- Violencia en los
medios - Que es la violencia en los
medios - La violencia en los medios
propicia más violencia - Conocer a los
medios. - Posibles
Remedios - La realidad y
fantasía - Hechos
- Conclusiones
Se calcula que un joven estadounidense ha visto 200 mil
actos de violencia en
la televisión, incluyendo 16 mil asesinatos,
antes de cumplir los 18 años de edad. La Asociación
de Psicología
de Estados Unidos
asegura que al concluir la escuela primaria
un niño ha visto en televisión
ocho mil asesinatos y 100 mil actos de violencia. En
México se
calcula que los niños,
han sido expuestos a ocho mil asesinatos y 100 mil acciones
violentas en la
televisión, al momento de terminar su educación
primaria.
La violencia es parte integral en el contenido de
los medios de
comunicación, así como lo es, también,
de la realidad humana y contemporánea. Documentar cuantos
balazos, acuchillamientos y palizas vemos en las pantallas
televisivas, o presenciamos a través de otros medios, puede
resultar útil para contrastar esos mensajes con los de
otra índole. Pero por mucho homicidios, atropellos
contabilicemos, hay dos importantes dilemas sobre cuales no
tenemos respuestas concluyentes en el estudio de los medios y su
relación con la violencia. El primero de ellos es si la
violencia en los medios es causa de violencia adicional en la
sociedad. El
segundo es qué hacer ante la proliferación de
mensajes que pudieran atentar contra la convivencia, la
apacibilidad y la tolerancia.
George Gerbner ha denunciado que en los noticiarios de
Estados
Unidos, la violencia ha llegado a ser, el corazón de
los sucesos dramáticos todas las noches, pues diariamente
ocurren cinco asesinatos por hora, durante el horario estelar. En
los programas de
entretenimiento las muertes son tres, mientras que en las
caricaturas hay entre 20 y 25 incidentes violentos cada
hora.
Las respuestas sociales a esa muestra de
escenas, episodios, hechos o representaciones violentas, desde
hace algún tiempo comenzaron
a pasar de la resignación, a la preocupación e
incluso la queja activa entre los consumidores de los medios en
diversos sitios del mundo. El ejemplo no sólo más
cercano sino mejor documentado que hay es el de Estados Unidos;
de allí la proliferación de referencias a la
situación en ese país y menos a la violencia en los
medios en América
Latina o, específicamente, en México.
Entre nuestros vecinos del norte, una encuesta
señala que 75% de los adultos con niños
alguna o muchas veces le han cambiado de canal a su
televisión o la han apagado, debido a la
transmisión de escenas violentas.
En sociedades
más activas que la mexicana, los televidentes tienen
niveles de exigencia que logran presionar de manera eficaz a las
grandes empresas de
comunicación. El de la violencia es uno de
los temas principales en el escrutinio social de los medios.
Desde luego no basta con identificar, contabilizar y condenar las
escenas de hechos violentos, sean o no simuladas. Es necesario
saber qué efectos tienen esos mensajes y en tal sentido,
la investigación
social en nuestro país tiene enormes carencias. Por
otra parte, tampoco es suficiente la condena en general a los
medios de
comunicación como si ellos fuesen culpables de la
violencia y no sólo de recoger o privilegiar en sus
transmisiones la presentación de hechos de esa
índole. Al respecto, hay una amplia discusión que
en otras naciones lleva varios años y en México
apenas si empezamos a conocer.
Que es la violencia en
los medios
Gerbner ha delimitado los atributos de la violencia,
para propósitos de sus estudios, a:
"… la expresión abierta de fuerza
física en
contra de otros o de sí mismo, o la coacción para
actuar en contra de la voluntad de alguien por medio del dolor, o
por heridas, o muerte."
En los medios, se dijo en ese estudio, "la violencia
representada en cine,
televisión, audio, impresos o interpretaciones en vivo, no
es necesariamente la misma violencia de la vida real. Las cosas
no violentas en la realidad pueden ser violentas en su
dramatización. La violencia presentada en los medios puede
llegar a mucha gente, en tanto que la violencia real posiblemente
no. Los medios pueden emplear muchos recursos
artificiales para aminorar o amplificar sus efectos emocionales y
sociales".
Definir a la violencia no siempre es sencillo,
especialmente cuando se trata de los reflejos o expresiones de
ella en medios de
comunicación. Estos son antes que nada intermediarios
que propagan lo que hacen. Pero no son espacios neutrales que
reflejen sin énfasis esas realidades. Hay ocasiones en las
que es evidente cuándo un gesto, una frase o un hecho, son
violentos en los medios. Pero no siempre es posible distinguir
con facilidad entre la violencia en sí, que acaso pueda
ser alevosa, ventajosa y de consecuencias lacerantes, y la
violencia como espejo de actitudes y
hechos que existen en la realidad.
Al referirnos a la violencia en los medios es
difícil distinguir entre las maneras como son presentados
la narración ficticia o los hechos reales y la
categorización o descontextualización que la
comunicación de masas impone sobre ellos. Es
importante tener en cuenta esa distinción cuando se
reflexiona sobre los alcances sociales de la violencia tal y como
es presentada en los medios.
La violencia en
los medios propicia más violencia
El profesor Brandon Certerwall, de la Escuela de
Salud
Pública de Washington, asegura que "si no hubiera
televisión, hoy habría 10 mil asesinatos, 70 mil
violaciones y 700 mil asaltos callejeros menos al año en
Estados Unidos". Este especialista fundó el 17 de marzo de
1996 el Movimiento por
el Ambiente
Cultural, en cuyo consejo consultivo participan varias docenas de
los más destacados investigadores de la
comunicación de masas en todo el mundo.
El doctor Gerbner preparó en 1988 para la UNESCO,
el informe
Violencia y terror en los medios de
comunicación. Allí se ofrecen los resultados de
diversas investigaciones
en el mundo acerca de la violencia reportada o desplegada en los
medios y la violencia en la sociedad. El
informe se
basó en las respuestas de más de cuatro mil 600
peticiones de datos sobre el
tema que circularon en la comunidad
académica internacional y fue complementado con
indagaciones en bibliotecas y
archivos de
todo el mundo.
EL informe menciona "la exposición
constante a las historias y escenas de violencia y terror pueden
movilizar tendencias agresivas, desensibilizar y aislar otras,
intimidar a muchos y disparar acciones
violentas en algunos". Y concluía: "Hay una
relación entre la violencia reportada por o desplegada en
los medios y la violencia individual o de grupo, que es
una realidad en las sociedades de
nuestros días".
Legislar contra los contenidos considerados como
violentos implica riesgos, entre
otros, para la libertad de
expresión. Sin precisiones suficientes y cuando una
ley requiere
demasiadas explicaciones o ajustes casuísticos entonces no
es una ley clara
podría vetarse tanto a la violencia en una serie
televisiva sobre kung-fú, que en la transmisión de
un juego de
basquetbol o en
las noticias sobre una manifestación callejera que
terminó en enfrentamiento. De allí a los vetos
políticos con pretexto de proteger a los televidentes de
escenas violentas, habría poca distancia.
Es completamente cierto que la violencia en la
televisión no origina todas las causas de agresividad
infantil y también es verdad que algunos niños son
más susceptibles que otros a ser afectados por la
violencia televisiva, y de todos modos esos son los niños
que son más potencialmente agresivos. Pero el efecto de la
violencia televisiva conduce a esos niños `en riesgo' a ser
más agresivos de lo que serían en otras
circunstancias. Y aunque el grupo
especialmente en riesgo
debería ser una minoría de los televidentes,
tienden a ser mayoría entre los agresores. Este hecho los
hace, así como al contenido violento en la
televisión, merecedores de nuestra atención.
Jorge Iván Bonilla Vélez: "Ya los mensajes
no actúan como una aguja hipodérmica que
afecta a todos por igual sino a determinados grupos, pero que
los medios de
comunicación engendran la violencia, no tiene
discusión".
"A estas alturas ha llegado a ser evidente para los
investigadores de los medios que no hay un solo estudio que
establezca a la violencia en la televisión como `causa' de
agresividad o de comportamiento
violento, pero la televisión es, ciertamente, un `factor
que contribuye' al comportamiento
agresivo de los individuos y al problema de la violencia en la
sociedad."
Los medios de comunicación, desde luego, reflejan una
realidad tan compleja como no siempre agradable. Pero no hay
medio sin operadores que tienen a su cargo la decisión de
qué presentar y qué no y sobre todo, con qué
espacios, formatos, intensidades discursivas, o que deciden en
qué contexto o en ninguno presentan un hecho violento, sea
real o ficticio.
Como sea, ante la violencia en los medios y
específicamente en la televisión, en distintos
países ensayan opciones que van desde la formación
de grupos ciudadanos
para presionar a las empresas de
comunicación y a los gobiernos, hasta el diseño
de recursos
tecnológicos para detectar y, en todo caso, vetar, la
recepción de programas de
contenido violento. A continuación presentamos un breve
repaso de algunas de esas medidas.
En varios países y ahora en México, cada
uno con rasgos peculiares diferentes, se conocen experiencias de
grupos
sociales así como de instituciones
de radiodifusión que manifiestan su preocupación
por la violencia en los medios y proponen algunas reglas de orden
jurídico, morales o didácticos para
reglamentarlos.
El movimiento por
el ambiente
cultural citado por el doctor Gebner tiene una llamada
"declaración de independencia
de los espectadores", que en uno de los ocho puntos señala
un efecto conocido como "distorsiones del proceso
democrático", las cuales estipulan que las consecuencias
que tienen en el ser humano son grandes ya que desensibilizan,
aterrorizan, brutalizan y paralizan. Promueve prácticas
insanas que influye de manera errónea a miles todos los
días. Muestran representaciones que deshumanizan,
estereotipan, marginalizan y estigmatizan a las mujeres, a los
grupos étnicos y raciales, a los gays y lesbianas, a las
personas de edad o física o mentalmente
incapacitadas y otros fuera del contexto cultural.
Así pues, también a asociación de
radiodifusoras de Canadá hizo en 1994 la campaña
nacional en contra de la violencia, destinando 10.6 millones de
dólares en tiempo
radiofónico y televisivo al aire, cuyo
objetivo era
recordarle a los canadienses que son víctimas constantes
de la violencia y que ellos deben ser parte fundamental para
resolver este problema. En los siguientes 2 años, los
radiodifusores canadienses sacaron una campaña llamada
"violencia: usted puede hacer la diferencia" que incluye nuevos
anuncios para radio y
televisión, así como un paquete de "sugerencias
para la acción contra la violencia" la cual tiene información que puede ser empleada por
radiodifusores, legisladores y profesores en escuelas de
comunicación.
Este caso particular de Canadá tienen un punto
peculiar, y es que los industriales de la radio
concuerdan con las exigencias de terminar con la violencia en los
medios. Lo anterior es comprensible en base a los rasgos
culturales de la sociedad canadiense, pero también porque
un gran porcentaje de la industria del
radio y
televisión es de carácter
público.
En México en 1997 surgió un grupo llamado
"En los medios, a favor de lo mejor" y estaba formado por
varias agrupaciones civiles y que su preocupación
principal era que los mexicanos se enfrentaban al daño
causado por el avance de la violencia, el desorden sexual y el
menosprecio de los valores
fundamentales de la familia.
Este grupo emitía la pregunta ¿qué desean
ver en su hogar? Y al mismo tiempo esta coalición
respondía que el mexicano esperaba ver unidad,
tranquilidad, ayuda, confianza, cariño. Que
queríamos ver ideales, dignidad y virtudes en la sociedad.
Que se mostrará el valor de la
familia, el
matrimonio,
los buenos modales, el respeto a los
mayores y al lenguaje.
Desde este punto de vista, este grupo propone una mayor
vigilancia por parte de los padres de familia, exigir a
los medios el cambio de
series y programación y la posibilidad de renovar
las leyes para los
medios. Esta campaña, que reunió muchas firmas
tanto del sector privado como público, mezclaba la
violencia con los criterios de moralidad. Lo que se cuestiona de
esta postura es que con el pretexto de minimizar la violencia se
debe tomar actitudes de
intolerancia tanto en los medios de comunicación, como en
conductas y opiniones que no se consideran aceptables para este
grupo. Cabe mencionar que en esta campaña colaboró
la iglesia
católica, dándole así su ideología tan parcial.
Códigos de conducta
Una de las formas más eficientes para atenuar y
prevenir la transmisión de materiales
delicado o que se piensa que debería tener una
restricción es la autorregulación.
Dentro de esta forma se pueden mencionar a la
asociación canadiense de radiodifusores tiene un "código
voluntario acerca de la violencia en la televisión, el
cual propone que las radiodifusoras canadienses no debería
transmitir programación que contenga violencia
gratuita en cualquier forma, tampoco aquellas que promuevan o
maquillen la violencia. Así también sugiere reglas
especificas para la transmisión de programas infantiles,
los horarios par programas de adultos, un sistema de
clasificación, advertencias sobre el contenido de los
programas, programación noticiosa y violencia en contra de
las mujeres, grupos específicos, animales y
deportivos.
Clasificaciones
En muchos países, los criterios para la
clasificación de los contenidos violentos han sido temas
de mucho debate. Para
el establecimiento de estas categorías, generalmente, toma
en cuenta tanto a la violencia como otras consideraciones
morales, legales y/o éticas. Por ejemplo, en Francia, el
consejo Superior del Audiovisual comenzó a utilizar a
fines de 1996 un nuevo código
de "clasificación de las obras susceptibles de afectar la
sensibilidad de las minorías", catalogando los grados de
violencia, erotismo, las películas, series, caricaturas y
documentales en 5 categorías.
Por otro lado, en Estados Unidos, después de
muchas quejas y presiones del gobierno federal,
las principales cadenas de televisión y directivos de la
industria del
entretenimiento aceptaron establecer un sistema
voluntario de clasificación conocido como (raitings) que
se puso en marcha en 1997.
Recursos tecnológicos
A comienzos de 1996, la legislación
estadounidense ha obligado a los fabricantes de televisores en
instalar el "V – Chip", que es un microcircuito de
computadora
que permite a los padres de familia bloquear ciertos tipos de
programas. El chip para funcionar debe estar bien coordinado con
las televisoras, ya que gracias a su sistema de
clasificación hará posible alertar la
transmisión de programas con contenido violento. Este
dispositivo da un aviso en la pantalla de la televisión a
los padres de familia cobre este
tipo de programas. También se puede bloquear la
señal directamente para un control
constante. Según la coalición nacional sobre la
violencia en televisión, defensora principal del V –
Chip, piensan en su utilidad, pero
consideran algunas limitaciones en él.
- Que es V-Chip no es un sustituto de la disciplina
que debe mantener la industria tanto de radio como de
televisión - En áreas de alta criminalidad, donde los
niños ven 50% más de televisión, el chip
no podría emplearse - Se encontraría alguna forma de eludir al
chip - Tomaría muchos años instalarlo en todos
los televisores del país y el problema es
ahora - No se sabe si el chip podría distinguir la
violencia glamorosa y gratuita de la violencia de otros
tipos - La programación podría ser condenada
por ser violenta gracias al chip - Habría ventaja para la televisión por
cable y desventaja para la abierta, ya que esta última
es la que sigue luchando por eliminar la violencia. - Es un atractivo adicional para muchos jóvenes
esta clasificación negativa. - En conclusión, es un truco
Las dudas sobre la eficiencia de
este dispositivo son muchas. Se cuestiona ¿qué
clasificación sería satisfactoria y para qué
segmentos? Y ¿cuánto piensan sacrificar
financieramente las televisoras al suspender la
transmisión de programas violentos? Entre otras
más. La NCTV dejó claro que el V-Chip no es ni una
solución ni una tontería. Es más bien una
herramienta que puede servir de auxilio para tener un mayor
control en
programas con contenido violento. Es así que los padres
siguen teniendo la mayor responsabilidad de estar pendientes de los
programas apropiados para las edades especificas.
En varios países de Europa, el V-Chip
fue aprobado en términos generales, pero exponen problemas
prácticos para que funcione adecuadamente. El parlamento
europeo permití su introducción, pero los costos y los
plazos que éste generó eran más grandes de
los esperados. Pero en Estados Unidos, donde se venden 24
millones de televisores cada año, se pensaba que para 1998
todos los televisores debería tener este dispositivo. En
el caso de México, el V-Chip no se ha tomado en cuenta
siquiera en la discusión de los medios de
comunicación. El analista Francisco Báez
Rodríguez menciona que es gracias al V-Chip que cada
adulto es el responsable por lo que ven sus hijos y la cantidad a
la que están expuestos.
Restricciones
Es casi de los últimos recursos para darle a la
sociedad programas basados en estándares éticos y
cuya principal crítica reside en que no involucra
códigos y la vigilancia en su cumplimiento ni en las
televisoras ni en la sociedad
civil.
El caso más representativo es el de Broadcasting
Standards Comisión del Reino Unido, creado por la ley de
Radiodifusión en 1996. este organismo público esta
conformado por muchas comisiones de trabajo y un consejo general
nombrado por el primer ministro. Entre sus principales objetivos
están:
- formular y adoptar el código de ética de
la industria televisiva - verificar que el código se refleje en la
programación - atender las quejas de los televidentes por
infracciones a las disposiciones
este organismo es financiado por un presupuesto
público y tiene funciones casi
jurisdiccionales y las sanciones consisten en imponer a la empresa
sancionada la obligación de transmitir la
resolución a la que se haya llegado.
La violencia en estos días es tan cotidiana y
obvia es parte ya de nuestra realidad y hay quienes dicen que por
eso los medios de comunicación no pueden esconderla. Pero
desde nuestro punto de vista una cosa es esconderla y otra
magnificarla o engrandecerla en medios como la
televisión.
Los medios dan a conocer mensajes modulados y desde el
comienzo de la televisión y durante muchos años, la
violencia en este medio en particular se encontraba
básicamente en series o películas de
ficción. Pero en tiempos recientes, gran parte del
contenido violento está en programas de noticias o
reportajes y que su tema principal es la exposición
de hechos dominados por acciones agresivas.
Los programas de periodismo
tabloide llegaron a la televisión mexicana de manera
exitosa mostrando acontecimientos violentos que distorsionan la
realidad al presentar una violencia excesiva y que la defienden.
Estos espacios televisivos no acatan la responsabilidad
social que en términos morales y legales en
México, tienen o beberían tener las empresas de
comunicación social.
Los empresarios de las televisoras se justifican
diciendo que a la gente le gustan las serie de nota roja. Pero el
problema aquí es saber realmente con qué
parámetro y tradiciones se desarrolla este gusto popular,
cuando realmente el público no es tan homogéneo
como lo plantean los empresarios de los medios masivos. Es
así pues que la nota roja es un campo propicio para
describir realidades de una sociedad compleja. Pero cuando se
toma a la nota roja por si mismo, sin una crónica
periodística o sociológica, se llega a caer en el
sensacionalismo, derivando programas con un objetivo
supuesto de la búsqueda periodística pero que en
realidad son objetos mercantiles. Estos "productos"
hacen uso de los aspectos más crudos y deplorables de la
realidad. Es por esto que la exaltación de la violencia se
origina magnificando asuntos que forman parte de la realidad pero
que no la modifican ni dominan del todo.
La violencia en la televisión es problema en
todos los países. En México, la violencia en los
medios, que siempre ha existido, se ha vuelto un recurso vulgar,
con resultados a corto plazo para las televisoras en cuanto a
competencia se
refiere. La violencia es parte de la vida como muchas otras cosas
más. Pero su propagación como elemento central para
la venta de espacios
televisivos, hace que el control no este en función de
la sociedad, ni en un autocontrol basado en la ética,
sino en el aspecto financiero meramente.
Fernando Savater menciona que las fantasías
violentas dominan nuestros juegos y
sueños desde la infancia, pero
que lo grave sería no saber distinguirlas de la realidad y
desconocer las razones civilizadas por las que se deben de evitar
ponerlas en práctica. Los programas de contenido
fundamentalmente violento, los de nota roja, no dan a conocer
claramente las causas y consecuencias de la violencia. De hecho,
es peor cuando tienen una "moraleja" ya que los locutores suelen
dar un "regaño" a los actos violentos, pero son realmente
inservibles ante la morbosidad de los televidentes.
La violencia mata cualquier funcionalidad del discurso
moralizantes, volviendo así a la violencia su única
lógica
que su propagación misma.
Hace pocos años, un muchacho en un pueblo
estadounidense quemó vivo a un vecinito suyo porque
había visto hacer lo mismo en un episodio de las series
Bebáis and Butthead de la cadena MTV. Episodios como
ése, donde la frontera entre la realidad trágica y
la ficción violenta no es muy clara para los adolescentes o
niños, se han venido repitiendo en muchos lugares del
mundo. Los hechos de violencia cometidos, sobre todo pero no
exclusivamente por adolescentes y
niños, aumentan en una sociedad aturdida por el bombardeo
masivo de los mismos medios.
¿Quiénes son responsables de tales hechos?
El entorno social, la existencia real de la violencia cotidiana,
la falta de contexto explicativo pertinente para los espectadores
jóvenes, la gana de lucro fácil divulgando
programas violentos y la ausencia de reglas para regular la
transmisión de estos mensajes son algunos de los elementos
que, sumados, contribuyen a que la violencia ya existente en el
entorno social agrave la su propagación. La culpa entonces
no es solo de los medios, pero ellos en este proceso de
propagación de imágenes
no son inocentes.
La ética en los contenidos televisivos debe
constituir un compromiso de las empresas de televisión con
la sociedad, derivado de la razón y de la defensa del
interés
general. Así pues, la adopción
de pautas éticas de conducta no
representan la eliminación del principio de la libre
empresa,
más bien dignifica a la telvisión privada y
muestra su
interés
comunitario.
En México, la industria de la televisión
tienen la oportunidad de aprovechar los recientes problemas
políticos y sociales para hacer uso de la crítica
pública, mostrando un interés legítimo de un
compromiso social. Si no toman medidas las propias televisoras,
se deberán enfrentar a graves críticas por su falta
de responsabilidad, derivando medidas legislativas
que den respuesta a este problema. Es un reto y su
solución seguirá pendiente por algún tiempo
más.
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