- Alborada de la
libertad - El retorno de las guerras
civiles - El régimen
cacerista - Hacia la pérdida de la
soberanía - Bajo la férula
yanqui - A guisa de
memorias - Balance de una
época - La era de
Trujillo
CAPITULO I
La situación económica de la
República era muy angustiosa a mediados de 1899. Se estaba
al borde de la bancarrota, con la hacienda exhausta. El capital
escondíase temeroso y las contínuas emisiones de
billetes de banco, sin
respaldo de oro,
diariamente depreciados, crearon un profundo malestar en las
regiones del Cibao, orientadoras de la política nacional
para la época despertando, dormidas rebeldías
frente al régimen caduco, de peculado y de crimen,
personificado por Ulises Heureaux.
No eran los militares formados, sino pequeños
propietarios cultivadores de la tierra, y
modesto empleado del comercio
animado por las nuevas ideas, hombres pasionales y violentos,
pero honrado y sincero. Deseaban derivar la tiranía y
poner fin al oprobio del presente.
Horacio Vásquez un pequeño propietario que
labraba personalmente su tierra,
entonces 39 años y solo había actuado en la
política como figura secundaria. Su continente nombre y
atractivo y su innato don demandó de mando le ganaron con
facilidad muchos adeptos inspirándoles una fe ciega en su
hombría en bien y sus principios.
Un hombre
más enérgico, de menos cultura, pero
igualmente honrado le secundaba: Ramón
Cáceres, su primo hermano, hijo de Manuel Altagracia
Cáceres, prestante político asesinado 20
años antes. Mon Cáceres, cultivaba la tierra y
traficaba entre Moca, La Vega y Santiago.
Tres años, todavía no se le conocía
actividades políticas,
pero recordaba siempre con dolor, el asesinato de su padre
atribuido sin razón, a Lilís, perpetrado durante su
internado en el Colegio del Padre Billini.
Món Cáceres había organizado la
conjuración con la localidad, algunos en plena adolescencia.
Casimiro Cordero, heroico joven llamado a altos destinos y
malogrado más tarde en las guerras
civiles, Pablito Arnaud, Vicente y Blas de la Maza, Doroteo
Rodríguez y los hermanos Ramón y Jacobito de Lara,
el último de diez y siete años. Todos llenos de
juveniles entusiasmos se alistaron en el grupo
tiranicida. José Brache, Secretario de la
Gobernación, también comprometido, se
encargó de avisarles el momento oportuno.
El 26 de julio, Lilís, a las dos de la tarde
dejó su caballo en el almacén de
Lara Hermanos y fue despedirse de don Jacobo de Lara, quien,
desconociendo la conjura, le presentó sus hijos.
Lilís andaba solo, como de costumbre, tirador excelente
con la mano izquierda, pues por un balazo, no temía a nada
ni a nadie, tenía la derecha inutilizada, marchando en los
combates siempre al frente de sus tropas. Jamás quiso
aparecer que se cuidaba. Al salir de la casa un mendigo le
pidió una limosna. Mientras se la daba se acercó
Món Cáceres, después de ordenar al grupo no
intervenir en la lucha, sino en el caso de verle sucumbir, pero
Jacobito de Lara corrió precipitadamente de la tienda de
su padre y a quema ropa hizo el primer disparo, hiriendo a
Lilís por la cabeza. Mon Cáceres le atacó de
frente, disparando repetidas veces. Lilís tiró, ya
herido de muerte, y
mató involuntariamente al mendigo, tratando de avanzar
sobre su agresor. Horacio Vásquez, Por la noche tirotearon
la casa a donde se velaba el cadáver, cuya mortaja
cogió fuego al dispersarse los asistentes.
Horacio Vásquez y Món Cáceres,
acosados, pero resueltos a no caer vivos en manos de sus
perseguidores, disolvieron el grupo y se retiraron a los campos
de San Francisco de Macorís, a ocultarse en la hacienda de
Tomás Ureña, en la sección de El
Pozo.
La hegemonía de Ulises Heureaux había
durado veinte años. En 1879 se levantaron en armas en Puerto
Plata el general Gregorio Luperón y él contra
Cesáreo Guillermo y lo derribaron, quedando triunfante el
Partido Azul. El Gobierno
Provisional de Luperón tomó excelentes medidas
económicas.
En las elecciones triunfó el Padre Meriño,
se vio duramente combatido por los rojos (conservadores) y
asumió la dictadura,
distinguiéndose Lilís, como Ministro de Interior,
tanto por su talento y su bravura, como por la fría e
implacable serenidad con que exterminaba a los prisioneros. Al
expirar su mandato entrego el mando a su sucesor, de imperecedera
memoria,
Francisco Gregorio Billini, y tuvo amplia transigencia para todas
las opiniones, protegiendo especialmente, como Merifio, la
instrucción pública, Lilís no ocultaba su
disgusto ante el nuevo giro de la política y haciendo uso
de la fuerza militar
quiso obligar al Presidente a que tomase el viejo camino de las
represiones; pero éste prefirió renunciar dejando
un alto ejemplo de civismo
. Su sucesor, Alejandro Woss y Gil, de talento y
valor
reconocidos.
A partir de 1886 ocupó la Presidencia, hasta su
muerte en 1899, mediante sucesivas reelecciones, que se
complacía en presentar como impuestas por el país,
deseoso de paz y de trabajo. Si
hubo progreso material bajo su mando y se tendieron líneas
férreas, fomentándose el cultivo del cacao y del
café y
protegiéndose el establecimiento de centrales azucareros
en el Este, estranguló, en cambio, las
libertades públicas, extremando paulatinamente las medidas
tiránicas. Sacrificó en el patíbulo a
cuantos adversarios no pudo transformar, sobornar con cuantiosas
dádivas a cuantos podían obstaculizarle. Con esa
política corruptora desorganizó las finanzas
nacionales, para enriquecer a sus partidarios y a sus
queridas.
Las medidas crueles, se multiplicaron, la sed de honores
le dominó, aunque jamás alcanzó la
megalomanía de Trujillo. El oro corría
pródigamente, la deuda
pública crecía sin cesar, pues no se pagaban
intereses, elevándose hasta treinta y tres millones de
dólares, suma exorbitante para la época. Mal
administrador
en todos los aspectos, vio esfumarse también su fortuna
personal,
empezando entonces a tomar prestado a los amigos por él
enriquecidos, quienes llegaron a temerle y a desear secretamente
cambio un político.
Lilís recibió al apóstol a
medía noche, y después de poner una suma en sus
manos, le condujo hasta la puerta trasera de su residencia,
diciéndole al despedirse: "El general Heureaux acaba de
atenderlo y complacerlo, pero procure, señor Martí,
que el Presidente de la República no lo sepa".
Ulises Heureaux había nacido en Puerto Plata en
el año de 1845, tenía, pues, a su muerte, cincuenta
y cuatro años. De origen humilde, negro de color hizo sus
primeras armas en la guerra de la
Restauración a las órdenes del general Gregorio
Luperón. Participando en el derrocamiento de los Gobiernos
de Báez, González y Guillermo. Siempre victorioso
llegó a convertirse en émulo de su viejo jefe, el
glorioso Luperón, a quien acabó por desterrar.
Sabiéndolo mas tarde moribundo en la isla de Saint Thomas,
fue a buscarlo para llevarlo a Puerto Plata, cuidad natal de
ambos, a morir rodeado de honores. Al llegar le dijo
Lilís: es la primera vez que un presidente sale de su
país a buscar a su enemigo, y el héroe le
contestó sencillamente: era tu deber!
Su energía, su valor recocido y ensalzado por sus
propios enemigos, su talento natural, fino y agudo, su sangre
fría, su grandeza aun en el mal, habrían hecho de
él un buen presidente extraordinario, si a esas excelentes
cualidad no hubiera unido una carencia absoluta de sentido
moral, que al
servicio de
una ambición desenfrenada, le hizo cometer
impávidamente los mas abominables
crímenes.
Al morir Ulises Heureaux asumió la Presidencia el
Vicepresidente general Wenceslao Feguereo. El Gobierno de un mes,
fue la agonía del lilisismo. Se había enriquecido a
la sombra del tirano, si participar en sus crueldades. A Manolao,
sin entusiasmo alguno por la herencia que el
acaso le había deparado, le faltaron energías para
despedir a sus viejos compañeros.
San Francisco de Macorís fue refugio de quienes
no se sentían garantizados en otros pueblos colocados baja
la férula de más recios jefes. El 18 de agosto
entraron Vásquez y Cáceres en San Francisco de
Macorís con los jóvenes mócanos del 26 de
julio; el país comenzaba a despertar!
Después de un corto combate, en que
pereció el general Andrés Regalado, las fuerzas
lilisistas se rindieron. El general Horacio Vásquez
asumió el mando como el Presidente del Gobierno
Provisional.
La juventud
desbordada, se encaminó a las casas de los más
señalados lilisistas, y las apedrearon, rompiendo los
cristales, consideraron entonces como artículos de
ostentación y de lujo. La casa del general Figueres fue
respetada, bien por su actitud
conciliadora, bien porque una guardia azuana le
cuidaba.
Días después del 5 de Septiembre de 1899,
desfilaban triunfantes, pro la calle de El Conde, los generales
Horacio Vásquez y Ramón Cáceres. Flores y
coronas y laureles llovían sobre los vencedores; todos
querían conocerlos. Hubo ansias, madres o viudas que se
precipitaron a besar la mano vengadora de Mon Cáceres. A
partir de esa fecha, la capital se convirtió en el
más firme baluarte del horacismo que
nacía.
El Gobierno Provisional de Horacio Vásquez hizo
frente a la crisis
económica, retirando de la circulación los
depreciados billetes de Banco, cuya amortización fue decretada en forma
equitativa.
Con la supresión del fraude y el
contrabando,
merced a la designación de un nuevo personal honrado y
eficiente, los ingresos fiscales
aumentaron grandemente.
Se llamó a Eugenio Maria de Hostos, entonces en
Mayagüez, para encargársele de la Dirección de la Enseñanza, con beneplácito
general.
Los exilados políticos regresaron, entre ellos:
Juan Isidro Jiménez, que iba a ser electo
Presidente.
Las cárceles se vaciaron, aunque no encerraban
sino personas de poca significación, olvidada en sus
calabozos por largos años; Lilís, a sus enemigos
notables o temibles, se los ganaba o los suprimía; a la
juventud intelectual, que le lanzaba alusiones o velados
reproches por la prensa, los
arrestaba por corto tiempo.
La prensa recobró su libertad,
perdida desde los días del Gobierno de Billini.
El general Vásquez, Juan Isidro Jiménez
electos ambos para el periodo 1899, el 20 de Noviembre
entregó el mando al Presidente Jiménez,
después de un ejemplar gobierno de tres meses, de
reorganización económica y libertad absoluta,
regresando a sus labranzas cibaeñas.
Tenía don Juan Isidro Jiménez, al ser
electo Presidente, cincuenta y cuatro años. Era hijo del
Manuel de Jiménez, prócer del 27 de Febrero y
Presidente de la República de 1848 a 1849. Desterrado su
padre por Santana se domicilió en Haití durante su
infancia y los
primeros años de su juventud, conservando una
pronunciación afrancesada, era hombre de bien. Se
había dedicado a actividades mercantiles, se le calculaba
un capital de un millón de dólares. Su firma fue
declarada en quiebra.
Arruinado, abandonó el país, dedicándose a
revolucionar en el exterior, en lo que consumió el resto
de su fortuna.
Iniciado en la política después de los
cincuenta años, carecía de experiencia y de tacto
para resolver los problemas que
hubo de afrontar.
En Congreso, electo por unánime y desinteresada
selección, ha sido calificado como el
más notable de la Republica desde su fundación.
Casi todos eran hombres nuevos en la política.
Jiménez mantuvo la libertad de su prensa
implantada por el Gobierno del 26 de Julio. Tirábanse
numerosos periódicos, adversarios o partidarios de la
situación imperante.
La juventud capitaleña no amaba a Jiménez,
se burlaba de la sincera piedad del Presidente, que
asistía a misa arrodillado en su reclinatorio y con
libro de
oraciones en las manos, se le tildaba de débil, de
clerical, so sospechaba, sin razón, de su pulcritud en el
manejo de las cosas publicas, recordándose su larga
carrera comercial. También se combatía reciamente
al doctor Francisco Henríquez y Carvajal, Ministro de
Relaciones Exteriores, cuya influencia era
predominante.
En el campo administrativo s abolieron los derechos de exportación, que gravitaban pesadamente
sobre la economía nacional. El
cacao, el café y el tabaco, por el
alza en los mercados
europeos, se vendieron a muy buenos precios,
creando bienestar en las regiones cibaeñas. E las
elecciones de 1914, el alza arrastro millares de votos campesinos
a favor de la candidatura de Jiménez.
Tuvo dificultades, desde sus comienzos, con los
acreedores extranjeros. Mediante una suscripción popular
se le pagó y los buques franceses se retiraron. El
Gobierno dominicano, por decreto del 10 de enero de 1901,
asumió la recaudación directa de esos fondos.
Entonces, para negociar con los tenedores extranjeros de bonos dominicanos
y con la mencionada compañía.
También se juzgaba peligrosa la sula relativa al
arbitraje;
pero sobre todo la opinión popular clamaba por su rechazo,
porque creía que nada se debía a aquella odiada
compañía americana.
Hostos, adversa a la Improvement, impulsó a sus
discípulos a combatir el tratado concretado con ella. Las
elecciones de 1901 no exigían inscripción previa de
los votantes y establecía una sola mesa electoral en cada
Comunidad. La
mayoría de los capitaleños simpatizaban con Horacio
Vásquez y en unas elecciones sin fraudes habría
triunfado ampliamente la candidatura Popular. Estos votos,
admitidos con la protesta de los lideres de la otra candidatura,
dieron el triunfo a la oficial; pero ahondaron, haciéndola
ya definitiva, la división entre Jiménez y
Vásquez.
Para poner fin a las interminables disputas fronterizas
los gobiernos, dominicanos y haitianos, designaron comisiones,
con el encargo de trazar los limites de ambos países,
respetando las posesiones actuales, separadas en el Norte por la
línea del Tratado de Aranjuez. La Cancillería
haitiana no deseaba un conflicto
armado y ante la resuelta actitud de los dominicanos dio
satisfacciones, pero al retirar sus delegados, sin designar
otros, desistió, de buscar pacifica y amigable
solución a la vieja disputa de limites.
La crisis se agravaba por momentos, se decía que
si Vásquez iba a la Capital lo prendería. Los
amigos del Presidente presionaban al Vicepresidente para que se
alzara en armas. Pero Horacio Vásquez vacilaba; un
día aceptaba el rompimiento; al siguiente desistía
y quería entrevistarse con Jiménez. Inició
la insurrección el general Cáceres en Santiago,
tales procedimientos
definieron a aquella ciudad como baluarte jimenista, a pesar de
haberle dado al horacismo sus mejores espadas.
Jiménez se sintió caído ante la
fácil derrota de sus partidarios, quiso evitar
inútiles derramamientos de sangre, el 2 de mayo de 1902.
Se embarcó para el extranjero acompañado por su
familia,
salió pobre y arruinado del mando, como había
entrado. Ho hubo traición de su parte, como han afirmado
sus adversarios.
Desgraciadamente, ambos caudillos, si bien
intencionados, honrados y austeros, carecían de capacidad
suficiente para apreciar sus verdaderos intereses y del tacto
necesario para limar esperanzas.
CAPITULO II
EL
RETORNO DE LAS GUERRAS CIVILES
Como la acusación de haber incurrido el Gobierno
anterior en mala administración económica fue un de
los pretextos invocados por la revolución, y como en el gabinete privaba
un criterio puritano, se hizo un reajuste del Presupuesto, con
la supresión de todo cargo inútil. El Presidente
devengaba trescientos pesos mensuales y los Ministros ciento
cincuenta. Economizar fondos para un arreglo con los acreedores
extranjeros, y restablecer nuestro crédito, era el propósito primordial
de aquel Gobierno.
El Gobierno contaba en cada ciudad con un grupo de
jóvenes dispuestos a defenderlo hasta con el sacrificio de
sus vidas, el país, excepto la capital y Moca, le era
adverso. Los caciques lilisistas, que contaban con los
campesinos, a ellos atados por pequeños favores,
abstuviéronse de intervenir en la política mientras
Jiménez y Vásquez estuvieron unidos.
El general Andrés Navarro era Gobernador de Monte
Cristo. Rico y prodigo, quiso disponer a su antojo de los fondos
de la
Administración de Rentas Unidas, cargo de Federico
Velásquez y Hernández. Navarro fue llamado a la
capital y destituido.
Monte Cristo es una región árida, donde
llueve muy rara vez. Sus habitantes llevan una vida dura y de
privaciones; cuando la casa comercial de Jiménez estaba
floreciendo y el mangle y el campeche alcanzaban altos precios en
los mercados extranjeros, se conocieron días de
bienestar.
Los hombres de la región son excelentes
guerrilleros, caminan a pie sin cansarse larguísimas
distancias, comen un día, y ayunan otro y se contentan con
la más escasa y frugal alimentación.
En La Vega, Pedro Lázala, viejo guerrillero, y
otos en los campos de Santiago, Salcedo y San Francisco de
Macorís, secundaron la revuelta noroestana.
Los partidarios de Jiménez fueron llamados bolos
y los de Horacio Vásquez, aunque más conocidos como
horacistas, rabudos, teniendo por símbolo los atributos
del gallo. Los habitantes de la provincia los favorecían,
bien ocultándolos, o bien envidiándoles pertrecho y
recursos. Se
distinguían en esas actividades doña Emilia
Jiménez de Rodríguez, doña Amelia Roca Vda.
Román y doña Ceferina Calderón Vda.
Chávez, prestigiosas y políticas damas
noroestanas.
El Gobierno hizo supremos esfuerzos para debelar la
revuelta. La revolución, vencida, punto menos que
invisible, aunque siempre latente, duró ocho meses,
costando muchas vidas. Los generales horacistas asolaron la
región a sangre y fuego; pero el Gobierno consumió
sus mejores energías y gran parte de los recursos
economizados por don Emiliano.
El lilisismo, en su empeño de utilizar al
jimenismo prescindiendo de Jiménez, vio en él su
caudillo natural, sin pensar que su carácter índole apagaba sus otras
cualidades. Tenía momentos de energía, larga
experiencia política, frialdad para la decisión,
pero pasado de peligro inminente, caía de nuevo en su
temperamental apatía.
Los alzados de la capital, con la artillería y
los abundantes pertrechos de guerra almacenados por Lilís,
pusieron en disposiciones de combate los viejos fuertes de la
ciudad: "Santa Bárbara", "San Antón",
"La Concepción", "El Conde", "San Gil" y "El Almirante,
atrincherando las boca-calles, abiertas a través de las
murallas, con tubos de acueducto, barriles de arena y
alambradas.
Consternación, miseria y muerte reinaban
trágicamente, mientras la lucha seguía
impertérrita, con derroche de infructuoso heroísmo.
A una parte de los jefes sitiados les parecía
inútil la resistencia, y
quisieron buscar un avenimiento honroso que pusiera fin a la
guerra civil. Pero los jóvenes jefes revolucionarios, como
Dionisio Frías, que preferían jugarse el todo por
el todo, rompieron el armisticio, reanudándose, con
más encarnizamiento, la contienda fratricida.
El 12 de abril, las tropas francomacorisanas del general
Pascasio Toribio avanzaron hacia el Fuerte de la
Concepción y trepando por las aledañas caballerizas
de la empresa de
tranvías de traición animal lo tomaron tras brava
lucha. Iluminando por un inmenso mar de llamas, que contemplaban
contornados los capitaleños, el combate duró toda
la noche.
La ciudad carecía de todo; el 17 de abril
llegó Aquiles Álvarez a colaborar en el mando con
Cordero. Blanco, rubio, de ojos azules, de treinta y tres
años de edad, tenia madera de
caudillo. Ante las descargas hechas desde los fuertes
exclamó: "Mis enemigos me saludan porque saben que ha
llegado un hombre"! Cordero era de su misma edad, de mediana
estatura, delgado, mestizo y de buena presencia, intelectualmente
bien dotado. Nadie, desde su fundación por
Bartolomé Colon, había intentado tomar a sangre y
fuego la cuidad de Santo Domingo. Confiada en el triunfo de su
arrojo, al amanecer el 18 de abril se lanzaron al ataque,
secundados por Antonio Hernández y Eliseo Cabrera.
Asaltó Cordero la trinchera llamada de Pavón y la
tomó, recibiendo la muerte al
querer avanzar por las calles. Aquiles Álvarez
también pago con su vida al escalar la muralla bajo fuego
del enemigo, al igual que sus compañeros, heroica muerte.
Sólo Eliseo Cabrera, Herido en el vientre, pudo llevar la
noticia del desastre a Horacio Velásquez.
Hostos, testigo presencial, dice en su Diario: "por
ahí acaban de pasar el cadáver de Cordero, el joven
animoso, resuelto y desviado, que yo no pude contener en los
bancos de la
clase de
Sociología, y a quien lloro como un
extraviado y como a un desventurado".
En los hospitales se atendía a los heridos, sin
tomarse en cuenta sus opiniones políticas. Horacio
Vásquez, hizo propósitos de abandonar para siempre
la política. En El Pozo, lugar de San Francisco de
Macorís, se encontró con Mon Cáceres, que
pretendía reunir nueva fuerzas y marchar hacia la capital.
Horacio Vásquez le hizo abandonar todo Empeño de
resistencia difícil por la desmoralización de las
tropas.
Ambos caudillos y un grupo de sus partidarios se
embarcaron por Puerto Plata, rumbo a Cuba, en el
cañonero Independencia; pero sus honrados
procedimientos y el desinterés de sus hombres fueron de
notar.
El 23 de marzo será siempre una fecha luctuosa en
la historia de
nuestras contiendas civiles. El jimenismo abrigaba a ocupar la
Presidencia Constitucional; pero muy pronto hubo de notarse entre
los lilisista, autores de la revolución, el
propósito de elegir a Wons y Gil. Llegó a la
capital Don Juan Isidro Jiménez, habría triunfado
con los votos de los campesinos. Convencido de su fracaso, se
embarcó de nuevo para el extranjero, en espera de mejor
oportunidad.
Hubo durante los breves días de aquel Gobierno el
mayor desorden en las finanzas. No se cometían atropellos,
existía cierto espíritu de tolerancia; pero
reinaba el más indigno peculado.
El 11 de agosto de 1903 murió en la capital el
gran educacionista antillano, maestro e inspirador de la
intelectualidad dominicana contemporánea, Eugenio Maria de
Hostos, llevado al cementerio, sin ceremonia religiosa alguna, en
hombros de sus discípulos.
Los jimenistas estaban descontentos por haberse alejado
a Jiménez, cuando esperaban verle en la Presidencia. Los
horacista, privados de sus líderes, unos muertos y otros
en el exilio, esperaban la hora del desquite.
Carlos F. Morales Languasco, era entonces Gobernador de
Puerto Plata. Tanto el Este como el Sur se sublevaron.
Volvió a tronar el cañón, a faltar la
leche, las
carnes y las legumbres; pero esta vez la resistencia
carecía de entusiasmo.
Wos y Gil, días después salio para el
exilio. Con su caída quedó muerto para siempre el
lilisismo. Un soldado llevaba colgada de la carabina la concha de
una hicotea, no cesando de decir: "Miren como han dejado esta
gente la jicotea, se la comieron entera". La Presidencia y los
cargos públicos eran popularmente llamados
jicoteas.
El jimenismo contaba con las provincias; pero su rival,
con la capital, tenia los pertrechos, los dos cañoneros
"Independencia"
y "Presidente", y los mas resueltos oficiales. El general
Morales, acudía a todas partes, pero trataba con crueldad
a los vencidos.
En Villa Duarte estableció un campamento
revolucionario el general Nicolás Arias (Manasa) para
impedir la entrada en el Ozama a los barcos que aprovisionaban la
ciudad. Casi dos meses duró el sitio; las provisiones
encarecioronse extraordinariamente, en medio de la mas completa
miseria; pero nadie hablaba de rendirse y se enviaban tropas a
combatir en el Cibao.
En guerra capturaron a Nicolás Arias y lo
fusilaron, bajo pretexto de haber provocado el bombardeo de Villa
Duarte.
San Pedro de Macorís fue teatro de un
reñido combate, Luis Tejara asaltó la
Gobernación, decidiendo el triunfo de los
suyos.
Había aun que dominar las provincias de monte
Cristo, Azua y Barahona y a los numerosos grupos alzados en
las de Santiago y La Vega.
Las guerras civiles habían reducido el ideal de
la revolución del 26 de julio a la aspiración de
establecer una administración honrada y progresista.
Morales Languasco, no vacilo en herir sin piedad, en uno de sus
miembros, a la familia
Guilloux-Jansen a la que le unieron, en los días de su
carrera eclesiásticas, fuertes lazos de amistad.
El nuevo Congreso, integrado pro horacistas, con
excepción de los diputados de Monte Cristy, cumplió
con su periodo y observó una actitud independiente. El 19
de marzo prestó juramento en Presidente Morales, tenia
entonces treinta siete años. Alto, delgado, blanco, de
tipo hebreo, sin serlo, y de buena presencia, nunca logro, sin
embargo, ascendía sobre las masas.
Morales, públicamente en marzo de 1904, que si
dominaba la revolución negociaría una
Convención con los Estados Unidos, para quitar el control de las
aduanas a los
partidos
políticos.
Los tenedores europeos de bonos de los
empréstitos de Lilís protestaron, y solicitaron la
adopción
de una forma satisfactoria para solventar sus
acreencias.
Era evidente que los acreedores europeos
acudirían a sus respectivos gobiernos para defender sus
derechos. Demetrio Rodríguez, tenía en
consideración comprar las acreencias belgas, holandesas e
italianas, para ocupar las aduanas y controlar el
país.
La labor administrativa del gobierno de Morales fue
honrada y progresista; se empezaron a crear nuevas fuentes de
ingreso. Independiente de las aduanas. Peligrin Castillo puso
todo su empeño en crear nuevas escuelas primarias. El
ayuntamiento procedió al arreglo de las calles y a la
creación de un matadero. El jimenismo hizo algunas
intentonas revolucionarias, que fueron reprimidas
duramente.
A Cáceres, a quien juzgaban falto de capacidad
para ser Presidente. Ante la actitud del horacismo vióse
Morales en la necesidad de pedirle la renuncia,
sustituyéndolo con el licenciado Andrés J.
Montolio, bondadoso y austero, pero de apagadas actuaciones.
Morales, la noche del 24 de Diciembre de 1905, acompañado
por Enríquez Jiménez, se dirigió en su
victoria a Haina, donde esperaba gente y pertrechos para seguir
hasta Azua y reorganizar allí su Gobierno. No halló
nada de lo prometido. Morales tuvo la desgracia de fracturarse
una pierna, se vió obligado a refugiarse en una cueva.
Ruborosa fusiló a algunos campesinos e igual suerte
habría corrido el Presidente, de haber sido
capturado.
Hubo también quienes lo comparecieron, colgando
la vieja amistad, y se dispusieron a evitar su sacrificio; a
cambio de su renuncia.
Después renunciar a la presidencia, se
embarcó para el extranjero en el buque. El vicepresidente
Cáceres fue invitado a asumir la presidencia.
Dos años y un mes había durado el gobierno
de morales; siete meses con carácter provisional y un
año y medio de constitucional. Sólo gozaron de
cierta libertad de prensa para criticarlo, los periodistas del
partido vencedor; pero encontró el desorden
económico e implantó el orden. Salió del
poder tan como
cuando lo escaló y tuvo que recurrir en el destierro a un
expendio de frutas para vivir, rasgo que indudablemente lo
enaltece.
CAPITULO III
En enero de 1906 encargóse de la presidencia el
vicepresidente Cáceres. Su gobierno fue durante los dos
primeros años, Demetrio Rodrigues fue muerto
después de ocupar parte de la ciudad, defendidas por
céspedes. De distinguida familia montecristeña,
rico, educado en Europa, atrayente
y generoso, sus soldados le adoraban y se hacían matar por
él. Desiderio Arias, recorrió su
prestigio.
El gabinete quedó casi con el mismo personal,
siendo únicamente sustituido el licenciado Montolio con el
licenciado Augusto Franco Bido.
Manuel de Jesús Camacho, improvisado general por
su coraje y arrojo. Era difícil de agarrar, ocupó
la ciudad quiso asesinar a varios jefes jimenistas, entre ellos a
Naney Cepín.
Para cambio de método,
nombró gobernador a Ricardo Limardo, bondadoso y
conciliador, lo escaló sobre la pacificación de la
Línea Noroestana.
Meriño es una de las más grandes figuras
de nuestra historia y ejerció influencia decisiva, con
Emiliano Tejera y José Gabriel García, depurado
después de la guerra restauradora. Presidente de la
República del 1880 a 1882, dedicó sus veinte
últimos años a practicar la caridad privada,
agotando en ello todos sus recursos económicos. Le
sucedió Monseñor Adolfo A. Nouel, Arzobispo Titular
de Metyna y Coadjutor del arzobispado de Santo Domingo, con
aceptación del gobierno.
El espíritu de revuelta, no extinguido
rescindido. Durante los primeros años del gobierno de
Cáceres hubo varias intentonas revolucionarias. Se
destacó en su persecución a Félix Zarzuela,
murió Lázala, y fueron capturados Enrique y
Mauricio Jiménez.
La Improvement & Co. que tenía un fallo
arbitral a su favor y el derecho de cobrarse preferencialmente
con las rentas aduaneras.
Federico Velásquez, al concertar un arreglo con
los acreedores extranjeros sobre la reducción de las
deudas y su consolidación en un empréstito
único, garantizado por la Convención.
El doctor Hollander, experto financiero, asistió
a Velásquez en esas gestiones. Entre las que
negoció el empréstito con Kuhr Loeb & Co. de
New York por la suma de $20,000,000.00 oro, amortizable en 50
años y redimirle en 10, como un interés de
5% anual y prima de 4%.
Casi todos los acreedores extranjeros recibieron mayores
sumas de la que habían invertido, pero quedaron saneadas
nuestras finanzas y el gobierno en condiciones de emprender una
labor de progresos. Atribuido a su forma personal dimensiones
exageradas por la forma modesta en la que llevó a cabo,
tuvo sin duda un remanente de unos RD$40,000, con
aprobación libre, una labor honrada, eficiente y
provechosa para la nación.
La labor administrativa del gobierno de Cáceres
fue excelente a los contrabandistas, a los indicadores de
timbres fiscales, a los destiladores que defraudaban al Fisco,
los presidios sin contemplaciones, sometiéndolos a la
justicia. Le
acarreó numerosas enemistades y lo hizo impopular, nos
gobierno reaccionaron más tarde contra tan grande y
justicia.
El presupuesto se cumplió religiosamente, sin
contar remanente del empréstito, depositado en la Guaranty
Trust & Co., el gobierno tuvo siempre una reserva, de varios
centenares de millones de pesos para atenciones
imprevistas.
Entre las reformas aceptadas se encontraba la
abolición de la pena de
muerte. El poder
ejecutivo voto las reforma.
La principales fueron las siguientes: La Constitución de 1896 garantizaba la
libertad de la industria; la
de 1908 la del trabajo, industria y comercio. La segunda
consagró la libertad de conciencia y de
cultos.
Al derecho de libre expresión del pensamiento,
por la palabra o por la imprenta.
A la inviolabilidad de la correspondencia y papeles
privados se agregó: "salvo el caso de investigación judicial, en el cual se
guardará hasta su luto secretos respecto de los asuntos
ajenos al que se investiga", limitación acertada. El
derecho de
propiedad de los inventos.
Se elevó a precepto constitucional el principio
jurídico penal "de que nadie puede ser juzgado dos veces
por una misma causa, libro ligado a declarar en su contra". Los
delincuentes pueden abstenerse declarar sin que sea apreciada su
negativa como una presunción de culpabilidad.
Que no se torture material o moralmente al reo porque, pero que
no se le garantice su impunidad. Se
sostuvo la sustracción de la pena de muerte por causas
políticas.
El Titulo Tercero, sobre los derechos políticos,
se dividió entre secciones: una dedicada a la nacionalidad,
otra a la ciudadanía y la última a la
naturalización. El constituyente de 1908 creó dos
Cámaras, una de Diputados y la otra de Senadores, que han
subsistido hasta el presente.
El periodo constitucional se elevó a seis
años, sin suprimirse la reelección. En lo sucesivo
disminuyendo la autoridad de
los gobernadores, que a partir de 1924 son meras figuras
decorativas, desconocedores casi siempre del medio donde
actúa.
La extensión del periodo constitucional a seis
años y la supresión de la vicepresidencia,
acarrearon funestas consecuencias, que se inició con la
muerte de Cáceres, y culminó con la
ocupación militar americana en 1916. Por eso se le viaja
constantemente aquella Constitución y se reclamaba su
forma, sin haberle jamás he hecho justicia en cuanto a los
progresos jurídicos alcanzados con la renovación de
muchas vetustas instituciones.
Horacio Vázquez únicamente podía
disputarle a Cáceres la presidencia, pero hubo de
convenir, más refinado que complacido, en la
elección de éste para hubo periodo constitucional.
Las elecciones se efectuaron en el ambiente de
semi-libertad de aquellos días porque aparte
El primero de julio de 1908 se juramentó el
general Cáceres. Pero, como se consideraban
condueños de la situación política
imperante, creíanse visados a ejecutar fusilamientos,
prisiones, reclutamiento
y sin exacciones, sin la anuencia del gobierno.
Cáceres, empezó muy pronto a contenerlos,
atender quejas justificadas y paulatinamente Zenon Ovando, Zenon
Toribio, Camacho, Céspedes y otros, fueron separados de
sus mandos.
No habría detenidos políticos y los
exilados regresaron quedando en los extranjeros únicamente
caudillos militares del jimenismo.
El Ejército fue organizado bajo la
dirección del comandante de armas de Santo Domingo,
Alfredo María Victoria, de indiscutibles dotes de mando y
ciega adhesión al Presidente, pero extremadamente severo,
castigando a los soldados por las más ligeras infracciones
y las ordenanzas militares.
Dióse comienzo a la inversión de remanente de 6 millones de
dólares al empréstito. Se inició la construcción de la carretera de la capital
a San Cristóbal, casi terminada a la muerte de
Cáceres y la de Moca a La Vega estudiándose el
trazado de un plan general de
carreteras. El viejo Palacio fue totalmente
reconstruido.
Se fundó una Escuela de
Agricultura,
con un profesorado de ingenieros y peritos agrónomos
traídos de España. Se
aumentó el número de escuelas primarias,
duplicándose el alumnado; pero no se le dio gran impuso a
la enseñanza.
Cáceres no comprendió que el problema
básico de nuestras incipientes democracias, lo acabamos de
decir, es la ignorancia del pueblo, el analfabetismo,
obstáculos visibles para la implantación definitiva
de un régimen civilista. Quedó constituida una
nueva Suprema Corte de Justicia.
Américo Lou presentó un estrés
informe de su
labor, que mereció el aprobación Gobierno
dominicano, lo que prueba que si los hombres de aquel
régimen transigía, como un mal inevitable del
momento, con la injerencia económica de los Estados
Unidos, no se sentían supeditados a su política
internacional, si no aguardaban la creación de nuevos
organismos panamericanos que garantizaran nuestra
independencia.
Las relaciones entre Horacio Vázquez y
Ramón Cáceres se fueron entibiando. En 1911, la
prosperidad, la paz y una mediana libertad de imprenta y de
palabra parecían sólidamente
establecidas.
Cáceres declaró que se retiraría
del poder en 1914, señalándose en la prensa y en
corrillos, con demasiadas premuras, los probables
candidatos.
Si bien algunos afirman que, para su desgracia y la del
país, se inclinaba al continuismo, mientras deudos y
allegados suyos sostienen lo contrario y, según parece,
con cierto fundamento. Pero, su muerte faltaban dos años y
medio para la explicación de su mandato, era muy
difícil vatricinal, en aquel tiempo, cuál iba a ser
resolución definitiva.
Las cárceles estaban vacías de presos
políticos, desde hacía años. El alcalde del
19 de noviembre de 1911 fue hasta San Jerónimo con el
coronel Ramón Pérez, y visitó a don Juan
Veracruz Alfonseca, a quien le unía una vieja amistad de
familia.
Cuando Cáceres regresaba de San Jerónimo,
Jaimito Mota atravesó su carro a la avenida y salieron
todos, revólveres en manos, deteniendo la victoria e
intimidándole la rendición.
Según parece, Cáceres por el número
de los asaltantes, se había aprendido. Los disparos de los
agresores enardecidos continuaron haciendo blanco a él.
Trataban de secuestrarlo para obligarlo a firmar su renuncia.
Luis Tejera, alma de la
trágica jornada, horacista, era un hombre fuerte y
temperamentalmente recto, pero de mediocre intelecto y descuidada
instrucción.
Mon Cáceres, y se temía que su
carácter violento y apasionado le inclinarían a un
régimen tiránico, pero sorprendió a todos,
después de la pacificación de la línea
noroestana, por su conducta
conciliadora y justa , y brindado amplias garantías a sus
contrarios de la víspera. Al morir eso una excelente
situación financiera. Honrado a cabalidad, labor
injerencia recogida por su larga familia de diez hijos la
integraron sus mediocres propiedades rurales, heredada de su
padre y ensanchadas con su trabajo personal, y una póliza
de su seguro de vida de
RD$10,000.
No dio la completa libertad de los días de
Billini y de Espaillat, niega que posteriormente implantara
Horacio Vázquez; pero creo un ambiente de seguridad y de
confianza. Aquellos con tres, distinguido por su humanidad en las
guerras civiles, aunque tampoco ninguno de los destacados, con
excepción de Luis Felipe Vidal, han temido una actitud en
consonancia con los principios por cuyo amor
pretendieron haber cometido aquel crimen
político.
CAPITULO IV
HACIA
LA PÉRDIDA DE LA SOBERANÍA
A la muerte de Cáceres, el Consejo de Secretario
de Estado se
encargó constitucionalmente del Gobierno. Una de las
primeras herencias, dictadas en el mismo día del entierro
de Cáceres, fue la prisión de varios prominentes
políticos horacistas, entre ellos el licenciado
Leóntes Vázquez, a quien se quiso complicar sin
fundamento en el crimen de la carretera y de los generales de
Jesús María céspedes, Benigno
Céspedes, Quirico Feliu y Manuel de Jesús
Camacho.
Velásquez contaba con la mayoría de las
Cámaras donde, pero para ser electo necesitaba el concurso
de Alfredo Victoria, progresos desde los primeros momentos
pareció difícil su elección.
En el Senado Eladio Victoria salió triunfante por
cinco votos contra cuatro de Velásquez. Habíase
iniciado en la alta política como Ministro de Fomento en
el Gobierno Provisional de Morales, habló también
la Cartera de Correo y Telégrafos
después de la renuncia de Bernardo Pichardo. De reducida
capacidad mental y de carácter pacífico, honrado,
sin iniciativa para el mal.
Aquella situación un régimen de fuerza.
Eladio Victoria dejó a su sobrino la dirección de
la política. Alfredo Victoria no tenía treinta
años. Asemejábase más a la de un mozo bien
puesto, que a la de un militar tallado en la dura escuela de
cuartel; con energía indomable y feroz había hecho
sentir el filo de su sable a los pobres soldados
analfabetos.
Horacio Vázquez al enterarse de la muerte de
Cáceres, lloro de dolor, persistía aún en
él arraigado efecto familiar, junto al recuerdo del 26 de
julio.
El 8 de febrero de 1912 recto en la Fortaleza Ozama una
sublevación militar, encabezada por algunos sargentos y
secundada por soldados descontentos del duro trato y de la
férrea disciplina. Al
llegar Victoria, a pasar de revista a las
tropas, ordenó los fusilamientos de cuantos habrían
disparado. Fueron ejecutados, el Aguatico, a la orilla del
Costaba, 17 soldados.
Juan Isidro Jiménez decepcionó al
país y a muchos de sus partidarios al aconsejar, en
carta
publicada, apoyar el Gobierno de Victoria; al apoyo Horacio
Vázquez la insurrección extendiéndose como
reguero de pólvora. El gobierno se encontraba en
excelentes condiciones para combatir la revolución,
contaba con un ejército bien disciplinado, dirigido por
una Oficialía ruda, fiel hasta la muerte a Alfredo
Victoria. Las cárceles se llenaron de presos
políticos.
Funcionaba secretamente una junta revolucionaria
compuesta por algunos senadores y otros adversarios del
Gobierno.
Horacio Vázquez recogía en Cibao,
distribuyendo armas en el curso. Organizando mejillas, combinando
su ataque, cubanos de la vida diariamente, seguido de cerca, pero
nunca capturado.
Los recursos y la tropa del gobierno se iban agotando.
Este julio de 1912 se suspendió el paro de los
sueldos a los empleados civiles, salvo contadas excepciones, para
destinarlo todo la guerra civil, que seguía implacable y
cruel en todas partes, con los acostumbrados fusilamientos, por
las fuerzas gubernamentales, de centenares de anónimos
prisioneros de guerra, casi todos haitianos.
Monseñor Adolfo A. Nouel, grado cuando se le
doctor en teología, extensa cultura y dotes oratorios,
digno sucesor del gran Meriño. Poseía una clara
inteligencia y
espíritu tolerante y comprensivo.
En lo físico su figura era majestuosa y atrayente
a la par; de color blanco, ojos azules, de suave mirar y cabellos
prematuramente plateados.
En Horaciomismo, atacaba al régimen caído
en vehemente campaña periodística y criticaba con
una actitud al gobierno de Nouel, enrostrándole su mala
administración. La política de Nouel era cada
día más vacilante, se hacían nombramientos
un día y se revocaban el otro para complacer nuevas
exigencias.
En el senado se iniciaron debates para la
selección del nuevo presidente. Se gozaba de la más
completa libertad de imprenta y de palabras. Se eligió un
nuevo presidente y resultó ser José Bordas
Valdés, en aquel entonces de unos 40 años agradable
y de morales corteses, humanitario con los vencidos. Fue
gobernador por varias provincias, correcto y progresista
la.
No estaba hecho para grandes cosas; por eso su gestión
presidencial fue una serie de torpezas libertadores que le
llevaron a un desastroso final.
La declaración del presidente de que no
cambiaría a los empleados públicos, designados casi
todos durante los gobiernos de Victoria y Nouel, aumentó
el descontento en las filas del horacismo.
Se lanzó una candidatura integrada por personas
de buena reputación moral, unidas a la situación
imperante por nexos personales Lovatón. Nunca gobierno
alguno mostró mayor torpezas adquiere conciliar dos cosas
antagónicas: sacar triunfante una candidatura carente de
respaldo popular y dar elecciones libre, con libertad de prensa y
de palabras. Los horacistas junto con Velásquez y
Jiménez, empezaron una activa campaña
periodística y de mítines, pronunciándose lo
más violentos discurso
contra Bordas. Varios jovencitos, recién graduados de
bachilleres, quienes lanzaron toda clase de ataques contra
Bordas, llamándole loco y tirano, e indicando el pueblo a
sacarle de la casa presidencial y encerrarle en el
manicomio.
Bordas no se sentía dueño de las tropas
militares, le servían con tibieza, debido a ser
velaquista.
Las elecciones se efectuaron los días 15, 16 y17
de diciembre.
El Ministro americano Sullivan, en el que afirmaba no
haber presenciado en su vida de lesiones más libres. Pero
más tarde fue enviada una comisión investigar la
conducta de Sullivan y lo echaron del servicio diplomático
de su país.
Estaba Bordas en Santiago, preparándose para
marchar en la región noroestana, cuando le
sorprendió el levantamiento de Quirico Feliu y Domingo
Peguero en Puerto Plata. En su proclama decían los
sublevados que en la fecha, 13 de abril de 1914, había
esperado mandato presidencial de aquél, por lo cual
estaban eximidos de presentarle obediencia y
fidelidad.
Los Colegios electorales eligieron a Bordas, presidente
para el periodo de 1914 a 1920. El proceso
electoral no pudo concluirse con apariencia de legalidad. No
se registraron actos de crueldad, con excepción del
fusilamiento de un infeliz de apellido Brazoban.
Se ordenaba las ejecuciones en el más libre
pretexto, con la alegría de las copas y el horror de la
ciudadanía enmudecida. Las victimas eran pobre negros,
tales crímenes pasaron inadvertidos en el resto del
país. El gobierno de Bordas estaba perdido, a pesar de la
valentía con que luchaban. Bordas propició un
bombardeo sobre Puerto Plata que ocasionó victimas sobre
la población civil, el horacismo estaba
resentido y dispuesto a rechazar toda idea de cooperación
con el gobierno imperante. Bordas era liberal, temperamental,
pero poseído de una diabólica ambición,
burló los procesos
electorales y llenó las cárceles de presos cuando
estalló la revolución que él mismo
había provocado, había sido honrado, incapaz de
disponer en su provecho de los fondos de la Nación.
Su gestión gubernativa ha sido, una de las más
desafortunadas de la vida independiente. No obtuvo beneficio
alguno del desorden financiero, de todos olvidado, pero por nadie
molestado.
El doctor Ramón Báez era hijo de
Buenaventura Báez, quien había sido presidente de
la republica en cinco ocasiones, sus opiniones eran jimenistas,
seleccionó personas a él unidas por vínculos
de parentescos o de vieja amistad, dictó algunas leyes
importantes, cuya validez desconoció posteriormente el
Congreso.
El horacismo lanzó la candidatura de su caudillo,
los jimenistas de la del suyo, los amigos de Velásquez le
proclamaron a su vez candidato, y el legalismo postuló a
su vez en Azua a Luis Felipe Vidal; por tanto Velásquez
como Vidal, no tenían probabilidades de triunfar, buscaban
aliarse con Jiménez o con Vásquez. Adoptaron todos
un emblema: el horacismo el gallo con la cola, el jimenismo el
gallo bolo y el velaquismo un toro, para que los campesinos
analfabetos pudieran conocerlos en el momento de
votar.
Entablándose entre ambos bandos una batalla
campal a trompadas y empujones, por la posición del poder.
Muchos votantes llegaban a las urnas con la ropa destrozada,
saliendo electo Presidente don Juan Isidro Jiménez, se
tuvo mas en cuenta el prestigio entre las masas campesina y el
concurso financiero, de la capacidad mental o la altura moral. El
doctor Báez contribuyó en gran manera al triunfo
del jimenismo, consecuente con sus viejas
simpatías.
El 5 de Diciembre de 1914 tomó posesión
Juan Isidro Jiménez, tenia alrededor de 70 años al
asumir por segunda vez la presidencia, su intelecto declinaba
visiblemente. Pero en medio de las torpezas de sus actos supo
sacar en su oportunidad para renunciar a su alta investidura,
antes que aceptar el apoyo de fuerzas extranjeras.
Desiderio Arias carretero en su juventud, de escasa
instrucción y muy limitada cultura, pero de cierta
inteligencia natural, debió su elevación a sus
excepcionales dotes de guerrillero. No amaba, sabía
alcanzar el enemigo y despistarlo, para vencerlo después
sin grandes esfuerzo, empleando siempre en la guerra más
la astucia que el valor. No fue partidario de régimen
tiránico, fue siempre mal aconsejado.
No era el poder para Jiménez un lecho de rosas, reinaba en
las finanzas la mayor desorganización. Las rentas
producían muy poco. Hubo bastante libertad de
imprenta.
Desde los primeros días de la instalación
del gobierno, nótese la tendencia de Desiderio Arias de
apoderarse de la Dirección, dejando de lado a
Jiménez y hostilizando a Velásquez con
propósito de echarlo del gabinete, había marcadas
divergencias en el gabinete.
Los Estados Unidos le
ofrecían toda la ayuda y las fuerzas necesarias para
sofocar cualquier revolución o cualquier
conspiración que pretendiera estorbar la
administración ordenada del gobierno. Jiménez
contestó con dignidad
diciendo: "El gobierno dominicano estima que sus fuerzas son
suficientes para restablecer el orden cada vez que se altere y no
tiene, por lo tanto, la necesidad de la espontánea ayuda
que para ese fin le ofrece el gobierno americano".
Tras una gestión de cortos meses Jiménez
fue sustituido por el Ministro de Interior su primo José
Manuel Jiménez. Se asentó la división entre
el jimenismo pata blanca, capitaneado por José
Jiménez, Jacinto B. Peinado y Arturo Logroño y el
jimenismo pata prieta de Arias y Brache. Los tres primeros meses
de 1916 transcurrieron en medio de una lucha sorda entre ambos
bandos por adquirir posiciones.
En los últimos días de abril de inicio una
acusación contra el presidente Jiménez, se le
acusaba, con iniquidad y cinismo sin ejemplo, de
malversación de fondos públicos, cuando
precisamente era Desiderio Arias el alma de aquellas comedias,
quien disponía del dinero de la
nación como de cosa propia. El licenciado Peregrin
Castillo, defendió al presidente
Jiménez.
El presidente Jiménez se retiró a
Cambelén, rodeado del respeto de los
suyos, confiando en el fallo de la historia. Pobre
ascendió a la presidencia y pobre descendió de ella
como todos los presidentes que le presidieron, a partir de la
muerte de Lilís, y como todos los que le hasta que
Trujillo restableció, superándolo en
crímenes y robos, el régimen de abyección y
depotismo de aquel hombre siniestro.
CAPITULO V
Los Secretarios De Estados quisieron abandonar sus
carteras la noche de la renuncia de Jiménez, desistiendo
de hacerlo ante la advertencia del ministro Rusell de que
acarrearía el nombramiento de un gobernador militar
americano.
Desde la entrada triunfal del ejército
restaurador en 1865, ninguna fuerza extranjera había
penetrado en la capital.
El ayuntamiento creo, para sostener el orden, una
policía bajo la dirección del licenciado Francisco
J. Peynado. Las fuerzas americanas entraron en la capital al
amanecer del 15 de mayo, con todas las precauciones necesarias
para aplastar cualquier resistencia sorpresiva.
Los americanos dejaron de actuar libremente al consejo
de secretario. En cambio pidiéronle al Congreso el
aplazamiento de la elección del presidente interino hasta
tanto se restableciera la normalidad. Un mes después, el
16 de junio, el Receptor General de las aduanas se incautó
de las rentas internas, quedando todas las finanzas bajo el
control extranjero. La nación entera reacciono adolorida e
indignada, ante la invasión extrajera.
Los secretarios de manifestaron que la revisión
de Desiderio debía ser el primer paso en ese sentido y
sostuvieron la necesidad de disolver las cámaras, cuya
actitud revolucionaria había contribuido en la
caótica situación reinante.
Todo fue inútil, dominaron la superioridad del
armamento y el entrenamiento
militar de los marinos, pero no sin experimentar ellos algunas
bajas. Horacio Vázquez, Juan Isidro Jiménez,
Federico Velásquez, los Henríquez y Carvajal y el
arzobispo Nouel, aconsejaron cesar la resistencia armada,
manifiestamente inútil, y confiar en el triunfo de nuestro
derecho todavía hay quienes opinan que debieron repetirse
las epopeyas de la Independencia y de la Restauración a,
sin detenerse a meditar en nuestra notoria incapacidad de
oponernos, con armas anticuadas y sin organización militar alguna, a las fuerzas
aplastantes de los Estados Unidos.
Llegóse a un acuerdo para elegir presidente
interino al doctor Federico Henríquez y Carvajal, reusando
aquel honor.
Después de fracasado la candidatura del
licenciado Jacinto R. de Castro, se convino en elegir al doctor
Francisco Henríquez y Carvajal dándole, cinco meses
para convocar elecciones.
El 31 de julio llego a la capital el nuevo presidente,
el pueblo puso toda su fe en él, sus responsabilidades
eran inmensas, su gestión interna careció de
altura, cometiendo el error de aconsejar en una circular, la
reorganización del jimenismo. Supo cumplir con sus deberes
y honró la confianza en él depositada pues su
actitud sin flaqueza le da derecho, a la gratitud de la
nación.
El gobierno dominicano sometió un plan de
reorganización progresiva del país. Las relaciones
con los Estados Unidos no mejoraban. Se estaba cada día
más distante de una solución amigable. Ni siquiera
se guardó la mas elemental cortesía con el
mandatario dominicano, despojándolo de sus funciones contra
todo derecho, en virtud de las instrucciones del presidente
Wilson, quien aquellos mismos momentos se presentaba la Europa en
armas como defensor de los pueblos oprimidos
Knapp, capitán de la marina de los Estados
Unidos, "declaró y proclamo, a todos los que le interese
que la Republica
Dominicana queda por la presente puesta en un estado de
ocupación militar por las fuerzas bajo mi mando, y queda
sometida al gobierno militar y al ejercicio de la ley militar,
aplicable a tal ocupación. No es emprendida con
propósito, de destruir la soberanía de la Republica Dominicana, sino,
al contrario, es la intención ayudar a ese país.
Invoco a todos los ciudadanos dominicanos a cooperar con las
fuerzas de los Estados Unidos en ocupación, con el fin de
que sus gestiones sean prontamente realizadas y que el
país sea restaurado al orden y la
tranquilidad".
Con tal motivo, mi gobierno me ordena notificar por el
digno órgano de usted, lo siguiente:
1° Que el gobierno de la Republica Dominicana no
tiene ahora, ni ha tenido nunca la intención de dejar las
obligaciones
de dejar que le impone la convención dominico-americano el
08 de Febrero de 1907.
2° Que el gobierno dominicano no tiene
interés en buscar excusa a ninguno de los malos
procedimientos, políticos y administrativos que
engendraron en la Republica una situación satisfactoria,
se ha venido parando puntualmente y por el mismo método
podrá pagarse el resto.
Desgraciadamente, la protesta dominicana no tuvo eco en
los pueblos hermanos del continente, no prestaron atención al caso. La prensa
enmudeció por la censura. El Dr. Francisco
Henríquez y Carvajal salio al extranjero a reclamar la
injusticia cometida y hacer oír nuestra protesta en todas
partes.
Había que resignarse a esperar
pacíficamente la finalización del conflicto
Europeo. En congreso nacional quedó disuelto, tres
decretos se dictaron el mismo 29 de Noviembre como complemento de
la proclama. Se prohibió el porte y posesión de
armas de fuego, municiones y explosivos a todas las personas que
no formaran parte de la fuerza de la ocupación, se
estableció la censura de prensa, se castigaba la
impresión o distribución de propagandas contrarias a la
ocupación y la circulación de periódicos
extranjeros que la contuvieran. Queríase ocultar con el
mas completo silencio el atropello perpetrado contra el
pueblo.
Por el tercero, se anunciaba la reanudación de
los pagos previsto, en el Presupuesto previsto, interrumpido
desde el 18 de agosto de 1916,
La gestión del contralmirante Knapp se
caracterizó por su rectitud en el manejo de los fondos y
por su severidad en la represión del levantamiento en el
Este y en el Cibao. Se creo un cuerpo de espionaje con el
paradójico nombre de Servicio de Inteligencia, integrado
por sus fetos capaces de todas las infamias. Los llamados
gatilleros del este, cuando detenían un individuo
sospechoso le hacían pronunciar una serie de palabras con
rr, para ahorcar los si por la forma de pronunciar esa letra lo
identificaban como puertorriqueño, los del Servicio de
Inteligencia, hacia cuentas nunca
pagadas por no atreverse a cobrarlas. El enganche a este servicio
era por dos años, con facultad de reenganche.
En los años de la ocupación hubo gran
prosperidad económica. En la guerra mundial
hizo subir los precios de los productos de
exportación. El presupuesto nacional, se elevó a
11,601,000 dólares en 1921, aunque por la crisis de aquel
año no pudo cumplirse en su totalidad, se rebajaron las
tarifas de importación, industria desaparecieron
totalmente, hasta que un gobierno dominicana, el de Horacio
Vázquez le dio nuevamente protección.
Al terminar su gestión el gobierno militar, en
octubre de 1922, dejaba a cargo de la república dos
empréstitos. Durante los años de su gestión
se redimió gran parte del empréstitos de 1908 y
totalmente el de 1,500,000 dólares contratado por el
gobierno de Nouel.
El gobierno militar inauguró en 1922 la carretera
del Cibao, llamada Duarte, con una trayectoria de 292
kilómetros.
La intrusión pública recibió un
extraordinario impulso. No las secundarias y la universitaria, si
no las primarias, sus atribuciones fueron estudiar y suministrar
un informe con respecto a las condiciones en que actualmente se
encontraba la institución pública.
Se impuso a los padres, tutores o guardianes de niños
de ambos sexos, de edad entre los 6 y14 años la
obligación de inscribirlo en una escuela primaria y
hacerlos asistir a ellas durante las horas destinadas a la
enseñanza, la y la institución primaria se
declaró gratuita y obligatoria. El presupuesto de
instrucción alcanzó en 1921 1,130,000
dólares, cifra no igualada hasta el presente. Al terminar
su gestión el gobierno militar, en octubre de 1922, el
número de las escuelas era más reducido que al
empezar.
Se prohibió la prostitución, se creó hábitos
de limpieza y respecto a las leyes sanitarias, conservados a
partir de entonces.
Se recogieron y expulsaron los haitianos, entrados
clandestinamente; aquéllos, sin medios de vida
en su patria, cruzaban de nuevo la frontera en
busca de un pedazo de tierra para hacer un conuco y plantar una
miserable choza.
Trujillo, para poner fin a este problema ordenó,
una noche de orgía, la muerte de los haitianos radicados
en nuestro suelo.
El gobierno militar ordenó mediante la ley 168,
que el padre primer término y la madre después,
están obligados a sostener de un todo a sus hijos menores,
hayan o no nacidos dentro del matrimonio.
Quienes faltar en esta obligación,
sufrirían una pena no menor de un año, ni mayor de
2 prisión correccional, sin derecho a la
apelación.
En medio de la población amedrentara y
silenciosa. Aquellos métodos
criminales habrían de servir de norma, años
después, a Trujillo para sentar su dominación.
Pasaron de 300 las ejecuciones, siendo todas las víctimas
previamente torturados.
CAPITULO I
EN BUSCA DE
LIBERACIÓN
PARTE SEGUNDA
El país gozaba de paz material, fue a
París el doctor Henríquez Carvajal a demandar ante
la conferencia de
Versalle la restauración de nuestra independencia; pero a
pesar de haber llamado a todas las puertas resultaron
inútiles, la voz de un pueblo del Caribe no podía
ser oídas sin ofender a Wilson.
El país empezaba agitarse, desaprobaron el plan
de desocupación gradual, propuesto por Max
Enrique Ureña. A partir de noviembre de 1919, se
comenzaron a publicar artículos contra la
ocupación, reclamando la devolución de nuestra
soberanía, de Washington dieron instrucciones de abolir la
censura, pero se fijaron penas para quien publicar
artículos "hostiles al gobierno de los Estados Unidos",
muchos periodistas fueron reducidos a prisión y sometidos
a juicios militares.
Parecía incompatible la restauración del
gobierno nacional con la subsistencia de la ocupación
militar, pues los dominicanos no estaban dispuestos a aceptar una
situación similar a la de, después de haber
soportado cuatro años para no caer en ella.
Reconocía que era inaplicable ya que su plan de
restauración gradual.
El 24 de diciembre de 1920 se publicó la proclama
conocida como el plan Wilson, el cual decía; que
había llegado el momento de iniciar el proceso mediante el
cual los Estados Unidos se desprendía rápidamente
de las responsabilidades asumidas en relación con los
asuntos dominicanos. Este plan fue rechazado por la inmensa
mayoría de los dominicanos. Todos insistieron en el pueblo
dominicano quería recuperar su soberanía e
independencia sin cortapisas de ningún género. Se
comprobaron los crímenes y desfalco cometidos.
El doctor Henríquez, reclamó la
desocupación, pura y simple, del territorio nacional y la
reintegración del gobierno dominicanos. El 13 de
septiembre de 1922 se publicó el tratado de
evacuación concertado lo siguiente:
1° Anuncio por el gobierno militar de que instalara
un gobierno provisional, su elección se llevará a
cabo sin la intervención del gobierno militar, el gobierno
militar entregará a ese gobierno el Palacio Nacional. El 3
de octubre de 1922 se designó al señor Juan
Bautista Vicini Burgos, quien asumió el cargo. Se iniciaba
la fase final de la intervención.
CAPITULO II
EL RESURGIR DE LA
SOBERANÍA
Juan Bautista Vicini Burgos era hijos del millonario
italiano Juan Bautista Vicini. No había sido
político jamás, estudió economía.
Candidato insospechable de partidarismo. El gabinete del
presidente Vicini Burgos estaba compuesto de hombres honrados y
de buena reputación moral.
Predominaba entre sus adeptos los profesionales y en
cada provincia contaba con activos
dirigentes, entre los campesinos carecía de
simpatía.
En agosto de 1923, los partidos nacionales y
progresistas resolvieron aliarse, y postular a general Horacio
Vázquez para la presidencia y a don Federico
Velásquez para la vicepresidencia. Se fijo como fecha de
las elecciones el 15 de marzo de 1924, la votación fue
nutrida y correcta.
El prestigio personal de Horacio Vázquez
alcanzaba entonces proposiciones no igualadas en la historia
dominicana. Los votos a favor de Horacio Vázquez pasaron
de 100,000, lo de sus adversarios, Peynado, no rebasaron los
50,000.
Se pronunciaron unas series de derechos individuales
entre ellos "la inviolabilidad de la vida. No podrá
imponerse la pena de muerte, ni otras pena que implique
pérdida de la integridad física". Todos los
nacidos en nuestro territorio eran dominicana, sea cual fuese la
nacionalidad
de sus padres. Se adoptó el criterio de no hacer
dominicano contra su voluntad.
El período de los senadores fue reducido de seis
a cuatro años. Se redujo a cuatro años el periodo
de la presidencia y se prohibió la reelección, se
dispuso que los casos de falta temporal o definitiva del
Presidente y el vicepresidente de la república, no
sustituiría el presidente de la Suprema Corte de la
Justicia.
Dio el 16 de agosto de 1924 como fecha para empezar el
período constitucional del presidente de la
república y los demás funcionarios de
carácter electivo. La nueva constitución fue
proclamada el 13 de junio de 1924. Se reunieron los colegios
electorales y eligieron presidente de la república a
general Horacio Vázquez y vicepresidente a don Federico
Velásquez.
Terminaba el gobierno provisional. Su presidente Juan
Bautista Vicini Burgos, no jugó un papel preponderante en
el proceso del desarrollo
eleccionario, ni en la redacción de los decretos dictados, pero
cumplió honestamente su misión y a
satisfacción del pueblo dominicano.
CAPITULO III
ENSAYO DEMOCRACIA
Horacio Vázquez prestó juramento en la
mañana. La capital mostrábase desbordante de
alegría. Morales había hecho una rápida
carrera política, tenía treinta años. Su
actuación fue honrada, combatiendo en primera línea
la ignominia Trujillista.
Con Horacio Vázquez en la presidencia de
satisfacían los anhelos de una generación, antes de
gozar de implantar la democracia;
conservaba la figura arrogante y esto del hombre demandó,
hombre honrado y bien inspirado de los días del
tiranicidio. Había aprendido a disimular, a tomar
decisiones con calculadora frialdad político, a sacrificar
los afectos de los intereses. No buscaba placeres ni riqueza, ni
tenía venganza que saciar.
Al final del mes de agosto de 1924 no había en
piedras y aguas dominicanas, ni un marino ni un buque de guerra
estadounidense. El plan Hughes-Peynado quedaba cumplido a
cabalidad, carecíase, en fin, de recursos
económicos para iniciar labor alguna de
provecho.
A la caída de Horacio Vázquez, en 1930,
habíase cancelado el empréstito de 1908 y nuestra
deuda pública alcanzaba a unos 16 millones de
dólares. Todos los empleados norteamericanos fueron
sustituidos por dominicanos.
No había presos por delitos
políticos o de prensa, no había exiliados, no
había perseguidos, se hablaba libremente encontrar el
régimen, aún en presencia de sus partidarios. Los
adversarios transitaban sin tropiezos.
Los fondos del empréstito se destinaron a obras
públicas. Las carreteras, los puentes fueron sustituidos
por obras de cemento
armado..
La población un aumentaba con rapidez. En 430
años no había sido posible dotarlas de acueductos,
el gobierno resolvió esa necesidad. Se comentaron los
cultivos de arroz, del maíz, de
las frutas y las habichuelas. Se importaron nuevas maquinarias
para fabricar azúcar.
Se construyó el hospital Padre Billini.
Horacio Vázquez reabrió las escuelas,
constituyó como única fuerza publica la
Policía Nacional dominicana, la comandaba el coronel
Buenaventura Cabral, militar carente de dotes de mando y
carácter. No se confiaba en las energías de Cabral
se colocó a su lado a Simón Díaz, tercer
cuarto militar del presidente. El 22 de junio de 1925
nombróse coronel comandante de ese cuerpo a Rafael
Leónidas Trujillo. Fue el paso más funesto que pudo
dar Horacio Vázquez.
Trujillo había nacido en San Cristóbal, a
30 kilómetros de la capital. Su padre José Trujillo
Valdez, era hijos de Siberia Valdez, mujer de feroces
instintos, organizadora de crímenes en los seis
años de Báez. El hijo de aquella unión de
tigres fue un hombre vulgar. Se casó con Julia Molina y
tuvieron 11 hijos, en el ambiente de la pequeña clase
media.
Trujillo nació en 1891, su tío
Teódulo Pina Chevalier, jefe del servicio de inteligencia
de la Guardia Nacional dominicana, consiguió, en diciembre
de 1918, engancharon en el cuerpo, en 1919 lo hicieron segundo
teniente.
Se le acusa de haber violado una niña en la
iglesia
parroquial de Los Llanos.
A instalarse el gobierno provisional de Vicini Burgos,
fue ascendido a capitán. Tenía dotes de mando. Era
horacista como su padre y sus hermanos. El gobierno de Horacio
Vázquez lo ascendió el 16 de diciembre de 1924 a
teniente coronel, 2° jefe del cuerpo, luego fue ascendido a
general de brigada, con el mando en jefe. Con el trabajo de
los presos criminales en su finca, con filtraciones en las sumas
destinadas al sostenimiento del ejército, y otras
ilícitas ganancias, iba creándose
rápidamente una fortuna.
El general Vázquez no quería disgustar a
Trujillo, por creer ciegamente en su fidelidad, encargó a
los diputados de examinar la contabilidad
del ejército, donde naturalmente no podía hallarse
la explicación de los fraudes y todo siguió
igual.
En 1927 el cacao, el café y nuestros otros
productos alcanzaron de nuevo altísimos precios en el que
al final.
El 16 de agosto de 1928 se reunió la Asamblea
Nacional para nombrar un Vicepresidente, al doctor
Alfonseca.
Horacio Vázquez. Reconocía los
méritos que Alfonseca, le tenía indiscutible a
retos por su fidelidad y adhesión de treinta años.
Se veía crecer diariamente la influencia de Trujillo, en
camino de dominarse Alfonseca se alejaba del gobierno y un sector
importante del partido lo seguía, pues el ejército
estaba cada día más controlado por su
jefe.
Horacio Vázquez, imposibilitado por la edad de
pensar en una segunda reelección, se sentiría
inclinado a separar del mando militar a quien constituía
ya un peligro para la nación.
Horacio Vázquez se encontraba enfermo, su estado
se agravó rápidamente. Mientras Horacio
Vázquez se debatía en Baltimore entre la vida y la
muerte, Trujillo se preparaba para adueñarse de las
fuerzas del poder sido último acaecía.
Los líderes de la oposición, con la
honrosa excepción de Vázquez, no medían ni
las ambiciones, ni el temple, ni la inteligencia de aquel
siniestro personaje.
Vázquez regresó de Baltimore el 5 de enero
de 1930 en estado de casi invalides, don Horacio se
sentiría deprimido, no de temor, sino por su responsabilidad moral en haber dado lugar al
lanzamiento con su ciega comparece Trujillo.
El general Vázquez, en un último intento
de salvar al país de un trágico destino,
recibió nombrar al mismo Estrella Ureña, Ministro
de Interior y Policía, para que, por renuncia del
presidente y del vicepresidente, asumiera la
presidencia.
Entre marzo de 1930, un juramento Estrella Ureña
como encargado del gobierno.
La falta más grave cometida por Horacio
Vázquez consistió, en no oír a cuánto
se oponían al predominio militar de Trujillo.
CAPITULO IV
EN LA ANTESALA DEL
ABISMO
Trujillo hacía y deshacía. Horacio
Vázquez regresó a contemplar el desconcierto
reinante en su antiguo partido y la resolución de Trujillo
de adueñarse del poder en cualquier forma, abrumado por su
responsabilidad en cuanto acaecía, provocó un
entendido con Velásquez se concertó una nueva
alianza nacional progresista para postular a este último
como candidato de la república y Ángel Morales para
la vicepresidencia.
"La 42", una pandilla integrada por facinerosos de
siniestra fama, al servicio de Trujillo, empezaba a coaccionar el
pueblo, encargándose de sembrar el terror.
El 16 de mayo de 1930 se efectuaron las elecciones.
Salieron electos, sin votos en contra, Trujillo, Estrella
Ureña y todos los candidatos para senadores, diputados,
regidores y síndicos de la confederación. La Junta
Central Electoral, dio apariencia de legalidad a aquella
falsa.
El 16 de agosto de 1930, tomó posesión de
la presidencia Rafael Leónidas Trujillo en medio de
grandes festivales. ¡Habríamos sucumbido! Estrella
Ureña pudo intentar un golpe de estado, matando o
prendiendo a Trujillo de sorpresa en la mansión; pero
tenía sin duda que los suyos fueron exterminados sin
compasión en caso de fracaso.
PARTE TERCERA
CAPITULO I
EN LO INTELECTUAL
La vida intelectual en Santo Domingo había
deslizado. La real y Pontificia Universidad de
Santo Tomás de
Aquino quedó clausurada. En los 22 años
siguientes toda actividad intelectual desapareció, se
carecía de profesores; vivíase sólo la vida
de los campamentos guerrilleros. Ellos no obstante, en esos
tiempos aparecen los primeros intelectuales
genuinamente dominicanos, cultivadores de las bellas
letras.
Cerrada nuestra universidad en 1822, carecíamos
de hombres presidencia durante varios años. Médicos
españoles, venezolanos y puertorriqueños, fueron
los maestros de los primeros galenos dominicanos. En 1880 Eugenio
María de Hostos, abrió sus puertas a la escuela
normal de Santo Domingo hízose de una vasta cultura
filosófica, jurídica y literaria, faltaban
profesores, faltaban materiales,
faltaban todo, pero rebozaba el entusiasmo, sobraba el idealismo y
existía en su alma vocación de maestro dotes de
pedagogo. Los hostosianos sobresalieron más en el derecho,
en las ciencias
sociales, en la medicina que
en las actividades literarias.
La vida intelectual dominicana alcanzó su mayor
esplendor de 1899 a 1903, años de libertad implantada por
la revolución del 26 de julio. Pero cuando se
restableció la democracia de la dominicana se hacía
esperar un renacimiento
intelectual.
CAPITULO II
EN ECONÓMICO Y LO
SOCIAL
A partir de 1880 se establecieron las centrales
azucareras en los alrededores de la capital y en San Pedro de
Macorís, se sustituyendo con cultivos agrícolas la
crianza libre, que alimentaron la economía. El comercio,
lo monopolizaba unas cuantas firmas, casi todas
extranjeras.
El oro circulaba en abundancia en la era lilisista,
gastados por el propio presidente y sus secuaces.
El gobierno provisional de Horacio Vázquez fue un
periodo de reajustes, de severa austeridad hacendísticas.
Había que afrontar serios problemas para liquidar el
pasaje, se estimuló la siembra de arroz, a partir de 1920
se extendió la siembra de arroz. Las guerras civiles
entorpecieron muy poco nuestro desarrollo
económico.
CAPITULO III
EN LO POLÍTICO
Ningún presidente, en el período
comprendido entre 1989 a 1930, se hizo culpable de peculado, ni
valióse de mando para enriquecerse. Se seguía una
conducta austera. A ningún presidente de la época
no se le pidió aprovechar su posición para
procurarse aventuras amorosas.
Horacio Vázquez, se negó a firmar la
petición de la reelección de Trujillo. El caudillo
murió sólo en su retiro, arrepentido de haberse
querido reelegir y de haber dado lugar, con sus errores, aquel
Trujillo se adueñara del mando.
Los hombres de valer, guardaban silencio resignado y
sobrio, a en espera de la muerte; son hombres vencidos y la pobre
juventud desorientada, sin maestro, sin porvenir y sin ilusiones,
va paulatinamente sucumbiendo.
PARTE CUARTA
CAPITULO I
EL TERROR
El procedimiento
favorito del generalísimo es matar de sorpresa y a
centenares de ciudadanos, cuyo único delito
consistió en estar señalados como enemigos del
régimen. El carro de la muerte sustituido después
por el moderno paseo, menos espectacular. Cuando recibían
órdenes de matar a una persona lo
invitaban y obligaban a montarse en su automóvil,
arrojaban el cadáver por algún barranco.
Wenceslao Guerrero quiso liberar a Santo Domingo de su
verdugo, fue a prisión, su dio la fractura de las piernas
y los brazos. Después lo fusilaron, con varios coacusados
más igualmente atormentados, se le azotaba, colgados del
techo y atados por las manos, hasta dejarlos sin conocimiento.
Los adversarios y enemigos del generalísimo no
pueden experimentar una sensación de seguridad, ni en el
exilio. Allí también hay desconocidos. Trujillo
también ordenó la matanza de 15,000 hombres entre
ellos mujeres y niños radicados en el territorio
dominicano, casi todos fueron ejecutados con machetes. Se les
obligaba, antes de sacrificar, acabar su propia fosa. Hubo
soldados enloquecieron más tarde a recordar constantemente
los ayes desesperados de las víctimas, algunas de las
cuales pedían la muerte para ellos, pero el perdón
para sus mujeres y sus hijos. Las órdenes del
generalísimo eran inflexibles: no había derecho
compasión, y porque era una forma de traicionar. Nadie
podía negarse a cumplir sus órdenes, sin poner en
peligro la vida. Los hermanos sufridos y primos de Trujillo
ingresaron en 1930 en el servicio militar. Trujillo los
complacía en todo, mientras le eran fieles.
El país quedó totalmente desarmado. La
importación y ventas de
explosivos está igualmente prohibida, Trujillo contaba con
matones profesionales, con capacidad para descubrir al enemigo
declarado, al enemigo potencial. Procede con rapidez e
inflexibilidad a suprimirlo. En su finca acumuló armas y
pertrechos, atrajo algunos matones y preparó un atentado
contra su hermano. Quien ose en la República Dominicana
oponerse al menor deseo del generalísimo, sabe
perfectamente el precio que
pagar. Por eso todos esperan lo inesperado.
CAPITULO II
LA EXTORSIÓN
ECONÓMICA
Rafael Leónidas Trujillo y yo y sus seis
hermanos, se han convertido en propietario de las mejores
haciendas agropecuarias del país cada uno tiene dos o tres
pilares benefactor pasa de la docena. La adquisición se ha
realizado por medio de la violencia en
la mayoría de los casos, fijan el precio antojo. Los
criadores están arruinado y endeudados, sus haciendas
irán cayendo, la cantidad pagada al agricultor no le
alcanza a cubrir los gastos.
Sólo los ingenios azucareros funcionaban les portaban
libremente. Pertenecen casi todos a poderosas
compañías americanas. La azúcar se vende,
sin competidores, doblando el precio.
El benefactor adquirió una imprenta, dotadas de
modernicemos equipos, y fundó La Nación.
Miserable ha sido en todo tiempo la condición del
padre de familia dominicano atado a un cargo público
secundario. La primera ocasión de aumentar su fortuna al
amparo del poder,
se la deparó la naturaleza. El
3 de septiembre de 1930 un formidable ciclón azotó
la capital de la república, 3000 muertos, 12,000 heridos,
millares de casas destruidas, millares de familia proletarias
dejadas al intemperie, empresas hasta
entonces prósperas arruinadas, fue el trágico
balance del meteoro. Las naciones acudieron en la exilio de
nuestra capital, llegaron socorro de todo género: brigada
de la Cruz Roja, alimentos,
frazadas, medicinas y dinero en abundancia.
Sus automóviles ostentan las mejores marcas
americanas, hechos a prueba de disparo. Sus caballos son de las
más puras razas inglesas. Se hizo levantar una residencia
de placer llamada "Sans Souci" dotada de toda clase de
refinamientos, donde iba a gozar de sus conquistas
amorosas.
El país estaba arruinado. En la República
Dominicana no había existido jamás derecho de
peaje. Ante la imperiosa necesidad de arbitrarse fondos, el
benefactor los ha establecido. Hoy millares de dominicanos han
emigrado y andan de país en país, tratando de
ganarse el pan, pues en el nuestro haya todas las puertas
cerradas a sus actividades.
CAPITULO III
EL QUEBRANTAMIENTO
MORAL
El oportunismo hombres actos y prestos para colaborar en
sus propósitos. Una palabra, un gesto, una sonrisa suya
eran inmediatamente interpretadas incumplidas sin tardanza la
orden o satisfecho el deseo que querría expresar. Sus
seguidores aprendieron adivinarle el pensamiento. No se le
escatimaron honores al flamante dictador. Al principio de 1936 se
inició en el senado una de para llamar a nuestra capital
histórica Ciudad Trujillo. Después se crearon una
provincia Trujillo, "otro benefactor, otro libertador". A nuestra
Cordillera Central, se le puso Pico Trujillo. Al puente sobre el
río Yuna, generalísimo Trujillo; al tendido sobre
Yaque, San Rafael. Letreros luminosos al frente de su casa "Dios
y Trujillo".
Se le dice a los alumnos, que Trujillo ha implantado la
paz y el progreso, donde sólo había anarquía
y miseria. Algunos se dan cuenta de la falsedad de esa
enseñanza, pero debe admitirlo para no exponerse o exponer
a sus padres a inexorables represiones. Cuando pase carro del
generalísimo, los viandantes: deben detenerse; colocarse
de frente y quitarse el sombrero llevándose la mano el
corazón
que ascienden deberes. El régimen de Trujillo ha copiado
de Hitler la
opresión como sistema de
gobierno, la militarización y deformación desde la
escuela.
"DE LILIS A TRUJILLO" Luis Felipe
Mejía
VII Edición
Willy Amin Abreu Gonzalez