Estudio de caso
"Si aspiramos a lograr un desarrollo
duradero, el turismo necesariamente
tendrá que serlo también. Tendrá que
ascender a un plano superior de respeto,
conservación y disfrute del patrimonio
histórico, del patrimonio vivo y, sobre todo del
más precioso de los patrimonios: el humano".
(Mayor, 1998).
El manejo de un sitio arqueológico, especialmente si
éste se ha destinado a operar en un régimen de
visita pública; implica una gran responsabilidad, tanto gubernamental,
institucional, comunal, profesional y social. Ello se debe a que
dicha condición impone una serie de factores y
circunstancias que están relacionados con su
investigación, conservación, operación,
presentación, interpretación y difusión.
Por una parte, es evidente que la visita pública
representa riesgos para
el propio patrimonio arqueológico; es claro también
que se requiere de una inversión en recursos humanos,
materiales y
financieros para dar marcha y seguimiento a iniciativas que
fundamentan la visita y permiten ofrecer una experiencia
educativa y satisfactoria al visitante. Es asimismo importante
reconocer que cuando un sitio arqueológico opera para
visita pública conlleva a transformaciones positivas en
las comunidades locales y aledañas, como en la sociedad en
general.
Manejar un sitio arqueológico para su disfrute
público significa contar con grandes oportunidades. La
visita representa no sólo el medio más tradicional
sino también la forma más inmediata y directa de
comunicar, poner en circulación y vigencia los valores
del sitio arqueológico en el ámbito social.
Como gestores del patrimonio arqueológico, dicha tarea
posee una relevancia insoslayable, ya que no sólo
representa el ejercicio público de nuestro quehacer
profesional, sino que ello también da fundamento y
justifica nuestra labor ante la sociedad. Adicionalmente, la
apertura pública de un sitio arqueológico puede
conllevar a beneficios educativos, sociales y financieros para
una localidad, región o país. Por ello un sitio
abierto al público constituye un complejo escenario de
confluencia entre el ejercicio de la
investigación y conservación
arqueológica, del turismo y del desarrollo social.
Tal es así, que en este documento trato de trasmitir
mis vivencias que fueron producto de
una reflexión personal derivadas de
más de 4 años de estudio, la misma que se ha
alimentado de mi formación académica. Durante el
año de 1998 cuando me encontraba cursando el tercer
año de la especialidad de arqueología en la Universidad
Nacional Federico Villarreal; como parte de la asignatura
métodos
y técnicas de la investigación arqueológica se
programaron una serie de salidas semanales para explorar e
identificar los sitios arqueológicos ubicados en el valle
alto del río Chillón, con el fin de determinar
el estado
actual de los sitios, su patrón de asentamiento y organización social.
La topografía de este valle es muy sinuosa y
difícil de recorrer; los conjuntos
arqueológicos están ubicados a más de 3000
metros de altitud (región quechua, según la
regionalización transversal de Javier Pulgar Vidal), lo
que genera en algunas personas dificultad para respirar durante
el ascenso; un gran número de los compañeros de
clase por ser
costeños sufríamos este aprieto, además no
teníamos experiencia de transito por estos valles de
sierra; pero salida tras salida nos adaptábamos al
medio ambiente
canteño, el cual posee unos sorprendentes y maravillosos
paisajes; como diría John Murra "si quiere conocer al
Perú, solo transite por el valle de Canta" (Murra, 1975),
asimismo referencia la doctora Rostworowski que el
señorío de Canta, es una muestra de las
riquezas de las estructuras
andinas que se adaptan a las variaciones ecológicas
(Rostworowski, 1978).
Durante el trayecto nos encontrábamos con los
habitantes del lugar; quienes cumplían con sus labores
agropastoriles, entablábamos diálogos lo mismo que
con las autoridades (dirigentes comunales) a quienes les
solicitábamos el permiso respectivo para ingresar a los
sitios determinados como Cantamarca, Pumacoto y Huanchosmarca
entre otros sitios ubicados en las alturas de la provincia.
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