.Una vez se ha adquirido la conciencia del absurdo en
los términos expuestos por Camus,no hay marcha
atrás.Cuando el divorcio entre el sujeto y la realidad es
puesto en evidencia ante el primero como resultante del ejercicio
de la propia razón, éste resulta a su vez en lo que
podríamos denominar como una segunda ruptura(el propio
absurdo constatado inicialmente corresponde a la forma primaria
de esta ruptura,a la contradicción primigenia,los
enunciados propuestos subsiguientemente por el autor son tantos
respectivos corolarios);la existencia del sujeto queda
efectivamente dividida en un antes y un después:antes de
tomar conciencia de lo absurdo de su existencia y después
de la misma .Dicha conciencia se manifiesta intuitivamente en la
generalidad de los humanos y de esta intuición nacen
manifestaciones mas o menos cotidianas de irracionalidad,como los
paroxismos hacia la trascendencia encarnados en el arte
y,especialmente,en la religión. Se trata,entonces,de una
verdadera revolución
espiritual,de un proceso de tal
intensidad que lleva como carga mas o menos implícita la
contemplación del suicidio.A este respecto el rigor
metodológico de Camus es antológico:el suicidio
es una rendición,una forma extrema y apresurada de
conformismo.La conciencia del absurdo ha provocado una
metamorfosis:el hombre que en un primer momento reflexionaba
sobre su propia condición en cuanto tal pasa a ser el
hombre absurdo, aquel cuyo patrimonio
primario es la conciencia de su condición,de su
carácter como prerrequisito y participe en la ruptura que
constituye el núcleo de su ser. De este modo la
condición misma del absurdo,en tanto categoría
ontológica, necesita del sujeto para ser planteada como
tal. El hombre absurdo,en tanto producto de la reflexión
ontológica llevada a cabo con la pericia y
precisión con las cuales maneja el cirujano el escalpelo y
con la honestidad intelectual,cuantitativa y cualitativamente
análogas a la necesaria crueldad con que debe llevarse a
cabo todo procedimiento
quirúrgico,deberá confrontar con la rebelión
su recién descubierta condición existencial.El
objeto de esta rebelión es la propia existencia subjetiva
y las condiciones según las cuales ésta es
planteada, desde sí misma, como imposición
totalizante cuyo componente primario es,precisamente,el
carácter absurdo de la misma.Esta rebelión debe
ser también, por sí misma, totalizante y,en tal
sentido,alude a una actitud vital que abarca a un tiempo la
ontología y la teleología. En otras
palabras,la rebelión existencial del hombre absurdo de
Camus es medio y fin de un existir individual que no se conforma
con lo dado,a pesar de la dolorosa conciencia de su propia
futilidad. La rebelión es,en este contexto,la única
forma posible de posicionamiento
del sujeto frente las recién descubiertas condiciones de
su propia existencia..No se trata de la rebelión
estéril del adolescente como la interpretara un
quasiarquetípico James Dean en Rebel without a
cause, aunque de tal accidente, resultante de la sumatoria de
los cambios biológicos producidos por el nuevo
milieu endocrino de la pubertad y el
grupo de interacciones posibilitadas por sus manifestaciones en
el contexto de una determinada realidad social,pueda valerse
temporalmente la rebelión absurda para manifestarse ,en
tal caso como resultante de la aprehensión mas o menos
intuitiva del absurdo existencial básico;en este sentido
se halla comparativamente mas próxima a la canción
satírica de Tom Petty, Rebel without a clue.La
rebelión del hombre absurdo es la única actitud
existencial compatible con su la clarividencia y honestidad que
han permitido al sujeto percatarse del carácter primario
de la situación sobre la cual se basamenta su
existencia. Es precisamente gracias a esta profundidad que le
es propia que dicha rebelión puede ser catalogada como
espiritual:se trata de una actitud vital que es concientemente
asumida con la gravedad propia del compromiso. La
rebelión del hombre absurdo no es,en términos
estrictos,en absoluto absurda. Puesto que,frente a la conciencia
del absurdo como contradicción evidenciada racionalmente
en el seno mismo de la existencia individual subjetiva ,se
presenta como respuesta lógica y complemento
armónico de la primera. Así contextualizada la
rebelión como actitud propia del hombre absurdo podemos
comprender el profundo rechazo que produce,en el espíritu
del mismo,la propuesta del suicida. A pesar de compartir,en
más de un aspecto,una misma visión de la
existencia,el rebelde se coloca precisamente en las antípodas del lugar ocupado por el
suicida,tanto el suicida concreto como
el suicida filosófico(en términos
metafóricos la expresión posee significados
variables,para
Camus equivale al abandono del compromiso con la propia
razón)y desde su rebelión podrá desarrollar
las conductas propias de esta,su "toma de posición" vital.
La rebelión,la actitud del espíritu que se niega a
conformarse con aquello y únicamente con aquello con lo
cual ha sido provisto por su propia existencia es el terreno
fecundo desde donde podrá alcanzar el hombre su
única redención posible:ese accionar que le
aproxima, gesto a gesto, a lo divino y cuyo más claro
ejemplo se manifiesta mediante la creatividad
como concretización de las potencialidades de la
imaginación. Colocado frente a lo absurdo,del cual ha
adquirido una sempiterna dolorosa conciencia,el hombre absurdo se
convierte en el rebelde,el portador de la marca de
Caín ,el espíritu envuelto en una eterna lucha
contra adversarios titánicos,invencibles pero él
mismo incapaz de ser vencido,victorioso en la negativa radical a
la derrota aún en contra de toda evidencia,pues
aquí ya no se trata de la razón y lo racional o lo
razonable si no de esa minúscula, brillante locura
conocida como dignidad
humana, empleada en todos los ardides posibles para vencer al
Destino mediante la imaginación, superar la propia
contingencia no rindiéndose jamás ante la
frustración de su ideal trascendental,todo lo contrario
del constructo heideggeriano:un espiritu nunca humillado ni
humillable. Sísifo que sonríe confiado en la
próxima jugarreta que podrá hacerle a los
dioses,.orgulloso de su propia humanidad que ningún
castigo,de origen humano ni divino,es capaz de escamotearle.La
rebelión abarca toda la extensión de la existencia
del hombre absurdo y desde ella se define,en términos
cualitativos,la valoración que tiene de su propia vida. La
vida para el hombre absurdo,para aquel conciente de hallarse
caminando sobre el filo de la navaja,de habitar las regiones
grises del límite, siempre vulnerable ,y la mar de las
veces alegremente impasible ante la conciencia de tal
vulnerabilidad,ante la ubicua presencia de la muerte y el
carácter impredecible de su acometida definitiva.El
sentido de la vida,reducida a condición biopsicosocial,no
se halla en sí misma en cuanto tal,si no en la respuesta
individual a los resultados arrojados por la evolución de la misma por cada uno de los
sujetos.La muerte es la amenaza ubicua de la interrupción
de la experiencia,la limitación potencial omnipresente,la
gran niveladora de la conciencia del hombre absurdo.Si puede
caracterizarse con una frase al hombre absurdo deberá
identificarsele con aquel que ha renunciado voluntariamente a
hacer nada en aras de lo eterno,a toda proyección
más allá de la duración cronológica
de su existencia biológica.Una vez lograda la conciencia
prístina de la realidad de su condición
existencial,el hombre absurdo la acepta sin prisas,sin
compromisos y sin remordimientos y la vive hasta sus ultimas
consecuencias;conoce de primera mano cuan cierta es la frase
"mañana es solo un adverbio de tiempo",conciente incluso
de la falsedad ultima de su libertad,dado el carácter
impredecible e inevitable de su limitante potencial,es decir, de
una muerte prematura,finalmente ha abdicado a cualquier
pretensión de eternidad.
Para el hombre absurdo la rebelión,su
rebelión,es meta y método,es el rasgo distintivo,la
posesión exclusiva que le permite colocar su
espíritu mas allá del nihilismo.El
hombre absurdo no puede darse el lujo de un optimismo
indefectiblemente,como se ha dicho ya,cargado de la mala fe
sartreana escondida tras su sólo aparente
ingenuidad.Tampoco le es propio el asumir un pesimismo que le es
innecesario ,pues implica una justificación contradictoria
de la inocencia a priori de la cual es conciente el hombre
absurdo;ambas categorías no tienen espacio suficiente para
dar cabida al espíritu absurdo y aun si cayere en estas
sutiles trampas,el espíritu absurdo se escabulliría
fácilmente de las mismas. No es pesimismo si Sísifo
avanza hacia la cima conciente de que la piedra rodará
cuesta abajo una vez más tan pronto alcance la cima, es un
realismo
saludable que le ahorra frustaciones;no es optimismo que valore
la posibilidad de que la piedra finalmente se mantenga en la
cima,es tan posible como todo aquello capaz de ser imaginado y
aunque no espera misericordia alguna de los dioses,muertos
milenios ha,reos de su propia inhumanidad,de la falta de
empatía para con los hombres que termino por
traicionar,finalmente, su inexistencia,es capaz de soñar
alguna treta,de no desmayar en la valoración y mantenimiento
de sus potencialidades.
3.3.b.La moral
absurda:una vida sin apelaciones.Una falacia inteligible.
. Efectivamente,el hombre absurdo no tiene tiempo que
perder con tantas estériles categorías de una
metafísica que no le atañe.Su
actitud vital es esencialmente trepidante,para el la vida es la
acumulación continua de experiencias cualitativamente
indiferentes entre si en virtud del divorcio evidenciado en
la base de su existencia:la conciencia del absurdo le impele a la
clarividencia que desdeña los detalles y acumula
cuantitativamente experiencias. Así es indiferente ante
sus ojos que tal o cual experiencia sea fútil, de hecho no
puede ser de otra manera una vez se ha despertado a la conciencia
del absurdo.La propia reiteración es una nueva oportunidad
de interacción con el mundo y cada oportunidad es una
promesa vacia de contenido pero pletórica de entusiasmo,a
la que bien puede escapársele un suspiro de felicidad,cual
una gota de sol o un rayo de lluvia. Sin necesidad de
justificación, recién nacido a su propia inocencia
respecto del absurdo que su honestidad y bravura han descubierto
en el propio corazón de su existencia,hechura de
algún dios perverso. El hombre absurdo no puede aceptar
otro código
moral que aquel que le es impuesto,aquel
atribuido a Dios.Su estado de inocencia primigenia le hace
extraño a cualquier culpa o manifestación de la
mala conciencia de Nietzche;la estatura moral que ha
dirigido su cuestionamiento implacable a su propia existencia le
impide ya rebajarse;la mezquindad y la cobardía, los dos
verdaderos pecados le serán para siempre
extraños;si no se manifestaron a su corazón
mientras exploraba los abismos de la razón a lo interno de
su propio ser no se manifestaran ahora.No tiene en absoluto
necesidad y desde luego no la siente,de hacer pasar por un rasero
moral el cúmulo de experiencias que constituye su
existencia y sobre la cual se basamentan los diferentes matices
de su riqueza y de su hermosura;sabe que las experiencias son
intrínsecamente indiferentes y que estando llamado a vivir
sin apelaciones puede perfectamente ser virtuoso por puro
capricho, así como puede, si prefiere, vivir sin
contemplaciones. Su naturaleza,que le ha guiado hasta las aguas
amargas de la verdad última sobre si mismo, lo
sitúa por encima de cualquier verdadera bajeza moral;la
honestidad inherente a la misma le impide un pietismo
reconfortante y el único Dios en el cual elige creer es
aquel que se halle moralmente a su altura,aunque no exista,
pues,para el hombre absurdo Dios no es fuente de consuelo, ni de
sentido, es, una vez más,el único digno de ser
considerado como su preceptor moral,su inspiración
ética.
La integridad que ha permitido al sujeto convertirse,gracias a la
reflexión sobre su propia existencia,en hombre absurdo,no
necesita de reglas, siendo ella misma, como es,regla de reglas.
Cualquier otra forma de moral fuera de la ya mencionada e
incluyendo la propia inmoralidad son tantas justificaciones
y,consciente de su propia inocencia sabe que no necesita
justificarse delante de nada ni nadie, salvo su propia
conciencia. La certidumbre de una Deidad que devuelva el sentido
a su vida le ha sido negada al hombre absurdo, más bien ha
podido constatar la imposibilidad de tal alternativa y el
corolario de esta negación,expresada por Ivan Karamazov
con la afirmación "Todo esta permitido",no es el grito
exaltado de la libertad sartreano si no la constatacion de un
hecho desilusionador sólo comparable con el "Dios ha
muerto…."de Zarathrusta en la extensión y profundidad de
sus terribles implicaciones.La conciencia del absurdo de la
existencia humano no libera, más bien ata y si bien no
autoriza toda acción,
devuelve al remordimiento su futilidad.
Todo sistema
ético parte de la premisa de que toda acción es
validada o invalidada por sus consecuencias; así, para el
hombre absurdo tales consecuencias son el objeto primario de un
análisis exhaustivo y sistemático que, en ausencia
de culpables, permite determinar los niveles individuales de
responsabilidad y una vez la ha reconocido como
suya,a la luz de dicho análisis, el hombre absurdo se
halla listo para aceptar y asumir su responsabilidad.Para hacer
posible tal constatación la experiencia le ha sido
especialmente provechosa, si y sólo si este ha consentido
concientemente a las formas mas enriquecedoras de la misma.
3.4.La concretización del hombre absurdo en la
literatura occidental.
.Camus se vale, primariamente de personajes de
ficción a la hora de intentar construir un prototipo del
hombre absurdo, específicamente de Don Juan(de hecho hace
del donjuanismo una subcategoría motu propio
del comportamiento
del hombre absurdo).En un segundo momento buscara los rasgos del
hombre absurdo en ese personaje que se hace y deshace en
personajes sobre la escena:el actor.Finalmente,en un
apéndice intitulado La Esperanza y el Absurdo en la
Obra de Franz Kafka intentara delimitar las coordenadas de la
existencia absurda antepuesta al propio hombre absurdo en la
novelesca del escritor checo.
3.4.a.Don Juan:el arquetipo del "hombre
absurdo".
En la obra de Camus,Don Juan encarna toda una tipología
del hombre absurdo.Las penas del Infierno con las cuales le
amenaza la religión institucionalizada no son nada cuando
se les compara con la terrible conciencia que posee de su propia
existencia.El célebre Burlador va saltando de los
brazos de una mujer a otra en una frenética
acumulación de experiencias en la que se desempeña
como un corredor en una carrera de obstáculos tras
escuchar el disparo de salida.El final de la carrera de Don Juan
no es en absoluto una meta,su conciencia absurda reconoce el
timbre falso de la propia palabra aplicada a la existencia
individual concreta y,como todo hombre absurdo,sabe que su vida
no terminará en meta alguna si no en virtud de la
brusca,ineludible interrupción de la muerte. Don Juan se
halla saludablemente desprovisto de toda pretensión de
trascendencia;ha decidido hacer del amor carnal el eje de su
proyecto
existencial con la sobria lucidez de la identidad
reciproca entre los medios y el
fin, del extrañamiento voluntario de cualquier a
priori dentro de las fronteras de su existencia. Una suerte
de inercia voluntaria le lleva de los brazos de una mujer a otra
y su intencionalidad no se halla manchada de la sombra, harto
vulgar, del expediente de la multiplicación
biológica, única forma posible de trascender la
propia individualidad mediante la preservación de al menos
un 50% del genotipo que no llegó a hacerse familiar entre
los habitantes de la Sevilla del siglo XVII ni entre aquellos de
la Algiers de los tres primeros quintos del siglo XX. Su
única motivación
aparente es la acumulación bruta de experiencias,la
cantidad de las cuales es su medida en todos los órdenes y
posee tanto sentido y validez, para Don Juan como para cualquier
otro hombre absurdo, la acumulación de experiencias de
índole diferente,de modo que podemos imaginarnos una lista
interminable de Don Juanes,tan variopinta como puede ser rica la
variedad de la experiencia humana:Don Juanes del salto libre y de
la libre empresa,Don
Juanes de la literatura,de la exaltación religiosa,de la
acumulación de capital o del
consumo de
estupefacientes entregados al frenesí puro de la
experiencia sin más, única forma de conducta consona
con el carácter radicalmente absurdo de sus respectivas
existencias. Don Juan no es un amargado y las categorías
de realista e idealista son demasiado pequeñas como para
colocarlo en una o la otra; sin embargo la esperanza se halla
definitivamente fuera de la lista de sus motivaciones; si puede
atribuírsele otra motivación que el capricho
deberá ser una de carácter distintamente
atávico:la
excitación producida por el juego
predatorio de la seducción y de la conquista,
repetido hasta el único infinito posible,el que encierra
la promesa de ser interrumpido por la muerte, certeza que hace
llevadera cualquier reiteración,facilita la audacia y
neutraliza el propio aburrimiento. Llegado este punto debemos
admitir que el leit motiv de Don Juan sólo podemos
encontrarlo en el propio Don Juan y en cada una de las amantes
que se suceden vertiginosamente entre las sabanas febriles de la
monomaníaca monogamia en serie de este personaje
arquetípico..Ajenas al carácter de su consorte,cada
una de sus amantes intentará complacerlo,darle un algo que
Don Juan no está buscando, superar a la amante anterior.
Don Juan no anda mendigando amor entre las sabanas ajenas,
más bien anda prodigándolo en la medida en que este
puede ser prodigado por el erotómano o el
satiriásico.Esto también es del todo indiferente en
la escala evaluativa
del hombre absurdo:únicamente su inagotable sed de
experiencias y la acumulación en bruto de las mismas son
simultáneamente medios y fines únicos,
intercambiables de su legendaria conducta.Como hombre absurdo la
vida de Don Juan, así caracterizada, es por este vivida
sin apelaciones de ninguna clase, completamente ajeno al juicio
de los demás seres humanos cuya animadversión e
incluso odio es apenas respondido con una suerte de benigno
desprecio generalizado.Ha elegido interactuar con el mundo de la
manera que le resulta mas caprichosamente propia,sin otra
recompensa que precisamente esta continua reafirmación en
el principio freudiano del placer derivada de la continuada
contraposición entre su yo y el mundo, la realidad
generatriz de toda experiencia.
En su desconcertante sabiduría El Burlador
sacrifica variedad en aras de cantidad y sobresale como
pragmático :le es indiferente el repetirse a sí
mismo, delimitado definitivamente su campo experiencial,
utilizará las mismas técnicas
de seducción que le han resultado efectivas desde los
inicios de su carrera de seductor maratónico,
reconocimiento tácito de la intercambiabilidad indiferente entre una y otra
experiencia. y de la exclusividad de su valor equivalente
radicado en la acumulación cuantitativa,la simple contabilidad
experiencial donde no busca el sentido que de antemano sabe
ausente y de la cual extrae el placer que en tales
condiciones,las únicas realmente posibles,éstas le
proporcionan.
3.4.b.La obra de Franz
Kafka:una interpretación advertidamente
camusiana.Absurdo,desespereación y esperanza:Gregor
Samsa,Joseph K. Y K.
.El análisis de la obra del escritor
checoeslovaco Franz Kafka,permite a Camus ampliar el marco de su
disertación para incluir los diversos elementos
constitutivos de la existencia absurda.En la novelística
de éste, el hombre absurdo queda relegado a un segundo
plano,el cuadro ininteligible de la existencia humana se
distorsiona aún más a expensas de elementos
alternativos al propio sujeto como manifestaciones del absurdo.De
hecho los heroes kafkianos no son homogéneos en cuanto a
su cualidad de hombres asbsurdos,se trata mas bien de una
colección heterogénea de personajes de diversa
índole, de que distinguen el absurdo en la medida,
más o menos brusca,que este se manifiesta en su universo
experiencial inmediato El común denominador de esta
colección heterogénea de personajes es su
resignación ante la invasión de sus vidas por el
absurdo, reacción que revela una percepción
intuitiva básica del mismo,de manera que la
familiarización entre los personajes kafkianos y las
situaciones absurdas que deben agotar hasta las heces representan
un reconocimiento del cual el novelista parte para construir una
reconciliación,que es básicamente una
autoreconciliación puesto que esta constituida a partir
del absurdo propio del sujeto humano.Camus parte de tres de las
novelas de
Kafka,"La Metamorfosis","El Proceso" y "El Castillo" para llevar
a cabo la exploración de las diferentes formas asumidas
por el absurdo en la obra del novelista checo,siendo precisamente
la esperanza la forma prevalente y peculiar del mismo.,manifiesta
como la incongruente nostalgia y deseo de aceptación de
Gregorio Samsa;la resignación sorprendida de Joseph K. y
la obstinación airada de K, en el orden respectivo ya
expuesto. Para Camus existe un discurso teológico
subterráneo a todo lo largo de las novelas
mencionadas.Afirma que uno de los rasgos característicos
de la obra artística de Kafka es el hacerse releer como
forma de reinterpretar narraciones cargadas de
simbología,consistentes en las perturbadoras aventuras de
personajes que se desviven buscando la solución a problemas que
nunca llegan a formular y sus finales o la ausencia de los mismos
sugiere explicaciones que no son reveladas claramente en el texto
y que invitan a la relectura desde un punto de vista diferente
del primero.El símbolo es capaz de asumir
simultáneamente dos planos,dos lugares en el espacio de la
imaginación correspondiente a dos mundos de ideas y
sensaciones y las correspondencias sin numero que los conectan
entre sí.,de forma vertiginosamente dinámica:"Estas perpetuas oscilaciones
entre lo natural y lo extraordinario,lo individual y lo
universal,lo trágico y lo cotidiano,lo absurdo y lo
lógico,se encuentran a lo largo de su obra,proporcionadola
con ambos su resonancia y su significado"(2).El propio Camus se
cuida de subrayar el carácter interpretativo de su intento
de crítica literaria y su limitación al aspecto
constitutivo de la obra del novelista
checo,específicamente a los fines de complementar su
disertación en torno al absurdo.
"La
Metamorfosis" representa la imaginería horrenda propia
de una ética de la lucidez y la incalculable sorpresa que
produce en el sujeto la súbita conciencia de la bestia
humana en la cual es capaz de convertirse sin que medie apenas
esfuerzo alguno.A propósito de esta novela,si bien
sin que esto limite esta referencia exclusivamente a la
misma,Camus aborda el tema del carácter trágico de
la narración kafkiana.Lo trágico en
general,incluyendo la propia tragedia griega, tiene entre sus
múltiples orígenes la dicotomía exclusiva de
la condición humana en virtud de la cual conviven
simultaneamente en el sujeto "…una absurdidad básica y
una nobleza implacable.Ambas se hallan
representadas,permitáseme repetirlo, in el divorcio
ridículo que separa nuestros excesos espirituales de los
efímeros goces del cuerpo."(3) Kafka se vale de lo
cotidiano para expresar la tragedia y de la lógica para
expresar lo absurdo.En la obra trágica la terribilidad del
destino aparece mejor destacada en el contexto de la
lógica y la naturalidad;de modo que la fuerza
dramática se basa en la demostración del sistema
lógico deductivo que paso a paso terminara en la
culminación apoteósica de las desventuras del
héroe,necesariedad cuyo horror es resaltado al
demostrársenos en el contexto de la mas anodina
cotidianeidad.La felicidad, no necesita de semejante
demostración,puesto que es,a su propia manera, inevitable
a pesar de que el hombre moderno,si es que la percibe,tiende a
tomar el crédito
por la misma En opinión de Camus,"El Proceso" y "El
Castillo" se complementan como elementos de una sola unidad.La
primera de estas novelas propone un problema cuya solución
es finalmente elaborada en la segunda,los problemas respectivos
de la mortalidad y de Dios.En "El Proceso",el personaje central
Joseph K.,representación de un ciudadano europeo
cualquiera, se ve súbitamente procesado, condenado y,
finalmente ejecutado en una alucinante odisea jurídica,
clara alegoría del destino individual del hombre que va
envolviéndole en sus redes mientras este se
desenvuelve normalmente en su cotidianeidad hasta
que,finalmente,le sorprende la muerte,esa condena que todos
compartimos como culpables de la propia existencia."El Castillo"
presenta una historia aún
más bizarra, en la cual se introduce sutilmente la
esperanza bajo el aspecto inicial de la determinación
ciega de K de llevar a cabo la misión que
se le ha encomendado en las tierras del castillo hasta
trastocarse en un adaptación a las exigencias de un poder
ciego,caprichoso y cruel,representación de una Deidad
ininteligible a la cual hombre, aplastado por su poder
omnímodo termina aferrándose a como de lugar. K
parece interpretar las órdenes silenciosas emanadas del
castillo,se hace habitante de la villa formada por los
trabajadores del mismo y se asocia,mediante el casamiento,con
quien ha sido definitiva e irreversiblemente apartada del
castillo,Amalia que se negó a aceptar las proposiciones
indecorosas de uno de los oficiales del castillo.Mediante este
gesto,continúa Camus.,K. sacrifica el propio honor a
Dios,a quien todo pertenece y al través de éste el
autor pasa del amor incondicional hacia la Deidad a la
edificación del absurdo,ese dios incomprensible a quien el
hombre pasa toda la vida intentando vanamente agradar
.Así, la enfermedad manifiesta en "El Proceso" como
desesperanza y desamparo encuentra tratamiento en "El Castillo"
como rendición incondicional y definitiva ante un dios
perdido en la distancia y en el silencio: un placebo revestido de
divinidad, capaz de calmar la hoguera de temor y desesperanza
encendida en el corazón del hombre por los rasgos propios
de la condición humana .
Dr. Carlos M. Pineda
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