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El adulto mayor en el Perú




Enviado por halamasrojas



    El adulto mayor en el
    Perú

    1. Modelo de
      desarrollo
    2. La noción de
      Vulnerabilidad Social
    3. Los Grupos
      Vulnerables
    4. El enfoque de
      resiliencia
    5. Calidad de
      vida
    6. Algunas notas sobre la sociedad
      peruana
    7. Tendencia
      demográfica
    8. Mitos respecto a la
      vejez
    9. Intervención
      psicosocial
    10. Perfil de competencias del
      interventor

    1.Modelo de
    desarrollo

    América Latina se ha comprometido con un modelo de
    desarrollo
    incompleto porque se ha centrado en la estabilidad
    macroeconómica de corto y mediano plazo, dejando de lado
    problemas
    estructurales, entre los cuales la equidad es el más
    apremiante. En los países de América
    Latina y el Caribe, sobre todo las del sector popular
    constituyen el núcleo en torno del cual se
    organiza la familia,
    funcionan como dispensadoras de cuidados de sus hijos y de sus
    padres mayores, son amas de casa, entendiéndose por ello
    una suma de tareas cotidianas, aplicadoras de disciplina,
    sostén emocional de la familia y a
    menudo las que deben adoptar decisiones. Por lo menos una tercera
    parte de la población de ingresos
    más bajos en América
    Latina y el Caribe se ha mantenido a flote debido a que las
    mujeres pobres han trabajado más intensamente y durante
    más horas.

    Dado que los roles y estereotipos sexuales dentro del
    hogar aún permanecen casi inalterables en la
    mayoría de las familias, el desempleo del
    marido da a la mujer una
    carga extra, la cual generalmente no está capacitada para
    asumir. El marido sin empleo no
    atiende generalmente las tareas domésticas y el cuidado de
    los hijos en la misma forma que la esposa, mientras que
    ésta asume sobre sí todo el trabajo
    fuera y dentro de la casa. Esta situación lleva a las
    familias a un repentino cambio de
    roles y en una porción cuantitativamente importante de los
    núcleos familiares, estas modificaciones producen
    situaciones de agresividad latentes, que van en deterioro de las
    relaciones intrafamiliares. El desempleo del
    marido, en los grupos de mediana
    edad -40/50 años- produce el ingreso al mercado de
    trabajo de un sector de mujeres mayores que acceden al mismo por
    primera vez sin un caudal educativo adecuado, agravado en los
    últimos años, con la precarización del
    empleo sobre
    todo el femenino.

    Vivimos en un mundo donde impera la violencia,
    producto de
    una crisis
    integral, política, social y
    económica que castiga duramente a amplios sectores
    sociales. Dentro de este contexto, son excluidos del sistema social,
    un gran número de seres humanos pertenecientes a los
    sectores más vulnerables de la población: niños,
    jóvenes, discapacitados, mujeres y ancianos. Estos
    grupos son los
    que más sufren violencia
    social en sus múltiples facetas: las actividades violentas
    afloran y se descargan sobre los más
    débiles.

    Actualmente estamos transitando una situación
    particularmente crítica, donde en muchas familias
    coexisten la jubilación de los mayores, con el desempleo
    de los más jóvenes (que en muchísimas
    ocasiones, les proporcionaban ayuda económica), de manera
    que ambas generaciones, aunque por causas diferentes, sufren la
    pérdida de autoestima y
    marginación social, las cuales suelen ser generadoras de
    violencia
    familiar.

    El Estado,
    denominado "desarrollista", hoy ha fenecido y su acción
    ahora es meramente "reguladora" y no logra dar respuesta con la
    celeridad requerida a las demandas de amplios grupos
    sociales. Así como sucedió luego de la crisis de los
    años 30 y el período de postguerra, en donde todos
    los ámbitos de la sociedad se
    transformaron con el impacto de la industrialización y el
    modelo de sustitución de importaciones, de
    igual manera la instauración del modelo de desarrollo
    actualmente vigente está significando transformaciones que
    muestran una creciente tensión en todos los planos de la
    vida social y en torno a
    significativos –por no decir mayoritarios– sectores
    de estratos medios y bajos
    de la población.

    Esta tensión se manifiesta y hace evidente en
    diferentes planos de la vida social: En el plano estrictamente
    económico, se destacan –entre otros– los
    cambios experimentados en la relación capital-trabajo, la flexibilización del
    empleo, la demanda
    creciente y restrictiva de mano de obra calificada y la
    consecuente precariedad de inserción laboral de
    importante número de población
    económicamente activa y la existencia de un clima poco
    favorable para el funcionamiento e inserción en los
    aparatos productivos y el mercado de
    unidades productivas de micro, pequeña y mediana
    envergadura. Todas ellas son expresiones de esta nueva
    situación.

    En este mismo sentido, la disminución de mercados
    laborales insertos en actividades públicas y la
    disminución relativa de aparatos productivos nacionales
    del sector secundario de la economía sobre todo
    para agregar valor a los
    productos
    exportables o para satisfacer demandas de consumo
    interno (dada la apertura al consumo de
    productos
    exportados); como juicios complementarios a los ya
    enunciados.

    De igual manera, en el plano social, las dificultades de
    acceso a los servicios
    sociales, y la limitada vigencia y rol de las organizaciones
    sociales (particularmente sindicales y políticas), son también –entre
    otras- expresiones contemporáneas de las transformaciones
    y el clima de
    tensión de la vida social a propósitos de los
    cambios a los que la sociedad
    latinoamericana y caribeña esta hoy expuesta. En este
    plano se incorpora al menos, la disminución relativa del
    gasto social público, y la consecuente incapacidad de los
    Estados Nacionales para responder a la creciente demanda social
    existente.

    Finalmente, en el plano político se destaca el
    nuevo rol de los Estados y la abdicación que hacen
    –principalmente en favor del mercado y de la gestión
    privada– de funciones
    consideradas históricas.

    2.La noción
    de Vulnerabilidad Social

    Debemos primero destacar que la noción-concepto intenta
    dar cuenta de factores o situaciones de desventaja social en el
    marco de la implementación del actual modelo de
    desarrollo. En contraposición al concepto de
    "pobreza", que
    describe más nítidamente necesidades básicas
    insatisfechas, niveles de vida precarios, ingresos
    restringidos, incapacidad de satisfacción plena del
    consumo, etc.), la noción-concepto de "vulnerabilidad
    social" ha ganado terreno como valioso instrumento
    teórico-descriptivo que permite dar cuenta de realidades
    sociales críticas y de conflicto en
    el contexto de los cambios políticos, económicos,
    sociales y culturales que marcan el desarrollo de la
    región desde finales de la década de los 80 y,
    más definitivamente, desde los años 90.

    El concepto da cuenta de las "condiciones de
    indefensión" que se manifiesta en amplias capas y grupos
    sociales que durante largo tiempo se
    ampararon en la acción de un Estado con
    mayor o menor vocación interventora y
    protectora.

    En realidad, el enfoque de pobreza califica
    de forma descriptiva determinados atributos de personas y
    familias, sin dar mayor cuenta de los procesos
    causales que le dan origen. La vulnerabilidad, en cambio, hace
    referencia al carácter
    de las estructuras e
    instituciones
    económico-sociales y al impacto que estas provocan en
    comunidades, familias y personas en distintas dimensiones de la
    vida social. Esta diferencia conceptual tiene, desde luego,
    importancia explicativa. Pero además también
    debiera tener incidencia en las políticas
    públicas, con tratamientos que permitan atacar la pobreza y la
    vulnerabilidad de forma integral.

    Todas estas situaciones y realidades descritas, y
    constatables en América
    Latina y el Caribe, terminan por construir el clima creciente
    de tensión social en cada uno de nuestros países,
    ya que como se deduce impactan en torno a personas y grupos de
    personas de manera directa. Es esta situación la que
    permite afirmar que la Vulnerabilidad Social se ha convertido en
    un rasgo dominante que se extiende a vastos contingentes de la
    población continental, no solo expresado en torno a los
    sectores sociales de menores ingresos, sino también
    peligrosamente en torno a ingentes sectores medios de las
    sociedades.

    Es en este sentido que se tiende a rescatar como
    instrumento analítico el concepto de Vulnerabilidad
    Social, sobre todo porque incorpora dos aspectos cualitativos
    destacables:

    • Por un lado, su capacidad para reflejar un
    proceso
    dinámico que apunta a respuestas potenciales y no a
    resultados; y,

    • Por otro, enfatiza su potencia para
    describir e interpretar fenómenos actuales y
    vigentes.

    Esta nueva noción-concepto da cuenta de la
    condición de riesgo e
    indefección en que quedan aquellas capas sociales que
    durante un tiempo estuvieron
    amparadas por el Estado
    desarrollista y retrata bien la creciente inestabilidad que
    caracteriza la trayectoria de las personas.

    Aún más, se le identifica un carácter
    multidimensional, situación que permite su
    instrumentalización y operativización a diferentes
    escalas. Ello, está signado por la posibilidad de
    identificar expresiones de ésta "condición de
    riesgo" en las
    siguientes escalas:

    A escala
    macrosocial, se destaca la estrecha relación que tiene con
    los traumáticos y acelerados cambios que se producen en
    los basamentos mismos del sistema
    socioeconómico: la importancia otorgada al mercado,
    la
    globalización, el nuevo rol del Estado, la prioridad
    otorgada a la eficiencia en la
    asignación de recursos y la
    búsqueda a ultranza de competitividad
    y el consumo .

    En este mismo contexto, desde un punto de vista de la
    acción social, el Estado
    desproteje a los grupos medios y focaliza su acción en los
    grupos de extrema pobreza; paralelamente, se presencia una
    pérdida de peso relativo de las organizaciones
    sociales, gremiales y políticas situación que da
    espacio y no suponen interpelación social ante situaciones
    tan polémicas como la reducción relativa de los
    salarios y la
    flexibilización del empleo.

    En esta dimensión, los cambios del modelo de
    desarrollo promueven y generan una mutación social
    profunda cuya dirección esencial produce un paso de la
    protección y seguridad
    relativa pre-existente a la competencia y a
    la incertidumbre de numerosos actores sociales.

    A escala mesosocial
    (comunidades) los mecanismos de generación de desventajas
    sociales se ubican y vinculan principalmente con las condiciones
    productivas locales y con la institucionalidad local concreta de
    organizaciones sociales y políticas legitimadas, o en su
    modalidad de vínculos de solidaridad,
    confianza, trabajo conjunto, de apoyo mutuo y de conocimiento
    reciproco).

    Generalmente, las comunidades vulnerables cuentan con
    capacidades productivas precarias o en obsolescencia o tienen un
    capital social
    –instituciones
    y vínculos de reciprocidad y confianza–
    insuficientes .

    Sin embargo, de suyo, la vulnerabilidad –de
    comunidades, barrios o pueblos– puede tener su origen en
    eventos que
    provocan desastres y por ello pueden considerarse como un mayor
    riesgo o una mayor debilidad frente a los resultados o
    consecuencias de aquellos.

    A escala microsocial (familias e individuos), se
    destacan los desafíos cotidianos del medio en el que las
    familias e individuos están insertos. Ellos permiten o
    impiden el acceso a las inserciones sociales y reditúan de
    manera diferenciada en los planos del ingreso, el prestigio y el
    poder. Por
    ello, el nivel de vulnerabilidad de un hogar –que se
    refiere a su capacidad para controlar las fuerzas que los afecta-
    depende de la posesión o control de
    activos, esto es,
    de los recursos
    requeridos para el aprovechamiento de las oportunidades que
    brinda el medio en que se desenvuelve .

    En este sentido, las unidades domesticas (hogares y
    familias) y las personas con desventajas económicas
    (capitales, activos y
    habilidades limitadas para el manejo de recursos), con
    desventajas socioculturales (educación, capacitación, información, etc.) con desventajas
    organizacionales (relaciones y pertenencia a redes sociales y
    organizaciones sociales), engrozan las franjas de vulnerables al
    enfrentarse cotidianamente a un medio que les presiona más
    allá de sus capacidades de respuesta.

    Quienes han trabajado el concepto de vulnerabilidad en
    relación a la "capacidad de movilización de
    activos" destacan su asociatividad con los recursos disponibles
    –en hogares y personas– para enfrentar shocks o
    adaptarse a cambios externos y ella se definiría por la
    carencia propiamente tal de activos o incapacidad para
    movilizarlos.

    La mención a los activos hace referencia en un
    sentido amplio, a los bienes
    tangibles e intagibles que las personas o los hogares controlan o
    poseen y que pueden utilizarlos al momento del impacto o shock.
    De igual manera, entre éstos activos se identifican al
    trabajo, el capital humano,
    los recursos productivos y las relaciones sociales y
    familiares.

    En esta lógica,
    es dicho conjunto de activos el que sufre el impacto del nuevo
    patrón de desarrollo, al modificar drásticamente
    las posibilidades de acumularlos y movilizarlos con las
    consiguientes repercusiones y construcción de situaciones de
    indefensión en amplios contigentes poblacionales y grupos
    sociales del continente. Siguiendo esta reflexión, se
    percibe la noción de Vulnerabilidad Social como un
    proceso en
    torno al cual se destacan cuatro dimensiones de la vida social
    que exponen de manera más súbita y pertinaz a
    condiciones de indefensión e inseguridad a
    amplios segmentos poblacionales, particularmente en América
    Latina: el Trabajo, el
    capital
    humano, el capital físico y las relaciones
    sociales.

    El trabajo, es así identificado en la
    región como uno de los principales "espacios de riesgo",
    hoy acorralado por las formas de producción (basada en núcleos
    modernos) que disminuyen relativamente la generación de
    nuevos empleos, que expulsan y/o no incorporan mano de obra de
    baja calificación y baja productividad, y
    que se norma con políticas de flexibilización y de
    inseguridad
    que terminan por mostrar un mapa de precariedad asociada al mundo
    de asalariados y trabajadores en general. Concomitantemente, se
    constata entonces un estrecho vínculo entre la
    vulnerabilidad social y el empleo, situación evidentemente
    consustancial al patrón de desarrollo vigente.

    La indefensión de las personas también se
    muestra en
    torno al denominado capital humano, dimensión que da
    cuenta principalmente a los cambios negativos en educación y salud, y la privatización –total o parcial–
    de estos sistemas, con el
    consecuente deterioro ante quienes no acceden a un mercado
    privatizado, que oferta mejores
    servicios.

    La condición de vulnerabilidad en que se
    encuentran el capital humano de la población
    latinoamericana no solo otorga al patrón de desarrollo una
    particularidad socialmente distintiva, sino que también
    muestra el
    escaso aprovechamiento que se hace de los recursos
    humanos para lograr el mejoramiento sistémico de la
    competitividad
    en los mercados
    mundiales.

    Otra dimensión de vulnerabilidad social
    está descrita a través del debilitamiento y
    pérdida del capital físico –o recursos
    productivos– de los sectores de baja productividad o
    de sectores informales de la economía
    (trabajadores por cuenta propia, artesanos, talleres de micro y
    pequeñas empresa, negocios
    familiares, unidades económicas solidarias, etc.). De
    hecho, en la nueva coyuntura el marcado interno de productos y
    servicios que estos sectores producen y comercializan se ve
    drásticamente trastocado por la competencia que
    la globalización permite, sin embargo lo
    más relevante menciona el hecho que en el marco del actual
    patrón de desarrollo imperante en la región se
    privilegia el ordenamiento macroeconómico y se limitan o
    anulan capacidades públicas para fomentar políticas
    de protección y subsidios y protección de
    iniciativas que emergen de los sectores de baja
    productividad.

    Finalmente, se destaca que la vulnerabilidad incluye una
    dimensión específicamente referida a las relaciones
    sociales. En torno a ellas se constata que el modelo de
    desarrollo vigente ha impactado de manera negativa y concreta en
    los sistemas de
    redes sociales y
    estructuras de
    organización y participación social
    y política.

    El sesgo negativo del impacto hacia ellas está
    dado porque los vínculos y redes que tienen las personas
    son históricamente muy determinantes para las mayores o
    menores posibilidades de acceso a mejores oportunidades para una
    vida más digna. La privatización de la vida económica,
    la disminución del papel del
    Estado –como instancia de protección de la vida
    social– y el debilitamiento de las organizaciones
    sindicales y sociales han acercado a los individuos al mercado,
    pero lo han aislado de la sociedad .

    De hecho, con realidades obviamente heterogéneas
    en la región, estamos frente a una suerte de
    "desintegración de la vida social", donde se perciben
    afectadas las formas tradicionales de organización y participación social,
    y de representación social y política por medio de
    sindicatos,
    partidos
    políticos o movimientos sociales
    tradicionales.

    Incluso las relaciones familiares (que también
    constituyen un activo significativo, especialmente en los
    sectores pobres) se ven impactadas incrementando la
    situación de indefensión y vulnerabilidad de los
    hogares. Algunas ideas fuerzas del modelo de desarrollo
    (privatización, consumo, competencia, etc.) socaban los
    hábitos solidarios y la responsabilidad
    social de los individuos, y por el contrario alimentan nuevos
    estereotipos sociales (consumismo, individualismo, etc.) que
    promueven los estados de indefensión en las personas y
    grupos más debilitados. Y la crisis financiera es ahora
    una crisis social reduciendo los recursos públicos y las
    instituciones que protegían a la gente..

    3.Los Grupos
    Vulnerables

    Son aquellos identificados como sujetos en
    situación de desmedro y desventajas sociales originadas a
    partir de múltiples y diferentes factores son, sin
    embargo, grupos que no encuentran o no cuentan con estructuras
    institucionales para resolver los asuntos propios de una
    idónea reproducción social.

    En un sentido amplio, los grupos vulnerables
    identificables en las sociedades
    latinoamericanas y caribeñas podrían registrar como
    tales a múltiples universos poblacionales, a partir de la
    multiplicidad de factores que teóricamente construyen
    desventaja social y situaciones de indefensión. De suyo,
    siguiendo las reflexiones teóricas anteriores, diferentes
    planos de la reproducción social podrían
    eventualmente permitir la identificación de los grupos
    vulnerables.

    Si bien esta afirmación nos empujaría
    inexorablemente a identificar como grupos vulnerables a la gran
    mayoría de la población continental, no es menos
    cierto tener en cuenta que el carácter multidimensional de
    los factores que construyen o facilitan situaciones de desventaja
    social – por ende de vulnerabilidad social- se acotan respecto de
    la desventaja o exclusión de personas y grupos de personas
    respecto de la participación en los intercambios,
    prácticas y derechos sociales que
    permiten o constituyen la integración social.

    De esta manera, aunque sigue percibiéndose el
    carácter transversal de la presencia de grupos vulnerables
    (identificables en torno a múltiples y diversos grupos
    sociales), en América Latina y el Caribe, se hacen
    más identificables como grupos vulnerables aquellos
    asociados a estamentos sociales incluidos o cercanos a la
    pobreza.

    Insistiendo en el carácter aún
    exploratorio y en proceso de construcción teórica del concepto
    que define la Vulnerabilidad Social, se mencionan como grupos
    vulnerables a los niños y
    jóvenes, las mujeres, los ancianos y los indígenas,
    todos ellos, grupos que requieren de políticas sectoriales
    o multisectoriales específicas.

    Entre algunos grupos socialmente vulnerables que ya son
    insistentemente identificados, se mencionan al menos
    a:

    •Mujeres (generalmente jefas de hogares)

    •Discapacitados (en situación de
    pobreza)

    •Jóvenes (de entre 14 y 24 años, en
    situación de pobreza por NBI y con problemas de
    empleo)

    •Migrantes

    Indigenas (en
    situación de pobreza por NBI)

    •Niños (de la calle o incluidos en trabajo
    infantil)

    •Hogares (con portafolios limitado de
    activos)

    •Adultos Mayores (mayores de 60 años, sin
    ingresos o con ingresos inferiores a jubilaciones
    mínimas);

    Lo cierto es que obviamente siguiendo la síntesis
    teórica realizada en el acápite anterior,
    podríamos aseverar que en el contexto de las situaciones
    de bienestar social v/s indefensión social que gesta el
    modelo de desarrollo vigente, se puede fácilmente llegar a
    identificar transversalmente en todas nuestras sociedades grupos
    de personas (pertenecientes a estratos sociales medios y bajos)
    que cotidianamente se perciben en estado de indefensión
    frente a la modernidad.

    Los factores de vulnerabilidad, que adquieren
    preponderancia en la actual fase de desarrollo de la
    región, colocan a ciertos grupos sociales en condiciones
    especialmente precarias.

    En primer lugar se encuentran los niños y
    adolescentes
    pobres. La mortalidad, la desnutrición, las inequidades
    educacionales, la deserción
    escolar, el trabajo
    infantil, el embarazo y la
    maternidad temprana, el aborto,
    la
    drogadicción, el maltrato y el abuso sexual
    convierten a este grupo en
    objetivo
    principal de las políticas sociales.

    En la misma situación están las mujeres
    jefas de hogares pobres, sobre las que recae la alta responsabilidad de cuidar y sostener a sus hijos.
    Ellas sufren variadas discriminaciones, propias al tipo de
    vulnerabilidad que las afecta: su condición de género,
    las diferencias de remuneraciones
    cuando obtienen trabajo, la inexistencia de apoyo para la
    protección y cuidado de los hijos, la falta de
    educación.

    Y los adultos mayores pobres sufren las consecuencias de
    sistemas de previsión social no eficientes y/o no
    equitativos y que no les garantizan pensiones para cubrir sus
    necesidades básicas. Si se agregan los también
    ineficientes y/o inequitativos sistemas de salud, las condiciones de la
    vejez son muy
    dramáticas en los países de la
    región.

    Por último, y sin que esta enumeración sea
    completa, están las etnias originarias, que son altamente
    vulnerables tanto en zonas rurales como en las
    ciudades.

    4.El enfoque de
    resiliencia

    En lo fundamental, nuestro trabajo, supone un cambio de
    enfoque. El que proponemos: la resiliencia. Promover la
    resiliencia apunta a mejorar la calidad de
    vida de las personas a partir de sus propios significados,
    del modo como ellos perciben y enfrentan el mundo. Entonces
    nuestra primera tarea es reconocer aquellas cualidades y
    fortalezas que han permitido a las personas enfrentar
    positivamente experiencias estresantes. Estimular un comportamiento
    resiliente implica potenciar estos atributos involucrando a todos
    los miembros de la comunidad en el
    desarrollo, la implementación y la evaluación
    de los programas de
    intervención.

    El desarrollo de la resiliencia no es otro que el
    proceso de desarrollo saludable y dinámico de los seres
    humanos en el cual la
    personalidad y la influencia del ambiente
    interactúan recíprocamente.

    El desarrollo
    humano, es un proceso y no un programa. Rutter
    estimula el uso del término proceso protector, el cual
    comprende la naturaleza
    dinámica de la resiliencia en lugar de los
    elementos protectores más comunes: "No se refiere a
    elementos en un sentido amplio, sino simplemente a mecanismos
    para desarrollar el proceso de protección" ( Rutter,1987).
    Las investigaciones
    son una esperanza para que los programas de
    prevención, educación y desarrollo de
    jóvenes no giren alrededor del programa en
    sí, sino más bien en el proceso y en cómo
    realizamos lo que hacemos; es decir, no concentrándonos en
    el contenido, sino en el contexto.

    Existen factores internos como la autoestima, el
    optimismo, la fe, la confianza en sí mismo, la responsabilidad, la capacidad de elegir o de
    cambio de las competencias
    cognoscitivas. Una vez fortalecidos estos aspectos, se refuerzan
    las posibilidades del grupo de
    apoyar a las personas como ser humano integro, seguro y capaz de
    salir adelante.

    Por ello es importante, además de desarrollar
    factores internos, afianzar los apoyos externos. Sin embargo, si
    la autoestima es baja o no se conjuga bien con las destrezas
    sociales, o si la esperanza en uno mismo no fluye no se canaliza
    de la mejor manera y si se le quita al individuo el apoyo externo
    vuelven a derrumbarse.

    A continuación detallamos diez puntos que
    fortalecen internamente el poder personal:

    1.Trato estable con al menos uno de los padres u otra
    persona
    de

    referencia.

    2.Apoyo social desde dentro y fuera de la
    familia

    3.Clima educativo emocionalmente positivo, abierto,
    orientador

    y regido por normas.

    4.Modelos
    sociales que estimulen un conductismo
    constructivo.

    5.Balance de responsabilidades sociales y exigencia de
    resultados.

    6.Competencias
    cognoscitivas.

    7.Rasgos conductistas que favorecen a una actitud
    eficaz.

    8.Experiencia de autoeficacia, confianza en uno mismo y
    concepto

    positivo de uno mismo.

    9.Actuación positiva frente a los inductores del
    stress.

    10.Ejercicio de sentido, estructura y
    significado en el propio

    crecimiento.

    Son condicionantes externos los de carácter
    social, económico, familiar, institucional, espiritual,
    recreativo y religioso, los cuales son promovidos o facilitados
    por el ambiente, las
    personas, las instituciones y las familias que intervienen en la
    atención, el trato y el tratamiento de los
    grupos e individuos que están en situación de
    riesgo y vulnerabilidad.

    Al margen de los ya mencionados, caben otros
    ámbitos y claves que la resiliencia genera no pocos
    insisten en la necesidad de contar con buenos modelos de rol
    en la vida diaria especialmente cuando se trata de niños,
    personas de las cuales los individuos u otros niños pueden
    aprender. En la actualidad algunos educadores han desarrollado
    estas técnicas
    con experiencias realizadas en el campo con bosques, flores y
    demás. También constan entre los factores externos
    los factores de riesgo que pueden ser muchos, los cuales
    vulnerabilizan la integridad psíquica, moral, y
    social.

    No basta con compartir su cotidianidad y diluirse en
    ella, ni reflexionar su problemática identificando los
    factores de riesgo que los llevó a tomar esta
    opción, pues sería vulnerabilizar aún mas
    sus condiciones de vida, sobre todo se fomenta una doble
    estigmatización, marcándoles con una etiqueta como
    de callejero, drogadicto, etc.

    En estos casos, es la luz interior la
    que en determinados casos sirve para determinar una
    decisión y tomar una oportunidad privilegiada que se
    presenta en el momento justo. Esto representa fortalecer los
    factores de protección que promueve la resiliencia,
    revalorizando el potencial interno y externo de cada persona para
    reconstruir su proyecto de vida
    personal y
    comunitaria.

    Se puede considerar que las principales actitudes que
    fortalecen en los factores protectores o resilientes en los
    humanos son:

    •Demostraciones físicas y verbales de afecto
    y cariño en los primeros

    cuatro años de vida.

    •Reconocimiento y atención a sus éxitos y
    habilidades.

    •Oportunidades de desarrollo de
    destrezas.

    •Actitud de
    cultivo, cuidado y amor por parte
    de todos sus semejantes y especialmente de los encargados de su
    cuidado y protección.

    •Apoyo de un marco de referencia ético,
    moral

    En lo fundamental, contar con un proyecto para
    vivir genuinamente. Estos proyectos son
    posibles hoy en día, sin necesidad de acudir a sectas o a
    voces mesiánicas para la solución a los grandes
    interrogantes de la vida.

    Primero tenemos que reconocernos como seres humanos con
    valores y
    potencialidades y en ese espejo mirar también a los otros
    con una visión holística que apunta al crecimiento,
    al fortalecimiento interior y al cultivo de la
    autoestima.

    Las investigaciones
    sobre resiliencia son un llamado para que se dé un cambio
    a nivel social — un toque de trompeta para crear relaciones y
    oportunidades para todos los seres humanos durante toda una vida.
    Si deseamos cambiar el "status quo" de la sociedad, esto
    significa cambiar paradigmas,
    tanto a nivel personal como profesional, cambiar los riesgos por la
    resiliencia, el control por la
    participación, la resolución de problemas por el
    desarrollo positivo, el no percibir a los y las jóvenes
    como problemas, sino como recursos, el edificar instituciones,
    por la edificación de comunidades, etc. El fomentar la
    resiliencia es un proceso estructural profundo que se inicia de
    adentro hacia afuera, en el cual cambiamos nuestra forma de
    pensar para poder percibir a los y las jóvenes, a sus
    familias y su cultura como
    recursos y no como problemas.

    Sin embargo, el fomentar la resiliencia también
    significa que se debe trabajar a nivel de las políticas
    educativas, sociales y de justicia
    económica. Asimismo, significa transformar no sólo
    a nuestras familias, centros educativos y comunidades, sino
    también crear una sociedad cuyo interés
    principal sea el darle una respuesta a las necesidades de los
    ciudadanos, de los y las jóvenes y de las personas de
    mayor edad. Para hacer esto una realidad, nuestra mayor esperanza
    recae en los y las jóvenes y en la credibilidad que ellos
    y ellas nos inspiren.

    Si bien es cierto que las acciones que
    haya que emprender dependerán de los recursos disponibles
    y del estado actual de la atención en salud. Necesitamos
    claros lineamientos de política y programas que deben
    formularse partiendo de información actualizada y fiable acerca de
    la comunidad, los
    indicadores de
    salud, los tratamientos eficaces, la estrategias de
    prevención y promoción y los recursos de salud, a ser
    revisados periódicamente para modificarlos o actualizarlos
    si es preciso.

    5.Calidad de
    vida

    En Salud para desarrollar nuestro trabajo, de
    psicólogo , es necesario elaborar modelos alternativos de
    formación profesional. Así lo exige, una estrategia de
    Atención Primaria de la Salud (APS), por ejemplo, que
    define la salud como un derecho básico, donde el Estado
    tiene el deber de garantizar el acceso equitativo a los servicios
    de salud, es visto como un proceso ligado a las condiciones de
    vida de la población, teniendo como unidad de análisis el grupo social, la familia, e
    incorpora la interdisciplina para dar cuenta de esa complejidad.
    Un concepto de salud que incluye, participación de la
    población, el énfasis en la promoción y la prevención, el
    trabajo bajo programas, cierta autonomía en la planificación, y la articulación
    entre los distintos niveles de atención.

    De otro lado, tenemos la necesidad de dar cuenta de la
    dimensión social y cultural del proceso de
    salud-enfermedad-atención, e incorporar, en nuestra
    práctica, el concepto de calidad de
    vida., definida como la calidad de las
    condiciones de vida de una persona (a), como la
    satisfacción experimentada por la persona con dichas
    condiciones vitales (b), como la combinación de
    componentes objetivos y
    subjetivos, es decir, Calidad de Vida definida como la calidad de
    las condiciones de vida de una persona junto a la
    satisfacción que ésta experimenta (c) y, por
    último, como la combinación de las condiciones de
    vida y la satisfacción personal ponderadas por la escala
    de valores,
    aspiraciones y expectativas personales (d). El concepto
    está emergiendo como un principio organizador que puede
    ser aplicable para la mejora de una sociedad como la nuestra,
    sometida a transformaciones sociales, políticas,
    tecnológicas y económicas. No obstante, la
    verdadera utilidad del
    concepto se percibe sobre todo en los servicios humanos, inmersos
    en una "Quality revolution" que propugna la planificación centrada en la persona y la
    adopción
    de un modelo de apoyos y de técnicas
    de mejora de la calidad.

    Grau (1998), nos refiere que si la CV es una
    valoración subjetiva, no puede prescindirse entonces de la
    valoración del sujeto; cada uno debe ser considerado la
    persona más capaz de sopesar satisfacciones e
    insatisfacciones con su vida. El papel de los
    factores psicológicos que condicionan el grado de
    satisfacción o bienestar es determinante para el proceso
    de evaluación. Así, desde el campo de
    la Psicología, la CV se convierte en un
    concepto básicamente referido al tipo de respuesta
    individual y social ante el conjunto de situaciones de la vida;
    se centra en la percepción
    de ese bienestar, en el análisis de los procesos que
    conducen a esa satisfacción y en los elementos integrantes
    de la misma, al incorporar la dimensión subjetiva hay que
    subrayar el papel que tiene la satisfacción y su medición a través de juicios
    cognitivos y reacciones afectivas (Diener, 1984). Sin embargo,
    existen opiniones divergentes en relación a la
    satisfacción (Reimel, Muñoz, 1990),
    asociándola a factores intrínsecos (reconocimiento,
    progreso, autorrealización) y extrínsecos (status,
    salarios,
    seguridad), o
    conceptualizándola en términos de una actitud. Esto
    ha permitido examinarla bajo el prisma de diferentes modelos
    teóricos recientes: el modelo de medición perceptual de Rice y sus cols, los
    modelos basados en la teoría
    social-cognitiva de Bandura y Jeller, la teoría
    de la acción razonada de Fishbein y Ajzen, la
    teoría de la ecología del
    desarrollo de Bronfenbrenner, y otras propuestas. Este es
    aún un camino incipiente que habrá de desarrollarse
    en los próximos años y puede servir de sustrato al
    enfoque psicológico en la conceptualización de la
    CV y su evaluación.

    6.Algunas notas
    sobre la sociedad peruana

    La sociedad peruana es estamentaria. Se construye como
    una pirámide donde se montan los que tienen mayor poder
    sobre los que tienen menos poder, y en la cúspide se
    asientan los blancos, varones, heterosexuales, saludables y con
    dinero.
    Ésta es una tara del siglo XVIII según unos y del
    siglo XVI según otros. Los estamentos se consolidan sobre
    la base de ingresos económicos, pero, además, de
    simbología social. Quijano (1980, citado por Ugarteche,
    1998) planteó el problema de la dominación cultural
    en el Perú. Heller (1988, citado por Ugarteche, 1998)
    sugiere que las sociedades premodernas son jerarquizadas. Pero
    añade que en este tipo de sociedad pensar en la igualdad es
    imposible porque nadie se puede imaginar estar en la
    posición del otro. Quizá por eso es que el
    «trepar» tiene las características especiales que se
    encuentran en el Perú. En las clases altas ha surgido un
    fenómeno nuevo: el hablar de los «caras de
    huaco» o de los «indígenas» con
    referencia a lo traicionero y de mal olor. Ésta es la
    expresión del Poder que se esconde detrás de la
    fachada según la cual en el Perú no hay racismo. El
    «cholear» se ha proletarizado y la discriminación se ha sofisticado. De
    allí comienza el sistema de discriminaciones hasta el piso
    de los excluidos, o dominados excluidos para ser aún
    más exactos. El dominado excluido no tiene derecho a nada
    y provoca la discriminación absoluta del resto de la
    sociedad. Los prejuicios se materializan mediante acciones
    reales sobre personas reales, quizá sin tomar en cuenta
    que por el mero hecho de ser seres humanos tienen el derecho a
    ser respetados, aunque estas personas tengan vidas que pueden
    valer cero en términos de productividad marginal. El otro
    lado de esta cultura es no
    expresar la realidad.

    El nuevo Perú que emerge, con sus fragmentos,
    trae consigo la realidad de la dispersión en beneficio de
    la
    globalización. El proceso de
    desindustrialización, la reprimarización de las
    exportaciones, la
    autogeneración de empleo, la juventud de la
    nueva población, las consecuencias de las migraciones de
    la sierra a la costa y la selva de décadas anteriores, las
    consecuencias de la guerra interna
    de 1981 a 1992, la nueva y fuerte presencia de mujeres en la
    fuerza de
    trabajo, la reaparición de epidemias son parte de lo
    nuevo.

    Gerschenkron (1952, citado por Ugarteche, 1998) discute
    que lo que le da un sentido de valor a una
    persona está relacionado con el nivel de ingresos que esta
    persona recibe, porque es mediante sus ingresos que la persona
    siente el valor que él o ella tiene en la sociedad. Desde
    ese punto de vista, el sentido de autoestima y los derechos ciudadanos
    están relacionados con los ingresos. ¿Qué
    pasa cuando los niveles de ingreso son bajos? La persona se
    considera poca cosa. ¿Qué pasa cuando la persona no
    tiene empleo? La persona es excluida, no pertenece a una red social, pierde sus
    derechos.

    ¿Qué ocurre en lo económico cuando
    una persona tiene empleo y no le alcanzan sus ingresos para
    vivir? Trabajan los niños y niñas para complementar
    el ingreso familiar y entonces comienza un tema espinoso que
    afecta la moral de la
    nación.
    El punto de partida es que el trabajo infantil creció como
    resultado de la depresión
    expresada como perdida del empleo, ingresos y nuevas inversiones en
    los países latinoamericanos.

    Se puede afirmar con toda certeza que la depresión
    económica peruana, inscrita en la depresión
    económica latinoamericana, empobreció a todo el
    país con las excepciones notables de algunos
    pequeños sectores cuyos ingresos provenían de
    utilidades. Se extrapolaron los niveles de vida. Con la
    recuperación, lo que se observa (aunque no hay datos aún
    que permitan sustentarlo) es que alrededor del 10% de la
    población se ve beneficiada preferentemente. Es aquella
    sujeto de crédito. Se podría decir que son dos
    millones de personas naturales las que se benefician del crédito
    de forma directa e indirecta, y éstas representan el
    área de beneficio preferencial de la recuperación
    económica. El resto quedó excluido del
    crédito y de los beneficios de la recuperación, del
    empleo y de las mejoras de la salud. Los observan desde el
    margen.

    En este contexto, ¿ qué pasa con los
    adultos mayores?

    7.Tendencia
    demográfica

    El envejecimiento de la población es considerado
    tanto un signo como un resultado del desarrollo
    económico y social de un país. En este sentido,
    la O.N.U. pronostica para el año 2050 que en las regiones
    desarrolladas habrá más del doble de personas
    mayores de sesenta años que menores de quince; mientras
    que en las menos desarrolladas el porcentaje poblacional de los
    primeros se incrementará de un ocho a un veintiuno durante
    el período comprendido entre 1998 y 2050. En conjunto, la
    proporción de personas mayores en el mundo pasará
    de un diez a un veintidós por ciento en el transcurso de
    dicho período .

    Uno de los indicadores
    más utilizados en el análisis de las tendencias
    demográficas de un país es el índice de
    envejecimiento que resulta de dividir el número de
    personas con 60 ó más años entre los que no
    alcanzan la edad de 15. Valores por encima de 0,5 corresponden a
    poblaciones en proceso de envejecimiento, y si son superiores a
    0,6 permiten aplicarle el calificativo de envejecida. De acuerdo
    con el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) , la población
    peruana proyectada a fecha treinta de junio de 1999 asciende a
    25.232.000 personas. De ellas, el 33,9% tiene menos de quince
    años, mientras que el 7,1% cuenta con sesenta o más
    años. La evolución del índice de
    envejecimiento en este país muestra la tendencia propia de
    aquellos países que se encuentran en un proceso de
    transición demográfica. En este sentido, en 1950
    eran 13,7 las personas mayores de sesenta años por cada
    cien niños de entre cero y catorce años. Este
    índice ha pasado a ser de 18,7 en 1995, y se estima que en
    el año 2025 supere la barrera del medio punto,
    situándose según los pronósticos en 0,534.

    Para el año 2002 la población estimada a
    nivel nacional es de 26 millones 749 mil personas, de las cuales
    el 33.8% tiene menos de 15 años, el 60% está entre
    15 y 59 años, mientras que el 7.2 % cuenta con 60 y
    más años . Proyecciones oficiales estiman que para
    el año 2020 esta proporción de adultos mayores
    subirá al 11% de la población y a 12.6% el
    año 2025. En cifras absolutas, las personas de 60
    años y más subirán de 1 millón 848
    mil en el año 2000 a 3 613 mil en el año 2020 y, a
    4 millones 470 mil en el año 2025.

    8.Mitos respecto
    a la vejez

    En torno a los cambios biológicos ocurridos al
    envejecer, se configuró el llamado modelo médico
    tradicional que conceptualizó a la vejez en
    términos de déficits y de involución
    acentuando la percepción
    de la vejez como un proceso degenerativo. El proceso de
    envejecimiento constituye un fenómeno universal que afecta
    a todos los seres vivos. El envejecer no significa necesariamente
    que la persona se deslice inevitablemente hacia la invalidez,
    soledad y a un deterioro físico y mental.

    Respecto a la vejez se han desarrollado una variedad de
    mitos. El
    primero se refiere a la expectativa de que ser viejo significa
    estar enfermo (Verbrugge, 1984). Al respecto, una encuesta
    realizada en 1994 encontró que entre las personas de 65 y
    74 años, 89% no presenta invalidez alguna. Para las
    personas entre 75 y 84 años, esta cifra fue del 73% y
    entre aquellos sobre 85 años, fue del 40% (Rowe y Khan,
    1998).

    Un aspecto adicional es la concepción que se
    asume respecto a la salud – enfermedad . La "biomedicina", pone
    particular en la observación de la salud humana, centrando
    el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad
    en los aspectos fisiológicos y patofisiológicos del
    cuerpo humano
    . El reduccionismo de la salud y la enfermedad a los aspectos
    corporales de la experiencia humana es coherente con la moderna
    separación entre cuerpo y alma, siendo sólo el
    primero ámbito de acción e intervención para
    las ciencia
    médicas racionales. Desde este paradigma, que
    considera el cuerpo como una máquina que funciona
    fisiológicamente según patrones constantes y
    cuantificables, y a la enfermedad como una alteración
    físicas de este funcionamiento, lo que corresponde para
    mantener la salud es conocer dicha fisiología, conocer sus alteraciones e
    intervenir para restablecer el normal funcionamiento del cuerpo.
    En consecuencia, otros aspectos de la experiencia humana,
    sociales, culturales, ecológicos, emocionales o afectivos,
    nada tiene que ver con la salud ni la enfermedad del sujeto. Este
    acercamiento reduccionista del bienestar y la salud a su
    expresión corporal y fisiológica se manifiesta
    también en la fuerte tendencia a la medicalización
    de una serie de procesos humanos altamente complejos, tales como
    el embarazo y
    parto, la
    obesidad, el
    stress, sexualidad o
    las adicciones, el
    envejecimiento, experiencias que son marcadas de
    terminologías patológicas y tratamientos centrados
    en la corporalidad de estos procesos.

    El segundo mito se
    refiere a que existen límites en
    la capacidad de aprendizaje. Una
    serie de habilidades como el procesamiento, el aprendizaje y
    la recuperación de nueva información, la
    solución de problemas y la rapidez de respuesta, parecen
    sufrir un enlentecimiento en la vejez con respecto a etapas
    previas de la vida.. Birren, Woods y Williams (1980) proponen la
    hipótesis de un enlentecimiento cognitivo
    generalizado del SNC. Sin embargo, las personas mayores pueden
    mejorar sus habilidades cognitivas mediante procedimientos
    conductuales ( por ej., retroalimentación y reforzamiento positivo
    para la identificación de las claves relevantes a la
    memorización); en particular, el aprendizaje,
    la recuperación de información y la habilidad para
    resolver problemas.

    Al menos tres factores han sido identificados como
    predictores de un menor decremento en las habilidades cognitivas,
    a medida en que envejecemos. El primer y mejor predictor es el
    nivel educacional. El segundo es la capacidad pulmonar ,
    estrictamente relacionada con la actividad física regular y que
    probablemente permite una mejor circulación y
    oxigenación de la sangre que llega
    al cerebro. El
    tercer predictor es el nivel de autoeficacia, es decir, la
    creencia en la habilidad personal de ser capaz de influir en lo
    que nos ocurre a diario (Albert,1995; Greider, 1996).

    Una tercera creencia o mito implica
    que el envejecimiento conlleva necesariamente un deterioro
    continuo y progresivo. Sin embargo, gran parte de las funciones
    perdidas pueden recuperarse y en algunas instancias lograr
    niveles superiores a los previos.

    Una cuarta creencia señala que la genética
    es el factor determinante en el cómo envejecemos. Sin
    embargo, se estima que sólo el 30% del envejecimiento
    físico puede ser atribuido a factores genéticos,
    aún más, se cree que a medida que envejecemos la
    importancia de la genética
    es cada vez menor. La forma en que vivimos ( estilos de vida) y
    dónde vivimos ( ambiente) son los factores más
    importantes en determinar los cambios relacionados con el
    corazón, el sistema inmunológico,
    los pulmones, los huesos, el
    cerebro y los
    riñones.

    El quinto mito se refiere a dificultades en la respuesta
    sexual. Al respecto, se constata una gran variabilidad
    individual. Considerándose que, aquellos individuos que
    han sido sexualmente activos toda su vida es probable que
    continúen siéndolo durante su vejez. También
    parece necesario señalar que es muy probable que el
    repertorio sexual se amplíe a medida que envejecemos. Es
    decir, los viejos practican una gama más amplia de
    comportamientos sexuales, en donde el acariciarse, abrazarse y
    sentirse amado son más importantes que la
    penetración y el alcanzar el orgasmo ( Segraves y
    Segraves, 1995).

    Un sexto mito se relaciona con la creencia de que los
    viejos son una carga para los otros grupos etáreos y que
    no participan en actividades productivas. Lo cierto es que, una
    buena parte de los adultos viejos están preparados y
    dispuestos a trabajar, o trabajan; lo que ocurre es que en el
    mercado laboral son
    discriminados, cuando se trata de contrataciones o
    ascensos.

    De otro lado, el retiro como negación del derecho
    al trabajo. La retirada de los sistemas de
    producción se traduce en un cambio radical en el
    estilo de vida de estas personas, a una disminución
    considerable de su poder adquisitivo se le añade la
    pérdida de los ambientes sociales en los que habitualmente
    se desenvolvía la persona, la disminución de
    funciones y roles sociales, la obligada reestructuración
    de su tiempo, etc.

    No obstante , debemos prestar atención a los
    procesos que normalmente están asociados al
    envejecimiento, y que nos indican cuáles son los problemas
    que se presentan hoy en día:

    1. Por una parte, la incomprensión y la falta de
      adaptabilidad a situaciones nuevas que colocan a las personas
      mayores en una situación de inferioridad en un mundo
      rápidamente cambiante.
    2. Por otra, el declive psicofísico asociado al
      envejecimiento conlleva necesidades de atención
      psicosocial, sanitarias y económicas cada vez
      mayores.

    En los países desarrollados se considera que
    cerca del 25 por 100 de la población geriátrica
    sufre una afección psíquica (Sheperd y Clare,
    1981), siendo la depresión la más frecuente, con un
    índice de morbilidad que oscila entre el 13 y el 20 por
    100. En Lima Metropolitana y Callao, la prevalencia actual del
    episodio depresivo, alcanza la cifra de 9.8. El 27.8 % alguna vez
    en su vida ha presentado deseos suicidas; el 2.5% ha intentado
    suicidarse alguna vez y un 0.3% lo habría realizado en el
    último año.

    9.Intervención psicosocial

    El desarrollo a escala humana incorpora a los viejos
    junto con otros miembros de la sociedad en la definición y
    construcción de su futuro.

    Este tipo de desarrollo supone una democracia
    directa y participativa, significa llevar adelante el concepto de
    ciudadanía, entendido como: …" la competencia
    histórica para decidir y concretar la oportunidad del
    desarrollo
    humano sostenible, indica la capacidad para comprender
    críticamente la realidad y sobre la base de esta conciencia
    crítica elaborada, de intervenir de manera alternativa, se
    trata de transformarse en sujeto histórico y como tal
    participar activamente, en este sentido la capacidad organizativa
    es fundamental porque potencia la
    competencia innovadora, en el reverso de la moneda, la
    cuestión consistiría en la superación de la
    masa manipulable y la pobreza política."

    Pensar en términos de desarrollo a escala humana,
    de acuerdo a los escritos de Max Neff, significa crear las
    condiciones para que los mayores sean los protagonistas
    principales en este desarrollo, esto implica respetar las
    diferencias y la autonomía de los espacios en que
    actúan, alentar soluciones
    creativas que asciendan de las bases a la cima.

    La satisfacción de las necesidades debe
    considerarse no sólo como superación de carencias
    sino también como la capacitación de los mayores como
    participantes activos en el desarrollo de su sociedad y como
    protagonistas del crecimiento personal de cada cual como ser
    humano, pasar a ser personas sujeto y no objeto.

    Este desarrollo supera la antinomia entre lo individual
    y lo social, fomenta la adopción
    de medidas que combinan el crecimiento individual y social como
    dos aspectos de una misma realidad.

    Lo que se busca en el desarrollo a escala humana es una
    planificación global de la autonomía local, con
    estrategias
    capaces de movilizar a las diferentes organizaciones de los
    mayores de modo que puedan transformar su lucha por sobrevivir en
    opciones y alternativas vitales basadas en la dignidad y creatividad y
    no en la pobreza y degradación humana.

    Al ser la vejez una construcción social, el
    desarrollo a escala humana cambiaría desde el inicio las
    fuerzas que estigmatizan a los viejos y los empujan al margen de
    la sociedad. Avanzar en esta modalidad podría dar lugar al
    ejercicio activo de los principios
    propuestos por las Naciones Unidas a
    favor de los Adultos Mayores: "independencia,
    participación, cuidado, realización personal y
    dignidad".

    En otro aspecto, y en relación a la salud de la
    comunidad, un objetivo
    importante es ofrecer un encuadre conceptual y
    metodológico para el trabajo con la comunidad, que supone
    una serie de actividades referidas al equipo, a la comunidad y a
    otros sectores involucrados.

    Con respecto al equipo se plantea la necesidad
    de:

    •Recuperar la historia del grupo y
    realizar un diagnóstico sobre la situación
    presente, la inclusión de nuevos integrantes, el grado de
    acercamiento y compromiso con la propuesta de "salud de la
    comunidad".

    •Sondear las expectativas y actitudes
    relativas al trabajo en el centro de salud.

    •Promover espacios de trabajo
    interdisciplinario.

    •Analizar las dificultades cotidianas, los
    obstáculos que impiden la realización de las tareas
    programadas, revisando las consignas surgidas en las reuniones de
    equipo.

    •Registrar las actividades, proyectos y
    programas colaborando en el establecimiento de prioridades y la
    planificación de las actividades.

    •Incorporar la dimensión sociocultural e
    histórica al interior del equipo, para ampliar su
    concepción de los procesos de
    salud-enfermedad-atención.

    •Incentivar los procesos de reflexión sobre
    la institución: su historia,
    organización, normativas, relaciones de poder.

    •Brindar información sobre la
    población del área programática en lo
    referente a composición sociodemográfica, historia,
    organizaciones, grupos e instituciones.

    •Reflexionar sobre las estrategias de trabajo
    comunitario con el fin de coordinar las actividades extra
    muro.

    Esto significa con respecto a la comunidad, profundizar
    el
    conocimiento de la historia, las formas de
    organización, instituciones, liderazgo,
    redes, formas de comunicación, lógicas
    existentes.

    Avanzar en el
    conocimiento de las distintas instituciones, organizaciones y
    grupos que estaban trabajando en el barrio, intentando en la
    medida de lo posible una coordinación de acciones.

    Reflexionar sobre la relación centro de salud
    comunidad, el grado de acercamiento, las imágenes,
    expectativas, experiencias, las demandas en lo asistencial y en
    los programas, intentando fortalecer los vínculos
    existentes y formulando una metodología adecuada de trabajo.

    Entrar en un mundo conocido desde la experiencia social
    pero desde una posición distinta, una experiencia que se
    asocia al padecimiento, a la enfermedad y a la muerte, que
    genera angustia, temor. Intervenir, conocer para transformar,
    para pensar alternativas, involucrarse.

    Esta experiencia supone aprender a trabajar de otro
    modo, muchas veces con problemas enunciados por otras
    disciplinas, redefinir una problemática desde diferentes
    perspectivas, trabajar con un ritmo distinto, atravesados por
    urgencias, contradicciones, frustraciones. El supuesto
    teórico implícito es trabajar sobre las diferencias
    no como oposiciones sino como relaciones (nosotros-otros),
    trabajar sobre los espacios de intercambio, las interacciones,
    las mediaciones entre los individual y lo social, lo micro y lo
    macro, la teoría y la práctica : las relaciones
    entre el C.S. y la comunidad, entre clases
    sociales. Las modalidades a través de las cuales se me
    impone el otro, el lugar que ocupamos, las formas de comunicación, las distancias, las
    relaciones de poder. Relacionar lo macro y lo microsocial,
    analizando cómo el contexto histórico,
    político y económico, las modificaciones en las
    políticas sociales, podemos verlas en la cotidianeidad y
    en las rupturas de esa cotidianeidad, asociadas a experiencias
    colectivas.

    10.Perfil de
    competencias del interventor

    Pero un objetivo fundamental será desarrollar
    nuestra capacidad de respuesta a las personas a las que servimos
    . Consideramos un perfil básico :

    1. Comprensión empática: Concebida como el
      grado en el cual una persona es consciente de lo que en este
      momento le ocurre a otra persona internamente.
    2. Nivel de aprecio: Definido como el componente
      afectivo de la respuesta de una persona hacia otra. Tenemos que
      afianzar los sentimientos "positivos" ( respeto,
      simpatía, aprecio, etc) frente a los negativos (
      desagrado, impaciencia, desprecio, etc)
    3. Autenticidad. Lo que muestra una persona en una
      relación determinada con otra persona;
      definiéndose como el grado en el cual la primera se
      halla funcionalmente integrada en el contexto de su
      relación con la segunda.
    4. Incondicionalidad del aprecio. Concepto que se
      relaciona específicamente con el grado de variabilidad
      que exista en la respuesta afectiva de una persona con respecto
      a otra. En su polo positivo implica, que todas las experiencia
      del consumidor
      nos afectan como igualmente dignas de consideración
      positiva. En el polo negativo supone imponer nuestra escala de
      valores, y considerar algunas de sus vivencias dignas de
      aprecio y otras no.

    El perfil lo definimos como indicador de competencias
    para promover resiliencia., y no solamente en salud;
    también en contextos

    La intervención educativa y social comunitaria se
    revela como una de las medidas más eficaces en cuanto
    sustentadas en dos líneas de actuación:

    1. El requerimiento del adulto mayor que quiere
      participar en el mundo relacional en el que se desenvuelve con
      pleno derecho
    2. La no institucionalización de la persona
      mayor

    En relación a lo cual , Muñoz (1997),
    plantea algunas estrategias que podríamos utilizar para
    fortalecer redes sociales, la integración social y la calidad de vida del
    adulto mayor:

    • Animación sociocultural
    • Campañas de información y
      sensibilización
    • Actuaciones dirigidas a la mejor ocupación del
      ocio y tiempo libre
    • Actuaciones integrales
      que favorezcan la coordinación de todos los sistemas de
      protección social
    • Acciones encaminadas a potenciar las relaciones
      intergeneracionales.

    El aspecto fundamental ha tomar en cuenta está
    dado por los resultados del Estudio Epidemiológico
    Metropolitano en Salud Mental
    2002, que nos aporta más de un dato positivo a tomar en
    cuenta en nuestra intervención educativa y
    psicosocial:

    1. Alrededor de una cuarta parte de la población
      adulta mayor pasa por situaciones de alto estrés,
      siendo mayor en aquellas relacionados con la salud
    2. Sin embargo, entre 59.7 y 52.1 % las personas
      experimentan significativamente estados de ánimo
      positivos: tranquilo, alegre. Cabe resaltar que los hombre
      experimentan en mayor proporción que las mujeres tales
      estados. Entre 18.2 y 34% experimentan estados de ánimo
      negativos.
    3. Se encuentra un nivel aceptable de calidad de vida
      desde la perspectiva de la propia persona ( una media de
      7.61)
    4. El grado de cohesión familiar medido a
      través del respeto y
      apoyo mutuo, o el compartir principios y
      valores, se encuentra en niveles altos. De la misma manera, el
      factor religioso es muy importante en la población
      adulta mayor, y la mayoría se apoya en el mismo para
      enfrentar los retos cotidianos.

    De los factores de riesgo, donde el individuo tiene un
    grado de control, la falta de ejercicio físico es el
    potencialmente más modificable. El ejercicio físico
    aumenta la fuerza,
    disminuye el riesgo de muerte, mejora
    el ánimo y reduce el impacto de otros factores de riesgo;
    ha demostrado ser beneficioso no sólo en la
    prevención de enfermedades coronarias,
    sino que también en la prevención y
    reversión de la hipertensión (donde está
    aceptado como un tratamiento adjunto a la medicación), en
    la protección del cáncer del colon, en la
    prevención de la diabetes, en el
    tratamiento de la artritis, en la prevención de la
    osteoporosis y
    en mejoramiento del equilibrio y
    la fuerza de las extremidades inferiores.

    La falta de relaciones sociales es un poderoso factor de
    riesgo para un nivel de salud pobre. En tal sentido, el apoyo
    social y socioemocional ( expresiones directas de afecto, de
    estima, de amor y
    respeto) son fundamentales para el envejecimiento exitoso (Sabin,
    1993).

    Hay cuatro modos importantes en que el apoyo social
    puede promover la salud:

    1. Es posible que el apoyo social lleve a las personas a
      obtener tratamiento médico de manera más
      rápida y que les provea de mejor información en
      salud incluyendo el cómo acceder a los
      servicios.
    2. Algunas formas de apoyo social pueden de hecho
      consistir en tratamiento médico directo
    3. El apoyo social puede hacer más probable la
      adopción de comportamientos promotores de salud (caminar
      o no fumar), supuesto ésta sea la norma en el grupo de
      referencia.
    4. Comportamientos de apoyo pueden tener efectos
      biológicos directos que aumenten la resistencia a
      enfermedades.
      Individuos que reportan altos niveles de apoyo social tienen
      niveles significativamente más bajos en tres medidas
      fisiológicas de estrés:
      epinefrina, norepinefrina y cortisol.

    Es cada vez más claro que el mantenerse activo en
    tareas que tengan un propósito y un significado, junto con
    el mantener relaciones significativas, es fundamental para la
    mantención del bienestar a lo largo de la vida; en
    relación a lo cual, es muy importante una
    intervención sustentada en los siguientes principios
    metodológicos (Girard, 1991):

    1. Las intervenciones deben ser definas en función
      de las necesidades individuales de las personas
      mayores
    2. La discapacidad
      y/o inadaptaciones son las circunstancias que deben poner en
      relación a las personas mayores y/o sus familias con el
      entorno institucional.
    3. La prevención como forma de
      intervención no debe estar limitada en el
      tiempo
    4. Sólo el conocimiento
      del medio en el que el individuo se desenvuelve y su
      catalogación puede permitir comprender la importancia de
      la situación
    5. El equipo de intervención debe ser
      versátil y lo menos jerarquizado posible.

    En un primer nivel primario de atención, las
    necesidades más frecuentes que se presentan suelen ser las
    siguientes:

    1. de cuidado, afecto, relación,
      actividad
    2. de convivencia armónica
      normalizada
    3. de relación con los medios de socialización primarios y secundarios:
      hogares, calle, amigos, etc
    4. de atención de dificultades o desajustes que
      puedan aparecer en el proceso de envejecimiento
    5. de alojamiento y cuidado en caso de inexistencia o
      deterioro de las relaciones convivenciales

    La intervención en el segundo y tercer nivel va
    dirigida a individuos, familias y grupos que se encuentran en un
    proceso definido de exclusión médica y/o social,
    necesitando apoyos para la convivencia familiar y social, por lo
    que no sólo se debe incidir en éstos, sino, por
    generalización, en toda la comunidad. Entre los objetivos
    más importantes a conseguir en estos niveles de
    prevención serían:

    1. facilitar el acceso, permanencia y utilización
      de recursos normalizados de la comunidad
    2. intervenir con los individuos, familias y grupos, al
      objeto de habilitar las competencias necesarias para la
      convivencia y la inserción
    3. procurar el apoyo psicosocial necesario
    4. promover intervenciones socioeducativas
    5. realizar intervenciones tendentes al conocimiento,
      mantenimiento y fortalecimiento de las redes de
      apoyo social
    6. procurar alojamientos alternativos en las
      circunstancias adecuadas y cuando no se posible proponer otras
      alternativas.

    Si bien el objetivo último de toda política
    social es incrementar el bienestar social, desde el punto de
    vista psicosocial nos interesa el bienestar subjetivo, el cual ,
    de acuerdo con Diener (1994), tiene tres características:

    1. Es subjetivo, reside en la experiencia del
      individuo
    2. Incluye medidas positivas, no sólo es la
      ausencia de factores negativos
    3. Las medidas del bienestar subjetivo suelen ser
      integrales e
      incluir todos los aspectos de la vida de las
      personas.

    La intervención educativa y psicosocial no puede
    ser vista únicamente como un esfuerzo por contrarrestar
    las carencias, sino como una apuesta por las posibilidades; en el
    caso del adulto mayor, se plantean retos de adaptación y
    los esfuerzos de estas personas para acometerlos., y se supone
    que la integridad de la calidad de vida emana de las respuestas
    adaptativas. Por ejemplo, en relación a movilidad
    útil, actividades básicas de la vida diaria,
    capacidades de orientación, comunicación receptiva
    y expresiva, relaciones sociales e interpersonales,
    autonomía, percepción de salud, entre otras. Lo que
    podría interpretarse a partir de la teoría de la
    actividad. Según este enfoque, de raíces
    aristotélicas, una persona se sentirá bien en
    función
    de las actividades que realice y de la calidad con la que las
    lleve a cabo, aprehendida ésta a través de
    percepciones subjetivas: opiniones, actitudes, creencias y
    valores Por ejemplo: El desafío de adaptación es
    extraer placer de la vida. La pregunta que tendríamos que
    plantearnos es si la persona, el adulto mayor en nuestro caso,
    tiene respuestas ante éste desafío y su
    percepción de las mismas. Por ejemplo, actuar de acuerdo
    con los propios valores, seguir intereses, adherirse a
    experiencias religiosas y estéticas, relajarse en tiempo
    de ocio, valorar la vida a pesar del dolor y de los problemas,
    etc. Y, dos aspectos finales, no olvidemos que no hay un
    único estándar con el que sopesar el declive, el
    mantenimiento
    o la mejoría de la adaptación y que la
    adaptación se modifica en función del contexto,
    especialmente la
    motivación y el entorno. Por ejemplo, la
    reestructuración del hogar o la provisión de
    aparatos auxiliares puede aumentar o restablecer la
    adaptación o la independencia
    de la persona mayor.

    Referencias
    bibliográficas

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    Ugarteche,O ( 1998) La arqueología de la modernidad. Lima:
    DESCO

     

    Sociedad Peruana de Resiliencia: Área: Adulto
    Mayor

    Dr Héctor Lamas Rojas

    Doctor en Psicología

    Dr. Javier Lamas Lara

    Cirujano Dentista

    Maestría en Gerontología.

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