Indice
1.
Antecedentes.
2. Palacio de Bellas
Artes.
3. Casa boker.
Aspectos políticos, sociales y
económicos.
Lo complejo del periodo porfiriano (1876-1911) se ve reflejado en
la arquitectura
de su tiempo que
abarca, desde finales del "romanticismo"
hasta el "modernismo".
La Ciudad de México al
ser la capital de la
Republica va a manifestar más claramente el proceso, las
tendencias y condiciones dentro de las cuales se
desarrolló la arquitectura de
esta singular época y que refleja las contradicciones de
la sociedad
porfiriana. El Eclecticismo, la permanencia de esquemas y gustos
académicos provenientes de las Escuelas de Bellas Artes
europeas, que influyeron tanto durante el Neoclásico, la
necesidad y el deseo de una buena parte de la sociedad por el
"revival", y al mismo tiempo su
interés
por integrarse a la modernidad del
"nouveau", junto con el deseo "nacionalista", basado en la
interpretación y el "renacimiento" de
lo prehispánico, retratan claramente, el desarrollo y
evolución de una sociedad que con gusto, a
cambio del
"progreso" se sometía a una dictadura.
La capital
manifestó su crecimiento desde 1890 extendiéndose
hacia el barrio de Santa Maria la Ribera, al poniente y hacia
Arcos de Belén al sur. De 1895 a 1905 la actividad
constructiva se acrecentó haciendo evidentes los profundos
y favorables cambios que se producían en el habitad de la
burguesía capitalina y los edificios institucionales y
privados, en contraste con el empeoramiento de las viviendas de
las clases bajas. Si bien el régimen porfirista
intentó dar gran esplendor a la ciudad de México
pretendiendo dotarla de la infraestructura necesaria para la gran
urbe, en los barrios bajos, zonas viejas del centro de la ciudad
y las zonas pobres de algunos barrios, el hacinamiento, la
miseria y la insalubridad de las viviendas proliferaban
velozmente.
"Las mansiones señoriales y nobiliarias de la
época virreynal, habían perdido para muchas gentes
el valor y la
nobleza que habían dado fama a la capital un siglo antes,
siendo calificadas de "severas y tristes". Así, las
familias que las habitaban, se desplazaron hacia las nuevas
colonias que ofrecían la posibilidad de una vida
más "moderna". Por tales razones, muchas de estas
mansiones pasaron a ser casas multifamiliares a las que por su
nuevo carácter
colectivo se les añadieron muros, pisos y otros espacios,
para que en ellos pudieran habitar el mayor numero de personas,
fomentándose con esto el hacinamiento, la promiscuidad y
la falta de higiene de sus
habitantes, y al mismo tiempo la mutilación y
destrucción, en muchos casos, de los edificios
virreinales. Esto trajo como consecuencia inmediata, el completo
abandono de estos barrios que, en poco tiempo, se propago
también a sus edificios y a sus habitantes.
Paralelamente, tanto la aristocracia como el gobierno,
emprendían la erección de grandes y monumentales
construcciones: refinadas residencias, villas y chalets; ricas y
elegantes tiendas; lujosos cafés, restaurantes y teatros;
imponentes almacenes y
bancos, etc.
El inminente ingreso de extranjeros al país y
específicamente a la capital, debido a las concesiones
otorgadas por el gobierno a
empresas
extranjeras, trajo como consecuencia inmediata, entre otras, la
construcción de un gran numero de viviendas
para albergarlos. Por esto, se fundaron nuevos barrios en los
cuales la alta burguesía nacional compartió el
espacio urbano con ingleses, franceses, italianos y
norteamericanos, por lo que estos barrios se les llamo
"colonias". Surgieron entonces la colonia Santa María la
Ribera (que aunque fundada en 1861, fue durante los primeros
años del porfirismo cuando comenzó su verdadero
auge), la Guerreo (1874), San Rafael (1882), Cuauhtémoc
(1890), Juárez (1898), y la Roma y Condesa
(1902.) Muchas de estas colonias poseían amplias avenidas
y banquetas arboladas, que permitían pasear a la sombra y
admirar, al mismo tiempo, hermosos jardines y residencias de
diversos "estilos" que comenzaban a dar a la ciudad un carácter
de "modernidad" que
la colocaba a la altura de algunas ciudades europeas.
Varias fueron las razones que determinaron la
creación arquitectónica de este periodo: la
influencia de los nuevos estilos que imperaban en Europa a principios del
siglo, al igual que algunos factores culturales diversos entre
los que destacan el europeismo principalmente que fueron
interpretados como símbolo de "status", de
distinción y "modernidad"; el cambio en la
economía
del país, junto con la aparente estabilidad política y social; La
introducción de nuevas y revolucionarias
técnicas de construcción, fueron algunas de las
más importantes.
El eclecticismo.
Por lo prolongado del período porfiriano, encontramos que
no existe, en realidad, una doctrina arquitectónica
única y definida en cuanto a repertorios formales y
organización de los espacios; sin embargo
podemos establecer un común denominador en ella: la
importación de todo extranjerismo. Hay que
considerar que los arquitectos que se establecieron en nuestro
país: franceses, belgas, italianos, ingleses y
norteamericanos, contribuyeron a la diversificación de los
esquemas arquitectónicos, ya que pertenecían a
diferentes tendencias: eclécticos, historicistas, y
seguidores del nouveau, fundamentalmente. Por otra parte, hay que
tomar en cuenta que muchos arquitectos mexicanos de aquella
época, habían recibido su formación
profesional en Europa o en los
Estados Unidos
de Norteamérica, o bien provenían de la Escuela de
Arquitectura dependiente de la Academia Nacional de San Carlos en
la cual, lógicamente, recibieron una formación
también europea. Desde tiempos de Santa Anna fue
común enviar a jóvenes mexicanos a hacer sus
estudios a Europa; por ejemplo Juan y Ramón Agea
fueron enviados por el propio Santa Anna a estudiar a Roma, regresando
en 1846 e introduciendo por primera vez los Tratados de
Reynaud y Viollet-Le Duc. Antonio Rivas Mercado,
estudió asimismo en Inglaterra y
posteriormente en la Escuela de Bellas
Artes de Paris, regreso a México en 1879 y fungió
como director de la Escuela Nacional de Bellas Artes a partir de
1903.
Entre los arquitectos extranjeros que vinieron a nuestro
país durante el porfiriato
tenemos por ejemplo:
- Adamo Boari.
- Emilie Benard.
- Máxime Roisin.
- Silvio Contri.
- Ernest Brunel.
- Luis Long.
Siendo italiano el primero y franceses los
últimos; los tres vinieron a México en 1897, con el
motivo del concurso internacional para el proyecto del
Palacio Legislativo y todos ellos fueron formadores de
posteriores generaciones de arquitectos: los dos primeros como
profesores en la Academia, y el último como creador de un
taller propio que funciono hasta 1914. Así, dentro de los
discípulos de Boari tenemos a:
- Manuel Ortiz Monasterio.
- Bernardo Calderón.
- Ignacio Marquina.
- Federico Mariscal.
Muchos otros arquitectos extranjeros, se dedicaron a
construir solamente: Lemos y Cordes, arquitectos norteamericanos,
por ejemplo, construyeron los edificios de la Casa Boker (1898) y
la Mutua (1900); Silvio Contri, italiano proyectó el
edificio para la Secretaria de Comunicaciones
(1906); Ernest Brunel, frances, el mercado de
Guanajuato (1904-1910); Luis Long, suizo, el Palacio de Gobierno
de Guanajuato, etc. Consecuentemente la variedad de "estilos"
arquitectónicos es una característica más connotada de este
período estos, sin embargo casi nunca fueron trabajados a
la manera del historicismo arquitectónico, sino siguiendo
al movimiento
ecléctico.
Es común entonces encontrar reunidos en un solo
edificio, elementos arquitectónicos y ornamentales
neoclásicos, neogóticos, neorrománicos,
neomudejares, neoplaterescos, del nouveau, e inclusive indicios
de lo que fue llamado "renacimiento
mexicano", movimiento
prenacionalista que pretendió dar vida a una arquitectura
basada en lo prehispánico y que surgió a
raíz de los hallazgos arqueológicos de Leopoldo
Batres. Respecto a este movimiento, Adamo Boari manifestó
que las formas arquitectónicas propias de un pueblo
debían utilizarse en la arquitectura pero "renovadas y
modernizadas". En congruencia con este pensamiento
utilizo elementos indígenas, tanto en su proyecto a un
monumento a Porfirio Díaz (1900, no realizado) como en el
Teatro Nacional
(1904-hoy palacio de Bellas Artes), en donde "Boari trató
de hacer un Art-Nouveau ‘mexicaniza’, por lo cual
asoman en muchas partes cabezas de tigre y coyotes y unas
poderosas serpientes que ondulan en los arcos de las ventanas del
primer piso.
El eclecticismo se dio, tanto en los monumentales
edificios institucionales y empresariales, como en residencias,
villas y chalets de la aristocracia y que por moda alcanzo a
la arquitectura habitacional más modesta. Algunas colonias
de la época, como la Juárez y la Santa Maria la
Ribera, por ejemplo, se convirtieron en un complejo catalogo de
tipos arquitectónicos que se sucedían y
entremezclaban un tanto desordenadamente y que aun resultan
asombrosos, desconcertantes y extravagantes si no se analizan
desde una perspectiva histórica y no la meramente
formal.
Ejemplos más representativos de edificios
eclécticos en la CD de
México.
Edificio de Bellas Artes.
Terminadas las turbulencias de la época formativa,
inmediatamente posterior a la independencia,
el destino de la republica Mexicana es regido por la
personalidad del Presidente Porfirio Díaz. Su
régimen de aquietamiento y estabilización, marca la
estructuración administrativa del estado y el
desarrollo de
la economía
del país, aun a costa del olvido de los problemas
sociales importantes.
Todas las actividades se saturan de "europeismo" y la
arquitectura sigue paralelamente la moda y estilos
que con tanta inestabilidad se manifiestan en la misma
Europa.
El eclecticismo estilístico, pueblan los
edificios oficiales de las formas del gótico, de copias
del templo griego o de inspiraciones de la arquitectura
prehispánica. El único estilo o pseudo estilo
genuino de la época el Art. Nouveau se "adopta en una
construcción tan importante como el " Palacio de Bellas
Artes", enorme masa de mármol blanco seguramente el
edificio más acabado en su estilo en todo el
mundo.
El proyecto fue realizado por el arquitecto italiano
Adamo Boari, quien diseñó un edificio que
incorporaba los avances
tecnológicos de los mejores teatros de la
época. El edificio se caracterizaba por organizar las
salas en torno a un gran
hall, rematado por una triple cúpula situada entre el
vestíbulo y la sala de espectáculos. Esta sala
tendría forma de embudo, para lograr así los
mejores efectos acústicos y visuales. Su cupo sería
de 1791 personas distribuidas entre palcos aislados, generales,
lunetas y galerías. También contaría con un
palco presidencial, situado exactamente a media sala, con dos
elevadores privados y un gabinete de aseo.
Originalmente la construcción del edificio
duraría cuatro años, pero se fue alargando a causa
de los hundimientos del terreno y del movimiento armado de 1910.
Hacia 1915 era poco lo que se hacía; Boari deja el
país en 1916 y a lo largo de los siguientes tres lustros
se hicieron algunos trabajos de poca envergadura, hasta que se
reinician las obras en 1932, bajo la dirección del arquitecto mexicano Federico
Mariscal, quien las concluyó totalmente en marzo de
1934.
No se puede dejar de mencionar la famosa cortina de
mosaicos de cristal sobre lámina de acero, realizada
por Tiffany Studios de Nueva York. Esta impresionante obra, que
representa una vista del valle de México, está
hecha con más de un millón de piezas de cristal
opalescente, cuya elaboración tardó casi dos
años y es única en el mundo por su mérito
artístico.
En el interior del hall y de la sala, Federico Mariscal
aplicó un revestimiento de diversos mármoles
nacionales y una espectacular decoración art dèco
realizada en París por la casa Edgar Brandt, que incorpora
motivos mexicanos, como mascarones mayas en acero y
cactáceas en bronce.
En el se mezclan esquemas Bizantinos, Renacentistas,
Románico, Neobarroco, Neoindigenista y del Nouveau, en
detalles del exterior además de contener Art Deco en
interiores es obra del noble Arquitecto Adamo Boari. (1904-1934).
Ubicado en el Eje Central y Avenida Juárez.
*
Comercio y Abasto.
La expansión de la habitalidad comercial encontró
en la ideología liberal porfirista la forma
más directa de enlazarse al sistema
económico nacional a través de su limitado mercado
interno, de la emergente red ferroviaria que para
entonces contaba con algunos troncales a su paso y con la
consolidación y reacomodo del capital extranjero, el
comercio,
entonces, continuo desarrollándose y creciendo en manos de
extranjeros.
El largo período de paz porfiriana y la política favorable a
la inversión
extranjera acrecentaron esas condiciones para que los
capitales norteamericanos y europeos incursionaran y controlaran
monopolicamente los principales campos comerciales, hasta
dominarlos a través de las principales empresas
dedicadas a diversas actividades de sus diferentes
ramas.
Las edificaciones que para el caso requirió este
genero se
vieron suplidas en el tiempo, bien por que sus propietarios
deseaban tener más impacto en la población o bien por que habían
tenido tanto éxito
que el espacio actual ya no satisfacía sus expectativas de
tal forma que los espacios aun construidos ex profeso
también sé refuncionalizaron rápidamente,
pero en el sentido de la restitución.
En esa dirección, los estilos
arquitectónicos se verán casi como simples accidentes
temporales que acompañan a la obra en el tiempo, pues
cambiarían también al modificarse el espacio
edificado. Las modas estilísticas serán entonces
como modas de la alta confección; cambiarían
según la temporada, la moda y el modisto. Así la
especialidad del comercio,
principalmente de artículos extranjeros manifestara por
circunstancias diversas las que en Europa especialmente Francia,
esté dominando el campo de la Arquitectura, de la Ingeniería y los estilos expresados en
ellas iran ligados irremediablemente al bogaje cultural de
quienes la proyectan y, sobre todo, a la idea de país a la
que se aspira.
Las ideas estéticas en la arquitectura,
así como en muchas otras en las demás esferas del
conocimiento,
estarán entonces subsumidas al eclecticismo. Pero un
eclecticismo que, en un principio, exige un amplio conocimiento
de una gran cantidad de estilos con sus respectivos
cánones compositivos, mismos que conforman toda una gama
de donde los compositores seleccionan lo mejor según el
cometido del edificio, incluyendo desde luego los sistemas
constructivos y materiales
más modernos para su concreción.
El importante comercio de la Ciudad de México
generaría una nueva concepción
arquitectónico-urbanística que, sin duda
encontraría su correlato en la aparición de las
tiendas departamentales tal como se construían en Europa,
especialmente las ubicadas en las principales arterias o en las
avenidas monumentales. En este sentido, el comercio especializado
de ropa de la Ciudad de México fue el que tuvo mayor auge,
sobre todo el proveniente de Francia,
contándose con el rededor de 27 almacenes grandes
y medianos para esas fechas.
En la especialidad en la venta de
artículos de ferretería la Casa Boker fue sin duda,
la más famosa de su tiempo y su genero.
En el siglo XIX, en la esquina noroeste de las calles de
Coliseo Viejo y del Espíritu Santo (actualmente 16 de
Septiembre e Isabel La Católica) se encontraba el famoso
hotel y café de
"La Gran Sociedad", así como el "Portal del Águila
de Oro" donde se alojaban los libreros de viejo de la antigua
ciudad de México. Este terreno hoy lo ocupa la Casa Boker,
y tiene sus orígenes en el siglo XVI, ya que formó
parte del hospital del Espíritu Santo.
En mayo de 1865 llegó a México un joven
alemán llamado Roberto Boker (1843-1912), quien
fundó en ese sitio, con gran éxito,
una ferretería. Dentro del inventario que
manejaba se encontraban desde fuetes para cocheros, carros de
caballos de diferentes tipos, autos de vapor
marca White,
hasta carros de bomberos.
Al terminar el siglo XIX, debido al crecimiento del
negocio, el Sr. Boker compró el inmueble y los
aledaños para construir su propio edificio; el cual hasta
la fecha sigue perteneciendo a la familia ya
durante cuatro generaciones, caso raro en un giro comercial en la
ciudad de México.
El proyecto de la Casa Boker fue de los arquitectos
neoyorquinos De Lemos y Cordes; los contratistas fueron A.R.
Whitney Co., de Nueva York, y la obra la llevó a cabo el
ingeniero mexicano Gonzalo Garita en dieciséis meses. Un
detalle interesante en la construcción fue que el
fotógrafo judío-húngaro Guillermo Kahlo
realizó su primer trabajo como fotógrafo
profesional con el seguimiento de la construcción de este
edificio.
Al excavar el terreno para colocar la cimentación
se encontraron dos piedras, una de origen prehispánico que
representa un águila, y la otra virreinal, la que se
supone que es el escudo del primer propietario del predio. La
primera fue donada por la familia Boker al
Museo de Antropología y la otra se extravió
durante la Segunda Guerra
Mundial, periodo en que el negocio fue
intervenido.
Fue la primera construcción que se hace en
México totalmente de viguetas de acero en columnas y
trabes. La fachada, enmarcada por dos columnas de granito de
Nogales, Sonora, cuenta con amplios escaparates, está
cubierta de cantera de Pachuca, Hidalgo; se deben notar como
elementos decorativos los soportes con cerramiento de arco que
abarcan doble altura, el original torreón que corona la
esquina y los vistosos relieves ornamentales de
bronce.
Es de admirar la crestería de lámina de
latón que remata la fachada y el torreón,
también los balaustres, guirnaldas, cornisas y relieves
decorativos, entre otros. Todo lo anterior hace que esta obra sea
un magnífico ejemplo de solidez de la arquitectura
porfiriana construida para durar varios siglos.
Casa Boker.
Obra de los arquitectos neoyorquinos Lemos y Cordes de (1892).
Ubicada en la Avenida 16 de Septiembre e Isabel la
Católica.
Edificios Administrativos, de Justicia y
servicios.
La burguesía mexicana, al igual que en muchas de los
países latinoamericanos habían ya volteado la vista
hacia la vieja
Europa, especialmente a Francia para buscar así su vinculo
de modernidad. El eclecticismo en este sentido, fue llave que los
arquitectos abrieron para satisfacer los requerimientos
estéticos del porfirismo y también por que "se
vieron compelidos a adoptarlos ante una carencia de un nuevo
estilo y, más que eso, ante la ausencia de nuevos programas
arquitectónicos cabalmente representativos de las clases
sociales y la todavía no-convalidación de
nuevos materiales de
construcción. En suma ante la relativa invariabilidad
social".
Secretaria de Comunicaciones
y Obras (MUNAL).
En tiempos del Presidente Porfirio Díaz hubo un concurso
para ver que arquitecto construiría el Palacio de
Comunicaciones y Obras Publicas. El presidente deseaba que este
fuera un edificio moderno y muy elegante. Como a él le
gustaban las artes y la cultura
francesa, decidió organizar un concurso que se extendiera
hasta Europa, así el ganador fue el arquitecto italiano
Silvio Contri, que vino a vivir a México para poder
construirlo.
Su estilo ecléctico, es grandioso, ya que suscita
la vista de este espléndido Palacio no solo por su notable
dimensión, si no también y principalmente por la
sensación de belleza arquitectónica que produce la
relación de sus elementos constructivos y
ornamentales.
Es obra del arquitecto Silvio Contri, el edificio
muestra
recursos
renacentista y neoclásicos, para expresar su eclecticismo.
Se encuentra frente a la plaza Manuel Tolsá, en la calle
de Tacuba #8 entre las calles de Xicotencatl y Marconi al
poniente, la fachada posterior mira hacia la Calle de Donceles.
El edificio ocupa totalmente la superficie del predio 5 026 m2
con 87 metros de frente por 58 de profundidad, tiene una altura
de 26 metros.
Su estructura es
semejante a la del palacio postal, la estructura es
metálica, de acero, compuesta por viguetas de alma llena y
otras de celosía unidas por remaches, sobre un gran
emparrillado de perfiles de acero ahogado luego en cemento
é igual que la casa de correos, sus entrepisos son de
vigueta y bovedilla. El revestimiento exterior de las cuatro
fachadas del Palacio y de sus exteriores así como los
elementos decorativos, se hizo con cantera de color gris de los
bancos de San
Martín Xaltocan Estado de
Tlaxcala, la herrería en bronce ornamental fue fabricado
por la fonderia de Pignone en Florencia Italia.
Secretaría de Comunicaciones y Obras
Publicas.
La construcción duro de 1902 a 1911 lo cual impidió
que el Presidente Porfirio Díaz lo ignaurara, en su
diseño
se utilizan
recursos
Renacentistas y Neoclásicos.*
Edificio de Correos.
El 17 de febrero de 1907 la Ciudad de México esperaba con
gran interés un
magno acontecimiento: la inauguración del edificio
más soberbio que hasta entonces había levantado el
régimen porfirista.
En la antigua Calle de Santa Isabel, esquina con San
Andrés abría sus puertas el Correo Central o
Palacio Postal ante el cuerpo diplomático y el gabinete,
el presidente Díaz se dirigió a uno de los buzones
del interior y deposito en ellos unas tarjetas
ejecutadas por el artista Leonardo Izaguirre, con ello la nueva
instalación comenzó a funcionar, continuando
así la tradición de un servicio que
existía en México desde la época
prehispánica.
En este lugar existía un edificio se la
época virreinal conocido como el hospital de terceros, que
para esas fechas se había convertido en el Hotel de
Ferrocarrileros, ahí se empezó a proyectar en 1898
la construcción de la sede central de correos. Él
entonces ministro de obras publicas, por instrucciones expresas
del General Porfirio Díaz, no escatimar esfuerzos y
gastos, el
arquitecto encargado del proyecto fue el italiano Adamo Boari,
mientras que los cálculos y la concepción fueron
obras del mexicano Gonzáles Garita.
El edificio está desplantado sobre una
cimentación tipo Chicago tan en boga en esos momentos fue
ejecutada en México por Milliken BROS, de Nueva
York.
Adamo Boari concibió el proyecto del Palacio
Postal dentro de las líneas de un Palacio europeo que bien
pudo haber estado en cualquiera de las grandes capitales de la
época. A pesar de sus dimensiones y el predominio del
macizo sobre el vano, el edificio no da ninguna sensación
de pesantez.
El remate general de todo el volumen a base de
cresteria ligerísima compone magistralmente el conjunto.
Si estilísticamente hablamos la solución es
totalmente Sui generis, la definición final de su estilo
es ecléctico, tiene formas isabelinas con remates e
impostas del gótico y plateresco español,
con logias venecianas, con trazos ondulantes del Art Nouveau como
las del Palacio de Monterrey en Salamanca, con gráciles
ventanas gemidas y arquillos conopiales.
Edificio de Correos.
Contiene elementos del Gótico Isabelino, Plateresco
español y
Neogótico en algunos detalles.*
Iglesia de San Felipe de Jesús.
Este sitio lo ocupaba originalmente la capilla de Nuestra
Señora de Aranzazu, del convento de San Francisco. Este
templo se inauguró en 1897 y se construyó por
iniciativa del sacerdote Antonio Plancarte y Labastida en
desagravio a Dios, por las faltas cometidas contra templos y
conventos al aplicar las Leyes de
Reforma.
La obra la dirigió el Arquitecto Emilio
Dondé. Su fachada es estilo neorrománico, de piedra
de chiluca y consta de tres accesos frontales y dos laterales. El
altar mayor en mármol rojo y blanco, alojado un nicho de
mosaico azul, en la parte superior se encuentra una pintura de
grandes dimensiones del santo mexicano Felipe de Jesús.
Sus vitrales emplomados con los símbolos que identifican a
los evangelistas: el águila a San Juan; el león a
San Marcos; el ángel a San Mateo y el toro a San Lucas. En
uno de los altares laterales se puede observar la escultura del
promotor de la construcción del templo, Don Antonio
Plancarte y Labastida, obra del escultor Ponzaneli.
Se encuentra ubicada en la Avenida Francisco I. Madero
No 11 y fue inaugurada el 3 de febrero de 1897.
La iglesia tiene
planta de tres naves, la central para la estadía de los
fieles y las dos laterales como deambulatorios, su
carácter ecléctico se da al estudiar su fachada que
es de tipo Neorrománico con algunos elementos
góticos.
Iglesia de San Felipe de Jesús.
Obra del Arq. Emilio Dondé ubicada en la Avenida Francisco
I Madero No 11, fachada de estilo Neorrománico con
detalles Neogóticos.*
Cámara de Diputados.
Obra del arquitecto Mauricio Campos, se encuentra Ubicado en la
Calle de Donceles, se proyecto al existir una necesidad de tener
un edificio digno de sus representantes, que anteriormente
habían tenido albergue en un local adoptado en el Palacio
Nacional y en el Teatro Iturbide,
que destruyo un incendio.
Cámara de Diputados.
En este edificio se mezclan elementos Neoclásicos,
Clásicos y del Barroco
frances.
Templo del Buen Tono.
Iglesia del Buen Tono.
Obra del ingeniero Miguel Ángel de Quevedo, ubicada en la
calle de Buen tono y Ayuntamiento, en esta obra se reflejan
elementos del Neobarroco y del
Neorrománico.*
Autor:
Julio César Pérez Guzmán