Factores psicológicos intervinientes en la calidad de vida de personas en la etapa de la vejez
- ANTECEDENTES
2.1.1 Históricos. Envejecer
es la creciente incapacidad del cuerpo de una persona de
mantenerse por sí solo y realizar las cosas que
hacía antes. El resultado es que con el paso del tiempo aumenta la
probabilidad
de fallecimiento. Aunque esta definición describe el
proceso
biológico, no explica el porqué envejecen las
personas. Las teorías
del envejecimiento se refieren al proceso de
envejecimiento primario, que implica los cambios graduales e
inevitables relacionados con la edad que aparecen en todos los
miembros de una especie. Este tipo de envejecimiento es normal y
sucede a pesar de la salud, el estilo de vida
activo y el carecer de enfermedades.
- La teoría psicosocial de Erikson. Cuando
los adultos entran en una etapa final de la vida, dijo Erikson
(citado por Papalia, 1997), su tarea consiste en contemplar su
vida en conjunto y con coherencia. Necesitan aceptar su propia
vida tal como la han vivido y creer que lo hicieron lo mejor
posible en sus circunstancias. Si tienen éxito
en esta tarea, habrán desarrollado la integridad del
ego. La integridad del ego sólo puede obtenerse tras
haber luchado contra la desesperación. Cuando
ésta domina, la persona teme
la muerte, y
aunque pueda expresar desprecio por la vida, continúa
anhelando la posibilidad de volver a vivirla. Cuando impera la
integridad, la persona posee la fuerza
propia de su edad, que es la sabiduría. Con la
sabiduría el adulto sabe aceptar las limitaciones. El
adulto sabio sabe cuándo aceptar el cambio y
cuándo oponerse al mismo, cuándo sentarse en
silencio y cuándo luchar.
El paso a la tercera edad no pone fin a la generatividad
de una persona. A medida que la categoría de las personas
mayores aumenta, Erikson predice que éstas
permanecerán implicadas en los asuntos del mundo durante
mucho más tiempo (Erikson y
Hall, 1987). Contempla la tercera edad como un período
más productivo y creativo que en el pasado –en el
que un artista de 80 años, escritor o músico, ya no
serán algo excepcional.
En su crisis final,
integridad vs. desesperación, "Erikson considera que las
personas de edad avanzada enfrentan una necesidad de aceptar su
vida –la manera como han vivido- con el fin de aceptar su
muerte
próxima. Luchan por lograr un sentido de integridad, de
coherencia y totalidad de la vida, en vez de dar vía a la
desesperación sobre la incapacidad para volver a vivirla
de manera diferente".
De acuerdo con Erikson "Las personas que han tenido
éxito
en esta tarea integradora final construyendo sobre los resultados
de las siete crisis
previas, ganan un sentido más amplio del orden y del
significado de sus vidas dentro de un ordenamiento social
más grande, pasado, presente y futuro. La
‘virtud’ que se desarrolla durante esta etapa es la
sabiduría, ‘un despreocupado e informado interés
por la vida de cara a la muerte en
sí misma’"; incluye aceptar lo vivido, sin
arrepentimientos importantes sobre lo que pudo haber sido
diferente, implica aceptar a los padres como las personas que
hicieron lo mejor que podía y por tanto merecen amor, aunque
no fueran perfectos, aceptar la propia muerte como el
fin inevitable de la vida.
Igualmente propone Erikson que las personas que no
consiguen aceptar esto son desesperanzadas, porque ya no ven
tiempo para reaccionar y enmendar aquello con lo que no
están de acuerdo.
Según Erikson "la edad adulta tardía es
también una época para jugar, para rescatar una
cualidad infantil esencial para la creatividad.
El tiempo para la procreación ha pasado, pero la
creación puede tener lugar todavía. Aun a medida
que las funciones del
cuerpo se debilita y la energía sexual puede disminuir,
las personas pueden disfrutar ‘una experiencia enriquecida,
corporal y mentalmente’".
- La teoría de Jung. Jung vio a las
personas mayores cómo todavía se esforzaban para
desarrollarse a sí mismos, dado que creía que
raramente se alcanzaba una personalidad
integrada. Dentro de cada persona veía fuerzas y
tendencias en conflicto
que necesitaban ser reconocidas y reconciliadas. Parte de este
reconocimiento se refleja en la tendencia de cada género a
expresar rasgos generalmente asociados con el otro sexo. Jung
proponía que esta tendencia aparecía por primera
vez en la mitad de la vida, y observó que la
expresión del potencial de género
que estaba oculto aumentaba en la tercera edad.
Durante la tercera edad, la expresión de los
hombres de su feminidad y la de las mujeres de su masculinidad
supone otro intento de reconciliar las tendencias en conflicto.
Jung propuso que dentro de cada persona existía una
orientación hacia el mundo exterior, que dominó
extroversión, y una orientación hacia el interior,
el mundo subjetivo, que llamó introversión. En la
juventud y en
gran parte de la mediana edad, las personas expresan su
extroversión. Una vez que la familia ya
ha salido adelante y la vida profesional ha llegado a su fin,
hombres y mujeres se sienten libres para cultivar sus propias
preocupaciones, reflexionar sobre sus valores y
explorar su mundo interior. "Para una persona joven",
escribió Jung (1969), "es casi un pecado o al menos un
peligro preocuparse por ella misma; pero para la persona que
está envejeciendo, es un deber y una necesidad dedicar
seria atención a sí misma". Este cambio de
orientación conduce a las personas mayores a desarrollar
con paso firme la tendencia hacia la
introversión.
- Pensamiento postformal de Jean
Piaget. Piaget consideró que el elemento
más importante del pensamiento
eran las operaciones
lógicas. No obstante, el pensamiento
del adulto es flexible, abierto y puede adaptarse de muchas
maneras que van más allá de la lógica abstracta, lo cual se remite
–en ocasiones- al pensamiento postformal.
La madurez del pensamiento se refleja en la capacidad de
combinar lo objetivo
(elementos lógicos ó racionales) con lo subjetivo
(elementos concretos o elementos basados en la experiencia
personal).
Esto ayuda a que las personas tengan en cuenta sus propias
experiencias y sentimientos (Labouvie-Vief y Hakim Larson,
1.989). En este momento puede aflorar la sabiduría como
pensamiento flexible que capacita a la personas para aceptar la
inconsistencia, la contradicción, la imperfección y
el compromiso, de manera que puedan resolver problemas de
la vida real.
Esta madurez de pensamiento, o pensamiento postformal,
se basa en la subjetividad y la intuición, así como
en la lógica
pura, característica del pensamiento en las
operaciones
formales. Los pensadores maduros personalizan su razonamiento y
emplean la experiencia cuando tienen que enfrentarse a
situaciones ambiguas.
El pensamiento postformal también se caracteriza
por un desplazamiento de la polarización (correcto Vs.
Incorrecto, lógica Vs. Emoción, mente Vs. Cuerpo)
hacia una integración de conceptos.
2.1.2 Prácticos. Las investigaciones
que se han realizado sobre la vejez en
general en la ciudad de Medellín, en la Universidad
Pontificia Bolivariana y en la Universidad San
Buenaventura, incluyen temáticas, tales como:
- Las actitudes
frente a la muerte en personas de la tercera edad - Ideas Irracionales, locus de control y
asertividad
en personas de la tercera edad - Sexualidad en la tercera edad
- Casos de depresión moderada en la tercera
edad
La investigación realizada en el año
1.995, por Alexandra Meneses Zuluaga sobre "actitudes
frente a la muerte en personas de la tercera edad", pretende dar
cuenta, la actitud que
tienen las personas de la tercera edad frente a la muerte, dado
que se asume "que a esa edad hay más cercanía a la
muerte". En muchos casos cuando muere un anciano se escuchan
expresiones como: "ya era hora", "había vivido muchos
años", " se fue a descansar".
Por otra parte, la investigación realizada en el año
1.995, por Clara Inés Ospina Flórez sobre "ideas
irracionales, locus de control y
asertividad en
personas de la tercera edad de la ciudad de Medellín",
abordó las ideas irracionales, el locus de control y la
asertividad que manejan las personas de la tercera edad. El
objetivo
general fue identificar dichas ideas, así como los niveles
de asertividad tanto en oposición como en expresión
de afecto, y el locus de control, ya fuera interno u externo. La
investigación corresponde a un estudio
descriptivo.
Otra investigación realizada en el año de
1.997, por Margarita María Ospina Mejía, sobre
"propuesta de un programa de
educación
sexual para grupos de la
tercera edad", constituye un aporte teórico
práctico en el campo de la sexualidad en
la vejez, porque
se basa en experiencias y estudios que ha estado
realizando la investigadora a través de un trabajo
continuado con el grupo de
personas de la tercera edad, que funcionan en la comuna
nororiental de Medellín (comuna 2), en los barrios Zamora,
Pablo VI y la Frontera, donde se ha detectado cierta
problemática a nivel sexual como negación de la
sexualidad,
poca aceptación de las crisis sexuales que se presentan en
la edad madura, la baja autoestima,
entre otros.
Otra investigación realizada en el año
2000, por Sofía Carolina Castrillón Gutierrez y Ana
Lucía Montoya Silva, sobre un "estudio descriptivo de
casos múltiples de los ancianos de la unidad de atención a la tercera edad que presentan
depresión moderada con relación a su
situación de institucionalización", se introduce
desde una aproximación teórica al estado
emocional en relación con la institucionalización y
al ocupación de los ancianos. Al introducirse en este tema
se quiso realizar una interpretación del estilode vida y
las implicaciones psicosociales de esta comunidad
principalmente de aquellos ancianos que para el momento del
estudio presentaban un cuadro de depresión moderada. A
partir de esto, y de la discusión final de la
investigación, se plantean unas recomendaciones y
propuestas de acción que permitan enriquecer la calidad de vida
del anciano institucionalizado y a su vez todos los procesos que
faciliten este objetivo.
Por último, la investigación realizada por
Olga Eugenia Castaño Valencia sobre "¿Cómo
enriquecer la sexualidad en la vejez?", aborda la sexualidad en
la vejez en sus aspectos físicos, psicológicos y
sociales, el comportamiento
sexual, la importancia, los estereotipos, los mitos y los
prejuicios en los que ha estado enmarcada, lo cual condicionado
la vivencia de la sexualidad en esta etapa del desarrollo
humano. Además pretende vincular a la familia en la
construcción saludable de la vida sexual de
sus miembros, por medio de talleres cuyo objetivo es el desarrollo de
una herramienta educativa – preventiva en la educación,
formación y la orientación sexual familiar, para
que la sexualidad del ser humano sea sana, satisfactoria y
placentera en la etapa de vejez.
2.2.1 Etapa evolutiva de la tercera edad. El
interés
por la vida y el envejecimiento ha sido una constante en la
historia de la
humanidad, sobresalen dos aspiraciones constantes a través
de distintas culturas y momentos históricos, la
inmortalidad y la búsqueda de la longevidad. "Distintos
mitos como el
"Elixir de la vida" buscado por los alquimistas o la "fuente de
la vida", presenta en distintas culturas (hebrea, griega, romana)
desde la antigüedad hasta hoy, reflejan bien la
preocupación por la prolongación de la vida.
Ciertos vestigios de estos mitos perviven en la sociedad actual:
consumo de
vitaminas (por
ejemplo, vitamina C), tratamientos termales anti-envejecimiento,
dietas especiales, programas de
ejercicio físico intensivo, entre otros, y forman parte de
los métodos
que se proponen para mejorar la vitalidad y la
longevidad".
Además de la longevidad y la eterna juventud, la
propia comprensión del proceso de envejecimiento y de los
problemas de
la edad avanzada ha captado el interés de los pensadores
durante siglos. Las antiguas civilizaciones de China,
India y la
cuenca mediterránea oriental dedicaron una gran
atención a este tema (Freeman, 1979), como también
lo hicieron más tarde griegos y romanos. Platón y
Aristóteles, en la Grecia
clásica, y Galeno, los pensadores epicureístas y
los filósofos estoicos, especialmente
Cicerón, Séneca y Epicteto, hicieron grandes
aportaciones a la comprensión de la vejez. Su pensamiento,
sin duda, jugó un papel crucial
en la cultura
europea al transmitirse a distintos autores de diferentes
épocas. Así, por ejemplo, en la Edad Media,
San
Agustín representa la herencia estoica
de la visión de la vejez, que concibe como la edad del
equilibrio
emocional y de la liberación de la sujeción a los
placeres mundanos, mientras que Santo Tomás de
Aquino se sitúa en la tradición
aristotélica, asumiendo la idea de la vejez como una etapa
de decadencia (Rodríguez, 1989). Éstas y otras
tendencias procedentes del pensamiento griego y romano son
heredadas también por el Renacimiento,
la cultura
barroca, la
Ilustración y finalmente son transmitidas al
pensamiento del siglo XIX; de ahí, su influencia llega
hasta la actualidad. Esta fascinación por el proceso de
envejecimiento también se extendió desde Europa al
continente americano y al resto de las áreas de influencia
europea (Busse, 1988).
El estudio científico de la vejez desde la
psicología
hace su aparición en el siglo XIX asociado al
interés surgido en torno al
envejecimiento como parte de la psicología del
desarrollo
(Riegel, 1977). Con el fin de concretar el desarrollo
histórico del estudio de la psicología de la vejez
y el envejecimiento, se van a establecer para su descripción una serie de etapas, siguiendo
el clásico trabajo de Birren (1961) sobre la historia de la
psicología del envejecimiento. Así, se pueden
distinguir las siguientes fases: un período inicial, desde
1835 hasta el final de la segunda década del siglo XX, una
etapa referida al comienzo de la investigación
sistemática, entre 1918 y 1945, y un período de
constitución a partir del fin de la segunda guerra
mundial (1945-1960). A las etapas anteriores se suma una
última fase de consolidación y desarrollo que, de
acuerdo a la aproximación histórica sobre el
estudio de la vejez realizada por Fortaleza (1993),
comenzaría con la década de los 60 y se
extendería hasta la actualidad.
El desarrollo de la Psicología de la vejez
comienza a adquirir una mayor solidez a partir de la
finalización de la II Guerra Mundial.
Desde 1945 hasta finalizada la década de los años
50 se puede considerar un período de crecimiento y
difusión del estudio de la Psicología de la vejez,
así como de aplicación de los conocimientos para
solventar los problemas de las personas mayores. Este crecimiento
se ve apoyado, además, por el nacimiento de una serie de
instituciones
desde las que se potencia tal
estudio, se difunde el interés por el mismo y se sustenta
su continuidad.
En cuanto a los aspectos psicológicos más
investigados en esta época, se mantiene el interés
principal por las habilidades intelectuales durante la vejez, y
se amplia a otros aspectos, como la memoria y
el
aprendizaje, la adaptación en la vejez y su
relación con el nivel de actividad y satisfacción
con la vida.
Dentro de los estudios sobre funcionamiento intelectual,
destacan, por una parte, los estudios sobre
estandarización de instrumentos para la evaluación
de la inteligencia
(Wechsler, 1956) y, por otra parte, el comienzo de investigaciones
longitudinales sobre el patrón de cambio de las distintas
aptitudes o habilidades intelectuales durante el envejecimiento
(Schaie, Rosenthal y Perlman, 1953), que hoy son una fuente
importante del conocimiento
sobre envejecimiento normal y óptimo. La crítica
general hacia la utilización de diseños
transversales en el estudio de los cambios debidos a la edad, que
tienden a confundir el efecto del envejecimiento con las
condiciones en las que han vivido los individuos, llevan a
proponer la utilización de diseños longitudinales
para el estudio de tales cambios. De esta forma, durante los
años 50 se ponen en marcha una serie de investigaciones
longitudinales que se prolongarán, en algunos casos, hasta
muy recientemente.
La investigación sobre psicología de la
vejez en esta etapa, como se ha señalado se amplió
hacia nuevos aspectos, como la velocidad de
ejecución, la solución de problemas y,
especialmente el estudio de cómo se adaptan las personas
al envejecimiento y cómo se asocia la adaptación
con el nivel de actividad y la satisfacción (Havighurst,
1957); aparecen, además, los primeros trabajos sobre
adaptación a la jubilación (Kent, 1956).
Además del desarrollo de investigaciones
específicas, la creación de nuevos centros de
investigación y sociedades
científicas también contribuyó a la
consolidación de la psicología de la vejez como
disciplina
científica. En 1946 se crean dos centros de
investigación que suponen un fuerte impulso al estudio de
la psicología del envejecimiento, uno de ellos en Inglaterra y otro
en Estados
Unidos. La Unidad para la Investigación de los
Problemas del Envejecimiento de Niffield fue creada en la
Universidad de Cambridge bajo la dirección de Welford, con el fin de
analizar las relaciones entre la conducta
especializada y la edad. La repercusión de este centro en
la investigación sobre el envejecimiento fue notable por
que en él se formaron numerosos investigadores que
posteriormente trasladaron sus conocimientos a otras
universidades.
En Estados Unidos,
se crea una unidad gerontológico dependiente de los
Institutos Nacionales de Salud de la manos de Nathan
Shock. Un año después, Birren se integra en esta
unidad y comienza a dirigir la sección de
investigación psicológica de la misma. Como
resultado de ello, en 1953 queda establecida la Sección de
Envejecimiento dentro del Instituto Nacional de Salud Mental,
cuya dirección asume el propio
Birren.
Para poder lograr
un concepto adecuado
de lo que es el envejecimiento, hay que cumplir todo el
desarrollo entre la temprana adultez y la vejez propia mente
dicha. A menudo los problemas de ajuste de la persona mayor son
simples variaciones de sus dificultades durante la edad media. La
forma en que una persona resuelva sus problemas en la edad adulta
será un buen índice de cómo bregará
con ellos en los años de la vejez. Lo que halla ocurrido
en la biografía de la persona indudablemente
influye en su concepto de la
vejez.
Alguien ha dicho que la vejez no tiene remedio. Sin
embargo, es un mal que puede aliviarse en muchísimos
aspectos. Si se observa detalladamente, el proceso de crecer
puede ser hasta más difícil que el de
envejecer.
En el proceso de saber vivir la vejez mucho cuentan las
actitudes y acciones de la
sociedad en
que el individuo envejece.
La vejez no es una enfermedad: es un estado de graduales
cambios degenerativos, de lento desgaste, pero no es una
enfermedad ni tiene que venir acompañada de dolores ni
angustias. Hay enfermedades propias de la
vejez, lo mismo que hay enfermedades propias de la infancia; pero
eso no quiere decir que la infancia sea
una enfermedad, como tampoco es la vejez.
En el proceso de envejecer ocurren cambios progresivos
en las células,
en los tejidos, en los
órganos y en el organismo total. Es la ley de la
naturaleza que
todas las cosas vivan cambian con el tiempo, tanto en estructura
como en función.
El envejecimiento empieza con la concepción y termina con
la muerte. La gerontología se interesa principalmente en
los cambios que ocurren entre el logro de la madurez y la muerte
del individuo, así como en los factores que influyen en
estos cambios progresivos.
Se hace extremadamente difícil señalar
cuándo comienza la vejez. Esto se debe a las numerosas
diferencias individuales que existen en el proceso de envejecer.
No solamente hay variaciones entre individuos, sino
también entre distintos sistemas de
órganos. Orgánicamente hablando, el individuo en
cualquier edad es el resultado de los procesos de
acumulación y destrucción de células,
que ocurren simultáneamente.
El envejecimiento comienza bien temprano en la vida.
Distintas partes de la anatomía envejecen a
ritmos diferentes. Específicamente, se ha señalado
el caso del arcus senilis (arco senil o círculo del
envejecimiento), que es la parte coloreada de los ojos de las
personas viejas. Generalmente, tal cambio puede observarse por
primera vez realmente, tal cambio puede observarse por primera
vez alrededor de los 80 años, pero en otras personas puede
notarse a los 50.
Lo prevaleciente es la noción de que la vejez es
resultado inevitable del deterioro orgánico y mental. Tal
deterioro se hace visible a mediados de la vida. De ahí en
adelante, progresa a un ritmo acelerado.
En lo referente a los factores biológicos, se ha
apuntado certeramente que los cambios que ocurren en el proceso
de envejecer son los mismos en todas partes del mundo. En este
sentido parece inevitable que el organismo humano pasa a lo largo
de un ciclo que comprende la concepción, el nacimiento, el
desarrollo durante la niñez y la adolescencia,
la plenitud, la declinación y la muerte. Envejecer como
proceso biológico tiene extensas consecuencias sociales
psicológicas. Hasta este momento, la atención de la
sociedad se ha orientado mayormente hacia la provisión de
ciertos auxilios a los ancianos en sus necesidades
biológicas: alimentación, salud
física y
albergue.
La vejez es un proceso multifacético de
maduración y declinación, pese al hecho de que en
todo instante hay lugar para el crecimiento. Las investigaciones
señalan que se empieza a envejecer antes de los 65
años. Ya para fines de la cuarta década, hay
declinación en la energía física.
También aumenta la susceptibilidad a las enfermedades e
incapacidades. Se va haciendo cada vez más difícil,
mantener la integración personal,
así como la orientación en la sociedad.
Finalmente, de una manera inexorable, unos antes y otros
después, viene la declinación general. El individuo
acaba retrayéndose de las actividades. Depende mucho de
los que le rodean. Si las relaciones con otros son tirantes, el
anciano busca el aislamiento y la soledad. El temperamento puede
tomarse agrio. Surge en muchos casos la mala salud física.
Los ingresos
económicos pueden ser insuficientes. Hay una multitud de
problemas de índole social y psicológica que cae
sobre el anciano y sus familiares, las situación no es
fácil para la persona vieja ni para sus relacionados. El
anciano no quiere construir un estorbo. Para los familiares, el
hecho de tener la responsabilidad de personas mayores constituye un
serio impedimento en el disfrute de sus afanes de vida y en la
realización de sus proyectos y
aspiraciones.
En la vejez es muy difícil separar las
incapacidades de índole física de los efectos
desintegrantes de conflictos
que, por ser prolongados y arduos, dejan una huella
psíquica profunda en el individuo. El proceso de envejecer
abarca toda la
personalidad. El deterioro en la vejez no es sólo en
la estructura,
sino también en la función y,
por tanto, un resultado de las tensiones emocionales.
Una vez más se reconoce que la
personalidad humana es una integración, una totalidad
indivisible. Todos sabemos que una persona sufrida, en el aspecto
emocional, envejece físicamente de la noche a la
mañana.
Se debe que reconocer desde un principio que, al encarar
la personalidad
humana, estamos afrontando un conjunto de fuerzas
intrapsíquicas en interacción con la cultura y la
biosfera, es
decir, el ambiente total
en que se desenvuelve la vida hombre. La
lucha del ser humano, en todo momento de su vida, es lucha dentro
de un ambiente
físico, social y cultural. No se puede negar que a lo
largo de la vida se van reduciendo los recursos de
adaptación del ser humano. En muchos sentidos, envejecer
no es otra cosa que la pérdida de esta capacidad de
adaptación.
Viejo es aquel que ha llegado a su horizonte. Quien se
estanca, ha envejecido. Esto no significa que se pase por alto el
hecho irrefutable de los años. Se envejece porque
transcurre el tiempo por encima de cada persona. Pero
también se envejece porque se permite que el tiempo corra
por encima de cada una sin aprovecharlo como se debe. Y el tiempo
siempre debe aprovecharse de una manera o de otra. Hay quien se
sienta a esperar la muerte sentado en un sillón o acostado
en una cama, sin haber razón alguna para tales poses
fatalistas. En casi todas las etapas de la vida, incluyendo la
vejez, se podría dar más de lo que se ha
dado.
2.2.2 Evolución psicológica normal de la
vejez. Las causas del envejecimiento mental normal se deben a
la intervención de cuatro factores:
- El deterioro progresivo de las propias funciones
físicas. - El declinar progresivo de las facultades y de las
funciones mentales. - La transformación del medio familiar y de la
vida profesional. - Las reacciones del sujeto ante estos diversos
factores.
Los tres primeros factores ejercen sobre el psiquismo
humano efectos directos procedentes del deterioro o de las
transformaciones sufridas, y efectos indirectos sobre el comportamiento
(así la presbicia comporta la disminución de la
agudeza visual de cerca, pero también crea la costumbre de
mirar las cosas de lejos). El último factor provoca
diversas reacciones tanto en el plano de las actitudes expresadas
como en el de la vida interior. Finalmente, estos diferentes
factores y sus efectos evolucionan progresivamente, pero en
formas de etapas sucesivas. Se comprende en estas condiciones la
complejidad del problema y la dificultad de exponer claramente la
evolución psicológica de las
personas de edad.
Para muchas personas la vejez es un proceso continuo de
crecimiento intelectual, emocional y psicológico. Se hace
un resumen de lo que se ha vivido hasta el momento, y se logra
felicitarse por la vida que ha conseguido, aún
reconociendo ciertos fracasos y errores. Es un período en
el que se goza de los logros personales, y se contemplan los
frutos del trabajo personal útiles para las generaciones
venideras.
La vejez constituye la aceptación del ciclo vital
único y exclusivo de uno mismo y de las personas que han
llegado a ser importantes en este proceso. Supone una nueva
aceptación del hecho que uno es responsable de la propia
vida.
Comienza a los 65 años aproximadamente y se
caracteriza por un declive gradual del funcionamiento de todos
los sistemas
corporales. Por lo general se debe al envejecimiento natural y
gradual de las células del cuerpo. A diferencia de lo que
muchos creen, la mayoría de las personas de la tercera
edad conservan un grado importante de sus capacidades cognitivas
y psíquicas.
A cualquier edad es posible morir. La diferencia estriba
en que la mayoría de las pérdidas se acumulan en
las últimas décadas de la vida.
Es importante lograr hacer un balance y elaborar la
proximidad a la muerte. En la tercera edad se torna relevante el
pensamiento reflexivo con el que se contempla y revisa el pasado
vivido. Aquel posee integridad se hallará dispuesto a
defender la dignidad de su propio estilo de vida contra todo
género de amenazas físicas y
económicas.
Quien no pueda aceptar su finitud ante la muerte o se
sienta frustrado o arrepentido del curso que ha tomado su vida,
será invadido por la desesperación que expresa el
sentimiento de que el tiempo es breve, demasiado breve para
intentar comenzar otra vida y buscar otras vías hacia la
integridad.
El duelo es uno de las tareas principales de esta etapa,
dado que la mayoría debe enfrentarse con un
sinnúmero de pérdidas (amigos, familiares,
colegas). Además deben superar el cambio de status
laboral y la
merma de la salud física y de las habilidades.
Para algunas personas mayores la jubilación es el
momento de disfrutar el tiempo libre y liberarse de los
compromisos laborales. Para otros es un momento de estrés,
especialmente de prestigio, el retiro supone una pérdida
de poder
adquisitivo o un descenso en la autoestima.
Si ha sido incapaz de delegar poder y tareas, así
como de cuidar y guiar a los más jóvenes; entonces
no sería extraño que le resulte difícil
transitar esta etapa y llegar a elaborar la proximidad de la
muerte. Estas personas se muestran desesperadas y temerosas ante
la muerte, y esto se manifiesta, sobretodo en la incapacidad por
reconocer el paso del tiempo. No lograron renunciar a su
posición de autoridad y a
cerrar el ciclo de productividad
haciendo un balance positivo de la vida transcurrida.
Es la etapa en la que se adquiere un nuevo rol: el de
ser abuelo. El nieto compensa la exogamia del hijo. La partida
del hijo y la llegada del nieto son dos caras de la misma moneda.
El nuevo rol de abuelo conlleva la idea de perpetuidad. Los
abuelos cumplen una función de continuidad y
transmisión de tradiciones familiares. A través de
los nietos se transmite el pasado, la historia
familiar.
Por esta razón, una vejez plena de sentido es
aquella en la que predomina una actitud
contemplativa y reflexiva, reconciliándose con sus logros
y fracasos, y con sus defectos. Se debe lograr la
aceptación de uno mismo y aprender a disfrutar de los
placeres que esta etapa brinda. Entonces, recuerde: hay que
prepararse activamente para envejecer, para poder enfrentar la
muerte sin temor, como algo natural, como parte del ciclo
vital.
2.2.3 Calidad de
vida. La calidad de vida
ha sido estudiada desde diferentes disciplinas. Socialmente
calidad de vida tiene que ver con una capacidad adquisitiva que
permita vivir con las necesidades básicas cubiertas
además de disfrutar de una buena salud física –
psíquica y de una relación social
satisfactoria.
Entre los investigadores no hay consenso en la
definición de "calidad de vida". N concepto que involucra
muchas variables
subjetivas satisfacción, felicidad, autoestima…es
difícil de medir. Las variable s objetivas son de medición más fácil, la
economía,
el nivel socio – cultural los déficits funcionales,
problemas de salud.
Los investigadores con orientación clínica
suelen definir calidad de vida en términos de salud y/o de
discapacidad
funcional. Rivera, aporta que "no hay duda que la variable salud
es la de mayor peso en la percepción
de bienestar de los ancianos y, que los déficits de salud
constituyen el primer problema para ellos" .
En las sociedades que
envejecen a ritmo creciente, promocionar la calidad de vida en la
vejez y en la vejez dependiente es el reto más inmediato
de las políticas
sociales. El creciente aumento de la esperanza de vida, el
descenso sin precedentes históricos de la tasa de
natalidad, los cambios en la estructura, en el tamaño, en
las formas en la familia,
los cambios en el status de las mujeres, la reducción
creciente de las tasas de actividad laboral entre las
personas de cincuenta y cinco y más años, han
convertido el envejecimiento de la sociedad en una
cuestión de máximo interés.
Son muchas las consecuencias de todos esos procesos,
tanto a nivel macrosocial como en las experiencias individuales.
Cómo dar sentido a la vida tras una jubilación
llegada en muchas ocasiones de forma anticipada e imprevista,
cómo hacer frente al mantenimiento
de un hogar –en ocasiones con hijos/as dependientes- con
una pensión, cómo enfrentarse a la enfermedad
crónica y a la dependencia de uno o más miembros
ancianos de la familia. Son
sólo algunos temas que necesitan un abordaje
teórico y práctico responsable y riguroso. La
sociedad se encuentra ante nuevos retos para los que necesita
instrumentos nuevos. Se requiere un concepto nuevo de solidaridad entre
las generaciones y entre los distintos grupos, en un
mundo cada vez más complejo, más inseguro,
más indeterminado.
La calidad de vida en la vejez tiene que ver con la
seguridad
económica y con la inclusión social que se asegura
por medio de infraestructuras de apoyo y redes sociales. Todo ello
promoverá la participación de las personas de edad
como miembros activos de la
comunidad, una
de cuyas funciones puede ser transmitir sus experiencias a las
generaciones más jóvenes, al tiempo que comprenden
su estilo de vida y los desafíos que les son propios. Todo
ello en una sociedad inmersa en procesos que la llevan
también a ella a aprender a envejecer.
La calidad de vida en la vejez dependiente implica
necesariamente el apoyo social y familiar a las personas que
desean continuar viviendo en la comunidad, siendo cuidadas en
familia, para que puedan seguir haciéndolo, al tiempo que
siguen desarrollándose todas sus potencialidades hasta el
último momento. Eso conlleva el apoyo material y afectivo
a los familiares que, con distintos grados de implicación,
participan en la acción de cuidar. Políticas
que tengan presente la dimensión femenina de los cuidados
de salud, para que no contribuyan a seguir reforzando el rol
dependiente de las mujeres cuidadoras.
Mucho mejor para algunos y peor para otros. Los
americanos mayores que no desarrollan alguna enfermedad
debilitante están más sanos y vigorosos que sus
homólogos de hace varias generaciones. Tienen un aspecto
más juvenil, se sienten mejor y actúan con
más vitalidad que sus padres y abuelos a su misma edad.
Estos jóvenes – mayores (muchos ya han sobrepasado
su ochenta cumpleaños) dicen sistemáticamente a los
investigadores "soy mucho más joven que mi madre o mi
padre a esta edad". En la mayoría de las personas, los
problemas graves de salud no surgen hasta al menos los 75
años. Los que se encuentran entre los 65 y 74, por
ejemplo, casi el 80 por 100 no tiene ninguna dificultad con las
actividades del cuidado de la casa –incluyendo las tareas
pesadas. Desde 1900, las formas de convivencia de las personas
mayores han cambiado de tal forma que nada tienen que ver con las
anteriores. Al inicio del siglo XX pocas personas mayores eran
propietarios de su casa. Ya fuera una casa, apartamento o una
habitación en una pensión, sólo el 29 por
100 de los adultos mayores casados y el 11 por 100 de los
solteros vivían independientemente. En 1986, la
situación dio un giro a la inversa. Dos factores han
amparado esta tendencia. Una es la riqueza. Las personas mayores
medias tienen más bienes que a
principios de
siglo. Pocas personas mayores se ven forzadas por las
circunstancias a vivir con un hijo u otro familiar (generalmente
algún hermano/a). El segundo factor es el bajo
índice de nacimientos durante la Gran Depresión. En
1975, los americanos tenían menos hijos de quienes
depender cuando llegaran a la tercera edad.
Los padres de la generación del baby-boom,
que ahora están llegando a la jubilación,
también será una cohorte acomodada, porque nacieron
durante la Gran Depresión y entraron en el mercado laboral
en un momento de expansión económica, cuando
relativamente poco dinero
ofrecía amplias oportunidades económicas. Aunque
tendrán más hijos vivos en quienes poder confiar,
la mayoría los necesitarán menos que en
generaciones anteriores. Cuando los hijos del baby-boom se
jubilen, es posible que estén en peor situación que
sus padres, y debido a su bajo índice de natalidad,
probablemente tendrán menos hijos vivos.
En el futuro, un número cada vez mayor de parejas
llegará a la tercera edad en etapas discrepantes de la
vida. Al haber una proporción mayor de mujeres de mediana
edad que trabajan fuera de casa, más hombres se
encontrarán con que aunque ellos ya estén a punto
de jubilarse, sus esposas todavía estarán muy
absorbidas en sus trabajos.
Puesto que la mayoría de las mujeres son
más jóvenes que sus esposos, esta tendencia
aumentará – y cuanto mayor sea la diferencia de edad,
más se agudizará el problema -. Otro tremendo
cambio ha propiciado esta situación.
En 1870 no había problemas de jubilación.
La mayoría de los hombres morían a los 61, cuando
todavía estaban trabajando duro, y los que vivían
más no podían retirarse porque no había
pensiones ni seguridad
social.
2.2.4 Relaciones afectivas. La vida de la
mayoría de los individuos de edad avanzada se enriquece
por la presencia de personas que cuidan de ellos y a quienes
éstos sienten cercanos.
La familia es todavía la fuente primaria de apoyo
emocional, y en la edad avanzada tiene sus propias características especiales. Ante todo es
probable que sea multigeneracional. La mayoría de las
familias de las personas de edad avanzada incluyen por lo menos
tres generaciones; muchas alcanzan cuatro o cinco. La presencia
de tantas personas es enriquecedora pero también crea
presiones especiales. Además, la familia en la edad
avanzada tiene una historia larga, que también presentan
sus más y sus menos. La larga experiencia de afrontar
tensiones puede dar confianza a estas personas en el manejo de
cualquier situación que la vida ponga en su
camino.
Por otra parte, muchos ancianos aún están
resolviendo asuntos inconclusos de la niñez o de la edad
adulta temprana. Muchos eventos de la
vida son especialmente típicos de la familia de edad
avanzada (aunque no se limitan a ellas): volverse abuelo o
bisabuelo, retirarse del trabajo y perder al
cónyuge.
Las relaciones personales, especialmente con los
miembros de la familia, continúan siendo importantes bien
entrada la vejez. A continuación se verán las
relaciones que tienen las personas de edad avanzada con las
personas de su propia generación, los cónyuges,
hermanos y amigos, y con sus hijos y nietos. También se
examinará la vida de los adultos de mayor edad que se
divorcian o enviudan, los que nunca se han casado y han casado y
los que no tienen hijos.
2.2.4.1 Matrimonio.
El matrimonio que
dura largo tiempo, es un fenómeno relativamente novedoso;
la mayoría de los matrimonios, como la mayoría de
las personas, solían tener una vida más corta.
Muchos hombres perdían a una ó más esposas
en el parto; y, en
general, ambos sucumbían a la enfermedad siendo
jóvenes. En la actualidad los aniversarios
quincuagésimos son más comunes, aunque son
más comunes, aunque aún muchos matrimonios se
terminan más temprano por muerte o divorcio.
Dado que las mujeres comúnmente se casan con
hombres mayores y por lo general viven más largo tiempo
que éstos, muchos más hombres que mujeres viven con
sus cónyuges.
2.2.4.2 La felicidad conyugal. Las parejas
casadas que están todavía juntas en sus 60
años tienen mayor probabilidad que
las parejas de edad intermedia de considerar su matrimonio como
satisfactorio. Muchos dicen que su matrimonio ha mejorado a
través de los años. Puesto que desde hace algunos
años el divorcio ha
sido más fácil de obtener, los esposos que
todavía están juntos en una época
tardía de la vida han elegido estar juntos.
Por lo general la decisión de divorciarse llega
temprano en un matrimonio; las parejas que permanecen juntas a
pesar de las dificultades son capaces de superar sus diferencias
y de llegar a una relación mutuamente
satisfactoria.
Otra posible razón por la cual las personas de
edad avanzada reportan mayor satisfacción en el matrimonio
es que a esta edad están más satisfechas con la
vida en general. Su satisfacción puede surgir de factores
externos al matrimonio, como el trabajo, el
fin de la crianza de los hijos, ó más dinero en el
banco.
También es posible que consideren que su
matrimonio es feliz como una justificación consciente o
inconsciente por haber permanecido en él tan largo
tiempo.
2.2.4.3 Fortalezas y tensiones en el matrimonio en la
edad adulta tardía. Estar enamorado es todavía
importante para el matrimonio exitoso en la edad adulta
tardía. Los esposos de edad avanzada también
valoran el compañerismo y la expresión abierta de
los sentimientos, como también el respeto y los
intereses comunes. Pero pueden surgir problemas provenientes de
diferencias en valores,
intereses y filosofías.
Una nueva libertad llega
en cuanto el esposo y la esposa se apartan de los roles de
sostén de la familia y de la crianza de los hijos, a
medida que cada uno de los dos se vuelve más interesado en
la personalidad del otro, y a medida que cada uno disfruta de
modo creciente la compañía del otro. Además,
la capacidad de las personas casadas para manejar los altibajos
de la edad adulta tardía con relativa serenidad puede
resultar de su mutuo apoyo. Esto refleja tres beneficios
importantes del matrimonio: intimidad (sexual y emocional),
interdependencia (compartir tareas y recursos), y
sentido de la pareja de pertenecer uno al otro.
El éxito de un matrimonio en la edad adulta
tardía puede depender de la capacidad de la pareja para
adaptarse a los cambios de personalidad de la edad adulta
intermedia, los que con frecuencia llevan a hombres y mujeres en
direcciones opuestas. Como el esposo se involucra menos con
el trabajo y
está más interesado en la intimidad, la esposa
puede interesarse más en el crecimiento personal y la
autoexpresión. En el cambio de roles, las parejas pueden
argumentar sobre tareas domésticas, entre
otras.
Los matrimonios de edad avanzada por lo general se ponen
a prueba por las dolencias de salud de uno de los
cónyuges. Las personas que deben cuidar de su pareja
incapacitada pueden sentirse aisladas, enojadas y frustradas,
sobre todo cuando ellos mismos tienen precaria salud. Cuidar a un
cónyuge que padece demencia es algo que exige de manera
especial, y comúnmente da como resultado un sentido de
pérdida de identidad.
Tanto la personalidad como el desempeño externo influyen en la manera
como los responsables del cuidado pueden adaptarse a las
exigencias que se le presentan. Aquellos que son optimistas y
están bien adaptados para comenzar con esta labor y los
que mantienen contacto con amigos, logran desempeñarse
mejor.
Algunas parejas disfrutan el retiro porque les permite
tener tiempo de ocio para viajar, pasar momentos con los hijos y
nietos, y perseguir otros intereses, juntos o por separado. No
obstante, la jubilación no siempre hace que un matrimonio
sea mejor.
Surgen problemas con mayor frecuencia en aquellas
situaciones en que el esposo se retira y la esposa todavía
sigue trabajando. La esposa puede sentir que su carga de trabajo
es injusta, dado que los esposos en edad de retiro gastan menos
de ocho horas a la semana, en promedio, en tareas
domésticas, mientras que sus esposas invierten cerca de 20
horas más a la semana y hacen más de tres cuartas
partes de los quehaceres domésticos.
2.2.5 Temor a la enfermedad o a enfermarse. La
actual cultura occidental, consumista y elitista, ha colocado a
la juventud en un lugar privilegiado frente a las demás
etapas de la vida. Sin embargo, la felicidad, el bienestar, la
productividad,
entre otros, se pueden desarrollar a lo largo de toda la
existencia.
El mito de que la
vejez es una etapa de restricciones, privaciones y sufrimientos
debe ser desterrado, y así permitir que los viejos (y en
el futuro nosotros mismos) podamos gozar de bienestar y salud
hasta el fin de la vida.
Se puede llegar a viejo sin problemas de salud
físicos, ni mentales, todo depende del estado que mantenga
previamente una persona. Si bien es cierto que del proceso de
envejecimiento no está libre de problemas, la enfermedad
no es exclusiva de la vejez como no lo es la salud de la
juventud.
En efecto, la enfermedad puede aparecer en cualquier
etapa de la vida, no hay una edad fija. Mientras personas
jóvenes y aún niños
padecen variadas enfermedades muchos viejos son
saludables.
El hecho de que aparezcan ciertas limitaciones no quiere
decir que no se goce de una buena salud. Existe un estado ideal,
un bienestar propio de cada etapa de la vida. Y si estas etapas
se viven al máximo de cuidado y prevención, se
pueden conservar una gran proporción del organismo en
forma saludable en la última etapa de la vida.
El envejecimiento afecta a las funciones perceptivas,
sensoriales, y la memoria. Las
funciones sensorio-perceptivas disminuyen con la edad: en el
plano sensorial ante todo, se manifiestan en alteraciones de la
agudeza visual y de la agudeza auditiva, pero también en
una disminución de la adaptación a la oscuridad,
lenta desde los 30 a los 60 años, y luego acelerada a
partir de los 60 años. El olfato se debilita. Por el
contrario, el gusto, en lugar de disminuir con la edad,
más bien aumenta y concretamente se hace más
sensible a los alimentos
azucarados. La pérdida del oído
favorece la desconfianza, los celos, el egocentrismo; el
présbita no puede ya leer y se aburre. Por lo que el
cuadro de apatía, de inactividad y de desinterés
general que puede observase en el anciano se debe tanto a la
disminución de la sensorio-receptividad como a la de la
actividad cerebral: la vigilancia, la capacidad de
atención, incluso el nivel de conciencia
están efectivamente en razón directa con el
número de estímulos recibidos.
- La salud y la enfermedad no son acontecimientos que
ocupan exclusivamente el espacio de la vida personal. La
calidad de vida, el cuidado y promoción de la salud y la mente misma
acontecen en el denso tejido social y ecológico en el
que transcurre la historia personal. - La "salud" significa un estado del organismo que no
está enfermo; "enfermedad" se relaciona con alteraciones
del organismo que perturban su funcionamiento
normal. - Para una buena salud mental
y un comportamiento saludable es importante: La actividad
física regular, prácticas nutricionales
adecuadas, comportamientos de seguridad,
reducir el consumo de
drogas,
prácticas adecuadas de higiene,
desarrollo de un estilo de vida (minimizador del estrés),
desarrollo de competencias
para establecer relaciones sociales y resolver problemas
interpersonales, desarrollo de comportamientos adecuados para
el manejo de situaciones, cumplimiento y seguimiento de las
prescripciones de salud.
2.2.6 Jubilación. La idea estéril
de que realmente no hay vida que valga la pena cuando se ha
dejado el trabajo ha sido refutada muchas veces. Cada vez
más, los estudios acerca de los años de
jubilación revelan una diversidad de "vidas futuras". No
todos los jubilados permanecen retirados muchos continúan
activos en campos
relacionados con inclinaciones que han tenido toda su vida, otros
cultivan nuevas aficiones o vuelven a algunas que antes no
pudieron realizar.
Es probable que valores tales como el aprendizaje, el
descubrimiento de si sí mismos y la ayuda a otras personas
sean considerados con tanto respeto, en el
futuro, como trabajar y producir. Ya hay indicios de que utilizar
el tiempo para recreo y satisfacción personal está
menos acompañado del sentimiento de culpa que en el
pasado. Esto significa que la persona de edad madura que se halle
inmersa en su fase productiva no poseerá todos los valores
que son verdaderamente "valiosos". Las actividades no laborales
no serán consideradas como simples indicadores de
un período para los "demasiado jóvenes" y los
"demasiado viejos".
Son muchas las personas que pasan largos años de
su vida soñando con el momento en que cumplan la edad
reglamentaria para la jubilación. Año tras
año vienen acariciando el día en que dirán
adiós a su trabajo. No más relojes despertadores,
no más horas regulares para entrar y salir de las labores
diarias. A dormir todo lo que uno quiera. Se hará lo que
se desee cuando uno lo desee. Por fin el individuo será
dueño de su destino. No son pocas las personas que
sueñan con el retiro como si éste fuese un
paraíso.
En el asunto del retiro, se encuentran también,
muchas diferencias individuales. Probablemente haya personas que
se retiran a la vida descansada, sin albergar propósitos
ni perspectivas adicionales, a disfrutar tranquila y
sosegadamente de los años postreros de la vida, sin que
les perturben ansiedades y zozobras. Pero también hay
personas que habiendo forjado grandes ilusiones, se dan cuenta
que al entrar el retiro, no existe aquello de lo que
habían soñado. Es hondo el abismo entre la
ilusión y la realidad. También hay otros individuos
que, al entrar a los años de la jubilación,
encuentran que tienen por delante muchas otras coas que hacer, en
las cuales ellos no habían pensado.
La vida no tiene que ser fácil para ser
maravillosa. De hecho, la vida fácil es le camino
más corto hacia la monotonía. Hay que pensar en un
retiro dinámico, disparado hacia el porvenir. El trabajo
debe concebirse en todo momento como un medio de
realización personal, aun en los años de vejez. La
persona retirada debe conservar siempre el derecho a ser
útil y a serlo con dignidad. Cada individuo debe descubrir
a tiempo sus capacidades y limitaciones.
El planeamiento para
el retiro no debe circunscribirse a la mera consideración
de las actividades que uno vaya a realizar al dejar las tareas
que han exigido lo más y mejores años de la vida.
Es decir, no deber ser únicamente un plan en el nivel
de la actividad. Muy fundamental también es planear desde
el punto de vista psicológico.
En la planificación para la vejez uno no debe
quedarse en el nivel de la mera actividad. El retiro exige, como
una condición esencial, la preparación
psicológica anticipada.
La vida activa en la vejez será posible siempre y
cuando la persona haya planeado su retiro desde el punto de vista
financiero, a fin de que no le sorprendan las estrecheces
económicas. Condición esencial además es que
se disfrute de una razonable salud física y mental. Las
muertes rápidas después del retiro son frecuentes,
pero hay pruebas de que
la mala salud precede el retiro y no lo sigue. Hay
individuos que se retiran a una edad temprana, tan pronto sus
ingresos lo
permitan, para así abandonar el trabajo como dominio principal
de ocupación personal y poder dedicarse a actividades que
les resultan más satisfactorias.
La higiene mental es
clara y precisa en su recomendación de la vida activa. La
actividad es un atributo de la persona mentalmente saludable.
Para que la vida tenga propósito, dirección y
sentido, requiérese que el individuo defina un plan de
acción que tienda a conseguir ciertos objetivos
convenientes para él y aceptables para el grupo social
del cual es miembro. Este plan deber ser de tal naturaleza que
absorba el interés y la atención de las persona. La
vida saludable ineludiblemente exige actividades que repercutan
en sentimientos de satisfacción. La pasividad estanca y
deteriora. Los propósitos que lleven a la persona a
concentrarse en la tarea de realizarlos tienden a impedir su
desintegración, evitando que surjan preocupaciones
enfermizas.
El retiro, tal como indica la situación actual,
constituye un problema psicológico y social para muchas
personas. Probablemente psicológico y social para muchas
personas. Probablemente, ante la presión de
las nuevas generaciones, la sociedad ha descuidado la planificación de los años de la
vejez.
En el momento de retirarse, con frecuencia la persona
encuentra que ya sus hijos se han independizado. En numerosos
casos existe una condición de viudez. Si la persona ha
sido obligada a retirarse a una edad en que todavía tiene
suficientes recursos físicos y mentales para
desempeñar adecuadamente tareas significativas desde el
punto de vista social, y si no ha sabido planear debidamente su
jubilación, lo más probable es que ella se
encuentra abocada a tremendas crisis psicológicas. Un
retiro inesperado, como a veces ocurre, puede provocar un colapso
total.
El ser humano necesita vivir en sociedad. La soledad
engendra inseguridad.
Depresión y deterioro. Es en las labores diarias,
dedicadas a ganar el pan, donde establecemos con frecuencia las
mejores formas de convivencia.
Los efectos psicológicos de tal quiebra en las
relaciones
humanas no pueden exagerarse. La necesidad de
afiliación es una de las más potentes en la
criatura humana. A lo que se llama felicidad es en gran parte el
producto de
las relaciones con los demás. Si se observa que esta vida
de relación se deteriora, es de esperar que un acoso de
sentimientos de soledad e incertidumbre.
Todo individuo normal necesita mantener un mínimo
de intercambio con su ambiente social. No hay duda de que hay
personas que aceptan el retiro como una liberación de las
exigencias sociales. Por otra parte, hay otras que rehuyen
tenazmente tal situación, dado que el retiro constituye
para ellas una admisión de derrota, de dejar de ser, de
cesar en sus funciones como miembro útil del cuerpo
social.
El retiro positivo y exitoso empieza con un estado
mental, con el reconocimiento de que es una oportunidad para
comenzar una nueva vida en muchos sentidos. Por eso se reitera
una y otra vez la necesidad que tiene todo individuo de planear
anticipadamente en qué va ocuparse cuando le llegue el
turno de la jubilación. Jamás este plan debe
posponerse para la última hora.
2.2.6.1 El retiro es una ruptura.
- En la vida afectiva. El retiro hace pasar al
hombre del
estadio de la vida profesional durante el cual el trabajo se
concibe y se exalta como la virtud cardinal, al estadio del
descanso obligatorio libremente consentido o impuesto. Ello
produce una perturbación del equilibrio
mental y fisiológico. - En la
organización de la jornada. Repentinamente, los
horarios de trabajo, de descanso, de sueño, entre otros,
que había llegado a un alto grado de automatismo
después de años de vida idénticos a
sí mismos, resultan inadaptados, no corresponden ya a la
situación objetiva; de donde una perturbación del
equilibrio físico y fisiológico con
repercusión sobre la salud y sobre el carácter. - En las condiciones de la vida social. Se
produce a la vez una ruptura de las relaciones profesionales
(no se ve ya a los compañeros de empresa o
fabrica), un cambio en la naturaleza de ciertas relaciones (ya
no se puede hablar del trabajo) y una modificación en
las relaciones hogareñas con el cónyuge (se pasa
de doce a quince horas de vida en común, a veinticuatro;
de donde se desencadena una perturbación en los
equilibrios afectivos). - En las condiciones de vida financiera: La
pérdida de una parte de los recursos tiene por efecto la
perturbación del equilibrio general del presupuesto y
sus repercusiones psicológicas y
fisiológicas. - En la vida cultural y el ocio: El retirado va
a pasar de una situación, con poco tiempo que dedicar a
las distracciones, a una situación con mucho mas tiempo
libre, de donde una nueva perturbación del equilibrio
del individuo.
2.2.6.2 La preparación psicológica.
La jubilación, como el matrimonio, es una gran
decisión en la que conviene reflexionar seriamente. La
principal pregunta que se hace el que se va a jubilar es "
¿Qué es lo que voy a hacer ahora?".
Sin duda todos los que han tenido la oportunidad de
encontrar en su trabajo todas las satisfacciones deseables
considerarán su retiro como una prolongación
natural, aunque en su status más liberal, de su vida de
trabajo; los que han soportado durante decenas de años un
trabajo que no les gustaba pueden esperar del retiro las
satisfacciones que no han tenido: el retiro puede permitirles
así hacer lo que siempre han deseado. Sea lo que fuere lo
que le agradaría hacer, recuerde que debe estar dispuesto
a realizarlo desde el primer momento de su jubilación.
Algunas de estas cosas exigen, sino un hábito, por lo
menos una preparación: si no está acostumbrado a
caminar suficientemente, le será difícil dar largos
paseos: pronto se sentirá cansado y abandonará el
ejercicio; si desea cultivar las plantas, comience
por la jardinería. Todo lo nuevo requiere esfuerzo, todo
esfuerzo requiere entrenamiento y
todo entrenamiento
debe ser progresivo, y por lo tanto debe programarse.
Así muchos años antes de que llegue el
momento, comience a reflexionar y a preguntarse. He aquí
algunas preguntas que puede hacerse para esbozar las grandes
opciones de su jubilación: ¿cómo veo mi
retiro?. ¿En que situación económica me
encontraré?, ¿Viviré en un apartamento, en
un pabellón, en la ciudad o en el campo?,
¿Cómo concibe mi mujer mi retiro?,
¿ Habré de tener actividades externas en lugar de
permanecer en casa todo el día? O bien aceptaré con
indiferencia el tener que vivir lejos de ellos?, ¿Me
agradará vivir con mis hijos y nietos o bien
aceptaré con indiferencia el tener que vivir lejos de
ellos?. ¿Me gusta ver una película, oír un
concierto, asistir a una conferencia,
visitar una exposición, entre otros?
Cuando estas preguntas se plantean es posible ver
más claro al interior de cada persona y determinar las
grandes direcciones de sus propios gustos y aspiraciones. Al
recordar todos los acontecimientos de la vida que han producido
alegrías y satisfacciones, al anciano le es más
fácil hacer lo que ha deseado desde la infancia. La
felicidad y la oportunidad de realizarse por fin completamente,
dependen de su sinceridad frente a sí mismo.
El anciano debe programa
equilibrado para su jubilación, teniendo en
cuenta:
- Una actividad individual y una actividad
colectiva. - Una actividad al aire libre y
una diversión de interior. - Un desgaste físico y una distracción
que descansa, y piense que los ocios de su vida activa pueden
prepararle útilmente para sus actividades regulares
cuando llegue la jubilación.
2.2.7 Temor a la muerte. El hombre es el
único ser viviente que tiene conciencia de la
muerte y, por tanto, la teme. Se nace sin conciencia de que
algún día se debe que morir, pero pronto se
advierte de manera creciente de que la vida tiene un ciclo:
nacer, crecer, declinar y morir.
Si se ha llevado una vida de provecho, si se han dejado
huellas decorosas en el mundo, si se ha vivido digna y
eficazmente, si a la hora de hacer el balance pesan más
los créditos que los débitos, si se
experimenta la satisfacción de haber vivido plenamente,
habiéndose realizado en forma adecuada y ayuda a los
semejantes, si la conducta estuvo
razonablemente regida pro elevados valores éticos,
entonces la muerte no será la experiencia difícil y
angustiosa que es para aquellos que no han sabido dar un
significado noble a su vida.
A pesar de que hay grandes diferencias individuales en
lo que se refiere al encaramiento con la muerte, desde el
individuo que la afronta con serenidad hasta aquel que
experimenta una tremenda angustia, casi todos los seres humanos
temen a la terminación de su existencia. Desde muy
temprano en la vida se debe tener conciencia de que algún
día se ha de morir. Al hombre le angustia saber que
eventualmente va a desaparecer del escenario de la vida y que
ésta seguirá su marcha sin su presencia. Saber que
no sólo se dejará vacío el espacio
físico que diariamente ocupa el cuerpo, sino
también el espacio psicológico que llena la
conducta, saber que después de la muerte se irá
lentamente muriendo en el recuerdo de la gente, en la memoria de
los familiares y de la sociedad, ese ir desapareciendo
gradualmente en todos los particulares, he aquí uno de los
orígenes de la angustia y el terror de la
muerte.
Como regla general, el miedo a la muerte es menos agudo
entre los viejos que entre los adultos de edad media. Sin
embargo, el anciano piensa más en la muerte que el
individuo de edad mediana, dado que aquél está
más próximo a ella. Aunque con el avance de los
años el individuo va resignándose al hecho de que
cada día se acerca más a la tumba, por la misma
razón el tema de la muerte está más presente
en el pensamiento del anciano como algo que se espera, como algo
inminente.
La investigación realizada en el año
1.995, por Alexandra Meneses Zuluaga sobre "actitudes frente a la
muerte en personas de la tercera edad", pretende dar cuenta, la
actitud que tienen las personas de la tercera edad frente a la
muerte, dado que se asume "que a esa edad hay más
cercanía a la muerte". En muchos casos cuando muere un
anciano se escuchan expresiones como: "ya era hora",
"había vivido muchos años", " se fue a
descansar".
2.2.7.1 ¿Qué es la muerte?. La
muerte misma puede ser desconocida, pero la separación y
la pérdida son una áspera realidad tanto para
quienes deben irse como para quienes se queda. Se deja
atrás toda una vida de pensamientos, sentimientos y
relaciones cuando finalmente nos despedimos. En las
últimas etapas de la vida salen a la superficie los
sentimientos mutuos y la experiencia originada por la
separación.
Puede haber ansiedad y desesperación ó
puede haber un nuevo sentimiento de intimidad y
realización, incluso la muerte, para la que se cree estar
preparados, puede hacer que la persona se sienta vacía y
sacudida cuando sucede. Si se supone que todas las personas
mayores están "listas" para morir, entonces, algunas
veces, puede pasar que su pérdida no afectará mucho
a sus sobrevivientes. De acuerdo con esto, es poco, en la forma
de apoyo social, lo que pueda ofrecer durante el tiempo que duran
las consecuencias psicológicas de la
pérdida.
No resulta sencillo determinar cuándo es que una
persona ha muerto. Se distingue entre muerte fisiológica y
muerte clínica.
En el caso de la muerte fisiológica, todos los
órganos vitales dejan de funcionar y el organismo no puede
seguir subsistiendo en ningún sentido del término.
Al ser privadas de oxígeno
y de nutrientes las células del cuerpo van muriendo
gradualmente. La muerte clínica consiste en la
terminación de toda la actividad cerebral, indicada por la
ausencia de ondas cerebrales.
El organismo humano deja de operar como una unidad mente –
cuerpo autosuficiente, aunque el corazón y
los pulmones pueden funcionar con apoyo artificial.
2.2.7.2 ¿Qué es el duelo?. La
pérdida de un ser querido es uno de los acontecimientos
más estresantes de la vida. La pérdida es seguida
de un período de luto y de aflicción por la persona
fallecida. El proceso de duelo puede durar un breve
período o no terminar nunca.
- Las reacciones al duelo se presentan en cuatro
niveles. - Reacciones Físicas. El duelo es
acompañado por una amplia gama de reacciones
físicas que pueden incluir al insomnio, la falta de
apetito o el comer en exceso, las molestias estomacales,
diarrea, fatiga, dolores de cabeza, insuficiencia respiratoria,
sudoración excesiva y mareos. - Reacciones Emocionales. Estas incluyen la
depresión, abatimiento, llanto, conmoción e
incredulidad, enojo, ansiedad, irritabilidad,
preocupación y pensamientos del fallecido, sentimientos
de desamparo, dificultad para concentrarse, olvidos,
apatía, indecisión y aislamiento o sentimientos
de soledad. - Reacciones Intelectuales. Estas incluyen los
esfuerzos por explicar y aceptar las causas de la muerte de la
persona y en ocasiones de racionalizar o tratar de comprender
las razones de la muerte. La gente desea saber qué fue
lo que sucedió y porqué pasó. Una
reacción intelectual común al duelo es la
idealización, es decir, el intento por purificar la
memoria del
fallecido disminuyendo mentalmente sus características
negativas. - Reacciones Sociológicas. Las reacciones
sociológicas al duelo incluyen los esfuerzos de la
familia y los amigos para unirse y compartir la experiencia y
ofrecerse apoyo y comprensión. La reacción
sociológica también incluye los esfuerzos por
reorganizar la vida después de la pérdida: los
reajustes financieros, la reorientación de los roles de
los roles familiares y comunitarios, el regreso al trabajo, la
reanudación de actividades sociales y
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Catalina Zuleta y Yamile Gomez