Consideraciones desde sus usos y
funciones
- Consideraciones
generales. - Acerca de los conceptos
básicos - Definiciones y las relaciones
funcionales - Los usos y funciones de los
términos: lenguaje, identidad, cultura y sus
implicaciones en la vida escolar - Lo funcional en niveles
más complejos de la vida social. - Hombre, lenguaje y
cultura - Bibliografía
Podría decirse que una buena parte de los
hechos que enmarcan nuestra vida social son tangibles a partir de
sus determinaciones funcionales. Tal es el caso de los elementos
de análisis que ocupan estas líneas, en
las cuales se establece un acercamiento, en el sentido de sus
usos.
Los hechos del lenguaje, entendidos en una
relación de doble vía con los hechos de la
identidad cultural, son visualizados en esta perspectiva. Es
decir, el valor de uso
como posibilidad de apreciar los términos en sus contextos
y ambientes de acción.
Es esa la intención primaria del presente
ensayo. De
ahí que se procuren inicialmente unas consideraciones
generales acerca de los términos en referencia, siempre
articulados en sus dinámicas. Luego se establecen unas
pautas definitorias, con el ánimo de visualizar las partes
e integrarlas a un todo, comprendido en el espacio escolar y en
la estructura
social más compleja.
Todos estos componentes del texto
funcionan como soportes de la hipótesis general, en los cuales los
ejemplos citados acuden con propósitos orientados a
ilustrar dos fases contrapuestas: la no funcional—la
funcionalidad y sus implicaciones.
El abordamiento temático, si bien puede ser
enriquecido con nuevos elementos
teórico—experienciales, permite sopesar de manera
positiva las hipótesis que
regulan las ideas centrales del texto.
El lenguaje como creación
cultural establece los principios
constitutivos de la identidad del individuo y de los
grupos
sociales, mediante las formas particulares en que se
desarrollan los idiolectos, los dialectos y las lenguas,
principalmente. Estas variantes lingüísticas dan
forma contextual y conceptual al carácter
funcional del lenguaje.
En el ámbito de lo contextual se relacionan
los componentes socioculturales, en los cuales se dinamizan los
lenguajes. Así como en el terreno de lo conceptual se
establecen los sentidos que
comportan su estructura y función
interna. Como se observa, la aproximación desde lo
funcional a la relación lenguaje – identidad y
cultura
señala una línea que se articula a la
comprensión de la lengua en sus
usos y en sus posibilidades dinamizadoras de los procesos
socioculturales, en los cuales adquiere sentido de identidad el
individuo y el grupo social,
del cual es componente.
La configuración temática así
esbozada, propone la búsqueda de una apropiación
conceptual básica para comprender sus elementos, como
insumos necesarios para visualizar el desarrollo del
trabajo que aquí se aborda. Para el efecto se acude, en
primer término, a los documentos de
autores de mayor relevancia en este campo y a los aportes
experienciales que puedan tener sentido práctico y
teórico. Por circunstancias de orden práctico y
operativo en el trabajo, se
utilizan indistintamente los conceptos de lenguaje y de lengua.
Lo que no implica desestimar los usos específicos que en
algún momento se le puedan dar a los términos
lenguaje y lengua. El primero visto en un sentido abarcador de
los sistemas de las
lenguas y el segundo asociado a los idiomas: español,
inglés,
francés, etc.
Para efecto más prácticos el lenguaje
entendido como el objetivo
particular de estudio de la lingüística. Es decir, el
lenguaje, un objeto del conocimiento,
asumido en su funcionalidad. El lenguaje en situación
(Ducrot, 1981.)
Al respecto André Martinet en su obra
"El lenguaje desde el punto de vista funcional" muestra el
recorrido, no menos problemático, que la
lingüística ha tenido que llevar a cabo desde sus
primeros intentos, por superar los obstáculos
epistemilógicos y conquistar el carácter de
disciplina
científica, con su objeto particular de estudio: El
lenguaje.
En esta trayectoria, el lenguaje se descubre en su
funcionalidad y en sus usos, que adquieren sentidos a partir de
sus relaciones internas (lo intrínseco) y con otras
áreas del comportamiento
(lo extrínseco). La funcionalidad interna corresponde a lo
que podría denominarse, un lenguaje hablando de sí
mismo, reconociéndose en sus componentes; en tanto que la
funcionalidad externa responde a un lenguaje vehiculizando
saberes, reconociéndose en la actividad
comunicadora.
La perspectiva funcional del lenguaje, objeto de
estudio de la lingüística, permite establecer su
carácter dinamizador de los procesos culturales de la
comunidad, en
la cual interviene. Los sentidos culturales se dinamizan
proyectivamente mediante la intervención del
lenguaje de la comunicación y del
lenguaje del conocimiento. Ambos términos:
comunicación y conocimiento, están
implicados en el desarrollo y optimización de los recursos
lingüísticos con que cuentan el individuo o una
comunidad determinada.
En esta interconexión del lenguaje
comunicacional, que socializa saberes y prácticas, y
del lenguaje del conocimiento que comporta saberes,
se estructura la identidad cultural con sus rasgos
individuales y colectivos. Los usuarios del lenguaje establecen
su relación cultural, en la medida de sus roles y de
posibilidades.
La dinámica funcional del lenguaje,
asumida en su carácter cognoscitivo y comunicacional,
propone variados enfoques multidisciplinarios para su estudio.
Estos enfoques se articulan o se distancian del objeto, en la
medida de sus implicaciones comunicantes de las cuales el
lenguaje es su punto de referencia más importante. Es
decir, la relevancia, en un momento dado, de los acercamientos al
lenguaje funcional, determinada por los intereses de estudio
particular de cada disciplina, responde al carácter que se
le imprime en momentos y en circunstancias dadas.
Así, disciplinas de estudio como la
sociolingüística, la neurolingüística, la
geolingüística, entre otras, reclaman para sí
aproximaciones al lenguaje funcional, desde sus áreas. Y
por supuesto, en cada área el lenguaje es reconocido en su
acción dinámica, de manera interactuante.
Además, esta variedad de enfoques, lejos de desintegrar la
visión funcional del lenguaje, fortalece el acopio
teórico–práctico para su estudio.
La referencia a los estudios particulares
(enfoques disciplinarios), reconoce en el lenguaje la
particularidad de ser objeto de estudio de disciplinas distintas
a la lingüística, estableciendo, además, la
distinción entre el lenguaje como medio (instrumento) y el
lenguaje como referente de los estudios disciplinarios
(objeto).
El enfoque desde lo funcional, mediante el cual se
asume el presente trabajo, tiene su fundamento en el
reconocimiento y comprensión de la actividad mediadora, la
cual cumple el lenguaje, a través del tejido de redes interactuantes en el
contexto de una cultura determinada. En este tejido se pueden
identificar los rasgos lingüísticos particulares que
distinguen los individuos y los grupos sociales
que la componen.
Dentro de las funciones, la
función instrumental (mediadora) y cognoscitiva (saberes),
cumple roles culturales, en la medida en que ponen en evidencia
elementos del saber social, incluyendo los ideológicos,
mediatizados por los sentidos propios de la comunidad. Esta
capacidad de producir sentidos guarda estrecha relación
con los intereses de los usuarios y sus niveles de desarrollo
lingüísticos.
Con estos planteamientos, al asumir el estudio
del lenguaje, la identidad y la cultura, desde una
aproximación funcional, se pretende reconocer la estrecha
relación entre los términos, materializada en las
prácticas cotidianas y, principalmente en el desarrollo de
patrones culturales y lingüísticos de las sociedades
actuales.
ACERCA DE LOS
CONCEPTOS BASICOS
Resulta indispensable, de esta manera, partir de
los conceptos previos, básicos de los términos,
para una mejor comprensión del tema en
referencia.
El término lenguaje presenta varias
acepciones, aunque sin variaciones significativas. Estas
obedecen, principalmente, al ámbito particular de cada
estudio, en concordancia con las necesidades propias de cada
enfoque. Se cita aquí una definición generalizada
que proporciona el diccionario
Enciclopédico Espasa, en su edición española
de 1985.
"Lenguaje. Conjunto de sonidos articulados
con que el hombre
manifiesta lo que piensa o siente – Idioma hablado por un pueblo
o nación,
o por parte de ella – Manera de expresarse – Estilo y modo de
hablar y de escribir de cada uno – Uso del habla o facultad de
hablar – Conjunto de señales que dan a entender una cosa –
Conjunto de caracteres, símbolos, representaciones y
reglas que permiten introducir y tratar la información en un ordenador".
En cuanto al término cultura, se
presentan igualmente varias definiciones concurrentes, por su
pertinencia temática, en el planteamiento de I. Savranski,
en su libro "La
cultura y sus funciones":
"La cultura es un sistema complejo
que funciona con determinada integridad y dinamismo. Incluye un
conjunto de diversos subsistemas, los cuales
desempeñan un papel esencial
en la creación y difusión de los valores
espirituales".
Buena parte de los subsistemas de la cultura tiene
que ver con los códigos lingüísticos que
circulan, merced a las interacciones comunicantes entre los
usuarios pertenecientes a una cultura determinada. En esta
dinámica, la comunidad crea sus sentidos culturales y
difunde sus valores
espirituales.
Como se observa en esta definición de
cultura, se muestra una mayor susceptibilidad a ser estudiada,
como objeto, desde el campo de la filosofía y la sociología. Condición ésta
que no rechaza intervenciones desde los estudios de los
folclorólogos, con una disciplina que ha venido copando
espacios de la antropología (Motta, 1985) y de la literatura (Oliveilla,
1982).
Asumiendo relacionalmente los, concepto del
lenguaje y de la cultura, se advierte la necesidad de reconocer
los hilos funcionales que los trascienden de manera
recíproca. Es decir, el lenguaje como subsistema del
sistema cultural, portador de sentidos e instrumento, a la vez,
de la
comunicación de los valores espirituales de una
comunidad dada. La cultura, a su vez, creadora de los lenguajes y
vehiculizada por éstos. En este marco se configuran los
elementos que le dan identidad a los usuarios de una
comunidad.
La identidad podría considerarse,
entonces, como producto de la
relación funcional entre lenguaje y cultura,
o bien como el grado de intervención de los individuos en
este proceso.
Intervención que no puede ser pasiva (por el sólo
hecho de pertenecer a la comunidad) sino activa (en la medida de
los usos de los códigos lingüísticos y de los
valores espirituales de la cultura).
Entendido así, el término identidad debe
ser definido, superando su forma literal proporcionada por los
diccionarios
de la lengua española:
"Identidad / Calidad de
idéntico, hecho de ser una persona o cosa,
la misma que se supone o se busca, igualdad que
se verifica siempre, sea cualquiera el valor de las variables que
su expresión contiene…" (Espasa 1, 1985).
Una manera de superar esta definición
consiste en aprovechar las interpretaciones que suscita la
expresión "el valor de las variables", de donde se pueden
inferir connotaciones de orden antropológico,
ontológico, político, o bien,
lingüístico. Son las que, por sus características, permiten un mejor
acercamiento a los propósitos de este trabajo. Tenemos,
entonces, con estas variables interpretativas que el
término identidad se define:
Como una serie de atributos congénitos,
diferenciables marcadamente de los "otros". Otros que no
necesariamente deben responder a las caracterizaciones
estandarizadas de los grupos sociales. (Ruiz, 1987).
-
Se desprenden así dos identidades que no se descartan y
actúan correlativamente: Ontológicamente, el
individuo en su psicología, como una
particularidad "asignada" por el grupo, con unos rasgos que lo
semejan a los demás y lo diferencian entre ellos;
políticamente, los individuos, con sus códigos
lingüísticos, sus ideas y sus formas de vida que
enmarcan su pertenencia a determinado territorio, en el esquema
social-antropológico, y en cuyas prácticas se
expresa su filosofía de la vida: de lo cotidiano y lo
trascendente funcional.
DEFINICIONES Y LAS
RELACIONES FUNCIONALES
-
Implicados en esta trascendencia funcional, los términos
lenguaje, identidad y cultura asumen roles, que adquieren vigor
práctico en la medida de su capacidad de
intervención en los procesos sociales que dinamizan la
vida de una comunidad. Estas intervenciones, generalmente, van
coimplicadas, en donde las evidencias culturales son puestas en
escena por el lenguaje mismo, de acuerdo a sus ritmos internos y
a la correlación con otros elementos del sistema de la
cultura en general.
-
De esta manera, la aproximación funcional a los conceptos
de lenguaje, identidad y cultura, es una forma de comprenderlos
en su dimensión operativa. No es posible reconocer el
lenguaje en sí mismo, se distingue en sus relaciones que
le dan sentido a la vida en comunidad y se nutre de esos
sentidos para implicar otros, a su vez. De igual manera la
cultura es comprendida y puede ser explicada en sus
manifestaciones funcionales. La funcionalidad, es
expresión de los sentidos que le dan vida al lenguaje y a
la cultura. Lo funcional expresa y reconoce la identidad,
la hace manifiesta.
- Vistos
en su integridad, los términos lenguaje, identidad y
cultura se expresan conceptualmente, a partir de sus relaciones
solidarias y se materializan en sus prácticas, que pueden
en un momento dado determinar la preponderancia de los roles de
cada término, según los ambientes socio-culturales
les sean o no favorables. El contexto socio-cultural es muy
importante para el desarrollo funcional de los elementos en
cuestión.
Se abre así un marco de referencia para la
formulación de una de las posibles hipótesis que
pueden suscitar las aproximaciones funcionales al tema del
trabajo:
- Un
ambiente
socio-cultural favorable, posibilita en sus individuos
desarrollar inmejorables niveles del lenguaje.
El orden de los términos en la
formulación de esta hipótesis puede ser cambiado,
sin que con ello se alteren los sentidos que se pretenden
demostrar. Es decir, la aproximación funcional al estudio
de la relación lenguaje, identidad y cultura, no puede ser
alterada en su ordenamiento dado que se trata de darle sentido
operacional a los términos, implicándose entre
sí solidariamente, en un contexto socio-cultural
determinado.
Lo que sí es posible señalar es el
papel del lenguaje, entendido como subsistema del sistema
cultura. Una función que se define fundamentalmente
de carácter instrumental, cuyas implicaciones en la vida
social de los individuos y en el desarrollo del pensamiento,
es cada vez más elocuente, a partir de los estudios
sociolingüísticos (Labov, 1983),
psicolingüísticos (Grene, 1980),
neurolingüísticos (Luria, 1995), entre
otros.
Por las características del estudio,
así como por la variada información que proporciona
para dar respuesta a algunos de los indicios que se vienen
esbozando, se recurre a un ejemplo clásico. Una historia real citada por M.
Sídorov en su libro "¿Cómo el hombre
llegó a pensar?"
Se trata del hallazgo realizado por el misionero
Singj, su esposa y un grupo de expedicionarios en una de las
selvas de la India.
Impulsado por la curiosidad de descifrar historias de "fantasmas"
en una madriguera de lobos, contadas por asustados aldeanos, el
misionero descubre que se trata de dos niñas de año
y medio y ocho años aproximadamente. Llevadas a su casa
(centro de observaciones), para efectos de los estudios del caso,
se dan los nombres de Amala a la pequeña y de
Kamala a la mayor.
Los años de vida transcurridos con los
lobos de estas dos niñas, produjeron cambios considerables
en su estructura ósea y muscular. En los desplazamientos
permanentes con la manada, ponían en actividad las cuatro
extremidades, imitando el caminar de los lobos; así mismo,
la conformación de los maxilares les permitían
desgarrar la carne cruda, ayudadas por las manos un poco
más alargadas para su movilidad. Siempre comían con
las manos, en el tiempo de la
observación no fue posible que aprendieran
a manejar los utensilios.
Dentro de estos cambios, el más
sorprendente observado por el misionero y su grupo,
consistió en el deterioro irreversible de la capacidad de
habla de las niñas, determinado, entre otros, por la
temprana edad en la que presumiblemente fueron adoptadas por la
manada de lobos y el tiempo de convivencia en un ambiente de
mínimos requerimientos para la comunicación. En el
tiempo de observación las niñas emitían
leves gemidos, imitando los aullidos de los animales en
circunstancias de hambre, frío o peligro.
Estas exigencias mínimas en materia de
comunicación dieron al traste con el desarrollo del
lenguaje, correspondiente a sus edades, lo que presume un
sensible atrofiamiento de los centros cerebrales, destinados a
tal fin y de los órganos fonológicos articulatorios
del lenguaje hablado.
Desde el punto de vista del desarrollo del
pensamiento (Luria, 1993), la casi imperceptible
manifestación del lenguaje interior que constituye la base
del acto intelectual del niño, en estas edades, muestra
exiguas posibilidades mentales. El desarrollo de la actividad
práctica del niño, dice el mencionado autor, tiene
lugar con la participación de su lenguaje activo.
Ese lenguaje activo (funcional) en Amala y Kamala no está
presente, porque no es requerido entre los animales. Es una
facultad humana, hasta donde se conoce.
"Gracias al lenguaje el pensamiento permite elaborar
conceptos abstractos y formular conclusiones lógicas que
rebasan los marcos de la percepción
sensorial…" (Luria, 1993, p.25).
Atendiendo a la concepción de Luria, con
respecto a la importancia y función del lenguaje en
relación con el desarrollo del pensamiento, se puede
inferir que esta actividad mental no puede rebasar los marcos de
la percepción sensorial, dado que no existe el lenguaje
como soporte.
En el supuesto de un "lenguaje animal" se puede
establecer una distinción con el lenguaje humano; por
cuanto el primero sólo expresa en los sonidos que emiten
ciertos rasgos de afectividad, no logrando superar la
designación de los objetos concretos.
La designación de objetos concretos son
funciones de las palabras, que a juicio de Luria se cumplen en
tres fases: a) la catalogación objetiva o función
concesiva, b) la función abstracta o sintetizadora y c) la
función generalizadora.
Al no existir evidencias del lenguaje humano en
desarrollo, la fase de conceptualización con sus tres
tipos de funcionalidad, está ausente en las niñas
de la historia mencionada. No hay actividad
lingüística, porque el lenguaje, como se recuerda, no
existe en sí, sino en su funcionalidad. Y esta no
aparece, en tanto no se puede desarrollar sin un ambiente
cultural adecuado, que le dé identidad a las niñas
con relación al grupo. No hay una estructura del lenguaje
que posibilite el desarrollo del pensamiento. La
manifestación funcional del lenguaje no es posible sin un
ambiente apropiado para el desarrollo del pensamiento.
Desde el punto de vista social, la funcionalidad del
lenguaje está determinada por el ambiente socio-cultural,
en el cual se relacionan los usuarios (Halliday, 1994). Hay una
estrecha correlación entre el lenguaje y la vida social
(Bally, 1941). En el caso de las niñas de la historia,
esta correlación representa un nuevo ingrediente para
reconocer que la ausencia del lenguaje, funcionalmente hablando,
guarda relación con la ausencia de la vida cultural,
social y por tanto de identidad.
Podría pensarse en un entendimiento
mínimo, lingüísticamente hablando, entre Amala
y Kamala; sin embargo, el hecho de haber sido adoptadas, desde
sus primeros años de vida, se supone, no permitió
el desarrollo en su primera fase de los fundamentos del lenguaje
humano, más sí de adaptarse a los rudimentos
sonoros de los lobos. Justamente lo imprescindible para
sobrevivir en la manada.
Sin la presencia de interlocutores de la misma
especie (humana) no hay funcionamiento del lenguaje, y sin
esa funcionalidad el lenguaje no existe como tal. Este no
puede desarrollarse, teniendo como materia prima
los aullidos de los lobos, quienes los usan para cumplir
requerimientos mínimos, frente a situaciones especificas:
Hambre, frío, peligro. Además, las expresiones
afectivas mínimas que se traducen en algunos sonidos, no
pueden responder a toda la carga valorativa que circula, mediante
el lenguaje, en condiciones culturales favorables.
Funcionalmente la identidad no encuentra
razón de ser en circunstancias tan desfavorables. Perdida
la noción del ser, interaccionante, autónomo
y proyectivo, desaparecen los rasgos que pueden hacer semejantes
y diferenciables a los individuos. Aunque, según el grado
observador, los rasgos de afectividad en Amala y Kamala son
instintivamente fuertes. La muerte de
una de las niñas provoca una crisis en la
otra, crisis que se manifiesta en un mayor aislamiento del nuevo
grupo familiar (equipo de trabajo del Dr. Singj).
En esta misma dinámica de la "vida" de las
niñas, también desaparecen los vestigios de la vida
cultural. Con una mínima relación interpersonal,
los elementos básicos para la proyección de los
valores espirituales no funcionan, dado que la manada de lobos no
puede ser interlocutores para la dinamización de los
sentidos culturales. No son necesarios.
Vista la funcionalidad de los términos
lenguaje, identidad y cultura a la luz de la
historia de Amala y Kamala, se puede aventurar otra
hipótesis que no difiere mucho del planteamiento inicial;
pero que sí da cuenta de las múltiples
posibilidades que se mueven en este campo.
– Los niveles de utilización del
lenguaje por parte de sus usuarios, determinan el grado de
desarrollo del ambiente sociocultural en el cual
viven.
Con la formulación de esta hipótesis
se pueden canalizar nuevos elementos que permiten ampliar el
panorama conceptual y contextual de los términos lenguaje,
identidad y cultura, en el sentido de su funcionalidad. Genera
además otras hipótesis, proporcionando espacios
para el ejercicio de nuevas lecturas interpretativas de los
casos. Por ejemplo, si la historia de las dos niñas
muestra la correspondencia entre el incipiente entorno cultural y
el apenas perceptible "lenguaje animal" sonoro. Otros casos
pueden mostrar la correspondencia entre un espacio cultural
favorable con el desarrollo del lenguaje.
El pobre y casi nulo desarrollo del lenguaje, del
cual disponían las dos niñas de la historia,
sólo puede explicarse por su incipiente relación
social. El hombre es un animal social: El lenguaje es el producto
de ese instinto de sociabilidad, señala Aristóteles (citado por Bally p.28, 1941).
En la manada de lobos, las niñas seguían sus
comportamientos, adaptándose a sus prácticas
alimenticias y formas de comunicación, caracterizadas por
aullidos, como respuestas a los estímulos externos. Por
fuera de la manada, la actividad social era nula.
El medio cultural, al no existir, plantea pocas o casi
nulas exigencias comunicativas a las niñas, lo que se
traducía en el no uso de los códigos
lingüísticos, agravado por la atrofia de los
órganos productores de la voz humana. En estas
condiciones, el desarrollo de los principios de identidad
carecería de la más elemental conciencia de
vivir, a la manera de Bally, cuando plantea que "la vida en
función del lenguaje es la conciencia de
vivir y la voluntad de vivir". El hecho trágico es la no
existencia de identidad en las dos niñas.
Según Sídorov (1966), el ejercicio del
pensamiento libre y autónomo no puede desarrollarse en
circunstancias tan precarias. Amala y Kamala sólo viven un
presente continuo.
LOS USOS Y FUNCIONES DE
LOS TERMINOS: LENGUAJE, IDENTIDAD, CULTURA Y SUS IMPLICACIONES EN
LA VIDA ESCOLAR
En un ejemplo inverso a la historia de las
niñas, se podría citar la vida de la escuela. Lo que
muchos denominan "la cultura escolar". En esta, las condiciones
relacionales de la comunidad educativa se manifiestan en espacios
que brindan las mejores condiciones para el desarrollo de una
cultura, que si bien es estandarizada, sus componentes
interactúan en sentido dinámico y
proyectivo.
El empleo del
termino "cultura escolar" tendrá un tratamiento
preferencial, en este caso, por cuanto permite globalizar un
conjunto de ideas entorno a considerar la escuela como la
institución que cumple el papel de sintetizador de la
cultura y de contacto con el desarrollo de la sociedad. La
escuela estandariza y racionaliza los saberes.
En relación con la cultura, la
escuela es un espacio que la promueve en sus prácticas. La
convivencia de los individuos, mediante las redes de
interacción cotidiana con sus interlocutores en la
comunidad educativa, genera un marco ideal para la construcción de un nuevo contexto de
cultura. Un contexto de cultura en el cual se asumen nuevos
paradigmas en
el sistema valorativo. Los sistemas tradicionales de valores
particulares socializan y dan vida a uno nuevo. Es el sistema
escolar distinto al sistema familiar.
Además, aparte de que los individuos al
socializar sus culturas particulares, establecen valores comunes
entre sí, la escuela superpone su sistema valorativo
institucional, cuyo carácter arbitrario es aceptado por la
mayoría de los miembros de la comunidad escolar. La
síntesis normativas de este marco de
transacciones e imposiciones está materializada en el
llamado "Manual de
Convivencia", que se asume como el regulador de los sistemas
valorativos enunciados.
Se señalan así los ingredientes que
permiten construir el enramado de prácticas de una cultura
predominante pero que contienen elementos de las culturas
particulares. Los indicios arrojados por estudios realizados en
1993 por la F.E.S, en torno a la
cultura escolar, muestran que con o a pesar
de está, subsisten los subsistemas de otras culturas,
estimulados por la presencia de lenguajes subyacentes al
estandarizado de la escuela (Bally, 1941).
En cuanto al lenguaje, los cimientos de una
cultura fuerte estandarizada, hilada a otras particulares que
circulan el medio escolar, desarrolla un rol de primer orden en
la aprehensión conceptual y en la difusión de los
sistemas de valores, mediante la puesta en escena de
códigos y símbolos que los usuarios de la comunidad
emplean en sus relaciones cotidianas.
Aquí es posible establecer los patrones de
la identidad que colocan a los individuos del grupo
escolar en ambientes de interacción con los valores
espirituales de la cultura, circulando en el lenguaje escolar de
lo académico y lo común. La identidad como proceso
tendría otras connotaciones en la escuela, por ejemplo, lo
relacionado con el proceso de identidad profesional (el perfil
del estudiante), lo relacionado con el proceso de identidad
personal
(formación ciudadana) y la identidad, en cuanto a rasgos
lingüísticos, culturales, sociales…
La circulación de saberes culturales y la
interacción lingüística median sobre las
estructuras de
la identidad del joven estudiante, materializándose en los
niveles de desarrollo de la
personalidad, incluyendo su desarrollo del pensamiento. Desde
luego, éstos son procesos que implican ritmos de una
funcionalidad creciente de los lenguajes y la cultura o culturas
de la escuela. Esta es una cadena que se involucra en estructuras
más complejas.
LO FUNCIONAL EN
NIVELES MÁS COMPLEJOS DE LA VIDA SOCIAL.
Las culturas en las sociedades son
dinámicas gracias a la vida funcional de los lenguajes. No
hay otra forma de trascender la cultura en sí y de
proyectar al individuo en sus procesos de identidad, ya que deben
ser igualmente funcionales.
El movimiento de
lenguaje como medio de propagación de los valores
espirituales de la cultura y como conocimiento en sí, es
lo que Jacobo Grimberg, en su obra "más allá de los
lenguajes" ha dado en llamar los segundos y los terceros
lenguajes. En autores como William y M. Halliday aparecen como
los sentidos culturales.
Lo humano en el hombre, o mejor, la
distinción más importante entre el hombre y los
animales, radica fundamentalmente en la capacidad de abstraer, de
pensar, en ejercitar la memoria de
manera proyectiva. En esta distinción, el lenguaje
interviene de manera determinante en la puesta en funcionamiento
de sus códigos y símbolos. En el desarrollo de la
mediación del lenguaje circulan los productos de
la cultura, de los cuales se apropian los usuarios, de acuerdo
con sus necesidades, con sus conocimientos (saberes) e intereses
particulares y con la capacidad de asimilación.
En esta concurrencia funcional de elementos
culturales y lingüísticos, el individuo va
estructurando su identidad. Al respecto se pueden establecer dos
componentes básicos:
a) La identidad individual, que
presupone además de los rasgos físicos y
espirituales, niveles de dominio de las
estructuras del lenguaje, de sus códigos y de la
producción de sentidos (Labov, 1983).
Este último aspecto es muy importante
tenerlo en cuenta, puesto que constituye el eje de los
encadenamientos funcionales del lenguaje, mediados por los
códigos lingüísticos y la simbología
popular, de los cuales se apropian los usuarios para caracterizar
sus prácticas sociales y culturales. Articulado a este
primer componente, aparece un segundo relacionado con:
b) La identidad social (o de grupo), cuyo
mejor indicador es la capacidad expresiva de la cultura de la
colectividad social, a través de los códigos que
funcionan convencionalmente, desde el interior hacia fuera, para
comunicarla.
Con la puesta en evidencia de dos situaciones inversas:
La historia de Amala y Kamala y la cultura escolar,
se pueden inferir un elemento común en torno a mostrar que
la trascendencia de lo funcional es un síntoma
inequívoco de la existencia del lenguaje, la identidad y
la cultura. Que sus manifestaciones más tangibles se dan
en los vínculos relacionales dinámicos que cada
término imprime en su desarrollo. Esta condición de
lo funcional puede ser aplicable en las diferentes
situaciones, de las cuales participan los referidos
componentes.
La aproximación desde el enfoque funcional
enmarca nuevas posibilidades de estudio para comprender los
cambios que se vienen operando al interior de las sociedades y
sus incidencias en el entorno, del cual se nutre solidariamente.
En esta dinámica entran en juego nuevos
elementos de las culturas, signadas por los nuevos hechos
sociales, políticos, económicos,
tecnocientíficos y lingüísticos.
En todos estos hechos, el lenguaje se integra con
significativos aportes, en términos de nuevas
elaboraciones de la codificación lingüística,
en consonancia con los requerimientos de la técnica y
la ciencia, en
desarrollo. Los dominios que adquieren las lenguas, el amparo de las
condiciones que generan el desarrollo de las economías,
principalmente, se explican en la medida en que se comprenden y
asimilan los nuevos paradigmas de los sentidos
culturales.
Esto explica el hecho, cada vez más
elocuente, de la expansión de ciertas lenguas, en desmedro
de otras, cuyas áreas de influencia son estables o van
perdiendo el espacio común que tenían.
Recientemente se escuchan voces autorizadas reconociendo la
fuerza con que
viene irrumpiendo la lengua inglesa de los Estados Unidos de
América
a través de los mercados
mundiales y del desarrollo técnico-científico,
principalmente.
Antes de continuar con esta reflexión es
preciso aclarar un cambio que se
viene introduciendo. Se trata del término lenguaje
por el término lengua. La alusión que se
viene haciendo, en esta última parte, indistintamente,
obedece a la necesidad temática de establecer ciertas
precisiones, distinguiendo las lenguas dominantes de otras no
dominantes, y entre sí mismas.
A propósito de esta aclaración, en
el Diccionario Enciclopédico de la Ciencias del
Lenguaje (Ducrot, 1981) se plantea:
" La palabra lenguaje se asume en el
sentido preciso de lengua natural". Esta
restricción conceptual se fundamenta en los siguientes
aspectos:
a) La necesidad de precisión
del objeto de conocimiento, frente a la variedad de sentido
tradicional.
b) La extensión de la palabra
lenguaje implica el tratamiento de diferentes sistemas de
signos, cuyos estudios pueden darse por separado.
Superado este escollo conceptual, es pertinente indicar
además que el concepto de lengua predominante se
aplica preferentemente a aquellas, cuyo dispositivo
lingüístico (códigos), ha permitido sobrepasar
otras barreras idiomáticas, merced a la estructura
económica que las respalda.
El panorama geopolítico del mundo ofrece
situaciones significativas a este respecto que deben ser
valoradas en su justa dimensión. Los nuevos rumbos
lingüísticos proponen nuevos paradigmas en los
sentidos culturales de las comunidades humanas, cada vez
más cerca comunicativamente.
Esta nueva correlación en el desarrollo de
las lenguas, tiene un marco de funcionalidad, en el cual
intervienen factores diversos, en cuanto a la difusión y
propagación de políticas
económicas, en relación con los mercados mundiales.
Intervienen además factores de orden
tecnológico-científico en el campo de las comunicaciones, específicamente. Estos
elementos condicionan un nuevo orden en el plano del desarrollo
de las culturas, y en donde el individuo se inscribe en un
proceso de identidad más colectivo.
Como puede colegirse, este nuevo esquema del
desarrollo de las lenguas, en el cual se enmarcan las nuevas
circunstancias relacionales del lenguaje, la identidad y la
cultura tiene su explicación en los cambios que se vienen
operando de manera acelerada para no perder el ritmo del
desarrollo material de las sociedades. Pero estos cambios no
pueden ser operativos, sino descansan en la funcionalidad
interactuante de estos tres componentes. El lenguaje aparece como
el hilo conductor para su función comunicativa y
expresión de la cultura y de las identidades.
Los últimos registros acerca
de las lenguas más habladas del mundo, señalan en
primer término al inglés, al francés, el
español, y el alemán. Aunque se aclara que no se
miden por el número de hablantes, sino por sus niveles de
difusión en el mundo. Dentro de estas lenguas ocupa lugar
preeminente la inglesa, cuyo crecimiento progresivo la hace
lengua oficial en muchas regiones, y en casos también
crecientes, la segunda lengua en importancia, especialmente en
los países europeos más avanzados.
Tomando para el caso la lengua inglesa, dentro del
contexto lenguaje, se establecen, en primer lugar sus
fuentes
culturales originarias, la Gran Bretaña y los Estados
Unidos de América. Esto con el fin de identificar los
rasgos de su estructura social, para comprender su proceso
evolutivo funcional. Ya ubicados en el contexto
geopolítico norteamericano; por cuanto es el que
mayormente interesa para el caso, se advierte un marcado nacionalismo
en defensa de la lengua.
Esta particularidad se constituye en un primer
ingrediente, favorable por razones de una cultura
nacionalista muy arraigada por lo medios
propagandísticos. Sin embargo, la defensa de la lengua no
basta por sí sola, por muy fuerte que sea el trabajo
propagandístico, es necesario que ésta se potencie
en un campo sociocultural favorable a su vida funcional.
Aquí entran en juego las condiciones políticas y
económicas, mediante las cuales, el mercado de la
tecnología
por su capacidad de movilización se constituye en el
segundo ingrediente de dinamización de la lengua
inglesa.
Este caso particular puede ser el de otras
lenguas, lo que llama la atención es que se trata de una cultura (la
norteamericana) trascendiendo sus propios espacios para
determinar cambios (globalización) en otras culturas. Cambios
que se fundamentan en el consumismo como punto de entrada en
sociedades que lo adoptan en muchas áreas de la vida de
los individuos.
La relación funcional lenguaje –
identidad y cultura entra, así, en un nuevo plano, merced
a los dominios económicos y políticos que pueden
desarrollar determinadas culturas. Ya no se trata de identificar
y reconocer los rasgos funcionales de la relación
planteada, en términos de las culturas hacia adentro, en
sus dinámicas particulares; ahora se trata de reconocer
otras dimensiones, en las cuales el lenguaje, la identidad y la
cultura, supera sus dinámicas internas para influenciar
sobre otras.
En este plano, el carácter funcional tiene
expresiones más refinadas y contundentes. No otra cosa
explica el hecho de que la lengua inglesa se acepte y adopte en
otras culturas, distintas a la norteamericana, como segunda
opción, sustentada en una necesidad, generalmente
artificiosa del mercado.
La lengua inglesa funciona así como
mediación en un proceso de expansión
económica, sin que se desestimen factores de orden
académico, científico, tecnológico. Esto
tiene relación con los intereses y las finalidades con que
se adoptan en otras culturas. El caso Colombiano registra la
implementación del inglés en áreas
académicas, traducciones, tecnológicas y de
mercadeo,
principalmente.
Aunque en mucho menor grado, la lengua francesa se
presenta funcionalmente con otros matices, específicamente
en áreas de las ciencias, los derechos humanos,
la pedagogía, proponiendo cambios culturales
en sectores mínimos de la población.
Un análisis detenido de este nuevo plano
del desarrollo funcional del lenguaje, la identidad y la cultura,
permite inferir grados de funcionalidad, indescartables en
cualquier proceso, bien sea interno y externo. Sólo que el
funcionamiento tiene sentido en áreas especificas,
según las posibilidades proyectivas de la cultura que se
expande.
Si se observan las condiciones particulares en que
se desarrollan la relación lenguaje, identidad y cultura
en los contextos internos de las sociedades, así como en
su trascendencia a otras culturas, se puede advertir un punto en
común: Todo este desarrollo relacional tiene sentido en la
medida en que se aborde desde la funcionalidad de los tres
elementos interactuantes
El hombre es un ser trasgresor, se hace a partir de las
prohibiciones antropológicas inciales. La evolución biológica no fue un factor
suficiente, es claro que él evolucionó; pero el
factor que lo hizo hombre es el lenguaje y sólo con
él fue posible la cultura.
La normatividad es expresión de la cultura
y al mismo tiempo una trasgresión al mundo natural, por
eso la ambivalencia. El hombre sé prohibe y se humaniza,
pero es él, el primero en violar, en transgredir las
normas que se
establecen para garantizar el orden. De hecho si no fuera
así el hombre sería un esclavo de su propia
normatividad.
El lenguaje es un sistema de signos que cumple
una función cognoscitiva y de comunicación entre
los seres humanos y el resto de seres. Surgió en
algún momento de la era antropozoíca y ha
evolucionado con el transcurrir del tiempo. Sin él es
impensable cualquier actividad humana, aún la del
pensar.
Lenguaje y pensamiento están estrechamente
ligados, es el verbo del ser humano por ser acto más
creativo del ser humano, le permite interpretar la realidad,
recrearse en lo imaginario a través del signo y del
símbolo, estableciendo códigos. Es considerado
también un instrumento del pensamiento, también un
producto social, que influye sobre los demás productos
culturales, él lo determina todo. Dice Karl Vossler "Si yo
fuera el único en el mundo no tendría lenguaje, ni
habla y ni siquiera mi habla". Por lo tanto sin lenguaje no hay
pensamiento y sin pensamiento no es posible hablar de
cultura.
Denominamos con el nombre de cultura a todas las
producciones materiales o
espirituales del hombre, la cultura se aprende, se comparte,
integra y sobre todo responde a las necesidades materiales y, o
espirituales de una sociedad. El lenguaje humano es
también infinitamente productivo dada su capacidad
simbólica y del desarrollo del lenguaje depende el
desarrollo de la cultura.
No es posible mirar el lenguaje como una parte de
la cultura. El hombre es hacedor de la cultura y ella
también lo determina, al tiempo que el lenguaje abarca
todo, por que todos sus productos son signos, símbolos e
implican comunicación. Los seres humanos somos lo que
somos en el lenguaje, somos en la medida que reflexionamos,
actuamos; sin lenguaje no hay reflexión, ni conciencia, no
hay discurso y por
lo tanto se carece de identidad.
El hombre desde el inicio de los tiempos se ha
preguntado por la esencia de las cosas, ha intentado de
establecer un diálogo
con la naturaleza,
inicialmente a través del mito, el
arte y la
religión;
posteriormente la filosofía y finalmente por medio de la
ciencia.
Siempre ha pretendido conocer la verdad en referencia a los seres
de la naturaleza.
Ahora bien, comprender, explicar y penetrar los secretos
de las cosas desde una perspectiva racional sólo es
posible mediante el lenguaje. Es por eso, que los seres humanos
en su afán de conocer han "elaborado" diferentes lenguajes
que le posibiliten acceder a lo real y de esta manera aprovechar
y transformar el entorno para su beneficio. Son muchos los
lenguajes: auditivos, visuales, táctiles; todos ellos de
utilidad
creadora, permiten al hombre metaforizar la realidad.
Definitivamente es a través de la
metáfora y la metonimia que el hombre elabora conceptos
para poder
interpretar la realidad real e imaginaria y lograr la
comunicación. En síntesis todo está
atravesado por el lenguaje, lo simbólico rige nuestro ser,
no hay nada en lo social que no este bajo el imperio del
lenguaje. Recordemos que el lenguaje es pacificador en la medida
que posibilita el entendimiento, los seres humanos lo son en la
medida que reprimen su agresividad y es la cultura el medio de
expresión del lenguaje, pero sin la transgresión a
las prohibiciones el hombre no sería libre de lo que se
desprende que la identidad es también consecuencia del
lenguaje y de la cultura.
ATENCIO B, Jaime. Acerca de la
Antropología Social y la Semiología. En :
Revista
Lenguaje Nº7. Cali. 1976.
Autores varios. Lenguaje y Sociedad. Centro
de traducciones UNIVALLE. Cali. 1983.
BALCAZAR de BUCHER, Cecilia. Hacia la
delimitación del campo de conocimiento de la
Sociolingüística. En: Revista Lenguaje Nº15.
Cali 1985.
BALLY, Charles. El Lenguaje y la Vida.
Editorial Losada, S.A. Buenos Aires.
Argentina
1.941.
BUCHER, Jean. Valery y el Lenguaje.
En : Revista Lenguaje Nº8. Cali 1978
BUSTAMANTE Z, Guillermo.
Lingüística y Educación. En :
Revista Lenguaje Nº16 Cali 1987.
DUCROT, Oswald. TODOROV, Tzvetan. Diccionario
Enciclopédico de las ciencias del Lenguaje. Siglo XXI
Editores. Ciudad de México –
México 1981.
HALLIDAY, M. A. El Lenguaje como semiótica social. Fondo de Cultura
Económica. Santa Fe de Bogotá. 1994.
LABOV, William. Modelos
Sociolingüísticos. Ediciones Cátedra S.A.
Madrid – España
1983.
LURIA, A. R. Lenguaje y Pensamiento.
Ediciones Martínez Roca S. A. Santafé de
Bogotá 1993.
LURIA, A. R. Conciencia y Lenguaje. Tercera
Edición. Visor Distribuciones S.A Madrid –
España. 1995.
MARTINET, André. El lenguaje desde el
punto de vista funcional. Editorial GREDOS S.A. Madrid –
España 1976.
MONTES GIRALDO, José Joaquín.
Para una teoría
dialectal del español. Imprenta Patriótica.
Instituto Caro y Cuervo. Bogotá 1984.
OVIEDO A, Tito Nelson. Emotividad y
expresión Lingüística en la
comunicación cotidiana. En : Revista Lenguaje
Nº14. Cali 1983.
PEREZ, Ricardo. El lenguaje: Capacidad
biológica de la especie específica. En :
Revista Litterae Nº4 Bogotá 1991.
PORRAS COLLANTES, Ernesto. Kurt
Baldinger : Relación entre la historia del
pensamiento y la historia de la lengua. En : Revista
Litterae Nº4 Bogotá 1991.
RUIZ, Jorge Eliécer. Sociedad y
Cultura. Instituto Caro y Cuervo. Bogotá
1987.
SARRIA T, Luis Alberto. La formación de
los conceptos elementales a partir del conocimiento de la
realidad – lengua. En : Revista Lenguaje Nº13 Cali
1982.
SAVRANSKI, I. La cultura y sus funciones.
Editorial Progreso. Moscú – URSS. 1983.
SIDOROV, M. ¿Cómo el hombre
llegó a pensar? Ediciones PUEBLOS UNIDOS Montevideo –
Uruguay
1966.
TRUJILLO, Ramón.
Algunas consideraciones sobre las funciones del lenguaje.
Imprenta Patriótica. Instituto Caro y Cuervo.
Bogotá 1979.
ÁLVARO MINA PAZ
SANTIAGO DE CALI