Encuentro Internacional sobre Santa
Marta Villajoyosa (España), 8
al 10 de mayo de 2003
- Contextualizacion
histórico-geográfica de la ciudad de Santa Marta,
(Colombia) - Origen de su nombre y
fundación - Convergencias entorno a la
santa patrona y la ciudad de Santa
Marta - La catedral de la ciudad
de Santa Marta: dedicada a su santa
patrona - Las veneradas
imágenes de la patrona: su análisis
iconográfico - Tradiciones y festividades
en honor de la santa patrona - La congregación
de Santa Marta - Apropiación de la
patrona en el colectivo ciudadano: las mandas o promesas por un
milagro - Hechos milagrosos:
guardados en el colectivo ciudadano - Reflexión
Dios te salve, ciudad dos veces
santa
por la gracia del nombre
y la divina unción casi
materna
conque un día amparaste la
trágica agonía
que en tu regazo soportar al hombre
más grande de la América
Latina
Así reza la primera estrofa del himno de la
ciudad de Santa Marta que desde su nombre hasta su
tradición ha conservado el sentido de la religiosidad
heredado de su nacimiento hispano y llevó el estandarte de
la difusión del evangelio en la Castilla de Oro o de la
Nueva Granada como posteriormente se conoció a este
territorio. Fue habitual en todas las incursiones de los
peninsulares en el Nuevo Mundo, todo conquistador viniera
acompañado por un cura doctrinero o misionero para la
conquista de tierra firme y
la evangelización de los naturales.
Aquí tuvo España y la iglesia
católica la realización de la primera misa a cargo
del sacerdote Juan Rodríguez de la Orden de la Merced,
acompañante del fundador de nuestra ciudad D. Rodrigo de
Bastidas, que como su santa patrona en la ciudad de Marsella vino
a desembarcar en una hermosa bahía. Además el
primer obispo consagrado en estos territorios, Juan
Fernández de Angulo y la primera iglesia. Prueba de su
vocación religiosa en ciudad a lo largo de su historia española,
sus hijos han fundado numerosas cofradías dedicadas a
Nuestra Señora del Rosario, Animas Benditas, Nuestra
Señora de la Concepción y al Santísimo
Sacramento. De la misma manera se han bautizado calles, plazas y
fortificaciones, conservando múltiples nombres del
santoral católico y manteniendo de este modo el
cordón umbilical con sus raíces
peninsulares.
Hay una realidad propia de la esencia de la ciudad
referente al cultivo de sus valores,
creemos que las mismas dificultades afrontadas en su devenir
histórico, fueron determinantes en la construcción de su memoria
histórica, por ello no es extraño ni tampoco
sorprendente, que los símbolos que le representan identidad sean
subvalorados y subdimensionados a lo que su sombra pueda
proyectar y trasmitir como lenguaje.
Allí radica la importancia de este trabajo, que
busca abrir a la reflexión, contribuir a la
motivación de alimentar y sostener un proceso
necesariamente colectivo para el
conocimiento y construcción de nuestras realidades
culturales.
El esquema de exposición
de este trabajo aborda tres perspectivas. En primer lugar,
contextualizarlos histórica y geográficamente sobre
la ciudad de Santa Marta (Colombia); en
segundo lugar, todo lo referente al tema religioso y cultural
entorno a la figura de la Santa Patrona y por último, como
punto final una reflexión sobre el tema en
mención.
1. CONTEXTUALIZACION
HISTORICO-GEOGRAFICA DE LA CIUDAD DE SANTA MARTA,
(COLOMBIA)
1.1 Ubicación geográfica
La ciudad de Santa Marta está localizada al norte
de la República de Colombia, a 1280 kilómetros de
distancia de Bogotá en una de las bahías más
hermosas del mar Caribe. Al pie de la Sierra Nevada de Santa
Marta, la montaña litoral más alta del mundo con
5.800 metros sobre el nivel del mar y próxima a la
Ciénaga Grande de Santa Marta, el complejo lagunar
más grande de Sur América, declarada Reserva de la Biosfera por
la UNESCO.
Es una ciudad-puerto enclavada sobre una explanada a 4
metros sobre el nivel del mar, protegida por un hemiciclo
pétreo formado por las últimas estribaciones del
sistema
independiente de la Sierra Nevada de Santa Marta, que se hunden
en el mar Caribe. Esta proximidad le permite la totalidad de
pisos térmicos, llegándose desde el candente
trópico hasta las nieves perpetuas. Su clima
cálido con un promedio de 30°C, la hacen el lugar de
descanso preferido por los colombianos que viven en las ciudades
andinas, tiene poco régimen de precipitación
pluvial y se caracteriza por la brisa que sopla en todas las
direcciones de diciembre a marzo.
1.2 Descripción de la ciudad y
población
Santa Marta es una de las ciudades suramericanas
más antigua fundada por los españoles en Tierra
Firme. Es la capital del
Departamento del Magdalena y fue declarada por el Congreso de la
República como Distrito Turístico, Cultural e
Histórico, lo cual no la sujeta al régimen
municipal ordinario. Tiene una población cercana a los 400.000 habitantes
en su gran mayoría de tradición
católica.
La ciudad vieja presenta un perfil urbano con
edificaciones bajas, sólo su arquitectura
bancaria se destaca por sobrepasar los cuatro pisos. Conserva su
trazado regular en damero, codificado por la Leyes de
Indias de Felipe II, y su arquitectura la constituye un
sinnúmero de lenguajes que expresan el aporte de
diferentes épocas, como la hispánica, republicana y
moderna. La expansión urbana se ha hecho evidente en los
últimos 40 años con la creación de nuevos
barrios en la medida que su sistema vial lo ha permitido. A 4
kilómetros cuenta con una antigua reserva indígena
llamada Taganga, cuyo pintoresco asentamiento se divisa desde la
carretera que bordea un cerro, con una preciosa bahía que
la convierte en uno de los lugares preferidos por los turistas
nacionales y extranjeros.
Desde hace 40 años se ha desarrollado a 5
kilómetros del centro de la ciudad un lugar vacacional con
edificios de propiedad
horizontal, modernos hoteles,
restaurantes, sitios de diversión, almacenes y
turismo de sol y
playa, llamado el balneario El Rodadero, nombre tomado de una
formación natural, por la arena de mar arrastrada por la
brisa hacia un cerro frente al mar. Hacia el sur de la ciudad de
Santa Marta, se ha prolongado el uso turístico con hoteles
como el Santa Mar Hotel, el Hotel
Irotama, el Decameron Resort, gracias a la tranquilidad de sus
playas y a la cercanía con el aeropuerto Simón
Bolívar.
La ciudad de Santa Marta cuenta con buenos centros de
enseñanza primaria y secundaria, tiene
varios de educación
superior entre los principales están la Universidad del
Magdalena, la Universidad Cooperativa de
Colombia y la Universidad Sergio Arboleda. Como ciudad
turística no podría faltar los museos entre los
cuales existen: el Museo Arqueológico Tayrona del Banco de la
República, el Museo Mundo Marino, el Acuario y Museo del
Mar El Rodadero y el Museo Bolivariano de Arte
Contemporáneo. Entre los principales monumentos
arquitectónicos que por su importancia histórica
merecen mencionarse tenemos: la Hacienda de San Pedro Alejandrino
–lugar donde murió el Libertador Simón
Bolívar-, la Catedral Basílica Menor, el Real
Seminario
Conciliar, la Casa de la Aduana y el
Fuerte de San Fernando.
1.3 Economía
"La Perla de América" como la bautizó el
Padre Antonio Julián en el siglo XVIII, tiene sentada su
economía
en dos renglones: la actividad portuaria y el turismo. Es una de
las tres terminales portuarias que tiene la República de
Colombia sobre el Océano Atlántico, por su puerto
se exportan principalmente el banano, fruta cultivada en la
región, el café
proveniente del interior del país y el carbón,
mineral explotado en las minas de la península de La
Guajira; todos estos productos con
destino a los mercados de
Estados Unidos
y Europa.
El turismo, industria que
se desarrolla gracias al invaluable patrimonio
natural a través del Parque Nacional Tayrona que tiene
hermosas ensenadas ideales para el ecoturismo,
como: Bahía Concha, Chengue, Gairaca, Naguanje, Cinto,
Guachaquita, Palmarito, Arrecifes y El Cabo, bellezas naturales
que son los más relajantes lugares, destino
turístico de nuestro país. Y al patrimonio cultural
representado en su historia y en la zona arqueológica de
Ciudad Perdida, antiguo asentamiento de la familia
Tayrona que habitaron en la Sierra Nevada de Santa Marta
protagonistas de las más sangrientas batallas durante la
época de la conquista española, con su arquitectura
lítica y el buen manejo urbanístico adaptado a la
topografía.
Por otra parte, la ciudad cuenta con una infraestructura
turística traducida en modernos hoteles, restaurantes,
centros de convenciones y sitios de diversión nocturna que
seducen a propios y extraños.
1.4 Contexto histórico
La ciudad de Santa Marta debe su existencia al calado
natural de su puerto apto para grandes embarcaciones. La
bahía que sirve de antesala, fue el lugar escogido por los
primeros navegantes españoles a cuyo remanso
acudían las sedientas tripulaciones para refrescarse con
las cristalinas aguas del río Manzanares. Allí
hacían sus radas, aparejaban lo indispensable para las
largas jornadas de incursión y conquista hacia los
territorios internos a través de dos rutas: por el
río Magdalena o incursionando los bosques infestados por
aguerridos nativos.
La Corona de España tuvo en la ciudad de Santa
Marta su primera plaza de armas para la conquista de los
territorios recién descubiertos. Durante los primeros
años fue cabeza de puente para la dura exploración
y difícil apropiación de los territorios internos
por parte de las huestes españolas, que alucinadas por la
colosal aventura y fantasmal quimera de Eldorado, expusieron
hasta lo más preciado: sus vidas.
Esta ciudad tuvo una notoria importancia geopolítica durante sus primeras tres
décadas de existencia, pero decayó al escasear el
oro y por estar rodeada de las más guerreras familias
indígenas que opusieron la más tenaz resistencia a la
milicia española. En este contexto geográfico, la
proximidad a la ciudad de Cartagena de Indias la perjudicó
considerablemente, por su supremacía política y
socioeconómica que incidió en su relegación
por más de dos siglos en las prioridades de la monarquía española. En ese periodo
nunca pudo convertirse en puerto terminal de las flotas de
galeones en el andamiaje comercial español
del mar Caribe, como tampoco en plaza activa de guerra en el
conflicto
anglo-hispano que pudiera atraer la mirada de la monarquía
para traducirla en inversiones de
obras defensivas de gran porte para garantizar su desarrollo
económico.
Esta indefensión permitió que la ciudad de
Santa Marta fuera atacada por franceses, ingleses, holandeses y
portugueses, que no dejaron crecer el vecindario ni mantener una
dinámica urbana, que por el contrario fue
lenta y problemática, ni consolidar una actividad
económica clave para su desarrollo. La
historia registra alrededor de medio centenar de cruentos asaltos
entre 1543 y 1779, con resultados lamentables para su estabilidad
desde saqueos, incendios,
extorsiones para no destruirla hasta el comercio
forzado. El juego
político de España justificó una
irónica estrategia de "la
defensa por indefensión", consistente en que entre menos
fortificada estuviera, menos codiciable sería para los
piratas y corsarios que rondaban sus aguas.
Finalizando el siglo XVIII, experimentó una corta
resurrección urbana gracias a las reformas icas de los
monarcas Carlos III y su hijo Carlos IV, interrumpida con los
primeros brotes de independencia.
Irónicamente a pesar del abandono de la Corona
española, Santa Marta se mantuvo fiel a la causa real, fue
la penúltima en desprenderse del cordón umbilical
de la Madre Patria, por ello D. Víctor de Somodevilla la
bautizó como "la muy noble, la muy fiel y la muy leal".
Mientras que Cartagena de Indias a quien la monarquía le
dedicó enormes esfuerzos militares y económicos,
fue la primera en declarar su rebeldía.
También fue opacada por la vecina ciudad de
Barranquilla a finales del siglo XIX, al desviarse el comercio
marítimo proveniente de Europa y las Antillas. Hoy Santa
Marta está llamada a convertirse en unos de los destinos
turísticos del Caribe con los proyectos de
desarrollo turístico que se adelantan, entre ellos su
vinculación a la ruta de turismo de cruceros
internacionales en el área del Caribe.
2. ORIGEN DE SU NOMBRE
Y FUNDACIÓN
Una Cédula Real del 10 de abril de 1495, invitaba
a los españoles a viajar al Nuevo Mundo para la
búsqueda de riquezas y especies. Por ello, D. Rodrigo de
Bastidas, escribano del barrio Triana en Sevilla, se convierte en
armador y empresario de
negocio de las Indias Occidentales, obteniendo un permiso real el
5 de junio de 1500 para viajar a esas tierras, sin ninguna ayuda
económica de la Corona española.
A principios del
mes de enero de 1502, partió D. Rodrigo de Bastidas
acompañado por D. Juan de la Cosa, recorrieron el actual
litoral Caribe colombiano desde el Cabo de la Vela hasta el Golfo
Dulce de Urabá. A su paso por cada parte, iba bautizando
casi todos los accidentes
geográficos. A la mitad de su recorrido, se detuvieron en
una hermosa bahía de dilatadas playas y seguro surgidero
a la que dio por nombre Santa Marta, denominación que se
hizo extensiva a todo el territorio, conocido desde entonces como
la Provincia de Santa Marta, cuyos límites
llegaban desde el Cabo de Vela hasta el río Grande de la
Magdalena.
Años más tarde, por cedula real del 22 de
diciembre de 1521, se le otorgó la gobernación de
la Provincia de Santa Marta a D. Rodrigo de Bastidas. Reiterada
con una nueva capitulación del 6 de noviembre de 1524,
firmada en Vallalodid por Su Majestad Carlos I, que lo designa
capitán vitalicio y adelantado de la Provincia y Puerto de
Santa Marta, autorizándolo para que viniera a "poblar la
Provincia y Puerto de Santa Marta". Atendiendo este permiso, D.
Rodrigo de Bastidas funda la ciudad, el 29 de julio del
año de 1525 en una ceremonia similar a la realizada por
Hernán Cortés durante la fundación de la
Villa Rica de la Veracruz en 1519, arruinando un navío
"para que la gente perdiese la esperanza de volver".
Despejó el espeso monte e hizo levantar las casas para los
integrantes de su empresa
colonizadora y una iglesia con la ayuda de la Orden de Nuestra
Señora de la Merced, todo con los materiales que
le proporcionaba el medio, como los troncos de los árboles
para los muros y la palma amarga para la cubierta.
De esta manera dio principio a la hidalga ciudad de
Santa Marta, siendo la ciudad más vieja de la
República de Colombia, que el próximo 29 de julio
llega a sus 478 años de existencia. Ciudad por donde
entró el evangelio, donde existió la primera
iglesia y la primera silla episcopal del país.
3. CONVERGENCIAS
ENTORNO A LA SANTA PATRONA Y LA CIUDAD DE SANTA
MARTA
3.1 La patrona y la ciudad, activas y
hospitalarias. ¿Una simple casualidad?
Decíamos que la ciudad de Santa Marta basa su
economía en la actividad turística. En su
área territorial existen alrededor de 30 hoteles con
categorías de 2 a 5 estrellas con aproximadamente 1.900
habitaciones que arrojan un promedio de 5.800 camas; sin incluir
los aojamientos turísticos, ni la hotelería
paralela representada en los apartamentos privados de edificios
de propiedad horizontal. Esta vocación de ciudad receptiva
nace del mismo instante en que la ciudad se convierte en el punto
de transición entre el mar Caribe y Tierra Firme en la
época de la colonia. Luego, por su posición
geográfica en el litoral norte de Sudamérica,
cumple un papel de anfitriona para los nuevos mercados en
especial el británico, al abrirse las fronteras americanas
al mundo europeo en inicio de la época republicana. Hoy la
ciudad recibe unos 650.000 visitantes anualmente.
De paso por la ciudad quedaron consignadas en sus
diarios de viajes muchas
impresiones de viajeros europeos, como los ingleses John Hankshaw
y Charles Stuart Cochrane, (1823); John Potter Hamilton, (1824) y
los franceses Eliseo Reclus, (1855) y Henri Candelier, (1889),
donde destacan la excelente atención de las autoridades
samarias.
La ciudad de Santa Marta siempre se ha caracterizado por
su hospitalidad, cualquier visitante se siente como en su casa,
paradójicamente el destino quiso que ella tuviera el mismo
espíritu histórico de su santa patrona. Quien es
considerada la patrona de los hoteleros, porque sabía
atender bien. Al igual que la gloriosa santa Marta que
hospedó muchas veces en su casa de Betania al hijo de
Dios, cuando predicando y estableciendo la ley
evangélica, discurría personalmente en
compañía de sus apóstoles la tierra de
Palestina. Semejante fue la provincia y la ciudad de Santa Marta
la que hospedó en su domicilio a aquellos veinte
evangélicos que acompañados de su vicario,
discurrían en el Nuevo Mundo, para establecer con
él su predicación y doctrina de la fe
católica. Luego fue justo que para tan santo empleo, no se
titulase la provincia con otro nombre que con el de aquella
piadosa.
Marta como hermana mayor era la responsable de la casa,
de los quehaceres y atenciones de visitas, llena de
energía, hacendosa y activa. Era la encargada de traer
el agua para
las abluciones, las toallas y perfumes; guiaría al
huésped hasta el recibidor, le ofrecería la silla,
encendería el fogón, prepararía los alimentos,
traería los higos, arreglaría las alcobas,
prepararía la mesa con la vajilla, traería las
bandejas y las jarras.
Como su protectora la ciudad es anfitriona de numerosas
visitas, ofrece las sillas de sus centros de convenciones para
los eventos
nacionales, las camas para alojar los turistas y todas las
atenciones contempladas en los paquetes turísticos. Como
en la casa de Marta, María y Lázaro existe una
habitación lista en nuestra ciudad, a cualquier hora,
cualquier día, para todo aquel que nos visite. Ella
también ha recibido ilustres visitantes en
difíciles condiciones, basta a la gloria de la ciudad de
Santa Marta, a circundar su simpática aureola, recordar
como ella "la tierra hospitalaria", abrió su regazo
amoroso y solícitamente para que en él se reclinara
enfermo, pobre y desnudo el Padre de la Patria, el Libertador
Simón Bolívar y diera en ella su último
suspiro el 17 de diciembre de 1830.
3.2 Convergencias entre la ciudad de Villajoyosa
(España) y la ciudad de Santa Marta
(Colombia)
Villajoyosa y Santa Marta deben ser ciudades hermanas,
porque además de tener la misma madre protectora, tienen
muchas cosas en común, son ciudades cuyas historias
están marcadas por los asedios de piratas, protagonistas
de estos hostigamientos fueron sus fortificaciones. Ambas son
ciudades costeras y cuentan con un gran valor
patrimonial; tienen fiestas de interés
cuyo escenario natural es el mar, coincidentes hasta en la fecha
de realización en la última semana de julio. Entre
sus atractivos están las rutas culturales que tienen como
base los monumentos urbanos y arquitectónicos,
además de mantener una similitud gastronómica con
los platos del mar.
4. LA CATEDRAL DE
LA CIUDAD DE SANTA MARTA: DEDICADA A SU SANTA
PATRONA
La ciudad de Santa Marta construyó su Catedral a
finales del siglo XVIII, siendo consagrada a principios del siglo
XIX en honor a su patrona santa Marta. Desde el siglo XVII, Santa
Marta había contado con su iglesia Mayor construida por el
obispo Sebastián de Ocando, la cual fue arruinada por
Goodson en 1655 y terminada de destruir por los piratas Coz y
Duncan en 1677. El obispo Diego de Baños la
reconstruyó en 1678, sucumbiendo a un temblor en 1682 que
le averió los arcos, nuevamente deteriorada se realizaron
unas obras de mejora en 1711.
A los pocos años el santo recinto era una ruina
total, por ello se solicitaron recursos para su
reparación y se dispusieron 6.000 pesos, que no fueron
utilizados porque un fuerte temblor la dejó destruida en
enero de 1752. Inmediatamente el virrey marqués del
Villar, comisionó al ingeniero militar Manuel
Hernández para que realizara su diagnóstico sobre la situación de la
ciudad y su Catedral, opinando como ociosa cualquier
intención por repararla, recomendando construir una nueva
en un sitio más extenso y cómodo, porque
ésta se hallaba situada de espalda a la ciudad y de frente
a la marina.
El ingeniero Hernández en su informe revela su
mal estado
constructivo:
La Catedral se halla incapaz de remedio, abiertos
sus muros, los arcos fuera de aplomo como la Torre, y q.e todo
amenaza ruina, por ser la fábrica de barro y
ladrillo.
Decidida la construcción de una nueva Catedral,
el virrey Pedro Messía de la Cerda, comisiona al ingeniero
militar Antonio de Narváez y La Torre, acompañado
del delineador Juan Cayetano Chacón, para que elaboraran
los planos y perfiles de la nueva Catedral, con un presupuesto de
54.093 pesos. Por fin, el 8 de diciembre de 1766
paradójicamente el día de la Inmaculada
Concepción, se colocó la primera piedra. La
construcción de la obra fue lenta por los pocos recursos
decretados por el monarca, por muchos años
permaneció en cimientos y con riesgo de perder
lo invertido. Ya el presupuesto ascendía a 59.000
pesos.
El Tratado de París de 1763, puso fin al primer
capítulo de la Guerra por el III Pacto de Familia
(1762-1763), entre España e Inglaterra, el
ambiente de
paz hace que en el último cuarto del siglo XVIII, haya un
inusitado interés por parte de la Corona española
en impulsar la construcción de los edificios religiosos, a
ello contribuyó la presión
ejercida por los obispos; fue así como todo el
empeño estuvo centrado en la construcción de la
nueva Catedral. Las obras de fortificación dejaron de ser
importantes, aún cuando los refuerzos contemplados en el
plan de
defensa de Agustín Crame de 1778, los realizaría
parcialmente el gobernador Narváez, años más
tarde.
El virrey Manuel Guirior opinaba que era más
urgente fortificar la plaza, que construir un edificio "demasiado
lujoso y magnífico para una población tan
pequeña". Por lo que mandó a suspender los trabajos
y propuso suprimir el obispado de Santa Marta, agregándolo
a la mitra de Cartagena. A decir verdad, el volumen de la
Catedral estaba fuera de contexto, era una obra demasiada
imponente para el perfil urbano que presentaba la ciudad para esa
época.
Los trabajos de la Catedral no avanzaban, vinieron a
intensificarse entre los años de 1790 y 1794, con el
concurso del director de reales obras, el ingeniero militar
Antonio Marchante. En septiembre de 1794, Marchante
entregó terminada la Catedral en obra blanca, pero faltaba
lo necesario para su puesta en servicio como:
ornamentos, pilas,
silletería, vasos sagrados, libro,
órgano, cómodas, etc. Sólo hasta julio de
1796, el gobernador Antonio de Samper, hace entrega formal de la
obra para su consagración.
4.1 Erección de la Catedral de Santa Marta en
Basílica Menor: un premio para la decana de las
diócesis colombianas
Después de los acontecimientos bélicos por
las guerras
civiles de 1860, la Catedral quedó en un deplorable estado
de su interior, las penurias económicas de la ciudad
impidieron su recuperación. El obispo Joaquín
García Benítez con motivo de IV Centenario de la
Fundación de Santa Marta en 1925, pensó en
engalanar la ciudad y aprovechó su viaje a Roma para
solicitar que la Catedral de Santa Marta fuese erigida en
Basílica Menor por la Santa Sede. Esta petición la
tramitó por conducto del Emmo. Cardenal Vicco que para la
fecha era el Prefecto de la Sagrada Congregación de Ritos,
pero el prelado comprendió que ella no le sería
concedida en aquel momento desistiendo de su propósito, el
cual era su mayor anhelo.
Mientras tanto su trabajo se centró en la
decoración interior de la Catedral que tanta falta le
hacía, nuevos altares, nuevas imágenes,
la adquisición de un órgano, dotarla de nuevas
campanas y la ejecución de obras de mantenimiento
en el ámbito de acabados; todo esto estando la
Diócesis exhausta de fondos. Uno de sus colaboradores, el
padre Rizo, motivado por la ilusión del señor
obispo, aprovechando que éste asistía a una
Conferencia
Episcopal en la ciudad de Bogotá, por su cuenta y con el
mayor sigilo solicita la intervención del señor
Nuncio Apostólico en Colombia ante la Curia Romana a fin
de obtener para la Catedral el titulo de Basílica Menor,
sustentada sobre la base que la Diócesis de Santa Marta es
la decana de las diócesis colombianas, por ser la primera
en haber sido fundada en el país. Este fue el principal
argumento para su solicitud de su erección como Catedral
Basílica Menor en 1930, tal petición
argumentaba:
Allí acuden los fieles de todos los gremios
y categorías, movidos por la devoción y la
religión, ya hacia santa Marta Virgen
Titular de la Iglesia y de la Diócesis, ya hacia Nuestra
Señora Inmaculada, cuya imagen
obsequiada por el Rey Carlos V, se guarda devotamente en este
mismo templo.
Mediante el oficio No. 5123 de mayo 6 de 1930, la
Nunciatura Apostólica le informa al obispo García
Benítez que la Catedral de Santa Marta había sido
oficialmente erigida en BASÍLICA MENOR.
El texto del
Breve Pontificio firmado por el Cardenal Pacelli en Roma bajo el
anillo del Pescador, fechado el 26 de marzo de 1932, en su
declaratoria dice lo siguiente:
…..Nos es placentero acceder a estas suplicas con
ánimo benigno, por lo cual, oídos los Cardenales
de la Santa Iglesia Romana que dirigen la Sagrada
Congregación de Ritos, y por nuestra autoridad
apostólica, al tenor de estas sagradas letras, agregamos
al citado templo, construido en honor a la Virgen santa Marta
en Colombia, el titulo y la dignidad de
BASÍLICA MENOR de manera perpetua y concedemos al mismo
todos y cada uno de los privilegios litúrgicos y los
otros honores que competen a las basílicas menores, en
virtud de las concesiones apostólicas, sin que obste
cualquier disposición en contrario.
Al hacer esta concesión decretamos que
estas letras siempre permanezcan firmes, valederas y eficaces y
que produzcan y obtengan los plenos e íntegros
efectos…..
Como complemento de este merecido titulo el obispo
redobla esfuerzos y logra reconstruir el Altar Mayor de la
Catedral Basílica Menor, su fábrica es en
mármol, allí reposa el bulto de Santa Marta
manufacturado en Barcelona (España) por la casa Comercial
de José Campania, obra que remata en bajorrelieve con la
frase en latín: DEO ET SANCTAE MARTHAE (Dios y
Santa Marta).
5. LAS VENERADAS
IMÁGENES DE LA PATRONA: SU ANÁLISIS
ICONOGRAFICO
Uno de los aspectos más interesantes en la
investigación sobre santos es su
iconografía, el estudio de los símbolos que
conforman una imagen o un conjunto de imágenes. Por medio
de un estudio iconográfico es posible identificar signos y
formas simbólicas, como atributos, vestimenta, postura y
contexto, mediante los cuales se revela la identidad, el contexto
y la historia de un santo. Los estudios iconográficos
pueden establecer conexiones directas entre la manera en que los
santos se veneraban y representaban en Europa y la manera en que
se hacía en la Nueva Granada donde los motivos
iconográficos no eran una mera repetición: la gente
procedió a crear sus propias interpretaciones.
Las biografías realizadas
sobre la vida de santa Marta, enfatizan su función
apostólica y por otro lado hacen de ella una
heroína de una leyenda de dragones de complejos ribetes
simbólicos incorporado al arte figurativo del sur de
Francia, en el
norte de Italia y sur de
Alemania,
desde el tardío medioevo hasta la época barroca,
paralela a la leyenda de san Jorge, vencedor del dragón
con una lanza. Según A. Scattigno, la iconografía
más difundida de santa Marta la representan como una
sirviente entre los muros domésticos, con el delantal y
las llaves en la cintura; cuya revalorización surge a
partir del siglo XII por los movimientos religiosos femeninos y
por las nuevas órdenes, como los humillados, los
franciscanos y los dominicos. A esta revalorización de la
figura de santa Marta en el mundo laical y en la vida conventual
puede sumarse el Beato Angélico que, en el convento
dominicano la representa en la escena de Getsemaní, junto
a María en oración con Jesús.
Las imágenes de santa Marta que permanecen en la
Catedral de Santa Marta y otras iglesias están elaboradas
en tallas de madera
policromadas. Otras de menores tamaños que pertenecen a
personas particulares están fabricadas en fibrona. Los
colores del
hábito de santa Marta pueden variar del azul claro,
azul-verdoso hasta el ocre oscuro o blanco, la imagen principal
conserva un azul-verdoso no obstante los múltiples
retoques a lo que ha sido sometida en casi tres siglos de
existencia.
5.1 La primera imagen del siglo XVI: triste final,
convertida en leña por el pirata inglés William Goodson,
1655
No se ha podido fijar con certeza la procedencia de la
primera imagen de la patrona en la ciudad de Santa Marta. Lo que
hemos establecido es que la primera que se tiene memoria, estuvo
en el altar mayor al lado de la custodia del Señor
sacramentado de la iglesia levantada por iniciativa del obispo
Sebastián de Ocando en 1617. Esta imagen traída de
España probablemente a finales del siglo XVI, estaba
tallada en madera policromada, la cual permanecía
frecuentemente adornada con flores.
Ese venerable bulto de la santa, tuvo un triste final al
ser convertida en leña que alimentaba el fuego del
improvisado fogón utilizado por el pirata inglés
William Goodson y sus hombres, durante su asalto en 1655 que
borró a la ciudad de Santa Marta de la faz de la tierra,
época del conflicto anglo-hispano cuando los Habsburgo
ocupaban el trono español.
5.2 El retablo del gobernador Royo de Arce:
llenemos el vacío
Como era frecuente la ciudad se resarcía de las
cenizas, el ataque incendiario de Goodson había dejado a
la ciudad sin casas, sin un lugar donde realizar los oficios
religiosos, con lo que no pudo acabar fue con la admirable
persistencia de supervivencia urbana del puñado de
samarios que se resistieron a perder su terruño. En este
proceso fue clave el trabajo
pastoral del obispo Francisco de la Trinidad y Arrieta de la
Orden de los Predicadores, que con paciencia y perseverancia
inicia una campaña de reconstrucción de la ciudad
con la ayuda de aquellos vecinos que no pudieron emigrar a otros
lugares.
Lo mismo hicieron con los edificios religiosos,
afortunadamente la arremetida de piratas y corsarios
disminuyó en la segunda mitad del siglo XVII, esto
permitió consolidar el proceso de reconstrucción
urbana de la ciudad de Santa Marta. Hacia 1681, la
intervención de la iglesia Mayor estaba casi concluida
gracias al tesón del nuevo obispo Diego de Baños,
habían reconstruido el crucero, fabricado un nuevo
tabernáculo y capilla mayor. Pero faltaba un aspecto
importante, hacían falta las imágenes religiosas.
Por tal motivo aunque de sentido provisional, el gobernador y
capitán general, maestre de campo D. Pedro Jerónimo
Royo de Arce, Rojas y Santoyo, ordenó pintar un retablo
grande de la titular de la ciudad, cuyas dimensiones eran tres
varas de alto por dos de ancho (2.40 metros x 1.60 metros),
elaborado al óleo, hermosamente engalanado con un marco
estofado de oro, el cual fue colocado en el altar mayor, justo
debajo del vistoso frontis del Santísimo Cristo. De la
misma manera colocaron la imagen de la Purísima
Concepción de Nuestra Señora, el cuadro al
óleo de santa Ana y san Nicolás de Bari.
5.3 Las actuales imágenes de la
Basílica Menor: la imagen de Santa Marta de 1718,
llamada "la Cachaca": obra de la escuela
quiteña del siglo XVIII
Después de la Guerra de Sucesión
Española abriendo el siglo XVIII, los de extirpe francesa
suben al trono español, llegan estratégicas
políticas de fraternidad con las naciones
rivales, esto repercutió en la ciudad de Santa Marta con
una relativa tranquilidad que contribuyó a atender otros
asuntos como la lucha contra el comercio ilícito y la
recuperación urbana. En efecto, la iglesia Mayor fue
terminada por el obispo Luis Martínez de Gayoso en 1711,
con la erección de una torre donde emplazaron 6
cañones para defenderla de los piratas.
Una vez concluida la fábrica de la iglesia mayor
se hizo evidente la colocación de la imagen de la titular.
El gobernador de la Provincia de Santa Marta y maestre de campo
Don José Mozo de la Torre en el año de 1718, hizo
traer a sus expensas la actual imagen de la muy primorosa Santa
Marta que hoy conservamos en la Basílica Menor, desde la
ciudad de San Francisco de Quito
(Ecuador).
Esta ciudad colonial se cubrió de gloria gracias
al esplendor de su arte, al adelanto de su cultura,
época de la afamada Escuela Quiteña, donde se
fusionó el talento mestizo, indio y español cuyos
principales exponentes formaron una notable trilogía
artística, el indio Caspicara el escultor Sangurima y el
mestizo Legarda. Por este despliegue de genio se llama a Quito
"Relicario del Arte en América". Es en el siglo XVIII
donde se consagra brillantemente aquel estilo quiteño
gestado en el siglo anterior, lo europeo queda sojuzgado frente a
este alud de arte vernáculo auténticamente local.
El estilo mestizo adquiere carácter definitivo, extendiéndose
por la ciudad y a otras ciudades hispanas donde los encargos de
obras religiosas para sus templos se hacen frecuentes.
Este bulto se conserva en uno de los nichos de la
sacristía, mide aproximadamente 1.50 metros, por su peso
liviano es la que se saca para las procesiones; es sencillamente
tallada en cedro una madera recia y artísticamente
policromada. La imagen presenta un verdadero patetismo en su
rostro a fin de promover una fuerte piedad popular, siguiendo la
línea contrarreformista, huyendo de los idealismos
renacentistas. Por sus cachetes rosados fue bautizada por el
pueblo cariñosamente con el apodo de la "cachaca", como se
le conoce hoy – así se le denomina a las personas de
piel blanca
oriundas del interior del país-.
Esta imagen acompaña al Jesús Crucificado
durante la procesión del Viernes Santo, que recorre las
principales calles del centro histórico de esta
ciudad.
5.4 Las actuales imágenes de la
Basílica Menor: la imagen de Santa Marta del altar mayor
de la Catedral, encargada a Barcelona (España), obra del
maestro José Campania, 1927
Después de la lucha por la independencia del
gobierno
español, el país entra en una profunda crisis
política que lleva a resolverse por las armas,
manifestadas por las revoluciones internas de segunda mitad del
siglo XIX. Uno de estos combates entre las fuerzas
revolucionarias de los liberales y las fuerzas del gobierno,
tuvieron como teatro
bélico las calles de la ciudad de Santa Marta y de manera
particular en el interior de la Catedral. Sucedió el 23 de
noviembre de 1860, las fuerzas liberales al mando del general
Fernando Sánchez atacan a Santa Marta cuya plaza estaba a
cargo del general Julio Arboleda y el coronel Primo Feliciano
Madero. Al fragor del combate y el fuego de artillería que
se prolongó por 21 días, toda la ciudad
quedó en ruinas; el altar mayor de la Catedral
había sido consumido por las llamas. Por fortuna la imagen
quiteña no se hallaba colocada en ese sitio,
salvándose de la conflagración.
Las dificultades económicas para reparar los
destrozos de ese combate se prolongaron hasta comienzos del siglo
XX. Hacia 1926, el obispo Joaquín García
Benítez emprende la dispendiosa tarea de dotar de hermosos
altares de mármol a los templos de la Diócesis de
Santa Marta; para ello solicitan cotizaciones a la Casa U. Luisi
de Pietrasanta, Italia, cuyos representantes en Colombia estaban
establecidos en la ciudad de Cartagena. En su momento
surgió la inquietud sobre la conveniencia de dotar la
Catedral de altares de mármol, dado el estilo
neoclásico de la misma. El exquisito gusto por la
elaboración de las imágenes motiva a
Monseñor García Benítez a encargar de un
buen grupo de
ellas, esto es: un cuadro en relieve de la
Virgen del Carmen, una imagen de santa Ana y otra de san Luis
Beltrán. Estas adquisiciones les traen problemas con
dicha casa comercial por lo costoso de los encargos y la falta de
recursos para cancelar estas obligaciones.
El obispo tuvo la misma percepción
que el común de la gente, la obra quiteña por su
sencillez y poca vistosidad deslucía en el nuevo altar;
por lo tanto era preciso un nuevo modelo al que
le dedicó muchas horas en su diseño.
A principios de junio de aquel año, solicita a la casa
barcelonesa de José Campania, una muy detallada imagen de
santa Marta, cuyo destino sería el altar mayor; su
carta revela
la característica de la nueva imagen de la Santa Patrona
de la ciudad:
Deseo una imagen de santa Marta, en apoteosis, algo
por el estilo del modelo adjunto, pero llevando en la mano
izquierda la tradicional caldereta, con hisopo y la derecha
levantada, con la mirada al cielo, que los ángeles que
la sostengan sean bien proporcionados y de cuerpo entero (no
serafines), de cara hermosa y alegre y llevando entre todos una
cinta que diga en caracteres visibles: Santa Marta, ruega por
nosotros.
Esta estatua es para ser colocada en el templete
del altar mayor. Si la cedrolita tiene efectivamente las
condiciones anunciadas en sus últimos catálogos,
puede hacerla de esa materia, si
no, tallada en madera, pero siempre teniendo en cuenta que la
temperatura
media de esta región es de treinta y dos grados
centígrados. El decorado de ella debe ser de primera
clase y todo
el conjunto lo más hermoso posible.
El encargo con todas las características
iconográficas puntualizadas por el obispo en su
diseño llega a la ciudad al siguiente año, los
samarios se entusiasman por su estampa con la nueva imagen, que
de acuerdo a la disposición de los ángeles y la
morfología
de su base corresponde a la esencia renacentista.
Hay una anécdota muy recordada por personas
octogenarias en Santa Marta. Desde el año de 1718 se
sacaba para la procesión la imagen de la patrona tallada
en la ciudad de San Francisco de Quito. La novedad de la imagen
de Barcelona animó al obispo Joaquín García
Benítez en 1927 a sacarla en la procesión, pero
curiosamente el pueblo la rechaza, no tiene sentido de
pertenencia en la memoria
colectiva de los samarios, el pueblo reclamó su imagen
tradicional. Ese mismo año y algunos siguientes, la nueva
imagen hace su recorrido en solitario por las calles de Santa
Marta con la compañía del Obispo y los cuatro
soldados que la cargaban. Además era tan pesada que se
convertía en una odisea bajarla y subirla del altar mayor
con el peligro de quebrarse; para esta peripecia era necesaria la
colaboración del regimiento de la ciudad. La
conformación de la Congregación de Santa Marta, le
devolvió a los samarios la posibilidad de tener a su
"cachaca", a su imagen tradicional durante las
procesiones.
5.5 La imagen de la Hacienda El
Piñón: un premio a la consagración de Da
Antonia Magri
Existe una imagen de Santa Marta fabricada en la ciudad
de Medellín (Colombia) de aproximadamente 1.20 metros en
la Hacienda El Piñón, propiedad de la Familia
Zúñiga. Pertenecía a la Diócesis y
fue un regalo que hiciera monseñor Joaquín
García Benítez a Da. Antonia Magri de Guerrero como
premio a su labor a favor de las festividades de la patrona. Por
muchos años la conservó en su casa como su
más preciado tesoro, con su oratorio y demás
elementos de devoción hasta que después de su
muerte, como
muchos otros objetos relacionados con las fiestas en honor a
santa Marta, fue trasladada al sitio mencionado.
La imagen presenta una iconografía excepcional a
las otras conocidas, en su mano derecha porta una palma martirial
y la Biblia en su mano izquierda. De no ser por el dragón
vencido que pisa con los pies elemento icnográfico que la
define, podría confundirnos con la santa Marta de Astorga
que en su iconografía la representa como una doncella con
la palma martirial y libro en la otra mano, también en
actitud de
enseñárselo a dos niños
de corta edad, que serían sus sobrinos, los santos Justo y
Pastor, hijos de su hermano del legionario san Vidal.
6. TRADICIONES Y
FESTIVIDADES EN HONOR DE LA SANTA PATRONA
Desde la época de la conquista española en
el siglo XVI, le ha correspondido a nuestra patrona una notable
rivalidad territorial con la Inmaculada Concepción en la
pertenencia del colectivo ciudadano. Dice el gaditano,
José Nicolás De La Rosa, Alférez de
Infantería y Alcalde Ordinario de Santa Marta en el siglo
XVIII:
La soberana hechura de la Concepción de
Nuestra Señora, que se venera en nuestra Catedral, es
una de las efigies que tienen nombre en todo este Nuevo Reino,
y la tradición antigua, y muy común en la
provincia, de su venida a esta Iglesia, es la que la
envió la Señora Reina Doña Isabel la
Católica, con real cédula, para que se celebrase
en su real nombre; y por esto se llaman reales las fiestas de
toda su octava, y como tales son en exceso mayores y más
plausibles que otras algunas…..
Para estas fiestas se disponían mayores recursos,
por lo tanto los gastos eran
superiores que para otros eventos religiosos; por otra parte los
principales personajes de la ciudad se disputaban el honor de ser
elegidos como mayordomos de estas fiestas reales, por los dos
cabildos, el eclesiástico y el secular con consenso
principalmente del vecindario. La histórica diferencia
entre sus seguidores, es que la Inmaculada Concepción es
más elitista; es decir, la veneran las familias de los
estratos altos de la ciudad, mientras a santa Marta la venera el
pueblo en general y una pequeña parte de dicha
elite.
La Inmaculada Concepción consolida su significado
simbólico en el contexto ciudadano samario, cuando el
monarca español Felipe V en una real cédula,
fechada en el Palacio de El Pardo el día 29 de enero de
1745, concede su imagen como el escudo de armas de la ciudad de
Santa Marta, respondiendo la solicitud del Cabildo realizada el
año anterior, agradecidos por el amparo
experimentado por unos hostigamientos de unas naves inglesas
durante la Guerra por el Asiento de Negros acaecida entre los
años de 1739 y 1748. No obstante santa Marta sigue
ocupando el honor de ser la patrona de la ciudad.
Hay una realidad en nuestro contexto religioso motivado
por las diferentes fiestas religiosas y populares como la Virgen
del Carmen, santa Ana, la Virgen de los Remedios y la Inmaculada
Concepción. A finales del siglo XIX Manuel José Del
Real refiriéndose al mes de julio nos cuenta lo
siguiente:
Este mes ha sido siempre en nuestra tierra de
fiestas religiosas y nacionales y cosa rara entre los pueblos
–es duro decirlo- la fiesta de nuestra patrona era la de
menos entusiasmo de todas. Probablemente esto consistía
en que dicha fiesta cae en los últimos días y
todas las energías de entusiasmo se gastaban en las
fiestas anteriores.
Las festividades de la patrona santa Marta constituyen
el encuentro perfecto para la interrelación entre los
poderes civiles, militares y eclesiásticos que ninguna
otra festividad religiosa convoca. Esta constante ha perdurado en
sus casi cinco siglos de existencia, por ello no dudamos en
reiterar que es el evento religioso más antiguo de la
ciudad de Santa Marta.
6.1 Las festividades de antes: buen motivo para el
regocijo y desaburrimiento
La vida cotidiana de la Santa Marta de época de
dominación española fue muy monótona y
aburrida, agobiados por el temor que les producía los
fantasmas de
las aguas del mar Caribe representados por las embarcaciones
inglesas que pasaban de largo por el litoral, los samarios
lograban en parte olvidar sus penas en las festividades,
populares, civiles y religiosas. La jura o proclamación de
un nuevo monarca, la victoria de los ejércitos
españoles en Europa, el matrimonio o
nacimiento de algún miembro de la familia real, era motivo
para el regocijo de los samarios con las acostumbradas ceremonias
que celebraban entre repiques de campanas y repetidas salvas de
artillería, jolgorio que se prolongaba durante tres
noches.
La iglesia mayor era el lugar que convocaba a todo el
pueblo, donde se enteraba de las nuevas buenas de España
en especial asuntos que tenían que ver con la familia
real, cuyas noticias se
transmitían en las cedulas reales que iban dirigidas al
gobernador y publicadas en bandos y leídas por el
pregonero. Una de las diversiones de los samarios eran las
murmuraciones o los chismes de los enfrentamientos entre las
autoridades civiles y eclesiásticas; otros acababan sus
vidas licenciosas entre los juegos de
azar, el alcohol y las
prohibidas relaciones sentimentales.
Las festividades religiosas aliviaban sus penas,
principalmente las consagradas a santa Marta en julio y a la
Concepción en el mes de diciembre, para ello las calles se
organizaban pensando en el recorrido del solemne acto encabezado
por el señor obispo y su cortejo de clérigos,
guiando a los parroquianos que soportaban el peso de la imagen
del patrono de turno, concluyendo con un Te Deum Laudamus en la
iglesia Mayor y el pueblo cantándole alabanzas.
Esta dinámica no varió en el siglo XIX,
aunque el mes de julio se convirtió en la época de
mayor intensidad festiva con las religiosas y nacionales. En
primer lugar el Corpus de San Miguel que se fusionaba con las
festividades de la Virgen del Carmen, la Fiesta Patria del 20 de
julio, día de la independencia, las fiestas en honor a
santa Ana y por último, las festividades en honor a la
patrona santa Marta que coinciden con el cumpleaños de la
ciudad.
Las festividades de nuestra patrona son solemnes y
respetadas a diferencia de otras fiestas religiosas como las
festividades de la Virgen del Carmen e Inmaculada
Concepción que son pretexto para el alcohol y el desorden
que ocasiona la tradicional bola de candela hecha con estopa y
alambre que los muchachos patean hacia cualquier lado, poniendo
en peligro la integridad física de los
asistentes.
6.2 Las festividades a principios del siglo XX:
fervor y solemnidad
En el primer cuarto del siglo XX, la forma de las
celebraciones cambiaron influenciada por los nuevos tiempos, pero
conservaron intacto su espíritu religioso y fervor festivo
de época de la dominación española. Dos
actos nunca han faltado el 29 de julio, la Misa Mayor ofrecida
por el ilustrismo obispo de la Diócesis de Santa Marta y
la procesión de nuestra santa patrona por las principales
calles del centro histórico, acompañada por las
melancólicas interpretaciones musicales de la banda de
música de
la municipalidad.
Las festividades comenzaban el 20 de julio que coinciden
con la fiesta nacional del Día de la Independencia, pero
se intensificaban durante tres días: 28, 29 y 30 de julio;
para tal motivo la alcaldía iluminaba las calles y
adornaban con banderas las fachadas de las casas. El primer
día, su víspera, una banda de música del
regimiento destacado en la ciudad animaba a la luz de alba con
música y fuegos artificiales que engalanaban la Catedral.
Por la noche, el pueblo se congregaba en la plaza de la Catedral
para deleitarse con una retreta musical y observar los fuegos
artificiales.
Las festividades las animaban la "vaca loca", un disfraz
de una cabeza de vaca con caparazón a la que le colocaba
una gran cantidad de cohetes que salían disparados hacia
cualquier lado, que provocaba una riesgosa estampida del
público. Por el peligro que representaba para la
integridad física de las personas, sobretodo de las
señoras esta diversión desapareció hace
medio siglo.
El día 29 se iniciaba con una salva de
artillería que anunciaban el día de la santa
patrona y una alborada a cargo de la banda de música del
ejército. Luego a las 08:00 a.m. se realizaba la Misa a
cargo del señor obispo de la Diócesis de Santa
Marta y Te Deum en la plaza. Por la tarde, el Señor
Gobernador daba su alocución desde la Tribuna del Palacio
Municipal; luego se llevaba a cabo la Sesión Solemne del
Honorable Consejo de la Municipalidad y al concluir se
trasladaban a la estatua del fundador de la ciudad, Don Rodrigo
de Bastidas. Seguidamente, salía la Solemne
procesión de la patrona que hacía su recorrido por
las principales calles de la ciudad y por la noche retreta de
gala para el público en general a cargo del regimiento. Al
día siguiente, se realizaba un paseo de música y
fuegos pirotécnicos, había corrida de toros y
ejercicios gimnásticos a cargo de la Escuela
Militar.
6.3 Las recientes festividades:
incorporación de nuevas actividades
Hoy como en los siglos pasados, bien temprano se
despierta la ciudad con repiques de campanas que saludan y
expresan su regocijo por tan especial acontecimiento.
También perduran los cohetes que anuncian las novenas en
su honor desde el 20 de julio, tiempo en que
se le reza a la santa patrona. El día de su víspera
se quema un castillo en la plaza de la Catedral, con bastantes
fuegos pirotécnicos donde el público va deleitarse
con el espectáculo.
El día 29, en virtud de la profusión de
personas y de la incapacidad de la Catedral de Santa Marta a
pesar de amplitud, se institucionalizó realizar tres misas
menores a las 7 a.m., 12 m. y 6 p.m. Y una principal a las 9 a.m.
con Te Deum y Misa Pontifical a cargo del señor obispo a
la que asisten las autoridades civiles, militares y
eclesiásticas. Luego en ceremonia en el edificio del
Concejo Distrital el Señor Alcalde se dirige a los
Honorables Concejales de la ciudad y se distingue con la
Condecoración Rodrigo de Bastidas a los hijos de Santa
Marta que por su trayectoria merecen este
reconocimiento.
Por la tarde a las 05:00 p.m. se inicia la
procesión por las principales calles del centro
histórico, entre ellas la calle Grande, la calle San
Francisco y la avenida del Fundador. Este acto lo encabeza el
señor obispo de la Diócesis y el sequito de
colaboradores, la imagen es cargada por muchos de sus seguidores
que se turnan para pagar promesa.
En nuestra ciudad se acostumbra pintar las fachadas de
las casas para tan especial día e izar la bandera de la
ciudad. En la última década, se está
institucionalizando el concurso y desfile de las bandas musicales
de los colegios con proyección interdepartamental. Parece
un recurso literario "mancodiano" de la escuela del realismo
mágico a la que pertenece nuestro Nóbel de Literatura Gabriel García
Márquez, pero en Santa Marta todos los 29 de julio
entre 4 y 5 de la tarde llueve puntualmente. No sabemos si la
patrona llora por la suerte que el destino le ha deparado a la
ciudad o es una forma de compartir con sus hijos un aniversario
de su existencia.
- Las festividades de la patrona y la Fiesta del
Mar: ¿Ocaso o indiferencia por los nuevos
tiempos?
Desde 1959, con propósito de proyectar el turismo
en la ciudad en el ámbito nacional e internacional se
crearon las Fiesta del Mar. Es el evento más importante de
Santa Marta porque atrae el turismo de mitad de año, que
coincide con la fecha de fundación de la ciudad y se
celebran entre el 26 y 30 de julio cada año. Hay competencias
náuticas, concursos de pesca,
espectáculos musicales en la playa, desfile de las
candidatas en carrozas por las calles de la ciudad y
coronación al aire libre de la
capitana de los mares.
Además de los actos religiosos se realiza la
parada militar, honores al fundador de la ciudad, discurso a
cargo del señor Alcalde de la ciudad de Santa Marta y del
Presidente de la Academia de Historia del Magdalena. Uno de los
actos en la víspera es la serenata a Santa Marta, donde
los interpretes musicales más destacados esperan ansiosos
el día 29, cantándole a la ciudad.
7. LA
CONGREGACIÓN DE SANTA MARTA
Corría el año de 1934, Da. Antonia Magri
Simonds de Guerrero, matrona de la ciudad, desde niña
había mostrado su fervor a la santa patrona, ruega para
que le hiciera un milagro. Este fue concedido pero nunca se supo
en que consistió, al interrogarla ella contestaba que le
había prometido organizar sus festividades por el resto de
su vida, "a usted no la volverá cargar el ejército
sino el pueblo" –le exclamó a imagen-.
Su primer paso fue conformar la Congregación de
Santa Marta que hoy día existe, en compañía
de Doña Dolores de González y Doña Finita de
Noguera, como socias fundadoras. Además de una
interminable lista conformadas por 97 damas samarias que
figuraban como socias de la congregación, inventario
realizado por calles. El obispo de la Diócesis de Santa
Marta, Monseñor Joaquín García
Benítez avaló la idea la cual quedó
registrada en un libro de actas que afortunadamente fue rescatado
del olvido por Manuel Guerrero Vives en 1998 y regalado a su
prima Martha Olivella Guerrero, nieta de Da. Antonia Magri
Guerrero.
El acta de constitución de la Congregación de
Santa Marta quedó consignada de la siguiente
manera:
Diócesis de Santa Marta. Gobierno
Eclesiástico. Santa Marta, 29 de agosto de
1934.
Autorizamos a las señoras y señoritas
cuya lista figura al comienzo de este libro, para que, unidas
en asociación piadosa bajo la advocación de santa
Marta, laboren con el laudable fin de sostener en todo su
esplendor el culto que debe tributarse a la gloriosa Virgen
Santa Marta, Patrona de esta ciudad y titular de nuestra
Catedral y Basílica.
(Fdo.) Joaquín García Benítez,
Obispo de Santa Marta.
Como en sus primeros años, en julio las socias
centran su labor en las actividades religiosas, se encargan que a
la patrona no le falte nada, el dinero
recogido se gasta en flores, velas y el coro. El resto del
año se dedica a la labor social, velan por las socias
menos favorecidas, visitan enfermos y realizan labores en los
asilos. Durante las novenas de la patrona las encargadas de la
Congregación de Santa Marta consagran a las nuevas
socias.
El estricto cumplimiento de sus responsabilidades en
la
organización de las festividades, el amor a su
patrona y la solemnidad que deben demostrar durante la
procesión las llevó a adoptar un impecablemente
vestido de blanco terciado con una cinta rosada y la medalla de
la imagen de santa Marta colgadas de sus corazones. Las damas de
la Congregación de Santa Marta guardan una cordial
fraternidad con otras organizaciones
religiosas. Hoy día están vinculadas a la
recuperación de la obra de la Catedral que requiere de
trabajos de mantenimiento.
7.1 Las solemnes festividades a cargo de la
Congregación de Santa Marta: Da. Antonia Magri de
Guerrero y su consagración a la patrona
De la misma manera, Da. Toña convence al
señor obispo, al alcalde D. Luis Carlos Rivera y al
gobernador D. Manuel Dávila Pumarejo
comprometiéndolos para que aprueben sendos aportes anuales
para sufragar algunos gastos de las festividades. Fue así
como el 29 de julio de 1935 nace la primera procesión en
grande, solemne, majestuosa, revestida de honores y acudida de
las más importantes personalidades de la ciudad. Durante
las novenas continúan las tradicionales retretas musicales
en la plaza de la Catedral y la quema de fuegos artificiales,
además de las mismas actividades de
antaño.
El recorrido –al igual que hoy- se iniciaba con el
repique emocionante de las campanas de la Catedral, toman la
avenida Campo Serrano, allí se detienen al pie de la Casa
Lacouture, los cargadores de adelante se agachan y la imagen hace
una venia, reverencia que es correspondida con las flores que le
arrojan desde los balcones. Luego bajan por la antigua calle de
la Cárcel de espalda a la Sierra Nevada de Santa Marta y
de frente al mar Caribe, allí anteriormente, hacían
una parada en la casa de Da. Antonia, luego de cinco cuadras
tomaba la avenida del Fundador para regresar por la calle Grande
hasta retornar a la plaza de la Catedral.
El cortejo – al igual que hoy- lo encabezaban tres
monaguillos, los de los extremos portando sendos cirios y el de
la mitad con la Santa Cruz, luego el Señor Obispo con el
incensario, atrás las socias de la congregación,
una de ellas portando el pendón; detrás de la
imagen los seminaristas, la guardia marchando, los colegios y la
banda Santa Cecilia tocando desde el himno de la ciudad de Santa
Marta hasta tradicionales melodías como el "helado de
leche". Desde
los balcones las gentes le regaban flores a su paso y las calles
quedaban como un tapiz florido.
Para la ocasión, los caballeros se vestían
de lino claro y las niñas vestidas de blanco con
canastillas de flores en sus manos, otras vestidas como la santa.
Las damas se arreglaban lujosamente con sus cabezas cubiertas de
velo, mantillas, chales y pañoletas a veces sostenidas por
elegantes peinetas.
Por casi medio siglo organizaría Da. Antonia
Magri estas festividades hasta su muerte en 1980 en plenas
fiestas de la patrona, en reconocimiento a su admirable labor su
féretro fue puesto en cámara ardiente con honores
en los salones del Concejo Municipal. Doña Antonia
conservaba un baúl con todos los milagros de plata y oro
que el pueblo ofrecía a la titular, cuya colección
fue entregada a la Diócesis de Santa Marta. En la dirección le sucede Da. Julia Rebolledo con
la colaboración de hijas y nietas de la fundadora, que
organizaban la Catedral, limpiando y adornándola con
flores y velas. Poco han variado las procesiones y festividades
desde la iniciativa de Da. Antonia, se conservan las mismas
tradiciones de más de medio siglo.
8. APROPIACIÓN DE LA PATRONA EN EL
COLECTIVO CIUDADANO: LAS MANDAS O PROMESAS POR UN
MILAGRO
El proceso de reapropiación y articulación
de santos y vírgenes católicas introducidas por los
hispanos en esta ciudad y sus territorios inmediatos, fue igual
que en otros lugares de América indígena donde
fueron impuestos
mediante un complejo proceso de asimilación. Con el paso
del tiempo, los santos despliegan el alma como
emblema de devoción, pero su sustancia deja entrever
también historia y significado.
La devoción de los samarios por su santa patona
se expresa en las innumerables rogativas a favor de un enfermo o
convaleciente, como también de la gran cantidad de
personas de otras ciudades del país, como también
de la vecina República de Venezuela
vienen a "pagar promesa" trasladándose en buses expresos
para asistir a la Misa Pontificial y a la procesión. Una
gran romería se acerca al venerado bulto para una rogativa
que le es solicitada acariciándoles los pies.
Los agradecimientos a los milagros o favores concedidos
se manifiestan en el ofrecimiento o promesa de escuchar la Santa
Misa, todos los 29 de julio por el resto de sus vidas. Otra forma
de expresar las gracias por el hecho milagroso es regalarle la
pieza en oro o plata del órgano sanado a santa Marta, es
sorprendente observar la cantidad de piezas en forma de "dijes"
que cuelgan y destellan del sagrado bulto de la patrona durante
el recorrido de la procesión.
Muchas personas ofrecen a la santa caminar descalzas la
procesión por siempre como gratitud a un milagro
concedido. En nuestra ciudad se dice que santa Marta es buena
para "ablandar corazones" para ello se le pide
encendiéndole una veladora.
9. HECHOS
MILAGROSOS: GUARDADOS EN EL COLECTIVO CIUDADANO
En Santa Marta dan fe de muchos milagros de la patrona,
estos cuentan historias muy individuales de recuperación
de un enfermo o del otorgamiento de un imposible. Pero en el
colectivo ciudadano han perdurado a través del tiempo dos
sucesos que merecen mencionarse por su impacto en toda la
ciudad.
9.1 El soberano aviso de la santa patrona:
escándalo, acecho y descuido el día de su
víspera, 1597
A mediados del siglo XVI el metal precioso había
escaseado, los galeones provenientes de España pasaban de
largo por el litoral samario rumbo a otros puertos como
Cartagena, Portobelo y Nombre de Dios. La resistencia
indígena en especial los Chimilas, Bondas y Mamatocos se
hacía más fuerte y sus tácticas de guerra
como las "guazábaras" constituían un serio peligro
para los expediccionistas, cortando el suministro de alimento a
la hambrienta población achacada por las enfermedades; incluso se
habían atrevido a incendiar la ciudad en 1573. Para colmo
de males, los piratas enemigos de España habían
comenzado su episodio de terror saqueándola e
incendiándola, primero los franceses con Robert Baal,
(1543); Pedro Braques, (1544); piratas desconocidos, (1547 y
1548); Jaques de Sores, (1555) y Martín Cote (1560); luego
los ingleses, John Hawkins, (1565); Francis Drake y John Hawkins,
(1568); piratas desconocidos, (1572); Francis Drake, (1585);
Drake y Hawkins, (1595) y el pirata portugués
Cristóbal Cordello, (1597). Por esta época la
ciudad de Santa Marta constantemente como el ave Fénix
debía levantarse de sus cenizas.
El dilema era poblar o despoblar, terca
disyuntiva que la Corona española jamás pudo
resolver y que la mantuvo aislada de todo contexto
geopolítico. A parte de su difícil
situación, permanecía al igual que otras ciudades,
sin una verdadera orientación política y
administrativa, sujeta a un exiguo presupuesto que en la
mayoría de las veces llegaba con gran retraso.
Los samarios se encontraban sitiados por dos grandes
enemigos, hacia el mar los piratas franceses e ingleses azotaban
las colonias españolas como presión al monopolio
geopolítico ejercido por España sobre el Nuevo
Mundo y hacia tierra adentro, el continuo hostigamiento de los
indígenas amenazaba con desaparecer el incipiente
asentamiento urbano en respuesta a la invasión
española. Era frecuente ver a los samarios hacer las veces
de soldados para defender sus vidas, a las mujeres implorar una
ayuda divina, mientras corrían despavoridas hacia los
montes circunvecinos cargando a sus hijos. Tales peligros
motivaron al comandante de la plaza colocar varios cañones
y centinelas en todas las bocas-calles de la ciudad y hacer
desistir a quienes pensaban en abandonar la ciudad. Pero un hecho
milagroso cambiaría la vida de la ciudad en especial la
actitud desesperanzadora de los samarios.
Corría el mes de julio de 1597, como gobernador
de la provincia de Santa Marta, oficiaba el licenciado D.
Francisco Manso de Contreras. Esa época la conformaban las
noches de desvelos en medio de los temores al toque a arrebato,
que anunciaban la presencia del enemigo y la señal de
tomar las armas para la defensa de la plaza.
Pero esa no era una noche cualquiera, era la
víspera de la santa patrona, una noche que quedaría
registrada en la historia de la ciudad para ser recordada por
siempre. Por ser un día especial, la iglesia Mayor
había sido adornada con flores e iluminada para la
ocasión. La primera fila de la nave central estaba
reservada para las principales autoridades de la ciudad, el
gobernador y su sequito de funcionarios, alguacil y oficiales.
Una profusión de gente colmaba el resto de esta nave y las
laterales, todos esperaban con ansiedad el comienzo de los actos
litúrgicos.
El ilustrísimo obispo de Santa Marta, fray
Sebastián de Ocando lujosamente ataviado con dosel y ricas
colgaduras, se preparaba para dar inicio a los solemnes actos
religiosos previos a las festividades de la patrona. Para honrar
las fiestas patronales se esperaba la presencia del
"conquistador", maestre de campo y caballero del hábito de
San Juan, Don Antonio Martín Hincapié y Albornoz,
descendientes de los Condes de Montemar, cuyo escudo de familia
lucía "un castillo de oro en gules y banda de sinople
en oro", ese día había mostrado sus
credenciales y había llegado a la ciudad con una
compañía de soldados para la segunda conquista de
la provincia, sometiendo y pacificando a los indígenas en
pie de guerra.
Poco después precedido de un murmullo,
entró al sitio santo osado de una vistosa armadura,
calzando botas y espuelas, haciendo uso de una de sus
prerrogativas: la de poder entrar a
la iglesia con semejante indumentaria y ocupó su puesto de
honor. Escándalo inaudito y falta gravísima contra
la religión que originó una reprimenda episcopal al
señor gobernador y por supuesto el disgusto del
señor obispo.
Horas después de terminados los actos religiosos,
no sin que faltaran a porrillos los comentarios de las gentes y
apaciguado el bochornoso incidente, los vecinos retornaron a sus
casas para entregarse al difícil descanso. Mientras tanto,
por las calles transitaban algunas patrullas de soldados, camino
a los puntos de vigilancia y sitios artillados para evitar
sorpresas de piratas e indios, pero toda esta prevención
hubiera sido en vano, si la titular patrona santa Marta no
hubiera usado su piadoso aviso.
Un soldado hacía su ronda de media noche,
aburrido por la soledad y por el repetitivo canto de las
chicharras, se sentó sobre uno de los cañones,
sacó su pipa de tabaco, con tan
mala fortuna que una chispa con las que pretendía encender
su pipa, cayó justo sobre la mecha del
cañón. El estruendo sacudió al ingenuo
soldado que lo arrojó a tierra. La detonación
despertó al vecindario, los soñolientos samarios
desorientados corrían en medio del pánico,
porque creían ser atacados por el enemigo. El gobernador
Manso de Contreras calmó a la población y de
inmediato acudió a investigar la novedad; el soldado le
explicó a manera de disculpa, que había escuchado
un ruido en el
monte y ello le obligó a romper el nombre.
El gobernador ordenó en medio de la oscuridad
hacer una descarga de cañón y otra de
mosquetería hacia el monte oscuro y enseguida escucharon
en huida los ruidos de fotuto y maracas, instrumentos de guerra
que los nativos denotan sus arrebatos en sus actos de guerra.
Toda la guarnición estuvo en estado de alerta y
custodiando las entradas de la ciudad hasta que los primeros
rayos de sol destellaron detrás de la Sierra Nevada de
Santa Marta.
Entrado el día 29, un destacamento fue
comisionado para perseguirlos, siguieron sus huellas y recogieron
despojos hasta llegar a una casa-fuerte llamada caney por los
indígenas, en sitio conocido como Geriboca. Hallaron
muchas macanas, arcos, flechas, turbantes de plumas y otros
instrumentos de guerra, los soldados quemaron el lugar y
capturaron algunos indígenas, que fueron reclamados por el
"conquistador" a quienes le cortó la orejas y
exhibió como trofeo. Volviendo con ellos a la ciudad, el
soldado confesó su descuido y fue entonces que se
conoció el soberano aviso de la santa patrona.
La titular había salvado la ciudad y se
publicó el milagro con repiques de campanas y singular
regocijo de toda la ciudad. Los samarios celebraron entonces con
mayor boato la festividad y el pueblo alborozado agradecido por
aquel favor celestial, entregándose a las más
francas y sanas diversiones. Con hacinamiento de gracias y con
mayor solemnidad recibieron los vecinos en la iglesia Mayor el
día titular de su santa protectora, por cuyo medio
había librado Dios a la ciudad de sus enemigos.
En memoria de este milagroso acontecimiento, todos los
años en el día y hora del suceso, se disparaba un
cañonazo hasta que el tiempo ocasionó su
olvido.
9.2 El asalto del pirata inglés William
Goodson y el prófugo español Juan Cuchillo:
horror, sacrilegio y castigo divino, 1655
En la primera mitad del siglo XVII, la ciudad de Santa
Marta había sido atacada por piratas ingleses, (1600 Y
1619); por el holandés Adrián Juanes Patter,
(1630); nuevamente los ingleses, Booneter acompañado por
Peg-Leg, (1631); luego por William Rous, (1636). Más tarde
fue asaltada por piratas holandeses en 1643 y 1648 en dos
oportunidades. Pero lo peor en su historia estaba por venir, un
hecho que marcaría por algún tiempo la impotencia
del samario para cambiar su realidad.
A mediados del siglo XVII Santa Marta era un reducido
villorrio de callejuelas polvorientas, con unas seis a ocho
manzanas diseminadas por una veintena de casas de una sola
planta, donde residían medio centenar de vecinos
indefensos y asustados. El 3 de diciembre de 1655, el
vicealmirante inglés William Goodson acompañado por
un prófugo español llamado Juan Cuchillo y 2.000
hombres, se presenta en la bahía de Santa Marta en 6 urcas
y 3 naves.
Luego de una inútil resistencia de los fuertes de
San Juan de las Matas y San Vicente, se toman la ciudad a
sangre y
fuego. Su primer acto sacrílego fue destruir la iglesia y
convento de Santo Domingo a cuyo patrono responsabilizó
por no haberse podido tomar la ciudad de Santo Domingo (Hoy,
capital de la Republica
Dominicana), en venganza le corta las orejas a la imagen y la
arrastra por las calles de la ciudad.
Goodson y sus hombres ocupan la plaza por 15 días
infundiendo terror y despojando a los vecinos de lo poco con que
contaban; hace astillas el venerable bulto de santa Marta al
igual que la de santa Ana, utilizándolas como leña
en la improvisada cocina a que fue sometida la iglesia Mayor. Al
igual que otros piratas en su momento, saquea las iglesias
hurtando los vasos sagrados y los finos ornamentos religiosos en
oro entre ellos: dos fuentes
doradas por la parte de adentro y labradas con las armas en medio
de ella las del ilustrísimo señor obispo; un
aguamanil dorado y labrado con cuatro mascarones, y sobrepuestos
azules, cuatro medianos y ocho pequeños; dos jarros
dorados y labrados con las labores del aguamanil; una plancha de
plata con su pie orlado de ángeles y serafines en que
están las palabras de la consagración esculpidas
con las armas del ilustrísimo señor obispo; un
atril pequeño de plata de barrillas y enrejado con cuatro
perillas con sus tornillos que le sirven de pie.
Una vez que recogió su botín,
alquitranó las vigas de la iglesia y convento de san
Francisco, la iglesia y convento de santo Domingo, la ermita de
la Veracruz y todas las casas del vecindario, que ardieron hasta
reducirlas a cenizas. Como complemento a su barbarie,
incursionaron por los alrededores de la ciudad y persiguieron
muchos kilómetros tierra adentro a los despavoridos
vecinos. Después de este terrible ataque, cundió el
miedo entre los samarios, aquellos que tuvieron los medios para
emigrar lo hicieron a ciudades como Cartagena, Mompós,
Honda, Tenerife y Maracaibo (Venezuela), que le daban
garantías a sus vidas y a sus bienes.
Cuenta el cronista Padre Zamora, que la
embarcación donde llevaban las alhajas de los templos fue
castigada por disposición divina, porque al salir del
puerto un rayo le cayo, haciendo que bajasen al infierno pasados
por agua. Y de
seguro nuestra santa patrona purificó la maldad con su
hisopo, porque a partir de ese sacrilegio la ciudad de Santa
Marta inicia un proceso de consolidación urbana, aunque
con muy poca seguridad en su
sistema defensivo jamás volvió a experimentar un
amargo suceso en su historia hispana.
Debo agradecer a Villajoyosa por haber iniciado un
proceso en mi ciudad. Nunca antes se había intentado o
motivado realizar una reflexión sobre este tema, una gran
oportunidad que me correspondió y un desafío como
investigador al enfrentarme a registros
históricos olvidados, hechos que representan pertenencia
que en la medida que el inexorable tiempo avanza corren el
peligro de perderse.
El trabajo de campo realizado me permitió medir
la sensibilidad y diferencias de dos generaciones, para las
primeras, las fiestas en honor a santa Marta les recuerdan
diversos episodios de su despreocupada infancia.
Afirman que el fervor se ha ido perdiendo con los nuevos tiempos
y para los segundos, los más jóvenes, desconocen su
alto significado socio-religioso y su papel desempeñado en
el vivir cotidiano. Si bien es cierto que se conserva la
tradición, no podemos desconocer que los nuevos tiempos
han influido en la juventud en la
perdida de la devoción, sobretodo por los avances
tecnológicos (la Internet, el CD, las
discotecas, el alcohol, la droga,
la
televisión, etc.); representan signos más
liberales. No debemos extrañarnos estamos en Macondo
–el pueblo o mundo mágico, imaginario, donde
García Márquez circunscribió sus
obras-.
Las festividades se referencian como una buena
oportunidad para desaforar el espíritu en actividades no
propias de la religiosidad, desviándose en el consumo
ilimitado de alcohol en los espectáculos musicales. Otro
aspecto que ha deteriorado su devoción es la "libertad de
cultos" contemplada en nuestra Constitución Nacional
expedida en 1991. Sectas satánicas han aparecido, siendo
nuestra juventud reclutada para estas prácticas, durante
los últimos años la imagen de nuestra patrona se
saca a su procesión con menos flores, porque se sospecha
que estas sectas satánicas se las quitan para hacer
brebajes.
Por parte de la administración
pública tampoco ha existido voluntad para revalorizar
la imagen de la patrona en el colectivo ciudadano. Se ha
desconocido el potencial existente en la dinámica cultural
de la ciudad entorno a las festividades de su patrona, a sus
registros religiosos y al solemne acto de su fundación. Es
de opinión de algunas personalidades, afirmar que la
aparición de las fiestas del Mar y su conjugación
con las festividades, la han quitado la tradicional solemnidad,
mezclando un evento que procura atraer las corrientes
turísticas de mitad de año. Mi ciudad requiere de
una planificación con políticas de
turismo que aproveche y comprometa la actividad religiosa, de tan
buenos resultados en otras ciudades del mundo.
Por último, las festividades religiosas es lo
único tradicional en mi ciudad, marca una fuerte
nostalgia de la vieja Santa Marta, tan afectada por el modernismo.
Esas imágenes de las viejas calles la sacamos de la mente
con nostalgia y evocan la memoria donde el recuerdo de la
infancia llora.
Agradecimientos
Alcaldía de Santa Marta
Archivo Histórico del Magdalena
Diario El Informador
Diócesis de Santa Marta
Emma Dávila Jimeno
Francisco Escobar Silebi
Gloria Ortega De Andreis
Licelys Ortiz
Martha Olivella Guerrero
Sarita Sánchez Olarte
Tony De La Cruz Restrepo
Padre Rojas
Ponencia presentada por la ciudad de Santa Marta
(Colombia)
Alvaro Ospino Valiente
Arquitecto historiador nacido en Santa Marta (Colombia).
Investigador de los temas relacionados con el patrimonio
urbano-arquitectónico, arquitectura militar hispana y de
la recuperación de la memoria histórica a partir de
los registros de la vida cotidiana de esa ciudad.