Es evidente que la adhesión a determinada
aproximación que explique la conducta anormal,
supone una cierta actitud ante
tal cuestión y, constituye la propia naturaleza
humana. El hombre
sigue considerándose un organismo Bio-Psico-Social, por lo
tanto, siento que para estudiarlo debiera ser en los diferentes
enfoques y que necesariamente sea una aproximación
interdisciplinaria.
Heredamos a través de miles de años de
evolución características que, a otras especies les
han valido su permanencia en el planeta, la agresión, por
ejemplo, no sólo la indispensable para sobrevivir o cuidar
de las crías, sino aquella que va enfocada a los asuntos
más humanos, como el poder y la
supremacía.
Somos dueños de mentes, y sólo el hombre, hasta
ahora, ha demostrado ser consciente de ello, no obstante y
paradójicamente, el desastre que hemos provocado.
Además de poseer una organización mental que nos permita saber
que, somos nosotros mismos los causantes de lo que sucede en el
medio en el que nos desenvolvemos y, que existen, además,
otros, que también piensan y actúan afectando lo
mismo que nosotros. Sin olvidar nuestra conducta gregaria, ya que
viviendo en sociedad
"civilizadamente", nos convierte en seres responsables de
nuestros actos.
No puedo dejar de confesar que, en un principio, al
intentar explicar parte de la conducta humana
me dejé seducir por la aproximación
Psicofisiológica y, me llevó a lo mismo en que
cayó el Psicoanálisis en sus inicios, pecar de
reduccionista, al poseer éste un tinte pansexualista de la
conducta. La Psicofisiología intenta aproximarse al
estudio de la conducta, teniendo como explicación los
mecanismos y los procesos
físico-químicos que suceden en el cerebro,
así como el
conocimiento, desde histológico y funcional de las
"poblaciones" de neuronas hasta la intrincada red funcional de circuitos
neuronales, pasando por el misterio de la asombrosa plasticidad
del cerebro y, que
tienen como expresión, tanto el pensamiento,
el lenguaje,
como la conducta observable. Los avances en la genética
dan a esto último, un determinismo que no se puede
soslayar, pero es imprescindible no pensar en una causa
multifactorial del ser, sobre todo porque el ser humano es
sumamente complejo y diverso. No en vano llevamos dos millones de
años de evolución para emprender finalmente la
tarea de saber, ¿Qué o Quiénes
somos?
Sobre la base de los previos trabajos publicados,
podríamos dar por hecho que existe una enfermedad social y
que nos atañe a todos tratar de comprender para
remediarla. He intentado ir de lo social a lo individual para
explicar la conducta anormal del hombre en
sociedad.
Entender la conducta anormal es un problema de carácter
social y científico. El origen del gran numero de los
problemas
humanos, es el hecho de que los intereses sociales,
económicos y científicos estan entrelazados, lo que
pasa por teoría
en un intento por comprender cierta conducta, suele ir mezclado
con grandes dosis de ideología, sin saber realmente si un
enfoque particular persigue una finalidad descriptiva o
prescriptiva. Por ejemplo, en la década de los 1960, el
movimiento de
liberación homosexual se lanzó contra la
opinión generalizada de que la homosexualidad
era considerada una enfermedad o trastorno psiquiátrico.
Es difícil separar la tarea de examinar las diversas
perspectivas para entender la conducta anormal, sin las
consideraciones de orden social, político,
ideológico y económico.
El científico no aprende conceptos, leyes ni teorías
en abstracto y sin relación con otras cosas. Por el
contrario, estos instrumentos intelectuales se hallan dentro de
una unidad histórica, de fenómenos que suceden en
su entorno para darle un contexto o matiz para su propio
entendimiento, es decir, no se pueden proponer teorías
ni conceptos, sin referencia a sucesos concretos.
Un medio tradicional de ilustrar una teoría,
al menos en las ciencias del
comportamiento, es la historia clínica,
entre otros, que debe contener los hechos de las siguientes
esferas del individuo, que estan estrechamente relacionadas entre
sí: Esfera Familiar, Cultural, Educacional, Social,
Laboral,
Recreativa y de Salud.
A continuación se expondrán los conceptos
más representativos de cinco aproximaciones
científicas sobre la conducta anormal: Perspectiva
Psicoanalítica, Medica, Social, Humanística y la
basada en las Teorías del
Aprendizaje.
La perspectiva Psicoanalítica elaborada por
Sigmund Freud,
es sin duda uno de los planteamientos de mayor influencia en el
estudio de los trastornos mentales. La riqueza y la originalidad
de sus teorías lo sitúan en la primera línea
de los pensadores modernos, al lado de Einstein, Darwin y Marx. Sus obras,
escritas casi todas durante la primera mitad del siglo pasado,
han cambiado radicalmente la forma en que el hombre
occidental se ve así mismo. En 1893, Freud y Breuer
publicaron su innovador ensayo
titulado "Mecanismos Psíquicos de los Fenómenos
Histéricos", que marcó el nacimiento del movimiento
Psicoanalítico, llegando al descubrimiento de los procesos
inconscientes y de su función en
la génesis de la conducta anormal. Freud ha ejercido
un profundo impacto en las diversas esferas de la actividad
humana, tales como el arte, la medicina, la
literatura y las
ciencias
sociales.
Si bien Freud no descubrió que existen procesos
inconscientes en nuestro proceder, sí fue el primero en
reunirlos como teoría y articularlos para darles un
sentido y aplicarlos al problema de la Psicopatía. Dos
clases de datos lo
convencieron de la necesidad de ahondar en éstos, las
observaciones sobre los fenómenos posthipnóticos y
el hecho de que muchos no lograsen recordar los episodios
decisivos de su vida, sin que el individuo se percate de ello, es
decir, existen procesos psíquicos que se realizan sin la
percepción consciente.
En la vida psíquica o actividad mental para
Freud, existen tres estadios, la vida inconsciente, la
preconciente y la consciente. La esfera preconsciente abarca
sucesos, pensamientos, ideas y recuerdos que escapan a la
conciencia
inmediata pero que son accesibles. El inconsciente es la esfera
más extensa de la actividad mental, se trata de un enorme
depósito de memorias,
temores, impulsos, esperanzas, deseos, pensamientos infantiles y
presentes que rara vez emergen a la conciencia. Freud
pensaba que todos ellos son mantenidos fuera de conciencia por un
proceso de
censura que protege al individuo contra los peligros de deseos
inaceptables o impulsos amenazadores del inconsciente. Este
último no puede ser visto en forma directa, solo se puede
inferir o tener acceso a él a través de
fenómenos psíquicos observables tales como la
asociación libre, los sueños, las pruebas
proyectivas, además de que son susceptibles de
distorsión y carecen de relación entre sí.
Toda conducta, tanto neurótica, como normal, obedece a un
motivo o una causa, es una lucha constante con conflictos
internos, entre motivos e impulsos antiéticos. Es preciso
entender la conducta, cualesquiera que sea como una respuesta a
las exigencias que el ambiente
físico y social impone al individuo.
Según la teoría Psicoanalítica, los
orígenes de temores, esperanzas, peculiaridades y virtudes
del adulto, se remontan al desarrollo
temprano del niño. Aun antes que sepa hablar o razonar, ya
ha entablado una lucha incesante para satisfacer sus necesidades
biológicas y ganarse el amor o la
aprobación de quienes lo cuidan. Se postuló una
serie de estadios evolutivos, llamados comúnmente etapas
psicosexuales. El concepto de lo
sexual para Freud es más que la connotación
corriente del término. No solo indica la
estimulación de las zonas genitales, sino también
la de otras zonas llamadas erógenas, productoras de
placer, tales como la boca, el ano y órganos genitales. Se
pensaba que estas zonas son importantes para el desarrollo de
la
personalidad, por tratarse de las primeras fuentes de
estimulación con que lucha el niño, al suponer que
las actitudes de
los padres ante la ingestión de alimentos, su
eliminación y la manipulación genital,
producirán gran impacto en cómo el sujeto se
interrelacionará con los demás y se
aproximará a los problemas de
la vida.
Freud distingue tres etapas pregenitales; Etapa oral,
etapa anal, etapa fálica, la etapa genital aparece durante
la adolescencia,
después de un periodo de latencia de 5 a 6
años.
Etapa oral.- En el primer año de vida la boca es
la zona erógena predominante, satisface el hambre por
medio de la succión y suelen introducirse objetos por la
agradable sensación que les procuran. La perspectiva
psicoanalítica sostiene que la mayor parte de los modos de
relacionarse con los "objetos" tiene origen en ésta
etapa.
Etapa anal.- En el segundo y tercer años de vida,
el niño comienza a concentrarse en la presión
que representa el esfínter anal, como causa de malestar y
placer erótico. La defecación es la manera natural
de aliviar ese malestar físico. Los padres son los
encargados de iniciar este control. Es la
primera vez que el niño debe aprender a reprimir un
impulso, por consiguiente, surge uno de los conflictos mas
graves entre padres e hijos.
Etapa fálica.- En el cuarto y quinto años
de vida, los órganos genitales se convierten en la fuente
principal de satisfacción. Comienza el niño a
masturbarse y realizar actos auto-eróticos. Es la etapa
donde aparece el complejo de Edipo, que es una atracción
sexual por el progenitor del sexo
contrario, así como una aversión y hostilidad por
el progenitor del sexo
contrario. En opinión de Freud, este complejo
desempeña un papel decisivo
en las actitudes que
el adulto asume frente al sexo opuesto y a las personas
investidas de autoridad.
Durante el proceso de
formación del complejo de Edipo, el niño presenta
una angustia de castración, que lo hace reprimir su deseo
sexual por la madre y orillarlo a identificarse con el
padre.
Etapa genital.- Terminado el periodo de latencia
principia un estadio final de desarrollo psicosexual que se
presenta en el transcurso de la adolescencia,
cuando los intereses narcisistas de la etapa pregenital son
reemplazados por elecciones de objetos del mundo real, el
niño deja de ser un narcisista y se transforma en un
adulto socializado. Empieza a preocuparse por la elección
de una profesión, por la socialización y por las relaciones con los
individuos de su misma edad.
Por otro lado, la estructura de
la psique humana delinea tres grandes regiones de la mente, que
para Freud eran las principales unidades funcionales de la vida
mental. Las llamó id (ello), ego (yo) y superego
(superyo), y constituyen la piedra angular sobre la cual
edificó la dinámica del comportamiento.
Id (ello) .- Es la región más primitiva de
la estructura de
la personalidad.
Contiene los instintos, los impulsos y, es la fuente de la
energía psíquica del hombre. Su función es
liberar la energía generada en el organismo por
estimulación interna o externa y mantener un nivel
mínimo de tensión. Procura satisfacer los impulsos
instintivos y actúa conforme al principio del
placer.
El id es la representación psíquica del
sustrato biológico de la
personalidad humana. No se desarrolla con el tiempo, y la
realidad externa no puede cambiarlo ni alterarlo. Para Freud, el
id es un caos, una caldera en pequeña
ebullición.
El id busca satisfacción y aliviar la
tensión en forma inmediata por medio de un reflejo
motor o un
proceso elemental; Cuando es imposible satisfacer al instante el
deseo o el impulso, se activan los vestigios de memoria del
individuo y se produce una imagen del objeto
deseado que satisfaga la necesidad y reduzca la tensión, a
esto se llama cumplimiento de deseos. El id no distingue la
imagen del
objeto y el objeto real en si, la realidad objetiva es igual a la
subjetiva. Este proceso elemental puede originar alucinaciones o
sueños que satisfagan los instintos o impulsos del id, por
ejemplo, el soñante que tenga hambre puede soñar
con alimentos, por lo
tanto la comida subjetiva hace las veces del objeto real que
puede aminorar la tensión. Si sólo se contara con
el id, el hombre no podría sobrevivir en las duras y
exigentes condiciones del medio externo. Por ello el id hace
surgir una segunda estructura mental, cuya función
primaria es afrontar el mundo exterior.
Ego (yo) .- En la medida que las restricciones del mundo
externo afectan al organismo, una parte del id se desarrolla,
cuyo cometido es procurar la satisfacción, pero al mismo
tiempo, toma
en consideración las exigencias de la realidad. Por tanto,
se dice que la actuación del ego se rige por el principio
de la realidad. Esta estructura mental hace las veces de mediador
entre la realidad y los impulsos del id, no
desplazándolos, sino que interviene para asegurarse de que
logren satisfacción, por ejemplo, cuando se tiene cierto
impulso, se aplaza su satisfacción inmediata, proponiendo
garantizar otra más permanente que se obtendrá
después. Por ejemplo, al rechazar un postre muy tentador
bajo la promesa de la satisfacción a largo plazo, que
procurará la perdida de peso.
El ego es una región en contacto con las
percepciones conscientes del mundo externo y con las incesantes
exigencias del id. Usa las funciones
psíquicas de acción, pensamiento,
memoria y
percepción con el fin de valorar la
experiencia y proporcionar una satisfacción realista. Por
lo anterior se deduce que la misión del
ego es mantener un equilibrio en
el organismo, no obstante la intervención de tres duras y
tiranas exigencias, la de los impulsos instintivos o
biológicos del id, la de las persistentes y constantes
eventos de la
realidad y las órdenes del superego.
Superego (superyó) .- Freud deseaba contar con
una forma de representar la esfera de los valores
morales en la conducta humana,
para ello postuló la existencia del superego, como una
tercera porción de la estructura de la personalidad.
Del mismo modo que el ego surge de una parte del id,
también el superego surge de una parte del ego. Los
niños
al crecer son influidos por sus padres mediante premios y
castigos. Así se realiza el aprendizaje de
valores que
los niños
interiorizan cuando se identifican con sus padres. De esta
manera, una porción del ego, el superego, valora los actos
conforme a normas morales y
los niños aprenden a juzgarse a través de ellas. El
superego suele identificarse con la idea de
conciencia.
Un segundo sistema se une al
superego, el del ego ideal, que se le integran los valores
aprendidos por los niños y adquiere importancia para
ellos, como la imagen de la clase de persona que deben
procurar ser. Los padres son la fuente del ego ideal, así
como las personas con quienes se identifican los niños.
Tanto el ego ideal como la conciencia, son aspectos del superego,
que desempeñan un papel central
en la socialización del infante. Los padres son
los transmisores de las normas y valores
sociales y son los primeros representantes de una sociedad con
que finalmente se enfrentará el niño.
Estas tres regiones de la mente, fueron descritas por
Freud como principios
organizativos para dar forma y orden a la enorme complejidad del
comportamiento humano. Representan a su vez motivos y metas
capaces de ocasionar conflictos en el individuo, a pesar de que
el ego procura mediar entre ellos, surgen sin cesar situaciones
donde son inevitables, así el termino de angustia, juega
un papel en la génesis de la desorganización del
comportamiento humano y de las psicopatologías.
En las formulaciones de Freud, se admite la generalidad
y la trascendencia de la angustia, no solo como papel importante
en la comprensión de la conducta anormal, sino
también en el desarrollo normal de la personalidad. La
ansiedad funge de señal para el ego, tomando éste
medidas para sortearla. Además, cumple la función
de alertar al sujeto ante la presencia de peligros verdaderos o
posibles, internos o externos.
En la teoría Psicoanalítica se distinguen
tres tipos de ansiedad; Ansiedad objetiva, Ansiedad
neurótica y Ansiedad moral. En las
tres la amenaza de ser aplastado por fuerzas internas o externas
se cierne sobre el ego, cuyos mecanismos de defensa entran en
conflicto con
ellas. El ego los experimenta en forma de miedo.
Ansiedad objetiva.- Este tipo de ansiedad es una
vivencia emocional desagradable que resulta de la
percepción de un peligro o amenaza proveniente del medio
externo. Es aprendida a través de la experiencia, siendo
el ego, quien sufre la amenaza de ésta ansiedad. Cabe
decir que el ego aprende a sentirla no solo ante un peligro
verdadero, sino ante la espera del mismo.
Ansiedad neurótica.- En el caso de ésta la
excitación del ego se debe a la percepción de la
posibilidad de sucumbir a los instintos del id. Existe una lucha
entre las incesantes exigencias de los instintos del id por
alcanzar determinada meta (catexis objetal), y las tentativas del
ego encaminadas a contrarestarla e impedir que lo abrumen
(anticatexis). La ansiedad neurótica es una señal
de peligro para el ego, pues le revela que las exigencias
instintivas del id pugnan por manifestarse y que el ego esta
haciendo lo posible por evitar que lo venzan, lo aprisionen y lo
anulen. También puede ser consecuencia de una serie de
castigos y frustraciones sufridos en la manifestación de
impulsos libidinales.
Desde el punto de vista clínico, las expresiones
de la ansiedad son tres: ansiedad difusa, fóbica y
reacción pánica.
En la ansiedad difusa cualquier estimulo ambiental puede
ser el causante, el sujeta parece estar en un estado de
aprensión permanente o temer que algo malo le suceda, la
experiencia típica es de una alarma constante, absurda y
aparentemente infundada. En realidad a lo que le teme es al id,
que ejerce una presión
ininterrumpida sobre el ego y que puede llegar a controlarlo y
reducirlo a un estado de
invalidez.
El afectado de ansiedad fóbica es aquel cuya
ansiedad neurótica se manifiesta a través de un
intenso temor infundado. Resulta ser irracional en el sentido de
que su intensidad no esta proporcionada al peligro real del
objeto. Se piensa que el objeto del temor es una
representación simbólica de una tentación
ante la satisfacción de los instintos. Por consiguiente,
detrás del temor fóbico se encuentra un deseo
primitivo del id por el objeto o por algo que éste
represente.
La tercera forma de expresarse de la ansiedad
neurótica, es la reacción pánica, que se
caracteriza por la aparición súbita de un temor
intenso y debilitador sin ninguna causa evidente. La
reacción pánica coexiste con conductas antisociales
de carácter
impulsivo y repentino. En este caso el fin que se busca es
liberar o aliviar las exigencias del id. Con la conducta se
pretende librar a la persona del dolor
originado por la ansiedad y para ello se hace lo que el id esta
exigiendo. Para Freud, el hombre normal se distingue del
neurótico por el grado en que la ansiedad controla su
vida.
En cuanto a la ansiedad neurótica hay que
reconocer que se trata de un conflicto
auténticamente intrapsiquico, es decir, se da entre dos de
las dimensiones de la personalidad. Tales conflictos son
difíciles de identificar, puesto que existen en el
interior del sujeto.
Dado su carácter exclusivamente
intrapsíquico, las ansiedades neuróticas no pueden
ser controladas por escape o evitación con la misma
facilidad con que se controlan otros tipos. Por otra parte, sus
síntomas son siempre consecuencia de una ansiedad
neurótica y no de alguna otra clase de este
trastorno.
Ansiedad moral.- Es la
tercera forma de ansiedad que distingue Freud. La ansiedad moral
es fruto de un conflicto entre el superego o conciencia y los
impulsos del id. El que la padece suele sentir una fuerte
vergüenza o sentimiento de culpabilidad. El superego se ve
amenazado cuando el objeto instintivo elegido por el id busca
manifestarse en forma de acto e incluso a través de la
representación de un acto. De ahí el bloqueo de ese
impulso por el superego, agente que representa la autoridad
interiorizada de los padres. El producto de
semejante conflicto es la ansiedad moral, la cual se expresa,
como se menciono, a través de la vergüenza o del
sentimiento de culpabilidad. Por ejemplo, el id expresa un
impulso erótico, o catexis objetal, hacia una persona
dotada de atractivo físico, entonces el superego reacciona
ente ese impulso como si fuera un acto inmoral, produciendo con
ello una anticatexis.
Reseñando los tres tipos de ansiedad, se deduce
que sin lugar a dudas, ésta nace del conflicto existente
entre las diversas esferas de la personalidad. La ansiedad es una
señal de peligro que indica que se cierne una amenaza de
algún acontecimiento externo o que el id esta tratando de
manifestarse y que el ego o la anticatexis del superego lo esta
bloqueando.
Según la perspectiva Psicoanalítica
existen mecanismos de defensa que constituyen el modo en que el
ego se ocupa de la solución del problema de la ansiedad
productora de dolor. El ego se ocupa de la solución de
problemas reales, como cuando afronta la ansiedad objetiva, o
recurre a métodos
irracionales que distorsionan y niegan la realidad y operan a un
nivel inconsciente. Y se llaman; Represión,
Formación reactiva, Proyección, Negación,
Regresión, Racionalización, Identificación,
Substitución.
Freud utilizó el termino "defensa" para designar
exclusivamente las tentativas del sujeto por proteger, mediante
la represión, su ego contra las exigencias peligrosas de
los instintos. Retomó el término y
estableció que "defensa" es la designación general
de todas las técnicas
aplicadas por el ego durante los conflictos capaces de ocasionar
una neurosis, en
cambio, el
mecanismo de represión se reservará para indicar un
método
particular de defensa que debido a la dirección tomada por sus investigaciones
fue el primero que se conoció.
Los mecanismo de defensa son operaciones del
ego y muestran dos rasgos comunes: a) negación o
deformación de la realidad, y b) operación a un
nivel inconsciente.
Represión.- Impide que los impulsos peligrosos de
los instintos, procedentes del id y en conflicto con el ego o
superego, penetren en la conciencia. Estas exigencias instintivas
no pueden provocar angustia si se las mantiene fuera de la
conciencia. La represión distorsiona lo que se ve o
escucha, reprime o simplemente hace inaccesibles los recuerdos
vinculados a experiencias traumáticas o que las traen a
la memoria, su
finalidad es controlar la ansiedad moral, neurótica u
objetiva. Un deseo que el superego juzga indeseable y que emana
del id será rechazado por el ego, pero el que comienza la
represión es el superego.
Algunos teóricos del Psicoanálisis consideran que varios
padecimientos psicosomaticos, tales como la úlcera, asma y
artritis se deben en parte a la represión. Aunque un
impulso productor de angustia permanezca alejado de la
conciencia, puede manifestarse a través de algún
sistema
fisiológico como la musculatura, el aparato
respiratorio y el aparato
digestivo, en vez de hacerlo exclusivamente a través
de síntomas neuróticos. Mas aún, las ideas e
impulsos reprimidos que no llegan a la conciencia pueden seguir
desarrollándose en el inconsciente.
Formación reactiva.- A veces el ego hace frente a
las tendencias instintivas efectuando aquello que es totalmente
opuesto a ellas. Así los sentimientos de odio e ira, por
ejemplo, se tornan manifestaciones exageradas de amor, los
impulsos sexuales de gran intensidad se convierten en profundos
sentimientos de repugnancia al pensar en el contacto sexual.
Formación reactiva es un mecanismo en virtud del cual un
impulso se mantiene alejado de la conciencia por medio de su
opuesto, y una de sus principales características de esta defensa, es su
exageración.
Proyección.- Otro mecanismo que permite negar los
impulsos del id consiste en atribuirlos a una persona u objeto
del mundo exterior. Cuando el ego recurre a esta defensa, es como
si la ansiedad neurótica se transmutara en ansiedad
objetal, es decir, coloca al objeto amenazador en el exterior.
Tal actitud se
entiende perfectamente si se recuerda que en el transcurso del
desarrollo del hombre, éste ha aprendido que es más
fácil sortear los peligros del mundo que los del
id.
Además, la función de este mecanismo no se
limita a suprimir la angustia, sino que ofrece la oportunidad de
externar sentimientos auténticos aunque atribuidos a un
objeto externo. La provocación externa, cuando se proyecta
a otros, disminuye los sentimientos de angustia, permitiendo
manifestar una tendencia que no podría hacerse de otra
forma por las restricciones del superego.
Negación.- Se utiliza cuando el conflicto se da
entre el impulso del id y alguna frustración objetiva del
mundo externo. Este mecanismo obra de tal manera que niega la
existencia de la situación en que se encuentra el sujeto.
Esta defensa no debe confundirse con la represión, donde
el conflicto es entre los impulsos del id y el ego o el superego,
mientras que en la negación dichas tendencias entran en
conflicto con las circunstancias reales del medio
exterior.
Regresión.- Cuando el individuo se ve amenazado
por las exigencias del id, puede desear volver a una etapa
precedente en su comportamiento. Gracias a ella se exteriorizan
los impulsos del id en una forma que seria imposible a niveles
superiores del desarrollo. Los psicoanalistas interpretan como
regresivas varias conductas realizadas por adultos, algunas como
la tendencia a emplear el habla infantil, destruir la propiedad
ajena, masturbarse, hacer berrinches, vestirse como niño,
pelearse e incluso la propensión a la siesta.
Racionalización.- Consiste en hallar razones o
explicaciones lógicas, pero falsas muchas veces, evitando
la angustia de enfrentarnos a nuestros propios y
auténticos sentimientos o a las exigencias del id. No es
fácil percatarse del uso que se hace de este mecanismo, al
actuar al nivel inconsciente, provoca angustia dar explicaciones
de nuestros actos, al ser incapaces de admitir un sentimiento que
el id y el ego nos agobia y exige. Dando explicaciones que por lo
general las responsabilidades de nuestros actos se las
descargamos en otros.
Identificación.- Se considera lo opuesto a la
proyección. Al identificarnos con alguna idea o
sentimiento, asumimos ciertas características del objeto
admirado. Este mecanismo es indiscutible en teatro o en el
cine, existe
una identificación con el héroe o la heroína
y nuestra estima se ve aumentada y la angustia disminuida al ver
en otros los atributos que queremos para nosotros, proporcionando
ambiciones, ideales y finalidades.
Substitución.- Este mecanismo consiste en
reemplazar ciertos impulsos del id, no aprobados e inaceptables a
sentimientos de la misma especie que si serian aceptados por el
superego, los sentimientos agresivos, por ejemplo, se
substituirían por la practica de deportes o practicas rudas
aceptadas socialmente. A este tipo de mecanismo se le conoce como
Sublimación. Los impulsos se subliman o sucumben al
superego.
La exposición
de las etapas del desarrollo psicosexual, de la ansiedad, el
conflicto y los mecanismos de defensa dan una idea bastante clara
de la perspectiva psicoanalítica sobre la génesis
de la psicopatía. Freud no vacila en admitir que tanto la
ansiedad como los mecanismos defensivos forman parte de la vida
anímica de todo hombre.
La conducta es patológica cuando se vuelve
incontrolable y obstaculiza el funcionamiento habitual del
sujeto. Un mecanismo de defensa se estima que posee un
carácter adaptativo cuando se ocupa de energías y
conflictos psíquicos y se le considera anormal si llega a
deteriorar la vida diaria del sujeto.
Resumiendo algunos postulados de la teoría
Psicoanalítica se puede mencionar que: Existen procesos
inconscientes, la conducta obedece a un motivo, los impulsos o
motivos pueden entrar en conflicto, el comportamiento es
resultado del desarrollo, el ser humano es un organismo capaz de
adaptarse, todos los hombres pasan por una serie de etapas
psicosexuales dinámicamente diferenciadas, todas ellas
representan un periodo distinto de interacción entre el
niño y las fuerzas socializadoras que influyen en
él y dejan un vestigio en el carácter definitivo
del adulto, los motivos de las tres estructuras de
la personalidad entran irremediablemente en conflicto y producen,
entre otras cosas, la ansiedad, para controlarla existen
mecanismos de defensa que actúan a un nivel inconsciente y
que niegan o deforman la realidad, y todo mundo los utiliza para
sortear la ansiedad causada por el conflicto de impulsos. Freud
fue un brillante observador de la conducta humana y logró
captar sus observaciones en conceptos creativos que constituyen
la base de su teoría.
El Psicoanálisis representa una importante
concepción de la naturaleza humana
y del hombre. A la psicopatología, tal como diría
Holzman, 1970, en Psychoanalysis and psychopathology, se la debe
considerar no como una cosa que agobia al hombre, sino como una
manifestación de su lucha con el amor, la
vida y la
muerte.
Recopilado y elaborado por:
Lic.en Psic. Arturo Falcón
Becerril