Cada fin de semana vemos aparecer en la noche capitalina a
los jóvenes deambulando por los alrededores de centros
nocturnos, cada vez mas aparecen centros de juego para
jóvenes donde impera un ambiente
cargado de estímulos, visuales y auditivos, y nos
preguntamos como es posible que un lugar de aquellas
características pueda ser un lugar de esparcimiento y
entretención más aun es también descrito
como un espacio de relajación.
En el marco de una investigación* se han hecho observaciones
en uno de estos centros de juegos que
funcionan todo el día, el lugar es cerrado con luz tenue y de
coloridos diferentes, el ambiente esta hipersaturado de ruidos y
músicas de diferentes clases emitidas tanto por equipos de
sonido como
por televisores, sintonizados en diferentes señales, se da entonces el llamado ambiente
de discoteca.
La pregunta entonces es cómo es posible denominar un
ambiente de tales características como de
relajación, porque donde unos sucumben, se agotan, otros
se divierten y relajan.
El oído
interno, se compone de dos partes el sistema vestibular y el
sistema coclear, el primero regula las funciones de
postura y equilibrio,
por tanto igualmente regula los movimientos corporales. El
segundo sistema, el
coclear se encarga de la transformación de los sonidos
(estimulo mecánico) en impulso nervioso (estimulo
eléctrico), y por medio de este proceso se nos
hace posible la percepción
de los sonidos y por tanto la interpretación de estos. La correcta
integración de estos sistemas permite
que podamos percibir de manera organizada. (Madaule,
1983)
Desde pequeños todos los sonidos nos permiten ir
entretejiendo la función de
ambos sistemas para permitir una correcta entrada al mundo del
lenguaje y la
escucha. Las canciones infantiles armonizan las funciones motoras
(movimientos corporales) por su efecto en el sistema vestibular.
También aumentan el nivel de conciencia
corporal y ayudan en el moldeamiento de la imagen corporal,
que les permite a los niños
ir poco a poco aumentando su capacidad motora fina. Con esto
podemos considerar al cuerpo como instrumento que expresa, y su
desarrollo le
permite al infante desarrollar su capacidad futura de comunicación (en su más amplio
sentido). (Madaule, 1983)
Alfred Tomatis, fonoaudiologo francés trabajando con
cantantes de opera descubrió que en la medida en que estos
mejoraban sus conflictos
internos lograban captar y emitir sonidos de frecuencias
más amplias, esto es aumentaban su registro lo que
les permitía desempeñarse mejor en su labor.
Estudió entonces el sistema fonológico y el sistema
de la audición, descubriendo que el segundo tenia directa
relación con los procesos
psíquicos internos del individuo, por
ello es importante conocer la anatomía del
oído. A. Tomates desarrollo entonces el concepto de
escucha, en oposición al concepto de oír;
"Oír es la percepción pasiva de los sonidos,
mientras que escuchar es un acto voluntario que requiere del
deseo de usar el oído para enfocar los sonidos
seleccionados". (Madaule, 1983 p. 3)
Podemos encontrar en sus escritos descripciones de
niños con poca capacidad de escucha que estarían
caracterizados por una percepción poco clara o
distorsionada del sonido, lo que se expresa en problemas con
la aritmética y con la aprehensión de la
lecto-escritura.
Según Tomatis estos problemas de escucha se develan por un
bajo deseo de comunicar, que se origina en una etapa muy temprana
de la vida del sujeto, donde debió ocurrir un rechazo al
lenguaje oral y una manera de rechazar esta información es la de cerrar el oído,
esto se hace posible por una relajación del músculo
del oído medio, así los sonidos serán
incorrectamente percibido y mal analizados. (Madaule,1983)
Otro punto estudiado por el Dr. Tomatis es la predominancia de
la audición por el oído derecho, basado en la
documentación referente a la
especialización hemisférica en tanto la
función del lenguaje, que corroboran que es mayormente por
el oído derecho por donde se analiza y controlan los
sonidos.
Los niños con un cierre selectivo del oído
gustan más de músicas con sonidos de baja
frecuencia y muy rítmicos como el rock y la
música
disco, que tienen un efecto vigorizante, que aumentan las
tendencias hiperactivas, agresivas y la irritabilidad. Esta
música les atrae porque aumenta el nivel de
sensación corporal, pero la calidad del
sonido reduce la habilidad del oído para la escucha. Esto
sucede por los mecanismos biológicos involucrados, es
decir al ser el oído medio un dinamo controlador de los
impulsos que pasan al cerebro para ser
analizados, cuando se produce un cierre selectivo aumenta la
percepción ósea del sonido (las vibraciones que las
ondas del sonido
producen en los huesos
principalmente del cráneo), lo que satura al cerebro de
estímulos en desmedro del canal principal de
audición.
Esto significa que baja también la conciencia corporal,
y el entendimiento lógico se reduce, aumentando la
interpretación emocional de la
comunicación, lo que podría redundar en una
experiencia afectiva aumentada.
Dado que la relación del oído con el resto del
cuerpo, está dada por la conexión con el "nervio
vital neumogástrico (vago), así el oído
tiene que ver con casi todo lo que sentimos (desde el cosquilleo
en la garganta hasta los latidos del corazón y
la respiración)". (Madaule, 1983) La baja
capacidad de escucha también afectaría la auto
escucha y por tanto la reflexión sobre sí mismo, su
entorno y el sentido de la vida (cuestionamiento bastante
frecuente en la adolescencia).
"El oído no es únicamente un instrumento para
oír y escuchar, ni solamente un órgano para
mantener el equilibrio y la verticalidad. Tomates afirma que el
oído es principalmente un aparato destinado a efectuar una
carga cortical (es decir, a aumentar el potencial
eléctrico del cerebro). De hecho, el sonido es
transformado a impulso nervioso por las células
ciliadas del oído interno. La carga de energía
eléctrica obtenida por el flujo de los impulsos
nerviosos llega a la corteza, que a su vez la distribuye a
través de todo el cuerpo con el propósito de
tonificar todo el sistema e impartir un mayor dinamismo."
(Madaule, 1983 p. 16)
No todos los sonidos producen este efecto de carga, ya que
según Tomates las células receptoras se encuentran
mas acumuladas hacia las áreas de recepción de
sonidos de alta frecuencia, por esto al oír sonidos de
más alta frecuencia la cantidad de impulsos que van a la
corteza es mayor. Por lo mismo los sonidos de baja frecuencia no
dan la suficiente energía a la corteza y pueden agotar, ya
que inducen respuesta motoras que absorben energía,
más de la que da el oído. (por la conexión
nerviosa que existe entre las neuronas del oído con las de
toda la medula espinal). (Madaule. 1983)
En definitiva los estudios desarrollados A. Tomates, no
sólo se aplican, (según él) a personas con
problemas psicológicos que implican un cierre selectivo
del oído, todas las personas estamos proclives desde la
vida intrauterina a ser afectados por un trauma o conflicto que
nos haga perder el deseo de comunicarnos con el entorno, incluso
esto puede suceder sin involucrar a nuestra conciencia de haber
sentido el trauma.
La
adolescencia está determinada culturalmente ya que el
inicio y término varía considerablemente de una
cultura a
otra, así como también varían las
características y conflictos de ésta. (Carolina
Inostroza, Yanet Quijada y otros, Universidad de
Concepción.)
El adolescente que está pasado por la crisis juvenil
está especialmente susceptible a desarrollar una depresión,
ya sea por los cambios que está enfrentando o por una suma
de conflictos que ahora tiene presente. Se expresa como "un
sentimiento vacío, una falta de autodefinición,
que se asemeja según su descripción verbal, a un estado de
despersonalización", lo que genera un alto grado de
ansiedad (Mussen, 1985). Esto también puede deberse
a los numerosos cambios que presenta al mismo tiempo la vida
de un adolescente (Papalia y Olds., 1998).
Se espera que el individuo alcance una independencia
que le permite dirigirse hacia roles y metas de acuerdo con sus
habilidades y posibilidades ambientales (Montenegro y Guajardo,
1994). El adolescente estructura las
actitudes y
pautas de comportamiento
adecuadas para ocupar un lugar en el mundo de los adultos
(Hurlock, 1980). La relación con los otros se busca como
un medio de referencia para conocerse a sí mismo. Las
amistades cumplen en esta etapa variadas funciones, como el
desarrollo de las habilidades sociales, como ayuda para enfrentar
las crisis y los sentimientos comunes, ayuda a la
definición de la autoestima y
status, no por lo que dicen, sino por la posición del
grupo al que
pertenecen (Remplein, 1971; Hurlock, 1980; Craig, 1997). En la
adolescencia disminuye el número de amigos, en
comparación con la pubertad,
buscando características afines; se hacen más
estables en el tiempo e íntimas.
Una de las conductas riesgosas más difundidas en los
locales nocturnos respecto de la adolescencia es el consumo de
alcohol y
drogas, esto
se explica por que los jóvenes en su intento de entrar al
mundo adulto toman de ellos lo que creen es una marca distintiva
de la adultez (Craig, 1997).
Resumiendo los jóvenes se ven en una búsqueda
frenética de apoyo para constituir su identidad y
lograr lo que se espera de ellos (desde los adultos). En este
proceso necesitan un alivio de las sensaciones discrepantes que
se producen al no ser capaz (ya que es un proceso) de
establecerse firmes frente a un mundo que tiene altas
expectativas puestas en ellos y que al mismo tiempo cataloga como
un problema, ¿encuentran los jóvenes este alivio en
los centros nocturnos en compañía de sus pares?
¿Por qué es así?
Entendiendo todo la anterior podemos reflexionar ahora sobre
los lugares de concurrencia frecuente de adolescentes
como pubs, discotecas y centros de videojuegos,
que cuentan con una ambientación saturada de
estímulos visuales y auditivos, se caracterizan por mucha
música, muy fuerte y en general de estilos rock y disco,
muchas veces con más de un estilo musical en el mismo
espacio. La luminosidad es baja y da un efecto nocturno en estos
espacios.
Sabemos al mismo tiempo que la adolescencia se caracteriza,
como etapa de desarrollo, por una pobre motricidad fina (lo que
llamamos edad del pavo), una energía mayor que en otros
períodos evolutivos y un enfoque hacia su propio cuerpo,
en referencia a los cambios corporales. Paralelamente los
jóvenes desarrollan un pensamiento
más crítico, en cuanto a lo social, el
cuestionamiento del sentido de la vida y de su propia
posición en la sociedad y en
la vida.
Si pensamos en la actualidad los jóvenes tiene un
estilo de vida
bastante sedentario donde las mayores actividades oscilan entre
la
televisión, los juegos de video y el
chateo, que poca descarga energética le permiten a este
joven lleno de energía.
En tanto las relaciones este joven vive momentos confusos en
la relación con sus padres y con su entorno, bastante
problemáticas con los adultos y las autoridades, que
están constantemente cuestionadas, y relaciones muy
intensas con sus pares.
Teniendo como referencia lo anteriormente expuesto, y tomando
como nuevo referente el desarrollo teórico de A. Tomatis
con relación a la escucha, podemos hipotetizar sobre el
interés
juvenil de frecuentar lugares sobre estimulados, en música
principalmente de baja frecuencia lo que por una parte le permite
bajar su conciencia corporal y por tanto esconder su propia
imagen corporal que es tan oscilante e intimidante frente a sus
pares, por otra parte la baja en su capacidad de escucha genera
una pobre interpretación lógica
y una alta interpretación afectiva lo que redunda en
relaciones lábiles y muy intensas. Todos estos hechos se
interrelacionan en un circulo causal ya que desde Tomatis sabemos
que la capacidad de escucha puede ser bloqueada en cualquier
momento de la vida traumático en que no se desea escuchar
o comunicar, y la adolescencia es por definición un
proceso traumático (dentro de la normalidad), que
podría hacer que el adolescente deseara no escuchar o
comunicar. Al mismo tiempo los jóvenes comienzan a
privilegiar los estilos musicales rock, que como sabemos tienen
mas frecuencias bajas, que generarían mayor agresividad e
irritabilidad, y una merma en la capacidad de escucha con las
consecuencias ya mencionadas.
Con los antecedentes anteriores podemos llegar a concluir
algunas cosas sobre el comportamiento juvenil en lugares
saturados de estímulos. Esta situación ambiental
les permite, bajar la conciencia de su propio cuerpo, y la
intensificación de las relaciones afectivas, esto en
conjunto permite que el adolescente baje el nivel de ansiedad en
torno a su propio
cuerpo y la aceptación de él por parte de su grupo
de pares. La baja conciencia también ayudaría a que
se apaciguarán las cavilaciones y criticas del joven
respecto a si mismo y su sociedad. Al tiempo la baja frecuencia
de la música puede permitir la descarga de energía
apagada por el desinterés en otras actividades, esta
energía reaparece por intercesión de la
música y el joven puede descargar su energía.
De esta forma se genera un efecto de aparecer o desaparecer en
la medida en que las interacciones le resulten al joven
cómodas y con poca ansiedad. La alta concurrencia a este
tipo de lugares tendría igualmente un efecto de
permitirles a los jóvenes salir de sus casas en donde se
ven aislados e imposibilitados de ejercitar el cómo de su
interacción social, que les permite ir
configurando su identidad, mostrándose en lo que ellos van
descubriendo que son, pero en un ambiente de estimulación
seguro que
baja los niveles de discrepancia con el medio, y las
posibilidades de fracasar en el ejercicio de su
socialidad?????
- Craig, G.(1997).
Desarrollo psicológico. Prentice Hall - Hurlock, E.(1980). Psicología de la
adolescencia. Madrid:Paidós - Montenegro y Guajardo(1994). Psiquiatría del
niño y del adolescente. Santiago: Salvador - Mussen. P(1985). Desarrollo de la
personalidad en el niño. México:
Trillas - Papalia y Olds.(1998). Desarrollo humano.
México: Mc Graw- Hill - Remplein,H.(1971). Tratado de psicología evolutiva. Barcelona:
Labor - Seminario preparado Carolina Inostroza, Yanet Quijada y
otros, estudiantes de Psicología de la
Universidad de Concepción. - Madaule, P. (1983) El Método
Tomatis y La Música, Centro Tomates Chile
Daniela González Olivares.
Oscar Muñoz
UNIVERSIDAD ACADEMIA DE HUMANISMO
CRISTIANO
ESCUELA DE
PSICOLOGÍA