- Enseñanza de la
Lectoescritura - Proposición
tesis- - Enseñar a
Pensar - Pensar para
Crear - Comprensión y
teoría de las seis lecturas - Cómo
ayudar a los niños a amar la lectura - Perfil del
profesional que necesitan las empresas - Texto y
argumentación - El texto y el
concepto - El texto y la
lógica proposicional - Texto y
competencia Moral - Pensamiento y
escritura proposicional - El
Razonamiento en el Párrafo - EL
Análisis y la Síntesis - El texto y
la puntuación - Taller de
producción de Ensayo - Bibliografía
"El intelectual tiene, pues, la tarea
más difícil
que se haya presentado nunca en la historia
de la cultura:
resistir a todas las fuerzas que
degradan la reflexión y ser capaz de dirigir su
reflexión hacia las aportaciones capitales de las
ciencias
contemporáneas con el fin de intentar
pensar el mundo, la vida, el ser humano, la
Sociedad".
(Edgar Morín, Mis demonios,
1995)
La mejor experiencia que puede tener un estudiante que
ingresa por primera vez a la universidad, sin
duda, es el familiarizarse con las disciplinas propias del
área por las que opta. Por lo tanto, debe iniciarse en la
lectura y
relectura de los textos y escritos que le permitan acceder al
conocimiento
específico y general de la carrera que ha elegido. Durante
esta primera etapa, no es corriente que los catedráticos
de las llamadas Áreas profesionalizantes acompañen
a los estudiantes en los procesos de
leer, interpretar, comprender y producir discursos
escritos. Ellos sólo se limitan a desarrollar o planear
sus cátedras con métodos
tradicionales y prácticas consuetudinarias como la
magistral, la conferencia de
expertos, los talleres de impacto, las lecturas obligadas, las
consultas bibliográficas y las dinámicas de
salón, experiencias que no van más allá de
la simple transmisión de información y no contribuyen a la producción de nuevos
conocimientos.
Los alumnos que inician estudios superiores, en general,
evaden los textos filosóficos, científicos y los de
profundidad cultural, por la infundada creencia de que los
escritos filosóficos son aburridos; los
científicos, pesados y los de profundidad cultural, poco
prácticos. De todos modos, EN realidad no logran develar
su saber y, mucho menos, interpretar sus hipótesis. Ignoran que los instrumentos
más importantes en los procesos del
aprendizaje
universitario son: la deducción, la inducción, el análisis y la síntesis y
que dichas operaciones
intelectuales sólo son posibles potencializando las
habilidades de lectoescritura.
Los procesos de trabajo lecto-escritural confirman que
el estudiante cuando aborda ensayos o
artículos científicos, (cuando se trata de hallar
en ellos sus hipótesis o
tesis)
demuestra una sorprendente incapacidad de comprender e
interpretar, que se refleja, también, en la imposibilidad
de escribir textos argumentativos. Es a través de la
lectura y de
la escritura como
se ejercita la interpretación y el pensamiento
lógico. Es por medio de ella como se forman los
investigadores. Un buen lector de textos científicos es
aquel que sabe leer literalmente un texto y agrega
su saber de escucha.
La lectura es un proceso
productivo entre el texto, que es fuente de conocimiento,
y el interlocutor, que aporta saberes en la medida en que ha
realizado una interpretación en el sentido fuerte, como
diría Estanislao Zuleta.
Las áreas del Proyecto
Educativo de la Universidad
tienen el compromiso de la formación de la persona y le
corresponde al componente de Construcción del Pensamiento
acompañar al estudiante en esta dura tarea de alfabetizar
en la competencia
lectora y promocionar la escritura como
máxima manifestación de la inteligencia
humana.
El docente de Construcción del Pensamiento debe persuadir
al estudiante de las disciplinas con componente
científico, social, económico, político,
administrativo y de las ramas de la salud, para que asuma el
texto no como simple documento de información, sino como instrumento de
conocimiento, de tal manera que aprenda a descubrir lo mejor de
la vida y abrir la mente al conocimiento y, sobre todo, abrir los
ojos a la cultura de la
humanidad.
El gran propósito, es entregar herramientas
para que el joven estudiante ingrese al mundo del texto y pueda
salir de él sin lastimarse; es decir, sin
imposición, pero, eso sí, descubriendo sus hipótesis, descubriendo el edificio
conceptual que subyace al interior del ensayo y que
lo determina. El objetivo
general, enseñar a pensar el texto como instrumento del
conocimiento. Por lo tanto, es preciso comprender que él
se construye a partir de macroproposiciones; unas, denominadas
argumentales, que tienen la tarea de explicar y sustentar las
tesis; otras, que por su naturaleza de
causalidad, concluyen y se desprenden de las proposiciones
mayores; y otras, que simple y llanamente definen términos
o conceptos.
El proceso
didáctico y de aprendizaje
contemplar que el texto se codifica a partir de ideas mayores y
también se decodifica o se desentraña por medio del
análisis de las mismas. Todo texto presenta
una organización gramatical: fonemas, morfemas,
palabras, frases y oraciones y siendo las proposiciones las que
constituyen el tejido lógico y coherente de pensamientos
del autor.
Leer y escribir es utilizar el diálogo
con el otro o con otros en la solución de problemas, de
modo que sea a través de la argumentación como se
logran acuerdos, y son las hipótesis y las sugerencias las
alternativas de solución. De cualquier forma, la competencia
racional y argumental es el fundamento para alcanzar el
conocimiento; premisa esencial para la superación de
los problemas.
Abordar el texto como instrumento del conocimiento es
hacer de la lectura y
la escritura una actividad esencial en función de
construir conceptualizaciones sobre la naturaleza, la
sociedad y
sobre los proyectos de
vida. Para pensar, bien hay que leer y escribir bien; es decir,
para construir simbólicamente el mundo, reconstruir la
cultura, expresar emociones y
sentimientos, debemos usar la lectura y
la escritura como actividades que confronten nuestro mundo
cultural y social; o como herramientas
para conocer sus problemas, o medios para
expresar soluciones.
Las clases de primaria y del bachillerato, se realizan
talleres de Lectura y Redacción; generalmente se ejercitan en
función
de memorizar o retener el sentido de lo que el autor quiso decir.
También se conocen las nuevas propuestas de Lectura
Rápida, fundamentada en la técnica de cómo
leer un amplio grupo de
palabras en pocos minutos y lograr una vasta información:
¿Qué personajes había, cuál era el
nombre del protagonista, en qué secuencia se encontraban,
qué quiso decir el autor, etc.?, Método que
no trasciende por su baja competencia interpretativa.
Zuleta, citando a Nietzsche en
la conferencia
"Sobre la Lectura", afirma que este tipo de profesores y sus
alumnos no sólo están de afán, sino que
también tienen la ilusión de haber aprendido sin
haber interpretado todavía. Y frente a esta
ilusión, plantea que los libros buenos
no han sido escritos para lectores fáciles o que
estén de afán, sino para lectores que tengan
temperamento de vacas y sean capaces de ejercitar la paciencia de
rumiar.
Dice Zuleta: "Leer, interpretar es trabajar; es someter
el texto, un libro,
párrafo
por párrafo
a una interpretación en el sentido fuerte y no propiamente
examinar cuál es la intención del autor, para
acomodarnos a su ideología. Cuando enfrentamos un texto
efectivamente tenemos un código,
el del texto, pero no tenemos un código
común. Al iniciar no podemos identificar un código
propio del texto. Las palabras tienen, sin duda, un sentido, pero
en un libro cada
palabra se define por las relaciones con las demás, es
decir, el contexto".
Leer no es fácil, lo recuerda Zuleta, y cada
libro tiene su enigma y sólo lo descifra el buen lector;
por eso dice que hay que leer a la luz de un
problema, hay que trabajar e investigar; por tal razón
toda lectura es una búsqueda para aclarar un interrogante
que nos debe interesar. En nuestra época, hay muchos
libros en
busca de lectores y parece que los lectores se extinguen. El
problema es también cultural. En el siglo XIX sólo
unos cuantos sabían leer; en el siglo XX con todos los
esfuerzos civilistas no fue posible que todos lo hicieran; en
este nuevo milenio no es suficiente leer, se requiere de
interpretación, de aprehensión del conocimiento y,
sobre todo, de producción de nuevo conocimiento y
éste no es posible sin la escritura como medio de
divulgación del conocimiento.
Nacemos y aprendemos a hablar como lo hacen nuestros
padres, vecinos y profesores. Vamos al jardín de infantes;
luego, a la escuela;
posteriormente, al colegio y, allí, seguimos campantes y
tranquilos; vemos los libros como cosas raras. Ingresamos a la
universidad y todo sigue igual, nos gusta vivir del cuento y la
tradición oral. Nos disgusta la lectura y la escritura.
Esta es una de las causas de nuestro atraso industrial,
comercial, científico y tecnológico. No tenemos
muchos investigadores; a los jóvenes no les gusta leer,
menos escribir o discutir las ideas; y en todos los casos nos
conformamos con los informes del
profesor o de los medios de
comunicación.
No podremos superar el atraso tecnológico con los
pobres conocimientos que adquirimos en las escuelas, colegios y
las universidades que no tienen como fundamento la investigación, la lectura y la escritura.
Sin compromiso con el texto como instrumento del conocimiento,
estaremos alejados de la realidad. Los jóvenes creen que
los conocimientos no requieren de esfuerzo y que se pueden
adquirir en la cafetería, en Internet, en el
supermercado, en los pasillos o en la
televisión; por esa razón, no critican, no
interpretan y no crean conocimiento.
Jaime Alberto Velez referiéndose a las
dificultades de lectura y la producción de ensayos
plantea: "La incapacidad académica para acceder a esta
forma de escritura no debería entenderse como falta de
información sobre sus técnicas
específicas, sino como un fracaso del sistema educativo
en general. Para escribir un ensayo se
requiere un ser humano bien informado, con sensibilidad y
criterio propio".
La lectura, la comprensión y la
interpretación son ejes esenciales del que hacer
universitario, pero no hay lectura sin escritura y es el Ensayo la
más importante forma de producción intelectual. El
estudiante que no se atreve a ensayar, no arriesga, y quien no
arriesga, sólo reproduce el discurso del
establecimiento o, como diría Zuleta, la ideología dominante.
Quiero destacar, en síntesis,
que el maestro universitario, cualquiera que sea su disciplina:
académica, científica o tecnológica debe
mostrarse dispuesto a acompañar a los estudiantes en los
procesos de formación de la competencia lectora y
escritural. Él debe asumir el compromiso de enseñar
a pensar el texto como instrumento de conocimiento, debe motivar
a la producción de escritos. En tal sentido, debe ser un
indagador permanente, un investigador, un provocador de
interrogantes, un analista y, sobre todo, un profesional
ético, comprometido en la construcción de una Nueva
Sociedad.
2.0 Enseñanza de la
Lectoescritura
"Ninguna imaginación para
innovar,
poca voluntad para trabajar y completa
falta de audacia para investigar, forma
una receta infalible para producir pobreza"
Komosuke Matsushita
Todos los docentes, independientemente de su área
específica de formación, por el hecho de ser
profesionales comprometidos con la educación humanista e
integral, tienen una inmensa responsabilidad ética con
los estudiantes y con la sociedad. Les corresponde preparar y
educar, no sólo en lo referente al conocimiento
específico, sino también en lo moral y en el
humanismo; es
tarea de todos: educar para la autonomía intelectual y,
sobre todo, para la formación de los cuadros que la
sociedad necesita.
El estudiante por el hecho de ser joven es poseedor de
un inmenso potencial creativo que, desafortunadamente, no
aprovecha por la falta de acompañamiento por parte de los
docentes de las áreas profesionalizantes, y que en la
práctica, empieza a perder desde el momento de su ingreso
a la escolaridad. Desde que aparece la oralidad, nos empobrecemos
en el ámbito de la lectura y de la escritura, porque
pensamos que con hablar es suficiente; en tal sentido, nos
llenamos de una cantidad de categorías prestadas; no
dejamos que la realidad nos exprese sus secretos; no somos
sensibles a toda gama de mensajes que podríamos descubrir
sólo con interpretar un texto. Cuando aparece el "discurso de
opinión", perdemos la potencialidad de leer y de escribir,
creemos que con hablar es suficiente. Propongo en este escrito
hacer un llamado a que recuperemos de una manera plena la
posibilidad de edificar conocimientos a partir de ver el texto
como instrumento de conocimiento. Sólo aprendiendo a leer,
aprendemos a interpretar, y es ésta es sin duda, la forma
más elevada de creatividad
para la construcción de un nuevo pensamiento.
Álvaro Díaz reconoce que en el medio
académico es motivo de preocupación, el serio
problema que enfrentan muchos estudiantes, e inclusive algunos
profesionales respecto a los procesos de lectura y escritura.
Partiendo de esas dificultades lanza su propuesta
"Aproximación al texto escrito" y pretende acercar al
lector a la utilización eficaz del lenguaje como
medio de adquisición, apropiación y
aplicación de todo conocimiento.
La escritura la define como una labor difícil
para la mayoría de las personas, por factores
psicológicos, cognoscitivos, lingüísticos y
retóricos. Es decir, por la falta de confianza, por
carencia de conocimientos, la baja competencia analítica y
retórica. El mismo Alvaro Díaz hace referencia al
proceso de la construcción del texto en el que se da la
invención, redacción, evaluación, revisión y
edición. Culmina diciendo que "La lectura y la
composición son dos actividades estrechamente
relacionadas, de modo que lo afirma en una de ellas tiene que ver
con la otra. Por eso, antes de aprender a escribir es preciso
aprender a leer". Si no se fomenta el hábito de leer, no
es posible dominar los protocolos de la
competencia de la composición de escritos.
Dado que los enfoques y metodología tradicionales no han
contribuido a resolver el problema, creemos que mediante el
desarrollo de
pensamiento, como herramientas para mejorar la comprensión
lectora y para motivar la producción de escritos que
expresen propósitos claros, argumentos coherentes y
sustenten hipótesis, es como se deben interpretar las
nuevas estrategias
encaminadas a considerar los textos como instrumentos de
conocimiento.
Las tipologías discursivas: (la reseña,
la entrevista,
el artículo periodístico, el ensayo;
la novela, el
cuento, la
poesía…), van desde la opinión
hasta las formas híbridas (investigación y la literatura) como el ensayo, hasta
la escritura artística como la poesía.
Todas ellos son escritos que exigen una buena lectura. Veamos,
por ejemplo el caso del ensayo. Esta forma discursiva es
utilizada desde hace muchos años y sus grandes maestros en
el mundo son: Francis Bacon considerado el más grande
ensayista, y Michel de Montaigne inventor de éste género
entre los clásicos; en el ámbito de América
Latina tenemos a Jorge Luis
Borges, Alfonso Reyes, Pedro Enríquez Ureña,
José Carlos Mariátegui, Octavio Paz;
en Colombia sin
duda, están Baldomero Sanín Cano y Gustavo Cobo
Borda, quienes han cultivado en forma destacada esta
tipología discursiva.
El Ensayo es un sistema de
escritura híbrido, porque exige del autor indagar,
investigar con detenimiento sobre el tema a expresar y, sobre
todo, calidad en la
argumentación de las tesis. Los buenos ensayos se cuidan
de lo que dice y cómo lo dicen. Como técnica hay
que seguír algunos pasos en su elaboración. De
acuerdo con Fernando Vásquez Rodriguez, "El ensayo, diez
pistas para su composición" presentamos una
síntesis en forma propositiva del documento
citado:
P1. Un Ensayo es
una mezcla entre el arte y la
ciencia.
P2. Un Ensayo no es un comentario, sino una
reflexión.
P3. Por eso, el Ensayo se mueve más en los
juicios y en el poder de los
argumentos.
P4. Un Ensayo es un discurso pleno y
coherente.
P5. El Ensayo requiere del buen uso de los
conectores.
P6. Los conectores son como las bisagras, los engarces
necesarios para que el Ensayo no parezca
desvertebrado.
P7. Existen conectores de relación, de
consecuencia, de causalidad; Los hay también para resumir
o para enfátizar.
P8. Gracias a la coma y al punto y coma, el ensayo
respira.
P9. Cuando un Ensayo es de dos o tres páginas
sobran los subtítulos.
P10. Al escribir ensayos, comprobamos nuestra "lucidez"
o nuestra "torpeza mental".
P11. El Ensayo " cuestiona y diluye" las verdades
dadas.
P12. El Ensayo saca a la ciencia de su
"excesivo" formalismo y pone a la lógica
al alcance del arte.
P13. La esencia del Ensayo radica en su capacidad de
juzgar.
P14. Los ensayistas de oficio saben que las verdades son
provisionales.
P15. Las partes del Ensayo deben estar
interrelacionadas.
P16. El Ensayo –puro ejercicio del pensar- es
el reflejo del propio pensamiento. –
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