Durante diez años el Perú se vio
sometido a un régimen autocrático con
claras muestras de autoritarismo. Gobierno
encabezado por Alberto Fujimori, un Ingeniero Agrónomo que
había llegado a la política casi de
casualidad y por la anomia de los actores políticos
tradicionales.
En estas circunstancias, valiéndose de los
errores de los regímenes
pasados, que además habían sumido a la
nación
en la pobreza, el
desgobierno y con una creciente ola subversiva que amenazaba
tomarse el poder, Alberto
Fujimori tuvo que vérsales con una situación
incontrolable. Estos errores de los gobiernos pasados le
sirvieron para legitimar su gobierno y ganar simpatías en
la población para aplicar medidas
populistas.
Cabe recordar que el pueblo peruano, en su gran
mayoría ignorante de
los avatares políticos, convertidos en objetivo de
los grandes partidos, al acercarse solamente a ellos en
épocas electoreras y éstos responderlos con gran
euforia, por el discurso de
carácter mesiánico, como por ejemplo
el de Alan García, que por medio de un verbo inflamado
pretendió crear riqueza y cambiar la situación
sociopolítica del pueblo peruano y luego se sintieron
traicionados; cómplices por apoyarlo desmesuradamente.
Alberto Fujimori, se aprovechó de esta culpabilidad
de la gente y le fue más favorable para aplicar sus
medidas correctivas de corte neoliberal: el Shock
económico del 8 de Agosto de 1990, que elevó el
precio de los
productos en
casi el 300%, el salario se redujo
a casi la tercera parte. No hubo realmente grandes
manifestaciones de protesta en contra de aquellas
medidas.
El Perú, país latinoamericano, no ha
estado
excluido de los grandes procesos
políticos que ocurrieron en la región. Desde el
inicio del siglo, con la aparición de los grandes partidos
como el Partido Comunista y el APRA se vio inmerso en un discurso
populista mesiánico que tenía como objetivo la
Justicia
Social. Posteriormente llegaron las propuestas de corte social u
obrero, auspiciado por la CEPAL, que implantó o
sugirió para cada país la Reforma
Agraria. En el Perú ésta se dio en 1968 con la
llegada al poder, a través de un golpe militar del General
Juan Velasco Alvarado. Su gobierno aplicó estas medidas, a
nivel nacional se repartieron las tierras, pero el gran error fue
que esta repartición no estuvo acompañada de una
ayuda para el campesino,
vale decir de tecnología que
significaba sacarlos de las formas de producción primitivas y puedan distribuir
sus productos al mercado nacional
y lo posteriormente comercializar para beneficios de ellos. El
campesino peruano, conformista por naturaleza,
sólo se contentó con la entrega de tierras y no
advirtió que luego esto no lo sacaría de su estado
de postración.
Con los gobiernos de Fernando Belaunde Terry y Alan
García, se implantó en el país unas medidas
claramente populistas que tenían como destino la
aplicación de un programa, liberal
en el caso de Belaunde y proteccionista en el caso de
García; pero que lamentablemente con Belaunde este
programa fracasó por su incomprensión de la
naturaleza del país, y con García, caso más
lamentable aún, la protección de los productos y el
anuncio de no pagar la deuda externa con
más del 10% del valor de
nuestras exportaciones,
pusieron al País en una situación de paria
internacional e inelegible frente al capital
extranjero. Las reservas se acabaron y pronto la
inflación, la recesión, la subida de precios, la
especulación, sumado a ello una creciente ola terrorista
por parte de Sendero Luminoso, llevaron al país al borde
del caos y la quiebra
económica.
No sé realmente por qué el Perú no
ha podido elaborar un programa coherente a lo largo del presente
siglo, cada Presidente que llegó al poder, con buenas
intenciones, eso nadie lo duda; pero luego, en poco tiempo, se
caía en el desgobierno y en el fracaso económico y
retrocedía al país veinte o más años
en relación con el progreso económico, y en
relación con el desarrollo de
los países vecinos.
Es indudable que no se escogió, el pueblo no fue
capaz, de escoger a los mejores Presidentes con una visión
histórica y sólo había una pugna por el
poder haciendo que los golpes de estado sean una constante. Pero
tampoco se tuvo la capacidad o la entereza o la nobleza de
escoger a verdaderos líderes o actores políticos
que mostraban una trayectoria personal y
política, con credenciales democráticos y una
preparación indudablemente que muy superior a los
presidentes en ejercicio. Me refiero, en primer término, a
Haya de la Torre, que por más de tres veces le fue negado
su acceso legítimo a la presidencia por ardides
militaristas o el escaso voto de la población. En 1932, un
fraude
escandaloso que significó la desaparición completa
de ánforas de departamentos enteros donde los votos le
fueron mayoritariamente favorables, hicieron que se alzara en el
poder el Comandante Luis M. Sánchez Cerro, un dictador a
todas luces que sumió luego al país en la
autocracia, persecución y asesinato de los líderes
políticos opositores. Por esta época muchos
apristas cayeron muertos por las balas del ejercito. Así,
se le negó también el acceso legítimo en
1945 y 1962, que habiendo ganado la mayoría simple, en
este tiempo no existía la segunda vuelta, el
Ejército anuló las elecciones.
Luego en 1990, el escritor Mario Vargas
Llosa, de reconocido prestigio internacional y con contactos
sólidos en los capitales internacionales, emprendió
la tarea de sacar al país del atraso en el que
había dejado el gobierno de García, pero tampoco el
pueblo peruano le favoreció con los votos, temió
hasta el pánico
lo que podría hacer el escritor para sanear la economía; ayudado ese
temor por la campaña del Partido Aprista de desalojar de
la administración
pública a un millón de empleados
públicos como parte de la política
económica.
Hasta que llegamos a 1995 y otro peruano de gran
trayectoria internacional: Javier Pérez de Cuellar, dos
veces Secretario General de las Naciones Unidas,
se le negó su elección y se prefirió que
continué en el cargo el Ingeniero Alberto Fujimori.
Precisamente a partir de este periodo, el país
empezó a padecer los actos de corrupción
que más tarde saldrían a luz con los
Vladivideos protagonizados por su asesor presidencial Vladimiro
Montesinos, en donde se veía sobornando a jueces,
congresistas, ministros, presidentes de canales televisivos que
tenía como objetivo la actuación y defensa del
gobierno.
Con estos antecedentes, de los presidentes que
condujeron al país, se llegó a la situación
que hoy vive el país: pobreza del
más del 60% de la población, corrupción generalizada, desgobierno,
crisis
financiera por décadas, recesión imparable y otros
males difíciles que un solo gobierno los llegue a
solucionar, mientras el pueblo clama por soluciones
inmediatas a los problemas
postergados por años o decenios: desempleo, falta
de vivienda, trabajo justo,
honesto y bien remunerado.
El Presidente Toledo, tiene cada día que
enfrentar estos embates, en sólo 10 meses de gobierno las
huelgas que se suceden son diarias y su nivel de
aceptación ha bajado al 20% y el de desaprobación
es de 70%. Se teme que no llegue a culminar su
mandato.
Al hablar del periodo pos-fujimorista, necesariamente
tenemos que tocar
el problema de la gobernabilidad. Durante el mandato de
Fujimori, la gobernabilidad fue un pilar fundamental; pero
más que gobernabilidad se podría hablar de
autoritarismo, como lo cité en los capítulos
anteriores, todas las libertades estaban conculcadas y se
vivía en medio de una aparente democracia;
todo ello para justificar "la década perdida" en la que
nos había dejado los gobiernos de Belaunde Y
García, una crisis que necesitaba "mano dura" para poder
corregirla.
Como lo afirma Gabriel Murillo, se entiende por
gobernabilidad a la "posibilidad cada vez mayor y más
urgente de mantener el control
político emprendiendo medidas y acciones
gubernativas coherentes, eficientes y legítimas como
respuesta a un amplia gama de demandas de la sociedad". No
hay duda que el Presidente Fujimori al llegar al gobierno
encontró un país ingobernable y tomó medidas
muy drásticas para redimir los verdaderos cauces del
Estado, la población lo apoyó mayoritariamente
durante muchos años, sobre todo cuando Fujimori sindicaba
a los partidos
políticos como los verdaderos causantes de la crisis y
que habían sumido al país con viejas
prácticas patrimonialistas y clientelistas para hacerse al
poder y al botín burocrático.
Para llevar adelante los planes de gobierno, Fujimori no
dudó en utilizar cuanto medio estuviera a su alcance,
sobre todo cuando los momentos estaban en crisis y los
cuestionamientos a su gobierno hacían peligrar la
estabilidad. En primer lugar el Legislativo nombró
comisiones interventoras del Ministerio Público y el
poder Judicial
con el pretexto de "moralizar" y hacer más eficientes
dichas instituciones.
Se controló la
televisión, los avisos del Estado fueron un mecanismo
de influencia, lo que permitió con la anuencia de los
empresarios a un gobierno que derrotó al terrorismo y
eliminó la hiperinflación, permitieron que fuera
complaciente. A esto se sumó la práctica de
operativos psicosociales, es decir, la fabricación de
noticias para
distraer la opinión
pública de cuestiones políticamente sensibles:
como una Virgen que lloraba o los vínculos de la gente de
la farándula con el narcotráfico. Agrega, César Arias
Quincot, "en los medios de
comunicación los partidos fueron satanizados y
reducidos a su mínima expresión, favoreciendo la
aparición de grupos
independientes sin coherencia doctrinaria ni planteamientos
serios".
En esta situación el pueblo peruano vivió
sometido e insomne durante prácticamente todo el gobierno
de Fujimori; aún vivían alborozados, con ayuda de
la propaganda de
los medios de
comunicación, que Fujimori había salvado a la
nación
del terrorismo, el narcotráfico, la hiperinflación
y combatía eficientemente el desempleo, el subempleo, la
delincuencia,
y otros males crónicos de nuestra quebrada nación.
Pero como afirma Mario Vargas Llosa, "Si todas las instituciones
de la sociedad civil
hubieran defendido la democracia y la memoria del
pueblo no hubiera fallado, el Perú no lamentaría
ahora tantos crímenes contra los derechos humanos,
el secuestro de
la justicia y la libertad de
expresión, el desmantelamiento de las instituciones y
la corrupción generalizada a cuya sombra Fujimori,
Montesinos y los cuarenta ladrones amasaron fortunas que producen
vértigo".
Es cierto, el pueblo que se deja arrebatar la ley y la libertad, el
precio que paga es muy alto. Testificarán por ello los
miles de desparecidos, los torturados, los asesinados, los
inocentes que cumplen condena inocentemente en las
cárceles por jueces sin voces y sin rostros y se
hacían de odios sordos y ojos ciegos ante los asesinatos y
torturas de miles de peruanos, como el secuestro, asesinato y
calcinamiento a los estudiantes y al profesor de la
Universidad de
Educación
La Cantuta, o a los vecinos de los Barrios Altos y hasta los del
propio servicio de
Inteligencia:
Leonor La Rosa (torturada hasta quedar paralítica de por
vida) y Mariela Barreto (descuartizada por sospechas de
traición.)
Actualmente hemos recobrado nuestra libertad y todos los
derechos
democráticos, principalmente se lo debemos a las marchas
incesantes de miles de estudiantes y el pueblo organizado. Una de
las más importantes las que se dio los días previos
a la ascensión ilegal de Fujimori a su tercer mandato: los
días 26, 27 y 28 de Julio de 2000, llamada la "marcha de
los 4 Suyos" hacia Lima. Aquellos días el Perú
estuvo prácticamente paralizado y las fuerzas del gobierno
se dedicaban exclusivamente a reprimirlos brutalmente; esta
marcha ocasionó la muerte de 6
vigilantes, atrapadas en el Banco de la
Nación por un incendió provocado, ahora se sabe,
por las huestes del SIN, para luego lanzar en culpa a los
"vándalos".
Alejandro Toledo, principal artífice de la
caída de la dictadura,
ahora mandatario del Perú, tiene que enfrentar las serias
consecuencias políticas que ha dejado el Fujimorismo.
Diariamente se suceden en las calles del Perú marchas de
protesta, exigiendo derechos postergados en la década que
pasó y que no los pudieron reclamar por la tenaz
persecución de los que eran objeto a través del SIN
dirigido por Vladimiro Montesinos Torres. El pueblo reclama
empleo digno y
seguro,
vivienda propia, oportunidades de estudio, mejora de los salarios. Hacer
semejantes reclamos a un gobierno apenas instalado y que no tiene
la experiencia de gobierno, sumado la falta de liderazgo de
sus integrantes, especialmente del Presidente y/o alentado por la
oposición, especialmente por Alan García que al
parecer no acepta el haber perdido las elecciones y por las
huestes aún vivas del Fujimontesinismo, que de tener
éxito,
es decir, el gobierno caería y se tendría que
volver a llamar a Elecciones Generales, en ambos casos:
García indudablemente se tendría que presentar como
candidato y con amplias posibilidades de triunfo, y en el otro,
los actos de corrupción y crímenes cometidas por
casi todos los actores del fujimorismo quedarían impunes.
Alguna vez dijo Fernando Rospigliosi, durante la campaña
presidencial del 2001 que tanto al fujimorismo como a Alan
García, el fracaso de Toledo sería una magnifica
noticia, ambos tienen sus propias mafias, y entre las organizaciones
delictivas, por más que en el pasado hayan estado en una
lucha sin cuartel, llegado el momento de recuperar el
botín perdido, se podrían dar la mano.
El pueblo peruano es fácilmente manejable, y
parece no percibir las verdaderas intenciones de estas marchas
que vienen socavando el gobierno. Muchos dirigentes de las
organizaciones sindicales pertenecen al aprismo de Alan
García o, todavía son manejados por V. Montesinos,
a través del chantaje o la compra económica,
red que no ha
podido ser desmantelada por el poder judicial. Recientes investigaciones
de la policía han demostrado la rearticulación de
Sendero Luminoso, que en una nueva faceta luego de haber sido
derrotados militar y políticamente, hacen vandalismo en
estas manifestaciones y parecen haberse posicionado de las
Universidades. El Ministro del Interior, ha amenazado que si se
llegara a comprobar algún acto delictivo, no se
dudará en tomar militarmente las Universidades para
limpiarlas.
Lamentablemente no ayuda para superar esta
situación, la poca preparación organizativa y
programática de los partidos políticos, que
aún manejan su ideario con viejas prácticas de
clientelismo y prebendas como lo denunciara Fujimori al inicio
del presente capítulo.
Ante tal falencia seria, Juan Rial, experto uruguayo en
temas políticos, afirma que "En el Perú tenemos un
gobierno con más dificultades de las debidas y lo
mínimo que se requiere, ante la crisis económica y
social, es que la sociedad política tenga un cierto grado
de estabilidad. Una ley de partidos intentaría crear ese
mínimo necesario". En palabras de Rial la ley de partidos
buscaría una institucionalidad, donde se definiría
qué es un partido político y cómo se
conforma. Cómo se extingue, cuáles tienen
qué ser las pautas globales para su funcionamiento interno
y cómo se nominan candidatos. De hecho que sería
muy importante, pero en el Perú aún no hay
consenso, porque tenemos una concepción caudillesca del
partido y en estos momentos están cerca las elecciones
municipales y regionales y todos quieren ver qué va a
pasar y cómo les va a ir. Ahora, esta ley de partidos
evitaría, por ejemplo la aparición de actores
políticos mediáticos, sin un pasado político
que los respalde o si lo tuvieron que ésta sea consecuente
con los ideales democráticos. Se evitaría a un
Fujimori, un antiguo rector universitario sin experiencia
política o a un Chávez, con un antecedente de
intento de golpe de
Estado.
Es indudable que la oposición ha hecho
trastabillar al Presidente Toledo, su gobierno acaba de superar
una huelga
nacional, que no ha tenido éxito pero el descontento nadie
lo puede obviar. La gente piensa, en Lima una encuesta
revela que el 30% de personas añora a Fujimori, porque
significaba orden y un norte, esto lamentablemente demuestra un
grado de confusión y frustración frente al
gobierno. Lamentablemente estos sondeos, no es el único
que se da, semanalmente se publican encuestas
sobre la aprobación de la gestión
presidencial y hasta de la imagen
presidencial. La Primera Dama: Elian Karp, ha denunciado que en
ninguna parte del mundo, periódicamente se sacan
resultados de este tipo; pues no guardan una proporción en
relación a los hechos ocurridos y a la distancia del
tiempo. Pero sobre todo, como una película de terror, cada
semana se comprueba como la imagen del Presidente es desaprobada
dramáticamente, otro signo, sin duda, del libertinaje
político o tal vez, una manipulación de Montesinos,
interesado en ver caer al régimen.
El Presidente de la Conferencia
Episcopal peruana, Monseñor Luis Bambarén,
denunció que el APRA estaría tras estos hechos en
contra del gobierno. En el sur se van a privatizar dos
hidroélectricas: EGASA y EGESUR, pero las continuas
manifestaciones han hecho que los postores se retiren y se de un
clima de
inestabilidad, tanto que el gobierno ha decidido
postergarlas.
En el plano militar, las Fuerzas Armadas, no han podido
superar los lastres heredados. Las FFAA están
sobredimensionadas, que aplastan económica y
políticamente a la nación, como si fueran un
ejército invasor. "Un país como el Perú, no
puede seguir gastanto el 60% de las remuneraciones
del sector
público en el personal militar y policial. Ni mucho
menos, destinar cuatro mil millones de dólares para compra
de armamentos".
Es imperativo iniciar un proceso de
desmilitarización y desarme gradual. El presupuesto de
las FFAA, no puede continuar como secreto de Estado; toda esta
primacia militar condujo a los graves desmanes y corruptelas en
compra de armas, aún
cuando el gobierno fenecía las compras
seguían efectuándose. Actualmente, hay muchos
Generales en la cárcel, y eso dice bien de la Justicia y
la legalidad,
pero hay muchos que huyeron y continúan en la
clandestinidad. Los implicados por estos delitos que
faltan capturar son en promedio 111 y aún no se les logra
ubicar.
Por todo ello, para evitar caer nuevamente en
sensualidad autoritaria el Presidente Toledo viene impulsando
desde el mes de Marzo un acuerdo de gobernabilidad con los
principales partidos políticos. Este Acuerdo tiene 30
puntos concretos. "El proceso de Acuerdo Nacional no es propiedad del
gobierno", dijo el mandatario en una reunión en Palacio de
Gobierno con directores de medios de
comunicación: "Por eso, nos hemos propuesto
institucionalizarlo para que en el futuro cualquier presidente lo
continúe. Nuestro compromiso es consolidar las bases para
que el diálogo
nacional sea irreversible","Debemos instalar definitivamente el
diálogo nacional como único mecanismo para que
el Estado y la
sociedad interactúen", explicó: "En eso radica la
importancia del Acuerdo Nacional para la Gobernabilidad, en
sentarnos alrededor de una mesa y plantear problemas y
soluciones".
Con relación a la discrepancia que existe entre la
realidad de la calle -donde la protesta de diversos sectores
sociales se ha convertido en un espectáculo cotidiano- y
el proceso de concertación que parece desarrollarse
sólo entre cuatro paredes, le preguntaron al jefe de
Estado qué estaba haciendo para que ese divorcio no
transformara los esfuerzos de concertación "en un mero
ejercicio esotérico".
El Presidente Toledo respondió que si el Acuerdo Nacional
se construye según la pauta de las crisis coyunturales,
entonces estará destinado al fracaso. "No digo que
subestimemos o ignoremos lo que pasa en la calle, lo que digo es
que no tengo vocación de bombero. No soy un presidente del
corto plazo. No me voy a dedicar sólo a apagar incendios. O
estamos con la concertación, que es el diálogo, o
estamos con la política de confrontación, que es la
ausencia de voluntad de entendimiento. ¿No creen que ya es
tiempo de cambiar la forma de hacer política?",
señaló: "Nadie está excluido en el proceso.
Sólo hay que tener voluntad de diálogo".
El acuerdo contempla no sólo la gobernabilidad,
también La Equidad
y
justicia social, la Competitividad, y la Institucionalidad y etica
pública. Los puntos de gobernabilidad son:
1. Fortalecimiento del régimen democrático
y del Estado de
derecho.
2. Democratización de la vida política y
fortalecimiento del sistema de
partidos y de la sociedad civil.
3. Afirmación de la identidad
nacional.
4. Institucionalización del diálogo y la
concertación.
5. Gobierno en función de
objetivos con
planeamiento
estratégico, prospectiva nacional y procedimientos
transparentes.
6. Política exterior para la democracia, la paz,
el desarrollo y la integración.
7. Erradicación de la violencia en
todas sus formas y fortalecimiento de la seguridad
ciudadana.
8. Descentralización de la economía y
del poder
Los Partidos Políticos están obligados a
presentar una perspectiva de
mayor acción
que permita conducir todos los desacuerdos y las disconformidades
por los vehículos legales, limitando las expresiones
antisistema y el uso de la fuerza como
medio de expresión y presión.
En este sentido los verdaderos partidos modernos deben ser
paralelamente partidos organizativos y democráticos,
promoviendo la participación en el interior de sus propias
estructuras,
siempre bajo las garantías de la libre competencia que
otorga el Estado.
No se ha avanzado sustantivamente en la construcción de instituciones
democráticas que garanticen una gobernabilidad confiable y
no se vuelva a vivir una dictadura como el de Fujimori.
Todavía vemos como la crisis ha hecho crujir su andamiaje
político. Los Partidos Políticos son la pieza
fundamental de la democracia.
El fujimorismo, no sólo fue un gobierno
autoritario, sino un régimen autócrata con
apariencias y formas democráticas, estructurada bajo el
eje del Servicio de Inteligencia Nacional, en cuyo seno se
cometieron con un espíritu de impunidad
graves excesos, como la falsificación de firmas para
legitimar la inscripción ilegal a un tercer mandato de
Alberto Fujimori, el manejo de elecciones, la compra de
congresistas opositores.
En el Perú se ha producido una transición
democrática, luego de soportar diez años de
dictadura. Pero esto no es lo más importante; lo que
realmente va a conducir al país por el sendero de la
construcción no sólo democrática sino, sobre
todo, económica es un proceso de democratización.
Democratización que hará tomar conciencia a la
gente de que los valores
democráticos no pueden nunca más agredirse y
sepultarlas bajo un régimen autoritario. En el
Perú, son ya varias veces que se ha dado la
transición democrática; pero nunca ha habido un
proceso democratizador. Pasado un tiempo relativamente breve se
caía nuevamente en el autoritarismo, los golpes de estado
suprimía las libertades con grave perjuicio para la vida
de la nación. Esta democratización
eliminaría de raíz todo intento autocrático,
tenemos de ejemplo a Chile, son ya 13 años de la
transición democrática y son también trece
años de proceso democratizador, los intentos o nostalgias
por un gobierno autoritario ha quedado en la historia.
Es fundamental, sin ninguna duda, que se dé en el
Perú una ley de partidos políticos; los partidos
deben dejar su forma caudillesca de ver la política. Una
ley que regula la vida de los partidos y por ende de la vida
democrática. Actualmente hay docenas de pequeños
partidos que conducen su organización de manera vertical,
desestructurada y en función solamente de tiempos
electorales. Los actores políticos tienen que tener
credenciales democráticos. Si toman a la política
como profesión se debe empezar desde abajo y no empezarla
como Presidente.
Bogotá, 11 de junio de 2002
Instituto Interamericano de Derechos Humanos. San
José de costa Rica
Compiladora: Carina Pirelli.
- Gabriel Murillo/Juan Carlos Ruiz: "Gobernabilidad en
América Latina: La "Destanización"
de los Partios Políticos". - Fernando Rospigliosi: La Amenaza de la
"Fujimorización". Gobernabilidad y
Democracia en Condiciones adversas: Perú y
países andinos"
Revista Nueva Sociedad # 171
Caracas, 2000.
- César Arias Quincot. Perú: el
gélido invierno del fujimorato. EnEditorial Milla Batres. Mayo 2001.
- Mario Vargas Llosa y otros autores. Cómo
Fujimori Jodió al Perú.Cambridge University Press, 1997.
- Leslie Bethell, Historia de América Latina,
tomo 12. - Alfredo Rangel. Guerra
Insurgente: conflictos
en malasia, Perú, Filipinas, El
Salvador y Colombia.
Intermedio, 2001.
Iván Rodríguez Alegre