México en la transición
de la democracia
El 2 de julio de 2000 constituye una fecha
histórica para el pueblo mexicano, se dio fin a 71
años de gobierno
ininterrumpidos de lo que hoy conocemos como Partido
Revolucionario Institucional (PRI). Este impactante hecho se dio
obviamente por el sufragio de la mayoría de los mexicanos,
representando así uno de los más caros anhelos de
la sociedad mexicana
casi desde su independencia.
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En estas elecciones pudimos ver la alta
participación de la ciudadanía y un proceso que
por vez primera estuvo en manos de instituciones
ciudadanizadas. Se exploraron las técnicas
más modernas de marketing
político a fin de mantener el poder
político 6 años más para el caso del PRI o
para dar paso a la alternancia, en el caso del PAN y del Partido
de la Revolución
Democrática (PRD).
Cárdenas, Fox y Labastida escenificaron una
larga, larga campaña electoral que culminó en el
fin del régimen de partido único ( o
cuasiúnico). A casi 3 años de las elecciones,
todavía no se acaban de dimensionar las consecuencias que
esto trae consigo. ¿Transición a la democracia o
simplemente alternancia en el poder?
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Menudo trabajo le toca a nuestro ciudadano presidente de
la República Mexicana, licenciado Vicente Fox, siendo
evidente que no podrá resolverlo solo, si no es con la
participación de toda la ciudadanía haciendo una
verdadera vigilancia para que se cumplan los preceptos ya
considerados desde la creación de la ley.
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En México
vivimos una crisis de
partidos: el PRI se ha aleado de sus bases tradicionales, el PRD
se ha burocratizado en el poder y se aleja de sus bases. El PAN
no ha sido un partido de bases y en las pasadas elecciones
federales se vio superado por el liderazgo de
Vicente Fox, quién formó una estructura
paralela al partido, "Los amigos de Fox". Ni Cárdenas ni
Fox cedieron ante las múltiples demandas ciudadanas por
conformar una coalición general de partidos de
oposición. Para bien o para mal privaron los intereses
privados. El PAN se alió con el Verde Ecologista, mientras
que el PRD lo hizo con varios partidos más de "centro
izquierda".
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En el ámbito de simpatías, Cuauhtemoc
Cárdenas sufrió un gran desgaste en su liderazgo
luego de gobernar una ciudad tan complicada como la de
México. No reflejó una propuesta moderna, no
significó para muchos el cambio que
México anhela. Labastida, por más que hablaba del
nuevo PRI, jamás pudo quitarse de encima la losa de un
partido con rostro viejo y con prácticas desgastadas. En
cambio fox tuvo la habilidad de enarbolar un discurso
llano, sencillo, a veces hasta vulgar, moderno que le
imprimió frescura en su campaña y que logró
atraer sobre todo a la juventud
mexicana.
Vicente Fox, un carismático ranchero de estilo
desparpajado, cautivó a millones de mexicanos. Lo hizo a
través de un discurso simple, coloquial, plagado de
ataques al viejo sistema
político priísta y a sus representantes. A los
viejos políticos del PRI los llamó "sanguijuelas"
"víboras prietas" "tepocates" "corruptos". Al candidato
del PRI le decía "chaparro" y hasta "mandilón". A
los ministros de la Suprema Corte de Justicia los
llamó despectivamente "viejitos", a las fuerzas de
izquierda "retrógadas…" Con inusitada frecuencia, sus
folklóricos comentarios acapararon titulares de la
prensa y de
la
televisión, que por primera vez trató de
ofrecer una cobertura equitativa de las campañas políticas
de los 3 principales candidatos a ocupar la presidencia de la
República en el nuevo milenio.
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Como nadie, Fox supo aprovechar la apertura de los
medios. Fue un
candidato mediático, que aceptaba todas las entrevistas
que le proponían, asistía a todos los programas de
radio, que
concedía cuanta entrevista se
le pedía. A través de la televisión, Fox entró a los hogares
mexicanos y se instaló en gran parte de ellos. Para los
mexicanos cansados de 70 años de un régimen
priísta caracterizado por la corrupción, el fraude electoral,
el amiguismo, la pobreza y la
falta de perspectivas, el discurso de Fox era una
invitación al cambio.
Al igual que sus contrincantes, Vicente Fox hizo una
campaña basada en las promesas. Prometió dar
solución al conflicto de
Chiapas en 15 minutos. Prometió un crecimiento de 7% de la
economía.
Prometió créditos para los "microchangarros" o
pequeñas empresas.
Prometió crear más de un millón de empleos
al año… Y la prensa mexicana ha sido implacable en
recordarle cada una de ellas. Los 15 minutos que necesitaba para
resolver el problema de Chiapas se han traducido en un impasse en
el que el diálogo
con los zapatistas esta prácticamente congelado, mientras
miles de indígenas tratan de revertir en la Corte una Ley
Indígena promulgada por el Congreso que les es adversa y
contraria a sus intereses. La reforma fiscal que
apuntalaría el crecimiento sostenido de la
economía, se entramó en el Congreso, y en su lugar
quedó una caricatura de reforma que no convenció ni
a los mismos legisladores, ni al mismo Presidente.
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La transición a la democracia en México no
comienza ni termina con las elecciones del 2 de julio de 2000. se
ha dado un gran paso, sin duda. Quienes creemos en la democracia
celebramos la derrota del PRI, pero sabemos que falta mucho
camino por recorrer. Sabemos que continuará el modelo
neoliberal, que se dará énfasis en la parte
cultural y educativa (según Heinz Dieterich), privatizando
los servicios a
universidades, otorgando becas a alumnos más que financiamiento
a las instituciones de educación. Se
derrumbarán los logros que quedan de pie con el
constituyente de 1917: educación propiedad de
los recursos
naturales.
Pero hay todavía muchas cuentas
pendientes. México es un país en que la mitad de la
población vive en condiciones de pobreza y en el
que los indígenas siguen sin tener acceso a los
mínimos básicos de bienestar. Erradicar la
corrupción y la inseguridad
pública siguen siendo asignaturas pendientes del gobierno
del cambio, como lo es también el lograr el pleno respeto a los
derechos
humanos. Y aunque las imágenes
de la fiesta del 2 de julio siguen frescas en la memoria de
muchos mexicanos, la gestión
gubernamental y el proceso de transición, están
más abiertas que nunca al escrutinio de la
ciudadanía a través de la televisión, la
prensa y la
radio.
Por;
Patricia Plasencia
Marisol Paredez