Abordamos el importante papel de
la familia
como núcleo rector y propiciador de valores
sociales, culturales y espirituales, acentuando las condiciones
que propician que sus miembros tomen o no el camino a las drogas.
Enfatizamos además las condiciones sociales que
potencializan dicha conducta.
Una persona adicta
bien merece ser atendido no solo desde el punto de vista mas
elemental, por todos los cambios neurobiológicos que en
estos sujetos se producen, sino tener una visión
integradora que abarque lo social y su complejo mundo
interior.
Abrir la ventana a este fenómeno significa
entenderlo desde lo más profundo de su
raíz.
Palabras Claves:
Adicto, drogodependiente, familia,
trastorno de personalidad,
valores,
estilos de vida, soledad, atención integral.
La drogodependencia fue definida por la OMS como un
síndrome manifestado por un patrón conductual donde
el uso de una sustancia tiene más prioridad que otras
conductas, lo cual lleva a establecer este trastorno como un
impulso repetido a comprometerse en conductas poco productivas,
una tensión creciente hasta que se realiza la conducta, y
desaparición rápida de la tensión al
realizarla.
La drogodependencia modifica a la persona que es
víctima de este mal, se transforma, sufre y su vida se
deteriora en todos los ámbitos.
El desarrollo
filogenético y ontogenético del hombre ocupa
un lugar importante en la explicación científica de
las adicciones, unido
al importante papel social y
familiar.
Confirmando lo anterior citamos a Cervera G, Haroa G,
Martínez-Ragab J, Bolinchesc, Valderramad J. C (2001),
quienes afirman que el hombre
tiene unos períodos experimentales importantes en la
formación de su cerebro
emocional. Llamadolos ventanas plásticas. La adolescencia
es uno de ellos, en el que se produce una profunda
remodelación de la corteza cerebral con una pérdida
de neuronas y un aumento de tamaño de las que quedan,
además de la mielinización de las mismas. A esto
hay que sumar la carga genética,
ambiental, o sea refiriéndose a los factores externos,
así como importantes cambios hormonales que explican, en
buena medida, lo crítico de esa época en la
conducta emocional humana. Además hay un componente muy
acusado en los jóvenes, y que tiene su base en la
emoción, y es la curiosidad. El ingrediente
«curioso» de la emoción posiblemente
nació con los mamíferos, y llegó a su
máxima expresión en los primates y sobre todo en
el hombre. En
éste, es en la época puberal donde mayor
expresión tiene esta curiosidad, que comenzó hace
más de cien millones de años con los primeros
mamíferos y que en el día de hoy
incrementa el riesgo de
conductas adictivas, en este primate evolucionado que es el
hombre.
Pero, sin centrarnos mucho en estas tendencias tan
exquisitas desde el punto de vista ontogenético podemos
afirmar que la adicción es un factor que va mucho mas
allá de esta posición pues el entorno es muy
determinante en ello.
La familia juega un
importante y crucial papel en el desarrollo del
proceso
adictivo. Esta es el núcleo rector y propiciador de
valores sociales, culturales y espirituales. El fortalecimiento
de la familia en
estos ámbitos produce individuos de elevados valores
morales, adecuada autoestima y
autenticidad de principios.
Según Calderón Rodríguez (2003) una
familia donde no se fomenten valores, falte confianza, no
contribuya a la elaboración del proyecto futuro
de sus propios miembros, donde esté carente el apoyo, el
afecto, no exista una distribución y cumplimiento adecuado de
roles, haya disfuncionabilidad e inconsistencia y produzca
inconformidad entre ellos, donde no cumpla su función
protectora y la permisividad conlleve a la existencia de otros
hábitos tóxicos, el abandono escolar y la falta de
interés
por trabajar, donde el tiempo libre es
el producto
excedente de inadecuados estilos de vida y la economía no se
distribuye de manera eficaz es sin dudas campo labrado para que
germine la adicción como cualquier otra
manifestación negativa en la
personalidad de sus integrantes.
La familia necesita garantizar su existencia y promover
adecuadamente la transmisión sucesiva de valores
conquistados, pero cuando esto falla se produce una brecha que
permite un espacio para indeseadas y reprochables conductas.
Estas no aparecen de forma improvisada y espontánea son el
resultado de un conjunto de factores que, en muchos casos van
desde lo genético hasta lo social, pero es la familia el
marco contextual mas concreto donde
se expresan y se hacen visibles, donde se moldea, permite,
potencializa o suprime cualquiera de ellas.
En muchos casos las familias de muchos adictos han
perdido de vista el camino de sus adolescentes,
han confundido las imágenes
de libertad que
estos deben tener con autonomías falsas ganadas en muchos
casos de forma inescrupulosa, se han creído invulnerables,
han transitados por los extremos de una misma cuerda: la excesiva
autoridad o
demasiada permisividad o tal vez han querido brindar amor y sus
hijos sólo han recibido dinero. En
muchos casos ha faltado la figura paterna por el resultado de una
disfuncionabilidad que desde siempre hizo incompatible la
unión de ambos cónyuges, también por
desgracia el desmembramiento de la pareja por fallecimiento
abrupto ha sido otra de las constantes en estas familias con lo
cual coincido con Vidal Casero (2002) y Washinton A, Boundy Donna
(1991)
Estoy de acuerdo con Tania Chappi (2002) cuando afirma
que las familias de muchas de estas personas cuentan con una
amplia cobertura económica, no importa si procede de
medios legales
o ilegales; es decir la falta de vinculación al estudio o
al trabajo y a la vez tener dinero
favorece mucho la puesta en contacto con la droga y el
mantenimiento
del consumo.
Algunos viven en zonas donde existe disponibilidad de alguna
droga, sus
familiares no tienen bien establecidas normas sociales y
en el barrio puede haber cierta permisividad ante la
acción de los expendidores".
Una persona adicta no es un sujeto aislado es alguien
que vive en sociedad y que
deviene de una familia con determinadas referencias, es alguien
que tiene todo un sistema de
criterios, aptitudes y prácticas y que bien merece ser
atendido no solo desde el punto de vista mas elemental, por todos
los cambios neurobiológicos que en estos sujetos se
producen, sino tener una visión integradora que abarque lo
social y su complejo mundo interior.
La droga es algo que afecta a la persona desde todos los
puntos de vista, rompiendo su equilibrio
bio-psico-social.
En particular, es importante acentuar las conductas de
dependencia, la disminución de la conciencia y la
alienación de la voluntad y de la libertad
personales, que cualquier droga produce.
Para Alonso Rodríguez (2003) la vida del
drogadicto está marcada por recorridos llenos de riesgos, obligada
a reprimir los sentimientos incluso a las personas mas queridas;
tejidas de relaciones difíciles, a veces conflictuales,
condicionada por la necesidad de manipular los sentimientos
propios y de los demás; negando de manera vehemente la
propia situación; con la incapacidad de recocer la
necesidad que tiene de ser ayudado; con la pérdida de la
autoestima y
la amargura de una creciente desconfianza hacia todo lo que le
rodea, encerrándose cada vez mas en el círculo de
su soledad.
La dificultad para recocer las propias necesidades
básicas, como el sentido de pertenencia, el ser estimados,
el ser amados, el darse un valor, el
buscar y encontrar un sentido a la existencia, genera
confusión para ejecutar comportamientos inadecuados. El
drogadicto es incapaz de identificar las fuentes del
placer, de la gratificación y de la felicidad. Es incapaz,
además de orientarse por sí mismo entre los valores,
las actitudes y
los comportamientos que le proponen los abordajes
terapéuticos que intentan curarlos.
No es una sola la causa que ha determinado el comportamiento
del toxicómano. La adicción es una condición
causada por muchos factores que interactúan entre
sí y que se refuerzan recíprocamente. Es una
enfermedad, pero es también un síntoma.
La drogadicción comporta un conjunto de
síntomas que son reveladores de un drama angustioso que
tiene que ver con el sentido mismo de la existencia, con la
verdad del hombre, con su dignidad.
La droga representa una fuga con la cual se pretende
llenar un vacío.
El hombre es un ser complejo por su carácter
de "ser de valores" y de "ser de actitudes
éticas". El hombre afirma su carácter
absoluto como persona y su dignidad, en la realización del
conjunto de sus valores.
El adicto presenta, en su esencia, un conflicto
caracterológico definido por el enfrentamiento entre su
conducta y sus valores. La adicción lo aparta de su ser un
fin en sí mismo, para convertirlo en un instrumento,
perdiendo su dignidad, su felicidad y su realización
personal. La
adicción le niega realizar los valores de
una forma plena y completa.
Un adicto está en una lucha consigo mismo, en
contradicción y tensión interna. Por un lado, su
ser de valores, necesitado de trascendencia y sentido; por otro
lado el sin sentido, la pérdida de valores y de virtudes,
la insatisfacción y el vacío moral.
En las personas con la enfermedad de dependencia a
sustancias químicas, las complicaciones físicas, el
mal manejo de la mente y los desórdenes emocionales, van
acompañados de manera similar de un deterioro espiritual y
progresivo.
Según pasa el tiempo aparecen
sentimientos de culpa, vergüenza y remordimientos; los
sentimientos de autovaloración declinan. Como las
relaciones significativas disminuyen o pierden calidad, el
aislamiento social creciente los lleva al colapso espiritual. Al
final sienten una intensa desesperación y desesperanza,
llegando inclusive al suicidio.
El mundo es testigo de este creciente fenómeno y
las autoridades han proclamado la urgencia en la acción
mancomunada, en el esfuerzo de todos para conquistar la
esperanza.
En el año 2000 el Secretario General de la
ONU, Koffi Annan,
analizaba la situación internacional en relación al
consumo y
tráfico de drogas,
señalando que el tráfico es un fenómeno
mundial que afecta aproximadamente a 170 países, 134
estados habían notificado problemas de
uso y abuso de drogas en el
decenio de 1990, el Programa de
Naciones Unidas
para la Fiscalización Internacional de Drogas (PNUFID)
estimó que unos 180 millones de personas en todo el mundo,
el 4,20 % de los mayores de 15 años, consumían
drogas ilícitas a finales de los 90, en ésta cifra
se incluyen 144 millones de consumidores de marihuana, 29
millones y 13,5 millones de consumidores de cocaína y opio
respectivamente, planteándose la existencia de 9 millones
de heroinómanos, totalizando mas de 180 millones de la
estimación mundial5 pero realmente estas cifras no
reflejan la real magnitud del problema, sólo conocemos la
parte emergida del iceberg.
Según estudios del PNUFID, en el mayor mercado del mundo
de estupefacientes ilícitos, EE.UU., el costo que paga la
sociedad por
cada caso de drogadicción supera los 28 mil
dólares al año.
Su impacto en las sociedades
donde ya es una plaga genera multimillonarios gastos para su
enfrentamiento incluidos los programas de
tratamiento de adicción y cuidado de salud.
En la práctica hemos apreciado un vínculo
entre los trastornos de personalidad
de tipo orgánico y la adicción a sustancias del
mismo modo que con los antecedentes personales de bajo
rendimiento docente, con hogares donde los padres están
divorciados y unido también al consumo de alcohol desde
la adolescencia.
Al acercarnos al perfil psicosocial del paciente adicto
podríamos tener una visión prospectiva de
individuos que con características similares pudieran
desarrollar una adicción y estaríamos en el punto
mas importante, conocer para prevenir.
Considero que el problema de la adicción a
sustancias psicoactivas va mucho mas allá de una
predisposición personal o
genética
como muchos autores han intentado probar, a pesar de la solidez
de sus argumentos.
Abrir la ventana a este fenómeno significa
entenderlo desde lo más profundo de su raíz misma,
la imbricación de factores genéticos, personales,
familiares y sociales, sin una perspectiva que explique este
fenómeno desde todos estos ángulos sería
totalmente imposible lograr esta importante apreciación
bien objetivisada.
Calderón Rodríguez A (2003). Acercamiento
al perfil psicosocial del adicto a sustancias psicoactivas del
municipio 10 de Octubre. [Tesis de
Maestría.] :
Instituto Superior de Ciencias
Médicas de La Habana;.
Cervera G, Haroa G, Martínez-Ragab J, Bolinchesc,
Valderramad J. C.( 2001) Los trastornos relacionados con el uso
de sustancias desde la perspectiva de la psicopatología y
las neurociencias. Trastornos Adictivos; Vol. 03, Núm.
03.
Chappi T (2002). Cuando suenan las campanas. Rev
Bohemia; 94 (8)
Informe Mundial Sobre las Drogas,
2000.Resumen Operativo. Prólogo del Secretario General de
la ONU.
Vidal Casero Ma Del C (2002). Factores de
iniciación a las drogas Intersección
de.circunstancias. Farmacia profesional.; 14 (04):74 –
83
Washinton A, Donna B. (1991) Querer no es poder.
Buenos Aires:
Paidós.
Datos del Autor:
Ariel Calderón Rodríguez
Doctor en Medicina,
graduado en 1996.
Especialista de Primer Grado en Medicina general
Integral, graduado en 2001.
Diplomado en Salud Mental,
graduado en 2002.
Master en Psiquiatría Social, graduado en
2003.