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San Martín, la Expedición Libertadora del Sur y la Independencia de los pueblos del Perú (1819-1821) (página 3)




Enviado por Jorge G. Paredes M.



Partes: 1, 2, 3

PRIMERA CAMPAÑA DE
JUAN ANTONIO ÁLVAREZ DE ARENALES

(OCTUBRE 1820 – ENERO
1821)

La primera campaña de Álvarez de Arenales
por el interior del Perú, de muy importantes resultados
para el plan
sanmartiniano de la independencia
del Perú, se inició el 5 de octubre de 1820, es
decir apenas roto el armisticio de Miraflores. Las fuerzas a
cargo de Álvarez de Arenales estaban integradas por los
siguientes cuerpos: Batallón N° 11 de los Andes,
Batallón N° 2 de Chile, medio escuadrón de
Granaderos de los Andes, un pelotón de Cazadores de los
Andes y dos piezas de artillería. El total de hombres
ascendía a 1242.

En cuanto a los fines y objetivos de
esta expedición ella estaba destinada a ganarse a la causa
patriota a los pueblos del centro del Perú,
haciéndose todo lo posible para que proclamasen su
independencia y estableciesen sus propias autoridades.
También se llevaría a cabo la formación de
partidas guerrilleras, que tan importante papel jugarían
posteriormente. Con fecha 4 de octubre y desde su cuartel general
en Pisco, San Martín suscribió unas Instrucciones
para Álvarez de Arenales. Transcribimos las citadas
Instrucciones, porque nos permiten una mejor comprensión
de lo que significaría esta campaña
militar.

"A las virtudes militares y cívicas del coronel
mayor don Juan Antonio Álvarez de Arenales se le
confía la expedición de la sierra.

Poco me extenderé en los detalles de estas
instrucciones, cuando estoy persuadido que la prudencia y tino lo
preserva todo y solo me referiré a lo más preciso,
en lo siguiente:

1° Queda facultado para nombrar gobernador,
intendente y demás empleados de las provincias que ocupe a
nombre del supremo gobierno que se
nombre en el Perú.

2° Lo más pronto que le sea dable se
internará en la sierra con su división para
penetrar en Huancavelica, pueblo grande y de recursos en donde
dicha división puede aumentar su fuerza; de
Huancavelica puede marchar a Jauja que no dista más de 30
o 40 leguas. Todo ese país ofrece grandes recursos de
víveres y transporte.

3° Siendo Jauja el punto central para dirigir
cualesquiera empresa sobre
Lima y ponerse por el norte en comunicación con el ejército,
deberá preferir este para cuartel general de toda la
división a fin de fomentar el sistema en todas
las provincias inmediatas cubriendo todas las avenidas de las
sierras hacia Lima.

4° Un destacamento tomará posesión del
pueblo de Trama, abundante en recursos.

5° Un corto destacamento sobre Huamanga sería
conveniente.

6° Luego que desembarque el ejército por el
norte le remitiré todos losa avisos que me sean posible
para que sepa el punto en que ha desembarcado y movimiento que
haré por la sierra para unirse a su
división.

A pesar de las presentes instrucciones, el coronel
Arenales está facultado para variarlas, en el supuesto que
por este le concedo carta blanca para
sus operaciones.

Cuartel General en Pisco, 4 de octubre de
1820

José de San Martín (1)

Como se puede apreciar por la lectura de
estas Instrucciones, ellas eran muy generales y dejaba a
Álvarez de Arenales todo el peso no solo de su dirección sino de los fines y objetivos a
conseguirse y los medios a
través de los cuales ellos sería logrados.
Verdadera carta blanca era la que en verdad se le otorgaba y de
allí el reconocimiento que siempre ha merecido Arenales
por esta trascendental campaña. Muy sucintamente la
reseñaremos, aunque reservando para el siguiente
capítulo lo concerniente a la independencia de los pueblos
de la zona central del Perú, conseguida justamente como
consecuencia de esta campaña.

Las fuerzas de Arenales emprendieron campaña el 5
de octubre, marchando con dirección hacia Ica, donde
legaron la madrugada del día 7. Informados allí que
las fuerzas realistas al mando de Quimper habíanse
desplazado hacia Pisco, dirigiéronse hacia dicho pueblo
con el objeto de enfrentarlas, pero al llegar al lugar citado
encontraron que Quimper había salido de allí con
dirección a Nazca. En estas circunstancias Arenales
encargó al Teniente Coronel Manuel Rojas, segundo jefe de
esta expedición, dirigirse hacia Nazca y batir allí
a las fuerzas de Quimper. La división al mando de Rojas se
puso de inmediato en marcha y el 15 de octubre, a la altura de la
hacienda San Juan, lograba dar alcance a las fuerzas realistas.
Sin embargo Quimper logró escapar y dirigirse hacia la
sierra. El teniente coronel Rojas pudo informarse, por los
prisioneros, que Quimper había hecho adelantar un convoy
con armamentos hacia Acarí. En vista de ello Rojas
encargó al teniente Suárez salir de inmediato en
búsqueda de dicho convoy. Esta maniobra fue realizada con
pleno éxito,
pues el 16 de octubre se lograba sorprender el objetivo
deseado. De esta manera la misión
encargada al teniente coronel Rojas quedaba totalmente cumplida,
por lo que éste emprendió regreso hacia Ica, donde
ingresaba el día 19 del mismo mes de octubre.

En tanto que el teniente coronel rojas había
llevado a cabo su objetivo, Arenales que habíase quedado
en Ica lograba nada menos que esta ciudad proclamase su
independencia. Pero siendo vital dentro de su plan incursionar de
inmediato por la zona central, decidió abandonar Ica, lo
que ocurrió el 21 de octubre. Diez después, el 31,
las fuerzas de Arenales llegaban a Huamanga, donde no encontraron
la menor resistencia en
vista de que las fuerzas realistas habían decidido
abandonar dicha ciudad.

Informado Pezuela de los movimientos de la
división de Álvarez de Arenales de inmediato
tomó las providencias del caso para detener su
progresión. Para esto ordenó que un destacamento al
mando de O‘Reilly saliese con dirección a Pasco, en
tanto que un destacamento de ciento cincuenta efectivo
debería interceptar los pasajes del río Mantaro,
que unían Huamanga con Jauja. Asimismo dio aviso a
Ricafort, que se encontraba en el sur, para que de inmediato
abriese campaña por el centro, con el objeto de hacer
frente a las fuerzas de Álvarez de Arenales. El virrey
confiaba, como bien señala Rubén Vargas Ugarte, en
la concentración de su poderosos ejército, pero sin
tener en cuenta el factor tiempo. Por
otra parte, al ordenar que se cuidadse el puente de Izcuchaca,
para evitar el paso de Huamanga a Jauja, cometió un
gravísimo error táctico, pues no era ese el
único paso existente, de tal manera que Arenales, que
avanzaba desde Huamanga, pudo atravesar el río Mantaro por
el puente de Mayoc, el cual apenas poseía una débil
guarnición. Había ocurrido que Arenales, informado
de los planes defensivos de los realistas, decidió
abandonar Huamanga dejando preparada partidas guerrilleras.
Conociendo que solo una pequeña guarnición realista
cuidaba el puente Mayoc, dispuso que su caballería se
adelantase y dejase libre dicho paso. Cumplido fácilmente
dicho objetivo el día 11 de noviembre, el grueso del
ejército pudo atravesar dicho puente el día 12 y
caer sobre el valle de Jauja, para luego incursionar sobre
Huancayo. El día 20 de noviembre
el pueblo de Huancayo juraba su independencia.

El intendente de Huancavelica, don José
Montenegro, que se encontraba situado en el puente de Izcuchaca,
al recibir informes sobre
el paso del ejército patriota por el puente Mayoc
decidió retirarse con dirección a Tarma. Por su
parte Arenales al ser informado del desplazamiento de Montenegro
encargó al mayor Lavalle salir en su persecución.
Las fuerzas de Lavalle lograron dar alcance a las de Montenegro
el 20 de noviembre, batiéndolas completamente.

El grueso del ejército patriota hizo su ingreso
en la ciudad de Jauja la noche del 21 de noviembre. Arenales
encargó a Rojas pasar hacia Tarma, con la misión
tanto de perseguir a las fuerzas realistas que se desplazaban por
dicha zona como la de apoderarse de todos los elementos
bélicos allí existentes. Rojas llegaba a dicho
pueblo el día 23, cumpliendo plenamente el objetivo de la
misión. Rojas llegaba a dicho pueblo el día 23,
cumpliendo a cabalidad el objetivo de la misión.
Logró hacerse de un gran número de prisioneros
así como de seis piezas de artillería, quinientos
fusiles y cincuenta mil cartuchos.

El 25 de noviembre Arenales, con el grueso de su
ejército, ingresaba en la ciudad de Tarma y tres
días después lograba que dicha ciudad jurase
solemnemente su independencia. Aquí en Trama Arenales
recibió informes acerca de la ubicación de las
fuerzas realistas al mando de O’Reilly en Cerro de Pasco.
En su búsqueda salió de inmediato y ya el
día 5 de diciembre a las once del día acampaba en
Pasco. Aquel mismo día acompañado de una partida de
Granaderos a Caballo, por la tarde, pasó personalmente a
reconocer la entrada y localidad "de este dicho Cerro, cuyo
nombre se da al pueblo, sin embargo de estar en una hondura,
rodeado de cumbres elevadas, por cuya razón y otras
circunstancias se suponía, no sin fundamento, inaccesible.
Muy a pesar de que se intentó estorbar mi designio por las
tropas de O’Reilly que al efecto ocupaba la altura de la
entrada, yo efectué reconocimiento tomando aquellas
nociones que me eran necesarias, con lo cual regresé a mi
campamento, sin que los enemigos me persiguiesen más que
un corto trecho". De esta manera nos informa el propio
Álvarez de Arenales sobre su incursión de
reconocimiento, en misiva de 7 de diciembre dirigida al general
San Martín. (2)

El día 6, al amanecer, Álvarez de arenales
se puso en marcha para hacer frente a las fuerzas de
O’Reilly. Dividió su infantería en tres
columnas, dos paralelas de 280 hombres y una con el resto;
dejando el cargamento y equipajes escoltado con los enfermos y
algunos milicianos. La marcha se hizo teniendo que soportar una
copiosa nevada y bajo un cielo oscuro. A pesar de ello se
emprendió la subida, en el siguiente orden: la columna de
la derecha del batallón n° 2, al mando de Santiago
Aldunate; la segunda de la izquierda, del n° 11, con su jefe
Ramón
Deheza; y la tercera, como de reserva, al mando del teniente
coronel Rojas. La caballería quedaba en observación, por no permitir el terreno de
operaciones su accionar. Pronto las fuerzas de Arenales lograban
alcanzar la cima del cerro e incluso la artillería,
compuesta por cuatro piezas de montaña, y al mando del
capitán Hilario Cabrera, se encontraba en tan
estratégica posición. Al cesar de nevar a y aclarar
el día, Arenales tomó la iniciativa del ataque.
Para ello previamente provocó al enemigo con algunos tiros
de artillería sobre la población, logrando que los realistas
saliesen extramuros. Dadas las órdenes de batalla, la
carga patriota resultó tan efectiva que las fuerzas
realistas resistieron muy poco y pronto emprendieron la retirada.
En el parte suscrito el 9 de diciembre Arenales informaba haber
recogido cincuenta y ocho realistas muertos, dieciocho heridos,
trescientos cuarenta y tres prisioneros, dos piezas de
artillería, más de trescientos fusiles, todas las
banderas y estandartes, pertrechos y municiones, equipajes, etc.
Entre los que cayeron prisioneros en esta batalla se encontraba
nada menos que D. Andrés de Santa Cruz, en aquel entonces
Teniente General, y que luego pasaría a las filas
patriotas y tendría destacada actuación a partir de
aquel momento. O’Reilly logró escapar el citado 6,
pero días después también cayó
prisionero. (3)

Este triunfo en realidad es de gran trascendencia pues
significaba la ineficacia de los planes realistas para detener a
las fuerzas patriotas. San Martín en misiva dirigida al
Ministro de la Guerra de
Chile, coronel José Ignacio Centeno, le dice al respecto:
"Los sucesos de esta campaña han sido extraordinariamente
felices, pero ninguna tan brillante ni más trascendental a
mis ulteriores operaciones que la completa derrota del brigadier
O’Reilly en el Cerro de Pasco por los esfuerzos y el
valor del
benemérito coronel mayor D. Juan Antonio Álvarez de
Arenales, con los demás jefes, oficiales y tropa que
forman la división de su mando…" (4)

Arenales encargó a Nicolás Herrera y a
Pedro Cherres salir en busca de los realistas fugitivos,
así como para que gestionasen la jura de la independencia
de Huánuco.

La primera expedición de Arenales por la sierra
central del Perú vino a concluir a principios de
enero de 1821 al disponer San Martín, desde su cartel
general de Retes el 2 de enero, que las fuerzas de Arenales se
uniesen al grueso del ejército situado en retes.
(5)
En realidad la decisión de San Martín
resultó un tanto apresurada y sobre todo desconcertante,
pues a pesar que se daba cuenta de la importancia de la
posesión del valle del Mantaro, sin embargo en
consideración a su plan de atacar la capital del
Perú, ordenó que las fuerzas de Arenales se le
uniesen en retes, disponiendo que tan solo quedara por dicha zona
cien efectivos de infantería y veinticinco de
caballería, con el objeto de observar los movimientos del
los realistas en esa zona y mantener la
comunicación de la sierra. Tres días
después de impartida esta orden, el día 5,
cambió San Martín de parecer y envió a
Arenales una contraorden para que suspendiese su movimiento de
abandono dela sierra céntrela: "Sin embargo de la orden de
2 del presente que remití a Vuestra Señoría
por duplicado para que se púyese en marcha a incorporarse
al cuartel general , suspenda Vuestra Señoría su
movimiento en el acto que reciba la presente…" (6)
Argumentaba San Martín que era indispensable la
presencia de Arenales en dicha zona por haberse producido la
derrota del Intendente de Tarma, razón por la cual
había decido enviar al batallón n° 4 para que
se le uniese. La contraorden, sin embargo, no pudo ser cumplida
por Arenales, quien en estricta observancia de lo estipulado el
día 2 se había puesto de inmediato en marcha hacia
Retes, a donde llegaba el 18 del citado mes de enero.
(7)

NOTAS

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INDEPENDENCIA DE
LOS PUEBLOS DEL PERÚ

Los pueblos del Perú fueron proclamando su
independencia del dominio hispano
alentados por la presencia del ejército libertador al
mando de don José de San Martín. Incluso ya hemos
visto que en 1819, un 5 de abril, el pueblo de Supe proclamaba su
independencia como consecuencia de la primera travesía de
Cochrane por las costas del Perú. San Martín
ordenó a Álvarez de Arenales incursionar por la
sierra central, dándole instrucciones precisas en el
sentido de que hiciese lo posible para que los pueblos fuesen
proclamando su independencia. Los pueblos del Perú
respondieron, por lo general, en forma extraordinaria, de tal
forma que cuando en julio de 1821 se declaraba, proclamaba y
juraba la independencia del Perú desde Lima, su ciudad
capital, ya todo el centro y norte del Perú habíalo
hecho con bastante anterioridad.

Ya hemos señalado que San Martín
encargó a Álvarez de Arenales incursionar por la
sierra central. Para ello se constituyó, el 2 de octubre
de 1820, la División Volante que sería la
encargada, bajo el mando mencionado, de llevar a cabo la
denominada Campaña de la Sierra. La noche del día
se dio inició a la campaña dirigiéndose con
dirección a Ica donde llegaron la mañana del
día 6. Hoy en día el denominado camino de Saraja
por el cual se desplazaron para ingresar a la ciudad de Ica se
denomina A. Juan Antonio de Álvarez de Arenales, como un
merecido homenaje a este personaje. Las fuerzas realistas al
mando del coronel Quimper habían emprendido la retirada.
Ya hemos mencionado que Álvarez Arenales encargó a
Manuel Rojas ir tras Quimper y batir a las fuerzas realistas, lo
cual fue logrado en Nazca el 15 de octubre. Al día
siguiente como nos dice Gameros la primera victoria militar del
Perú alcanza su máximo punto, cuando en Nasca se
hura solemnemente la independencia (Gameros, 2000). Esto
permitió que Arenales decidiera la celebración de
un cabildo abierto y con ello la declaración de la
independencia de Ica, el 20 de octubre de 1820. Es necesario
señalar que este hecho no fue multitudinario, porque como
le dice el alcalde de Ica Juan José Salas (que de
inmediato sería nombrado Gobernador militar) a San
Martín en carta fechada en Ica a 20 de octubre de
1820:

"… ya está jurada la independencia con mucha
solemnidad y satisfacción del pueblo, como oficialmente se
ha comunicado a esa superioridad, y consta de acta celebrada al
intento, que aunque solo se circunscribe a la corporación
municipal, se extendió efectivamente a la corta
porción del pueblo, que en aquel acto se pudo congregar,
porque la emigración de vecinos no permitió
más por entonces.

No se trata en la acta de pueblo, porque como V.E.
ordenó que la jura se generalizase en los términos
prevenidos, ha sido forzoso dar lugar a que el vecindario se
reintegre, y que el señor coronel Arenales tenga
ocasión un deshago para intervenir en la función.
Todo está ya resuelto y acordado a propósito; y no
se ha verificado hoy porque a nuestro coronel le fue
indispensable diferirlo para el día de mañana, en
que sin duda se hará del modo indicado, y luego se
dará cuenta a V.E. con testimonio de esta nueva
acta".

Esto explica por qué algunos autores dan como
fecha de la independencia de Ica el 21 de octubre, pero sin hacer
referencia a lo que acaeció el día 20.
(1)

Álvarez de Arenales continuó de inmediato
su campaña, ingresando el último día de
octubre en Huamanga. Las tropas realistas al mando del coronel
Francisco de Recabarren se desplazaron en dirección al
Cuzco. Como el pueblo recibió con gran gusto a las fuerzas
patriotas, pronto se organizó la declaración de la
independencia de Huamanga, la cual se llevó a cabo el 8 de
noviembre de 1820.

La incursión de Álvarez de Arenales por el
valle del Mantaro alentó a los patriotas a decidirse por
la ruptura. Era por aquel entonces gobernador del término
o distrito de Huancayo el coronel miteño (natural de
pueblo de Mito) D.
Marceliano Granados y párroco el cura Estanilao
Márquez. Álvarez de Arenales se reunió con
estos dos personajes, acordando redactar el acta de la
independencia y llevar a cabo su respectiva proclamación y
jura solemne. El 20 de octubre de 1820, desde un tabladillo
situado en la quinta de la calle Real fue proclamada la
independencia de Huancayo. (2)

Álvarez de Arenales con el grueso de su
ejército llegó a Tarma el 25 d noviembre de 1820.
Antes de abandonar esta ciudad reunió a los principales
vecinos en cabildo abierto el día 28 del mencionado mes.
Esta institución se manifestó a favor de la
independencia, levantándose de inmediato un acta de la
declaración de la misma., la que fue suscrita por los
vecinos y luego emitida a Álvarez de Arenales. Al
día siguiente el cabildo se reunió en su sala
consistorial donde recibieron al nuevo Gobernador de Tarma,
elegido por el propio pueblo y ratificado por Álvarez de
Arenales, el coronel de Milicias D. Francisco de Paula Otero.
Aquel mismo 29 de noviembre los habitantes de Tarma juraron
solemnemente su independencia. (3)

De Tarma Álvarez de Arenales pasó a Cerro
de Pasco, a donde llegó el 5 de diciembre de 1820.
Después de vencer a las fuerzas realistas comandadas por
O’Reilly y con el doble objeto de perseguir a los fugitivos
y de hacer todo lo posible para que Huánuco proclamase su
independencia, encargó a Nicolás Herrera y a Pablo
Cherres dirigirse en dicha dirección.

Por su parte, el día 9 de diciembre el vecindario
huanuqueño, respondiendo la convocatoria realizada por el
Subdelegado Eduardo Lúcar y Torre, se reunía en
cabildo abierto para tomar una actitud frente
al triunfo patriota. En la asamblea estuvieron presentes el
mencionado Lúcar y Torre, en su calidad de
Presidente del cabildo; José Valdizán, Alcalde de
primer voto; Melchor Basaldua, alcalde de segundo voto; Pedro
Echegoyen, Alcalde Provincial; Cayetano Arteta y José
Tiburcio Roldán, Regidores; Pedro Nolasco María del
Monte, procurador. Estas personalidades al lado de los vecinos
notables de la ciudad, tomarían una decisión en
torno a los
sucesos por que se atravesaba en aquellos momentos. Lúcar
y torre invitó a los asistentes a decidir sobre la actitud
a adoptarse frente a la proximidad del victorioso ejército
patriota. La gran mayoría se manifestó favorable a
la causa patriota y vinieron a acordar el envío de dos
comisionados para que se entrevistasen con Álvarez de
Arenales y le comunicasen la simpatía del pueblo
huanuqueño por el sistema liberal, aunque creían no
conveniente el ingreso de soldados. Fueron elegidos para
desempeñar esta comisión D. Ignacio Prado y D.
José abarca, los cuales pusiéronse en camino el 10
de diciembre.

Al parecer Prado y Abarca se encontraron con Herrera y
Cherres en pleno camino. Lo cierto es que el 11, por la noche,
ingresaba a la ciudad de Huánuco D. Nicolás
Herrera, sin la compañía de Cherres. Al días
siguiente presentaba al cabildo huanuqueño sus
credenciales e instrucciones. Ante este hecho el Cabildo
convocó, mediante bando, a la ciudadanía para el día siguiente., a
las 11 de la mañana, en la Plaza de Armas. El
día 15, en presencia de las autoridades y vecinos, el
comisionado D. Nicolás Herrera tomaba el juramento al
pueblo huanuqueño, bajo la siguiente
fórmula:

"Huanuqueños: ¿Juráis por Dios (una
señal de la Cruz) el ser independientes de la Corona y
Gobierno del rey de España y
ser fieles a la Patria? "

La respuesta , estentórea y al unísono ,
resonó por los cielos de Huánuco:
"¡Sí. Juro!!

Esta misma ceremonia se repitió en los pueblos de
Santa María del Valle y en Huácar. El comisionado
Herrera ratificó la elección del Subdelegado hecha
por el Cabildo en la persona de
Eduardo Lúcar Torre.

Antes de concluir esta brevísima relación
sobre la independencia de Huánuco debemos decir que los
comisionados Prado y Abarca lograron llegar a Cerro de Pasco,
pero cuando ya Álvarez de Arenales había abandonado
dicha ciudad. Fueron recibidos por el Alcalde Mayor de Cerro de
Yauricocha, D. Ramón Arias, el cual el día 12 de
diciembre les expidió un oficio para el cabildo de
Huánuco, De regreso a su ciudad de origen, ambos
comisionados entregaron el citado documento y en atención a él se eligió
Alcalde Mayor, el 17 de diciembre, recayendo este cargo en la
persona de D. Eduardo Lúcar y Torre. Eligióse
asimismo a D. José Figueroa como Comandante Militar. El 23
de diciembre Lúcar y Torre era nombrado Gobernador
Político y Militar de Huánuco. (4)

Al igual que la zona central, el norte del Perú
respondió también en forma positiva a los planes de
San Martín y en un lapso relativamente breve todos los
pueblos del norte juraron su independencia.

Lambayeque, partido de la Intendencia de Trujillo, era
una ciudad muy próspera y muy liberal. Lambayeque como
partido se llamaba Saña. Saña comprendía las
actuales provincias de Lambayeque, Chiclayo y
Pacasmayo.

En Lambayeque se logró constituir un
significativo grupo
revolucionario, entre cuyos miembros se encontraban destacados
personajes, tales como los hermanos Iturregui (Juan Manuel y
José); Santiago, Romualdo y José Leguía; los
hermanos Saco, los hermanos Casós; el marino Juan
José Fanning, el alcalde D. Pedro Antonio Vidaurre, D.
Melchor Sevilla, etc. Ellos entablaron contacto epistolar con San
Martín y le hicieron conocer su adhesión, a la
causa patriota, razón por la cual San Martín les
propuso que proclamasen su independencia.

José Bernardo Tagle, marqués de Torre
Tagle, que desde el 8 de julio de 1820 venía
desempeñándose como intendente de Trujillo, al
tener noticias del
espíritu separatista que imperaba en Lambayeque y deseando
evitar un levantamiento, destacó a esta ciudad una
compañía del Numancia, al mando del capitán
venezolano Antonio de la Guerra. La actitud de Torre Tagle era en
verdad muy engañosa y, al parecer, se mostraba indeciso en
tomar una actitud francamente decidida en torno al problema del
separatismo o del fidelismo, aunque él en su
apología que escribió, a raíz de ciertas
imputaciones que hiciera contra él José de la Riva
Agüero, señala que desde la llegada de la
expedición libertadora su espíritu liberal, que
hasta ese momento había estado
contenido, pudo expresarse libremente y trabajar a favor de la
separación. (Ver: José Bernardo Tagle,
"Narración que hace de sus servicios a la
causa de América"). Lo que en realidad hablan los
hechos es de una verdadera actitud dubitativa de Torre Tagle,
quien terminó por decidirse por cooperar con San
Martín ante la gravedad de las circunstancias y
también –de esto no cabe la menor duda- porque
había de sentir cierta simpatía por el nuevo
sistema, porque de no haber sido así se hubiera
manifestado, como muchos lo hicieron, ferviente
realista.

Tan grande era la influencia del partido sedicioso y el
espíritu separatista imperante, que los Iturregui lograron
ganarse a la causa patriota al propio Antonio de la Guerra. Como
contaban con este factor de la división del Numancia,
además de tener a su favor a las milicias de Lambayeque,
Chiclayo y San Pedro, planearon proceder a la proclamación
de la independencia el 12 de diciembre. Mas esto no pudo llevarse
a la práctica en la fecha fijada debido a ciertos cambios
que se operaron en las guarniciones españolas. El
principal inconveniente radicaba en la presencia de la
oficialidad peninsular. Es aquí que, en combinación
con el coronel Casós –encargado de la Comandancia
Militar de la provincia- planearon salvar este difícil
escollo. Casós ordenó, el día 27, a la
oficialidad hispana dirigirse a la ciudad de Trujillo. Estos no
hicieron la menor objeción, pero la noche de aquel 27
cerraron las puertas de los cuarteles y municionaron las tropas.
Surgió así una situación totalmente
inesperada que parecía convertirse en el preludio de un
duro choque. Es en estas críticas circunstancias que
Casós decidió enviarles un parlamentario,
eligiéndose al capitán Saco para desempeñar
esta delicada misión. El citado capitán
logró convencer a la oficialidad española de la
inutilidad de la resistencia y en vista de ello decidieron los
oficiales peninsulares abandonar la ciudad..

Ese mismo 27 de diciembre de 1820, a las diez de la
noche, en casa del Alcalde de Segunda Nominación, D.
Melchor Sevilla, "por varias y graves razones y siendo entre
ellas la que más ha obligado a estas junta extraordinaria
en tiempo y lugar, eludir el continuo espionaje y las trabas que
por ser español
europeo el Subdelegado Presidente podría oponer a las
miras beneficiosas de esta corporación, si se reuniese en
la sala consistorial"., se reunieron los siguientes personajes:
Pedro Antonio López y Vidaurre, Alcalde de primera
nominación y abogado de la audiencia nacional del
distrito; Melchor Sevilla, alcalde de segunda nominación;
y, el teniente del escuadrón de Pacasmayo; los regidores
José María Muga, alguacil mayor y subteniente del
regimiento de infantería de milicias de este pueblo; D.
José Manuel Poémape, depositario de la caja de
propios; D. Eugenio Crisanto Yerrén, D. Valentín
Mondragón, subteniente de milicias de infantería de
este partido y el alcalde provincial D. Pedro Yuyas; los
síndicos procuradores: Dr. D. Mariano Quesada y D. Hilario
Gil. Los susodichos miembros citados de este Ayuntamiento
resolvieron "jurar, como de facto jura la independencia absoluta
del gobierno español por sí y a nombre de toda esta
población a quien representa, satisfecho hasta la
evidencia de ser este el voto común, subordinándose
totalmente al sistema de Constitución y leyes que el
gobierno de la Patria estableciese para el arreglo, buen orden y
felicidad de todos sus hijos nacidos en esta
América…"

Este acto, privado y circunscrito tan solo a los
miembros citados del Ilustre Ayuntamiento, recibió su
confirmación el día 31 del mismo mes, al realizarse
la juramentación pública en aquel citado
día. Esta nueva acta fue firmada por todos los citados
miembros de la Honorable Municipalidad y por D. José
Díaz de Arellano, Subdelegado, el cual no había
participado en la reunión del 27.

El 14 de enero de 1821 el cabildo, con la presencia del
gobernador político y militar, vino a ratificar la
declaración, proclamación y jura de la
independencia de Lambayeque. (5)

Trujillo proclamó su independencia el 29 de
diciembre de 1820. La ciudad de Trujillo era la capital de la
Intendencia del mismo nombre, la cual era la intendencia
más extensa en que estaba dividido el virreinato peruano.
Respecto a la importancia de esta ciudad, Paul Rizo-Patrón
Boylan y Cristóbal Aljovín de Losada en su
valiosísimo trabajo
titulado "La élite nobiliaria de Trujillo de 1700 a 1830"
(En: El norte en la historia regional. Siglos
XVIII – XIX, Lima 1998) escriben: "A pesar de la decadencia
de su agricultura de
exportación, dependiente de la producción azucarera en los valles de
Chicama, Chimo, Virú y Guamansaña, que como apunta
Katharine Coleman se fue acentuando a lo largo del siglo XVIII,
Trujillo fue y continuó siendo la ciudad más
notable de lo costa peruana luego de la urbe limeña"
(Rizo-Patrón Boylan, Paul y Cristóbal
Aljovín, Lima, 1998, p. 243)

Desde 1819 era su intendente un connotado noble
limeño: José Bernardo de Tagle y Portocarrero,
Marqués de Torre Tagle y futuro marqués de
Trujillo, título este último que le sería
concedido por el gobierno del Protector San
Martín.

Como nos dicen Paul Rizo-Patrón Boylan y
Cristóbal Aljovín de Losada "la posición del
marqués de Torre Tagle en la intendencia de Trujillo
revistió caracteres singulares, cuando, sabedor de la
proximidad del ejército libertador del sur, encabezado por
el general San Martín, y del imparable colapso del sistema
virreinal, se apresuró a proclamar a fines de 1820 la
independencia de España en la región que controlaba
(apoyado por buena parte de los vecinos más notables,
algunos de los cuales habían figurado preeminentemente
–años antes- en las cortesanas celebraciones en
honor de Godoy)" (Rizo-Patrón Boylan, Paul y
Cristóbal Aljovín, Lima, 1998, p. 283)

La proclamación de la independencia de Trujillo
se produjo por la directa intervención de San
Martín. Este escribió a Torre Tagle el 20 de
noviembre de 1820 una misiva invitándolo a adherirse a la
causa patriota, dándole como argumento el estado de
aislamiento en que se encontraba Trujillo al haberse producido la
independencia de Guayaquil y encontrarse el ejército
libertador como una cuña entre la intendencia de Trujillo
y Lima. Torre Tagle mostróse en un primer momento
indeciso, pero terminó por decidirse por la causa
patriota, habiendo influido en esta resolución D. Domingo
Orué y Mirones, quien, como dice Gameros "epistolarmente
domeñaría las últimas resistencias
del marqués de Torre Tagle. Esto está comprobado en
las declaraciones del enviado del General San Martín,
Coronel Llerena, que en su informe de 1822
dice: «El Marqués de Torre-Tagle dijo a uno de los
emisarios del general San Martín: Ud. mismo llevará
la noticia (del pronunciamiento de Trujillo) a su general; y le
dirá a mi amigo Orué y Mirones que he practicado
cuanto me ha dicho, y que se va a jurar la independencia en toda
esta vasta intendencia»" (Gameros, 2000, p. 153)
(6)

El único inconveniente para decidirse por la
separación era la presencia en Trujillo del coronel
peninsular José Tolrá, quien se percató de
la insurgencia y trató de sofocarla.

Torre Tagle ordenó la prisión de los
oficiales contrarios a la causa separatista y, el 24 de
diciembre, convocó al Ayuntamiento donde expuso la
necesidad de decidirse por la independencia. Habiendo logrado
inclinar la balanza a favor de la separación, el
Ayuntamiento se volvió a reunir, en calidad de cabildo
abierto, el 29 de diciembre de 1820. El pueblo que había
sido convocado esperaba expectante los resultados de la
reunión. Los miembros del cabildo manifestaron estar
acordes con la proclamación de la independencia por lo que
se levantó inmediatamente acta de ella, documento este que
hoy no se conserva debido a que fue desglosado del libro del
Cabildo. El juramento se llevó a cabo el 6 de enero de
1821, acto del cual si consta el acta respectiva. (7)

Piura proclamó su independencia los primeros
días de enero de 1821. Formaba parte, con categoría
de Partido, de la Intendencia de Trujillo, la cual estaba
conformada por siete partidos: Trujillo, Lambayeque, Piura,
Cajamarca, Chota, Chachapoyas, Pataz y Huamachuco.

El ambiente
reinante en Piura era propicio para la causa separatista y es por
ello que al tenerse noticias de los sucesos de Trujillo se
produjo de inmediato una reacción tendiente a lograr la
separación.

En la mañana del 3 de enero de 1821 llegó
a Piura D. Luis Ugarte, jefe de la oficina de coreos
de Trujillo, portando documentos
remitidos por Torre Tagle a las autoridades municipales, con la
advertencia expresa en los propios sobres de ser abiertos en
presencia del pueblo. Se enviaban asimismo misivas para las
autoridades militares e incluso una carta privada para
José María Casariego, Comandante de la
guarnición realista de Piura, la cual constaba de
seiscientos efectivos y cuatro piezas de
artillería.

El alcalde de Piura, en la noche del mismo3, dispuso la
colocación de carteles convocando a todos los habitantes a
una reunión a realizarse ene l convento de San Franciscos,
el día 4 a las ocho de la mañana. El citado 4 se
llevó a cabo la reunión en el convento prefijado,
presidida por el Alcalde y con asistencia no solo de los vecinos
sino también de Casariego y de Joaquín
Germán, este último también jefe realista.
Los pliegos remitidos por Torre Tagle fueron abiertos y los
asistentes pudieron conocer su contenido, el cual era en el
sentido de decidirse por la causa separatista. Los asistentes
manifestaron su complacencia con la causa separatista. Casariego
intentó abandonar la sesión, pero fue detenido,
según José María Arellano –testigo
presencial de los hechos-, por el zapatero Mariano Mendiburu,
aunque existe otra versión acerca de un anónimo
hombre del
pueblo quien lo detuvo colocándole un puñal en el
pecho. Aquel mismo día fue elegida la primera junta
gubernativa de Piura independiente, integrada por Manuel
Diéguez de Florencial, Nazario García Coronel y
José Lamas. El mando militar fue entregado a Miguel
Jerónimo Seminario y
Jayme. Dos días después, el 6 de enero de 1821, fue
jurada solemnemente la independencia de Piura. (8)

Por estos primeros días de enero de 1821
también juró su independencia la ciudad de
Cajamarca. Era uno de los partidos integrantes de la Intendencia
de Trujillo y también vino a mostrarse a favor del nuevo
estado político. Al igual que a Piura, Torre Tagle
envió un comisionado para que se pudiese en contacto con
las autoridades y patriotas, a fin de que se procediese a
declarar la independencia. El presbítero D. José
María Mozón, quien fuera acompañado por
Domingo Casanova, corrió a cargo de esta comisión.
Monzón legó a Cajamarca el 3 de enero de 1821. Se
entrevistó con el Alcalde D.. Vicente Barrantes y con el
teniente coronel D. Antonio Rodríguez de Mendoza (sobrino
del famoso sacerdote chachapoyano Toribio Rodríguez de
Mendoza), quien se desempañaba como Gobernador
Político y Militar de la provincia. Los resultados de
estas entrevistas
fueron totalmente fructíferas. Estando el cabildo
plenamente de acuerdo con la causa separatista se fijó
para el domingo 7 de enero la jura de la independencia. Como al
llegar Monzón a la ciudad de Cajamarca las autoridades de
ésta habían transcrito el oficio de Torre Tagle a
los gobernadores distritales, pudo jurarse el mismo 7 de enero la
independencia no solo en la ciudad de Cajamarca sino
también en los demás pueblos del partido. Hecho de
gran valor significativo, realzado por Waldemar Espinoza, es el
hecho que un curaca, D. Calixto Soto Astopilco, descendiente de
Atahualpa, estuvo entre los que juraron la independencia de
Cajamarca. (9)

Tumbes, dependiente del partido de Piura, de la
Intendencia de Trujillo, declaró su independencia desde el
«pueblo de San Nicolás de Tumbes, dependiente de la
ciudad de Piura» el 7 de enero de 1821. Aquel citado
día se reunió el Ayuntamiento tumbesino con el
objeto de abrir los documentos que se le habían enviado
desde Piura. Deberían tomar una decisión sobre lo
que en ello se les propusiese. Habiéndose procedido a
abrir el recientemente enviado correo y realizada la lectura del
oficio enviado por la Junta de Piura, quedaron informados que
dicha ciudad había jurado su independencia del dominio.
Leyóse
asimismo una proclama de Torre Tagle, de 29 de diciembre de 1820,
en la que se exhortaba a los pueblos de la jurisdicción de
su Intendencia el decidirse por la independencia.

El cabildo tumbesino aquel mismo 7 de enero
declaró su independencia, levantándose de inmediato
acta de tan memorable acontecimiento, documento este en el cual
se señala que la conmemoración de este
acontecimiento se realizaría entre los días 11 y 15
de enero, quedando fijado como día festivo el 14, es decir
aquel en el cual todo el pueblo de Tumbes proclamaría su
independencia. El cabildo tumbesino que tomó esta
decisión estuvo presidido por José Jiménez.
El 14 de enero vino pues a realizarse la proclamación y
jura de la independencia de Tumbes, con lo cual se completaban
los tres actos formales del proceso de
independencia: declaración, proclamación y
jura.

Todo esto nos permite señalar, como ya han
señalado otros estudiosos, que se suele equivocar la fecha
de la declaración y proclamación de la
independencia de Tumbes pues se acostumbra celebrar todos los 7
de enero como la fecha de la proclamación de la
independencia, cuando en realidad esto ocurrió el 14 de
enero. El error resulta de no entender en su exacta
dimensión los tres actos, que en el fondo constituyen una
unidad de la mecánica de la separación formal,
cuales son la declaración, proclamación y jura de
la independencia. Pongamos por caso, para su mayor entendimiento,
la independencia del Perú desde Lima. Ella fue declarada
el 15 de julio de 1821, por el cabildo de Lima. Fue proclamada,
desde cuatro plazas públicas, por San Martín, el 28
de julio. Y la jura se hizo a partir del 29 de julio. De esto
resulta que de ninguna puede confundirse un acto con otro, pues
cada uno, y los tres como unidad, tienen un significado especial,
como tan esclarecedoramente lo ha señalado Fernando Gamio
Palacios. Que la proclamación de la independencia de
Tumbes se realizó el 14 de enero se desprende de la propia
acta de la declaración, y así se consigna en el
"Parlamento del Escuadrón Patriotas de Tumbes" reproducido
por la Dra. Ella Dumbar Temple en "La independencia de Piura",
documento en el cual leemos los siguiente:

"Señor Comandante Militar Patriótica
(sic). El escuadrón en corporación del pueblo
decimos: Que habiendo jurado la independencia la cabeza de esta
provincia como lo es esa ciudad de Piura obedientes, leales, y
voluntarios nos sometimos al cumplimiento de sus órdenes y
para ello siguiendo sus mismos trámites, y en solicitud de
la libertad, y
hacernos felices en sacudir el yugo que nos oprimía. El
domingo 14 del presente juramos la independencia con la
solemnidad, la misma con la que nos notició se
había hecho en esa ciudad…"

En este citado importante documento se repudian
comandante Miguel Vargas Machuca y a su hijo el subteniente
Francisco, "a quienes toda la corporación de este pueblo,
y escuadrón no admitimos, queremos, no obedecemos ahora ni
en ningún tiempo por odiosos, sospechosos, y
perniciosos…" (10)

En el propio mes de enero de 1821, también
azuzada por agentes de Torre Tagle, vino a proclamar su
independencia Chachapoyas, partido integrante de la Intendencia
de Trujillo.

D. Francisco Bustamante y Lavalle se desempeñaba
como alcalde de Chachapoyas. Él fue el encargado de
recibir los documentos remitidos por Torre Tagle en similar
sentido a otros correos enviados por Torre Tagle dentro de la
jurisdicción de su intendencia. Algo más, las
autoridades de Chachapoyas no solo proclamaron su independencia,
entre el 15 y el 20 de enero de 18221 , sino que además
remitieron los pliegos recibidos de Trujillo, y a los cuales
añadieron los propios, para que las autoridades de Maynas
se decidieran también por la independencia.

Al influjo de su patriota gobernador D. Juan Antonio
Checa, el 8 de mayo de 1821 vino a proclamar si independencia la
ciudad de Jaén, la cual fue ratificada el día 4 de
junio. Aquel 4 fue confirmado en su cargo de Gobernador D. Juan
A. Checa, haciendo el juramento respectivo al día
siguiente. El Gobernado mencionado ha dejado un certificado de la
proclamación y jura de la independencia de Jaén,
documento este que reproducimos a continuación:

"Don Juan Antonio Checa, Gobernador nombrado por la
Patria, de la Provincia de Jaén de
Bracamoros,etc.

Certifico: Que en este día, habiéndose
reunido todo el vecindario de esta ciudad a consecuencia de la
citación que se le hizo, proclamó la Patria y
juró voluntariamente, la gloriosa independencia, con
general aplauso y repetido vivas, que luego conducidos a la
iglesia, y en
ella juró, igualmente la misma independencia el venerable
cura licenciado Don Juan Francisco Garay, manifestando tener
orden para el efecto del Señor Gobernador del Obispado,
comunicado por medio del Vicario de Provincia; que enseguida hizo
una exhortación muy elocuente y expresiva al intento; y
después celebró la misa de gracias necesaria en
estos casos, con su respectiva Te Deum, que de este modo se
concluyó el acto, manifestando siempre, todo el concurso,
muchos placeres y regocijos; que en los pueblos de esta
jurisdicción, no dudo se esté practicando lo mismo,
a consecuencia de las órdenes y comisiones que tengo
dadas, cuyas contestaciones de cumplir con exactitud quedan en mi
poder, y para
que conste donde convenga y obre los efectos que haya lugar en
derecho, firmo el presente en la ciudad de Jaén
independiente.- Juan Antonio Checa" (11)

La jura de la independencia de Maynas se llevó a
cabo en su capital, la ciudad de Moyobamba, el 19 de agosto de
1821, veintiún días después de haberse hecho
lo propio en la ciudad de Lima. Como señala acertadamente
Ricardo Cavero Egúsquiza, a quien seguimos en estos
pormenores, el viaje entre Lima y Moyobamba duraba no menos de
treinta días y solo podía hacerse a pie o en
acémila, razón por la cual los pobladores de
Moyobamba al jurar la independencia el 19 de agosto no
sabían aún que el general San Martín
había ya declarado (sic) la independencia del Perú,
en la capital de la república. (12)

Cerraré este capítulo haciendo referencia
breve a la independencia de Guayaquil.

Resulta aún necesario, aunque parezca
increíble, referirse a hechos que están debidamente
documentados y que sólo un falso nacionalismo
pretende desconocer o tergiversar, tanto en un lado como en otro.
Sabemos que según la Real Orden dada el 7 de julio de
1803, expedida a solicitud de la Junta de Fortificaciones de
América, la corona española ordenó la
segregación de la Gobernación de Guayaquil del
virreinato de Nueva Granada y su reincorporación al
virreinato del Perú La R.C. de 1803 fue puesta en conocimiento
de los virreyes del Perú y Santa Fe, quienes la recibieron
y cumplieron. Leguía y Martínez reproduce los dos
documentos oficiales mediante los cuales don Antonio Amar, virrey
de Santa Fe y el marqués de Avilés virrey del
Perú, con fechas 19 de diciembre de 1803 y 23 de enero de
1804, respectivamente, dejan constancia de recibo de la Real
Orden e imparten las medidas para su cumplimiento. La
reintegración de Guayaquil al virreinato peruano fue
general y total como se confirma en la R.O. de 10 de febrero de
1806, dada ante los reclamos del Tribunal del Consulado de
Cartagena. En este documento se dice: "En vista de lo que
consultan U.S.S. en carta de 25 de marzo del año
próximo anterior, sobre si la provincia de Guayaquil, a
consecuencia de la agregación al virreinato de Lima, debe
depender, en la parte mercantil, de ese Consulado o del de dicho
de Lima; se ha servido Su Majestad declarar que la
agregación es absoluta
; (el subrayado es nuestro) y,
por consiguiente, que la parte mercantil debe depender del
mencionado Consulado de Lima, y no de ese".

A pesar de todo esto no se puede silenciar que la
decisión de la corona española de segregar
Guayaquil del virreinato de Santa Fe fue mal visto por un sector
de la población guayaquileña. Pero tampoco se puede
desconocer que, ya durante la etapa separatista, en Guayaquil
había un sector, llamésmole así,
properuanista e incluso un sector favorable a la
autonomía. Para un conocimiento más pormenorizado
de esta temática remito al capítulo
«Guayaquil, territorio colombiano» de mi
trabajo

La independencia de Guayaquil se produjo el 9 de octubre
de 1820. Entre los líderes del movimiento se encontraban
José de Villamil, J.F. Elizalde, J.J. Olmedo, J. de
Antepera, Rafael Ximena, Juan Illingrowth, Gregorio Escobedo,
etc. La junta que se formara en aquel citado día 9
envió emisarios tanto a la expedición libertadora
del norte como a la del sur, solicitando ayuda y
poniéndose al servicio de la
causa patriota. Hacia el Perú fueron enviados José
de Villamil y Miguel de Letamendi, a bordo de la goleta
"Alcance", los cuales se entrevistaron con San Martín el 1
de noviembre de 1820. Como sostiene el R.P. Vargas Ugarte "El
levantamiento de Guayaquil favorecía de algún
sentido los planes de San Martín y, por lo pronto,
proporcionaba a la escuadra un buen astillero y facilidades para
la carena de los barcos, pero en cambio la
división de opiniones sobre su futura suerte le
creó un problema que no dejó de inquietarle por un
tiempo" (13)

NOTAS

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CRISIS EN LAS
FILAS REALISTAS: DEFECCIÓN DEL NUMANCIA Y MOTÍN DE
AZNAPUQUIO

El Numancia era "el cuerpo más florido que
había traído Morillo al Virreinato de Santa Fe. Sus
muchas campañas le habían reducido a poco
más de un tercio, completándose las bajas con
jóvenes, muchos de ellos, decentes, de la provincia de
Barinas, Venezuela.
Mandado a Nueva Granada, ocupó Popayán, y
después de ocho meses de refriegas, entró
triunfante y orgullosos en Santa Fe. Movido al Perú por
las expediciones de Cochrane, recibió orden de partir a
Lima, y del 4 de febrero al 6 de julio, por Popayán,
Quito, Loja,
Trujillo, recorrió más de 1500 leguas en marchas y
contramarchas, dejando en todas partes, mucho dinero por su
número y esplendidez, respeto al
monarca por su denuedo y gratos recuerdos por su disciplina". (1)

En la madrugada del 3 de diciembre de 1820 el
batallón Numancia se pasó íntegro a las
filas patriotas. Los líderes que hicieron posible esta
defección fueron los capitanes Tomás Heres y
Ramón Herrera y los tenientes Pedro Guash y Pedro
Izquierdo, oficiales del citado batallón. Estos y otros
jefes habían sido seducidos por la propaganda
patriota y con ello se hizo posible tan gran suceso. Se sabe que
en esta labor de seducción tuvieron destacada
actuación varias damas peruanas, sobre todo Carmen
Noriega, Gertrudis Coello, Carmen Guzmán, Hermenegilda y
María Simona Guilsa y Rosa Campuzano. Carmen Guzmán
era la propietaria de una fonda donde alojábanse y
comían los oficiales del Numancia. Este hecho
facilitó la labor de ganar a la causa patriota a los
oficiales de Numancia, que con frecuencia se encontraban en la
mencionada

fonda. (2)

También tiene que destacarse en la labor de
persuasión, para la ocurrencia de este celebre
acontecimiento, a los sacerdotes del Oratorio San Felipe Neri, D.
Joaquín Paredes y Mariano José de Arce. El primero
de los mencionados era visitado, en el convento de San Pedro de
Lima, con relativa frecuencia por Tomás Heres. Se sabe que
fue este sacerdote quien conversó y convenció a
Heres para que se decidiese por su pase a las filas
patriotas. (3)

Debemos señalar que en este sorpresivo
acontecimiento también intervino en algo, y tal vez no
poco, el deseo de ganarse unas cuantas onzas de oro,
más exactamente un total de ciento cincuenta, que
según propias declaraciones de Heres se distribuyeron
entre ciento treinta hombres, entre soldados y oficiales del
afamado batallón. (4)

Asimismo en algo debió pesar el anhelo de
regresar a Venezuela, el suelo natal del
cual procedía la mayor parte de los integrantes del
Numancia, pues sabemos, por un oficio dirigido por los oficiales
del Numancia a Sucre, de fecha 30 de octubre de 1821, que ellos
le habían manifestado al General San Martín, cuando
se pasaron a sus filas, sus deseos de regresar a la patria,
consiguiendo que San Martín les prometiese acceder a ello
apenas se tomase la capital del Perú. (5)

No todos, por supuesto, se plegaron a la
defección. Entre estos opositores destacaba el Teniente
Coronel Ruperto Delgado, jefe del Numancia. Delgado, que era
peninsular, fue apresado por los conjurados y gracias a la
intersección de su íntimo amigo Tomás Heres,
pudo vivir tranquilamente en el pueblito de Supe y luego pasar a
Chile y de allí viajar a Europa.
(6)

Algunos pocos soldados lograron huir, fieles a la causa
realista, en el mismo momento que se produjo la defección,
siendo ellos los que informaron a Valdés, quien por
Trapiche se replegaba sobre Lima.

Los efectivos del Numancia aprovecharon la oscuridad
para abandonar las filas realistas y pasarse al bando patriota.
Se unieron a la división patriota que se encontraba al
mando del General Alvarado. San Martín la había
destacado hacia Chancay para apoyar el pase del Numancia.
Realizada la acción,
desde Chancay se le enviaron partes a San Martín
dándole cuenta de la buena nueva. En Chancay se embarcaron
los patriotas y enrumbaron hacia Huacho, llegando al cuartel
general de Huaura el 11 de diciembre. San Martín en premio
a la labor directriz de Heres lo ascendió al grado de
Coronel. Al batallón Numancia le encargó la honrosa
misión de recibir en custodia la bandera del
Ejército Libertador. Por otra parte, mandó que
agregase a su nombre el sugestivo título de "Leal a la
Patria". El batallón Numancia conservó este nombre
hasta que en 1823 Bolívar lo
cambió por el de Voltígeros de la
Guardia.

Este acontecimiento tuvo para la causa patriota gran
importancia, no tanto por lo que podía significar
numéricamente la pérdida de seiscientos cincuenta
efectivos para los realistas, sino por el impacto
sicológico dentro de dicho ejército. Es el propio
San Martín quien se dio cuenta de ello y en carta a Torre
Tagle le expresa al respecto lo siguiente: "El batallón
Numancia ha dado a la causa de la tiranía un golpe mortal,
abandonándola, todo él, la noche del 2 de
corriente, para incorporarse a mis filas, y aunque las ventajas
físicas que me proporcionan este suceso memorable son
ciertamente de mucha magnitud, si embargo pierden mucho de su
importancia al lado de las ventajas morales que me resultan de
este ejemplo dado a las tropas del virrey…" (7)

.La actitud pasiva que tomara el virrey Pezuela ante la
invasión del ejército patriota comandado por San
Martín, así como también los continuos
fracasos del ejército realista y la cada vez más
desesperada situación debido a los progresos de los planes
de San Martín, fue creando un ambiente hostil contra el
Virrey, sobre todo en el círculo de jefes militares
peninsulares. Como bien dice Nemesio Vargas: "En el espacio de
cuatro meses, Pezuela había perdido 400 hombres de
Quimper, 200 en Izcuchaca, 200 en Jauja, 80 en Tarma, 100 de
tropas y 200 mineros armados en el Cerro de Pasco; el
batallón Victoria, el escuadrón Carabayllo, 3000 de
la división de Ricafort, 600 en Trujillo, 1500 en
Guayaquil; la fragata Esmeralda, la goleta Aranzaza; los partidos
de Ica, Córdova, Yauyos, Huarochirí, Canta,
Chancay; las provincias de Huamanga, Huancavelica, Tarma,
Trujillo, Guayaquil; y la estimación de su teniente, La
Serna, Canterac, Valdés, Loriga, Ameller, Villalobos,
Ferraz, García Camba y otros, resueltos ya a hacerse
dueños del país y de la situación".
(8)

El 16 de diciembre de 1820 ocurre un hecho que
nuevamente puso en serios aprietos, ante sus gobernados, al
virrey don Joaquín de la Pezuela. Aquel día el
cabildo de Lima le elevó un informe comunicándole
que los vecinos estaban porque el Ayuntamiento gestionase la
celebración de un armisticio con el ejército
patriota. Los más fervorosos realistas del regimiento
Concordia no tardaron en repudiar semejante actitud y solicitaron
se expulsase del regimiento a los firmantes de semejante
petición. El virrey Pezuela ante tan opuestas actitudes no
supo que determinación tomar y ello sería otro de
los motivos que impulsó a un grupo de militares la
decisión de llevar a cabo su deposición, como una
medida necesaria para poder intentar salvar la suerte del
virreinato. (9)

El 29 de enero de 1821, en Aznapuquio, los realistas se
reunieron en Junta General. Canterac y Valdés presentaron
los cargos contra el virrey y se manifestaron por su inmediata
deposición, deportación y reemplazo. El escogido
para sustituirlo fue José de La Serna. Fueron diecinueve
los jefes que suscribieron este acto, entre ellos José de
Canterac, Jerónimo Valdés, el Marqués de
Valleumbroso, Matero Ramírez, Andrés García
Camba, José Ramón Rodil, Antonio Seoane,
Valentín Ferraz, etc. El capitán Plasencia fue el
encargado de llevar dicha nota al palacio virreinal y hacer que
llegara a manos de Pezuela. En Palacio la nota fue recibida por
Juan Loriga, Secretario de la Junta de Guerra, quien fue el
encargado de entregársela personalmente al virrey. Pezuela
después de leer la nota consultó con sus jefes
militares allí presentes, sin imaginarse siquiera que
ellos también estaban comprometidos en el complot. Pezuela
creyó conveniente que La Serna (Pezuela no sabía ni
sospechaba que era uno de los principales líderes de los
complotados) pasase a Aznapuquio para entrevistarse con los
rebeldes y tratar de convencerlos para que depusieran su
desestabilizadora actitud. La Serna, sagazmente, se
disculpó pretextando que en caso de fracasar en su
misión se le consideraría cómplice. Ante
esto, Pezuela se decidió por contestar a los rebeldes que
nombraría a don José de La Serna General en Jefe
del Ejército, pero que su dimisión solo la
haría en otras circunstancias menos dañosas para su
cargo y para su persona.

La respuesta y actitud mesurada y conciliadora del
Virrey fue rechazada de plano por los amotinados, quienes
contestaron a esta nota dándole a Pezuela un plazo
perentorio de cuatro horas para renunciar. Pezuela al recibir e
informarse de esta nueva nota, reunió a la Junta de
Generales, integrada por La Serna, La Mar, Llanos, Deliu y
Vacaro. La Sena le aconsejó renunciar, precisándole
que al darle este consejo no le movía interés
alguno, pues él pasaría en breve a España.
Pezuela ante tan crítica
situación se veía en un callejón sin salida
y sin otra alternativa que la de renunciar. Al producirse la
acefalía del gobierno virreinal, la Junta de Generales
acordó que La Serna debía hacerse cargo del mando.
La Serna "con harto bien planeado disimulo, varias veces se
negó a hacerse cargo del virreinato", según expresa
Nemesio Vargas. Incluso el propio Pezuela tuvo que insistirle
para que aceptase el encargado que se les estaba confiriendo.
Solo así, habiendo llevado la simulación
al extremo de pasar como que dicho encargo lo recibía en
contra de sus deseos, La Serna terminó por aceptar el
reemplazar a Pezuela como un gran sacrificio en la difícil
misión de tratar de salvar el virreinato. Lo cierto es que
don José de La Serna se convirtió en el
cuadragésimo y último virrey del Perú no en
contra de sus deseos y esperanzas, sino habiendo tomado parte en
su propio nombramiento.

Pezuela, por su parte, el 1de febrero dictó a
Bartolomé de Bedoya -Auditor General del Virreinato- su
protesta formal, con carácter de secreta, por el
motín. (10) Él había tomado
con mucha serenidad lo acontecido, según testigos de la
época, no así su esposa, la cual, por ejemplo,
reprochó a Juan Loriga su innoble actitud, teniendo en
consideración a que él había solicitado
casarse con la hija de Pezuela.

No queremos dejar de mencionar, aunque muy sucintamente,
lo que pasó Pezuela desde su deposición hasta que
abandonó el Perú. Sacado del poder, Pezuela, su
esposa y demás familiares, acuerdan emprender el regreso a
Europa y para ello deciden hacer el viaje a bordo del buque de
guerra inglés
"Andrómaca", el 9 de abril. Si embargo, Pezuela se
vería imposibilitado de ir con ellos. Esto debido a que el
comandante del citado navío tenía instrucciones de
su gobierno de no recibir a ningún militar. En vista de
ello Pezuela permaneció en Magdalena, en casa de su yerno,
el coronel Rafael De Cevallos. Recién en mayo pudo Pezuela
embarcarse en la corbeta mercante estadounidense "General Brown".
El 7 de junio pasó de este navío al buque de guerra
norteamericano "Constellation". Aquel mismo 7 de junio de 1821, a
eso de las 10 de la noche, se presentó a bordo del citado
navío norteamericano el General don José de San
Martín, para mantener una entrevista con
el ex virrey. La plática se prolongó hasta las dos
de la madrugada y ella está confirmada por el propio
Pezuela, quien así lo consigna en su Diario. El caudillo
patriota le prometió a Pezuela permitirle abandonar las
aguas del Perú apenas Lima cayese en su poder. Pero
Pezuela no esperó que esto ocurriese y planeó su
salida furtiva. Pagó bien al capitán del
navío General Brown para que le permitiese embarcarse y
abandonar el Perú. El 29 de junio Pezuela, se embarcaba en
dicho navío, en Chorrillos. Cuando el capitán
Charles Ridgeley, comándate de la Constellation se
informó de este suceso se enfadó por la flagrante
violación de las instrucciones dadas sobre el particular.
Pezuela a bordo de la Brown pasó a Río de Janeiro y
de allí a Europa. (11)

¿Qué fue lo que realmente produjo la
caída del virrey don Joaquín de la Pezuela?
Citaremos un tanto extensamente al gran historiador canadiense
Timothy Anna quien, brillantemente, hace un esclarecedor análisis de la desintegración en el
gobierno de Pezuela y nos permite comprender el por qué
termina por ser depuesto. Señala que fueron dos elementos
fundamentales los que destruyeron el gobierno de Pezuela entre
1816 y 1820: "el colapso financiero del régimen causado
por el cese total de los envíos marítimos de
España, y la brillante estrategia de
José de San Martín de cruzar los Andes para atacar
no el Alto Perú, como los rebeldes de Buenos Aires
habían estado haciendo durante seis años, sino
Chile, el flanco sur del Perú. Pezuela se negaba a creer
que San Martín intentaría lo imposible y tratase de
cruzar las montañas para atacar Chile. En lugar de ello,
creía que el objetivo del comandante rebelde era
simplemente utilizar la seguridad de
Mendoza para preparar un ejército y utilizarlo para atacar
el Alto Perú. En consecuencia, Pezuela se concentró
en enviar fuerzas de refresco -3,300 hombres- al Alto
Perú, aunque sus asesores militares le advirtieron que el
real objetivo de San Martín podía ser Chile. Solo
cinco meses después de tomar el poder, sin embargo,
Pezuela recibió cartas
interceptadas a San Martín, que hacían claro que
los rebeldes planeaban cruzar la cordillera para atacar Santiago.
Ciertamente, Pezuela no puede ser culpado por no haber previsto
un evento que nunca antes se pensó que era posible, sin
embargo es cierto que no haber reforzado Chile a tiempo
permitió las victorias de San Martín en Chacabuco y
Maipú. Su error táctico al ignorar esta posibilidad
le costó la confianza de sus principales comandantes, que
en enero de 1821, luego que el Perú sufriera otros
desastres, lo destituyeron de su cargo. La caída del
Perú comenzó con la caída de Chile en 1817".
Como nos lo recuerda el propio Anna, se cumplía "la
profecía de Goyeneche en 1808, de que Chile
probaría ser la vena yugular del Perú". Y
resumiendo nos dice: "¿Cómo podemos evaluar
entonces el impacto de la destitución de Pezuela? Es claro
que los oficiales del ejército no actuaron de manera
inmediata. El Estado Mayor se volvió contra Pezuela por
unanimidad, incluyendo al joven Loriga, su futuro yerno. Todos
estaban convencidos de que la situación militar no
tenía esperanza bajo el gobierno de Pezuela y que su
insistencia en mantener el control sobre
Lima a todo costo amenazaba
todo. Sin embargo tanto civiles como eclesiásticos
reaccionaron con grave preocupación al golpe militar. Este
marcó un importante agravamiento de la tensión. De
repente se hizo claro que Lima estaba en peligro, y desde ese
momento en adelante cada cual luchó por su vida" (Anna, T.
Lima 2003, pp. 179-180, 182 y 230)

NOTAS

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CONFERENCIAS DE
TORRE-BLANCA Y PUNCHAUCA

Las conferencias que se llevaron a
cabo en la hacienda de Punchauca (1) fueron
consecuencia lógica
de dos hechos: la llegada de Abreu con Instrucciones y la
formación de la Junta de Pacificación, de la cual
era Presidente el propio virrey La Serna.

Manuel Abreu había llegado al Perú en los
primeros meses de 1821, enviado por la Corona con amplios poderes
y adecuadas instrucciones para resolver el gravísimo
problema que significaba la lucha separatista hispanoamericana,
la cual había llegado a un punto tal que amenazaba con
alejar a España total y definitivamente de este
continente. Ya hemos señalado que en marzo de 1821 Abreu
se entrevistó, en Huaura, con San Martín, antes de
haberse reunido con las autoridades virreinales, porque
había preferido desembarcar en un puerto norteño
antes que en el del Callao. La entrevista
entre el Comisionado Regio y el Jefe del Ejército
Libertador del Perú fue del todo amable, y, sobre todo,
dejó grata impresión en Abreu, quien se
impresionó por la moderación encontrada en San
Martín. Al llegar a Lima y ponerse en contacto con La
Serna y demás jefes y autoridades, Abreu encontró
un ambiente hostil hacia él, hacia su misión y
fundamentalmente hacia su posición conciliadora, que iba
muy bien con su carácter, y que en el fondo era la propia
posición de las autoridades españolas en ese
momento. La versión de Abreu sobre estos hechos es muy
importante y ha sido minuciosamente analizada por Ricardo
Piccirilli. (2)

Las conferencias de Miraflores, a las cuales ya nos
hemos referido, terminaron en un completo fracaso ante lo
irreconciliable de las dos posiciones. Derrocado Pezuela, el
nuevo virrey, don José de La Serna, intentó llegar,
con San Martín, también a una solución
pacífica. Con este fin dirigió al Jefe del
ejército libertador un oficio con fecha 9 de febrero de
1821 donde le señala que "circunstancias particulares y
extraordinarias que Ud. no ignora, me han puesto a la cabeza de
este Virreinato, cuyo cambio ha sido recibido del público
con júbilo y entusiasmo", para luego proponerle la
realización de una entrevista a llevarse a cabo en
Chancay, "entre dos Jefes Superiores del Ejército de su
mando con otros dos del mío, por si se pudiese hallar un
medio que concilie los intereses y concluya la desavenencias
entre Españoles Americanos y Europeos;…" (3)

Recibida por San Martín esta invitación,
le contestó desde Huaura el 13 del propio mes de febrero,
aceptando la invitación y señalándole que
sus sentimientos se inclinaban por una solución que
evitara a la humanidad los estragos que causa la guerra, "y si
tales son las ideas de Ud. que coinciden con las mías en
el importante objeto de concluir las desavenencias entre
Americanos y Españoles, convengo desde luego en la
entrevista que Ud. me indica en su apreciable del 9 que
recibí ayer con algún atraso". San Martín
nombra como sus representantes al Coronel de Granaderos a Caballo
D. Rudecindo Alvarado y al Coronel D. Tomás Guido.
Señala como lugar de la entrevista la hacienda de
Torre-Blanca, propiedad de
Casa-Núñez, "por la mayor comodidad e independencia
que proporciona", el 19 del mes en curso a las nueve de la
mañana. (4)

La Serna, con fecha 16 de febrero, remitió a San
Martín una nota respuesta aceptándole las
condiciones señaladas por éste para la entrevista.
Le comunica que ha nombrado como sus delegados a los Coroneles
Jerónimo Valdés y Juan Loriga, y le señala
su deseo de que la "conferencia entre
los dos Jefes de uno y otro Ejército, a que Ud. desde
luego ha asentido, produjese lo más conforme a mis ideas,
que es, el que estos países vuelvan a disfrutar de la
tranquilidad y delicias a que el clima
convida". (5)

Alvarado y Guido recibieron de San Martín la
orden de pasar a la hacienda de Torre-Blanca con fecha 15 de
febrero. En virtud de dicha orden se trasladaron a Huacho y el
día 16 a la una y media de la tarde salían de dicho
puerto a bordo del bergantín Pueyrredón con
dirección a Chancay. En ese lugar anclaron a las seis de
la tarde del día siguiente. El 19 de febrero, por la
mañana, a eso de las seis, se reunieron los cuatro
comisionados. La diputación realista centró su
propuesta de paz en el reconocimiento del dominio hispano sobre
la nueva base de la Constitución de Cádiz, pero
dándose cuenta que esto no era aceptado por el bando
patriota, señalaron, en la segunda sesión de aquel
mismo día, que resultaban irreconciliables las posiciones
de ambas partes, en el sentido de que el Virrey no
prescindiría del juramento de la Constitución por
base de toda negociación, en tanto que el bando patriota
no admitía otra posición que el reconocimiento de
la independencia. La diputación patriota
señaló su base medular: el reconocimiento de la
independencia. A las doce de la noche del mismo 19 se daban por
concluidas las conferencias y media hora después se
retiraban los diputados realistas. (6)

Después de este fracaso, el 9 de abril el virrey
La Serna envió a San Martín una misiva
invitándolo a abrir nuevas negociaciones, para lo cual
comisionados de ambos bandos se reunirían en la hacienda
Torre-Blanca. El día 15 San Martín dio respuesta a
la invitación, solicitándole al virrey que, por lo
delicado del asunto, debería hacérselo saber en
forma oficial, es decir mediante oficio y no mediante una simple
misiva personal. En
visto de ello, el día 17 La Serna le comunicó a San
Martín que en su calidad de Presidente de la Junta de
Pacificación lo invitaba a entablar negociaciones de paz.
San Martín respondió el 22, aceptando la
invitación, aunque objetando el lugar propuesto (hacienda
de Torre-Blanca), manifestando que las conferencias se
podrían realizar bien en un barco surto en el Callao o en
su defecto en otro lugar que él designase. (7)
Se acordó que los diputados fuesen tres, más
un secretario sin voto, por cada una de las partes. Ellos se
reunirían en la hacienda Punchauca, ubicada en el valle
del río Chillón, a escasas cinco leguas al norte de
Lima.

Los patriotas eligieron como representantes a
Tomás Guido, a Juan García del Río y a Juan
Ignacio La Rosa y, en calidad de secretario sin voto, a D.
Fernando López Aldana, todos los cuales recibieron
precisas instrucciones de San Martín. (8)

Los delegados realistas fueron don Manuel Abreu, Manuel
de Llano y Nájera, Mariano Galdeano y, en calidad de
secretario sin voto, Francisco Moar.

Fue fijada como fecha de la entrevista el 2 de mayo de
1821. Sin embargo recién vino a llevarse a cabo el
día 4, debido a que los diputados realistas detuvieron su
desplazamiento cuando se percataron que guerrilleros de Canta
hacían su aparición en Punchauca. El día 4
se llevó a cabo la primera sesión. Los diputados
patriotas plantearon, como es lógico suponer, el
reconocimiento de la independencia. Los realistas, por su parte,
al igual que en anteriores oportunidades, propusieron como base
de un acuerdo la jura de la constitución española
de 1812. El 23 de mayo, con el fin de trabajar con más
confianza y armonía, se firmó un armisticio en
virtud del cual se suspendían las hostilidades por un
periodo de veinte días. Asimismo se acordó una
entrevista personal entre La Serna y San Martín. El
día 30 del citado mes de mayo las dos diputaciones
acordaron que la entrevista entre el virrey y el libertador
argentino se realizaría el 1 de junio. Sin embargo, debido
a una indisposición de La Serna, la entrevista se
realizó el día 2 de junio. Se había acordado
que cada uno de los dos jefes serían acompañados
por sus respectivos jefes de Estado Mayor, los Jefes Superiores,
un ayudante de campo, un oficial de ordenanza y cuatro soldados.
El séquito de San Martín lo conformaban "los
renombrados coroneles Las Heras, Paroissien, Necochea; los
tenientes coroneles Spry, Raulet y cuatro ordenanzas"
(9)
La Serna asistió acompañado por La Mar,
Canterac, Landázuri, Ortega y Camba.

Abreu relata que el primer día de junio San
Martín lo visitó, por la tarde, y que le
comunicó que propondría como solución la
formación de una regencia compuesta de tres vocales. Esta
regencia debería estar integrada por La Serna, en calidad
de Presidente de la misma; un vocal nombrado por el virrey y un
tercer vocal designado por San Martín. Asimismo
propondría la unión de los dos ejércitos,
así como la declaración de la independencia.
Producido este hecho San Martín viajaría a
España para solicitar, a la Corona, el nombramiento de un
príncipe español, el cual sería ungido rey
del Perú.

La entrevista entre La Serna y San Martín se
llevó a cabo el día 2, por la tarde. A eso de las
cinco y cuarto llegó a Punchauca la comitiva realista.
Según el relato de Guido después de media hora de
una cordial conversación de cortesía, "usual entre
los hombres de armas de origen distinguido y culta educación" los
protagonistas conferenciaron por algunos minutos totalmente a
solas, al término de lo cual San Martín
invitó al Virrey y a ambas diputaciones, así como
también a los jefes principales a pasar a una pieza
inmediata. En dicha reunión San Martín
expresó: "Si V.E. se presta a la casación de una
lucha estéril y enlaza sus pabellones con los nuestros
para proclamar la independencia del Perú, se
constituirá un gobierno provisional presidido por V.E. y
compuesto de dos miembros más, de los cuales V.E.
nombrará el uno y yo el otro; los ejércitos se
abrazarán sobre el campo; V.E. responderá de su
honor y de su disciplina; y yo marcharé a la
península, si necesario fuere, a manifestar el alcance de
esta alta resolución, dejando a salvo, en todo caso, los
últimos ápices de la honra militar y demostrando
los beneficios para la misma España de un sistema que, en
armonía con los intereses dinásticos de la casa
reinante, fuese conciliable con el voto fundamental de la
América independiente". (10)

La Serna solicitó dos días de plazo para
una respuesta definitiva. Como las entrevistas entre ambas
diputaciones debían continuar, se acordó que ellas
se realizaron en Miraflores. Trasladados al nuevo punto de
reunión, el día 8 d junio los diputados realistas
presentaron la siguiente contrapuesta: establecimiento de una
junta provisoria de gobierno integrada por tres miembros, dos
nombrados por el Virrey y uno por San Martín; viaje a
España tanto de La Serna como de San Martín, y, en
caso de no aceptarse esto, el virrey debía quedar como
Presidente de la Junta Provisoria, en tanto que San Martín
seguiría al frente de su ejército; la Junta
gobernaría a nombre del rey de España; la
línea divisoria entre uno y otro ejército
sería el río Chancay y luego la línea que
pasara por el pueblo de Reyes. El día 9 de junio los
diputados de San Martín respondieron la citada propuesta,
desechándola de plano por no considerar para nada la
independencia del Perú, que era el requisito medular de la
propuesta patriota. (11)

Las negociaciones continuaron incluso después que
el ejército realista abandonara Lima y el Virrey hiciese
lo propio el 6 de julio de 1821. En vista que La Serna, que se
desempeñaba como Presidente de la Junta de
Pacificación, no se encontraba en Lima, los diputados
patriotas, con fecha 10 de julio, se dirigieron por escrito a los
delegados realistas para que estos respondieran si seguía
existiendo o no dicha Junta de Pacificación y si
existían personas autorizadas para responder sobre un
armisticio. La respuesta realista fue positiva tanto en lo que se
refería a la existencia de la mencionada Junta como sobre
las personas autorizadas para ver lo concerniente a un
armisticio. (12) En vista de esta respuesta los
diputados de San Martín, el mismo 10 de julio, presentaron
a consideración de los realistas una "minuta de armisticio
definitivo". Según este documento el armisticio
sería por dieciocho meses, contados a partir del
día de la ratificación del mismo. El gobierno
español del Perú nombraría dos diputados, el
Supremo Gobierno de Chile uno y el Excelentísimo Sr. don
José de San Martín otro, por los pueblos libres del
Perú, todos los cuales pasaría a España a
negociar, ante SMC, el modo de terminar la guerra. San
Martín gobernaría el norte del Perú hasta
los límites de
las provincias del Cuzco, mientras que La Serna el resto del
territorio. Las tropas realistas que permanecían
aún en Chile y Chiloé
se trasladaría al territorio dominado por La Serna.
Según el artículo XXX de esta minuta de armisticio,
el Real Felipe del Callao y los fuertes de San Miguel y San
Rafael quedarían, en calidad de depósito, en manos
de San Martín. (13)

El 31 de agosto los diputados realistas dieron respuesta
a la propuesta patriota mencionada, aceptando las condiciones
señaladas, a excepción de dos de ellas: la
relacionada con la división del territorio y la que
tenía que ver con el retiro de las tropas de Chile y
Chiloé. Los realistas modificaron la línea
divisoria señalada, dejándole a San Martín
el gobierno de las intendencias de Trujillo y Lima, además
del gobierno de Maynas. Se negaron a aceptar el retiro de sus
tropas de Chile y Chiloé. El día 1 de setiembre los
diputados patriotas dieron respuesta a la réplica
realista: aceptaban que los realistas quedasen en Chile y
Chiloé, pero consideraban inadmisible la línea
demarcatoria propuesta por los realistas. Con una nueva nota de
los realistas, en la cual trataban de justificar las
modificaciones propuestas, se cierra el ciclo de estas
negociaciones que habían devenido demasiado prolongadas a
pesar de verse, desde un principio, que ellas en realidad no
abrían ninguna esperanza de solución
pacífica, por lo irreconciliable de las dos
posiciones. (14)

NOTAS

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MOVIMIENTO DEL
EJÉRCITO LIBERTADOR EN EL PRIMER SEMESTRE DE
1821

Los primeros días de enero
de 1821 asistimos al fracasado plan de San Martín de
atacar a los realistas en la zona de Chancay. Para llevar a cabo
este objetivo San Martín y su ejército abandonaron
sus acantonamientos de Huaura, el 5 de enero. La derecha del
ejército libertador avanzó hacia Ancón,
donde se encontraba surta la escuadra libertadora. La izquierda,
en tanto, se situaba en Palpa. Álvarez de Arenales
debía unirse en Chancay con el grueso del ejército
patriota par poder darse inicio al pan ofensivo. Para ello
Álvarez de Arenales salió de Cerro de Pasco el 20
de diciembre de 1820, llegando a Huamantanga el 30. Pero como se
diera cuenta que el movimiento se estaba retardando,
aceleró la marcha, pero a pesar de ello llegó con
retraso respecto al día prefijado para la
conjunción de los ejércitos. Como consecuencia de
este retraso el plan quedó sin ser levado a la
práctica. El 8 de enero Álvarez de Arenales legaba
a Chancay y se encontraba con San Martín. El 13 ambos se
replegaban sobre Huaura.

Los realistas, que avanzaban persiguiendo a los
patriotas, detuvieron su marcha por orden del virrey. Ellos
pensaban que el plan de San Martin consistía en alejarlos
de ejército de Lima, por lo que decidieron no prestarse al
supuesto juego. Los
realistas localizaron su acantonamiento en Aznapuquio.

San Martín decidió abrir campaña
simultáneamente por el centro y sur del Perú,
así como también por Lima misma, como veremos a
continuación, tratando de crear un ambiente desconcertante
e inquietante para los realistas. Se trataba que ellos se
sintieran avasallados ante la profundidad y extensión de
los movimientos patriotas, los cuales convulsionarían todo
el Perú y, por lo tanto, los pondría en
dificultades y, sobre todo, los haría tomar conciencia de su
situación crítica. Los resultados fueron del todo
halagadores para San Martín, ya que como resultado de su
plan las fuerzas realistas tuvieron que abandonar Lima en el mes
de julio de 1821.

Comenzaremos por hacer referencia, aunque muy
esquemática, a la expedición enviada hacia el sur,
y que estuviera a cargo de Miller. El 13 de marzo zarparon en los
navío "San Martín", "O’Higgins" y "Valdivia"
(ex Esmeralda), un total de quinientos infantes y cien jinetes,
al mando, como ya lo hemos señalado de Miller. El 20
desembarcaban en Pisco y ocupaban Caucato. El virrey al
informarse de este nuevo movimiento, encargó a
García Camba batir a Miller, para lo cual este jefe
realista se situó en la orilla norte del río
Chincha, a mediados de abril. Pero a pesar de esto, el choque no
se produjo porque ambos ejércitos tuvieron que sufrir las
consecuencias de una epidemia de paludismo.

El audaz Cochrane, a bordo del "San Martín"
bombardeó el Callao el 2 de abril. Como siempre, digno de
su autor, esta maniobra destaca por su audacia y
sagacidad.

El 21 de abril Miller abandonó Pisco. Pero debido
a la epidemia de paludismo que venía diezmando sus
efectivos así como el tener que mantener a numerosos
enfermos en cama, Miller decidió embarcar a los enfermos a
bordo de los navíos O’Higgins y Valdivia y hacer que
los trasladasen a Huacho. Con los sanos Miller continuó
rumbo al sur llegando a Arica el 4 de mayo, bombardeando este
puerto. Desembarcaron en Sama y allí Miller dividió
sus efectivos en dos grupos: una
división que pasó a ocupar Arica, al mando de
Soler, y otra al mando del propio Miller y que pasó a
Tacna. El 11 de mayo Soler ocupaba Arica y el 14 Miller ocupaba
Tacna. Miller pasó de Tacna a Buena Vista, a donde
llegó el 20. El 21 caía sobre Mirave, donde se
encontraba situado un destacamento realista al mando de La Hera.
El 22 Miller batió a las fuerzas de La Hera e
impidió que este se reuniera con la división de
Rivero, el cual llegó a Mirave a los pocos minutos de
haberse producido la derrota de las fuerzas de La Hera. Como
Rivero se dirigiese hacia Arequipa, Miller fue tras él en
su persecución, llegando el 24 a Moquegua. El 26 las dos
fuerzas chocaban en Calera, siendo derrotada la división
de Rivero.

A consecuencia de la firma del armisticio de Punchauca
la misión de Miller llegó a su fin. El 19 de julio
llegaba al puerto de Arica y zarpaba el 22, llegando a Pisco el 1
de agosto de 1821.

En abril de 1821 se dio inicio a la segunda campa de
Álvarez de Arenales por la sierra central del Perú.
Para esta nueva oportunidad el mencionado jefe patriota llevaba
un total de 2116 efectivos a los que se debían unir los
600 hombres a cargo del coronel Agustín Gamarra.
Según el punto segundo de las Instrucciones dadas a
Álvarez de Arenales, y que se encuentran suscritas por San
martín en Huaura, el 20 de abril de 1821, los cuerpos del
ejército destacado para incursionar por segunda vez por la
sierra central serían los siguientes.

Numancia 800

Número 7 600

Cazadores del Ejército 400

Granaderos a caballo 300

Artilleros 16

Total 2116

En el punto cuarto de las mencionadas Instrucciones San
Martín precisa el objetivo de la misión:
"Sí, como creo, los enemigos no tuviesen reforzado a
Valdés y Ricafort, su objetivo principal será el de
marchar sobre el enemigo para batir estas dos divisiones las que
perseguirá hasta destruirlas". En el punto quinto se le
señalaba: "… pero por un principio general
debería establecer como objeto primario el descubrir la
provincia de Jauja con solo aquellas fuerzas muy precisas
pudiéndose agregar a estas para resguardo de la misma
provincia, todas las que tiene el comandante Villar que
podría cubrir la quebrada y de San mateo,
Huarochirí, etc. y principales avenidas de Lima. Con el
resto de su división procurará si le es posible y
sin quedar muy debilitado por una extensión de
línea, insurreccionar los partidos de Huamanga y
Huancavelica, etc. , etc. y abrir su comunicación con Ica
y la división que está en Pisco o con mi
ejército que tal vez se establecerá en este
último punto si es que las circunstancias lo requieren".
Según el punto sétimo se ordenaba al comandante
Villar ponerse bajo el mando de Álvarez de Arenales. En el
punto décimo San Martín le aconseja mantenerlo
siempre informando de los movimientos que hiciera: "Uno de los
encargos principales que hago al comandante general de la sierra
es el de que sin perdonar medio ni gasto alguno, me remita sus
comunicaciones
por cuantas vías le sean imaginables bajo las claves
números 1 y 2, dichas comunicaciones las dirigirá
según las noticias que adquiera de sus posiciones y sobre
todo las duplicará, remitiéndolas con toda
preferencia por la vía de Huaura en cuyo punto siempre
permanecerá algún buque menor de guerra".
Según el punto 11, Arenales se encargaría de
nombrar las autoridades de los pueblos y demás
empleados. (1)

El 21 de abril Álvarez de Arenales salía
de Huaura con todos los efectivos a su mando. El 28 legaba a
Oyón y en dicho punto se le unía la división
de Gamarra. Allí se informaron que las fuerzas de Ricafort
y Valdés habían descendido a Lima, quedando solo en
la sierra una división al ando de Carratalá. El 9
de mayo las fuerzas patriotas abandonaron Oyón rumbo a
Cerro de Pasco, donde llegaron dos días después.
Carratalá sabedor de este desplazamiento ordenó
abandonar Cerro de Pasco. Álvarez de Arenales al llegar a
dicho punto encargó a Alvarado salir en búsqueda de
las fuerzas realistas, pero debido a la impericia de este jefe,
que hizo un desplazamiento sumamente lento, las fuerzas de
Carratalá pudieron escapar con toda facilidad. Incluso
Carratalá al pasar por la ciudad de Reyes ordenó
incendiarla.

El 20 de mayo las fuerzas patriotas ingresaron en la
ciudad de Tarma, para de allí pasar a Jauja. Como los
realistas se encontraban situados en Concepción, Arenales
destinó una división, al mando de Gamarra, para
enfrentarlos. El 24, por la noche, las fuerzas comandadas por
Gamarra llegaban sorpresivamente al punto donde se encontraban
las fuerzas realistas comandadas por Carratalá. Sin
embargo desaprovechó la oportunidad de atacar en ese
momento, decidiendo esperar el día siguiente para atacar.
Esto permitió a Carratalá informarse de su
crítica situación y de inmediato ordenar la
movilización de sus fuerzas. Cruzó el río
Mantaro por la localidad de Chupaca y de esta manera se
alejó del peligro.

Álvarez de Arenales no cejó en su
empeño de batir a los realistas, pero la firma del
armisticio de Punchauca (23 mayo) impidió nuevamente que
lograse su objetivo. Pero apenas expirado el plazo del primer
armisticio, Álvarez de Arenales reinició la
búsqueda de las fuerzas realistas, cayendo sobre la
localidad de Huando y logró desbaratar un batallón
del ejército realista. Sin embargo nuevamente tuvo que
detener su accionar a consecuencia de la prórroga del
armisticio. A la espera del término de la tregua,
situó sus fuerzas en Jauja. Allí fue informado del
movimiento de las fuerzas realistas al mando de Canterac, las
cuales, habiendo salido de Lima, se internaban en la sierra
central con dirección hacia Huancavelica, con la
intención de unirse con la división de
Carratalá. Álvarez de Arenales consideró
conveniente impedir dicha conjunción de fuerzas realistas
y para ello planeó batir a las fuerzas de Canterac.
Avanzando para cumplir este objetivo su vanguardia
llegó a Izcuchaca, pero Álvarez de Arenales, por
órdenes de San Martín que le advertía de lo
inconveniente de comprometerse en un ataque en el cual no
estuviese seguro del
triunfo, decidió no atacar a los realistas.
Retrogradó sobre Huancayo y Jauja, viniendo a recibir
órdenes de San Martín de trasladarse de inmediato a
Lima. En cumplimiento de ello emprendió marcha hacia Lima
pero en pleno desplazamiento se informó del movimiento de
las fuerzas realistas al mando del virrey La Serna, las cuales
habiendo abandonado Lima a principios de julio de 1821 se
trasladaban hacia la sierra central con el objeto de reunirse con
las fuerzas de Canterac. Álvarez de Arenales trató
de impedir esta reunión, pero creyendo que La Serna se
desplazaría a través de la quebrada de Yauli,
marchó hacia dicha zona a donde llegó el 23 de
julio, punto este donde confluyen las quebradas de San Mateo y
Huarochirí. Pero desafortunadamente para Álvarez de
Arenales, La Serna había tomado otra vía, lo que le
iba a permitir, no sin contratiempos, llegar a su objetivo y
unirse con las fuerzas de Canterac. A Álvarez de Arenales
no le quedó otra alternativa que la de continuar su
progresión hacia la capital donde ingresó el 23 de
agosto de 1821.

Hemos visto ya que después de un amago de las
fuerzas patriotas por Chancay, a comienzos de enero de 1821,
terminaron por replegarse nuevamente en Huaura. Par intimidar a
los realistas San Martín ordenó a una parte de su
ejercito incursionar por Chancay, en tanto que el resto de los
efectivos se embarcaban en Huacho rumbo al Callao y Ancón,
puertos donde anclaron las naves patriotas.

No queremos dejar de referirnos a los movimientos de las
fuerzas realistas en este primer semestre de 1821, porque ello
nos va a permitir complementar lo anteriormente visto con
relación a los desplazamientos de las fuerzas patriotas.
Ricafort después de su fracasado intento de alcanzar a
Álvarez de Arenales, durante la primera campaña de
este por la sierra central, se dirigió a Lima, dejando en
dicha zona u destacamento al mando de Carratalá. Mas como
recibiera órdenes de volver a incursionar por la sierra
central, Ricafort volvió sobre dicha región. Poco
después recibiría refuerzos enviados desde Lima, al
mando de Valdés, reuniéndose las fuerzas realistas
en el pueblito de Mito, desde donde se dirigieron hacia
Concepción, para lo cual debieron cruzar el puente Balsas,
sobre el río Mantaro. Llegaron a dicho puente el 3 de
marzo, pero no pudieron atravesarlo aquel día debido a la
resistencia de una partida guerrillera, la cual desde la margen
oriental del citado río impidió su pase. En esta
resistencia jugaron un papel importantísimo las famosas
heroínas Toledo, cuya acción queda no solo en boca
del recuerdo legendario, como algunos otros hechos de nuestra
historia, sino que consta expresamente nada menos que en las
propias Memorias de
Álvarez de Arenales. Las Toledo, tres damas (madre y dos
hijas) enroladas en una partida guerrillera, muy astutamente y en
pleno fragor de la batalla, se acercaron al borde del puente y
cortaron las amarras del mismo, aunque no totalmente, de tal
manera que quedara totalmente debilitado. Cuando parte de las
fuerzas de Ricafort intentaban alcanzar el otro lado del puente,
éste cedió ante el peso cayendo estrepitosamente,
llevándose consigo a un gran número de soldados
realistas, los cuales morían ahogados en las aguas del
caudaloso Mantaro. Solo al día siguiente las fuerzas de
Ricafort pudieron reconstruir el puente y llegar a
Concepción, pueblo que fue saqueado e incendiado, por su
decidida actitud separatista. Ricafort ordenó a la
división al mando de Valdés dirigirse a Jauja. Este
contingente realista tuvo que hacer frente a una partida
guerrillera de unos tres mil indígenas, en el puente
Ataura, el 10 de abril. A pesar de ello lograron abrirse paso y
llegaron a Jauja. Poco después se le unieron allí
las fuerzas comandadas por Ricafort. Desde ese punto se
dirigieron a Tarma, pasando luego a Cerro de Pasco, a donde
llegaron el 25 de abril. Informados que las fuerzas patriotas al
mando de Gamarra se encontraban en Oyón, Ricafort
envió hacia esa localidad a Carratalá. Gamarra
sabedor de este movimiento prefirió abandonar Oyón.
Ricafort y Valdés decidieron regresar a la ciudad de Lima,
haciendo su ingreso en esta ciudad el 10 de mayo. Dejaban en la
sierra central a las fuerzas comandadas por Carratalá, la
cual tendría que vérselas con algunas divisiones de
Álvarez de Arenales, que habiéndose unido con
Gamarra en Oyón, a fines de abril, decidieron batirlas.
Álvarez de Arenales, ya lo hemos señalado,
encargó a Alvarado adelantarse para batir e Cerro de Pasco
a las fuerzas de Carratalá, pero debido a la lentitud del
desplazamiento de Gamarra, Carratalá pudo salir de dicha
localidad, dirigiéndose a la ciudad de Reyes, a la cual
incendió por su actitud proseparatista. Pasó luego
a Concepción. Entre tanto las fuerzas de Álvarez de
Arenales pasaban por Tarma y Jauja. Informado Álvarez de
Arenales que Carratalá se encontraba en Concepción,
envió, como ya lo hemos visto, a Gamarra para que lo
batiese, pero este jefe desaprovechó una brillante
oportunidad para derrotarlas, dando ocasión para que las
fuerzas de Carratalá cruzasen el Mantaro por Chupaca y se
dirigiesen a Huancayo, desde donde se dirigieron a Huancavelica.
Álvarez de Arenales llegó a Huancayo y allí
encargó a Aldao avanzar hacia Izcuchaca y a Alvarado tomar
Huando, con la finalidad de cortar la retirada realista hacia
Huancavelica. Pero el plan fracasó debido a la
prórroga del armisticio de Punchauca, aprovechando
Carratalá la oportunidad para trasladarse a
Huamanga.

Entre fines de junio y comienzos de julio de 1821 las
fuerzas realistas, por orden del propio virrey La Serna,
evacuaron totalmente Lima. El primer grupo en salir fue el
comandado por Canterac, quien al mando de mil quinientos
efectivos salió de la capital el 26 de junio. Tomó
la quebrada de Cañete rumbo a Huancavelica donde pensaba
unirse con Carratalá. Informado que Álvarez de
Arenales se encontraba acantonado en Jauja, Canterac
ordenó a Carratalá situarse en la localidad de
Chongos. Álvarez de Arenales al tener noticias del
desplazamiento de Canterac intentó batirlo y para ello
dejó Jauja y pasó a Huancayo. Desde allí
hizo avanzar a su vanguardia hacia Izcuchaca, pero el plan vino a
frustrarse al recibir una misiva de San Martín
aconsejándole no arriesgar una batalla si no
existían claras posibilidades de triunfo. El 12 de julio
(el día anterior Álvarez de Arenales había
llegado a Huancayo) Canterac, después de una
difícil marcha, en la cual se vio tremendamente
hostilizado por las guerrillas capitaneadas por el comandante
Villar, llegó a Chongos y se reunía con
Carratalá. Como Álvarez de Arenales retrogradase
hacia Huancayo, las fuerzas realistas pudieron pasar sin mayores
contratiempos hacia Izcuchaca. Álvarez de Arenales
pasó de Huancayo a Jauja, lugar desde donde recibió
información sobre la salida de las fuerzas
realistas al mando nada menos que del propio virrey La
Serna.

La Serna capitaneando el resto del ejército
realista salió de Lima el 6 de julio de 1821. Debido a la
hostilidad de las guerrillas capitaneadas por Villar, no pudo
seguir la ruta de Huarochirí y Cañete como lo
había planeado, teniendo que hacerlo por Topará.
Pero en esta nueva ruta tampoco logró librarse de las
partidas guerrilleras, esta vez capitaneadas por Francisco de
Vidal y por los efectivos de Necochea.

Álvarez de Arenales informado de la salida del
virrey y de su marcha rumbo a unirse con las restantes divisiones
realistas planeó enfrentarlas, lo que no pudo llevar a
cabo por el desconocimiento de la ruta que seguían los
realistas. Álvarez de Arenales creyó que
habían tomado la quebrada de Yauli y es por ello que el 23
de julio llegaba a dicho pueblo. Las fuerzas realistas comandadas
por La Serna marchaban por Topará, aunque siempre
hostilizado por las guerrillas. Como en el pueblo de Bujama
Necochea fuera reemplazado por Febres Cordero, este nuevo jefe
patriota y Vidal siguieron obstaculizando el desplazamiento
realista. La Serna que había planeado dirigirse a Huancayo
tuvo que dirigirse hacia Huancavelica, desde donde ya sin
dificultades, pasaría a Huancayo y Jauja,
reuniéndose con Canterac el 4 de agosto de 1821.
(2)

NOTAS

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INGRESO A LIMA
Y PROCLAMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA

Con la salida de las fuerzas
comandadas por La Serna la ciudad de Lima quedaba totalmente
desamparada. El Virrey había dispuesto, el 2 de julio, que
José de La Mar, con todos los de la Subinspección
General, se trasladasen al Real Felipe para encargarse de su
defensa. El mando político y militar de la ciudad quedaba
en manos del criollo don Pedro José de Zárate
Navía y Bolaños. Marqués de Montemira y del
Valle de Oselle. Como único resguardo de Lima quedó
una guarnición de doscientos milicianos del regimiento de
la Concordia. El mando le entregado a Montemira el 4 de julio. El
día 5 el Virrey, por intermedio de la Junta de
Pacificación se dirigió por escrito a San
Martín recomendándole la protección de la
ciudad y de sus pobladores. La madrugada del 6 se inició
la evacuación realista. Aquel mismo día, a las 11
de la mañana, hacía su ingreso a Lima Vidal y sus
guerrilleros.

El día 7 una avanzada del ejército
patriota se acercó como a media legua de las murallas de
Lima, verificando su entrada en la ciudad los parlamentarios, con
corneta y bandera blanca.

La ciudad de Lima totalmente abandonada, con una
minúscula custodia militar, alborotada por el caos y la
indecisión, se vio sometida a una serie de
fechorías llevadas a cabo por partidas de bandoleros, los
que asaltaron locales comerciales, entre ellos los de Manuel
Godoy y Pedro Villacampa, cuyos establecimientos se encontraban
situados en la calle Bodegones. Pero como bien hace notar Vargas
Ugarte, estos desmanes habíanse desatado ya con
anterioridad a la evacuación del ejército realista,
lo que habla bien a las claras el desorden en el cual
vivía la ciudad de Lima.

El domingo 8 se reunieron Montemira y las autoridades
del Ayuntamiento para tomar una decisión sobre el ingreso
del ejército patriota, punto que había planteado el
parlamentario enviado por San Martín el día
anterior. Acordaron enviar una comisión integrada por
cuatro miembros para que le comunicaran a San Martín la
decisión del cabildo y de Montemira en el sentido de estar
de acuerdos con el ingreso del ejército patriota. La
comisión salió en la tarde del mismo 8 y se
entrevistó con San Martín en el cuartel general de
la Legua. Quedaba así informado San Martín de la
decisión de las autoridades limeñas,
quedándole campo abierto para ingresar en la ciudad
capital.

San Martín antes de recibir esta
información ya había iniciado los preparativos para
el ingreso en Lima. Ordenó a Necochea que con la
caballería se trasladase a Lurín. En cumplimiento
de esta orden la caballería capitaneada por Necochea
entró en la ciudad de Lima por la Portada de Guía,
aunque ya de noche, (lo que no fue óbice para que un
sector de la población detectase el movimiento) pero solo
para atravesarla y salir por la Portada de Cocharcas rumbo a
Lurín.

El 11 de julio las avanzadas patriotas se acercaban a
escasa distancia de la ciudad de Lima. El jueves 12, según
Basilio Hall, se produjo el ingreso de San Martín. Muy de
mañana comenzó el ingreso de la tropa patriota. San
Martín hizo su ingreso recién en horas de la noche,
sin acompañamiento, tratando de impedir a como diera
lugar, los recibimientos pomposos. Después de las siete de
la noche San Martín traspasaba el portachuelo de San
Jacinto (esquina de los actuales jirones Chota y Quilca),
dirigiéndose a la casa particular del Marqués de
Montemira, ubicada en la esquina de las calles Zárate y
Trapitos. Refiriéndose a este día, Basilio Hall
dice: "Este día es memorable en los anales del Perú
a causa de la entrada del general San Martín en esta
capital". (1) Casi todos los autores coinciden
en señalar el día 12 como fecha de entrada de San
Martín, aunque el bien documentado Vargas Ugarte
señala que fue el 13.

En casa del Marqués de Montemira San
Martín recibió un grandioso recibimiento.
Después de la entrevista que tuvieron estos personajes, en
la que San Martín dejó señalado que sus
pasos a seguir tendría siempre como norte las decisiones
del propio pueblo, San Martín se retiró a su
cuartel de La Legua. Al día siguiente, viernes 13,
después de haber dispuesto el estrechamiento del asedio de
los castillos del Real Felipe del Callao, se trasladó a
Lima y esta vez se estableció en el Palacio de Gobierno a
invitación del cabildo. En la tarde recibió a los
miembros de la Junta de Pacificación, los cuales no
cejaban en sus negociaciones de paz.

Aquel mismo 13 San Martín nombró como
Segundo Comandante General de Armas de Lima al Coronel
José Manuel Borgoño, para que actuase conjuntamente
con el Marqués de Montemira.

Aquel 13 de julio San Martín se quedó por
vez primera a dormir el palacio de los ex virreyes del
Perú. Al día siguiente le esperaba un día
muy agitado y de gran trascendencia.

En las primeras horas del sábado 14, un poco
antes de las nueve de la mañana, llegó a Palacio el
Excmo. Sr. Arzobispo don Bartolomé María de Las
Heras, manteniendo con san Martín una entrevista muy
amigable aunque muy breve. Habiéndose retirado ya el
Arzobispo, San martín, en ese misma mañana, se
dedicó a redactar un oficio dirigido al cabildo
limeño, documento de vital importancia porque ponía
la suerte toda de la expedición en la decisión del
Ayuntamiento, aunque valgan verdades ya San Martín, por lo
conversado con anterioridad, sabía cual sería la
decisión. El documento en referencia es el
siguiente:

"Lima, 14 de julio de 1821

Al Excelentísimo Ayuntamiento de esta
capital.

Excelentísimo señor:

Deseando proporcionar cuanto antes sea posible la
felicidad del Perú, me es indispensable consultar la
voluntad de los pueblos. Para esto espero que V.E. convoque una
junta general de vecinos honrados, que representando al
común de habitantes de la capital, expresen si la
opinión general se halla decidida por la independencia.
Pera no dilatar este feliz instante, parece que V.E.
podría elegir, en el día, aquellas personas de
conocida probidad, luces y patriotismo, cuyo voto me
servirá de norte para proceder a la jura de la
Independencia o a ejecutar lo que determine la referida junta,
pues mis intenciones no son dirigidas a otro fin que a favorecer
la prosperidad de la América.

Dios guarde a V.E. muchos años.

José de San Martín" (2)

Remitido el oficio, San Martín salió de
Palacio un poco antes del mediodía con el objeto de
visitar, en corté retribución, la visita que horas
antes le había hecho el Arzobispo Las Heras.
Después de la breve conferencia que tuvieron estos
personajes, San Martín se dirigió a la casa
particular del marqués de Montemira. De regreso ya a
palacio, recibió la visita de un oficial enviado por
Cochrane, el cual le entregó un oficio del citado
Almirante, en el cual le proponía atacar por mar y
tierra los
Castillos del Real Felipe. San Martín que no quería
emplear la violencia,
teniendo en consideración que utilizando medios
pacíficos de las entrevistas con connotados personajes y
con la decisión, a última hora, de la veleidosa
élite criolla limeña había conseguido que se
aceptase la independencia, le respondió tajantemente a
Cochrane que no era conveniente dicho plan. Y más bien le
ordenó que desembarcara las veinte mil fanegadas de trigo
que se encontraban en las bodegas del navío "San
Martín", con lo cual se lograría aliviar totalmente
las necesidades de la población limeña. Pero, por
desgracia, este navío encalló en Chorrillos, donde
iba a realizarse el desembarque, rompiéndose su casco y
yéndose la nave a pique y con ella todo el trigo. (Esto
ocurrió el 16 de julio).

En la tarde del mismo 14 de julio San Martín
recibió respuesta del Cabildo al oficio que le
había remitido en horas de la mañana.

El Ayuntamiento limeño estaba presidido por don
Isidro de Cortázar y Abarca, conde de San Isidro. Al
recibir el oficio de San Martín el conde de San Isidro
reunió de inmediato a sus regidores, acordando ellos que
al día siguiente debería realizarse un cabildo
abierto, el cual decidiría la respuesta que se
daría a San martín. De lo acordado se dio de
inmediato informe a San Martín, mediante el siguiente
oficio:

"Sala Capitular de Lima, 14 de julio de 1821

Excelentísimo señor:

Con arreglo al oficio de V.E. recibido en este momento,
se queda haciendo la elección de las personas de probidad,
luces y patriotismo, que unidos en el día de
mañana, expresen espontáneamente su voluntad por la
independencia. Luego que se concluya, se pasará a V.E. el
acta respectiva.

Dios guarde a V.E. muchos años.

El conde San Isidro.- Francisco Zárate.-
Simón Rávago.- El Conde la Vega.- Francisco
Valles.- El Marqués de Corpa.- Pedro Puente.- José
Manuel Malo de Molina.-Francisco de Mendoza Ríos y
Caballero.- Manuel Pérez de Tudela.- Manuel Tejada.- Juan
Esteban Gárate.- Manuel del Valle.- Miguel Antonio
Vértiz y García.- Manuel Alvarado.- Juan
Echevarría.- Tiburcio José de la Hermosa,
síndico procurador general.- Antonio Padilla,
síndico procurador general." (3)

La tarde y la noche del 14 de julio transcurrieron en
Lima con el alboroto natural del ambiente de inquietud e
impaciencia por la importante decisión que debería
tomarse al día siguiente. Los mensajeros del ayuntamiento
se movilizaban llevando las invitaciones suscritas por el Conde
de San Isidro a los principales vecinos de la ciudad,
citándolos a cabildo abierto para las once de la
mañana del día 15.

El tan esperado 15 de julio llegó. Los vecinos
notables de Lima comenzaron a llegar al cabildo y muy pronto la
sala de sesiones estaba totalmente copada. Abierta la
sesión se comenzó a leer el oficio que San
Martín había remitido al cabildo. Terminada la
lectura los asistentes fueron invitados a manifestar sus
opiniones. Solicitó el uso de la palabra el Dr.
José de Arriz, destacado abogado, y catedrático de
la Universidad de
San Marcos, quien en breve pero vibrante discurso
expresó el sentir general de todos los asistentes y de los
limeños y peruanos en general. En pocas palabras
expresó que la voluntad de Lima estaba por la
independencia y que por ello no había nada que deliberar,
que era necesario no dilatar más el tiempo de la
declaración de la independencia. No hubo pues necesidad de
deliberación, pasándose de inmediato a la tarea de
redactar el acta de la declaración de la independencia.
Fueron encargados para su redacción el mismo Dr. Arriz y don Manuel
Pérez de Tudela. Concluida su redacción, la
sesión fue reabierta dándose de inmediato lectura a
la misma. Concluida la lectura comenzó la
suscripción de la misma. Como los firmantes serían
numerosísimos el acta fue dejada en la secretaría
durante varios días para que la suscribiesen todas las
personas que desease. El mismo 15 llegaron a suscribirlo
trescientos cuarenta personas. El número total de los que
la suscribieron llegó a tres mil ciento cuarenta y cinco
personas. El ayuntamiento de inmediato hizo un traslado del acta
a San Martín, enviándosela con un oficio. El oficio
de remisión y el acta de la independencia del Perú,
son los siguientes:

"Sala capitular de Lima, 15 de julio de 1821.

Al Excelentísimo Señor General en Jefe del
Ejército Libertador del Perú don José de San
Martín.

Por la adjunta acta que en copia certificada se
acompaña a V.E., se manifiesta la decidida adhesión
de los que componen esta capital, a que se proceda a la jura de
la independencia: cuyo voto debe servir a V.E. de norte para los
ulteriores procedimientos
que anuncia en su oficio del día de ayer.

Dios guarde a Ud. muchos años.

Excelentísimo señor.

El conde San Isidro.- Francisco Zárate.-
Simón Rávago.- El Conde la Vega.- Francisco
Valles.- El Marqués de Corpa.- Pedro Puente.- José
Manuel Malo de Molina.-Francisco de Mendoza Ríos y
Caballero.- Manuel Pérez de Tudela.- Manuel Tejada.- Juan
Esteban Gárate.- Manuel del Valle.- Miguel Antonio
Vértiz y García.- Manuel Alvarado.- Juan
Echevarría.- Tiburcio José de la Hermosa,
síndico procurador general.- Antonio Padilla,
síndico procurador general."

Manuel Muelle, Secretario. " (4)

"En la Ciudad de los Reyes del Perú, 15 de julio
de 1821.

Reunidos en este excelentísimo Ayuntamiento los
señores que lo componen, con el excelentísimo e
ilustrísimo señor Arzobispo de esta Santa Iglesia
Metropolitana, prelados de los conventos religiosos,
títulos de Castilla y varios vecinos de esta capital, con
el objeto de dar cumplimiento a lo prevenido en el oficio del
excelentísimo señor General en Jefe del
ejército Libertador del Perú don José de San
Martín, el día de ayer, cuyo tenor se ha
leído, e impuestos de su
contenido, reducido a que las personas de conocida probidad,
luces y patriotismo que habitan esta capital, expresasen si la
opinión general se hallaba decidida por la independencia
cuyo voto le sirviese de norte al expresado Señor General
para proceder a la jura de ella. Todos lo señores
concurrentes por sí y satisfechos de la opinión de
los habitantes de la capital, Dijeron: que la voluntad general
está decidida por la independencia del Perú de la
dominación española y de cualquier otra extranjera
y que para que se proceda a su sanción por medio del
correspondiente juramento, se conteste con copia certificada de
esta acta al mismo señor excelentísimo; y firmaron
los señores:

El conde de San isidro.- Bartolomé, Arzobispo de
Lima.- Francisco de Zárate.- Simón Rávago.-
Francisco Javier de Echagüe.- Manuel de Arias.- El conde de
la Vega del Ren.- Fr. Jerónimo Cavero.- José
Ignacio Palacios.- Antonio padilla, síndico procurador
general, etc." (5)

El oficio de remisión y la copia certificada del
acta de la independencia les fueron remitidos a San Martín
a su cuartel general de La Legua a donde se había retirado
en las primeras horas del 15 de julio, a la espera de la
decisión del cabildo. Recibido estos documentos, San
Martín envió de inmediato una nota de respuesta y
agradecimiento al ayuntamiento. La nota fue la
siguiente:

"Excmo. Sr. Con el mayor placer he leído el
oficio de hoy que acabo de recibir de V.E. con el que me
acompaña copia certificada de la Acta en que se han
subscripto la independencia las recomendables personas que fueron
convocadas al acabildo abierto. Siempre había considerado
las virtudes que adornan a ese ilustre vecindario; pero de
aquí adelante seré el mayor panegirista y admirador
de la energía de esos habitantes, que conocen
perfectamente sus verdaderos intereses. El mundo entero
hará justicia a los
pueblos del Perú por sus luces y amor
patriótico, como también por su constante
aversión a la tiranía. En el momento he participado
esta feliz nueva al ejército y armada, para que se
feliciten con un suceso tan plausible. Espero que V.E. corone la
obra, disponiendo que lo más pronto posible se proceda a
hacer los preparativos para solemnizar el augusto acto en que esa
populosa población proclame su anhelada independencia; y
que sea con la pompa y majestad correspondiente a la grandeza del
asunto y al decidido patriotismo de sus moradores.

Dios guarde a V.E. muchos años.

Cuartel General en La legua, julio 15 de
1821.

José de San Martín.

Excmo. Cabildo de la capital del estado."
(6)

¿Y cuál fue la actitud de la "populosa
población" limeña en aquel 15 de julio de 1821?
Desde temprano el pueblo se había trasladado a las
inmediaciones del cabildo y allí vieron ingresar, entre
aplausos y vítores, a los connotados personajes que
habían sido invitados al cabildo abierto y que, en su
representación, iban a decidir la suerte del Perú
al manifestarse por la independencia. Cuando fueron informados de
la decisión del ayuntamiento, el entusiasmo se
acrecentó y se llegó a derribar el busto del
monarca, así como también "las armas reales que
decoraban la fechada del cabildo y demás oficinas
públicas, sustituyéndolas por letreros que
decían: « Lima Independiente." Fue arrancada
asimismo una placa recordatoria de la Constitución de
1812. En fin, todos los signos que
recordaban la etapa de la dominación fueron violentados,
expresándose de manera tan popular sentimientos guardados
de disconformidad con el régimen de dominación
española.

Aquel mismo agitado y trascendental 15 de julio San
Martín tomaba medidas drásticas tendientes a
castigar los desórdenes que continuaban
produciéndose en la capital. Establecía, por
decreto, la pena de muerte
para "Todo individuo que
se encontrase robando el valor de dos pesos para arriba." En la
parte considerativa del citado decreto San Martín
señalaba: "Con sentimiento veo que algunos malvados,
denigrando el nombre americano, se han entregado a cometer
excesos, especialmente en las chacras de esta ciudad…"
Establecía una junta militar constituida por cinco vocales
y dos defensores para juzgar sumariamente a los
delincuentes. (7)

El problema de la presencia de miembros del
ejército realista en la ciudad de Lima fue también
tratado por San Martín ese mismo día 15. Al
respecto decretó que: "Todo militar del ejército
español deberá presentarse al señor
marqués de Montemira en el término de cuarenta y
ocho horas de publicado este bando, quien tomando un conocimiento
de sus graduaciones, profesiones y lugares en que habitan, me
pasará este conocimiento": El infractor sería
reducido a prisión (8)

El día martes 17 Tomás Alejandro Cochrane
hizo su ingreso en la ciudad de Lima, a invitación del
cabildo de Lima y después de haber desembarcado en
Chorrillos. Su ingreso a la ciudad de Lima lo hizo a eso de las
cinco de la tarde. En Palacio se le hizo un gran recibimiento.
Asistieron las más connotadas personalidades de la ciudad,
aunque hubo un gran ausente: nada menos que San martín.
Este se había retirado a su cuartel general de La Legua.
En realidad el gesto era un verdadero desaire al jefe de la
escuadra. Así lo tomó el propio Cochrane, quien
advierte el hecho en sus Memorias.

Aquel 17 San Martín dispuso la extirpación
de todo símbolo que recordadse la etapa de
dominación española. El decreto al respecto fue el
siguiente:

"No concertando el sistema de independencia que ha
adoptado espontáneamente esta capital, con la
conservación de las insignias que había puesto para
ligar estos pueblos a su obediencia la anterior dominación
y tiranía calculada; es necesario se borre, quiten y
destruyan los escudos de armas del rey de España que se
hallen colocados en los edificios públicos pertenecientes
al Estado, como toda otra cualquiera demostración que
denote la sujeción y vasallaje a que antes
pertenecían vergonzosamente estos pueblos. Va a
proclamarse la independencia en esta capital, y deben desaparecer
antes esos monumentos de la antigua opresión y
servidumbre. En su lugar dispondrá el excelentísimo
cabildo que se ponga un letrero con el siguiente mote: LIMA
INDEPENDIENTE: no comprendiéndose en estos aquellos
timbres de honor de las familias, adquiridos por servicios de sus
antepasados.

Dado en el Cuartel General de La Legua, a 17 de julio de
1821, 1° de la Independencia del Perú.

José de San Martín" (9)

El 18 de julio San Martín remitió al
Cabildo el diseño
de la bandera que sería utilizada el día de la
proclamación de la independencia. Como el cabildo estaba
encargado de todos los preparativos para este acontecimiento,
recibió con beneplácito esta nueva tarea, y de
inmediato pensaron no solo en su elaboración sino en la
persona que tendría el altísimo honor de portarlo
en la citada fecha. Este honor recayó en D. José
Matías Vásquez de Acuña, conde la Vega del
Ren, personaje que n tiempos atrás había sido el
portador del pendón real. Las personas encargadas de
elaborar el pabellón fueron José Arellano, Manuel
Ramírez, Pedro Alvarado y Agustín
Larrea.

El 18 de julio San martín volvió a
desechar un nuevo plan militar de Cochrane. Este le
aconsejó enviar parte del ejército en
persecución de La Serna, para batirlo aprovechando las
dificultades que le habían puesto las guerrillas en su
marcha hacia la sierra. San Martín se negó a llevar
a cabo este plan.

El día 21 San Martín expidió un
decreto tendiente a "cimentar la mejor armonía entre todos
los habitantes del estado del Perú independiente, y de que
en lo sucesivo no asome el menor espíritu de partido",
para lo cual abría una suscripción de todos
aquellos que gustasen obligarse voluntariamente a sostener la
independencia. Las personas disconformes con el nuevo sistema,
podrían obtener sus pasaportes respectivos para abandonar
el Estado. El decreto en referencia es el siguiente:

"Deseando cimentar la mejor armonía entre todos
los habitantes del Estado del Perú independiente, y de que
en lo sucesivo no asome el menor espíritu de partido, he
ordenado lo siguiente:

1° Que desde el día de la fecha de este bando
hasta el término de ocho perentorios en esta capital, y en
todo otro lugar en que sea publicado, concurra a las casas
capitulares todo individuo que habite en el territorio del
Estado, bien sea americano o español, en donde
hallará una comisión compuesta de cuatro regidores
y su secretario en esta capital, y dos en los cabildos
subalternos de los departamentos del Estado, desde las 8 de la
mañana hasta las 5 de la tarde, un libro en que
escribirán y firmarán sus nombres todos aquellos
que gusten obligarse voluntariamente a sostener con sus personas,
opinión y bienes la
independencia del Perú.

2° A cada firma se acompañará una
rúbrica de los regidores que forman la
comisión.

3° Los individuos que no se acomoden a vivir bajo
las nuevas instituciones
del Perú, conforme a la voluntad general de sus
habitantes, obtendrán su pasaporte para salir del
territorio del estado, lo que se verificará en plazo de
veinticuatro días, los que residen en esta capital, y en
el de sesenta los que se hallen en las provincias; para lo que el
gobierno proporcionará los buques correspondientes, a fin
de que se transporten con sus familias e intereses.

4° El transporte de los individuos a que se refiere
el artículo anterior. Será satisfecho por
ellos.

5° El excelentísimo ayuntamiento de esta
capital y los demás de las ciudades, villas y pueblos del
Estado del Perú independiente, procederán en virtud
de este edicto, sin necesidad de otro oficio o mandato expreso, a
observar y mandar cumplir puntualmente lo contenido en él,
para lo que nombrarán las comisiones respectivas,
según el tenor del artículo 1°.

Publíquese y circúlese en todo el distrito
de este Estado para su más estricta y rigurosa
observancia.

Dado en Lima, a 21 de julio de 1821, 1° de su
independencia.

José de San Martín." (10)

El 22 de julio San Martín rubricó el bando
que fijaba oficialmente como fecha de proclamación de la
independencia del Perú el sábado 28 de julio. El
bando fue comunicado al vecindario limeño aquel mismo
domingo 22, desde la Plaza Mayor, en la forma tradicional usada
para la lectura pública de los bandos. El lunes 23 pudo
ser leído en el N° 4 –número
extraordinario- de La Gaceta, el aviso de la dación del
bando, el cual vino a ser publicado en su edición
acostumbrada del miércoles 25 (La Gaceta se publicaba los
sábados y miércoles). El aviso en referencia era el
siguiente:

Por disposición del Excelentísimo
Señor General en Gefe se está designando el
sábado 28 próximo para el acto solemne de proclamar
nuestra gloriosa independencia. En la Gaceta del miércoles
saldrá el bando en que se publicó la orden esta
mañana. Apresuraos heroycos compatriotas a manifestar
nuestro júbilo con demostraciones tan extraordinarias como
la acta (sic) dignidad de
ciudadanos libres que gozáis: de manera que la memoria de
la generosa esplendidez con que celebráis este acto le
inmortalice junto con vuestra ventura en la sucesión
perpetua de los siglos"

El bando sobre la proclamación fue el
siguiente:

"Por cuanto esta ilustre y gloriosa capital ha
declarado, así por medio de las personas visible, como por
el voto y aclamación general del público, su
voluntad decidida por su independencia, y ser colocada en el alto
grado de los pueblos libres, quedando notado en el tiempo de su
existencia por el día más grande y glorioso el
domingo 15 del presente mes, en que las personas más
respetables suscribieron el acta de su libertad, que
confirmó el pueblo con voz común por medio del
júbilo. Por tanto, ciudadanos, mi corazón
que nada apetece más que vuestra gloria, y a la cual
consagro mis afanes, he determinado que el sábado
inmediato 28 se proclame vuestra feliz independencia, y el primer
paso que dais a la libertad de los pueblos soberanos, en todos
los lugares públicos en que en otros tiempos se os
anunciaba la continuación de vuestras tristes y pesadas
cadenas. Y para que se haga la solemnidad correspondiente, espero
que este noble vecindario autorice el augusto acto de la jura
concurriendo a él; que adorne e ilumine sus casas en las
noches del viernes, sábado y domingo, para que con las
demostraciones de júbilo se den al mundo los más
fuertes testimonios del interés con que la ilustre capital
del Perú celebre el día primero de su
independencia, y el de su incorporación a la gran familia
americana.

Dado en Lima a 22 de julio de 1821 y 1° de su
independencia

José de San Martín" (11)

Al día siguiente, 23 de julio, San Martín
hizo la invitación del caso al Arzobispo, al cual,
asimismo, le oficio en el sentido que dispusiera todo lo
necesario para la celebración de una misa solemne de
acción de gracias y Te Deum, a realizarse el domingo 29,
así como también el escoger a un sacerdote para que
pronunciara un discurso en dicho acto. El Arzobispo
escogió para esta misión al franciscano Jorge
Bastante.

San Martín también ofició
invitaciones a las corporaciones tanto civiles como religiosa y
al Cabildo Eclesiástico Metropolitano, entre cuyos
egregios miembros se encontraban Toribio Rodríguez de
Mendoza y Francisco Javier de Luna Pizarro.

El día 24 la escuadra libertadora llevó a
cabo, en El Callao, un nuevo audaz plan, concebido por Cochrane.
Este encargó al capitán Crosbie la
realización del plan. El citado capitán, al frente
de un bien seleccionado grupo de combatientes a bordo de varios
botes, penetró, en la noche del citado 24, al fondeadero
del Callao donde se encontraba la escuadra realista, y a pesar de
haber sido descubierto el movimiento por los centinelas de los
Castillos del real Felipe, desde comenzó de inmediato los
fuegos de fusiles y cañones, pudieron los
intrépidos marinos patriotas llevar a cabo su
misión, logrando apoderarse de tres navíos(San
Fernando, Milagros y Resolución) e incendiar dos
mas. (12)

Tendiente a lograr nuevos recursos económicos
para la guerra, pero sin tener que recurrir a las "contribuciones
forzosas" que siempre generaban descontento, San Martín
decretó, el día 25, lo siguiente:

"1° Que en las casas capitulares se suscriban los
vecinos para un empréstito voluntario por el
término de seis meses, enterando cada mes aquella cuota
que puedan contribuir; lo que será satisfecho por el
Estado al término de un año.

2° Los que quieran donar espontáneamente
aquellas cantidades mensuales, durante los seis meses,
podrán verificarlo.

3° Para la mejor claridad y arreglo, se
llevarán por el excelentísimo Cabildo dos libros, uno
para asentar los nombres de los patriotas y prestamistas, y el
otro para el de aquellos que quieran y puedan donar las
cantidades mensuales que gusten; para cuyo efecto se
pasarán las normas que dicho
excelentísimo Cabildo hará imprimir".
(13)

El día 27 el Ayuntamiento cursó una
invitación especial, para el gran acontecimiento que
sería la proclamación de la independencia, al jefe
de la escuadra libertadora, el Almirante Cochrane. Pero
éste, comprendiendo que su categoría de extranjero
lo ponía de hecho al margen de ese magno suceso,
respondió que solo presenciaría el solemne acto
desde Palacio, como un simple espectador más.

Y el tan ansiado veintiocho de julio llegó. Los
pobladores de Lima desde muy temprano se fueron ubicando en la
Plaza de Armas, lugar escogido para el solemne acto. En dicha
plaza se encontraba instalado un tabladillo, que al igual que el
levantado en otras tres plazas públicas donde se
repetiría la proclamación, había sido
construido por el maestro de obras Jacinto Ortiz, por orden
expresa del Ayuntamiento. A eso de las diez de la mañana
San Martín y su comitiva salieron de Palacio. Según
La Gaceta esta salida fue impresionante:

"…salió éste de Palacio a la plaza
mayor, junto con el excelentísimo señor teniente
general marqués de Montemira, gobernador político y
militar, y acompañándole el estado mayor y
demás generales del ejército libertador.
Precedía una lucida y numerosa comitiva compuesta de la
universidad de San Marcos con sus cuatro colegios, los prelados
de la casa religiosa, los jefes militares, algunos oidores y
mucha parte de la principal nobleza con el excelentísimo
ayuntamiento: todos en briosos caballos ricamente enjaezados.
Marchaba por detrás la guardia de caballería y la
de albarderos de Lima; los Húsares que formaban la escolta
del excelentísimo señor general en jefe; el
batallón número ocho con las banderas de Buenos
Aires y de Chile, y la artillería con sus cañones
respectivos" (14)

La comitiva no se dirigió directamente al
tabladillo sino que dio una vuelta completa a la Plaza,
desplazándose por delante del edificio del Ayuntamiento
para luego seguir por Escribanos y Botoneros, la fachada de la
Catedral y enseguida dirigirse hacia la parte central de la
plaza, al lugar donde se levantaba el tabladillo. El bullicio,
según los relatos de la época, era enorme, pero
cuando la comitiva llegó al tabladillo se produjo un
emotivo silencio, en espera de las palabras con las que se
sellaría la independencia del Perú. San
Martín tomando el estandarte de la patria dirigió a
la multitud las siguientes palabras:

"El Perú es desde este momento libre e
independiente por la voluntad general de los pueblos y por la
justicia de su causa que Dios defiende" (15) Y
batiendo el pendón bicolor repitió muchas veces:
"¡Viva la patria! ¡Viva la libertad! ¡Viva la
independencia! Palabras estas "que como eco festivo resonaron en
toda la plaza, entre el estrépito de los cañones,
el repique de todas las campanas de la ciudad, y las efusiones de
alborozo universal que se manifestaba de diversas maneras, y
especialmente con arrojar desde el tablado y los balcones, no
solo medallas de plata con inscripciones que perpetúen la
memoria de
este día, sino también toda la especie de monedas
pródigamente derramadas por muchos vecinos y
señores; en que se distinguió el ilustre colegio de
abogados" (16)

Las medallas de plata arrojadas en este solemne
día habían sido mandadas a fabricar por el
ayuntamiento limeño, encargando esta labor a la Casa de
Moneda. En ellas se representaba por el anverso un sol con el
siguiente lema a su alrededor: "Lima libre juró su
independencia en 28 de julio de 1821"; por el reverso un laurel
circundado por la siguiente inscripción: "Bajo la
protección del ejército libertador del Perú
mandado por San Martín".

Concluido el acto de la proclamación en la Plaza
Mayor, San Martín y la comitiva se dirigieron a las otras
plazas públicas programadas para repetirse el mismo acto.
Estas plazas fueron las siguientes: La Merced, Santa Ana y la
Inquisición, es decir en aquellas plazas, según
palabras de San Martín, en las cuales en tiempos
anteriores "se comunicaba al pueblo que debía aún
soportar sus míseras y pesadas cadenas"

Habiendo concluido el ceremonial de la
proclamación en la Plaza de la Inquisición, la
comitiva se dirigió hacia Palacio. Allí esperaba,
en una de sus galerías, "el inmortal e intrépido
lord Cochrane" que, como ya hemos señalado, no
creyó oportuno participar en el solemne acto que se
había llevado a cabo.

En la noche del 28 el Cabildo limeño
brindó una gran fiesta a todos los que habían
participado en el acto de la proclamación de la
independencia. El recibimiento fue extraordinario:

"La asistencia de cuantos intervinieron en la
proclamación de la mañana; el concurso numeroso de
los principales vecinos, la gala de las señoreas, la
música, el
baile, sobre todo la presencia de nuestro libertador que se
dejó ver allí mezclado entre todos con aquella
popularidad franca y afable con que sabe cautivar los corazones,
todo cooperaba a hacer resaltar más y más el
esplendor de solemnidad tan gloriosa". (17)

Aquel mismo 28, San Martín, por la tarde, dio un
decreto por el cual se fijaban los medios para perennizar el
día de la proclamación de la independencia del
Perú:

"El día más augusto y solemne de una
nación
independiente no debe quedar sepultado en el olvido del tiempo.
Al americano libre corresponde trasmitir a sus hijos la glorias
de los que contribuyeron a la restauración de sus derechos. La memoria del
gran momento en que por la unión y el patriotismo se dio
la libertad a medio mundo, es el legado más sublime de un
pueblo a la posteridad. El Perú se ha impuesto estos
deberes desde que pertenece a sí mismo; y rotos hoy para
siempre los vínculos que ataban a los habitantes de Lima
al carro de la esclavitud, por
la libre y espontánea declaración que ha hecho de
defender y sostener la independencia del Perú del gobierno
español y de cualquiera otra extranjera, ordeno lo
siguiente:

1° Se levantará un monumento en el camino del
puerto del Callao hacia esta capital, que inmortalice el
día primero de su independencia.

2° Los días 26, 27 y28 de julio de cada
año se harán fiestas cívicas en esta
capital, en memoria de la libertad del Perú.

Publíquese por bando: comuníquese al
excelentísimo ayuntamiento; fíjese en los lugares
de estilo; circúlese, archívese en el departamento
de gobierno.

Dado en Lima, a 28 de julio de 1821, 1° de la
libertad del Perú.

José de San Martín" (18)

Todo el 28 fue de jolgorio y de gran actividad. La noche
de aquel día no vendría a ser sino un
pequeño compás de espera para la ceremonia no menos
trascendental a realizarse al día siguiente: la jura de la
independencia.

El 29, al mediodía, San Martín con la
misma comitiva del día anterior, se dirigió a la
Catedral, donde se realizaría una misa de acción de
gracias y un Tedeum, a cargo del Arzobispo Bartolomé de
Las Heras. El sermón, según lo ya acordado
previamente, estuvo a cargo del franciscano Jorge Bastante, de
gran "valía intelectual y reconocido fervor patriota,
nombrado «Capellán del Gobierno» al
presentarse en Pisco solicitando su incorporación al
Ejército Libertador". (19) En cuanto
al coro y orquesta de la Catedral para dicho acontecimiento
estuvo bajo la dirección, como nos lo recuerda Fernando
Gamio Palacio, del Maestro de Capilla D. Andrés Bolognesi,
padre del héroe peruano en la batalla de Arica, durante la
guerra del Pacífico (1879-1883). Concluido el ceremonial
religioso el séquito volvió a Palacio. De
allí los miembros de las diversas corporaciones, civiles y
religiosas, marcharon hacia sus locales, donde llevarían a
cabo el acto de la jura de la independencia. El juramento se
haría según lo establecido por San Martín,
según la siguiente fórmula:

"Juráis a Dios y a la Patria sostener y defender
con vuestra opinión, persona y propiedades la
independencia del Perú del gobierno español y de
cualquiera otra dominación extranjera. Si así lo
hiciereis Dios os ayude y si no, Él y la Patria os lo
demanden".

El día 29 juraron la independencia el
Ayuntamiento, el Cabildo Metropolitano, y las comunidades de La
Merced y de San Francisco. El día 30 lo hicieron, debido a
que algunos miembros pertenecían a algunas de las
instituciones que juraron el día anterior, la Universidad
de San Marcos, el Colegio de Abogados, los párrocos y
capellanes. A partir del día 13 de agosto lo hicieron
también todos los vecinos de los cuarenta y un barrios de
los cuatro cuarteles de la ciudad, citados por los comisarios de
los barrios y en los domicilios de éstos. Posteriormente
lo llevaron a cabo los comprendidos en la Capitulación del
Callao y los pueblos de los Departamentos Libres, ante sus
respectivos párrocos. (20)

Los miembros del Ayuntamiento efectuaron el juramento
uno por uno, "por sí y en representación de la
población". Se levantó acta del juramento, cuyo
texto fue
redactado por Manuel Pérez de Tudela y por Manuel Muelle.
El texto es el siguiente:

"En la Ciudad de los Reyes del Perú en 29 de
julio y primero de su independencia: Congregados en esta Sala
Capitular los señores que componen este
Excelentísimo Ayuntamiento después de concluida la
Misa de Gracia que se celebró en la Iglesia Catedral, se
leyó el oficio del Excelentísimo Señor
Capitán General Don José de San Martín, de
23 del presente, en el que designa el día en que esta
Corporación había de prestar el juramento de la
Independencia de esta capital; y todos los señores juraron
a Dios y a la Patria mantener y defender con su opinión,
persona y propiedades, la Independencia del Perú del
gobierno español y de cualquiera otra nación
extranjera. A continuación prestaron igual juramento los
señores que no habían suscrito la acta del 15 de
corriente, de que certifico".

Los miembros del Ayuntamiento limeño que el 15 de
julio declararon la independencia, el 28 participaron en la
proclamación, y el 29, por sí y en
representación del pueblo limeño, juraron la
independencia, fueron los siguientes:

Alcaldes: Isidro de Cortázar y Abarca, Conde de
San Isidro.- Dr. José María Galdiano.

Regidores: Francisco de Zárate.- Simón
Díaz de Rávago.- Juan de Echevarría y
Ulloa.- José Matías Vásquez de Acuña,
Conde la Vega del Ren.- Francisco Valdés.- Lorenzo de la
Puente, Marqués de la Corpa.- Pedro de la Puente.-
José Manuel Malo de Molina.- Francisco de Paula Mendoza
Ríos y Caballero.- Mariano Vásquez.- Dr. Manuel
Pérez de Tudela.- Dr. Manuel Sáenz de Tejada.- Juan
Esteban Gárate.- Dr. Manuel María del Valle.- Dr.
Miguel Antonio Vértiz.- Manuel Alvarado.

Síndicos Procuradores Generales: Dr. Tiburcio
José de la Hermoza.- Dr. Antonio Padilla.

Secretario: Dr. Manuel Muelle.

La actuación de estos connotados miembros de la
élite criolla peruana fue representativa del
difícil tránsito del fidelismo al separatismo de la
alta clase colonial
peruana. El Ayuntamiento ya había entrado en graves
conflictos con
el virrey La Serna, a raíz de la posición
totalmente hostil e irreconciliable que adoptó este virrey
con relación a San Martín y a la expedición
libertadora. Gamio Palacio ha destacado la decisiva actitud del
cabildo limeño en defensa de los intereses de los vecinos
frente a las pretendidas exacciones que quería imponer La
Serna.(21) Pero, como bien señala
Timothy E. Anna, no es menos cierto que a Lima, abandonada por
las fuerzas realistas, la situación misma la empujó
a tomar una decisión y ella tenía que
compatibilizarse con los intereses de los sectores alto y medio.
Por otra parte está documentado que hubo una fuerte
coerción para que se firmase la declaración de la
independencia. Thimothy E. Anna ha puesto mucho énfasis en
esto e incluso uno de sus trabajos (que no hemos consultado)
lleva el sugestivo título de "The Peruvian Declaration of
Independence: Freedom by Coercion" (citado en: Anna, 2003 p.
237). Con toda la brillantez y solidez que le reconocemos a los
análisis de T. Anna, que en realidad nos da una nueva
perspectiva sobre la independencia peruana en su magistral libro
"La caída del gobierno español en el Perú.
El dilema de la independencia", sin embargo consideramos que en
algunos casos sus juicios pretenden ser definitivos, cuando en
realidad no lo pueden ser aún a estas alturas del estado
actual de las investigaciones.
Gustavo Montoya señala, por ejemplo, que "un aspecto de la
independencia del Perú que aún requiere un
análisis cuidadoso, es el referido a la defensa del
sistema de dominio colonial por parte de la clase dominante
peruana de la época y a sus acuerdos y discrepancias con
el Estado colonial. Y esta es una línea de investigación de suma importancia, pues su
conocimiento permitirá explicar la tardía
independencia del Perú con relación al resto de
comunidades americanas, la naturaleza
política y
social de las elites coloniales peruanas, sus proyectos de
gobernabilidad, sus concepciones ideológicas, la idea de
nación implícita en sus discursos, la
identidad de
las mismas y el lugar que ocupaban en el proceso general de la
guerra" (Montoya, 2002, pp. 59-60) Por eso es que Gustavo Montoya
nos habla de la singularidad de la independencia peruana, su
carácter atípico con relación al resto del
continente. ¿Fue la aceptación de la independencia
peruana el mal menor? No debemos pasar por alto lo que G. Montoya
ha señalado acerca de: "la mutua oposición que la
etapa final de la defensa del virreinato produjo entre las
distintas facciones de la clase dominante. Si los grandes
comerciantes exigieron la cerrada defensa del sistema de dominio
colonial, un significativo sector de la aristocracia
terrateniente no sólo aceptaría la independencia,
sino también apostó por un régimen de
transición constitucional entre la colonia y una posible
"república aristocrática". Pero en medio de estos
dos grupos también se situaban los intereses del propio
Estado colonial español y sus beneficiarios
americanos.

La ruptura y la desintegración de estos tres
grupos que constituía la clase dominante, fue una de las
razones que influyeron en el largo proceso de
consolidación de la independencia que abarca entre el
desembarco del ejército libertador en 1820 y el cese de la
influencia bolivariana en 1826. Por ello, no es exacto seguir
afirmando que frente a la independencia, los grupos
sociales dominantes cerraron filas para asumir la defensa del
virreinato" (Montoya, 2002, pp.82-83)

Otra ilustre institución que juró la
independencia del Perú fue el Cabildo Metropolitano,
integrado por destacadas figuras de aquel entonces, entre las
cuales podemos mencionar al Dr. Ignacio Mier, Rector de la
Universidad de San Marcos, al Dr. Toribio Rodríguez de
Mendoza, que habíase destacado con Rector del Convictorio
de San Carlos, y al Dr. Francisco Javier de Luna Pizarro. La
juramentación del Cabildo Metropolitano limeño se
llevó a cabo en la su Sala Capitular, en la Catedral. La
juramentación fue hecha en forma individual y según
la fórmula establecida. El acta de la jura fue firmada por
los siguientes connotados personajes: Francisco Javier de
Echagüe (Santa Fe), Ignacio Mier (Lima), Pedro del Toro
(Santiago).- Pedro Bravo del Rivero (Lima), José Manuel
Bermúdez (Tarma), Manuel Arias (Arica), Pedro Antonio
Fernández de Córdova (Arequipa), Luis de Santiago
(Lima), Toribio Rodríguez de Mendoza (Chachapoyas),
Fermín Bernales (Ica), José Mariano Aguirre (Lima),
Cayetano Erazo (Lima), Bartolomé Orduña (Lima),
José Antonio Hurtado (Lima), José Ignacio Moreno
(Guayaquil), José Benavente (La Paz), Carlos Orbea (Lima),
Mariano Tagle Izázaga (Pisco), Javier de Luna Pizarro
(Arequipa) (22)

Las comunidades religiosas de San Francisco y La Merced
también realizaron el juramento el mismo 29 de julio.
Respecto a la primera de las comunidades mencionadas, ella
involucraba a los sacerdotes, novicios y legos del convento de
San Francisco (presididos por el R. P. Guardián Fray
Eusebio Casaverde), a los de la Santa Recolección de
Nuestra Señora de los Ángeles
(con su Guardián el R. P. Fray Carlos Lizárraga), y
a los del colegio de San Buena Ventura de Nuestra Señora
de Guadalupe (con su R. P. Guardián Rector Fray Juan
Gavilán). Citados todos ellos por Fray Manuel Manzano,
provincial de los Doce Apóstoles, se reunieron en la Sala
de Estudios del Convento Máximo de Jesús de Lima,
lugar en el cual el citado Fray Manuel Manzano les tomó a
todos los miembros de esta corporación el respectivo
juramento. Se levantó acta y original de ella fue remitido
al supremo gobierno.

La comunidad de La
Merced en pleno fue convocada para prestar su juramento el 29, en
la Sala de Capítulo. El encargado de tomar el juramento
fue el Padre Provincial Maestro Fray Anselmo Texero. Al
término de la juramentación se realizó una
misa de Acción de Gracias y un Tedeum.

La Universidad de San Marcos vino a prestar el juramento
el día 30, debido a que su Rector, el Dr. Ignacio Mier,
como miembro del Cabildo Metropolitano limeño,
prestó juramento en dicha institución el día
29. Convocados por el rector, los miembros del cuerpo docente se
reunieron el 30 en la capilla de la universidad, donde prestaron
el juramento de independencia.

El ilustre Colegio de Abogados de Lima prestó su
juramento el día 30 en la capilla de la Universidad de San
Marcos. Ese mismo día también prestaron el
juramento los párrocos y capellanes de Lima.
Bartolomé de Las Heras, Arzobispo de Lima, habíales
oficiado el 25 al Dean Francisco Javier Echagüe para que
tomara el juramento a los párrocos, capellanes de
monasterios y demás eclesiásticos. El Dean
Echagüe convocó a reunión en la
sacristía de la Catedral para el día 30,
llevándose a cabo en aquel día la
juramentación de la independencia.

Habiendo reseñado los actos de
declaración, proclamación y jura de la
independencia del Perú, debemos ver ahora el significado
de estos tres actos, los cuales tienen una trascendental
importancia jurídica para el naciente estado peruano, en
la medida que constituye su partida de nacimiento como estado
independiente. La declaración abrogó los
títulos de España sobre el virreinato del
Perú, en atención a la voluntad general de los
pueblos del Perú que eran manifiestos por la
separación. Es por esta razón que la
declaración de la independencia lo hace el cabildo de Lima
(con anterioridad ya se había llevado a cabo en otros
lugares del Perú, como hemos analizado), porque dicha
institución representaba al pueblo peruano. San
Martín y el ejército libertador no lo hubieran
podido hacer, y de haberlo hecho no hubiera tenido ninguna
validez jurídica histórica. Su acto hubiera sido
nulo, en cuanto que por ser extranjeros no representaban al
pueblo peruano.

Pero una vez declarada la independencia ya San
Martín, como jefe del ejército libertador,
podía proclamar esta independencia, es decir hacerla
conocida por todos. La proclamación de la independencia
abrogó la proclamación que se había hecho de
Fernando VII.

La juramentación echó por tierra la jura
de la Constitución española, que se había
realizado en 1820. (23) Estos
tres actos, como bien señala Fernando Gamio Palacio, autor
al cual venimos reseñando en estos hechos, constituyen
"los elementos formales de un solo todo: la fundación de
la independencia por el derecho a declararla, y con el deber de
sostenerla y defenderla, vigente desde su
proclamación" (24)

El 29 por la noche San Martín dio un baile en
Palacio de Gobierno, al cual concurrió lo más
selecto de la sociedad
limeña. Según la Gaceta de 1 de agosto de 1821, se
repitieron, si no es que se superaron los regocijos logrados en
la noche anterior en la fiesta dada por el cabildo. Basilio Hall,
un testigo presencial de excepcionales dotes y de gran
meticulosidad, nos dice: "Por la noche, San Martín dio un
baile en palacio, de cuya alegría participó
él mismo cordialmente; bailó y conversó con
todos los que se hallaban en el salón, con tanta soltura y
amabilidad, que de todos los asistentes, él parecía
ser la persona menos embargada por cuidados y deberes".
(25)

NOTAS

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Obras a las cuales se han hecho
referencias:

-Anna, Timothy E. La caída del gobierno
español en el Perú, Lima, Instituto de Estudios
Peruanos, 2003

-Montoya, Gustavo, La independencia del Perú y el
fantasma de la revolución, Lima, Instituto de Estudios
Peruanos (Colección Mínima, 53), 2002

Artículos periodísticos de gran
valor.

El Comercio de
Lima con motivo del sesquicentenario de la llegada de la
expedición libertadora al Perú y de la
declaración, proclamación y jura de la
independencia, publicó importantísimos
artículos de varios prestigiosos historiadores. Su
enumeración sería muy larga por lo que recomiendo,
a las personas interesadas en profundizar sobre los
acontecimientos ocurridos entre setiembre de 1820 y agosto de
1821, consultar El Comercio de 1970 y 1971. En este último
año se encontrará una importantísima
sección titulada "Hace 150 años" donde diariamente
narraba lo que en ese día había ocurrido 150
años atrás. Si se desea conocer la etapa del
Protectorado también resultará de gran utilidad la
lectura de diversos artículos publicados Agustín
Tovar de Albertis, en 1972. Entre mis papeles guardo casi todos
los artículos publicados por dicho diario limeño,
en los años mencionados.

 

Jorge G. Paredes M.

Partes: 1, 2, 3
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