A partir de una intensa y exhaustiva búsqueda de
bibliografía, –
tanto por medio físicos, como virtuales – se realiza
un recorrido por la producción de conocimientos, informaciones
y experiencias sobre calidad de
vida. En particular, lo que se refiere a la calidad de vida
de las personas. A pesar que se ha tratado de hacer un recuento
lo más completo posible; no – necesariamente –
se ha logrado incluir y abarcar la cantidad y diversidad de
producción sobre el tema.
El recuento bibliográfico incluye una
clasificación de los principales textos localizados;
así como, un balance del contenido de los mismos, en
términos de aportes, potencialidades, vacíos y
limitaciones. A partir de lo cual es posible identificar aristas
de investigación, de utilidad para el
futuro esclarecimiento del papel de la calidad de vida humana en
el
conocimiento y el desarrollo.
Investigación – Calidad de Vida –
Desarrollo
Calidad de vida es un concepto de
relativo uso cotidiano, aunque sus referentes explícitos
no siempre sean comparables y se utilice de manera indiscriminada
para hacer referencia a estilos o formas de vida, o bien a nivel
o estándar de vida (esto último, la mayoría
de las veces referido a consumo de
bienes). Para
algunas personas, es un lujo de los países desarrollados;
en particular de aquellos que a lo largo de su historia han realizado
amplias inversiones en
capital humano
y capital
social, así como en profundas transformaciones
institucionales.
Para otras, es una expresión ambigua que se
presta a múltiples interpretaciones, o un concepto que por
los grados de complejidad y dificultades en su aprehensión
no merece ser definido o medido. Para una gran mayoría,
calidad de vida es un concepto restringido a etapas
últimas de la vida adulta, vinculada –en muchos
casos – a enfermedades terminales o al
uso del tiempo libre.
Incluso, hay para quienes, calidad de vida es un sinónimo
de vivir sin preocupaciones, ni complicaciones de ninguna
clase.
La definición de una vida "buena", ha estado
presente en las preocupaciones del pensamiento
económico y social desde los tiempos de Aristóteles. Adam Smith y
Karl Marx, no
desarrollan el concepto de calidad de vida, pero consideran al
trabajo
–aunque con concepciones diferentes y opuestas en cierto
sentido – como la fuente de la riqueza y responsable de las
condiciones de vida. De modo que, la preocupación por la
calidad de vida atraviesa el debate de las
ciencias
humanas, en particular de la filosofía, la economía, la sociología y, más recientemente, de
las ciencias de la salud y la
educación.
En una manera similar, la preocupación por la
calidad de vida también ha estado presente en las
preocupaciones por el desarrollo. Aparece tímidamente en
la literatura de
la década de 1950 en las sociedades
industrializadas e irrumpe con relativa fuerza a
finales de 1960 y principios de
1970. Especialmente, en vinculación con las teorías
del bienestar y a búsqueda de articulación entre
las políticas
económicas y sociales e influenciado por los movimientos
de calidad de los productos y
prestación de servicios.
Luego tiende a apagarse con la aparición del neoliberalismo, la preeminencia del
reestablecimiento del equilibrio
financiero y el surgimiento de los llamados "tigres
asiáticos" como paradigma de
conducción nacional.
Aunque en la Conferencia de
Estocolmo sobre el Medio
Ambiente, en 1972, se plantea el tema de la calidad de vida;
éste no aparece en la declaración correspondiente.
Posteriormente, en Nuestro Futuro en Común (1987)
– mejor conocido como el Informe
Brundlant – en la Conferencia de Río´92
y las iniciativas posteriores vinculadas al desarrollo
sostenible se retoma el interés
por la calidad de vida, al introducir el componente generacional,
rescatando su particularidad desde el punto de vista ambiental de
la calidad del entorno y asociado – principalmente –
al ámbito de experiencias locales y de planificación urbana.
Una consideración explicita a la calidad de vida
como finalidad del desarrollo sostenible, aparece en la
Declaración de la Alianza para el Desarrollo Sostenible
(ALIDES), suscrita por los Presidentes de Centroamérica y
el Primer Ministro de Belice en 1994 y refrendada
–posteriormente – por el Presidente de la
República Dominicana.
Asimismo, entre las recomendaciones del reporte de la
Conferencia Europa Sostenible
realizada en Bélgica, en 1995, se plantea el tema de
calidad de vida. Sin embargo, en la Cumbre de las
Américas, realizada en Bolivia, un
año después, aunque el Informe Nacional de la
Sociedad Civil
de México,
plantea el acceso a una mejor calidad de vida como uno de los
temas para esa cumbre, el mismo no aparece recogido entre las
resoluciones finales de dicha cumbre.
La búsqueda de conocimientos, informaciones y
experiencias sobre calidad de vida, está marcada por la
presencia de una gran cantidad de bibliografía sobre el
tema (libros,
artículos en revistas y periódicos, seminarios,
trabajos de tesis, planes
y programas de
desarrollo, documentos
técnicos y otros). La mayoría de esa
bibliografía se encuentra dispersa y aislada.
Menciones y alusiones a calidad de vida son de uso
frecuente en la vida académica y política. Incluso,
como parte de títulos de artículos o noticias, pero
luego no hacen referencia a qué entienden por ese
concepto, o cuál es la relación con el tema central
tratado.
Una situación similar se observa en las
experiencias prácticas de mejoramiento de la calidad de
vida de grupos humanos
específicos alrededor del mundo, un importante grupo de
éstas no plantean un referendo
teórico-conceptual explícito. Esta
afirmación, por supuesto, que de modo alguno desmerita los
notables aportes prácticos al mejoramiento de aspectos
importantes de la calidad de vida de los grupos
sociales a los cuales destinan sus acciones.
La intensa, minuciosa y sistemática
búsqueda de bibliografía realizada utilizando el
Internet, por
medio del buscador electrónico Google, muestra un
incremento constante de bibliografía sobre calidad de
vida. De hecho, a la fecha de redactar este ensayo,
aparecen más de un millón de registros en el
tema de calidad de vida, casi 100 mil en calidad de vida humana y
cerca de un centenar en investigaciones
sobre calidad de vida. En Monografías.com, aparecen 69
registros
La literatura más difundida sobre calidad de vida
se asocia tanto con fenómenos globales como el crecimiento
económico (Clarke, 1977), el nivel de vida (Levi y
Anderson, 1980 y Sen, 1987), el bienestar (Dasgupta, 1988), la
expansión demográfica (Lassonde, 1997); como con
los aspectos sectoriales del desarrollo, la productividad y
los procesos y
condiciones de trabajo (Drucker, 1983 y García, 1983), la
vida en las ciudades (Velásquez, editor: 1988), la
participación social y comunitaria, la práctica de
vida saludable, la espiritualidad y la búsqueda de
satisfacción de la felicidad o necesidades individuales
(Morgan y Murgatroyd, 1994; Stanley, 1994; Holcombe, 1995;
Diener, 1984) y se alude ampliamente a las dificultades para su
medición (principalmente, Brock, 1995 y
Milbrath, 1978), sin propuestas concretas de cómo resolver
tales dificultades.
Menciones interesantes a la calidad de vida como
expresión del desarrollo integral y no tanto de la
cantidad disponible de bienes y servicios se encuentran en Toffer
(1970) y de manera reiterada en los difundidos Informes de
Desarrollo
Humano del Programa de
Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD -de 1990 en adelante). Por su parte,
Iglesias (1993: 13) señala que las insuficiencias en
calidad de vida y en la formación de recursos
humanos se plantean como uno de los principales
obstáculos para un desarrollo más moderno,
más competitivo y más dinámico en el futuro.
No obstante, en ninguno de esos casos se desarrolla una propuesta
conceptual clara sobre tales conexiones.
Tanto en publicaciones como en laboratorios, se
encuentra una profusa literatura de investigaciones aplicadas de
calidad de vida en el campo de la salud, lo que implica una
redefinición -desde el punto de vista de la ética
profesional- de las relaciones entre los profesionales de la
salud y las personas aquejadas por enfermedades diversas, tales
como dolencias respiratorias, trastornos neurológicos (el
caso de la Epilepsia y el Mal de Alzheimer),
enfermedades terminales (tales como el cáncer
o el SIDA), el
climaterio, personas con problemas de
discapacidad,
personas mayores, o bien con desórdenes traumáticos
como producto de
efectos de guerra u otras
situaciones de violencia.
De igual modo, se destacan los estudios en el campo de
la educación,
de manera especial ligados a poblaciones en condiciones
especiales (Verdugo y Vicent, 2004; Verdugo, 1995 y 1998; Wild,
1999, Sander, 1990, entre otros).
En de otro orden, se ubican trabajos referentes a
calidad de vida enfocados en acceso a recursos y
redes de información, espiritualidad, y condiciones
de trabajo y migraciones. En las interrelaciones se destacan los
trabajos sobre medio ambiente y
calidad de vida; así como, bioética y
calidad de vida .
Con respecto a los esfuerzos por articular estudios de
calidad de vida se destacan, tanto los trabajos auspiciados, como
las publicaciones realizadas por The Internacional Society of
Quality-of-Life Studies (ISQOLS) (http://www.cob.vt.edu/market/isqols).
Dicha organización, del 10 al 14 de noviembre de
2004, lleva a cabo en Philadelphia, la Conferencia Internacional
"Avanzando en Calidad de Vida en un mundo turbulento", con el
propósito de incrementar el conocimiento
de los estudios sobre calidad de vida, involucrando temas
relativos a los aspectos objetivos y
subjetivos del bienestar de individuos, grupos, comunidades y
sociedades, focalizado en el concepto de calidad de vida: su
conceptualización y medición (http://business.wm.edu/isqols/).
En Europa, en 1996, la OECD, realiza el taller de
expertos sobre el tema "Valores,
bienestar y calidad de vida". Un estudio presentado sobre
transporte y
los cambios de hábitos de las personas, plantea que
los valores
juegan un papel importante en las decisiones en busca de
bienestar y mejoramiento de la calidad de vida. Por su parte, la
Unión
Europea, en el marco del Quinto Programa Marco de
Investigación y Desarrollo desarrolla trabajos en "Calidad
de vida y gestión
de los recursos vivos" (1994-1998), con el objetivo
fundamental de lograr mejoras en la competitividad
de la industria
europea y en la calidad de vida de la ciudadanía. Los resultados de las
líneas de investigación desarrolladas son recogidos
por un segundo programa (1998-2002), el cual representa un
cambio en
relación con el anterior, al orientarse más a tomar
en cuenta los aspectos económicos de las investigaciones,
con el propósito de vincular la capacidad de
investigación de la Unión Europea en ciencias de la
vida, con el sistema
productivo, y así responder a las demandas de la sociedad y las
personas consumidoras (http://www.sost.es/VPM/programa1.htm).
Tanto desde el punto de vista conceptual, como
operativo, la bibliografía sobre calidad de vida de las
personas desde un enfoque integral y abarcadora, es escasa y
dispersa. A pesar de que, en los últimos cinco
años, es observable un repunte de la bibliografía
sobre calidad de vida. Más aún, algunos aspectos
del abordaje conceptual han evolucionado positivamente.
Avanzándose en superar la tendencia anterior de
concentrarse en resaltar la ambigüedad conceptual y
adentrándose en formulaciones operativas para su
superación (Reig, 2002 y 2004; Schalock y Verdugo, 2003;
Verdugo y Vicent, 2004).
Sin lugar a dudas, el tratamiento más completo
sobre calidad de vida –aun sin llegar a consideraciones
concluyentes sobre su aplicabilidad práctica–
aparece en la compilación bajo el mismo título de
Martha Nussbaum y Amartya Sen.
Ese libro es
producto de la conferencia promovida por el WIDER (World
Institute for Development Economics Research), de la Universidad de
las Naciones Unidas, Helsinki, en 1988. Es publicado por primera
cinco años después (1988) y la versión en
español es
editada en 1996..
Los autores citados arriba, proponen considerar aspectos
sociales o humanos para definir y medir la calidad de vida de las
personas, tales como la expectativa de vida, la educación,
la salud, la satisfacción en el trabajo, la
dignidad, las
relaciones
laborales, familiares y entre los géneros y los
valores que permiten presuponer que la vida es más que un
conjunto de relaciones comerciales.
Destacan que cuando nos preguntamos acerca de la
prosperidad de una nación
o región del mundo y la calidad de vida de sus habitantes
surgen una serie de preguntas, entre ellas: ¿Cómo
determinar la calidad de vida? ¿Qué
información requerimos? ¿Qué criterios son
relevantes? Y señalan:
La prosperidad de una nación
y la calidad de vida de sus habitantes,
son aspectos indisolublemente ligados
.
El problema es complejo y necesitamos
saber, por ejemplo, de la esperanza de vida
al nacer, de los cuidados de salud, de
los servicios médicos y la educación -tanto su
disponibilidad como calidad-, de las posibilidades de empleo, los
derechos
laborales
y las relaciones de
trabajo.
Necesitamos conocer las formas
cómo la ciudadanía ejerce sus
derechos,
cómo se estructuran las
relaciones entre mujeres y hombres y
cómo esas estructuras
facilitan o impiden otros aspectos de la actividad
humana.
Necesitamos saber, puntualizan
quizás por encima de todo,
cómo la sociedad hace posible
que las personas tengan imaginación,
puedan maravillarse y sentir emociones, tales
como el amor y la
gratitud.
Nussbaum y Sen, The Quality of
Life, 1993.
Intentos interesantes para definir calidad de vida
aparecen en Gildenberger (1998: 4), Camacho (2000: s.p.), Fallas
(2000: 427-28), y el Proyecto Estado
de la Nación de Desarrollo Humano Sostenible (2000: 1).
Sin embargo, tanto la definición de Gildenberger como la
de Camacho son muy generales, hacen asociación con
bienestar, pero sin definir su medición; la del tercer
autor alude más a las implicaciones en términos de
políticas públicas y la última, aunque alude
a "ideales" no hace mayores precisiones en términos de
referentes medibles.
En el plano micro social, contribuciones importantes
para articular una propuesta integral de evaluación
de la calidad de vida de las personas, se encuentran en la
escala de
satisfacción con la vida de Pavot y Diener (1994);
así como, en los modelos
conceptuales propuestos por Borthwick-Duffy y colaboradores
(1992), quienes sugieren cuatro dimensiones esenciales de la
calidad de vida: entorno, relaciones
interpersonales, involucramiento con la comunidad y
estabilidad y definen a la calidad de vida como la
combinación entre las condiciones objetivas de vida y la
satisfacción de las personas con sus condiciones de
vida.
Por su parte, Felce y Perry (1996), agregan la
intermediación de los valores y las aspiraciones de las
personas, como factor de ponderación entre la calidad de
las condiciones objetivas de vida y la satisfacción
personal y
Felce (1997) señala que las dimensiones de la calidad de
vida deben satisfacer dos criterios: tener en cuenta la
complejidad de la vida y reflejar los asuntos que son importantes
para las personas.
Como parte del abordaje anterior, Verdugo y Vicent
(2004: 21) señalan que la calidad de vida es interpretada
de diferentes maneras por distintos autores. Por ejemplo, como un
"sentido interno" (Taylor y Bogdan,
1996); como un correlato del temperamento o personalidad
(Edgerton, 1996), como un constructo sensible a las influencias
antropológicas, sociológicas y sicológicas
(Brown, 2000a) o como un producto de la interacción entre la persona y el
ambiente (Rapley, 2000). En la base de esas interpretaciones,
como de la construcción de los modelos anteriores,
subyace la discusión no resuelta, reproducida
también por Verdugo y Vicent (Ibídem: 22), acerca
de la naturaleza de
las relaciones entre los factores objetivos y subjetivos del
bienestar de las personas.
Autores como Schalock y Keith (1993), han construido una
escala de valoración aplicada a personas con problemas de
discapacidad, agrupada en cuatro categorías:
satisfacción, competencia/productividad,
autodeterminación/independencia
y pertenencia social/integración de la comunidad.
Por su lado, Schalock (1996), reconoce ocho dimensiones
de la calidad de vida: bienestar emocional (seguridad,
espiritualidad, felicidad), relaciones interpersonales
(intimidad, afecto, familia),
bienestar material (propiedades, posesiones, seguridad
financiera), desarrollo
personal (educación, destrezas, competencias
personales), bienestar físico (salud, nutrición, recreación), autodeterminación
(autonomía, control
personal), inclusión social (aceptación, status,
roles) y derechos (privacidad, debido proceso,
elecciones). En los últimos años, ese último
autor se ha dedicado a establecer un nexo entre calidad de vida y
la
organización de servicios sociales (2004).
En el mismo sentido, Schalock y Verdugo (2002) en lugar
de definir a la calidad de vida, han optado por proponer un
modelo
compuesto por dimensiones e indicadores
centrales de una vida de calidad y establecen principios para
entender la calidad de vida y sugieren tres niveles que afectan
la calidad de vida: micro sistema (crecimiento personal y
desarrollo de oportunidades), meso sistema (técnicas
de mejoras del programa y del entorno) y macro sistema
(políticas sociales).
Las experiencias más conocidas alrededor del
mundo para mejorar la calidad vida de las personas muestran que
somos las únicas personas preocupadas por esta
búsqueda. No obstante, reproducen la situación
encontrada en la literatura y se remiten, en lo fundamental, a
iniciativas de laboratorios, universidades y comunidades
norteamericanas y europeas en aspectos de salud, tales como
dolencias respiratorias y enfermedades terminales (el
cáncer o el SIDA), personas
mayores o con discapacidades, o bien desórdenes
traumáticos como producto de efectos de guerra, así
como acceso a recursos y redes de información,
espiritualidad y condiciones de trabajo.
Referente a indicadores de calidad de vida, como parte
del movimiento que
emerge en cuesionamiento al PIB o a las
rentas nacionales como indicador de bienestar, se destacan varias
publicaciones (Principalmente, Sen, 1980; Max.Neef, 1984 y 1986;
Nussbaum y Sen, op, cit.). Otros esfuerzos han sido
desarrollados, particularmente en el marco de las preocupaciones
por la sostenibilidad, aunque los mismos no se orientan de manera
directa a la medición de calidad de vida, constituyen
iniciativas útiles para los fines de este
ensayo.
Entre ellas, el Proyecto Sistemas
Ambientales Venezolanos, el Índice de Progreso Social, el
Índice de Desarrollo Humano (IDH) la Agenda 21, el
Índice de Desarrollo
Social, el QALY (Quality-Adjusment Life Years), el
Índice de Bienestar Económico Sustentable (conocido
com o ISEW, por su siglas en inglés), el Programa MECOVI., el
Latinobarómetro, el Indice de Calidad de Vida lanzando por
el The Economist Intelligence Unit y la Encuesta
Mercer.
En el marco de experiencias comunitarias, se pueden
citar el Quality of Life Index for the Grand Traverse
Region (http://www.nmc.edu),
el Kingston Quality of Life Index (http://www.advantagekignston.on.ca)
y el Colorado Task Force on Quality Standards
(http://www.supporting.com/outcomes.htm)
A tales esfuerzos se abona el hecho en común de que son
experiencias participativas, que buscan incidir en la toma de
decisiones políticas e institucionales y utilizan
marcos de referencias amplios que abarcan una diversidad de
aspectos relacionados con la vida de la gente.
Desde el punto de vista de la sostenibilidad se destaca
la conocida y difundida experiencia de Seattle Sostenible,
iniciativa cívica y voluntaria creada en 1991 en el Estado de
Washington (http://www.sustainableseattle.org),
Es notable en ese proceso la identificación de la vida del
salmón salvaje como un indicador relevante de las
tendencias de sostenibilidad en declive; reflejando así la
importancia de indicadores que den cuenta de las especificidades
económicas, históricas, sociales y culturales de
las poblaciones. A partir de esa experiencia se inspiraron muchas
otras alrededor del mundo, merece mencionarse por el giro hacia
la calidad de vida la experiencia Quality of Life in
Jacksonville (http://www.jcci.org),
que identifica las siguientes áreas de indicadores:
educación, economía, ambiente natural y social,
cultura y
recreación, salud, gobierno y
políticas, movilidad y seguridad pública. A pesar
de las contribuciones de esas variadas experiencias aún es
mucho el trecho que queda por recorrer en materia de
indicadores de calidad de vida.
Para el caso particular de premiaciones por
contribuciones al mejoramiento de la calidad de vida, se destacan
las otorgadas por universidades, gobiernos locales, organizaciones
empresariales y sociales (tanto en Estados Unidos
como en Europa). En Costa Rica, desde
1883, existe el Premio por aportes al mejoramiento de la Calidad
de Vida, una iniciativa impulsada por la Defensoría de los
Habitantes, con el apoyo de la Universidad de Costa Rica, la
Universidad Nacional, la Universidad Estatal a Distancia, el
Instituto Tecnológico de Costa Rica y el Consejo Nacional
de Rectores (CONARE) (http://www.dhr.go.cr/premio/Calidad/Principal.htm).
La revisión teórico-conceptual, de
experiencias prácticas e indicadores, permite reafirmar
que la calidad de vida de las personas denota procesos sociales
complejos, con múltiples componentes. Su
conceptualización, debe tener en cuenta las opiniones de
las personas y su medición requiere de un sistema de
indicadores, de validez relativa para cierta época
histórica, contextos y variables. A
esas aspiraciones, es que este trabajo –de dimensiones
modestas– pretende contibuir.
¿Cuánto hemos avanzado en el marco del
proyecto sobre calidad de vida desarrollado en el Centro
Internacional de Política
Económica (CINPE), de la Universidad Nacional, en
Costa Rica, para el cumplimiento de los propósitos
anteriores?
Una primera aproximación con el título
Calidad de Vida y Desarrollo Sostenible (1998) establece la
relación, de manera exploratoria, entre los dos conceptos
mencionados (http://www.mideplan.go.cr/sinades/PUBLICACIONES/cambioactitud/Artículo%20Arlette%20Pichardo.html).
Una segunda, titulada ¿Podemos innovar para ser
competitivos en Calidad de Vida? trata de vincular la calidad de
vida con los procesos de innovación y competitividad (1998)
(http://cinpe.una.ac.cr/calidad/documentos/innovacion.pdf).
Una tercera, es la publicada como Anexo al 6to. Informe del
Estado de la Nación en Desarrollo Humano Sostenible
(2000), que incluye resultados de un ejercicio de consulta para
identificar componentes o elementos de calidad de vida, una
propuesta preliminar de indicadores y su ilustración con datos de
interés. Una cuarta, es el artículo "Calidad de
Vida: un ámbito de conocimiento e innovaciones"
(2004).
El camino recorrido ha sido arduo y poblado de una gran
cantidad de dificultades teóricas, metodológicas y
prácticas, de diversos órdenes y magnitudes.
Incluso, en ocasiones, se han realizado búsquedas
infructuosas y se han seguido pistas metodológicas de
relativa escasa utilidad, en función de
los propósitos finales de la
investigación.
La búsqueda de niveles deseables y sostenibles de
mejoramiento de la calidad de vida es una preocupación
que, con intereses y puntos de vista diversos, siempre ha estado
presente en la historia de la humanidad.
No obstante, es reciente el interés y esfuerzos
por conceptualizarla y medirla desde una perspectiva integral y
abarcadora. Es decir, que incorpore un conjunto de asuntos de
interés para la vida de las personas y no sólo los
aspectos de acceso a rentas, ingresos o
recursos; como sinónimos de opulencia o comodidades; o
bien la búsqueda del placer, la felicidad o la
satisfacción de los deseos.
En una medida similar, el concepto de calidad de vida
también ha estado presente en las preocupaciones por el
desarrollo y se conecta con la búsqueda de excelencia en
los aspectos esenciales de la existencia humana, de manera
particular en el campo de la salud, en el cual adquiere su mayor
operatividad.
En este contexto, a pesar de que algunas definiciones
son parciales e inconclusas y no siempre ha emergido con la
fuerza requerida, la calidad de vida, en tanto categoría
de análisis, está llamada a convertirse
en un poderoso instrumento de análisis y acción
de las políticas públicas, tanto por su capacidad
de interpelación hacia diferentes sectores sociales
– independientemente de su clase social, etnia, y otras
consideraciones – como por las posibilidades que ofrece
para superar las limitaciones conceptuales de los estudios de
pobreza y
articular desde una perspectiva integral los enfoques de
inclusión social y equidad,
desarrollo humano y desarrollo sostenible.
Adicionalmente, podría guiar la prestación
de servicios hacia prácticas más centradas en las
personas. Esto en el marco de una ciudadanía cada vez
más informada y con capacidades de demanda y de
gestión, orientada por sus valores positivos y
aspiraciones sociales legítimas, para hacer valer su
derecho a una mejor calidad de vida.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
RECOMENDADA:
Gómez-Vela, María y Eliana
Sabet:"Calidad de Vida: evolución del concepto y su influencia en
la investigación y en la práctica".
En
http://www3.usal.es/~inico/investigacion/invesinico/calidad.ht
Max-Neef, Manfred (1986): La Economía
Descalza (Señales de un mundo invisible)
Editorial Nordam. Estocolmo (Suecia)
Max-Neef, Manfred y colaboradores (1998):
Desarrollo a Escala Humana (Conceptos, aplicaciones y
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(Uruguay)
Verdugo Alonso, Miguel Ángel y Vicent Ramos,
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Schalock, Robert y Verdugo, Miguel Ángel
(2003): Calidad de Vida. Manual para
profesionales de educación, salud y servicios
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España
Nussbaum, Martha y Sen, Amartya (editores) (1998).
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Sen, Amartya (1987): "The Standard of Living". En
Tanner Lectures on Human Values. Cambridge University
Press.
—————- (2000): Desarrollo y Libertad. Ediciones Planeta. Barcelona
(España).
Arlette Pichardo
Muñiz
Nace en Santo Domingo, República Dominicana, en
1957.
Catedrática de la Universidad Nacional, en Costa
Rica (rango máximo en el escalafón universitario
costarricense).
Actualmente es Coordinadora Académica del
Proyecto de
Investigación Calidad de Vida, del cual forma parte
este ensayo, en el Centro Internacional de Política
Económica (CINPE) de la Universidad Nacional, del cual fue
Directora General.
Es autora de los libros Planificación y
Programación Social y Evaluación del Impacto
Social, ambos de amplia difusión
hemisférica.