- Consideraciones
básicas - La historia y la
coyuntura - El Proyecto Educativo
Nacional, soporte básico del proyecto de
país
A estas alturas del debate,
empieza a rendir sus frutos la persistencia en la necesidad
de un Proyecto Educativo Nacional (PEN) que encare la
crisis de
la
educación, dé unidad y sentido a las
políticas del sector, acabe con la
anarquía y la improvisación y termine con el
tradicional "borrón y cuenta nueva".Hoy nadie niega que el PEN debe ser considerado como
viga maestra, como el soporte obligado de cualquier Proyecto
de Desarrollo
Nacional, o proyecto del país. Ahora estamos
más convencidos que no es posible hablar de desarrollo
o de cambiar el país, si es que no se articula una
propuesta integral educativa en función del país que se quiere
construir.Es bueno que la propuesta de PEN empiece a
fijarse en la mentalidad de la comunidad
política y educativa como una
necesidad. Sin embargo, se mantienen algunas concepciones
atrasadas que en el fondo tienden a entenderla y manejarla
distorsionadamente como política de coyuntura. La
propia Ley de
Educación recorta el sentido
histórico del PEN al considerarlo como "la suma de
políticas educativas" y ello no es así. El PEN
es una política de estado y
como tal, un referente obligado a tener en cuenta por los
gobiernos sucesivos; no está sujeto a la moda o a
los caprichos de los ministros de turno, si no al horizonte
del país que se quiere edificar.El PEN, visto de manera integral, es una propuesta
política, una obligación nacional a cumplir y
construir, un referente obligado no solo para la ciudadanía, si no fundamentalmente para
todo aquel que aspire a conducir el país, a
administrar el estado,
en su totalidad o en parte.Resulta irresponsable que a estas alturas se
persista en conductas, no solo lamentables y precarias en el
enfoque de la educación, si no en la obsesión
por "llegar" al gobierno,
no para construir o servir, si no depredar, promover el
clientelaje y seguir improvisando.La crisis de la educación es integral, como
integral es la crisis que agobia al país, de la cual
ella es una de sus innegables expresiones. Por eso resulta
indispensable que examinemos la crisis histórica y el
rol de las clases dominantes, para explicarnos mejor la
crisis de la educación y la necesidad de un Proyecto
Educativo Nacional para un nuevo
país.- CONSIDERACIONES
BASICASFalta menos de dos décadas para recordar dos siglos
de la independencia
política de España
y de la fundación de una república que hoy
observamos vieja, atravesada por una crisis irreversible,
más excluyente y centralista que nunca, con sus
instituciones básicas agotadas,
desprestigiadas y corrompidas. Manejada desde sus inicios por
clases dominantes que nunca tuvieron un proyecto nacional o
de país, animadas únicamente por un afán
compulsivo por depredar la caja fiscal y
los recursos
naturales, fueron incapaces de reconocer y afirmar
nuestra identidad nacional porque desde un inicio se
enfeudaron a los patrones foráneos, a la dependencia
enfermiza de lo extranjero.La inestabilidad permanente, marcada por los vaivenes
políticos entre una democracia
formal y burocrática, con autoritarismos y golpismos,
reflejan, desde un principio, que la república nacida
de la independencia de España tenía
como conductores a clases y caudillos incapaces de mirar
más allá de la coyuntura, de trazarse objetivos
nacionales y trabajar a mediano y largo plazo siquiera un
proyecto capitalista articulado a un aparato productivo y
mercado
respetable. Fueron incapaces de sentar las bases de un
estado soberano, realmente independiente; en su lugar, en
casi dos siglos, han hecho de nuestro país el lugar de
las oportunidades, guerras y
soberanía perdidas o vendidas. No es
casual que hasta la fecha tengamos doce constituciones y
siete estatutos de gobierno de diversos orígenes y
tristes finales; tampoco es casual, entonces, que de un
día para otro se transforme automáticamente la
conservadora demarcación política departamental
en flamantes "regiones" que, como no podía ser de otro
modo, hoy no hacen si no reproducir las mismas taras del
centralismo
limeño; por eso, no nos debe extrañar que ahora
tengamos más de 80 universidades y el triple de
filiales, la mayoría afincadas como vulgares negocios
sin planificación, orden ni concierto;
menos que existan alegremente más de 400 centros de
formación magisterial que, con las excepciones del
caso, es la más evidente demostración que las
cosas marchan de
cabeza.Hace más de 3 décadas el Estado y los
sucesivos gobiernos restringieron la jornada escolar completa
y diaria. Con la imposición de "turnos" con el
mismo presupuesto y la misma infraestructura, se
disminuyó drásticamente el número de
horas por alumno y nuestro país pasó a los
últimos lugares en el horizonte de horas de clase en
América y el mundo. Esa fue una
decisión de Estado que los gobiernos han mantenido
hasta hoy. El continuismo toledista, sus funcionarios de
turno y la infinidad de comerciantes de la educación
"olvidan" este detalle, culpan tramposamente de ello
al magisterio, e interesadamente hablan de la necesidad de
ampliar el numero de horas de enseñanza para "igualar los
estándares internacionales", pero acabando con el
derecho vacacional de los maestros o imponiéndole la
rudimentaria "jornada cronológica de 40 horas",
desconociendo lo peculiar del trabajo
pedagógico y docente. No dicen nada de volver a la
jornada íntegra, con la decisión de estado de
mayor presupuesto para más infraestructura y
más maestros en las aulas.Cada gobierno y los innumerables ministros de
educación, han pretendido "marcar la diferencia" y
hacer de la educación el principal soporte
propagandístico de su gestión. Sin visión de
país, sin proyecto educativo, siempre terminaron
manoseando la educación y ahondando su crisis. La
llamada "reforma educativa" del decenio de la corrupta
dictadura
fujimorista, es uno de los más recientes ejemplos de
la política del "borrón y cuenta nueva" en la
politiquería y negocios en educación. Nadie
habla de hacer un balance cultural, educativo y
pedagógico de esa "reforma"; su currícula
embrutecedora sigue aplicándose "oficialmente";
tampoco se habla de los programas
estrellas de la reforma neoliberal, como el Plancad, Plang,
Constructivismo, Bachillerato, etc., etc.;
impuestos
como la última moda en nuestro país e
implementada festivamente por una abultada cofradía de
ONGs que fagocitaron más de 600 millones de
dólares en sus "esfuerzos" implementadores, de lo cual
ni en el ejecutivo, ni en el Congreso, ni en los medios se
quiere hablar. Nada raro, en tanto muchos de esos mismos
implementadores continúan haciendo su negocio
implementador con el actual gobierno; ahora están
empeñados en "terminar con los aspectos pendientes" de
la reforma neoliberal, entre ellos, unsir a los designios del
Banco
Mundial al magisterio peruano, imponiéndole una
carrera pública magisterial regresiva.Hace dos años se declaró la educación
en "emergencia"; ¿en qué ha cambiado el enfoque
de la Educación con su declaratoria en emergencia?. En
nada; en los planes del continuismo toledista no figura
honrar sus declaraciones y promesas, menos de priorizar la
Educación como correspondería. Se mantiene el
mismo presupuesto del año pasado a pesar de haber
crecido las necesidades educativas y para colmo a lo
único que se atina es a rematar los bienes del
sector para "hacer caja". En ese camino, ni por asomo nos
aproximaremos al 6% del PBI que como política de
estado fue asumido por el gobierno y en consecuencia, la
mayor precariedad de la educación será el
resultado
lógico.Acaba de decretarse el inicio del año escolar para
todo el país en una misma fecha para "recuperar las
horas perdidas desde décadas atrás", a decir de
las autoridades educativas. Se ha pretendido cubrir el
fracaso de querer "standarizar" la escolaridad en un
país cuyas diferencias regionales, geográficas,
climáticas y culturales, lo que menos necesita es una
medida centralista y burocrática como la que a duras
penas a cubierto un 10% en todo el país. La
"standarización" del inicio del año escolar es
una medida conservadora y regresiva que contradice totalmente
cualquier criterio sensato descentralizador y
pedagógico, que incluso se la pretendió usar
como cortina de humo para encubrir el fracaso de la llamada
emergencia educativa y la marginación presupuestal del
sector.Este manejo errático del país y la
educación, tiene causas fundamentales: falta de clase
dirigente (que se quedó pasmada en su naturaleza
dominante) y carencia de Proyecto Nacional que diera sentido
y unidad a la vieja república fundada en 1821. - LA HISTORIA Y LA
COYUNTURA - EL PROYECTO EDUCATIVO
NACIONAL, SOPORTE BASICO DEL PROYECTO DE PAIS
El agotamiento de la vieja república es
inocultable; la necesidad de refundarla o fundar una nueva que
tenga como referencia un proyecto nacional de desarrollo y se
sustente jurídicamente y políticamente en una
nueva constitución es nuestra propuesta
política.
La Nueva Republica acometerá las tareas
pendientes democráticas y nacionales que las clases
dominantes desde 1821 fueron incapaces de acometer y resolver:
la construcción del Perú como
país soberano, independiente, unido, prospero,
descentralizado. Ello implica acabar con el estado excluyente,
centralista y antidemocrático para construir una nueva
institucionalidad democrática, confiable, transparente,
asentada en la
organización y protagonismo ciudadano; para ello es
necesario recuperar el rol dirigente, articulador, planificador
y social del estado, recuperar la confianza en sus
instituciones principales; propuesta integral que además
debe ser capaz de comprometer todos nuestros esfuerzos para
afirmar nuestra cultura,
fomentar el orgullo patriótico y nacional y, desde
allí, encarar y asimilar los avances de la cultura y
civilización universal. El proyecto nacional es el
norte y referente de esa nueva república; una nueva
constitución, rediseñará el país
que queremos y significará el nuevo pacto social y
político para salir de la crisis.
Pero ¿es posible hablar de un proyecto nacional, si
condenamos a la marginalidad y
al manoseo politiquero a la educación?; la respuesta es
un sonoro NO.
El proyecto educativo nacional (PEN) es el soporte
ineludible, fundamental de cualquier proyecto nacional de
desarrollo serio. El PEN está llamado a responder a la
pregunta ¿Educación para qué?, para
qué tipo de país, para qué tipo de
republica y sociedad.
Hoy más que nunca, la educación debe ser
considerada como palanca irrenunciable de desarrollo.
EL PEN, no es "suma de políticas", si no es una
política de estado, que obliga a partidos, gobiernos y
actores sociales sucesivos a respetarla e implementarla y solo
pueden ser entendido como propuesta de largo plazo, en
función y como parte del proyecto de desarrollo
nacional.
El PEN con seguridad va
a contribuir a redefinir el rol social del estado y sus
más diversas instituciones, como de toda la sociedad, de
la escuela, de
los medios de
comunicación. Tal redefinición parte del tipo
de proyecto nacional de desarrollo y consiguientemente del
modelo
educativo que queremos.
Finalmente es cierto que el PEN, está obligado a
postular una educación reformada, profundamente
democrática, patriótica y descentralizada que,
orientada a la transformación social y teniendo como eje
la escuela
pública y la gratuidad y calidad de la
enseñanza, afirme la igualdad de
oportunidades, respete y proyecte las potencialidades del
educando, termine con el abismo entre la teoría y práctica y engarce todo
el proceso con
el trabajo,
con el empleo y el
desarrollo.
Prof. César Barrera Bazán (*)
Abril del 2005.
(*) Ex Secretario General del SUTEP y actual
Miembro del Consejo Nacional de la
Educación