Globalización, autonomía
nacional y regionalización: los países del Sur
frente a los dilemas de la integración: navegando entre el ALCA y el
MERCOSUR
- Cosita loca llamada
Globalización - La Nación en tiempos de
globalización - Autonomía nacional o
heteronomía global - ¿Que hacer? Las Estados
nacionales latinoamericanos y sus estrategias frente a la
globalización - Que integración
¿ALCA o MERCOSUR? - Conclusión
- Bibliografía
Nuestros países latinoamericanos viven una
situación que los pone, en cuanto al futuro de la
integración regional, hemisférica y mundial, frente
a una encrucijada Un lugar común de la literatura universal nos
enseña que en la encrucijada hay que tomar una
decisión, y ese pacto se firma con sangre. A partir
de esta metáfora, el trabajo que
presentamos a continuación propone pensar los dilemas de
las estrategias
nacionales y la integración regional en los que
están inmersos los estados nacionales latinoamericanos, en
especial los del cono sur, en el contexto de la
globalización.
El esquema analítico del presente ensayo es el
siguiente. En primer término dedicaremos algunas
reflexiones sobre los problemas de
la definición conceptual de globalización a partir, tanto de la
bibliografía
estipulada en el curso como desde algunas otros trabajos que
hacen una lectura de la
globalización desde un lugar algo diferente. En segundo
lugar nos aproximaremos a la problemática del Estado
nacional, en cuanto su definición conceptual como en lo
que respecta a los alcances de la autonomía nacional. A
partir de los dos primeros apartados buscaremos un análisis de las implicancias de la
globalización en la autonomía nacional y las nuevas
oportunidades políticas
que presenta a los estados latinoamericanos. Finalmente, y ya en
el marco de las relaciones
internacionales y las posiciones nacionales, analizaremos la
capacidad de estos estados nacionales para definir estrategias de
integración regional que pueda hacer frente a las
presiones de la globalización y que garanticen la
legitimidad democrática. En particular haremos referencia
a los proyectos de
integración del ALCA y el MERCOSUR.
Pensar desde la encrucijada es saber que, como les
gustaba a los existencialistas, las acciones (en
este caso las decisiones internacionales) son fundacionales y
responsabilidad de los sujetos que las toman. La
acción
política
de los Estados es constitutiva-constituyente del orden
mundial.
Cosita loca llamada
Globalización
Cuando Kant
escribió, ¿Qué es la
Ilustración? se estaba preguntando "qué somos
nosotros". Ernest Renan interrogaba a fines del siglo XIX
¿Qué es una nación?
y su búsqueda también se orientaba una
autocomprensión de la contemporaneidad. Foucault (1982),
y su interrogante sobre los dispositivos de constitución de los sujetos avanzó
en la misma dirección. Preguntarnos ¿Qué
es la globalización?, como lo hace Beck (1997), si bien
supone una pregunta provocadora anterior del tipo "¿Es la
globalización?, implica también volver a indagarnos
por nosotros mismo y por el tiempo-espacio
en el que vivimos.
Y es que es menester saber si estamos frente a una nueva
"imagen del
mundo" como diría Heidegger, o una nueva "episteme" de
acuerdo a Foucault. ¿La globalización es parte de
ese proyecto
inconcluso que según Habermas es la modernidad?,
¿es parte de la lógica
capitalista como había identificado ya Marx en 1948
cuando afirmó "la gran industria ha
creado el mercado mundial"
(Marx y Engels 1986:34) o es un cambio
cualitativo en el modo de producción mundial?¿Es beneficiosa o
inmanentemente nociva la globalización?¿Qué
estrategias deben emprender los actores políticos frente a
la globalización?
Es evidente que en éstas preguntas hay diferentes
niveles (ontológico, epistemológico,
político, normativo, ideológico) que hemos mezclado
intencionalmente. Para ordenar la discusión es necesario
optar por definiciones, construir conceptos para comprender los
fenómenos.
El debate sobre
la definición de "globalización" no sólo es
amplio y vasto, sino que ha estado de moda durante los
últimos años. Si hay un acuerdo entre los distintos
estudiosos es, precisamente, que no hay acuerdos sobre las
definiciones de globalización. Esto hace que sea un lugar
común iniciar un abordaje conceptual de
globalización refiriendo a las múltiples
definiciones del término, como así también a
la heterogeneidad de trabajos que parecen tener por objeto el
"mismo" objeto. No es nuestro objetivo
problematizar exhaustivamente las diferentes concepciones de
globalización en la literatura. No obstante,
prácticamente nadie duda que los procesos
sociales imbricados en la "globalización" sea como fuere
que la definamos, son complejos y multidimensionales, y que para
dar cuenta de este proceso de
manera consistente y profunda es indispensable introducir esferas
políticas, sociales, culturales, éticas,
filosóficas, además de las vinculadas a la economía. No
obstante, en el presente trabajo
haremos un especial hincapié en el aspecto
económico, aunque buscaremos no descuidar la
dimensión política y social del proceso propuesto
como objeto de estudio
En el marco del debate actual se sostienen hipótesis (y se presentan evidencia) tanto
para afirmar que los mercados
contemporáneos son globales como de que no puede hablarse
de mercados globales. Hirst y Thompson (1996) por ejemplo, ponen
en cuestión las tesis extremas
o radicales que hablan de la globalización como un
fenómeno cualitativamente novedoso que reestructura la
forma de producción a nivel mundial. Antes bien tienden a
ver al proceso de internacionalización como un
fenómeno de larga data, a poner en cuestión la
importancia de las empresas
trasnacionales en la economía
mundial y a dudar sobre como la movilidad de capital afecta
la inversión, tres ideas básicas en el
esquema argumentativos de los exponentes de las tesis extremas
sobre a globalización. Estos autores introducen una
distinción analítica entre la "economía
internacional" y la "economía global". La primera es
aquélla en la cual los principales actores son las
economías nacionales. La segunda se caracteriza por el
hecho de que las distintas economías nacionales se
encuentran subsumidas en el proceso global (Hirst y Thompson
1996). En otro extremo encontramos posiciones como la de
Mittelman (2002) que cuestiona la tesis que entiende que la
globalización es una ficción y afirma que "la
globalización constituye un cambio histórico, una
transformación que marcó toda una época en
el acontecer mundial" (2002:37)
No podemos dar cuenta aquí de un debate que se
coloca por fuera de los objetivos de
éste trabajo, sin embargo es conveniente dejar estipulado
que la existencia o no de la globalización como proceso
cualitativamente novedoso depende de la definición
teórica construida. En el presente trabajo seguimos
(provisoriamente) las consideraciones de los autores que
identifican a la globalización como una etapa avanzada en
los procesos de conformación del mercado mundial e
internacionalización económica que distinguen al
capitalismo
(Wallerstein 1974, 1981 y 1989; Panitch 1994, Amin 1997a y 1997b,
Arriagui 1994 y 1997, Meikins Wood 2000 y 2001). A su vez, cabe
aclarar por ser relevante para los fines del trabajo que en la
evolución de ambos procesos (la
conformación del mercado mundial y la
internacionalización) el papel del estado nación
ha sido históricamente decisivo.
En esta misma línea aceptamos, a modo de
supuesto, a la globalización como un proceso
histórico complejo y multidimensional que fundamentalmente
se manifiesta, en lo económico. Mas precisamente aceptamos
con Garrett (1999 y 2000) y Meikins Wood (2000 y 2001) la
propuesta de que estamos en presencia de una economía con
mercados cada vez mas internacionalizados. Particularmente
podemos distinguir tres procesos económicos que
constituirían una acuerdo mínimo sobre la
"globalización". A saber, la internacionalización
de la producción, la intensificación de la competencia
internacional y la ampliación de los mercados
financieros.
Ahora bien, luego de obtener una definición
precaria de globalización pasemos, pues, a presentar a
nuestro otro protagonista: El Estado
nacional
La Nación en
tiempos de globalización: "los muertos que vos
matáis gozan de muy buena salud"
El debate sobre la nación y el Estado nacional es
muy amplio. Los estudiosos llevan años discutiendo que es
la nación y que relación tiene con el Estado. Con
un trazo grueso podemos distinguir tres corrientes que,
aún con sus disparidades en su interior, han dominado la
escena. Por un lado aquellos que consideran a la nación
como una manifestación ontológica indisociable del
espíritu del pueblo (volksgeist) A su vez el Estado, en
esta corriente, sería la manifestación propia de la
totalidad, la concreción de la universalidad propia de un
desarrollo
histórico que tiende a realizar cierta espiritualidad.
Esta idea primordialista de la nación es la que
encontramos en los pensadores alemanes, en especial en Herder,
Hegel y
Fichte. Por otra parte, y como reacción al primer paradigma
aparecieron corrientes posmodernas que denunciaron a la
nación como un invento quimérico, una
operación ideológica discursiva para legitimar el
poder de las
elites. La nación, de esta manera, no era más que
un relato, el cuál habría que deconstruir para
entender quién produce esa narración (Said 1996).
No obstante, la corriente mas aceptada hoy aquella que defiende a
la nación como una construcción moderna.
La modernidad de la nación, entre otros, es
defendida por el antropólogo Ernest Gellner (1988, 1998) y
el historiador Eric Hobsbawm (1992, 1994). Los trabajos de
Gellner son importantes ya que hacen permanente referencia a los
grandes cambios ocurridos en Europa y que
marcaron el final de una época abriendo paso a la
conformación de un nuevo orden social, económico y
político
También el filósofo alemán
Jürgen Habermas (1998, 2000) -desde la teoría
crítica– concibe a la nación como
una construcción moderna. Para Habermas luego de la
caída de las estructuras
feudales y sociales estamentarias del capitalismo temprano la
forma de integración social se constituyó en
torno a los
estados nacionales. Para el autor alemán el éxito
del estado nacional se debió a la capacidad que
demostró para resolver los problemas suscitados por la
fractura del orden social en la temprana modernidad. La forma de
organización nacional permitió, por
un lado el desarrollo del nuevo modo de producción, y por
otro lado facilitó la integración cultural y
política mediante una nueva forma de legitimación del poder (la soberanía popular)
Ahora bien, lo que parece una digresión en
nuestro plan de trabajo
no es tal. El presente escrito toma la concepción de la
nación moderna y la referencia a los trabajos de Gellner y
Habermas tienen como objetivo renovar la pregunta: si la
nación sirvió como espacio de organización
para el nuevo momento histórico que significó la
modernidad capitalista, ¿es válida ahora que parece
que los tiempos han cambiado? ¿Es sostenible esa forma de
organización Estatal-nacional en el nuevo
contexto?
Para algunos autores el estado nacional es ya una forma
caduca que tenderá a desaparecer frente a la inevitable
globalización. Susan Strange (1996), por ejemplo,
argumenta que si bien el Estado no ha desaparecido el balance en
los últimos años se ha inclinado claramente hacia
los mercados mundiales en detrimento de los Estados nacionales.
Por lo tanto la capacidad de control y de
protección a los ciudadanos propia e los Estados ha
mermado en el nuevo contexto económico. La
afirmación de Strange, de acuerdo a Garret (1999, 2000) no
está empíriamente verificada. Por su parte Ellen
Meiksins Wood (2000 y 2001), nos ofrece otro argumentos
más analítico para justificar la presencia del
aparato estatal, _lobalización "en el mercado
global, el capital necesita al estado" (2001:81). _loba esta
autora norteamericana el capital necesita que el Estado garantice
las condiciones de _lobalización_ y de _lobalizaci ,
además de disciplinamiento laboral y
social.
En conclusión, el estado nacional sigue siendo
central en el nuevo contexto global, pero ¿hasta que punto
mantiene su autonomía?, es posible pensar en estrategias y
diseño
de políticas nacionales tendientes a hacer frente a los
procesos que identificamos como propios de la
globalización.
Autonomía
nacional o heteronomía global
El concepto de
autonomía nacional es polisémico. Una de las
posibles entradas al tema nos lleva por los senderos que
recuerdan al modelo
westfaliano y se vincula directamente a la territorialidad propia
del Estado nacional moderno al que nos referíamos en el
apartado anterior. En tal sentido hace referencia a que no hay
otra autoridad
externa que tenga injerencia legítima dentro de los
límites
territoriales. Un segundo sentido de autonomía se vincula
a la capacidad de alcanzar objetivos políticos de forma
independiente por parte del Estado nacional. En tanto la primera
concepción se refiere a un principio jurídico
podemos asociarla a la "soberanía nacional", la segunda se
vincula a una cuestión de capacidad que puede admitir
grados de mayor o menos autonomía. (Thompson 1985) En este
sentido, podríamos distinguir analíticamente la
"autonomía" como la capacidad de dictar las propias
leyes y
directrices en el plano económico, social, político
y cultural, mientras reservamos "autodeterminación" para
referirnos al principio jurídico que asiste a los pueblos,
es decir un principio ligado a la soberanía.
A partir del punto anterior, estamos en condiciones de
seguir a Russell y Tolkatlian (2000) que proponen una
definición de autonomía vinculado a la realidad
latinoamericana. Esta nueva concepción se caracteriza por
cambiar el la perspectiva que define autonomía por
oposición a dependencia de cualquier otro agente a una
definición de autonomía que "se construye con
otros, y que llamamos ‘autonomía relacional’"
(Russell y Tolkatlian 2000:6)
Esta perspectiva nos permite debilitar las amarras de la
vinculación de los niveles de autonomía a
políticas nacionales o sub-regionales de aislamiento, de
autosuficiencia o de oposición. La definición que
sugerimos asigna otro significado a la autonomía como
condición. Esta "autonomía relacional" debe
entenderse como la capacidad y disposición de los estados
para tomar decisiones con otros en forma independiente y para
controlar conjuntamente procesos que se producen dentro de sus
fronteras. De este modo el nivel de autonomía de una
acción de política exterior en América
Latina se puede identificar y medir como la habilidad de un
país para poner en práctica políticas que
sirvan al interés
nacional
Sin embargo, en muchos escritos se ha a firmado que esto
es imposible. Se ha dicho que la inevitable aceleración de
la competencia a nivel global afecta en niveles profundos las
decisiones de los gobiernos nacionales. La ya citada Susan
Strange, por ejemplo, se ha referido que mientras antes los
gobiernos parecían ser quienes dirigían a los
mercados, en la actualidad los mercados parecen ser los amos de
los gobiernos nacionales (Strange 1996:4)
Si la intervención estatal y las políticas
redistribucionistas hacen poco eficaces y competitivos a los
estados nacionales, la conclusión sería que es
necesario optar y que las políticas intervensionistas
podrían conducir a la necesidad de endeudamiento
público para financiar el gasto social o una suba de
impuesto lo
que haría menos atractivo un país para las inversiones.
No obstante, en el complejo proceso aparecen espacios en
los que el Estado nación no ha perdido su poder o su
capacidad de intervención (Garret 1999, 2000) No se trata
de negar la importancia de un proceso social que reestructura las
oportunidades políticas internacionales como los
detallados en la sección anterior. A pesar de las recetas
que se enfrentan a las intervenciones estatales (Coughlin,
Cristal y Wood) es posible sin salirnos del plano
económico, afirmar con Garrett que es mucho lo que el
Estado nacional puede hacer, más allá de garantizar
los derechos de
propiedad, en
referencia al capital humano y
a la infraestructura. En el marco de la globalización los
Estados nacionales han respondido con estrategias como
reorganización de la producción, esquemas de
promoción de la inversión y
reestructuración de procesos vinculados al trabajo
(Mitelman 2002), de la misma manera los estados nacionales tienen
la capacidad de diseñar estrategias regionales tenientesa
proteger a los ciudadanos y lograr desarrollo
económico y social. Mas aún, autores como
Pzeworski (1996) han reparado en la importancia de la
reducción de las desigualdades para alcanzar la
estabilidad social e incluso la medida de distribuir la riqueza
tiene por objetivo prevenir los conflictos que
pueden poner en peligro la economía de mercado.
Indudablemente este es otro papel que el nuevo contexto reserva
para el Estado.
La autonomía del estado nacional, que es
reestructurada aunque no eliminada en el nuevo orden mundial,
puede fortalecerse a partir de la autonomía relacional y
en el marco de la integración regional. En estos casos, la
autonomía se procura mediante una estrategia de
internacionalización o regionalización más
que de nacionalización. No sólo, como dice Garrett
(1999, 2000) los gobiernos tienen mayor autonomía de lo
que ha menudo se presume, sino que no pueden delegar sus
responsabilidades como espacios de legitimación
democrática y praxis
política constitutiva de la polis (Habermas
2000).
Si como afirma Meiksins Wood el Estado en los nuevos
tiempos modernos se transforma en agente del proceso e
globalización, también es un instrumento que puede
brindar posibilidades una integración y diseñar
políticas en el nuevo contexto mundial. El principio de
soberanía nacional, es un principio jurídico, que
aún tiene mucha fuerza y las
capacidades propias de la autonomía estatal puede
fortalecerse con la autonomía relacional.
Hasta ahora hemos argumentado que la
globalización es un proceso social propio del capitalismo,
del que podemos dar algunas características en su aspecto
económico. Asimismo defendimos la idea que en el nuevo
contexto no ha acabado con la autonomía nacional, sino que
ha puesto a los Estados frente a nuevos dilemas. Asimismo
argumentamos que el Estado nacional puede ser sujeto del proceso
de integración a partir de sus decisiones soberanas de con
quién cooperar, en qué áreas coordinar
políticas y si desea delegar responsabilidad en la
toma de
decisiones en ámbitos. Sin embargo nos queda por
abordar uno de los puntos centrales. ¿Qué tipos de
estrategia pueden seguir los estados?
¿Que
hacer? Las Estados nacionales latinoamericanos y sus estrategias
frente a la globalización
En el apartado anterior defendimos la idea de que los
Estados nacionales siguen teniendo una autonomía
aún en el nuevo contexto de globalización. Ahora
bien, esto no quiere decir –le reiteramos- que desconocemos
que ha cambiado el contexto internacional y que dentro de la
nueva configuración económica y política los
Estados están frente a diferentes opciones. Utilizaremos
el concepto de Estructura de
Oportunidades Políticas Internacionales para dar cuenta de
las posibilidades que los Estados tienen n el nuevo contexto. De
esta manera entendemos que en el nuevo contexto los países
latinoamericanos del sur encuentran la necesidad de articular
diferentes estrategias de integración regional. Un indicio
de ello es puede ser la reactivación de la tendencia, en
la última década, a constituir acuerdos luego de
los intentos de los años ’60 y la primera parte de
los 70 (Giacalone 2003)
El problema de los modelos de
integración regional adquiere una relevancia fundamental
cuando tenemos en cuenta los efectos de los procesos
globaizadores en el nuevo contexto mundial. La estrategia de
integración regional, como hemos dicho, puede ser una
forma de enfrentar problemas contemporáneo frecuentemente
asociados al proceso de globalización.
Por ejemplo, la integración regional entre
países que pueden complementarse y no competir en todos
los casos brinda una posibilidad de abordar problemas
medioambientales. Los Estados nacionales, no sólo como
argumenta Clark puede contribuir a la preservación del
medioambiente mediante la imitación de prerrogativas
legislativas de otros países. Además, y en aras de
defender los derechos de las generaciones futuras de los propios
países, la integración regional puede contribuir
por un lado a la elaboración de estrategias regionales en
materia de
regulación ambiental, por ejemplo a través de
normativas conjuntas sobre condiciones de producción sin
contaminación. Por otro lado los espacios
regionales pueden servir de esfera deliberativa de una serie de
entidades civiles y académicas para vincular la participación ciudadana en las cuestiones
medioambientales. Es evidente que hay temáticas que solo
normativas globales de alcance mundial pueden ser efectivas, en
materia de capa de ozono
o recalentamiento del planeta poco podrán hacer los bloque
regionales sin acuerdos globales. Sin embargo hay otros aspectos
medioambientales en las que acuerdos regionales es imperante
(tala de bosques, contaminación de ríos) aún
más si tenemos en cuenta que las medidas unilaterales por
parte de países, por ejemplo, limítrofes puede
generar incentivos a las
industrias
contaminantes para arraigarse en el país vecino. Como el
mismo Clark argumenta la acción tendiente a resolver
problemas de medio ambiente
debe desarrollarse a nivel regional más que a escala meramente
nacional o global.
Ahora bien, en el apartado anterior hemos defendido la
posibilidad de las políticas de integración
regional. Ésta permite a los Estados nacionales ser los
agentes del proceso de integración y les posibilita
mantener la primacía de la política en los acuerdos
regionales: lo que supone, a su vez, una posibilidad de preservar
la democracia.
Como argumentan Tussie y Woods (2000) en tanto en los espacios
multilaterales como la OMC aparezcan
como poco transparentes y deslegitimados, la estrategia regional
cobrará mas fuerza como mecanismo defensivo (Tussie 1998).
Sin embargo cabe aclarar que la vía regional es una
herramienta que tiene riesgos para
los países latinoamericanos, en especial cuando se trata
de la integración hemisférica entre países
de desigual desarrollo.
Podemos tomar la tipología para los modelos de
integración que propuso la CEPAL en 1994, y que han
recuperado en sendos trabajos presentados por FLCASO Isidro
Morales (2003) y Mónica Casalet (2003), entre un
"regionalismo abierto" que no busca la protección sino la
convergencia en procesos de apertura y liberalización con
el TLCAN como
prototipo y otros procesos como el MERCOSUR que han propuesto
otras agendas para la integración política y
comercial.
Una de las características que diferencia a los
tipos de tratados de
integración regional es que algunos vinculan lo que la OMC
denomina países desarrollados con países en
vías de desarrollo. Así el TELCAN es un ejemplo de
la integración de países como México (en
vías de desarrollo) y los desarrollados Canadá y
Estados
Unidos.
Que
integración ¿ALCA o MERCOSUR?
La propuesta hecha por el gobierno de
Estados unidos de creación del Área de Libre Comercio de
las Américas (ALCA) en la Primera cumbre de la
Américas, realizada en Miami en 1994 despertó, en
muchos gobiernos la expectativa de una zona hemisférica de
libre comercio. El
lanzamiento del ALCA parecía como la expresión
continental de los dictados del libre mercado, y a su vez
permitiría la creación de un mercado de 800
millones de personas en el que los países de América
Latina supuestamente podrían insertar sus productos en
el atractivo mercado estadounidense.
El acuerdo fundacional del ALCA se firmó en un
contexto particular. Precedido por la firma del TLCAN y al mismo
tiempo que muchos países se encontraban llevando a
adelante una serie de reformas inspiradas en el "Consenso de
Washington". El compromiso en torno a la creación del
ALCA, aunque con matices, se confirmó en la reunión
de Québec en el 2001. Sin embargo el contexto
internacional ya no era el mismo (Serbin 2003). No solo Clinton
había fracasado por ocho años obtener el Fast Track
que le había permitido firmar el TLCAN, sino que muchos de
los gobiernos latinoamericanos, en varios aspectos habían
cambiado su disposición hacia la creencia que la total
liberalización era la mejor forma de obtener el desarrollo
económico. Asimismo, las presiones sociales producto del
aumento de la desigualdad y de las nuevas condiciones posteriores
al ajuste neoliberal se hicieron sentir, y las disputas por el
tratamiento que debía darse a economía
manifiestamente desiguales aparecieron sin posibilidades de
resolución en las rondas del ALCA.
Es cierto que es posible la integración de
países en vias de desarrollo con países
desarrollados si se elaboran disposiciones de tratamiento
especial, y que éste tipo de tratamientos estaban
originariamente en la agenda del ALCA. Sin embargo no hay
indicios de un acuerdo en esta materia (Giacalone 2003). La
posibilidad de un tratamiento diferenciado para las
economías en desarrollo se aleja si tenemos en cuenta que
para obtener el Fast Track que tanto se le había negado a
Clinton, el actual presidente de Estados Unidos, Gorge W. Bush,
realizó importantes concesiones y promesas internas. Bush
obtuvo la aprobación de la ley en agosto de
2002 que lo faculta para ejercer la "trade promotion authority",
sin embargo para lograrlo llevó a adelante una estrategia
de seducción a los sectores mas reticentes a la firma del
acuerdo impulsando iniciativas proteccionistas como el incremento
de las tarifas de importación de acero y de
madera
canadiense, además de ampliar los subsidios
agrícolas (Serbín 2003), lo que estaría en
contra de uno de los principios del
ALCA: la eliminación de barreras al comercio no debe
excluir a ningún sector" (ACOSTA PUERTAS,
2003).
Esto nos induce a pensar, como afirma Isidro Morales
(2003) que la nueva diplomacia comercial de Estados Unidos tiene
objetivos más disciplinarios que comerciales. Y que no se
vincula estrictamente a la apertura y el reinado del libre
mercado en el continente sino el nuevo proyecto
hemisférico norteamericano para reconfigurar su
hegemonía (Mittelman 2002).
Frente a la virtual parálisis del ALCA producida
por tres factores: Políticas internas de EEUU, presiones
de la opinión
pública, y las reticencias de los gobiernos del sur,
se ha incrementado la estrategia bilateral de EEUU, por ejemplo
con Chile y con Colombia. En el
nuevo contexto de las relaciones interamericanas la estrategia de
integración regional cobra aún mayor
fuerza.
La estrategia de integración sudamericana tiene
un doble alcance, en primer lugar lograr la cooperación
para enfrentar los niveles de desigualdad y pobreza
presentes, a la vez de lograr la estabilidad. Como segundo
objetivo la integración prepara a los estados nacionales
del sur para la negociación conjunta en distintos foros,
tanto por acuerdos con China,
Japón,
la Unión
Europea y el propio ALCA, como para enfrentar el problema de
la deuda externa con
los organismos multilaterales (Banco Mundial,
Fondo Monetario
Internacional) y con los acreedores privados.
Esta es, básicamente, la mirada que tiene
Brasil del
MERCOSUR como un "proyecto político estratégico
impulsado por el Gobierno con la visión de que la
integración con Argentina era una oportunidad para crear
un nuevo marco de estabilidad, seguridad y
desarrollo" (Bott, Delich y Tussie 2003:122) y a la que se
sumó decididamente Argentina luego de la asunción
del gobierno por parte de Nestor Kirchner en mayo del 2003
(Serbin 2003 y Bott, Delich y Tussie 2003, Bizzozero 2003). De
esta manera el proyecto de integración regional permite
conservar facultades propias de la autonomía estatal a la
vez la posibilidad de generar nuevos arreglos institucionales
democráticos para que la integración no pierda
legitimidad, por ejemplo la creación de un parlamento con
legisladores popularmente electos.
Cabe destacar que son los gobiernos de los Estados
nacionales los que diseñan las estrategias y promueven
diferentes modelos de integración regional. Lejos de
desaparecer la autonomía nacional, los estados y sus
gobiernos se encuentran frente a nuevos desafíos. Son los
agentes de la globalización, y como dice Leo Panitch
(1996), los responsables de las políticas y los intereses
a las que se amoldan éstas. Lejos de anular la
autonomía estatal, el nuevo proceso del orden
internacional pone a los Estados nacionales frene a nuevas
encrucijadas, con su acción se afirman las capacidades
estatales. En parte estas decisiones se orientan a reforzar o
delegar autonomía.
La estrategia de fortalecer el MERCOSUR puede ser una
buena política –originada en la autonomía
estatal- para evitar ingresar a una ALCA en situación
desventajosa y hacerlo con la fuerza relativa de la
negociación en bloque. De esta manera la delegación
en el bloque regional supondría un mejor juego para
proteger la autonomía nacional. Como afirman Botto, Delich
y Tussie "el consenso político sobre la
profundización del MERCOSUR no parece anclarse en su
agenda económica sino en una agenda de coordinación y cooperación social,
con un fortalecimiento de las instancias institucionales"
(2003:127) A su vez la relación argentino-brasileña
produce un reordenamiento de las perspectivas de un bloque
regional lo que incide en la agenda sudamericana y la
relación de ambos países con Estados Unidos
(Bizzozero 2003)
De esta manera los estados nacionales, como sujetos de
la política internacional se encuentran en la encrucijada
de un regionalismo con fines meramente económicos que
"depende de la lógica del capital global, que da
incentivos para unirse con el fin de participar en el mercado e
incrementar las oportunidades de comercio e inversión"
(Mittelman 2002:181) o una integración que busque una
orientación política del proceso y que busque
legitimidad a al vez que articula políticas de desarrollo
integral.
En tal sentido, y si sosteneos con Stiglitz que la
globalización tal como fue desarrollada ha tenido un
efecto devastador para los países pobres (Stiglitz 2001)
podemos argumentar que la estrategia de regionalización de
América del Sur puede ser entendida como una
política conjunta de los estados nacionales pobres para
contrarrestar estos efectos (Puerta Rodríguez 2001) y
producir nuevas formas de cooperación-coordinación
capaces de generar mejoras en las condiciones de vida de la
población y la gobernabilidad de la
región.
En el presente ensayo hemos defendido la idea de que en
el "nuevo" orden mundial el Estado aún conserva muchas de
sus capacidades regulatorias, a la vez que preserva un fuerte
peso el principio de autodeterminación ligado a la
soberanía nacional. Sin embargo el nuevo contexto pone a
los gobiernos y a la sociedad
frente a nuevos dilemas -nuevas encrucijadas- ligadas, en el caso
que hemos presentado, a la política
internacional.
Parece evidente que los Estados deberán hacer
utilización de esa soberanía para enfrentar los
nuevos desafíos, sin embargo las opciones –los
caminos de nuestra encrucijada- son diferentes. Es decir, no se
pueden escapar de la situación de tomar decisiones
vinculadas a las relaciones internacionales.
La regionalización, hemos argumentado, puede
recomponer algunas de las capacidades de regulación del
Estado, es decir, puede generar nuevas competencias para
asignar y movilizar recursos,
establecer prioridades y avanzar en las condiciones de
crecimiento y desarrollo. En el nuevo contexto no se produce la
desaparición del Estado, sino la reconfiguración
del rol que este ocupa en la articulación de mercado y
sociedad.
Si bien la estrategia de regionaliación puede
recuperar y reforzar ciertas capacidades de protección a
los ciudadanos, a la vez que permite una nueva legitimidad si se
construyen instituciones
democráticas capaces de fortalecer los mecanismos de toma
de decisiones y de resolución
de conflictos, no toda integración es
conveniente.
Para saber qué tipo de integración es la
que brinda las mejores perspectivas es preciso definir con
claridad los objetivos de la política exterior. Si, como
creemos, los Estados tienen un papel activo que jugar en la
promoción de políticas tendientes al desarrollo, la
distribución del ingreso y la seguridad
social será necesario planificar políticas de
integración regional que promuevan estos principios. Si,
como creemos, los estados nacionales se mantienen como esferas de
la formación de la opinión pública y como
ámbito de la legitimidad política, las
integraciones deberán encontrar la forma de no perder
legitimidad democrática.
En definitiva, si como creemos, la autonomía
relacional puede contribuir a la autonomía nacional y
respetar el principio de legitimidad democrática. Y como
argumentamos la estrategia del ALCA responde a un proyecto de
geopolítica norteamericano más que a
una integración regional democrático
deberíamos orientarnos a pensar que, en el caso de los
países del sur del continente es imperioso que refuercen
su autonomía nacional en conjunto. Es decir diseñen
estrategias de integración de forma tal de cooperar en la
superación de las desigualdades del continente a partir de
una proyecto regional entre países que comparten
padecimientos y por lo tanto pueden articular políticas
conjuntas.
La encrucijada obliga tomar decisiones, y las promesas
de quién quiere la firma con sangre son tentadoras Por lo
tanto es necesario que la decisión responda a planes de
desarrollo estratégico a mediano y largo plazo pero
también que atienda las urgencias de la región. Es
imperioso tomar buenas decisiones, democráticas y
legítimas porque en la historia real no parece
haber una heroína que nos salve de las decisiones
equivocadas, no tenemos como en el Fausto de Goethe una Margarita
que rescate nuestra alma luego de
haber decidido, en la encrucijada, firmar el pacto.
- ACOSTAS ACOSTA PUERTAS, J.A. (2003) "El ALCA en
presente. Una mirada desde paises no desarrollados" Nueva
Sociedad 186. Caracas - AMIN, S. (1997b) "Capitalisme, imperialisme,
mondialization", trabajo presentado al seminario sobre
"El Neoliberalismo y las Alternativas de la
Izquierda Europea" (Amsterdam: University of Amsterdam, mimeo).
(Versión española en Resistencias
mundiales De Seattle a Porto Alegre. CLACSO, Buenos Aires
2001) - AMIN, S. (1997a) Capitalism in the Age of
Globalization (London and New Jersey: Zed Books) Academic
Press) 3 volúmenes - ANDERSON, B. (2000) Comunidades Imaginadas. FCE.
Buenos Aires - ARRIGHI, G. (1994) The Long XXth Century (Londres:
Verso). - ARRIGHI, G. (1997) "La globalización, la
soberanía estatal y la interminable acumulación
del capital". Ponencia presentada en la Conferencia
sobre "Estados y Soberanía en la Economía
Mundial," Universidad
de California, Irvine, del 21 al 23 de febrero de
1997 - BECK, U. (1998). ¿Qué es la
globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la
globalización. Barcelona: Paidós. - BERNAL-MEZA, R. (1999) "¿Regionalismo o
globalización Tres aspectos para la decisión de
políticas. Realidad Económica N° 165. Buenos
Aires - BIZZOZERO, L. (2003) "Los cambios de gobierno en
Argentina y Brasil y la conformación de una agenda del
MERCOSUR" Nueva Sociedad N° 186. Caracas - BLAS GUERRERO, A (1984) . Nacionalismo
e ideologías políticas contemporáneas.
Espasa Calpe. Madrid. - BLAS GUERRERO, A (1994) "A vueltas del principio de
las nacionalidades y el derecho de autodeterminación" en
Revista
Internacional de Filosofía Política. Madrid. Mayo
1994. - CASALET, M. (2003) "Regionalización y
globalización: la nueva institucionalidad para el
desarrollo tecnológico" en Alicia Puyana La integración
económica y la globalización. FLACSO-PyV.
México - CLARK, W. Environmantal globalization" en Nye y
Donahue - COUGHLIN C. , CRISTAL, y WOOD, G. "Proteccionist
Trade Policies: A survey of Theory, Evidence and Rationale" En
Lake y Frieden International political Economy.
Bedford - DELANNOI Y TAGUIEFF ( 1993) comp.. Teorías del nacionalismo. Paidós.
Barcelona. - DEUTSCH, K.W. (1971) El nacionalismo y sus
alternativas. Paidós . Buenos Aires. - ELBAZ, M. Y HELLY, D. (1996). "Modernidad y postmodernidad de las identidades nacionales"
Revista Internacional de Filosofía Política.
N° 7 - FRIEDEN, J. y LAKE, D. (2000) International Political
Economy. Perspectivas on Global Power and Wealth. Bedford y St.
Martin’s. Boston y Nueva York. - GARRETT, G. (1999) "Mercados globales y
política nacional: ¿colisión inevitable o
círculo virtuoso?, en Desarrollo Económico
(Buenos Aires), Volumen 38,
Nº 152, Enero-Marzo de 1998. - GARRETT, G. (2000) "Globalization y National
Autonomy" en Nagaire Wood The political economy of
globalization, Mac Millan. Londres - GELLNER, E (1988) Naciones y nacionalismos. Alianza.
Madrid. - GELLNER, E. (1998) Cultura,
identidad y
política. Gedisa. Barcelona. - GIACALONE, Rita (2003) "Integración Norte/Sur
y tratamiento especial y diferenciado en el contexto regional"
Nueva Sociedad 186. Caracas. - GILPIN, R. (2000) The Challenge of Global Capitalism.
The World Economy in the XXI Century, Princeton: Princeton
University Press. - GILPIN, R. (2001) Global Political Economy. Princeton
y Oxford. Princeton University Press. - HABERMAS, J. La constelación posnacional.
Tecnos. Barcelona. 2000. - HABERMAS, J. Más allá del Estado
Nacional. Trotta. Madrid. 1998 - HIRST, P., y THOMPSON, G. (1996) Globalization in
question. Cambridge: Polity Press. - HOBSBAWM, E. (1992).Nación y Nacionalismo
desde 1780. Crítica. Barcelona. - HOBSBAWM, E. (1994). "Identidad" en Revista
Internacional de Filosofía Política. Madrid.
Mayo - KEATING, M. (1994). "Naciones, nacionalismos y
Estados" en Revista Internacional de Filosofía
Política. Madrid. Mayo - MÁIZ, R. (1994) "¿Etnia o
política? Hacia un modelo constructivista por el
análisis de los nacionalismos" en Revista Internacional
de Filosofía Política. Madrid. Mayo
1994. - MARX, C. y ENGELS, F. (1986) Manifiesto del Partido
Comunista. Cartago. Moscú. - MEIKSINS WODD, E. (2000). Democracia contra
capitalismo. México, Siglo XXI. - MEIKSINS WODD, E. (2001) "Trabajo, Calse y Estado en
el capitalismo Global" en Seoane y Taddei Resistencias
Mundiales. De Seattle a Porto Alegre. CLACSO. Buenos
Aires. - MILLER, D. (1995) Sobre la Nacionalidad. Paidós.
Barcelona. - MITTELMAN, J. (2002) El síndrome de la
globalización. Transformación y resistencia.
Siglo XXI. México. - MORALES, I. (2003) "Las negociaciones comerciales
hemisféricas de cara a la Cumbre de las Américas"
en América Latina y el Caribe de cara a la cumbre
Extraordinaria de las Américas. FLACSO Sede
México. - PANITCH, L (1994) "Rethinking the Role of the State"
en Mittelman Globalization - PUERTA RODRÍGUEZ H., (2001) La
globalización y la regionalización
económica: ¿fenómenos contradictorios o
complementarios?. sus perspectivas. Centro de Investigaciones
de Economía Internacional. Universidad de la
Habana. - RICOEUR, P. (1987) Tiempo y narración»,
Siglo XXI. Madrid, - RUSSELL, R. y TOLKATLIAN J.G. (2000)
"Globalización y autonomía: una visión
desde el cono sur" Documento preparado para el Workshop sobre
"El estado del debate contemporáneo en Relaciones
Internacionales, Universidad Torcuato Di Tella, 27 y 28 de
Julio de 2000. - SAID, E. (1996) Cultura e imperialismo. Anagrama. Barcelona
- SCHWARZMANTEL, J. (1994). "Nacionalismo y democracia"
en Revista Internacional de Filosofía Política.
Madrid. Mayo 1994. - SERBIN, A. (2003) "Desafíos y
obstáculos políticos del ALCA" Nueva Sociedad
186. Caracas. - SMITH, A.D. 1976Las teorías del nacionalismo.
Península. Barcelona. - STIGLITZ, J (2001) Globalization and its Discontents.
New York y London. - STRANGE, S. (1996) The Retreat of the State.
Cambridge: Cambridge University Press. - THOMPSON, G. (1985) "Economic Autonomy and the
Advanced Industrial State", en Peter B. Evans, Dietrich
Rueschemeyer y Theda Skocpol (eds.), Bringing the State Back
In, Cambridge: Cambridge University Press - TUSSI, D, BOTTO, M y DELICH, V. (2003) "El nuevo
escenario político regional y su impacto en la
integración. El caso del MERCOSUR." Nueva Sociedad
N° 186 - TUSSIE, D. (1998) "Nuevo enfoque del multilateralismo
en una economía globalizada" en Capítulos del
SELA 53, 1-6/98. - TUSSIE, D. y WOOD, N. (2000) "Trade, regionalism and
the Threat to Multilateralism" en Nagaire Wood The political
economy of globalization, Mac Millan. Londres. - WALLERSTEIN, I. 1974, 1981, 1989 The Modern World
System (New York: - WHITE, H. (1992) El contenido de la forma. Narrativa,
discurso y
representación histórica, Barcelona,
Martín Retamozo
Nacionalidad: Argentina
Prof. De Filosofía.
México, 2 de abril de 2004