La sexualidad
humana tiene tres funciones: La
erótica, la reproductiva y la vinculativa o comunicativa.
La función
reproductiva de la sexualidad humana es la más antigua
desde el punto de vista filogenético, esta es una
función que compartimos con los demás animales. La
reproducción tiene como función
biológica perpetuar la especie y tiene también
otras funciones desde el punto de vista social, la
psicológico y trascendental. La opción de procrear
satisface la necesidad de "crear" juntos un nuevo ser, una nueva
vida, de perpetuarse en el sentido trascendental, de dar "vida a
una nueva vida", para ser mejores como especie (Romero,
1999).
En otras especies animales el principio biológico
para facilitar la supervivencia se relaciona con el número
de reproducciones, entre más sean los nacimientos mejores
posibilidades de supervivencia para la especie. En el año
2.000 los seres humanos sobrepasamos el habitante seis mil
millones (6’000.000.000) y esto no ha significado mejora en
el nivel de vida de la humanidad o mayores posibilidades de
supervivencia, tal vez por el contrario.
Históricamente las sociedades y
las culturas humanas han hecho diferentes intentos para ejercer
control sobre la
natalidad, la fecundidad y la estructuración de la familia.
Esto ha estado
regulado y mediado por las creencias religiosas, los
requerimientos económicos y las fuerzas de poder social
de cada época y cultura.
El sentido de ser padre y madre y de tener hijos y de
construir familia ha
evolucionado con el desarrollo de
la cultura humana. En la cultura occidental la sexosofía
tradicional que ha regulado la sexualidad ha tenido una fuerte
influencia judeo-cristiana. Dentro esta sexosofía se ha
dado más importancia a la función reproductiva de
la sexualidad. Los preceptos religiosos han mediado la
concepción de la construcción de familia y el uso de las
prácticas para regular la fecundidad.
Desde siglos atrás se le atribuyó a la
sexualidad una función predominantemente reproductiva,
como si esta fuese la única función de la
sexualidad humana. El sexo para la
pareja tuvo un sentido reproductivo; lo lúdico,
recreativo, comunicativo y placentero del ejercicio sexual
tenía en las parejas una función secundaria, como
relegada a un segundo plano, en muchas ocasiones no estaba
relegada, sino que se negaba su legitimidad. Culturalmente se
espera que hombres y mujeres se unan en pareja y tengan hijos, la
sociedad
presiona de muchas maneras a las parejas recién unidas
para que tengan familia, independientemente de que estén o
no preparadas integralmente para ello.
El desarrollo de las prácticas de
regulación de la fecundidad han posibilitado disfrutar de
lo hermoso y maravilloso de la ternura, el placer, el amor y
la
comunicación mientras que la pareja logra las
condiciones emocionales y sociales para tener hijos-hijas si esta
es su decisión. Las parejas modernas cuentan con mayores
alternativas para regular la posibilidad de embarazo, lo
cual ha llevado a que la formación de una familia con
hijos pueda ser prevista cada vez más como una
opción responsable y madura, producto a su
vez de un proceso de
toma de decisión. En este sentido aún es mucho lo
que hay por hacer desde la educación
sexual y la planificación
familiar.
Una buena proporción de los embarazos de nuestra
población en edad fértil de un coito
que no buscaba intencionalmente la procreación no fueron
previstos, no hacía parte de un plan de vida
individual y de pareja, fueron concebidos como consecuencia de un
coito que no previa el embarazo y que no se tuvo con tal objetivo.
Iniciando el siglo XXI aún es mucho lo que hay
que hacer en materia de
planificación familiar y regulación
de la fecundidad. Desdichadamente la educación sexual
tradicional en la mayor parte de los casos no facilita la
formación de los requerimientos básicos para
estructurar exitosamente una vida familiar, en el mejor de los
casos se ha centrado en la entrega de información relacionada con la fisiología y la anatomía de la
fecundación, el embarazo y el parto,
descuidando la formación de actitudes,
valores y
habilidades necesarias para el desarrollo y la
estructuración de una maternidad-paternidad responsable y
realizante. Tener un coito para que un espermatozoide fecunde un
óvulo es una cosa y criar adecuada, positiva y
responsablemente una familia es otra. Estructurar una familia,
optar por la maternidad y la paternidad requiere de unas
condiciones personales, emocionales y sociales que muchas veces
no están presentes
Tradicionalmente han predominado visiones simplistas,
reduccionistas, sesgadas y limitadas del concepto de
"planificación familiar". Se hace referencia a ésta
como si fuese sinónimo de anticoncepción,
regulación de la fecundidad y control de la
natalidad.
El control de la natalidad se relaciona con la
implementación de políticas
dirigidas a ejercer control sobre el crecimiento racional de la
población con el fin de favorecer el desarrollo y el
bienestar social de una sociedad. El hecho de que una sociedad
regule sus índices de natalidad, no significa
necesariamente que se construyen y estructuren mejores familias y
que se ejercita una paternidad y una maternidad más
responsable y exitosa.
El término "anticoncepción", ha tenido una
connotación negativa, ya que se asocia a una
posición contra la concepción. En este trabajo nos
referiremos a los llamados "métodos
anticonceptivos", más bien como "métodos
para regular la fecundidad". Se definen como todas aquellas
acciones
dirigidas a poder disfrutar de la función erótica
sexual, ejerciendo control voluntario y responsable sobre la
función reproductiva, al servicio o no,
de un plan de construcción de vida familiar (Romero
2001).
Existen métodos para regular la fecundidad que
difieren en sus características, nivel de efectividad,
efectos secundarios y funcionabilidad. La función
principal de estos métodos para regular la fecundidad no
es "oponerse a la construcción de la familia", la
función principal es facilitar el ejercicio de una
sexualidad responsable, el cual, se considera un derecho sexual y
reproductivo de hombres y mujeres.
Como se explicaría más adelante el uso
responsable y adecuado de los métodos para regular la
fecundidad es un componente que hace parte del proceso de
planificación familiar.
La planificación familiar hace referencia "al
proceso de toma de
decisiones que una pareja hace respecto al tipo de familia
que desean conformar y al proyecto de vida
familiar que desean construir" (Romero 1996). Comúnmente
se confunde planificación familiar con "no tener hijos",
"lo que hace una pareja para no tener hijos", "el uso de
métodos para no tener hijos" etc. Desde nuestro concepto
esto no es planificar una familia, aunque algunos de estos
elementos si hacen parte de la toma de decisiones que debe tener
una pareja que planifica intencional y conscientemente una
familia. Escoger un método
para regular la fecundidad es una cosa y planificar una familia
es otra más compleja aún, escoger un método
para regular la fecundidad hace parte del proceso de
planificación familiar.
Ser padre y madre es una experiencia maravillosa que
puede ser fuente de realización personal, siempre
y cuando, se tenga la preparación adecuada para ello. Cada
quien escoge como llegar a la paternidad y a la maternidad: por
azar, las circunstancias o como resultado de una libre,
consciente y responsable decisión.
Este proceso implica que la pareja elabore consciente y
explícitamente respuestas a una serie de interrogantes que
incluso proponemos sean planteadas en un cierto orden
"lógico" y secuencial:
- La primera pregunta que deberían responder una
pareja en proceso de planificación familiar
sería: - Deseamos tener hijos?
- Cuáles son las razones por las cuales los
deseamos tener? - Qué sentido tiene tener familia para cada uno
y para la pareja?
La paternidad y la maternidad no tienen que ser una
opción de vida para todo el mundo, por otra parte es una
decisión importante en la vida. De hecho muchas personas
hubieran hecho mucho bien a la humanidad si nunca hubieran tenido
hijos en las condiciones que los tuvieron y criaron. Es
importante que la pareja se replantee las razones por las cuales
desea conformar una familia.
Le seguiría en segundo orden las siguientes
decisiones:
- Cuáles son nuestros proyectos de
vida? (El tuyo, el mío, el nuestro) - Qué papel juega
construir familia en estos proyectos?
La construcción de un proyecto de vida familiar
no es incompatible con la construcción de un proyecto de
vida personal, pero es importante saber planear para que
armonicen y no sean fuente de conflicto.
Muchas mujeres especialmente, más que hombres, han tenido
que aplazar o sacrificar expectativas de vida y proyectos de
desarrollo por hacer frente a la crianza de un embarazo no
planeado. Esto es típico en nuestra cultura en la que
aún predomina una concepción sexista de la
familia.
- En este orden seguirían:
- Qué tipo de familia deseamos
formar? - Cómo deseamos tratar nuestro
hijos? - Qué tipo de ambiente
familiar aspiramos a construir? - Cómo desearíamos formar l@s
hij@s? - Qué tipo de formación y de valores
esperamos fortalecerles? - En qué condiciones de vida deseamos tenerles y
criarles?
Una buena parte de las parejas no hablan, ni mucho menos
acuerdan criterios sobre la crianza que darán a los hijos
o hijas, se unen con una visión idílica de la
paternidad y maternidad, desconociendo aspectos importantes
relacionados con la crianza exitosa. Se tienen los hijos y en el
camino de la vida familiar ajustan las cargas al ritmo del
ensayo y el
error.
A partir de las anteriores respuestas, se
responderían las siguientes preguntas:
- ¿Cuántos hijos deseamos
tener? - ¿En qué momento de nuestras vidas les
tendremos?
Siendo éstos los planes de construcción
familiar, entonces ahora si será importante tomar las
siguientes decisiones:
- Cómo disfrutaremos de la sexualidad y el
erotismo ejerciendo control sobre fecundidad? - Qué métodos para regular la fecundidad
serán más convenientes, adecuados, funcionales y
coherentes con nuestras creencias religiosas y estado de
salud?.
Estas últimas preguntas son las que se han
atribuido el concepto de planificación familiar. Una
charla sobre métodos para regular la fecundidad es una
cosa y un proceso de formación para planificar una familia
es otra, este debe ser un proceso que la pareja antes de unirse
debe reflexionar y decidir.
Desde esta perspectiva la enseñanza de los métodos para
regular la fecundidad haría parte del proceso de
planificación familiar, se diferenciaría el
concepto de uso responsable de los métodos para regular la
fecundidad y el concepto de planificación familiar. Tal
vez una pareja tenga éxito
regulando la fecundidad y sepa usar exitosamente los
métodos para regular la fecundidad, lo cual no significa
que tendrán éxito también en la
construcción de una familia que ofrezca a sus miembros las
condiciones necesarias para desarrollarse con plenitud. Los
estudios en diferentes países, entre ellos Colombia muestran
una disminución sustancial en la tasa de natalidad, lo
cual es un factor necesario para mejorar la calidad de la
vida familiar, pero que a nuestro juicio no es suficiente.
Números menores de hijos no significaría más
éxito en la calidad de la vida familiar.
El uso responsable de los métodos de la
regulación de la fecundidad es de beneficio para las
parejas tengan o no planes de familia, es de vital importancia
para todo tipo de parejas regulares (en convivencia con o sin
matrimonio y
noviazgo) y ocasionales. La planificación familiar
requerirá de un proceso complejo de formación que
promueva desde tempranas edades valores, actitudes y habilidades
para una paternidad/maternidad responsable y exitosa como
producto de una opción libre y consciente. Por supuesto
esto requerirá de procesos
intencionales, permanentes y sistemáticos de educación sexual
tanto en el sistema educativo
como familiar.
LEONARDO ROMERO S.
- Normalista Escuela
Normal de Barranquilla, Colombia - Psicólogo egresado de la Universidad
del Norte. - Codirector del CAC, Centro de Asesoría y
Consultoría. - Tallerista y Ponente en diferentes eventos
nacionales e internacionales. - Miembro Titular de la Sociedad Colombiana de
Sexología. - Miembro de la WAS, Word
Association for Sexology. - Autor del libro
"Elementos de Sexualidad y Educación
Sexual". - Docente invitado en diferentes Universidades de
Colombia, México y Ecuador. - Secretario de la Sociedad Colombiana de
Sexología (2001-2003) - Secretario de la FLASSES, Federación
Latinoamericana de Sociedades de Sexología y
Educación Sexual (2002-2006)
Por:
Leonardo Romero Salazar
Codirector del Centro de Asesoría y
Consultoría
Miembro de la Sociedad Colombiana de Sexología y
de la WAS, World Association for Sexology