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La relación entre la propuesta educativa del taller Torres García y el aprendizaje significativo de Ausubel




Enviado por Carlos Petrella



    1. Los principales puntos de
      referencia
    2. Descripción del
      funcionamiento del taller
    3. El análisis conceptual
      de las actividades
    4. Comparación con el modelo
      educativo de referencia
    5. Conclusiones
    6. Referencias
      bibliográficas

    1
    INTRODUCCION

    A mediados de 1995 se completó la investigación de tesis de
    maestría de Carlos Petrella (1996) analizando el proceso de
    creación y puesta en funcionamiento del Taller Torres
    García en el período que va desde 1942 a 1949,
    describiendo cómo Joaquín Torres García ha
    logrado transmitir sus ideas sobre la concepción del
    mundo, las artes plásticas y la creación
    artística.

    El trabajo de
    investigación permitió describir la visión
    torresgarciana de la educación
    artística y más específicamente, cómo
    se aplicaron las ideas plásticas y educativas en el
    ámbito de un taller para jóvenes artistas. La
    investigación se centró en el estudio del
    funcionamiento académico del Taller Torres García y
    en los resultados educativos obtenidos.

    Se desarrolló una investigación
    típicamente cualitativa apoyada preferentemente en
    entrevistas de
    campo no estructuradas con aquellos discípulos directos de
    Torres García que han participado en las actividades
    académicas desarrolladas por el Taller, y como resultado
    se ha obtenido una descripción sistemática del proceso
    de formación artística dentro del Taller Torres
    García.

    Se puso especial atención en aquellas teorías
    educativas que pudiesen servir de sustento para interpretar las
    bases teóricas que permiten analizar el funcionamiento del
    Taller. Surgieron por ejemplo, la propuesta de Ausubel,
    partiendo del aprendizaje
    significativo para comprender la formación
    básica de los novicios en el Taller y el modelo de
    Bruner, en lo referente al aprendizaje por
    descubrimiento, aplicable con los discípulos más
    avanzados.

    2 LOS PRINCIPALES
    PUNTOS DE REFERENCIA

    Como referencia teórica principal, para
    interpretar a la escuela educativa
    torresgarciana, se ha considerado especialmente la propuesta de
    Ausubel teniendo presente la idea de aprendizaje significativo
    como resultado de incorporar conocimientos a partir de contenidos
    con una estructuración lógica
    propia. (Por oposición al aprendizaje de contenido sin
    sentido). (Ausubel, 1976)

    El modelo pone énfasis en el sentido
    lógico de los contenidos en términos de no
    arbitrariedad, claridad y verosimilitud. Además la
    propuesta de Ausubel, plantea el asunto receptividad de la
    formación teórica, dónde los contenidos son
    establecidos preferentemente por el responsable de la
    instrucción que actúa como una especie de
    guía en el proceso de aprendizaje.

    La estructura
    cognitiva, según Ausubel, consiste en un conjunto
    orgánico de ideas firmemente establecidas que son las
    bases de nuevos aprendizajes. Los conocimientos previos sirven de
    anclaje de los nuevos conocimientos. El "anclaje" es la propiedad de
    dar apoyo que tienen las ideas pre-existentes ya
    estabilizadas.

    A su vez, para que los nuevos contenidos sean retenidos
    deben poder
    discriminarse y ser apreciados como diferentes y de esta manera
    retenidos a largo plazo. Ausubel deduce cinco procesos
    mentales que intervienen en el aprendizaje; que son la síntesis
    de proposiciones aparentemente en conflicto, la
    emergencia de nuevas proposiciones, la asimilación hasta
    lograr estabilidad, la diferenciación progresiva y
    finalmente la consolidación. (Araújo y Chadwick,
    1988, pág 21 y siguientes).

    La teoría
    de Ausubel, aunque es lógicamente coherente y existen
    evidencias empíricas que la respaldan; no necesariamente
    ha resultado satisfactoria respecto de las explicaciones que
    brinda sobre los procesos de aprendizaje. En particular se puede
    anotar que los "organizadores avanzados" como integradores y
    relacionadores del material a presentar, no siempre producen los
    efectos previstos por Ausubel.

    Además se debe tener presente, en el marco del
    estudio, que Ausubel escoge como ejemplo el aprendizaje de
    contenido verbal con sentido, que es diferente del aprendizaje de
    contenido plástico,
    por lo que muchas de sus afirmaciones deben ser relativizadas. En
    especial, en aspectos como por ejemplo, los relacionados con la
    programación de materias, por medio de
    series de jerarquías en orden decreciente de
    inclusión.

    Surge entonces la pregunta clave: ¿por qué
    elegir la teoría de Ausubel como marco conceptual
    básico, cuando existen otras más evolucionadas e
    incluso más atractivas?

    El enfoque de Ausubel plantea un modelo de enseñanza por presentación de hechos
    o ideas para promover el aprendizaje significativo, basado en un
    conjunto orgánico de ideas previas que es muy similar al
    modelo utilizado por Torres García a nivel básico.
    En la teoría de Ausubel se rescata la construcción del conocimiento a
    partir de la experiencia personal, que
    resulta ser muy importante en el marco de la formación
    artística personalizada que se desarrollaba en el Taller
    con la orientación de maestro.

    Además se ha encontrado cierta afinidad en la
    propuesta de Ausubel con las ideas torresgarcianas en aspectos
    instrumentales como la descripción muy general de objetivos, la
    necesidad de instrucción individualizada, la
    incorporación de ideas estables y sobre todo, el rol del
    profesor como director del aprendizaje. Estas características están marcadamente
    presentes en el Taller Torres García.

    3 DESCRIPCION DEL
    FUNCIONAMIENTO DEL TALLER

    El principio metodológico era la enseñanza
    práctica personalizada, en donde cada alumno
    comprendía que debía realizar un esfuerzo personal
    para alcanzar los resultados propuestos en los ejercicios y
    más adelante en la realización de sus propuestas
    artísticas más maduras. Este proceso era apoyado
    por el propio Torres García que intervenía con
    demostraciones y diagramas sobre
    aspectos que facilitaran la comprensión de la historia del
    arte a través de la práctica misma.
    Además, los propios discípulos más
    experientes, ayudaban a los aprendices principiantes, en aspectos
    prácticos relacionados con el dominio de las
    técnicas y los medios
    básicos para producir obras de arte.

    El maestro dedicaba mucho tiempo a la
    evaluación del aprendizaje. Era frecuente
    su presencia en el Taller para corregir los errores que
    cometían sus discípulos en la práctica.
    Utilizaba su "libretita de apuntes" con la que realizaba croquis
    explicativos. Además el estudiante era inducido a hacer un
    esfuerzo por analizar su obra con sus compañeros, bajo la
    mirada del maestro que realizaba las observaciones del caso en
    diversos escenarios. Complementariamente las "muestras
    colectivas", operaban como los instrumentos educativos que
    reflejaban mejor esa idea pedagógica que estimulaba un rol
    activo en el análisis crítico.

    El modelo representativo del funcionamiento del Taller
    es notoriamente diferente a los modelos
    tradicionales de enseñanza de las artes plásticas.
    Se trata de una forma de enseñanza que rescata la naturaleza
    constructiva del aprendizaje y con ella confiere un rol
    más comprometido al estudiante y a la vez, destaca la
    importancia del medio ambiente
    en general y la necesidad de retroalimentación en el proceso de
    aprendizaje. La
    comunicación entre personas en el marco del Taller,
    remarcaba los desempeños activos del
    emisor y el receptor, la unidad a través de conocimientos
    comunes, la importancia de confrontar propuestas y la necesidad
    de un proceso de interacción con el medio y de
    retroalimentación, para completar el ciclo
    educativo.

    En el Taller Torres García se valorizaba mucho el
    rol activo de esa comunicación entre los integrantes de
    la
    organización. El maestro y el discípulo
    tenían múltiples instancias de intercambio y cada
    una de ellas estaban adaptadas a las necesidades de aprendizaje.
    Desde las prácticas iniciales, con un modelo sencillo en
    sesiones de trabajo conjuntas, pasando por la experiencia
    personalizada de la arpillera, hasta llegar a la organización de las exposiciones colectivas
    de las obras producidas por el Taller.

    El funcionamiento del Taller ha sido extremadamente
    flexible. Cada discípulo que ingresaba aprendía a
    su ritmo, desarrollando una búsqueda personal en el marco
    de la doctrina constructivista. El estudiante realizaba la
    actividad de aprendizaje, sin un plan
    pre-establecido de actividades externamente controlado por el
    docente, que pudiese limitar su actividad en la práctica
    de la pintura. El
    docente estaba al lado del estudiante para hacerle observaciones
    y correcciones que le facilitaran el proceso de
    aprendizaje.

    Se destaca en el funcionamiento del Taller, la
    importancia conferida a la regulación de los procesos de
    aprendizaje por los propios estudiantes. Esa
    autorregulación actuaba durante todo el ciclo de
    maduración del aprendiz El proceso comenzaba por simples
    correcciones en los ejercicios de los aprendices, llegando
    finalmente a mecanismos de investigación plástica
    conjunta, con los discípulos más avanzados. Se
    actuaba mediante constantes procesos de ensayo y error
    en los que se resolvían los problemas
    plásticos
    planteados. Se realizaban experiencias en un ambiente muy
    dinámico en el que se toleraban las contradicciones, como
    una parte inevitable del proceso de superación de los
    actores.

    Otro punto que constituyó un factor diferenciador
    importante del Taller Torres García como escuela de arte,
    fue la relación intensa con la sociedad
    montevideana. La "escuela del sur" tenía muchas
    actividades de tipo interno relacionadas con la formación
    plástica de los discípulos, pero también
    otras en estrecha relación con el contexto. La idea era
    incidir plásticamente sobre la sociedad procurando ampliar
    su visión del arte. El Taller, a través de todos
    sus actores, tomaba el compromiso de mostrar su producción artística y defenderla
    ante una sociedad que, en general, no comprendía sus
    principios
    plásticos y su forma de actuar.

    El Taller Torres García presentaba una propuesta
    plástica y educativa innovadora que se enfrentaba con un
    ambiente poco tolerante a los cambios. Para ello utilizaba todos
    los medios a su disposición. Las lecciones de Torres
    García, las revistas de divulgación, las
    exposiciones de obras y los trabajos colectivos
    constituían una forma de manifestarse ante la sociedad. En
    definitiva todo este esfuerzo era el reflejo de un ambiente
    interno creativo muy fermental, que pujaba por encontrar su lugar
    en la plástica nacional y proyectarse con un alcance
    regional, buscando para ello las raíces de la
    tradición indoamericana. Todo esto resultaba
    particularmente atrayente para jóvenes
    artistas.

    4 EL
    ANÁLISIS CONCEPTUAL DE LAS ACTIVIDADES

    Los estudios de Fló y Barnitz muestran la
    importancia que se daba al marco de referencia reafirmado con el
    dictado de múltiples conferencias respaldadas por profusa
    bibliografía. Barnitz
    ha descrito el método de
    enseñanza de Torres García de la siguiente manera:
    "Su método de enseñanza consistía en
    demostraciones de sus teorías por medio de uso de
    diagramas y la asignación de proyectos que
    permitían a sus estudiantes aprender la historia de las artes a
    través de la práctica, y no sólo de la
    teoría." (Fló y Barnitz, 1991, pág. 30).
    Estas apreciaciones también son coincidentes con los
    resultados de esta investigación, en lo referente al
    énfasis en aprender haciendo.

    El maestro siempre insistió en la necesidad de
    una formación académica fuerte desde la óptica
    constructivista. Las charlas semanales sobre arte, cuidadosamente
    preparadas por Torres García, mostraban esta
    preocupación por la formación artística. Sin
    embargo, la defensa de los ideales plásticos
    constructivistas, tantas veces criticada, no era a ultranza. Esto
    lo aclara muy bien su hijo: "En el Taller se enseñó
    pintura medida y arte constructivo. A partir de ahí
    libertad".
    (Entrevista a
    Augusto Torres el día 4 de febrero de 1981 en Barcelona
    contada por García Puig, 1990, pág. 153)

    En su estudio García Puig (1990, pág. 152
    y siguientes) aclara que si bien en definitiva se siguió
    una línea doctrinaria en torno al constructivismo,
    los objetivos finales no han sido instrumentados mediante un
    conjunto explícitamente ordenado de objetivos educativos y
    actividades pedagógicas para alcanzarlos. Todo
    parecería indicar que se seguía un esquema abierto
    de búsqueda de resultados a través de la
    experimentación. Esto obviamente no significa que
    intuitivamente no se tuviera claro hacia donde se quería
    ir, en términos educativos y, cuales eran las actividades
    necesarias para lograrlo.

    No existía un programa de
    actividades académicas pre-establecido. Cada estudiante
    entraba en el Taller y comenzaba a practicar. Iniciaba así
    un arduo camino de práctica, generalmente con el apoyo de
    los discípulos más evolucionados. El trabajo
    básico en los fundamentos del dibujo era
    duro y exigente. Algo similar ocurría con el pasaje del
    dibujo a la pintura. Sin embargo, cada uno trabajaba a su ritmo,
    sin limitaciones de tiempo. Se vigilaba preferentemente la
    calidad
    plástica del aprendizaje. El maestro seguía de
    cerca la evolución de los discípulos haciendo
    sugerencias personalizadas.

    El desarrollo
    general del aprendizaje de un discípulo que entraba al
    Taller tenía cierto ordenamiento lógico, si bien no
    existía una secuencia determinada para las clases que se
    dictaban. Las prácticas del Taller se elaboraban siguiendo
    un criterio general que se basaba en separar el aprendizaje en
    sesiones de trabajo diferentes en las que se ponía
    énfasis en temas plásticos distintos comenzando por
    el dibujo y siguiendo por la pintura. La idea de esta forma de
    encarar la formación inicial, era lograr que los
    estudiantes recibieran un entrenamiento
    básico para comprender las reglas que forman parte del
    lenguaje
    plástico elemental y para operar plásticamente con
    ellas.

    Había un conjunto de actividades que eran como un
    esqueleto básico para encarar el entrenamiento
    práctico inicial del estudiante en los fundamental del
    manejo del dibujo y del color. Estas
    actividades formaban parte de las opciones educativas disponibles
    para lograr integrar a los discípulos novicios en la
    organización del Taller. Por ejemplo, la serie de
    lecciones de aprendizaje del dibujo en sesiones prácticas
    frente a un modelo. En general una naturaleza muerta. (Aunque
    también se utilizaban modelos vivos). Esta serie
    incluía sesiones en los que se ponía énfasis
    en diferentes objetivos como por ejemplo: la realización
    de una síntesis esquemática o, el manejo del
    claro-oscuro.

    El ciclo de formación básica se fue
    puliendo con el tiempo, a medida que los discípulos
    docentes mejoraban su organización y adquirían
    más experiencia en el manejo de recursos
    didácticos aplicados a la enseñanza del oficio. Sin
    embargo nunca se llegó, durante el período
    estudiado en esta investigación, a una formulación
    expresa de un programa de enseñanza que abarcase en forma
    sistemática la enseñanza del dibujo y de la
    pintura. Menos aún lograron formalizarse las experiencias
    educativas exploratorias realizadas empleando otros medios
    expresivos, como la talla de madera o la
    cerámica.

    Años después de finalizadas las
    actividades del Taller Torres García, Gurvich, que fue
    docente del Taller en la época de Torres García,
    trasmitiría a su discípulo Fernández un
    esquema básico de lecciones de dibujo, con un orden
    establecido. (Guillermo Fernández, entrevista grabada el
    19 de junio de 1995 en su propio taller).

    Ese esquema de lecciones de dibujo de Gurvich incluye 11
    aspectos diferentes que hacen al dominio del oficio de
    dibujante:

    01) Dibujo analítico del natural, en una
    línea;

    02) Dibujo sintético del natural eliminando
    detalles de borde;

    03) Dibujo sintético del natural utilizando
    sombras;

    04) Dibujo del claro-oscuro;

    05) Dibujo geométrico del natural destacando
    ritmos lineales;

    06) Dibujo geométrico del natural destacando
    formas;

    07) Dibujo mental buscando rescatar la idea
    representativa del objeto;

    08) Dibujo visual, construido con base en la luz;

    09) Dibujo sin modelo, geométrico
    convencional;

    10) Esquema simplificado de la realidad;

    11) Dibujo simbólico, con manejo sólo del
    símbolo.

    Este ciclo de formación sobre dibujo, nunca fue
    expresamente declarado en época de Torres García,
    pero en su esencia se cumplía con los 11 puntos
    establecidos. Todos los fundamentos reunidos en este ciclo de
    clases de Gurvich, eran parte de las sesiones de dibujo del
    Taller. Es interesante señalar que un proceso de
    formación basado en este ciclo de clases, genera
    gradualmente un tipo de deformación plástica de la
    imagen, que se
    torna característico de las obras producidas por la
    escuela. Además la incidencia del ordenamiento ortogonal y
    el uso de la sección áurea, daban un toque
    distintivo adicional. Esto era lo que ocurría precisamente
    en el Taller.

    Algo similar a lo que ocurría con el dibujo, se
    presentaba en el manejo de los colores. Tampoco
    existía un ciclo ordenado de sesiones que contemplaran la
    formación básica sobre pintura. Sin embargo, como
    resultado del análisis del empleo del
    color tan característico del Taller, queda claro que el
    aprendizaje permitía lograr gradualmente una
    comprensión uniforme, sobre la necesidad de valorar el uso
    del color, en relación con un orden plástico
    representado. Esto generaba un manejo del tono (valor)
    también característico de las obras producidas por
    el Taller. El tono adquiría un rol muy significativo en
    las producciones artísticas de la escuela
    torresgarciana.

    Como referencia sobre la presencia de temas relacionados
    con el color y el tono en la bibliografía de Torres
    García, se pueden consultar los escritos seleccionados por
    Fló que van del punto 342 al punto 366. (Fló, 1974,
    pág. 117 a 123). El análisis de esta selección
    muestra la
    preocupación de Torres García por la
    enseñanza práctica de la pintura. Incluso se anota
    por ejemplo, la recomendación de utilizar "medios
    socorridos" para lograr aplicar en la práctica las
    recomendaciones emanadas del enfoque conceptual de la pintura.
    (Esta es una técnica que tiene por objetivo
    mejorar rápidamente el empleo de la forma y del
    color).

    La utilización del color estaba fuertemente
    limitada. Tanto en el número de los colores utilizados,
    como en la posibilidad de mezclarlos. Se empleaban dos
    tonalidades distintas: una con los colores básicos del
    prisma y otra más baja, "en tierras". A estas dos
    tonalidades se agregaba el blanco y el negro. Se recomendaba no
    mezclar colores de cada grupo y
    entonar con el blanco y el negro, como procedimiento
    socorrido. Se afirmaba que no importaba al verdadero artista, el
    emplear una paleta de tonos bajos o de tonos brillantes, si los
    armonizaba adecuadamente en el cuadro. Sin embargo, la paleta
    baja era la realmente característica, de los trabajos del
    Taller.

    Por encima del tratamiento del color, el manejo del tono
    era uno de los puntos clave en la enseñanza
    práctica de la pintura, en el Taller. El maestro dedicaba
    mucho tiempo a apoyar directamente a los discípulos en la
    apreciación de la unidad plástica de las obras.
    Este empeño era consecuente con la importancia dada a la
    estructura y sobre todo, a los valores
    (tonos) en cada cuadro. Torres García asociaba el manejo
    del tono (valor) con la calidad plástica de la obra.
    Juzgando solamente este resultado en sus discípulos, la
    producción plástica del Taller marca otro
    éxito
    de la forma de enseñar de Torres García.

    A pesar de las dificultades que pudiesen encontrar los
    discípulos novicios en el manejo del color y sobre todo
    del tono, los resultados indican que las reglas aplicadas, que
    incluían entre otros aspectos la reducción de la
    paleta utilizada, la utilización de los colores puros, la
    recomendación de no mezclar colores o las técnicas
    para manejo del tono local, fueron muy bien aprendidas. Torres
    García se ocupó insistentemente de estos problemas
    en gran parte de sus lecciones y sus enseñanzas eran
    objeto de práctica constante en las clases del
    Taller.

    Cuando un discípulo completaba su
    formación básica, cosa que no estaba expresamente
    establecida por ningún procedimiento de evaluación
    específico del Taller, abandonaba gradualmente la
    realización de ejercicios guiados por los
    discípulos avanzados, para entrar a perfeccionarse.
    Aparentemente, en esta fase de la formación
    artística, el discípulo pasaba por un
    período de transición en el que debía buscar
    una forma más personal de expresión
    plástica. Todo ello ocurría sin comprometer un
    fuerte espíritu de grupo que determinaba un intercambio
    muy grande entre los discípulos y con el propio
    maestro.

    Las enseñanzas básicas permitían
    que los discípulos novicios lograran un dominio especial
    del dibujo y la pintura, que frecuentemente se manifestaba
    mediante una producción, que se puede denominar
    característica del Taller. Esto incluye: una pintura
    construida, una paleta recortada, un modo de entonar y un sentido
    del ritmo. Según Olalde, este conjunto de elementos
    vinculaban de alguna manera la producción artística
    del Taller acuñando una identificación
    común, que frecuentemente se usaba como firma por varios
    discípulos en las obras iniciales: "TTG". (Entrevista
    grabada con Gastón Olalde, el 27 de junio de 1995 en su
    casa)

    Cuando el estudiante avanzado lograba cierto dominio de
    un conjunto de funciones
    básicas elementales, comenzaba a trabajar más
    libremente procurando encontrar un estilo propio. Ese estilo casi
    siempre giraba en torno a la pintura construida, que era el sello
    identificador de la propuesta del Taller. En esta etapa de la
    formación, la producción independiente de obras de
    arte por parte del discípulo y el análisis conjunto
    de las mismas con el maestro, pasaba a ser la práctica
    educativa más representativa de la modalidad del trabajo
    del Taller.

    En los hechos los temas que eran objeto de
    investigación plástica no formaban parte de una
    secuencia cronológica, por lo menos explícitamente
    definida. Los temas puestos a consideración
    respondían frecuentemente a las necesidades del momento. A
    veces Torres García hacía una determinada
    sugerencia y luego los discípulos experimentaban. La
    experimentación seguía hasta que se cerraba el
    ciclo. A veces esos ciclos eran muy cortos, finalizando en pocos
    días. Otras veces se prolongaban en el tiempo.

    El trabajo de aprendizaje a través de la
    experiencia individual que todo estudiante debía hacer,
    constituía la marca de fábrica del Taller. Esto no
    descartaba actividades de tipo conjunto con otros
    discípulos o con el propio maestro, propias del ambiente
    fermental que se vivía en el Taller. El trabajo colectivo
    se daba cuando Torres García supervisaba el tratamiento de
    un tema específico. Según señalara
    Hernández: "En un determinado momento [el maestro] los
    juntaba para tratar un tema común. Por ejemplo, el
    tratamiento de los colores puros." (Hernández entrevista
    grabada el 31 de julio de 1994 en su casa)

    Frecuentemente, en sus charlas en el Taller, a las que
    asistían semanalmente sus discípulos, Torres
    García presentaba problemas plásticos cuya
    resolución hacía posible que el receptor lograse
    descubrir nuevas formas de interpretación de una obra de
    arte. Solía plantear ejercicios que permitieran comprender
    cuestiones plásticas, entrenando el ojo del estudiante.
    Frecuentemente reafirmaba el aprendizaje de sus alumnos, mediante
    el análisis de reproducciones de obras realizadas por los
    grandes maestros de la pintura universal. También
    utilizaba como ejemplos, obras paradigmáticas realizadas
    por integrantes del Taller.

    En las entrevistas realizadas durante esta
    investigación se ha confirmado que la actividad educativa
    del Taller estaba basada en la experimentación personal de
    los discípulos siguiendo una línea de
    producción artística construida. El maestro los
    incentivaba para que, mediante esa búsqueda, se fueran
    superando. El marcaba una dirección y se realizaban experiencias en
    esa línea hasta agotarla y continuar con otra. En esta
    búsqueda, la enseñanza se tornaba muy
    personalizada. Cada discípulo recibía, de distintas
    maneras, la atención del maestro quien lo orientaba,
    procurando potenciar sus habilidades personales.

    Además existían actividades
    complementarias muy importantes que se desarrollaban más
    esporádicamente y que también formaban parte de las
    opciones educativas empleadas en el Taller. La actividad
    más representativa de este grupo era la preparación
    de exposiciones. En esta actividad se invertía mucho
    tiempo y esfuerzo. De cierta manera era como un examen de la
    producción artística del Taller ante el maestro y
    ante el medio. Ha sido siempre el gran reto para los
    discípulos. La presentación a la sociedad de su
    trabajo. (Esta actividad está abundantemente documentada
    en catálogos, revistas y en la prensa
    local).

    También se desarrollaron actividades especiales
    que se organizaron con el apoyo de maestro cuando ha sido posible
    y que han constituido una característica importante para
    diferenciar al Taller. La actividad especial más relevante
    ha sido el trabajo de pintura mural colectivo fuera del Taller.
    La pintura mural, por su importancia, fue analizada separadamente
    contrastando con el marco
    teórico de referencias. Esta actividad, siempre
    presente en la trayectoria de Torres García, reforzaba la
    identidad del
    grupo y le daba un sentido más trascendente a la
    producción artística, como lo plantea Gardner en su
    modelo descrito en el marco teórico.

    A nivel de evaluación personal se destacan las
    correcciones de los trabajos tanto por el maestro, como por los
    discípulos más avanzados. Para realizar esta tarea
    existían múltiples procedimientos,
    que se usaban indistintamente según fuera el caso. En gran
    parte de las entrevistas se destacan las críticas habladas
    de Torres. Su peculiar forma de expresarse para llegar al
    discípulo. También se cita su cuaderno de notas, en
    el que hacía esquemas según lo refieren
    discípulos como Hernández, Pailós y Pezzino
    entre otros.

    La evaluación colectiva era menos frecuente en el
    tiempo. Se hacían evaluaciones de cuadros en general
    previas a las exposiciones. La opinión de Torres
    García era fundamental para decidir que cuadros se
    expondrían. Esta selección era frecuentemente
    respaldada por una justificación que incluía una
    valoración de las obras y una marca distintiva de la
    misma. Los elogios de Torres a una obra en particular, que en
    general eran muy precisos, eran motivo de orgullo para el
    discípulo. Algunos discípulos, como por ejemplo
    Piria, pueden recordar 50 años después que dijo
    Torres de tal o cual cuadro.

    Esta forma de evaluación colectiva se manifiesta
    con el tiempo en una especie de pequeñas exposiciones
    internas, en que se evaluaban conjuntamente las obras, que
    adquiriría mucha importancia luego de la muerte de
    Torres, como elemento de análisis crítico conjunto,
    de la producción artística del Taller. (Y que se
    conocería finalmente con el nombre de "la
    arpillera").

    Es importante precisar que los juicios eran en torno a
    cuadros y no se generalizaban a los discípulos. (No
    había un ordenamiento de mejores discípulos). La
    diferenciación entre los discípulos se
    producía por decantación y normalmente
    recaía en los discípulos más antiguos, que
    eran los seleccionados para asistir a los discípulos
    más novicios. Esto sin perjuicio de los juicios informales
    de valoración de aptitudes que cada integrante hiciese de
    los demás miembros del grupo. Esta forma de actuar
    fortalecía la unidad, sin descartar enteramente la
    competencia
    para superarse.

    Además, y como característica distintiva
    de la escuela torresgarciana, ocupan un lugar muy importante
    todas las actividades de difusión general encaradas por el
    Taller generalmente con al apoyo de la Asociación de Arte
    Constructivo. Entre ellas se destacan las conferencias del
    maestro fuera del Taller, la publicación de libros sobre
    constructivismo y más específicamente, la
    preparación de artículos para Removedor y otras
    publicaciones.

    5 COMPARACIÓN
    CON EL MODELO EDUCATIVO DE REFERENCIA

    Para analizar el modelo educativo del Taller se ha
    realizado una selección de los principales factores
    identificados procurando caracterizar su perfil educativo y poder
    calificarlo comparativamente con el marco de referencia. Se han
    identificado algunas de la características del "modelo
    tecnológico" propuesto por Chadwick y se lo ha contrastado
    con el "modelo tradicional" de enseñanza. De este trabajo
    se puede concluir que el Taller Torres García había
    incorporado muchas de las características educativas
    innovadoras que lo diferenciaban nítidamente de sus pares,
    en el Uruguay de
    entonces.

    En el estudio del marco conceptual de referencia se han
    rescatado especialmente la relación con la propuesta de
    Ausubel teniendo presente la idea de aprendizaje significativo y
    el modo en que se pone énfasis en el sentido lógico
    de los contenidos, en términos de no arbitrariedad,
    claridad y verosimilitud. En particular se ha considerado el
    planteo de la receptividad como apoyo para la formación
    teórica, en base a contenidos que son establecidos
    preferentemente por el responsable de la instrucción, sin
    perjuicio del rol activo del estudiante en el proceso de
    enseñanza.

    La necesidad de un conjunto orgánico de ideas
    firmemente establecidas forma parte de la doctrina
    constructivista que define una forma de ver los objetos
    plásticos, que es la base de todos los aprendizajes
    nuevos, que en la práctica del taller se elaboran a partir
    de ellos. Los conocimientos básicos de la doctrina
    constructivista, en los que Torres García puso tanto
    énfasis, sirven de anclaje de los nuevos conocimientos. El
    "anclaje" en elementos conceptuales comunes, es lo que
    precisamente da el apoyo para lograr ver la pintura con unos ojos
    diferentes, más concentrados en aspectos plásticos,
    que en la realidad.

    El aprendizaje del propio maestro y de sus
    discípulos en la escuela constructivista del Taller Torres
    García permite poner en evidencia los procesos mentales
    que Ausubel reconoce en el aprendizaje. La percepción
    de proposiciones en conflicto manifestadas al pintar, el intento
    de síntesis de dichas proposiciones, el surgimiento de
    nuevas proposiciones emergentes del conflicto, la
    asimilación del nuevo nivel cognitivo hasta lograr cierta
    estabilidad, la diferenciación progresiva de los
    conocimientos y habilidades adquiridas y finalmente la
    consolidación del nuevo estado, a
    partir del que se repite el ciclo continuo del
    aprendizaje.

    Este proceso es profundamente individual reafirmando la
    idea de construcción del conocimiento desde la experiencia
    personal. Esta forma de concebir el aprendizaje se pone
    claramente en evidencia en la organización y
    funcionamiento del Taller Torres García y es consecuente
    con el modelo de aprendizaje de Ausubel y también con la
    concepción humanista del aprendizaje de Rogers. La
    interacción personalizada entre el alumno y el profesor y
    la dinámica interactiva entre ellos son
    características distintivas del modo de enseñanza
    en el Taller Torres García. Reafirmando el rol del alumno
    como indicador de lo que es importante y en definitiva, como
    referente de la calidad de la experiencia educativa.

    La afinidad entre las ideas en que se basa la
    teoría de Ausubel y las ideas torresgarcianas de
    enseñanza se ponen en evidencia en varios puntos. La
    importancia de expresar los objetivos educativos de manera
    general, sin entrar en aspectos específicos, es el primer
    punto de coincidencia de ambas visiones. El segundo es la
    necesidad de instrucción individualizada. Ausubel plantea
    que el objetivo primordial de la enseñanza debe ser
    tornarla individualizada y el Taller Torres García es un
    ejemplo de enseñanza centrada en el individuo y no en la
    clase como un todo.

    Otro punto importante en común es la idea de que
    la
    motivación no es solamente la "causa" del aprendizaje.
    La relación entre motivación
    y aprendizaje es vista como algo recíproco por Ausubel.
    Por su parte, la enseñanza en el Taller Torres
    García determinaba relaciones de causa-efecto que dejaban
    indeterminado el rol motivador entre origen previo o refuerzo
    posterior del interés.
    El impulso movilizador de las ideas del maestro podía
    actuar como motivador, tanto como el análisis de los
    resultados prácticos de la experiencia creadora. Por otra
    parte, los ejercicios duros y la disciplina de
    trabajo podían resultar poco motivadores, pero el equilibrio se
    restablecía cuando la obra aparecía frente a todos,
    como una síntesis plástica del esfuerzo
    realizado.

    La incorporación de ideas estables que han
    servido de referencia doctrinaria y el refuerzo práctico
    de los textos de referencia han sido muy cuidados en el
    funcionamiento del Taller Torres García. Esto ha llevado a
    algunos a afirmar que Torres García enseñaba
    constructivismo pero no se preocupaba por enseñar a
    pintar. Sin embargo, después de un análisis
    más profundo del funcionamiento del Taller, ha quedado
    claro que los esfuerzos han ido por el lado de integrar una idea
    plástica, con una forma de pintar y ambas han debido ser
    objeto de trabajo disciplinado.

    Torres García reafirmaba las ideas
    plásticas esenciales y dejaba en manos de los
    discípulos más avanzados la práctica
    inicial. De esta manera, la necesidad de enseñanza
    individualizada no se ha visto limitada por las posibilidades
    físicas del maestro, para estar en relación directa
    con la práctica de sus discípulos en todo el ciclo
    del aprendizaje.

    Otro aspecto común entre las visiones de Ausubel
    y Torres García ha sido el relacionado con el rol del
    profesor como director del aprendizaje. El profesor ha debido
    actuar como orientador del estudiante durante el proceso de
    enseñanza. Además el estilo de enseñanza
    estaba relacionado siempre con los objetivos particulares de cada
    unidad de instrucción. Ese punto ha sido particularmente
    relevante en los métodos de
    enseñanza del Taller Torres García.

    Los roles de docente y alumno cambiaban según la
    situación de aprendizaje de que se hablara y sobre todo,
    del nivel de desarrollo plástico en que se encontrara cada
    uno de los discípulos. Por ejemplo, la relación ha
    sido muy parca y dura en la corrección de los ejercicios
    iniciales ante modelos y muy discursiva y flexible al analizar
    las obras más acabadas, frente a la "arpillera". De esta
    manera se ejercía una tutela que iba de mayor a menor. En
    el comienzo del proceso de aprendizaje era muy guiada y
    gradualmente más libre, cuando se lograba un mayor grado
    de desarrollo plástico.

    6
    CONCLUSIONES

    La investigación realizada en el marco de la
    tesis de maestría, puso atención en aquellas
    teorías educativas que pudiesen servir de sustento para
    interpretar las bases teóricas que permiten analizar el
    funcionamiento del Taller. Asi se planteó la propuesta de
    Ausubel, partiendo del aprendizaje significativo para comprender
    cómo se realizaba la formación básica de los
    novicios en el Taller Torres García.

    Se han rescatado especialmente la relación del
    funcionamiento académico del Taller, con la propuesta de
    Ausubel teniendo presente la idea de aprendizaje significativo y
    el modo en que se pone énfasis en el sentido lógico
    de los contenidos, en términos de no arbitrariedad,
    claridad y verosimilitud. Tres puntos muy valorados por Torres
    García en su prédica de una nueva visión de
    las artes plásticas para América
    del Sur y en definitiva para el mundo,

    En particular se ha considerado el planteo de la
    receptividad como apoyo para la formación teórica,
    en base a contenidos que son establecidos preferentemente por el
    responsable de la instrucción, sin perjuicio del rol
    activo del estudiante en el proceso de enseñanza. Esto era
    uno de los elementos más representativos del
    funcionamiento muy flexible del Taller.

    También se ha identificado la importancia que
    tenía en la visión educativa de Torres
    García todo lo relacionado con el rol del profesor, como
    director del aprendizaje. El maestro actuando como punto de
    referencia y como orientador del estudiante durante todo el
    proceso de formación como artista plástico. Y
    además, en forma complementaria, actuando como guía
    del estudiante, en aspectos teóricos y prácticos
    específicos en el proceso de aprendizaje de las artes
    plásticas.

    Se puede decir que Torres García, tal vez de
    manera intuitiva y seguramente debido a su gran experiencia como
    docente, captó una parte importante de lo que, por
    vía separada y sin relación con el Taller torres
    García, formulara Ausubel en su teoría. A partir de
    los años de experimentación docente, el Maestro
    daría un paso más, aplicando en la práctica
    y con singular éxito en el taller que lleva su nombre una
    propuesta educativa de enseñanza de las artes
    plásticas realmente muy madura.

    7 REFERENCIAS
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     AUTOR

    CARLOS A. PETRELLA

     

     

     

     

     

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