En la antigua Roma, cuando la
república debía enfrentarse a situaciones de
extrema gravedad, los cónsules designaban a un dictador
que asumía todos los poderes hasta el restablecimiento de
la normalidad. Tras el surgimiento de las modernas democracias en
el siglo XIX, el término de la dictadura
volvió a ser utilizado, esta vez para designar aquellos
regímenes políticos cuya legitimación no se
fundamentaba en el modelo
democrático liberal.
Se llama dictadura o régimen autoritario a una
forma de organización política según
la cual el poder
está encarnado en una persona o en un
pequeño número de personas, que lo ejercen de forma
absoluta. Tal sistema
político recibe también, a veces, la
denominación de totalitario, si bien el concepto de
totalitarismo se ha utilizado más estrictamente para
designar a movimientos ideológicos en que la persona y la
sociedad se
subordinan al estado, como
sucedió en el fascismo
italiano, el nacionalsocialismo alemán o el socialismo
estalinista.
Por lo general de un régimen dictatorial suele
ser el resultado de un proceso de
profunda convulsión social, provocada por una
situación revolucionaria o por una guerra, y se
produce normalmente por medio de un movimiento
militar contra las estructuras
del poder anteriormente establecido, movimiento que adopta la
forma de golpe de estado.
En unos casos, tal movimiento militar se produce en defensa de
los intereses de los grupos
minoritarios del estado; en otros, en apoyo de sectores
más amplios.
En ocasiones, el origen de un régimen dictatorial
no se halla en un golpe militar, sino en un golpe de estado
político, llevado a cabo desde las propias estructuras del
sistema que se pretende abolir. Tal fue el caso de la dictadura
nazi impuesta por Adolf Hitler en
Alemania o el
de la dictadura fascista de Benito Mussolini en Italia. La
debilidad de las instituciones
es aprovechada en estos casos para imponer la atribución
explícita del poder político a un partido de
talante no democrático, que ya a impuesto
socialmente su prepotencia.
Los estados dictatoriales han buscado su
legitimación en teorías
como la del "caudillaje", según la cual en determinadas
épocas históricas surgen en algunas comunidades
personas dotadas de un especial carisma o dotes providenciales y
destinadas a conducir a la nación
hacia determinados objetivos de
valor
trascendente. En otros casos, estos regímenes se han
dotado de formas democráticas que aceptan, incluso, la
existencia de partidos
políticos afines, así como la
celebración periódica de elecciones, ganadas
invariablemente por aquellos mismos que las convocan.
Además de las habituales medidas policiales o de
fuerza que
utilizan para asegurar su mantenimiento
en el poder, las dictaduras suelen recurrir también, de
manera sistemática, a la propaganda
política y al culto a la
personalidad del máximo dirigente como medio eficaz de
asegurarse el apoyo activo de la población.
En América
Latina, pese a la poderosa influencia que en su origen y
posterior configuración tuvieron las ideas de la revolución
francesa, numerosos países latinoamericanos vivieron
desde su nacimiento largos períodos de anormalidad
democrática. El siglo XIX presenció el surgimiento
de numerosos caudillos que, desde provincias o regiones
periféricas, se rebelaron contra los débiles
gobiernos centrales y se hicieron con el control
político de sus respectivos países. Son ejemplos
destacados del caudillismo
decimonónico Juan Manuel de Rosas en la
Argentina,
José Gaspar Rodríguez de Francia en
Paraguay y
Antonio López de Santa Anna en México. Ya
en el siglo XX, la instauración de regímenes
dictatoriales respondió en general a situaciones
nacionales de mayor complejidad en las que las motivaciones
personales de quienes dirigieron los levantamientos
desempeñaron un papel no
exclusivo.
Guerra de independencia:
lucha armada, guerra civil…
La Guerra de Independencia de los pueblos
hispanoamericanos fue cruel, encarnizada, y puso de manifiesto
las luchas internas de poder entre la élite criolla. La
clase dominante se fraccionó en distintos grupos de poder:
patriotas realistas, centralistas, federalistas, moderados,
liberales y conservadores. Por ejemplo, en Chile, el
Congreso Nacional estaba dividido en grupos: moderados e
independentistas (encabezados por Bernardo O'Higgins). En
Venezuela, el
Congreso Nacional mostró, también, diferencias
entre los grupos políticos, sin embargo, los grupos a
favor de la independencia dominaron. Francisco de Miranda y
Simón Bolívar (ambos independentistas) organizaron,
en 1810, la Sociedad Patriótica, con el fin de lograr la
separación. Venezuela declaró la independencia en
1811, y redactó una constitución que adoptó la forma de
gobierno
republicano y federal, similar a la Constitución de
Estados
Unidos. Los conflictos
internos y la movilización de las fuerzas españolas
sofocaron y suprimieron la Primera República de Venezuela.
Ante el fracaso venezolano, y las pocas posibilidades de lograr
el apoyo de Nueva Granada para la recuperación de
Venezuela, Bolívar decidió exilarse en
Jamaica.
En México, los sectores populares más
afectados por las luchas entre criollos y peninsulares fueron los
indios y los mestizos. Ante las pésimas condiciones
sociales y económicas del campesino indígena, el
padre Miguel Hidalgo
se levantó en rebelión, en 1810. El Grito de
Dolores inició la guerra de independencia de
México. Este movimiento era esencialmente
indígena y campesino, y careció del apoyo de los
sectores dominantes como la iglesia y la
elite criolla. Ante la derrota y muerte de
Hidalgo, en 1811, José María Morelos retomó
la lucha armada. Para 1813, éste convocó el
Congreso de Chilpancingo, y planteó la independencia
absoluta de México. La causa libertaria de Morelos
quedó truncada, en 1815, al ser capturado y
ejecutado.
En la región de La Plata (Buenos Aires), la
lucha entre criollos y peninsulares se vio afectada por otra
fuerza externa que ejerció presión
sobre la región: Inglaterra. En
los años de 1806 y 1807, La Plata fue ocupada por
Inglaterra. Esta ocupación provocó una crisis en
la
administración colonial, pero, también,
estimuló el espíritu nacionalista de los
porteños, y puso de relieve la
fragilidad del imperio español.
La única colonia en Sur América que mantuvo la
adhesión y lealtad a España fue
Perú. Razones de tipo social y racial contribuyeron a este
hecho: la clase criolla peruana prefirió mantener la
lealtad a España ante el temor de una alianza entre los
mestizos y los indios, que eran numéricamente superiores a
ellos, pues dicha alianza podía poner en peligro sus
intereses económicos y sociales.
En el Caribe, Puerto Rico y
Cuba
también permanecieron leales a España. Sin embargo,
en ambas islas, comenzó a perfilarse un movimiento a favor
de la independencia. En Puerto Rico, por ejemplo, hubo una gran
simpatía hacia la causa libertaria, y el pueblo
puertorriqueño se negó a participar militarmente en
contra de los hermanos latinoamericanos. Ante la solidaridad
manifiesta de Cuba y Puerto Rico a la guerra de independencia,
España decidió reforzar el sistema represivo en las
islas con el fin de evitar levantamientos revolucionarios, y
logró retener las islas.
Las colonias centroamericanas también se
rebelaron contra España. De hecho, la primera provincia en
declarar su independencia fue El Salvador. Al contrario de
México, la rebelión centroamericana fue
fundamentalmente elitista, y tuvo poca participación de
los sectores populares. En 1823, el reino de Guatemala
-compuesto por Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y
Costa Rica–
declaró la independencia y en 1824,se organizó la
República Federal Centroamericana. No obstante, la
República Federal Centroamericana enfrentó serias
dificultades que la llevaron finalmente al rompimiento que dio
origen a las naciones que conocemos hoy. Para 1815,
parecía que el movimiento independentista de las colonias
españolas había fracasado. En 1816, las fuerzas
expedicionarias de Pablo Morillo reprimieron con dureza a Nueva
Granada y Venezuela. A pesar de la reacción
antirevolucionaria, comenzaron a resurgir fuerzas de resistencia, como
las guerrillas. El movimiento independentista renació con
el gran triunfo de la batalla de Boyacá, con el cual se
liberó Nueva Granada, y se proclamó la
formación de la República de la Gran Colombia,
compuesta por Venezuela, Nueva Granada y Ecuador.
Bolívar encargó la tarea de libertar al Ecuador al
general Antonio José de Sucre, y ésta se
completó en 1822.
Mientras la lucha bolivariana se recrudeció en el
norte de Sur América, en Chile, las fuerzas realistas
dominaban la región, y correspondió a José
de San Martín la liberación de este país. En
la batalla de Chacabuco, de 1817, San Martín
derrotó a los españoles, pero fue en la batalla de
Maipú cuando San Martín logró la
independencia de la región. El triunfo revolucionario en
Chile permitió el establecimiento de un gobierno
encabezado por O'Higgins, y con su apoyo, San Martín
preparó la campaña para conquistar Perú. En
ese mismo año, Agustín de Iturbide, en
México, proclamó el Plan de Iguala,
que declaró la independencia de México. El
encuentro de Bolívar y San Martín se produjo en
Guayaquil. Como resultado de la entrevista,
San Martín renunció a sus cargos, volvió a
Chile, y emigró definitivamente a Europa,
Bolívar recurrió a Sucre para la liberación
del Alto Perú. La batalla de Ayacucho puso fin a las
guerras de
independencia, y, con la independencia del Alto Perú,
nació Bolivia.
Al contrario de las guerras de Independencia de las
colonias españolas, la independencia de Brasil no fue tan
devastadora. Brasil se convirtió en la sede del gobierno
portugués cuando Napoleón ocupó Portugal, y esta
presencia fue importante en el desarrollo de
la colonia: Río de Janeiro creció y se
fortaleció económicamente, y Portugal
permitió reformas económicas en Brasil que
beneficiaron a los comerciantes brasileños. En el aspecto
político, Brasil era regido como un estado
autónomo; no obstante, en 1820, se produjo, en Portugal,
un levantamiento que exigió la convocación a cortes
y el retorno del rey Joao VI. Ante el retorno del rey, las cortes
propusieron revocar el gobierno autónomo de Brasil, y esta
situación provocó que el heredero al trono de
Portugal, Pedro de Braganza -radicado en Brasil- se pronunciara
en contra del gobierno de Portugal. Este determinó
levantarse en rebelión, declaró la independencia, y
se convirtió en el primer emperador de Brasil.
Efectos de la guerra
La lucha por la independencia tuvo serias implicaciones
en los recién independizados territorios: la independencia
no aseguró el fin de las guerras civiles, y los conflictos
regionales se agudizaron luego de la guerra. Las tensiones
sociales y raciales prevalecientes durante la guerra polarizaron
las sociedades de
los nuevos países. El poder político de las
naciones independizadas fue débil, y promovió el
desarrollo del caudillismo. Aunque la guerra terminó con
el monopolio
español, las naciones latinoamericanas quedaron a merced
de la influencia económica de Estados Unidos e Inglaterra,
que dominaban el mercado
atlántico. Esto representó un problema adicional,
pues el fuerte desarrollo
económico de los norteamericanos resultaba demasiado
competitivo para los países recién independizados.
Además, en ellos, prevalecía un clima de
confusión, desorganización e inestabilidad. Luego
de la independencia, las naciones latinoamericanas atravesaron
serias dificultades de tipo político y económico
que más bien generaron la disgresión de los
estados. Además, las potencias extranjeras (como Estados
Unidos) veían con gran recelo la unidad latinoamericana,
pues podía poner en peligro sus intereses sobre la
región.
Después de la independencia, Guatemala
buscó apoyo en México como aliado para poder
mantener la oligarquía en el poder. Gabino Gaínza
declaró su anexión a México e
inmediatamente, Iturbide envió un ejército al mando
del general Vicente Filísola, que fue muy bien recibido en
la capital del
reino. Pero se produjo una disensión: El Salvador se
sublevó contra los mexicanos, y el ejército de
Filísola se dirigió hacia aquella provincia, a la
cual pudo someter. A la caída de Iturbide, Filísola
volvió a Guatemala, donde la situación había
cambiado, y se encontró muchos más partidarios de
la separación de México y de una independencia
total. Propuso convocar un congreso para decidir lo que
había de hacerse. El congreso, reunido el 24 de junio de
1823 en Guatemala, declaró la independencia total. El
reino de Guatemala pasó a llamarse Provincias Unidas de
Centroamérica, y se nombró un gobierno provisional
de tres miembros, encabezado por el doctor Pedro Molina, con la
misión
de redactar una constitución.
Cuando se redactó la constitución, de
influencia norteamericana, en noviembre de 1824, el país
pasó a llamarse República Federal Centroamericana.
Esta estaba formada por cinco estados, que tenían, a su
vez, poderes ejecutivos, legislativos y judiciales completamente
autónomos dentro de sus límites
territoriales. Las luchas de las oligarquías provinciales
para mantenerse en el poder, y la de todos contra el intento
centralizador de Guatemala, donde residía el gobierno
nacional, llevaron a la disolución de la
federación. El presidente, Manuel Arce, y el gobernador de
cada provincia (en Costa Rica, Juan Mora Fernández; en
Nicaragua, Manuel Antonio de la Cerda; en Honduras, Dionisio
Herrera; en El Salvador, Juan Vicente Villacorta; en Guatemala,
Juan Barrundia), todos ellos pertenecientes a la
oligarquía terrateniente, organizaron gobiernos
provinciales fuertes y poco a poco fueron separándose del
gobierno central. Nicaragua, Honduras y Costa Rica se declararon
independientes en 1838, Guatemala, en 1839, y El Salvador se
independizó en 1841.
Comienzo de la vida independiente
Al concluir el siglo XIX, América Latina
quedó dividida en 19 naciones y unos territorios
incorporados, inmersos en un proceso de formación de
nacionalidades que se caracterizará por la violencia que
generará la política de los recién nacidos
países, en torno a asuntos
tales como la anarquía, los gobiernos dictatoriales y la
definición de fronteras. Prácticamente todos los
países latinoamericanos, menos Brasil, tendrán
conflictos de esta naturaleza. La
inexperiencia política de los criollos, junto con las
luchas civiles y la ambición imperialista de otros
países, propiciará la intervención continua
de potencias extranjeras como los Estados Unidos e Inglaterra.
Esta intervención será el precio que
habrá que pagar por irse incorporando a la economía mundial, y
al capitalismo
europeo, en especial, con Inglaterra.
Al concluir el proceso de liberación, cada una de
las nuevas naciones se inició en el ejercicio de la vida
independiente en circunstancias muy variadas. Por ejemplo,
México sobresale por la complejidad y variedad de los
problemas que
tuvo que enfrentar, análogos a los que sufrió
durante su vida colonial. Además, su posición
geográfica lo coloca en una situación conflictiva,
pues es, también, la frontera norte de América
Latina, y el punto más propicio para la penetración
de los países que quisieron apoderarse del control que
había perdido España. En otros países, los
procesos
fueron menos intensos, más localistas, o más
uniformes.
México
México inicia su vida independiente bajo el
imperio de Iturbide, en 1821 pero, en 1824, promulgó su
constitución, y se creó la República Federal
de los Estados Unidos Mexicanos. Surgen dos bandos: los
centralistas y los federalistas, quienes se debatirán el
poder durante casi dos décadas. Durante la decada de 1830,
ante la creciente inmigración de estadounidenses al
territorio de Texas, el presidente Santa Anna ordena las
fronteras texanas, por lo que surgió el conflicto de
Texas: los texanos se declararon independientes, y Santa Anna
atacó la región para reintegrarla a México.
Logró su primera victoria en El Alamo pero, más
tarde, fue derrotado. Como resultado, Estados Unidos se
apoderó del territorio de Nuevo México y la Alta
California. En un segundo enfrentamiento, los norteamericanos
invadieron México. El tratado Guadalupe-Hidalgo
devolvió la paz: México cedió el territorio
desde el Río Grande hasta el Pacífico, y
recibió 15 millones de dólares como
indemnización.
Tras años de continuas luchas por el poder, Santa
Anna (caudillo del pueblo) respaldado por el clero y los grandes
terratenientes regresó al gobierno, y se convirtió
en dictador. Benito Juárez y otros líderes se
rebelaron contra la dictadura de Santa Anna, quien fue derrotado
y se exilió en Colombia en 1857. Surgieron nuevos ideales
de reforma: separar la Iglesia y el Estado;
secularizar la educación; reducir
el poderío económico de la iglesia
quitándole los bienes;
impulsar la economía, y establecer un sistema de justicia
apoyado por legislación aprobada por una asamblea
representativa.
Se promulgó una nueva constitución en
1857, y Juárez asumió el poder. Dicha
constitución prohibía la esclavitud y las
propiedades de la Iglesia: concedía la libertad de
prensa;
eliminaba los monopolios y establecía un gobierno
democrático representativo.
Chile
La República de Chile comenzó su vida
independiente en medio de una gran desorganización
administrativa. El pueblo veía el cuerpo militar como la
única salvación. Bernardo O'Higgins fue designado
director del país. Su administración provocó malestar
entre el pueblo, al eliminar los títulos nobiliarios, e
intervenir en los asuntos eclesiásticos. Fundó
escuelas y la biblioteca
nacional. Tras ser obligado a renunciar, el país
atravesó una época de anarquía durante la
cual se abolió la esclavitud. La constitución de
1826 dividió al país en ocho provincias. Con la
subida de Prieto al poder, comenzó una época de
progreso y de orden. Se les concedió el voto a los varones
mayores de veinticinco años que supieran leer y escribir,
y, además, tuvieran propiedades. De 1841 a 1851,
comenzó la expansión del comercio de
las minas de cobre. Con
Manuel Montt, el déspota ilustrado, el país
continuó su acelerado progreso económico y
cultural.
Argentina
Fuertes luchas por lograr la unificación
territorial de las diferentes regiones argentinas entre
federalistas y centralistas iniciaron la vida independiente de la
república. Se convocó un congreso en Tucumán
como último intento por salvar la unión pero no
tuvo efecto. En 1829, se eligió gobernante a Manuel de
Rosas, verdadero caudillo del pueblo. Rosas procuró
equilibrar las diferentes clases
sociales mientras dominó con mano férrea. En
1852, se presentó una constitución que integraba en
un país a todas las regiones del antiguo Virreino de la
Plata, hecho que trajo como consecuencia otra guerra civil, ante
el rechazo que el documento sufrió entre algunos sectores
que se oponían a la integración de un gobierno central.
Bartolomé Mitre asumió el poder, seguido por
Domingo Faustino Sarmiento, y otra guerra civil. En 1880, Buenos
Aires fue proclamada capital de la república. A partir de
entonces, se terminó la guerra con los indios, se
ocupó y colonizó el desierto, se construyeron
líneas ferrocarrileras, se fomentó la agricultura,
se establecieron el matrimonio civil
y la ley de educación.
Cuba
Cuba continuó siendo colonia española
hasta 1898, cuando pasó a ser posesión de los
Estados Unidos, durante la Guerra Hispanoamericana. El
sentimiento separatista se había hecho sentir en la isla,
pero Cuba siguió luchando su independencia y la
consiguió.
Problemas fundamentales de la vida
independiente
Durante el siglo XIX, los gobiernos de los países
recién independizados se vieron influidos por las fuerzas
militares, la sucesión dinástica en el gobierno,
las técnicas
de gobierno no delimitadas, los golpes de estado, el exilio de
los ciudadanos más capaces, y el constante fracaso de las
constituciones
En el momento de tomar las riendas de los nuevos estados
americanos, el elemento criollo no estaba preparado para dirigir
el país. Las guerras de independencia fueron encabezadas
por hombres dedicados a la carrera militar, que dominaban las
técnicas de mando pero que apenas poseían
cualidades o principios de
administración
pública. Como consecuencia de sus victorias militares,
controlaron las masas populares, y fueron convirtiéndose
en caudillos del pueblo, como Simón Bolívar y
José de San Martín. Hubo líderes buenos y
malos, pertenecientes a todas las clases sociales, del pueblo o
de la clase alta, pero todos con algo en común: su
preocupación por la patria. La mayoría de las
veces, empezaron luchando por causas nobles, aunque terminaran
imponiendo su voluntad, por fuerza o por doctrina, para
mantenerse en el poder.
El dictador, por lo general, llegaba al poder
después de derrocar el régimen existente. Las
dictaduras toman auge en América Latina en las
cercanías del siglo XIX.
La diferencia entre ambos líderes, el caudillo y
el dictador, estriba en la forma en que llegan al poder: el
caudillo recibía el apoyo de las masas del pueblo, era un
líder
natural, y tenía grandes sectores del pueblo
incondicionalmente a sus órdenes. Por el contrario, el
dictador era un líder que se apoyaba en las fuerzas
militares para ejercer el control de la región. Su
gobierno, tiránico y totalitario, menospreciaba o ignoraba
el poder
legislativo. Tanto uno como el otro promovieron inestabilidad
política durante los años posteriores a la
independencia.
La única excepción fue Brasil ya que, una
vez logró su independencia de Portugal, llevó una
vida pacífica libre de dictaduras durante todo el siglo
XIX. Esta situación permitió al país iniciar
una vida independiente más productiva que la de otras
regiones. Como resultado, el desarrollo económico que
alcanzó el país durante el siglo XIX fue más
sólido.
En el siglo XX
México
El 18 de Julio de 1872 fallece el presidente Lic. Benito
Juárez, declarado Benemérito de las
Américas, y, tras de ocupar la Presidencia de la
República el Lic. Sebastián Lerdo de Tejada, se
proclama el plan de Tuxtepec y el 28 de Noviembre de 1876 asume
la Presidencia por primera vez el Gral. don Porfirio Díaz,
quien, olvidándose de las viejas causas liberales por las
cuales combatiera tan brillantemente, principia por establecer
una dictadura patriarcal, que si bien da al país 30
años de paz, pronto degenera y crea una casta de
privilegiados que se confabulan con la aristocracia de caciques,
hacendados y latifundistas que explotan y oprimen al
pueblo.
Por un período muy corto está en la
presidencia Manuel González y en 1880 regresa Porfirio
Díaz a ocuparla nuevamente. En las siguiente elecciones
estaban, Francisco I. Madero candidato del Partido
Antireleccionista en contra de Porfirio Díaz y Madero fue
hecho prisionero en San Luis Potosí mientras se realizaban
las elecciones.
Díaz se reeligió y Madero escapó de
la cárcel y se refugio en San Antonio, Texas donde dio a
conocer el Plan de San Luis. En él declara nulas las
elecciones desconocía al régimen de Díaz,
exigía el sufragio efectivo y la no reelección y,
señalaba el 20 de Noviembre
de 1910 para que el pueblo se levantara en armas contra el
tirano.
Al llamado Plan de San Luis, se pronunciaron hombres
como Pascual Orozco, Pancho Villa, Emiliano Zapata
etc. La insurreción se extendió poco a poco por
todo el País. En Mayo de 1911 cayó Ciudad
Juárez en poder de los maderístas. Debilitado el
gobierno de Díaz entra en negociaciones y el 25 del mismo
mes el dictador presentó su renuncia y abandonó el
país el 25 de mayo de 1911.
La revolución
Maderista del 20 de noviembre de 1910 derrotó al dictador
Porfirio Díaz y logró sentar en la Presidencia con
sufragios efectivos a don Francisco I. Madero. En Coahuila don
Pablo González, el viejo magonista, y estando de acuerdo
con don Francisco I. Madero y con Venustiano Carranza para
lanzarse contra la Dictadura Porfirista, lo hizo
pronunciándose al grito de "!Viva Madero!" el 22 de enero
de 1911 en el Puerto del Carmen, del Municipio de Nadadores,
Coahuila, al frente de muchos después connotados jefes
como Francisco Murguía, Cesáreo Castro, Idelfonso
V. Vázquez, Teodoro Elizondo y muchos
más.
Francisco I. Madero inmaculado prócer y
mártir de la democracia a
partir de los Tratados de
Ciudad Juárez del 10 de mayo de 1911 y con la renuncia de
don Porfirio Díaz, dejó como presidente interino al
Lic. Francisco León de la Barra y al antiguo
Ejército Federal porfirista según acuerdos en pie,
error tremendo que criticó don Venustiano Carranza:
"Revolución que tranza, Revolución que se
pierde".
Por otra parte, los Porfiristas reclamaban sus antiguos
privilegios; los zapatistas exigían el reparto de tierras;
la prensa lo atacaba a diario y las rebeliones de Félix
Díaz y Bernardo Reyes, independientes entre sí,
confluyeron en la llamada Decena Trágica para asentarle el
golpe definitivo a Madero.
Chile
En 1946 ganó las elecciones Gabriel
González Videla, líder del Partido Radical, apoyado
por una coalición de izquierda cuyos principales
componentes eran su propia agrupación y el Partido
Comunista. Videla nombró a tres comunistas para ocupar
carteras ministeriales, pero la coalición consiguió
mantenerse apenas seis meses, ya que los ministros comunistas,
con frecuencia enfrentados con los demás miembros del
gabinete, fueron destituidos en abril de 1947. Hacia finales del
mismo año, Chile rompió relaciones
diplomáticas con la Unión Soviética. En 1948
centenares de comunistas fueron encarcelados en virtud de la Ley
de Defensa Permanente de la Democracia, que proscribió al
Partido Comunista. Poco después fue sofocada una
rebelión militar encabezada por el antiguo presidente
Ibáñez. Durante los años siguientes fueron
frecuentes las manifestaciones sociales y sindicales. En 1951 se
produjeron huelgas en casi todos los sectores de la
economía. Al año siguiente, la reacción
popular contra los partidos tradicionales tuvo como consecuencia
la elección del general independiente Carlos
Ibáñez, quien restauró el orden en cierta
medida, aunque no pudo solucionar los problemas económicos
y sociales. En 1958 asumió la presidencia Jorge
Alessandri, y propuso un plan de diez años que
establecía reformas fiscales, proyectos de
infraestructura y la reforma
agraria. En 1964 rompió relaciones diplomáticas
con Cuba, aunque restableció los vínculos con la
Unión Soviética. En 1960, un maremoto y un
terremoto sacudieron al país provocando enormes
daños y miles de muertos, especialmente en la zona de
Valdivia. En las elecciones presidenciales de 1964, el antiguo
senador Eduardo Frei Montalva, candidato de la centrista
Democracia Cristiana, derrotó a una coalición de
izquierdas. Las importantes reformas de Frei, como la
nacionalización parcial del sector del cobre (la
denominada ‘chilenización del cobre’),
provocaron la insatisfacción de algunos sectores de la
derecha, lo que desembocó en una violenta oposición
política. Al aproximarse las elecciones presidenciales de
1970, la oposición de izquierda se coaligó en la
Unidad Popular. Nombró candidato a Salvador Allende
quién ganó las elecciones y comenzó
rápidamente a cumplir sus promesas electorales, orientando
al país hacia el socialismo (con su popular lema
"vía chilena al socialismo". Se instituyó el
control estatal de la economía, se nacionalizaron los
recursos mineros,
los bancos
extranjeros y las empresas
monopolistas, y se aceleró la reforma agraria.
Además, Allende lanzó un plan de
redistribución de ingresos,
aumentó los salarios e impuso
un control sobre los precios. La
oposición a su programa
político fue muy vigorosa desde el principio y hacia 1972
se había producido una grave crisis económica y una
fuerte polarización de la ciudadanía. La
situación empeoró aún más en 1973,
cuando el brutal incremento de los precios, la escasez de
alimentos
(provocada por el recorte de los créditos externos), las huelgas y la
violencia llevaron al país a una gran inestabilidad
política. Esta crisis se agravó por la injerencia
de Estados Unidos, que colaboró activamente por desgastar
al régimen de Allende. El 11 de septiembre de 1973 los
militares tomaron el poder mediante un golpe de Estado,
pereciendo Allende en la defensa del palacio presidencial. (La
opinión generalizada es que Allende se suicidó
durante el asalto al palacio de la Moneda).
Argentina
A principios del s. XX se manifestó la necesidad
de reformar el sistema político en un sentido
democrático. En la presidencia de Roque Sáenz
Peña se aceptó una nueva ley electoral que desde
1912 permitió fundamentales renovaciones. Distintos
matices de la democracia argentina se personificaron en Juan B.
Justo, Lisandro de la Torre e Hipólito Yrigoyen.
Éste asumió la presidencia en 1916 como
representante de los radicales. Lo sucedió en 1919 Marcelo
T. de Alvear, pero en 1928 Yrigoyen volvió al poder. En
1930 un movimiento armado derrocó el régimen
constitucional y puso en el poder al general José
Félix Uriburu. Varios presidentes se sucedieron en un
período turbulento en el que se adoptaron políticas
cada vez más conservadoras y autoritarias. Presionado por
los Estados Unidos, el gobierno de Pedro P. Ramírez
declaró la guerra a Alemania y Japón
en 1944. En las elecciones presidenciales de 1946 triunfó
el entonces coronel Juan D. Perón, que
fue reelegido para el período 1952-1958. En septiembre de
1955, la revolución encabezada por el general Eduardo
Lonardi lo obligó a renunciar a su cargo. En febrero de
1958 fue elegido presidente constitucional para el período
1958-1964 Arturo Frondizi, quien no consiguió detener la
crisis económica que asolaba al país desde 1950. A
partir de 1962, cuando fue destituido Frondizi por las fuerzas
armadas, se sucedieron diversos gobiernos militares y civiles.
Perón volvió al poder en 1973, y tras su muerte,
ocurrida al año siguiente, lo sucedió en la
presidencia su esposa, María Estela Martínez.
Continuaron aumentando los problemas económicos y los
conflictos sociales, y en 1976 un golpe de estado dio el poder a
una junta militar, presidida sucesivamente por Jorge Rafael
Videla, Roberto Viola y Leopoldo F. Galtieri. El 2 de abril de
1982 las fuerzas armadas argentinas recuperaron las islas
Malvinas, en posesión británica. La derrota
ante la armada británica trajo como consecuencia la
caída del gobierno castrense. Raúl Alfonsín
asumió la presidencia en 1983 e intentó
infructuosamente sanear la economía nacional, agobiada por
la falta de inversiones y
el endeudamiento externo. En 1989 las elecciones dieron el
triunfo al peronista Carlos Saúl Menem. Su
objetivo
fundamental fue recuperar la disciplina
económica y atraer la inversión. Durante su gobierno se redujo la
inflación y la economía se
recuperó.
Cuba
Desde 1909 la vida política de Cuba se
desenvolvió normalmente, con las alternativas de algunos
movimientos armados. Desde 1933 se hizo sensible la
gravitación política de Fulgencio Batista,
triunfante en la revolución del 4 de septiembre de ese
año y presidente de 1940 a 1944. Batista volvió a
la presidencia en 1952, encabezando un movimiento armado,
gobernando desde entonces tiránicamente. En 1956, Fidel
Castro desembarcó en la isla, iniciando un movimiento
revolucionario que en dos años derrocó a las
autoridades constituidas. Castro entró en la Habana en
enero de 1959. El primer presidente revolucionario, Manuel
Urrutia Lleó, debió renunciar a corto plazo por
oponerse a las influencias comunistas dentro de su gobierno. Bajo
la presidencia de Osvaldo Dorticós Torrado, Fidel Castro
proclamó en 1961 la "República Socialista". Entre
las medidas decretadas desde entonces figuraron la reforma
agraria, la reforma urbana, la nacionalización de la
educación, la reorganización del poder
ejecutivo, la supresión de las elecciones y el
mejoramiento de la flota mercante. Durante las décadas de
1960 y 1970, Cuba se convirtió en un país
satélite de la Unión Soviética,
encargándose de exportar la revolución comunista al
Tercer Mundo. Al iniciarse los años ochenta, había
tropas cubanas en Angola y Etiopía, y Cuba prestaba ayuda
a gran cantidad de movimientos guerrilleros en América
latina. Para desligarse de su imagen de mero
seguidor de la URSS, Castro asumió un papel de liderazgo en
el movimiento de países no alineados. La caída del
comunismo,
primero, y la posterior desaparición de la Unión
Soviética (1991) supusieron el aislamiento político
y económico de Cuba. En 1993 el presidente Castro
anunció medidas para liberalizar la economía, la
cual se encontraba sumida en una profunda crisis.
Los dictadores
México
Porfirio Díaz
Porfirio Díaz, militar y político
mexicano, presidente de la República (1876-1880;
1884-1911), cuyo ejercicio del poder ha dado nombre a un periodo
de la historia de
México conocido como Porfiriato.
Nació en Oaxaca y se alistó en el Ejército,
participando en tres guerras: la guerra mexicano-estadounidense
(1846-1848); la guerra civil (1858-1861) entre liberales y
conservadores, llamada guerra de Reforma, en la que apoyó
la causa liberal de Benito Juárez y la guerra
patriótica (1863-1867) contra Maximiliano I, archiduque de
Austria y emperador de México.
Díaz no alcanzó la presidencia de
México frente a Juárez en 1867, ni tampoco en 1871.
Después de cada derrota encabezó sendas e
infructuosas rebeliones militares, mediante las que
pretendía alcanzar el poder. En 1876 protagonizó
una prolongada serie de acciones
militares y derrocó al presidente Sebastián Lerdo
de Tejada, asumiendo la presidencia de la República.
Según la Constitución mexicana, Díaz no
podía permanecer en la presidencia durante dos mandatos
consecutivos por lo que tuvo que renunciar en 1880 aunque
continuó en el gobierno como secretario de Fomento. Fue
reelegido en 1884 y consiguió la aprobación de una
enmienda a la Constitución que permitía la
sucesión de mandatos presidenciales, permaneciendo en el
poder hasta 1911.
Al frente de México, casi como delegado divino,
Porfirio Díaz… Don Porfirio, que era, para la
generación adulta entonces, una norma del pensamiento
sólo comparable a las nociones del tiempo y del
espacio, algo como una categoría kantiana. Atlas que
sostenía la República, hasta sus antiguos
adversarios perdonaban en él al enemigo humano, por lo
útil que era, para la paz de todos, su
transfiguración mitológica.
A la cultura de la
Revolución
Mexicana la anteceden los treinta y tantos años de
dominio
avasallador del general Porfirio Díaz, décadas de
arraigo profundo de una interpretación reverente (tanto
activa como pasiva) del autoritarismo. Que el nombre del dictador
bautice o sintetice el periodo se explica con facilidad y no
sólo por razones políticas. Comparten rasgos una
persona (Porfirio Díaz), una élite política
e intelectual (el grupo conocido
como los "científicos" y sus alrededores literarios) y lo
más visible y reconocible de una época. Tienen en
común el orden impuesto a como dé lugar; la
estricta jerarquización del sistema político y la
existencia cotidiana; la devoción ante el modelo europeo
(del que adoptan los rasgos externos, el cuidado de la
apariencia, el fetichismo de la respetabilidad); la fe en un
progreso constituido de modo tangible con ferrocarriles y
fábricas y empréstitos y reconocimiento de los
demás estados; las vagas líneas divisorias entre
decoro y decoración.
Su régimen estuvo marcado por logros importantes,
pero también por un gobierno severo. Durante el mandato de
Díaz, la economía de México se
estabilizó y el país experimentó un
desarrollo económico sin precedentes: se invirtió
capital extranjero (sobre todo estadounidense) en la
explotación de los recursos mineros del país; la
industria
minera, la textil y otras experimentaron una gran
expansión; se construyeron vías férreas y
líneas telegráficas; y el comercio exterior
aumentó aproximadamente en un 300%. Por otra parte, los
inversores extranjeros agotaron gran parte de la riqueza del
país, casi todos los antiguos terrenos comunales (ejidos)
de los indígenas pasaron a manos de un pequeño
grupo de terratenientes, y se extendió la pobreza y el
analfabetismo.
Las manifestaciones del descontento social fueron reprimidas por
Díaz con mano de hierro, hasta
que se produjo la Revolución de 1911, encabezada por
Francisco Ignacio Madero. Díaz fue obligado a dimitir y a
abandonar el país. Murió en el exilio, en
París.
Chile
Augusto Pinochet Ugarte.
Augusto Pinochet Ugarte, político y militar
chileno, jefe del Estado (1973-1990). Nació en Santiago y
estudió en la Academia Militar de Chile. Tras sucesivos y
constantes ascensos de graduación, fue nombrado general de
brigada durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970).
En la época presidencial de Salvador Allende fue
comandante de la guarnición de Santiago y, en 1972, se le
designó comandante en jefe del Ejército.
Protagonizó el golpe de Estado de 1973, apoyado desde
Estados Unidos, que culminó con el derrocamiento y
la muerte de
Allende. Pronto, como jefe de la Junta de Gobierno, limitó
la actividad política y su régimen de
represión y autoritarismo fue condenado por la
Comisión de Derechos Humanos
de Naciones Unidas,
en 1977.
En 1980, una Constitución promovida por él
le confirmó en el poder para un periodo de ocho
años; dicha Constitución también declaraba
que, al final de ese lapso, se celebraría un plebiscito
para determinar si debía continuar en el desempeño de la jefatura del Estado. El
referéndum tuvo lugar en octubre de 1988 y le negó
el derecho a prolongar su presidencia a partir de marzo de 1990
(los votos fueron del 55% en contra de su prórroga
presidencial y el 43% a favor), aunque se mantuvo en su cargo de
comandante en jefe del Ejército. El 7 de enero de 1998, la
Cámara de Diputados aprobó una declaración
de rechazo a la inminente incorporación de Pinochet al
Senado, tras su retirada de la jefatura del Ejército, la
cual tuvo lugar, el 10 de marzo de ese año.
Augusto Pinochet Ugarte suspendió inmediatamente
la Constitución, disolvió el Congreso, impuso una
estricta censura y prohibió todos los partidos
políticos. Asimismo, lanzó una fuerte
campaña represiva contra los elementos izquierdistas del
país: miles de personas fueron arrestadas y centenares de
ellas ejecutadas o torturadas; muchos chilenos se exiliaron,
mientras que otros pasaron largos años en prisión o
se dieron por desaparecidos.
Durante los años siguientes, la Junta Militar
gobernó al país con gran rigor, aunque hacia
finales de la década pudo apreciarse una cierta apertura.
En 1978 se levantó el estado de sitio (aunque
siguió en vigor el estado de emergencia) e ingresaron
más civiles en el gabinete. Sin embargo, Chile
siguió siendo esencialmente un Estado policial. Una nueva
Constitución, la de 1980, sometida a referéndum el
día del séptimo aniversario del golpe militar,
legalizó el régimen hasta 1989; Pinochet
inició en marzo de 1981 un nuevo periodo de gobierno,
ahora como presidente, con una duración de ocho
años.
En el ámbito económico, el gobierno de
Pinochet aplicó medidas de austeridad que provocaron el
recorte de la inflación y una mayor producción entre 1977 y 1981. No obstante,
a partir de 1982, la recesión mundial y la caída de
los precios del cobre provocaron un retroceso de la
economía chilena. En 1983 se produjeron amplias protestas
contra el gobierno, seguidas de una serie de atentados en las
grandes ciudades. El aumento de la tensión popular y el
progresivo deterioro de la economía llevaron a Pinochet a
reinstaurar el estado de sitio en noviembre de 1984. A finales de
ese mes, se firmó un tratado con Argentina, en el que se
ratificaba la soberanía chilena sobre tres islas del
canal de Beagle (Picton, Nueva y Lennox). En septiembre de 1986,
tras un fallido intento de atentar contra la vida de Pinochet, se
desarrolló por parte del gobierno una nueva campaña
represiva.
En agosto de 1988 se levantó finalmente el estado
de emergencia y dos meses después se permitió a los
chilenos organizar un plebiscito sobre si debía o no
prorrogarse hasta 1997 el mandato de Pinochet, que terminaba en
marzo de 1989. A pesar de que casi el 55% del electorado
votó por el "no", el mandato de Pinochet se
prorrogó automáticamente hasta marzo de 1990, a la
espera de la celebración de las elecciones presidenciales
y legislativas. En diciembre de 1989, durante los primeros
comicios presidenciales en 19 años, los votantes eligieron
por mayoría al candidato demócrata cristiano
Patricio Aylwin, quien dio inicio al proceso de transición
a la democracia, promovió una serie de reformas
económicas y nombró una comisión para
investigar las violaciones de los derechos humanos cometidas
por el régimen de Pinochet. Las reformas económicas
iniciadas por Aylwin permitieron que más de un
millón de chilenos salieran de la pobreza. En las
elecciones presidenciales de 1993, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, hijo
del antiguo presidente Eduardo Frei Montalva, resultó
triunfador.
En 1994 Chile solicitó su entrada en el Tratado
de Cooperación Económica Asia-Pacífico (CEAP) y en el Tratado de Libre
Comercio Norteamericano (NAFTA). En 1996
el gobierno de Eduardo Frei logró la integración de
Chile en el Mercado Común del Sur (Mercosur).
En las elecciones legislativas de diciembre de 1997, la
Concertación de Partidos por la Democracia (integrada por
la Democracia Cristiana, el Partido Socialista, el Partido por la
Democracia y el Partido Radical Socialdemócrata)
alcanzó la mayoría en el Congreso de los Diputados.
Sin embargo, y a diferencia de las elecciones de 1993, la
derechista Unión por Chile consiguió aumentar sus
escaños. En el Senado se consolidó también
el bloque de derechas, lo que impedirá llevar a cabo
reformas democráticas en la Constitución de 1980,
aprobada durante la dictadura.
Un mes después, en medio de duras críticas
y acusaciones contra Augusto Pinochet, senador vitalicio a partir
de marzo de 1998, el presidente Eduardo Frei destituyó a
su ministro de Defensa, Edmundo Pérez Yoma, por mantener
una postura demasiado cercana al militarismo y al
ex-general.
Argentina
Peronismo
El peronismo es un
movimiento político argentino de carácter
populista surgido en 1945 y liderado por Juan Domingo
Perón. Integrado por corrientes muy diversas, que con el
tiempo originarían profundas contradicciones en su seno, y
sin la cohesión de un programa ideológico definido,
el peronismo se centró en la personalidad y
en la obra de Perón.
La victoria del peronismo en las elecciones del 26 de
febrero de 1946 se apoyó fundamentalmente en el voto de
los pequeños y medianos propietarios, en el de los
trabajadores y en el de la burguesía industrial. Esta
coalición política supo aprovechar los intereses de
los nuevos sectores sociales que el proceso de
industrialización había conformado. Apoyado
institucionalmente en el Ejército y en los sindicatos, el
peronismo persiguió la creación de un capitalismo
nacional independiente. Dio un decidido impulso a la industria
del país, se nacionalizaron importantes sectores de la
misma, hasta entonces en manos de capital extranjero, y se
invirtieron grandes cantidades en obras públicas. La
política
social, dinamizada por la fuerte personalidad de María
Eva Duarte de Perón (Evita), reportó importantes
avances laborales, que culminaron con la proclamación de
los Derechos del Trabajador, y mejoras sociales como el sufragio
femenino o la construcción de miles de escuelas y centros
de salud.
Uno de los objetivos principales del peronismo fue la
disminución de las desigualdades y la búsqueda de
una conciliación de clases que evitara los conflictos
sociales. Hasta la década de 1950, el gobierno
justicialista de Perón desarrolló su
política con éxito,
pero, a partir de estas fechas, las dificultades y la
pérdida de apoyos debilitaron al movimiento peronista, que
exhibió desde entonces una tendencia más acentuada
hacia el autoritarismo. Hacia 1952, dos malas cosechas
consecutivas provocaron la disminución de la capacidad
exportadora, que, junto al aumento de la inflación y de la
especulación, determinaron una crisis económica,
agravada por la falta de reservas del Banco Central y
por el endeudamiento exterior.
La presión de la oligarquía; el acoso de
la burguesía industrial, que había visto frustradas
sus expectativas; la oposición de la Iglesia, que no
aceptaba medidas como la ley del divorcio o la
legalización de los matrimonios civiles; el descontento de
algunos sectores del Ejército; la muerte de Eva Duarte,
que privaba al peronismo de su figura más popular, y la
ruptura del bloque de fuerzas que lo conformaba fueron, en
conjunto, motivos que debilitaron el gobierno de Perón y
forzaron su retirada del poder en 1955. Sin embargo, el
peronismo, como corriente política, logró
mantenerse y resistir durante la dictadura
militar. Tras el triunfo del Frente Justicialista en 1973, el
peronismo retomó el poder, convocó nuevos comicios
y situó a su líder en la presidencia. La muerte de
Perón (1974) agudizó los enfrentamientos
internos.
En 1976, un golpe de Estado militar desalojó del
gobierno a los peronistas. La recuperación del poder por
los peronistas se consiguió en 1989, seis años
después de la restauración de la democracia en
Argentina —y del triunfo del radicalismo en las elecciones
democráticas de 1983—, de la mano de Carlos
Saúl Menem, líder del peronismo y desde entonces
presidente de Argentina.
Juan Domingo Perón
Juan Domingo Perón (1895-1974), político
argentino, fundador del peronismo (movimiento político
actualmente aglutinado en el Partido Justicialista), presidente
de la República (1946-1952; 1952-1955; 1973-1974) y una de
las figuras latinoamericanas más destacadas del siglo XX,
que llevó a cabo importantes cambios en la política
de Argentina.
Nació en Lobos (provincia de Buenos Aires) el 8
de octubre de 1895, y estudió en el Colegio Militar
(1911-1913) y en la Escuela Superior
de Guerra (1926-1929). En 1930 participó en un
levantamiento militar que derrocó al presidente
Hipólito Yrigoyen, y fue nombrado secretario privado del
ministro de la Guerra (1930-1935). Más tarde
impartió clases en la Escuela Superior de Guerra,
pasó un año en Chile como agregado militar,
publicó cinco libros sobre
historia militar y viajó a Italia para estudiar métodos
militares alpinos. A su regreso a Argentina en 1941,
Perón, admirador del dictador fascista italiano Benito
Mussolini, fundó el Grupo de Oficiales Unidos (GOU), que
en 1943 protagonizó un golpe de Estado que depuso a
Ramón Castillo y procedió a transformar el
movimiento sindical, debilitando la influencia que
ejercían sobre él los partidos de izquierdas, para
lo que promulgó nuevas leyes,
reformó las existentes y creó nuevos sindicatos.
Alcanzó popularidad entre las clases obreras, pero
según crecía su poder (fue nombrado vicepresidente
de la República además de ministro de la Guerra)
aumentaba la oposición entre las Fuerzas Armadas. El 9 de
octubre de 1945 fue obligado a dimitir de sus cargos, siendo
detenido y encarcelado. La dimisión de Perón
provocó una crisis de gobierno que fue resuelta el 17 de
octubre, cuando sus seguidores sindicalistas, especialmente la
Confederación General del Trabajo (CGT), lograron su
puesta en libertad. Cuatro días más tarde,
Perón, que era viudo, se casó con su
compañera, María Eva Duarte, más conocida
por el nombre de 'Evita', quien, como primera dama de la
Argentina, dirigió las relaciones sindicales y los
servicios
sociales puestos en marcha por el gobierno de su marido, hasta su
prematura muerte en 1952. Adorada por las masas, influyó
para que se estableciera el sufragio femenino (logrando la
integración de la mujer en la
vida política argentina) y fue, más que nadie, la
responsable de la popularidad del régimen de Perón
(quien manejaba a las masas con consumada habilidad). En octubre
de 1946, Perón promulgó un ambicioso plan
quinquenal para la expansión de la economía, que
consistía principalmente en utilizar el gasto
público como medio para reactivar el mercado luego de
la recesión por la que había pasado.
Tras una campaña electoral represiva y violenta,
Perón fue elegido presidente en 1946, con el 56% de los
votos. Creador de su propio movimiento, el peronismo,
siguió políticas sindicalistas, nacionalistas y
populistas, con la ayuda de su esposa, que pasó a ser un
destacado miembro influyente, pero informal, de su gobierno. Sin
embargo, a principios de la década de 1950 comenzaron a
disminuir las ventajas de que gozaba la clase trabajadora de las
ciudades. La muerte de Evita (1952), las dificultades
económicas, la creciente agitación laboral y la
excomunión de Perón por parte de la Iglesia
católica debilitaron aún más su gobierno. Su
derrocamiento a manos del Ejército, en 1955, fue reflejo
del rechazo popular a su gobierno dictatorial. Sin embargo,
durante sus 18 años de exilio, Perón contó
con la adhesión de los sindicatos y su influencia en la
política de Argentina, apoyando a sus seguidores en su
intento por alcanzar el poder. Finalmente, se le permitió
regresar a Argentina, una vez que los peronistas, agrupados en el
Frente Justicialista de Liberación, vencieron en las
elecciones presidenciales de 1973, y fue reelegido presidente,
con su tercera esposa, María Estela Martínez de
Perón, como vicepresidenta. Murió, en el ejercicio
de ese cargo, el 1 de julio de 1974, sustituyéndole al
frente de la presidencia su esposa.
Carlos Saúl Menem
Carlos Saúl Menem, político argentino,
presidente de la República (1989-hasta ahora ), el
primero que accedió al cargo, desde 1928, siguiendo los
cauces constitucionales de sucesión del anterior jefe de
Estado.
Nacido el 2 de julio de 1930 en Anillaco (La Rioja),
hijo de inmigrantes sirios, fue educado como musulmán
suní. En su adolescencia,
se convirtió al catolicismo e inició su actividad
política cuando realizaba sus estudios universitarios. A
los 25 años, se licenció en derecho por la Universidad de
Córdoba. Miembro del Partido Justicialista (la
organización política del peronismo), en 1955
fundó las Juventudes Peronistas. Al año siguiente,
fue encarcelado por su participación en el intento de
restablecer en el poder al desterrado Juan Domingo Perón,
y se convirtió en asesor legal de la Confederación
General del Trabajo (CGT), el sindicato
peronista, función
que desempeñaría hasta 1970. En las elecciones de
1962, se presentó candidato al cargo de gobernador adjunto
de su provincia natal de La Rioja, pero el golpe militar que
derrocó al presidente Arturo Frondizi malogró la
aplicación práctica de los resultados de los
comicios. Sin embargo, en 1963 fue elegido presidente provincial
del Partido Justicialista.
En 1973, tras el regreso al poder de Perón, Menem
venció en los comicios para elegir gobernador de la
provincia de La Rioja. Fue encarcelado en 1976, cuando la
presidenta María Estela Martínez de Perón,
viuda y sucesora del dictador, resultó derrocada por un
golpe militar que supuso el acceso al poder de la Junta Militar
presidida por Jorge Rafael Videla, y no salió en libertad
hasta 1981.
Reelegido gobernador de La Rioja en 1983 y 1987, al
año siguiente recibió la nominación
peronista para la candidatura presidencial. En mayo de 1989, fue
elegido presidente de la República tras vencer a E. C.
Angeloz, el candidato de la Unión Cívica Radical.
Sustituyó, por tanto, a Raúl Alfonsín (el
primer presidente elegido democráticamente después
del lapso dictatorial que había transcurrido desde 1976
hasta 1983), con lo que se confirmaba el pleno retorno a la
democracia en Argentina, al producirse, en julio de 1989, la
primera transición plenamente constitucional desde
hacía 71 años. Figura hasta cierto punto
extravagante, describió la corriente política a la
que pertenecía desde su irrupción en la vida
pública, el peronismo, con los calificativos de:
nacionalista, populista, humanista, socialista y cristiana. Menem
trabajó desde el principio de su mandato para reformar la
estructura del
Estado, privatizar el sector
público industrial, alcanzar un mercado libre,
profundizar en el perdón a los militares implicados en la
dictadura (en diciembre de 1990, su gobierno concedió el
indulto a los miembros de las distintas juntas militares) y
restablecer relaciones con Gran Bretaña tras la guerra de
las Malvinas
(1982). En 1991, el gobierno de Menem se unió a los de
Brasil, Paraguay y Uruguay para
firmar el Tratado de Asunción, que confirmó la
intención de estos países de crear el Mercado
Común del Sur (Mercosur). En 1992, el mismo año en
que se reanudaron las relaciones diplomáticas con Gran
Bretaña, Menem ordenó que se hicieran
públicos todos los expedientes secretos sobre las
actividades nazis en Argentina posteriores a la II Guerra Mundial.
Dos años más tarde, Argentina se adhirió al
Tratado de Tlatelolco (cuyo acuerdo original databa de 1967) y
entró, por tanto, a formar parte del Organismo para la
Proscripción de Armas Nucleares de América Latina
(OPANAL).
En mayo de 1995, tras lograr un año antes la
reforma constitucional que le permitía renovar mandato,
resultó reelegido presidente de la República, y el
Partido Justicialista obtuvo la mayoría absoluta en la
Cámara de Diputados; su victoria se basó en la
estabilidad económica de que gozaba el país, lo que
beneficiaba a las clases altas, así como en el arraigo del
peronismo en las clases populares. En febrero de 1997, Menem se
autodescartó para presentarse a un tercer mandato, lo que
habría provocado una nueva reforma constitucional, ya que
la última sólo permitía dos mandatos
consecutivos. En las elecciones de octubre de ese año,
que, entre otros cargos, renovaban parcialmente la Cámara
de Diputados, el peronismo fue ampliamente derrotado por la
Alianza por el Trabajo, la
Educación y la Justicia (formada por la Unión
Cívica Radical y el Frepaso), con lo que el gobierno de
Menem vio complicados sus dos últimos años en el
poder.
Cuba
Fidel Castro
Fidel Castro (1927-y aún sigue ),
político cubano, principal dirigente de la
República desde 1959, artífice de la Revolución
Cubana y uno de los más destacados líderes de
Latinoamérica durante la segunda mitad del
siglo XX. Nacido el 13 de agosto de 1927 en Mayarí, hijo
natural de un inmigrante español, plantador de azúcar,
Castro se afilió al Partido del Pueblo Cubano en 1947, y
se doctoró en leyes por la Universidad de La Habana en
1950. Después de que Fulgencio Batista se hiciera con el
control del gobierno cubano en 1952 y estableciera una dictadura
en el país, Castro se convirtió en el líder
del grupo Movimiento, una facción antigubernamental
clandestina cuyas acciones culminaron con el asalto al cuartel de
Moncada (en Santiago de Cuba) el día 26 de julio de 1953,
hecho por el cual fue encarcelado. En el juicio subsiguiente se
hizo cargo de su propia defensa, cuyo alegato se manifestó
por medio de un discurso (la
historia me absolverá) que, más tarde, se
convertiría en una importante consigna política
para los revolucionarios.
Condenado a 15 años de prisión, fue
amnistiado en 1955, y se exilió sucesivamente en Estados
Unidos y México, donde fundó el Movimiento 26 de
Julio. El 2 de diciembre de 1956, regresó a Cuba con una
fuerza de 82 hombres, de los cuales 70 murieron en combate nada
más desembarcar desde el barco Granma en la playa
de las Coloradas, en el extremo suroccidental de la isla. Castro,
su hermano Raúl y Ernesto Che Guevara se
encontraban entre los 12 supervivientes. Con su base principal en
sierra Maestra, donde habían conseguido internarse los
revolucionarios dirigidos por Fidel Castro, el Movimiento 26 de
Julio fue ganando apoyo popular, principalmente en los
ámbitos estudiantiles (Directorio 13 de Marzo), y en
diciembre de 1958, con respaldo del Partido Popular Socialista,
avanzó hacia La Habana, ciudad de la cual hubo de huir
Batista el 1 de enero de 1959 y en la que entró el propio
Castro siete días después, acto que pondría
colofón al definitivo triunfo de la Revolución
Cubana. Castro se declaró a sí mismo primer
ministro en febrero de 1959, cargo que ostentó hasta 1976,
en que asumió la presidencia del Consejo de Estado, que
según la nueva Constitución de diciembre de ese
año englobaba la jefatura del Estado y del
gobierno.
Fracasado su intento de establecer relaciones
diplomáticas o comerciales con Estados Unidos,
negoció acuerdos sobre armamento, créditos y
alimentos con la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas (URSS), y llevó a cabo la
depuración de sus rivales políticos.
Nacionalizó los recursos cubanos, afrontó una
profunda reforma agraria basada en la colectivización de
propiedades y estableció un Estado socialista de partido
único (el Partido Unido de la Revolución
Socialista, que en 1965 pasaría a denominarse Partido
Comunista Cubano y cuya secretaría general asumiría
el propio Castro), que llevó a un gran número de
cubanos ricos al exilio. Estados Unidos vio con disgusto
cómo el nuevo régimen embargaba las empresas de
titularidad estadounidense, y en 1960 anuló los acuerdos
comerciales que mantenía, a lo que Castro respondió
en septiembre de ese año con la Primera
declaración de La Habana, reafirmando la
soberanía cubana frente al imperialismo estadounidense. Un grupo de
exiliados cubanos recibió el respaldo del gobierno de
Estados Unidos, en un infructuoso intento por derrocarlo que tuvo
lugar en abril de 1961 y pasó a ser conocido como el
desembarco de bahía de Cochinos.
Desde ese momento, Castro se alineó abiertamente
con la URSS, dependiendo cada vez más de su ayuda
económica y militar. En 1962, estuvo a punto de producirse
una guerra nuclear, cuando la URSS situó en Cuba cabezas
nucleares de alcance medio, ante la oposición
estadounidense. La llamada crisis de los misiles de Cuba
concluyó tras la celebración de negociaciones entre
el presidente estadounidense, John Fitzgerald Kennedy, y el
máximo dirigente soviético, Nikita
Jruschov.
Durante las siguientes décadas, Castro
alcanzó gran reconocimiento entre los países
miembros del Tercer Mundo, gracias a su liderazgo de la
Organización de Países No-Alineados (que
presidió desde 1979 hasta 1981). A finales de la
década de 1980, cuando la URSS inició sus procesos
de glasnost (en ruso, ‘apertura’) y
perestroika (en ruso,
‘reestructuración’), bajo el gobierno de
Mijaíl Gorbachov, Castro mantuvo la aplicación del
régimen marxista-leninista que había instaurado a
principios de la década de 1960. Sin embargo, con el
inicio del proceso de desintegración de la URSS y del
COMECON (Consejo de Ayuda Mutua Económica) en 1990, los
problemas económicos de Cuba empeoraron. En 1993, en un
intento por alcanzar una economía mixta, Castro
aprobó reformas económicas limitadas que
legalizaron algunas empresas privadas.
En 1996, el Congreso de Estados Unidos aprobó la
denominada Ley Helms-Burton, que articulaba legalmente el
boicoteo económico a Cuba, al pretender penalizar a las
empresas que mantuvieran relaciones comerciales con otras
radicadas en la isla. Por su parte, la Unión Europea (UE), en clara
oposición, presentó una serie de medidas aprobadas
por los ministros de Asuntos Exteriores de los países
miembros para neutralizar los efectos de la Ley
Helms-Burton.
Durante su intervención en el V Congreso del
Partido Comunista Cubano (octubre de 1997), Castro
reafirmó la idea de que Cuba no se dirigiría hacia
el capitalismo, lamentando las aperturas que su gobierno hubo de
consentir debido a la caída de los principales
regímenes comunistas. En febrero de 1998, poco
después de una visita histórica del papa Juan Pablo
II a la isla, resultó reelegido nuevamente por la Asamblea
Nacional del Poder Popular como presidente de la
República, por otro mandato de cinco años. El
socialismo y las conquistas de la revolución, cada vez
más acosadas por las amenazas y el bloqueo
estadounidenses, permanecieron como referencias ineludibles del
propio Castro en su discurso de clausura de la
constitución de la cámara que le había
elegido, en el cual volvió a reiterar que no habría
transición al capitalismo en Cuba. De otro lado, el
gobierno del presidente estadounidense Bill Clinton
decidió, a finales de marzo, suavizar su embargo sobre la
isla.
El arte de mentir
les es constitutivo, sobre todo en América Latina, donde,
con la excepción tal vez de las dictaduras de Castro y de
Pinochet (inspiradas en una concepción ideológica
no democrática reivindicada como fuente de legitimidad),
todos los tiranuelos y dictadorzuelos que han estado presentes en
América Latina, no basaban su poder en creencia,
filosofía o idea alguna, sólo en el apetito crudo
de llegar al poder y perpetuarse en él para aprovecharlo
hasta el hartazgo. Es natural que en las bocas de estos hombres
fuertes y generalísimos, padres de la patria,
benefactores, caudillos, etc. y en el de los letrados,
polígrafos a su
servicio, el
vocabulario político se prostituyera sin remedio y
palabras como "legalidad", "libertad", "democracia", "derecho",
"orden", "equidad", "igualdad",
adoptaran, una personalidad que era falsa, no eran ellos sino lo
que querían que la gente conociera de ellos y lo
demás estaba escondido, aunque finalmente salía a
la luz.
Por un golpe de estado llegaron al poder Perón y
Pinochet, Fidel Castro se nombró a él mismo en el
cargo y Díaz derrocó al presidente Lerdo de Tejada.
Todos hicieron algo por su país, sin embargo sus
regímenes dejaron muchas cosas desagradables, como la
pobreza. Ahora aún siguen en el poder tanto Fidel Castro
en Cuba como Carlos Menem en Argentina.
Fuentes de
información.
Enciclopedia Hispánica
Ed. Britannica.
Tomo 5.
Enciclopedia Larousse
Ed. Planeta
Tomo 3.
México Profundo, una civilización
negada.
Bonfil Batalla, Guillermo.
Ed. Grijalbo.
Hacia el México moderno: Porfirio
Díaz.
Roeder, Ralph.
Fondo de Cultura Económica
Tomo I y II.
País de un solo hombre: El
México de Santa Anna.
Gonzalez Pedrero, Enrique.
Fondo de Cultura Económica.
Fuentes Carlos.
Nuevo Tiempo Mexicano.
Series Nuevo Siglo.
Aguilar. México, 1994.
pp. 81-93.
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Por
Maria G. Chávez