Urquiza y el Plan Fragueiro. El primer plan económico de la organización nacional
- Un gobierno, dos
etapas - Las primeras medidas de
gobierno - El plan económico de
Mariano Fragueiro - El fracaso del plan
Fragueiro - El plan
alternativo - Conclusión
- Citas
- Bibliografía
El presente trabajo es una aproximación de un
estudio más profundo para develar las mentalidades que
formaron parte de una época de nuestra historia nacional,
que fue bisagra entre dos modelos de país. La denominada
Organización Nacional tuvo como actores a destacados
hombres de diversa extracción que volcaron todas sus
energías, sus ideas y su acción para construir el
país que habían soñado durante la prolongada
latencia de la confederación rosista.
Ni bien aplacada la polvareda de Caseros, Urquiza se
enfrentó con la necesidad de hallar solución a los
graves problemas que implicaba la organización definitiva
de las provincias. Se debían restañar las heridas
de los enfrentamientos recientes entre unitarios y federales, y
entre los mismos federales cuyo partido se encontraba sumergido
en una profunda crisis tras el Pronunciamiento de uno de sus
hombres fuertes. Buenos Aires permanecía a la expectativa
con los resquemores lógicos del puerto exclusivo que
veía peligrar su hegemonía ante la presencia de los
hombres del interior. Pronto una nueva fractura pondría en
juego el liderazgo del futuro organizador. A pesar de ello
Urquiza avanzó con el propósito de convocar el
congreso constituyente definitivo. El Acuerdo de San
Nicolás primero, y el Congreso de Santa Fe
jalonarían el sendero hacia la
organización.
En tanto, el vacío dejado por la caída del
gobierno de Rosas, debía ser cubierto por los hombres de
Urquiza pero sobre las bases de un nuevo paradigma. La unidad
nacional no podía articularse por la fuerza de las armas
en permanente vigilia como en la etapa fenecida, sino alrededor
de la vigencia de la ley. Así lo expresaba con claridad
Mariano Fragueiro: "Urquiza no representa pues la fuerza:
representa el poder moral de la sociedad: el derecho. La justicia
es el verdadero soberano de la acción de Urquiza; y
así hemos visto destronar el poder de la fuerza; y
restablecer la libertad y el derecho." También lo
diría Urquiza, ya presidente ante el congreso legislativo:
"Era preciso gobernar conforme a la Constitución, o
confesar que era irrealizable la nacionalidad".
Tampoco pudo contar con los recursos económicos
indispensables que le reportaba la aduana exterior de Buenos
Aires. Rosas, mediante la política de economía
cerrada mantuvo en sus manos la poderosa llave de la caja
aduanera y con ello su poder político. Su caída
implicaba también la pérdida para los bonaerenses,
de ese recurso exclusivo, que ahora debía ponerse al
servicio de toda la Confederación. Los porteños
saludaron el exilio del odiado Restaurador, pero no estaban
dispuestos a sacrificar nada a cambio, y menos el sabroso bocado
de las rentas aduaneras.
Durante la gestión de Urquiza, que se extiende
desde que se hace cargo provisoriamente de los negocios de la
Confederación en 1852, hasta la finalización de su
mandato presidencial (1860), se pueden distinguir dos etapas
claramente definida en la política económica. Una
primera caracterizada por su autonomía y la segunda de
mayor apertura a la influencia del capital externo y de las
iniciativas privadas.
El primer plan económico que se puso en
práctica pretendió sortear las dificultades
concretas que se presentaron sin por ello entregar el poder de
decisión a manos de especuladores o de potencias
extranjeras. La orientación de la política
económica autónoma lograda a lo largo de dos
décadas no podía ser desechada aunque los medios
para lograr su continuidad fueran otros. Urquiza se propuso, con
el aporte teórico de Mariano Fragueiro, impulsar un modelo
de desarrollo sustentado en el crédito público, a
pesar de los reparos expuestos por la emigración
unitaria.
El plan tuvo una breve vigencia pero un significado
histórico no valorado en su real dimensión. Fue un
intento, reiteramos, de sumar sobre la experiencia de la
confederación rosista pero con una base más amplia,
ya que incorporaba protagónicamente a las provincias del
Litoral a la vez que se nacionalizaba la distribución de
la renta.
A diferencia del statu quo impuesto por Rosas,
los recursos aduaneros se volcarían a dinamizar las
economías regionales de todo el país. Hacia ese
rumbo también apuntaba la apertura de los ríos y
las disposiciones constitucionales de suprimir las aduanas
interprovinciales y remover todos los obstáculos a la
circulación de bienes y servicios, como lo establecen los
artículos 10, 11 y 12 de nuestra ley suprema.
El plan económico tuvo como mentor al
cordobés Mariano Fragueiro, que como Alberdi, producida la
coyuntura histórica de Caseros, se apresuró en
acercarle las ideas que había incubado en sus
circunstanciales exilios en Chile.
I.II.
Urquiza y la generación del
´37
La vinculación de Urquiza con los hombres que
conformarían en círculo generador de ideas
conocidos como "Los hombres del Paraná", se remonta a la
época en que los jóvenes intelectuales adscriptos
al romanticismo del Plata comenzaron a buscar un acercamiento con
el poder político. Esteban Echeverría le hizo
llegar a Urquiza su Dogma socialista junto con una
elogiosa carta. El intelectual del Salón literario
veía en el militar entrerriano al "primer grande hombre de
la República" si se decidiera a convertirse en prenda de
unión superando las contradicciones entre unitarios y
federales.
El futuro organizador traía en sus alforjas una
dilatada experiencia política y militar. Se inició
en la anárquica década de 1820 como legislador
provincial y ascenderá rápidamente su prestigio
durante la etapa rosista. Adherente a los principios federales,
será un eficaz colaborador del gobernador Pascual
Echagüe desde el mando militar. La ley de tarifas aduaneras
de 1835 que marcó el rumbo económico de la
Confederación, tuvo en la provincia su réplica en
1836 con un carácter decididamente proteccionista de la
manufactura local. En su actividad privada, Urquiza estuvo
vinculado a la actividad ganadera con una visión
empresaria que lo llevó a introducir frecuentes
innovaciones en la explotación y sus manufacturas
derivadas. Podemos decir que los intereses económicos de
Urquiza coincidían con los de Rosas, pero los enfrentaba
la competencia desleal de este último por su
cercanía al puerto de Buenos Aires y el manejo de las
decisiones políticas. Ambos tenían a su vez
intereses contrapuestos con los comerciantes portuarios que
bregaban por el librecambio irrestricto para permitir el ingreso
de las manufacturas extranjeras que inundarían a las
provincias y absorberían su escaso poder de
compra.
El desplazamiento de Rosas no significó, por
tanto, un cambio en las ideas del futuro Organizador. Así
se puede explicar la desazón de los emigrados ante los
planes del triunfador de Caseros que no los incluía como
protagonistas privilegiados. Urquiza optó por rodearse de
un grupo de hombres provenientes del antiguo federalismo, de los
intelectuales conciliadores que habían parido sus ideas en
el Salón Literario, añejadas luego en el exilio
chileno. Entre ellos estaban Vicente Fidel López, Juan
María Gutiérrez, Vicente G. Quesada, José
Hernández y, fundamentalmente, Juan Bautista Alberdi y
Mariano Fragueiro. Ambos aportarán los fundamentos
teóricos de la organización nacional. Alberdi le
enviará el proyecto de Constitución incluido en
Bases y puntos de partida para la organización
política de la República Argentina, y Fragueiro
será el autor del Proyecto de estatuto para la
organización de la hacienda y crédito
público.
I.III.
El pensamiento de Mariano Fragueiro
Mariano Fragueiro, cordobés, comerciante y
economista con ideas influidas por el socialismo sansimoniano.
Cursó estudios en el Colegio Monserrat y en la Universidad
Mayor de San Carlos, pero abandonó la carrera sin
graduarse. Ejerció el comercio en Córdoba y Buenos
Aires. Integró la Generación del ´37 junto a
Echeverría y Alberdi. Estuvo vinculado a la
emigración argentina en Chile durante la hegemonía
de Rosas, no obstante se mostró complaciente y hasta
entusiasmado con el sistema económico impuesto por el
Restaurador de las leyes. Consideraba, inclusive, que el
régimen brindaba las condiciones de liderazgo y
estabilidad para la realización de la democracia y el
socialismo que propiciaba.
En 1853, Urquiza lo convocó para hacerse cargo
del Ministerio de Hacienda. Fue autor del Estatuto para la
organización del crédito y la hacienda
pública, aprobado por el Congreso en diciembre de ese
año, creó un Banco Nacional e impulsó, a
través de sus escritos la repatriación de la deuda
externa, que estaba en manos de banqueros ingleses.
Fragueiro abrevó en las ideas socialistas de la
escuela de Saint Simón; era un admirador de Pedro Leroux,
el socialista francés embanderado en la lucha contra las
plutocracias y por los derechos sociales a la vivienda, el
alimento y el vestido. Sostenía Leroux que el derecho
individual no puede avasallar el derecho superior de todos.
Martínez Paz considera que Fragueiro "sufrió la
influencia como casi todos los pensadores de ese socialismo
romántico primitivo, de ese sansimonismo, que
alcanzó en nuestro país expresiones de tanto valer
e influencia como el Código o declaración de
principios que se constituyen en la creencia social de la
República Argentina (…) forma inicial del
Dogma socialista [de Esteban
Echeverría].
Para Fragueiro el principal problema social a solucionar
era el de la distribución de la riqueza. La Libertad, la
igualdad y las garantías deben conducir a conseguir
trabajo y subsistencia para todos. "El bienestar de los pueblos
–dice- no consiste en la opulencia de unas cuantas familias
de banqueros, que dejan en la mendicidad al mayor
número".
Consideraba que los bancos estatales eran las
herramientas adecuadas para el desarrollo del mercado interno y
la distribución de la riqueza, siguiendo las
teorías de John Law y Saint Simón. Era considerado
"una autoridad en cuestiones bancarias, habiendo escrito varios
trabajos durante su exilio en Chile, en el decenio de 1840-1850:
fue autor de un proyecto, en 1844, para establecer un banco
nacional de Chile, y del libro Organización del
crédito, en 1850, en el que abogaba por un banco
estatal que monopolizara el crédito público, el
cual, según decía, siendo empleado
«industrialmente, será la omnipotencia
humana»(…) Este autor combinaba un gran respeto por
la propiedad privada con el culto a la Administración
Pública: «Nada de comunismo; nada de socialismo, en
el sentido de invadir la propiedad, que es el derecho de la
libertad. Abogamos por el socialismo, en el sentido de una
organización de los bienes materiales, que dé por
resultado la armonía de los individuos con la sociedad o
con su representante el gobierno. »"
Dice Dagnino Pastore: "por los escritos de la
época colijo que Mariano Fragueiro era considerado un
economista profesional." Esta consideración coincide con
la opinión de Martínez Paz que lo caracteriza como
un economista, pero no con las connotaciones que hoy la
opinión pública le concede al término, sino
"un economista social, que cree haber descubierto en el
fenómeno económico la base del orden y la
organización. La construcción política, la
lucha de los partidos, las grandes agitaciones revolucionarias,
estaban, para él, ligadas a la distribución de la
riqueza."
"La Argentina ignoró a Mariano Fragueiro –
escribe Díaz -, que en 1850 con una tesis totalmente
contraria a la de Alberdi proponía otro modelo de
desarrollo."
Su gestión se mantuvo durante un año
– agosto de 1853 y septiembre de 1854 -. Renunció
ante las dificultades para la concreción de su plan por
falta de una base económica concreta, como eran las rentas
de la aduana del principal puerto de la Confederación, al
separarse Buenos Aires. Asimismo estuvo presionado por boicoteo
de los sectores liberales ortodoxos y la especulación
financiera.
II.
Las primeras medidas
de gobierno
II.I.
La apertura de los ríos
En su carácter de Director provisional de la
Confederación, Urquiza puso en práctica las
disposiciones emanadas del Acuerdo de San Nicolás, entre
otras la reglamentación de la navegación de los
ríos interiores, la administración de los correos y
la mejora de postas y caminos. Pero la apertura de los
ríos interiores a la navegación será la
columna vertebral de su política, reivindicación de
las potencias que auspiciaron el enfrentamiento contra Rosas y de
las provincias del Litoral ansiosas de librarse del control de
Buenos Aires sobre su comercio exterior.
El 31 de agosto de 1852 se publicó el decreto
reglamentando "la navegación de los ríos
interiores, y organizando la percepción de las rentas que
por el Acuerdo de San Nicolás fueron afectadas a los
gastos nacionales", dice una nota del Director Provisorio al
gobernador delegado de Entre Ríos, Antonio Crespo. Por la
misma se informa que "ha sido necesario establecer que en la
aduana de Rosario se cobren los derechos según el arancel
que hoy rige en Buenos Aires y que se cobre allí el
impuesto a todos los efectos que se importan o exporten por ella,
bien hayan de consumirse en Santa Fe, o bien hayan de pasar en
tránsito a las demás provincias."
Se insta a evitar el comercio de contrabando que
disminuía las rentas del estado "en una proporción
extraordinaria". Se consideraba que la de Rosario era la
única aduana que podía operar con el comercio
exterior "pues que solo a ella llegaba el comercio de
ultramar"
El año ´52 debió transcurrir a paso
acelerado. Los acontecimientos se sucedían: el Acuerdo de
San Nicolás, las noticias de las agitadas jornadas de
junio en Buenos Aires, la revuelta del 11 de septiembre y los
comicios para designar a congresales que se encargarían de
elaborar la ley fundamental.
En abril de 1853 el Congreso constituyente
culminó su labor y renovó a Urquiza la confianza
para llevar adelante los negocios del país y concretar las
disposiciones de la flamante constitución.
III.
El plan económico
de Mariano Fragueiro
El 29 de agosto de 1853, el Director Provisorio
dictó el decreto que organizó el gabinete nacional,
quedando conformado por Salvador María del Carril, en el
Departamento del Interior, Mariano Fragueiro, en Hacienda, y
Facundo Zuviría, en Relaciones Exteriores. En la misma
fecha, por otro decreto, delegó las facultades del
ejecutivo, en lo relacionado al gobierno político y
administrativo, en las personas de los citados ministros, que
pasaron a constituirse en el Gobierno Delegado Nacional. Urquiza
tomó esta decisión ante los comicios presidenciales
convocados para noviembre, cargo para el cual era uno de los
candidatos. "Era innecesario y tal vez perjudicial hacer
intervenir para nada el poder discrecional de que se halla
investido; que convendría, por consiguiente, suprimiendo
su persona, desnudar hasta de la sospecha personal todas aquellas
medidas que deban dar por resultado la creación de las
autoridades constitucionales"
El Gobierno Delegado, de la mano de Mariano Fragueiro,
proyectó el plan económico para superar la grave
crisis que enfrentaba la Confederación, agravada por la
escisión de Buenos Aires. "Sin renta, sin moneda, sin
comercio regular, sin medios de comunicación, todo era
forzoso crearlo, e intertanto [sic] servirse de lo
existente en las provincias que más recursos
tenían, y en las que resaltaba el sentimiento de
nacionalidad" manifestó el presidente Urquiza en su
mensaje al primer Congreso Legislativo Federal. Se tomaron
medidas de emergencia como el empréstito de febrero de
1853 y el aporte solidario de las provincias de Entre
Ríos, Santa Fe, Córdoba y Mendoza, con el objeto de
sostener la administración federal.
III.I.
El estatuto del crédito y la
hacienda
El proyecto para establecer el plan económico
presentado ante el Congreso Constituyente – que actuaba
como legislatura ordinaria -, conocido como Estatuto para la
organización del crédito y la hacienda
pública, se convertiría en la primera ley
económica de la nación el 9 de diciembre. El mismo
contiene un pormenorizado análisis de la situación
económica y establece las medidas a implementar para la
administración de la hacienda y el crédito, la
instalación y funciones del Banco Nacional de la
Confederación, la emisión de moneda, la deuda
interna, el funcionamiento de las aduanas, las contribuciones, la
explotación de minas y la organización de los
correos y postas, entre otros asuntos.
Inmediatamente se comenzaron a concretar las medidas
establecidas por la ley. Por decreto del 3 de enero de 1854 se
organizó la Administración de la Hacienda y se
dispuso que el Banco Nacional comenzaría a operar a partir
del 3 de febrero. El 4 de enero se estableció la
Administración General de Correos y el 26 de enero se
resolvió contratar en Europa la acuñación de
monedas de cobre por un valor de cien mil pesos.
III.III.
El banco nacional y la moneda
El Banco Nacional de la Confederación se
instaló en Paraná en la fecha prevista con un
capital inicial de seis millones de pesos emitidos en billetes de
uno, cinco, diez, veinte, cincuenta y cien pesos. Con esta medida
se pretendía sustituir la falta de circulante, financiar
los gastos del estado y crear un mercado interno que abarcara
todas las provincias. El propio Urquiza lo revela en su mensaje
al primer Congreso Legislativo Federal, cuando sostiene la
necesidad de uniformar la moneda y resolver los problemas que
ocasionaba la falta de circulante. "Entre tantos inconvenientes,
el mayor es la falta de un medio circulante en toda la
Confederación, que facilitara al comercio sus
transacciones y el pago al menor plazo de los derechos de aduana,
al mismo tiempo que sirviera a los gastos nacionales en toda la
extensión del territorio: cuatro especies o más de
monedas circulaban en las Provincias (…)
"El Director Provisorio en sus circulares, y el Gobierno
Delegado en su Proyecto de estatuto para la Hacienda y en sus
comunicaciones a los gobiernos de las provincias, había
asegurado que sin el crédito, la organización
nacional no era posible (…)
"Sobre tales antecedentes, el Gobierno dictaba las
medidas y preparaba los arbitrios conducentes a establecer el
Banco sobre la base de las rentes seguras nacidas del consumo y
producción que debía fomentar la moneda nacional
(…)
"Al mismo fin y para uniformar la moneda metálica
existente en la Confederación, se dispuso que las Aduanas
y oficinas fiscales recibieran las piezas acuñadas en
Córdoba y Rioja como moneda corriente
(…)"
La constitución de un banco nacional con el
monopolio para la emisión de la moneda formaba parte del
pensamiento de los economistas y constitucionalistas de la
época. Mariano Fragueiro sostenía esa tesis en sus
proyectos de estatutos de bancos chilenos y en sus escritos
posteriores. En Cuestiones Argentinas afirma que "el papel
es la verdadera moneda nacional; tuvo su origen en tiempos de la
Presidencia [de Bernardino Rivadavia], y todas sus emisiones se
han hecho para objetos nacionales. (…)
"Treinta años hace que circula esa moneda
corriente. Retirarla sería trastornar las transacciones, y
comenzar el Gobierno Nacional por una bancarrota que sería
desprestigiosa y de mal agüero."
Fragueiro proponía que la moneda circulante en la
Provincia de Buenos Aires, acuñada desde 1837 por la Casa
de Moneda, se adoptara como moneda nacional ya que esta contaba
con la aceptación del comercio. "Se dirá,
quizá, que no teniendo esta moneda un valor fijo, no
tendría circulación; pero observaré que a
pesar de faltarle el valor fijo, ella ha circulado y circula en
Buenos Aires, porque desde que ella sirve para pagar impuestos y
para convertirla en todo otro producto, estos servicios le dan un
valor real."
Martínez Paz explica que para Fragueiro los
bancos representaban "la institución capital, el
órgano regulador de toda la vida económica y
social. Estos pensamientos debieron consolidarse y ahondarse,
cuando conoció más de cerca al célebre
¨sistema¨ de John Law, según el que el banco es
como el corazón del reino, a donde debe refluir todo el
dinero, para que reanude la circulación
(…)"
Esta interesante propuesta se frustrará con la
separación de la Provincia de Buenos Aires. Ante los
acontecimientos es la propia legislatura de la Provincia de Entre
Ríos la que hace suya la propuesta de apoyar la
creación de un banco nacional. Así lo expresa el
manifiesto del 27 de octubre de 1853 que decreta: "si el Congreso
estimare conveniente la institución de un Banco Nacional
con facultad de emitir billetes, esta Legislatura aceptará
esa creación como salvadora de las dificultades
financieras de la República y coadyuvará en la
esfera de sus atribuciones a que tenga las pronta y cumplida
ejecución."
Coartado el proyecto de nacionalizar la moneda de Buenos
Aires, "Fragueiro impulsó el establecimiento de un banco
de Estado, que se suponía podría operar de acuerdo
con un modelo saintsimoniano. Sin embargo, la instalación
del Banco Nacional de la Confederación, en 1854, no
coincidió con los deseos de Fragueiro, ya que se
convirtió muy rápidamente en un mero brazo de la
tesorería deficitaria del gobierno, siendo rechazados sus
billetes por los comerciantes de Rosario, Paraná y Santa
Fe."
El papel que debía jugar una moneda propia
formaba parte del pensamiento constitucional de la época,
que la consideraba un instrumento esencial para la
integración de la economía y símbolo de la
soberanía del país. Alberto Ricardo Dalla Via
escribe en un artículo sobre el tema que "sobre estas dos
coordenadas, la moneda como facultad soberana y la moneda como
instrumento de integración económica, es que la
Constitución Nacional ha desarrollado su régimen
monetario recogiendo los antecedentes patrios que provienen desde
1812 y que el Dr. Buscaglia ha sintetizado magníficamente
en un trabajo de la Academia Nacional de Ciencias
Económicas al que me remito, y siguiendo también el
antecedente de la Constitución de los Estados Unidos, que
como en otros tantos temas ha sido fuente de la nuestra
(BUSCAGLIA, Adolfo "La Moneda en la Constitución
Nacional". Anales de la Academia Nacional de Ciencias
Económicas. Seminario sobre Economía y
Constitución).
Al mismo instrumento apelan hoy los europeos, que se
apresuran a establecer el euro como la herramienta
válida para consolidar la Unión Europea. Por cierto
que esto funciona si se dan condiciones generales que permiten
esta integración, como lo fue la unión aduanera que
abolió el sistema tarifario interprovincial. El modelo
monetario, tomado por el propio Alberdi de la Constitución
norteamericana para elaborar su proyecto constitucional,
quedó plasmado en el artículo 75 inciso 11 de la
Ley Suprema. No obstante en sus escritos económicos, el
autor de Las Bases se mostrará receloso de la
emisión de papel moneda por parte del estado, ya que lo
consideraba un empréstito prohibido. "El papel solo es
moneda cuando es convertible a la vista y al portador, es decir,
cuando no es emitido por el gobierno, deudor supremo y soberano,
a quien nadie puede obligarle a pagar cuando no quiere
(…). El papel moneda, o la deuda – moneda es la obra
y la expresión de los malos gobiernos
(…)
En su proyecto de estatuto para el Banco Nacional de
Chile, Fragueiro caracterizaba el papel de la moneda para el
desarrollo económico:
- La moneda es un artículo necesario en el
mercado. - Mientras circula, no importa mucho ni exige su valor
metálico actual. - Este valor le es indispensable, cuando sale del
mercado y entra al consumo, o uso privado. - Mientras circula, está garantida con los
productos que ella proporciona en las
transacciones. - Para la circulación es tan buena la moneda de
oro como cualesquiera otra que asegure su conversión en
oro, cuando se la quiere retirar del mercado. - La moneda, sea de oro o de banco, por la necesidad
que hay de ella, es retenida en el mercado en competencia con
los que quieren separarla de él. - (…)
- Mientras hay productos y consumidores de ellos, la
moneda no será atesorada, ni exportada."
A diferencia de Alberdi, sostenía la legitimidad
de crédito público obtenido mediante la
emisión de moneda por parte de bancos estatales, como
factor del desarrollo del mercado interno.
Otro autor coincide al decir que "proponía, sin
renegar del capital ni de la propiedad privada, que el desarrollo
Argentino se lograra a través del crédito
público, para evitar que a través del
crédito extranjero fuéramos dominados, como
finalmente ocurrió, con la circunstancia agravante que
tampoco nos desarrollamos.
"La pregunta que surge es, de si estábamos en
condiciones de iniciar el despegue bajo la propuesta de
Fragueiro, de hecho el país había comenzado; con
las construcciones de los ferrocarriles del Oeste, el Central
Norte de Córdoba a Tucumán, el Nor-este Argentino,
el Andino y las usinas de gas. Empresas que más tarde
terminaron en manos de monopolios extranjeros."
III.IV.
La cuestión de la deuda.
La deuda externa de la Confederación
constituía una pesada carga para el gobierno de la
Confederación. Por ello el arreglo de la misma ocupa un
lugar privilegiado entre los temas analizado por Fragueiro en sus
escritos.
El grueso de la deuda estaba formado por el
célebre empréstito inglés, negociado en 1824
con la banca Baring Brothers, que ascendía a casi ocho
millones de pesos metálicos. La solución que
proponía Fragueiro era la repatriación mediante el
canje de documentos que serían absorbidos por bonos de la
deuda interior. "Todas las ventajas que la deuda pública
puede procurar al gobierno que la contrae, desaparecen si las
rentas se pagan en el exterior – sostenía -. Los
cambios, las agencias, las anticipaciones en las remesas para que
lleguen en oportunidad y otras varias razones, hacen que el
empréstito extranjero sea demasiado oneroso". Por ello "el
patriotismo de los nacionales, en muchas circunstancias
aflictivas para el gobierno deudor, es un recurso con el que se
debe contar (…)" Con los acreedores nacionales es posible
negociar para variar los plazos, permutarla por tierras
públicas o llegar a otro arreglo alternativo, en cambio
con la deuda exterior "no hay otro recurso, ni más que
hacer que cumplir ciegamente con lo estipulado"
Este interesante plan finalmente no halló eco en
la opinión de los hombres que cristalizaron la
Organización Nacional.
IV.
El primer plan económico que tuvo la
Confederación Argentina luego de su organización
constitucional tuvo vigencia durante uno pocos meses, siendo
cancelado tras el fracaso de la mayoría de las medidas
implementadas. Surgido de las ideas del talentoso Mariano
Fragueiro durante la gestión del Gobierno Delegado,
comenzó a ejecutarse a partir de enero de 1854 y
continuó durante los primeros meses de la presidencia de
Urquiza.
La ruptura de Buenos Aires con la Confederación
se llevó consigo el puerto y frustró las
posibilidades de convertir sus billetes en la moneda nacional. Al
respecto escribió Martínez Paz que "ni las
circunstancias ni los tiempos permitieron a Fargueiro realizar el
programa de acción que su capacidad y experiencia
prometían; su vasto plan financiero fue a esrilizarse
entre las penurias económicas que cayeron sobre la
Confederación; no era posible realizar el milagroso
empeño de crear riquezas de la nada; el remedio heroico de
las emisiones inconvertibles, estimulaban la especulación
y agravaban un mal, que se presentaba como
irremediable."
Sin dudas que el plan omitió, a sabiendas,
algunos presupuestos, como es que la emisión de papel
moneda para financiar el déficit estatal y dinamizar la
economía a través de la distribución del
crédito no se puede hacer sin un respaldo verificable.
Fragueiro había sostenido que "la moneda de banco es una
promesa escrita de cierta porción de oro o plata, pagadera
a voluntad del pagador, asegurada por la fe pública y por
la organización del banco (…)", y también
que "el billete de banco, como la tira de papel, no es moneda
metálica, pero hace todas las transacciones como aquella,
y se convierte en oro o plata a voluntad de aquella."
Estas condiciones estaban lejos de cumplirse. En el
malogrado Banco Nacional de la Confederación no
existían los depósitos metálicos de
respaldo, ni la confianza pública, y mucho menos la buena
fe y el patriotismo del comercio. A falta de respaldo en oro o
plata las emisiones se realizaron con la promesa de respaldarlas
con las rentas aduaneras. Al respecto, Filiberto Reula escribe
que "la bancarrota se produjo por el abuso de los descuentos, que
se acordaban liberalmente y que en su mayoría se destinaba
a la especulación, con compras de especies
metálicas y la desconfianza del común de las gentes
de entonces, respecto de la moneda de papel, desvalorizaron de
tal forma los billetes del Banco Nacional, que a los pocos meses
de su emisión, el 26 de septiembre de 1854, se dispuso el
retiro de los billetes en circulación y la clausura de la
institución." Luis B. Calderón agrega que el
gobierno tuvo una pérdida de más de medio
millón de pesos, suma considerable para las precarias
arcas estatales. Los comerciantes de Rosario, Santa Fe y
Paraná se resistían a aceptar los billetes a pesar
de que servían para cancelar todos los tributos al
estado.
Urquiza, en el mensaje al Congreso, trazó un
amargo panorama del fracaso del Banco Nacional en el
capítulo referido al ministerio de Hacienda. Dijo el
entonces presidente que el papel moneda "apareció
desprovisto de la buena forma material y sin los mejores
auspicios, pues que las primeras emisiones se hicieron para el
pago de las deudas atrasadas (…) Durante el tiempo de
circulación apareció en algunos mercados una
diferencia más o menos alta entre esta moneda y la
metálica. Esto no era una novedad ni infracción del
derecho. Más ocurrió en otros puntos que la moneda
era desechada a pretexto de diferente valor, o se le daba un
valor enteramente arbitrario.
"Este hecho llamó la atención, porque
desde que la ley había declarado que los billetes de banco
serían recibidos como moneda corriente en pago de todo
impuesto y en las transacciones del fisco, esta misma
declaración importaba un deber de servirse de ella en los
cambios recíprocamente entre el gobierno y la sociedad, lo
mismo entre diferentes productores y consumidores."
En julio de 1854 se dispuso el curso forzoso de la
moneda pero no se pudo revertir la situación, se tuvo que
cerrar el banco y rescatar los billetes en
circulación.
Otro factor negativo para la implementación del
plan fue la abultada deuda externa. Recordemos el proyecto de
Fragueiro para repatriarla y así volcar esa masa monetaria
al desarrollo del mercado interno. Pero esta idea no se
plasmó en ninguna medida concreta. Por el contrario, las
gestiones llevadas a cabo por Alberdi, en su carácter de
representante diplomático en Europa, para lograr bloquear
los intentos separatistas de Buenos Aires, implicaban que el
gobierno de Paraná hacía suyos todos los
compromisos contraidos por las provincias desde la Independencia.
Los banqueros ingleses pretendían, una vez más,
normalizar los servicios del famoso empréstito concedido
en la década de 1820.
A la deuda vieja, se sumaron las nuevas operaciones de
crédito con el Imperio del Brasil para financiar la
campaña contra Rosas y la que se suscribió para
solventar gastos del gobierno de la Confederación. Esta
última fue autorizada por el Congreso Constituyente, por
un monto de quinientos mil pesos, obteniéndose doscientos
veinticinco mil en los primeros meses de 1853 del prestamista
barón de Buschental. La devolución se efectuaba con
las rentas de las aduanas exteriores.
V.
Cancelado el plan Fragueiro, sin un banco y sin moneda
circulante, se tomaron algunas medidas de emergencia, como la
legalización de la circulación de distintas monedas
americanas y un nuevo préstamo tomado al Brasil y al
barón de Buschental, pagaderos con los ingresos aduaneros.
Para ello se concesionaron las aduanas de Rosario, Santa Fe y
Coronda. En un intento por mejorar los ingresos, en 1856 se
establecieron las rentas aduaneras "diferenciales" para evitar el
ingreso de mercancía a través del puerto de Buenos
Aires.
El Banco Nacional fue sustituido, luego de varios
intentos infructuosos por una casa bancaria instalada en Rosario
por el Barón de Buschental, que luego sería
transferida al brasileño Mauá. Al respecto, en el
texto sobre la formación de los bancos centrales ya
citado, encontramos una interesante referencia sobre la
evolución de este banco. "Entre los principales
empresarios involucrados en los nuevos proyectos bancarios de la
Confederación Argentina, se contaba una figura que,
curiosamente, había ejercido un importante papel en las
finanzas españolas de la década de 1840-1850, el
hombre de negocios procedente de Estrasburgo José de
Buschental, fundador, con José de Salamanca, del Banco de
Isabel II. Buschental, hacia 1850, había tenido que
emigrar de Madrid a Montevideo, donde fundó una
próspera casa financiera, estableciendo estrechos
vínculos de negocios con el banquero brasileño
Mauá. Después de una serie de contratiempos con el
gobierno de la Confederación, Buschental cedió su
negocio a Mauá, quien, en 1857, estableció el
primer banco en el puerto de Rosario, agencia financiera que
habría de desempeñar un importante papel en el
comercio local durante unos quince
años.(…)"
Acerca de Buschental el texto relata que "aunque pueden
encontrarse numerosas anécdotas sobre el pintoresco
Buschental, no existe ninguna biografía completa. Era un
alsaciano que, relativamente joven, se radicó en
Río de Janeiro, casándose con una joven
aristócrata brasileña. Desde 1835, el matrimonio se
afincó en Madrid, y Buschental llegó a ser
considerado uno de los principales banqueros de los gobiernos
liberales de la época, pero tuvo que exiliarse hacia
finales del decenio de 1840-1850."
La efímera gestión de Fragueiro al frente
de la cartea de Hacienda marcó para la historia de la
economía el final de una etapa que, salvando las
distancias, había tenido principio a mediados de la
denominada "época de Rosas". Con la renuncia del ministro
quedó trunco el intento de un proyecto de país con
una economía autónoma sustentada en la
producción y el trabajo del pueblo de la
Confederación.
El proyecto de Fragueiro, hecho suyo por Urquiza en su
carácter de conductor de la organización nacional y
de presidente de la Confederación, tenía supuestos
que en los hechos no se daban o fueron desnaturalizados por la
sucesión de acontecimientos políticos adversos. Si
nos remontamos a los escritos del economista cordobés,
como Cuestiones argentinas o La organización del
crédito, observamos que todas su ideas
económicas pivoteaban sobre las rentas de las aduanas
volcadas al desarrollo del comercio y la industria, y sobre los
bancos públicos emisores de dinero circulante – en
reemplazo del metálico – como herramienta para el comercio
interno y también para el financiamiento del estado. Y
señalaba expresamente que estos requisitos serían
satisfechos por la aduana de puerto de Buenos Aires y por el
papel moneda de la Casa de Moneda de la provincia de Buenos
Aires. Esta moneda circulaba desde hacía años en la
Provincia y cotizaba en la bolsa de valores. Pero la inoportuna
fractura entre la Confederación y la provincia de Buenos
Aires, privó a la primera de la base de
sustentación del plan. Como lo señalaba Urquiza,
"sin rentas, sin moneda, sin comercio regular, sin medios de
comunicación, todo era forzoso crearlo, y entretanto
servirse de lo existente en las provincias que más
recursos tenían". Como diría el maestro
Simón Rodríguez: "o inventamos o erramos",
aludiendo a la ineficacia de las recetas prefabricadas que se
pretenden aplicar de igual manera ante situaciones totalmente
distintas.
En 1853, se propuso una solución que
forzosamente, como decía Urquiza, se debió crear
sobre la marcha. Los hombres que tuvieron sobre sus hombros esa
responsabilidad "inventaron", pero el invento no tuvo los
resultados esperados por los motivos expuestos. La desazón
se apoderó de todos y apelaron a las recetas
clásicas, es decir "erraron" porque no se atrevieron a
seguir inventando. Podemos decir, con la perspectiva que nos da
el tiempo transcurrido, que el nuevo rumbo que tomó la
política económica a partir de 1855 conducía
a la entrega de los escasos recursos a manos de los especuladores
y de las potencias extranjeras. Era pan para hoy y hambre para
mañana. El endeudamiento y el manejo de la economía
orientada a la provisión de alimentos a las potencias
industriales europeas ya se insinuaban. Se sucedieron la crisis
cíclicas como la del ´74, la del ´90 y la de
1930, todas relacionadas con nuestra dependencia de las
variaciones de precios internacionales. Igualmente, el
endeudamiento externo fue motivo de crisis y condicionamientos
para el despegue del país, situación que en los
umbrales del siglo XXI no es un tema que permanezca en los
anaqueles de los archivos históricos, sino que forma parte
de la primera plana de los diarios.
Fragueiro, Mariano, Cuestiones Argentina,
colecc. Grandes Escritores Argentinos, N° 38, dir. por
Alberto Palcos, W. N. Jackson Ed., Bs. As., 1930, . p
4
Mensaje del Presidente de la Confederación al
primer Congreso Legislativo Federal, acto de apertura de
sesiones. Paraná, 1854. Impreso oficial en Archivo
Histórico de Entre Ríos.
V. Irazusta, Julio. Financistas ingleses en el
Río de la Plata, en Historia Integral Argentina, C E
A L, vol. 3, Bs. As., 1975, p. 262.
V. Bosch, Beatriz. Urquiza o la
Constitución, en idem, vol. 2, p. 179
Enciclopedia Universal Espasa Europeo –
Americana, Hijos de Espasa Edit., Barcelona, T. XXX,
pág. 154/155
Martínez Paz, Enrique, Don Mariano
Fragueiro. Noticia biográfica, en Fragueiro, ob.
cit., p. XXXV.
Martínez Paz, ob. cit., p. XXXIII.
Díaz, Emilio Antonio, Reflexiones sobre un
drama argentino.
Pedro Tedde y Carlos Marichal (coords.), La
formación de los bancos centrales en España y
América Latina (siglos XIX y XX),, Vol. I,
España y México.
Dagnino Pastore, José María,
Comentario sobre "Economists and Economic Policy: Argentina
since 1958", de Juan Carlos De Pablo, en la 34°
Reunión anual de la Asociación Argentina de
Economía Política, Rosario, 10 al 12 de noviembre
de 1999.
Martínez Paz, ob. cit Martínez Paz,
Enrique, Don Mariano Fragueiro, en Revista de la
Universidad Nacional de Córdoba, Nros. 3- 4, 1930, p.
13
Díaz, ob. cit.
Archivo Histórico de Entre Ríos,
sección Archivo de Gobierno, serie III.
Calderón, Luis B. Urquiza, síntesis
de su época, su actuación y su obra,
Paraná, 1951, pp. 240/241.
Nota del Gobierno Delegado al Congreso, cit. en
ibíd. p. 241. Ver también en González
Calderón, Juan A. El general Urquiza y la
organización nacional, Kraft, Bs. As., 1940. Pp.
308/309.
Mensaje del Presidente al primer congreso legislativo
federal, pp. 27/28.
V. Ravignani, Emilio, Asambleas Constituyentes
Argentinas. Sesiones del 22/11/1853, 23/11/53 y 28/11/53.
Instituto de Investigaciones Históricas, Facultad de
Filosofía y Letras de la Univesidad de Buenos Aires,
Tomo IV, Ed. Jacobo Peuser, Bs. As., 1937, pp. 611 a
655.
González Calderón, ob. cit., pp.
310/311
Ibíd. y Reula, Filiberto, Historia de Entre
Ríos, política, étnica, económica,
social, cultural y moral, Castellví, Santa Fe, Tomo
II, 1969, pp 85/86.
En la confederación circulaban monedas
metálicas de oro y plata, como los doblones
españoles, las águilas norteamericanas, los
cóndores chilenos, los soles peruanos, monedas
bolivianas, monedas de plata provinciales de baja ley,
denominadas "chirolas", como las riojanas y cordobesas, y los
billetes que emitía la provincia de Buenos
Aires.
Mensaje…, cit. p. 28.
Fragueiro, ob. cit., pp. 81/82.
Ibíd., p. 53.
Martínez Paz, en Fragueiro, ob. cit., p.
XXXVI.
Provincia de Entre Ríos, Recopilación
de decretos y acuerdos (1850 – 1859), pp.
351/353.
Pedro Tedde y Carlos Marichal, ob. cit.
Dalla Via, Alberto Ricardo, El regimen
constitucional de la moneda, Instituto de Ciencia
Política y Constitucional de la Sociedad
Científica Argentina, Universidad de Buenos
Aires.
Alberdi, Juan Bautista, Escritos póstumos.
Escritos económicos. Tomo I, Universidad Nacional de
Quilmes.
Fragueiro, Mariano, Proyecto de estatuto para el
Banco Nacional de la República de Chile, en
Fragueiro, ob. cit., p. 197.
Díaz, ob. cit.
Ibíd. p. 85.
Ibíd. p. 99
Ibíd.
Martínez Paz, Enrique, Cuestiones
Argentinas, ob. cit. p XXIV/XXV.
Fragueiro, ob. cit., pp. 172/173.
Reula, Filiberto, ob. cit., p. 86.
Calderón, Luis B., ob. cit., p. 291
v. Rosa, José María, Historia
Argentina, tomo 6, Oriente, 1992, p. 138.
Mensaje del Presidente, cit., p. 29
Archivo Histórico de Entre Ríos,
sección Archivo de Gobierno, serie III, nota del
Director Provisorio al Gobernador Delegado de Entre
Ríos.
Pedro Tedde y Carlos Marichal, ob. cit.
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TERZAGA, Alfredo. Mariano Fragueiro, |
Rubén Bourlot
Paraná, Entre Ríos, Argentina, agosto de
2004