Ensayo histórico conflictual de
la realidad venezolana (1998-2002)
Por todo el mundo hay hombres que
aspiran al poder que,
sea cual sea el nombre bajo el cual se escuden, tienen en
común el rechazo de la política…
BERNARD CRICK
Hay una tesis que
algunas voces calificadas de Venezuela han
comenzado a difundir, y es la del parecido ideológico y
praxico del pensamiento
del italiano Antonio
Gramsci y la versión latina-caribeña de
"revolución política" instaurada en
Venezuela desde 1998, denominada chavismo. Pero para entender con
propiedad esta
versión es necesario deshojar las margaritas
teoréticas de Gramsci, a efecto de reconocer en él
los lazos vinculantes, y por qué no, los discordantes, que
dan cuerpo a una interpretación ideológica del
chavismo.
Antonio Gramsci fue un pensador marxista italiano,
nacido en Ales, Cerdeña, en 1891. De familia modesta,
logra matricularse gracias a una beca en la universidad de
Turín, pero abandona los estudios en 1914 para dedicarse a
la militancia política. Descontento del socialismo, es
uno de los creadores del partido comunista italiano, en 1921,
tras haber fundado, con Palmiro Togliatti y otros, «Ordine
Nuovo», revista
semanal -cuya divisa era «Decir la verdad es
revolucionario»- que pasó luego a ser quincenal.
Elegido diputado y secretario general en 1924, dirigió el
órgano del partido comunista, «Unità.
Quotidiano degli operai e dei contadini». Arrestado en
1926, fue condenado en 1928 por un tribunal fascista a 20
años de cárcel, y murió en una
clínica de Roma, contando
con cuarenta y seis años de edad, en 1937; se le
había otorgado ya su libertad, pero
ésta no logró ser alcanzada de
hecho.
El fruto de sus lecturas en la cárcel, que le
sirvieron como profundización y maduración
teórica ante la principal de las cuestiones políticas
a que se enfrentaba el partido comunista -las ideas de la
Internacional comunista y su propia orientación hacia un
partido partícipe del libre juego
democrático-, es comentado por él mismo en sus
Cartas de la prisión. Desde un punto de vista
estrictamente filosófico, opone su «teoría
de la praxis»,
o «historicismo absoluto», que es lo que se
llamó historicismo en la bibliografía marxista,
específica y duramente criticado por Althusser en Para
leer El Capital, al historicismo metafísico de Croce.
La historia
sólo se comprende con el método
dialéctico, a saber, con la conciencia de las
contradicciones reales de la sociedad, y el
marxismo no
puede concebirse más que como una filosofía de la
praxis; a una conciencia revolucionaria sigue la praxis, o
transformación de la sociedad mediante el acceso al poder
de una clase
emergente.
La base de la teoría gramsciana es la
definición de «hegemonía»,
término que precisa las condiciones políticas en
que una clase puede erigirse en sujeto histórico de la
transformación social, como clase dirigente; esto no es
posible si se parte sólo de una consideración del
Estado como un
poder represivo; el Estado no sólo domina, no
sólo es aparato político, o dictadura,
sino que posee una auténtica hegemonía en muy
diversos órdenes y ámbitos, que pueden recibir el
apelativo de sociedad
civil. En este punto encontramos el primer eslabón
de coincidencia entre Gramsci y el chavismo: hay la
pretensión plena de ocupar el poder en toda su
dimensión de la mano de una hegemonía que involucre
cambios sustanciales, mas no radicales. Gramsci no se orienta
hacia la teoría absoluta de la revolución, sino
hacia estadios transitorios que condicionen la realidad social a
un nivel más elevado de cambio, en
donde la instauración de un proceso
revolucionario se haga sin mayores trauma; la típica
expresión de la "revolución pacífica" que no
es más que el sacrificio de una generación para la
castración ideológica de otra.
El dominio
político, expresa Gramsci, y se consigue abundante
referencia en los documentos del
chavismo, es consecuencia de la hegemonía que se logra en
un grupo social y
no a la inversa; el grupo social es primero hegemónico y
luego dominante (ejemplo: círculos bolivarianos,
coordinadoras Simón Bolívar,
Tupamaros, entre otros). Estas agrupaciones sociales son una
respuesta al papel otorgado a la estructura
económica en el desarrollo de
la sociedad, para reconocer la importancia de los elementos
supraestructurales. De ahí la función de
los intelectuales
y la que ha de desempeñar el partido ostentador del poder:
propiciar la hegemonía por sobre todas las intenciones de
gobierno
.
Al intelectual (bolivariano, zamorano, maisantano, entre
otros) le compete conseguir el colectivo cobre
conciencia de su misión
histórica y no ha de ser un mero investigador, sino un
dirigente del partido, el que ha de comprender la
interrelación entre sociedad política y sociedad
civil. El partido, a su vez, es el organismo que representa
vitalmente los verdaderos intereses de las clases menos
favorecidas y hay que considerarlo como el «moderno
príncipe», con todas las atribuciones que Maquiavelo
otorga al suyo.
La influencia del pensamiento de Gramsci en el chavismo
es, desde nuestra perspectiva de análisis, muy evidente. Es probable que
obedezca a una coincidencia muy simbólica, pero de que
existen rasgos comunes, la teoría y los acontecimientos
históricos, así lo demuestran. Gramsci
presentó en su obra un análisis de las dificultades
que se plantean en las sociedades
avanzadas y cambiantes, en las que la clase gobernante ejerce no
sólo el poder militar y político sino
también la hegemonía intelectual y cultural, del
mismo modo atrajo la atención de Jean Paul Sartre, Louis
Althusser y otros pensadores marxistas, algunos de los cuales
criticaron su actitud
revolucionaria.
Gramsci subrayó en toda su argumentación
política que el papel de la ideología en una sociedad civil era
básico, si se quería construir una hegemonía
política duradera y trascendental.
El pensamiento de Gramsci se encuentra reflejado en las
siguientes obras, todas traducidas al español:
La formación de los intelectuales, Grijalbo,
México
1967; El príncipe moderno, Edicions 62, Barcelona
1967; Introducción a la filosofía de la
praxis, Península, Barcelona 1970;
Antología, Siglo XXI, Madrid 1974;
Cartas desde la cárcel, Cuadernos para el
diálogo, Madrid 1975; y La alternativa
pedagógica, Nova Terra, Barcelona 1976.
La realidad venezolana nos presenta una tendencia
gramsciana que va de una hegemonía ideológica hasta
una hegemonía-populista, producto,
ésta última, del deterioro de clases
sociales, a mayor empobrecimiento de la masa, mayor auge de
las ideas populistas. La historia nos lo refrenda en el caso de
Carlos Andrés Pérez (1974-1980), quien en su primer
mandato se valió de la conducta
populista, y por supuesto de los petrodólares extras que
llegaron, para crean condiciones de bienestar que cimentaron la
propuesta como fundamento de acción
políticas de sus sucesores ( Luis Herrera Campins es
producto de un populismo
exacerbado).Esto nos lleva a plantear una teoría concreta
del gramscianismo chavista, que denominamos hegemonía
mesiánica, y la cual, en la experiencia democrática
venezolana desde 1958, se apoya en dos factores
básicos:
a). – por un lado, se trata de masas
políticamente vírgenes, que traen de las
áreas rurales una mentalidad y una ideología de
tipo tradicional que no han tenido tiempo de
trascender hacia una ideología moderna y hacia un tipo de
acción semejante al de la clase obrera de las ciudades
industrializadas;
b). – las asincronías, o inconsciencia de las
realidades de la época, en el proceso de desarrollo lanzan
tempranamente a estas masas a la acción política, y
la ausencia de una conciencia de clase desarrollada las
lleva a formas de movilización aberrantes y que no
resultan de la propia actividad organizacional de la clase como
tal.
En Venezuela las clases sociales privilegiadas y de
estatu medio alto y medio, alimentaron la conducta hacia el
mesianismo, imponiendo el populismo y la hegemonía de
partido como esencia, viéndose este aspecto reflejado en
la conciencia rural, con una visión de futuro limitada, no
tanto por las pocas posibilidades de formación y
desarrollo intelectual, sino por la baja inversión internacional y por el
estancamiento en un solo producto de exportación. Ser monoproductores de
petróleo ha inducido a ser multimportadores
de todo el consumo
requerido para subsistir, esto debilitó las condiciones de
desarrollo y por ende trajo atraso al proceso de
instauración de un modelo de
organización política participativo
y democrático.
Para el escritor Mario Vargas
Llosa (La Fiesta del Chivo ,Madrid, Planeta,
2000), el final de siglo marca el
desenlace inexorable de un régimen autoritario, apoyado en
las ideas populistas de la cachucha militar; lo cierto es que ese
fenómeno populista ya no tiene la vigencia "popular" que
tuvo en la década de los sesenta y ello lo se explica
claramente en dos percepciones sustentadas en hechos reconocibles
del comportamiento
político latinoamericano: a.- El transformismo ha entrado
definitivamente en crisis. La
capacidad de absorber las demandas democráticas de las
masas, por parte de los bloques de poder reestructurados bajo la
hegemonía del capital
monopólico, es sumamente limitada; y b.-Una crisis del
transformismo condujo en el pasado al desarrollo de diversas
formas de populismo por parte de algunas fracciones del bloque de
poder dominante. Una evolución en este sentido, sin embargo,
parece poco probable por los siguientes motivos. En primer lugar,
porque los bloques de poder( década de los treinta y
cuarenta) estaban profundamente divididos en razón de la
crisis de la hegemonía oligárquica , y una
fracción de ellos, al menos, estaba dispuesta a avanzar en
la dirección de un capitalismo
nacional independiente y a buscar para ellos el apoyo de las
masas.
En la actualidad, por el contrario, la experiencia
nacionalista ha fracasado, los bloques de poder se reunificaron
bajo la égida del capital monopolista. En estas
condiciones, no hay antagonismos suficientemente profundos como
para que una fracción del bloque de poder decida
reorientarse en una dirección populista.
La hegemonía mesiánica o populista en
Venezuela, asumiendo una posición teorética basada
en el pensamiento de Gramsci, se nos presenta en un campo
ideológico específico, constituido por la doble
articulación del discurso
político, así como la tensión
dialéctica entre el pueblo y la forma
ideológica de cada clase social. Acá ocurre una
metamorfosis del pueblo, la cual consiste en presentarse en
diversas formas como opciones válidas para darle
legitimidad al ejercicio del Poder Político, y por ende,
dar la posibilidad de algo que en Venezuela ha sido muy
difícil de alcanzar: gobernabilidad.
Este ensayo
interpretativo, visto a través de "lo político",
nos induce a repensar los valores
actuales de "la política" en Venezuela y detectar
qué nivel de participación tienen los nuevos
actores políticos, en un escenario que aparece bajo el
embrujo monolítico de un solo Partido Político y un
auge hegemónico populista que va más allá de
un movimiento de
clases, porque, quiérase o no, el bolivarianismo
exacerbado nos lleva a una conducta ideológica que
refuerza un populismo con tendencias mesiánicas y
autoritaritarias, que si bien servía para la época
histórica en que a Gramsci le tocó vivir, en la que
a nosotros nos ha tocado transitar nada de coincidente tiene con
nuestros anhelos y esperanzas.
2.- LA ANTÍTESIS
Se ha dicho que no cala la interpretación del
acercamiento ideológico entre el chavismo y Gramsci, tanto
y cuanto se desvirtúa el sentido teorético y
praxico del "Bloque Histórico", insertado como plataforma
analítica por Gramsci. Así mismo, se me
decía lo insensato de tildar de populista a un sistema
ideológico-político como el personificado por
Hugo
Chávez, puesto que Chávez se comporta
más como un "estadista popular" que como un "manipulador
de masas". Me satisface que la polémica se haya centrado
en aspectos estrictamente académicos, es por ello que
investigué un poco más el tema a efecto de
sustentar mis apreciaciones y , por qué no, tratar de
aclarar un vacío ideológico que sin duda alguna
aún existe entorno a Gramsci.
La base teórica que más nos acerca a la
idea general de la tesis, son los trabajos de Michele F. Sciacca
(¿Qué es la ideología?.Buenos Aires,
editorial Columba, 1959), William Kornhauser (Aspectos
políticos de la sociedad de masas. Buenos Aires,
editorial Amorrortu, 1969), y Bernard Crick ( En defensa de la
política. España,
editorial Tusquets, 2001); éste último, considerado
una de las más insignes autoridades contemporáneas
en temas de ciencia
política y neomarxismo.
Antonio Gramsci subrayó el papel de la
ideología en una sociedad civil para la construcción de una hegemonía
política. Por sociedad civil , Gramsci entendió, en
un sentido tradicional, las societas civilis, que viene a ser la
traducción de la expresión
artistotélica koinonía politiké,
contrapuesta en las teorías
contractualistas al estado de naturaleza. Ya
Hegel y
Marx
habían dado un sentido propio a la expresión, en
una época en que la sociedad civil era sinónimo de
«sociedad burguesa» (bürgerlich, burgués,
en alemán significa también «civil»).
Hegel consideraba la idea de una sociedad civilis como un estadio
inferior del desarrollo del espíritu, intermedio entre el
individuo y
el Estado,
referible sobre todo al ámbito propio de las familias y de
la parte de la
administración que se ocupa de ellas. Marx por su
parte consideraba que sociedad civil significaba la base del
Estado y la estructura, la cual comprende la vida comercial e
industrial, sobre la que la burguesía construye por
necesidad la supraestructura estatal; ésta,
expresión máxima de la clase dominante, debe
desaparecer, mientras que aquélla ha de dar lugar a una
sociedad sin clases. Para Gramsci la sociedad civil es la
portadora del derecho a exigir y cumplir, amparada en una marco
cultural e ideológico común, conocido como
hegemonía de clase.
La relación entre estructura y supraestructura la
reformula Gramsci con la distinción entre sociedad civil y
sociedad política. Ésta representa al Estado y su
poder coercitivo; aquélla la constituyen las relaciones
que los hombres establecen libremente dentro de la sociedad a
través de sindicatos,
organizaciones, entre otros; propiciando la
difusión de los valores
comunes y la obtención del consenso, lo cual permite la
consecución del poder ya sea a través de la figura
de un Partido Político ( Acción Democrática
o COPEI, en tiempos de la IV República), o de un hombre con
capacidades y aptitudes mesiánicas ( caso Hugo Rafael
Chávez Frías) .
En el concepto actual,
y valiéndonos del pensamiento de Gramsci, la sociedad
civil que hoy toma vida en la realidad política venezolana
es una sociedad en donde predominan los intereses
económicos, la libre iniciativa y la solidaridad
organizada de los ciudadanos (círculos bolivarianos,
asociaciones civiles no gubernamentales, gremios, entre otros) en
una esfera de actuación pública, que representa la
autonomía de lo social institucionalizada frente al poder
del Estado, pero no independiente del mismo, y que constituye una
esfera de lo público de la que el Estado debe mantenerse
alejado, según el principio de que no debe hacerlo todo y
que no ha de intervenir en las actividades sociales que son, por
principio, libres.
En cuanto al aspecto del populismo en la
figura mesiánica de Hugo Chávez, es importante
conceptualizar el término en el ámbito
histórico y teórico en el que realmente existe,
según Kornhauser es el " conjunto de doctrinas
políticas que se dicen defensoras del pueblo." El
término es ambiguo, pero en el ámbito de la ciencia
política, nos dice Crick, bajo él se han cobijado
muy diversos movimientos sociales y partidos
políticos a lo largo de la historia y en un buen
número de espacios geográficos diferentes; en el
siglo XIX y las primeras del siglo XX, tuvo un gran auge en
Europa, tanto en
movimientos y partidos políticos, como en algunas
tendencias del movimiento obrero; en Latinoamérica, donde, bajo una
ideología impregnada de nacionalismo,
indigenismo e, incluso, antiimperialismo, ha estado presente en
la vida política del siglo XX, y en lo que va del siglo
XXI. En una palabra, el populismo es el discurso, político
o institucional, de un líder o
movimiento social organizado con un fuerte contenido social e
interclasista, buscando salidas económicas a la penuria
del colectivo, prestando especial atención a la reforma
agraria y la modernización económica. En el
caso de Chávez su discurso es de contenido social,
reformista y de transformación, aunque sus variables
económicas apunten hacia un rechazo al neoliberalismo, sus acciones son
neoliberales, por lo tanto si busca insertar a la sociedad a una
era de modernidad
económica. Que el costo
político y social le haga portador de un menaje
distorsionado, en su personificación de líder hay
un populista en todo la extensión de la palabra, diga o no
él las cosas de frente, no se trata de estilos, sino de un
discurso coherente con una masa élite que
ideológica y culturalmente está identificada con el
Gobierno. El populismo de Chávez no es hacia la
oposición, sino hacia sus adeptos.
La ideología fue un tema tratado ampliamente por
Gramsci, y es en donde se aprecia mayor similitud con la metodología política del chavismo.
La ideología para Gramsci significaba
un amplio sistema de conceptos
y creencias, muchas veces de naturaleza política, que
defiende un grupo o un individuo. Antoine Destutt de Tracy, quien
acuñó por vez primera el término,
intentó reformar la sociedad posrevolucionaria mediante
una "ciencia de las ideas" pragmática, lo cual sólo
pudo modelar a grandes tintes, sin alcanzar convencer al
colectivo práctico de la política que el camino no
es el de la manipulación, sino el del consenso.
Karl Marx pensaba que las ideologías eran
sistemas
teóricos erróneos formados por conceptos
políticos, sociales y morales desarrollados y protegidos
por las clases dirigentes en su propio beneficio. Para Marx las
jerarquías religiosas, por ejemplo, intentan perpetuar
sistemas de fe que en el fondo protegen el bienestar
económico de los que están en el poder. Corregida
por pensadores sociales posteriores, esta definición
peyorativa de la ideología acabó por dominar el uso
moderno del término. Siguiendo a Marx, los defensores de
un sistema sociopolítico concreto, dice
Crick, se sentían libres para rechazar los argumentos de
sus oponentes por estar fundamentados en alguna ideología,
es decir, por ser falsos al fundamentarse en preferencias
ideológicas del oponente más que en la
situación real. Dado que esta táctica puede
orientarse contra cualquier ideología, la
confrontación de los sistemas doctrinales modernos se
convirtió en un asunto estridente y apasionado, dominado
más por la propaganda que
por argumentos racionales. A todo esto, la
principal característica definitoria de las
ideologías del siglo XX, es la devoción , casi
religiosa, de sus seguidores hacia unas nociones políticas
que consideran absolutamente incompatibles con las de otros
sistemas. Este rasgo ha sido marcado sobre todo en dos poderosas
ideologías que tienen una gran capacidad de
captación: liberalismo y
comunismo. El
socialismo, la democracia y
el conservadurismo, aunque defendidos con pasión, han sido
más difusos y menos excluyentes: sus defensores debaten
algunas cuestiones y coinciden en otras.
La distinción de una sociedad civil activa, de
una hegemonía de clase actuante y de una ideología
vinculante con los valores culturales de la sociedad, o de una
sociedad, nos define la figura el "Bloque Histórico"
gramsciano, el cual no es más que la identificación
de los acontecimientos sociales y políticos, con ciclos de
cambios continuados, los cuales partiendo de etapas de
transición determinadas, alcanza imponer un cambio que le
de solidez a la hegemonía de clase, no a los intereses del
colectivo que conforma el trayecto general de las aspiraciones
sociales. En este punto se encuentra el chavismo
contemporánea, dilucidando si lo más importante es
permanecer en el poder y dar tiempo para alcanzar otro anillo
histórico que desencadene nuevos eventos en lo
cuales puedan ellos salvar su República.
El Bloque Histórico , por lo tanto, es lo opuesto
al idealismo, que
afirma la supremacía de la mente y para el que la materia se
caracteriza como un aspecto u objetivación de la mente. El
Bloque Histórico es extremo o absoluto, se le conoce como
monismo materialista. De acuerdo con la teoría
mente-materia del monismo, según la expuso el
metafísico británico William Kingdon Clifford
(Elementos de dinámica ,1879-1887), la materia y la
mente son consustanciales, siendo la una un mero aspecto de la
otra.
En los tiempos modernos el Bloque Histórico ha
estado influido por la doctrina de la evolución e incluso
puede decirse que ha sido asimilado con la más amplia
teoría de la evolución. Los evolucionistas
trascienden el simple antiteísmo o ateísmo
materialista y pretenden mostrar cómo las diversidades y
las diferencias en el universo son
el resultado de procesos
naturales en oposición a los fenómenos
sobrenaturales.
Gramsci, en sus escritos realizados en la cárcel,
recalcó que su interés
por el marxismo se centraba en sus aspectos
práctico-sociales, ya que tomaba la noción de
praxis en su sentido marxiano como fundamento de toda
teorización. De ahí que, en contra de cualquier
forma de esclerotización del marxismo, Gramsci
señalase la gran importancia dada por Marx a la
unión dialéctica de la teoría social con la
práctica emancipatoria.
Desde un punto de vista estrictamente filosófico,
opone su «teoría de la praxis», o
«historicismo absoluto», que es lo que se
llamó historicismo en la bibliografía marxista,
específica y duramente criticado por Althusser. La
historia sólo se comprende con el método
dialéctico, a saber, con la conciencia de las
contradicciones reales de la sociedad, y el marxismo no puede
concebirse más que como una filosofía de la praxis;
a una conciencia revolucionaria sigue la praxis, o
transformación de la sociedad mediante el acceso al poder
de una clase emergente.
La teoría de la «hegemonía»
precisa las condiciones políticas en que una clase puede
erigirse en sujeto histórico de la transformación
social, como clase dirigente; esto no es posible si se parte
sólo de una consideración del Estado como un poder
represivo; el Estado no sólo domina, no sólo es
aparato político, o dictadura, sino que posee una
auténtica hegemonía en muy diversos órdenes
y ámbitos, que pueden recibir el apelativo de sociedad
civil. El dominio político es consecuencia de la
hegemonía que se logra en un grupo social y no a la
inversa; el grupo social es primero hegemónico y luego
dominante. Estas teorías son una revisión del papel
otorgado a la estructura económica en el desarrollo de la
sociedad, para reconocer la importancia de los elementos
supraestructurales. De ahí la función de los
intelectuales y la que ha de desempeñar el partido,
conseguir que las masas cobren conciencia de su misión
histórica y no ha de ser un mero investigador, sino un
dirigente del partido, el que ha de comprender la
interrelación entre sociedad política y sociedad
civil. El partido, a su vez, es el organismo que representa
vitalmente los verdaderos intereses de la clase social y hay que
considerarlo como el «moderno príncipe», con
todas las atribuciones que Maquiavelo otorga al suyo. Gramsci
retomó esta concepción cohesionadora de Maquiavelo
y propuso un nuevo tipo de príncipe, que debería
ser no un individuo sino un intelectual colectivo o partido
político.
Como puede apreciarse el chavismo, visto en su
estructura orgánica, está conformando un Bloque
Histórico, que esa construcción no contemple la
más puras determinaciones e intereses, no lo descalifica,
todo lo contrario, lo sustenta. Sigo pensando, amigos lectores,
que cada vez los hechos históricos nos acercan más
a Gramsci en esta realidad venezolana que es vitalizada por un
movimiento político que denominamos chavismo, por ende, el
chavismo es gramsciano.
A partir de 1958, la presencia amenazante del
militarismo en la vida política venezolana fue combatida
duramente, al punto de crear condiciones legales que
impedían a los castrenses ocupar lugar predominante en las
instancias de Poder. Esta realidad, a comienzo de los setenta,
fue cambiando por razones puntuales que bien son expresadas por
el comandante Hugo Chávez Frías: " … en el 73, en
el gobierno d Pérez , cuando comenzó la llamada
Venezuela Saudita, empezamos a captar una realidad más
allá de las cuatro paredes de lo que después hemos
bautizado como la casa de los sueños azules. En diciembre
del 74, nos ocurrió un encuentro con algo muy interesante
desde el punto de vista político militar. Ya había
en muchos de nosotros una inquietud política por lo que
pasaba de Venezuela y en América
Latina. Y en ese momento nos mandan al Perú a la
celebración de los 150 años de la Batalla de
Ayacucho. Fuimos 10 muchachos, entre ellos Ortíz
Contreras, que en paz descanse, a conocer a Juan Velasco Alvarado
y los militares peruanos. Hasta el 04F cargué en los
maletines que usé , y que ahora lo debe tener la DIM, un
librito azul de bolsillo llamado la Revolución Nacional
Peruana, un obsequio personal del
general Velasco que era presidente del Perú. En ese
encuentro conversamos con militares panameños como Omar
Torrijos y sus muchachos, con los cadetes chilenos que
recientemente habían dado el golpe contra Salvador
Allende. Actuación que era rechazada por panameños,
peruanos, venezolanos, colombianos. Regresamos cargados de cosas
y de material. Cuando salimos a los pocos meses de subtenientes
ya íbamos dispuestos a empeñarnos en algo, de lo
que teníamos idea pero que no lográbamos
precisar…" ( BLANCO MUÑOZ, Habla en Comandante.
Caracas, UCV,1998: 38-39)
Para Chávez todo comenzó como un
experimento, en el cual, en la medida que las relaciones de los
de su promoción avanzaban, se iba consolidando
una posición política hacia los asuntos que
tenían que ver con la sociedad y el grado de
participación de los ciudadanos. Así comenzó
a gestarse una conciencia en lo que respecta al papel que cada
militar debía jugar en la vida social y política,
teniendo formación de líder es obvio que en el
fueron interno buscaran imponer sus posiciones y
reflexiones.
Revisando algunos documentos académicos, de la
Escuela Militar
venezolana, pudimos detectar que (desde el plano
politológico) la información política que se le da al
militar de carrera es realzada en los valores de liderazgo y de
estrategia
política, esa visión de investigación y de reflexión de los
asuntos que tienen que ver con el Estado, es muy superficial,
ello nos hace pensar que la Academia Militar forma líderes
y no analistas del entorno político. Esta percepción
refuerza la postura de quienes como generación de relevo
decidieron asumir una acción de fuerza para
imponer nuevos esquemas de dirección política.
Fueron (y son) hombres formados para ejercer el Poder, no para
estar sumisos a él. Así nació la
inspiración del Movimiento Bolivariano 2000 (MB200) y con
él los acontecimientos que involucraron de nuevo a los
militares en los entretelones de la política, el populismo
y las reacciones propias del mesianismo acalorado por las
masas.
El Movimiento Bolivariano 2000, génesis del
resurgimiento del militarismo en Venezuela, "planteaba un
programa
preñado de un profundo nacionalismo que entrelazaba con el
ideario bolivariano. La rebelión misma no era vista como
ruptura del hilo constitucional sino como medio para desplazar a
la élite política, calificada en su mayoría
como corrupta, y a los partidos políticos como estructuras
que no respondieron a los intereses de la población". ( PÉREZ, Francisco.
Coordinador del proyecto:
Ángel Álvarez.1996. El Sistema
Político Venezolano: Crisis y Transformaciones. "
Política, militares y democracia en Venezuela",
págs. 155-192; Caracas, Instituto de Estudios
Políticos de la Universidad Central de Venezuela,
1996:179)
Con respecto al alcance ideológico del MB200, hay
que distinguir que su planteamiento se sustenta en las ideas
políticas de Simón Bolívar y en un
nacionalismo "orgánico", en términos de
Andrés de Blas Guerrero (1984:51), el cual es el signo
cultural, funcional en la lucha de un orden contra otro que
considera viejo y viciado, amenaza no sólo para las nuevas
naciones, sino expresión de un agobiante absolutismo de
culto a la comunidad. La
idea del soberano como expresión de las voluntades de una
nación,
hace captar las reflexiones del MB2000 como el principio de un
nacionalismo absoluto y por ende portador de autoridad y
exigencia de sumisión.
Pero acerca de estas pretensiones ideológicas
podremos ahondar en el siguiente punto, como análisis de
un movimiento que partiendo de formatos estáticos, alcanza
dinamizar el comportamiento de "Comandantes, Mayores, Capitanes y
Tenientes": el reconocido Grupo COMACATE.
Antes de ir moldeando un argumento descriptivo y
explicativo del militarismo en Venezuela, es necesario
remontarnos a la presencia renovadora del militarismo en el
continente latinoamericano, para ello recurramos a las
percepciones analíticas de L.A. Acosta Pinto (1974
Nacionalismo y militarismo. México, tercera
edición, Editorial Siglo XXI,
Colección mínima número 29): "Para las
fuerzas armadas es siempre fácil, en nuestras naciones,
tomar el poder. Lo difícil es gobernar, pues todas las
características de su socialización profesional peculiar son
disfuncionales con relación a las reglas del juego
político, en sociedades que presentan el grado de
pluralismo ya alcanzado por la mayoría de las
nuestras.
"En la sociedad castrense no se cultiva la
autocrítica, pues hay siempre un órgano superior
encargado de hacer la crítica
inapelable; la creencia predominantes que el suceso de cualquier
emprendimiento depende de que las órdenes sean simples y
enérgicas y cumplidas sin distinción ni
vacilaciones; su propia especialización como profesionales
los lleva a creer que lo más importante es siempre la
cantidad de violencia, no
la dirección en que ella se aplica. Llega a límites
caricaturescos la postura heroica con que se practican los actos
más elementales de la rutina burocrática; por
desgracia, es solamente cuando están en el ejercicio de
funciones
políticas cuando generalmente empiezan a sospechar de las
enormes diferencias existentes entre comandar y gobernar.
Quizá sea ésta una de las razones por las cuales
los militares casi siempre buscan justificar en términos
no políticos su intervención en la política,
generalmente presentando razones moralistas a salvacionistas como
base de la intervención." (págs. 74-75)
El militar latinoamericano, y por qué no, el
venezolano formado en las últimas dos décadas del
siglo XX, ya no se aprecia a sí mismo como un
inútil. No se siente formado para una guerra, sino
para un servicio, lo
cual al no ser involucrado por el sistema se siente despreciado
por él y busca puntos de vistas que lo cuestionen, tan
solo por el hecho de satisfacer su impotencia. "Se siente un
…elemento activo y participante en una lucha mundial en defensa
de la civilización occidental, de sus valores y
tradiciones, contra el comunismo, el materialismo, la
corrupción
y otras amenazas a la sobrevivencia de la patria y de la persona humana."
(pág.81)
"El nuevo militarismo…parte de la idea de que el orden
institucional que antes prevalecía es inadecuado y
necesita ser superado…, la crítica al viejo orden
institucional, que es compartida por distintas corrientes
políticas y diferentes fuerzas sociales, cuando viene de
los sectores militares generalmente se concentra en lo que
aún queda, en la teoría y en la práctica,
del aparato liberalista que, forzado por las circunstancias
históricas, ganaron nuestra instituciones
políticas después de la independencia.
Sobre todo la mentira electoral, la deformación del
régimen representativo, la corrupción, los abusos de la libertad de
prensa, la
ineficiencia del Parlamento, y cosas por el estilo, son los
blancos principales de la crítica, conducente a la
conclusión deseada de que, para estos males, la
salvación es la eliminación de los intermediarios
entre el gobierno y el pueblo, o sea la solución es la
dictadura.
"Alrededor de estas tesis críticas y sacando de
ellas el máximo provecho, desarrollase la idea …de que
el militar tiene una nueva función mesiánica por
desempeñar en la historia. Según esta
ideología ( que en nada se diferencia a los planteamientos
del MB200, en apreciación nuestra), los militares se
presentan como la fuerza dominante e integradora de un nuevo
orden social. Ya no se trata de integrar las instituciones
militares a la nación:
ellos se atribuyen el papel de agencia integradora de la
nación en un nuevo orden social y político. La
construcción de este nuevo orden es presentada como una
tarea a larguísimo plazo, que ellos mismos definen como
una revolución, que debe ser comandada por un gobierno
militar-tecnocrático. Este gobierno no pide ni busca,
ninguna fuente de legitimidad sino el uso indiscriminado de la
fuerza, donde se origina y en la cual está basado".(
ACOSTA PINTO, 1974:111)
Visualizando los aportes de Acosta Pinto (1974), de
Sandoval Rodríguez (1979) y de Leonardo Vivas (2000),
podemos estructurar una visión actual del militarismo en
Venezuela, enfocándolo bajo el orden y la
participación que su adhesión al Régimen
Democrático le ha permitido. La elección del
comandante Hugo Chávez ha sido tan sólo la
oportunidad para que una parte del sector militar alcance
materializar su vocación de servicio y su liderazgo en el
marco electoral de las nuevas reglas de juego. Así se nos
presenta el siguiente panorama:1.-Busca realizar a corto plazo
una revolución , a costa de la eliminación del
sistema; 2.-Orientación del gobierno hacia una estructura
tecnocrática; 3.-Preocupación por Modernizar las
estructuras Institucionales y los espacios físicos urbanos
y rurales; 4.-La revolución hecha desde los estratos
más humildes, desde abajo hacia arriba; 5.- Desarrollar
una ideología que vuelva el militarismo un fenómeno
de masa, entendido y aceptado por todos como la solución
para los problemas del
colectivo.
Según el General (R) Alberto Müller Rojas
(El Globo, Caracas,10 de marzo de 200: 19): "…quien
pretenda considerar la participación de los militares en
las cuestiones públicas, como una intervención en
la vida política de la sociedad con miras a su dominio
-tal como sucedía en el marco de la función
pretoriana que desempeñaron durante los últimos
cuarenta anos- no tienen otro fin que mantener a la
corporación castrense en el papel de fuerzas de
ocupación de su propio país. Y si se analiza el
origen de tales denuncias, es fácil observar que ellas
parten de sectores cuyos intereses están directamente
asociados con elementos ligados al entorno externo de la
nación. No obstante, no se puede perder de vista el papel
de factor de equilibrio que
le corresponde a la institución de defensa del estado. Una
desviación de su acción, orientada totalmente hacia
el entorno interno, la debilitaría profundamente en cuanto
al rol que le corresponde en el ámbito internacional
produciéndose desequilibrios graves en el ambiente
exterior, que se convierte en riesgos para
la estabilidad del Estado, algo tan o más peligroso que
las propias asimetrías internas. Más aún,
una situación que tendría la posibilidad de
aumentarlas, al convertir la corporación castrense en un
ente competitivo, con ventajas, en relación con otros
agregados sociales, incluyendo los orientados hacia la
acción externa, que pretenden satisfacer sus propios
intereses."
Por otro lado, aparece la voz del historiador
Jesús Sanoja Hernández( El Nacional,
Caracas, 10 de marzo de 2000: A/5): "Los militares han tomado la
calle, no sólo los retirados sino los activos, y han
creado adicionalmente la por ellos llamada unidad
cívico-militar,
la misma que en 1948 se rompió para abrirle paso a la
dictadura cuartelaria. El período iniciado en 1945,
modificado en 1948, replanteado en 1957-58 y tendido como puente
hacia un futuro bastante incierto el 4F y el 27N, podría
bifurcarse el 28 de mayo…" Lo que estamos viendo, argumenta
Sanoja Hernández, es el resurgimiento de una casta militar
que quiere y está accesando al poder, bastaría
esperar a quién reconocen como guía, porque de lo
contrario volveríamos a tiempos de enfrentamiento e
inestabilidad política que condicionarían las
posibilidades de bienestar del colectivo.
En 1992, mismo año de la incursión
golpista de Hugo Chávez, un libro
impactó el campo de las ciencias
sociales: "El fin de la Historia"( Madrid, Edit. Planeta); su
autor, el filósofo de origen japonés Francis
Fukuyama , partía de una idea ya usada por otros
cientístas sociales, de que el hombre
había agotado sus modelos de
cambio y era necesario redefinir sus líneas de
acción para crear nuevos escenarios desde donde edificar
su razón histórica. Hoy día aún el
hombre anda en la búsqueda de esa redefinición; no
encuentra un medio fértil para iniciarla y permanece
inerte, suspendido en un espacio-tiempo que tan sólo
permite que se observe, mas no que se interprete.
Desde el "conócete a ti mismo" de Sócrates
hasta nuestros días, después de tantas reflexiones,
aún no hay una palabra que concentre la razón de
ser del hombre en toda su extensión.
Es ante estos argumentos que los venezolanos no debemos
sentirnos extraños a la incertidumbre, ella está en
todo ser humano como complemento de ese "hacer constante" y como
consecuencia de pensamientos y acciones unidimensionales que no
terminan de identificarse con el interés
colectivo.
El Gobierno Constitucional, producto de una consulta
democrática, del Teniente Coronel Hugo Chávez
Frías (reafirmamos intencionalmente los hechos),
surgió como expectativa de redefinición de ese
camino hacia el cambio; pero su visión política no
estuvo en la óptica
de crear un modelo, sino de aplicar una estrategia de cambio, por
lo cual generó un inevitable "choque" entre su AUTORIDAD
representativa y las Instituciones del Estado. Si bien Montesquieu
propuso la división de poderes ( Legislativo, Ejecutivo y
Judicial) para asegurar un grado de control razonable
en la dirección política del Estado, no es menos
cierto que no dejó claro cuándo esas ramas del
Poder tenían o no vigencia, puesto que podemos
interpretar, como lo hace el ciudadano Presidente, que al no
existir legitimidad por la vía de la representatividad del
soberano, que es el pueblo, no hay vigencia en los Poderes y por
ende su existencia en el Estado debe ser suplantada por otra
figura que surja como consecuencia de una "voluntad originaria"
que devuelva la legitimidad y representatividad ausente (tal es
el caso de la propuesta de Asamblea Constituyente).
Pero esta situación nos hace formular otras
interrogantes: ¿ si el pueblo eligió al Congreso,
por qué se hace ver que prevalece la ausencia de
legitimidad y representatividad? ¿ cuándo el
soberano , es decir el pueblo, se le ha dado la oportunidad de
legitimar el poder Judicial(
siempre lo han hecho representantes del soberano)?
El ciudadano Presidente se ha definido como el
único poseedor de la legitimidad y representatividad del
soberano y ello basándose en evidencias de
"fuerza" : el carisma en un ochenta y tanto porciento de
aceptación, y la reestructuración de los cuadros
militares que le aseguran permanencia en el rol de Presidente de
Estado. Ahora bien, el poder
Legislativo y el Judicial, están en franco deterioro
de credibilidad y legitimidad, primero porque a todos ha afectado
su inoperancia( no cuentan con una figura carismática que
les respalde), y segundo porque su existencia obedece a "estrategias de
partido" que distancian notoriamente la voluntad del soberano de
la selección
representativa de sus miembros.
Al existir esta realidad se erige inevitablemente un
ambiente de incertidumbre, aunque la
personalidad del Presidente ha acentuado este ambiente con su
particular modo de expresar lo que él considera es la "voz
del pueblo" (pensamos que los argumentos diplomáticos, por
la salud de las
Instituciones Democráticas, deberían prevalecer);
de tal modo que el Sistema se ha colocado en expectativa, no por
el hecho de las diferencias políticas, sino por la
insistencia a no llegar a soluciones
unánimes, sino mantener un clima de
posiciones encontradas, en donde el Poder
Ejecutivo "exige se le cumplan sus peticiones sin mayor
aporte que el que se le delegara las atribuciones
correspondientes, en este caso, del Poder Legislativo". Es decir,
el Ejecutivo aspira fortalecer su dominio Central sin brindar
posibilidades de compartirlo o segmentarlo. Esta posición
no es "encontrada" con los fundamentos, o precedentes de la
historia política democrática, dado que es un punto
de vista, una forma de hacer gestión
que si la acepta el soberano es perfectamente procedente. Se
recomendaría más bien, buscando de una buena vez
romper con esta situación de incertidumbre y expectativa ,
que la consulta al pueblo en vez de hacerse en razón a que
si hay o no una Asamblea Nacional, se haga en función a
que si el pueblo está de acuerdo en un Gobierno
democrático con la única figura del Poder
Ejecutivo, el cual tenga bajo su potestad directa las instancias
legislativas y judiciales.¿Esto es una autocracia o
dictadura ? No; hay que recordar que la democracia es un
Sistema de participación ciudadana en la toma de
decisiones políticas, el hecho de que un
gobernante, haciendo uso de esa participación ciudadana,
condicione una forma de gobernar autoritaria y centralizada, no
le da la connotación de dictador o autócrata,
más bien le define como una modalidad político-
administrativa de accesar a la toma de decisiones; ahora bien, si
analizamos la situación desde un punto de vista del
denominado "sexto sentido humano", es evidente pensar que
sería una locura dar tanto poder a un solo hombre y a una
sola Institución del Estado, dado que ello
permitiría acciones fuera del rigor administrativo que
todo Sistema debe hacer prevalecer.
Comprender la realidad política venezolana, desde
el espectro de la incertidumbre, es apreciar que a nada nos lleva
esta lucha interna de las Instituciones políticas del
Estado y que es el soberano el que debe decidir sobre a quien se
le debe dejar actuar en la toma de decisiones que afectan al
colectivo, sólo así podremos dejar las estrategias
de cambio y pasar a un modelo institucional que abra nuevos
caminos , así como la posibilidad de que el hombre siga
contando su historia.
ACOSTA PINTO, L.A. 1974.Nacionalismo y
militarismo. México, tercera edición,
Editorial Siglo XXI, Colección mínima número
29, 127 págs.
AZOCAR A., Ramón
E.1998.La revelación de Oanes. Ensayos acerca
del Federalismo
Libertario. Caracas, Ediciones de la Gobernación del
estado Portuguesa y de la Fundación Cultural UNELLEZ, 235
págs.
BAUTISTA LAYA, Juan. 1989.Lecciones de finanzas
públicas y Derecho fiscal. Caracas, Editorial
Paredes, T. 1 , 460 págs.
BLUHM, William .1987¿ Fuerza o
Libertad? La paradoja del pensamiento político
moderno. Traducción de Juan San Miguel Querejeta.
Barcelona-España, Editorial Labor,284
págs.
BOBBIO, Norberto y otros.1985 Crisis de la
Democracia. Traducción de Jordi Marfá.
Barcelona, Editorial Ariel, 95 págs.
BROWN, Robert.1972.La Explicación en las
Ciencias
Sociales. Traducción de Néstor A.
Mínguez, Revisión Técnica de Gregorio
Klimovsky. Buenos Aires, Ediciones Periferia, 275
págs.
BUNGE, Mario. 1972. La Ciencia, su método y
su filosofía. Buenos Aires, Editorial Siglo XX,
157 págs.
CRICK, Bernard. 2001. En defensa de la
política. Barcelona, España, Editorial
TUSQUETS, 328 págs.
DUMONT, Louis.1981.Homo Aequalis.
Génesis y apogeo de la ideología económica.
Traducción de Juan Aranzadi. Madrid, Editorial Taurus, 255
Págs.
DRUCKER, Peter.1970. La Gran
Ruptura. Nuevas Metas para una Nueva Sociedad.
Traducción de Rubén Pimentel. México,
Editorial Roble, 439 págs.
ECO, Umberto.2000. ¿En qué creen los
que no creen? Barcelona, España, Editorial
Planeta, 168 págs.
ELKINS, Arthur.1983.Administración y
Gerencia. Estructuras, funciones y Prácticas.
Traducción de Jesús Villamizar Herrera y Marcela
Benassini. México, Editorial Fondo Educativo
Interamericano, 559 págs.
FERRER PEREZ, Luis.1982.Guía
práctica de desarrollo organizacional.
México, Editorial Trillas, tercera reimpresión,198
págs.
FINOL, Luisa y Rafael Falcón. 1996. La
planificación estratégica y
desarrollo agrícola. Barinas, Vicerrectorado de
Planificación y Desarrollo
Social, 188 págs.
GANDARA, Alfonso.1991. Autogestión.
Madrid, Instituto Emmanuel Mounier, 146 págs.
GARCIAPELAYO,Manuel.1974.Ordenación y
Organización. Caracas, Universidad Central de
Venezuela, Facultad de Derecho, 24 págs.
GIL YEPES, José Antonio.1978. El reto de
las élites. Madrid, Editorial Tecnos, segunda
edición, 292 págs.
GORDONR.,Judith.1997.Comportamiento
Organizacional. México, Editorial Prentice-Hall,
645 pág.
HURTADO LEON, Iván y Josefina Toro
Garrido.1998.Paradigmas y Métodos de
Investigación en tiempos de cambio. Valencia,
Editorial Clemente, 137 págs.
JURAN, J.M.1990. Juran y el liderazgo para la
calidad. Manual para
ejecutivos. Traducción de Jesús Nicolau Medina y
Mercedes Gozalbes Ballester. Madrid, Ediciones Díaz de
Santos,363 págs.
KANT. Emmanuel.1992. Crítica de la facultad
de juzgar. Traducción de Pablo Oyarzún.
Caracas, Editorial Monte Ávila, 488 págs. (
Publicada originalmente en 1790).
KROPOTKIN, P.1989. El Apoyo Mutuo.
Traducción y presentación de Angel J. Cappelletti.
Cali-Colombia,
Ediciones Madre Tierra, 3era.
Edición,343 págs.
KOCH, Richard y Andrew Campbell. 1994. Cómo
despertar y reanimar a su empresa. Traducción de
Josep María Montesó. Barcelona, España,
Ediciones Folio, 223 págs.
LODGE, George C.1996.Administrando la
Globalización en la era de la
interdependencia. Traducción de Juan Carlos Jolly.
México, Editorial Panorama, 163 págs.
MEEHAN, Eugene.1973.Pensamiento Político
Contemporáneo. Estudio Crítico.
Traducción de Francisco Rubio Llorente. Madrid, Ediciones
de la Revista de Occidente, 382 págs.
MOLEIRO, Moisés. 1988. Las Máscaras
de la Democracia. Caracas, Editorial Centauro,
387.
MORADOR-WESTTSTEIN, Raquel. 1993.
Terminología Operativa en Ciencia
Política. Mérida, CPULA, 103
págs.
OHMAE, Kenichi.1990.El mundo sin
fronteras. Poder y estrategia en la economía entrelazada.
Traducción de Roberto A. Haas. México, Editorial
McGraw-Hill, 248 págs.
RAMOS JIMENEZ, Alfredo. 1985. Burocracia &
tecnocracia. Mérida, Editorial ETA, 186
págs.
RAMOS JIMENEZ, Alfredo. 1993. Comprender el
Estado. Introducción a la politología.
Mérida, CPULA, 286 págs.
RAMONET, Ignacio.1997.Un mundo sin rumbo.
Crisis de fin de siglo, Traducción de Antonio
Albiñana. Madrid, Editorial Debates, 245
págs.
TOFFLER, Alvin y Heidi Toffler.1995.Las Guerras del
futuro. Traducción de Guillermo Solana Alonso.
Bogotá, Círculo de Lectores, 1995, 387
págs.
VIVAS, Leonardo.2000.Chávez. La
última Revolución del Siglo. Barcelona,
España,Editorial Planeta, 244 págs.
Ramón E. Azócar A.
Politólogo, Magíster en Administración, Mención Gerencia y
Planificación Institucional por la UNELLEZ, escritor y
poeta; especialista en pensamiento político venezolano,
miembro de la Asociación de Escritores de Venezuela,
Seccional Portuguesa ; autor de textos de ensayos
( La Revelación de Oanes, 1998; El
nuevo Paradigma
Educativo, 2000); es catedrático de Institutos
Universitarios, residenciado en la ciudad de Guanare, Edo.
Portuguesa.
ã EL
CHAVISMO Y GRAMSCI
Ramón E. Azócar A. , 2002
Hecho el depósito de Ley