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Asia, el más grande de los seis continentes que
constituyen la Tierra.
Incluidas las regiones insulares, abarca un área de unos
44.936.000 km2: aproximadamente, una tercera parte de la
superficie terrestre. Sus habitantes representan tres quintas
partes de la población total del mundo. A finales de la
década de 1990, Asia tenía
más de 3.400 millones de habitantes.
Situada casi en su totalidad en el hemisferio norte,
Asia limita al
norte con el océano Glacial Ártico; al este, con el
estrecho de Bering y el océano Pacífico; al sur,
con el océano Índico, y al suroeste, con el mar
Rojo y el mar Mediterráneo. Al oeste, la frontera
convencional entre Europa y Asia,
marcada por los Urales, se prolonga hacia el sur por el
río Ural hasta el mar Caspio, continuando después
hacia el oeste por el Cáucaso hasta el mar Negro. Muchos
geógrafos
prefieren considerar la masa continental formada por Europa y Asia un
solo continente, denominado Eurasia.
La tierra firme
del continente asiático se extiende desde el extremo
meridional de Malaca hasta el cabo Chelyuskin, en Siberia. Su
punto más occidental es el cabo Baba, al noroeste de
Turquía, y su punto más oriental es el cabo
Dezhneva, al noroeste de Siberia. El mayor ensanchamiento del
continente de este a oeste, su mayor amplitud longitudinal,
alcanza los 8.500 km aproximadamente. En Asia se hallan el punto
más bajo de la superficie terrestre, la costa del mar
Muerto (395 m por debajo del nivel del mar) y el punto más
alto, el monte Everest (a 8.848 m sobre el nivel del
mar).
Al sureste de la masa continental hay un conjunto
impresionante de archipiélagos e islas, que se extiende,
hacia el este, hasta Oceanía.
Este conjunto está formado por las islas de Filipinas e
Indonesia, que, a su vez, incluye las islas de Sumatra, Java,
Célebes (Sulawesi), Borneo y Nueva Guinea. Al norte se
extienden Taiwan, las islas que constituyen Japón y
Sajalín. Por su parte, Sri Lanka y grupos de islas
menores, como Maldivas y las islas Andamán y Nicobar
están situadas en el océano
Índico.
A causa de sus enormes dimensiones y carácter
diverso, Asia se divide por comodidad en cinco regiones
principales. Éstas son: la región asiática
de la antigua Unión Soviética (conocida como Asia
central soviética), que incluye Siberia, Asia
centro-occidental y la vertiente meridional del Cáucaso;
Asia oriental, que comprende China,
Tíbet, Mongolia, Corea del Norte y Corea del Sur y
Japón;
el Sureste asiático, que comprende Myanmar (antigua
Birmania), Tailandia, Camboya, Laos, Vietnam, Malaysia, Singapur,
Indonesia, Brunei y Filipinas; Asia meridional, que abarca
India,
Bangladesh, Pakistán, Sri Lanka, Nepal y Bután; y
el Suroeste asiático, que comprende Afganistán y
los países integrantes de la región que normalmente
se denomina Oriente Próximo—Irán, Irak,
Turquía, Siria, Líbano, Israel, Jordania,
Kuwait, Arabia Saudí y el resto de los estados de la
península Arábiga.
El continente, no obstante, también se puede
dividir en dos grandes áreas culturales, entendiendo por
tal aspectos étnicos, lingüísticos y
religiosos: una gran área que se podría denominar
espacio cultural suroriental (el Este y el Sureste
asiático), en el que primarían los pueblos
mongoloides (xantodermos), las lenguas chinotibetanas y
malayo-polinesias y las religiones budista y
sintoísta; y otra llamada espacio cultural
centro-suroccidental (la región asiática de la
antigua Unión Soviética, el Suroeste
asiático y Asia meridional), caracterizado por la
presencia de pequeñas poblaciones mongoloides en la
primera de ellas junto a grupos
leucodermos (caucasoides), mayoritarios en las otras dos
regiones, y en donde las lenguas más habladas son las
semíticas, las indoeuropeas y las altaicas, y las religiones predominantes el
islam, el
hinduismo y, en menor medida, el cristianismo.
Al contrario que en otros continentes, el interior de
Asia está formado por montañas, mesetas y
depresiones estructurales intermedias. El núcleo
montañoso, localizado al sur del centro geométrico
del continente, está integrado por el Himalaya y sus
cordilleras asociadas, y por la meseta del Tíbet.
Alrededor de este núcleo central hay cuatro importantes
regiones mesetarias (Siberia, China
occidental, India
meridional y la península Arábiga) y varias grandes
depresiones estructurales y llanuras fluviales (como es el caso
de Arabia).
De acuerdo con la teoría
de la tectónica de placas, la superficie de la corteza
terrestre consta de enormes placas continentales y
oceánicas, que en su mayoría están en
continuo movimiento. De
ellas, la más grande es la placa continental
euroasiática. Partes de esta placa están compuestas
por algunas de las rocas más
antiguas encontradas en la Tierra, las
de la era precámbrica (desde hace 4.650 millones de
años hasta hace 570 millones), que actualmente se hallan
en el escudo de Angará, en Siberia oriental, en gran parte
de la península Arábiga, y al sur de la India, en
la placa indo-gangeática.
Durante la mayor parte del paleozoico y el mesozoico
(desde hace 570 millones de años hasta hace 65 millones de
años), un extenso mar, conocido como el mar de Tetis,
cubría una gran parte del interior de Eurasia y
extendió espesos depósitos que con el tiempo se
convirtieron en formaciones sedimentarias y metamórficas.
Hace 30 millones de años aproximadamente, el subcontinente
indogangeático, que se había desgajado del Sureste
asiático y derivaba hacia el Noroeste, comenzó a
presionar por debajo de la placa continental euroasiática
y creó una enorme fosa que, más tarde, cubierta de
sedimentos, formó la placa indogangeática. Al mismo
tiempo,
generó una tremenda presión
que hizo que el margen meridional de la placa continental
euroasiática se plegara en una serie de cadenas
montañosas, de las cuales el Himalaya es la más
notable.
La teoría
de la tectónica de placas también ayuda a explicar
la formación arqueada de las cordilleras,
penínsulas y archipiélagos de Asia, así como
la inestabilidad volcánica y tectónica de Asia
meridional y del Sureste asiático. Al este de Asia, la
fuerza
primigenia fue producida por la placa del océano
Pacífico, que en su movimiento
hacia el Oeste empujó por debajo la placa continental
euroasiática. Japón, Taiwan, las islas Kuriles, el
archipiélago Ryūkyū y las islas
Filipinas son producto de
estas fuerzas. En el Sureste asiįtico, la situación
se complica con los movimientos relativos de las placas de los
océanos Ķndico y Pacífico; este
movimiento ayuda a explicar la formación de las zonas
montañosas, en dirección norte-sur, de la tierra firme
del Sureste asiático y la actividad volcánica que
caracteriza a la mayor parte del archipiélago
indonesio.
El sistema
fisiográfico asiático se centra en el Pamir Knot,
una elevada región mesetaria, conocida como ‘el
techo del mundo’, situada en el área fronteriza de
India, China, Tayikistán, Pakistán y
Afganistán; aquí, varios picos superan los 6.100 m.
Desde el Pamir hacia el oeste, avanzando en espiral, se encuentra
el Hindu Kush y su prolongación a través del norte
de Irán, los montes Elburz. Más allá de este
último están las cordilleras del Cáucaso,
entre el mar Caspio y el mar Negro, y los montes Septentrionales
de Anatolia (Kuzey Anadolu Daglari), a lo largo del mar Negro, en
Turquía. Al sureste se encuentra el Gran Himalaya, que se
prolonga paralelo a las menores, pero aún grandes,
cordilleras situadas al norte y sur. Juntas, estas cordilleras
forman un impresionante arco de este a oeste, de unos 2.500 km de
longitud, que alberga numerosos picos que superan los 6.100 m,
incluido el monte Everest. La alta cordillera Karakorum, que se
extiende desde el este y el noroeste del Pamir, conduce a una de
las secciones de los montes Kunlun, conocida como montes Altun (o
Altun Shan). Esta línea de montañas continúa
hacia el este a menor altura, como en el Nan Ling (Nan Shan), que
se convierte en la cordillera Qin Ling (Ch’in Ling) al
norte de China, y marca la gran
división climática entre China septentrional y
meridional. Entre el Himalaya y las cordilleras Karakorum-Kunlun
se halla la meseta Tibetana, que tiene una altitud media entre
los 3.660 m y los 4.570 m aproximadamente. Desde el Pamir,
extendiéndose hacia el noroeste, está situado el
gran Tian Shan, también con cumbres que superan los 6.100
m, que disminuye en altitud al aproximarse a las fronteras de
Mongolia. Al noreste, la cordillera de Altái se extiende
hacia el interior de la República de Mongolia. Más
allá se hallan las cordilleras Sayan, Yablonovi y
Stanovói, en Siberia oriental; estas dos últimas,
en cambio, no son
parte del núcleo montañoso.
Al norte del núcleo montañoso central
existen varias depresiones estructurales importantes. Más
al norte, entre el Tien Shan y los montes Altái, se halla
la cuenca de Dzungaria, perteneciente a China. Al sur, entre el
Tien Shan y las cordilleras Karakorum y Kunlun, se extiende la
vasta cuenca de Tarim, en la que se encuentra uno de los
desiertos más grandes de la latitud media, el Takla Makan.
Finalmente, rodeada por el Kunlun y el Altun, está la
profunda cuenca Qaidam (Tsaidam).
Los tipos de suelo
varían enormemente. Siberia está cubierta por los
suelos de
bosque ácido, típicos de la tundra y la taiga;
además, el permafrost es frecuente, y el drenaje, por lo
común, pobre. Estos suelos se funden
con suelos de tierra oscura de pradera, estepa y desierto a lo
largo de una enorme franja que se extiende desde China meridional
hasta el mar Negro, por un lado, y hasta el Sureste
asiático, por otro. Los suelos oscuros de estepa, los
más fértiles de Asia, se hallan al norte de China
central y al sur de Siberia occidental. En Asia oriental y
meridional, los suelos más valiosos para la agricultura
son los aluviales, situados en los valles inferiores de los
grandes ríos, especialmente el Indo y el Ganges. Estos
suelos constituyen la mayor parte del terreno agrícola de
uso intensivo en Asia. En regiones situadas en latitudes
más bajas hay suelos tropicales, que en general son poco
fértiles. Estos suelos se transforman paulatinamente,
hacia el norte, en suelos con mayor contenido de humus, algo
más feraces.
El núcleo montañoso de Asia podría
compararse con el eje de una rueda colosal, cuyos radios son
grandes ríos que fluyen en todas las direcciones. Siete de
estos ríos están entre los doce más largos
del mundo. Los ríos Lena, Yeniséi y Obi fluyen
hacia el norte, desde el margen septentrional y las estribaciones
localizadas al noreste del núcleo montañoso hasta
los límites
del hielo del océano Ártico. Estos ríos
fluyen a lo largo de vastas llanuras aluviales, con una capa de
permafrost subyacente. Al este, desde las vertientes del Tien
Shan y el Pamir, se hallan ríos como el Ili, el Sir Daria
y el Amu Daria, que desembocan en mares interiores: el río
Ili desagua en el lago Baljash, mientras que los otros dos lo
hacen en el mar de Aral. Estos ríos, junto al río
Zeravshan y otros menores del norte del Tíbet, China
occidental y Mongolia meridional, constituyen la gran cuenca
fluvial de Asia, con 10 millones de km2 de superficie.
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Desecación del mar de
Aral
Al sur, sureste y este los grandes ríos fluyen a
través de enormes llanuras. De suroeste a noreste, estos
ríos son el Indo, el Ganges, el Brahmaputra, el
Saluén, el Mekong, el Yangzi Jiang, el Huang He (o
río Amarillo) y el Amur. Todos ellos, alimentados por
glaciares o nieve, nacen en el interior o en los márgenes
del núcleo montañoso.
El clima del
continente es tan variado como la configuración de su
superficie —abarca desde el bosque ecuatorial a la tundra
ártica—. En su mayor parte, la zona septentrional de
Asia está dominada por el movimiento de las masas de
aire polar
continentales, que se desplazan desde Siberia occidental hasta el
norte del Pacífico. Los inviernos son largos y rigurosos,
los veranos cortos y fríos y las precipitaciones anuales
leves. Un clima similar es
típico de la meseta del Tíbet y otras zonas altas.
Las regiones interiores tienen clima desértico de latitud
media o semiárido, con inviernos severos y veranos entre
templados y cálidos; las precipitaciones medias anuales
son inferiores a los 230 milímetros.
Sin embargo, los extremos meridionales y orientales del
continente se caracterizan por los vientos monzónicos
(véase Monzón), que en invierno soplan desde el
frío interior hacia el sur y el este, y en verano desde
los océanos, en dirección norte, hacia las tierras
más cálidas. La mayoría de los extremos de
Asia tienen un invierno seco, que varía de helado a
frío, y un verano caluroso y húmedo, con fuertes
concentraciones de precipitaciones en los meses de verano. Aunque
el término monzónico se aplica a todos los climas
de Asia oriental y meridional, el verdadero monzón
sólo es típico de una parte del subcontinente indio
y Myanmar; en estas áreas, la media de precipitaciones
anuales supera los 2.000 mm. En otras regiones de Asia meridional
y oriental, las precipitaciones están, o bien menos
concentradas en el verano, o bien distribuidas de manera uniforme
a lo largo del año. Gran parte del Sureste asiático
recibe corrientes de aire
marítimo desde el océano Pacífico occidental
en forma de efecto monzón. En los lugares donde
intervienen los factores orográficos (es decir, la
existencia de montañas), es probable que el invierno sea
húmedo, como ocurre en las áreas costeras de
Filipinas, Vietnam, Malaysia y parte de la India meridional. Las
áreas costeras del Sureste asiático también
soportan destructivos tifones, que se originan en el
Pacífico occidental y la parte septentrional del mar de la
China Meridional.
El suroeste de Asia tiene un régimen
climático diferente, característico de la zona
mediterránea. Está dominado por una franja de altas
presiones con masas de aire seco, relativamente estables, que se
mueven lentamente de oeste a este llevando lluvias invernales y
después se trasladan al norte de la India. El promedio de
precipitaciones anuales es leve y prevalece el clima de estepa y
desierto semiárido. Este régimen climático
se extiende hasta el noroeste de la India.
La flora en Asia es extraordinariamente variada y
mantiene una íntima relación con los cambios en el
suelo y el
clima. En las lejanas extensiones septentrionales del continente,
como Siberia, predomina la vegetación de tundra y taiga.
La primera está compuesta por musgo y líquenes,
principalmente; la segunda está formada en gran parte por
bosques de alerce, pino, abeto y picea. Al sur de la taiga
existen grandes zonas de praderas en dirección este-oeste.
Al sur, éstas ceden su lugar a un desierto de matorral en
el que la aridez se incrementa, al igual que en las cuencas
situadas entre el núcleo montañoso y su periferia y
en gran parte del suroeste de Asia.
Al sur, sureste y este de Asia, en las latitudes
más bajas, predomina el bosque tropical y ecuatorial,
donde con frecuencia hay precipitaciones abundantes durante todo
el año. La exuberante selva tropical de árboles
de hoja perenne abunda en especies como la teca, el eucalipto, el
roble y variedades de bambú y palmera. Al norte del
ecuador existe un
bosque tropical más abierto llamado monzónico. A su
vez, éste se confunde al norte con un bosque subtropical
perenne, como en China y el sur de Japón. En latitudes
medias predominan los bosques en los que se mezclan árboles
caducifolios y coníferas; éstos se funden con una
región de bosques de coníferas al norte.
La fauna de Asia es
tan diversa como los climas, suelos y vegetación del
continente. Las regiones septentrionales son ricas en especies
con pelaje espeso como el oso pardo, la nutria, la marta
cibelina, el armiño y el lobo, además de una
impresionante variedad de aves. Las
estepas y las regiones semiáridas son el hogar del
antílope y numerosos roedores, como la liebre y el
ratón de campo. Hay peces de
agua dulce en
todo el continente; el lago Baikal es notable por su fauna característica, aunque la fuerte
polución industrial amenaza la supervivencia de muchas
especies. Hay ovejas y cabras salvajes en las montañas, en
tanto que el yak salvaje habita en el Tíbet. La fauna
está más dispersa en las regiones de desierto
cálido del sureste y el sur de Asia, donde el animal
nativo más famoso, el león asiático, casi se
ha extinguido. Sin embargo, hienas y chacales son frecuentes en
esta zona. La fauna nativa de las regiones más
húmedas del este y sureste de Asia ha sido diezmada por
los efectos de siglos de ocupación humana, sobre todo a
causa de la pérdida de su hábitat y sus zonas de
caza. Los monos, en cambio, son
muy abundantes en las áreas meridionales, mientras que
aún existen ejemplares de tigre indio, aunque en un
número alarmantemente escaso, en partes del sur y sureste
de Asia. Abundan las aves,
serpientes y lagartos, y distintos tipos de cocodrilos
están ampliamente distribuidos. Simios salvajes como el
gibón y el orangután, muy disperso, son propios del
Sureste asiático. Muchos tipos de ciervos y
antílopes habitan también las áreas menos
pobladas, como Borneo, donde abundan las ardillas voladoras y las
ratas arborícolas. Entre los animales
insólitos se hallan los poco comunes rinocerontes del
Sureste asiático, el elefante asiático, el tapir,
el pangolín y el búfalo salvaje de la India y del
Sureste asiático.
Asia es enormemente rica en recursos minerales. Gran
parte del continente —el Tíbet, por ejemplo—
aún no ha sido explorada geológicamente. Existen
enormes y abundantes yacimientos de carbón en China
septentrional y el noreste de la India; en otras partes del
continente hay depósitos de menor importancia. Los
yacimientos de petróleo y
gas natural
están bien distribuidos, pero las mayores concentraciones
se encuentran en el interior del golfo Pérsico, en partes
de Indonesia, en el norte y el interior de China, en las costas
del mar Caspio y en las llanuras de Siberia occidental. Existen
grandes reservas cerca de las costas de China, Indonesia,
Malaysia e India occidental. Los metales se hallan
relativamente dispersos en el suroeste de Asia, con la
excepción de Turquía, el principal productor de
cromo. En todo el continente, los minerales
metálicos de varios tipos se reparten regularmente. China
y Siberia tienen importantes reservas. Malaysia, Tailandia e
Indonesia son extremadamente ricas en estaño, India lo es
en mineral de hierro y
manganeso; otros importantes recursos
minerales son el oro, la plata, el uranio, el cobre, el
plomo y el cinc; las piedras preciosas, como el diamante, se
encuentran en Siberia; en el sur y sureste de Asia existen
diamantes, al igual que zafiros y rubíes.
En Asia hay más diversidad de pueblos que en
cualquier otro continente. Dichos pueblos se hallan muy
concentrados en una pequeña porción del área
continental, principalmente en el sur y el este de Asia. La
densidad media
de población en las zonas septentrionales e
interiores, al igual que en la mayor parte del suroeste de Asia,
es inferior respecto al resto de las regiones del continente
asiático, sobre todo las zonas litorales. Mongolia tiene
la menor densidad de
población de todos los países del mundo (menos de 2
hab/km2). Los habitantes de estas áreas viven sobre todo
en los oasis de río, como sucede en Tashkent, donde la
densidad de población es bastante alta. En Siberia, los
núcleos de población se localizan principalmente en
las zonas situadas a lo largo de la línea férrea
del Transiberiano y sus ramificaciones. En Asia oriental, el
Sureste asiático y la mayor parte de Asia meridional, los
habitantes se apiñan en zonas relativamente
pequeñas de las llanuras ribereñas. La densidad de
población puede sobrepasar los 4.000 hab/km2. Singapur es
el país más poblado del mundo, con una media de
más de 4.400 hab/km2. En China, el 90% de sus 1.185
millones de habitantes se concentran en el tercio oriental del
país. Incluso en países muy industrializados, como
Japón, la mayoría de los habitantes viven en las
limitadas y escasas zonas llanas, donde se encuentran las
ciudades más grandes.
Asia acoge las principales religiones del mundo, y
así como otras creencias menos difundidas. El
judaísmo, el cristianismo y
el islam nacieron en
el suroeste de Asia; el budismo y el
hinduismo, en India; y la llamada religión china,
compuesta por elementos confucianistas y taoístas, al
igual que el culto a los antepasados, en China. Aunque su impacto
histórico, directo e indirecto, fue muy importante, en la
actualidad el cristianismo sólo es practicado por un
pequeño número de asiáticos (sobre todo en
Filipinas y Corea del Sur). Actualmente, el budismo, aunque
es una religión minoritaria en su país de
origen, India, ha conseguido extenderse por Asia por dos
áreas diferentes adoptando liturgias diferenciadas: a
través del interior de Asia y hacia el Sureste
asiático, donde es la principal religión el budismo
Theravada, que tiene adeptos en Myanmar, Tailandia, Camboya y
Laos; y el budismo Mahayana, importante en Japón, Vietnam
y China. El islam domina el centro y el suroeste de Asia, y tiene
gran importancia en Asia meridional, región en la que
destacan Pakistán y Bangladesh como países
predominantemente musulmanes. Indonesia, en el Sureste
asiático, también tiene mayoría musulmana.
Varias ciudades del suroeste de Asia son importantes centros de
peregrinación religiosa; entre ellos destacan La Meca,
Medina y Jerusalén.
Muchas zonas de Asia están económicamente
subdesarrolladas. Un elevado porcentaje de la población
del continente se dedica a la agricultura,
pese a lo cual gran parte de la actividad agrícola se
caracteriza por cosechas y productividad
laboral
relativamente bajas. En conjunto, una minoría de los
asiáticos está empleada en actividades de manufactura;
en muchas ocasiones los centros urbanos y las industrias no se
han integrado adecuadamente con el sector rural. Los sistemas de
transporte
locales e internacionales de los países asiáticos
todavía están poco desarrollados en muchas zonas,
pero han mejorado notablemente en los últimos
años.
Sin embargo, hay un creciente número de
excepciones. Japón ha modernizado con éxito
su economía,
al igual que Israel, Corea del
Sur, Singapur, Hong Kong y, en menor grado, Indonesia, Malaysia,
Tailandia, Turquía y los estados petrolíferos de la
península Arábiga. En general han conseguido tasas
de crecimiento
económico que superan el 5% anual, un porcentaje que
se aleja de sus tasas de crecimiento demográfico. En
cambio, aunque los países del suroeste de Asia han hecho
progresos, la distribución de los ingresos ha
quedado más concentrada que en otros países.
Estimulada por las inversiones
extranjeras a gran escala, la
rápida privatización y la
industrialización, la República Popular China
consiguió el crecimiento más rápido de Asia
a principios de
la década de 1990. Se estima que la economía china
creció un 12% en 1992, aunque los niveles de renta per
cápita permanecieron relativamente bajos. Vietnam y Laos,
dos de los países más pobres de Asia, están
empezando a conseguir un significativo crecimiento
económico y a captar un notable nivel de inversión
extranjera.
La mayor parte del suelo asiático resulta
inadecuado para la agricultura: menos de la tercera parte es de
uso productivo. En general, la unidad básica de producción es la aldea, no la granja. Al
sur, sureste y este de Asia, la agricultura se caracteriza por
tener pequeñas parcelas en llanuras aluviales, demasiados
habitantes en muy poco terreno, producción dedicada en su mayor parte a la
subsistencia, altas tasas de arrendamiento (excepto en los
países comunistas), fuerte dependencia de los cereales y
otros productos
alimenticios y tecnologías anticuadas. El arroz es el
alimento básico del sur, sureste y este de Asia.
Normalmente crece en condiciones de humedad. En el sur y sureste
de Asia las cosechas son relativamente bajas, las instalaciones
de regadío controlado están desigualmente
desarrolladas y se practica el doble cultivo. Sin embargo, en
India y Pakistán los sistemas de
regadío y la introducción de variedades de semillas de
alto rendimiento desde la década de 1970 han ayudado a
estabilizar las cosechas anuales y a incrementar
significativamente la producción total. En la actualidad,
Pakistán exporta arroz, mientras que Japón ha
demostrado cómo se puede conseguir un gran incremento en
las cosechas y la producción de arroz mediante la introducción de variedades de alto
rendimiento, la cuidadosa administración del agua, la
aplicación de fertilizantes y la eliminación del
latifundio en un sistema
agrícola todavía basado en las pequeñas
granjas.
Las nuevas variedades de arroz, altamente productivas,
se han distribuido extensamente en muchas partes del Sureste
asiático, así como en India y Pakistán,
desde finales de la década de 1960 (la llamada
‘revolución
verde’), y la producción se ha elevado, aunque no
tanto como se esperaba. La media de las cosechas arroceras de
India, Tailandia y Myanmar sólo alcanza la tercera parte
de las cosechas de Japón. En el primero de estos
países, la introducción de variedades de trigo de
alto rendimiento, desarrolladas en México, ha
tenido un impresionante impacto en las cosechas de ciertas
áreas: el trigo es ahora el segundo cultivo más
importante del país.
Las plantaciones agrícolas a gran escala situadas
en latitudes más bajas contrastan de manera muy acusada
con la predominante producción de subsistencia que las
rodea. En las plantaciones se produce caucho, aceite de palma,
derivados del coco, té, piña, fibra de abacá
y otros cultivos comerciales destinados a la exportación. La producción en
plantaciones se inició durante el periodo colonial en el
sur y sureste de Asia; muchas fincas permanecieron bajo control y
propiedad
extranjera. La mayoría de estos cultivos comerciales
también se producen en los minifundios en cantidades
considerables.
La agricultura de Asia oriental está basada en
los cultivos de arroz en las zonas situadas en torno a los
35° de latitud N en China y alrededor de los 40° de
latitud N en el resto de la región. En comparación
con el Sureste asiático, las cosechas son abundantes, el
doble cultivo es frecuente, el regadío está muy
controlado y la introducción de fertilizantes es
extremadamente alta, especialmente en Japón. Al norte del
río Huai, en China, el trigo sustituye al arroz y a los
cereales de secano, en especial sorgo y maíz,
todos cultivados en la forma intensiva característica de
la agricultura china. Aunque la población rural de China
estaba organizada hasta hace poco en grandes entidades
administrativas conocidas como comunas, el cultivo de bajo
rendimiento se ha realizado básicamente en las
pequeñas aldeas dentro de éstas. Se crían
cerdos, aves de corral y peces (en
estanques) allí donde es posible, en el norte y el sur de
la región; la industria
lechera y de carne de vacuno sólo se desarrolla en
Japón y Corea.
En las regiones más áridas del interior de
Asia se cultivan cereales de secano, pero predomina el pastoreo:
vacas, ovejas y caballos son los animales
más importantes. La agricultura de regadío,
típica de los oasis, se halla en lugares favorecidos de
Asia central. Los cultivos de cereales de secano, el pastoreo
nómada y los cultivos de regadío en los oasis son
también característicos del suroeste de Asia. En su
inmensa mayoría, sin embargo, los niveles de
producción son bajos.
La minería es
una actividad importante en la mayoría de los
países asiáticos y un capítulo fundamental
en las exportaciones de
otros muchos: hay manganeso en India, estaño en Tailandia
e Indonesia (ambos producen la mayor parte de las existencias
mundiales de dicho metal) y mineral de cromo en Filipinas. El
mineral de exportación más importante de Asia,
sin embargo, es el
petróleo; el Sureste asiático y, en especial,
el Oriente Próximo contienen las mayores reservas
petrolíferas del mundo, con la excepción de Rusia.
Indonesia, y recientemente China y Malaysia, también son
países exportadores. En Asia meridional (Bangladesh,
Pakistán y cerca de la costa occidental de India) se
explotan modestos yacimientos de petróleo y
gas natural.
La minería de
carbón también es relevante en China, Siberia
central y oriental, el noreste de India, Irán y
Turquía. Otros minerales significativos son el hierro, el
manganeso y el tungsteno en China; azufre, cinc y molibdeno en
Japón y oro en Uzbekistán y Siberia.
Aunque la producción total de energía se
ha incrementado mucho desde la década de 1960, su consumo per
cápita sigue siendo muy bajo en la mayoría de los
países asiáticos. Los países con mayor
desarrollo
económico, como por ejemplo las antiguas
repúblicas soviéticas, Japón, Corea del Sur,
Singapur, Hong Kong, Malaysia, Kuwait, Turquía, Israel y
Arabia Saudí tienen unos niveles de consumo entre
moderados y altos. Las fuentes de
energía en muchas regiones dependen de los recursos
locales, en particular de la madera. En el
suroeste de Asia la fuente de energía dominante es
el
petróleo. El potencial hidroeléctrico de la
India es enorme: más de la mitad de la electricidad
generada en el país procede de la energía
hidráulica. No obstante, la mayor parte de la demanda de
energía de la India rural aún se cubre con la
combustión de estiércol, madera y
carbón vegetal. En el Sureste asiático la
producción de petróleo es considerable, como en
Indonesia y Brunei, pero la energía hidroeléctrica
y la madera siguen siendo las principales fuentes de
energía domésticas. China y Japón han
demostrado que las centrales hidroeléctricas a
pequeña escala pueden proveer de energía de manera
efectiva a pequeñas ciudades y áreas rurales. Al
parecer, China posee unas 90.000 pequeñas centrales
hidroeléctricas en funcionamiento accionadas
únicamente por la corriente fluvial (sin presa), situadas
en su mayor parte en China meridional, además de unas
veinte centrales de mayor magnitud. No obstante, el carbón
sigue siendo la principal fuente de energía en China. En
Japón lo es el petróleo, si bien casi todos los
productos
petrolíferos son importados. La potencia
hidroeléctrica de Siberia es inmensa, aunque sólo
recientemente se ha empezado a explotar.
Pablo