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La Evangelización




Enviado por juliocr25



Partes: 1, 2

    1. Introducción
      general
    2. El gran proceso de la
      Evangelización
    3. Comprometidos en la nueva
      Evangelización
    4. Directivas
      de Evangelización para el Paraguay
    5. Maria,
      modelo seguro de encarnación cultural en
      Paraguay
    6. Bibliografía

    INTRODUCCION
    GENERAL.

    En este trabajo vamos a reflexionar sobre la
    difícil participación en la misión de
    Evangelización de la Iglesia a la
    luz de Santo
    Domingo y sus implicancias para el pueblo de Dios concretizado en
    el Paraguay.

    Tenemos mucha esperanza en los agentes pastorales que
    están más cerca de esta grave misión. Y
    confío que en estos tiempos estamos convencidos de que al
    haber aceptado ingresar en la gran familia del
    Evangelio hemos aceptado también, por ese mismo hecho
    ponernos completamente a disposición del Señor con
    vistas a la realización de una llamada que procede de El y
    que nos consagra a la gran tarea emprendida por la Iglesia
    latinoamericana:"La Nueva Evangelización".

    La Misión de la Evangelización,
    comenzó con Jesús mismo, y el cumplimiento de
    ésta fue su razón de ser en cuanto Cristo. Conforme
    a sus divinas palabras, lo mismo que él había sido
    enviado por el Padre, envía a sus discípulos y a
    toda la Iglesia, comprometiéndoles en el movimiento
    mismo de esa misión, para que continúe el
    ofrecimiento de la Buena Nueva en el corazón de
    los hombres y de cara a la edificación progresiva del
    Reino de Dios.

    Aunque esta misión concierna, a toda la Iglesia y
    a cada uno de sus miembros, el Señor escogió a
    algunos para que fueran evangelizadores enteramente dedicados a
    esta misión y a título permanente. Es decir, la
    vida misma de esos enviados estará marcada con esta
    misión hasta el punto de que no podrán realizarla
    más que a expensas de sí mismos y sacrificando su
    vida terrestre hasta la
    muerte.

    No se trata, sin embargo, de repetir lo que a 500
    años atrás ya se había sembrado, tampoco es
    una misión de propaganda, ni
    de simple misión de enseñanza que pudiera realizarse mediante
    actividades definidas y limitadas, sino que consiste en la
    transmisión de un testimonio de vida y de palabra, de todo
    cuanto la Palabra de Dios ha revelado y realizado en el mundo. Se
    trata, de una renovación integral: "nuevos hombres y nueva
    Iglesia para una Nueva Evangelización". Porque no es
    conveniente "echar vino nuevo en odre viejo" ( Mt
    9,17).

    Vamos a reflexionar sucesivamente sobre diversos temas
    de la Nueva Evangelización, todos según la óptica
    de Santo Domingo. Y lo vamos a hacer teniendo en cuenta en el
    tratamiento de cada tema el contenido del otro. Y en primer
    lugar, hablaremos sobre la evangelización propiamente
    dicha, atendiendo el concepto
    escriturístico y magisterial, para posteriormente abordar
    el tema del proceso de
    elaboración de la Cuarta Conferencia
    Episcopal celebrada en Santo Domingo. En un segundo momento,
    reflexionaremos sobre las condiciones imprescindibles para que
    haya una nueva evangelización y propondremos como ya
    habiamos dichos más atrás: "un nuevo modelo de
    hombre y un
    nuevo modelo de
    Iglesia para una Nueva Evangelización". En tercer lugar
    trataremos sobre las directivas de evangelización para el
    Paraguay.
    Aquí presentaremos importantes datos
    históricos que ayudarán a la labor pastoral de los
    hermanos evangelizadores en el Paraguay. Y por último
    presentaremos en un apartado privilegiado a María como
    "modelo de Encarnación cultural para el
    Paraguay".

    Somos concientes de que la Evangelización es un
    tema mayor de la reflexión y de la preocupación de
    la Iglesia latinoamericana. Ella es objeto de atención , de estudio y, de cuidado para
    los sectores más concientes y dinámicos de la
    Iglesia. Hoy debido a la presencia y a la relevancia de la
    cultura
    adveniente, se está convirtiendo en la prioridad pastoral
    que merece toda la atención, en el objetivo
    fundamental de las comunidades cristianas. Para todas ellas
    parece haber sonado la hora de la Evangelización, pero que
    se ha de realizar con un nuevo ardor, un nuevo método y
    con una expresión nueva (SD 28).

    Nuestras reflexiones, surgidas en parte del contacto con
    las preocupaciones de diferentes grupos
    eclesiales, se hacen eco de ellas y pretenden ofrecer elementos
    que ayuden a clarificar la situación y colaboren en la
    tarea de poner a los hermanos evangelizadores en estado de
    Evangelización y de suscitar en ella instrumentos y cauces
    para el desarrollo de
    la tarea misionera.

    Por otra parte, somos concientes de lo precario de
    nuestra condición de creyentes. Deseamos sinceramente
    serlo, sabemos que sólo lo somos de forma muy imperfecta.
    Pero sabemos también que somos agraciados con la llamada
    del Señor. Somos nada más que instrumentos que
    queremos hacer presente en el mundo de hoy la Buena Noticia, con
    palabras y obras, a todos los que quieran escucharnos. Y lo
    haremos con la modestia y con la audacia de quien sabe que
    comunica algo, que no procede de él, sino del
    Señor, pero que justamente por eso tiene una eficacia
    inigualable.

    Van pasando ya casi cuatro años de la
    proclamación de la Nueva Evangelización en América
    Latina. Y hay un hecho que nos preocupa a saber, la distancia
    enorme entre la claridad de las formulaciones doctrinales del
    magisterio de la Iglesia sobre la necesidad y la urgencia de la
    Evangelización y la lentitud, la torpeza, por no decir el
    desánimo de esa misma Iglesia, a la hora de transformar
    unas estructuras
    que obstaculizan el desarrollo de
    esa tarea y promover otras nuevas al servicio de la
    misión. Realmente no sé qué pasó con
    la Iglesia paraguaya, coincidentemente con el gran movimiento de
    la Nueva Evangelización, ella comenzó una
    progresiva etapa de inmovilidad.

    El trabajo que presentamos, pretende suscitar en los
    corazones de los hermanos evangelizadores mucho ánimo y,
    mucha entrega para la gran tarea que apenas comienza y que
    necesita más fuerza,
    más ardor y más vida, en estos tiempos
    difíciles que atraviesa nuestro País.

    EL GRAN PROCESO DE LA
    EVANGELIZACION.

    La gran tarea de la Iglesia en la actualidad está
    volcada a la Nueva Evangelización: promoción humana y cultura
    cristiana. Este desafío es grave y profundo, amplio y
    comprometedor. Con ella se quiere apuntar directamente a la
    situación delicada que padece el hombre de
    nuestro mundo y de nuestro tiempo: por un
    lado la descristianización o el ateísmo
    práctico que pretende desvirtuar sin más la
    fuerza
    liberadora, salvadora y redentora de la Palabra de Dios, del
    misterio de Cristo, para los cristianos en particular y para
    todos los hombres en general, que no pueden encontrar salidas
    válidas para los problemas
    más acuciantes que los preocupan, los oprimen y esclavizan
    por todos lados; y por otro lado, la falta de coherencia entre la
    fe y la vida que imposibilita la fecundación del Evangelio.

    El Documento de Santo Domingo de una manera llamativa
    insiste en la necesidad de proclamar de una manera viva y alegre
    el kerigma, al que califica como "raíz de toda
    evangelización, fundamento de toda promoción humana y principio de una
    auténtica cultura cristiana"(SD 33).

    Esta tarea a su vez es un desafío particularmente
    urgente para los agentes pastorales y para todo el pueblo santo
    de Dios.

    Para adentrarnos sin más al tema, vamos a
    preguntarnos en qué consiste exactamente la Nueva
    Evangelización.

    A) LA EVANGELIZACION.

    1. En la Escritura.

    La Evangelización es en primer lugar, el anuncio
    del kerigma: "es la buena noticia de que Jesús vive,que ha
    resucitado". Había muerto, pero ha vencido a la muerte.
    Jesús es el único hombre que, a
    lo largo de la historia, ha conseguido
    él mismo, realizar esta hazaña. "Lo hemos visto",
    dicen la mujeres(Cf Lc 24,43), Pedro, los doce y hasta 500
    personas de una vez. El último en constatarlo fue Pablo
    (Cf lCor 15,3-8).

    En el capítulo 28,16-20 de San Mateo, nos
    encontramos con el llamado testamento misionero de
    Jesús:

    "A mi se me ha dado todo poder en el
    cielo y en la tierra
    -dice Jesús a sus discípulos- Id pues, a las gentes
    de todas las naciones y hacedlas mis discípulos,
    bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del
    Espíritu Santo y enseñadles a poner en
    práctica lo que yo he dicho. Y tened por cierto que yo
    estaré con vosotros todos los días hasta el final
    del mundo".

    Con el anuncio del kerigma los apóstoles
    perseguían el objetivo de
    ofrecer la salvación, realizada por Jesús,
    alcanzada mediante la fe y la conversión, confirmada por
    el don del Espíritu Santo y vivida en la comunidad
    cristiana, a todos los hombres de buena voluntad. Atendiendo para
    que el hombre
    íntegro, y todos los hombres, experimenten la
    acción salvífica de Jesús.

    El evangelizador es vínculo del amor de Dios,
    acompañando al evangelizado para llegar a la presencia de
    Dios, para que el mismo le declare: "Tú eres mi hijo amado
    en quien yo tengo todas mis complacencias" ( Mt 3,17). Así
    el evangelizado podrá confesar que Jesucristo es en verdad
    el centro del designio amoroso de Dios, diciendo:

    " Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor
    Jesucristo que nos ha bendecido con toda clase de bienes
    para que seamos santos e inmaculados en su presencia en el amor,
    eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por
    medio de Jesucristo"( Ef l,3-5).

    2. Evangelización en el
    magisterio.

    Los apóstoles afectados en lo más profundo
    de su ser por el acontecimiento trascendental, salen al mundo a
    anunciar la buena noticia. Ellos son los antiguos pregoneros que
    con seguridad y
    convicción cumplían su misión.

    La Evangelización es una tarea decisiva para la
    Iglesia, así lo ha entendido siempre. Y sabe muy bien que
    el Evangelio es un mensaje de salvación y también
    que debe ser una respuesta a las exigencias profundas de los
    hombres. Por ello en sus documentos vamos
    a encontrar múltiples alusiones sobre el tema.

    La misión que descuella entre las principales
    aparece la Evangelización para la Iglesia que "como
    rebaño único de Dios… peregrina hacia la meta final,
    comunicando el Evangelio de la paz a todo el género
    humano"(UR 2). Y esta misión de manera más
    particular le compete a los evangelizadores consagrados:
    "Jesucristo quiere que por medio de los apóstoles y de sus
    sucesores, crezca su pueblo por la fiel predicación del
    Evangelio"(UR2). Esta misión esencial de la Iglesia le
    viene encomendada del mismo Padre: "Así como Cristo fue
    enviado por el Padre, El a su vez envió a los
    apóstoles, llenos del Espíritu Santo. Los
    envió a predicar el Evangelio a todo el
    mundo"(SC6).

    Ahora bien, entendemos que la misión de
    Evangelizar es tarea de todos, pero de manera particular, el
    Señor dió un mandato a la Iglesia organizada: "el
    cuidado de anunciar el Evangelio en el mundo pertenece al cuerpo
    de los pastores, ya que a todos ellos, dió Cristo el
    mandato,de evangelizar en común" (LG 23).

    La Iglesia al ser conciente de esta tarea que le urge,
    descubre grandes beneficios y bendiciones que son frutos de la
    predicación del Evangelio: "El Evangelio fecunda desde sus
    entrañas las cualidades espirituales y las tradiciones de
    cada pueblo y de cada edad, las consolida, perfecciona y restaura
    en Cristo"(GS 58). Y lo más importante, contribuye para
    "combatir y eliminar los errores y males que provienen de la
    seducción permanente del pecado"(GS 58), además,
    anuncia y proclama la libertad de
    los hijos de Dios, rechaza todas las esclavitudes que deriven, en
    última instancia del pecado. El Evangelio lejos de ser una
    alienación para el hombre, "garantiza, como ninguna
    ley humana, la
    dignidad personal y la
    libertad del
    hombre… respeta santamente la dignidad de la conciencia y su
    libre decisión"( GS 41).

    En fin, la Iglesia en su actividad evangelizadora no
    realiza ninguna presión a
    la comunidad humana
    para someterla al Evangelio. Sino, siempre comienza realizando
    una cordial invitación, inclusive a los ateos, "de manera
    que lo consideren sin prejuicios y pueda despertar en sus
    corazones una irrefrenable exigencia de dignidad"(GS 21.26). Y
    cuando los hombres hayan aceptado y asumido el Evangelio de
    Cristo quedarán iluminados por su luz". Todo esto
    se realizará gracias a la predicación y testimonio
    de los obispos y sacerdotes"( GS 43). "Así todas las
    familias humanas y cristianas darán al mundo testimonio
    valiosísimo de Cristo"(AA 11), anunciando a su vez la
    Buena Nueva, en un clima de fiesta.
    Fiesta realizada por medio de la liturgia, porque por medio de
    ella, "Dios habla a su pueblo, Cristo sigue anunciando su
    Evangelio, y el pueblo responde a Dios con el canto y la
    oración"(SC 33).

    Para la Iglesia la misión de los laicos
    comprometidos se ubica en un lugar muy destacado, juntos a la de
    los obispos y sacerdotes. Cristo, el gran profeta, que
    proclamó el Reino del Padre con el testimonio de la vida y
    con el poder de la
    Palabra, cumple su misión profética hasta la plena
    manifestación de la gloria… por medio de los laicos, a
    quienes, constituye en testigos y les dota del sentido de la fe y
    de la gracia de la palabra (Cf Hec 2,17-18; Ap 19,10), para que
    la virtud del Evangelio brille en la vida diaria, familiar y
    social.

    3.¿Por qué una Nueva
    Evangelización?

    Hablar de una Nueva Evangelización no significa
    que la anterior haya sido inválida, infructuosa o de poca
    duración. En realidad significa que," hoy se presentan
    desafíos nuevos, nuevas interpelaciones que se hacen a los
    cristianos y a los cuales es urgente responder"(SD24). Sabemos
    que hay un solo y único Evangelio para todas las
    épocas, pero también sabemos que hay deficiencias
    anteriores en la evangelización que necesitan ser
    corregidas.

    Para ver con más claridad estas deficiencias
    vamos a realizar un recorrido por la antigua
    evangelización (según el Padre Pedro
    Chinaglia).

    -La primera evangelización se realizó bajo
    la convicción teológica de la Iglesia como
    único 'ámbito de salvación'.

    -Los descubridores y conquistadores de América, creyeron que para evangelizar
    tenían que destruir la cultura pagana o diabólica,
    como ellos creían, de los amerindios y sustituirla por la
    ibero-lusitana.

    -No asumieron lo positivo y válido de la cultura
    ya existente en América
    (exhorcismo cultural).

    -Se le obligaba a la gente a convertirse a la fe
    (reducción a la fe).

    -Se acentuaba en demasía la dimensión
    sacramental de la vida cristiana, mientras se descuidaba la
    previa evangelización y aceptación personal de la
    fe.

    -Se daba mucha primacía a la ortodoxia, a la fe
    como contenido o conjunto de verdades reveladas por Dios que el
    cristiano tenía que creer sin poder entender. El pensar
    correctamente la verdadera fe (ortodoxia) según las
    enseñanzas de la Iglesia, la adhesión íntima
    del corazón y
    la unión entre fe y vida, no constituían el aspecto
    más importante; casi se suponía como
    natural.

    -Se acentuaba demasiado la función
    del magisterio de la Iglesia: del Papa y los obispos. Sólo
    ellos podían leer e interpretar la Biblia, pero lo que es
    peor, casi se sentían superiores a la misma Escritura y la
    utilizaban como prueba de las verdades que proponían a los
    fieles.

    Por otro lado, la Iglesia en América
    Latina ya nació alienada. Desde el comienzo y a pesar
    de esfuerzos valientes y excepcionales, no fue la dueña de
    su destino." Las decisiones eran tomadas fuera del continente: en
    Madrid,
    más que en Roma, en virtud
    del Patronato".

    Había preocupación principalmente de
    salvar las almas. No se consideraba la idea de formar
    comunidades, sino de la salvación individual. Se escaparon
    las dimensiones tales como: el hombre ser corpóreo y, las
    estructuras
    sociales; la salvación del cosmos y de toda la naturaleza,
    fueron dimensiones desconocidas prácticamente.

    La primera evangelización había realizado
    una alianza con el trono y el altar, entre misión y
    conquista. Esto había oscurecido un tanto el verdadero
    rostro de la Iglesia. Muchas veces los indígenas
    relacionaban los maltratos que recibían como esclavos, al
    dios de los blancos: "tienen la opinión de que nuestro
    Dios es el más inícuo y el más malvado de
    todos los dioses"(Bartolomé de las Casas). Es evidente que
    en nombre del Evangelio se cometieron muchos abusos, atropellos y
    violación de la sagrada dignidad de la persona humana.
    Antes que testimoniar a Cristo a veces sembraban odio y rencor
    entre los nativos: "¡Ay… entristezcámonos porque
    llegaron, nos enseñaron el miedo, vinieron a marchitar las
    flores. Para que su flor viviese, dañaron y sorbieron
    nuestra flor".

    Como respuesta a estas herencias deficientes, el
    Documento de Puebla plantea lo siguiente:

    "Recordar las deficiencias no debe tener como objetivo
    crear un malestar u odio por los que sembraron el Evangelio, sino
    tenerlas en cuenta para plantear una evangelización mejor
    cimentada. Porque, el mejor servicio que
    se puede brindar al hermano es la evangelización, que lo
    dispone a realizarse como hijo de Dios, que lo libera de las
    injusticias, y lo promueve igualmente" (DP 1145).

    Concluyamos esta parte diciendo que, la siembra de la fe
    se realizó en un ambiente
    súmamente difícil, y a pesar de todo,
    creció. Por ello debemos dar gracias a Dios, porque esa fe
    es lo que nos une hoy en América Latina y lo que nos une
    es mayor que lo que nos puede separar: ¡Cristo nuestro
    primer y último evangelizador, que El mismo nos ayude en
    este caminar!

    4.Nueva comprensión de la Nueva
    Evangelización.

    Hemos dicho que toda evangelización parte del
    mandato de Cristo a sus apóstoles y sucesores (Cf Mt
    28,19), "este se desarrolla en una comunidad formada por los
    hijos de Dios que comparten su amor y su fe"
    (SD 24). Ahora bien, hablar de una nueva evangelización
    presupone que hubo una primera evangelización. Hoy sin
    borrar aquella, se quiere dar unas respuestas nuevas a los
    desafíos nuevos del mundo, a los problemas que
    presenta la realidad del continente latinoamericano donde "existe
    divorcio entre
    la fe y la vida, que a su vez crea situaciones de injusticias,
    desigualdad social y violencia" (SD
    24).

    Se apunta directamente a la grave situación que
    sufre el hombre de hoy: la descristianización (ateismo
    práctico), y el divorcio entre
    la fe y la vida. Estas situaciones como ya hemos dicho, quieren
    desvirtuar sin más la fuerza liberadora, salvadora y
    redentora de la Palabra de Dios, del Misterio de Cristo, para
    todos los cristianos y para todos los hombres en general que
    corren por el mundo buscando encontrar salidas válidas
    para sus problemas más acuciantes, que los preocupan, los
    oprimen y esclavizan por todos los lados. El trabajo es
    árduo principalmente para los agentes más
    comprometidos con la causa de Cristo, pues deben lograr "conjugar
    de nuevo, conciente y sistemáticamente, la fe con la vida,
    la razón con la religión, y la mente
    con el corazón". Y ellos también deben lograr que
    esta evangelización sea realmente "nueva en su ardor, en
    sus métodos y
    en su expresión"(SD 28).

    B) PROCESO DE ELABORACION DEL DOCUMENTO DE SANTO
    DOMINGO.

    1.Antecedentes a la IV Conferencia
    Episcopal.

    Para llegar a la idea de una nueva evangelización
    la Iglesia ha venido caminando y trabajando durante dos largas
    décadas. Ella entendió que para alcanzar este
    objetivo era necesario realizar en primer lugar, una
    radicalísma opción. Así la Iglesia como
    nunca optó por identificarse con su pueblo, compartiendo
    sus angustiosos problemas, especialmente los de los sectores
    más empobrecidos, todo esto a la luz y en comunión
    con las orientaciones pastorales propuestas por el Vaticano II y
    por la Santa Sede.

    Sin duda alguna, Medellín (l968) fue uno de los
    signos más claros del encuentro entre la Iglesia y el
    Pueblo. Fue realmente un ponerse al día con toda la
    problemática latinoamericana, porque durante muchos
    tiempos, Ella se mantuvo del lado de los poderosos, mientras la
    masa mayoritaria católica era sometida a una esclavitud (en su
    amplio sentido), insoportable. Lo que la Iglesia hizo entonces,
    fue únicamente lo que debía hacer, en orden a su
    misión esencial: configurarse con un rostro
    auténticamente pobre, misionero y pascual, desligado de
    todo poder temporal para poder comprometerse audazmente en la
    liberación del hombre y de todos los hombres.

    "Un sordo clamor brota de millones de hombres, pidiendo
    liberación que no les llega de ninguna parte… No podemos
    dejar de descubrir en esta voluntad cada día más
    tenaz las huellas de la imagen de Dios en
    el hombre. Que se presente cada vez más nítido en
    América Latina el rostro de una Iglesia
    auténticamente pobre, misionera comprometida con la
    evangelización y liberación de todo el hombre y de
    todos los hombres".

    Posteriormente, se realizó la III Conferencia
    Episcopal latinoamericana, llevada a cabo en Puebla en 1979. En
    esta reunión se tomó como proyecto
    fundamental de trabajo, la "evangelización liberadora".
    Puebla a su vez estaba iluminada con las luces proyectadas desde
    Pablo VI con sus documentos:
    Octogesima Adveniens 1971 (carta
    apostólica), y la Evangelii Nuntiandi 1975
    (Exhortación apostólica).

    De esta manera se vino trazando el camino largo y
    difícil, de la nueva evangelización hasta llegar a
    Santo Domingo en donde hay ya la mayor claridad y
    definición sobre el tema.

    Otros acontecimientos importantes, considerados
    básicos para la proclama de la Nueva Evangelización
    son: a) La visita del Papa a Haití en 1983, ocasión
    en la que se realizó la XIX asamblea ordinaria del CELAM.
    En alguna parte de su discurso el
    Papa afirmó:"…es compromiso vuestro como obispos, junto
    con vuestro presbiterio y fieles la tarea de la Nueva
    Evangelización. Nueva en su ardor, en sus métodos y
    en su expresión"; b) En Santo Domingo, el 12 de octubre de
    l984 el Papa decía a los obispos de América Latina:
    "El próximo centenario del descubrimiento y de la primera
    Evangelización nos convoca pues a una nueva
    Evangelización". El Papa realmente se mostró
    preocupado por la situación actual de América
    Latina. Y en esa ocasión también propuso el
    plan de un
    futuro de esperanza, que se llama Civilización del Amor. Y
    enfatizó que es una enorme tarea y responsabilidad de los obispos.

    2.Algunos documentos sobre la Nueva
    Evangelización.

    Existen importantes documentos que subyacen el proyecto de la
    Nueva Evangelización. Para llegar hasta Santo Domingo,
    hubo una larga y progresiva gestación que iba concretando
    el proyecto. Después de la proclamación oficial,
    aparecieron numerosos otros documentos para estructurar y
    perfilar esta enorme misión.

    a)Concilio Vaticano II.

    El eje principal sobre el cual gira todo el proyecto de
    la Nueva Evangelización es la Exhortación
    apostólica Evangelii Nuntiandi de Pablo VI. Este documento
    ha abordado amplios y novedosos temas pastorales que ha
    dinamizado en gran medida la labor evangelizadora de la Iglesia.
    Veámos algunos aspectos esenciales de esta
    exhortación apostólica, según el esquema de
    trabajo realizado por el Padre Antonio González Dorado,
    S.J.

    El documento nos recuerda que la misión esencial
    de la Iglesia es evangelizar,"…es la vocación e identidad de
    la Iglesia"(EN 14). Ella existe para evangelizar, "…para
    continuar la misión de Jesús"(EN 7)." Y la
    misión de Jesus es ante que nada, el anuncio del Reino de
    Dios, el cual es Absoluto"( EN 8). Para construir el Reino de
    Dios era necesario salvar al hombre en su integridad,
    salvación que es liberación de todo lo que pueda
    oprimir al hombre, "especialmente liberación del pecado,
    en un clima de
    alegría, conociendo a Dios, siendo conocido por
    El"(EN9)."La Iglesia existe para evangelizar"( EN 14)," pero no
    olvida que para ser evangelizadora, Ella debe comenzar
    evangelizándose a sí misma"(EN 13).

    En otra parte el documento habla del drama de nuestro
    tiempo, la
    rutura entre el Evangelio y la cultura. Y atendiendo a esta
    situación, propone "una evangelización liberadora,
    que promueva la justicia, la
    paz y el verdadero crecimiento del hombre"(EN 29).

    Pablo VI, nos recuerda que, "una evangelización
    renovada y adaptada al contexto cultural de nuestro mundo
    moderno, es deber de todos los fieles cristianos"(EN 82), y
    propone a la Virgen María como "Estrella de la siempre
    renovada Evangelización" ( EN 80).

    b)Documentos más importantes antes de
    1983.

    En forma sucinta presentaremos algunos documentos de
    estos tiempos:

    *Mater et Magistra (1961) y Pacem in Terris (1963) de
    Juan XXIII. Nos proponen un mundo solidario y, califican a la
    Iglesia como la Iglesia de los pobres.

    *Eclesiam Suam (1964), Populorum Progressio (l967) y
    Octogesima Adveniens (1971) de Pablo VI. Estos documentos
    serán de suma importancia para las conferencias de
    Medellín y Puebla.

    *Redemptor Hominis (1979), Laborem exercens (1981) de
    Juan Pablo II. Siguiendo las líneas del Vaticano II, se
    orientan hacia la misión evangelizadora de la Iglesia y
    hacia la redención integral del hombre, además de
    la preocupación por las injusticias que aquejan a varios
    sectores de la humanidad.

    c) Documentos más importantes después de
    1983.

    Aquí vamos a presentar algunos documentos
    importantes para América Latina,y que en su mayoría
    son frutos de las visitas del Papa a nuestro
    continente.

    Discursos del
    Papa en sus viajes: Centro
    América y Haití (1983); Santo Domingo y Puerto Rico
    (1984); Venezuela,
    Ecuador y
    Perú (1985); Colombia y Santa
    Lucía (1986); Uruguay,
    Chile y
    Argentina (1987);
    Uruguay,
    Bolivia,
    Perú y Paraguay (l988).

    -Discurso al
    CELAM en Puerto Príncipe (1983), allí hace
    oficialmente el lanzamiento de la Nueva
    Evangelización.

    -Homilía en Viedma, Argentina (1987)
    y Salto, Uruguay (1988).

    -Instrucciones sobre la Teología de la
    Liberción publicadas por la Congregación para la
    Doctrina de la Fe (1984,1986).

    -Enciclica Sollicitudo Rei Socialis (1987), y la
    Exhortación Apostólica Christifideles Laici
    (1988).

    3.Comprensión del Documento de Santo
    Domingo.

    a) Dificultades en la elaboración del
    documento.

    El Documento de Santo Domingo fue elaborado en solamente
    quince días de trabajo intensivo, inclusive podemos decir,
    a ritmo forzado. Pero antes de la Conferencia se tuvo una larga y
    profunda preparación sinodal y para-sinodal. Ciertamente
    es un documento reducido, pero tiene una importancia sustancial,
    porque es un documento oficial,que responde a las situaciones
    históricas actuales de la Iglesia
    latinoamericana.

    El Padre Joaquín Alliende Luco, cuenta paso por
    paso cómo fue viviendo el acontecimiento: "Santo Domingo."
    El dice que la Conferencia resultó ser un entrevero y una
    simultaneidad de lo humano y lo divino.¡ Qué mejor
    testimonio que este sacerdote! El ha venido acompañando
    los trabajos de la Iglesia de América Latina en la
    Conferencia General del Episcopado en Puebla (1979) como
    secretario de la Comisión de Evangelización de la
    cultura y religiosidad popular, trabajando en la redacción de textos de esa materia y en
    los de otras comisiones. En la Conferencia General de Santo
    Domingo (1992), como perito adscrito a la Comisión de
    Coordinación general y a la Comisión
    de redacción.

    b) La presencia del Espíritu Santo en
    S.Domingo.

    El Padre Joaquín Alliende, cuenta que para
    él fue un privilegio y un regalo participar desde la
    entraña misma en una Conferencia General del Episcopado
    latinoamericano.

    El mismo comenta que el Espíritu Santo
    actúo en medio de la realidad sicológica y social
    de los asistentes. De lo contrario jamás se hubiera
    llegado a una conclusión interesante, porque todos ellos
    son deudores de una cultura determinada, de escuelas de pensamiento,
    que se mueven por motivaciones de complejos registros. Hubo
    realmente personas nobles evangélicamente, pero
    también hubo mucho miedo, pasiones no purificadas,
    resquemores nacionales, debilidades que no están a la
    altura de las vocaciones de esos hombres. En fin parece que hubo
    de todo, mas lo grande es que Dios actuó allí y
    así. De esa manera se experimentó la victoria del
    Espíritu sobre las miserias humanas.

    En fin, podemos decir con alegría, que las
    conclusiones del Documento de Santo Domingo son una voz de Dios,
    una moción del Espíritu en la conducción de
    la Iglesia en América Latina.

    c) Calificación magisterial del
    documento.

    El Santo Papa en su carta a los
    obispos de América Latina del 10 de noviembre de 1992
    decía: "los textos conclusivos de dicha Conferencia, cuya
    difusión he autorizado, podrán orientar ahora la
    acción pastoral de cada obispo diocesano de América
    Latina". Y la responsabilidad del obispo es grande, debe ser el
    primero en informarse adecuadamente sobre el documento y
    después compartir con sus hermanos sacerdotes la tarea de
    la Evangelización. Esta misión está
    contenida en forma muy clara en los documentos de la
    Iglesia:

    "Cada pastor diocesano,junto con los presbíteros
    sus cooperadores y con los demás miembros de la Iglesia
    particular que se le ha confiado,hará el necesario
    discernimiento, para ver lo que sea más útil y
    urgente en la situación particular de su diócesis"
    (LG28).

    A partir de estos elementos podemos decir que, el
    documento tiene calidad de
    magisterio ordinario de los obispos. Pero más allá
    de cualquier calificación magisterial lo más
    importante para nosotros deberá ser el de atender al
    Documento de Santo Domingo, como acontecimiento y como texto, a la
    luz de la fe.

    d) Santo Domingo conduce la pastoral de América
    Latina.

    El documento de S. Domingo no es el catecismo de la
    Iglesia, avalado por la Constitución Fidei Depositum. No obstante
    sin tener esa calidad pide
    adhesión creyente de parte de nosotros a palabras
    legítimamente destinadas a conducir la pastoral de A.L. Es
    importante que cada creyente se adhiera con espíritu de
    obediencia a las orientaciones de nuestros obispos, como si fuera
    un eco de las enseñanzas del Buen Pastor. El mismo
    texto reclama
    un obsequio de nuestra fe. Por el trabajo
    aquí presentado no pretende analizar su contenido
    teológico o en revisar el documento para ver cuáles
    elementos sirven o no. Esta actitud
    estaría a la altura de un estudiante que está
    leyendo el trabajo de algún colega e incluso de un alumno
    en un seminario, al
    cual se le debe indicar cómo hacer mejor su tarea. Tampoco
    se debe utilizar palabra de índole pesimista,tal como: "se
    hubiese hecho así". Esta actitud no es
    muy conveniente, pues, crea una relación de desagrado al
    lector con el texto, y debilita en él su ánimo
    creyente necesario. La idea primordial es que se favorezca la
    apertura fundamental, y permitir así a los fieles recibir,
    con una benevolencia obsequiosa, las palabras orientadoras del
    Documento de Santo Domingo, y que los evangelizadores se
    dispongan con más ardor para cumplir el trabajo de
    evangelizar.

    En definitiva, el futuro de las conclusiones de Santo
    Domingo se juega en si el magisterio de los obispos encuentra o
    no una respuesta creyente, especialmente de los que tienen
    responsabilidades pastorales y pedagógicas en el Pueblo de
    Dios. No podemos aceptar que en tan sólo tres años,
    se haya quedado en el olvido la propuesta evangelizadora de
    nuestros obispos. El proceso tiene que seguir, se debe acoger con
    alegría el programa de la
    Nueva Evangelización, que se centra en la persona de
    Nuestro Señor Jesucristo, como obra del Espíritu
    Santo y, de la voluntad del Padre.

    SEGUNDA PARTE

    COMPROMETIDOS EN LA NUEVA
    EVANGELIZACIÓN.

    "Si hay hombres que proclaman en el mundo el Evangelio
    de salvación, lo hacen por mandato divino, en nombre y con
    la gracia de Cristo Salvador"(EN 59). Este mandato divino en
    realidad, alcanza a toda la Iglesia, "la Iglesia entera es
    misionera, la obra de evangelización es un deber
    fundamental del Pueblo de Dios"(AG 35). Estas palabras nos llenan
    de satisfacción, pero por otro lado nos dejan en un
    estado muy
    comprometedor. ¿Qué va a pasar con la humanidad, si
    la Iglesia no cumple su misión, o si no la cumple bien?
    Este grave compromiso es profundamente eclesial, desde el
    más humilde predicador, catequista o pastor, hasta la
    persona más importante de la jerarquía eclesial
    están convocados para participar de esta
    misión.

    Para que haya un trabajo llevado a cabo con cierta
    armonía deberá existir un "nexo íntimo entre
    Cristo, la Iglesia y la Evangelización"(EN 16).
    Además cada agente evangelizador debe estar plenamente
    convencido de su misión y todo lo que realice debe brotar
    de una profunda fe y conversión interior. Hoy más
    que nunca se necesita que el evangelizador reúna estas
    condiciones para que su trabajo realmente produzca frutos en
    abundancia.

    A) NUEVO MODELO DE HOMBRE PARA LA NUEVA
    EVANGELIZACION.

    1) Hombres de Dios.

    La Iglesia y también el mundo, quieren ver en los
    consagrados a "hombres de Dios", que abrevan en la fuente del
    amor del Padre. "Como la cierva sedienta busca las fuentes de
    agua,
    así mi Dios, te busca a Ti"(Sl 42,2). Así viven los
    hombres de Dios y responden siempre a la invitación de
    Cristo que dice: "si alguno tiene sed que venga a mi y beba. El
    que crea en mi sentirá llegarle ríos de agua viva" (Jn
    7,37).

    Muchas veces nosotros los agentes principales de la
    evangelización nos convertimos en "académicos de la
    fe", y descuidamos la simplicidad de hombres de fe, que
    caracteriza al hombre que alaba al Señor. No podemos negar
    que el mundo está cansado de escuchar que Cristo
    resucitó, que liberó, porque nunca ve a los hombres
    resucitados y liberados por El.

    Decir "hombres de Dios", es una frase que indica
    pertenencia. Es un acto de confianza. Es una historia y un compromiso. Es
    una gran responsabilidad, porque estamos proclamando que hemos
    salido de la mano de Dios; que somos obra y fruto de su amor.
    Somos por tanto y en primer lugar, hombres de Dios, porque
    él nos creó. Somos su pertenencia, porque Dios nos
    ha pensado, nos ha querido, nos ha amado y nos ha escogido. La
    condición de criatura es común con todos los
    hombres, pero, nuestra conciencia de
    agentes consagrados, nos hace más exigentes que los
    demás en el reconocimiento del amor de nuestro Creador y
    de la gratitud ante el don inestimable que nos ha otorgado.
    Además esta conciencia ha de hacernos celosos guardianes
    de la propia y de la ajena dignidad humana. De esta manera
    estamos reconociendo el señorío de
    Cristo.

    Hoy contemplamos a la humanidad que ha olvidado a su
    Señor. Ejemplos claros tenemos en las ciencias
    actuales: la Biogenética se acerca a los más
    profundos misterios del ser humano, manipula la vida, juega con
    los cromosomas,
    experimenta sin respeto con los
    embriones humanos, se siente fascinada por la
    clonación, reemplaza el útero por la probeta, y
    se siente Señor de la vida. Legisla sobre ella su
    arbitrio. Por otro lado,vemos que las leyes abortivas
    se multiplican en el mundo; sexo y vida se
    separan y asistimos perplejos a la prostitución del derecho que concede
    estatuto marital a los homosexuales y a las lesvianas. Todos
    estos niegan totalmente a Cristo como el Kyrios, Señor del
    hombre, Señor nuestro y Señor de nuestros
    hermanos.

    Hombres de Dios también significa que se abre la
    posibilidad de un diálogo
    franco y sincero entre Dios y el hombre. Es la capacidad para
    conversar con El, sin importar la calidad ética, ni
    el grado de santidad. Porque El entabla diálogo
    igual con pecadores que con santos, igual con místicos que
    con descarriados, y lo que es más, él mismo toma la
    iniciativa.

    No cabe duda, que ser hombres de Dios, implica una gran
    responsabilidad de servicio a los hermanos. Somos portadores de
    la gracia redentora de Cristo y del don santificador del
    Espíritu Santo. Y por último debemos destacar que,
    el hombre de Dios es un hombre fiel: "la fidelidad para él
    es testimonio, vida, y hasta entrega de la misma
    vida".

    2) Testigos de Cristo.

    "El Espíritu del Señor está sobre
    mí, porque me ungió para evangelizar a los pobres"
    ( Lc 4,18).

    "Jesús fue enviado para anunciar la Buena Nueva,
    desde la Encarnación, los milagros, las enseñanzas,
    la convocación de sus discípulos, el envío
    de los doce, la cruz y la resurrección, la continuidad de
    su presencia en medio de los suyos, forman parte de su actividad
    evangelizadora"(EN 6).

    El testimonio de Jesús tiene calidad de sangre, y en ese
    sentido es el verdadero ejemplo para cualquier
    evangelizador.

    El testigo de Cristo está irremediablemente
    destinado a soportar grandes dificultades. Está inserto en
    un mundo que vive a espaldas de Dios, en un mundo donde muchos
    hombres ya no tienen el sentimiento de la piedad. Han ahogado en
    su corazón, casi hasta hacerlo desaparecer, el sentido del
    misterio de Dios. ¡Oh Dios! defiende mi causa contra gente
    sin piedad, sálvame del hombre traidor y malvado"( Sl 43).
    Pero el hombre de Dios, por su misma vocación, siente que
    su llamada es una renuncia y una despedida de las cosas que
    más preocupan el corazón del hombre moderno; mas,
    la luz de Dios nos hace comprender el inmenso don de nuestra
    vocación y sentimos que la amargura se nos volvió
    paz.

    El testigo del Evangelio está dentro de la
    categoría de los que se configuran con Cristo en el
    ministerio sacerdotal alcanzado por medio del bautismo. Por ello
    tiene la exigencia especial de una cercanía mayor, y un
    ritmo más acompasado y constante tras los pasos del
    Maestro. Tiene la altísima responsabilidad de servir al
    Pueblo de Dios, obrando en la persona de Cristo Cabeza. Este tipo
    de testigo es lo que se necesita, porque como decíamos
    antes, "el pueblo de Dios y el mundo necesitan hombres santos",
    este es el clamor de la Nueva Evangelización.

    El apóstol encontró fortaleza en la
    experiencia de la Resurrección y seguridad de su
    misión en la experiencia de Pentecostés. Una nueva
    Evangelización entraña una recuperación del
    sentido pascual. De esta manera el evangelizador cobrará
    valor frente a
    la cobardía que pueda invadir el ambiente ante
    la presencia agresiva de una cultura químico-matemática, sin Dios. La efectiva certeza
    de la Resurrección cambia en profundidad nuestra vida y da
    a nuestro ministerio el sello que los hombres de hoy
    reclaman.

    Ser testigo del Evangelio, es ser el don vivo de Dios.
    Es por eso que se debe asumir con radical profundidad la
    vocación de profeta, sacerdote y rey, según el
    esquema de Camilo Maccise.

    -Profeta: somos servidores de la
    Palabra, por eso abrimos las puertas de nuestro corazón al
    mensaje divino. Así se cumple en nosotros el mensaje de
    San Pablo que dice: "Medita estas cosas, ocúpate de ellas,
    para que todos aprovechen. Atiende a las enseñanzas,
    porque te salvarás tú y los que te oyen"(1Tm 4,15).
    Cada evangelizador debe ser un buen administrador de
    la Palabra (Cf PO 13).

    -Sacerdote: revestidos de la plenitud del sacramento del
    orden somos administradores de la gracia del supremo sacerdocio,
    sobre todo en la Eucaristía, que celebramos o procuramos
    que sea celebrada, "mediante la cual la Iglesia vive y crece
    continuamente"(Cf LG 26). Así celebramos con
    alegría la gloria de Dios y agradecemos por todas sus
    obras buenas.

    -Rey: compete a los obispos como sucesores de los
    apóstoles, apacentar la grey del Señor (Cf 1Pe
    5,2), educar a los fieles como a hijos queridos en Cristo (Cf
    1Cor 4,14-15), y regir a la Iglesia de Dios (Cf Hh 20,28). El
    obispo que es el que ocupa el lugar más alto, debe hacerse
    como el menor, como servidor de todos
    (Cf Lc 22,26-27). Esta potestad la ejercen personalmente en
    nombre de Cristo. Tanto el obispo como sus presbíteros
    tienen el poder de señalización, de elección
    atado al poder de Cristo. Nuestro poder es redentor, es servicio,
    es configuración con el Maestro que es al mismo tiempo
    Señor y siervo. Es un poder, fruto del amor
    salvífico, que se ejerce igualmente con mucho
    amor.

    Ser evangelizador del mundo actual es una tarea
    súmamente difícil, porque cada uno de nosotros no
    somos ajenos al influjo invasor de los cambios culturales. Pero
    lo importante debe ser para nosotros vivir en la luz, debemos ser
    hombres que aman la verdad y que saben conjugar el poder y la
    riqueza con la sabiduría en la gloria de Dios. Y todo esto
    se logrará únicamente por Cristo Jesús, por
    la justicia de
    Dios, en la medida en que abramos nuestro corazón y
    nuestra inteligencia.

    3) Hombres de la Verdad, de la Iglesia y de la
    Cruz.

    "El Evangelio que nos ha sido encomendado es
    también Palabra de Verdad. Una verdad que libera y que es
    la única que procura la paz de corazón: esto es lo
    que busca la gente"(EN 78).

    El evangelizador es una persona que debe caracterizarse
    por ser hombre de la verdad. Porque, "la verdad que él
    profundiza y comunica es verdad revelada y por lo tanto,
    más que ninguna otra forma, parte de la verdad primera:
    Dios" (Cf EN 78).

    Estas palabras del Magisterio son tan bellas, tan
    nobles, pero, ¡qué difíciles son para
    cumplirlas a la hora de la verdad!, porque: en esta hora de la
    historia en que el hombre fabrica sus dioses, en que se levantan
    altares al ídolo del poder, al ídolo del placer,
    encontramos 'sacerdotes' de estas idolatrías y,
    dolorosamente, no faltan en nuestra propia Iglesia.

    La lucha es candente entre el bien y el mal en el mundo
    y en el Pueblo de Dios. ¡Cuánta lucha tenemos que
    sobrellevar por la pureza, por la castidad en nuestra juventud! Pero
    aparece el fabricante de la verdad para destruir lo que la
    Iglesia enseña sobre pureza y castidad;
    ¡cuánto tenemos que luchar por la unidad
    matrimonial! Pero aparece el fabricante de la verdad propia para
    el ídolo del placer por encima de la ley de Dios;
    ¡cuánto tenemos que luchar para defender el
    señorío de Dios sobre la vida! Pero aparece el
    fabricante de la verdad abierta al aborto;
    ¡Cuánto debemos luchar por la unidad de la Iglesia
    fundada por Cristo! Y aparece el fabricante de sectas para
    dividir a los cristianos. Y hay confusión y tropiezan los
    débiles en las piedras de esos altares levantados a los
    ídolos. Pero a pesar de todo, si tenemos una fe grande en
    el Señor, "nadie nos puede separar de El" (Rm
    9,35).

    Por otro lado, el agente evangelizador debe ser un
    "hombre de Iglesia", un hombre capaz de unir más
    día a día a la Iglesia y amarla profundamente.
    Porque dividir una Iglesia, dividir una comunidad o dividir un
    hogar es relativamente fácil. El que se empeña en
    romper siempre lo bello, lo bueno y lo noble, no alcanza
    méritos importantes en la vida. No tiene ningún
    valor lo que
    realiza. Por eso, el obispo, el sacerdote, la religiosa, el laico
    y cualquier agente comprometido, deben luchar por la unidad y la
    fidelidad demostrando así el amor
    invencible que tienen por la Iglesia.

    Hombres de la Iglesia es ser hombre de la unidad. "La
    fuerza de la Evangelización quedará muy debilitada
    si los que anuncian el Evangelio están divididos entre
    sí por tantas clases de rupturas"(EN
    77).¿Cómo vamos a evangelizar al pueblo, si
    mostramos una imagen de gentes
    divididas? De esta manera sólo vamos a sembrar
    escándalos y cizañas en el mundo.

    "Evangelizadores: nosotros debemos ofrecer a los fieles
    de Cristo, la imagen de hombres adultos en la fe, capaces de
    encontrarse más allá de las tensiones reales
    gracias a la búsqueda común, sincera y
    desinteresada de la verdad" (EN 77).

    Concluyamos esta sección recordando una
    condición importante para el buen desempeño del evangelizador en la tarea
    misionera. Esta es la de ser "hombres de la cruz". Esta es una
    situación no muy ambicionada por los hombres del mundo
    actual,inclusive por los obispos y sacerdotes. Todo el mundo
    busca lo más fácil, rápido y cómodo.
    Ser hombres de la cruz es una praxis nacida del encuentro con
    Cristo Salvador, que se situó en un lugar concreto de la
    historia, abajo, optando por los pobres, para abrirlos a la
    esperanza. Ese es su Evangelio, por ello sufrió violencia y
    conoció la muerte. Hoy
    la Nueva Evangelización ve la necesidad cada vez
    más urgente de la proclamación vigorosa del anuncio
    de Jesús muerto y resucitado para nuestra
    salvación, buscando suscitar la adhesión a
    Jesucristo y a su Iglesia de tantos bautizados que viven sin
    energías, su cristianismo,
    alejados de la Iglesia. Pero hasta ahora no hay respuesta
    satisfactoria. Se hace necesario regar con más frecuencia
    la semilla sembrada, con aguas puras del testimonio de cada
    evangelizador."Los hombres de la cruz", son agentes que creen en
    la resurrección de Cristo, por eso luchan, sufren, sudan
    sangre
    proclamando que ¡Jesús vive! y a pesar de que el
    mundo les responde con su dolorosa indiferencia, son alegres y
    tienen mucha esperanza. "Pablo plantó la semilla y Apolo
    regó, Dios le dió el crecimiento"(1Cor 3,5-6). Esta
    es nuestra esperanza y esta es la que nos conforta y fortalece en
    la fe como evangelizador.

    B) NUEVO MODELO DE IGLESIA PARA LA NUEVA
    EVANGELIZACION.

    La Evangelización se concretiza siempre en la
    Iglesia local. Ella se implanta en el corazón de cada
    comunidad como signo e instrumento del Reino de Dios. Por eso, la
    Iglesia local es la que más sufre las diversas
    circunstancias anticristianas que amenazan a las personas y a las
    comunidades: la increencia, disfrazada de corrientes de
    pensamientos, modas o costumbres y, por otro lado, "el
    desconocimiento de la verdad sobre Jesucristo y de las verdades
    fundamentales de la fe de parte de los mismos cristiano"(SD 39).
    Muchos no sólo han perdido la fe, sino también, el
    sentido de pecado. En fin, se nota una abrumadora incoherencia
    entre la fe y la vida, que constituye un feroz desafío
    para la labor evangelizadora de la Iglesia.

    Creemos que una de las preocupaciones más
    prioritarias que desafía a la Iglesia, es la falta de
    credibilidad de la gente hacia la actividad que ella emprende.
    Hoy se escucha decir:"Jesús sí, la Iglesia no".
    Algunos pretenden vivir su fe en independencia
    de cualquier comunidad cristiana, negando así la
    comunión que debe existir entre "Cristo, la Iglesia y la
    Evangelización" (EN 16).

    1. Increencia y Evangelización.

    a) La increencia.

    El fenómeno de la increencia se ha dado en todas
    las épocas de la historia, incluso en las situaciones
    más decididamente sacrales y hasta teocráticas,
    como la que refleja el Antiguo Testamento. Aparecen restos de
    polémicas con los no creyentes, por ejemplo, el insensato
    dice: -"no hay Dios" (Sl 13); o como el escándalo que se
    produce cuando al impío le va bien, mientras al justo le
    llegan apremiantes situaciones de sufrimientos (Cf Sl
    73,12-13).

    Quizás en América Latina, no vamos a
    encontrar una masa grande que radicalmente sea incrédula.
    Pero la gran incoherencia que existe entre la fe y la vida de
    muchas gentes, nos hace pensar un poco más allá:
    ¿será que no hay un carácter
    masivo, de la increencia? Masivo no significa, sin embargo,
    mayoritario, ya que en todos los países latinoamericanos
    de tradición cristiana, los creyentes en Dios siguen
    constituyendo una mayoría muy importante de la población. Aquí sólo queremos
    indicar que el número de los creyentes comprometidos
    disminuye en gran escala con
    relación a los no creyentes. Por otro lado, existe una
    extensión numérica que ha adquirido la presencia de
    los no creyentes en todos los estratos sociales y su
    correspondiente reconocimiento social, cultural y
    político. Todo esto nos da la tentación de hablar
    de una cultura de increencia, como el mayor desafío para
    la Iglesia local.

    Algunos afirman que la Iglesia poco interesa y convence.
    Por eso, le resultará difícil lograr una síntesis
    entre la fe y la cultura. Este juicio es muy rápico y poco
    profundo. Analizando con más seriedad la situación,
    vamos a constatar que "hemos sido transferido de una cultura
    oficialmente confesante a una cultura devotamente increyente".
    Antes, nuestro pueblo estaba envuelto en una cultura oficialmente
    confesante por dos razones: a) había un clima cultural,
    unos presupuestos
    mentales y valorativos que influían en el conjunto de la
    vida, se transmitían en los símbolos y hasta en
    el lenguaje en
    que se expresaban y condicionaban la
    organización social y política, y b) el
    cristianismo
    establecía los sistemas de
    pensamientos, las valoraciones éticas, las creaciones y
    las formas de realización de lo humano.

    Ahora, del monopolio de
    la situación anterior se ha pasado al pluralismo, con una
    tendencia más o menos manifiesta a eliminar las presencias
    socialmente relevantes, para reducir la fe al terreno de las
    convicciones personales y de la conciencia individual: "yo vivo
    mi fe como se me antoja". Con esto el edificio de la comunidad se
    ve violentamente derribado.

    La increencia es un fenómeno que a su vez tiene
    su consecuencia en ascendente evolución. Así vamos a notar que hay
    una difusión de una nueva forma de ser hombre con una
    nueva forma de pensar, que se difunde a través de los medios de
    comunicación social; hay una nueva escala de
    valores; un
    nuevo ethos, nuevas justificaciones de las conductas y nuevas
    mores.

    G. Ebeling, afirma que la fuente del ateísmo
    está relacionada estrechamente con la fe cristiana. "Solo
    donde Dios es creído y proclamado tan radicalmente, puede
    ser negado radicalmente". Aparentemente estas afirmaciones van en
    contra de lo que el Documento de Santo Domingo confiesa:
    "Jesucristo ayer, hoy y siempre". Aunque parece que no. Lo que se
    pretende es dar por agotado y asimilado el cristianismo y trata
    (la increencia) de cumplir con otros medios las
    mismas funciones que el
    cristianismo desempeñaba en beneficio de las personas y de
    la sociedad. De
    ahí que en bastantes de sus formas al menos, la increencia
    actual no sólo intenta eliminar la fe, sino además,
    matar el nervio religioso, arrancar la misma raíz para
    evitar cualquier rebrote. Por ejemplo, rechaza la
    institución religiosa y critica los trabajos realizados
    por ella.

    En fin, para concluir esta parte, vamos a decir que la
    ruptura o la incoherencia entre la fe y la vida no es un problema
    sencillo, al contrario, es muy complejo, detrás hay todo
    un movimiento cultural que los evangelizadores deberán
    saber cómo llegar a encontrar las fuentes.

    b) Tipos de increencias.

    Existen muchas formas de increencias, según Juan
    Martín Velasco, tantas como las personas no creyentes,
    porque cada una pone en ella el sello de su carácter,
    de las circunstancias de su mundo y de los acontecimientos de su
    vida.

    Para clasificar los tipos de increencias, voy a observar
    que, la relación entre fe e increencia no se debe plantear
    en términos de dicotomía y de ruptura total, sino
    más bien, en los de "continuum" en el que resulta
    difícil establecer fronteras. por otro lado, se puede
    afirmar que en un mismo hombre pueden coincidir el justo y el
    pecador -simul justus et peccator- y que en cada creyente puede
    haber a la vez un no creyente y un hombre fiel.

    *La increencia dentro de la religión: si
    decimos que la increencia está solamente en las gentes del
    mundo, fuera de las instituciones
    religiosas, estaríamos cometiendo un error inconciente.
    Porque existen, radicales perversiones dentro de la
    institución en la que necesariamente se encarna la fe,
    manifestada sobre todo en la radical perversión de la
    actitud creyente de los principales responsables. Muchas veces
    critican nuestras debilidades y nuestras fallas. Pero debemos
    reconocer también que hay radicales degeneraciones en
    algunos miembros de la institución sacerdotal, o en
    algunas de las autoridades, que al final se convierten en fuerzas
    al servicio de la incredulidad o de la
    idolatría.

    "¡Ay de los pastores de Israel que se
    apacientan a sí mismos! …Así dice el Señor
    Yavé, aquí estoy yo contra los pastores…yo
    arrancaré mis ovejas de su boca y no serán
    más su presa" ( Ez 34).

    Con frecuencia los propios pastores incentivamos a
    nuestros fieles a creer en mitos y adorar
    imágenes, o manipulamos
    idolátricamente alguna verdad de fe. De esta manera,
    ¿cómo vamos a pretender evangelizar a nuestras
    gentes?, si en el interior de nuestra comunidad eclesial o en la
    vida consagrada demostramos falta de confianza en el
    Señor. Así no vamos a poder revitalizar la fe de
    los demás. No podemos dar la sensación de que
    confiamos más en otros poderes que en el mismo Dios. Por
    ejemplo, priorizamos el dogmatismo, el clericalismo,
    absolutizamos la Iglesia, ambicionamos realidades mundanas tales
    como: el dinero,
    cosas materiales
    etc. Esta es una triste realidad y con esto estamos muy
    próximo a lo que dijo Jesús aludiendo a los
    fariseos: "hagan y cumplan todo lo que dicen, pero no los imiten,
    ya que ellos enseñan y no cumplen"(Mt 23,2-4).

    *La indiferencia religiosa: la cifra de los
    indiferentes es realmente muy elevada. Por lo menos existen tres
    niveles de la indiferencia: primero, están los que se
    caracterizan por una notable frialdad religiosa, que no toman
    partido con ninguna actividad religiosa. Leibniz,la califica de
    "mostruo horroros y esteril, de sistema
    devorador, de fanatismo filosófico, de tumba de la
    inteligencia,
    sepulcro vacío, de desfallecimiento moral y hasta
    de plaga desesperada de la Iglesia". En el segundo nivel
    están aquellas personas que viven en completa
    insensibilidad hacia las cuestiones fundamentales de la vida, es
    un desinterés absoluto. Y en tercer lugar, está la
    indiferencia vivida reflejamente como experiencia del
    vacío que genera resignación al presente,
    conformismo con lo pasajero y lo efímero, fatalismo y, en
    los casos extremos, en el nihilismo, etc.

    *El agnosticismo: aquí describiremos
    solamente la actitud del agnóstico. Esta actitud consiste
    fundamentalmente en instalarse en el horizonte de la finitud.
    Vive tranquilo en la finitud, sin ninguna fe, ni pretende
    tenerla, no está perturbado en sus relaciones con la
    finitud. Poco o nada le interesa la existencia de Dios, porque no
    puede verificarlo y por lo tanto, prescinde de El.

    Para los agentes evangelizadores esta postura humana,
    parece un caso perdido, sin embargo, se abre la posibilidad de
    dialogar con el agnóstico. El no renuncia a algunos de los
    lados inefables de la experiencia como determinadas formas de
    experiencia estética y de valor ético. Por
    ejemplo, él demuestra preocupación por los
    sufrimientos de los demás, lucha contra la injusticia y
    contra la muerte.
    Incentivando estos valores
    sublimemente humanos, quizás se pueda "recuperar en ellos
    el sabor transcendente del totalmente otro".

    *La increencia de signo humanista: este tipo de
    increencia es un enorme malentendido, según el cual la
    afirmación de Dios sólo puede hacerse a costa del
    hombre, de la autonomía de su razón, e incluso, de
    su libertad. Uno de los representantes más calificados es
    Fuerbach. Según él, "el hombre es Dios para el
    hombre" (homo hominis Deus). Solamente negándole a Dios el
    hombre va a adquirir su realización absoluta.

    Como decíamos, esta postura está
    terriblemente equivocada, porque Dios de ninguna manera quiere la
    perdición del hombre, al contrario, ha realizado el mayor
    sacrificio para levantar al hombre del polvo de la miseria, para
    darle una condición digna de ser hijo de Dios.

    c) Líneas de acción.

    Muchos de los que han perdido la fe o se alejaron de la
    Iglesia son bautizados, son hermanos nuestros, "por ello sin
    descuidar la atención de los cercanos, todos los pastores
    deben salir al encuentro de los que están alejados" (SD
    131).

    Las líneas pastorales del Documento de Santo
    Domingo son muy alentadoras y si se las toma con seriedad muchos
    frutos podemos lograr. Hoy en día se hace necesario salir
    al encuentro de los fieles. La Iglesia no puede permanecer
    tranquila con los que la aceptan y siguen con mayor facilidad. A
    ellos se les debe predicar en forma viva y alegre el kerigma. Por
    medio de las visitas domiciliarias y de las misiones populares se
    les puede descubrir la novedad siempre actual de Jesucristo.
    Además se debe aprovechar todos los medios con los
    cuales se cuenta, hasta con los acontecimientos más
    oportunos de la vida del cristiano.

    La Iglesia más que nunca debe comenzar a
    preocuparse de la situación de increencia de los tantos
    bautizados que no viven su condición de tal. Por eso
    necesita realizar una nueva forma de presencia pública.
    Porque el modelo antiguo de la cristiandad, es decir, la
    impregnación aparente por el cristianismo de una sociedad y una
    cultura que se imponga a todos, es inviable y no corresponde a
    los principios de la
    libertad y la personalización que supone el ejercicio de
    la fe, la absoluta gratuidad, y la generosidad que caracteriza a
    la revelación de Dios en Jesucristo.

    La Iglesia para poder recuperar su credibilidad necesita
    ser testigo. Este testimonio trasciende las ideas o doctrinas,
    éstas siempre podrán ser discutidas, hasta la
    existencia del mismo Dios o de Jesús. Lo único
    irrefutable es cuando se presenta vivencias de salvación
    de Dios y cómo El ha cambiado nuestra vida. Esta es una
    luz amarilla para todos los evangelizadores ya que no se puede
    comunicar nada sobre Dios, si no se tiene la experiencia personal
    de El; nadie ya nos va a creer, si no vivimos lo que anunciamos.
    Es bueno pues, comenzar por nuestra propia conversión
    porque es cada vez más urgente la proclamación
    vigorosa del anuncio de Jesús muerto y resucitado para
    nuestra salvación. "Busquemos suscitar la adhesión
    a Jesucristo y a su Iglesia de los tantos bautizados que viven
    sin energías su fe y que se encuentran alejados "(SD
    131).

    2. La unidad de los fieles cristianos.

    "Padre, que todos sean uno, como tú, Padre, en mi
    y yo en Ti, que ellos sean uno en nosotros, para que el mundo
    crea que tú me has enviado" (Jn 17,21). Esta
    súplica de Cristo justifica la denuncia del Concilio
    Vaticano II, al señalar el escándalo de la
    división de los cristianos (Cf UR 1), y nos exige
    encontrar los caminos más eficaces para alcanzar la unidad
    en la verdad.(Cf SD 132).

    Evidentemente el problema de la división en el
    pueblo cristiano, sigue siendo un grave obstáculo para la
    evangelización. Porque nuestro testimonio queda muy
    debilitado al anunciar el Evangelio, además no impartimos
    la seguridad de que somos hombres adultos en la fe. La imagen de
    división entre los mismos cristianos crea un ambiente
    bastante oscura, y "a los que se dirige nuestra
    predicación se muestran perturbados, desorientados y hasta
    escandalizados"(EN 77).

    Además de luchar por la unidad, nosotros los
    agentes de la pastoral debemos saber descubrir las posibles
    causas de la división en el pueblo cristiano. Algunas de
    las raíces más comunes podrían ser:
    querellas doctrinales, polarizaciones ideológicas,
    condenas recíprocas entre cristianos, problemas en las
    instituciones
    humanas y la invasión de las sectas,etc. (Cf
    77).

    a) La división es obra humana.

    El Señor Jesús ha fundado la Iglesia por
    puro amor. Así el quería comunicar a los hombres su
    riqueza y los misterios escondidos desde desde siglos en Dios.
    Nos enseñó y nos dió los elementos
    necesarios para conservar la comunión entre los hermanos
    (el amor, el perdón,la comprensión, la paciencia,
    el diálogo,etc), pero nosotros los hemos ignorado y
    preferimos entrar en conflictos,
    creando la divisón en la Iglesia. "Esta división
    contradice abiertamente a la voluntad de Cristo, es un
    escándalo para el mundo y daña a la causa
    santísima de la predicación del Evangelio a todos
    los hombres"(UR 1). Es prioridad para nosotros buscar la unidad,
    utilizando los medios más adecuados tales como la
    comprensión y el diálogo.

    b) La unidad es obra divina.

    "Existe un nexo íntimo entre Cristo, la Iglesia y
    la Evangelización "(EN 16). Este principio es
    imprescindible en la conciencia evangelizadora del agente
    pastoral. Porque no se puede olvidar que fue Cristo resucitado es
    el que convocó a los apóstoles para formar su
    Iglesia. Por eso, el Papa, los obispos, los sacerdotes y los
    fieles, tenemos la categoría de ser fieles seguidores de
    los apóstoles. Por lo tanto, es nuestra responsabilidad
    vivir en comunión todos los cristianos, porque de la
    fuente de la unidad abreva la suerte de la
    Evangelización.

    En cuanto a nuestro encuentro o reencuentro con los
    hermanos alejados, merece una especial atención. "Con una
    gran sensación de esperanza vemos los esfuerzos que se
    realizan en el mundo cristiano, en orden al establecimiento de la
    unidad"(EN 77). Este esfuerzo debe ser cada vez más
    contínuo y más vehemente. Porque, en cierto
    sentido, hay más personas que buscan la división
    que la unidad.

    Seguidamente vamos a presentar una propuesta que
    según nuestro parecer puede ser eficaz para entrar en
    diálogo con los hermanos dispersos por el mundo. Esta
    es:"la comunión en la pluralidad",siguiendo el pensamiento de
    K.Müller.

    El pluralismo es ciertamente uno de los aspectos de la
    situación social y cultural que más repercute sobre
    la situación religiosa, originando también un
    pluralismo religioso e incluso un pluralismo eclesial. Todas
    estas variantes del pluralismo repercuten sobre el desarrollo de
    la misión evangelizadora.

    Nuestra sociedad latinoamericana, atravieza por una
    situación paradójica, por un lado es pobre y por
    otro, es una sociedad que ha absorbido la evolución cultural de las sociedades
    desarrolladas. Observamos un pluralismo de cosmovisiones,
    valoraciones de la realidad y formas de vidas que caractarizan a
    otras sociedades
    desarrolladas en la mentalidad de nuestros pueblos. A veces sin
    darnos cuenta, las personas plantean desde perspectivas y
    posiciones diferentes los problemas relativos al sentido de la
    vida, al valor y a la totalidad; originando respuestas distintas,
    algunas de las cuales están en contradicción con el
    planteamiento y la respuesta cristiana.

    Admitir la posibilidad de pluralismo puede poner en
    peligro la unidad de la misión evangelizadora, pero
    podemos admitir también que puede conducir al
    descubrimiento del carácter de la opción personal
    de la fe y a la consiguiente personalización de la
    adhesión religiosa. Para ello será necesario
    realizar una correcta formación de las personas que las
    lleve al cultivo de criterios por los valores
    más altos, en lugar de dejarse llevar por el influjo de
    las modas, la presión
    social o los medios de
    comunicación social. Una situación de
    pluralismo puede constituir el mejor medio para vivir la fe de
    forma personal, pero debe ir acompañado de un esfuerzo
    mayor de formación de la conciencia y del conocimiento y
    la justificación de la fe. La pluralidad de ofertas
    religiosas y cosmovisionales exige de los cristianos un esfuerzo
    mayor de fundamentación de la propia fe, por los caminos
    siempre necesarios de la razón, pero sobre todo por el
    camino del testimonio de vida.

    La tarea evangelizadora requiere que se tenga en cuenta
    la pluralidad de situaciones y proponga y exija en cada momento y
    en cada caso, aquello para lo que se está dispuesto y que
    puede ser acogido en cada caso. Aquí se necesita la
    actitud muy valiente del evangelizador, porque él debe
    saber cómo hacer llegar el mensaje evangélico a su
    oyente en cada situación, momentos y culturas que muchas
    veces suelen ser muy propicias:

    "En verdad, que el contenido de la Evangelización
    no lo inventa el evangelizador, ni dispone de él, sino que
    viene dado en su integridad por la revelación. Pero no
    olvidemos el principio de la jerarquía de verdades y
    tengámosla en cuenta a la hora de presentarla a sus
    destinatarios" (UR 11).

    Es decir, si percibimos que hay interés de
    parte de alguna persona sobre cuestiones religiosas, la respuesta
    pastoral debe ser ofrecida de una manera
    pedagógica.

    Para aclarar más esta parte, vamos a decir que,
    hoy día en la Iglesia, el problema de la unidad no
    consiste solamente en las relaciones de la jerarquía.
    Quizás sea lo que menos le interese a la gente y a la
    sociedad actual. La Iglesia se halla habitada por estos tipos de
    personas que de alguna u otra forma influyen en la unidad
    evangelizadora. Por ejemplo tenemos: a los asustados por los
    cambios, que buscan sobre todo seguridad en la doctrina, la
    práctica ritual y moral, lo
    más fija y clara posible; están los que necesitan
    unos símbolos vivos conectados con la propia
    tradición cultural, que encuentran en los gestos de la
    religiosidad popular tradicional; están los desorientados
    e inseguros hasta llegar al borde de la crisis
    psíquica, que buscan en la Iglesia un lugar de relaciones
    personales cálidas y un abrigo donde poder vivir;
    están los entusiasmados con las tareas de
    transformación del mundo, que insisten en la capacidad
    revolucionaria de la fe; están los críticos y los
    dóciles; y tantos otros que no caben en una
    enumeración por larga que la hagamos. Bueno,
    ¿qué podemos hacer pastoralmente con estas
    personas? Al parecer la ansiada unidad dentro de la Iglesia, para
    ser realidad, necesita del tacto y la sabiduría pastoral
    del evangelizador. Para dar equilibrio
    dinámico, que parte de la aceptación cordial de las
    diferentes tendencias, que no identifique a la Iglesia con
    ninguna de ellas y que promueva la convergencia de todas hacia
    una cada vez más perfecta realización del
    cristianismo, en la que terminarán por confluir siendo
    fieles a sus mejores valores y superando sus limitaciones y
    fallas.

    Pensamos que si un pastor realiza en el interior de su
    comunidad este prodigio de equilibrio,
    estaría en las mejores condiciones para responder
    evangelizadoramente al pluralismo social, cultural y religioso.
    Pero este tacto y sabiduría, es también obra
    divina, porque mientras trabajamos para obtener la plena unidad
    de los cristianos, sentimos en nuestras obras correr como
    torrentes de aguas vivas la ayuda y la gracia del Señor,
    "que es nuestra esperanza y esta esperanza no quedará
    fundida" ( Rom 5,5).

    3.Opción por un modelo de Iglesia pobre y
    solidaria.

    Evangelizar es hacer lo que hizo Jesucristo, cuando en
    la sinagoga mostró que vino a evangelizar a los pueblos
    (Cf Lc 4,18-19). El siendo rico se hizo pobre para enriquecernos
    con su pobreza (Cf 2Cor
    8.9). "El nos desafía a dar un testimonio auténtico
    de pobreza
    evangélica en nuestro estilo de vida y en nuestras
    estructuras eclesiales, tal cual como el lo hizo"(SD 178). Este
    desafío implica una opción, que consiste en la
    decisión voluntaria que conduce a encarnarse en el mundo
    de los pobres para asumir con realismo
    histórico su causa de liberación
    integral.

    Para que sea efectiva y eficiente esta opción,
    todos los creyentes, cualquiera que sea nuestra condición
    socio-económica, debemos participar en su
    realización. Inclusive el pobre debe realizarla, aunque a
    él ya no le afecta la exigencia de encarnación
    sociológica o de identificación con el mundo de los
    pobres, poque ya la realiza de antemano. Lo importante
    será que el pobre asuma conciente y activamente la causa
    de los pobres.

    Los agentes de la nueva evangelización debemos,
    ser concientes de esta exigencia, que a la vez es una
    condición necesaria para realizar una auténtica
    evangelización. Debemos ser parte activa de la
    opción que la Iglesia hace para defender y apoyar
    inequívocamente el derecho que el pueblo oprimido y pobre
    tiene a organizarse para luchar al servicio de su
    causa.

    a) Destinatarios de la opción.

    La opción es por los pobres reales, los
    injustamente empobrecidos y desposeidos, pero no aislada, sino
    colectiva y dialécticamente considerados. "Se trata de los
    pobres reales tal como existen y son creados por los mecanismos
    opresores"(Gutierrez). Con ellos la Iglesia busca una
    relación directa e inmediata.

    Nuestro mejor modelo seguirá siendo Jesús.
    El organizó un pequeño movimiento con la
    intención de influir la vida de las aldeas que
    subsistían en Galilea, Betsaida, Cafarnaún, Nazaret
    y Caná. Generalmente no entró en ciudades grandes.
    El campo de acción de Jesús era aquella parte del
    pueblo en donde vivían los pobres, los oprimidos, los
    huérfanos, la viudas, etc. Por eso Jesús es modelo
    para nosotros. Para El los pobres están en su misma
    concepción de Dios (Dios elige a un pueblo pobre). Y,
    paralelamente a eso, los pobres están presentes en lo
    más fundamental de su misión. "He venido para
    anunciar el Reino de Dios a los pobres"(Lc 4,18).

    Es oportuno aclarar, que los pobres a quienes se dirige
    Jesús, son pobres socio-económicos, es decir,
    aquellos para quienes la casa, el hogar, el símbolo de lo
    que es el mínimo de vida, no está asegurado. Estos
    pobres viven con mucha dificultad: la vida (sin seguro
    social), los huérfanos (vivir es duro para ellos), los
    enfermos (no tienen acceso a la salud), el desnudo (que ha
    perdido su dignidad más profunda) y, todos aquellos para
    quienes vivir es una pesada carga.

    b) Contenidos esenciales.

    Algunos de los elementos fundamentales de la
    opción por los pobres, según Antonio Hortelano,
    son:

    1) La ruptura: cambio de
    lugar físico o social. Se trata de una ruptura que
    corresponde lógicamente a los que, sin ser inicialmente
    pobres, optan por serlo, para un servicio mejor a la causa del
    pobre.

    2) Encarnación o identificación: se
    expresa en ir a la periferia salir al encuentro del otro, entrar
    en el mundo del pobre, y asumirlo como propio. Se trata de una
    conversión inicial y tiene carácter
    contínuo, y va del vivir con los pobres, para los pobres
    hasta el vivir como pobre.

    3) Asunción conciente y activa de la causa de
    los pobres:
    solidaridad
    activa con las luchas y prácticas populares, defensa
    activa de los derechos de los pobres,
    compromiso con su liberación integral, afirmación
    incondicional de la vida y rechazo incondicional de la
    injusticia…hasta que se haga realidad la praxis
    histórica de liberación.

    4) Asunción del destino propio de los
    pobres:
    es muy fácil corregir los errores desde afuera
    en un partido de fútbol, entrar adentro, integrarse a los
    compañeros y luchar desde allí, es una cosa
    distinta. Para que una encarnación sea auténtica en
    el mundo de los pobres y de la defensa de su causa se debe asumir
    también el destino propio de los pobres. Si se ha de
    llegar al martirio, pues, que se llegue. A Jesús la causa
    de los pobres le llevó hasta la muerte, y muerte de cruz.
    Por eso, el evangelizador vive la cruz en la vida cristiana en
    conexión conciente y explícita con el seguimiento
    de Jesús. De este modo, la cruz lleva una a
    comunión y solidaridad con
    los que sufren y propicia una actitud de superación
    personal y social para que desaperezcan: la injusticia, el
    hambre, la opresión estructuralizada, la violación
    de los derechos
    humanos, etc.

    c) Característica de la opción por los
    pobres.

    La Evangelización debe tener siempre
    carácter universal, pero cuando la Iglesia realiza una
    opción, todos los evangelizadores debemos asumirla con
    mucha responsabilidad. La opción por los pobres tiene dos
    características fundamentales que ahora
    vamos a presentar y posteriormente vamos a hablar en forma
    más detenida sobre la segunda.

    Preferencial: decíamos que el mensaje cristiano
    tiene un carácter universal, pero destacamos al mismo
    tiempo que tal universalidad sólo se puede afirmar y
    realizar evangélicamente desde la particularidad de los
    pobres."Quiere decir que nadie debe sentirse exluido de una
    Iglesia con esa opción, pero que nadie puede pretender ser
    incluido en la Iglesia sin esa opción".

    Los obispos de Latinoamerica
    tomaron muy en serio esta línea y presentan la
    opción por los pobres, como algo esencial al cristianismo,
    mostrándola como elemento que "no es extraño a la
    Evangelización"(EN 30). Por eso desde la Conferencia
    Medellín viene evolucionando cada día más la
    entrega de toda la Iglesia hacia la consecución de esa
    opción. Y en la Conferencia de Puebla aparece con mucha
    más fuerza, ya que no sólo encontramos la
    opción por los pobres a lo largo del documento, sino que
    le ha dedicado un capítulo con el título de
    "opción preferencial"(DP 1134ss). Y llegamos hasta la
    Conferencia de Santo Domingo, para "descubrir en los rostros
    sufrientes de los pobres el rostro del Señor ( Mt
    25,31-46) como algo que desafía a todos los cristianos a
    una profunda conversión personal y eclesial" (SD 178).
    Esta es una preocupación que nunca podía estar
    ausente en una conferencia auténticamente latinoamericana.
    En el mismo número podemos encontrar otra
    afirmación que tiene más fuerza todavía: "en
    continuidad con Medellín y Puebla, la Iglesia reafirma la
    opción preferencial en favor de los pobres. Una
    opción no exclusiva ni excluyente…basada en la Palabra
    de Dios" (SD 178). Así vemos también que en el
    Documento de Santo Domingo la opción es firme e
    irrevocable.

    ¿Qué es lo que se pretende con la
    opción en favor de los pobres? A nuestro parecer, lo que
    se pretende es tener en cuenta, el modo cómo Jesús
    asumió su misión evangelizadora. Sin buscar una
    imitación literal de Jesús, que vivió en
    otras épocas y en otras circunstancias; se busca trabajar
    por lo que El trabajó, dispuesto a pasar por lo que El
    pasó: incomprensión, persecución, muerte,
    que desembocan en la resurrección. El seguimiento de
    Jesús es esencial al cristianismo, y este esfuerzo de
    seguimiento del Jesús de la historia desde nuestra
    historia, en un compromiso liberador como el suyo, lleva a un
    encuentro con Jesús a quien se siente cercano y presente,
    "en el corazón de América Latina" (DP
    9).

    Solidaria: este término deslinda el sentido de la
    opción, quitándole posibles ambigüedades y el
    sabor de inclinación paternal al pobre que algunos
    pudieran atribuirle. De este modo, se acentúa más
    bien, un compromiso real con los sufrimientos y las
    alegrías, las luchas contra la injusticia y los anhelos de
    liberación de los pobres .

    Durante mucho tiempo, la Iglesia se juntó con los
    poderosos para brindar una atención o asistencia a los
    pobres desde arriba, sin considerar su situación integral.
    Hasta ahora muchos católicos en Paraguay realizan este
    acto de caridad, pretendiendo así cumplir con los
    compromisos cristianos. Este es un desafío para nosotros.
    Porque abrirse a los pobres significa algo más que
    servirles, atender sus necesidades y tratar de remediarlos,
    aunque ciertamente lo suponga. La Iglesia debe hacerse habitable
    para los pobres, apreciando los valores
    personales que poseen y estimando en lo mucho lo que valen sus
    culturas injustamente marginadas del concierto del
    mundo.

    El evangelizador debe ser pues, solidario con el pobre,
    sólo así amará al hermano en la realidad en
    que él vive. Sólo así ayudará al
    hermano de un modo eficiente. La solidaridad significa llevar una
    situación hasta las últimas consecuencias.
    Jesús es nuestro modelo de siempre. El es la solidaridad
    de Dios en persona, la solidaridad que llevó su
    misión hasta el final.

    El Documento de Santo Domingo nos invita a:

    "asumir con decisión renovada la opción
    evangélica y preferencial por los pobres, siguiendo el
    ejemplo y las palabras del Señor Jesús, con plena
    confianza en Dios, austeridad de vida y participación de
    bienes" (SD
    180).

    4) Un modelo de Iglesia: la Iglesia de la
    Solidaridad.

    Para que la Iglesia pueda hacer de verdad habitable para
    los pobres deberá aún realizar notables
    renuncias.

    Para los agentes evangelizadores latinoamericanos la
    presentación de una Iglesia solidaria para los creyentes
    es crucial. Porque la Iglesia debe absorber a los hombres, no los
    hombres sometérsele. Debemos dejar un poco de lado la
    frialdad de la Iglesia intelectual, para construir el nuevo
    modelo de la Iglesia de la Nueva Evangelización: "La
    Iglesia de la solidaridad".

    a) Una Iglesia con un nuevo rostro.

    En época de Juan XXIII, se hablaba del
    aggiornamento de la Iglesia y llegó a penetrar en la
    comunidad eclesial .Y Pablo VI afirmaba que era urgente "limpiar
    y rejuvenecer el rostro de la Iglesia… para infundir nuevo
    vigor espiritual en el Cuerpo místico de Cristo en cuanto
    sociedad visible" (ES 39).

    Medellín aborda este tema proponiendo:

    "el rostro de una Iglesia auténticamente pobre,
    misionera y pascual, desligada de todo poder temporal y
    audazmente comprometida en la liberación de todo el hombre
    y de todos los hombres" ( DM Juventud
    15).

    Puebla por su parte, insiste en que:

    "cada comunidad eclesial debería esforzarse por
    constituir para el continente un ejemplo de modo de convivencia
    donde logren aunarse la libertad y la solidaridad. Donde la
    autoridad se
    ejerce con el espíritu del Buen Pastor" ( DP
    273)

    Este es el modelo adecuado que la Iglesia
    Latinoamericana nos propone para la promoción de un nuevo
    tipo de sociedad más humana.

    Juan Pablo II, en la misma línea vuelve a
    insistir en el mismo tema al proponer el proyecto de la Nueva
    Evangelización. Habla del nuevo modelo de la Iglesia
    simultáneamente como condición y como objetivo de
    la Nueva Evngelización:

    "Esta nueva evangelización, está destinada
    a la formación de comunidades eclesiales maduras, en las
    cuales la fe consiga liberar y realizar todo su originario
    significado de adhesión a la persona de Cristo y a su
    Evangelio, de encuentro y de comunión sacramental con El,
    de existencia vivida en la caridad y en el servicio" ( CH
    34).

    ¿Por qué estamos insistiendo tanto en el
    nuevo modelo de la Iglesia? Porque una Iglesia que se propone ser
    evangelizadora de una cultura, en la que presida el valor de una
    solidaridad, promotora de liberación y de fraternidad, por
    exigencias testimoniales y pedagógicas ha de ser un modelo
    de solidaridad.

    Por otro lado, el nuevo modelo de la Iglesia exige tener
    en cuenta algunos puntos de referencias: primero, precisar el
    objetivo específico pretendido por la Iglesia en el
    contexto de su misión evangelizadora, en este caso es la
    solidaridad; en segundo lugar, es preciso revisar las
    instituciones y las estructuras modificables de la Iglesia. A
    estos puntos es preciso añadir un principal punto de
    referencia que es el de "infundir nuevo vigor espiritual en el
    cuerpo místico de Cristo" (ES 39),"el de promover mayor
    fervor en las comunidades y mayores niveles de santidad, abierta
    a nuevas expresiones" (EN 80).

    Creo que el principal desafío de este nuevo
    modelo eclesial recae directamente sobre cada uno de los
    evangelizadores. Es evidente que la Iglesia es objetivamente
    Santa por la presencia contínua del Espíritu Santo,
    pero ha de tener como preocupación primordial la santidad
    subjetiva. No puede haber Iglesia solidaria sin miembros
    solidarios. Si los evangelizadores no son solidarios, estamos
    ante una Iglesia enferma, pero si hay solidaridad,la Iglesia se
    encuentra evangélicamente sana. Con esto queremos decir
    que, desde el horizonte de la solidaridad podemos alcanzar una
    comprensión más evangélica y profunda de la
    realidad esencial de la Iglesia y de sus estructuras
    fundamentales, que nos ayuden a impulsar la solidaridad de la
    Iglesia, exigida e impulsada por la caridad, a niveles de
    testimonio admirable ante el mundo.

    b)Una Iglesia inculturada.

    Otro aspecto de la solidaridad de la Iglesia con las
    culturas y los pueblos, es la "inculturación." Pablo VI
    insistió sobre esta exigencia, adecuada al pensamiento de
    Cristo y a la sensibilidad del hombre de hoy. Juan Pablo II
    fortalece este movimiento conectándolo con la
    denámica del misterio de la Encarnación: "el
    término inculturación expresa muy bien uno de los
    componentes del gran misterio de la Encarnación"( CT 53;
    AG 22).

    Desde la Conferencia de Santo Domingo se habla de este
    tema de una forma clara y profunda:

    "A una crisis
    cultural… se presenta a la Iglesia un desafío gigantesco
    para una Nueva Evangelización, al cual se propone
    responder con el esfuerzo de la inculturación del
    Evangelio, a la luz de los tres grandes misterios de
    salvación: Navidad,
    Pascua y,Pentecostés" ( SD 220).

    La Iglesia pretende realizar la inculturación con
    sumo cuidado, atendiendo a uno de los derechos fundamentales del
    hombre, que es la libertad religiosa. De esta manera está
    dando gran paso y está borrando aquella imagen de las
    épocas de cristiandad en que aparecía como una
    autoridad que
    imponía a la sociedad su poder coactivante.

    Otro aspecto que la Iglesia cuida para inculturar el
    Evangelio es el diálogo entre las culturas,es decir, entre
    los pueblos entre sí. Se habla inclusive de la posibilidad
    de hacer un diálogo entre las iglesias inculturadas de los
    diferentes pueblos: "Por la inculturación la Iglesia
    encarna el Evangelio en las diversas culturas, transmitiendo a
    las mismas sus propios valores, asumiendo lo bueno, y
    renovándolo desde dentro"(SD 22o). Además, se habla
    de la posibilidad de realizar un auténtico diálogo
    intercultural, por medio de un respetuoso encuentro entre la
    Iglesia y las culturas autóctonas.

    La exigencia de la inculturación implica sembrar
    en las propias culturas de los pueblos la Palabra de Dios como
    una semilla que "al germinar, absorbe el jugo de la tierra buena,
    regada con el rocío celestial, transformada y asimilada
    para dar al fin fruto abundante" (AG 22). En fin, son muchas las
    exigencias para el evangelizador. Y una cosa que nunca debemos
    olvidar es la exigencia máxima de la inculturación
    que es: la asunción de la historia de los pueblos, esto es
    asumir la pobreza del
    pueblo y amar incondicionalmente a cada uno de sus
    miembros.

    La importancia primordial del testimonio para la
    Evangelización es indudable. Insistimos que en gran medida
    la gran tarea de la Nueva Evangelización será
    llevada a cabo, gracias al esfuerzo de toda la Iglesia. Pero se
    necesita que los evangelizadores estemos unidos y ofrezcamos
    testimonios de esa unidad. El mundo está colmado de
    divisiones, de culturas corrompidas, de ambiciones desmedidas y
    por la competitividad
    del poder. Allí la Iglesia y desde sus propias comunidades
    ha de ofrecer el testimonio gozoso de una convivencia en la que
    sobresale la solidaridad, la alegría de la generosidad, de
    la pobreza
    evangélica y, la actitud del servicio, como fruto de la fe
    comprometida en Jesucristo.

    Ser promotor de la Nueva Evangelización
    además del testimonio de vida, exige que se abra espacio a
    la participación en las actividades a ser desarrolladas.
    Hoy el sacerdote no puede ya contar con una Iglesia benefactora
    que sólo brinda asistencia a los pobres, que reparte los
    sacramentos. Hoy se necesita de una Iglesia que educa a la gente
    a liberarse de su pobreza, para que se haga sujeto de su propia
    liberación. La gente tiene que aprender a ser Iglesia,
    sujeto que ama la Iglesia y participa de todas las actividades
    posibles. Para ello es necesario que el evangelizador realice
    renuncias insospechadas, se despoje de su condición de
    persona privilegiada en la sociedad para comenzar a
    empuñar la lucha por los derechos en favor de los
    campesinos, para comenzar a conocer mejor la realidad de los
    jóvenes, a pasar horas con el moribundo y por sobre todas
    las cosas, amar infinitamente su trabajo, "es decir, estar con
    ellos".

    El contenido de la Nueva Evangelización es
    siempre Jesucristo, pero hoy se hace necesario anunciar el
    mensaje de salvación con un nuevo fervor, con un método
    participativo y con una expresión nueva. En definitiva, el
    evangelizador debe hacer un esfuerzo de encarnación, un
    esfuerzo para darse a entender por todos los medios que tiene a
    su alcance, adaptarse continuamente a sus oyentes, ha de meterse
    en la piel de los
    otros para poder llegar, a sentir y a ser como ellos. Y no
    olvidar que Jesucristo está con nosotros desde ayer,
    permanece hoy y nos acompañará por
    siempre.

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