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El Chavismo y Gramsci




Enviado por azonaim



    Ensayo histórico conflictual de
    la realidad venezolana (1998-2002)

    1. Tesis
    2. Síntesis
    3. Ideas finales
    4. Bibliografía
      general

    Por todo el mundo hay hombres que
    aspiran al poder que,
    sea cual sea el nombre bajo el cual se escuden, tienen en
    común el rechazo de la política

    BERNARD CRICK

    1.- LA
    TESIS

    Hay una tesis que
    algunas voces calificadas de Venezuela han
    comenzado a difundir, y es la del parecido ideológico y
    praxico del pensamiento
    del italiano Antonio
    Gramsci y la versión latina-caribeña de
    "revolución política" instaurada en
    Venezuela desde 1998, denominada chavismo. Pero para entender con
    propiedad esta
    versión es necesario deshojar las margaritas
    teoréticas de Gramsci, a efecto de reconocer en él
    los lazos vinculantes, y por qué no, los discordantes, que
    dan cuerpo a una interpretación ideológica del
    chavismo.

    Antonio Gramsci fue un pensador marxista italiano,
    nacido en Ales, Cerdeña, en 1891. De familia modesta,
    logra matricularse gracias a una beca en la universidad de
    Turín, pero abandona los estudios en 1914 para dedicarse a
    la militancia política. Descontento del socialismo, es
    uno de los creadores del partido comunista italiano, en 1921,
    tras haber fundado, con Palmiro Togliatti y otros, «Ordine
    Nuovo», revista
    semanal -cuya divisa era «Decir la verdad es
    revolucionario»- que pasó luego a ser quincenal.
    Elegido diputado y secretario general en 1924, dirigió el
    órgano del partido comunista, «Unità.
    Quotidiano degli operai e dei contadini». Arrestado en
    1926, fue condenado en 1928 por un tribunal fascista a 20
    años de cárcel, y murió en una
    clínica de Roma, contando
    con cuarenta y seis años de edad, en 1937; se le
    había otorgado ya su libertad, pero
    ésta no logró ser alcanzada de
    hecho.

    El fruto de sus lecturas en la cárcel, que le
    sirvieron como profundización y maduración
    teórica ante la principal de las cuestiones políticas
    a que se enfrentaba el partido comunista -las ideas de la
    Internacional comunista y su propia orientación hacia un
    partido partícipe del libre juego
    democrático-, es comentado por él mismo en sus
    Cartas de la prisión. Desde un punto de vista
    estrictamente filosófico, opone su «teoría
    de la praxis»,
    o «historicismo absoluto», que es lo que se
    llamó historicismo en la bibliografía marxista,
    específica y duramente criticado por Althusser en Para
    leer El Capital, al historicismo metafísico de Croce.
    La historia
    sólo se comprende con el método
    dialéctico, a saber, con la conciencia de las
    contradicciones reales de la sociedad, y el
    marxismo no
    puede concebirse más que como una filosofía de la
    praxis; a una conciencia revolucionaria sigue la praxis, o
    transformación de la sociedad mediante el acceso al poder
    de una clase
    emergente.

    La base de la teoría gramsciana es la
    definición de «hegemonía»,
    término que precisa las condiciones políticas en
    que una clase puede erigirse en sujeto histórico de la
    transformación social, como clase dirigente; esto no es
    posible si se parte sólo de una consideración del
    Estado como un
    poder represivo; el Estado no sólo domina, no
    sólo es aparato político, o dictadura,
    sino que posee una auténtica hegemonía en muy
    diversos órdenes y ámbitos, que pueden recibir el
    apelativo de sociedad
    civil. En este punto encontramos el primer eslabón
    de coincidencia entre Gramsci y el chavismo: hay la
    pretensión plena de ocupar el poder en toda su
    dimensión de la mano de una hegemonía que involucre
    cambios sustanciales, mas no radicales. Gramsci no se orienta
    hacia la teoría absoluta de la revolución, sino
    hacia estadios transitorios que condicionen la realidad social a
    un nivel más elevado de cambio, en
    donde la instauración de un proceso
    revolucionario se haga sin mayores trauma; la típica
    expresión de la "revolución pacífica" que no
    es más que el sacrificio de una generación para la
    castración ideológica de otra.

    El dominio
    político, expresa Gramsci, y se consigue abundante
    referencia en los documentos del
    chavismo, es consecuencia de la hegemonía que se logra en
    un grupo social y
    no a la inversa; el grupo social es primero hegemónico y
    luego dominante (ejemplo: círculos bolivarianos,
    coordinadoras Simón Bolívar,
    Tupamaros, entre otros). Estas agrupaciones sociales son una
    respuesta al papel otorgado a la estructura
    económica en el desarrollo de
    la sociedad, para reconocer la importancia de los elementos
    supraestructurales. De ahí la función de
    los intelectuales
    y la que ha de desempeñar el partido ostentador del poder:
    propiciar la hegemonía por sobre todas las intenciones de
    gobierno
    .

    Al intelectual (bolivariano, zamorano, maisantano, entre
    otros) le compete conseguir el colectivo cobre
    conciencia de su misión
    histórica y no ha de ser un mero investigador, sino un
    dirigente del partido, el que ha de comprender la
    interrelación entre sociedad política y sociedad
    civil. El partido, a su vez, es el organismo que representa
    vitalmente los verdaderos intereses de las clases menos
    favorecidas y hay que considerarlo como el «moderno
    príncipe», con todas las atribuciones que Maquiavelo
    otorga al suyo.

    La influencia del pensamiento de Gramsci en el chavismo
    es, desde nuestra perspectiva de análisis, muy evidente. Es probable que
    obedezca a una coincidencia muy simbólica, pero de que
    existen rasgos comunes, la teoría y los acontecimientos
    históricos, así lo demuestran. Gramsci
    presentó en su obra un análisis de las dificultades
    que se plantean en las sociedades
    avanzadas y cambiantes, en las que la clase gobernante ejerce no
    sólo el poder militar y político sino
    también la hegemonía intelectual y cultural, del
    mismo modo atrajo la atención de Jean Paul Sartre, Louis
    Althusser y otros pensadores marxistas, algunos de los cuales
    criticaron su actitud
    revolucionaria.

    Gramsci subrayó en toda su argumentación
    política que el papel de la ideología en una sociedad civil era
    básico, si se quería construir una hegemonía
    política duradera y trascendental.

    El pensamiento de Gramsci se encuentra reflejado en las
    siguientes obras, todas traducidas al español:
    La formación de los intelectuales, Grijalbo,
    México
    1967; El príncipe moderno, Edicions 62, Barcelona
    1967; Introducción a la filosofía de la
    praxis, Península, Barcelona 1970;
    Antología, Siglo XXI, Madrid 1974;
    Cartas desde la cárcel, Cuadernos para el
    diálogo, Madrid 1975; y La alternativa
    pedagógica, Nova Terra, Barcelona 1976.

    La realidad venezolana nos presenta una tendencia
    gramsciana que va de una hegemonía ideológica hasta
    una hegemonía-populista, producto,
    ésta última, del deterioro de clases
    sociales, a mayor empobrecimiento de la masa, mayor auge de
    las ideas populistas. La historia nos lo refrenda en el caso de
    Carlos Andrés Pérez (1974-1980), quien en su primer
    mandato se valió de la conducta
    populista, y por supuesto de los petrodólares extras que
    llegaron, para crean condiciones de bienestar que cimentaron la
    propuesta como fundamento de acción
    políticas de sus sucesores ( Luis Herrera Campins es
    producto de un populismo
    exacerbado).Esto nos lleva a plantear una teoría concreta
    del gramscianismo chavista, que denominamos hegemonía
    mesiánica, y la cual, en la experiencia democrática
    venezolana desde 1958, se apoya en dos factores
    básicos:

    a). – por un lado, se trata de masas
    políticamente vírgenes, que traen de las
    áreas rurales una mentalidad y una ideología de
    tipo tradicional que no han tenido tiempo de
    trascender hacia una ideología moderna y hacia un tipo de
    acción semejante al de la clase obrera de las ciudades
    industrializadas;

    b). – las asincronías, o inconsciencia de las
    realidades de la época, en el proceso de desarrollo lanzan
    tempranamente a estas masas a la acción política, y
    la ausencia de una conciencia de clase desarrollada las
    lleva a formas de movilización aberrantes y que no
    resultan de la propia actividad organizacional de la clase como
    tal.

    En Venezuela las clases sociales privilegiadas y de
    estatu medio alto y medio, alimentaron la conducta hacia el
    mesianismo, imponiendo el populismo y la hegemonía de
    partido como esencia, viéndose este aspecto reflejado en
    la conciencia rural, con una visión de futuro limitada, no
    tanto por las pocas posibilidades de formación y
    desarrollo intelectual, sino por la baja inversión internacional y por el
    estancamiento en un solo producto de exportación. Ser monoproductores de
    petróleo ha inducido a ser multimportadores
    de todo el consumo
    requerido para subsistir, esto debilitó las condiciones de
    desarrollo y por ende trajo atraso al proceso de
    instauración de un modelo de
    organización política participativo
    y democrático.

    Para el escritor Mario Vargas
    Llosa (La Fiesta del Chivo ,Madrid, Planeta,
    2000), el final de siglo marca el
    desenlace inexorable de un régimen autoritario, apoyado en
    las ideas populistas de la cachucha militar; lo cierto es que ese
    fenómeno populista ya no tiene la vigencia "popular" que
    tuvo en la década de los sesenta y ello lo se explica
    claramente en dos percepciones sustentadas en hechos reconocibles
    del comportamiento
    político latinoamericano: a.- El transformismo ha entrado
    definitivamente en crisis. La
    capacidad de absorber las demandas democráticas de las
    masas, por parte de los bloques de poder reestructurados bajo la
    hegemonía del capital
    monopólico, es sumamente limitada; y b.-Una crisis del
    transformismo condujo en el pasado al desarrollo de diversas
    formas de populismo por parte de algunas fracciones del bloque de
    poder dominante. Una evolución en este sentido, sin embargo,
    parece poco probable por los siguientes motivos. En primer lugar,
    porque los bloques de poder( década de los treinta y
    cuarenta) estaban profundamente divididos en razón de la
    crisis de la hegemonía oligárquica , y una
    fracción de ellos, al menos, estaba dispuesta a avanzar en
    la dirección de un capitalismo
    nacional independiente y a buscar para ellos el apoyo de las
    masas.

    En la actualidad, por el contrario, la experiencia
    nacionalista ha fracasado, los bloques de poder se reunificaron
    bajo la égida del capital monopolista. En estas
    condiciones, no hay antagonismos suficientemente profundos como
    para que una fracción del bloque de poder decida
    reorientarse en una dirección populista.

    La hegemonía mesiánica o populista en
    Venezuela, asumiendo una posición teorética basada
    en el pensamiento de Gramsci, se nos presenta en un campo
    ideológico específico, constituido por la doble
    articulación del discurso
    político, así como la tensión
    dialéctica entre el pueblo y la forma
    ideológica de cada clase social. Acá ocurre una
    metamorfosis del pueblo, la cual consiste en presentarse en
    diversas formas como opciones válidas para darle
    legitimidad al ejercicio del Poder Político, y por ende,
    dar la posibilidad de algo que en Venezuela ha sido muy
    difícil de alcanzar: gobernabilidad.

    Este ensayo
    interpretativo, visto a través de "lo político",
    nos induce a repensar los valores
    actuales de "la política" en Venezuela y detectar
    qué nivel de participación tienen los nuevos
    actores políticos, en un escenario que aparece bajo el
    embrujo monolítico de un solo Partido Político y un
    auge hegemónico populista que va más allá de
    un movimiento de
    clases, porque, quiérase o no, el bolivarianismo
    exacerbado nos lleva a una conducta ideológica que
    refuerza un populismo con tendencias mesiánicas y
    autoritaritarias, que si bien servía para la época
    histórica en que a Gramsci le tocó vivir, en la que
    a nosotros nos ha tocado transitar nada de coincidente tiene con
    nuestros anhelos y esperanzas.

    2.- LA ANTÍTESIS

    Se ha dicho que no cala la interpretación del
    acercamiento ideológico entre el chavismo y Gramsci, tanto
    y cuanto se desvirtúa el sentido teorético y
    praxico del "Bloque Histórico", insertado como plataforma
    analítica por Gramsci. Así mismo, se me
    decía lo insensato de tildar de populista a un sistema
    ideológico-político como el personificado por
    Hugo
    Chávez, puesto que Chávez se comporta
    más como un "estadista popular" que como un "manipulador
    de masas". Me satisface que la polémica se haya centrado
    en aspectos estrictamente académicos, es por ello que
    investigué un poco más el tema a efecto de
    sustentar mis apreciaciones y , por qué no, tratar de
    aclarar un vacío ideológico que sin duda alguna
    aún existe entorno a Gramsci.

    La base teórica que más nos acerca a la
    idea general de la tesis, son los trabajos de Michele F. Sciacca
    (¿Qué es la ideología?.Buenos Aires,
    editorial Columba, 1959), William Kornhauser (Aspectos
    políticos de la sociedad de masas. Buenos Aires,
    editorial Amorrortu, 1969), y Bernard Crick ( En defensa de la
    política. España,
    editorial Tusquets, 2001); éste último, considerado
    una de las más insignes autoridades contemporáneas
    en temas de ciencia
    política y neomarxismo.

    Antonio Gramsci subrayó el papel de la
    ideología en una sociedad civil para la construcción de una hegemonía
    política. Por sociedad civil , Gramsci entendió, en
    un sentido tradicional, las societas civilis, que viene a ser la
    traducción de la expresión
    artistotélica koinonía politiké,
    contrapuesta en las teorías
    contractualistas al estado de naturaleza. Ya
    Hegel y
    Marx
    habían dado un sentido propio a la expresión, en
    una época en que la sociedad civil era sinónimo de
    «sociedad burguesa» (bürgerlich, burgués,
    en alemán significa también «civil»).
    Hegel consideraba la idea de una sociedad civilis como un estadio
    inferior del desarrollo del espíritu, intermedio entre el
    individuo y
    el Estado,
    referible sobre todo al ámbito propio de las familias y de
    la parte de la
    administración que se ocupa de ellas. Marx por su
    parte consideraba que sociedad civil significaba la base del
    Estado y la estructura, la cual comprende la vida comercial e
    industrial, sobre la que la burguesía construye por
    necesidad la supraestructura estatal; ésta,
    expresión máxima de la clase dominante, debe
    desaparecer, mientras que aquélla ha de dar lugar a una
    sociedad sin clases. Para Gramsci la sociedad civil es la
    portadora del derecho a exigir y cumplir, amparada en una marco
    cultural e ideológico común, conocido como
    hegemonía de clase.

    La relación entre estructura y supraestructura la
    reformula Gramsci con la distinción entre sociedad civil y
    sociedad política. Ésta representa al Estado y su
    poder coercitivo; aquélla la constituyen las relaciones
    que los hombres establecen libremente dentro de la sociedad a
    través de sindicatos,
    organizaciones, entre otros; propiciando la
    difusión de los valores
    comunes y la obtención del consenso, lo cual permite la
    consecución del poder ya sea a través de la figura
    de un Partido Político ( Acción Democrática
    o COPEI, en tiempos de la IV República), o de un hombre con
    capacidades y aptitudes mesiánicas ( caso Hugo Rafael
    Chávez Frías) .

    En el concepto actual,
    y valiéndonos del pensamiento de Gramsci, la sociedad
    civil que hoy toma vida en la realidad política venezolana
    es una sociedad en donde predominan los intereses
    económicos, la libre iniciativa y la solidaridad
    organizada de los ciudadanos (círculos bolivarianos,
    asociaciones civiles no gubernamentales, gremios, entre otros) en
    una esfera de actuación pública, que representa la
    autonomía de lo social institucionalizada frente al poder
    del Estado, pero no independiente del mismo, y que constituye una
    esfera de lo público de la que el Estado debe mantenerse
    alejado, según el principio de que no debe hacerlo todo y
    que no ha de intervenir en las actividades sociales que son, por
    principio, libres.

    En cuanto al aspecto del populismo en la
    figura mesiánica de Hugo Chávez, es importante
    conceptualizar el término en el ámbito
    histórico y teórico en el que realmente existe,
    según Kornhauser es el " conjunto de doctrinas
    políticas que se dicen defensoras del pueblo." El
    término es ambiguo, pero en el ámbito de la ciencia
    política, nos dice Crick, bajo él se han cobijado
    muy diversos movimientos sociales y partidos
    políticos a lo largo de la historia y en un buen
    número de espacios geográficos diferentes; en el
    siglo XIX y las primeras del siglo XX, tuvo un gran auge en
    Europa, tanto en
    movimientos y partidos políticos, como en algunas
    tendencias del movimiento obrero; en Latinoamérica, donde, bajo una
    ideología impregnada de nacionalismo,
    indigenismo e, incluso, antiimperialismo, ha estado presente en
    la vida política del siglo XX, y en lo que va del siglo
    XXI. En una palabra, el populismo es el discurso, político
    o institucional, de un líder o
    movimiento social organizado con un fuerte contenido social e
    interclasista, buscando salidas económicas a la penuria
    del colectivo, prestando especial atención a la reforma
    agraria y la modernización económica. En el
    caso de Chávez su discurso es de contenido social,
    reformista y de transformación, aunque sus variables
    económicas apunten hacia un rechazo al neoliberalismo, sus acciones son
    neoliberales, por lo tanto si busca insertar a la sociedad a una
    era de modernidad
    económica. Que el costo
    político y social le haga portador de un menaje
    distorsionado, en su personificación de líder hay
    un populista en todo la extensión de la palabra, diga o no
    él las cosas de frente, no se trata de estilos, sino de un
    discurso coherente con una masa élite que
    ideológica y culturalmente está identificada con el
    Gobierno. El populismo de Chávez no es hacia la
    oposición, sino hacia sus adeptos.

    La ideología fue un tema tratado ampliamente por
    Gramsci, y es en donde se aprecia mayor similitud con la metodología política del chavismo.
    La ideología para Gramsci significaba
    un amplio sistema de conceptos
    y creencias, muchas veces de naturaleza política, que
    defiende un grupo o un individuo. Antoine Destutt de Tracy, quien
    acuñó por vez primera el término,
    intentó reformar la sociedad posrevolucionaria mediante
    una "ciencia de las ideas" pragmática, lo cual sólo
    pudo modelar a grandes tintes, sin alcanzar convencer al
    colectivo práctico de la política que el camino no
    es el de la manipulación, sino el del consenso.

    Karl Marx pensaba que las ideologías eran
    sistemas
    teóricos erróneos formados por conceptos
    políticos, sociales y morales desarrollados y protegidos
    por las clases dirigentes en su propio beneficio. Para Marx las
    jerarquías religiosas, por ejemplo, intentan perpetuar
    sistemas de fe que en el fondo protegen el bienestar
    económico de los que están en el poder. Corregida
    por pensadores sociales posteriores, esta definición
    peyorativa de la ideología acabó por dominar el uso
    moderno del término. Siguiendo a Marx, los defensores de
    un sistema sociopolítico concreto, dice
    Crick, se sentían libres para rechazar los argumentos de
    sus oponentes por estar fundamentados en alguna ideología,
    es decir, por ser falsos al fundamentarse en preferencias
    ideológicas del oponente más que en la
    situación real. Dado que esta táctica puede
    orientarse contra cualquier ideología, la
    confrontación de los sistemas doctrinales modernos se
    convirtió en un asunto estridente y apasionado, dominado
    más por la propaganda que
    por argumentos racionales. A todo esto, la
     principal característica definitoria de las
    ideologías del siglo XX, es la devoción , casi
    religiosa, de sus seguidores hacia unas nociones políticas
    que consideran absolutamente incompatibles con las de otros
    sistemas. Este rasgo ha sido marcado sobre todo en dos poderosas
    ideologías que tienen una gran capacidad de
    captación: liberalismo y
    comunismo. El
    socialismo, la democracia y
    el conservadurismo, aunque defendidos con pasión, han sido
    más difusos y menos excluyentes: sus defensores debaten
    algunas cuestiones y coinciden en otras.

    La distinción de una sociedad civil activa, de
    una hegemonía de clase actuante y de una ideología
    vinculante con los valores culturales de la sociedad, o de una
    sociedad, nos define la figura el "Bloque Histórico"
    gramsciano, el cual no es más que la identificación
    de los acontecimientos sociales y políticos, con ciclos de
    cambios continuados, los cuales partiendo de etapas de
    transición determinadas, alcanza imponer un cambio que le
    de solidez a la hegemonía de clase, no a los intereses del
    colectivo que conforma el trayecto general de las aspiraciones
    sociales. En este punto se encuentra el chavismo
    contemporánea, dilucidando si lo más importante es
    permanecer en el poder y dar tiempo para alcanzar otro anillo
    histórico que desencadene nuevos eventos en lo
    cuales puedan ellos salvar su República.

    El Bloque Histórico , por lo tanto, es lo opuesto
    al idealismo, que
    afirma la supremacía de la mente y para el que la materia se
    caracteriza como un aspecto u objetivación de la mente. El
    Bloque Histórico es extremo o absoluto, se le conoce como
    monismo materialista. De acuerdo con la teoría
    mente-materia del monismo, según la expuso el
    metafísico británico William Kingdon Clifford
    (Elementos de dinámica ,1879-1887), la materia y la
    mente son consustanciales, siendo la una un mero aspecto de la
    otra.

    En los tiempos modernos el Bloque Histórico ha
    estado influido por la doctrina de la evolución e incluso
    puede decirse que ha sido asimilado con la más amplia
    teoría de la evolución. Los evolucionistas
    trascienden el simple antiteísmo o ateísmo
    materialista y pretenden mostrar cómo las diversidades y
    las diferencias en el universo son
    el resultado de procesos
    naturales en oposición a los fenómenos
    sobrenaturales.

    Gramsci, en sus escritos realizados en la cárcel,
    recalcó que su interés
    por el marxismo se centraba en sus aspectos
    práctico-sociales, ya que tomaba la noción de
    praxis en su sentido marxiano como fundamento de toda
    teorización. De ahí que, en contra de cualquier
    forma de esclerotización del marxismo, Gramsci
    señalase la gran importancia dada por Marx a la
    unión dialéctica de la teoría social con la
    práctica emancipatoria.

    Desde un punto de vista estrictamente filosófico,
    opone su «teoría de la praxis», o
    «historicismo absoluto», que es lo que se
    llamó historicismo en la bibliografía marxista,
    específica y duramente criticado por Althusser. La
    historia sólo se comprende con el método
    dialéctico, a saber, con la conciencia de las
    contradicciones reales de la sociedad, y el marxismo no puede
    concebirse más que como una filosofía de la praxis;
    a una conciencia revolucionaria sigue la praxis, o
    transformación de la sociedad mediante el acceso al poder
    de una clase emergente.

    La teoría de la «hegemonía»
    precisa las condiciones políticas en que una clase puede
    erigirse en sujeto histórico de la transformación
    social, como clase dirigente; esto no es posible si se parte
    sólo de una consideración del Estado como un poder
    represivo; el Estado no sólo domina, no sólo es
    aparato político, o dictadura, sino que posee una
    auténtica hegemonía en muy diversos órdenes
    y ámbitos, que pueden recibir el apelativo de sociedad
    civil. El dominio político es consecuencia de la
    hegemonía que se logra en un grupo social y no a la
    inversa; el grupo social es primero hegemónico y luego
    dominante. Estas teorías son una revisión del papel
    otorgado a la estructura económica en el desarrollo de la
    sociedad, para reconocer la importancia de los elementos
    supraestructurales. De ahí la función de los
    intelectuales y la que ha de desempeñar el partido,
    conseguir que las masas cobren conciencia de su misión
    histórica y no ha de ser un mero investigador, sino un
    dirigente del partido, el que ha de comprender la
    interrelación entre sociedad política y sociedad
    civil. El partido, a su vez, es el organismo que representa
    vitalmente los verdaderos intereses de la clase social y hay que
    considerarlo como el «moderno príncipe», con
    todas las atribuciones que Maquiavelo otorga al suyo. Gramsci
    retomó esta concepción cohesionadora de Maquiavelo
    y propuso un nuevo tipo de príncipe, que debería
    ser no un individuo sino un intelectual colectivo o partido
    político.

    Como puede apreciarse el chavismo, visto en su
    estructura orgánica, está conformando un Bloque
    Histórico, que esa construcción no contemple la
    más puras determinaciones e intereses, no lo descalifica,
    todo lo contrario, lo sustenta. Sigo pensando, amigos lectores,
    que cada vez los hechos históricos nos acercan más
    a Gramsci en esta realidad venezolana que es vitalizada por un
    movimiento político que denominamos chavismo, por ende, el
    chavismo es gramsciano.

    3.-
    SÍNTESIS

    A partir de 1958, la presencia amenazante del
    militarismo en la vida política venezolana fue combatida
    duramente, al punto de crear condiciones legales que
    impedían a los castrenses ocupar lugar predominante en las
    instancias de Poder. Esta realidad, a comienzo de los setenta,
    fue cambiando por razones puntuales que bien son expresadas por
    el comandante Hugo Chávez Frías: " … en el 73, en
    el gobierno d Pérez , cuando comenzó la llamada
    Venezuela Saudita, empezamos a captar una realidad más
    allá de las cuatro paredes de lo que después hemos
    bautizado como la casa de los sueños azules. En diciembre
    del 74, nos ocurrió un encuentro con algo muy interesante
    desde el punto de vista político militar. Ya había
    en muchos de nosotros una inquietud política por lo que
    pasaba de Venezuela y en América
    Latina. Y en ese momento nos mandan al Perú a la
    celebración de los 150 años de la Batalla de
    Ayacucho. Fuimos 10 muchachos, entre ellos Ortíz
    Contreras, que en paz descanse, a conocer a Juan Velasco Alvarado
    y los militares peruanos. Hasta el 04F cargué en los
    maletines que usé , y que ahora lo debe tener la DIM, un
    librito azul de bolsillo llamado la Revolución Nacional
    Peruana, un obsequio personal del
    general Velasco que era presidente del Perú. En ese
    encuentro conversamos con militares panameños como Omar
    Torrijos y sus muchachos, con los cadetes chilenos que
    recientemente habían dado el golpe contra Salvador
    Allende. Actuación que era rechazada por panameños,
    peruanos, venezolanos, colombianos. Regresamos cargados de cosas
    y de material. Cuando salimos a los pocos meses de subtenientes
    ya íbamos dispuestos a empeñarnos en algo, de lo
    que teníamos idea pero que no lográbamos
    precisar…" ( BLANCO MUÑOZ, Habla en Comandante.
    Caracas, UCV,1998: 38-39)

    Para Chávez todo comenzó como un
    experimento, en el cual, en la medida que las relaciones de los
    de su promoción avanzaban, se iba consolidando
    una posición política hacia los asuntos que
    tenían que ver con la sociedad y el grado de
    participación de los ciudadanos. Así comenzó
    a gestarse una conciencia en lo que respecta al papel que cada
    militar debía jugar en la vida social y política,
    teniendo formación de líder es obvio que en el
    fueron interno buscaran imponer sus posiciones y
    reflexiones.

    Revisando algunos documentos académicos, de la
    Escuela Militar
    venezolana, pudimos detectar que (desde el plano
    politológico) la información política que se le da al
    militar de carrera es realzada en los valores de liderazgo y de
    estrategia
    política, esa visión de investigación y de reflexión de los
    asuntos que tienen que ver con el Estado, es muy superficial,
    ello nos hace pensar que la Academia Militar forma líderes
    y no analistas del entorno político. Esta percepción
    refuerza la postura de quienes como generación de relevo
    decidieron asumir una acción de fuerza para
    imponer nuevos esquemas de dirección política.
    Fueron (y son) hombres formados para ejercer el Poder, no para
    estar sumisos a él. Así nació la
    inspiración del Movimiento Bolivariano 2000 (MB200) y con
    él los acontecimientos que involucraron de nuevo a los
    militares en los entretelones de la política, el populismo
    y las reacciones propias del mesianismo acalorado por las
    masas.

    El Movimiento Bolivariano 2000, génesis del
    resurgimiento del militarismo en Venezuela, "planteaba un
    programa
    preñado de un profundo nacionalismo que entrelazaba con el
    ideario bolivariano. La rebelión misma no era vista como
    ruptura del hilo constitucional sino como medio para desplazar a
    la élite política, calificada en su mayoría
    como corrupta, y a los partidos políticos como estructuras
    que no respondieron a los intereses de la población". ( PÉREZ, Francisco.
    Coordinador del proyecto:
    Ángel Álvarez.1996. El Sistema
    Político Venezolano: Crisis y Transformaciones. "
    Política, militares y democracia en Venezuela",
    págs. 155-192; Caracas, Instituto de Estudios
    Políticos de la Universidad Central de Venezuela,
    1996:179)

    Con respecto al alcance ideológico del MB200, hay
    que distinguir que su planteamiento se sustenta en las ideas
    políticas de Simón Bolívar y en un
    nacionalismo "orgánico", en términos de
    Andrés de Blas Guerrero (1984:51), el cual es el signo
    cultural, funcional en la lucha de un orden contra otro que
    considera viejo y viciado, amenaza no sólo para las nuevas
    naciones, sino expresión de un agobiante absolutismo de
    culto a la comunidad. La
    idea del soberano como expresión de las voluntades de una
    nación,
    hace captar las reflexiones del MB2000 como el principio de un
    nacionalismo absoluto y por ende portador de autoridad y
    exigencia de sumisión.

    Pero acerca de estas pretensiones ideológicas
    podremos ahondar en el siguiente punto, como análisis de
    un movimiento que partiendo de formatos estáticos, alcanza
    dinamizar el comportamiento de "Comandantes, Mayores, Capitanes y
    Tenientes": el reconocido Grupo COMACATE.

    Antes de ir moldeando un argumento descriptivo y
    explicativo del militarismo en Venezuela, es necesario
    remontarnos a la presencia renovadora del militarismo en el
    continente latinoamericano, para ello recurramos a las
    percepciones analíticas de L.A. Acosta Pinto (1974
    Nacionalismo y militarismo. México, tercera
    edición, Editorial Siglo XXI,
    Colección mínima número 29): "Para las
    fuerzas armadas es siempre fácil, en nuestras naciones,
    tomar el poder. Lo difícil es gobernar, pues todas las
    características de su socialización profesional peculiar son
    disfuncionales con relación a las reglas del juego
    político, en sociedades que presentan el grado de
    pluralismo ya alcanzado por la mayoría de las
    nuestras.

    "En la sociedad castrense no se cultiva la
    autocrítica, pues hay siempre un órgano superior
    encargado de hacer la crítica
    inapelable; la creencia predominantes que el suceso de cualquier
    emprendimiento depende de que las órdenes sean simples y
    enérgicas y cumplidas sin distinción ni
    vacilaciones; su propia especialización como profesionales
    los lleva a creer que lo más importante es siempre la
    cantidad de violencia, no
    la dirección en que ella se aplica. Llega a límites
    caricaturescos la postura heroica con que se practican los actos
    más elementales de la rutina burocrática; por
    desgracia, es solamente cuando están en el ejercicio de
    funciones
    políticas cuando generalmente empiezan a sospechar de las
    enormes diferencias existentes entre comandar y gobernar.
    Quizá sea ésta una de las razones por las cuales
    los militares casi siempre buscan justificar en términos
    no políticos su intervención en la política,
    generalmente presentando razones moralistas a salvacionistas como
    base de la intervención." (págs. 74-75)

    El militar latinoamericano, y por qué no, el
    venezolano formado en las últimas dos décadas del
    siglo XX, ya no se aprecia a sí mismo como un
    inútil. No se siente formado para una guerra, sino
    para un servicio, lo
    cual al no ser involucrado por el sistema se siente despreciado
    por él y busca puntos de vistas que lo cuestionen, tan
    solo por el hecho de satisfacer su impotencia. "Se siente un
    …elemento activo y participante en una lucha mundial en defensa
    de la civilización occidental, de sus valores y
    tradiciones, contra el comunismo, el materialismo, la
    corrupción
    y otras amenazas a la sobrevivencia de la patria y de la persona humana."
    (pág.81)

    "El nuevo militarismo…parte de la idea de que el orden
    institucional que antes prevalecía es inadecuado y
    necesita ser superado…, la crítica al viejo orden
    institucional, que es compartida por distintas corrientes
    políticas y diferentes fuerzas sociales, cuando viene de
    los sectores militares generalmente se concentra en lo que
    aún queda, en la teoría y en la práctica,
    del aparato liberalista que, forzado por las circunstancias
    históricas, ganaron nuestra instituciones
    políticas después de la independencia.
    Sobre todo la mentira electoral, la deformación del
    régimen representativo, la corrupción, los abusos de la libertad de
    prensa, la
    ineficiencia del Parlamento, y cosas por el estilo, son los
    blancos principales de la crítica, conducente a la
    conclusión deseada de que, para estos males, la
    salvación es la eliminación de los intermediarios
    entre el gobierno y el pueblo, o sea la solución es la
    dictadura.

    "Alrededor de estas tesis críticas y sacando de
    ellas el máximo provecho, desarrollase la idea …de que
    el militar tiene una nueva función mesiánica por
    desempeñar en la historia. Según esta
    ideología ( que en nada se diferencia a los planteamientos
    del MB200, en apreciación nuestra), los militares se
    presentan como la fuerza dominante e integradora de un nuevo
    orden social. Ya no se trata de integrar las instituciones
    militares a la nación:
    ellos se atribuyen el papel de agencia integradora de la
    nación en un nuevo orden social y político. La
    construcción de este nuevo orden es presentada como una
    tarea a larguísimo plazo, que ellos mismos definen como
    una revolución, que debe ser comandada por un gobierno
    militar-tecnocrático. Este gobierno no pide ni busca,
    ninguna fuente de legitimidad sino el uso indiscriminado de la
    fuerza, donde se origina y en la cual está basado".(
    ACOSTA PINTO, 1974:111)

    Visualizando los aportes de Acosta Pinto (1974), de
    Sandoval Rodríguez (1979) y de Leonardo Vivas (2000),
    podemos estructurar una visión actual del militarismo en
    Venezuela, enfocándolo bajo el orden y la
    participación que su adhesión al Régimen
    Democrático le ha permitido. La elección del
    comandante Hugo Chávez ha sido tan sólo la
    oportunidad para que una parte del sector militar alcance
    materializar su vocación de servicio y su liderazgo en el
    marco electoral de las nuevas reglas de juego. Así se nos
    presenta el siguiente panorama:1.-Busca realizar a corto plazo
    una revolución , a costa de la eliminación del
    sistema; 2.-Orientación del gobierno hacia una estructura
    tecnocrática; 3.-Preocupación por Modernizar las
    estructuras Institucionales y los espacios físicos urbanos
    y rurales; 4.-La revolución hecha desde los estratos
    más humildes, desde abajo hacia arriba; 5.- Desarrollar
    una ideología que vuelva el militarismo un fenómeno
    de masa, entendido y aceptado por todos como la solución
    para los problemas del
    colectivo.

    Según el General (R) Alberto Müller Rojas
    (El Globo, Caracas,10 de marzo de 200: 19): "…quien
    pretenda considerar la participación de los militares en
    las cuestiones públicas, como una intervención en
    la vida política de la sociedad con miras a su dominio
    -tal como sucedía en el marco de la función
    pretoriana que desempeñaron durante los últimos
    cuarenta anos- no tienen otro fin que mantener a la
    corporación castrense en el papel de fuerzas de
    ocupación de su propio país. Y si se analiza el
    origen de tales denuncias, es fácil observar que ellas
    parten de sectores cuyos intereses están directamente
    asociados con elementos ligados al entorno externo de la
    nación. No obstante, no se puede perder de vista el papel
    de factor de equilibrio que
    le corresponde a la institución de defensa del estado. Una
    desviación de su acción, orientada totalmente hacia
    el entorno interno, la debilitaría profundamente en cuanto
    al rol que le corresponde en el ámbito internacional
    produciéndose desequilibrios graves en el ambiente
    exterior, que se convierte en riesgos para
    la estabilidad del Estado, algo tan o más peligroso que
    las propias asimetrías internas. Más aún,
    una situación que tendría la posibilidad de
    aumentarlas, al convertir la corporación castrense en un
    ente competitivo, con ventajas, en relación con otros
    agregados sociales, incluyendo los orientados hacia la
    acción externa, que pretenden satisfacer sus propios
    intereses."

    Por otro lado, aparece la voz del historiador
    Jesús Sanoja Hernández( El Nacional,
    Caracas, 10 de marzo de 2000: A/5): "Los militares han tomado la
    calle, no sólo los retirados sino los activos, y han
    creado adicionalmente la por ellos llamada unidad
    vico-militar,
    la misma que en 1948 se rompió para abrirle paso a la
    dictadura cuartelaria. El período iniciado en 1945,
    modificado en 1948, replanteado en 1957-58 y tendido como puente
    hacia un futuro bastante incierto el 4F y el 27N, podría
    bifurcarse el 28 de mayo…" Lo que estamos viendo, argumenta
    Sanoja Hernández, es el resurgimiento de una casta militar
    que quiere y está accesando al poder, bastaría
    esperar a quién reconocen como guía, porque de lo
    contrario volveríamos a tiempos de enfrentamiento e
    inestabilidad política que condicionarían las
    posibilidades de bienestar del colectivo.

    IDEAS
    FINALES

    En 1992, mismo año de la incursión
    golpista de Hugo Chávez, un libro
    impactó el campo de las ciencias
    sociales: "El fin de la Historia"( Madrid, Edit. Planeta); su
    autor, el filósofo de origen japonés Francis
    Fukuyama , partía de una idea ya usada por otros
    cientístas sociales, de que el hombre
    había agotado sus modelos de
    cambio y era necesario redefinir sus líneas de
    acción para crear nuevos escenarios desde donde edificar
    su razón histórica. Hoy día aún el
    hombre anda en la búsqueda de esa redefinición; no
    encuentra un medio fértil para iniciarla y permanece
    inerte, suspendido en un espacio-tiempo que tan sólo
    permite que se observe, mas no que se interprete.

    Desde el "conócete a ti mismo" de Sócrates
    hasta nuestros días, después de tantas reflexiones,
    aún no hay una palabra que concentre la razón de
    ser del hombre en toda su extensión.

    Es ante estos argumentos que los venezolanos no debemos
    sentirnos extraños a la incertidumbre, ella está en
    todo ser humano como complemento de ese "hacer constante" y como
    consecuencia de pensamientos y acciones unidimensionales que no
    terminan de identificarse con el interés
    colectivo.

    El Gobierno Constitucional, producto de una consulta
    democrática, del Teniente Coronel Hugo Chávez
    Frías (reafirmamos intencionalmente los hechos),
    surgió como expectativa de redefinición de ese
    camino hacia el cambio; pero su visión política no
    estuvo en la óptica
    de crear un modelo, sino de aplicar una estrategia de cambio, por
    lo cual generó un inevitable "choque" entre su AUTORIDAD
    representativa y las Instituciones del Estado. Si bien Montesquieu
    propuso la división de poderes ( Legislativo, Ejecutivo y
    Judicial) para asegurar un grado de control razonable
    en la dirección política del Estado, no es menos
    cierto que no dejó claro cuándo esas ramas del
    Poder tenían o no vigencia, puesto que podemos
    interpretar, como lo hace el ciudadano Presidente, que al no
    existir legitimidad por la vía de la representatividad del
    soberano, que es el pueblo, no hay vigencia en los Poderes y por
    ende su existencia en el Estado debe ser suplantada por otra
    figura que surja como consecuencia de una "voluntad originaria"
    que devuelva la legitimidad y representatividad ausente (tal es
    el caso de la propuesta de Asamblea Constituyente).

    Pero esta situación nos hace formular otras
    interrogantes: ¿ si el pueblo eligió al Congreso,
    por qué se hace ver que prevalece la ausencia de
    legitimidad y representatividad? ¿ cuándo el
    soberano , es decir el pueblo, se le ha dado la oportunidad de
    legitimar el poder Judicial(
    siempre lo han hecho representantes del soberano)?

    El ciudadano Presidente se ha definido como el
    único poseedor de la legitimidad y representatividad del
    soberano y ello basándose en evidencias de
    "fuerza" : el carisma en un ochenta y tanto porciento de
    aceptación, y la reestructuración de los cuadros
    militares que le aseguran permanencia en el rol de Presidente de
    Estado. Ahora bien, el poder
    Legislativo y el Judicial, están en franco deterioro
    de credibilidad y legitimidad, primero porque a todos ha afectado
    su inoperancia( no cuentan con una figura carismática que
    les respalde), y segundo porque su existencia obedece a "estrategias de
    partido" que distancian notoriamente la voluntad del soberano de
    la selección
    representativa de sus miembros.

    Al existir esta realidad se erige inevitablemente un
    ambiente de incertidumbre, aunque la
    personalidad del Presidente ha acentuado este ambiente con su
    particular modo de expresar lo que él considera es la "voz
    del pueblo" (pensamos que los argumentos diplomáticos, por
    la salud de las
    Instituciones Democráticas, deberían prevalecer);
    de tal modo que el Sistema se ha colocado en expectativa, no por
    el hecho de las diferencias políticas, sino por la
    insistencia a no llegar a soluciones
    unánimes, sino mantener un clima de
    posiciones encontradas, en donde el Poder
    Ejecutivo "exige se le cumplan sus peticiones sin mayor
    aporte que el que se le delegara las atribuciones
    correspondientes, en este caso, del Poder Legislativo". Es decir,
    el Ejecutivo aspira fortalecer su dominio Central sin brindar
    posibilidades de compartirlo o segmentarlo. Esta posición
    no es "encontrada" con los fundamentos, o precedentes de la
    historia política democrática, dado que es un punto
    de vista, una forma de hacer gestión
    que si la acepta el soberano es perfectamente procedente. Se
    recomendaría más bien, buscando de una buena vez
    romper con esta situación de incertidumbre y expectativa ,
    que la consulta al pueblo en vez de hacerse en razón a que
    si hay o no una Asamblea Nacional, se haga en función a
    que si el pueblo está de acuerdo en un Gobierno
    democrático con la única figura del Poder
    Ejecutivo, el cual tenga bajo su potestad directa las instancias
    legislativas y judiciales.¿Esto es una autocracia o
    dictadura ? No; hay que recordar que la democracia es un
    Sistema de participación ciudadana en la toma de
    decisiones políticas
    , el hecho de que un
    gobernante, haciendo uso de esa participación ciudadana,
    condicione una forma de gobernar autoritaria y centralizada, no
    le da la connotación de dictador o autócrata,
    más bien le define como una modalidad político-
    administrativa de accesar a la toma de decisiones; ahora bien, si
    analizamos la situación desde un punto de vista del
    denominado "sexto sentido humano", es evidente pensar que
    sería una locura dar tanto poder a un solo hombre y a una
    sola Institución del Estado, dado que ello
    permitiría acciones fuera del rigor administrativo que
    todo Sistema debe hacer prevalecer.

    Comprender la realidad política venezolana, desde
    el espectro de la incertidumbre, es apreciar que a nada nos lleva
    esta lucha interna de las Instituciones políticas del
    Estado y que es el soberano el que debe decidir sobre a quien se
    le debe dejar actuar en la toma de decisiones que afectan al
    colectivo, sólo así podremos dejar las estrategias
    de cambio y pasar a un modelo institucional que abra nuevos
    caminos , así como la posibilidad de que el hombre siga
    contando su historia.

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    Ramón E. Azócar A.

    Politólogo, Magíster en Administración, Mención Gerencia y
    Planificación Institucional por la UNELLEZ, escritor y
    poeta; especialista en pensamiento político venezolano,
    miembro de la Asociación de Escritores de Venezuela,
    Seccional Portuguesa ; autor de textos de ensayos

    ( La Revelación de Oanes, 1998; El
    nuevo Paradigma
    Educativo
    , 2000); es catedrático de Institutos
    Universitarios, residenciado en la ciudad de Guanare, Edo.
    Portuguesa.

    ã EL
    CHAVISMO Y GRAMSCI

    Ramón E. Azócar A. , 2002

    Hecho el depósito de Ley

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