Inmigración a la Argentina – Daguerrotipistas y fotógrafos (página 2)
"Ni bien instalado, Panunzi comenzó a tomar
fotografías de Buenos Aires y la campaña
circundante. Con estas imágenes hizo álbumes y
carpetas a partir de 1865. Sus fotos de Buenos
Aires son las primeras conocidas después de las vistas al
daguerrotipo de Charles de Forest Fredricks y otros autores que
se encuentran en el Museo Histórico Nacional. Asimismo,
Panunzi fue el primer fotógrafo que se propuso realizar
una documentación amplia y sistemática
de la ciudad. Sus fotos de las plazas 25 de Mayo y de la
Victoria, con sus edificios y monumentos históricos, o las
de la zona ribereña, los muelles y la aduana, revelan
un claro propósito de relevamiento analítico. Sus
tomas también registran los cambios que se
producían en el paisaje urbano, de modo que en los
álbumes – donde hay fotos tomadas entre 1861 y 1867,
aproximadamente – conviven la imagen del Paseo
de Julio casi idéntico al Paseo de la Alameda de la
época de Rosas, con la de
la nueva avenida modificada por la estación del
Ferrocarril del Retiro".
"Sus fotos de gauchos tomadas en ambiente son
las más antiguas de este tipo que se conocen y conservan –
a excepción de un daguerrotipo que se encuentra en el
Museo de Luján -. La primera y la única foto
conocida fechada y datada por Panunzi es, precisamente, de tema
gauchesco: Pobladores del campo. Fue tomada en Exaltación
de la Cruz, actual Capilla del Señor, el 1ro. de julio de
1862. La fecha de la toma y la extraordinaria factura de la
foto revelan que el fotógrafo ya era un profesional
consumado cuando llegó al país, pocos meses antes.
Es una puesta en escena elaborada que, sin embargo, transmite el
episodio cotidiano que narra – un asado en ciernes con mateada y
guitarreada previas – con naturalidad de instantánea. En
torno del asado
de escenografía – el fuego no está prendido y la
carne es evidentemente insuficiente para la cantidad de
comensales reunidos – están sentados tres paisanos, como
si el fuego estuviera en marcha y hubieran detenido la
conversación para la foto. Varios rebenques en la mano, un
mate dando la vuelta y una guitarra pulseada entre los gauchos
del fondo, señalan que Panunzi se ocupó de subrayar
lo típico, aunque no lo sentimos forzado. La distribución de las personas en el cuadro y
la naturalidad con que posan no deben atribuirse al azar, y ambas
cosas están resueltas con un oficio
extraordinario".
"En 1864 y 1866 el cacique tehuelche Casimiro
Biguá visitó Buenos Aires. En alguna de estas
ocasiones Panunzi le hizo dos fotografías. Una es un
célebre retrato en primer plano que no se expone en la
muestra. La
otra, que sí tenemos, fue tomada probablemente en los
cuarteles del Retiro y lo muestra junto a
su hijo San Slick y a otro cacique importante, Orkeke. Estas
imágenes y otras, como la del cacique Coliqueo y su
familia tomada
– según nos dice Vicente Gesualdo- en la zona de Los
Toldos, son también los primeros registros
fotográficos que tenemos de los antiguos habitantes de
nuestro territorio, y probablemente los únicos que les
hicieron cuando aún eran dueños de sus vidas y
destinos".
"Panunzi, que también se promocionaba como
profesor de dibujo y
retratista al óleo, fue uno de los fundadores de la
Sociedad
Estímulo de Bellas Artes, en octubre de 1876. Se estima
que murió en Buenos Aires hacia 1890" (4).
Se destaca la importancia de este inmigrante: "Sus
fotografías son todo un testimonio, porque se ve al indio
doblegado y arraigado a las costumbres del hombre blanco"
(5).
Arístides Stephani "trabajó en
Corrientes, Paraná y Santa Fe desde 1846" (6).
Luigi Bártoli "se instaló en el
estudio que había sido de Elliot, es decir el
número 56 de la Recova Nueva, en 1852. Bártoli fue
uno de los fundadores del Círculo Italiano de Buenos Aires
y un fotógrafo muy popular en su época"
(7).
"Pedro Tappa fue el primer fotógrafo que
abrió una retratería en la ciudad de Santa Fe, en
1862. Trabajó allí durante casi veinte años,
para luego trasladarse a Rafaela, donde también
abrió el primer estudio fotográfico del lugar.
Pedro Tappa fue el maestro del piamontés
Arquímedes Imazzio – de quién era, asimismo,
tío -, que más tarde sería el
fotógrafo clásico de la Boca y el más
destacado de esa ‘república’ en el siglo
pasado. Las vistas que Pedro Tappa tomó en Santa Fe son
los registros
fotográficos más antiguos que guarda esa ciudad"
(8).
"Félix Corte, tambien italiano, tuvo una
prolongada y relevante actuación profesional en Rosario
desde 1880 hasta 1911, cuando volvió a su país. Su
estudio fue uno de los más importantes de la ciudad en
esos años. En 1887 el sociólogo e historiador
Gabriel Carrasco, comisario general del primer censo de la
provincia de Santa Fe, realizó un viaje al llamado Chaco
Austral, en el norte del territorio santafecino, y
contrató a Félix Corte para que documentara
fotográficamente la región y su avanzada de
colonizadores. El álbum que surgió de allí
es uno de los escasos y valiosos documentos de la
frontera norte de la provincia que aún subsisten"
(9).
"En Rosario, hacia 1875, también trabajaba
Romilda de Consiglio, una de las primeras
fotógrafas profesionales que se registran en nuestro
país" (10).
Antonio Cirigliano "trabajó en
Olavarría desde fines del siglo pasado y reunió una
espléndida colección de retratos y grupos de
inmigrantes italianos que fundaron la colonia, y vistas del
pueblo y la campaña" (11).
Los hermanos Felipe y Santiago Polzinetti
vivieron en Rosario. "El primero trabajó también en
Esperanza, Santa Fe, y Santiago realizó las pocas
fotografías que documentan la revolución
de 1893 en Rosario" (12).
"Hasta no hace mucho tiempo se
ignoraba que Antonio Pozzo era de origen italiano y, en
consecuencia, se lo consideraba el primer fotógrafo
argentino importante. Hoy sabemos que Pozzo nació en
Bordighera, Lombardía, en 1829, y llegó al
país en su juventud. Fue
aprendiz de John Elliot y, posteriormente, de Thomas C. Helsby,
daguerrotipista de origen inglés
que a principios de
1846 estaba instalado en calle de la Piedad N°. 121. Hacia
1850 Pozzo instaló su propio estudio en el número
113 de la misma calle. Debido a su precoz iniciación en el
oficio fotográfico y a su longevidad, Pozzo fue uno de los
fotógrafos de actividad más prolongada en el siglo
pasado. Fue un retratista prolífico, un documentalista
importante y, asimismo, uno de los primeros coleccionistas de
daguerrotipos del país. Su colección de dichas
piezas fue donada al Museo Histórico Nacional y
conformó, junto con la colección del ingeniero
Carlos E. Pellegrini, el principal fondo de daguerrotipos del
Museo. Entre los retratos al daguerrotipo tomados por Pozzo que
se conocen y cuya autoría está confirmada, son
justamente valorados los que pertenecen a Mariquita
Sánchez de Mendeville, viuda de Thompson, y al general
José María Paz".
"En 1857 el Ferrocarril del Oeste inauguró el
servicio de su
primer ramal, desde la estación central del Parque, en la
actual plaza Lavalle, hasta La Floresta. Pozzo, contratado por
la empresa,
hizo una serie de fotos que documentan instalaciones, trabajos de
tendido y el acto oficial de inauguración, con las dos
locomotoras históricas: La Porteña y La Argentina.
En años subsiguientes siguió fotografiando para la
compañía. Los cartones que servían de
soporte a sus fotografías llevaban por entonces una
leyenda: ‘Fotógrafo Municipal y del Ferrocarril
Oeste’ ".
"En 1879 Pozzo acompañó con su equipo
fotográfico al ejército de Julio A. Roca en la
expedición de exterminio indígena y
consolidación del dominio militar
en el sur argentino, conocida como Campaña del Desierto.
Lo hizo en carácter
de fotógrafo oficial, aunque él mismo debió
costearse los gastos del viaje.
Pozzo tenía interés en
el tema. Poco tiempo antes, el 18 de diciembre de 1878,
retrató en su Fotografía Alsina, de calle Victoria
590, al cacique Pincén, recién capturado por las
fuerzas del coronel Villegas".
"El 29 de abril de 1879 el ejército de Roca
inició la Campaña del Desierto en dirección al sur. Antonio Pozzo y su
ayudante Alfredo Bracco, con sus pesados equipos acondicionados
sobre mulas – cámaras y trípodes, el laboratorio de
campaña, los vidrios y químicos para preparar los
negativos fotográficos y revelarlos en el lugar – los
acompañaban. La cantidad de fotografías que tomaron
durante la expedición no puede determinarse con exactitud.
Los álbumes conocidos – que nunca tienen exactamente las
mismas fotos ni la misma cantidad – agrupan alrededor de
cincuenta piezas cada uno. Las imágenes muestran, en
general, a la tropa y a los oficiales en los campamentos, o
montados en medio de la marcha. Los indios vencidos posan con sus
lanzas en la mano, y también hay fotos de "chusma"
cautiva, es decir niños,
mujeres y ancianos indígenas, con sacerdotes que les
darán el bautismo. No hay escenas con rastros de actividad
bélica, probablemente porque no hubo batallas importantes,
ya que no es presumible que la mentalidad de los comandantes que
dirigían la expedición estuviera dispuesta a
censurar fotografías de indios muertos. El
propósito épico de Pozzo, que admiraba al general
Roca, es evidente, aunque queda asordinado por esa especie de
neutralidad distante de las imágenes. A pesar de la
visión controvertida que hoy tenemos sobre el episodio
histórico que registran – e incluso por eso mismo -, las
fotografías de Pozzo tienen para nuestra cultura un
valor
documental extraordinario".
"Antonio Pozzo murió a los 81 años, el 29
de agosto de 1910, en su casa de Flores" (13).
El fotógrafo Angel Paganelli nació
en 1832; falleció en Tucumán en 1928. "Llegó
a la Argentina hacia 1860 con su hermano José y se
instalaron en Córdoba. Luego viajaron a Tucumán y
comenzaron su carrera de retratistas. José regresó
a Córdoba y Angel se quedó, cobrando fama por una
serie de fotografías a la Casa Histórica de
Tucumán que sirvieron de base para reconstruir el
edificio. En 1876 Tucumán participó de la
Centennial Exhibition de Filadelfia con un importante
envío, en el que se encontraban 78 vistas
fotográficas de la provincia que se consideran realizadas
por Paganelli" (14).
"Los hermanos Angel y José Paganelli fueron otros
pioneros italianos de nuestra fotografía en el interior
del país. A fines de la década del sesenta viajaron
con frecuencia al noroeste del territorio nacional, trabajando en
las ciudades y la campaña. En 1869 Angel se instaló
en Tucumán. Tomó vistas de la ciudad e
ilustró con sus fotos un libro
clásico: Provincia de Tucumán, de Arsenio Granillo
(Imprenta La Razón, Tucumán, 1872). Una de las
imágenes de este libro muestra
el frente de la casa histórica donde se juró la
Independencia.
Muchos años después esta foto fue el único
auxiliar que le permitió al arquitecto Mario J. Buschiazzo
reconstruir el local con su fachada tal como era en 1816"
(15).
El fotógrafo Cesare Rocca nació en
1839; falleció en Buenos Aires. "De origen italiano, se
cree que se inició en la fotografía hacia 1862, en
Buenos Aires. A poco de establecerse en la ciudad instaló
un estudio de retratos en la Calle de las Artes 148, en el que
incorporó el nuevo método de
la ‘carte de visite’. Con posterioridad, se
trasladó a la ciudad de Córdoba, donde
realizó la labor más importante de su carrera: la
documentación de la Exposición
Nacional de 1871. Fue autor y editor de los magníficos
albumes de dicha exposición, realizados cuidadosamente con
el proceso del
colodión húmedo" (16).
Samuel Rimathe, de nacionalidad suiza aunque
nacido en Italia, es autor
de fotos "logradas entre 1890 y 1895, mostrándonos lugares
pintorescos y tradicionales, como así también
personajes típicos que deambulan por sus calles". Esas
fotografías están reunidas en "un gran
álbum, propiedad del
Museo Mitre de la Capital
Federal, que contiene 367 originales de pequeño formato.
Las reproducciones fueron realizadas por Juan Gómez,
fotohistoriador y conservador de fondos fotográficos, y
actualmente pertenecen al Museo de la Imagen del Foto Club Buenos
Aires, quien las cedió al Foto Cine Club
Rafaela para ser exhibidas en el Museo de la Fotografía"
(17).
Abel Alexander resume la biografía de Guido
Boggiani: "El campamento de la pequeña
expedición descansa en la profunda selva paraguaya,
territorio hostil, de difícil geografía, donde se
refugian las últimas tribus salvajes. En su hamaca,
cubierto por un espeso mosquitero, descansa el temido hombre blanco,
pero no se encuentra solo, una joven de la tribu caduveo comparte
el lecho. De pronto irrumpe un grupo de
guerreros, la india
despierta y de un salto huye hacia la salvación de la
espesura. El hombre
intenta reaccionar, pero se enrieda entre los pliegues de la
hamaca, sus atacantes se abalanzan con las pesadas hachas de
piedra y le destrozan el cráneo; cerca, su servidor
paraguayo se defiende, pero también cae
abatido".
"A un siglo de la tragedia que tronchó la vida
del científico Guido Boggiani, asombra comprobar
cuantas iniciativas llevó a cabo durante sus 40
años de vida en campos tan diversos, como la pintura, la
etnografía, la antropología, la literatura y la
fotografía, esta última volcada con talento a
documentar sus investigaciones
científicas en Paraguay,
Brasil y
Argentina".
"Guido Boggiani nació en 1861 en Omegna, al norte
de Italia; con
definida vocación artística. A los 17 años
se trasladó a Milán para estudiar pintura en la
Escuela de Brera,
donde por sus obras innovadoras fue considerado uno de los
precursores del "arte
revolucionario". Pero Boggiani tenía alma de explorador.
En 1887 se embarcó hacia la Argentina. En Buenos Aires
trabó amistad con
destacados intelectuales porteños y expuso sus telas.
Alguien le habló de Paraguay, un
país de grandes ríos, selvas y tribus
indómitas. Al año siguiente viajó a
Asunción con el propósito de comerciar con ganado y
cueros. De pronto la pintura y los negocios
quedaron relegados. Boggiani recogió objetos y
artesanías, estudió un mundo que lo asombraba.
Escribió libros que
abrieron nuevos rumbos en el
conocimiento de la etnología, la etnografía y
la lingüística y con todo este rico material regresa
a Italia con el propósito de publicarlos. Poco
después apareció su mejor libro: I Caduvei
(Mbayá o Guaicurú)-Viaggio d''un artista
nell''America Meridionale".
"En Italia recibió reconocimiento y premios. Pero
Boggiani ya pertenecía a su destino, Paraguay. En 1896
regresa directamente a Asunción. Estaba convencido de que
la única manera de estudiar a estos pueblos era
conviviendo en sus tolderías. Boggiani legó treinta
y ocho volúmenes con destino a la comunidad
científica, pero fueron sus fotografías las que
ganan el interés y
la admiración de un público más vasto en la
actualidad. La cámara fue para Boggiani un auxiliar
científico de extrema utilidad, pero la
manejaba con toda la sensibilidad de su formación
artística".
"Se obsesiona por el tatuaje o pintura corporal y
también por otros temas donde la precisión
fotográfica es fundamental. Toma más de 500
fotografías que él mismo revela en medio de la
selva. Se sabe que entró en contacto con la Sociedad
Fotográfica Argentina de Aficionados, a uno de cuyos
socios, el Leopoldo Miarte, le entregó parte de estos
negativos. Después de su muerte, Robert
Lehmann-Nitsche publicó una serie de 100 tarjetas postales sobre
estos aborígenes paraguayos, que incluía un
suplemento reservado de 12 desnudos especiales para
científicos".
"Se sospecha que el asesinato de Boggiani estuvo
relacionado con su actividad fotográfica. El explorador
había registrado con su cámara las tribus angaites,
leguas, sanapanás, caduveos, tobas, payaguás,
bororo y chamacocos. No olvidemos que para estos pueblos
primitivos las fotos representaban un verdadero peligro, pues en
ese acto se ‘robaba’ el alma o la voluntad del
sujeto, que a partir de ese momento quedaba en posesión
del fotógrafo".
"Fue la colectividad italiana de Asunción la que
armó una expedición de rescate al mando del
explorador español
José Fernández Cancio. Este halló los restos
del científico el 20 de octubre de 1904, los indios
habían separado la cabeza para impedir de esta manera que
siguiera haciendo más ‘daño’ y la
cámara fotográfica fue hallada enterrada,
presumiendo que hicieron lo mismo con muchos negativos.
Años después de estos sucesos, el joven
botánico checo Alberto Vojtech Fric (1882-1944), quien
también realizó estudios en esta región,
rescató una apreciable cantidad de negativos de Boggiani y
los llevó a Praga. Hoy sus descendientes, utilizando este
magnífico archivo, han
curado una muestra itinerante" (18).
El fotógrafo Florencio Bixio
falleció en Buenos Aires en 1933. Acerca de él "hay
muy poca información. De origen italiano,
arribó al país hacia 1896, tras residir en Uruguay. Tuvo
varios locales de fotografía en el centro porteño.
Se dedicó a los retratos de estudio aplicando la
técnica en boga: negativos de colodión seco y
copias a la albúmina y, finalmente, el gelatino-bromuro"
(19).
En "El siglo disfrazado", Mauricio Kartun se refiere al
Carnaval porteño y a las fotos de Bixio: "Fue con el
vendaval inmigratorio de principio de siglo que la farra
desbordó todo orden institucional, la mascarita se
independizó, y el disfraz pasó a ser un atributo de
fenomenal creatividad
individual, un orgullo familiar en el que las mujeres de la casa
lucían su solvencia con el molde y la aguja".
Una vez disfrazado el niño, debía
fotografiárselo, para enviar esa imagen al país de
origen: "Colas de una cuadra en Foto Bixio, o en Pascale, bajo
el sol
calcinante de febrero, ese que aseguraba con el resplandor de la
primera tarde los mejores contrastes en la vidriada
galería de pose del estudio. ¿Cómo
testimoniar sino allá en el terruño el prodigio de
costura, las costumbres, el crecimiento y la belleza de los
chicos, engalanados y maquillados?".
El afianzamiento de la inmigración hizo que cambiaran los
disfraces elegidos por las madres para sus hijos: "Viejas fotos.
Sólo eso queda de aquella magnífica pasión
por el disfraz. De pierrot, sobre todo, hasta los años 20
en que las colectividades tomaron peso propio. De allí en
más predominaron los baturros, toreros y gaiteros
asturianos, las majas, las gitanas, y los vascos pelotaris con
sus paletas en miniatura, o su versión lechera con los
tarros también a escala.
Napolitanas, damas venecianas, y polichinelas certificaban
el amor a
Italia."
Fotos que se enviarían a los parientes que tanto
se extraña: "Atrás unas líneas ya casi
ilegibles: ‘Cara mamma: le invio una fotografia del mio
Cesarino. Veda come cresce bello e grasso. Chi manca tanto. Sua
cara figlia, Renza’. En la foto, un pequeño
soldadito garibaldino. Un sombrero emplumado, y una descolorida
mirada melancólica" (20).
El pintor, fotógrafo y galerista Frans Van
Riel nació en 1879; falleció en Buenos Aires en
1950. "De origen holandés, perteneciente a una familia de
marchands de arte y nacido en
Roma,
llegó a Buenos Aires en 1907 para trabajar como
escenógrafo y se estableció en esa ciudad. Luego
desarrolló su vocación múltiple:
colaboró en el diario La Prensa como
dibujante (1907-1922) y en 1913 instaló su primer estudio
en Viamonte y Florida (Buenos Aires) pero en 1923
descubrió las posibilidades que ofrecía un
conventillo de treinta habitaciones ubicado en Florida 659, al
que refaccionó y convirtió en la célebre
Galería Frans Van Riel. Como fotógrafo, se
encargó de tratar a gran parte de la sociedad
porteña y de la colonia artística. Sus
últimos trabajos como pintor fueron El paso de los Andes y
los retratos de Manuel Belgrano y de José de San
Martín" (21).
Gregorio Ibarra fue un librero y litógrafo
de origen español que "el 16 de junio de 1843
publicó en la Gaceta Mercantil un aviso donde decía
que ‘poseedor de dos máquinas
perfeccionadas con todos los accesorios para retratos, vistas y
planos, … tiene la satisfacción de ofrecer al
público sus servicios en
este nuevo ramo de las bellas artes’. No se tuvieron
más noticias de sus intenciones hasta el 30 de julio de
ese año, cuando anunció su intención de
rifar una de las máquinas.
De la otra no se tuvieron mas noticias pero probablemente la haya
vendido" (22).
Abel Alexander y Luis Príamo se refieren al
fotógrafo Christiano Junior: "José Christiano de
Freitas Henriques Junior, más conocido por su nombre
artístico de Christiano Junior, fue uno de los
fotógrafos más importantes del siglo XIX en nuestro
país. Nació en 1832 en la isla de Flores, una de
las siete que forman el archipiélago de las Azores,
perteneciente al por entonces reino de Portugal. En 1855
emigró al Brasil con su
familia, integrada por su esposa y dos hijos. Se ignora
cuándo y con quien aprendió el oficio
fotográfico, pero en 1862 ya estaba instalado con estudio
propio en la ciudad de Maceió, capital del
estado de
Alagoas, al norte del país. Dos años después
se encontraba muy activo en Río de Janeiro, donde
trabajó hasta su traslado a Buenos Aires".
"El primer estudio que tuvo en esta ciudad, inaugurado
en diciembre de 1867, estaba en Florida 159. Tiempo
después se mudó a un local más amplio en
Florida 160, que en 1875, cuando cambió la
numeración de las calles porteñas, pasó a
ser Florida 208. Allí permaneció hasta 1878, cuando
vendió el negocio a la sociedad de Alejandro Witcomb y
Guillermo Mackern, predecesores de la famosa casa Witcomb. A
principios de
los años setenta abrió una sucursal en Artes 118
(hoy Carlos Pellegrini), la Fotografía de la Infancia, que
más tarde trasladó a Victoria 260 (hoy
Hipólito Irigoyen), a cuyo frente puso a su hijo
José V. Freitas Henriques".
"Rápidamente Christiano Junior fue reconocido por
la sociedad porteña como uno de los más importantes
fotógrafos de la ciudad. Entre sus clientes se
contaron hombres públicos notables, como Domingo Faustino
Sarmiento -a quien retrató con la banda presidencial-,
Adolfo Alsina, Lucio V. Mansilla o Luis Sáenz Peña.
Según los álbumes de trabajo de su estudio, que se
encuentran en el Archivo General
de la Nación,
entre abril de 1873 y septiembre de 1875 Christiano
realizó más de cuatro mil fotografías,
promediando la atención de unos cinco clientes diarios.
En 1871 participó en la Exposición Nacional de
Córdoba, donde fue premiado con medalla de oro, lo que
aumentó el prestigio de la casa. Asimismo fue
fotógrafo oficial y socio de la Sociedad Rural Argentina
desde 1875, cuando ésta organizó la primera
exposición agraria, hasta que vendió su
estudio".
"Más allá de su éxito
como retratista, fue un monumental proyecto que
llamó Album de vistas y costumbres de la República
Argentina desde el Atlántico a los Andes lo que
daría a Christiano Junior un sitial de primer orden en la
historia de
nuestra fotografía. La obra sería integrada por un
conjunto de álbumes dedicados a diversas provincias del
centro y norte del país, cuyas fotografías
llevarían comentarios escritos por intelectuales notorios
de cada lugar. En 1876 y 1877 Christiano publicó los dos
primeros, ambos dedicados a la provincia de Buenos Aires y con
doce fotos cada uno. Los textos fueron escritos por Mariano
Pelliza y Angel J. Carranza y estaban impresos en cuatro idiomas:
castellano,
francés, inglés y alemán en el álbum
de 1876, mientras que en el otro el alemán fue sustituido
por el italiano".
"Estas veinticuatro fotos de Buenos Aires fueron las
únicas que Christiano publicó, aunque no las
únicas que tomó en la ciudad y la provincia. En
efecto, una investigación que realizamos en la
colección de negativos de la casa Witcomb que se encuentra
en el Archivo General de la Nación,
descubrió que hay allí alrededor de ciento setenta
placas de vistas y tipos populares porteños tomadas por el
portugués con certeza prácticamente absoluta
(cuando Christiano entregó su negocio a Witcomb y Mackern
en 1878 lo hizo con sus clichés, registros de clientes y
álbumes de trabajo, de allí la presencia de sus
negativos en la colección Witcomb del AGN)".
"Es posible diferenciar los negativos de Christiano de
los que hizo Alejandro Witcomb sobre Buenos Aires años
después porque aquel trabajó con placas
emulsionadas manualmente con un proceso
llamado colodión húmedo (una disolución de
algodón-pólvora en éter y alcohol que se
esparcía sobre la placa de vidrio, la que
luego era sensibilizada con un baño de ioduro de plata y
se exponía inmediatamente, todavía húmeda),
que revolucionó la fotografía a finales de la
década del cincuenta del siglo XIX. El color
ámbar de la emulsión al colodión, como
así también el corte y las medidas irregulares de
los vidrios, distinguen a las placas de Christiano de las de
gelatino-bromuro importadas de Francia que
utilizó Witcomb".
"La determinación de autoría surgida de la
investigación permitió incluir en el
libro de la Fundación Antorchas recién editado, Un
país en transición. Fotografías de Buenos
Aires, Cuyo y el Noreste, Christiano Junior. 1867/1883, numerosas
fotos que hasta hoy se adjudicaban a Witcomb. También
permitió actualizar los catálogos de esta
colección que se utilizan en el Archivo General de la
Nación. Es interesante agregar que los únicos
negativos al colodión húmedo conocidos que se
conservan en el país son los de Christiano Junior: las
ciento setenta vistas y más de trescientos retratos de
estudio".
"Un año después de vender su estudio
Christiano Junior inició una gira por las provincias de
Santa Fe, Córdoba, Mendoza, San Luis, San Juan, Santiago
del Estero, Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy con el
objetivo de
completar su Album de vistas de la República Argentina. La
llamó Gira artística y le llevó cuatro
años. Comenzó en abril de 1879 en Rosario y
terminó en Jujuy en mayo de 1883. El último tramo
lo hizo acompañado por su hijo José V. Freitas
Henriques. En cada capital de provincia donde trabajó
instalaba un estudio de retratos, casi siempre en sociedad con un
colega activo del lugar, mientras hacía las fotos para el
Album. No conocemos vistas suyas de las provincias de Santa Fe y
Córdoba, aunque en esta última ciudad hizo retratos
de tipos populares".
"En las otras provincias reunió una
colección de vistas extraordinarias cuyo número se
ignora porque los negativos han desaparecido, pero que
podría haber llegado a la suma de quinientas piezas (al
menos, esa es la cantidad de fotos que vendió a la
Municipalidad de Tucumán a fines de 1883, después
de completar su periplo). Con estas fotos editó varios
álbumes, algunos dedicados a una de las provincias
visitadas (San Juan o Mendoza, por ejemplo), otros a las tres
provincias de Cuyo, y otros compuestos por una antología
del conjunto. En todos los casos las fotos llevan leyendas de
referenciación más o menos amplias, pero nunca los
extensos comentarios en cuatro idiomas que imprimió en los
dos primeros dedicados a Buenos Aires. Hay constancias de que
también pensaba recorrer las provincias del Litoral, cosa
que no hizo, ya que después de 1883 Christiano
abandonó la práctica fotográfica. Sin
embargo, aún inconcluso, su Album es una obra
extraordinaria y única en el contexto la fotografía
argentina -y probablemente también de la latinoamericana-
del siglo XIX" (23).
"Witcomb, de origen inglés, se
destacó por ser el propietario de un lujoso y completo
estudio fotográfico ubicado en la calle Florida 59, en
Buenos Aires. Pero también tenía sucursales en
Rosario" (24). Se lo calificó como "El gran
fotógrafo de la Argentina de principios de siglo.
Magnífico retratista de la sociedad de la naciente ciudad
de Buenos Aires" (25).
Amadeo Jacques nació en París en
1813 y falleció en Buenos Aires en 1865. "En Francia,
estudió en el Liceo de Borbón y en la Escuela Normal de
París; dictó clases en Amiens y Versalles y, a los
24 años, obtuvo el doctorado en Letras en La Sorbona. Poco
después se graduó como Licenciado en Ciencias
Naturales en la Universidad de
París. Luego de ejercer la docencia en otras instituciones
francesas, en 1852 se trasladó a Montevideo, Uruguay, y
más tarde se estableció en Entre Ríos, donde
se dedicó a la daguerrotipia y a la agrimensura. En 1858
fue nombrado director del Colegio de San Miguel de
Tucumán, donde desarrolló una obra renovadora de
los sistemas
pedagógicos. En 1860 se dedicó al periodismo,
publicando proyectos de
reglamentos sobre instrucción pública en diarios de
la provincia de Tucumán. Por ofrecimiento del
vicepresidente de la República, Marcos Paz, fue director
y, años más tarde, rector del Colegio Nacional de
Buenos Aires. En esa función
transformó la enseñanza, introduciendo las nuevas ideas
cientificistas que provenían de Europa y
planeó la educación
primaria, secundaria y universitaria. Fue un renovador de la
enseñanza en la Argentina" (26).
En el exilio, Jacques fue retratista. Lo refiere Miguel
Cané, en Juvenilia: "Jacques no era uno de esos
espìritus frìos, estèriles para la
acciòn, que viven metidos en la especulaciòn pura,
sin prestar oìdo a los ruidos del mundo, y sin apartar su
pensamiento
del problema, (…) El 2 de diciembre, como a Tocqueville, como a
Quinet, como a Hugo, lo arrojò al extranjero, pobre, con
el alma herida de muerte, y con
la visiòn horrible de su porvenir abismado para siempre en
aquella bacanal. Tomò el camino del destierro y
llegò a Montevideo, desconocido y sin ningùn
recurso mecànico de profesiòn; lo sabìa
todo, pero le faltaba un diploma de abogado o de mèdico
para poder
subsistir. Abriò una clae libre de fìsica
experimental, dàndole el atractivo del fenòmeno
producido en el acto; aquello llamò un momento la
atenciòn. Pero se necesitaba un gabinete de fìsica
completo y los instrumentos son caros. Un momento Jacques fue
retratista, (…) Pero ni la fotografìa, que màs
tarde perfeccionaron, ni la daguerrotipia, que le cedìa el
paso, como el telègrafo de señales a la electricidad,
daban medios de
vivir" (27).
Alfredo Cossón nació en
París en 1820 y falleció en Buenos Aires en 1881.
"Tras residir en Bolivia,
llegó a la Argentina en 1854, con una máquina de
daguerrotipo (primer proceso fotográfico de
aplicación comercial). Vivió en Salta,
Tucumán y Buenos Aires y dictó cursos de
Historia y Geografía en el
Colegio Nacional de Tucumán, que dirigía Amadeo
Jacques. El 5 de octubre de 1871, el presidente Domingo F.
Sarmiento lo designó miembro de la Comisión
Nacional de Escuelas y participó activamente en el
desarrollo de
los planes de reforma educacional. Su Curso completo de
Geografía fisica, politica e histórica de la
República Argentina se convirtió en libro de
texto
obligatorio en los colegios. Precursor de la fotografía en
el país, Cossón fue pionero del uso del
daguerrotipo en Salta, técnica que había aprendido
con Amadeo Jacques. Fue, además, rector del Colegio
Nacional de Buenos Aires durante 16 años" (28).
El fotógrafo y cineasta Eugenio Py
nació en Carcassone en 1859 y falleció en Buenos
Aires en 1924. "En 1888 se radicó en Buenos Aires. En 1893
abrió un estudio fotográfico y, luego, se
vinculó con Max Glücksmann, de quien fue operador
artístico. En 1900 filmó Viaje del Dr. Campos
Salles a Buenos Aires, que detalla la visita a nuestro
país del presidente brasileño durante el gobierno de Julio
A. Roca, considerado como el primer noticiero argentino. En 1910
estuvo a cargo de la filmación de los festejos del
Centenario. En 1914 participó en la película
Amalia" (29).
De la fotografía, Py pasó al cine. Escribe
Alexander: "Desde los primeros daguerrotipos de 1839 hasta que la
fotografía se echó a andar al ritmo de 16
fotogramas por segundo en una cinta de cine en 1895, sólo
transcurrió medio siglo. Pero el mundo había
cambiado para siempre. La novedad de los hermanos Lumière
arribó pronto a estas tierras y casi de inmediato las
cámaras empezaron a trabajar en la calle, documentando
día a día el quehacer de la población. Nacieron de este modo los
noticieros. Entre los precursores están Eugenio Cardini,
la Casa Lepage, con su camarógrafo estrella, el
francés Eugenio Py, compitiendo con los noticieros de la
firma Gregorio Ortuño" (30).
"Las cámaras Elgé, francesas,
fabricación de León Gaumont, el competidor primero
de los Lumière, llegaron a Buenos Aires en el año
1897. Con una de ellas comenzó a filmar a manera de
ensayo Eugenio
Py, a la sazón solo fotógrafo. Fue una suerte de
amateurismo que habría ganado circunstancialmente a unos
poco aficionados a la fotografía fija. Por obra de Py, el
primer producto
habría sido un corto de diecisiete metros titulado "La
bandera argentina", la insignia patria flameando en el
mástil de la Plaza de Mayo, frente a la Casa de Gobierno. El
entusiasta Py era un artesano, experto hombre de laboratorio"
(31).
El litógrafo, daguerrotipista y fotógrafo
Rodolfo Kratzenstein nació en Alemania y
falleció en Buenos Aires. "Se ignoran sus datos
biográficos. Arribó a Buenos Aires en 1854 y, en
San Martín 48 instaló un establecimiento que
convocó a lo más granado de la sociedad
porteña. Tuvo a su cargo la realización de las
litografías que ilustraron la primera Memoria de la
Municipalidad de Buenos Aires, correspondiente a 1856-7. Entre
sus litografías con vistas de Buenos Aires sobresalen
Palermo (1855 y Plaza del Parque (1857). Mudó su taller a
Florida 80 y, en 1870, publicó el Gran mapa mercantil de
la ciudad de Buenos Aires" (32).
El daguerrotipista y fotógrafo Adolfo
Alexander nació en Hamburgo en 1822 y falleció
en Buenos Aires en 1881. "Comenzó su carrera en Alemania. En
1851 se estableció en Valparaíso (Chile), donde
se lo reconoce como uno de los introductores de la
fotografía en ese país. Con su familia se
trasladó a Buenos Aires, donde abrió uno de los
más importantes estudios de su época. Hacia 1855 se
estableció en Mendoza, para hacer un completo relevamiento
de la ciudad. Dejó un valioso testimonio del terremoto
ocurrido en 1861. Fue uno de los últimos en abandonar la
técnica del daguerrotipo" (33).
"El alemán Adolfo Alexander se estableció
en Chile, en
1850, donde hizo excelentes tomas de las minas de Capiapó
y Valparaíso. Cinco años después se
instaló en Mendoza, pero al poco tiempo su estudio fue
destruido por el terremoto que asoló la ciudad. Se
trasladó junto con su esposa y cinco hijos -todos
dedicados a la fotografía – a Buenos Aires, donde
levantaron otro estudio en la calle Artes 37. Alexander fue uno
de los últimos en abandonar la técnica del
daguerrotipo" (34).
El fotógrafo George Heinrich Alfeld
nació en Hamburgo en 1834. "En 1862 se estableció
en Rosario. Retrató a los personajes más
importantes de esa ciudad. Hacia 1880 se trasladó a La
Rioja, donde se pierden sus pasos" (35).
Afirma Roberto Ferrari: "Sabemos que Jorge Alfeld ( 1834
– ?), ciudadano alemán radicado en Rosario, se
desempeñó como fotógrafo desde 1862 y
aparentemente como el más destacado del período,
según el legendario historiador de Rosario, don Vladimir
Mikielievich. Por el estudio fotográfico de Alfeld
desfiló la sociedad rosarina, así como militares en
tránsito, por el conflicto
bélico de la Guerra de la
Triple Alianza. (Cuarterolo, 2000) En 1866 realizó el
álbum "Recuerdos del Rosario de Santa Fe", del que se
conocen dos ejemplares – uno incompleto -, que han sido tema de
varios estudios. Ha sido investigado bajo diversos enfoques, por
historiadores, ya sea de la ciudad, del urbanismo o de la
fotografía. (Mikielievich, 1968; Makarius, 1992;
Dócola, 1994)" (36)
Bécquer Casaballe escribe: "Existe una
interesante referencia de época, en las memorias de
una señora alemana que vivía en Rosario: ‘Un
fotógrafo alemán llamado Rabe, venido hace poco al
país y que buscaba alojamiento, le dimos una
pequeña habitación y la comida a cambio de
enseñarme el arte de la fotografía. El tomó
instantáneas de todos los edificios y lugares importantes
que nosotros vendíamos después. Así
consiguió muchos clientes, siendo el primero que
sacó fotografías de Rosario’ (A. P. de
Kammerath, 1976)".
"¿Estamos en presencia de un anécdota de
Antonio Rave, el asociado de Goerres y discípulo de Terry?
La coincidencia de la homofonía Rabe/Rave y de las fechas
nos lleva a pensar que sí; la vivencia de la Sra. Alwina
Philipp de Kammerath se refiere a los años 1863-1864,
cuando Rave y Goerres anunciaban su llegada a Rosario y la
realización de vistas de la ciudad" (37).
Grete Stern nació en 1904 y
falleció en Buenos Aires en 1999. "Estudió con
Walter Peterhaus en la Bauhaus y con Wassily Kandinsky. Fue amiga
de Paul Klee, Oskar Sclemmer, Johannes Itten y otros creadores.
En 1935, ante la persecución nazi, se refugió en la
Argentina. Fue fotógrafa del Museo Nacional de Bellas
Artes y retratista de personalidades como Jorge Luis
Borges, Victoria Ocampo y María Elena Walsh, entre
otras. Realizó, además, series sobre distintos
lugares del país" (38).
Acerca de la retrospectiva "Retratos", escribió
Alberto Giudici: "Es una invitación a la nostalgia, al
reencuentro con entrañables figuras de las letras y el
arte que alimentaron lo mejor de lo que llevamos dentro. Un
Borges, un
Spilimbergo, un Berni, una María Elena Walsh, un
Badíi, una Grete Stern, autorretratándose, y autora
de esta galería de rostros realizados a lo largo de medio
siglo. La mágica luz de la
fotógrafa, envolvente, plástica, alienta la
ilusión de vida que tienen esos instantes congelados. La
mirada que es pura ensoñación en los claros ojos de
don Lino; la límpida y casi infantil sonrisa de Borges cuando
todavía no había sido atacado por ese ligero rictus
nacido, quizás, por la progresiva barrera de la ceguera;
una niña apenas entrando en la adolescencia,
recostada en el marco de una ventana como quien se asoma a la
vida, lejos todavía de sus célebres canciones
infantiles, "capturada" en 1947, en Ramos Mejía, donde
vivía el matrimonio Grete
Stern-Horacio Coppola (otro grande de la
fotografía)".
"El alma se devela a través del rostro, y la
luz, como
quería Harmenszoon Rembrandt van Rijn, es el medio de ese
aflorar del espíritu a través del cuerpo. Una
vibración, un aleteo misterioso, que asoma en cada una de
las imágenes. La potencia
constructiva de Emilio Petorutti, de cuerpo entero en un
balcón mientras las verticales de la puerta caen a plomo
como si fueran un lienzo del propio pintor".
"El barroquismo del taller de Santiago Cogorno, como
encerrando su desbordada y sensual producción; la límpída
geometría del estudio de Noemí
Gerstein; Berni, con su imagen duplicada en un espejo, como si la
avidez inquieta del Picasso
argentino se proyectara a infinitos desafíos crea tivos.
Ningún detalle —un caballete, cuadros apilados, un
muñeco gigante junto a Horacio Butler— es
anecdótico. Hace al clima de
intimidad del retratado, integra el hábitat que rodea su
mundo interior. Son retratos psicológicos excepcionales.
Por eso, conjetura Ricardo Coppa Oliver, director de la
galería Principium, sus fotos no gustaban en los que
buscaban tomas de estudio, escenografías ficticias y luces
desmedidas, para mostrar no lo que se es sino lo que se quiere
ser. Protesta feliz en última instancia, porque Grete se
volcó a los que dieron su savia al país, incluyendo
los curtidos rostros de los aborígenes del Norte, en lo
que fue el primer relevamiento antropológico de nuestros
ancestros, tan negados en Buenos Aires y mirados con una
sensibilidad única por esta alemana que arribó a la
Argentina en 1936 huyendo del nazismo".
"Por entonces, había transitado por la Bauhaus,
el mayor intento de socialización del arte desde el Renacimiento.
De ahí vino, de la Bauhaus de Dessau, la de Walter
Groppius, pero lo maravilloso en ella es que el rigor formativo y
de vanguardia
-como los collages fotográficos surrealistas, cargados de
ironía feminista-, no anularon su sensibilidad a la hora
de captar la atmósfera de un
país lejano".
"Ventanas, espejos, encuadran la sugestión de un
espacio que se prolonga fuera de la imagen vinculando al
retratado con su mundo físico: la casa, el taller o
simplemente la naturaleza, como
en esa obra maestra que es el de Margarita Guerrero: el rostro de
perfil sobre un espejo que devuelve el otro perfil pero
también un jardín restallante de luz a espaldas de
la cámara. El ratio lumínico de Grete es estricto:
nunca un blanco quemado, jamás un negro saturado. En las
medias tintas, apasteladas, la luz baña sus inefables
criaturas".
"Todas las fotos exhibidas son primeras copias. Algunas,
sacadas en los 40, fueron pasadas al papel medio siglo
después. "Es que ella no tenía dinero para
hacer las copias", acota Coppa Oliver. Así vivió,
en un humilde dos ambientes sobre la calle Uruguay. Tras su
muerte, en 1999, a los 95 años de edad, su hija Silvia
atesoró el inmenso legado materno, soñando con una
Fundación que lo preservara. No llegó a concretarlo
ni a ver esta muestra que armó con el inestimable aporte
de Luis Priano: Silvia murió hace un par de
semanas".
"Sin descendencia, ahora, este inmenso patrimonio
visual, inició el errático destino de los estrados
judiciales y el riesgo de su
dispersión. Quizás ésta sea la última
muestra de Grete Stern. Otro dato para la nostalgia"
(39).
Annemarie Heinrich nació en Darmstadt en
1912. Es una de las fotógrafas "más destacadas del
país. Cursó estudios en Berlín y en 1926 se
trasladó a la Argentina con su familia, iniciando su
formación fotográfica en la provincia de Entre
Ríos. Ante la carencia de escuelas de esa especialidad, se
formó de manera práctica trabajando en laboratorios
y tomando fotos hasta que, en 1930, abrió su primer
estudio en Buenos Aires. Dos años más tarde se
trasladó a un estudio mayor, y empezó a trabajar
para revistas y a fotografiar a las grandes figuras locales y
extranjeras que actuaban en el Teatro
Colón. Sus fotos fueron también tapa de las
revistas Antena y Radiolandia durante cuarenta
años".
"En 1937 hizo los primeros envíos para Salones
nacionales e internacionales y a partir de entonces fue requerida
por el cine como fotógrafa permanente de publicidad y
escenas con primeras figuras, trabajando así más de
veinte años. Realizó la primera exposición
individual en 1947 y sus fotos comenzaron a aparecer en revistas
europeas y americanas. Recibió premios y fue designada
miembro de las más importantes asociaciones extranjeras,
de la Federación International d’Art Photographique
y de la Academia Argentina de Artes y Ciencias
Fotográficas. Viajó a Europa y presentó sus
trabajos en Francia, Italia y Alemania".
"En 1953 fue cofundadora del grupo de
fotografía ‘La Carpeta de los Diez’, que
funcionó varios años con trabajos de seminario y
exposiciones, y fue miembro de ‘Amigos de la danza’.
En 1960, y continuó cinco años consecutivos,
ganó el primer puesto en el ranking mundial de Fotoclub
Buenos Aires. Como resultado de su tarea de fotografiar durante
veinticinco años a bailarines y ballets publicó en
1962 su libro El ballet en la Argentina, con 233 fotos
seleccionadas entre miles, un testimonio de esa disciplina
entre 1934 y 1960.. Fue contratada para las fotos del Pressbook
del ‘American Ballet Theater’ de Nueva York.
Recibió numerosas distinciones y premios e integra
organismos de la especialidad".
"En 1975 fue designada Académica de la
Comisión Nacional de Cultura, en
1979 fue miembro fundador del Consejo Argentino de
Fotografía, en 1980 invitada de honor al VII Salón
Nacional de Fotografía, y en 1982 a la Exposición
Colectiva de Fotografía Latinoamericana en Suiza y
París. Recibió el diploma de la Fundación
Konex como uno de los cinco mejores fotógrafos del
país. Fue homenajeada al cumplir sus cincuenta años
en la fotografía e invitada por el Centro Cultural General
San Martín, donde expuso 350 obras. El Centro Editor de
América
Latina publicó un fascículo en la Serie
Fotógrafos Argentinos en 1982. En 1983 expuso en
Berlín. Se desempeñó como directivo de la
Asociación de Fotógrafos Profesionales. Ha sido
declarada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires"
(40).
Entrevistada por Matilde Sánchez, Alicia
Sanguinetti –hija de la alemana- se refiere a las fotos que
su madre tomó a Eva
Perón "durante su etapa artística": "Cuando mi
madre fotografía a Eva, ella llega al estudio para
iniciarse en la vida artística, un poco como las modelitos
del pasado de Korda. Heinrich no podía imaginar la
proyección que ella tendría. Por entonces, Evita
era una más. Pero dentro de esa situación,
tenía un algo en su personalidad.
La fotógrafa no se iluminó, no dijo: "Esta mujer va a ser
alguien en Argentina". Y eso también ocurre con frecuencia
en el estudio. Estás con alguien y así sea Juan de
los Palotes, de pronto irradia ese algo que te hace trabajar y
crear. Pero creo que ella captó una verdad interior que
luego adquirió sentido en la historia. Porque es la
historia la que nos hace leer las fotos con otro sentido. (…)
De las decenas de fotos que Heinrich hizo de Eva, sólo
quedan ocho en el país. Las demás se dispersaron en
el mundo. Desde el punto de vista fotográfico, de esas
ocho fotos mi madre reconoce una sola como una obra perfecta. Me
refiero a la foto del anillo de oro y el peinado con banana. Las
demás son meramente documentales, lo que no quita que el
público las haya cargado de aura. La foto del anillo es de
1944. Eva se la hizo tomar especialmente para el escritorio de
Perón
en la Secretaría de Trabajo, y no debía ser
empleada ni colocada en ningún otro sitio. Una copia de
esa misma foto estaba colgada en la pared del departamento del
general en la calle Posadas. Ninguna de esas fotos fue usada por
el peronismo, pero
esto también obedece a la posición de mi madre a
partir de 1945. Ella tenía una buena relación con
Eva, comenzado tiempo atrás, pero no era peronista. De
hecho, Annemarie se negó a retratar a Perón"
(41).
El investigador Abel Alexander destaca en un
artículo periodístico la necesidad de conservar el
patrimonio
fotográfico de nuestro país; dicho patrimonio
incluye obras de la inmigrante: "Entre nosotros, Caras y Caretas
inaugura en 1898 el periodismo
gráfico con un éxito
arrasador. La revista
semanal contaba con un plantel estable de fotógrafos para
cubrir las notas, amén de una cadena de corresponsales
enviando sus fotos. Crítica (1913) y Noticias Gráficas (1931) fueron diarios
emblemáticos del fotoperiodismo argentino. En ambos la
cobertura fotográfica tuvo un protagonismo absoluto y
estaba a cargo de los más calificados fotógrafos de
prensa de la
época. Las colecciones de estos dos diarios
porteños se encuentran depositadas desde hace
décadas en el sótano del edificio de Leandro N.
Alem 246, Archivo General de la Nación. Sus actuales
autoridades han tomado la determinación de intervenir la
colección, cuyo total podría superar el
millón de copias al gelatino bromuro de plata y que abarca
el período entre 1910 1960. Su casi totalidad se encuentra
en un estado de
conservación pobrísimo".
"La tarea se ha iniciado ya con Noticias Gráficas, cuyo deterioro espanta. Sorprende
su riqueza y variedad. Es que aquel tabloide vespertino, volcado
hacia una línea popular, captó la
imaginación de sus lectores con despliegues
fotográficos inusuales, lo que explica que en un solo
día de junio de 1946 alcanzó la tirada de 394.000
ejemplares, increíble para la época. De los sobres
atacados por la humedad y los hongos surgen
joyas tomadas por Annemarie Heinrich, Sivul Wilenski, Manfred
Schoenfeld y otras obras enviadas desde todas las
provincias".
"Crítica y Noticias Gráficas atesoran en
sus sobres un gigantesco friso, cuyo estudio nos retrotrae hacia
una Argentina de grandeza. Por ello, la iniciativa genera grandes
expectativas entre los investigadores, precisamente porque el
Archivo es uno de los pocos abiertos a la consulta
pública. Conociendo los antecedentes del Archivo General
de la Nación, no podemos dejar de preocuparnos por esta
nueva iniciativa. El Poder
Ejecutivo debe apoyar efectivamente con fondos y personal una
tarea cuya magnitud es considerable. La fragilidad de los
archivos
fotográficos no admiten improvisaciones pues el precio que se
paga es terrible, nada menos que la destrucción de lo que
se pretende salvar".
"Este es un proyecto de largo
aliento. Deben existir los fondos necesarios para su
implementación, asesoramiento de técnicos en
conservación fotográfica y archivística,
así como la provisión de los imprescindibles
insumos para tan delicada tarea. Quienes militamos en el campo de
la fotografía patrimonial hacemos votos para que este
proyecto de rescate no sea una nueva expectativa frustrada"
(42).
El fotógrafo y explorador Karl Popper
nació en Bucarest en 1857 y falleció en Buenos
Aires en 1893. "Estudió Ingeniería en Minas en París y
realizó múltiples viajes por el
resto de Europa, Oriente Medio, América
del Norte, México y
Cuba.
Establecido en la Argentina, en 1866 viajó a Punta Arenas,
Chile y descubrió oro en la bahía de San
Sebastián, sobre el océano Atlántico. En
1887 realizó una muestra con sus fotografías
tomadas en Tierra del
Fuego, junto a mapas, armas, utensilios
indígenas y muestras de arenas auríferas.
Fundó la Compañía ‘Lavaderos de Oro
del Sud’ " (43).
Ana Laura Pérez escribe: "Con 28 años,
Popper llegó al país en 1885 atraído por el
descubrimiento de oro en el Cabo Vírgenes. Culto, con
sólidos conocimientos en materias como física, química y
geografía, dominaba a la perfección varios idiomas
y tenía un notable talento para las relaciones
públicas. Dicen que fue gracias a la masonería
que en poco tiempo el rumano entabló excelentes
vínculos con la dirigencia política argentina,
que terminó por concederle tierras para la
explotación aurífera. A Popper se le
permitió llevar un pequeño ejército, emitir
moneda y tener su propio sello postal para el correo de sus
campamentos. Apoyado por la flamante Sociedad Científica
Argentina —y mientras el pionero inglés Thomas
Bridges mantiene su estancia en la costa sur de la isla—,
Popper es el primer expedicionario en recorrer el interior de
Tierra del Fuego. Estudió su conformación
geográfica, amplió la cartografía de la zona y fortaleció
la presencia argentina en la frontera" (44).
Sivul Wilenski nació en 1897 y
falleció en Buenos Aires en 1952. "Junto a Melita Lang y
Rita Branger integró una destacada generación de
fotógrafos de las décadas de 1930 y 1940, siendo
maestro de importantes figuras de esta disciplina
como Annemarie Heinrich. Desarrolló un estilo delicado y
plástico,
con una especial atención a la iluminación, retratando a numerosas
personalidades de la sociedad porteña de la época.
En 2002 se expuso en el Museo del Cine de Buenos Aires una serie
de fotografías que tomó a Eva Duarte de
Perón durante su período de actriz"
(45).
Boleslaw Senderowicz, pionero de la
fotografía publicitaria argentina, nació en 1922
(46).
Nicolás Schonfeld nació en 1901 y
falleció en Buenos Aires en 1977. "Llegó a nuestro
país en 1930 y dos años después
instaló su estudio. De una fina sensibilidad, un estilo
fotográfico muy personal y de
alto valor en la
composición técnica, era el fotógrafo
predilecto de numerosas figuras del ámbito
artístico. El estudio funcionó hasta 1975. Sus
fotografías aparecieron, entre otras, en las revistas
Caras y Caretas y El Hogar" (47).
Schonfeld "fue un fotógrafo con indudable
personalidad y
espíritu inquieto que revolucionó la hasta entonces
rutinaria fotografía de estudio" (48).
Anatole Saderman nació en Moscú en
1904 y falleció en Buenos Aires en 1992. "Con más
de medio siglo de trayectoria, ganó fama internacional,
especialmente como retratista. Fotografió a casi todos los
artistas plásticos
de la Argentina y a Jorge Luis
Borges, Pier Paolo Pasolini, Pablo Neruda,
Pablo Casals y Nicolás Guillén, entre otras
personalidades de las artes y las letras. En 1982 recibió
el Diploma al Mérito que concede la Fundación Konex
y en 1984 fue nombrado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos
Aires. En 1990 fue galardonado por el Foto Club de Buenos Aires"
(49).
Juan Gómez lo entrevistó en 1978. Saderman
le dijo: "Nací en Moscú, en el año 1904. La
fecha de mi nacimiento es un lío: como yo nací
antes de la revolución, estaba vigente el "viejo
calendario" y, según el mismo, la fecha
correspondía al 22 de febrero. Pero como ese calendario,
estaba 13 días retrasado -respecto al internacional
actual- yo hice el cálculo y,
como el año 1904 fue un año bisiesto, yo tengo que
celebrar mi cumpleaños el día 6 de marzo… pero de
cualquier manera -con el viejo o el nuevo calendario- yo soy de
"Picis" signo con el qué, además, me siento
perfectamente identificado. Mi nombre completo es Anatolyo (en
ruso) o Anatole (en alemán) Boriscovich
Saderman".
"Hasta esos años las cosas habían ido
bastante bien para mis padres y para mis abuelos. Aunque ambos
eran judíos, habían sido autorizados a residir en
Moscú, dado a que habían servido a los
ejércitos del Zar durante mucho tiempo. Por eso yo
nací allí y viví en Moscú hasta los
14 años y medio -más o menos- ya que las
necesidades económicas que se plantearon entonces y, un
invierno que se presentaba muy crudo, nos llevaron a buscar otros
horizontes. Toda nuestra familia -paterna y materna-
partió en tren desde la capital de Rusia y llegamos a
Minsk -la capital de Bielorrusia- pero estuvimos poco tiempo, ya
que pronto volvimos a partir, esta vez hacia Polonia, más
precisamente hacia la ciudad de Lodz, donde nuestra
estadía fue un poco más larga y allí
comencé mis estudios de inglés y de dibujo. Dos
años después, volvíamos a emigrar, esta vez
a Berlín (Alemania)… Aquí retomé mi
bachillerato en el Colegio Ruso de esta ciudad, mientras mi padre
intentaba recomponer su industria
textil, yo también estudiaba búlgaro en la Facultad
de Filología al tiempo que -para ayudar a mi familia- daba
clases de ruso a los alemanes y de alemán a los rusos…
Otra de mis fuentes de
ingreso, era pintar con "brocha gorda" enormes carteles para un
cine de mi barrio. Así las cosas hasta que cumplí
22 años; ya por entonces mi hermano mayor y unos primos,
habían emigrado a América
y residían en Asunción (Paraguay), donde
habían llegado en busca de nuevos horizontes."
"La crisis que ya
se vivía en Alemania -una inflación terrible- unido
al ejemplo de la partida de mi hermano, hizo que mis padres
también decidieran partir a "la América". A bordo
del "Cap Polonio" llegamos a América del Sur en el
año 1926, yo traía un desconocimiento absoluto del
idioma, tres dólares en mis bolsillos y dos cajones llenos
de libros. Cuando
me había despedido en Berlín del director del
colegio, me había comprometido a enviarle notas de
América ilustradas con fotografías (con una
máquina de placas 9 x 12 cm que, mi padre me había
comprado en un viaje a Francia)."
"Las primeras fotografías las hice a bordo del
Cap Polonio, un barco que traía laboratorio
fotográfico y al que debía acudir en forma
permanente ya que mis conocimientos técnicos eran
totalmente nulos en ese tiempo. Cuando el barco llegó a
Montevideo, decidí separarme de mi familia -que iba con
destino al Paraguay- y me quedé en el Uruguay, era el mes
de julio. Me alojé en el Hotel de Inmigrantes -no
sabés lo que era eso…- ya que no tenía dinero y,
durante el día sacaba fotos; para no morirme de hambre
comíamos pan y mandarinas".
"Por suerte en Montevideo conocí a un
fotógrafo moscovita como yo, y me invitó a su casa
a tomar el té… fue algo así como mi
salvación, ese té tenía el valor de la mejor
comida del mundo y gratis… ese compatriota se llamaba
Nicolás Yarvoff y con él, pude hacer un fugaz
aprendizaje
mínimo. En ese tiempo los profesionales eran muy celosos
de sus conocimientos y no "largaban prenda" fácilmente,
pero por lo menos podía meter los dedos en el revelador
agotado y hacer algunas copias en el ampliadora. Munido de estos
conocimientos iba cotidianamente al puerto a sacar fotos de los
obreros o recorrer los "conventillos" montevideanos, hasta que
pude montar un primitivo laboratorio en el cuartucho en que
vivía".
"Me fui finalmente a Asunción, porque me daba
cuenta que ya no tenía más kilos para perder y
allí, además de encontrarme con los míos
conseguí emplearme en un emporio fotográfico
importante, hasta que pude instalar mi propio estudio y seguir
practicando a costillas de los muy pacientes asunceños: ya
por entonces (1927) las fotografías me salían cada
día mejor".
"El artífice de este primer estudio, fue un amigo
de mi padre, compatriota nuestro quién dispuso asociarse
conmigo, cuando le saqué unas fotos sencillas -en e patio
de su casa- a sus chicos. Estaba ubicado en la zona del puerto,
en esos locales típicos de todos los puertos, con sus
arcadas y su permanente olor a comida y a bebidas, pero para
mí era "tocar el cielo con las manos", en ese estudio
realmente comencé a hacer fotos por gusto. Tengo muy
gratos recuerdos de esta experiencia en el Paraguay, como mi
galería era interior y tenía muy poca luminosidad,
con mi socio nos vimos obligados a hacer un boquete en la pared,
para fabricar una ventana y poder tener así luz natural,
en algunas horas del día: así comencé a
modelar mis retratos con luz natural. Nos compramos una
cámara "de viaje" esas de madera
plegadizas, para placas 13 x 18 cm y una lente de distancia focal
variable- por el aditamento de distintos elementos- y el trabajo
comenzó a darse con regularidad, pero… como mi socio
esperaba otra cosa y económicamente no le rendía lo
que había previsto, terminamos por disolver la
sociedad".
"Como la cosa a mí me interesaba opté por
instalarme, en casa de mis padres. Era una casa cómoda, con un
zaguán, su pequeña vidriera pero… tenía un
defecto: aquí no podía romper ninguna pared para
tener luz natural, por lo tanto, puse en práctica algo
insólito en esta ciudad, fotografiar con luz artificial.
Me hice construír un "armatoste enorme" con
portalámparas y doce lámparas potentes y
podía adecuarlo a mi gusto: subía, bajaba, se
inclinaba en ambas direcciones. Para la gente fue algo nuevo
-acostumbrada como estaba a las galerías de vidrio- ya que
les permitía ubicarse más cómodamente en un
ambiente
más fresco, más cómodo. De allí que
ese segundo estudio en Asunción, llevó el pomposo
nombre de Estudio "Electra" ".
"Dado que mi socio "capitalista" se había llevado
una de las cámaras, tuve que comprarme otra y opté
pur una Zeiss-Ikonta de placas de 10 x 15 cm y una luminosidad
estupenda: F 4.5, era un Tessar de 17 cm de distancia focal…
(…) mis padres decidieron probar fortuna en la capital de
América por esos años: Buenos Aires y me invitaron
a unirme a ellos. No acepté, la verdad consideraba que
Buenos Aires "me quedaría grande para mí por ese
entonces" y dejé que se fueran solos. Lógicamente
yo no podía solventar el costo de la casa
para mí solo y entonces un estudiante de medicina amigo
mío, que al recibirse pronto iba a instalarse en el
interior, me invitó a que lo acompañara en su nuevo
destino y acepté de buen grado. En consecuencia en 1928
estaba a orillas de Río Paraguay, en una ciudad rural y su
nombre es Pilar -actualmente Departamento de Neembucú- y
que tenía en aquellos años unos 5000
habitantes".
"Allí también instalé mi segundo
"Electra" pero dotado nuevamente de luz natural -no había
electricidad
en el pueblo todavía- y estaba ubicado en un terreno
vecino, al hotel en que yo vivía y que Doña Rosa,
su propietaria me había alquilado junto a una
pequeña edificación que tenía el mismo.
Acá me hice de un grupo de amigos formidables, que
aún años después de mi partida, nos seguimos
visitando en Buenos Aires o en el Uruguay o Paraguay. Aquí
estuve con mucho gusto, y, además, ganando plata por
primera vez en mi vida. Esto me hizo sentir más fuerte,
más seguro de mis
posibilidades y finalmente me animé: me dije voy a probar
suerte en la Argentina… pero no Buenos Aires -todavía- y
en 1929 me fui a Formosa".
"Me embarqué en primera… en un barquito de
cabotaje y en el viaje participé de una partida de
póker con el capitán y algunos pasajeros. Te
confieso que no sabía jugar y me sentí
comprometido, por eso jugué, resumiendo: me "pelaron" y
cuando bajé en Formosa, no tenía ni un solo peso ni
para darle la propina al maletero… Es decir, tuve que empezar
de nuevo. Menos mal que llevaba una carta de
recomendación para un comerciante alemán y cuando
lo fui a ver le expliqué lo que me había pasado y
me prestó unos pesos".
"Así pude alquilar una casa grande, de cuatro
ambientes, un gran jardín en completo estado de abandono y
luego de algunas refacciones, reinauguré en Argentina, mi
viejo Estudio "Electra". Hice traer de Asunción mi enorme
parrilla de luces y la reinstalé aquí, comenzando a
trabajar con mi equipo anterior, y por suerte la gente me
respondió en buena forma, pese a que aquí
había ya instalados otros profesionales. (…) entre los
mosquitos, el calor
agobiante del verano y un poco los deseos de ver a mi familia, me
hicieron alejar otra vez y partí para Buenos
Aires".
"Un ingeniero para quién yo había hecho
unos retratos en Formosa, y los trajo a Buenos Aires, los
mostró a un gran profesional de entonces: Juan Zuretti
-que tenía estudio en Florida 528- y según me dijo
luego, se asombró de ver la calidad de un
profesional radicado en un paraje tan lejano e inhóspito
como Formosa. Este comentario, me reconfortó y fue un gran
aliciente para mi futuro, por eso intenté trabajar
particularmente en Buenos Aires pero no tuve suerte, en
consecuencia, nueva partida… esta vez a Montevideo donde
ingresé como laboratorista con mi viejo maestro
Nicolás Yarovoff con quién estuve un año y
medio. Durante ese tiempo viajaba a Buenos Aires para ver a mi
familia y entre viaje y viaje conocí a Nina, la que luego
fue mi esposa. Esta relación me impulsó los deseos
de volver a Buenos Aires, en un nuevo intento de quedarme
definitivamente con la fotografía y con la que luego
sería mi gran compañera… nos casamos en
1932".
Vino a Buenos Aires. "La segunda vez, es decir la
definitiva, fue en 1932 y me empleé en el Estudio Van Dick
que estaba en la calle Rivadavia y Medrano, haciendo de todo un
poco: retoque, copiado y tomas, eso me permitió tomarle la
mano al estilo de aquí, hasta que finalmente decidí
abrir mi propio estudio "porteño" dos años
más tarde (1934) en la calle Callao 1066, casi esquina
Santa Fé. (…) trabajaba entonces con una gran
cámara de galería usando, según el trabajo,
película plana de 18 x 24 cm, 11 x 16 ½ u 8 x 11
cm. Tenía el tele Tessar de 300 mm para los trabajos
generales y un monóculo Corística (italiano) de 450
mm para los retratos y precisamente con estos elementos
comencé a fotografiar rostros de intelectuales y artistas
argentinos y extranjeros, muchos de ellos de paso por la ciudad
(Stefan Erzia, Salvador Stringa, Pedro Tenti, Pablo Casals,
Alberto Gerchunoff, Guastavino, Victorica y otros tantos que
ahora, escapan a mi memoria…). A
los pintores y a los intelectuales que yo invitaba a posar, no
les cobraba nunca, hasta que uno de los primeros Eugenio Daneri
-uno de los grandes valores de la
pintura argentina- dijo: "A este muchacho hay que regalarle
algo…" y me trajo una maravillosa naturaleza muerta
hecha por él, que fue la base de una colección que
ya iré contando. De esta forma me fui formando un "estilo"
que, me acompañará durante toda mi vida"
(50).
El fotógrafo Harry Grant Olds nació
en Ohio en 1869 y falleció en Buenos Aires en 1943.
"Comenzó su trabajo en su tierra natal. En 1897
recibió una carta de un
tío radicado en Buenos Aires, que conocía,
también, Valparaíso y Santiago. En 1899 se
embarcó hacia la Argentina con su cámara de 4 x 5
pulgadas y 200 placas secas. Luego se instaló en
Valparaíso. Comenzó tomando fotos de estudio y
realizó una serie sobre el puerto y la ciudad. En 1900
volvió a Buenos Aires. Fue reportero gráfico y
proveedor de imágenes para Roberto Rosauer, primera casa
editora de tarjetas postales"
(51).
Varias de sus fotos pudieron verse en la muestra "Buenos
Aires 1910. Memoria del porvenir", que tuvo lugar en Buenos Aires
y fue llevada luego al extranjero.
…..
Estos son algunos de los daguerrotipistas y
fotógrafos inmigrantes que trabajaron en nuestro
país. Junto a ellos, actuaron profesionales acerca de los
que hemos encontrado poco más que el nombre, y otros que
sólo vivieron un corto lapso en la Argentina. Todos ellos
nos legaron un patrimonio que es necesario preservar.
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Argentina. - Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina.
Buenos Aires, Clarín, 2002.
Trabajo enviado por
María González Rouco
Licenciada en Letras UBA / Periodista Profesional
Matriculada
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