Una introducción a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
(Los Mormones)
1.1 José Smith
José Smith, nació en el año 1805 en
Sharon, condado de Windsor, estado de
Vermont. Sus padres fueron Joseph Smith y Lucy Mack. Tuvo 10
hermanos. Sus padres le enseñaron a orar, a leer
la
Biblia y a tener fe en
Dios.
Cuando era niño, José Smith se vio rodeado
de muchas iglesias que afirmaban enseñar la verdad, lo que
le produjo mucha reflexión. A los 14 años,
José deseaba saber cuál era la Iglesia verdadera y
un día leyó un
pasaje de la
Biblia que dice: "Si alguno de vosotros tiene
falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a
todos abundantemente y sin reproche, y le será dada"
(Santiago 1:5). José decidió aceptar la
invitación de preguntar a Dios y en la primavera de 1820,
José caminó hacia una arboleda cercana a su casa
(Palmyra, estado de Nueva York) y allí oró
para saber a cuál Iglesia unirse. Como respuesta a
su oración, se le aparecieron el Padre
Celestial y Su Hijo Jesucristo,
al igual que seres celestiales se les habían aparecido a
Moisés y Pablo en los tiempos bíblicos. Al
respecto, José escribió: "Vi una columna de
luz,
más brillante que el sol,
directamente arriba de mi cabeza; y esta luz gradualmente
descendió hasta descansar sobre mí. Al reposar
sobre mí la luz, vi en el aire arriba de
mí a dos personajes cuyo fulgor y gloria no admiten
descripción. Uno de ellos me habló
llamándome por mi nombre, y dijo señalando al otro:
Éste es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!" Se
le dijo a José que no se uniera a ninguna de las iglesias
de la época.
La primera visión de José Smith
señaló el inicio de la
restauración de la Iglesia de Jesucristo
a la
tierra.
1.3 Visita del Ángel Moroni y la Traducción del Libro de
Mormón
En septiembre de 1823, un mensajero celestial llamado
Moroni, visitó a José Smith de la misma forma en
que a menudo los ángeles se aparecían a los
líderes de la Iglesia, como se describe en el Nuevo
Testamento. Moroni le anunció a José que Dios
tenía una obra para él. Además, Moroni le
dijo a José que existía un registro, de los
antiguos habitantes del continente americano, antes de la visita
de los colonizadores europeos, enterrado en una colina cercana y
que el registro contenía la plenitud del Evangelio de
Jesucristo.
En septiembre de 1827, José recibió los
registros, los
cuales habían sido escritos sobre finas láminas de
oro. Hoy se
sabe que no era raro que los pueblos de la antigua América
llevasen registros en planchas de metal. José tradujo el
libro del idioma original al inglés
por la inspiración de Dios. El libro se llama
El Libro
de Mormón: Otro Testamento de Jesucristo.
Lleva el nombre de Mormón, un antiguo profeta que
compiló el registro sagrado.
1.4 El Libro de Mormón: Otro Testamento de
Jesucristo
El Libro de Mormón es otro testamento de
Jesucristo. Contiene los escritos de antiguos profetas
que vivieron en el continente americano. Uno de ellos,
llamado Lehi, vivió en Jerusalén aproximadamente
600 A.C. Dios mandó a Lehi llevar a un pequeño
grupo al
continente americano, donde se convirtieron en una gran nación.
Dios siguió llamando profetas entre este pueblo.
El Libro de Mormón es una colección de sus
escritos. Se le dio el nombre Mormón, que era uno de esos
antiguos profetas.
Dichos profetas sabían del plan de
nuestro Padre Celestial para con Sus hijos y de
la misión de
Jesucristo. Ellos registraron que, después de Su
resurrección, Cristo se apareció a los habitantes
de América. Él les enseñó Su
Evangelio y estableció Su
Iglesia entre ellos.
El libro de Mormón certifica, como otro testigo
de Cristo, de la realidad y la divinidad de Jesucristo. El Libro
de Mormón se publicó en 1830. Desde aquel entonces,
ha bendecido las vidas de millones de personas por medio de su
poderoso mensaje acerca de Jesucristo y Su Evangelio.
1.5 La restauración del sacerdocio y de la
Iglesia
A través de los tiempos, Dios ha dado a Sus
siervos, los profetas, la autoridad para
actual en Su nombre. Esta autoridad se llama el sacerdocio.
Jesucristo dio el sacerdocio a sus Doce Apóstoles
originales y ellos dirigieron la obra de la Iglesia
después que Jesús hubo ascendido a los cielos. Con
esa autoridad, los apóstoles podían predicar el
evangelio, bautizar, conferir el don del espíritu
santo, bendecir a los enfermos y dirigir la Iglesia. Pero,
después de que los Apóstoles fueron muertos,
gradualmente el sacerdocio fue desapareciendo de la tierra.
A medida que José Smith traducía
el
Libro de Mormón, él y su amigo
Oliver Cowdery, leyeron las enseñanzas de Jesucristo
acerca del bautismo
por inmersión para la remisión de los
pecados (Libro de Mormón, 3 Nephi
11:21-27). El 15 de mayo de 1829, José y Oliver oraron
pidiendo instrucciones referentes al bautismo. Un mensajero
celestial les respondió su oración. Juan el
Bautista (el mismo que bautizó a Jesús en el
río Jordán), como un personaje ya resucitado, se
les apareció a José y Oliver y les confirió
el Sacerdocio de Aarón, o Sacerdocio Aarónico, el
cual tiene la autoridad de predicar el evangelio de
arrepentimiento
y para bautizar.
Luego José y Oliver se bautizaron el uno al otro en el
cercano río Susquehanna. Este acontecimiento marcó
el comienzo de la restauración del sacerdocio, el cual
había sido quitado de la tierra durante el período
de la Apostasía.
Posteriormente, en el mismo año, José
Smith y Oliverio Cowdery tuvo la visita de tres personajes
celestiales: Pedro, Santiago y Juan, los mismos que fueron
llamados apóstoles en el tiempo de
Jesucristo. José y Oliver recibieron de ellos la autoridad
del sacerdocio mayor para organizar la Iglesia de Jesucristo. Por
medio de este sacerdocio se pudo realizar todas las demás
ordenanzas, incluso la de conferir el don
del Espíritu Santo. Habiendo sido
restaurada la autoridad del Sacerdocio, en 1830 se
organizó la misma Iglesia de Jesucristo que había
existido siglos atrás con la denominación de "La
Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos
Días" en Fayette, New York, el 6 de abril de 1830, bajo el
liderazgo de
José Smith, como profeta y presidente de la
Iglesia.
Posteriormente la iglesia se expandió
rápidamente, pero debido a las persecuciones por parte de
los enemigos de la iglesia, los miembros de la iglesia se
trasladaron a Kirland, a Jackson City y a Nauvoo. José
Smith, junto a su hermano Hyrum hecho prisionero por el
ejército en la cárcel de Cathage. De allí
los sacó la turba de enfurecidos y los mataron el 27 de
junio del año de 1844. De esa forma José Smith
selló su testimonio como los demás profetas de la
antigüedad.
Birgham Young, quien asumió luego en el mando de
la iglesia, organizó una emigración general de casi
todos los miembros hasta Salt Lake City, Utah.
Algunas de las creencias básicas de la Iglesia
son:
2.1 Dios es Nuestro Padre Celestial
Jesús enseñó que Dios es "Nuestro
padre… en los cielos" (Mateo
6:9).Llamamos a Dios Padre Celestial
porque es el Padre de
nuestros espíritus. Debido a que
Él es nuestro Padre y nosotros sus hijos, Dios nos conoce
y nos ama de forma personal.
Él desea que hallemos gozo en esta vida, y regresemos a
vivir con Él una vez que esta vida llegue a su fin.
Él ha preparado un plan para
ayudarnos a lograr estas cosas. Se trata del plan de
salvación, un plan de felicidad. Nos
ofrece la paz en esta vida y la vida eterna en el mundo
venidero.
La naturaleza de
Dios
Dios es perfecto; es omnisciente y todopoderoso; es el
gobernante del universo.
También es misericordioso, bondadoso, amoroso y justo. Es
nuestro Padre Celestial. Fuimos creados a Su propia imagen, como dice
en el Antiguo Testamento: "Hagamos al hombre a
nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza" (Génesis
1:27).
Jacob declaró haber visto a Dios "cara a cara"
(Génesis 32:30). También Moisés habló
con Dios "cara a cara, como habla cualquiera a su
compañero" (Éxodo 33:11). Más tarde, Esteban
testificó haber visto a Jesús "a la diestra de
Dios" (Hechos 7:56).
La revelación moderna confirma estas
enseñanzas bíblicas. Dios el Padre y Su hijo
Jesucristo, se
aparecieron a José Smith en la primavera
del año 1820. José reveló que tanto el Padre
como el Hijo tienen "un cuerpo de carne y huesos, tangible
como el del hombre" (D. y C. 130:22).
2.2 Jesucristo es el Hijo de Dios
Jesucristo es el Hijo de Dios. Él es el Hijo
Unigénito de nuestro Padre
Celestial en la carne. Él es nuestro
Salvador y Redentor. Por medio de Jesucristo, nuestro Padre
Celestial ha proporcionado el medio para que todas las personas
se acerquen a Él y regresen a vivir con Él para
siempre.
Cuando Jesucristo vivió en la tierra (hace unos
2,000 años), llevó una vida perfecta.
Él enseñó
mediante Sus palabras y mediante Su ejemplo
cómo vivir teniendo amor a Dios y
a los demás. Por Su sufrimiento en el Huerto de
Getsemaní y por haber dado Su vida en la cruz, o en otras
palabras, por efectuar la Expiación,
Jesucristo nos salva de nuestros pecados (1 Pedro 2:21) si lo
seguimos. Debido a la Expiación, nosotros podemos recibir
el perdón de nuestros pecados si nos arrepentimos con
sinceridad (Libro de Mormón, Mosíah
26:30).
Por medio de Su resurrección,
Jesucristo nos salvó de la muerte. Por
causa de que Él venció la muerte, a
todos se nos dará el don de la resurrección (Hechos
24:15; 1 Corintios 15:22). Cuando la vida en la tierra llegue a
su fin, Jesucristo será el Juez final (Hechos 17:31; Juan
5:21-22; Hechos 10:42). Amamos a Cristo. Adoramos a Cristo.
Él es nuestro ejemplo y nuestro Salvador. Fue el Creador
de la tierra, bajo la dirección de nuestro Padre
Celestial, (Juan 1:10; Hebreos 1:2).
2.3 El Espíritu Santo nos testifica de la
verdad
Puesto que Dios no desea que quedemos sin la influencia
de Él, nos envía el Espíritu Santo para
consolarnos y para ayudar a guiar a Sus hijos. El Espíritu
Santo, a veces llamado el Santo Espíritu, es el tercer
miembro de la Trinidad. Su misión es la de testificar de
la verdad, consolarnos, santificarnos y recordarnos todo
(Juan
14:26; Juan 15:26; Juan 16:13).
Naturaleza del Espíritu Santo
El Espíritu Santo es un miembro de la Trinidad,
al igual que Dios el
Padre y Su Hijo, Jesucristo.
El Espíritu Santo es uno en propósito con el Padre
y el Hijo, aunque se trata de un ser individual. A través
de José
Smith, el Señor reveló: "El
Espíritu Santo no tiene un cuerpo de carne y huesos, sino
es un personaje de Espíritu. De no ser así, el
Espíritu Santo no podría morar en nosotros".
[Doctrina y Convenios 130:22]
La misión especial del Espíritu Santo es
testificar del Padre y del Hijo, revelar la verdad, consolarnos y
santificarnos. Es un guía y un maestro divino.
El Espíritu Santo nos puede bendecir de muchas
formas. Cristo prometió a Sus Apóstoles que el
Espíritu Santo "enseñará todas las cosas"
(Juan 14:26) y "guiará a toda la verdad" (Juan 16:13);
también dijo que el Espíritu Santo "dará
testimonio de mí" (Juan 15:26).
El Espíritu Santo nos puede ayudar de la misma
forma. Por medio de la inspiración del Espíritu
Santo, podemos reconocer y entender la verdad, así como
tomar decisiones correctas e inspiradas.
El Espíritu Santo puede inspirarnos pensamientos
e ideas, advertirnos del peligro y consolarnos en momentos de
angustia.
2.3 La Expiación y Resurrección de
Jesucristo nos ayuda a regresar a la presencia de nuestro Padre
Celestial
Es imposible describir con palabras el significado total
de la Expiación, que es el acontecimiento más
importante en la historia del mundo. El
Salvador expió nuestros pecados por medio de Su
sufrimiento en el Jardín de Getsemaní y en la cruz.
¡Ésas son las buenas nuevas para todo
pueblo!
No nos es posible comprender en su totalidad la forma en
que Jesús sufrió por nuestros pecados, pero sabemos
que en el Jardín de Getsemaní, el peso de nuestros
pecados hizo que Su agonía fuese tan intensa, que
sangró por cada poro (Lucas 22:39-44).
Posteriormente, al colgar de la cruz, Jesús, por
propia voluntad, sufrió una muerte dolorosa mediante uno
de los métodos
más crueles jamás conocidos.
El Salvador nos dice:
Porque he aquí, yo… he padecido estas cosas
por todos, para que no padezcan… como yo. [Doctrina y
Convenios 19:16-17]
Al tercer día después de Su
Crucifixión, Jesucristo llegó a
ser la primera persona en
resucitar. Su espíritu y Su cuerpo se unieron de nuevo
para nunca más volverse a separar.
Cuando Sus amigos fueron a visitar Su tumba, allí
encontraron ángeles que les dijeron: "No está
aquí, pues ha resucitado, como dijo" (Mateo
28:6).
Al expiar nuestros pecados, Jesucristo hizo lo que
sólo Él podía hacer. A fin de que Su
expiación sea plenamente eficaz en nuestra vida, debemos
tener fe en Cristo, arrepentirnos
de nuestros pecados, ser
bautizados, recibir
el Espíritu Santo, obedecer
los mandamientos de Dios y esforzarnos por
llegar a ser como Él. Al hacer estas cosas por medio de Su
expiación, podremos regresar a vivir con Él y con
nuestro Padre Celestial para siempre.
Por causa Resurrección de Cristo,
resucitarán todos los que hayan vivido sobre esta tierra
(1 Corintios 15:22). Así como Jesucristo resucitó,
nuestros espíritus se unirán de nuevo a nuestros
cuerpos y nunca más volverán a
separarse.
2.4 Los primeros principios y
ordenanzas del Evangelio
Los primeros principios y ordenanzas del Evangelio
son fe
en Jesucristo, arrepentimiento,
bautismo
y la
recepción del Espíritu
Santo.
Fe en Jesucristo
La fe en Dios supone más que tener una creencia
teórica en Él. Tener fe en Dios quiere decir
confiar en Él y estar dispuesto a obrar por causa de esa
creencia en Él. Es un principio de acción
y poder.
Tener fe es tener "esperanza en cosas que no se ven, y
que son verdaderas" (Libro de Mormón,
Alma 32:21). A diario, usted obra
según las cosas en las que tiene esperanza, incluso antes
de ver el resultado final:
- Un granjero planta una semilla y la riega y la cuida
porque tiene fe que crecerá. - Una alumna estudia mucho porque tiene fe que
aumentará su conocimiento.
Asimismo, la fe en Dios requiere que uno obre con
esperanza y confianza en Él antes de ver el resultado
final. También significa que uno debe hacer todo lo que
está a su alcance para lograr las cosas por las cuales
abriga esperanza y por las cuales ora.
El arrepentimiento
El Padre Celestial desea que seamos felices. Pecar, o
hacer lo malo, resulta en la infelicidad porque "la maldad nunca
fue felicidad" (Libro de Mormón,
Alma 41:10).
Gracias a la expiación
de Jesucristo, el Padre Celestial ha proporcionado la
manera de arrepentirnos y de recibir el perdón por lo que
hayamos hecho mal.
Para arrepentirse, es necesario:
- Confesar los pecados a Dios.
- Sentir un pesar sincero por los pecados
cometidos. - Pedirle perdón
a Dios. - Hacer todo lo posible por corregir los problemas
que sus acciones
puedan haber causado. - Abandonar el pecado y no volver a
él.
Por medio de la expiación de Cristo, el
arrepentimiento sincero trae el perdón y una paz mayor en
esta vida. También lo prepara para vivir con su
Padre
Celestial en la vida venidera.
El bautismo
Jesucristo enseñó que debemos bautizarnos
por inmersión y nos dio el ejemplo al bautizarse Él
mismo para cumplir "toda justicia"
(Mateo 3:15).
Nos bautizamos para recibir la remisión de los
pecados. (Hechos 2:38, Hechos 22:16). También nos
bautizamos para ser miembros de la Iglesia de Jesucristo y entrar
en el reino de Dios (Juan 3:5).
Por medio de la ordenanza del bautismo, hacemos una
promesa, que se llama convenio, o pacto con Dios. Nosotros
prometemos aceptar a Cristo, convertirnos en Sus seguidores y
guardar Sus mandamientos hasta el fin de nuestra vida. A cambio,
nuestro Padre Celestial promete perdonar nuestros pecados y nos
permite volver a vivir con Él, siempre y cuando guardemos
u honremos nuestros convenios.
El Don del Espíritu Santo
Casi todos han sentido el Espíritu Santo en
algún momento, pero no es lo mismo experimentar la
influencia del Espíritu Santo de vez en cuando que recibir
el don del Espíritu Santo.
Si bien el Espíritu Santo puede consolar a
alguien por algún tiempo o revelarle la verdad, el don del
Espíritu Santo queda reservado para quienes se han
bautizado como miembros de la Iglesia
de Cristo. Este don es el privilegio de
disfrutar la compañía constante del Espíritu
Santo, con la condición de que guardemos los
mandamientos.
¿Cómo se otorga este don? El don del
Espíritu Santo lo puede otorgar alguien que tenga
la autoridad
del sacerdocio de Dios. Se otorga por la
imposición de manos sobre la persona que ya se ha
bautizado.
El que recibamos o no este gran don pasa entonces a depender de
que guardemos
los mandamientos de Dios.
¿Cómo es un servicio
bautismal?
Un servicio bautismal es una reunión reverente
durante la cual una persona se bautiza. Por lo general, asisten
la familia y
los amigos del que se va a bautizar, tanto los que son miembros
de la Iglesia como los que no lo son. Es habitual que el servicio
incluya oraciones, himnos cantados por la congregación,
así como discursos
cortos acerca de los convenios que la persona ha decidido
hacer.
El bautismo lo lleva a cabo un hombre que tenga la
autoridad del sacerdocio, en una pila bautismal, o donde haya
suficiente agua para
sumergir a la persona completamente. Tanto la persona que se
bautiza como el hermano que realiza la ordenanza se visten de
blanco, como un símbolo de pureza que viene por medio de
la remisión de los pecados.
Después del bautismo, el recién bautizado
es confirmado miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos
de los Últimos Días y recibe el don del
Espíritu Santo. Por lo general, esta ordenanza se lleva a
cabo en una reunión sacramental pocos días
después del servicio bautismal. Durante esa
reunión, se le invita al recién bautizado a que
vaya al frente de la congregación. La persona se sienta en
una silla mientras que uno o más poseedores del sacerdocio
ponen sus manos sobre la cabeza de él o de ella y llevan a
cabo la ordenanza.
Cuando Jesucristo
vivió en la tierra, organizó Su Iglesia
para que todos recibieran Su Evangelio y un día
regresaran a vivir con Dios, nuestro Padre Celestial. Tras
la ascensión de Jesucristo al cielo, Sus
apóstoles continuaron recibiendo revelaciones de
Él sobre cómo dirigir la obra de Su Iglesia.
No obstante, después de que los apóstoles
fueron asesinados, los miembros cambiaron las
enseñanzas de la Iglesia que Él había
establecido. Aunque había personas buenas y un poco
de verdad, esta apostasía
o alejamiento general de la verdad causó que
la Iglesia fuera retirada de la tierra. El apóstol
Pedro profetizó que Jesús restauraría
Su Iglesia antes de Su segunda venida (Hechos
3:19-21).El apóstol Pablo profetizó acerca de
una "restauración de todas las cosas" que
ocurriría antes de la segunda venida de Cristo
(Hechos 3:19-21). Después de perderse debido a
la Apostasía,
la
Iglesia de Cristo y la plenitud de Su
evangelio tenían que ser restaurados sobre la
tierra. Dicha restauración le daría a todos
una vez más la oportunidad de recibir todas las
bendiciones del Evangelio de Jesucristo.La
Primera Visión de José Smith
marcó el inicio de la Restauración del
Evangelio de Jesucristo a la tierra. Durante los
años sucesivos, Cristo restauró
Su sacerdocio y reorganizó su
Iglesia. Él ha seguido revelando verdades a Sus
profetas y restaurando las bendiciones que una vez fueron
quitadas de la tierra por un tiempo.- La Iglesia de Jesucristo ha sido
restaurada
a la tierra. - La autoridad del sacerdocio
de Dios está presente en Su Iglesia de hoy
así como lo estuvo en la iglesia
original.
A través de los tiempos, Dios ha dado a Sus
siervos, los profetas, la autoridad para actual en Su nombre.
Esta autoridad se llama el sacerdocio. Jesucristo dio el
sacerdocio a sus Doce Apóstoles originales y ellos
dirigieron la obra de la Iglesia después que Jesús
hubo ascendido a los cielos. Pero, después de que los
Apóstoles fueron muertos, gradualmente el sacerdocio fue
desapareciendo de la tierra.
En 1829, José Smith recibió la autoridad
del sacerdocio para organizar la Iglesia de Cristo. En 1830 se
organizó la misma Iglesia de Jesucristo que había
existido siglos atrás y fue
restaurada a la tierra.
El sacerdocio es la autoridad de actuar en nombre de
Dios. La misma autoridad del sacerdocio que existió en la
Iglesia original establecida por Jesucristo es la que existe hoy
en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos
Días. Es por medio de esa autoridad que se dirige y
guía a la Iglesia.
Todos los miembros varones de la Iglesia que
están preparados reciben el sacerdocio a fin de ayudar a
dirigir la Iglesia y servir a los hijos del Padre Celestial. Un
hombre que posea el sacerdocio puede servir a los demás de
las siguientes maneras:
- Al guiar congregaciones de la Iglesia
- Al efectuar ordenanzas de la Iglesia, tales como el
bautismo - Al bendecir a los enfermos
El sacerdocio tiene dos divisiones. El sacerdocio menor
es llamado el Sacerdocio Aarónico, denominado de esta
manera por Aarón, del Antiguo Testamento. Este sacerdocio
incluye la autoridad para predicar el Evangelio de
arrepentimiento y para bautizar.
El sacerdocio mayor es llamado el Sacerdocio de Melquisedec,
denominado así por Melquisedec, del Antiguo Testamento.
Posee la autoridad para presidir en la Iglesia y para llevar a
cabo todas las ordenanzas, incluso la de conferir el don
del Espíritu Santo.
Dios espera que quienes posean esta santa autoridad del
sacerdocio sigan el ejemplo de Jesucristo y presten servicio con
amor, bondad y amabilidad.
- La
Biblia y el
Libro de Mormón son la palabra
de Dios.
El Libro de Mormón
El Libro de Mormón es otro testigo de que
Jesucristo verdaderamente vivió, de que fue el Hijo de
Dios y de que es el Hijos de Dios. Contiene los escritos de
antiguos profetas.
Uno de ellos, llamado Lehi, vivió en Jerusalén al
rededor del año 600 a. de J. C. Dios mandó a Lehi
llevar un pequeño grupo al continente americano;
allí, esa gente se convirtió en una gran nación.
Dios siguió llamando profetas
de entre ese pueblo. El Libro de Mormón es una
colección de los escritos de esos profetas y de las
personas que llevaron los registros. Lleva el nombre de
Mormón, uno de los últimos de estos profetas de la
antigüedad.
Dichos profetas sabían del plan de
nuestro Padre Celestial para con Sus hijos y de
la misión de Jesucristo. Registraron que después de
Su resurrección,
Cristo se apareció a la gente de América, les
enseñó Su Evangelio y estableció
Su
Iglesia entre ellos. El libro contiene las
enseñanzas de Jesucristo, y testifica de Su
Expiación
y de Su amor. Apoya y verifica a la
Biblia.
El Libro de Mormón concluye con una gran promesa
según la cual, quienes lo lean con sinceridad y
oren
al respecto, sabrán por el Espíritu
Santo que el libro es verdadero (Moroni
10:4).
La Santa Biblia
La Biblia testifica de Jesucristo; ha ejercido una
influencia en la vida de millones de Sus seguidores y ha sido un
sostén para ellos. Es una colección de escritos
sagrados que contienen las revelaciones de Dios y los relatos de
Su trato con Sus hijos.
Los relatos históricos de la Biblia abarcan
muchos siglos, desde los días de Adán hasta la
muerte de los apóstoles. Los libros de la
Biblia asimismo fueron escritos por profetas
que vivieron durante varias épocas de la historia
del mundo, y tratan de dichos profetas.
Usted probablemente está al tanto de que la
Biblia se divide en dos partes: el Antiguo Testamento y el Nuevo
Testamento.
El Antiguo Testamento contiene textos sagrados escritos
antes del nacimiento de Cristo. Muchas de las profecías
del Antiguo Testamento predicen la venida de un Salvador y
Redentor.
El Nuevo Testamento narra la vida de ese Salvador y
Redentor, de Jesucristo y también hace el relato de la
fundación de Su
Iglesia original.
Otras Escrituras
Además de traducir el Libro de
Mormón, José
Smith registró otras revelaciones que
recibió de Dios. Muchas de esas revelaciones se encuentran
en dos libros de escritura
contemporánea:
- Doctrina y Convenios
- La Perla de Gran Precio
Esos libros de escritura adicional demuestran que Dios
sigue dando revelación mediante Sus profetas escogidos a
fin de guiar a sus hijos. Él no le ha dejado
desamparado.
- En la actualidad Dios revela Su voluntad a
los profetas
del mismo modo que lo hizo en la
antigüedad.
Un profeta es un hombre llamado por Dios para ser Su
testigo especial en la tierra. Un profeta habla por Dios,
teniendo poder y autoridad
divinos. El profeta:
- Comunica la voluntad de Dios a toda la
gente. - Es un testigo especial de Jesucristo que testifica de
Su divinidad. - Enseña el Evangelio e interpreta la palabra de
Dios. - Llama a los injustos al arrepentimiento.
- Recibe revelación e instrucción del
Señor. - Puede ver el futuro con el fin de advertir al mundo
de los acontecimientos que estén por venir.
A lo largo de la historia, Dios ha escogido profetas
tales como Noé, Abraham, Moisés y otros para
enseñar el Evangelio y dirigir Su Iglesia (Amós
3:7). Esto no ha cambiado. Todos necesitamos de la guía de
Dios en un mundo que a veces resulta confuso.
Debido a que Dios ama a sus Hijos, Dios no nos ha dejado
solos en nuestra época. Dios ha llamado profetas
para dirigir Su Iglesia en nuestros días, tal como
lo hizo en la antigüedad. . José
Smith (1805–1844) fue el primer profeta de
nuestra época. El actual Profeta y Presidente de La
Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos
Días es Gordon B. Hinckley. Cuenta con la ayuda de dos
consejeros: Thomas S. Monson y James E. Faust. Juntos, integran
la Primera Presidencia de la Iglesia (muy semejantes a Pedro,
Santiago y Juan después de la muerte de Cristo). Todos los
miembros de la Primera Presidencia y del Quórum de los
Doce Apóstoles son apóstoles y profetas.
Del mismo modo en que Dios libró a los israelitas
de la esclavitud y los
encaminó a un lugar mejor por medio de Su profeta
Moisés, hoy en día Dios encamina a Sus hijos hacia
vidas de mayor felicidad y paz cuando deciden seguir a Su profeta
viviente.
- Todos somos Hijos de Dios y nuestra naturaleza
es divina
Los padres se maravillan ante la belleza de su hijo
recién nacido, y así debe ser. Ese bebé no
es sólo hijo nuestro; también es hijo de
Dios. Todo hijo, sea varón o hembra, es creado "a imagen
de Dios" (Génesis 1:27).
Nosotros somos hijos de Dios; un hijo o una hija de
nuestro Padre Celestial, y Él sabe quiénes somos y
nos ama. Ésta es la identidad
más antigua, profunda y básica que
poseemos.
Antes de nacer, vivíamos con nuestro Padre
Celestial, por tanto nos conoció mucho antes que nuestros
padres. Por ejemplo, del profeta Jeremías dijo: "Antes que
te formase en el vientre te conocí" (Jeremías 1:5).
Nuestro Padre que nos dio la vida nos ha conocido y amado
siempre.
- Cada uno es un amado hijo o hija de nuestro Padre
Celestial. - Todos los seres humanos, varones y hembras, son
creados a la imagen de Dios. - La vida humana es un regalo de Dios y es importante
para el plan eterno de Dios.
Cada persona tiene una naturaleza y un destino
divino.
Hemos sido creado a imagen de Dios. Nuestro Padre
Celestial ha creado este mundo en el que podamos aprender,
progresar y llegar a ser como Él. Algún día,
podremos volver a vivir con Él para siempre.
Para ese propósito, Él ha enviado a Su
Hijo al mundo. Mediante el Salvador, nada puede separarnos "del
amor de Dios" (Romanos 8:39).
- Todos los seres humanos existíamos antes
de nacer
Nosotros no salimos a la existencia solamente al momento
de nacer. Antes de que naciéramos e iniciar su vida en la
tierra, nuestro espíritu vivía con Dios y nos
encontrábamos feliz en ese lugar. Esta vida anterior a la
vida mortal se conoce como la vida premortal. En ese
ambiente
tuvimos la oportunidad de desarrollarnos, madurar y aprender
muchas verdades eternas de nuestro Padre
Celestial. Sin embargo, nosotros
ansiábamos ser más como Él.
Al igual que todo padre, Dios desea que Sus hijos
progresen. Nuestro Padre Celestial entendió que
podríamos progresar sólo hasta cierto punto sin la
experiencia de la mortalidad. Él sabía que
necesitaríamos:
- Recibir un cuerpo físico.
- Ganar experiencia al sobreponerse a las
pruebas
y a las tentaciones. - Aprender a caminar por medio de la fe.
- Aprender a elegir entre el bien y el mal.
Dios sabía que no podría seguir
progresando a menos que nos alejáramos de Su presencia por
un tiempo. Por esta razón, nuestro Padre Celestial
instituyó Su
plan para ayudarnos a alcanzar su potencial
divino.
Uno de los dones más valiosos que nuestro
Padre Celestial nos ha concedido es la facultad y el poder
de elegir.Podemos elegir lo bueno, o podemos elegir lo malo.
No importa cuál sea nuestra elección,
también elegimos las consecuencias de esas
decisiones. Las consecuencias siempre llegan, algunas veces
de inmediato, y otras, más tarde. El elegir lo bueno
siempre conduce a la felicidad. Las decisiones equivocadas
nos llevan, al final, a la desdicha.Las decisiones que tomamos no sólo nos
afectan a nosotros, sino también a los demás.
Tal vez salgamos beneficiados por la buena decisión
que tome una persona, y quizás alguien sufra debido
a alguna mala decisión que nosotros
tomemos.Nuestro Padre Celestial respeta nuestra libertad
de elección. Él nunca obligará a nadie
a escoger lo bueno, ni tampoco impedirá que alguien
tome decisiones equivocadas. Él sabe que al tomar
decisiones y experimentar las consecuencias de dichas
decisiones, aprenderemos a distinguir entre el bien y el
mal. Al aprender a elegir correctamente, encontraremos
más felicidad.- Todos los seres humanos somos responsables de
nuestros actosNosotros vivimos con nuestro Padre Celestial como
uno de Sus hijos espirituales antes
de iniciar su vida en la tierra y nos
encontrábamos feliz en ese lugar, pero Dios
sabía que no podría seguir progresando a
menos que se alejara de Su presencia por un
tiempo.De modo que Él presentó Su plan: el
plan de salvación. Mediante éste, nosotros
vendríamos a la tierra, donde obtendríamos un
cuerpo físico y tendríamos experiencias que
nos ayudarían a aprender y progresar. El
propósito del plan es ayudarnos a llegar a ser
más como Él.Nuestro Padre Celestial sabía que mientras
nosotros estuviésemos en la tierra
cometeríamos errores; por esa razón, como
parte de Su plan, Él proporcionó un Salvador,
Jesucristo, quien haría posible que los
pecados
fuesen perdonados, y que todas las
personas que aceptaran Su sacrificio regresaran a vivir con
nuestro Padre Celestial.El hecho de que nosotros estemos en la tierra
significa que aceptamos el plan de nuestro Padre Celestial
y venimos con el deseo de hacer todo lo que estuviese a
nuestro alcance para recibir todo lo que Él tiene
para nosotros.Lo maravilloso acerca del plan de nuestro Padre
Celestial es que, si lo seguimos, no sólo volveremos
a Su presencia después de morir, sino que
también tendremos paz y felicidad en esta
vida. - Dios elaboró el plan de
salvación - Todos tenemos un propósito en esta
vida
No estamos en la tierra por accidente, sino que hay un
propósito para su existencia terrenal. Estamos aquí
para recibir un cuerpo físico, ganar experiencia y
desarrollar atributos divinos como la justicia, la misericordia y
el
amor.
Dios no nos envió sin un plan; sino que Su plan
está designado para que nos proporcione a todos Sus hijos
una paz mayor en esta vida —sin importar cuáles sean
las pruebas—, y gozo eterno en la vida por
venir. Es un plan de salvación y felicidad
eternos.
Para ser nosotros parte de Su plan, nuestro Padre
Celestial nos invita a:
- Conocer y amarlo a Él y a Su hijo,
Jesucristo. - Aprender a amar a los demás como Él los
ama. - Aprender a elegir el bien sobre el mal.
- Comprometerse con Él por medio de ordenanzas
tales como el bautismo.
La muerte no es el fin. La muerte es en realidad
un comienzo—otro paso en el plan de nuestro Padre
Celestial para Sus hijos.Algún día, nuestra vida en la tierra
llegará a su fin y nuestro cuerpo físico
morirá. Pero nuestro espíritu no
morirá. En el momento de la muerte física, el espíritu irá
al mundo de los espíritus, donde continuará
aprendiendo y progresando.La muerte es un paso necesario en nuestro
progreso, del mismo modo que lo fue nuestro nacimiento. En
algún momento después de su muerte, nuestro
espíritu y cuerpo se volverán a reunir, y
nunca se volverán a separar. A eso se le llama
resurrección, la cual fue posible por medio de la
muerte y Resurrección de Jesucristo.- Nuestra vida continúa después de la
muerteNuestro
Padre Celestial les da mandamientos a Sus
hijos porque los ama. Sabe que "la maldad nunca fue
felicidad" (Libro de Mormón,
Alma 41:10) y que la rectitud le
traerá a usted paz duradera en la vida terrenal y
felicidad eterna en la vida que viene. Los mandamientos de
Dios le pueden ayudar a llegar a ser como Él y a
hallar gozo.Cuanto más se ama a Dios, más
deseará hacer Su voluntad. Jesucristo
enseñó que los que aman a Dios guardan Sus
mandamientos (Juan 14:21). Una vez que sepamos qué
es lo que Dios desea que usted hagamos, debemos tener el
valor de
obedecerle aunque esto implique abandonar algo que queramos
mucho.Obedecer los mandamientos de Dios a veces parece
un sacrificio, pero Él nos bendecirá por
nuestra obediencia y nos brindará "la paz en este
mundo y la vida eterna en el mundo venidero" (Doctrina y
Convenios 59:23). - El Señor nos dio mandamientos par nuestro
progresoEl matrimonio entre un hombre y una mujer ha
sido una parte integral del plan de Dios desde el
principio. Dios enseñó a Adán que "no
es bueno que el
hombre esté solo" (Génesis 2:18), y Eva
llegó a ser su compañera. Uno de los
propósitos fundamentales del matrimonio es tener
compañía.Dios también mandó al hombre y a
la
mujer: "fructificad y multiplicaos" (Génesis
1:28), o sea, tener hijos. Otro propósito central
del matrimonio es traer hijos al mundo dentro del entorno
de la familia.El matrimonio y la familia son puntos centrales
del plan de Dios para el destino eterno de Sus hijos.
Nuestro Padre Celestial espera que hagamos todo lo posible
mientras estemos en la tierra para prepararnos a nosotros
mismos y preparar a nuestros hijos para vivir en una
familia eterna.2.17
Las familias pueden estar juntas para
siempre.Las relaciones familiares pueden durar para
siempre, y no tan sólo para esta vida. Así
como algunas de las alegrías más gratas
derivan de las asociaciones con la familia, la
pérdida de un miembro amado de la familia puede ser
la fuente de nuestro pesar más profundo; pero no es
necesario que la muerte marque el final de nuestras
relaciones con nuestros seres queridos. El Señor
reveló a José
Smith que "la misma sociabilidad que
existe entre nosotros aquí, existirá entre
nosotros allá [en la eternidad], pero la
acompañará una gloria eterna" (Doctrina y
Convenios 130:2).Los miembros de la familia que acepten la
expiación
de Jesucristo y sigan Su ejemplo pueden estar juntos
para siempre mediante ordenanzas sagradas realizadas en los
santos templos de Dios.La familia es fundamental en el plan que Dios
tiene para nosotrosNuestra familia provee el marco para gran parte
del crecimiento que experimentamos en la vida. En la
familia amamos, servimos, enseñamos y aprendemos
unos de otros. Compartimos nuestras alegrías y
nuestros pesares. Los lazos familiares pueden presentarnos
desafíos difíciles, pero también nos
brindan algunos de los gozos más grandes.Aunque no podemos escoger las condiciones de
nuestro nacimiento, sí podemos elegir el fortalecer
y alegrar cada día más a nuestra familia. En
verdad es posible que las personas regresen a la presencia
de Dios y que las familias estén unidas
eternamente.La Familia: Fuente de Felicidad
La familia puede ser una de las fuentes
de mayor felicidad para nosotros. No hay otro amor
más profundo ni otro gozo tan pleno como el que
puede existir dentro del círculo familiar. Las
familias nos dan lo mejor de lo que ofrece la
vida.La familia es donde también se puede sentir
el dolor más profundo; y pueden tropezar y
aún fracasar. Sin embargo, a menudo es posible
alcanzar la felicidad en la familia aún cuando haya
dolor.Al igual que todo lo que es de valor, las
relaciones familiares requieren esfuerzo, pero el esfuerzo
vale la pena porque el plan es que las familias perduren
para siempre y que nos brinden gozo. - El matrimonio
es parte del plan de DiosLa Iglesia de Jesucristo de los Santos de los
Últimos Días tiene un papel activo en la
enseñanza del Evangelio
restaurado de Jesucristo. Más de
60.000 misioneros voluntarios van por todo el mundo
compartiendo el gozo que han encontrado gracias al
Evangelio. La mayoría son jóvenes solteros
que rinden servicio de jornada completa por 18 o 24 meses
que sufragan con sus propios gastos.
Estos misioneros comparten un mensaje sobre Jesucristo y
Su Expiación
por todos. Enseñan acerca del gran
plan
de salvación de nuestro Padre
Celestial, el cual permite a todas las personas la
oportunidad de regresar a Él - La Obra Misional es parte importante de la
Iglesia - El Cuerpo
Humano es Sagrado
Su cuerpo es un don preciado que Dios le dio. Con
objeto de ayudarnos a tener cuerpos y mentes vigorosos, Dios le
dio una ley de salud a José
Smith en 1833. Dicha ley se conoce como la
Palabra de Sabiduría.
Además de destacar los beneficios de llevar una
dieta apropiada y de tener salud física y espiritual, Dios
se ha pronunciado en contra del uso de:
Dios promete grandes bendiciones físicas y
espirituales a los que cumplan con la Palabra de
Sabiduría. Hoy en día, la comunidad
científica promueve algunos de esos mismos principios que
nuestro Dios amoroso dio a José Smith hace casi dos
siglos.
- Por medio del servicio
a los demás experimentamos gozo y nos
acercamos a Dios.
Pocos lugares, si es que los hay, requieren de las
virtudes de la humildad y el servicio más que la familia;
y unos cuantos nos dan más oportunidades de practicar esas
virtudes. Jesús estableció para nosotros el ejemplo
de humildad y servicio. Los que siguieron a Jesús lo
llamaban "Maestro." Sin embargo, aun cuando era Su líder,
Jesús les enseñó que Él era Su
siervo. Se ciñó una toalla y les lavó los
pies. Aquello era un trabajo para
sirvientes, pero no para el que era su Maestro y les dijo que si
Él estaba dispuesto a servirles lavándoles los
pies, ellos deberían estar dispuestos a servirse el uno al
otro.
De igual modo, los miembros de la familia—ya sean
hombres o mujeres, viejos o jóvenes—deben ser lo
suficientemente humildes para servirse mutuamente según se
necesite.
2.20 Principios Morales
La Iglesia abraza las normas morales
que enseñó Jesucristo. Éstas
incluyen:
- La honradez, el amor y el desarrollo
del verdadero carácter personal. - Los atributos personales establecidos por el ejemplo
mismo de Cristo. - Obediencia a la ley civil.
- Las relaciones
sexuales sólo entre el hombre y la mujer que
están legalmente casados.
Al vivir los principios morales, usted puede verse libre
de muchos de los problemas que el mundo enfrenta y hallar la paz
en su vida.
Ley de Castidad
El poder de dar vida a un niño es sumamente
sagrado. Nuestro Padre Celestial ha mandado que el poder y
privilegio sagrados de tener relaciones sexuales se ejercite
sólo entre un hombre y una mujer legalmente casados. Eso
es lo que denominamos la ley de castidad. Dicha ley significa que
no debemos tener relaciones sexuales antes del matrimonio, y una
vez casados, sólo debemos tener dichas relaciones con
nuestro esposo o esposa.
El guardar la ley de castidad da como resultado la
felicidad, la paz y el respeto por uno
mismo. De igual modo, hace que el amor entre los cónyuges
sea mayor, y protege a las familias. La violación de esta
ley constituye una ofensa grave; no obstante, las personas que la
hayan violado pueden obtener
perdón y paz mediante el arrepentimiento
y la obediencia.
A José Smith se le preguntó cuales eran
las creencias básicas de la Iglesia y él
resumió las enseñanzas y creencias de la Iglesia en
13 puntos básicos conocidos como Los Artículos de
Fe de La Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días.
Estos son:
- Nosotros creemos en Dios
el Eterno Padre, y en su Hijo Jesucristo,
y en el
Espíritu Santo. - Creemos que los
hombres serán castigados por sus propios
pecados, y no por la trasgresión de
Adán. - Creemos que por la Expiación
de Cristo, todo el género
humano puede salvarse, mediante la obediencia a las leyes y
ordenanzas del Evangelio. - Creemos que los primeros principios y ordenanzas del
Evangelio son: primero, Fe
en el Señor Jesucristo; segundo, Arrepentimiento;
tercero, Bautismo
por inmersión para la remisión de los
pecados; cuarto, Imposición
de manos para comunicar el don del Espíritu
Santo. - Creemos que el hombre debe ser llamado por Dios, por
profecía y la imposición de manos, por aquellos
que tienen la autoridad,
a fin de que pueda predicar
el evangelio y administrar sus
ordenanzas. - Creemos en la misma organización que existió en la
Iglesia Primitiva, esto es, apóstoles, profetas,
pastores, maestros, evangelistas, etc. - Creemos en el don de lenguas, profecía,
revelación, visiones, sanidades, interpretación de lenguas,
etc. - Creemos que la
Biblia es la palabra de Dios hasta donde
esté traducida correctamente; también creemos
que el
Libro de Mormón es la palabra de
Dios. - Creemos todo lo que Dios ha revelado, todo lo que
actualmente revela, y creemos que aún revelará
muchos grandes e importantes asuntos pertenecientes al reino de
Dios. - Creemos en la congregación literal del pueblo
de Israel y en
la restauración de las Diez Tribus; que Sión (la
Nueva Jerusalén) será edificada sobre el
continente americano; que Cristo reinará personalmente
sobre la tierra, y que la tierra será renovada y
recibirá su gloria paradisíaca. - Reclamamos el derecho de adorar a Dios Todopoderoso
conforme a los dictados de nuestra propia conciencia,
y concedemos a todos los hombres el mismo privilegio: que
adoren cómo, dónde o lo que deseen. - Creemos en estar sujetos a los reyes, presidentes,
gobernantes y magistrados; en obedecer, honrar y sostener la
ley. - Creemos en ser honrados, verídicos, castos,
benevolentes, virtuosos y en hacer el bien a todos los hombres;
en verdad, podemos decir que seguimos la admonición de
Pablo: Todo lo creemos, todo lo esperamos; hemos sufrido muchas
cosas, y esperamos poder sufrir todas las cosas. Si hay algo
virtuoso, o bello, o de buena reputación, o digno de
alabanza, a esto aspiramos.
- El Libro de Mormón: Otro Testamento de
Jesucristo (Palmyra, New York, EUA 1830) - Doctrinas y Convenios (Kirland, Ohio, EUA
1833) - History of the Church (Salt Lake City, EUA
1860) - Enseñanzas del Profeta José Smith (Salt
Lake City, EUA 1950) - Testimonio del Profeta José Smith (Navoo, EUA
1838) - Pagina Oficial de La Iglesia de Jesucristo de los
Santos de los Últimos Días:
www.lds.org
Juan Carlos Ruiz Ospino