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Inmigracion a la Argentina: Cartas (página 2)



Partes: 1, 2

También se enviaban cartas cuando un inmigrante
moría. En la muestra
"Buenos Aires
1910, Memoria del
Porvenir", llamaba poderosamente la atención la imagen de una familia
vestida de negro, reunida alrededor de un hombre que
llevaba un traje, sentado en una silla como lo habría
hecho en tantas otras oportunidades. Hasta aquí no se
advierte nada asombroso, pero ¿qué
pensará el lector si se entera de ese hombre estaba
muerto y ése era su velorio? Alguien del
público me dijo que la foto se tomaba habitualmente,
para mandarla al páis de origen y demostrar que el
familiar había muerto en la nueva tierra. El
guía corroboró minutos después esa
información" (4).

  • Italianos
  • En La gran inmigración (5), de Ema Wolf y Cristina
    Patriarca, se reproducen algunas "Cartas de recién
    venidos". Son las siguientes:

    "De Vittorio Petrei, en Jesús María (1878):

    "Nosotros estamos seguros de ganar
    dinero y no
    hay que tener miedo a dejar la polenta que aquí se come
    buena carne, buen pan y buenas palomas. Los señorones de
    allá decían que en América
    se encuentran bestias feroces: las bestias están en Italia
    y son esos señores".

    "De Luigi Basso, en Rosario (1878)":

    "He pensado en marcharme a Montevideo, y si no hay trabajo me voy
    al Brasil, que
    allí hay más trabajo y al menos tienen buena
    moneda, no como aquí, en la Argentina, que el billete
    siempre pierde más del veinte (por ciento) y no se ve ni
    oro ni
    plata".

    "De Girolamo Bonesso, en Colonia Esperanza (1888)":

    "Aquí, del más rico al más pobre, todos
    viven de carne, pan y minestra todos los días, y los
    días de fiesta todos beben alegremente y hasta el
    más pobre tiene cincuenta liras en el bolsillo. Nadie se
    descubre delante de los ricos y se puede hablar con cualquiera.
    Son muy afables y repetuosos, y tienen mejor corazón
    que ciertos canallas de Italia. A mi parecer, es bueno
    emigrar".

    En "Las fronteras históricas del legalismo", Mariano
    Gutierrez reproduce una carta, fechada en
    Villa Merced en septiembre de 1879, en la que el fraile
    Donati "le advertía a su compañero de las
    trampas en que el gobierno
    pretendía hacer caer a los indios".

    Donati escribe al M.R.P. Moysés Alavez:

    "Mi querido padre Prefecto: Recibí la apreciable de
    V.P.M.R. fecha 28 de presente. Con respecto á Ramón,
    consideratis considerandis, nosotros me parece que no
    debríamos más que aconsejarle á que se
    reduciese entre Cristianos á una vida civil para que
    despues consiguiésemos su conversión. Por ahora no
    usan otros términos que se entendiese con los Gefes o con
    el Gobierno, en cuanto á las propuestas que se hiciesen
    que después no se hubiesen de cumplir caeriamos en su
    desgracia. Según la carta de V.P. me confirmo siempre
    más que los actuales gobernantes no quieren reducciones,
    pero si la sumisión de los indios por medio de
    dispersiones de ellos. En una palabra reducirlos en un estado como se
    halla en los tiempos presentes la nación
    hebrea que no forma población reunida. Es de dura necesidad
    mostrarse indiferente con ello, que haga expontáneamente
    lo que les parezca mejor. Por el contrario se nos
    sublevaría si viniesen con propuestas que probablemente no
    serán fielmente realizadas. Me buscan que vaya para hablar
    ellos conmigo, por que gracias a Dios me creen; pero yo no tengo
    datos seguros
    que el futuro Presidente quiera favorecer á nosotros y
    á los indios. Ygnoro los proyectos de
    él y las instrucciones que tienen los Gefes. Yvanoski me
    ha comunicado que Sarmiento no quería pagarle este
    último trimestre. Es más fácil evitar el
    pantano que salir caído en el. Muéstrese neutral
    con Ramón dígale que se entienda con el Coronel
    Roca. Me es doloroso usar estos términos (…).
    también V.P. tenga la advertencia de reflexionar bien
    sobre el racionamiento de Nicolás, no sea que este pobre
    caiga en la red como han quedado
    estampados aquí una cuadrilla de cautivos que comenzaron
    á racionarles con el título de Vaqueanos prestando
    servicios. A
    poco á poco, de vez en cuando los mandaban a descubrir el
    campo, en seguidos que estuviesen vestidos de paisanos reunidos
    en tal Fortín, la conclusión fue que ahora
    están gobernados por un oficial como militares veteranos.
    Nicolás debería pensarlo bien y determinar si
    él mismo quiere carne de la Patria. Se me han desaparecido
    un par de botas; Marquito me asegura que las ha visto en mi celda
    puede ser que alguno de los Padres las haya ocupado para ir a
    cazar; me parecía que no estuviesen allí;
    pregunté de ellas, son botas casi nuevas. Entró el
    Padre Luis, algo ha de haber sucedido. En lo que tengo encargado
    que no me dejen la llave a nadie. Saludo con toda la
    expansión de mi corazón á los
    compañeros, en particular á V.P. Fray Marcos
    Donati" (6).

    Una noticia publicada en el diario Clarín, el 27 de
    julio de 1999 (7),anticipaba que un día después,
    Josefa América Scarfó recibiría de manos del
    ministro Carlos Corach las cartas que Severino Di Giovanni le
    escribiera sesenta y ocho años atrás.

    Transcribimos parcialmente esa información:

    "El 30 de enero de 1931 –señala el matutino-, en
    una requisa, los policías dieron vuelta la quinta Ana
    María, en Burzaco, donde Scarfó alcanzó a
    convivir con Di Giovanni sólo diez meses. Se llevaron
    desde panfletos que exhortaban a la ‘insurrección de
    la clase
    obrera’ hasta las cartas de amor del
    anarquista
    ".

    "Desde entonces, hasta hace quince días, cuando fueron
    entregadas al Ministerio del Interior, las cartas dormían
    en Museo de la Policía Federal".

    " ‘Antes de morir quiero tener las cartas de amor y
    poder
    apretarlas contra mi pecho’, le dijo América
    Scarfó, hace unos seis años, al escritor y
    periodista Osvaldo Bayer, quien ayer habló con
    Clarín desde Alemania".

    "Fue precisamente a través de Bayer que la mujer se
    enteró de que aquellas cartas –la mayoría
    escrita en italiano, algunas en francés- no habían
    sido destruidas. En Severino Di Giovanni, el idealista de la
    violencia
    , escrito entre 1968 y 1970, Bayer reprodujo las
    cartas".

    "Bayer acude a las cartas para definir ese amor.
    ‘Hablaban de un amor que podríamos calificar de
    puro, profundo, pero casi sin referencias de tipo carnal o
    sexual’. Para Bayer, estos escritos destilan la moral
    anarquista de Di Giovanni: ‘Sus cartas tenían ese
    tono porque por sus ideas, sentía un gran respeto por el
    género
    femenino’ ".

    La nota incluye algunos fragmentos:

    "Amiga mía: tengo fiebre en todo mi
    cuerpo. Tu contacto me ha atestado de todas las dulzuras.
    Jamás como en estos larguísimos días he ido
    bebiendo a sorbos los elixires de la vida".

    "Te dije, en aquel abrazo expanisvo, cuánto te amaba, y
    ahora quiero decirte cuánto te amaré".

    "Sé el ángel celestial que me acompañe en
    todas las horas tristes y alegres de ésta, mi vida de
    insumiso y rebelde".

    En "Teresa Masciulli en la vida de Severino Di Giovanni",
    Otilia Da Veiga recuerda que él pidió ver a Teresa,
    su esposa, y a sus hijos antes de ser fusilado, y comenta: "No
    hace mucho tiempo Josefa
    Scarfó recibió del gobierno de la Ciudad de Buenos
    Aires las cartas que le fueran escritas desde la cárcel
    por el anarquista. Muy a destiempo, cuando sus ideales
    ácratas, serenados por los años y el matrimonio con un
    señor dedicado al comercio de
    obras de arte, seguramente
    ya eran recuerdo" (8).

    Esas cartas son el tema alrededor del cual el "Grupo Buenos
    Aires Puro Cuento"
    creó el espectáculo "Severino, una historia
    colectiva". A él se refiere Cristina Villanueva:

    "El espectáculo surge de una noticia del año
    1999: la entrega de las cartas (entre Severino y su amor
    América Scarfó) que realizó el entonces
    ministro Corach. El texto es
    resultado de la
    investigación del grupo y está armado en base a
    fragmentos de las cartas, material periodístico y
    aguafuertes de Arlt que es uno de los cinco periodistas que
    presenció el fusilamiento de Severino di Giovanni. Este
    hecho, el asesinato de un anarquista, acusado de un crimen que no
    cometió, se repite en nuestra historia y en otras. El
    abogado defensor de oficio, un teniente del ejército, fue
    destituido por no querer corroborar, con su actuación, las
    falsas acusaciones. La música, hermosa e
    importante en la creación del clima, entre
    otras, la de la película Sacco y Vanzetti. Hay una
    exposición de fotos, diarios de la
    época, revistas, que ilustran algo el contexto de lo que
    se narra. Las noticias de la
    época (1930 – 1931) en la voz de Alicia Rabovich, David
    Rein y Carmen Berdina, los integrantes del grupo, son seguidas de
    ‘ni dios, ni patria, ni patrón, ni marido’
    ".

    "Estas palabras abren la historia, necesaria para preservar
    la memoria.
    Una crítica
    al ejercicio del poder que aplasta la libertad y las
    ideas. Coordinación María Heguiz" (9).

    3. Españoles

    La casa de Myra se titula la novela de
    Aurora Alonso de Rocha que fue distinguida en 2001 con el Segundo
    Premio para Autores Inéditos, en el "Concurso organizado
    por la Fundación El Libro, en el
    marco de la 27ª Exposición Feria Internacional de
    Buenos Aires ‘El libro del Autor al Lector’ "
    (10).

    En esa novela aparece la
    carta que un inmigrante envía a una compatriota.
    Transcribimos un fragmento de la misma:

    "Una carta dirigida a Carmen Regueiro, en Orense,
    España, que firma don Avelino Rodríguez, dice":

    "Carmen querida:"

    "¡Y los gallos cantaron de noche! Volaron unas
    ánimas por encima del camposanto sin que los perros ladraran y
    esa madrugada el Sr. Bioy, de Pardo, que merece toda fe, se
    encontró sentado en un banco de la plaza
    del Azul habiendo huido del hotel donde velaban pared por medio a un
    recién muerto en duelo, por no poder dormir, cuando se le
    sentaron a los lados primero un paisano y luego otro, tal vez por
    ser el único banco con buena luz lejos de los
    árboles
    coposos, y el primero le dijo al segundo ‘hace mucho que no
    le veía’, y el otro: ‘es que fui enterrado
    vivo’. ‘Ah’ dijo el primero, y el otro
    añadió: ‘así fue, pude volver y
    aquí estoy’ ".

    Si te cuento esto, Carmencita de mi alma, es
    porque veo que hay aquí más cosas posibles que en
    otros lados, y no milagros en los que no creo sino
    extraños sucedidos que finalmente voy tomando por cosa
    natural, y si comienzo la carta de ese modo también se
    debe a que creía que era fábula un suceso que me
    contaron y luego supe que no sólo había pasado sino
    que era más terrible de lo que se pensaba".

    "Hoy está en el diario, destacado: el cacique principal
    Cipriano Catriel, su lenguaraz y secretario señor
    Avendaño y su compañero asistente Juan María
    Moreno, cristiano éste pasado antiguamente a los toldos,
    fueron ejecutados en los alrededores del molino La Clara de
    Olavarría, y fueron alanceados por los mismos indios
    contrarios de opinión, al mando del cacique Juan, que
    quedará desde ahora al mando de todas las indiadas
    catrieleras, y del cacique Marcelino".

    Elsa Gervasi de Pérez es la autora de "Carta a Galicia"
    (11), texto que mereció una Mención en el Certamen
    que el Rotary Club de Ramos Mejía organizó en el
    año 1994:

    Un gallego escribe a sus padres, que quedaron en la tierra
    natal:

    "Meus quiridos pai y miña nai Lorenzos. Y les dijo
    Lorenzos quirido pai prablar poco ya que usté y
    miña nai se llaman ijual y no es cosa dandar ripitiendo
    dos veces los nombres dustedes. Les escribo para dicirles que
    hemos llejado bien a la Arjintina. Nos acompañó la
    soerte a la Paca y a mí y a nuestra rapaza la Paquita. He
    tenido la entelegencia de saber sumar como me
    enseñó el maestro del pueblo. Gracias a usté
    pai. Aprendí bien los Toremas de Pitagorras y por eso en
    cuanto llejamos, hicimos un paseo por la Avinida de Maio que es
    muy bunita y nos recoerda a Madris, compramos un billete de
    lotiría. Pralegir el número hicimos así.
    Tiníamos en la aldea allá en Galicia nuestra finca
    con 4 burros, 34 jallinas batarazas, 8 blancas y mis 6 hermanos.
    Posimos todos los números en fila y se formó el
    43.486. Entón fuimos a comprarlo, pero como no lo
    tinían ajarramos otro o sea el 17.286 que fíjese
    usté pai, es justo el que salió con la jrande.
    Ahora estamos muy filices siendo millonarios".

    "La Paquita sapuesto a noviar con un mochacho arjintino hijo
    de jallejos como nosotros. Es muy bueno y nos va a cuidar la
    platita. Ya le dimos todo y cuando rejrese de los Bancos en unos
    días, nos va a traer los informes".

    "Mientras estamos viviendo en un enquilinato hasta que el
    mochacho nos compre el departamento que ya elijimos. Bueno
    quiridos padre y madre porque aquí se dice así.
    Muchos cariños de su hijo el Paco. La Paca no manda
    saludos porque se está bañando, ya que hoy es lunes
    y no es cuestión de estar sucia toda la semana. La Paquita
    se fue por ahí a caminar pra ver si lo halla al novio ya
    que hace unos días se mudó y el pobreciño
    solvidó de darnos la diricción".

    "Con los brazos prarriba"

    "los saluda so hijo"

    "El Paco"

    4. Ingleses

    "María Elena Walsh nació el 1° de febrero de
    1930 en Ramos Mejía, ciudad de Buenos Aires. Antes de
    finalizar sus estudios en la Escuela Nacional
    de Bellas Artes,
    a los diecisiete años, escribió su primer libro:
    Otoño Imperdonable, libro de poemas que
    mereciera el segundo premio Municipal de Poesía.
    Ya antes, en 1945, había publicado sus primeros versos en
    la legendaria revista El
    Hogar y en el suplemento literario de La Nación.
    Desde 1959 escribe guiones para TV, obras de teatro, canciones
    para niños.
    Las canciones de sus obras de teatro (Canciones para mirar,
    Doña Disparate y Bambuco, etc.), la letra y la
    música de sus canciones son cantadas por millares de
    niños en la Argentina, generación tras
    generación, quienes participan del mundo de
    fantasía e ingenio que les propone María Elena
    Walsh. Entre sus obras: Otoño imperdonable (1947), Apenas
    viaje (1948), Baladas con Ángel (1951), Casi milagro
    (1958), Hecho a mano (1965), Juguemos en el mundo (1970),
    Cancionero contra el mal de ojo (1976), Novios de antaño
    (1990)" (12).

    "La abuela de María Elena Walsh, llamada Agnes,
    llegó a la Argentina con veinte años recien
    cumplidos, a trabajar como gobernanta. Se casó, y la
    vuelta a Inglaterra se fue
    retrasando. Estas cartas que le envió a su padre
    -bisabuelo de María Elena- llegaron nuevamente a la
    Argentina a manos de su papá, por intermedio de un
    pariente, y éste se las regaló a María Elena
    cuando niña para que recortara las estampillas. Pasaron
    más de cincuenta años en sus manos antes de que
    sintiera curiosidad por las mismas y decidiera hacerlas traducir,
    para luego incorporarlas en su libro Novios de Antaño"
    (13).

    Transcribimos uno de los extractos de las cartas de la abuela
    Agnes:

    "Calle Venezuela
    786"

    "Buenos Ayres"

    "28 de febrero de 1878"

    "Querido Padre:"

    "Lamentamos saber que usted no ha estado bien, debe cuidarse
    querido papá y no tomar frío. Espero encontrarlo
    sano y gordo cuando vaya, aunque no se cuando llegará ese
    día, espero que sea el año próximo, y
    quizás le lleve algo para mostrarle…"

    "Mi hermano Walter consiguió su primer trabajo, espero
    que se porte bien y lo conserve. David dice que el de plomero es
    muy buen oficio, al menos en este país".

    "Me sorprendo cada vez que recibo una carta suya, ya que
    aquí no es como en Inglaterra: a los carteros no les
    importa extraviar la correspondencia, y sólo por
    casualidad se recibe la que viene dirigida a domicilios
    particulares. Le ruego, papá, que escriba como antes a las
    oficinas de The Standard, ya que los editores son muy amigos de
    David y disponen de un buzón".

    "¡Hemos celebrado una gran Fête!, el centenario de
    un héroe argentino, el Gral. San Martín. Le
    envío un recorte de The Standard. El próximo
    domingo empieza el Carnaval y parece que será grandioso.
    David va a mandarle un recuerdo de La Plata".

    5- Irlandeses

    Los lectores escribían cartas a The Standard. "Al
    principio, las que se publicaban provenían de Irlanda;
    eran siempre cartas que venían de muy lejos. Luego se
    fueron incorporando las nacionales y algunas de ellas hasta se
    publicaron en español.
    La bibliotecaria Piga recuerda una serie muy llamativa:
    ‘Las cartas en general tenían información
    porque reflejaban opiniones sobre hechos cotidianos. Una vez
    vinieron unos investigadores a la biblioteca para
    consultar sobre el fenómeno de los malones. Y se
    encontraron con algo maravilloso: cartas de lectores que
    relataban los últimos malones en la provincia de
    Córdoba’. En las cartas se pueden leer descripciones
    sobre cómo la gente fue sorprendida por un malón y,
    en la desesperación, se vio obligada a pelear, usar palos,
    correr o salvar a sus caballos. Al día siguiente,
    aparecían más cartas que respondían a la
    anterior. Por ejemplo, se ponían contentos sobre la suerte
    que habían corrido: ‘A nosotros nos fue mejor; no
    tuvimos muchas pérdidas’, deslizaba una de ellas"
    (14).

    Juan José Delaney es el autor de Tréboles del
    Sur (15), obra que mereció elogiosos comentarios de
    Enrique Anderson Imbert y Rodolfo Modern. El escritor dedica a
    sus antepasados estos quince textos que transcurren a lo largo de
    más de un siglo. El tema común a todos estos
    relatos es el de la inmigración irlandesa, de la esforzada
    búsqueda de un mundo mejor. En este libro presenta seres
    ficticios y hechos verosímiles, sin embargo, en él
    se evidencia una evocación de la realidad que surge de
    datos concretos que Delaney maneja con autoridad.

    Le preguntamos si entre esas historias había muchas
    protagonizadas, veladamente, por gente ligada a él. Nos
    respondió: "Como se dijo –y al menos en mi caso, doy
    fe de que es cierto-, todo texto literario es, esencialmente,
    autobiográfico. Por más que haya disfrazado mis
    historias, detrás de las palabras, está mi propia
    experiencia vital. Debo decir que también redacté
    sucesos de los que me hubiera gustado ser protagonista.
    Finalmente, no por nada dediqué el libro ‘a los
    irlandeses, vivos y muertos, que andan por mi sangre’ "
    (16).

    En uno de los textos, fechado en abril de 1929, una inmigrante
    escribe en la Argentina a una coterránea que recaló
    en Nueva York. La
    primera ve frustradas sus ambiciones, principalmente por el
    obstáculo que es para ella el desconocimiento del lenguaje,
    aunque, en lo que respecta a lo material, se muestra
    agradecida.

    "2 de abril de 1929"

    "Pasaje Silvio Picchi 4069"

    "Buenos Aires, República Argentina"

    "Queridísima prima:"

    "No te enojes porque no haya escrito antes. Me fue imposible
    hacerlo debido a la angina tabacal que me arrancó la
    promesa de no fumar más".

    "Aciertas al suponer que no soy feliz. La vida es algo
    difícil por acá y confieso que estoy dudando de si
    mi arrojo de hace diez años valió la pena. He
    podido ahorrar algún dinero dando lecciones de inglés
    en casas de familias aristocráticas y, en otro sentido, no
    estoy disconforme con el trato que me dispensan aquí, en
    la pensión de Mrs. O’Reilly".

    "Coincido en cuanto a la aspiración de toda mujer, aunque si
    estuvieras en mis zapatos reprimirías tus incitaciones
    matrimoniales… Anduve con dos paisanos que resultaron borrachos
    perdidos, y en cuanto a los nativos es necesario cuidarse de
    ellos porque apenas pueden te clavan el cuchillo".

    "Releo los párrafos anteriores y constato que mi
    optimismo no es mucho. ¿Perdonarás que me desahogue
    contigo, mi mejor amiga más alla del parentesco? Ocurre
    que en este tiempo siento como nunca que mis raíces no
    están aquí. Aunque desde que tengo uso de
    razón he visto tanta desdicha que me atrevo a sugerir que
    las raíces de la humanidad no están en esta tierra.
    Pero, ¿dónde, Dios mío? Convengamos en que
    el mundo es un lugar muy extraño".

    "Pese a lo que vengo escribiendo, no puedo pasar por alto la
    buena acogida que los irlandeses todos hemos tenido en este
    suelo;
    difícilmente brazos deseosos de trabajar no encuentren
    recompensa. Esto en cuanto a lo materíal, porque no
    sabría qué decirte respecto de lo demás.
    ¡Llevo tantas cosas dentro de mí! Educación, afectos,
    historias, secretos, intuiciones
    En verdad se trata de un cargamento muy pesado para una pobre
    inmigrante. Tú puedes compartir lo tuyo por medio del
    lenguaje, sabes que no ocurre lo mismo conmigo a causa de mi
    castellano postizo que me reduce, que me aísla".

    "Me llaman para tomar el té, único sedante para
    mis angustias".

    "¿Recuerdas la bahía de Galway y aquel hermoso y
    triste ‘Lament of the Irish Inmigrant’?
    Enseñé la canción a mis alumnos más
    avanzados pero me parece que no llegaron a captar su verdadero
    sentido".

    "Por favor no dejes de enviarme las soluciones a
    los crucigramas y de rezar siempre por mí".

    "Un beso grande,"

    "Tessie"

    6- Franceses

    La investigadora Celia Vernaz es la responsable del volumen Colonia
    San José Escritos (17), compilación publicada en
    1991, incluida entre las Publicaciones del Museo Histórico
    Regional de San José.

    En las "Consideraciones generales", ella manifiesta: "Los
    ‘Escritos de una Colonia son el reflejo de su propia
    historia. En el año 1857 llegó el primer
    contingente de inmigrantes que se ubicó donde hoy es la
    Colonia San José en la provincia de Entre Ríos.
    Eran terrenos del General Justo José de Urquiza, quien no
    tuvo problemas en
    destinarlos a la colonización. En un principio, los
    límites
    estuvieron dados por el río Uruguay al
    Este, el arroyo Perucho Verna al Norte, el arroyo de la Leche al Sur y
    la calle ‘Ancha’ al Oeste, extendiéndose luego
    la población por todo el Departamento Colón,
    originando nuevos centros derivados de la Colonia Madre".

    Acerca de los motivos de emigración, afirma: "en la
    zona del Valais, Saboya y Piamonte se había generado una
    corriente emigratoria hacia América. Las causas eran
    varias: falta de trabajo, familias numerosas, pobreza en
    general, a lo que se sumaban cataclismos como avalanchas e
    inundaciones que diezmaban a las poblaciones de la
    montaña. También debe ser considerado el
    sueño de hacerse ricos y la sed de aventuras en un
    continente todavía virgen".

    Estos pioneros, originariamente destinados a Corrientes,
    sufrieron desventuras: "Fueron ubicados en el Ibicuy, al Sur de
    la provincia, pero al ver que eran terrenos inundables e
    impropios para la agricultura,
    remontaron el Uruguay en barcazas y fueron radicados en mejor
    lugar, o sea, el actual, con el beneplácito de Urquiza.
    Mientras Sourigues trazaba las concesiones, el grupo
    recién llegado improvisó viviendas debajo de los
    árboles mientras que las mujeres se alojaron en el
    galpón que Spiro tenía en la costa. Esto
    ocurría en julio de 1857, bajo el rigor del invierno".

    Los "Escritos" compilados nos permiten conocer la vida
    cotidiana de los inmigrantes: "Durante los primeros cincuenta
    años, tanto los colonos como autoridades políticas
    y religiosas apelaron a la pluma como arma de defensa y comunicación, dejando una pincelada general
    del pensamiento,
    ideas, proyectos, necesidades, sentimientos. Hoy esos escritos
    reposan en distintos archivos y no
    todos se conocen. Si bien no constituyen piezas literarias
    especiales, una selección
    de los mismos permitirá penetrar y ahondar más en
    las intimidades de la vida de la Colonia, poniéndose en
    contacto directo con cada autor, su forma de ser y de pensar.
    Pero lo importante es poder palpar el momento histórico
    vivido, esclareciendo hechos oscuros o casi desconocidos que han
    sido esencia y substancia de un período migratorio que hoy
    apasiona por sus raíces y proyecciones".

    Los textos proceden del Archivo General
    de la Provincia de Entre Ríos, el Archivo del Museo
    Histórico Regional de San José, el Archivo del
    Palacio San José, el Archivo personal de C. E.
    Vernaz, el Centro de Estudios Históricos San José;
    El Industrial, 13 de octubre de 1881; La Nación, 1885;
    Libro de Oro del Centenario de la Colonia San José
    (1857-1957) y Vernaz, Celia: Papeles de un inmigrante, 1987.

    La historiadora incluye, en el volumen editado en 1991, cartas
    de inmigrantes de diverso origen. Transcribimos parcialmente una
    escrita por un piamontés que habla francés,
    precedida por la biografía escrita por
    Vernaz (18).

    Lorenzo Cot fue un "sacerdote venido de Chambons des
    Fenestrelles, Piemonte. Ejerció su apostolado durante la
    Presidencia de Urquiza en la Capilla San José de su
    residencia. Desde este lugar concurría asiduamente a la
    Colonia San José para visitar a los colonos, muchos de los
    cuales fueron traídos por él desde su patria. En
    1859 fue enviado a Europa para traer
    más inmigrantes. Luego fue designado sacerdote en la
    Colonia y Villa de Colón. Siempre tuvo mucho aprecio por
    los compoblanos europeos pues veían en él a su
    defensor y protector de los derechos que es
    correspondían por contrato".

    "Pero esta defensa le valió grandes enemigos en la
    esfera política de Colón, quienes lo
    persiguieron en forma incansable. Un cúmulo de acusaciones
    no hacían impacto en su fuerte personalidad,
    y si bien tenía el apoyo de las altas autoridades
    eclesiásticas llegó un momento muy difícil
    para su tranquilidad de parte de algunos hombres colonenses".

    "Falleció asesinado el 27 de setiembre de 1868. Este
    crimen quedó sin aclarar hasta el día de hoy ya que
    no ha sido estudiado aún en su profundidad".

    Escribe el padre Cot, en 1858:

    "Supongo que Ud. estará curiosa de saber quién
    es el que le escribe. Yo soy un cura del valle de Fenestrelles,
    provincia de Pignerol en Piemonte. El año pasado, en el
    curso de enero, el puesto de Limosnero del General Urquiza me ha
    sido ofrecido y lo he aceptado con gran placer puesto que me ha
    procurado el medio de visitar un país que yo deseaba ver
    desde mucho tiempo".-

    "Yo he partido el 19 de abril y he llegado a Buenos Aires el
    13 de junio. Después he ido a presentarme al Señor
    General Urquiza de Paraná. Estoy destinado en San
    José que se encuentra ocho leguas alrededor de la Colonia.
    Siempre que he podido he ido a visitar a los colonos".

    "Nos han testimoniado la más grande satisfacción
    de ver un cura que habla francés. En mi segunda visita he
    confesado varias personas, bautizado quince niños y
    bendecido tres casamientos y cantado una gran misa".

    "Yo cuento con volver en algunos días y regresar aunque
    sea un poco más cerca pues tendría a bien de ir
    más a menudo".

    "Quiera recomendarme a los prudentes ruegos del Señor
    vuestro tío y rogar Ud. misma por mí".

    "Vuestro sincero servidor"

    "Lorenzo Cot"

    En la revista del Archivo Histórico "Alberto y Fernando
    Valverde", de la Municipalidad de Olavarría, se incluye
    una "Carta de dos amigos, del 12 de julio de 1889. Firman Juan y
    Luis, lo que muestra la rápida acomodación al
    idioma del país" (19).

    "Sr. Dn. Juan Rachou en el Azul. estimado Amigo".

    "Me ara el bien de aserle pasar esta carta que ba adentro de
    la suya á Bertran Sollé Desinat".

    "Me dispensará que no pueda dir para el Azul por el
    motibo de las aguas a entregarle el carro y pagarle el alquiler
    hase un mez que no puedo trabajar y amas le diré que me ha
    hido mal en los últimos biayes con que así tene
    passiencia asta que se componga y pueda dir para esa".

    "Tambien me dirás si quieres bender el carrito. Me an
    offrecido 2500 y si quieres venderlo por esa plata me contestas
    en lo de Guillermo Neron".

    "Ton amigo Luis Grimaud"

    7- Alemanes

    María Brunswig de Bamberg es la autora de Allá
    en la Patagonia
    (20), obra en la que evoca la inmigración alemana a
    través de las cartas que su madre enviaba a su abuela, que
    había quedado en la tierra natal. "El 3 de febrero de
    1923, después de una travesía de treinta
    días desde Hamburgo, Ella Hoffman llega con sus tres hijas
    a Buenos Aires, rumbo a la Patagonia, donde Hermann Brunswig, su
    marido y padre de las niñas, trabaja como administrador de
    una estancia y espera ansioso el reencuentro con su familia
    después de tres años y medio de separación.
    Esta es una selección de las cartas intercambiadas hasta
    1930 entre Ella y Mutti, su madre, y que fueron recuperadas
    setenta años después por María Brunswig, la
    hija mayor. Pero no se trata de una simple recopilación,
    sino de un juego de
    tiempos y voces, pleno
    de agilidad y riqueza, en el que intervienen tres generaciones de
    mujeres: Mutti, Ella y la propia María. Algunas cartas de
    Hermann incorporan, por su parte, una visión masculina y
    un toque de humor. El diálogo
    epistolar le otorga a la obra una intensidad inusual,
    además de una visión europea del sur argentino en
    los años veinte. Ella habla a su madre del mundo nuevo que
    está descubriendo y se revela como una gran luchadora.
    Educada para ir a la Ópera, aprender francés y
    tocar el piano, ahora lava ropa en el arroyo, friega, zurce,
    remienda, come huevos de avestruz e incluso carnea zapones. En
    síntesis, una sensible crónica
    familiar que abre distintos horizontes sobre una región
    inhóspita y al mismo tiempo generosa" (21).

    8- Suizos

    "Las cartas de los colonos suizos era por lo general
    optimistas –afirma Ema Wolf-, aunque resulta evidente que
    carecían de las cosas más indispensables. En 1857,
    Luis Mettan escribe a su familia":

    "¡Queridos hermanos, en esta carta os digo que si
    tenéis el coraje de venir, traed vuestra batería de
    cocina, panera, vajilla, tinajas, mantequera para fabricar
    manteca, dos pecheras de caballos, un buen carro (sic),
    así como todos los implementos de herrero: fuelle, yunque,
    martillos, tenazas; os aconsejo además traer rastrillos de
    madera,
    garlopas y sierras a una y dos manos, una criba para ahechar el
    trigo, un colador para la ropa, un recipiente para trasnportar la
    leche, carritos para la leche, una pintura para
    hacer el queso; traed además toda clase de semillas para
    jardín, y de flores, y 50 céntimos de ocre color chocolate;
    traed todos los muebles de la tierra y toda clase de semillas de
    árboles frutales".

    "Como Adela me había preguntado a mi partida si
    podía traer su sombrero, diré que sí, que
    puede traerlo porque cada uno va de acuerdo con la moda de su
    país; traed también los sombreros anchos para el
    verano. Termino mi carta diciéndoos que no puedo agradecer
    suficientemente a Dios" (22).

    Juan Bautista Blatter "originario del Valais, vino a la
    Colonia San José en el año 1857 –escribe
    Vernaz-, a la edad de cincuenta y cinco años, junto a su
    esposa e hijas. Se ocupó de los trabajos de campo
    conservándose de él una copiosa correspondencia
    dirigida a sus familiares, en la cual se revelan distintos
    aspectos de la vida de la Colonia, especialmente la evolución política y
    económica de los primeros años".

    "Su existencia está ligada a la vida de sus hijas
    quienes fueron llevadas a Concepción del Uruguay, donde
    luego fijaron su residencia y donde todavía se encuentran
    descendientes".

    "El valor de sus
    relatos es innegable pues el detalle, la minuciosidad y el hecho
    de escribir asiduamente permiten la confrontación con
    escritos de otros colonos" (23).

    El escribe:

    "Mis queridos parientes: en lugar de escribir dos o tres
    cartas a la vez, ésta será una sola que
    envío a causa de que todas las que he enviado no he
    obtenido respuesta. En cartas precedentes yo he pedido a mi
    suegro y en otra a mi madre de enviarme a la hija; no he podido
    obtener respuesta ni sé si ella se encuentra bien ni si
    quiere venir o no: mi hija es la cosa que siempre he sentido de
    mi país y siento todavía; el único
    día que yo quisiera estar en Saint Martin es el día
    de Corpus Christi. Al siguiente ya estaré feliz de estar
    aquí. Solamente, quisiera tener a mi hija. Si
    estaría seguro de que
    ella esté contenta de venir, tengan a bien la bondad,
    queridos parientes, de querer venderle sus bienes y
    procurarle lo que sea necesario, y así, unida a una
    familia que quiera tomarla a su cuidado, yo enviaría con
    el portador de esta carta, el dinero para
    vuestra satisfacción; como no conozco nada el estado ni
    la voluntad de mi hija, les ruego, por mí y por ella, mis
    queridos amigos y parientes, si ella se decide a venir, hacer
    todo como no tengo necesidad de enseñarles, y pagar sus
    gastos y
    esfuerzos. Si ella viene, les ruego de enviar una caldera de 12 a
    14 carterons para los quesos, y media docena de cencerros con
    hebillas y paños de invierno para vestir. Si ella viene,
    prometo que no sentirá el Valais. Todos estamos contentos
    excepto algún vagabundo que se aburre de todo y que nunca
    está bien en ninguna parte, y que en lugar de reconocer la
    falta en ellos mismos inventan mentiras para atribuírselas
    al país que los ha enriquecido…" (24).

    Con unas líneas se despide de sus amigos
    Metráux. Lo relata Edgardo Krebs, en "Un
    ‘argentino’ universal" (25):

    "Alfred Metráux (1902-1963) fue un amigo de Borges y Victoria
    Ocampo; un colaborador de Sur, un etnógrafo suizo nacido
    en Lausana y criado en Mendoza; un explorador del Chaco y del
    Altiplano boliviano, del vudú en Haití, del pasado
    incaico en los libros y en
    las sierras andinas, y de mitos
    indígenas en el Amazonas. Fue también, a los 26
    años, el fundador y primer director del Instituto de
    Etnología de la Universidad de
    Tucumán, desde donde intentó vanamente modificar
    nuestros mitos, incorporando a los wichis y a los
    toba-pilagá a la imaginación argentina. (…)".

    "Como Juan Dahlmann, el personaje de El Sur, Metráux
    decidió apresurar su destino y terminar con su vida. No en
    la llanura y en la punta de un cuchillo, sino al borde de un
    lago, en un bosque de las afueras de París que le
    recordaba a la selva sudamericana. Antes de morir,
    escribió unas palabras de despedida a varios amigos. El
    texto, encontrado junto a su cuerpo, es el texto de un
    etnógrafo que registra su propia muerte, gesto
    pertinaz en la última vuelta del camino. Está en
    francés, el idioma de su inteligencia,
    excepto por una línea. '‘Adiós Alfredo
    Métraux'’ dice, al despedirse de sí mismo.
    Esas palabras están en el íntimo castellano de la
    infancia mendocina. Ser argentino es un acto de fe’ ".

    9- Austríacos

    Con el título de "Carta de un inmigrante" (26) se
    publica "la carta que el inmigrante José Wanza enviara a
    la redacción de El Obrero, de un contenido tan
    valioso que no podemos resistir la tentación de
    reproducirla":

    "Aprovecho la ida de un amigo a la ciudad para volver a
    escribirles. No sé si mi anterior habrá llegado a
    sus manos. Aquí estoy sin comunicación con nadie en
    el mundo. Sé que las cartas que mandé a mis amigos
    no llegaron. Es probable que éstos nuestros patrones que
    nos explotan y nos tratan como a esclavos, intercepten nuestra
    correspondencia para que nuestras quejas no lleguen a
    conocerse".

    "Vine al país halagado por las grandes promesas que nos
    hicieron los agentes argentinos en Viena. Estos vendedores de
    almas humanas sin conciencia, hacían descripciones tan
    brillantes de la riqueza del país y del bienestar que
    esperaba aquí a los trabajadores, que a mí con
    otros amigos nos halagaron y nos vinimos".

    "Todo había sido mentira y
    engaño".

    "En B. Ayres no he hallado ocupación y en el Hotel de Inmigrantes, una inmunda cueva
    sucia, los empleados nos trataron como si hubiésemos sido
    esclavos. Nos amenazaron de echarnos a la calle si no
    aceptábamos su oferta de ir
    como jornaleros para el trabajo en
    plantaciones a Tucumán. Prometían que se nos
    daría habitación, manutención y $20 al mes
    de salario. Ellos se
    empeñaron hacernos creer que $20 equivalen a 100 francos,
    y cuando yo les dije que eso no era cierto, que $20 no
    valían más hoy en día que apenas 25 francos,
    me insultaron, me decían Gringo de m… y otras
    abominaciones por el estilo, y que si no me callara me iban hacer
    llevar preso por la policía".

    "Comprendí que no había más que
    obedecer".

    "¿Qué podía yo hacer? No tenía
    más que 2,15 francos en el bolsillo".

    "Hacían ya diez días que andaba por estas largas
    calles sin fin buscando trabajo sin hallar algo y estaba cansado
    de esta incertidumbre".

    "En fin resolví irme a Tucumán y con unos
    setenta compañeros de miseria y desgracia me
    embarqué en el tren que salía a las 5 p.m. El viaje
    duró 42 horas. Dos noches y un día y medio.
    Sentados y apretados como las sardinas en una caja
    estábamos. A cada uno nos habían dado en el Hotel
    de Inmigrantes un kilo de pan y una libra de carne para el viaje.
    Hacía mucho frío y soplaba un aire
    heladísimo por el carruaje. Las noches eran insufribles y
    los pobres niños que iban sobre las faldas de sus madres
    sufrían mucho. Los carneros que iban en el vagón
    jaula iban mucho mejor que nosotros, podían y
    tenían pasto de los que querían comer".

    "Molidos a más no poder y muertos de hambre, llegamos
    al fin a Tucumán. Muchos iban enfermos y fue aquello un
    toser continuo".

    "En Tucumán nos hicieron bajar del tren. Nos
    recibió un empleado de la oficina de
    inmigración que se daba aires y gritaba como un
    bajá turco. Tuvimos que cargar nuestros equipajes sobre
    los hombros y de ese modo en larga procesión nos obligaron
    a caminar al Hotel de Inmigrantes. Los buenos tucumanos se
    apiñaban en la calle para vernos pasar. Aquello fue una
    chacota y risa sin interrupción. íAh Gringo!
    íGringo de m…a! Los muchachos silbaban y gritaban, fue
    aquello una algazara endiablada".

    "Al fin llegamos al hotel y pudimos tirarnos sobre el suelo.
    Nos dieron pan por toda comida. A nadie permitían salir de
    la puerta de calle. Estábamos presos y bien presos".

    "A la tarde nos obligaron a subir en unos carros. Iban 24
    inmigrantes parados en cada carro, apretados uno contra el otro
    de un modo terrible, y así nos llevaron hasta muy tarde en
    la noche a la chacra".

    "Completamente entumecidos, nos bajamos de estos terribles
    carros y al rato nos tiramos sobre el suelo. Al fin nos dieron
    una media libra de carne a cada uno e hicimos fuego.
    Hacían 58 horas que nadie de nosotros había probado
    un bocado caliente".

    "En seguida nos tiramos sobre el suelo a dormir.
    Llovía, una garúa muy fina. Cuando me
    desperté estaba mojado y me hallé en un
    charco".

    "¡El otro día al trabajo! y así sigue esto
    desde tres meses".

    "La manutención consiste en puchero y maíz, y no
    alcanza para apaciguar el hambre de un hombre que trabaja. La
    habitación tiene de techo la grande bóveda del
    firmamento con sus millares de astros, una hermosura
    espléndida. ¡Ah qué miseria! Y hay que
    aguantar nomás. ¿Qué hacerle? Hay
    tantísima gente aquí en busca de trabajo, que
    vejetan en miseria y hambre, que por el puchero no más se
    ofrecen a trabajar. Sería tontera fugarse, y luego,
    ¿para dónde? Y nos deben siempre un mes de salario,
    para tenernos atados. En la pulpería nos fían lo
    que necesitamos indispensablemente a precios
    sumamente elevados y el patrón nos descuenta lo que
    debemos en el día de pago. Los desgraciados que tienen
    mujer e hijos nunca alcanzan a recibir en dinero y siempre
    deben".

    "Les ruego compañeros que publiquen esta carta, para
    que en Europa la prensa proletaria
    prevenga a los pobres que no vayan a venirse a este país.
    ¡Ah, si pudiera volver hoy! ¡Esto aquí es el
    infierno y miseria negra! Y luego hay que tener el chucho, la
    fiebre intermitente de que cae mucha gente aquí. Espero
    que llegue ésta a sus manos: Salud".

    10- Daneses

    El dinamarqués Andreas Madsen es el autor de La
    Patagonia vieja (27). María Sonia Cristoff señala
    que "Para Andreas Madsen, como para W. H. Hudson, la
    combinación de aves y
    postración derivó en escritura
    sobre el territorio patagónico: mientras el segundo
    asegura que no hubiese escrito sus Días de ocio en la
    Patagonia si el tiro que recibió en una rodilla no le
    hubiera impedido continuar el estudio de los hábitos
    migratorios por el cual había ido hasta Río Negro,
    Madsen dice que se le ocurrió por primera vez la idea de
    escribir sus relatos cuando a él –que había
    domado una cantidad considerable de caballos salvajes y matado a
    otra cantidad de pumas- la persecución malograda de una
    gallina que se resistía a entrar al gallinero lo
    dejó todo un invierno inmovilizado en una cama. Hasta
    ahí las coincidencias. Luego, sus obras se diferencian
    claramente: lo que para Hudson fue parte de un proyecto
    literario, para Madsen fue una manera de dejar testimonio de sus
    años como pionero en la Patagonia, más
    específicamente en la región de Lago Viedma".

    "Dentro de su producción figuran tres volúmenes de
    poemas, un libro sobre la caza de pumas, el proyecto de otro
    sobre la capacidad de razonar de los animales y la que
    es su obra emblemática, La Patagonia vieja, editada por
    primera vez en 1948 por El Ateneo y reeditada en 1998 por Zagier
    y Urruty. Esta misma editorial, que desde el último enero
    agregó a su catálogo esta colección de
    textos inéditos en castellano sobre la Patagonia, publica
    ahora Relatos nuevos de la Patagonia vieja, una
    recopilación hecha por Martín Alejandro Adair de
    las cartas privadas y de los artículos que Madsen
    publicó en distintos medios".

    "Madsen llegó a la Argentina como marinero buscavidas y
    a la Patagonia como parte de la Comisión de Límites
    que lideraba Francisco Moreno. Fue después el primero en
    asentarse en la zona del Lago Viedma y uno de los pocos
    pequeños propietarios que resistieron a las ofertas
    tentadoras –seguidas de estrategias
    amenazantes- de las grandes compañías que empezaron
    a adquirir enormes extensiones estratégicas de la
    Patagonia a partir de la primera mitad del siglo XX. Fue
    también uno de los propietarios de tierras que, durante
    los levantamientos obreros de 1921, logró acuerdos de no
    agresión mutua con los huelguistas, basados
    fundamentalmente en el conocimiento y
    en el respeto previo que se tenían. Volvió a
    Dinamarca únicamente para buscar a la novia de la infancia
    y defendió su decisión de radicarse en la Patagonia
    a pesar de las oportunidades que le ofrecían en otros
    lugares, con una epifanía de tinte darwiniano: ‘los
    desiertos campos patagónicos me llamaban con voz
    irresistible. La Patagonia, con sus tormentas de arena sobre las
    pampa desiertas en verano, y con el frío y la nieve en
    invierno, donde pasé tres inviernos con el mínimo
    de alimentación… y seis meses sin ver
    persona
    alguna, completamente solo entre los Andes. La mayoría
    dirá que no es gran cosa para extrañar; pero
    así es la naturaleza
    humana. A mí esa soledad me llamaba’ ".

    "Todo eso está en Relatos nuevos de la Patagonia vieja,
    libro que puede leerse como el relato paradigmático del
    pionero –allí están las remembranzas de un
    pasado duro, la consignación de los esfuerzos por
    adaptarse, del apego al territorio que los recibe y de su
    contribución a él- e incluso como una
    postulación de que el pionero es el eslabón que la
    Patagonia necesitaba para dejar de ser la tierra maldita que
    habían asentado los relatos de los primeros exploradores y
    convertirse en una tierra de paz. Los relatos de Madsen tienen,
    entonces, una hipótesis, y también gracia
    narrativa: dos méritos ausentes en muchas otras memorias"
    (28).

    11-
    Estadounidenses

    Por medio de una carta, Butch Cassidy comunica su paradero a
    sus amigos ilegales estadounidenses. Ese manuscrito
    "permitió certificar su estancia en la región
    décadas después de su muerte". Lo relata Francisco
    N. Juárez en el trabajo titulado "Una carta de Butch
    Cassidy" (29), del cual transcribimos algunos pasajes:

    "Hace exactamente un siglo atrás, la carta aún
    no estaba embarcada hacia el país del Norte, pero
    llegaría a destino. La escribió desde su rancho en
    Cholila, Chubut, el 10 de agosto de 1902 a la señora
    Davies de Ashley, de Utah, el mormón Robert Leroy Parker;
    el más conocido y buscado asaltante de bancos y trenes en
    los Estados Unidos
    como Butch Cassidy. Con ese nombre quedó eternizado en una
    reiterada película. La carta fue un mensaje –en
    parte en clave- para dar noticias de su paradero a las amistades
    fuera de la ley en los
    Estados Unidos: la señora Davies era la suegra de Elsa
    Lay, quizá del mejor amigo de Butch".

    "La carta era importante para identificar al célebre
    bandido con el personaje que había habitado en Cholila, y
    demostrar con otros documentos
    gráficos su identidad: uno
    oficial con su firma, seguido de la comparación que
    oportunamente publiqué en la revista española Co
    & Co. A ello hubo que sumarle lo acumulado en la
    indagación en demanda de
    documentos sobre el rancho de Cholila. El resultado fue
    determinar cuándo y por qué ocuparon el lugar; el
    abastecimiento que hicieron los bandidos, qué consumieron
    y qué criaron, y hasta el costo y detalles
    minuciosos de dos puertas que encargaron para aquel rancho
    aún en pie".

    "Aunque la carta de Cholila ahora carece de la última
    carilla con su rúbrica (firmaría Bob, como las
    demás, pero es su caligrafía) resulta una
    maravillosa síntesis de la nueva vida del bandido.
    Elegantemente alude a ‘un tío (que) murió y
    dejó 30.000 dólares a nuestra pequeña
    familia de tres miembros. Tomé mis 10.000 y partí
    para ver un poco más del mundo’. En realidad, se
    refería al asalto de un banco de Winemuca en Nevada, el 10
    de septiembre de 1900. Ahora estaba solo, es cierto, pero por
    pocos meses, de manera que mentía ese dato. Daba cuenta de
    su patrimonio
    ganadero: ‘300 cabezas de vacunos, 1500 ovinos, 28 caballos
    de silla’, además de dos peones y la alusión
    al rancho como ‘una buena casa de cuatro
    habitaciones’, galpones, establo y gallinero. Se quejaba de
    su soledad, la falta de una cocinera y su ‘estado de amarga
    soltería’. Luego, agregaba otras quejas. Se hablaba
    español, ‘pero el país, en cambio, es
    excelente’. Daba cuenta de la extensa y fértil
    región, la distancia con Buenos Aires y esperaba
    fortificar las ventas de
    ganado a Chile, ‘nuestro gran comprador de carne
    vacuna’, porque de allá habían abierto un
    camino cordillerano (se refería al sendero de
    Cochamó, el que denunció Clemente Onelli como
    contrario al laudo arbitral que expediría la corona
    británica ese mismo año)".

    …..

    Las cartas nos permiten conocer variados aspectos de las vidas
    de los inmigrantes, al tiempo que nos remiten a los sucesos que
    en esa época acaecían en la Argentina y el
    mundo.

    12- Notas

    1. Muzi, Carolina: "Fina estampa", en Clarín Viva,
      Buenos Aires, 21 de julio de 2002.
    2. Fernández Díaz,Jorge: Mamá. Buenos
      Aires, Sudamericana, 2002.
    3. Kartun, Mauricio: "El siglo disfrazado", en Clarín
      Viva, 20 de febrero de 2000.
    4. González Rouco, María: "Buenos Aires 1910
      Memoria del porvenir", en El Tiempo, Azul, 10 de octubre de
      1999.
    5. Wolf, Ema y Patriarca, Cristina: La gran
      inmigración. Buenos Aires, Sudamericana, 1991.
    6. Gutiérrez, Mariano: "Las fronteras históricas
      del legalismo", en www.derechopenalonline.com.
    7. S/F: "Las cartas de amor de Severino Di Giovanni", en
      Clarín, Buenos Aires, 27 de julio de 1999.
    8. Da Veiga, Otilia: "Teresa Masciulli en la vida de Severino
      Di Giovanni", en El Tiempo, Azul, 23 de marzo de 2003.
    9. Villanueva, Cristina: "Grupo Buenos Aires Puro Cuento en
      Severino, una historia colectiva", en Te doy mi palabra
      Noticias de los cuentacuentos,Diciembre de 2003.
      www.circulocuentos.com.ar
    10. Alonso de Rocha, Aurora: La casa de Myra. Buenos Aires,
      Fundación El Libro, 2001.
    11. Gervasi de Pérez, Elsa: "Carta a Galicia", en Rotary
      Club de Ramos Mejía. Comité de Cultura.
      Provincia de Buenos Aires, 1994.
    12. S/F: www.webescritores.com.
    13. Walsh, María Elena: Novios de antaño.
      Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1991.
    14. S/F: "Memorias de un estandarte", en Clarín Viva,
      Buenos Aires, 12 de octubre de 2003.
    15. Delaney, Juan José: Tréboles del sur. Buenos
      Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1994.
    16. González Rouco, María: "La epopeya
      irlandesa", en El Tiempo, Azul, 10 de abril de 1988.
    17. Vernaz, Celia: La Colonia San José. Santa Fe,
      Colmegna, 1991.
    18. Cot, Lorenzo: "Venida del padre Lorenzo Cot a San
      José", en Vernaz.
    19. Grimaud, Luis: en Archivo Histórico "Alberto y
      Fernando Valverde", N° 3, Municipalidad de
      Olavarría, Secretaría de Gobierno. Provincia de
      Buenos Aires, 1997.
    20. Brunswig de Bamberg, María: Allá en la
      Patagonia. Buenos Aires, Vergara, 1995.
    21. S/F: Brunswig de Bamberg, María: Allá en la
      Patagonia.. Gacetilla de prensa.
    22. Wolf, Ema y Patriarca, Cristina: op. cit.
    23. Vernaz, Celia: op. cit.
    24. Blatter, Juan Bautista: "Sentimientos", en Vernaz.
    25. Krebs, Edgardo: "Un ’argentino’ universal", en
      La Nación, Buenos Aires, 28 de julio de 2002.
    26. Wanza, José: Carta enviada a El Obrero; Nº 36,
      del 26/9/1891. Tomado de: José Panettieri, Los
      Trabajadores. Biblioteca argentina fundamental. Serie
      complementaria: Sociedad y
      Cultura/18. Centro Editor América Latina. 1982.
      Págs.101a 104. Reproducido en Ciudad Digital Yrigoyen,
      www.clarin.com.ar.
    27. Madsen, Andreas: Relatos nuevos de la Patagonia vieja
      (Recopilación de Martín Alejandro Adair). Zagier
      y Urruty. 2003.
    28. Cristoff, María Sonia: "Los surcos de un pionero",
      en La Nación, Buenos Aires, 19 de octubre de 2003.
    29. Juárez, Francisco N.: "Una carta de Butch Cassidy",
      en La Nación, Buenos Aires, 25 de agosto de 2002.

     

    Trabajo enviado por

    María González Rouco

    Lic. en Letras UNBA, Periodista Profesional Matriculada

    Partes: 1, 2
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