- Mutaciones e incertidumbre en la
ciencia actual. - Diversificación y
particularización de los caminos
científicos - Diversificación y
complejidad en las ciencias sociales - Hacia una visión global de
las ciencias sociales - Problemas y
límites
Mutaciones e
incertidumbre en la ciencia
actual.
La ciencia
actual, sin duda, muestra profundas
mutaciones. Diversos pensadores cuestionan los postulados
tradicionales de la argumentación científica y sus
pretensiones de conocimiento
universal de la realidad (Jara Males, 1998). Podría
decirse que los científicos, lejos de asumir en su trabajo
el despliegue de una racionalidad única, utilizan todo el
ingenio y la creatividad de
los mejores artesanos y de los diplomáticos para negociar
con los mundos sociales y naturales, la construcción de representaciones que
cumplan las funciones que
ellos tratan de alcanzar (Fourez, 1994). Para muchos, los
conocimientos de la ciencia se han relativizado, al punto de que
pueden concebirse como realizaciones que alguna comunidad
científica reconoce durante cierto tiempo (Kuhn,
1975), o como huellas que emergen de un sustrato histórico
dinámico, de una matriz
cultural generadora de saber (Moreno, 1993). En fin, el conocimiento
científico hoy día sufre una crisis
profunda, penetrado por grandes regiones de incertidumbre, al
punto de que no se puede legitimar a sí mismo (Damiani,
1997).
Surgen nuevos paradigmas,
para aprehender realidades cada vez más complejas. Sus
creadores visualizan una nueva racionalidad, que mira la realidad
total como una ontología sistémica, un orden
abierto (Martínez, 1999). El holismo y la ecología profunda dan
cuenta de un mundo que es una red de fenómenos
vitales interconectados (Spavieri, 1998). Se trata de una nueva
perspectiva de la filosofía de la ciencia, una nueva
cosmovisión, que aborda fenómenos tan universales y
extraordinarios, como el caos, la complejidad y la
autoorganización. Existe un creciente aumento en la
complejidad tanto en el mundo natural como el social, y un
aumento consecuente de la incertidumbre (Bueno Sánchez,
s/f). Consecuente con esto, Morin (1994) plantea la necesidad de
generar una epistemología de la complejidad para
abordar el
conocimiento científico actual.
Diversificación y particularización de
los caminos científicos
Este conocimiento inmenso, complejo, dinámico, es
estudiado desde particulares espacios teóricos,
epistemológicos y ontológicos (Spencer, 1975), y
desde definidas comunidades científicas con sus
particulares paradigmas (Kuhn, 1975). Así, puesto que el
pluralismo cognitivo conlleva un pluralismo metodológico
(Ortiz, 1995), se hace inevitable la tendencia a la
diversificación y a la especialización. Esta
especialización conduce a logros en instancias
específicas, pero trae no pocos problemas en
la
comunicación entre científicos de diversas
disciplinas y muchas veces de la misma (Morin, 1994).
Por otra parte, las teorías
derivadas de la
investigación científica tienen mas
bien una validez histórica, relativa, en el sentido de que
en un momento dado una de ellas llega más lejos que las
otras en un determinado orden de ideas, pero no en otros, por lo
que vale la pena preguntarse si hay que dejar exclusivamente a
los especialistas la responsabilidad de determinar cuáles son
los conocimientos originales y los problemas que afectan el
avance de los conocimientos (Fourez, 1994).
La ciencia requiere, por lo tanto, de una permanente y
profunda revisión epistemológica y
metodológica a todos los niveles (Martínez, 1999),
de la búsqueda de diálogo y
puntos de encuentro, al interior de las disciplinas, pero
también entre disciplinas (interdisciplinarios) y
más allá de estas (transdisciplinarios). Más
que guerra de
paradigmas, de lo que se trata es de la búsqueda de
diálogo entre paradigmas (Sánchez Gamboa,
1995).
Diversificación y complejidad en las
ciencias
sociales
Los científicos sociales también asumen
esta complejidad de lo real y la diversificación de
posibilidades teóricas y epistemológicas. En las
ciencias humanas pueden coexistir diversos paradigmas,
condicionados por las ideologías y los supuestos
básicos de las comunidades científicas que los
desarrollan (Trevijano Etcheverría, 1994). Una breve
muestra de esta diversidad paradigmática aparece en las
siguientes clasificaciones de las ciencias sociales: positivista,
interpretativa y crítica (Myers, 1997); positivista,
postpositivista, teoría
crítica y constructivista (Valles, 1997); positivista,
interpretativa, crítica y deconstruccionista
(Rodríguez Gómez, Gil Flores y García
Jiménez, 1999). Y aún se está lejos de
agotar las posibles clasificaciones.
Hacia una
visión global de las ciencias sociales
Este proceso de
diversificación y complejización crecientes, desde
cierto punto de vista, ayuda al desarrollo de
las ciencias sociales, en tanto favorece el abordaje de nuevos
problemas y el acceso a nuevos espacios sociales. Sin embargo,
desde otro punto de vista, parece necesaria la
construcción de una visión global que implique la
búsqueda de puntos de encuentro y desencuentro entre
diversos escenarios teóricos y metodológicos y
distintas prácticas científicas. Se trata de la
generación de marcos referenciales globalizantes,
integradores, que permitan calibrar el avance y la fiabilidad de
las variadas líneas de desarrollo científico. Las
generalizaciones (las teorías, en último
término) se hacen indispensables (Hegenberg, 1979)
.
Es perentorio, pues, crear visiones integradoras en las
ciencias sociales. Ya las ha habido. Weber
planteaba que la sociología habría de proponerse
lograr la comprensión interpretativa de la acción
social en general, a fin de llegar con ella a una
explicación causal de su curso y efectos (cit. Schwartz y
Jacobs, 1984). Esto es compartido por otros autores (Glasser y
Strauss, 1967; Strauss y Corbin, 1994). Las ciencias sociales son
un proyecto de
comprensión total de los hechos humanos, esos hechos que
son influidos y modificados por la actuación y libertad de
los seres humanos (Trevijano Etcheverría, 1994).
Están ligadas a las posibilidades de transformación
y los cambios que exige el mundo actual (Cerda, 1991). Por lo
que, en definitiva, reconociendo la complejidad de la realidad
social, y la existencia en la misma de diversos niveles
(fáctico o distributivo, significativo o
estructural-cualitativo: códigos, motivacional, o
simbólico intencional: deseos, valores,
creencias, intenciones, etc.), se tiende a recuperar el proyecto
integral de conocimiento originario de la ciencia social, como
articulación de teoría y práctica para la
transformación social (Ortiz, 1995). Pero no se
trataría sólo de una ciencia categorial, sino de
una ciencia interpretativa de carácter
empírico que arriesgue hipótesis generales que sirvan, entre otras
cosas, para modificar el sentido común (Bouza, 1988). La
vida debe ser entendida a partir de la propia experiencia, por lo
que las ciencias humanas no pueden pretender la
comprensión de la vida a través de
categorías externas a ella, sino a través de
categorías intrínsecas, derivadas de ella misma
(Parra, 1997). En fin, las ciencias requieren de un cambio
revolucionario de los supuestos científicos básicos
y de los modelos para
entender la experiencia y la conducta humana
(Martínez, 2001).
Más, no se trata de una tarea sencilla. Diversos
y difíciles problemas han surgido en el desarrollo de las
ciencias sociales: la falta de integración teoría-práctica
(Vergara y Gomáriz, 1993), dificultad de
generalización y del poder de
predicción (Hegenberg, 1979), la carencia de leyes universales
(Noya Miranda, 1994), la relación entre la observación y teoría (Chalmers,
1982), la complejidad de los factores en estudio (Hegenberg,
1979), la dificultad de comprender lo cotidiano, cuando la
reflexividad de los actores sobre su acción será
siempre incompleta (Noya Miranda, 1994), la relación entre
la evaluación
epistemológica y la transformación de los discursos
teóricos (Mallorquín, 1999), la relación
entre el conocimiento y el poder, la dificultad para reconstruir
la realidad desde el punto de vista del actor (Schwartz y Jacobs,
1984).
De aquí que este reto, en caso de aceptarse, no
puede quedar en manos de un pequeño grupo. Se
trata de un trabajo colectivo, inmenso, inconmensurable, que
requiere ser abordado durante mucho tiempo por múltiples
científicos y comunidades de todas partes. Esta
multiplicidad de actores y circunstancias podrían ir
conformando un sistema
reticular, mediante el cual puedan ir progresivamente conformando
visiones y procesos
interpenetrados y globalizantes.
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Autor:
Julio C. Valdez