Salud y trabajo: las tramas del
malestar en el hospital público
Las relaciones existentes entre salud y trabajo comprenden
un sinnúmero de aspectos, algunos de los cuales aún
no han sido revelados en su totalidad.
Generalmente se ha estudiado esta relación desde
una perspectiva tradicional, que centra su enfoque en la
enfermedad, aportando de este modo una visión parcial
sobre el tema. La relación directa que esta
posición establece entre noxa y afección solo da
cuenta de aquellos fenómenos evidenciables, los cuales se
enmarcan dentro de las categorías de enfermedades profesionales y
accidentes de
trabajo, entendiéndolos como alteraciones de la esfera
biológica de la salud que surgen a
consecuencia de la exposición
a riesgos tangibles
como tóxicos, polvo, humo o ruido.
Pero existe otro amplio campo de fenómenos que
afectan la salud de los trabajadores, los cuales se vinculan a
procesos
sociales y psicológicos y que no siempre se manifiestan en
daños materiales.
Estos pueden alterar la vida cotidiana y limitar las
posibilidades de desarrollar una vida productiva, tanto en el
ámbito laboral como
extralaboral.
Si el objeto de estudio son las relaciones que se
establecen entre condiciones de trabajo y malestar, el enfoque
centrado en la enfermedad resulta insuficiente e inadecuado. Por
ello optamos por un abordaje interdisciplinario, el cual permita
incluir las percepciones de los sujetos en situación de
trabajo, incorporando las características del contexto institucional.
Consideramos que esta forma de abordar al objeto de estudio
favorece la producción de nuevos conocimientos como la
generación de interrogantes relativos a las
problemáticas planteadas.
El presente estudio se propuso indagar las relaciones
existentes entre condiciones de trabajo y salud de un grupo de
profesionales médicos que se desempeñaban en un
Hospital Público, ubicado en el Segundo Cordón del
Conurbano Bonaerense, Provincia de Buenos Aires. El
mismo toma como marco de referencia la Reforma del Estado,
proceso
qué, a partir de 1990, introdujo cambios significativos en
las condiciones laborales del sector salud.
La formulación de una demanda de
intervención psicológica institucional desde uno de
los Servicios de
este Hospital, denunció la existencia de un persistente
malestar que afectaba el desempeño laboral de sus
integrantes y determinaba el surgimiento de padecimientos
múltiples. Este malestar fue vinculado por los
médicos con las condiciones laborales vigentes en el
Establecimiento.
La percepción
del malestar incluyó la convicción de que una serie
de padecimientos, de diversa manifestación, y accidentes
automovilísticos leves sufridos durante el último
año por un número significativo de profesionales,
se encontraban vinculados con estas condiciones de trabajo. En
general manifestaron sentirse atrapados entre la necesidad de
plantear cambios relativos a su situación laboral y el
temor de perder el empleo.
Desde la demanda
planteada nos propusimos partir del análisis de cómo se plasmaron los
cambios en las condiciones laborales en el subsector
público de salud a partir de la Reforma del Estado, a fin
de observar como se implementaron las mismas en el ámbito
provincial y municipal. Posteriormente nos abocamos a analizar su
vinculación con el malestar que los profesionales
manifestaron, y en que medida éste actuó como uno
de los determinantes de los padecimientos que afectaban los
procesos de
salud- enfermedad.
Nuestro punto de partida es la relación entre las
condiciones de trabajo y la salud de los profesionales empleados
en el subsector público de salud. Los datos obtenidos
durante el trabajo de
campo permitieron delinear el concepto de
malestar a partir de la demanda formulada por un
grupo de
médicos que se desempeñaban en un Hospital
Público del Conurbano Bonaerense.
La población estudiada, compuesta por los
médicos del Servicio de
Clínica Médica del Hospital Municipal "Mariano y
Luciano de la Vega" ( Partido de Moreno), sumaba un total de 17,
incluyendo la planta de internación y los consultorios
externos, el Jefe del Servicio y
residentes de primer año de Clínica Médica y
segundo año de Medicina General
que rotaban por el mismo. Se ha considerado como unidad de
estudio al Hospital "Mariano y Luciano de la Vega" definido
institucionalmente como Hospital Público de
Autogestión y como unidad de análisis al grupo de médicos del
Servicio de Clínica en su totalidad, junto a los
residentes rotantes.
CUADRO Nº 1
CANTIDAD DE | DISPOSITIVO ASISTENCIAL |
1 JEFE DE SERVICIO | PISO DE INTERNACION Y CONSULTORIOS |
4 MEDICOS CLINICOS | CONSULTORIOS EXTERNOS |
9 MEDICOS CLINICOS | PISO DE INTERNACION |
3 RESIDENTES |
PISO DE INTERNACION |
Fuente: Elaboración propia.
Año 1998
Partimos de la hipótesis que plantea qué las
relaciones existentes entre condiciones de trabajo en el
subsector publico de salud promueve un estado de malestar,
actuando este como uno de los determinantes de una serie de
padecimientos múltiples y accidentes
automovilísticos que afectan los procesos de salud-
enfermedad de los profesionales.
A partir de lo planteado se llevó a cabo un
estudio exploratorio – descriptivo, considerando qué el
mismo, en el curso de la investigación, permite simultánea y
articuladamente
- identificar nudos cognitivos estratégicos y
construir categorías de análisis, - generar hipótesis de
trabajo y datos de alto
rigor científico (Grimberg, 2000a.)
Un trabajo cualitativo en profundidad recupera la
perspectiva de los actores sociales, sus trayectorias
personales e institucionales, para desde ahí definir
tanto los indicadores
como los instrumentos para la cuantificación (Grimberg,
2000b) Esta metodología combina el trabajo
con fuentes
secundarias y primarias, así como la utilización
de técnicas
clásicas de la antropología social: -trabajo con
informantes clave, entrevistas
en profundidad individuales y grupales, y observación con participación. Las
instancias de análisis incluyeron
1)l trabajo con fuentes
secundarias tales como documentos
institucionales, leyes y
normativas vigentes, planillas laborales, historias
clínicas, fichas de
personal sobre
problemas de
salud, etc. y todo otro documento identificado durante una
primera etapa de investigación;
2) la información proveniente de entrevistas
en profundidad con los profesionales según las distintas
funciones y
cargos vigentes en la institución;
3)los materiales
emergentes de los espacios de consenso y participación
grupales.
Los datos obtenidos mostraron que el malestar era un
elemento constitutivo de un proceso
más complejo y amplio del cual los médicos no
pudieron dar cuenta en la demanda de intervención,
permitiendo ampliar la visión sobre lo planteado en la
misma en cuanto a los núcleos problemáticos y su
percepción.
Partimos de la concepción de salud- enfermedad
como proceso social e históricamente dado, tal como lo
plantea la Medicina Social.
El mismo asume formas específicas relativas a los
diferentes grupos
sociales ( Laurell, 1993) los que comparten
modos similares de desgaste y reproducción de los procesos
biológicos, constituyendo formas particulares de enfermar
y morir. Su determinación social se articula con el
momento histórico en que los mismos se desarrollan, ya sea
en términos de salud o de enfermedad, pudiéndose
establecer diferentes patrones de reproducción ( Laurell, 1982. Sus
manifestaciones son la expresión de las condiciones
objetivas y subjetivas de existencia de los hombres en un momento
socio-histórico determinado, observándose a nivel
objetivo, como
fenómenos bio-psicológicos de la salud y la
enfermedad, y a nivel subjetivo, en forma de percepciones e
interpretaciones de dichos fenómenos y de las respuestas a
los problemas que
se plantean, tanto en el nivel individual como a nivel grupal. (
Castellanos, 1991)
Salud y trabajo se definen como conceptos
íntimamente relacionados. El trabajo, en tanto actividad
exclusivamente humana, tiene entre sus objetivos el
de alcanzar niveles de productividad de
orden económico. Pero el trabajo es más que el
empleo (
Neffa, 1996) Participa en la construcción de la identidad
psicológica y social del trabajador y en este sentido se
constituye en proceso social básico ( Laurell,
1993)
Castell define al trabajo como "paradigma" (
Castell, 1996), sosteniendo que su función de
integrador de los diferentes aspectos de la vida del individuo
permiten que el mismo construya su identidad
social. Esta identidad se presenta como un proceso en continuo
cambio, se
nutre de las experiencias de vida y del reconocimiento y la
confirmación provenientes de los otros (la familia,
los maestros, los jefes, los compañeros y amigos, la
sociedad.
Así el reconocimiento por el trabajo actúa
como motor de
vivencias de satisfacción y placer mientras que el
déficit o la inexistencia de éste, como fuente de
displacer y malestar, obstaculizando la construcción de una identidad firme y
frágilizando la posibilidad de crear un proyecto de vida
sostenido.
Investigaciones vinculadas a la relación salud /
trabajo (Echeverría 1981-1982, Matrajt 1987, Grimberg,
1989) observan que las condiciones generales en que se lleva a
cabo este último afectan los procesos de salud- enfermedad
de los trabajadores.
Entendemos que las condiciones de trabajo deben
concebirse como un concepto abierto
y dinámico, en tanto el mismo se enriquece en la constante
tensión que existe entre representaciones
socio-históricas de los grupos sociales
implicados, las cuales se vinculan con el modelo de
acumulación vigente ( Errandonea, 1983)
La importancia de incluir en su análisis las
vivencias y percepciones de los trabajadores ( Neffa, 1988) como
así el vínculo que se sostiene en relación
con compañeros, la tecnología y la tarea
en sí misma ( Novick, 1983) nos permite tomar contacto y
profundizar en aquellos aspectos que condicionan de forma activa
la vida social y familiar del trabajador.
Estas condiciones de trabajo han sufrido modificaciones
importantes a partir del proceso de reforma del Estado, en tanto
la génesis del mismo se sostiene en cambios del modelo de
acumulación vigente, los cuales afectan la
concepción de trabajo que sostenía el modelo del
Estado Benefactor, resultando en la pérdida de las
"protecciones cercanas" ( Castell, 1996) y el
debilitamiento de los lazos de solidaridad entre
los individuos como producto de la
implantación de una cultura de lo
aleatorio, la cual arroja al trabajador hacia la necesidad de
replantear continuamente su identidad social relativa a la
inserción laboral, en tanto el trabajo se torna
precario.
La precarización laboral se define por los
cambios que sufren: los modos de contratación
predominantes (efectividad vs. temporalidad), la fluctuabilidad
del salario (asociado
ahora a indicadores de
productividad
y a la variabilidad de la demanda) y al debilitamiento de las
políticas de protección social
(cobertura social limitada, despidos compulsivos,
redefinición de las indemnizaciones, retiros anticipados),
favoreciendo el "desdibujamiento" ( Castell, 1996)
del trabajador el cual, sujeto a las imposiciones del empleo,
debe estar continuamente dispuesto a ajustarse a las demandas del
mercado
laboral.
En este sentido, la precarización laboral se
conforma, junto al desempleo, en
proceso central que define las nuevas condiciones de trabajo a
nivel mundial.
Retomando la posición de Castell, quien sostiene
como hipótesis que existe complementariedad
entre la integración que aporta la inserción
laboral con el grado de inscripción relacional del
individuo en redes familiares y de
sociabilidad, consideramos que es la zona de vulnerabilidad donde
observamos la mayor cantidad de situaciones conflictivas en
cuanto a los ejes estudiados.
La zona de vulnerabilidad, definida por el autor como
producto del
estado de precarización del trabajador en tanto corre
riesgo su
permanencia en el empleo, favorece el surgimiento de un estado de
inestabilidad e incertidumbre constante. Se corresponde a un
estado de degradación del estatuto del trabajador y como
consecuencia al debilitamiento de los "sostenes
relacionales". ( Castell, 1996)
En este contexto emerge con mayor claridad el problema
del malestar, percepción subjetiva que se define como tal
en tanto entraña un estado de tensión, producto de
la inadecuación entre el deseo y las expectativas del
sujeto con las posibilidades que la sociedad le
brinda para su realización, situación que lejos de
constituir un estado patológico forma parte de la
cotidianeidad del sujeto en la cultura.
Freud se
refiere al malestar en estos términos, considerando que el
mismo puede virar hacia un estado de bienestar (asociado a la
disminución de la tensión psíquica que lo
produce y al encuentro con situaciones que promueven la
felicidad) o bien hacia el sufrimiento subjetivo, en tanto se vea
dificultada la elaboración de sus determinantes. (
Freud,
1973)
Ahora, el malestar se vincula con una serie de
circunstancias en las que la re-definición de lo
público tiene un particular protagonismo, ya que la
globalización económica y los
cambios culturales que conlleva el modelo de vida, implican a
nivel individual y social un " replanteo subjetivo de los
proyectos"
( Galende, 1996) y en este plano, los cambios acontecidos en el
periodo de reforma tienen efectos sobre la salud mental de
los sujetos sociales, en tanto el individuo se ve sometido a
fuerzas que deciden sobre aspectos esenciales de su vida como su
trabajo, su ingreso, su cultura, etc., al mismo tiempo que lo
responsabiliza de los impedimentos y fracasos en la
concreción de su proyecto de
vida.
Crisis económica, precarización laboral y
efectos sobre la salud mental de
los trabajadores guardan relación, afectando las relaciones
interpersonales entre los trabajadores de niveles medios como
también a las denominadas "profesiones liberales".
( Stolkiner, 1994)
En la actualidad, la mayoría de los profesionales
de la salud presentan la categoría de asalariados,
contratándoselos de modo inestable. Esta situación
de inestabilidad afecta al proyecto de vida en sí mismo en
tanto provoca un estado de temporalidad inmediata, obligando al
profesional a vivir al día. El progreso vinculado al
trabajo deja de tener un papel central
en la construcción del mismo impidiendo construir una
perspectiva de futuro consistente e incrementando los niveles de
sufrimiento subjetivo.
Si bien este sufrimiento pre-existe a la
situación de trabajo, el encuentro con situaciones
laborales conflictivas puede incrementar su intensidad (Dejours,
1998) presentándose como un estadio intermedio de un
proceso que tiene como punto de partida la salud y como final la
enfermedad, la cual comprende la percepción del
síntoma hasta la enfermedad clínicamente
diagnosticada y clasificada nosológicamente ( Martinez y
col, 1997) Consideramos que si bien responde a la lógica
de la época, en la actualidad el debilitamiento de los
lazos de solidaridad y
protección propician el surgimiento de vivencias de
inestabilidad e indefensión frente a los cambios,
promoviendo su incremento a niveles insospechados.
Se ha observado que la repercusión de las
transformaciones en curso puede ser diferente de acuerdo a la
concepción de trabajo de cada individuo o grupo social:
para aquellos sujetos cuyas actitudes
hacia el mismo se han configurado en un marco de estabilidad
propio del modelo del Estado Benefactor, los cambios que promueve
el nuevo modelo, caracterizado entre varios aspectos por "la
ruptura de las confianzas y certidumbres" ( Galli, Malfe,
1997) pueden comprometer gravemente la salud psíquica de
los mismos, dando lugar al surgimiento de diferentes reacciones
subjetivas.
La reacción subjetiva típica se define
como "deflación del valor de la
imagen de
sí" (Galli, Malfe, 1997) estado que guarda
relación con una visión economicista del sujeto que
lo presenta "en baja" en la medida en que pierde valor como
sujeto productivo.
Pero esta no es la única reacción
subjetiva que favorece el escenario laboral actual, ya que
también se observan diversas "formas de
sobreimplicación en el trabajo" (Galli, Malfe, 1997)
expresión de aquellos sujetos que han incorporado la nueva
ideología Neoliberal,
sobreadaptándose a una realidad signada por la
incertidumbre y el desconcierto.
En el plano físico, observamos el incremento de
las perturbaciones psicosomáticas las qué, en tanto
se cronifican, dan lugar a síntomas corporales estables.
La imposibilidad de elaboración mental del conflicto que
ello conlleva y su dificultad para resolverlo en términos
reales genera un estado de equilibrio
psíquico a costa de la persistencia de síntomas
corporales.
Muchas veces este estado de equilibrio es
tomado como una resolución al sufrimiento existente (
Galende, 1996)
La articulación de conceptos referidos a
manifestaciones a nivel físico, psíquico y social
denotan el grado de implicación que puede tener el trabajo
y sus condiciones en la determinación de los procesos de
salud-enfermedad de los trabajadores, los cuales pueden tornarse
vulnerables en un escenario laboral precario, en el cual la
marca de lo
aleatorio signa su futuro. El debilitamiento de los lazos de
solidaridad y la indefensión frente a cambios, carentes de
planificación, los arroja a un estado de
fragilidad permanente.
Así resulta indelegable la necesidad de estudiar
cómo estos procesos se pueden ver afectados en situaciones
concretas, en tanto se define como obligatorio el análisis
de las variables
institucionales comprometidas en el proceso de
Reforma.
A lo largo del proceso de estudio, observamos que
aparecen divergencias relativas a la visión del problema
desde la jefatura del Servicio y las autoridades del subsector,
respecto a las percepciones de los médicos que integraban
el mismo. Lo que desde la jefatura era
" oposicionismo, falta de motivación, falta de capacitación y ausentismo injustificado"
para los médicos era " incremento de la exigencia en un
marco de inestabilidad laboral y la posibilidad de
construir un proyecto laboral consistente" ( Cuadro
Nº 2). Estas diferencias actuaban como motor de
desencuentros permanentes, discusiones y demandas, lejos de
poder
resolverse en tanto el clima laboral y
el espacio institucional no lo propiciaban.
CUADRO Nº 2
CAUSAS DE MALESTAR SEGUN
FUNCION
AUTORIDADES | PROFESIONALES |
|
y de autoridades. |
Base:
17 médicos.
Fuente: Elaboración propia en base a
Trabajo de campo: entrevistas grupales. Hospital "Mariano y
Luciano de la Vega". Partido de Moreno. Año
1998.
El malestar, desde la visión de los
médicos puede resumirse en los siguientes
ítem:
- inestabilidad laboral: aquí se incluye
tanto la temporalidad de los contratos como
la rotación permanente de las autoridades,
situación que impedía consolidad un proyecto
institucional a mediano y largo plazo. - La nueva " carrera" hospitalaria: cambios en el
estatuto jurídico del profesional que actuaban como
otro elemento precarizante en tanto lo homologa al resto de
los trabajadores de la salud sumándole nuevas
exigencias, como son la capacitación continua y mayor
especialización en un marco de salarios
bajos.los profesionales pueden llevar a cabo tareas
administrativas en privacidad. Los espacios se comparten o
son invadidos por otros servicios
que tampoco cuentan con el. Se torna difícil reunirse
y discutir problemáticas propias sin
intromisión continua. Por otra parte, la falta de
insumos sumada al incremento y heterogeneidad de la demanda
implica nuevas exigencias, consideradas como "presiones" por
los médicos, en tanto la sensación de
impotencia frente a situaciones cotidianas los torna
vulnerables a todo tipo de enfermedades
laborales. - Déficit de recursos e
insumos: el hospital no amparaba sitios donde - Política de recursos humanos: si bien
existía la queja vinculada al incremento de exigencias
en un marco de inestabilidad, el grupo denuncio diferente tipo
de " malos tratos" tales como afirmaciones publicas de las
autoridades de falta de idoneidad y vagancia, situación
que favorecía la deserción del usuario y la queja
continua en el subsector publico.
"Una vez hicieron una reunión con los
más antiguos y el Director explicó como era el
Hospital que él quería después de pasar la
película ‘Alicia en el País de las
Maravillas’ y decia que él era como el Sombrerero
Loco que nos iba a enseñar como atender a la gente, porque
nosotros la maltratábamos". (Médica
clínica, 52 años. Entrevistas grupales)
Estos " malos tratos" también se
reproducían al interior de la institución, tanto
entre miembros de diferentes servicios como entre
compañeros del mismo servicio, repitiendo estas consignas
cotidianamente.
"El problema es que los de la Guardia no saben nada y
te quieren decir cómo tenés que trabajar mientras
ellos se ‘rascan´. Están ahí porque
tienen mil años en el Hospital y no les conviene irse,
pero la verdad es que para lo único que sirven es para
joder ". ( Médica clínica, 30 años.
Entrevistas grupales).
A medida que avanzó nuestro estudio constatamos
que la queja relacionada con las actuales condiciones de trabajo
guardaba relación con la antigüedad de los
profesionales en el puesto de trabajo hospitalario. Los
médicos se nombraban entre sí como " los
viejos", categorización de aquellos que
componían la planta del hospital antigüo, y
"los nuevos", que incluían a todos aquellos
profesionales incorporados en los últimos cinco
años y a las autoridades de la Dirección. A partir de ello cada subgrupo
verbalizó cuales de estas condiciones producían
mayor malestar.
El grupo con mayor antigüedad, identificado como
"los viejos", señalaron como fuente de mayor
malestar la percepción de desplazamiento de sus lugares de
trabajo por "los nuevos", lo que afectó la
visión que tenían de sí en tanto miembros de
la institución y como profesionales, afirmando que las
políticas en recursos
humanos que se implementaron apuntaron a desprestigiarlos y
desvalorizarlos. Del mismo modo, sintieron que sus nuevos colegas
acompañaron a esta posición en tanto los criticaron
y cuestionaron su idoneidad profesional.
"Se creen que uno no hacía nada y no
atendía a la gente antes de que vinieran ellos. Nosotros
hicimos mucho por este hospital cuando no había nada.
Ahora nos quieren enseñar a trabajar. Yo me siento
desplazada, creí que me había ganado un lugarcito
en este hospital donde dejé 20 años de mi vida.
Ahora me siento nada, como si yo fuera ‘nueva’ ".
( Médica clínica, 52 años. Entrevistas
grupales)
"Uno acá dejo la vida, pasaron 20 años
y uno no se dió cuenta. Dejaste de hacer un montón
de cosas por el trabajo y de golpe viene uno de afuera y te dice
que lo tuyo no sirvió para nada. La verdad es que me
llegué a preguntar que hice estos últimos 20
años por mí , ahora me siento de afuera: me siento
más "nueva"que los "nuevos".
( Médica clínica, 52 años.
Entrevistas grupales).
Los "nuevos" también percibieron como una de las
fuentes del malestar la política de recursos
humanos, pero le otorgaron un lugar secundario al de la
inestabilidad, tema que encuadraron dentro de las condiciones
generales de trabajo y vincularon con las exigencias del puesto y
con relación a los bajos salarios, en tanto consideraron
que su situación laboral precaria no compensaba el
esfuerzo que les exigían.
"Los viejos no querían trabajar, no
querían hacer nada. Ser Jefe acá era como "el
premio a la próstata". (Autoridad, 50
años. Entrevistas a Informantes Claves)
"Cuando llegamos nosotras todavía no estaba
completo el Servicio y el Hospital era tierra de
nadie, cada uno hacia lo que le parecía. Los de la Guardia
siempre fueron los peores, manejaban el hospital como
querían, sobre todo el fin de semana. Vos llegabas el
lunes y te encontrabas con que tu paciente se había ido de
alta porque ellos precisaban una cama". ( Médica
clínica, 35 años. Entrevistas grupales)
La escasez de recursos ( insumos básicos, espacio
físico y tiempo disponible
para cumplir tanto con actividades administrativas como para
discutir e intercambiar ideas sobre procedimientos
clínico-asistenciales) fue mencionada como tercera causa
siendo la considerada en cuarto lugar el perfil socio- cultural
de la demanda.
Ambos grupos
coincidieron en que el clima laboral
conflictivo actuó como uno de los factores que tornan
más difícil trabajar con las condiciones generales
vigentes.
- Del malestar al sufrimiento: padecimientos y
accidentes
El grupo en su totalidad manifestó que el
malestar provocado por las situaciones descriptas afecta su vida
laboral, debilitando la
motivación en el trabajo y favoreciendo el surgimiento
de conductas agresivas, tanto dirigidas hacia colegas como
pacientes. Respecto de estos últimos, sintieron que no
pueden atenderlos como desearían hacerlo.
Afirmaron que este malestar que percibían en el
trabajo también había afectado su vida
extralaboral. La mayor parte experimenta dificultades para tomar
decisiones simples, sobre todo en el ámbito familiar,
hecho simultáneo a la reducción del tiempo de
intercambio entre los miembros de la familia por
cuestiones laborales; en el alejamiento de grupos de pertenencia
y referencia con los cuales mantenían un trato fluido y en
el limitado aprovechamiento de su tiempo libre, ya que siempre se
sienten agotados, sobre todo fuera de los horarios
laborales.
A medida en que se desarrolló la observación, algunos de los médicos
del Servicio estudiado comenzaron a relatar una serie de
padecimientos que identificaron con el inicio del empleo
hospitalario, los cuales motivaron una serie de consultas a
profesionales especializados, quienes no diagnosticaron una
enfermedad definida. Estos padecimientos, definidos por ellos
como "síntomas", se manifestaron en trastornos
funcionales (dermatológicos, circulatorios, nerviosos,
gastroenterológicos y clínicos en general) y
manifestaciones psíquicas (cambios bruscos de
humor, sensación de tristeza y depresión,
dificultades en la toma de
decisiones personales y agotamiento). A éstos se
sumaron una serie de accidentes automovilísticos
que sufrieron un número importante de médicos del
Servicio, generalmente los de menor antigüedad en el puesto
de trabajo hospitalario. Estos accidentes ocurrieron siempre en
el camino de ida o de vuelta al Hospital, nunca fueron demasiado
graves y siempre se atribuyeron al hecho de "estar
distraídos".
Los profesionales con mayor antigüedad en el puesto
afirmaron no haber sufrido trastornos funcionales pero si
diferentes manifestaciones psíquicas que afectaron su vida
en general, ya que sintieron que su situación laboral
motivó sentimientos de tristeza y depresión,
estado que vincularon con la desvalorización que
percibieron de sus colegas y autoridades y que generó,
según su parecer, respuestas de tipo agresivo ante
los mismos.
Tampoco declararon sufrir accidentes
automovilísticos en el mismo período que
mencionaron los profesionales de menor antigüedad en el
puesto de trabajo.
De las observaciones y el registro de los
datos aportados por los profesionales durante el trabajo de
campo, podemos describir en el siguiente cuadro los trastornos
funcionales y manifestaciones psíquicas que afirmaron
padecer los médicos de este Servicio hospitalario ( Cuadro
Nº 3), en tanto observamos que el malestar se presentaba
como la constante que articulaba las percepciones de los
médicos del Servicio en su totalidad, mientras que los
padecimientos se manifiestaban de diferente modo e intensidad en
las categorías descriptas ( Cuadro Nº 4)
CUADRO Nº 3
PADECIMIENTOS SEGUN TRASTORNOS
FUNCIONALES Y
MANIFESTACIONES PSIQUICAS DE LOS
PROFESIONALES
TRASTORNOS FUNCIONALES | Nº DE CASOS |
| 2 2 1 4 4 |
MANIFESTACIONES |
|
| 3 2 1 6 |
Base: 17 médicos.
Respuestas multiples.
Fuente: Elaboración propia en
base a Trabajo de campo: entrevistas colectivas. Hospital
"Mariano y Luciano de la Vega". Partido de Moreno. Año
1998
CUADRO Nº
4
RELACION MALESTAR/ PADECIMIENTOS
SEGUN ANTIGÜEDAD EN EL PUESTO DE TRABAJO
ANTIGÜEDAD EN PUESTO DE TRABAJO | PADECIMIENTOS | Nº DE |
"LOS VIEJOS"· |
MANIFESTACIONES PSIQUICAS
|
2 |
"LOS NUEVOS" |
TRASTORNOS FUNCIONALES
MANIFESTACIONES PSIQUICAS
ACCIDENTES
|
1 1 4 2 1 4
3 2 1 6
6 |
Base: 17
médicos. Respuestas múltiples.
Fuente: Elaboración propia en base a
Trabajo de campo: entrevistas en profundidad individuales.
Hospital " Mariano y Luciano de la Vega" . Año 1998.
Partido de Moreno.
Tal como surge de los datos obtenidos, el objetivo
general de nuestro trabajo ha sido poner de manifiesto que las
características de precariedad que
comportan las condiciones de trabajo en el subsector
público de salud actuaron como uno de los determinantes
del malestar que manifestaron sentir los
médicos.
Uno de nuestros principales resultados afirma que la
precarización promueve un estado de vulnerabilidad grupal,
que se articula con la fragilidad de los vínculos sociales
en el interior del grupo, producto de la competencia que
promueven las actuales condiciones de trabajo. Así,
vulnerabilidad y fragilización, en tanto consecuencias de
la precarización, promueven un clima laboral caracterizado
por el conflicto como
manifestación objetiva del malestar.
En segundo lugar, este trabajo pone de manifiesto que
el malestar, significante que atraviesa al discurso
institucional, presenta particularidades relacionadas con la
antigüedad en el puesto de trabajo. Afecta de
diferente modo a aquellos con menor antigüedad, que resultan
más vulnerables a su asociación y
manifestación a través de una serie de
padecimientos psicofísicos y de accidentes
automovilísticos.
Estos médicos, que vincularon el malestar con las
exigencias laborales y el temor por perder el empleo, tendieron a
identificarse con los modelos y
emblemas institucionales, en una actitud que
redundó en un incremento de productividad en
términos estadísticos. La sobreimplicación
en el trabajo, reacción subjetiva prevalente frente al
temor de perder el empleo, se convirtió en una estrategia
defensiva ineficaz, en tanto el malestar persistió para
transformarse en sufrimiento, y en padecimientos
múltiples. Esto representó una sobreexigencia
psicofísica qué, a nivel objetivo, se
manifiestó por medio de trastornos funcionales y
accidentes automovilísticos, y en el plano subjetivo como
inestabilidad emocional y dificultades para construir un proyecto
de vida vinculado al trabajo.
Estos padecimientos denotan el fracaso en la
construcción del proyecto existencial, en tanto
éste ahora depende de variables
ajenas al sujeto, que amplían la brecha entre lo deseado y
lo valorado en términos profesionales. La inconsistencia
del proyecto, articulada a una identidad social fragilizada,
decanta en una multiplicidad de síntomas que denuncian la
dificultad de elaboración del conflicto en acciones
creativas.
Cabe destacar que aquellos profesionales que contaban
con otra historia en la
institución, ya que han ingresado a sus puestos
hospitalarios según modos de inserción laboral
caracterizados por la estabilidad y la protección,
sintieron que, en ese escenario laboral, el proyecto de vida y de
trabajo que habían construido pierde su
sentido.
Estos profesionales, que consideraban seguro su empleo
hospitalario, se vieron inmersos en un espacio laboral
competitivo, para el cual no estaban preparados
psicológicamente. La incorporación de "lo nuevo"
fue percibido como la inclusión de una variable de ajuste,
cuyo efecto es mayor en la medida en que prevalece la
recesión en el mercado de
trabajo. En el plano objetivo, el malestar que promueve esta
situación se manifestó en conductas verbales
agresivas, y llegó hasta la formulación de demandas
judiciales vinculadas con cuestiones éticas. En el plano
subjetivo, el sentimiento de desvalorización
provocó estados de tristeza y depresión.
Una primera conclusión a partir de nuestros
resultados es que, en términos generales, la
vulnerabilidad grupal y la fragilidad relacional promovidas por
la precarización de las condiciones de trabajo en el
subsector público de salud actuaron como determinantes del
malestar que los médicos manifestaron, en tanto la
dificultad para elaborar los conflictos que
surgen en el escenario institucional favoreció el
surgimiento de un estado de sufrimiento, que se expresó en
forma de padecimientos múltiples: en el plano objetivo,
como trastornos funcionales y accidentes automovilísticos,
y en el plano subjetivo, a través de manifestaciones
psíquicas diversas.
Consideramos que la percepción de inestabilidad
que promueve la precarización se articula con la
fragilidad de los vínculos establecidos al interior de la
institución en tanto prevalecen las conductas
individualistas y los proyectos
personalizados. Este hecho impide la generación de
mecanismos de protección grupales frente a los cambios.
Así, las consecuencias se plasman en una situación
signada por el malestar como respuesta vincular, en un escenario
laboral incierto, donde los proyectos de vida y de trabajo se
transforma en puro presente.
Por otra parte, el desvanecimiento de las
garantías de estabilidad laboral suscitan
vivencias subjetivas de desamparo, que actúan
como uno de los determinantes de los sentimientos de tristeza y
estados depresivos que exteriorizan el duelo por la identidad
profesional desvalorizada. En este sentido, los mecanismos de
integración social que impulsaban las
políticas de protección al empleo, en el escenario
actual se trasforman en temor a la desafiliación como
horizonte personal y
profesional.
Los cambios acaecidos a nivel de las políticas en
recursos
humanos no han apuntado a superar este estado sino que los
han sostenido y en algunos casos han empeorado. A pesar de lo que
se afirma, los gestores de políticas en recursos humanos
en el subsector publico de salud siguen desconociendo la
existencia de problemas de salud vinculados al trabajo y solo dan
visibilidad a las cuestiones profesionales cuando el nivel de
conflictividad supera los limites de lo soportable.
En este contexto, consideramos que las actuales
condiciones de trabajo favorecen la trasmutación de los
principios de
solidaridad y protección hacia un estado defensivo, cuyo
aspecto más relevante lo constituyen las conductas
individualistas. Este individualismo se define en términos
de falta. En primer término, la falta de seguridad se
articula con la falta de vínculos estable, que facilita el
aislamiento y el repliegue del sujeto sobre sí mismo. El
desinvolucramiento del espacio público, y la débil
participación en el campo laboral son su consecuencia del
mismo modo que los indicadores de salud denuncias el grado de
importancia que representan estos hechos y la necesidad urgente
de actuar en consecuencia.
En tanto las políticas de recursos humanos sigan
exaltando la necesidad de incrementar la calidad
asistencial en un marco de eficiencia pero
descuiden al personal que es el responsable y autor de que estas
acciones se
concreten, difícilmente se puedan alcanzar resultados
satisfactorios, tanto a nivel asistencial ( mejora en la
accesibilidad en un marco de atención adecuada y satisfacción del
usuario), a nivel laboral ( mejora en los niveles de
satisfacción profesional, incremento de la
motivación, menor conflictividad y mayor
participación) y a nivel social ( evaluación
positiva de acciones de salud en la comunidad)
Consideramos que esta crisis no es
"una más". Adquiere su peso en tanto el panorama social
del trabajador se desdibuja y "re-dibuja" con nuevas
particularidades. Su significado se torna patológico en la
medida en que éste perciba su imposibilidad para
participar activamente en los cambios que suceden en su vida, y
considere que éstos constituyen hechos injustos. De este
modo, aquélla no puede ser percibida como experiencia de
desarrollo ni
favorecer la elaboración del conflicto en términos
positivos. Esta crisis
muestra la
fractura de las creencias y valores que
sostenían la cohesión grupal. Su carácter
estructural representa una disolución de valores, sobre
todo de aquellos que históricamente han sido vinculados
con el trabajo.
Estas transformaciones que imponen las actuales
condiciones de trabajo en el subsector público de salud no
son privativas de él, por lo contrario, conforman la
realidad de amplios sectores productivos de nuestro país.
Por ello, consideramos que una responsabilidad sustancial de salud publica
es la realización de estudios que analicen su impacto en
los procesos de salud-enfermedad de los trabajadores de los
diferentes sectores productivos de nuestro
país.
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Autor:
Mg. Maria R. Maynat