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- ¿Qué son los
desiertos? - ¿Frío en el
desierto? - Un desierto al lado del
mar… - ¿Y por qué tan
secos? - Desiertos a
medias…
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Distribución geográfica
de los desiertos del mundo.
Comúnmente, cuando escuchamos la palabra
‘desierto’ nos imaginamos un lugar donde no hay nada
o casi nada. Y en efecto, los ecosistemas
desérticos se caracterizan principalmente por tener
niveles de precipitación pluvial muy bajos y por lo tanto
escasa vegetación, lo que redunda en un paisaje
medio vacío, ‘árido’. Sin embargo, es
de sorprenderse que los desiertos sean los segundos ecosistemas,
después de las selvas tropicales, con mayor riqueza de
especies. Esto significa que aunque existen pocos individuos de
cada especie, el número de éstas es muy extenso.
Hay una gran gama de formas de vida adaptadas a
condiciones de extrema aridez. Muchas especies son
endémicas de las diversas regiones
desérticas, es decir, que no se encuentran en ninguna otra
parte del planeta.
Las zonas desérticas representan
prácticamente una tercera parte de toda la superficie
terrestre (34%), y se concentran principalmente en Asia, el norte de
África y Australia, aunque también las hay en
América, como lo podemos ver en el
mapa.
En general, de acuerdo con sus características
fisiográficas y su localización, se reconocen
cuatro grandes grupos de
desiertos: calientes, semiáridos, fríos y costeros,
todos con características bióticas (seres
vivos) y abióticas (ambientales) diferentes. A
pesar de que estos tipos presentan características
generales similares, vale la pena examinar cada uno de
ellos.
Los desiertos son fragmentos de tierra
emergida que en comparación con los demás
sistemas
naturales destacan por la poca y a veces nula presencia de
lluvias a lo largo del año, lo que determina que la
disponibilidad de agua tanto
para los animales y las
plantas, como
para el desarrollo de
otros procesos
biológicos (descomposición, liberación de
nutrientes al suelo), sea muy
limitada. Las precipitaciones generalmente caen en determinadas
épocas del año y se caracterizan por ser muy
intensas, lo que origina que la época de lluvias sea
estacional y muy marcada, seguida de un periodo largo de
sequía. Por consiguiente, las plantas que habitan en estas
zonas normalmente están adaptadas para activar sus
principales funciones
biológicas (reproducción, germinación y
crecimiento) durante la estación de lluvias, periodo en el
cual aumenta la cobertura vegetal del paisaje. Aun así,
debido a la limitación de nutrientes y humedad disponible
a lo largo del año, la flora no es muy abundante, lo cual
origina que la cobertura vegetal sea escasa. Bajo estas
condiciones, los vientos que atraviesan por estos lugares
encuentran poca resistencia en la
vegetación, eso provoca que alcance grandes velocidades.
Esto, aunado a las lluvias torrenciales, provoca que el suelo se
erosione mucho más rápido que en otros sitios donde
hay más vegetación, lo que hace más
difícil la colonización y el establecimiento de
nuevas plantas.
El suelo, por su parte, es poco profundo y en su
mayoría está compuesto por pedazos grandes de roca,
arena o hielo, lo que, además de no permitir que se
acumule el agua porque
toda se escurre (proceso
conocido como infiltración), contiene bajas
cantidades de nutrientes que son necesarios para el crecimiento y
reproducción de las plantas. La
descomposición de la materia
orgánica es el proceso por el cual los microorganismos
(hongos y bacterias)
degradan a los individuos o partes de ellos (troncos, ramas,
hojas, raíces, frutos, flores y semillas) que se van
muriendo y los convierten nuevamente en nutrientes aprovechables
para la vegetación. Este proceso es el responsable de
determinar las concentraciones de nutrientes utilizables en el
suelo y depende principalmente del agua disponible, por lo que
sus tasas de velocidad se
incrementan durante la época de lluvias.
Otra característica importante de las zonas
áridas es que ostentan temperaturas extremas.
Durante el día la radiación
solar es muy intensa y las temperaturas muy altas, mientras que
en la noche las temperaturas disminuyen significativamente. Estas
variaciones tan drásticas se deben, entre otras cosas, a
la incapacidad del suelo de retener el calor emitido
por el sol durante el
día (porque es poco profundo) y a la limitada cobertura
vegetal que permite que el calor se escape en la noche.
Respecto a la fauna que habita
estas zonas, es raro ver animales de gran tamaño como
algunos mamíferos, pero se llegan a presentar. Un
ejemplo son los dromedarios o los elefantes en el norte de
África; sin embargo, la mayoría de animales del
desierto son invertebrados (como los insectos y los
arácnidos) o vertebrados pequeños (como los
reptiles), capaces de responder más eficazmente a las
condiciones extremas.
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Una araña rodadora devorando
una salamanquesa.
Cercanos a los polos y a grandes altitudes se
localizan los desiertos fríos y polares. En ellos la
condición de aridez (que está determinada por las
bajas precipitaciones anuales: 15-26 cm por año) se debe a
un fenómeno conocido como ‘movimiento de
aire
descendente’: cuando las capas superiores del aire
comienzan a bajar hacia el suelo, el aire se va comprimiendo, lo
que provoca que la temperatura
aumente aproximadamente 10°C por cada 1000 metros que baja.
Cuando alcanza la superficie terrestre, el aire llega muy
caliente y prácticamente no contiene humedad. Otras veces,
cuando no logra llegar a la tierra
debido a que el aire caliente tiende a subir y el frío a
bajar, se origina una inversión térmica (aire caliente
sobre aire frío) que evita la formación de nubes y,
por lo tanto, la precipitación.
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El desierto boliviano se localiza a
una altitud de 4200 m.s.n.m. Es un desierto
frío.
La mayor parte de este tipo de desiertos se localiza en la
Antártida, en Groenlandia y en el
Neártico. Normalmente, en esta zona los inviernos son muy
largos y fríos, y es precisamente en este periodo cuando
cae la principal fuente de agua para los seres vivos: la nieve.
En América del Sur, el desierto de Bolivia, por
su gran altura, es también frío.
La vegetación se caracteriza por plantas muy
distanciadas entre sí. Las pocas especies que logran
sobrevivir en estos sitios presentan espinas y miden entre 15 y
120 cm de alto, tiran las hojas y algunas veces hasta los tallos
en determinada época del año, y quedan solamente
raíces, bulbos o rizomas latentes debajo del
suelo.
Entre los animales que encontramos en este tipo de hábitat
se encuentran algunos conejos, la rata canguro, el ratón
de bolsillo, el ratón saltamontes, algunas ardillas,
tejones, zorros, coyotes, lagartijas y, en raras ocasiones,
venados. Comúnmente estos animales viven en madrigueras
subterráneas que les permiten evadir los cambios
drásticos de temperatura.
Un ejemplo de este tipo de ecosistemas es el desierto de
Gobi, localizado en el noreste de China y
sureste de Mongolia. En él viven muchos grupos
nómadas. En el invierno se llegan a sentir
temperaturas de hasta -20° C y su belleza radica
en los inmensos mares de arena formados por las partículas
transportadas por el viento durante miles de años.
El Takla Makan (que significa ‘el lugar sin
retorno’), al oeste de China, también está
formado por dunas de arena. Este desierto de cerca de 400000
kilómetros cuadrados está irrigado por el agua que
escurre de los glaciares de las altas montañas de su
alrededor. Los grupos humanos que viven en él han
aprendido a canalizar el agua hacia los campos donde cultivan
trigo, algodón, melones y otras frutas.
El Valle de la Antártida, a diferencia de los anteriores,
presenta dunas de nieve. Este desierto polar ha estado
congelado por miles de años y si se derritiera
provocaría un gran aumento en el nivel del
mar. La flora es muy pobre y está representada por
líquenes, musgos y, como excepción, alguna planta
superior. La fauna se reduce a algunos artrópodos.
Los desiertos costeros se originan debido a la acción
conjunta de los vientos y las aguas frías que provienen de
los polos. El arrastre del viento sobre la superficie costera
produce un movimiento en el interior de las aguas del mar, lo que
origina que sus capas más superficiales estén
siendo reemplazadas constantemente por las corrientes
frías de las capas más profundas. Este
fenómeno, que mantiene fría la temperatura
superficial del mar, disminuye la evaporación del agua y
enfría el aire, lo que limita la humedad disponible y
produce la aridez. El enfriamiento del aire en sus capas
inferiores provoca también que el vapor del agua se
condense en el aire y se produzca la niebla y los estratos de
nubes frecuentes en estos sitios que, junto con las nubes de
invierno, proporcionan las principales fuentes de
humedad para los seres vivos. Algunas veces, cuando la
temperatura superficial del mar aumenta, se produce una
inversión de temperatura en el aire (aire frío
sobre aire caliente) y provoca el fenómeno de ‘El
niño’, caracterizado por lluvias torrenciales. Las
variaciones de temperatura son más moderadas, pues la alta
capacidad amortiguadora del agua regula las fluctuaciones diarias
y anuales.
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Algunos animales del desierto, como
este ratón canguro, dependen de sus madrigueras para
refugiarse del sol durante el día.
El desierto de Atacama corresponde a esta categoría.
Está localizado en las costas de Chile y Perú,
delimitado por la cordillera de los Andes por un lado y el mar
por el otro. Se le considera el área más seca del
mundo y en ciertos puntos nunca se ha registrado
precipitación alguna. Los fósiles encontrados
sugieren que anteriormente (aproximadamente hace 10000
años), el clima era
templado y había una vegetación más
exuberante y, por lo tanto, grandes animales como perezosos,
mastodontes y algunas especies de Equus, actualmente
extintos.
En las zonas de mayor humedad se pueden encontrar
‘islas de vegetación’, donde casi la mitad de
las especies son endémicas de la región:
lagartos, insectos, flamencos, llamas y otros pequeños
animales.
En el desierto de Namibia, ubicado en la costa suroeste de
África, la niebla proporciona casi toda la humedad que las
plantas y animales necesitan para vivir. Está casi
totalmente cubierto por dunas de arena, de las cuales las
más altas alcanzan casi 300 metros de altura en el
área de Sossuvlei.
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En algunas partes del desierto de
Atacama nunca se ha registrado
precipitación.
Entre los animales que han logrado adaptarse a este clima
se encuentran escarabajos, arañas, lagartos, diversos
antílopes, oryx y cebras, además de pájaros,
elefantes y rinocerontes que se alimentan de árboles
de raíces profundas. Las plantas se caracterizan por sus
diferentes adaptaciones al medio.
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Welwitschia mirabilis, nombrada
así por el botánico alemán Friedrich
Welwitsch que la describió en 1860
En este desierto sobrevive la Welwitschia mirabilis,
una especie muy longeva. Al ejemplar conocido más viejo se
le atribuye una edad de unos 2000 años y está
protegido por una valla para evitar que los visitantes puedan
dañarlo. Las formas maduras de esta especie sólo
llegan a tener dos hojas que se arrastran por el suelo.
Otro tipo de desiertos son los secos o calientes. Los
de este grupo son los
desiertos más calurosos debido a que se localizan en el
interior de las masas continentales y se encuentran muy lejos de
cualquier fuente de humedad (principalmente los océanos).
Además, generalmente están separados de las rutas
habituales de las tormentas.
En el verano la temperatura llega a ascender a niveles muy
elevados. Los rangos de temperatura oscilan entre 50 °C y -18
°C. Como las tasas de evaporación son más altas
que las de precipitación, muchas veces la poca lluvia que
cae no llega a alcanzar el suelo. La vegetación es
demasiado escasa y los arbustos y árboles que sobreviven
son muy pequeños. Los animales, como pequeños
mamíferos, insectos y reptiles, suelen ser de
hábitos nocturnos.
El desierto del Sahara, ubicado al norte de
África, es el más grande del planeta y
cubre un área mayor que Australia o Estados Unidos.
Debido a su gran extensión, presenta diferentes tipos de
rocas, suelos,
altitudes, niveles de precipitación y temperaturas. Al
este, el río Nilo promueve la existencia de
‘oasis’ que albergan gran cantidad de flora y
fauna. En el este existen otros ríos permanentes como el
Níger en Mali y el Draa en Marruecos. Aunque las
temperaturas medias
anuales de este desierto no son las más altas del
mundo, en él se registró la máxima absoluta
de la Tierra (58 °C).
A diferencia de lo que la mayor parte de la gente piensa,
la flora en esta región es muy diversa. Se han reconocido
cerca de 2800
especies de plantas, de las cuales 500 son
endémicas. Los animales también son muy diversos.
Allí habitan mamíferos grandes, roedores,
murciélagos, lagartos, anfibios, peces,
aves,
serpientes y murciélagos. En el Sahara occidental se
encuentran los depósitos de fosfato más grandes del
mundo.
El desierto iraniano, que ocupa territorios de
Irán, Afganistán y Pakistán, es otro ejemplo
de este tipo de desiertos. Su importancia radica, además
de su inusitada belleza, en que en él se encuentra el
‘salar’ o la ‘salina’ (lugares de donde
se extrae la sal) más grande del mundo.
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Dunas del desierto de Sahara, el
más grande del mundo.
Otros desiertos interiores continentales son el de
Chihuahua y Sonora, que comparten características de flora
y fauna con el desierto del Monte Patagonia.
Los desiertos semiáridos, como su nombre lo indica,
son, de entre los cuatro tipos, los menos secos. Esto se debe a
sus niveles de precipitación, que son relativamente
más altos que los de los desiertos anteriores. Su aridez
se debe principalmente a un fenómeno conocido como
‘sombra orográfica’ o ‘sombra de
montaña’. Este fenómeno consiste en que
cuando las corrientes de viento provenientes de los
océanos, que vienen cargadas de humedad, chocan con alguna
cadena montañosa, se elevan y en ellas descargan toda la
lluvia. Así, cuando el aire, ya sin humedad, logra pasar
al otro lado de la montaña, llega en forma de vientos
secos, lo que, sumado a la compresión del aire, provoca la
aridez de estos desiertos.
En general, la cobertura vegetal de estas zonas es
más alta (hasta de 5 metros de alto) y más cerrada,
es decir, existe una mayor cantidad de plantas adaptadas a estas
condiciones, lo cual también promueve un mayor
número de especies de animales. La vegetación
normalmente presenta espinas y hojas pequeñas, este
último atributo conocido como microfilia. La
suculencia que se refiere al engrosamiento de tallos y
hojas, también es común en estas zonas. Esta
característica les permite a los individuos almacenar agua
en sus tejidos durante
la época de secas.
Generalmente, la época de lluvias dura entre tres o
cuatro meses del año y las temperaturas oscilan entre los
40°C y los 0°C.
Los cactus, endémicos del continente americano, son
de las plantas mejor adaptadas a los ambientes
desérticos.
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Los cactus columnares del desierto de
Tehuacán–Cuicatlán, así como otras
plantas suculentas, almacenan agua en los tejidos de sus troncos
para tolerar los periodos de sequía.
Estos desiertos se localizan principalmente en el norte de
América (Estados Unidos y México).
En México se encuentran distribuidos en los estados de
Sonora, Chihuahua, Durango, Zacatecas, Nuevo León,
Tamaulipas, San Luis Potosí, Guanajuato, Querétaro,
Sinaloa, Hidalgo, Oaxaca y Puebla. Se calcula que de las
aproximadamente 6000 especies de plantas que habitan estas
regiones a nivel nacional, cerca del 60 % son
endémicas.
El desierto de Tehuacán-Cuicatlán, ubicado
entre Puebla y Oaxaca, se considera como el centro de
diversificación más importante de cactus y agaves
en el mundo. También se piensa que fue en este lugar donde
se comenzó la domesticación del maíz, ya
que ahí se han localizado los restos fósiles de
maíz más antiguos asociados a culturas
humanas.
Es maravilloso observar los cactus columnares como el
‘sahuaro’ o los ‘tetechos’ que adornan el
paisaje, o las biznagas gigantes llamadas comúnmente
‘bolas de oro’ o
‘asientos de suegra’, que fueron utilizadas por las
culturas prehispánicas para realizar sacrificios humanos.
Los animales más abundantes son los insectos, los
murciélagos, los reptiles, los anfibios y algunas aves y
pequeños mamíferos.
Los desiertos del mundo, como bien lo hemos constatado, son
más que zonas áridas, calurosas y deshabitadas.
Son, por el contrario, sitios sorprendentes que guardan miles de
secretos, ocultos en su aparente y superficial paisaje de soledad
y silencio, paisaje que ha sido modelado por el tiempo.
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Estas Mammillarias presentan espinas
en lugar de hojas como una adaptación para proteger su
tronco del sol y los depredadores
CHALLENGER, A., Utilización y
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México: pasado, presente y futuro. canabio, Instituto de
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Vania Jiménez Lobato
Enviado por
Engel Sofia de Baros Bustamante