- Resumen
- El Problema
- Contexto
histórico-filosófico de Edith
Stein - Filosofía
Cristiana - Respuestas para el hombre de
hoy - Conclusión
- Bibliografía
RESUMEN: En la obra "Ser finito y
Ser Eterno", E. Stein nos induce a presuponer que el
concepto de
verdad es la convergencia sintética del Aristotelismo,
Tomismo y de la Fenomenología: la verdad es el Ser mismo
que se abre espacio, que se revela, que se manifiesta, que se
descubre, a la inteligencia
humana.
En la obra "Ser finito y Ser Eterno", E. Stein
nos induce a presuponer que el concepto de verdad es la
convergencia sintética del Aristotelismo, Tomismo y de la
Fenomenología: la verdad es el Ser mismo que se abre
espacio, que se revela, que se manifiesta, que se descubre, a la
inteligencia humana.
La estructura de
este trabajo
monográfico está planteado en cuatro
capítulos, descritos de la siguiente manera:
- En un primer capítulo, el planteamiento
del problema, el cual se resume en la descripción del camino de la Verdad que
se propone Edith Stein, para una Filosofía Cristina, en
su obra Ser finito y Ser Eterno. - El segundo capítulo, hace referencia al
contexto histórico de la autora, su biografía; sus influencias
filosóficas y religiosas; y sus aportes y
características. - El sentido de una Filosofía Cristiana, basada
en la pregunta: ¿qué es la Verdad? Buscadora de
la Verdad. Relación entre Filosofía y
mística; son los temas que planteo en este tercer
capítulo. - En el cuarto capítulo planteo la propuesta de
Edith Stein para el hombre de
hoy, que por su experiencia de vida contrapone
dialécticamente en estos seis puntos: el racionalismo, el pragmatismo,
la degradación de la vida interior, la fuerza de
arrastre de la sociedad, la
falta de esperanza, además, de la actitud de
muchos frente a la Iglesia.
El presente trabajo trata de describir el camino hacia
la búsqueda de la Verdad que propone Edith Stein, la cual
es una filósofa mística del pasado siglo. Su
pensamiento ha
influido en el desarrollo de
la filosofía propiamente dicho, pues si bien es cierto que
desde su aparición habían surgido desde la
antigüedad, innumerables pensadores que crearon escuelas,
tendencias y corrientes de pensamientos y que hasta modificaron
el rumbo de la historia con sus postulados
filosóficos, no es menos cierto que en el campo del
análisis gnoseológico, se
concebía al mundo desde la relación sujeto-objeto;
Edith Stein nos plantea una nueva relación entre fe y
razón, entre Filosofía y Teología, es decir,
la relación tomismo-aristotélico y
fenomenología. El cual va a enfocar desde un
círculo hermenéutico, donde se plantea la
racionalización del filósofo frente al
fenómeno y frente a la Verdad (del ser finito al Ser
Eterno).
La gnoseología de Edith Stein, no se circunscribe
al aspecto religioso solamente, sino que se proyecta a los campos
de la antropología, la educación y la
política.
Espero llenar las expectativas que se me han planteado
con el estudio de esta filósofa y ampliar un tanto el
panorama cultural que amerito como futuro religioso y guía
espiritual de una hipotética grey; evitando así la
unidireccionalidad de pensamiento que ha caracterizado y sigue
caracterizando nuestro actuar en un campo de la vida del hombre, tan
fundamental como lo es el campo espiritual.
"El que anda tras la verdad vive preferentemente en
ese centro interior donde tiene lugar la actividad encantadora
del entendimiento; si en serio trata de buscar la verdad (y no
de acumular meros conocimientos aislados), tal vez se halla
más cerca de Dios, que es la misma verdad".
E. Stein.
CAPITULO I
1. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA.
El pensamiento de Edith Stein surge en la encrucijada de
las corrientes filosóficas del primer tercio de siglo, que
tratan de repensar la realidad histórica, cuestionada por
el drama de la primera guerra
mundial (1914-1918). Ella participa en esta guerra como
enfermera auxiliar en un hospital militar austriaco (1915),
mientras prepara su tesis doctoral
de Filosofía, bajo la dirección de Edmund Husserl. En la segunda guerra
mundial (1940-1945), donde ella misma es víctima. Si
en la primera lo hace prestando un servicio en la
segunda lo hace entregando su vida. Es la mejor
confirmación de que su pensamiento filosófico no es
ajeno a la vida; no es una abstracción de la realidad,
sino la inmersión más profunda de ella.
Desde su condición de filósofa y
posteriormente cristiana, se siente protagonista de la historia.
Participa de lleno en los acontecimientos, tratando de
reconciliarlos por los caminos de la verdad y de la convivencia
humana; primero, desde las exigencias de la racionalidad
filosófica; segundo, desde las exigencias de la fe
cristiana.
Esta condición no responde, a dos etapas de su
vida, sino a dos perspectivas que en ella se complementan y se
potencian. Como Edith Stein, desde su condición de
filósofa en el ámbito de la fenomenología,
se va abriendo progresivamente a la verdad como fenómeno
cristiano; y el descubrimiento de la verdad de la fe redimensiona
su pensamiento filosófico, dando paso a nuevos horizontes
y dejándose cuestionar por nuevas experiencias de
vida.
Por eso este tipo de planteamiento nos concientiza sobre
un tópico que ha tenido, tiene y tendrá vigencia
mientras el ser humano siga buscando: una razón, un camino
o una finalidad que explique o al menos justifique su
tránsito terreno. Específicamente nosotros
hipotéticos conductores de almas nos abrimos nuevos
horizontes en el manejo de nuestra verdad.
¿Cómo analizar y comprender el sentido
filosófico-cristiano de Edith Stein en su obra: "Ser
finito y ser eterno"?- Formulación del problema.
- Objetivo General.
Describir el camino hacia la verdad que propone Edith
Stein para una Filosofía Cristiana, según su
obra: "Ser finito y ser eterno".
4. Objetivos
específicos.
- Ubicar a E. Stein en el contexto histórico y
filosófico en el cual se
desenvolvió. - Analizar el sentido de Filosofía Cristiana
de E. Stein en su obra "Ser finito y ser eterno
". - Comprender las respuestas de E. Stein frente al
problema del hombre hoy.
- Justificación del problema
La razón fundamental del presente trabajo lo
constituye: demostrar una Filosofía construida,
utilizando no sólo la razón natural sino
también, la fe como fuente de conocimiento.
En el camino de la búsqueda de la verdad son
muchos los filósofos y las corrientes
filosóficas que han dado respuesta a ésta
interrogante. Preguntas como: ¿Qué es el hombre?
¿Qué sentido tiene la vida? ¿Hacía
dónde se dirige? Son las interrogantes que inquietan a
E. Stein, pues, así es su pensamiento; punto de
unión o lugar donde se encuentran viejos caminos y otos
nuevos se abren; entre Filosofía y Teología,
Psicología y Espiritualidad, Individuo y
Comunidad,
Religión
Judía y Cristiana. Ella se caracteriza por su gran
cosmovisión
cultural-antropológico-religioso-místico.
Entre estos rasgos definitorios de su personalidad, destaca el de su pasión por
la verdad, buscando por ello con ardor a través de sus
estudios filosóficos. De este modo su itinerario
espiritual se presenta como una corroboración de "las
relaciones entre fe y razón", descritas por Juan Pablo
II en su última encíclica como "camino en busca
de la Verdad".
Toda su obra filosófica se caracteriza por su
empeño en llegar a una síntesis, como en las grandes sumas
medievales, entre pensamiento filosófico y cristiano,
entre razón y fe, entre filosofía y
teología. Es consciente de las diferentes actitudes en
la comprensión de esta relación, incluso entre
filósofos y teólogos católicos y sin
embargo, llegar a una unidad de pensamiento, que contempla
la ciencia y
la revelación como dos fuentes de
verdad que se complementan, son cruciales para ella, en orden
de salvaguardar la verdad del conocimiento humano, capaz de
impulsar la historia por los caminos de la verdad y del
bien.
Ha sido la renuncia a contar con Dios y con la
religión en aras de una pretendida autonomía de
la razón humana, lo que ha conducido al pensamiento
filosófico moderno a una situación, en la que
comenzó a cundir el "desencanto" y desconfianza en la
razón.
Es por eso, la gran importancia que tiene para
mí, hacer éste análisis de la obra "Ser
finito y Ser eterno" de Edith Stein, donde desarrolla y aporta
una gran síntesis filosófica entre Husserl y Sto.
Tomas y logra la conciliación de un círculo
hermenéutico entre fe y razón.
CAPITULO II
CONTEXTO HISTÓRICO-FILOSÓFICO DE
EDITH STEIN
"Yo he aprendido que rara vez se
puede mejorar a las personas
diciéndoles la verdad. Eso
sólo puede ayudarles cuando ellas tienen un
sincero deseo de mejorar y cuando
ellas mismas conceden a alguien el derecho
a decírsela".
E. Stein.
Edith Stein "judía, conversa, carmelita,
importante filósofa cristiana, mártir",
nació el 12 de octubre de 1891 en Breslau. En la familia
era la menor de cinco hermanas y dos hermanos. Su padre,
Siegfrid Stein, era comerciante mayorista en maderas y
murió siendo ella todavía una
niña.Su madre, Augusta Courant de Stein, logró con
gran energía y esmero hacer del negocio familiar, que
el padre había dejado endeudado, una
compañía de prestigio. Ella misma una
judía de arraigadas convicciones, llevaba una vida de
profunda piedad y gran fidelidad a la ley. Edith
Stein, en cambio, se
había alejado ya en sus años de estudiante de
la fe judía. "En aquellos años", dice ella,
"abandoné conscientemente y por propia decisión
el hábito de rezar". Edith era una niña muy
alegre y despierta y fue siempre una alumna excelente.
También como estudiante universitaria destacó
sobre los demás estudiantes debido a su extraordinario
talento. En Breslau y Gotinga estudió letras
germánicas, historia y sociología; su preocupación
principal fue, sin embargo, la filosofía, cuyos
estudios concluyeron con exámenes
brillantes.De esos años de estudio se pueden destacar
dos características principales de la joven Edith. La
primera es la búsqueda apasionada de la verdad. Edith
se sentía inundada por un profundo idealismo
ético, que no le permitía, aun alejada de la
fe, callar la voz interior que la impulsaba a la
búsqueda de Dios. Desde muy temprano comenzó a
preguntarse por el sentido más profundo de la
existencia humana. Esa pregunta por el hombre fue la
raíz y el fundamento de sus estudios
filosóficos a los cuales se dedicaba cada vez con
mayor intensidad. Se puede muy bien decir que el método fenomenológico del
filósofo Edmund Husserl fue el que le dio la
posibilidad de percibir y elaborar sus prejuicios
racionalistas para acercarse lentamente a la fe cristiana.
Las clases del filósofo Max Scheler fueron un apoyo
muy importante en ese largo camino de conversión, pero
la influencia decisiva la ejercieron los muchos testimonios
de fe de amigos cristianos y los escritos de Santa Teresa de
Ávila. En el verano de 1921 tomó la firme
decisión de convertirse al catolicismo y el 1 de enero
de 1922 fue acogida por el bautismo en el seno de la Iglesia
Católica en el templo parroquial de Bergzabern en el
Palatinado.Como segunda característica de la joven Edith
se puede mencionar el apasionado interés por los acontecimientos
políticos de su tiempo y
su pronunciada conciencia
de responsabilidad social. Con insospechado
énfasis se comprometió en la lucha por la
igualdad
de los derechos de la
mujer y nunca pudo aceptar una actitud indiferente frente
a los acontecimientos sociales y políticos de su
época. Ya durante su primer semestre en la universidad se dedicó a dar cursos
complementarios para trabajadoras y empleadas en la
organización que se podría considerar
precursora de la actual universidad popular alemana. Siempre
le estuvo agradecida al estado
alemán, pues éste le posibilitaba, a
través de la universidad, descubrir los tesoros de la
sabiduría humana y en gesto generoso se decidió
a hacer de su profesión un acto de servicio al pueblo.
En sus escritos se puede entrever cuán profundamente
la conmovieron los sucesos bélicos que acosaban a su
patria. Tanto, que se comprometió activamente en la
primera guerra
mundial y en la segunda hizo entrega valiente de su
propia vida. En 1915 interrumpió sus estudios,
inició su aprendizaje
como ayudante de enfermería en la Cruz Roja y
trabajó en un hospital de prevención de
epidemias; en 1916 trabajó como suplente en una
escuela
secundaria de Breslau.Desde 1916 hasta 1918 fue asistente de Edmund
Husserl en Friburgo de Brisgovia. Paralelamente dio clases de
introducción a la fenomenología
para estudiantes universitarios y publicó sus primeros
trabajos sobre los fundamentos filosóficos de la
psicología y sobre la comunidad y el estado.
En ese tiempo intentó también acceder a una
cátedra en la universidad, pero como por aquel
entonces no se concedían cátedras a las
mujeres, reunió en torno a
ella un grupo
privado de estudios en Breslau y dictó clases en la
universidad popular. Después de su conversión
llegó a ser profesora de alemán y de historia
en el Liceo y en la escuela de maestras de las dominicas de
Espira. En ese período publicó también
tres tomos de traducciones (las cartas del
Cardenal Newman y las cuestiones disputadas "Sobre la Verdad"
de Santo Tomás) y numerosos artículos sobre
pedagogía y educación. En 1922 fue nominada para la
cátedra de antropología en el Instituto
Alemán de Pedagogía Científica de
Münster; pero apenas un año más tarde fue
retirada del puesto, a causa de su procedencia judía.
Durante sus años en Espira dictó también
numerosas conferencias en diferentes ciudades de Alemania y
del extranjero, dirigió programas de
radio y puso
siempre su acento en la formación de la mujer.
Según sus propias palabras, su único objetivo
era enseñar a los hombres cómo se puede empezar
a vivir de la mano del Señor.De los años de docencia
se pueden recalcar también otros dos caracteres
propios de la
personalidad de Edith Stein. En primer lugar, hay que
mencionar la irrevocable y contagiante fuerza de su fe.
Cristo y el Evangelio eran el cause sobre el cual ella, sin
ningún tipo de reservas, orientaba toda su vida. Se
da, además, por supuesto que sus conocimientos sobre
la doctrina de la Iglesia y de los grandes santos y su
comprensión de la liturgia y de la Sagrada Escritura
eran realmente eximios. Su adoración por el
Santísimo Sacramento y su devoción por
María y por el Sagrado Corazón de Jesús eran tan
simples y naturales, y a la vez tan profundas y vivas, que
frente a ese hecho sólo cabe una gran
admiración.Esa mujer
erudita, que con refinado espíritu investigaba las
más difíciles cuestiones teológicas y
filosóficas, y que atraía en sus conferencias a
cientos de oyentes, era la misma que muy a menudo pasaba
horas arrodillada frente al Tabernáculo, tan
profundamente recogida, como si no hubiera para ella ninguna
otra cosa en el mundo. Su total entrega a la voluntad de Dios
y la infinita confianza en su providencia y misericordia, aun
en las horas de sufrimiento y persecución, eran
sencillamente inamovibles. Otra característica propia
de su personalidad era su nobleza y confianza para con los
hombres que la vida le ponía delante.Edith Stein entró el 14 de octubre de 1933 en
el convento de las Carmelitas Descalzas de Colonia y
recibió en la toma de hábito el nombre de
"Teresa Benedicta de la Cruz". El 21 de abril de 1938 hizo
sus votos perpetuos y en el mismo año tuvo que emigrar
al Carmelo de Echt, en Holanda, a causa de las intrigas
antijudías del régimen nacionalsocialista de
Hitler.
Después de la ocupación alemana de los
Países Bajos comenzó también en Holanda
la persecución de los judíos y el primer domingo de agosto la
GESTAPO tomó prisioneras a Edith Stein y su hermana
Rosa, que trabajaba en la portería del convento y que
se había convertido al catolicismo al igual que su
hermana. Ambas fueron deportadas a Auschwitz donde murieron
asesinadas en las cámaras de gas el 9 de
agosto de 1942.En 1962 se inició su proceso de
beatificación y el mismo Santo Padre expreso su gran
interés de que ella estuviera junto a Maximiliano
Kolbe en el catálogo de los santos. De este modo
sería ella, que por la providencia de Dios
llegó a ser famosa en todo el mundo, una digna
representante de los innumerables mártires que
permanecen anónimos y que corrieron su misma suerte de
cruel aniquilación. El arduo trabajo de ese proceso
fue coronado con su beatificación en Colonia, el 1 de
mayo de 1987.- Referencia biográfica y su entorno
filosófico. - Influencias filosóficas y
religiosas.
La filosofía de Edith Stein es una
combinación original de fenomenología y
pensamiento escolástico. De la primera tomó
principalmente el método y los aspectos realistas, no
sólo de Husserl, sino también de A. Pfänder
y de Hedwig Conrad-Martius. Del segundo tomó
principalmente el tomismo, pero en algunos puntos importantes
tales, la cuestión del principio de individuación
y la existencia de una materia
espiritual, se adhirió a otras tendencias
escolásticas, en particular al escotismo. Otro
importante ingrediente del pensamiento filosófico de
Edith Stein es la mística, sobre todo la de tres
autores: el Pseudo- Dionisio, San Juan de la Cruz y Santa
Teresa de Jesús. La relación con Heidegger no
debe tampoco olvidarse, si bien Edith Stein rechazó
enérgicamente el "finitismo" temporalista de ese
filósofo. El interés principal de Edith Stein
consistió en la edificación de una metafísica completa, nuevo eslabón
de la Philosophia perennis, que sin dejar de ser estrictamente
filosófica no descuidara las riquezas proporcionadas por
la experiencia inmediata y su análisis
fenomenológico. Puede decirse que su punto de partida
era fenomenológico-inmanente, pero que su
conclusión era realista-trascendente. En efecto la
dialéctica entre el ser finito y el ser eterno (objeto
del su libro sobre
el sentido del ser) permitía, según Edith Stein,
evitar el dogmatismo a que conduciría la adhesión
pura y simple a cualquiera de las dos posiciones. La
síntesis fenomenológica-escolástica era
así, a la vez, una síntesis de razón y
experiencia, de temporalidad y eternidad, de finitud e
infinitud, de existencia y esencia.
Los caminos espirituales a través de los cuales
el alma llega al
pleno conocimiento de sí misma y a la plenitud de su ser
son fundamentalmente tres y responden a las propuestas de Santa
Teresa de Jesús, Dionisio Pseudo-Areopagita y San Juan de
la Cruz.
- La concepción steiniana de "Las Moradas":
Edith Stein parte, en su análisis de la doctrina
teresiana del alma, del principio que afirma que el alma es el
centro de la unidad corporal-anímico-espiritual de la
persona humana.
El alma no puede ser identificada, sin embargo, con el "Yo
puro" sino que representa el espacio vital en el cual el "yo"
se descubre a sí mismo y no de manera puntual sino
ascendente, desde la primera a la séptima morada. La
divergencia con la doctrina teresiana a este respecto reside en
el modo cómo el "yo" se descubre a sí mismo y en
los pasos que le conducen a la plenitud de su ser en la
unión mística con Dios. Sin duda alguna es la
oración la puerta a través de la cual el alma se
descubre a sí misma; Edith Stein, considera necesario
complementar este acceso a las moradas interiores de la persona
con los resultados de una sicología sana y de una
antropología fundada en el carácter espiritual de la persona humana.
La esencia misma del alma, aun cuando permanezca en
última instancia en el ámbito del misterio, no es
en sí misma un incógnito irreductible a vectores
racionales, sino que ofrece múltiples posibilidades de
acceso a sus espacios existenciales más íntimos.
Según este principio, le pertenece al alma una
estructura propia que puede ser considerada en independencia de su relación con Dios
(filosofía) y el acceso a su interioridad no se reduce a
la oración personal o
litúrgica, sino que complementa con el análisis
científico del alma (sicología) y con el contacto
interpersonal (empatía). Sólo la
conjugación de todos los elementos constitutivos de la
persona humana y la aplicación de los diversos métodos
de análisis y penetración de los diversos
estratos anímicos puede tener como consecuencia la
fundamentación de una espiritualidad y experiencia
mística fructíferas. - Dionisio, el Pseudo-Areopagita: el análisis de
la doctrina dionisiana del conocimiento de Dios a través
de la "teología negativa" representa para Edith Stein el
marco introductorio de la "theologia crucis" de San Juan de la
Cruz. La descripción de las vías de acceso a los
ámbitos de la experiencia mística (vía
purgativa, iluminativa y unitiva) se presentan como condiciones
necesarias para la intelección de la "noche oscura" del
sentido y del espíritu. Edith Stein propone,
además, en parte fiel a la doctrina de Dionisio, tres
vías de conocimiento de Dios: el
conocimiento natural de Dios; el conocimiento de Dios a
través de la fe, en el cual se basan los
teólogos; y el conocimiento de Dios a través de
experiencias sobrenaturales, en el cual el papel decisivo lo
juegan la inspiración y la revelación. Este
último es la base de la teología
simbólica, que es el punto culminante de la
teología positiva. La teología positiva
permanece, esencialmente fragmentada si no es complementada por
la teología negativa, que no sólo tiene por
objeto la negación de atribuciones impropias al
fenómeno divino, sino también la
aceptación y la experiencia del misterio en cuanto
tal. - La ciencia de
la Cruz: la idea central de la doctrina espiritual steiniana se
funda y desarrolla en torno a la "teología crucis"
según el modelo del
padre de la mística española, San Juan de la
Cruz.
Toda experiencia mística pasa por la
experiencia de la cruz; en lenguaje
sanjuanista, por la experiencia de la noche oscura. El misterio
de la cruz es la fuerza vivificante de la vida espiritual y la
vida del hombre es un vía crucis, que le va
identificando paulatinamente con el Crucificado, hasta la
experiencia última de la unión mística con
Dios. La verdadera ciencia de la cruz no consiste en la
sistematización de principios
abstractos o en la concatenación lógica de proposiciones ciertas, sino en
la educación de los principios racionales a la vida
personal y a la experiencia concreta. La ciencia de la cruz es
también una teoría muy especial, que si bien tiene
que ver con proposiciones ciertas, alcanza su plenitud en el
reconocimiento y la aceptación de una verdad viviente y
trascendente.
La doctrina espiritual steiniana tiene, en función
de su teología crucis un carácter eminentemente
cristológico. Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios
hecho hombre, es el único capaz de vivir la noche oscura
hasta sus últimas consecuencias. Sólo Cristo
puede encarnar en plenitud la figura del siervo sufriente de
Yahvé y sólo él pudo experimentar el
sentido más profundo del abandonó.
Después de esa crisis
religiosa existencial que la llevó incluso a abandonar
los estudios, se convence asimisma, de tiene que seguir
buscando. Decide acabar el bachillerato y en 1911 se inscribe
en la universidad de su ciudad natal. La elección de
las materias va estar motivada por su inquietud personal. Las
asignaturas elegidas son: alemán, historia,
psicología y filosofía.La psicología, que centrará sus
estudios en los dos primeros años, era impartida por
Willian Stern, con quién pensó incluso hacer su
doctorado. Sin embargo, no va sentirse satisfecha,
fundamentalmente porque ella buscaba averiguar la esencia de
la persona humana, y lo único que le ofrecía la
psicología de Stern era un método naturalista y
puramente mecánico, que en fondo partía de la
concepción de la persona sin alma. Desde su
experiencia personal Edith Stein, no podía aceptar una
visión reduccionista del ser humano. Era como privar a
la persona de su dignidad
más íntima.Sus estudios de filosofía, seguían el
neokantismo, pero en un seminario con
Richard Hönigswald, es donde Edith Stein va oír
hablar de Husserl y la fenomenología. Lo poco que va
captando de esta nueva corriente de pensamiento, va
impactando su espíritu, hasta que se decide a leer las
investigaciones lógicas. Descubre un
nuevo modo de acercarse a la realidad y surge en su interior
la inevitable comparación entre lo que estaba
estudiando y las posibilidades que la fenomenología
parecía ofrecer: Todos mis estudios de
psicología me habían llevado al convencimiento
de que esta ciencia estaba todavía en mantillas. Le
faltaba el necesario fundamento de ideas básicas
claras y que la misma ciencia era incapaz de elaborar esos
presupuestos. En cambio, lo que hasta aquel
momento conocía de la fenomenología me
había entusiasmado, porque consistía
fundamental y esencialmente en un trabajo de
clarificación y porque desde el principio ella misma
había forjado los instrumentos intelectuales que necesitaba".Edith Stein, decide continuar sus estudios en la
universidad de Göttingen, donde Husserl es profesor,
de quién aprende a enfrentarse a la realidad sin
prejuicios. A través de esa actitud clara y objetiva
de enfrentarse ante la realidad, como actitud
filosófica-fenomenológica, se está
abriendo, a la dimensión sobrenatural.El contacto y las relaciones con Husserl van a ser
de gran futuro para Edith Stein: se siente identificada con
él, y con su escuela fenomenológica, que
considera durante toda su vida "su patria espiritual". A
través de Husserl encuentra el camino para desarrollar
sus propios conceptos. Integrada plenamente en la escuela
fenomenológica decide hacer su tesis
doctoral la "empatía", ese acto del conocer del que
Husserl hacía mención en sus clases. Defiende
su tesis doctoral el 3 de agosto de 1916 y obtiene la nota
máxima. Husserl le ofrece la posibilidad de permanecer
a su lado como asistente y ella acepta. Durante dos
años se encargará de introducir en la
fenomenología a los estudiantes de Husserl, y al mismo
tiempo se encarga de transcribir los manuscritos de
Husserl.También va ser testigo de la evolución del maestro hacia el
idealismo trascendental, que provocará la
separación de muchos de sus discípulos. Ella
confesará que también puede seguirle en esa
dirección, y siente la necesidad de elaborar sus
propios trabajos. Por esta razón, por las dificultades
de seguir trabajando con Husserl, y por sus deseos de acceder
a una cátedra filosófica, decide dejar su
puesto de asistente.- El camino de la ciencia
filosófica. - Características y aportes fundamentales de
su filosofía.
Hablar de Edith Stein, es como hablar de un
símbolo que encierra en sí muchos de los aspectos
que han marcado nuestro siglo XX.
- Su ateísmo fue fruto de una formación
racionalista y de una falta de adaptación o
modernización de las tradiciones, en su caso de las
judías. - Su feminismo,
es síntoma de una sociedad que va despertando a la
igualdad, y de una mujer que exige que se reconozcan sus
valores y
su dignidad. - Su dedicación apasionada a la
filosofía es signo del hombre moderno que entra en la
crisis del relativismo y necesita de verdades sólidas
que fundamenten su ser y su existir. - Su conversión al cristianismo es el resultado de la
búsqueda del sentido de la existencia de un hombre
"vacío" tras la barbarie de las dos guerras
mundiales. - Su sintonizar la filosofía moderna con la
filosofía cristiana es el resultado de un querer
dialogar con la cultura,
de un adaptar la vivencia de la fe a los nuevos
tiempos. - Su pedagogía antropológica es
inquietud por establecer unas bases sólidas en la
formación de los jóvenes, para que crezcan como
personas maduras. - Su mística es fruto de la experiencia de un
Dios vivo y cercano, que ama al hombre y que quiere ayudarlo
a alcanzar su plenitud. - Su martirio es el signo enigmático de un
hombre salvaje, y de un hombre que en el amor es
capaz del mayor sacrificio: ofrecer su vida por la
salvación de todo.
Son aspectos que cualifican su existencia. Su vida y su
doctrina quieren ser un modelo para el hombre de hoy.
CAPITULO III
"Siempre ha estado lejos de mi
pensamiento
eso de que la misericordia de Dios
está
circunscrita a los límites de
la Iglesia visible.
Dios es la verdad. Y quien busca la
verdad,
Busca a Dios".
E Stein.
Es uno de los temas planteados por Edith Stein en
sus escritos. Ella no busca polemizar, avivando esta vieja
discusión, sino fundamentar sus indagaciones,
certificando la continuidad entre filosofía y
teología. Por eso resulta interesante acentuar su
concepto de metafísica: "es la comprensión de
toda realidad en relación con la verdad revelada,
por tanto, fundada en la filosofía y en la
teología". Es ineludible tener presente esta
conceptualización para poder
comprender el desarrollo de su filosofía, entendida
como filosofía cristiana.En su obra Ser finito y Ser Eterno se plantea
directamente la cuestión: ¿es posible hablar
de una filosofía cristiana? ¿Qué
sentido tiene? Ella descubre el primer obstáculo en
el
lenguaje diverso entre la filosofía medieval y
la moderna, pero más directamente en el modo diverso
de comprender la relación saber-creer, y
filosofía-teología.Comienza aclarando el sentido de ciencia y
afirma:"Toda ciencia tiende hacia el ser
verdadero. Este se encuentra por encima de toda ciencia, no
solamente antes de la ciencia humana en cuanto a empresa
para adquirir un conocimiento correcto y con esto
también proposiciones verdaderas, y en cuanto
condensación tangible de todos los esfuerzos de este
género, sino que también se
encuentra por encima de la ciencia en cuanto
idea".Es a partir de aquí que se puede hablar de
tarea de la filosofía como consistente en esclarecer
los fundamentos de todas las ciencias". Más aun, "la
filosofía no se contenta con un esclarecimiento
provisional, sino que su meta es llegar a la claridad
última: quiere el logon didonai (dar cuenta) hasta
los últimos fundamentos que se pueden alcanzar… La
investigación del ser o del ente como
tales es la tarea de la… metafísica".Aclarado el concepto de ciencia y filosofía
se pregunta por el sentido de una filosofía
cristiana. Si la filosofía se define como la
investigación del ser, del ente, entonces
ésta no puede pararse en el campo de lo simplemente
natural, si realmente quiere llegar a la comprensión
última."La fe y la teología
informan a la razón natural sobre el primer ente;
sin su ayuda, la razón sola no llegaría
jamás hasta allá… La razón se
convertiría en sinrazón si se obstina en
detenerse ante las cosas que no puede ella descubrir por su
propia luz y si
cerrara los ojos delante de lo que una luz superior le
hace".En este sentido Edith Stein sigue la línea
trazada por Jacques Maritain.Para Edith Stein resulta evidente la posibilidad
de una filosofía cristiana, que no ha de confundirse
con la teología, puesto que filosofía "cuando
hace una adquisición de la teología, se ocupa
de la verdad revelada en cuanto verdad".Los filósofos y los teólogos
católicos tampoco están de acuerdo entre
sí de hablar de una filosofía cristiana. Para
muchos de ellos, parece no tener sentido hablar de una
filosofía cristiana, pues se considera a esta (la
filosofía) como una ciencia natural y racional;
además que la filosofía de los grandes de la
Edad
Media se desarrolló a la sombra de las doctrinas
de fe.Santo Tomás de Aquino en la Suma
Filosófica establece un puente entre la
Filosofía y la Teología que Jacques Maritain
presenta como una solución tomista donde distingue
la naturaleza y el estado de la
filosofía. Según la naturaleza, la
Filosofía es independiente de la Fe y de la
Teología. Sin embargo, se puede hablar de un estado
Cristiano de la Filosofía.Por filosofía se pueden entender estos dos
significados: hacer filosofía o tener una vida
espiritual (el filósofo es filósofo aun en
los momentos en que no filosofa). Pero además hay un
tercer significado la filosofía es una ciencia. La
palabra latina scientia significa saber (en el
sentido de habitus y de acto) y ciencia. El lenguaje
teológico emplea también la palabra ciencia
en el sentido de saber (cuando se habla de la
ciencia del Espíritu Santo).La lógica y la teoría moderna de la
ciencia, la entienden como una formación de ideas
que tiene una existencia independiente de los
espíritus pensantes individuales, una construcción bien edificada y
ordenada según ciertas leyes:
una construcción de nociones, de juicios y de
argumentos.E. Stein nos describe la diferencia entre
Filosofía Cristiana y Estado Cristiano a
través de un círculo hermenéutico
donde la Fe (Teología)=Estado Cristiano es la
gracia, la participación de la vida eterna, la
experiencia, el encuentro teologal con Dios Padre en Cristo
por el Espíritu Santo (tomando la frase de San
Agustín, fe teologal es la religación, la
conversión, la revelación de Cristo). La
razón (Filosofía)=Filosofía Cristiana
es la reflexión, la razón natural que elabora
un discurso
sobre Dios creyente, pregunta, especula.La fe no da respuestas concretas, sino pistas,
horizontes, sentidos, una cosmovisión. Para que la
razón busque respuestas, a su vez, la fe, previene a
la razón de errores. La filosofía cristiana
tiene como tarea preparar el camino de la fe; mientras que
el estado cristiano tiene como tarea caminar en la
fe.- Sentido de una filosofía
cristiana. - Filosofía y cristianismo
El encuentro con Cristo y la conversión al
catolicismo van a marcar la vida y el camino filosófico
de E. Stein. Su interés siendo profundamente
antropológico, parece centrarse en la necesidad de
introducir la filosofía moderna dentro del cristianismo,
tratando de armonizar, lingüística y
metodológicamente la fenomenología con el
tomismo. Fruto de este interés surgirán algunos
de sus trabajos como:
- La traducción de las Questiones Disputetae
de Veritate de Santo
Tomás de Aquino. Más que tratarse de una
traducción, es una adaptación al lenguaje
filosófico moderno de esta obra de Santo Tomás.
El discurso también está adaptado al gusto
moderno, rompiendo con la estructura tomista para crear un
discurso lineal. - La fenomenología de Husserl y la
filosofía de Santo Tomás de Aquino. La
intención de E. Stein es buscar los puntos de
encuentro entre las dos corrientes filosóficas a las
que representan sus autores: el tomismo y la
fenomenología. - Acto y potencia.
Es el fruto de un proyecto
filosófico de E. Stein, posiblemente con miras a
acceder a una cátedra. Se le considera como la primera
redacción de su gran obra Ser finito y
ser eterno. - Estructura óntica de la persona y su
problemática cognoscitivo-teórica. Este escrito
nos ofrece sintéticamente el pensamiento
filosófico-antropológico. - Ser finito y Ser Eterno. Este considerado cono la
obra maestra de E. Stein, es el resultado de la
reelaboración de su escrito Acto y potencia. A pesar
de su carácter filosófico se descubre la huella
profunda de la espiritualidad carmelitana, sobre todo en sus
discursos
sobre el alma humana y sobre la imagen de la
Trinidad presente en todas las criaturas. Es la obra
fundamental en el momento de establecer las bases de la
antropología espiritual steniana. Además,
aquí se observa el camino de su filosofar, que pasa de
la contemplación del ser finito a la
contemplación de Dios. Es un intento por crear una
línea ascendente en la conquista del ser: es el paso
de la filosofía a la mística. - La filosofía existencial de Martín
Heidegger. Esta obra fue escrita como apéndice al
libro Ser finito y ser eterno y trata de un análisis
crítico de la obra Ser y tiempo de
Heidegger. - La formación de la persona humana. Se
refleja en una maravillosa síntesis toda su
antropología, desde sus reflexiones
filosóficas, hasta sus conclusiones teológicas
y prácticas. Analiza el ser del hombre tanto desde su
unidad personal como desde su unidad con Dios y con la
humanidad. Aun a la antropología filosófica con
la antropología teológica, para concluir con la
formación humana. En esta obra se contempla patente la
originalidad del pensamiento de su autora.
La presencia de Hitler en el poder se presenta
para E. Stein y para su pueblo judío como una gran
amenaza, cuyas consecuencias se dejan sentir
inmediatamente. Ella pudo marchar a América donde le ofrecían
seguir como profesora, pero prefiere permanecer junto a los
suyos. Su medio de lucha es la oración, la
contemplación y la unión con el Todopoderoso.
Su talante filosófico encuentra, en la
dedicación a la contemplación y a la
experiencia mística, el culmen de búsqueda de
la Verdad, ya manifestado y experimentado en el momento de
su conversión a Cristo.Precisamente esta experiencia personal se trasluce
en los escritos realizados en el convento, la gran
mayoría de ellos de carácter espiritual y
místico. Ya en su obra Ser finito y Ser
Eterno, contempla la experiencia mística como el
culmen de la "filosofía":"La perfección completa del
ideal hacia el cual tiende la filosofía en cuanto
búsqueda de la sabiduría, es
únicamente la sabiduría divina misma, la
visión simple por el cual Dios se comprende a
sí mismo y a todo lo creado. La realización
suprema que puede ser alcanzada por un espíritu
creado –seguramente por sí mismo- es la
visión gloriosa que Dios le da al unirse a
Él: el ser adquiere la participación del
conocimiento divino viviendo la vida divina. El mayor
acercamiento a este fin supremo durante la vida terrestre
es la visión mística".Seguramente desde su propia experiencia, y
también a partir de la profundización en los
escritos de Juan de la Cruz, Teresa de Ávila y
Dionisio el Areopagita completa su antropología.
Descubre en la experiencia de los místicos esa
interioridad del hombre tan accesible a la mirada de la
razón."Allí descubre, no
sólo el centro de la unión con Dios, sino el
centro de la realización personal, porque
allí está el centro de su libertad. Es más llega al
convencimiento que la contemplación y
adquisición de la verdad suprema de las cosas se
conquista a través de la oración
contemplativa".- Filosofía y mística.
Husserl, el maestro de la "intuición de la
esencia", ha moldado hasta ahora el alma de Edith Stein,
sedienta del ser. Él le ha enseñado a
acercarse desapasionadamente a las realidades intelectuales
e históricas. Ante su entusiasmo por poder colaborar
en ese revolucionario "redescubrimiento del
espíritu", no se dan por satisfechas sus
lógicas e imperturbables aspiraciones. Ese anhelo
que palpita en ella hacia lo objetivo, hacia la santidad
del ser, hacia la pureza y la castidad de las cosas,
¿ha encontrado realmente en Husserl una respuesta
definitiva? Por mucho que considere los fenómenos,
Edith tropieza siempre con el problema fundamental:
¿Qué lugar ocupa en el mundo la persona
humana?, ¿Qué relación guardan entre
sí alma y espíritu? Nada de cuanto emprende
Edith Stein, puede hacerlo a medias. El radicalismo del
pensamiento de Husserl no es para ella lo suficientemente
radical. Ella toma su pensamiento de la objetividad con una
seriedad nada común, incluso con más seriedad
que el maestro.Con renovada decisión se plantea Edith
Stein, el problema de la verdad. Ve ella claramente que el
prometedor arranque ontológico de Husserl penetra en
una esfera de ideas que tiene su patria tan sólo en
la interioridad del alma. No se rompe el egocentrismo
subjetivo; el amor
científico que el maestro tiene a la verdad
desemboca en una filosofía inmanente de la
conciencia. Edith Stein, se pregunta si la filosofía
es realmente el reino de la verdad, hacia el cual apunta el
sentido del mundo asequible a la experiencia.Su idealismo fenomenológico, como antes la
sicología experimental, sufre una conmoción
esencial. Husserl no es un cristiano creyente. Respeta la
religión; pero la verdad filosófica
está para él por encima de todo. En esta
actitud le ha seguido ella hasta ahora. Pero ya tiene Edith
Stein un oscuro barrunto de que en las fronteras de la
razón natural comienza un nuevo mundo. Por lo menos
ve ella que aun la "filosofía como ciencia estricta"
no satisface todas las exigencias ideales. La
filosofía en cualquier estado…"Es siempre algo
fragmentario y a ello se deben todos los errores, rodeos y
deformaciones a que, en sus empresas, ha estado sujeto el
espíritu humano".Por consiguiente, para Edith Stein continua viva
la búsqueda de la verdad. El radicalismo de su
problema metódico quiere llegar a una "claridad
definitiva". En estas ideas que gradualmente se van
abriendo paso tiene para ella una importancia decisiva el
encuentro con dos personalidades.Edith Stein, conoce en Gotinga al
fenomenólogo Max Scheler. Su filosofía
poética deja en ella una impresión indeleble.
Scheler vive en Munich, es judío converso y en la
época en que ella oye sus lecciones está
todavía totalmente prendado de las bellezas de las
creencias católicas. La intuición apasionada
de Scheler, su sentido de los
valores, que lanza por la borda todos los sistemas, conceptos y apriorismos, para
revelar la plenitud del ser al ojo observador y al
corazón intuitivo, ponen a Edith Stein en contacto
con un mundo para ella totalmente desconocido hasta
entonces.Edith Stein no se deja deslumbrar por la
fascinante oratoria
de Scheler, pero el contenido de verdad de sus afirmaciones
la impresiona hondamente. Ese hombre, Scheler, que reza y
busca a Dios, ¿acaso no es eso ella misma en su
ardiente anhelo de llegar a descubrir el núcleo
esencial de toda verdad? Scheler le quita a Edith Stein una
venda de los ojos, y su espíritu amante de la verdad
no puede esquivar esa nueva realidad. Entre las personas
que despertaban la admiración de Edith Stein,
está sobre todo el joven profesor Adolfo Reinach.
Este es la mano derecha de Husserl y sirve de
eslabón entre el maestro y sus discípulos.
Este erudito, muerto prematuramente, ejerció un
influjo humanamente hondo e inolvidable sobre todos los
fenomenólogos.La comunidad de destino en medio de los mortales
peligros que amenazan a personas queridísimas
enseña a Edith Stein que la última palabra la
tiene, no el saber, sino el sacrificio personal de la
propia existencia. De este modo se derrumba el argumento de
su incredulidad y empieza a brillar para ella la
posibilidad de que exista un mundo ultraterreno. Pero el
entendimiento se resiste a una incondicional
aceptación de la fe. Una nueva sacudida le
sobrevendrá a ella."Dios se apresura a sacudir en
socorro de su alma indagadora. Su anhelo atrae sobre
sí la respuesta del amor divino".La filosofía, es un caminante que busca la
verdad, un camino que conduce a ella; un testigo que dice
la verdad y arquitecto que la dimensiona de acuerdo con sus
posibilidades problemáticas; la filosofía es
pedagogía de la verdad sin la cual no habría
opción de discurso, ni de conocimiento, ni de
realidad.E. Stein se enclavija dentro de esta
tradición filosófica que aparece como
magisterio de la verdad. Pero, si queda al final la
insatisfacción y la incertidumbre por la posibilidad
de responder con cierta puntualidad a la pregunta por la
verdad, el evangelio atribuido a San Juan constata que el
mismo Hijo de Dios deja irresoluta la cuestión que
le plantea Poncio Pilatos: "¿Y qué es la
verdad?" (Jn 18,38). E. Stein, después de atravesar
los recodos del camino de la verdad del Ser Eterno en la
también joanea y anterior sentencia de Jesús
"Ego eimí aletheia", "ego sum veritas", "Yo soy la
verdad" (Jn 14,6). - ¿Qué es la verdad?
"Mi búsqueda de la verdad era
una oración"E. Stein
Mujer de nuestro tiempo, Edith Stein, con su vida
y sus escritos, ofrece orientaciones precisas para ayudar a
eliminar ciertas visiones unilaterales, que no se ajustan
al pleno reconocimiento de la dignidad de la mujer y de su
aportación específica a la sociedad y a la
Iglesia.En aras de la verdad buscaba y encontraba, E.
Stein fue entregando parte de su vida. Abandona, en un
primer momento, la fe judía y se sumerge en la
filosofía para tratar de comprender el sentido de la
existencia humana. Del ateismo pasará a la fe
católica y, en su seguimiento de Jesús,
irá adquiriendo experiencialmente la "ciencia de la
cruz".Repensando su camino de búsqueda de la
verdad llegará a la conclusión de
que:Dios es la verdad. Quién
busca la verdad busca a Dios, lo sepa no; y también
que el buscador de la verdad vive sobre todo en el
corazón de la actividad de su razón; si se
trata para él efectivamente de la verdad (no de un
puro recoger conocimientos particulares) él
está tal vez más cercano a Dios, que es la
verdad, y con eso a su propio interior más de lo que
él mismo piensa".Su larga búsqueda de la verdad y de la
autenticidad hallará el último y definitivo
impulso en el encuentro con Teresa de Jesús. Era el
mes de agosto de 1921 cuando Edith Stein, huésped en
casa de unos amigos, descubre en su biblioteca la autobiografía de la
Santa de Ávila:"Yo tome por casualidad un grueso
libro cuyo título era: Vida de santa Teresa de
Jesús, escrita por ella misma. Yo me puse a leerlo y
de golpe quedé cautivada y no me detuve sino hasta
el final. Cuando cerré el libro, me dije: esta es la
verdad".Como se decía arriba, la vida completa,
tanto antes de su conversión al catolicismo, como
después de la misma, de esta filósofa
giró en torno a la búsqueda constate de la
Verdad, una verdad que para ella lo comprendía todo:
el mundo, el yo, el ser. Y buscarla es enriquecerse a
sí mismo con ella, conociendo la propia medida. Esta
verdad, cuando es entendida como valor
supremo, hace a la persona humana, al hombre y a la mujer,
lograr su plenitud.La búsqueda constante de la Verdad, tan
ansiada por esta filósofa cristiana, desde su
niñez, consistía en querer esclarecer el
mundo interior del espíritu, y poder entender el
problema del sentido y finalidad de la vida humana. Pero
llega al convencimiento, al conocer a Cristo, de que estos
misterios no los descifra el entendimiento, que procede
paso a paso a partir de conclusiones sino la entrega
amorosa.En esta búsqueda de la Verdad, Edith Stein,
llegó a conclusiones, en la que supo apreciar, que
ser totalmente de Dios, darse por completo a Él y a
su servicio por la gracia del amor, es la vocación,
no sólo de algunos elegidos, sino de todo el
género humano, y más aún de todo
cristiano, estando o no consagrado, sea hombre o mujer.
Pues quién ama la Verdad sin medida, crece sin cesar
como hombre.Descubre, esta santa filósofa, que en
cuanto el hombre y la mujer se afanen por descubrir a
plenitud el sentido de eso que se esconde en su interior,
eso que le hace ser no tan sólo Persona Humana, sino
feliz, será lo que les permitirá alcanzar la
plenitud de su esencia: ser imagen y semejanza de su
creador que es Dios.En esta búsqueda de la Verdad (encontrada
en toda su plenitud en Jesucristo), es bueno indicar, que
esta santa, no sólo le interesó saber el
significado de lo que era la Persona Humana, el hombre y la
mujer, sino que se preocupó en demostrar, que la
Persona Humana, era un ser libre y más aún,
un ser que poseía un "alma" que le hacía ser
un ser espiritual.Edith Stein, hoy día, puede presentarse
como alguien que quiso entender y dar razón de ser
de su existencia y, también, a la de aquel que era
su otro "yo" en el mundo. Ese otro "yo" o al que ella dio
en toda su trayectoria tanto filosófica, como
cristiana, el primer lugar, por entender, desde su persona,
el valor que le merecía. Todo cuanto buscó
acerca de la Verdad (teniendo como fin último, en
ésta, al hombre), a través de los más
profundos pensadores, ella siente, lo ha encontrado y se ha
cumplido en Jesucristo: el humanado Hijo de Dios. Y es con
su entrada al catolicismo en donde podrá afirmar,
que todo el compuesto del hombre necesitaba ser sólo
por Dios, y ser todo cuanto es Él.CAPITULO IV
"El hombre está llamado a
vivir en su interior,tomando en sus manos las riendas de
todoél: sólo partiendo de
aquí podrá el hombreencontrar el punto que tiene
asignado enel mundo".
E. Stein.
Son muchas las respuestas que nos ofrece E. Stein
con su vida y su doctrina. Por pura experiencia sabe que el
hombre empeñado en alcanzar la verdad está
buscando a Dios, aunque no sea consciente de ello. Ella fue
una mujer que vivió sumergida en los problemas de su época y que se
dejó arrastrar por las corrientes racionalistas que
invadían la Europa
Occidental desde la
Ilustración. No son ni muchos los años
que nos separan de ella, ni son muy distintos los problemas
en que se ve sumergido el hombre de la sociedad
moderna.Contemplando al hombre occidental
fundamentalmente, constatamos que vive en crisis porque
está en actitud de búsqueda, aunque no sabe
bien que es lo que busca. Muchos caen en sectas, otros se
orientan por las religiones
orientales y otros buscan en el voluntariado un modo de
satisfacer su vida con algo distinto. Estos últimos
se llenan de satisfacción por hacer algo
gratuitamente, pero todavía, aun cuando no son
conscientes están todavía lejos de encontrar
la auténtica solución. Pero,
¿Cuál es en el fondo el problema del hombre
de hoy? Que vive fuera de su ser auténtico, que se
ha dejado arrastrar hasta anular esa dimensión de su
interioridad. Su natural se rebela porque no ha cuidado la
parte esencial de su ser, y se descubre vacío, sin
sentido, muerto.Según, Francisco Sancho Fermín, E.
Stein, por su vivencia de estos problemas y por su camino
de descubrimiento del ser humano, tiene una respuesta para
esta situación que podemos resumir en cinco puntos:
el racionalismo, el pragmatismo, la degradación de
la vida interior, la fuerza de arrastre de la sociedad, y
la falta de esperanza. A estos cinco puntos, a los que
daremos una respuesta desde Edith Stein, añadimos
también sobre la actitud de muchos frente a la
Iglesia.Estos seis puntos concluyen el esquema del
desarrollo de este tema, que sirve de conclusión a
este trabajo.La razón, y nadie lo duda, es una de
las capacidades que hacen del hombre una persona. Un
hombre sin razón está privado de uno de
sus componentes fundamentales. La razón
científica no es capaz de dar respuestas a todo,
mucho menos cuando se trata de cuestiones existenciales
del hombre. Tampoco es la razón la única
fuente de conocimiento del hombre. Si miramos a la
joven atea E Stein descubriremos en ella una mujer
aventurera en el mundo del estudio, a través del
cual quiere encontrar respuestas a la existencia del
hombre. Movida en primer lugar por su formación
racionalista había recibido en la
tradición familiar.El ateísmo de E. Stein, como el del
hombre moderno, es fruto de la absolutización de
la razón que desde ahí favorece la
imposibilidad de creer, puesto que sólo se
fundamenta en lo que ella puede conocer o creer. La
corriente fenomenológica rompe no con la
razón, sino con su endiosamiento. Ataca de
raíz el reduccionismo racionalista, y se
enfrenta a la realidad no desde la aparente
imposibilidad de algo, sino desde la posibilidad de que
algo exista. Este nuevo modo de entender el conocer sin
prejuicios de ninguna clase, le ofrece a E. Stein, y nos
ofrece a todos, la capacidad de acoger la realidad tal
como se nos presenta, sin prejuicios. Ella analizando
su propio ser y el de los demás, descubre que el
hombre no se agota en su materialidad y racionalidad.
Existe en él otra dimensión interior
(espiritual), que forma parte de su ser. Desde este
conocimiento, más experimental que racional
llegará a adentrarse por el camino de la
espiritualidad y la religión. Fe y cultura van
unidas, ciencia y religión no se oponen,
simplemente se complementan aunque desde niveles
distintos que no se contradicen si son
auténticos. Es el camino que Edith Stein
presenta al hombre de hoy.1.2 Frente al pragmatismo
absoluto.La mayor parte de las graves crisis que sufre
el hombre moderno, especialmente la juventud, radican en sentirse
inútil, no porque no sea capaz de hacer muchas
cosas, sino porque las cosas que él sabe o puede
hacer, no encajan dentro de un sistema que tiene sus ojos puestos en la
productividad y en la eficacia sino encontrar respuestas y
soluciones a algo mucho más
esencial: la existencia del ser humano. Cuando conozca
a Dios descubrirá el sentido más profundo
de la importancia del ser. Para Dios no existen esas
categorías humanas: "Delante de Dios las medidas
humanas de grande y pequeño, de importante o de
sin valor, pierden todo su significado" .La solución frente a esa mentalidad
pragmática actual se encuentra en el hombre
mismo. Tiene que convencerse de que su felicidad la va
a encontrar no desde lo que hace, sino desde lo que es.
El fundamento es la búsqueda de lo esencial, del
sentido de su existencia, que se encuentra sólo
en el contacto con lo espiritual: "Aquel que no
encuentra a Dios no llega tampoco hasta sí mismo
ni a la fuente de la vida eterna que lo espera en su
interioridad más profunda" .- Frente al racionalismo totalitario.
Si el hombre se ve sumergido en el sentido de
su existencia es precisamente porque ha dejado que se
anule su interioridad. Y aquí no se trata de una
cualidad más de su vida, sino del fundamento
mismo de la existencia. ¿Cómo
podrá ser feliz el hombre que prescinde de lo
que es? Tarde o temprano su ser se revela, y no sabe
por qué. Es un hombre que se conoce sólo
desde el exterior y que tiene miedo al silencio y a la
soledad, porque siente pánico de encontrarse consigo
mismo. Edith Stein criticó duramente esa actitud
científica que busca anular la espiritualidad
del ser humano, ante la que el mismo hombre
desnaturalizado llega a rebelarse. Tiene sus grandes
semejanzas con la situación del hombre
actual.Adentrarse en la propia interioridad es la
aventura más arriesgada a la que puede
enfrentarse el hombre. Pero se ve desprovisto de apoyo,
porque seguramente descubrirá esa parte de
sí que busca negar por todos los medios, porque no gusta a la sociedad en
la que vive. El hombre no vive desde lo que es sino
desde lo que quisiera ser, o mejor, desde lo que le
quieren hacer ser. E. Stein ha luchado por estudiar las
profundidades del ser humano, y acaba
convenciéndose de que sólo hay un camino
que lleva a la plena posesión y conocimiento de
la interioridad del hombre: el camino de la
oración:"El yo personal se encuentra
enteramente en él en la interioridad más
profunda del alma. Cuando vive en esa interioridad,
dispone de fuerza total del alma y puede utilizarla
libremente. Además, está entonces lo
más cerca posible del sentido de todo lo que le
sucede; está abierto a las exigencias que se le
presentan, puede apreciar mejor su significación
y su importancia. Pero pocos hombres viven tan
concentrados en sí mismos. En la mayor parte el
yo se sitúa más bien en la superficie;
sin duda, si le sucede ser profundamente impresionado
por sucesos importantes y atraído a la
profundidad, entonces trata de responder al
acontecimiento con una conducta conveniente, pero
después de un tiempo más o menos largo,
vuelve a la superficie…Pero el que vive recogido en
la profundidad percibe igualmente las cosas
pequeñas dentro de las grandes unidades; es el
único que puede apreciar de una manera justa su
importancia y ordenar su conducta de una manera
adecuada".Desde la interioridad el hombre no sólo
llega a conocerse, sino a poseerse en el grado
más alto que es posible en esta vida. Desde
ahí el hombre es el señor de su
existencia. Pero una simple interiorización,
como propugnan algunos métodos de
relajación o corrientes pseudo-religiosas no es
suficiente. En primer lugar porque el esfuerzo humano
por sí sólo no alcanza el más
profundo centro, y porque la interiorización
debe llevarse a una meta, a un punto de plenitud de
sentido al ser y a la existencia.1.4 Frente a la despersonificación
social.El individuo siempre ha corrido el peligro de
ser absorbido por la fuerza de la masa. En nuestra
sociedad actual es una realidad; la presencia y el
poder de los
medios de comunicación favorecen la
supresión de lo individual, a favor de unas
medidas en las que todos tienen que encajar. Y lo pero
es que todos acabamos influidos por esa continua
presión. Hay cánones de
belleza, de modos de vestir, de artículos que
consumir. O se entra por ahí o uno es raro… Si
todo quedase en lo externo no habría mayores
pegas. Sin embargo, el individuo que fácilmente
es absorbido queda identificado por esos
cánones; y así se convierte en un ser
irresponsable, pasivo y víctima de su
vacío.A lo largo de la historia de la humanidad, en
cualquier grupo étnico, cultural,
político o religioso, se da una tendencia fuerte
hacia la disolución de la individualidad. Por
desgracia, en la misma Iglesia Católica sucede a
veces lo mismo, y en algunos sectores asociativos
(movimientos, congregaciones religiosas…) es muy
fuerte tal tendencia. En el fondo el problema radica en
una falsa concepción de la individualidad de la
persona humana. Para E. Stein el estado y la Iglesia no
tienen ningún derecho a anular ese
carácter del individuo. La individualidad no es
algo que le venga añadido a la persona, sino
algo creado en ella directamente por Dios. Y tanto el
ámbito de la Iglesia como el de la humanidad
entera se comprenden como el lugar donde la persona
tiene que desarrollar su ser propio, personal e
intransferible."Pertenece a la esencia del
hombre ser un miembro particular y realizarse en la
humanidad como un todo, con todas las posibilidades
fundamentadas en ello; en la humanidad en la que los
particulares son miembro a miembro. Cada uno debe
encarnar a la naturaleza humana general para poder ser
un miembro de este todo. Pero una naturaleza no es
más que un marco que debe ser llenado por la
diversidad de las esencias individuales que constituyen
esencias que son miembros del todo… un miembro de un
todo que se realiza en cuanto unidad vital y que
sólo puede desplegarse dentro del todo en su
lugar y con el concurso de los otros miembros… Todas
las producciones del espíritu humano se
convierten en bienes comunes de la
humanidad".El hombre ha de empeñarse por
reivindicar y desarrollar, si quiere ser feliz, su
carácter personal; y la sociedad, y la Iglesia,
ha de favorecer y apoyar para alcanzar su
perfección y desarrollar su misión de estar al servicio del
hombre el don que tiene en cada individuo:"Pertenece a la esencia del
hombre que cada individuo y la entera humanidad
consigan aquello para lo que están determinados
según su naturaleza en un desarrollo temporal, y
que este desarrollo está ligado a la libre
cooperación de cada uno y a la
colaboración de todos". - Frente al destierro de la vida
interior.La gran limitación de horizontes creada
por la absolutización de la razón y de la
eficacia, ha desterrado de la vida del hombre su ser
más profundo, convirtiéndolo en un ser
externo despersonalizado y consumista. Cuando el hombre
cae en la cuenta de que todo esto que satisface sus
ansias de felicidad y plenitud, se siente vacío.
Y aunque externamente trata de disimular o superar su
condición esta viendo en su interior una
profunda crisis: falta de confianza, falta de paz
alegría interior, cansancio ante la vida. En
definitiva, el hombre ha perdido la esperanza como
virtud.El primer paso para recuperar la esperanza
consistirá, en rescatar a la persona, hacerle
caer en la cuenta de que tiene que prestar atención a su interioridad y
desarrollarla. Este el camino por el cual puede acoger
y adentrarse en el misterio de Dios. E. Stein supo
descubrir en lo cotidiano un motivo para ser feliz,
para vivir esperanzados y tomar la vida como continua
novedad regalada: abandonarse confiadamente como un
niño en las manos de Dios. Este sentirse
realmente sostenido por Dios llena la vida de paz y
gozo. Incluso todas esas realidades negativas de la
vida humana (el dolor, los problemas, la
muerte), adquieren sentido pleno desde la
comunión con el crucificado. - Frente a la falta de
esperanza. - La Iglesia que el hombre moderno
necesita.
- Buscadora de la verdad.
La Iglesia católica es vista por muchos sectores
sociales con sospechas y hasta con reticencias. Todos los
pastoralistas se plantean directa o indirectamente esta pregunta.
¿Qué le pasa a la Iglesia? ¿Ya no es
válida esta obra de Cristo? Sin duda alguna la obra de
redención de Cristo sigue siendo actual y
necesaria.
El problema radica en cómo presentar la Iglesia
al hombre moderno secularizado. Para E. Stein la Iglesia es ante
todo y sobre todo ese misterio de amor, comunión y
redención, signo de un Cristo presente en el
mundo:
"Pero la esencia de la Iglesia no se reduce a esta
estructura jurídica, ni constituye ni siquiera su
fundamento esencial propiamente dicho. Ciertamente, durante
muchos años se le ha considerado sobre todo bajo este
ángulo y aún ahora personas fuera de la Iglesia
adoptan este punto de vista. Pero para los teólogos de
nuestro tiempo y también para los simples creyentes, es
la concepción paulina del Cristo, cabeza del Cuerpo
vivo, la admitida. Dicho de otro modo, la Iglesia no es
institución arbitraria, artificial, formada de fuera,
sino un todo vivo."
Una contemporánea de E. Stein Y con muchos
aspectos en común con ella, es un signo profético
más de la necesidad de esta conversión eclesial:
Simone Weil. Aun viviendo profunda y místicamente el
misterio de Cristo, nunca llegó a entrar en la Iglesia
católica, precisamente por esa carga de institucionalidad
que le asustaba. Por otro lado, el hombre moderno tiene sed
"inconsciente" de espiritualidad, de vida interior, de
experiencia, de mística. La iglesia está llamada a
responder a esta necesidad, ofreciendo al hombre el camino de la
experiencia de Dios. En cierto sentido la vida del hombre moderno
es una crítica
a esta ausencia en la vida eclesial. La conversión
eclesial implica la recuperación de la mística, de
la experiencia del misterio, para la pastoral y la misma vida
litúrgica. No se puede seguir con las dicotomías.
El obrar y celebrar de la Iglesia tiene que ir impregnada de la
vida de Dios. La vida interior de la Iglesia es esencial a la
misma, por eso tiene que cobrar su justo protagonismo. Como
conclusión dejamos que hable Edith Stein:
"En la vida oculta y silenciosa se
realiza la obra de la redención. En el diálogo silencioso del corazón con
Dios se preparan las piedras vivas con las que va creciendo el
Reino de Dios y se forjan los instrumentos selectos que
promueven su construcción. La corriente mística
que discurre a través de todos los siglos, no es
ningún brazo perdido que se haya separado de la
oración de la Iglesia, sino que es su vida más
íntima… La ilimitada entrega de amor a Dios y la
donación de Dios a nosotros, la unión completa y
duradera, es la suprema elevación del corazón que
nos es posible alcanzar, el supremo grado de oración.
Los hombres que lo han alcanzado son verdaderamente el
corazón de la Iglesia. Escondidos con Cristo en Dios, no
pueden sino irradiar en otros corazones el amor divino de que
están llenos, y así colaborar en llevar a la
perfección la unión de todos en Dios, que fue y
es el gran deseo de Jesús".
Los puntos antes desarrollados creemos que es desde
donde E. Stein desarrolla su respuesta para el hombre de hoy.
Ella como filósofa mística, buscadora de la verdad
invita a este hombre fragmentado de la cultura actual a no
quedarse en lo finito, material, placentero del momento sino que
profundice su búsqueda de aquello que contribuya a su
autorrealización y a la posibilidad de llevar a plenitud
su vida , ya que sólo desde su alteridad vocacional
encontrará el hombre moderno y posmoderno su encuentro con
la Verdad y con el Ser Eterno.
He presenciado el proceso de ordenación genética
de una disyuntiva ontológica, tan factible como cualquier
otra, que arranca desde la experiencia vital de una
filósofa atea que gélidamente especula sobre el
ser, desde el legado aristotélico-tomista, a la sombra del
árbol fenomenológico, y que finaliza en el anegable
río de la mística, al sol del encuentro divino,
porque, lo que no estaba en los planes de Edith Stein sí
estaba en los de Dios reservados para ella. La reflexión
metafísica steiniana, parte del ser finito para llegar al
Ser Eterno: Edith Stein comprueba el límite y la
contingencia del ser mudable y, por deducción, o por la "analogía
entis", afirma la ilimitación y la necesidad del Ser que
permanece.
Me ha hablado una mujer comprometida con la vida; una
filósofa, más paradigmática que
sintagmática. He recorrido un itinerario rastreador del
ser desde el dato fenoménico del "ente", aportado por
los sentidos y
por la visión de la esencia, hasta la verificación
de la "Substancia", deducida por la abstracción racional y
corroborada por el éxtasis místico. Razón y
fe, filosofía y teología, se han asociado en
indisolubles esponsales para enseñarnos, con una simpleza
pedagógica asombrosa, que el ser conduce al ser: lo finito
a lo Infinito, lo imperfecto a lo Perfecto, lo temporal a lo
Eterno, lo contingente a lo Necesario, lo provisional a lo
Providencial, lo limitado a lo Ilimitado, lo precario a lo
Total…
Edith Stein se acerca no para aclarar la caducidad de la
razón ni mucho menos para evangelizar la exclusividad de
la fe, sino para integrar, en una síntesis escrupulosa las
posibilidades de la especulación racional y del salto
fideísta. Pero la doctora Stein la carmelita
mártir, va más allá: ha relativizado el
esfuerzo del ser que se ensoberbece en la vana razón la
viabilidad del ser en Dios, "logos espermatikos", "razón
seminal", como dirían los Padres de la Iglesia, de la
realidad: Ser y verdad.
Edith Stein propone un discurso verdadero hacia la
verdad, despojando de la razón escéptica y
agnóstica, que cuestiona, sospecha y simula, y desposado
con la razón que, en la frontera de la
fe, cree y asciende, no con la ingenuidad del tonito, sino con la
lucidez del místico.
Edith Stein invita a trascender sin comprender, porque
la trascendencia sin la compresión puntual es,
precisamente, la escala
ascensional hacia el verdadero sentido del Ser Eterno. Edith
Stein supera el fenómeno, la apariencia y exhorta a la
esencia, al "eidós".
Si la vida de Edith Stein es una apuesta por la verdad
su mensaje es una propuesta de la verdad. Ella reunió en
la Empatía los aportes sensibles e intelectivos que se
rinden al sentimiento y a la voluntad; ella descubrió en
la fenomenología el supuesto óntico de la persona,
que se realiza en el amor, ella encontró en la
mística el fundamento de la vocación de eternidad a
la que el hombre, el ser finito que de mejor manera participa del
Ser Eterno de Dios, está convocado, desafiando y
misionado.
La donación que Edith Stein extiende a la
filosofía contiene:
- Una posibilidad inductiva y analógica del
construir la ontología y de vehicular el pensamiento
desde el ser finito hasta el Ser Eterno. - Un derrotero interpretativo: el criterio de la
verdad. - Un colofón místico: el ascenso hacia el
Ser Eterno, Dios, el más metafísico de cuantos
conceptos puede la filosofía elaborar, pero al tiempo la
más inmediata de cuantas realidades le es permitido al
hombre experimental.
Espero haber llenado las expectativas de esta tesina,
ya que las del enriquecimiento a nivel personal, aún no
habiendo sido pautadas a priori, fueron retribuidas con creces,
pues a través de dicho trabajo me he hecho entender que
en nuestro mundo occidental, en lo que se refiere al aspecto
religioso, un elevado porcentaje de los individuos que
participamos de dicha cultura, en esencia nos ilumina una misma
luz y lo que nos diferencia y nos separa, es el camino que
seguimos para llegar a esa gran luz común que es Dios,
nuestro Señor. Los términos, los ritos, las
formas, son secundarios, lo verdaderamente importante,
trascendental e imperecedero es esa Divinidad de la cual
formamos parte, cuando nuestra libertad así lo
asume.
- EDITH Stein, " Estrellas Amarilla". Espiritualidad.
Madrid,
1973. - EDITH Stein, "Los Caminos del Silencio Interior".
Espiritualidad, 1988. - EDITH Stein, " Ser Finito y Ser Eterno". Fondo de
Cultura Económico. México, 1996. - EDITH Stein, " La Mujer". Monte Carmelo. Burgos,
1998. - EDITH Stein, "Obras Selectos". Monte Carmelo. Burgos,
1998. - EDITH Stein, " La Estructura de la Persona Humana".
B.A.C. Madrid 1998. - EDITH Stein, "Escritos Espirituales". B.A.C. Madrid,
1999. - EDITH Stein, "Pensamientos". Monte Carmelo. Burgos,
1999. - MARIA AMATA Neyer, "Edith Stein". Espiritualidad.
Madrid, 1987. - T.a MATRE DEI, "Edith Stein en busca de Dios". Verbo
Divino. >Estella 1988. - F. JAVIER Sancho Fermín," Edith Stein Modelo
de Mujer Cristiana".Monte Carmelo. Burgos, 1998 - Ciro García, "Edith Stein: Una Espiritualidad
de Frontera". Monte Carmelo. Burgos, 1998. - F. JAVIER Sancho Fermín, "Una Espiritualidad
para hoy según Edith Stein". Burgos, 1998. - M. TERESA RENATA del Espíritu Santo (Posselt),
"Edith Stein; una gran Mujer de nuestro Siglo". Burgos,
1998. - CIRO García, "Edith Stein o la búsqueda
de la Verdad". Monte Carmelo. Burgos, 1999. - CHRISTIAN Feldmann, "Edith Stein Judía,
Filosófa y Carmelita". Herder. Barcelona
1999 - JUAN PABLO II, "FIDES et Ratio". Trípode.
Caracas, 1998. - Revistas, "Caminando con Edith
Stein". - Revista "Vida Espiritual" 128-129
(1998)
DEDICATORIA
- A Dios y María Santísima, nuestra
Madre… - A mi familia y a los
formadores del Carmelo Venezolano, a quienes debo mi
formación cristiana, espiritual e intelectual, quienes
con su ejemplo y coherencia de vida me han mostrado el camino a
seguir. - A la profesora Gladys Portuondo, quién con su
tolerancia,
paciencia y amor a la filosofía, me enseñó
a valorar el discurso filosófico. - Y, a Edith Stein que por su búsqueda de la
verdad se encontró con el Ser Eterno y su ejemplo me
enseña a ser caminante en búsqueda de la Verdad,
Cristo Jesús.
Autor:
SÁNCHEZ MONTERO, YSIDRO S.
SEMINARISTA
VENEZUELA
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO
"SAN BUENAVENTURA"
MÉRIDA-MÉRIDA
CATEGORÍA: FILOSOFÍA