario
    caracterizado por un mínimo de producción de
    entropía compatible con las ligaduras impuestas al
    sistema. Estas ligaduras vienen determinadas por las
    condiciones del entorno". En concreto se trata de
    una ley que habla de cómo puede un sistema adaptase a su
    entorno. Uno de los logros más trascendentales de
    Prigogine fue protocolizar la diferencia entre el
    comportamiento de un sistema aislado y uno abierto puesto que
    de hecho estaba resolviendo la paradoja de las dos visiones
    contradictorias de la evolución en física y en
    biología. Más puntualmente,
    Prigogine (1997: 69) destaca: "Cuando un organismo se encuentra
    en estado estacionario, la entropía permanece constante
    a lo largo del tiempo. En tal caso, la producción de
    entropía diS debe ser compensada por el flujo
    de entropía". Considero inevitable precisar
    el concepto de estado estacionario. En el equilibrio la
    producción de entropía es 0, en contraste, en el
    estacionario se sitúa más allá del
    equilibrio y se caracteriza porque produce la mínima
    cantidad de entropía –diS-; en todo caso para que
    la entropía se mantenga constante debe estar vigente
    también cierto flujo de entropía negativa
    –deS-.

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