DEFINICIÓN
Fobia, según el diccionario,
deriva de la palabra griega phobos que significa horror o temor.
Este elemento entra en la formación de ciertas voces
compuestas (hidrofobia, anglofobia) para indicar
repulsión. Es una apasionada o enconada aversión
hacia algo, un temor angustioso y obsesionante.
Los episodios fóbicos son aquellos "durante
los cuales sobreviene una sensación de terror intenso
acompañado de una serie de síntomas físicos
que presenta una variedad de un paciente a otro"
(1)
Benedikt, psiquiatra austríaco describió
por primera vez este cuadro en 1870, habla de la "PATSCHWINDEL" o
miedo a las plazas públicas y Wesphal en 1871 le da el
nombre de agorafobia (agora: del griego plazas
públicas y phobos: escape, o nombre del dios que provoca
miedo y pánico)
Psicológicamente fobia hace referencia a aquellas
conductas de evitación o huída, de carácter irracional, ante algún
objeto o situación que produce un fuerte miedo. Estas
conductas deben tener cierta regularidad.
SINTOMATOLOGÍA
FÍSICA
Nivel cardiológico: taquicardias
Nivel respiratorio: diseñas o ahogos
Nivel neurológico: vértigo, mareos,
visión borrosa, zumbidos en los oídos, oleadas de
calor o
frío
Nivel muscular: flojedad y hormigueo en brazos y
piernas
SINTOMATOLOGÍA
PSICOLÓGICA
Sensaciones de despersonalización
(sensación de dejar de ser uno mismo)
Sensaciones de desrealización (sentir el mundo
irreal como si fuera un sueño)
ALGUNAS CAUSAS DESENCADENANTES
- Pérdida importante o amenaza de
sufrirla - Situación sorpresiva y chocante
- Cambio, a veces forzoso, de residencia
- Enfermedad prolongada,
hospitalización - Cuidado de un progenitor muy enfermo durante largo
tiempo - Realización de un gran esfuerzo en el plano
laboral - Pasaje de un ciclo vital a otro
(1) Brafman, L " Libro de las
fobias"", Ed. Hispano Americana, dic.1998, Argentina,
Pág.3
Generalmente la sintomatología se manifiesta
después de alguno de estos hechos, aunque muchas veces
debamos remontarnos muchos años atrás para rastrear
cuál fue el factor desencadenante.
Estos pacientes sufren "miedo al miedo". Temerosos de
que los ataques de pánico se repitan, evitan concurrir a
lugares públicos, aislándose
progresivamente.
Cuando el vértigo sobreviene, los invade una
imperiosa
necesidad de huir pero sin meta ni destino, lo que tiene
incidencia en todos los aspectos de su vida (familiar, laboral,
social)
Es innumerable la cantidad de fobias que existe como
también difícil determinar las causas que las
provocan. Existen muchos interrogantes con respecto a este tema
¿hay características personales que favorecen el
desarrollo de
esta patología potencial? ¿cómo se relaciona
el paciente fóbico con su pareja o familia?
¿cómo afecta al entorno familiar este trastorno de
uno de sus miembros? ¿qué conexión existe
entre las primeras experiencias infantiles y las
fobias?
La hipótesis de este trabajo es que
encontramos en el fóbico una necesidad de afecto
insatisfecha que se remonta al primer vínculo
(protovínculo) y a las experiencias infantiles tempranas.
El hecho desencadenante es sólo un episodio que funciona
como disparador del síntoma. En la fobia conviven las dos
ansiedades básicas: el miedo al ataque y el miedo a la
pérdida. Los fóbicos no poseen matrices de
aprendizaje
adecuadas para enfrentar obstáculos. A través del
síntoma huyen, se evaden de una realidad que no pueden
soportar.
En general la autodiscriminación a que se somete
el fóbico surge de sospechar intenciones ocultas en la
mirada de los otros., se siente constantemente observado, con
vergüenza, culpa y un gran estado de
angustia. Cree ser el único en el mundo a quien esto le
sucede y trata de ocultarlo a su entorno más cercano. Por
su parte, la familia da
opiniones, trata de ayudar, pero inadecuadamente pues apela a lo
racional y trata de estimular una visión optimista del
problema, generando en el sujeto enojo y resentimiento por
sentirse incomprendido.
En los episodios fóbicos, los pacientes sienten
un deseo irrefrenable de volver a su hogar, lugar que consideran
seguro.
Generalmente son hombre y
mujeres que ocupan un lugar fuerte dentro de su grupo
familiar, son los que tienen más responsabilidades, tanto
en su familia de origen como en la que luego forman, repitiendo
complejos mecanismos de asunción y adjudicación
de roles.
A través de los grupos y sesiones
terapéuticas se descubren sensaciones de pánico
vividas durante la infancia que
fueron reprimidas. Son pacientes con personalidades de base
sumamente ansiosas, que establecen, o bien vínculos de
extrema dependencia, imposibilitados de estar solos, con estados
de profunda angustia, o por el contrario tratan de escapar de
ésta siendo omnipotentes y excesivamente
independientes.
Según John Bowlby, la respuesta de un individuo a su
principal figura afectiva determina en gran medida su sentimiento
de seguridad o
ansiedad. Una madre sobreprotectora que muestra al
niño un mundo lleno de peligros genera, al igual que una
madre física o
emocionalmente ausente, un estado de inseguridad y
ansiedad permanentes. Para este autor la ausencia de "figuras
protectoras" hace que el sujeto recurra a la
internalización que tiene de ellas, que de no haberse
realizado de manera adecuada, tendrá como consecuencia
dificultades vinculares. Él dice que los sujetos que han
sufrido un temprano abandono, por temor a que éste se
repita pueden tornarse hiperadaptables o plantear excesivas
demandas que de no ser satisfechas provocan ira y en la
mayoría de los casos destruyen el
vínculo.
En la historia de los pacientes
fóbicos también puede haber una prematura
separación de su madre (situaciones de adopción o
función
materna ejercida por otra persona) que no
habría permitido la configuración del primer
vínculo: lo que Freud
llamó masa de dos y René Spitz
díada madre-hijo.
Por ejemplo en una pareja donde la mujer juzga
desconsiderado a su marido, éste puede, o bien sentir esta
exigencia como ilimitada o captar que se trata de un pedido de
afecto. Satisfacerla significaría para él una
renuncia a sus propias necesidades. Este estado de
insatisfacción de ambos, instala el conflicto,
sobreviene la agresividad y determina el alejamiento: en una
verdadera profecía autocumplida el fóbico
vuelve a ser abandonado.
Si el rol del hombre en la pareja es el de protector y
es él quien padece estos síntomas, se produce una
inversión de roles que viola el contrato
implícito de la pareja.
Este trastorno se da con mayor frecuencia en las mujeres
y se maneja como hipótesis que lo
que en un hombre podría desencadenar en un infarto, en
una mujer se
canalizaría en una crisis de
pánico, un "infarto emocional".
"Las personas unidas por vínculos amorosos a
individuos sensibles al rechazo, necesitan que se las ayude a no
dejarse abrumar por las exigencias del compañero ni a
intimidarse ante los arrebatos de cólera.
Deben aprender a cuidar de ellas mismas sin experimentar
sentimientos de culpa, al tiempo que
siguen mostrándose sensibles a las carencias de su
pareja"(2)
Puede surgir esta enfermedad en un contexto
familiar sofocante por causas diversas como: un secreto
familiar de gran peso afectivo, dificultades para expresar
las emociones,
ignorar la importancia de una pérdida, vínculos
basados en la enfermedad (familia
hipocondríaca).
Según Luigi Onnis, estos grupos familiares
presentan las siguientes características:
* Aglutinamiento: confusión de roles y
funciones
* Sobreprotección: la enfermedad impide la
pelea
* Rigidez: resistencia al
cambio
* Evitación del conflicto: baja tolerancia al
mismo
PÁNICO Y
ANGUSTIA DE SEPARACIÓN
Pánico (del griego) dios Pan, dios pastoril,
mitad hombre y mitad macho cabrío que infundía
terror a quien lo veía estando en soledad,
"El pánico se produce cuando
la(…)no cuidándose ya cada individuo sino de sí
mismo, sin atender para nada a los demás. Rotos así
los lazos recíprocos surge un miedo inmenso e
insensato"(3)
"El dolor es pues la verdadera
reacción ante la pérdida del objeto y la angustia
la reacción al peligro que tal pérdida trae
consigo"(4)
En "Inhibición, síntoma y angustia" Freud
enumera las distintas situaciones en que se produce la angustia
infantil: cuando el niño está solo, cuando se halla
en la oscuridad, cuando encuentra una persona extraña en
lugar de la que le es familiar. En síntesis:
falta de la persona amada (la madre o la que desempeña ese
rol).
Entre los quince y los veinticuatro meses durante la
fase de reacercamiento, la conciencia de la
separación de su madre produce en el deambulador una
intensa ansiedad. Se ha observado que niños
de esta edad ante situaciones de miedo reaccionan
quedándose inmóviles, comportamiento
que también se ve en los sujetos que sufren episodios de
pánico.
Según el Diccionario del psicoanálisis, el trabajo de
duelo es "un proceso
intrapsíquico, consecutivo a la pérdida de un
objeto de fijación, y por medio del cual un sujeto logra
desprenderse progresivamente de dicho objeto"(5).
Cuando se sufre una pérdida, en la primera etapa
se produce una fase de hiperactividad motriz y mental, cuyo fin
es encontrar a la persona perdida. El impulso hacia el
reencuentro es inconsciente, va más allá de lo
racional porque se sigue buscando lo perdido aunque se sepa que
es inútil. Luego sobreviene un período de
frustración, una fase de resignación por la
pérdida y una reestructuración o
reorientación afectiva. Este no es un proceso lineal, sino
que cuando el esfuerzo por reestablecer el vínculo no
tiene éxito,
tarde o temprano se debilita, aunque por lo general no cesa.
Cuando hay una fijación en la primera fase el duelo es
crónico.
Según Bowlby, a intervalos cada vez más
prolongados se renueva el esfuerzo por reestablecer el
vínculo: las punzadas de aflicción y quizás
la imperiosa necesidad de buscar vuelven a experimentarse
entonces. Esto significa que la conducta de apego
permanece constantemente alistada y que, en determinadas
condiciones, se reactiva.
Freud se refiere a ciertos procesos en
los cuales se produce una identificación de cierta parte
del yo del sujeto con la persona perdida. La ambivalencia que
siente el sujeto lo lleva a una pérdida de la autoestima,
porque ha internalizado los reproches. Describe su yo
"como indigno de toda estimación,
incapaz de rendimiento valiosos alguno y moralmente condenable.
Se dirige amargos reproches, se insulta y espera la repulsa y el
castigo (…) compadece a los suyos por ligarse a una persona tan
miserable"(6)
SÍNDROME DEPRESIVO Y SÍNDROME
FÓBICO
Similitudes
Se pueden encontrar similitudes entre el síndrome
depresivo y el síndrome fóbico, a saber:
- Forma de interacción vincular y rol ocupado como
depositario de exigencias o como caja de resonancia de la
angustia de los miembros de la familia de origen. - Facilidad para establecer relaciones
dependientes. - Trastornos del sueño y de alimentación.
- Hostilidad reprimida que se vuelca sobre sí
mismos. - Reacción ante situaciones de
pérdida. - Fantasías de suicidio
Pueden haber diferentes pautas de conducta en una
familia con un hijo fóbico: los padres pueden sentirse
tiranizados por las demandas constantes del sujeto y por su
conducta agresiva cuando éstas no son
satisfechas.
Con respecto a los tratamientos hay muchas teorías, desde las prácticas
conductistas que buscan producir un cambio sin
investigar las razones, hasta el abordaje psicoanalítico
que busca ahondar en la raíz profunda del
síntoma.
Considero que los grupos de fóbicos, así
como otros grupos de autoayuda son importantísimos, el
encontrarse con gente que sufre la misma problemática
tranquiliza al paciente que siente que no es el único que
está atravesando esta dificultad.
Numerosas teorías, referencias
bibliográficas, experiencias clínicas y de
experimentación sugieren que el estrés
crónico es campo predisponente para la aparición de
diferentes trastornos mentales.
Aunque el ser humano nace desconociendo el miedo, cuenta
con las estructuras
cerebrales y los componentes genéticos necesarios para su
percepción e interpretación. El miedo es una
emoción decisiva para la supervivencia pero puede
convertirse en una sensación dramática y
angustiante deviniendo en una fobia.
Las pulsiones de autoconservación permiten
responder a las necesidades básicas para mantener la vida,
pero serán necesarios aprendizajes y funciones para
que el sistema nervioso
reciba señales
del medio interno o del medio ambiente
y las procese. Es con nuestra carga hereditaria, con la
congénita, con las consecuencias de cómo fuimos
recibidos y a partir de la formación de nuestros primeros
vínculos que "negociamos" nuestra existencia con nosotros
mismos, con nuestros contemporáneos y con todo lo que
desde el afuera nos rodea, a fin de mantener lo que Claude
Bernard llamó "la constancia de las condiciones vitales
en el medio interno", lo que Walter Cannon
denominó "homeostasis".
El miedo, ese sentimiento de inquietud causado por un
peligro, tiene cierta adecuación a la realidad pues sirve
para advertirlo, se fija en el sistema nervioso
central. El niño, a través del contacto con los
adultos con los que establece sus primeros vínculos
significativos, irá obteniendo señales que
constituirán una amplia gama: desde los miedos necesarios
para su protección hasta los que serán nocivos y
provocarán comportamientos que lo limiten. Pero si algunos
de esos adultos son personas muy aprehensivas, los mensajes le
provocarán un estado de alerta casi permanente.
Si durante el transcurso de la infancia, en la que se
completa el desarrollo del sistema nervioso
y se establece la integración del aparato psíquico, el
niño vive reiteradas experiencias estresantes provocadas
por el miedo, se producirá una adaptación negativa
con efectos colaterales adversos sobre la función neuronal
y la conducta, que podría desencadenar en el futuro
padecimiento de fobias.
En el bagaje inconsciente de este niño conocedor
de la ansiedad y la angustia, quedarán señales
indelebles de estos datos
emocionales, haciéndolo un ser excesivamente temeroso e
inseguro. Del estrés agudo pasará poco a poco a la
espera en tensión, pero la acción
será inhibida, llegando incluso a no permitirle una
reacción ante una verdadera situación de peligro.
El trastorno fóbico se considera una de las
patologías del estrés sostenido o
crónico. Emergente de una estructura
familiar determinada, con vínculos establecidos de manera
particular, la posible consecuencia será:
Estrés crónico >>
miedo >> fobia
La formación de síntomas fóbicos
tiene su origen en un trabajo psíquico que se ejerce con
el fin de liberar esa angustia, en este caso por
desplazamiento al objeto fobígeno. Todo ello en un
intento de atemperar el displacer, recobrar la homeostasis. Que
el intento no sea totalmente exitoso ya que la fobia tampoco
genera placer, no implica que no sea medianamente un logro. La
ligadura con el objeto generador de la fobia será menos
inquietante que la derivación somática de la
angustia libre. Sin embargo, la persistencia del síntoma
generará un círculo vicioso. La ansiedad y la
angustia serán renovadas, este proceso al desarrollarse
inundará distintas áreas de la vida del sujeto
llevándolo a un empobrecimiento progresivo de sus
posibilidades de desenvolvimiento. Esto se ve ilustrado
claramente en el tan conocido historial clínico de
Juanito. En éste Freud relata la fobia de un niño
de cinco años. Juanito, hijo mayor de una familia burguesa
de cuatro miembros, comienza a sentir miedo a salir a la calle
por temor a la mordedura de los caballos., lo que va
incrementándose hasta que su padre comienza a hacerlo
tratar por su amigo, el famoso psicoanalista,
manteniéndose en contacto epistolar. La
interpretación de esta conducta es que el niño
siente un intenso afecto por su madre, siente miedo de perderla y
quedándose en casa puede lograr tener más contacto
con ella. En el inconsciente de Juanito su padre no sólo
rivaliza con él por el amor de su
madre sino que le impide llegar a una relación más
íntima con ella. La figura del padre le genera temor y
canaliza su agresividad desplazándola hacia otro objeto:
los caballos.
Para Freud a partir de las fantasías se pueden
discernir nexos para la causación de los síntomas,
Las fantasías inconscientes son estadios previos al
síntoma y tienen una vinculación con la vida sexual
del sujeto. Un síntoma es considerado como una
formación de compromiso entre las exigencias pulsionales
provenientes del ello y la represión del
superyó.
Enrique Pichón Riviere psicoanalizó a una
paciente que padecía "fobia al diván". Ella
aceptaba acostarse en éste cuando su transferencia era
positiva. En una de esas ocasiones, escuchar el estallido de un
neumático provocó su alejamiento del diván y
sirvió como detonante para que ella reviviera una
agresión sexual sufrida de pequeña y nunca
comentada hasta entonces. Este autor, al tratar el tema del
vínculo, afirmó que toda neurosis es la
lucha directa o indirecta con un tercero que todos tenemos. La
tarea del tratamiento es descubrir como aquél
actúa, trabaja e influye.
Posición esquizo-paranoide y
posición depresiva
Según Melanie Klein, el término
posición se refiere al conjunto de ansiedades y defensas
que aparecen durante las primeras fase de la existencia, resurgen
en los primeros años de la infancia y, bajo determinadas
condiciones, a lo largo de toda la vida adulta.
Durante los primeros cuatro meses de vida se desarrolla
la posición esquizo-paranoide, en la cual las
pulsiones agresivas coexisten con las pulsiones libidinales.. El
objeto es parcial (especialmente el pecho materno) y se halla
escindido en objeto bueno y objeto malo. Los
procesos psíquicos determinantes son la
introyección y la angustia de naturaleza
persecutoria (destrucción por el objeto malo). El yo, muy
poco integrado, no puede tolerar la angustia y utiliza como
medios de
defensa la escisión (splitting), la
negación y el control omnipotente del
objeto. Los primeros objetos introyectados constituyen el
núcleo del superyó.
Le sigue la posición depresiva que
comienza alrededor del cuarto mes y se supera progresivamente
durante el primer año de vida. Se reactiva en el adulto en
etapas de duelo y estados depresivos. El
niño es capaz de aprehender a la madre como objeto total
(bueno y malo). La angustia depresiva tiene como núcleo la
fantasía de destruir y perder a la madre, y esta angustia
se combate mediante diversos modos de defensa: defensas
maníacas más o menos adecuadas:
repetición, inhibición de la
agresividad y se supera cuando el objeto amado es
introyectado en forma estable y aseguradora.
Melanie Klein dice que el bebé, manojo de
instintos contrapuestos, nace con un yo rudimentario que
permitirá organizar sus primeras experiencias. Todo hecho
que viva el sujeto se entenderá a través de la
actividad proyectiva e introyectiva de este yo. La
presencia del otro: el objeto, será fundamental
desde lo frustrante y lo gratificante. Este objeto será
cargado por el sujeto de amor y de odio
y es el soporte para esta actividad fantaseada. En la
satisfacción el bebé proyectará e
introyectará lo bueno, y en la frustración lo malo.
Si este objeto no fue introyectado debidamente, en otras
experiencias vividas por ese sujeto predominará el
instinto de muerte..
El objeto fóbico, desde mi punto de vista,
significa el objeto malo, es el que puede hacer daño.
El sujeto revive los miedos básicos: miedo al
ataque y miedo a la pérdida y siente que debe
huir ante su presencia, revive las situaciones de desamparo y
desprotección, se siente indefenso ante este objeto malo
que puede atacarlo.
Para Pichón Riviére, las dos posiciones
estudiadas por Melanie Klein van juntas, habiendo predominio de
una de ellas. Él dice que ante el miedo a lo nuevo, alo
desconocido, cuando estas dos ansiedades son muy elevadas
provocan una resistencia al cambio.
"La posición depresiva nunca se
elabora completamente, siempre tenemos ansiedades relacionadas
con la vivencia y la culpa y situaciones de pérdida que
reavivan situaciones depresivas. Los objetos externos buenos de
la vida adulta siempre simbolizan y contienen aspectos del primer
objeto bueno interno y externo, de modo que cualquier
pérdida de la vida posterior, reaviva la ansiedad de
perder el objeto interno y con ella todas las ansiedades sentidas
originalmente durante la posición depresiva. Si durante la
posición depresiva el bebé ha podido establecer un
objeto interno bueno, suficientemente afianzado, las situaciones
anteriores de ansiedad depresiva no lo conducirán a la
enfermedad, sino a una elaboración fructífera cuyas
consecuencias son mayor enriquecimiento y creatividad.
Cuando la posición depresiva no
se ha elaborado suficientemente, no se ha afianzado la creencia
en el amor y la creatividad del yo y en su capacidad para
recuperar interna y externamente objetos buenos, el desarrollo
posterior es menos favorable. El yo se siente acosado y la
ansiedad constante de perder totalmente las situaciones internas
buenas, está empobrecido y debilitado, su relación
con la realidad es frágil, y hay un temor y a veces una
verdadera amenaza de hacer una regresión a la psicosis"(7)
Freud se manejaba siempre con el dualismo, dos
términos en oposición, que es lo que da origen al
conflicto. Éste es fundante del aparato
psíquico, el cual no está dado al nacer y se va
configurando en la interacción con otras personas, en
primer lugar con la madre. Para que una persona pueda aprender
tiene que tener cierto grado de frustración, lo cual le
permite incorporar la capacidad de espera complejizando el
psiquismo.
Según el diccionario del Psicoanálisis, la
neurosis obsesiva "constituye
uno de los grandes cuadros de la clínica
psicoanalítica" siendo sus
síntomas "llamados
compulsivos: las ideas obsesivas, la realización de actos
indeseables, los ceremoniales conjuratorios" y el
tipo de pensamiento
del sujeto está "caracterizado por la rumiación mental, la
duda(…) que conducen a inhibiciones del pensamiento y la
acción"(8)
En este Diccionario se define la histeria de angustia
como "una neurosis cuyo
síntoma central es la fobia con el fin de subrayar su
similitud estructural con la histeria de
conversión"(9)
Según Freud las fobias son neurosis
traumáticas, con una etiología especial, se enlazan
con los síntomas de la histeria. En ellas el estallido
emotivo es siempre la angustia, son típicas y
monótonas. Según el objeto de la angustia se pueden
distinguir dos grupos: las fobias comunes, es decir, el miedo
exagerado por algo, común a la mayoría de las
personas y las fobias ocasionales, que son las que emergen en
situaciones especiales, agorafobia y demás fobias
de locomoción. Esta angustia no deriva de ningún
recuerdo. Las fobias forman parte de las neurosis de angustia
cuyo síntoma principal es el
estado
emotivo, acompañado de otros síntomas.
Freud habla de la "acumulación de la tensión genésica
provocada por la abstinencia e irritación genésica
frustrada"(10)
Freud plantea una ecuación etiológica que
llama series complementarias. Hay un factor
constitucional que tiene que ver con lo genético, con
lo hereditario, que se articula con experiencias
infantiles, "con vicisitudes en el
desarrollo de la libido que puede quedar fijada, por situaciones
de intensa frustración o intensa gratificación, a
una fase de su desarrollo" (11), configurando el
factor disposicional que se articula a su vez con el
factor actual. "A mayor monto de lo
disposicional, un factor actual puede desencadenar la
enfermedad"(12). Ante cada crisis entran en juego la
fortaleza del yo, de los vínculos, la capacidad de
aprendizaje, el factor disposicional, lo que permite una
adaptación activa a la nueva exigencia.
Así, Ana Quiroga define la matriz o modelo de
aprendizaje como "la modalidad
con la que cada sujeto organiza y significa el universo de su
experiencia(…) Esta matriz o
modelo es una estructura interna, compleja y contradictoria y se
sustenta en una infraestructura biológica. Está
socialmente determinada e incluye no sólo aspectos
conceptuales sino también afectivos, emocionales y
esquemas de acción(…);(…) sintetiza y contiene en cada
aquí y ahora nuestras potencialidades y nuestros
obstáculos" y no es "una estructura cerrada, sino una
gestalt-gestaltung, una estructura en movimiento,
susceptible de modificación salvo en los casos de extrema
patología" (13)
Las situaciones de crisis desencadenan las ansiedades
básicas: miedo al ataque y miedo a la
pérdida. Esta pérdida nos pone en una nueva
situación, si no estamos instrumentados, si no poseemos
las herramientas
necesarias, se produce una inmovilidad, en vez de responder
activamente a la situación resolviéndola, se
producen escapismo, fuga, conductas antisociales, conductas
delictivas.
La necesidad de reparación nos remonta a un
pasado arcaico, al registro que
tenemos de nuestras primeras condiciones de existencia, base y
fundamento de nuestro grupo interno, de donde surge
nuestra interpretación de lo real. Estas condiciones se
articulan y modifican en una trayectoria de experiencias. Lo
nuevo requiere
desestructuración-reestructuración. Si el
sujeto no tiene una apoyatura y su mundo interno no posee
la configuración necesaria, se revive el primer abandono,
es decir ese factor desencadenante hace renacer las primeras
situaciones de desamparo.
Desde la internalización de la represión
se vive el propio pensamiento como peligroso, lo que lleva al
aislamiento, a reforzar la relación deseo-miedo. En
el encuentro con el otro aparece, por un lado, la necesidad de
encontrarse y también la inhibición: el temor al
destino de esa necesidad de encuentro.
En la vida intrauterina no se registra la carencia, se
mantiene la unidad con la fuente de satisfacción. En el
origen de la
vida de cada sujeto hay una fantasía narcisista, la no
discriminación cuerpo propio-cuerpo materno
fomenta esa fantasía, la cual también se apoya en
un proceso defensivo ante la ansiedad intolerable de estar
separado: presencia-ausencia del objeto. Para Winnicot, la
capacidad de estar a solas significa no tener que recurrir
a un apoyo e interlocutor externos pues éstos ya tienen
presencia y operatividad interna.
El obstáculo surge cuando se moviliza esta
fantasía de con-fusión, fantasía de
fusión, ser uno con el objeto. No hay
diferenciación yo-no-yo, sujeto-objeto. En
este momento aparecen temores de naturaleza fóbica, quedar
atrapados por el objeto o que éste ataque.
El sostén es el que brinda al sujeto la
posibilidad de adquirir niveles de representación, de
pensamiento y la
organización de sus experiencias. Esta apoyatura
vincular cumple una función yoica.
La función materna, la que descifra la necesidad
y da acceso a la gratificación aportan a la constitución de la subjetividad. Esta
función es depositaria de la hostilidad del bebé
cuando éste se siente frustrado y proyecta su odio hacia
ella. Si la madre tolera, sin excesiva carga de angustia,
permitirá que el bebé se desprenda de los elementos
que no puede procesar, compensado por la imagen de bondad,
aleja al perseguidor y lo puede controlar, se siente internamente
acompañado por un objeto bueno, ese apoyo externo se
vuelve interno y se estructura el yo. Las nuevas estructuras
vinculares son herederas de la función vincular
primaria.
En este período de grandes crisis, que van desde
lo macro-social influyendo en lo micro (núcleo familiar),
es impensable pensar que esta situación no tenga
consecuencias sobre los millones de seres que nacen día a
día en todo el mundo. Este contexto de grandes presiones
incide en todos los aspectos de nuestra vida.
Un bebé nace en un núcleo familiar
especial, rodeado por su madre y otros adultos que llevan sus
propias cargas hereditarias, su propia historia, y es a
través de ellos que recibe un cúmulo de
experiencias que se transmitirán en gestos, actitudes,
situaciones.
Vivimos una etapa de violencia y
agresividad que se trasluce en la vida cotidiana. Sólo
basta pasar unas horas en una escuela
observando el desarrollo de los vínculos entre los chicos,
en una empresa donde
la violencia se ejerce aprovechando el miedo al desempleo, o
simplemente experimentar la peligrosa aventura de salir a la
calle temiendo hasta de la persona inocente que se nos
cruza.
Por ello es fundamental salvar nuestro pequeño
mundo, defenderlo en este momento tan doloroso, fortaleciendo
nuestros propios vínculos, reservando un lugar donde
podamos ser nosotros mismos, buscando el equilibrio
necesario para atemperar el duro camino que transitamos. Tal vez
sea ésta la salida posible para el desarrollo de seres
humanos con la fortaleza psíquica adecuada para afrontar
la difícil experiencia de vivir en estos
tiempos.
ABERASTURY, A. y KNOBEL, M.: "La adolescencia
normal", Ed. Piados, Buenos Aires,
Argentina
BOWLBY, J.: "La separación afectiva", Ed. Paidos,
Buenos Aires, Argentina
BOWLBY, J.: "La pérdida afectiva", Ed. Paidos,
Buenos Aires, Argentina
BRAFMAN, L.: "El libro de las fobias", Ed. Hispano
Americana, 1998, Buenos Aires, Argentina
DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO Tomo II, Ed. FIDES,
1961, Buenos Aires, Argentina
FREUD, S. Obras completas, Tomo I, Ed. Biblioteca Nueva,
Madrid,
España,
1968
FREUD, S. Obras completas, Tomo II, Ed. Biblioteca
Nueva, Madrid, España, 1968
FREUD, S.: "Duelo y melancolía", Ed. Biblioteca
Nueva, Madrid, España.
FREUD, S.: "Inhibición, síntoma y
angustia", Ed. Amorrortu, Buenos Aires, Argentina
LAPLANCHE Y PONTALIS "Diccionario del
Psicoanálisis", Ed. Labor, Barcelona,
España
LIPPER, N.: "Melanie Klein", apunte año
2000
ONNIS, L: "Terapia familiar de los trastornos
psicosomáticos", Ed. Piados, Buenos Aires,
Argebtina
PICHÓN RIVIERE, E.: "Vínculo", apunte
año 2000
PITERBARG, A.: "Constitución del sujeto", apunte
año 2000
PROPATO, N.: "Introducción al psicoanálisis",
apunte año 2000
QUIROGA, A. Y RACEDO, J.: "Crítica
de la vida cotidiana", Ediciones Cinco, Buenos Aires,
Argentina
QUIROGA, A.: "Apuntes para una teoría
de la conducta", Ediciones Cinco, 1998, Buenos Aires,
Argentina
SALITA, A.:"La agresión en la teoría de
Melanie Klein", apunte año 2000
SINGER KAPLAN, H.:"Disfunciones sexuales", Ed.
Grijalbo
SPITZ, R.: "El primer año de vida del
niño", ed. Aguilar, 1970, Madrid, España
Material extraído de INTERNET
Nora Liliana Frezza
Psicóloga social