OBJETIVO GENERAL.-
Describir la relación existente entre aspectos de
la salud mental y el
desarrollo humano
OBJETIVOS ESPECÍFICOS.-
- Comparar las estadísticas de salud mental y trastornos
mentales entre diferentes países de acuerdo a su
índice de desarrollo humano - Describir los impactos de la salud sobre algunos
indicadores
macroeconómicos - Describir el vínculo existente entre la salud
mental y escenarios sociales - Resumir diferentes propuestas para mejorar el
contexto de la salud mental
TIPO DE INVESTIGACIÓN.-
De acuerdo a Noguera (1982), el presente trabajo es de
tipo Documental, dada la característica primordial de
realizar una revisión bibliográfica y documental
acerca del tema.
DISEÑO DE INVESTIGACIÓN.-
Según Hernández, Fernández y
Baptista (1991), por la naturaleza no
experimental del trabajo de investigación, el diseño
es de tipo correlacional, debido al interés en
establecer descripciones relacionadas entre las variables del
tema (salud mental y desarrollo humano).
El presente trabajo es una aproximación a la
problemática existente en relación a la salud
mental mundial y el desarrollo
humano de los países. El abordaje de tipo documental,
permitirá examinar el estado de
la cuestión, comparando los conceptos conocidos por las
disciplinas que las emprenden y las estadísticas que se
observa en el mundo.
Para ello, la aproximación es hecha en 4 puntos:
un primer punto que muestra la
definición del desarrollo humano y un pasaje breve por los
índices de desarrollo humano de algunos países del
mundo. Aquí se cuestiona la longevidad como uno de los
indicadores de desarrollo a falta de calidad de
vida a lo largo de la existencia de las personas.
Un segundo punto, donde se definen y muestran
estadísticas acerca de los trastornos mentales. En este
espacio se establecen comparaciones, por un lado entre los
países de alto desarrollo, y de medio y bajo desarrollo
por otro lado, dando cuenta de ciertos elementos pertinentes a la
problemática mundial, donde los trastornos mentales se
encuentran en los primeros lugares entre las enfermedades del
mundo.
El tercer punto se trata del impacto de los trastornos
mentales y su relación con lo socio-económico; se
aproxima al problema económico de las naciones por la
inversión en salud, y las carencias
significativas que sufre la población por las dificultades en el acceso
a la salud. También se destaca y predice la consecuencia
de mantener la incidencia en trastornos mentales, dibujando un
panorama social delicado.
Por último, las propuestas multidisciplinarias
que aportan algunos autores en materia de
salud y desarrollo socio-económico, partiendo de la
comprensión de la interacción que se ejercen entre estos dos
ámbitos.
La salud mental y el desarrollo humano en principio, van
en forma paralela, lo que permite abarcar en esta
investigación ciertos elementos que intentarán
explicar las condiciones señaladas a lo largo del texto.
- EL DESARROLLO HUMANO.-
El Desarrollo Humano se ha convertido en fuente de
atención por parte de todas las naciones
del planeta, deviniéndose en el fin deseado de cada uno de
los países.
Para ello, ha sido preciso crear instrumentos de medida
que permita acceder en qué proporción ha ocurrido
tal desarrollo, iniciándose por una búsqueda
cuantitativa, para finalmente entender el marco contextual en el
que se ha desarrollado el ser humano, o lo que es lo mismo, el
habitante de cada país.
La Organización de Naciones Unidas
(ONU) a
través del Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), han creado un
instrumento denominado Índice de Desarrollo Humano (IDH),
que mide el logro medio de un país, mediante 3 dimensiones
a saber: 1) Vida larga y saludable; 2) Conocimientos y 3) Un
nivel de vida decente, expresados operacionalmente a
través de: 1) Expectativa de Vida; 2) Matriculación
y Alfabetización; 3) Producto Interno
Bruto (PIB) real per
cápita respectivamente (PNUD, 2005).
La combinación estadística permite expresar un
número que indica el grado en que un país
está desarrollado, aspirando entre otras cosas que
cualquier persona logre
vivir de forma longeva, que aspire un grado de instrucción
alto, y por ende, adquiera ingresos
económicos que le permita un nivel de vida óptimo,
pero en ocasiones observamos que no es tan simple el asunto, ya
que cualitativamente los números parecen mostrar una parte
de la realidad.
Sí bien es cierto que se consideran otras
variables para el análisis, como la inversión, las
tasas de
interés, entre otras, la meta de toda
sociedad es
alcanzar un buen nivel de vida, de acuerdo a los ingresos y
estilos de las mismas (Huayamave, 2003a). Siguiendo a este autor,
se deben tomar aspectos materiales
como los ya mencionados, igual que los aspectos inmateriales como
libertad de
opinión, de tránsito, acción,
para determinar el grado de desarrollo socio-económico, y
eso toca puntos como la pobreza,
la
educación, la salud, la corrupción
por ejemplo, que influyen en la elevación o
disminución del nivel de vida, pero en definitiva, la
nación
crece de acuerdo al desarrollo de las personas.
1.1 POLÍTICA SOCIOECONÓMICA
El desarrollo humano es viso por Huayamave (2003a), como
una buena redistribución a quienes poseen pocos ingresos,
fortaleciendo el sistema
educativo y salud, generando como consecuencia desarrollo y
bienestar, sin embargo, se puede observar el porcentaje de la
población mundial e ingresos según condición
de desarrollo mencionados por el autor:
- Países Pobres o subdesarrollados: 27% de la
población mundial; 6% de los ingresos
mundiales - Países en desarrollo: 17% de la
población; 11% de ingresos - Países en reciente industrialización:
3% de población; 3% de los ingresos - Países industriales: 17% de la
población; 49% de los ingresos - Países petroleros ricos: 4% de la
población y 4% de los ingresos - Países comunistas y excomunistas: 33% de la
población; ingresos indeterminados.
Esto habilita la visión de desigualdad e
inequidad en la distribución de los ingresos en el mundo,
interviniendo en el modo en que desarrollan los países,
guardando a su vez relación con la política
socio-económica adoptada por el país. Por tanto, es
en este punto cuando el Estado muestra
su mejor argumento de acción, cuya función es
reguladora y estabilizadora, como lo afirman Peña,
Peña, Luna y Armas (2002), en
consonancia con Huayamave (2003a), cuya finalidad es estabilizar
el bienestar y el desarrollo de la sociedad, a través de
mucho empleo,
inversión, tecnología y capital.
Sin embargo, estos autores coinciden en sus
análisis para los casos específicos de Venezuela y
Ecuador, donde
a pesar de altos ingresos (por petróleo y negocios
respectivamente), aumenta la inflación, trayendo como
consecuencia, inestabilidad y obstáculos al desarrollo.
Peña et al (2002) destacan como las empresas de mayor
crecimiento para el 2001 eran las de internet, metalurgia y
gas natural,
siendo las de menores producción la industria
textil, de calzado, farmacéutico y agrícola,
relacionados con el consumo de
primera necesidad. Esto se cumple en gran parte del panorama de
América
Latina, donde a través de medidas neoliberales, las
desigualdades se han acentuado, deviniendo como lo apuntan Vera y
Rubio (2005) en diferencias "necesarias" para el desarrollo,
generando impactos sociales, entre ellas la salud mental,
producto del
desequilibrio de diversas variables macroeconómicas.
Continuando con la apreciación de Vera y Rubio (2005), es
preciso distinguir entre "Crecimiento
económico" y "Desarrollo económico", donde el
primero se refiere a la expansión cuantitativa, y el
segundo es de carácter cualitativo, en referencia al
progreso social y tecnológico, puntal este que no se
encuentra expresado en el IDH.
Es posible entonces inferir la manera en que se ha
llevado a cabo diferentes políticas
socio-económicas que han traído como consecuencia,
malestar y desequilibrio individual y social, expresados en
conflictos
sociales, políticos, generando un indicador importante
mencionado por Rangel (2002), cuando en búsqueda de
modelos
alternativos para el desarrollo, detecta en palabras del Premio
Nobel chileno Max-Neef que la economía no estudia
nada más a los seres humanos en su racionalidad, no se
mueven nada más por ello, sino por sus sentimientos
(miedo, pasión, intuición, agrado, aprecio), y es
necesario rescatarlo para poder pensar
en algún modo de desarrollo.
Ahora bien, tanto el crecimiento como el desarrollo
socio-económico, lo generan las personas, que en muchas
ocasiones, no están alfabetizadas y en bajas condiciones
sanitarias. Dada la existencia de brechas de pobreza, marginalidad,
inequidad en la distribución de los ingresos, impacta
ineludiblemente en el estado de salud de los habitantes de un
país, donde muchas veces los centros de salud están
lejos del hogar, se carece de recursos para las
consultas o medicaciones y además, se abandona (o se es
expulsado) del empleo debido a enfermedad, influyendo a su vez en
que sí la población se halla con bajas condiciones
de salud, necesariamente mermará el crecimiento
económico, por lo que obliga concebir una pregunta en
sintonía con la calidad de vida y
bienestar: ¿de qué vale extender la vida, sí
no hay calidad en la existencia, ni fácil acceso a la
salud?, y esta pregunta se ha intentado responder a lo largo de
muchas investigaciones.
Veamos el estado de la cuestión.
2) LA SALUD Y LA SALUD MENTAL.-
La salud es definida por la
Organización Mundial de la Salud (OMS) como "un estado
de completo bienestar físico, mental y social, y no
sólo la ausencia de enfermedad o dolencia" (1947:
Definición de la OMS).
Ya de entrada, se aprecia la connotación de "no
solo ausencia de enfermedad", ni del solo aspecto físico
en particular, sino una categoría integral que admite
interacción entre lo físico, lo mental y lo
social.
De allí, como apunta la Comisión Mexicana
de Macroeconomía y Salud ([CMMS], 2004), la
salud y el desarrollo
económico se influyen mutuamente, donde un mejor
ingreso permite mejor salud, y una mejor salud poblacional
permite un mejor desarrollo nacional, por tanto, programas
orientados a una buena salud contribuye a reducir la pobreza a
nivel global (Lennock y Ehrenpreis, 2003).
Dentro de las diversas dimensiones relacionadas con la
salud y para efectos del presente trabajo, delimitaremos tratando
el aspecto de la Salud Mental, tomando en cuenta su
interrelación con lo físico y el desarrollo
humano.
2.1 LA SALUD MENTAL
Según López, Moreno, Patiño,
Pereira y Pestana (2003), se entiende por salud mental un derecho
fundamental de vivir en equilibrio
emocional, que admitiendo variabilidad en la vida del ser humano,
no implique más esfuerzo del necesario para mantener dicho
equilibrio.
Esta definición concede la aceptación
natural de que en la vida hay realmente momentos de inestabilidad
propias de las crisis
evolutivas y sociales, y que la persona comporta en
búsqueda de la homeostasis o
equilibrio; pero más allá, implica también
no un mero equilibrio, sino un bienestar psicológico y
social total del individuo (De
Micco, De Santis, Petrillo, Spezia y Zak, 2000), y que desde un
inicio que pudiera ser caótico, se emplea un monto de
energía mental para organizar nuestra individualidad y
sociedad, requiere por tanto, de un esfuerzo sostenido (Isla,
2000). Este esfuerzo sobreentiende un desgaste mental, que
necesita ser compensado mediante el bienestar, que siendo un
concepto
complejo, parte como lo indican García-Viniegras y
González (2000), de la satisfacción personal con la
vida y su relación con el entorno micro y
macrosocial.
Desde esta perspectiva, lo mental trasciende lo
meramente biológico, por lo que las autoras destacan el
esfuerzo en la investigación por determinar
categorías psicosociales que influyen en el bienestar; por
un lado, puede ser subjetivo, manifestado por el sentir y pensar
a través de la experiencia, mientras que la tendencia
objetiva busca variables socio-económicas. La
interacción entre ambas tendencias es la que
determinará el grado de bienestar del individuo. Caso tal
de la escala de
acontecimientos vitales de Holmes-Rahe, descrito por López
et al (2003) instrumento creado en 1967 cuyo propósito es
medir el grado de intensidad o estrés que
perciben las personas frente a determinados acontecimientos de la
vida, de 43 ítems que compone la escala, al menos 11 de
ellos tienen que ver con aspectos laborales y financieros,
mostrando como ejemplo, como tópicos
socio-económicos inciden de forma importante en la salud
mental, pudiendo generar estos trastornos mentales, y en
consecuencia, desencadenar pautas de comportamiento
inadecuados y hasta patológicos, del mismo modo que pueden
causar enfermedades físicas.
Notando como el concepto de salud mental cobra una
importancia capital en el desarrollo humano, sin embargo, se
alcanza encontrar contradicciones y cifras significativas en
cuanto al análisis llevado a cabo, basado en los valores
hallados para países con alto desarrollo humano y altos
ingresos comparados contra aquellos de mediano y bajo desarrollo
humano y mediano o bajos ingresos, que para este caso, se
tomarán mediante las estadísticas de trastornos
mentales de distintos países considerados según su
condición de desarrollo y continente donde se
ubica
2.2 LOS TRASTORNOS MENTALES
Se entenderá como trastorno mental, todos
aquellos padecimientos y enfermedades que perturban el estado
psíquico, emocional y conductual de la persona, y para
ello se utiliza el manual de
clasificación internacional de las enfermedades en su
décima versión (CIE-10) de la OMS. Por
consiguiente, la categoría de trastorno permitiría
entrever la desviación de una pauta de comportamiento, al
mismo tiempo que la
ambigüedad del término en español,
considerando incluir diversas desviaciones en grandes
categorías (OMS, 1992). A través de la codificación internacional, se pueden
mostrar estadísticas sobre trastornos mentales.
En primer lugar, la OMS (2001) mostró
estadísticas sobre salud mental, detectando que
aproximadamente un 25% del mundo es afectado alguna vez en la
vida por un trastorno mental, representando que 1 de cada 4
familias posea al menos un miembro con un trastorno mental
diagnosticado.
Para el 2001 según la OMS, 4 de de las primeras
10 causas mundiales de discapacidad son
trastornos mentales, siendo la depresión
la 4ta causa con 4,4% del mundo, apareciendo luego la esquizofrenia,
los trastornos bipolares y el consumo de substancias.
Otra gran dificultad mostrada dentro del espectro de
trastornos mentales es la comorbilidad. Se entiende por
comorbilidad la existencia de 2 ó más padecimientos
simultáneamente. La comorbilidad mental presenta un alto
porcentaje, estimado en 79% de los diagnósticos, siendo
los más frecuentes la Depresión clínica,
desórdenes por ansiedad y consumo de substancias, en
comparación al 21% de diagnósticos
únicos.
Existe una medida importante en relación al tema
denominado "Años de Vida Ajustados a Discapacidad" (AVAD),
entendiéndose como la unidad de carga global de morbilidad
y la eficacia de la
intervención en salud (Banco Mundial,
1996; Brundtland, 2000). Para efectos del cálculo,
se toma en cuenta el número de años vividos de una
persona (o población) por muerte
prematura comparado con una expectativa de vida teórica, y
el número de años vividos con la discapacidad. Esto
nos muestra el número de años perdidos debido a
enfermedad. Desde esta perspectiva, los trastornos mentales
representan el 12% mundial de todos los AVAD perdidos para 1998
(Brundtland, 2000), ubicándose en el 3er lugar mundial de
morbilidad.
A través de los AVAD, se ha podido conocer las
principales causas por región:
- África: consumo de drogas
- América: consumo de alcohol
- Mediterráneo Oriental: trastorno
obsesivo-compulsivo y ataques de pánico - Europa: consumo de alcohol
- Asia sudoriental: depresión
- Pacífico occidental: esquizofrenia
Se distingue los principales motivos de morbilidad por
región-OMS, y en el cuadro anexo se observa el porcentaje
de años perdidos o vividos con discapacidad mental, donde
la zona pacífico occidental presenta porcentajes muy altos
en comparación con las otras regiones. Aun así,
África y Asia indican 18 y
27% respectivamente de AVAD perdidos, mientras América
y Europa 43% cada
uno.
Ahora bien, desde la perspectiva de ingresos y
desarrollo, los países con mayor desarrollo (p.e: Alemania,
Francia,
España)
exhiben un porcentaje de trastorno mental mayor a los
países en desarrollo (China e
India) (OMS,
2001), igual índice señala Brundtland (2000), donde
los trastornos mentales componen 23% en países con
ingresos altos, frente a 11% en países con ingresos bajos.
Ahora bien, las estadísticas se invierten en cuanto a
enfermedades físicas (HIV/SIDA,
cáncer, enfermedades
cardiovasculares), donde hay mayores cifras en países
de bajos ingresos que los de altos ingresos.
2.3 ESTADÍSTICAS SEGÚN PATOLOGÍA
MENTAL
Este segmento resulta complicado de establecer, dado la
gran dificultad que acarrea hallar estadísticas en esta
área que resulten confiables, sin embargo, es posible
fijar algunas cifras que permitan llevar a cabo algunas
comparaciones, facilitando explicaciones en el campo de la salud
mental.
Algunas son controvertidas en la medida que existen
disputas entre las posturas congénitas en la
adquisición de la enfermedad y lo genético; para
ese trabajo la óptica
es dialéctica, ambas posturas influyen en la
aparición de los trastornos mentales.
Entre los términos importantes para interpretar
resultados, hallamos el de prevalencia, que significa la
cantidad de población quienes poseen una enfermedad en
cualquier período, mientras que incidencia se
refiere a la tasa anual de los casos nuevos y
diagnosticados.
De igual manera, se versarán los resultados sobre
4 diagnósticos importantes esquizofrenia, trastornos
depresivos, trastornos bipolares y trastornos de
ansiedad
2.3.1 ESQUIZOFRENIA
Se trata de una enfermedad crónica
neuropsicológica, cuyos principales síntomas
consisten en alucinaciones (percepciones sin objeto) que pueden
ser visuales, auditivas y cenestésicas, y en delirios,
consistentes en ideas inverosímiles y solo creídos
por el enfermo, por lo que el paciente manifiesta distorsiones
preceptúales y emocionales (OMS, 1992).
Se observa una tendencia de inicio al final de la
adolescencia
en varones y entre los 25 y 35 años en mujeres, por lo que
sugiere una herencia genética o
anomalía cerebral, pero ciertas cifras pudieran sugerir
otra lectura de la
situación; hay una tendencia a pensar que existen tasas
similares de esquizofrenia en todos los países (alrededor
del 1,1%), pero se hallan valores
más altos en países con IDH alto (Diseases Center,
2003).
Por ejemplo, Estados Unidos
tiene una prevalencia de 2,2%, calculándose que 7,2 x 1000
habitantes sufren del trastorno, siendo de hecho más alto
que el mal de Alzheimer y la
Esclerosis múltiple (National Institute of Mental Health,
s/f: Trastornos de la Salud Mental; Diseases Center, 2003). Tasas
aproximadas al 2% de esquizofrenia se presentan en Suecia,
Japón,
Reino Unido, Francia Alemania y Canadá, de hecho en este
último país, esta enfermedad es una de las
principales causas de hospitalización (Health
Canadá, 2002); mientras que países como Brasil, Arabia
Saudita, China y Venezuela presentan prevalencia del
1%.
Este trastorno, sin tratamiento puede haber
recaídas en un 80% en los siguientes 2 años, y en
un periodo de 10 años, se logran recuperar completamente
(con los tratamientos actuales) 25% de los pacientes,
representando un gasto alo en consultas y medicaciones. En
Estados Unidos, 22% de los esquizofrénicos viven en
albergues, prisiones y hogares de cuidado, mientras que un 5 % se
hallan en hospitales.
Ha sido una enfermedad altamente degenerativa,
además de estigmatizante, impidiendo que los enfermos
puedan incorporarse a sus empleos, estudios y
familias.
2.3.2 DEPRESIÓN
Es un desorden que entra en la categoría de
trastorno del humor, consistente en ánimo depresivo,
desinterés, con pérdida del disfrute por las
actividades, culpabilidad,
sentimientos de inferioridad e inutilidad, perspectiva
sombría del futuro, siendo frecuentes las ideaciones e
intentos suicidas (OMS, 1992). Es más frecuente en mujeres
que en hombres.
Es la 4ª causa de morbilidad mundial con 4,4% (OMS,
2001), y la primera entre las enfermedades mentales. Es posible
confundirla con estados de ánimo triste de corta
duración, pero a nivel clínico, es más
severo. En el Reino Unido, se calcula una prevalencia de 1 por
cada 6 habitantes, sufren de depresión (Mental Health
Foundation, 2003); en Estados Unidos se estima que entre un 5,3%
y 9,5% de la población sufra depresión,
aproximadamente 1 de cada 18 personas, detectándose que en
más del 90% de los suicidios respondieron principalmente a
depresión (National Institute of Mental Health, s/f:
Trastornos de la Salud Mental; Diseases Center, 2003). En
países de la región asiática sudoriental, es
el principal problema mental, igual que en países de bajo
ingreso y constantes conflictos sociales e intensos. Es
presumible que la incidencia de depresión entre
países de alto, mediano y bajo IDH sea similar.
Otra situación es la comorbilidad que presenta
ese trastorno, que tiende a asociarse a trastornos de ansiedad y
consumo de substancias. Esto complica los tratamientos,
consistentes en psicoterapia
entre 1 ó 2 veces semanales, aunado a psicofármacos
antidepresivos, que elevan los costos en salud y
por tanto, establece un entramado mayor para acceder a servicios
mentales.
2.3.3 TRASTORNO BIPOLAR
Conocido anteriormente como psicosis
maniaco-depresiva, consistente en alteraciones del
ánimo, donde la persona muestra periodos de alta
actividad, euforia y exaltación, mientras otro periodo se
observa síntomas depresivos marcados (OMS, 1992). Hay una
ligera tendencia a ser más frecuente en hombres que en
mujeres.
Esta enfermedad resulta más compleja de
registrar, ya que es posible ser diagnosticado de
depresión inicialmente, hasta que el sujeto muestre
algún episodio maníaco que permita modificar el
diagnóstico, por lo que no hay
estadísticas fiables. Sin embargo, se tiene que en Estados
Unidos hay una prevalencia entre 1,2% y 1,7% (National Institute
of Mental Health, s/f: Trastornos de la Salud Mental; Diseases
Center, 2003). En el caso de Canadá, que para 1999, se ha
detectado una alta incidencia, sospechándose vaya en
aumento, donde 25 por cada 100.000 habitantes fue hospitalizado
por trastorno bipolar, promediando 20,4 días de
hospitalización (Diseases Center, 2003). En los
países en vías de desarrollo y de bajos ingresos,
no existen registros
rigurosos, sin embargo, no es común el diagnóstico
dentro de los servicios de salud. Al igual que los
desórdenes anteriores, requiere de psicoterapia y
medicación, pero genera una dificultad, sobre todo cuando
el paciente está en episodio maníaco, ya que
presume estar bien y no acude a control, pero la
consecuencia es inestabilidad familiar, social y laboral.
2.3.4 TRASTORNOS DE ANSIEDAD
Comprende una gama de desórdenes, conocidos
anteriormente como neurosis. La ansiedad exacerbada e
irracional es el principal síntoma, y entre estos figuran
los trastornos de ansiedad generalizado, ataque de pánico,
fobia, obsesión-compulsión, estrés agudo y
estrés post-traumático.
En cuanto a las cifras mundiales, en el Reino Unido se
encuentra que 1 de cada 10 habitantes sufren de ansiedad (Mental
Health Foundation, 2003); en Estados Unidos oscila entre un 13% y
16% de la población (National Institute of Mental Health,
s/f: Trastornos de la Salud Mental), siendo afectados en mayor
proporción los veteranos de guerra (30% de
los pacientes con tal diagnóstico). Las fobias y el
estrés post-traumático son los diagnósticos
principales relacionados con ansiedad en Estados Unidos,
tendiendo a aumentar en un 3% anual manteniendo constante la
situación actual. Esto posiblemente sea mayor y variable
en otras naciones que hayan participado en guerra o se encuentran
en constantes conflictos y ataques terroristas (Inglaterra,
España, Irak,
Afganistán), donde los diagnósticos de
estrés incrementan de forma vertiginosa y acelerada, al
igual que ante desastres
naturales, por ejemplo, el tsunami ocurrido en Asia a finales
de Diciembre de 2004. En Australia, un 4,5% de la
población reportaron tener problemas de
ansiedad, con una prevalencia de 8,5 persona x 100.000 habitantes
para 1997 (Diseases Center, 2003).
Se puede apreciar en consecuencia, que los trastornos
mentales afectan bien sea los procesos de
pensamiento como los de humor, funciones
psicológicas necesarias y propias del ser humano por medio
de las cuales se efectúan las actividades personales,
académicas, laborales, familiares, sociales, es decir,
están presentes en toda ocasión, y una vez que
aparece el trastorno, comienza una merma paulatina en las
capacidades sociales, apreciable en el entorno, creando estigmas,
rechazos, exclusiones, aislamiento, dificultades interpersonales
entre otras, que van aumentando las estadísticas en forma
insidiosa. Es apropiado acotar que aunque observamos cifras altas
en los países, no se incluyeron otra gama de
patologías como los trastornos de personalidad,
ni los trastornos del desarrollo vistos en niños,
niñas y adolescentes,
ya que abultaría la magnitud del problema. Bastará
con apuntar que las patologías tratadas aquí
inician de alguna manera en las primeras etapas.
3) IMPACTO DE LOS TRASTORNOS MENTALES EN EL
DESARROLLO HUMANO.-
Ahora, sí los trastornos mentales ocurren
en forma individual, considerando las prevalencias, incidencias y
comorbilidad, es pertinente examinar cuál es la influencia
de los trastornos mentales en el desarrollo humano y el
crecimiento socio-económico de un país.
En el capítulo anterior, se mencionó que
existen científicos cuya postura muestra herencia
genética de las patologías, lo que
presupondría estadísticas constantes y paulatinas,
pero observamos que el estado de la cuestión es distinto,
varía según las condiciones en las que se encuentra
sumergida una nación
o un continente, sugiriendo que hay otros factores que generen
dichos trastornos e influya en el desarrollo humano.
3.1 GASTO NACIONAL EN SALUD Y CRECIMIENTO
ECONÓMICO
La OMS (2001) enumera una serie de factores que
determinan la generación y mantenimiento
de patologías mentales, siendo las socio-económicas
como la pobreza, la edad, el género, la
situación política y económica del
país, desastres socionaturales y enfermedades
físicas entre otras, que inciden en la población.
Por ejemplo, se ha revelado que por cada rico que sufra un
trastorno, existen al menos 2 pobres. También hay una
diferencia en la recuperación de los pacientes en
países desarrollados; en el caso de la esquizofrenia, el
63% de los pacientes se recuperan al cabo de 2 años,
mientras que los países en desarrollo se recuperan el
37%.
Es posible cuestionarse por qué existen tales
números en el mundo, y Brundtland (2000) ofrece una
explicación, que pese a que las medidas a tomar pudieran
ser simples, la salud mental no avanza por:
1) Poca prioridad a la salud mental
2) Centralización de los servicios de salud en
grandes instituciones
psiquiátricas
3) Escasa aplicación de estrategias
reconocidas
4) Desconocimiento por parte de los agentes responsables
de la salud
5) Deficiencia organizacional
6) Falta de medicación
psicotrópica
Sumado a tal situación, es necesario tomar en
cuenta la inversión que realiza el Estado por concepto de
salud, donde dichos montos y porcentajes destinados a ello
conciben un entorno como el mostrado anteriormente. Como en
muchas ocasiones no es factible desglosar el gasto
específico en salud mental, se tomarán ciertos
aspectos en salud, en términos globales.
Estudiando las inversiones y
el acceso a la salud que posee la población, observamos
por ejemplo el porcentaje del PIB en Venezuela usado en salud,
que es de un 1,72% anual en 2004, cifra que ha ido progresando
(Sistema Integrado
de Indicadores Sociales de Venezuela [SISOV], 2005), mientras que
Estados Unidos dedica 2,5% del PIB a salud (OMS, 2001); Venezuela
destina 14% del gasto social en salud (SISOV, 2005) mientras
países como Reino Unido y Holanda destinan 22 y 23,2%
respectivamente por el mismo concepto.
En cuanto al presupuesto en
salud por persona, para 2004, Venezuela dedicaba Bs. 58.994 per
cápita, equivalente al cambio a 27$;
Lennock y Ehrenpreis (2003) estimaron que los países en
desarrollo consignaban 11$ per cápita, mientras hay
países desarrollados que dedican hasta 2000$ per
cápita. Aun así, dichos autores presumen que con
aumentar 40$ más en los países en desarrollo, se
pueden solventar suficientes problemas en salud de los
pobres.
A manera de ejemplo, se muestran a 13 países con
sus respectivas inversiones por concepto en Salud per
cápita, clasificados según su IDH (United Nations
for Developmental Programme , 2002); entre los de IDH alto, se
incluyeron Suecia, Canadá, Estados Unidos, Japón y
Reino Unido; IDH medio a China, Arabia Saudita, Brasil y
Venezuela; y entre los de IDH bajo a Uganda, Nigeria,
Haití y Zambia. Se pude notar el monto de inversión
en salud per cápita, medido en dólares, donde los
países con IDH alto oscilan entre 1989$ y 4887$; los de
IDH medio entre 224$ y 591$; por último, los de IDH bajo
invierten entre 31 y 57$. Esto sugiere una idea del estado del
sector salud, donde específicamente la salud mental
está llevando una merma directa debido a la
situación. Una lectura a dicho entorno, hace denotar que
los países con IDH alto tienen altas inversiones, y a su
vez, altas tasas de trastornos mentales, en comparación
con los países de IDH medio y bajo que tienen bajos
presupuestos
en salud y menor tasa de trastorno mental, mientras que sí
tienen tasas de enfermedades físicas (p.e: epidemias)
altas en comparación con las otras naciones.
Este panorama señala un estado de la
cuestión de importancia, dado a que el capital humano de
un país (sus habitantes) constituye un recurso vital para
el crecimiento económico. Sí bien la
inversión es una fuente de distribución de la salud
a través de instituciones y sus programas, la realidad
indica otro matiz.
En México por
ejemplo, el estrato más pobre no posee capacidad
económica para acceder a los servicios de salud,
razón por la que se vuelven crónicos los males; de
hecho, los que más gastan, tienen menos recursos,
resultando en un 60% de los ingresos en los hogares pobres, que
son aproximadamente el 30% poblacional (CMMS, 2004).
En Venezuela, el 35% del sector más pobre afirma
no tener como pagar consultas y/o medicamentos, al mismo tiempo
que en un 6% aseguran que los centros de salud se hallan muy
lejos (SISOV, 2005). Este contexto se une con respecto a la
incidencia de la pobreza estudiada por la misma fuente, que hasta
el 2002 representaba el 48,6% de los hogares, y la brecha de la
pobreza, donde se estima un 21,6% por debajo del valor de la
cesta
Los índices de pobreza humana y el porcentaje de
población por debajo de la línea de pobreza, se
pueden apreciar en el anexo 2, donde en el primer renglón
oscila entre el 8 al 50% en países de IDH medio y bajo,
mientras que en el segundo renglón, hay entre el 4 y 79%
de la población por debajo de la línea de pobreza.
Aquí se logra una idea de cómo lo económico
afecta a la salud en cuanto al acceso a los servicios
sanitarios.
Pero la brecha en salud también existe y a nivel
mundial, con respecto a los trastornos mentales; Kohn, Saxena,
Levav y Sarraceno (2004) estudiaron el número de casos
mentales conocidos que quedaron sin tratar, detectando una brecha
en los esquizofrénicos del 32%, depresión en un 56%
y trastornos de ansiedad entre 50 y 56%.
Sin embargo, el monto invertido en la salud mental es
controversial; Reino Unido manifiesta que el costo de los
trastornos mentales asciende a 32 millardos de libras esterlinas,
donde más de un tercio de este monto es dirigido a la
pérdida de empleo, estimado en 11 millones de días
laborales perdidos al año, siendo la mitad de estas
pérdidas explicadas por diagnósticos de
estrés y ansiedad (Mental Health Foundation, 2003). En el
caso de Estados Unidos, solamente los trastornos
esquizofrénicos generan un costo de 65 millardos de
dólares, donde un tercio del monto se dirige a
tratamientos directamente. Parece un monto muy alto, pero en
comparación con los enfermos de VIH/SIDA, que para 1999 se
estimaban en 800.000 americanos con el síndrome, se
invertían 2.240$ por paciente, mientras que para ese mismo
año e calculan uno 2 millones de americanos
esquizofrénicos, tocando 74$ por paciente. Esto ocurre
igual para investigación psiquiátrica, a mayor
número de pacientes, menor el gasto a invertir (Diseases
Center, 2003).
En cuanto a otras estadísticas relacionadas con
salud mental se encuentran por ejemplo, para los países de
la muestra con IDH alto, existen 164 y 287 médicos cada
100.000 personas; en países de IDH medio hay 164 y 206
médicos, no muy dispar en relación a los de alto
desarrollo, y los de IDH bajo reúnen entre 5 y 27
médicos por cada 100.000, esto nos permite entender un
poco mejor el por qué de de las incidencias altas de
enfermedades físicas en países de IDH
bajo.
Existen informes donde
se desconocen el número de médicos, enfermeros o
instituciones en ciertos países. Venezuela es uno de esos
casos; según la OMS (2001) en el país no
existían cifras oficiales de psiquiatras, neurocirujanos,
neurólogos, psicólogos ni de trabajadores sociales,
sólo de médicos en general (200 por cada 100.000
habitantes); en cuanto a camas psiquiátricas, se hallan
mayor número de estas (0,76 por cada 10.000) fuera de
hospitales mentales (0,15 por cada 10.000). En ese
renglón, el país muestra bajo capacidad de
respuesta en la asistencia.
3.2 IMPACTO DE LOS TRASTORNOS MENTALES EN EL
ÁMBITO SOCIAL
Ya se ha mencionado que los trastornos mentales afectan
tanto los procesos de
pensamiento
como la esfera emocional; estos acarrean un desgaste cerebral y
social muy alto, sumándose al desgaste familiar o
institucional de quienes se hacen cargo de un paciente
mental.
Un elemento importante en el tratamiento de estos
pacientes es la cultura social
del enfermo mental. Una persona que posea algún
diagnóstico psiquiátrico en países
principalmente en vías de desarrollo, le aparece
inmediatamente un estigma referido a peligrosidad, incapacidad y
minusvalía intelectual y laboral, y por qué no,
familiar. Sí bien es cierto que en la esquizofrenia, la
depresión, trastornos bipolares y de ansiedad generan un
estado particular inicial que requiere de atención eficaz
y rauda, muchas veces estas mismas persona por temor a ser
señalados por sus comunidades desisten de ir a servicios
mentales, aun conociendo que existe un mal que los
aqueje.
Estos malestares mentales inciden en la familia,
pudiéndose aprender patrones patológicos (p.e. los
hijos de personas depresivas pueden lograr comportamientos y
esquemas depresivos) y que contribuyen a establecer estados
crónicos de los padecimientos, influyendo y afectando en
el rendimiento humano, académico y laboral. Aunque no se
ha tratado aquí los trastornos infantiles, se encuentran
investigaciones donde revelan una estrecha correlación
entre la adquisición de una patología infantil y el
padecimiento mental en algún familiar cercano (padres,
abuelos o tíos). Esto se revierte en bajo desempeño en la escuela, baja
inteligencia
emocional, impulsividad, déficits de atención,
agresividad y la instalación progresiva de trastornos de
personalidad que se expresarán en la vida adulta,
manifestándose dificultades en las relaciones
interpersonales como establecer una relación de
pareja, hacer amigos, tratar a los jefes en el trabajo o
mantener lazos afectivos con familia e
hijos.
A su vez, el aporte genético a la descendencia
aumenta en términos probabilísticas, quedando
expuesto a su vez dicha descendencia a estar más propensos
a la expresión conductual de una patología
mental.
Como se advierte, la prolongación y falta de
atención sobre estos aspectos, repercuten inevitablemente
en lo social; una sociedad más sana mentalmente
redundará en mayor productividad,
creatividad,
claridad, eficacia, comprensión y muchas otras condiciones
que facilitan la evolución o involución de una
nación.
Sin embargo, luego de examinar este panorama, queda sino
preguntar ¿cómo se puede solucionar el
problema?
4) PROPOSICIONES PARA MEJORAR LA SALUD MENTAL Y SU
INCIDENCIA EN EL DESARROLLO HUMANO.-
Se ha valorado la interacción existente entre la
salud mental de un país y su desarrollo humano, que puede
entenderse de manera bidireccional; esto requiere una
organización del caos inicial en que se encuentran los
humanos como lo señala Isla (2000), cuya meta es instaurar
sentimientos de comunidad,
pertenencia, crear estructuras
sólidas, compuestas por redes sociales.
Para alcanzar el estado de bienestar individual social a
través de redes sociales, para redundar en el desarrollo
económico de un país, es preciso fortalecer la
educación.
Según Bourdieu (2002) la educación es el punto de
partida para instaurar el desarrollo, no solo por la vía
tecnológica y de investigación básica, sino
el trabajo coordinado que exigen las tareas para obtener el
desarrollo planificado, por tanto, un modelo de
desarrollo cualquiera que sea, demanda
preparar a las personas para asumir reos dentro de esa sociedad
del conocimiento
(Rangel, 2002).
Desde el punto de vista socio-económico,
Huayamave (2003b) ha dilucidado la experiencia latinoamericana,
que se ha caracterizado por frecuentes conflictos
políticos y sociales en las últimas décadas,
se deben mejorar aspectos como:1) el empleo; 2) el gasto social
aumentado en sectores desposeídos, a través de la
educación, salud y servicios básicos; 3)
reducción de la pobreza; 4) reducir la inflación;
5) mejor distribución de la riqueza, y 6) mayor libertad
de pensamiento. Muy cercanamente a esta visión se hallan
Peña et al (2002), donde una política
social para el desarrollo debe estar dirigidas a los puntos
mencionados más arriba, agregando la disminución de
la brecha entre ricos y pobres, disminuir la inequidad en los
ingresos y la marginalidad, elementos que afectan el capital
humano y por ende, el desarrollo.
En el caso específico de la salud mental,
Brundtland (2000) aborda unos puntos que indican ser claves para
mejorar dicho campo.
La labor preventiva se encuentra en primer lugar. Desde
la educación para la vida como lo plantea la
educación, repercute en un mejor grado de bienestar y
calidad de vida, no basados únicamente en un IDH alto,
observado en aquellos países con tal condición,
sino que también poseen una tasa ala de trastornos
mentales. La meta es clara, tener IDH alto con muy bajas tasas de
tales trastornos.
En segundo lugar, la mitigación de la pobreza. La
disminución de esa condición se tornará a
favor de la productividad de una nación,
entendiéndose la mitigación no sólo en lo
económico, sino en lo social (acceso a la salud, mejores
servicios, educación).
En tercer lugar, la resolución
de conflictos. Desde el punto de vista psicológico,
dada la condición mental de los humanos de procesar la
realidad en forma individual, y en consecuencia, distintas entre
una persona y otra, están siempre latentes las
diferencias, al punto de llegar al conflicto.
Desde el punto de vista social, una vez originado un conflicto,
se detecta una crisis, convirtiéndose en una oportunidad
para establecer acuerdos, consensos, pactos o cualquier otra
alternativa que signifique resolución. La
resolución de problemas es una capacidad estrechamente
relacionada con el nivel de inteligencia
adaptativa, la educación y estilos personales de
afrontamiento, queriendo decir con esto, que son áreas
críticas que es necesario estimular en la
población.
Trabajar en estos puntos, requiere de un esfuerzo
significativo y sostenido, ya que el estado de la cuestión
es delicada, y que no debe ser abordado principalmente por medio
de cifras, sino poder palpar y percibir que la población
mundial realmente se encuentra con realidades en el área
mental que exigen de atención de calidad. Entender la
interacción entre la salud mental y el desarrollo humano,
es clave para obtener una satisfacción global de la vida
humana
La salud mental y las patologías mentales, son
conceptos relativamente jóvenes en la historia, que remonta hace
poco más de 100 años, mientras que la medicina
formal ya posee más de 1000 años, comparable con
otras ramas del saber; pero es ahora que en el siglo XXI, se ha
considerado este factor como importante para la evolución
humana, y por tanto, de desarrollo
socio-económico.
Del mismo modo, las ciencias
sociales en general, apenas se aproximan a los 300
años de historia, y aun se formulan alternativas para
obtener un grado de desarrollo determinado, que implique el
disfrute y satisfacción de los habitantes del
planeta.
Esto advierte que los niveles de conocimiento arribado
por estas áreas del saber han trabajado a una velocidad
sorprendente, a medida que la tecnología ha colaborado
para entender mejor los procesos humanos, sin embargo, la tarea
aun está pendiente.
Es preciso examinar constantemente el estado mental
mundial y sus respectivos niveles de desarrollo, no solo desde el
punto estadístico y/o matemático, sino desde el
punto de vista perceptual que tienen las personas acerca de estos
dos elementos, y por ende, es apreciable que la situación
ha generado mucho malestar mental, y pese a los avances
científicos, el resultado no ha sido el esperado, ni mucho
menos satisfactorio. Cabe destacar que hallar cifras confiables
es una labor difícil, dado a los pocos desgloses de dichas
cifras y lo mal organizadas que puedan estar.
Entender que en la medida que la cultura progresa, se
generan males acordes con dichos avances, es un malestar cultural
como lo planteaba Sigmund Freud, y
que exhorta a estudiar tales interacciones de forma
mancomunada.
Una vez adelantada la tarea de explorar la salud mental
y el desarrollo humano, se deben abordarlas planteando las
soluciones
relacionadas con la prevención y la asistencia, aspectos
comunes en el área de la salud.
Por último, articular políticas para la
salud mental, son vitales por cuanto en un futuro se pueda hacer
un seguimiento a las estadísticas mundiales y poder
apreciar un descenso en las mismas, en función de lograr
lo planificado y soñado por diferentes políticas
socio-económicas: el desarrollo humano, expresado
más allá en el bienestar subjetivo y objetivo.
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Anexo 1. Carga de
morbilidad expresada como años de vida ajustados en
función de la discapacidad (AVAD) por causas en las
regiones de la OMS. Estimaciones para 2000 (expresado en
porcentaje de años perdidos considerando todos los
trastornos y enfermedades)
Causa | Total | África | América | Mediterráneo | Europa | Asia Sudoriental | Pacífico |
Trastornos | 181.755.000.000 (12%) | ||||||
Depresión | 4.4% | 3.3% | 1.3% | 5.3% | 4.05% | 26.3% | 22.3% |
Trastornos Bipolares | 0.9% | 6% | 1.2% | 5.7% | 3.2% | 21.3% | 26.5% |
Esquizofrenia | 1.1% | 5.5% | 1.3% | 6.3% | 2.9% | 23.5% | 29.1% |
Consumo de Alcohol | 1.3% | 4.7% | 2.4% | 1.6% | 12.5% | 10.6% | 14.1% |
Drogas | 0.4% | 10.3% | 1.2% | 3.7% | 5.1% | 8.8% | 5.7% |
TEPT | 0.2% | 4.9% | 1% | 5.6% | 4% | 22% | 23.2% |
TOC | 0.3% | 8.9% | 1.7% | 6.8% | 5.9% | 17.1% | 15.6% |
Ataque de Pánico | 0.2% | 4.3% | 1.2% | 6% | 3.6% | 22.4% | 25.6% |
Anexo 2. Tabla contentiva de 7 variables
consideradas en el Desarrollo Humano.
| Human development 2002
| Human Poverty
| Population living below the 1990-2001 a
| Total population (millions) 1975 2002 b 2015 b
| Health expenditure per 2001
| Physicians 1990-2003 c
| GDP per capita (US$) 2002
| |
High Human Development | ||||||||
2 | Sweden | 0.946
| ..
| ..
| 8.2 8.9 9.0
| 2,270
| 287
| 26,929
|
4 | Canada | 0.943
| ..
| ..
| 23.1 31.3 34.1
| 2,792
| 187
| 22,777
|
8 | United States | 0.939
| ..
| ..
| 220.2 291.0 329.7
| 4,887
| 279
| 36,006
|
9 | Japan | 0.938
| ..
| ..
| 111.5 127.5 127.2
| 2,131
| 202
| 31,407
|
12 | United Kingdom | 0.936
| ..
| ..
| 55.4 59.1 61.3
| 1,989
| 164
| 26,444
|
Medium Human Development | ||||||||
68 | Venezuela | 0.778
| 8.5
| 31.3d
| 12.7 25.2 31.2
| 386
| 200
| 3,760
|
72 | Brazil | 0.775
| 11.8
| 17.4
| 108.1 176.3 202.0
| 573
| 206
| 2,593
|
77 | Saudi Arabia | 0.768
| 15.8
| ..
| 7.3 23.5 32.7
| 591
| 153
| 8,612
|
94 | China | 0.745
| 13.2
| 4.6
| 927.8e 1,294.9e 1,402.3e
| 224
| 164
| 989
|
Low Human Development | ||||||||
146 | Uganda | 0.493
| 36.4
| 44.0
| 10.8 25.0 39.3
| 57
| 5
| 236
|
151 | Nigeria | 0.466
| 35.1
| 34.1
| 54.9 120.9 161.7
| 31
| 27
| 328
|
153 | Haiti | 0.463
| 41.1
| 65.0d
| 4.9 8.2 9.7
| 56
| 25
| 415
|
164 | Zambia | 0.389
| 50.4
| 72.9
| 5.1 10.7 12.7
| 52
| 7
| 361
|
DATOS DEL AUTOR
Hernán De Oliveira
Psicólogo Clínico
Cursante de la Maestría de Información y Comunicación para el Desarrollo
Universidad Central de Venezuela
Categoría: sugiero Psicología, Estudio
Social o Salud
Palabras Claves: Desarrollo Humano, Salud Mental,
Trastornos Mentales
Fecha de Elaboración: 18 de Julio de
2005
REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA
COMISIÓN DE ESTUDIOS DE POSTGRADO
INFORMACIÓN Y COMUNICACIÓN PARA EL
DESARROLLO
BASES TEÓRICAS DEL DESARROLLO
Caracas, Julio, 2005