La inserción de niños discapacitados en la educación física. El alumno no vidente
El niño ciego no es un vidente que carece de
visión. Su manera de percibir el mundo que él mismo
elabora no es igual a la de un niño normal privado de
vista.
Alrededor del 80% de la información recibida del entorno se
adquiere por vía visual; teniendo en cuenta esto podemos
hacernos una idea de la cantidad de información que deja de recibirse cuando no
se dispone de ese sentido.
La información que nos aporte cualquier otro
sentido es siempre más restringida y parcial. El ojo
proporciona al cerebro
sensaciones que le permiten interpretar: color,
tamaño, distancia y también seguir el movimiento
mientras el cuerpo permanece estático.
La percepción
visual es la capacidad de interpretar lo que se ve, la habilidad
para procesar y comprender toda la información recibida a
través del sentido de la vista.
Tanto la deficiencia visual como su percepción
van a incidir en el desarrollo
espacial y psicomotor del deficiente visual. Supone analizar
objetos, distinguir sus componentes fundamentales, comprender la
relación entre elementos y la posibilidad de llevar a cabo
una integración del conjunto de informaciones
en un todo que tenga significado para el sujeto. La
percepción visual es un proceso
decisivo que se relaciona más con la capacidad de aprendizaje del
niño que con su condición visual.
La percepción visual tiene cinco facultades
básicas:
- Coordinación viso-motriz
- Percepción figura-fondo.
- Constancia perceptual.
- Posición en el espacio.
- Relaciones espaciales
El proceso de
desarrollo
perceptivo visual tiene lugar de manera gradual, es decir, sigue
un orden progresivo.
En el niño pequeño la
organización perceptivo-visual depende de dos
factores: por un lado, su poca desarrollada inteligencia,
por el otro, la falta de perfección de su aparato visual,
el cual sufre una evolución importante durante el primer
año de vida, y se va perfeccionando paulatinamente en
años sucesivos.
Cabe distinguir tres tipos de niños
con discapacidad
visual: el niño ciego de nacimiento, que
lógicamente no ha dispuesto de la visión durante el
período sensoriomotor; el ciego tardío que cuenta
con experiencias visuales; y el niño de baja visión
que nunca ha visto con nitidez la realidad que lo
rodea.
La presencia de anomalías en alguno de los
componentes del sistema visual
dan lugar a perturbaciones más o menos significativas en
los diferentes aspectos que integran la visión: agudeza
visual disminuida, alteraciones del campo visual y
anomalías relacionadas con la percepción de los
colores o con la
adaptación a las condiciones de iluminación ambiental. Estas
anomalías determinan una visión subnormal que puede
clasificarse de la siguiente manera:
- Ciego total: ausencia total de visión o
simple percepción luminosa. - Ciego parcial: resto visual que permite la
orientación a la luz - Ambliope profundo: resto visual que permite
definir volúmenes y percibir colores - Ambliope propiamente dicho: visión de
cerca que permite una escolarización con métodos
pedagógicos particulares
Por otro lado, en identificación con las características educacionales de los
sujetos de baja visión, es posible establecer 4 grupos:
NIVELES DE DISCAPACIDAD
VISUAL / CARACTERÍTICAS EDUCACIONALES
Ceguera: Carencia de visión o solo
percepción de luz.
Discapacidad visual profunda: dificultad para
realizar tareas visuales gruesas
Discapacidad visual severa: Posibilidad de
realizar tareas visuales con inexactitudes, requiriendo
adecuaciones.
Discapacidad visual moderada: Posibilidad de
realizar tareas visuales con el empleo de
ayudas e iluminación adecuadas.
El niño deficiente visual grave está
sujeto a un proceso de desarrollo normal desde el
punto de vista fisiológico, pero parece que sufre
un cierto retraso evolutivo que puede ser causado por el propio
déficit.
Los estudios causados sobre diversos aspectos del
desarrollo muestran que la presencia de visión contribuye
significativamente en la manera en que los niños
evolucionen.
En los niños ciegos el desarrollo puede ser
más difícil y requerir más tiempo, aunque
puede producirse con éxito.
El niño deficiente visual grave acrece de
experiencias pasivas coma la repetición y
verificación de conceptos y asimilación de
cómo es el mundo que lo rodea, la visión de otras
personas cuando se le acercan y la posibilidad de seguirlas con
la mirada, la participación activa en la vida social, la
oportunidad de analizar lo que sucede a su alrededor, etc.;
necesitando para compensar su déficit el aporte de los
demás sistemas
sensoriales.
En cuanto al desarrollo cognitivo, los procesos del
sujeto ciego con respecto al vidente son diferentes y por
supuesto más lentos, aunque el niño tenga la
suficiente estimulación y la necesaria voluntad como para
tocar los objetos o prestar una mayor atención a los sonidos del
entorno.
El conocimiento
de los esquemas corporales normales del desarrollo y aprendizaje puede
permitirnos señalar los aspectos que son más
factibles de quedar afectados en los sujetos deficientes
visuales.
En el área de Educación Física, existen
algunas cuestiones del aprendizaje a las que se les
debería prestar especial atención en el niño deficiente
visual:
- Recepción e interpretación de la
información (aprendizaje sensorial): lo que un
niño siente, oye, ve, gusta y huele es almacenado y
asimilado constituyéndose en modelos
y esquemas cognitivos que se adecuan al medio.El movimiento permite al cuerpo relacionarse
con el espacio, las personas, los objetos, facilita la
integración sensoriomotriz esencial
para el desarrollo perceptivo. Es una capacidad fundamental
a través de la que el niño comienza a definir
sus posibilidades y limitaciones con relación al
espacio. A través del movimiento el niño con
poca a ninguna visión puede ir tomando conciencia del mundo que lo
rodea. - Aprendizaje de esquemas motrices: desde el
momento del nacimiento, todo niño pequeño
realiza numerosos movimientos rítmicos involuntarios,
debido en parte a un estímulo interno biológico
pero también como un medio para utilizar los
músculos para que crezcan. Incluso estos movimientos
involuntarios contribuyen a muy temprana edad al desarrollo
de esquemas motrices. - Aprendizaje a través de la
imitación: desde los primeros momentos el
niño está motivado por la observación de las personas que le
rodean, por lo cual al carecer de visión, es mucho
más difícil y a veces hasta imposible imitar
las acciones
de los demás a través de otros sentidos. Las
niños ciegos no pueden aprender, consciente o
inconscientemente, de las actividades que los otros realizan
y que llegan espontáneamente al niño
vidente. - Autoevaluación y control de
las propias acciones y
sus resultados: el hecho de comprobar los resultados de
sus propias acciones durante y después de su
realización es la mejor forma de aprender su
ejecución correcta. El déficit visual provoca
un retraso en la percepción de "sí mismo" como
agente provocador de acciones, puesto que, cuando el
niño no puede ver, generalmente no tiene elementos
suficientes para comprender los consecuencias de su
acción, excepto si se produce un sonido.
El desarrollo psicomotor en el sujeto ciego sufre un
desfase como consecuencia de percibir el medio de un modo
incompleto.
Esas diferencias evolutivas suelen provocar en los
niños deficientes visuales un retraso de entre dos y
cuatro años.
Debemos tener en cuenta que el movimiento en
niños ciegos ocurre a un ritmo normal siempre que se
proporcionen las necesarias ayudas para orientarse solos en el
ambiente y
para moverse adecuadamente. Además, los niños
ciegos desarrollan ciertas habilidades motrices a la misma edad
que los niños videntes, sin embargo, otras están
considerablemente atrasadas, fundamentalmente las posturas y los
movimientos que el niño debe iniciar por sí mismo;
por ejemplo, levantarse cuando está tumbado boca abajo o
sentado. En el niño vidente el desarrollo de estos
movimientos surge de la curiosidad visual.
En el desarrollo senso-motor del
niño ciego se suelen presentar algunos aspectos
especialmente dificultosos. Estos son: conocimiento
del propio cuerpo, conocimiento, estructuración y organización espacial, conducta motriz
imitativa, control de
ejecuciones motrices y adquisición de habilidades
motrices.
Me detendré especialmente en los últimos
cuatro mencionados.
- Conocimiento, estructuración y organización espacial: El
niño ciego, no puede adquirir de forma
espontánea los conceptos espaciales, a no ser que se
le hayan ofrecido oportunidades de hacerlo mediante una
adecuada estimulación desde las primeras etapas
evolutivas. Para ello, es de gran importancia para el
niño ciego el desarrollo de conceptos espaciales y
el
conocimiento del espacio. Se requiere un buen
conocimiento del espacio (conceptos de posición,
ubicación, dirección y distancia) antes de que el
niño ciego pueda aprender la forma de movilizarse por
si mismo. Estos niños tienen dificultad para adquirir
conceptos sobre orientación en el espacio, necesarios
para lograr eficiencia en
los movimientos locomotrices y en la movilidad independiente.
Para potenciar en el niño ciego el desarrollo de la
capacidad de organizar su espacio, es necesario realizar un
programa de
actividades motrices en que se incluyan actividades y
ejercicios para el desarrollo de conceptos espaciales, desde
el momento de su escolarización, e incluso antes. Por
ello, se deberían enseñar los métodos adecuados para la
adquisición de conceptos sobre el espacio, a
través de programas
especiales, y desde edades tempranas. - Conducta motriz imitativa: El desarrollo
motor se
realiza más rápidamente cuando se llevan a cabo
acciones que integran visión y movimiento. Debido a
esta fuerte relación (visión-movimiento), los
niños sin visión o con visión disminuida
necesitan tener estímulos sustitutivos. Deben ser
capaces de usar el movimiento como complemento a la
información sensorial y así poder
comprender y aclarar la información que reciben del
mundo confuso que les rodea. - Control de la ejecución motriz: El
niño ciego carece de la posibilidad de conocer las
consecuencias de sus acciones y, de éstas aprender
qué acciones repetir y cuales no hacer de nuevo.
Cuando el niño no percibe el resultado de sus
movimientos se produce un atraso en la realización de
las acciones intencionadas, el adulto debe ayudar al
niño en estas acciones para que las ejecute con mayor
precisión. - Adquisición de habilidades motrices
(esquemas motrices): El movimiento permite al niño
relacionarse con el espacio, las personas y los objetos, y
facilita la integración sensoriomotriz esencial para
el desarrollo perceptivo. A través del movimiento el
niño con poca o ninguna visión puede ir tomando
conciencia
del mundo que le rodea. La integración interna de los
esquemas motrices necesitará reemplazar los
estímulos externos que llegan por la visión. En
el niño deficiente visual grave, el
aprendizaje de habilidades motrices y la formación
de patrones de movimiento, sigue una progresión
diferente a la del niño vidente, la secuencia de
aprendizaje va de lo específico a lo general antes que
de lo general a lo especifico. Al igual ocurre en otro tipo
de habilidades, los niños deficientes visuales graves
y ciegos presentan una evolución más lenta en el
desarrollo de habilidades motrices, requieren de modelos
concretos a reproducir, se mueven con más lentitud y
requieren practicar más que los niños con
visión para lograr una determinada habilidad. Esta
mayor lentitud se observa sobre todo en los aspectos
relacionadas con la postura, la marcha, la fuerza del
tronco y extremidades, la flexibilidad, la rotación
del cuerpo y los movimientos coordinados del tronco y las
extremidades. El retraso en el niño deficiente visual
para la adquisición de habilidades motoras se atribuye
a una variedad de factores: la imposibilidad de utilizar la
vista como estímulo para el movimiento, la menor
cantidad y calidad de
oportunidades para experimentar el movimiento (frecuente
desconocimiento de sus capacidades motrices). El niño
ciego que no es motivado y estimulado para que explore su
entorno y llegue a los objetos o al estimulo auditivo, se
contenta con actividades pasivas o prefiere ser guiado para
la realización de cualquier actividad motriz que pueda
conectarlo con le espacio.
¿Qué pasa con el control
postural?
La postura es el resultado de la interacción de
los movimientos de la cabeza, el torso y los miembros para
mantener el equilibrio, de
la orientación a la gravedad y del ajuste a la
aceleración. El correcto control del ajuste postural no
está condicionado únicamente por la propia construcción del cuerpo y por la manera en
que se mueve, sino que también se ve influenciada por los
características del mundo físico en que se
desenvuelve el sujeto. De ahí las dificultades que con
frecuencia suelen presentar los niños ciegos para el
control postural.
En los sujetos ciegos no es raro encontrarnos con
balanceos del cuerpo con apoyos sucesivos de los pies,
igualmente, en muchas ocasiones, el niño ciego es remiso
al movimiento, motivado por el miedo al ambiente
desconocido, provocando un sedentarismo bastante común
entre los niños con esta patología
¿Qué sucede con la
equilibración?
El equilibrio es
otro aspecto importante en la postura. Las habilidades y
destrezas que implican situaciones de equilibrio se basan
fundamentalmente, en la interiorización de los ajustes
posturales y de las posiciones del cuerpo con respecto a los
objetos y el espacio, de esta forma se llevan a cabo
rectificaciones en las posiciones y en la situación del
centro de gravedad respecto al ambiente que lo rodea.
La posición del cuerpo se percibe, se controla y
se perfecciona, sobre todo, a través de mecanismos
cinestésicos. En estos mecanismos la visión juega
un papel muy
importante para lograr una actitud
postural adecuada.
Un niño ciego no puede ver el posible peligro.
Por ello, suele usar una base de apoyo amplia para evitar caerse
al tropezar con los obstáculos. El niño ciego, al
igual que el niño pequeño que ve, suele separar
mucho sus pies, dando pasos pequeños, adoptando, a menudo,
una actitud
postural incorrecta.
Al cambiar el centro de gravedad, el cuerpo queda fuera
de la base de apoyo y el equilibrio se pierde. El niño
ciego aprende que una base de apoyo amplia le
proporcionará mayor sustentación y una menor
posibilidad de perder el equilibrio. Una postura incorrecta
podría describirse de la siguiente manera: de pie, con los
pies con una separación mayor a la anchura de las caderas
y el peso corporal cayendo sobre el empeine interno de los
pies.
¿Qué ocurre con el
desplazamiento?
Son los movimientos auto iniciados los que parecen estar
retrasados en el niño ciego, debido a la influencia de la
visión en este aspecto.
Una vez que dominan la capacidad de desplazarse,
perfeccionan habilidades para dirigirse hacia los sonidos. Al
acercarse a la fuente del sonido,
éste se hace más intenso, lo que refuerza la
relación objeto-sonido, aumentando la capacidad motivadora
del desplazamiento.
Es habitual observar la actitud de pies planos en un
niño ciego. La forma de andar características que,
presentan habitualmente los niños ciegos se debe a una
actitud de base de apoya amplia, pues, el cuerpo debe cambiar su
peso de un lado otro con cada paso, siendo muy significativo el
movimiento de balanceo lateral del cuerpo. Esta actitud permite
un movimiento rápido y puede dar lugar a tensiones en las
articulaciones y
restricciones en su uso.
Los niños ciegos pequeños se desplazan y
corren con mayor libertad
cuando conocen y tienen confianza en el espacio físico por
el que se desplazan. Igualmente, cuando se sienten seguros en
ambientes y situaciones conocidas, participan más
activamente en tareas que implican movimiento.
¿Y con los lanzamientos y las
recepciones?
El niño ciego presenta grandes dificultades en el
dominio de
estas habilidades. Aunque posee las capacidades y potencialidades
para la ejecución de los movimientos (agarrar el objeto,
flexionar y extender los brazos, impulsarlos, lanzar una pelota,
etc.), es muy raro que estas habilidades estén
perfeccionadas.
Por ello, con una ejercitación en los movimientos
adecuados se lograría un mayor dominio de los
movimientos.
LA PRÁCTICA DE
ACTIVIDAD MOTRIZ EN LOS ALUMNOS DEFICIENTES
VISUALES
El padecimiento de deficiencia visual o ceguera,
ocasiona dificultades en cuanto a la comprensión e
interiorización del esquema corporal, fundamentalmente por
la dificultad de asumir modelos de referencia, de ahí la
necesidad de fomentar la adquisición en el niño de
la mayor cantidad posible de experiencias sensoriales y
corporales.
El niño ciego debe tener oportunidades para
realizar actividades físicas, que le permitan disfrutar
con el movimiento y que le den posibilidades de interactuar con
los otros niños en actividades de tipo cooperativo. La
practica de la actividad física
contribuirá a la participación responsable e
independiente en un "mundo de videntes". Por ello, deben ser
llevadas a cabo en contacto con las "personas que ven", de manera
que se desarrolle la capacidad de interactuar con lo demás
de una forma fácil y espontánea.
Algunas consideraciones
metodológicas.
En general, a la hora de abordar el trabajo en
el área de Educación
Física se han de considerar una serie de cuestiones
metodológicas:
- Comprobar que los alumnos reciben el
mensaje: - ubicación y localización de la
posición del profesor, - claridad, concreción de los mensajes,
procurando el mayor nivel de descripción - el lenguaje
ha de ser claro, adecuado a la edad y nivel de desarrollo
del niño, - las interacciones han de ser cortas y concretas,
fáciles de entender, - evitar actitudes paternalistas y sobre
protectoras, - prever las necesidades del material, planificando
su ubicación e información al alumno de la
misma.
- ubicación y localización de la
- Modificar las tareas:
- Conocer las capacidades y limitaciones de los
alumnos, evaluando sus potencialidades, experiencia y
niveles de habilidad previos - Comenzar el
aprendizaje por aquellas tareas que le resulten
más motivadoras - Destacar los objetos con colores vivos y elevados
contrastes - Utilizar señales acústicas que
ayuden a la orientación y a la localización
de los objetos. - Uso de protectores de gafas
- Previsión de buena iluminación en
el caso de deficientes visuales graves - Contar con la colaboración del resto de
los alumnos, utilizando métodos como la enseñanza
recíproca. - Conceder un papel
fundamental a la ejercitación y
experimentación, ofreciendo una práctica
abundante. - Favorecer las habilidades de coordinación
audio-kinestésica - Analizar las tareas antes de
modificarlas
- Conocer las capacidades y limitaciones de los
- TORO BUENO, S. Y OTROS (1998) Educación física para
niños y niñas con necesidades educativas
especiales. Ediciones Aljibe. Buenos
Aires.
G. Macarena Goñi
Educación Física en el Nivel
Inicial