Aspectos comparativos en la obra
novelística de Ernesto Sábato.
- Simbología en las novelas
de Ernesto Sábato - Personajes.-
- Estructura de
las novelas.- - Sobre informe
sobre ciegos.-
1.SIMBOLOGÍA EN LAS NOVELAS DE
ERNESTO SÁBATO
El estudio de la obra novelística de Ernesto
Sábato, tradicionalmente catalogada en tres novelas [(El
túnel (1.948), Sobre héroes y tumbas (1.961) y
Abaddón el exterminador(1.974)], demuestra formar un solo
sistema de
significación en el que se emplean los mismos
códigos y se presentan similares estructuras.
Como diría el propio Sábato, "todas son formas de
los mismos fantasmas".
Así pues, al analizar el conjunto de la obra de
Sábato desde la perspectiva del discurso, es
posible ver una seria de representaciones convertidas en signos
semióticos, bien sean personajes, ideas o conceptos.
Cuando se relacionan los diferentes textos de forma independiente
a la perspectiva de la teoría
de los géneros, es posible estudiar las semejanzas entre
ellos, con lo que queda patente el hecho de que a nivel de
actualización del texto, estos
discursos
funcionan de manera semejante, hasta tal punto , que casi
podríamos decir que sus tres títulos no son sino
aspectos de una sola novela, tales son
sus conexiones, ya que huelga
señalar que las tres forman una especie de ciclo, con
personajes que transitan de uno a otro libro,
ampliaciones de motivos antes presentados y reiteraciones de
paradigmas y
símbolos éticos. Entre éstos últimos
se incluyen el carácter
morbosos de la pasión amorosa; la obsesión con la
ceguera física
tratado como emblema de la moral; la
naturaleza
impenetrable y oscura del mundo; la estéril lucidez de la
conciencia que
solo agrava la sospecha de que la vida carece de sentido alguno;
la omnipresencia del mal; el extraño lenguaje de
los sueños, etc..
Por lo tanto, no es factible la total
comprensión, por parte del lector, de Abbadón el
exterminador sin haber leído con anterioridad Sobre
héroes y tumbas y, con todo, en ésta última,
Sábato, en su inclinación hacía las
disgresiones, realiza una larga referencia metaliteraria a El
tunel 9, donde analiza el
"caso Castel".
Por otro lado, es esencial la adhesión al
surrealismo y
al psicoanálisis en Sábato , ya que los
usa como el camino más firme para penetrara en el misterio
del mundo. Hay una fuerte unión entre el psicoanálisis y el concepto de
inconsciente, porque el inconsciente sirve de mediador entre el
mundo sensible y el inteligble. Y el incosnciente se puso en
relación con la enfermedad nerviosa y mental (la que
parecen adolecer Juan Pablo Castel, Fernando Vidal…inclusive
cabría decir la familia
Vidal Olmos en general).
9 Sobre héroes y tumbas, ed. Seix
Barral, 2.001, en Informe sobre
ciegos, capitulo XX, págs. 342 y ss.
Probablemente el texto que
más corresponda a este aspecto sea Informe sobre
ciegos (capítulo III de Sobre héroes y tumbas). La
que más destaca, en tanto que afectó notoriamente
al autor en su vida privada (todo novela guarda
algo de autobiográfico) o sea la simbología de la
maternidad, de la madre. Ésta aparece claramente evidente
en sus textos, aunque presentada de diversas maneras, y
así, el cuadro que pinta Juan Pablo Castel y que tanto
llama la atención de María Iribarne, se
titula "Maternidad", y dentro del psicoanálisis, la
matriz de una
madre es comparada con un túnel del que, por otra parte,
nunca saldrá Castel. Por tanto, al matar a María
(nombre de la mujer– madre por
antonomasia), el protagonista también está matando
a su propia madre, y en cierta medida, a sí mismo. En
Sobre héroes y tumbas la relación incestuosa entre
Fernando Vidal y su hija Alejandra no resulta tan destructiva
como la que mantiene ésta última con Martín
de Castillo (merece señalar la similitud entre los
apellidos de Juan Pablo Castel y Martín del
Castillo , y aparte que para los psicoanalistas el
castillo es símbolo de la madre protectora, como en la
vida real y a su vez, lo fue la del propio Ernesto
Sábato). Martín sabe que su madre trató
de evitar que él naciera, razón por la cual la
llama "madre- cloaca", y estas referencias edípicas
remiten nuevamente a El tunel, e
incluso a Informe sobre ciegos, ya que Fernando sí
acabó en las cloacas buonarenses…y tb hace referencia a
la maternidad, representada en Alejandra.
Tanto la relación que mantienen Martín y
su madre como la de Alejandra con su padre, son
destructivas.
La referencia al mito de Edipo
(Sófocles) es directa, y ya no solo por la relación
incestuosa entre padre e hija, sino porque Fernando Vidal, una
vez que ha penetrado en la verdad de su propia existencia (cap.
XXXV) , pierde los ojos materiales con
los que ve, para verse a así mismo, al igual que al
héroe clásico. También en el capítulo
V del Informe sobre ciegos, se cita uno de los sueños de
Fernando, un sueño que le estuvo persiguiendo durante toda
su vida. En él, se veía a sí mismo. Y se
suele decir que verse a sí mismo en sueños es
señal de malos augurios.
El autor de Informe sobre ciegos declara incluso que "en
aquel viaje supe, como Edipo lo supo en manos de Tiresías
(…)". Hay que considerar el hecho de que Tiresías
también fue uno de los ciegos míticos de la
tradición grecorromana, porque había observado a
Atenea desnuda, y la diosa le castigó. El tema
edípico es una clave de lectura.
Fernando por su propia voluntad penetra en los laberíntos
de su propio destino: el incesto. La ciega que tanto le aterra en
sus alucinaciones no es otra sino que la misma Alejandra, y es
ahí donde reside el sentido trágico de destino del
héroe. Básicamente , Fernando, quien en su locura
cree firmemente en la Secta del Mal, es guiado por su propia
voluntad a penetrar en el reino de lo distinto, de lo impensable
para la mayoría de los hombres y mujeres, es decir, el
incesto o la unión sexual entre padre e hija, en aquello
que
Nietzche denomina el "uno primordial", que es la
unión del uno con el otro y con su propia naturaleza. Como
en Edipo Rey de
Sófocles, Edipo no tiene más remedio que seguir con
su destino fatal, de la misma forma que Fernando lo declara. Por
ello será asesinado por su propia hija, quien luego
prenderá fuego a la casa familiar y se quemará ella
misma a fin de redimir la tragedia a través del fuego
purificador y eterno. No obstante, Sábato no esplicita si
este acto se destina exactamente a la depuración a
través del fuego después de haber sucumbido ante un
amor
incestuoso con su padre. El complejo de Edipo ha sido un aspecto
clave en la obra se Sábato. El incesto, uno de los motivos
básicos, aparece en El tunel como
parte del conflicto en
la relación entre Castel y María, se encuentra en
la base de la tragedia de Sobre héroes y tumbas, ya que
este parece ser el origen de la problemática de Alejandra
quien ha tenido relaciones sexuales con su padre. A la vez, la
relación de Fernando con Georgina – madre de
Alejandra y prima, a su vez, de Fernando- es un reflejo de la
atracción que éste sentía por su propia
madre. Algo semejante le ocurre a Bruno, quien en un momento se
da cuenta que su atracción por Alejandra no es más
que una extensión de su amor por
Georgina, y eso es justo lo mismo que le pasa a Fernando, porque
Alejandra es un vivo retrato de su madre. En Abaddón no
faltan tampoco las relaciones incestuosas. El complejo de Edipo y
los problemas de
la líbido, siendo un punto básico de la teoría
freudiana, han pasado a ser herramienta de trabajo en la
interpretación de los textos sabatianos.
Con todo, no queda del todo claro el porqué
Alejandra mata a su padre. En realidad, obviamente cabria pensar
que el móvil es el incesto y la causa la venganza, pero en
ningún momento se deja translucir que se trate de una
violación a Alejandra, – aunque Martín
señalara en un momento dado que eran dos seres que
parecía odiarse – , sino que ella lo permite. El
porqué es un enigma.
Y ella no parece tener miedo, quien verdaderamente tiene
miedo el Fernando (la ciega del sótano es la
representación de Alejandra). Hasta es muy posible que
Alejandra, harta de la situación, amenazara de muerte a su
padre, ya que éste está muy convencido de que su
muerte es
inminente y que será de mano de "la ciega".
Queda demostrado pues, que la imagen de la
madre tiene una importancia primordial en Sábato. Esto de
debe a varios motivos de la vida personal de
Sábato, que poco más o menos deja translucir en el
capítulo II de su libro de
memorias Antes
del fin (1.998): La madre de Sábato perdió a su
madre con solo 8 años y a su vez, ella perdió a un
hijo de 2 años de edad, Ernestito, mientras estaba
embarazada de Ernesto. También el propio Sábato
perdió a un hijo cuando tenía 83 u 84 años
(aproximadamente en 1.994). La madre de Sábato, por tanto,
estando nuevamente embarazada de él, se siente triste,
afligida y sacudida por fuertes sentimientos ambivalentes ante
la muerte de
su otro hijo. Esto afecta al feto, pues desde e
psicoanálisis se han aportado valiosos estudios relativos
a la importancia de la relación madre- hijo en la
estructuración del psiquismo. Así, los
vínculos con el recién nacido se mantienen, pero
con sufrimiento. Lo peor es que en función de
duelo, el nuevo hijo es identificado al nacer con el mismo nombre
del que hacía poco había fallecido, y entonces ya
no es otro el hijo que nace, sino que es el hijo que
murió. Por ello una madre, así, deprimida y en
relación a la natural simbiosis inicial entre madre e
hijo, transforma al recién nacido en vector de sus propias
ansiedades sufrientes y persecutorias. Sábato acusa a su
madre de aislarlo del mundo, de convertirlo en un niño
solo, que vive una especie de infancia
prestada, que se siente en el mundo en sustitución de
otro, porque para Sábato es como si la matriz o el
seno de la madre es donde se halla la regón
enigmática donde se hacen y se deshacen los destinos.
Así Sábato sufría alucinaciones de
pequeño, e incluso alteraciones en su conducta, como
pincharles los ojos con alfileres a los pájaros y a los
gatos (como Fernando Vidal) y padecía
sonambulismo.
Las referencias a la maternidad, por tanto, son
continuas. No es casualidad que, al principio de Sobre
héroes y tumbas, Martín se sitúe en el
parque Lezama justo enfrente de la estatua de Ceres, diosa de la
fertilidad, y por ende, representante también de la
maternidad y eso, inconscientemente, haga reflexionar a
Martín sobre su madre.
Sin embargo, uno de los pasajes más cargados de
simbología, es el que compone los capítulos XXXV y
XXXVI de la tercera parte de Sobre héroes y tumbas, de
Informe sobre ciegos, cuando Fernando Vidal, en su
persecución de los ciegos pierde el
conocimiento ante la visión de la ciega. Pasemos a un
somero análisis del texto atendiendo a su
simbología:
En cada una de las obras , cada protagonista se
"transforma" en un animal, de tal suerte que Juan Pablo Castel se
convierte en un pájaro en uno de sus sueños
(capitulo XXII) – a lo largo de El túnel solo se
relatan tres sueños, a cual más simbólico- ,
Fernando Vidal Olmos se transforma en pez (capítulo XXVI)
y Sabato (sin acento, el alter ego del autor en Abaddón el
exterminador) se metamorsea en murciélago (un animal
nocturno y ciego).
En general, Sábato se refiere a los
símbolos en el contexto de la tradición literaria,
la herencia
mítica o el conocimiento
esotérico, extrayendo analogías de diversa
cosmogonías y tradiciones, principalmente de la
clásica helénica y la judeo- cristiana.
En el capítulo XXXVI, en primer lugar Fernando
sale de una caverna guado por una relativa luminosidad opaca, una
luz como de
crepúsculo, "rojiza y violácea". Para los
psicoanalistas – doctrina que jamás dejó
indiferente a Ernesto Sábato-, la caverna o gruta es
símbolo de genitales femeninos. Hay numerosos
símbolos que remiten al claustro materno y a los genitales
femeninos, como la habitación – donde
encontró a la ciega, donde perdió el sentido, de
donde salió hacia las cloacas- , la puerta – de la
habitación anterior- y la de la estatua de páramo-
y el túnel, de sobradas referencias. La imagen del
crepúsculo es muy utilizada en la obra sabatiana, es un
momento especial del día, que induce a la
reflexión. Prácticamente todos los personajes,
Bruno, Martín, Alejandra, Castel , Fernando… se mueven
en esas horas del día. El crepúsculo es observado
como un proceso
psíquico o algún asunto de la vida que llaga a su
término. En Sobre héroes y tumbas hay una breve
reflexión sobre el atardecer en Buenos Aires, al
igual que en Abaddón el exterminador, realizadas por Bruno
y Sabato respectivamente. Da cierta sensación de que estos
personajes no se mueven ni de día ni de noche, sino en los
atardeceres, hacia la noche, la bruma. Es un momento intermedio
que se podría llegar a relacionar con la
contradicción en Sábato entre razón e
intuición. Como la justa medida. O como el ocaso de la
civilización. por eso viene la venida del fin de los
tiempos, el apocalipsis anunciado por el ángel
exterminador, por Abbadón.
De hecho, cuando Fernando alcanza el páramo donde
va a encontrar a la estatua del Ojo Fosforescente (nueva
alusión a la vista) parece haber encontrado la
solución a problemas, el
fin ansiado.
"El comienzo y el fin".
Curiosamente, la enorme estatua es una Gran Deidad con
cuerpo de mujer y su famoso
"Ojo Fosforescente" no se encuentra en su cabeza, sino en el
ombligo. El ombligo es una cicatriz, la marca que deja el
cordón umbilical , lo que une a un recién nacido
con su madre. Por lo tanto, aquí nos encontramos con dos
claras referencias a la ceguera (vista- Ojo Fosforescente) y a la
madre (ombligo). Dos símbolos obsesivos para
Sábato, porque, como dice en su ensayo El
escritor y sus fantasmas: " La ceguera es una metáfora de
las tinieblas, un descenso a los infiernos o un descenso al
tenebroso mundo del inconsciente, es la vuelta a la madre o al
útero, es la noche".
También es bastante significativo que se trate de
un ídolo femenino. En su significación
arquetípica, la Mater se relaciona con la materia; es la
diosa de la naturaleza, de las criaturas, del mundo intermedio.
El cristianismo
destruye el sentido negativo que puede atriburse a estas
categorías para incorporarlas al impulso de la
salvación. Lilith, Eva, Helena, Pandora son las figuras-
símbolos que el mito antiguo
presenta como desencadenantes del Mal. Para el
psicoanálisis vendría a significar la inmadurez en
tanto que implica cierta dependencia materna (en caso de ser un
dios masculino, sería paterna). Las estatuas representan
la soledad, la frigidez (
Martín suele ir al parque Lezama, ya sea solo o
con Alejandra, y gusta de observar a las estatuas, le dan
qué pensar). La de Fernando es una estatua con cuerpo de
mujer, con alas y cabeza de vampiro, y con manos y pies en forma
de garras. Y "con poder sobre la
vida y la muerte", un
ser con forma de mujer que implica maternidad, vida y muerte en
tanto que a través de su forma vampírica remite a
la sangre, y la
sangre es
vida. Y los vampiros la absorben, arrebatando esa vida. A pesar
de hallarse en un paraje tan inhóspito, terrible y
crepuscular, y de su aterrador aspecto, ésta estatua
representa la vida, probablemente en mayor medida que a la
muerte. Además la gigantesca estatua carece de rostro, con
lo cual pierde el sentido de la identidad, lo
es todo, lo abarca todo porque también es lo
desconocido.
De nuevo aparece el símbolo del fuego en la
alucinación de Fernando Vidal. Se trata del gran Ojo de la
estatua, cuya fosforescencia se debía al reflejo de un
fuego interior que vacila, crece y disminuye. El fuego dentro del
psicoanálisis, es uno de los símbolos
oníricos más importantes. Viene a ser la fuerza
instintiva, el poder del
espíritu, pero sobre todo, la excitación sexual. Es
una visión purificadora, por ello Alejandra se quema a
sí misma, y el Loco Barragán (Natalicio
Barragán, personaje que aparece en Sobre héroes y
tumbas y en Abaddón el exterminador) profetiza que el
mundo arderá cuando llegue el inminente apocalipsis. Esa
fuerza
intuitiva hace que Fernando sepa con certeza lo que tiene que
hacer, adonde ir. Así, se acerca a la estatua y sabe que
tiene que entrar en ella: "YO SABÍA que debía haber
una entrada para que yo pudiese pasar, y quizá solo para
eso. En ese momento mi espíritu estaba dominado por la
certeza de que todo aquello había estado
esperando mi llegada y es unicamente por eso no se había
derrumbado ya hacia la nada (Informe sobre ciegos, capitulo XX,
pág. 378).
Dentro encuentra una escalera de piedra que conduce al
Ojo (fuego interno) de miles de escalones. El hecho de subir
denota ansias de renovación y la escalera es un
inequívoco símbolo de contenido sexual para los
psicoanalistas. Podría decirse que esta estatua es una
alusión misma a la propia Alejandra.
Después de muchos desfallecimientos, Fernando
consigue llegar a Él (Sábato no especifica, pero se
esclarece que se trata de un tramo que va a conducir directamente
al centro de la estatua, justo al Ojo Fosforescente, al ombligo,
donde se halla el fuego interior), y todo se transforma en un
estrechísimo túnel de carne, en que me fue preciso
trepar reptando sobre mi vientre, es como una matriz. Es una
gruta submarina, pero seguramente no se trata de agua, sino del
líquido amniótico. Poco a poco, Fernando, a medida
que avanza hacia el epicentro (vientre) por el túnel
(matriz), va retrocediendo en sus recuerdos: "(…) algo que me
recordaba, como en un sueño, hechos remotísimos que
no podría precisar (…)", hasta que se metamorsea en pez:
" Algo me sucedió a medda que ascendía en aquel
resbaladizo y sofocante túnel de carne: mi cuerpo se iba
convirtiendo en pez, mis extremidades se transformaban
repugnantemente en aletas, mi piel se
cubría de escamas" (Ambas citas en capítulo XXXVI
de Informe sobre ciegos).
Finalmente alcanza la "caverna" (que sería el
vientre materno), "hundiéndose en un líquido
caliente y gelatinoso" (liquido amniótico). Partiendo de
esta línea, sería interesante ver la
interpretación simbólica del ritual erótico
en Abbadón, ya que, partiendo de los antiguos rituales
cátaros se podría decir que el simbólico ojo
sexual de Abaddón el exterminador (casi todos los ojos
simbólicos en las novelas de Sábato en general) es
un ojo maligno, enjuiciador, objetivamente que desnuda a quien
mira. El hecho de que el ojo esté situado en una
posición genital implica además una inversión profunda del simbolismo
tradicional metafísico del órgano óptico,
penetrando en el sexo ocular de
la mujer se entra
así en el insondable mundo de los ciegos, por eso Fernando
se acuesta con la ciega. Tras esto, Fernando pierde el
conocimiento, es decir, regresa a su estado inicial
de vida, el vientre de su madre, como feto e incluso como
embrión. Es su principio y su fin. Esta idea remite en
cierta medida a Señas de identidad, de
Juan Goytisolo, ya que trata también el tema del retroceso
hacia el vientre materno.
Otro de los símbolos que huelga
destacar y que aparecen en esta tenebrosa
ensoñación de Vidal (capítulo XXXVI) es el
de las torres. Hay exactamente 21 torres de colosal altura
construidas en piedra negra, parcialmente derruidas y formando un
polígono en cuyo centro se yerge la Gran Deidad, tan alta
como las torres mismas. Y es que Sábato, para quien la
oposición establecida entre pensamiento
intuitivo y pensamiento
racional representa otra de sus grandes obsesiones, considera la
simbología de las "altas torres" como una metáfora
del conocimiento,
el cual se divide en dos grandes axiomas: por un lado
estaría el conocimiento
científico o la razón, representado por las
"altas torres" ( en El túnel, Sobre héroes y tumbas
y Abaddón el exterminador estarían representadas
por los rascacielos de la capital
buonarense) , y por otro, el conocimiento intuitivo, representado
tanto por el agua y
la tierra como
en su forma aleatoria, el barro (no hay que olvidar que gran
parte del suelo del gran
páramo sobre el que se alzan las torres y la estatua es
barro…y que muchas mitologías creían que los
primeros hombres fueron hechos con barro). Es hacía esto,
hacia la mentalidad intuitiva, donde Juan Pablo Castel se resiste
a vivir, el que asquea a Alejandra hasta la muerte, el que casi
ahoga a seres como Martín o Bruno y donde Fernando Vidal
Olmos tiene que sumergirse como un anfibio. Por ello
Sábato presenta unas torres negras y derruidas, porque
representan a una razón que ya no puede sostenerse. Esta
dicotomía entre la razón y la intuición
también las encontramos en el cuadro de Juan Pablo Castel,
titulado "Maternidad". Las referencias descriptivas a esta obra
pictórica dentro de la novela de El
tunel, son las siguientes:
"(…) un cuadro llamado "Maternidad Era del estilo de
muchos otros anteriores: (…) sólido y bien
arquitecturado. Tenía los atributos que esos
charlatanes [los críticos] encontraban siempre en mis
telas, incluyendo "cierta cosa profunda e intelectual". Pero
arriba, a la izquierda, a través de una ventanita, se
veía una escena pequeña y remota: una playa
solitaria y una mujer que miraba al mar (…) , como esperando
algo, quizás algún llamado distante y apagado. La
escena sugería, en m opinión, una soledad ansiosa y
absoluta". (capitulo III, pág.16).
Y al romper la tela que contenía la pintura, es
cuando cita algunos elementos que forman el resto del cuadro
(aparte de "la ventanita"):
"(…) columnas en pedazos, estas estatuas mutiladas,
estas ruinas humeantes, estas escaleras infernales!" (capitulo
XXXIV, pág.118).
Es posible postular una relación en cuanto a la
impresión visual que provoca el signo "torre" y la
posición de la "ventanita" en el cuadro. La imagen visual
de las "altas torres" se reedita en el lienzo representando dos
mundos, dos formas de sentir y de pensar. LA escena de la
"ventanita" está tan separada del mundo de las madres,
como lo están las "torres" donde domina el azar y la
conjetura. Así, los críticos consideran que es un
cuadro "bien arquitecturado", donde predomina la razón y
ni siquiera ven en la esquina superior izquierda a la mujer que
espera junto al mar, porque ya escapa a los límites de
la razón para entrar de lleno en el arte, en lo
intuitivo, en lo espiritual.
En el contexto de Sobre héroes y tumbas, el
representamen "altas torres" se transmite en diversas
manifestaciones. Así, el mirador de la Casa de Barracas,
donde duerme Alejandra, es una de ellas, porque allí se ha
detenido el tiempo en un
doble aspecto: primero cuando escolástica se
enclaustró durante decenas de años allí,
enloquecida guardiana de la cabeza de su padre, y después,
porque es allí donde se consuma el incesto, años
después.-
Los personajes de Sábato son doblemente
ficticios, por se de otras novelas de Sábato. S se
partiera del protagonista de El túnel, Juan Pablo Castel,
y se acabara en Martín del Castillo, personaje de Sobre
héroes y tumbas, podemos trazar un eje horizontal
compuesto por cinco personajes, que definen cada uno a su manera,
una posición ante la vida, una forma de ser, un fantasma
sabatiano. En el epicentro de este eje se situaría a
Ernesto Sabato, personaje de Abaddón, y a ambos lados
Fernando Vidal Olmos y Bruno Bassán. Castel se caracteriza
por la intensidad de sus pasiones, por su carácter
impulsivo y su indagación constante, características que también definen
a Fernando Vidal Olmos, pero éste a su vez comparte con
Ernesto Sabato su lucha contra las potencias del mal, su
teoría sobre el demonio y los sueños, sus creencias
en el espiritismo y la magia, etc. Al otro lado encontramos a
Bruno Bassán y al final del eje a Martín del
Castillo. Junto con Martín podemos situar a toda una
constelación de jóvenes como Nacho Izaguirre,
Marcelo Carranzas y Jorge Ledesma; jóvenes a menudo
tímidos e inseguros (casi todos los personajes de
Sábato lo son, a esta lista habría que
añadir a Martín, a Bruno y a Castel ) que luchan
por encontrarse en esta vida, que tratan de salvarse de la
corrupción
y el espanto, que sufren por ser auténticos, por amar y
ser amados, por soñar y tratar de vivir sus sueños.
Por otro lado tenemos a los seres humildes y pobres pero de una
grandeza infinita, entre ellos podemos mencionar a Natalicio
Barragán (el Loco Barragán), Carlucho,
Chichín, Quique, Wanda, Norma Gladys Pugliese, Gonzalez
Iturriat, Hortensia Paz, Bucich, Umberto J. D'Arcángelo,
más conocido como Tito, su padre de origen italiano, etc.
Y curiosamente son personajes a los que relativamente se les da
poco importancia, peor que resultan esenciales. También
debe destacarse a los seres clarividentes, pobres diablos que en
su borrachera preveen la catástrofe, tal es el caso de
Natalicio Barragán. Huelga señalar que en 1.955, en
Sobre héroes y tumbas, al Loco Barragán nadie le
hace caso. El Loco Barragán, "que tomaba aguardiente sin
dejar, como siempre, de predicar, diciendo "vienen tiempos de
sangre y fuego, muchachos", amenazando, admonitorio y
profético con el dedo índice de la mano derecha a
los grandullones que lo farreaban, incapaces de tomar en serio
nada que no fuera Perón e el
partido del domingo del Ferrocarril Oeste (…)" (capítulo
XXVIII), era un ser despreciable – porque vivía de
su mujer- y despreciado- porque lo farreaban, es decir, que se
divertían a su costa. Pero cuando en la madrugada del 6 de
enero de 1.973, en Abaddón el exterminador, Natalicio
Barragán ve a la Bestia del Apocalipsis, el Ángel
Vengador, a Abaddón en forma de dragón de siete
cabezas ya deja de ser un ser despreciado. Sin embargo, nunca
deja de ser "el Loco", continua siendo un ser
despreciable.
Finalmente, podemos mencionar a los que representan a
los poderes del mal, el mundo de los Ciegos, la Secta, seres como
Schneider o Schnitzler, como R., cuya presencia es símbolo
del mal. Entre los personajes femeninos quiero mencionar a los
dos personajes más importantes, y que considero
representativos de la idea de Sabato sobre la mujer: María
Iribarne y Alejandra Vidal. Ambas mujeres se caracterizan por su
fuerza, su intensidad y su profundidad, son misteriosas y
conflictivas, atractivas y vigorosas, y su personalidad
es mucho más decidida y determinada que la de los
personajes masculinos. Así, cuando María le
advierte a su obseso perseguidor: "No sé qué
ganará con verme Hago mal a todos los que se me acercan"
(capitulo IX, pag. 41), parece situarse como un borroso
precedente de la compleja y torturada Alejandra. Sin embargo, en
strictu sensu, la última descendente de la familia Olmos, en
la que se conjugan ruina y abolengo, pertenece a la misma
estructura
actancial que el pintor Castel. El peso de las gloriosas
tradiciones y las lacras de la decadencia incide en ella
abrumadoramente. Al igual que Castel, la desesperada necesidad
que tiene Alejandra por la pureza y la
comunicación difícilmente se abre paso a
través de los demonios interiores que finalmente la
destruyen. Martín sería entonces su oponente, en
tanto que representa justamente esa pureza que podría
salvarla y que ella a la vez desea y rechaza, porque es incapaz
de asumirla, hasta el punto de que el verdadero eje central de
Sobre héroes y tumbas es el largo duelo entre la
incontaminada simplicidad de Martín y el caos interior de
Alejandra.
Precisamente los personajes más impactantes en
toda la novelística sabatiana son Juan Pablo Castel y
Fernando Vidal Olmos. Son personajes que encarnan de una u otra
manera el hombre
racional, el ser humano regido por el orden lógico e
inflexible, que se cree más allá de toda
contradicción, y para quien la intuición y el
pensamiento mágico son meras supercherías, entre
otras cosas, Castel se incluye en los defectos que le atribuye a
los demás, al igual que Fernando, quien tampoco
pretendía engañar a nadie y afirma que e un canalla
consciente de que lo es.
En la famosa escena del correo en El túnel,
cuando la empleada apela al reglamento para justificar el que no
pueda devolverle la carta, Castel
contesta: "El reglamento, como Ud. comprenderá, debe estar
de acuerdo con la lógica…"(capitulo XXX, pag.106). Esa
lógica
es la misma que llevará a Castel en una serie de
razonamientos rectilíneos a caer en conclusiones
totalmente falsas, tal y como lo demuestra la siguiente igualdad:
"María y la prostituta han tenido una expresión
semejante; la prostituta simulaba placer; María, pues,
simulaba placer; María es una prostituta."(capitulo XXXII,
pag. 113). Y es justamente esta lógica la que guarda el
mismo rigor absurdo que llevará a Castel al crimen, porque
en realidad él no toma libremente la decisión de
matar a María, no llega a esa determinación
deliberadamente, sino compelido por un proceso
mental. Por eso le dice, "Tengo que matarte, María.".
Seguramente, , Sabato desarrolló en Castel una
crítica de la razón pura, un comentario desgarrado
de las consecuencias a las que puede llevar el culto de la ciencia y
la razón. Claro que la situación de Castel es
irónica, sobre todo cuando el lector recuerda aquella
frase de Castel sobre "la manía de querer encontrar
explicación a todos los actos de la vida", cuando
precisamente es él el que quiere encontrar
explicación a cada frase de María, a cada sonrisa,
a cada mirada.
Fernando Vidal Olmos es un caso bastante parecido. Su
forma de vida y de acción están determinadas por
una razón inflexible, por una lógica rigurosa,
científica, supuestamente objetiva y desprovista de
emoción, porque como dice en el "Informe": "Es probable,
en efecto, que la emoción sea propicia para crear un poema
o componer una partitura musical, pero es desastroza para las
tareas de la razón pura."(pag. 321). El culto a la
razón pura que demuestran personajes como Castel y Vidal
Olmos es precísamente lo que Sabato denuncia de manera
directa en numerosos de sus textos. Todo parte de la profunda
escisión que se produjo en el hombre a
partir del renacimiento,
donde la razón se ha puesto por encima de la
pasión. Fernando, así, cree conducir su investigación basándose en la
lógica y la razón. Cuando va siguiendo al ciego de
las ballenitas y éste dobla de nuevo a la izquierda, hacia
el Luna Park, casi volviendo sobre sus pasos, Fernando dice: "Y
digo que me atemorizó porque no era
lógico…"(capitulo II, pag. 254). Y más adelante,
cuando la casa de la plaza de Belgrano resulta ser un apartamento
vacío, concluye diciendo: "Por lo tanto, el mantenimiento
de una casa desocupada que sirviera de entrada era un hecho
razonable."(capitulo XIX , pag.317). La lógica y la
razón son instrumentos que seres como Fernando aplican
aún cuando la situación resiste cualquier
explicación racional. Así sucede cuando atraviesa
aquel lago pantanoso y dice: "Mi situación era tal que no
tenía ninguna otra solución que marchar hacia el
poniente, y dentro de aquella realidad demencial yo veía
eso como una lógica y razonable
conclusión."(capitulo XXII, pag. 329).
Las similitudes entre estos dos personajes se dan
también en el nivel morfológico y retórico
del discurso.
Entre el discurso de El túnel y el del "Informe" hay
muchas características comunes. Las continuas
disgresiones que llevan al narrador a apartarse de su tema,
desarrollando un asunto tangencial, para luego volver al tema
central. Otra semejanza entre ambos narradores- personajes es que
comparten la necesidad de senar un precedente, de dar una
axplicacín de sus actos y de hallar a una persona que los
entienda. La discusión de una premisa y la
estipulación de las posibles alternativas, discutidas en
forma ordenada, simulando un razonamiento científico,
enumerando las hipótesis y presentando las conclusiones.
Para Fernando lo importante son los HECHOS, y las
mayúsculas nos revelan la superioridad que le confiere a
los mismos, como una verdad más valiosa e importante.
"Este Informe" nos dice, "está destinado, a un instituto
que crea de interés
proseguir las investigaciones
sobre este mundo que hasta hoy ha permanecido inexplorado. Como
tal, se limita a los HECHOS como me han sucedido. El
mérito que tiene, a mi juicio, es el de su absoluta
objetividad."(capitulo VI, pag. 265) y también "(…) No
soy teólogo y no estoy en condiciones de creer que estos
poderes infernales puedan tener explicación en alguna
retorcida teoría o esperanza. En todo caso, eso
sería teoría o esperanza. Lo otro, lo que he visto
y sufrido, eso son "hechos" (capitulo III , pag.257). De forma
análoga, Castel promete relatar los hechos que lo llevaron
a cometer el crimen: "Todos saben que maté a María
Iribarne Hunter. Pero nadie sabe cómo la conocí,
qué relaciones hubo exactamente entre nosotros y
cómo fui haciéndome a la idea de matarla.
Trataré de relatar todo imparcialmente porque, aunque
sufrí mucho por su culpa, no tengo la necia
pretensión de ser perfecto."(capitulo III
pag.16).
Como puede observarse, tanto Vidal como Castel
representan de muchas maneras, e incluso llegan a encarnar al
hombre
racional del que habla Sabato, el hombre
cosificado por la ciencia y la
razón, divorciado de sus emociones y sus
pasiones. Fernando Vidal Olmos sin embargo comparte ciertas
características con Ernesto Sabato, personaje de
Abaddón el exterminador, personaje que hemos colocado al
centro de este eje. A pesar de su culto por la lógica y la
razón, Fernando acepta la existencia de los poderes
sobrenaturales, de la magia y el espiritismo. Su lucha contra las
potencias del mal se basa precisamente en esta certeza. Numerosas
de las teorías
presentadas por Fernando en el "Informe" aparecen luego en boca
de Sabato en Abaddón. El mejor ejemplo de esto es
quizás su teoría sobre el sueño y la
separación del alma y el cuerpo durante el sueño,
expuesta por Fernando en el "Informe"(pags. 261 y ss.) y por
Ernesto Sabato en Abaddón (pags 143 y ss.). Otro ejemplo
importante es la teoría sobre el demonio y su dominio de la
Tierra. Esta
teoría presentada por Fernando en el capítulo III
del "Informe", se encuentra también en Abaddón
presentada por el profesor Alberto J. Gandulfo y luego
corroborada por Sabato (pag. 328-341).
Otras características comunes a ambos personajes
son sus fobias por las ratas, los murciélagos, las
serpientes, los sapos y otros animales de
sangre fría, su constante preocupación por el mal y
la indagación del mundo de las tinieblas, los Ciegos y las
Sectas del mal. Vemos de esta manera, una serie de personajes que
se sitúan a lo largo de un eje que representa las ideas y
las teorías
expuestas por el autor Ernesto Sabato. La dualidad de estos
personajes se encuentra lúcidamente explicada en
Apologías y rechazos, donde hablando de Leonardo da
Vinci dice: "Ya cuando era estudiante de física me
subyugó el enigma de este frecuentador de salones y
morgues, por parecerme que revelaba el desgarramiento del hombre
que pasa de las tinieblas a la luz más
deslumbrante, del mundo nocturnal de los sueños al de las
ideas claras, de la metafísica
a la física; y recíprocamente."(pag.
14).
Al otro lado de este eje encontramos la otra
dimensión del personaje Ernesto Sabato, su aspecto
nostálgico y melancólico, sus hondas depresiones,
su necesidad de amor y comprensión, su búsqueda
desesperada de un aliciente en la vida, de una esperanza. Es el
aspecto intuitivo del ser humano del que habla el autor a lo
largo de toda su obra, el mundo de los sentimientos y las
pasiones, de la ansiedad metafísica, porque como dice en
Apologías y rechazos, "Al incorporarse sobre las dos patas
traseras, un extraño animal abandona para siempre la
felicidad zoológica para inaugurar la infelicidad
metafísica: descabellada ansia de eternidad de un
miserable cuerpo destinado a la muerte."(pag. 15). Es ese aspecto
del ser humano el que va a encarnar personajes como Bruno
Bassán y Martín del Castillo, seres
bucólicos y contemplativos, angustiados por la complejidad
de los sentimientos, por la descarnada crueldad del mundo y la
sucia frigidez de los sistemas. Seres
solitarios, retraídos, tímidos, seres inseguros y
dudosos, enormemente sensibles y afectivos, pero destinados a
sufrir mucho en esta vida, seres que a menudo se sienten como le
diría Martín a Bruno: "Como un bote a la deriva en
un gran lago aparentemente tranquilo pero agitado por corrientes
profundas."(pag. 13). Todo lo contrario del hombre de
acción, estos personajes son hombres de proyectos,
soñadores que acaso no logren hacer nada en la vida, que
viven mirando hacia el pasado, tratando de entender la
significación de unos cuantos hechos, tratando de revivir
la felicidad que algún día sintieron, o creyeron
sentir. Como le dice Bruno a Martín: "En cambio yo…
¿qué soy, yo? Una especie de contemplativo
solitario, un inutil. No siquiera sé si alguna vez
lograré escribir una novela o un drama."(pag. 234). Estos
son personajes claves en la obra de Sabato, personajes que
representan toda una serie de valores que el
autor defiende con vehemencia. En este extremo del eje
también se agrupan adolecentes como Nacho Izaguirre y
Marcelo Carranza, muchachos como Jorge Ledesma decididos a
desafiar los límites de
la ley y cuestionar
los principios de la
sociedad; u
otros puros e ingenuos como Carlos de Sobre héroes y
tumbas.
Otro grupo de
fantasmas sabatianos está formado por los personajes
diabólicos, los personajes que de una forma u otra
encarnan el mal. Encabezando esta constelación de
personajes está la Secta de los ciegos, organización mundial que desde sus reductos
subterráneos y su mundo de tinieblas, controla el mundo.
Como dice Fernando en el "Informe": "Si, como dicen, Dios tiene
el poder sobre el cielo, la Secta tiene el dominio sobre
la tierra y
sobre la carne. Ignoro si, en última instancia, esta
organización tiene que rendir cuentas, tarde o
temprano, a lo que podría denominarse Potencia
Luminosa; pero, mientras tanto, lo obvio es que el universo
está bajo su poder absoluto, poder de vida y muerte, que
se ejerce mediante la peste o la revolución, la enfermedad o la tortura, el
engaño o la falsa compasión, la
mistificación o el anónimo, las maestritas o los
inquisidores."(pag. 298-299). Conectados con la Secta
están un sinnúmero de personajes, los diversos
ciegos y ciegas que aparecen a lo largo de los diferentes textos.
Alejandra parece tener conecciones con la Secta, como lo
demuestra su entrada en la casa de la Plaza de Belgrano, la noche
en que Martín estaba por casualidad, sentado en una de las
bancas. Otros ejemplos de este tipo de personaje son los doctores
Schneider y Schnitzler, R. y el Nene Acosta "con su cuerpo
cartilaginoso, como un bebé maligno…"(pag. 33). Todos
ellos representan a las Potencias del Mal. Schneider expresa
desde el primer momento un empecinado interés en
la ceguera de Allende y su apariencia física tiene algo de
diabólico: "En fin, sólo le faltaba el toro
alado"(pag. 66), dice el personaje Ernesto Sabato. El Dr.
Schnitzler también representa muchas de las obsesiones de
Sabato. Físicamente parece condensar todos los rasgos que
Sabato asocia con el mal. Su cabeza "obtenida mediande el
cruzamiento de un pájaro y un ratón"(322); "la
astuta sonrisa de un pájaro que perteneciera a la
masonería"(324); y el parecido con Hermann Hesse, "la
misma cara de criminal ascético retenido al borde del
asesinato por la filosofía, la literatura y probablemente
cierta invencible, aunque secreta, responsabilidad profesional."(323). Y claro
también su interés sobre los Ciegos, su
opinión de las mujeres, del mal, de lo ilógico y lo
subjetivo. R. es otro personaje importante de este núcleo
diabólico. R. ya había aparecido en el "Informe"
cuando le prestó un auto a Fernando para seguir a
Celestino Iglesias.En Abaddón aparece como una sombra,
como una presencia que obliga a Sabato a visitar la casa de la
calle Arcos y tener relaciones sexuales con Soledad. "Más
de una vez había pensado que R. trataba de forzarlo a
entrar en el universo de las
tinieblas, a investigarlo, como en otro tiempo con Vidal
Olmos; y que Schneider trataba de impedirlo, o, en caso de
permitirlo, de modo que resultase el castigo largamente
preparado."(pag. 413). Pero Sabato en realidad lo conocía
desde antes. "Pronto pudo ver su rostro duro y sus ojos de
nictálope: era R.! No lo había vuelto a ver desde
que se había ido de Rojas a estudiar en La Plata,
recordaba siempre el tormento del gorrión enceguecido, y
ahora lo encontraba ante él, cuando imaginó (y
deseó) que jamás volvería a cruzarse en su
camino."(pag. 418).
De esta forma tenemos las lineas principales de la
distribución de personajes sabatianos.
Personajes que responden a las ideas y caracterizaciones de las
que el autor ha hablado en sus sucesivos discursos.
Sólo nos falta aquí dos núcleos importantes
que me limitaré a presentar someramente. Los personajes
femeninos por un lado: María Iribarne de El túnel y
Alejandra de Sobre héroes y tumbas. En Abaddón
aparecen algunas mujeres, pero sus papeles no son
protagónicos. Por el otro lado tenemos a los hombres
humildes y pobres, un poco ignorantes desde el punto de vista
intelectual, pero poseedores de una gran sabiduría humana,
portadores de una esperanza pristina y positiva, personajes que
encarnan lo mejor de la humanidad, la generosidad y la
compasión, entre éstos podemos mencionar a
Carlucho, Umberto J. D'Arcángelo (Tito), Bucich y el loco
Natalicio Barragán. Con todo esto podemos ver como hay en
Sabato una correspondencia bastante estrecha, entre las ideas y
categorías expuestas en sus novelas y ensayos, y sus
personajes. Estos fantasmas que se realizan en los textos de
maneras diversas, constituyen el centro del pensamiento
sabatiano.
Hasta el momento hemos analizado las posibles relaciones
entre Juan Pablo Castel y Fernando Vidal, entre éste
último y Sabato, entre Alejandra y María. Pero no
podríamos olvidar la tormentosa relación entre
Castel y María. Es un tanto similar a la de Fernando y su
hija Alejandra, porque son relaciones tormentosas y uno de ellos
siempre se convierte en el asesino de otro (Juan Pablo mata a
María y Alejandra asesina a su padre). Ambas relaciones
amorosas se inician cuando sus componentes descubren que se
sienten solos y desesperados (a este respecto, también
habría que añadir la relación de
Martín con Alejandra y de Nacho y Agustina
Izaguirre).
María Iribarne está casada y desde el
primer momento decide no eludir sus reponsabilidades para con su
esposo. Juan Pablo Castel y María Iribarne inician una
relación amorosa cuando descubren que ambos se sienten
solos y desesperados. Ella está casada y desde el primer
momento decide no eludir sus responsabilidades para con su esposo
ciego, y manifiesta su certeza de que la relación no
será fácil. Pero, a pesar de que los celos son una
obsesión para él, esto no es la causa de la
incomunicación entre ellos. Ambos se encuentran en un
estado emocional difícil y doloroso, por lo tanto la
relación también será difícil, pero
hay una diferencia entre ellos. María sí es capaz
de comunicarse y lo intenta con Juan Pablo, incluso toma un
papel
maternal; se podría decir que da de ella misma lo mejor
que puede dar (del que recibe queda la función de
valorarlo). Esto queda patente con la reacción del marido
ciego cuando Castel le comunica el asesinato de María y su
posterior suicidio: a pesar
de todo, hay algo en María que le compensa; justamente a
un ciego, el símbolo del sabio y el visionario. Al
contrario que María, Castel toma una actitud del
todo destructiva.
Castel descubre a alguien que sufre como él, que
es como él, y siente una atracción irreprimible.
Él es quien se lanza en su búsqueda necesariamente.
La encuentra y se reconoce en ella, pero tal vez equivoca el
grado de similitud que existe entre los dos: a pesar de su
esquizofrenia
y sus desvaríos, de su soberbia y de su orgullo, Castel se
conoce a si mismo, conoce su mezquindad, y piensa que
María es igual; la juzga con los mismos patrones que se
juzga a él. La ama y la odia porque se parece a él,
odia lo que reconoce de sí mismo en ella.
Castel no odia a María, sino que se odia a
sí mismo, o bien la odia porque se odia. Juzga y rechaza
aquello que al mismo tiempo admira y desea. Pero él
está sumido en la soberbia de la razón (solo en su
túnel) y no puede alcanzar la humildad del
espíritu, como tampoco puede alcanzar el goce de una
relación apasionada con María. Ella se convierte en
motivo de su definitiva autodestrucción:
destruyéndola a ella se destruye a si mismo. Se convierte
en una suerte de justificación o de vehículo hacia
la autodestrucción.
La crueldad, o violencia, que
Castel ejerce sobre María surge de la vertiente instintiva
y espiritual de él, que rápidamente la vertiente
racional analiza, juzga y justifica (éste desdoblamiento
del personaje es referido por él mismo en diferentes
puntos de la novela). Al
mismo tiempo, María padece en silencio e intenta
reconducir las situaciones. El capítulo XXVII, en el que
juntos miran el mar es significativo e ilustrativo, como muestran
los siguientes ejemplos:
- «El cielo, tormentoso, me hizo recordar el del
Tintoretto en el salvamento del sarraceno» en
algún lugar de su conciencia
Castel reconoce su condición de náufrago y su
posibilidad de superación. - «Yo no decía nada. Hermosos sentimientos
y sombrías ideas daban vueltas en mi cabeza, mientras
oía su voz, su maravillosa voz. Fui cayendo en una
especie de encantamiento. La caída del sol iba
encendiendo una fundición gigantesca entre las nubes del
poniente. Sentí que ese momento mágico no se
volvería a repetir nunca. "Nunca más, nunca
más" pensé, mientras empecé a experimentar
el vértigo del acantilado y a pensar qué
fácil sería arrastrarla al abismo,
conmigo.» Mientras María habla de ellos: la doble
dimensión de la psicología de
él, la admiración por ella, la convicción
de que su plena relación es imposible y la
reacción violenta hacia ella; el no la escucha,
está encerrado en si mismo, en su
túnel. - «… pero, aunque yo sabía hasta que
punto era yo mismo capaz de cosas innobles, me desolaba el
pensamiento de que también ella podía serlo, que
seguramente lo era.» Castel juzga a María con sus
mismos patrones. - «Y un sordo deseo de precipitarme sobre ella y
destrozarla con las uñas y de apretar su cuello hasta
ahogarla y arrojarla al mar iba creciendo en mí.»
Violencia
arraigada en la parte no racional que no puede
controlar. - «Me pareció que María me
había estado haciendo una preciosa confesión y
que yo, como un estúpido, la había perdido»
Solo Castel no es comunicativo. Si se toma las últimas
palabras «yo, como un estúpido, la había
perdido» se podría deducir que no es la
confesión lo que se ha perdido, si no que ha perdido a
María. Más adelante dice: «…
también ella parecía estar
sola.» - «Después sentí que acariciaba mi
cara, como lo había hecho en otros momentos
parecidos.» A pesar de su dolor, María le ofrece
su cara más amable.
Sábato subraya nunca y seguramente por lo que
parece ser una voluntad del autor de resaltar el equívoco
de los juicios que hace Castel sobre María. Un
equívoco que vuelve a subrayarse con el grito de
¡Insensato! del ciego al final de la novela. La lucha entre
opuestos de "El túnel", aunque se hace tangible entre Juan
Pablo y María, de hecho se da dentro de Juan Pablo, entre
las dos vertientes de su personalidad.
Lo que parecía ser la misma cosa (Juan Pablo y
María, por un lado, y Juan Pablo, por otro) resulta ser
dos cosas distintas.
Juan Pablo casi sempre forzaba a María a hacer
el amor, como
unión no solo física sino mística,
espiritual. Como si a través del acto físico se
fuera a consolidar ese amor. Igual pasa con Martín y
Alejandra, y en esto , Martín y Castel guardan un punto en
común. Alejandra no siempre (casi nunca) quiere mantener
relaciones sexuales , de hecho la mayoría de las veces lo
hace como una concesión a Martín.-
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