Irak ha jugado desde siempre un papel central
en el mercado petrolero
del Medio Oriente y de hecho fue la fuente original del petróleo
de la región. Un documento de 1947 de la planeación
gubernamental de los Estados Unidos
intitulado "United States Petroleum Policy" establece: los
Estados Unidos deben de buscar la "eliminación o
modificación de las barreras existentes a la
expansión de las operaciones
petroleras Americanas en el extranjero" y "…promover…la
entrada de nuevas firmas Americanas en todas las fases de las
operaciones petrolíferas extranjeras". Hasta mediados de
los años 50 la mayor "barrera" en Irak era la Gran
Bretaña, para quienes el
petróleo fue la principal recompensa por su
colonización temprana en gran parte de la región.
De hecho, cuando la Standard Oil de California aseguró la
primera concesión occidental en Arabia Saudita en 1932, un
consorcio mucho más grande y poderoso estaba ahí
para impedir el trato, la "Iraq Petroleum
Company" (IPC). La IPC, de dominio
Británico, no pensaba que se harían descubrimientos
de nuevos mantos petrolíferos en Arabia Saudita
(opinión general de aquella época), y ya contaban
con más petróleo del que podían manejar en
Irak, así que permitieron a los Estados Unidos hacerse de
un pequeño nicho en la península Arábiga. La
IPC, precursora de compañías como la BP (British
Petrol), Shell, Total (de Francia) y
Exxon, suprimió por muchos años las noticias de
descubrimientos de mantos petrolíferos en Irak y a
través de varios mecanismos mantuvo una baja producción con objeto de mantener precios altos.
Estas prácticas restrictivas comenzaron en los años
30 y continuaron hasta los 60’s, como habría de
descubrir el Subcomité del Senado Norteamericano sobre
Corporaciones Multinacionales en el año de 1974. Un
documento interno de la IPC de 1967 demuestra que la
compañía descubrió vastos depósitos
de petróleo, pero "impidió su explotación y
no los clasificó en forma alguna porque la apertura de
dicha información habría provocado que las
compañías" complicaran su posición
negociadora con el gobierno
Iraquí.
Sin embargo, los intereses petroleros extranjeros tienen
un gran enemigo: el nacionalismo;
es decir, las tendencias de los líderes o el pueblo de
querer beneficiarse por ellos mismos de sus propios recursos. Por
algunos años los nacionalistas árabes fueron
liderados por el presidente Egipcio Nasser, quien por mucho
tiempo fue
máximo inspirador en el mundo árabe por sus
desafíos al neocolonialismo occidental. Libia fue el
primer país en convertirse en enemigo de los Estados
Unidos en 1969. Compañías occidentales en Libia
suministraban entonces a Europa con
petróleo que era valioso por su cercanía y por su
bajo contenido en sulfuro.
La IPC estaba administrando su producción de
acuerdo a los intereses mundiales de las Compañías
participantes y no solamente según los intereses del
pueblo iraquí. Andreas Lowenfeld notó que "Esto,
por supuesto, ha sido una de las principales imputaciones del
gobierno de Irak en contra de la IPC". El conflicto
entre las corporaciones y el gobierno Iraquí
comenzó en 1972, cuando el gobierno decidió
nacionalizar las propiedades de la IPC. Después de la
dolorosa batalla, la IPC finalmente firmó el acuerdo de
nacionalización el 28 de febrero de 1973, recibiendo
compensaciones económicas de Bagdad, pero sin
compensaciones de compra (esto es, compensaciones en las cuales
las compañías petroleras tienen el derecho a
comprar grandes cantidades de petróleo a precios
preferenciales) ni para las compañías
británicas ni para las americanas (aunque si para
Francia). El movimiento fue
inmensamente popular: el vicepresidente Saddam Hussein los
resumió como: "Nuestra riqueza ha vuelto a nosotros".
Ahora, los miembros sobrevivientes del cartel de la IPC, tres de
las compañías públicas más grandes
del mundo, BP, Shell y ExxonMobil, han manifestado su interés en
explotar la caída de Saddam Hussein para recuperar sus
viejas posesiones en Irak, argumentando que el acuerdo de
nacionalización-compensación fue firmado bajo
presión. El profesor Thomas Walde,
antiguamente el principal consejero interregional sobre la
legislación del gas y
petróleo, ha observado con respecto a las empresas
petroleras, que, "Si yo fuera su asesor, convertiría esto
en carta de negociación con el nuevo gobierno.
Podría jugar un importante papel en la carrera por obtener
contratos".
Así que tenemos que hay grandes ganancias en juego, todas
en términos de contratos para reconstruir la industria
petrolera Iraquí y para desarrollar nuevas concesiones;
con grandes beneficios en el horizonte.
Ésta segunda guerra entre
Estados Unidos e Irak será también la
culminación de un proceso que
comenzó hace medio siglo, cuando los Estados Unidos por
primera vez emplearon a su "Central Intelligence Agency" (CIA) de
forma secreta e ilegal para derrocar a un gobierno electo
democráticamente. El Golpe de Estado
maquinado por la CIA en contra del Primer Ministro de
Irán, Mohammad Mossadeq, comenzó una cadena de
eventos que
incluyeron la revolución
del Ayatollah khoemeini en 1979 en contra del entonces Sha y su
mandamás los Estados Unidos. Esta revolución
destruyó uno de los "pilares gemelos" de la estrategia
americana en el Golfo: el cultivo de estados-cliente
autoritarios y antidemocráticos en Arabia Saudita e
Irán como fuente de petróleo y bastiones en contra
de la Unión Sovietica. La revolución
islámica de Irán demandó entonces una
reestructuración mayor de la política exterior
Norteamericana de la zona. En el mismo año, la
Unión Sovietica invadió Afganistán y los
Estados Unidos secretamente comenzaron a armar la resistencia
afgana antisoviética, así como también a
Osama Bin Laden. Esto puso en movimiento una serie de intrincadas
series de realineamientos que en última instancia condujo
a los veteranos de la resistencia afgana antisoviética a
organizar los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en
contra de Nueva York y Washington.
Después de la revolución de 1979 en
Irán, los Estados Unidos decidieron respaldar al entonces
jurado enemigo de los Clérigos Islámicos: el
tiránico presidente Saddam Hussein. En septiembre de 1980,
Saddam invadió Irán. Cuando parecía que
Irán derrocaría a Saddam, la
administración Reagan secretamente comenzó a
proveerle con imágenes
de inteligencia
satelital y armamento, incluidos los precursores para el desarrollo de
armas
biológicas y los ingredientes básicos para los
agentes químicos que utilizó, en palabras del
presidente Bush, "para gasear a su propia gente". La guerra de
Irán e Irak terminó con una terrible pérdida
de vidas para ambas partes. Joost Hilterman, quien prepara un
libro
devastador en el tema Estados Unidos-Irak, ha escarbado entre
montones y montones de documentos no
clasificados del gobierno de los Estados Unidos, sólo para
descubrir que después que Saddam hubo gaseado a 6,800
kurdos en Habalaja el pentágono salió en defensa de
Saddam al parcialmente culpar a Irán por la atrocidad. Un
nuevo documento no clasificado del Departamento de Estado
demuestra que la idea fue planeada por el pentágono, quien
a lo largo de todo esto apoyó a Saddam, y afirma el
documento además que los diplomáticos
norteamericanos recibieron órdenes de apoyar la
versión de la culpabilidad de Irán, pero de no
discutir detalles. De no discutir detalles, por supuesto, porque
la historia era una mentira. Esto, recordemos, fue cinco
años después de que la Secretaría de
Seguridad
Nacional de los Estados Unidos publicó la Decisión
Directiva114 –concluida en 1983, el mismo año de la
visita amistosa de Rumsfeld a Bagdad- autorizó formalmente
billones de dólares en préstamos y otros créditos a Bagdad. ¿Y ésta
guerra trata sobre derechos
humanos?.
En 1990, Los Estados Unidos permitió a Saddam
creer que toleraría su invasión de Kuwait. Cada
líder
Iraquí desde 1920 ha hecho votos por invadir Kuwait y
reunificarla con Irak, Saddam no fue la excepción. Los
Estados Unidos abrazaron entonces la oportunidad puesta por la
invasión iraquí para ampliamente expandir su
imperio de bases militares en el Golfo Pérsico.
Cómo el estudioso del medio Oriente Stephen Zunes observa:
"Estados Unidos usó la invasión iraquí de
Kuwait como una excusa para llevar más adelante su
largamente deseada hegemonía militar, política y
económica en la región."
La guerra del Golfo Pérsico en 1991
terminó con un estancamiento entre Irak y las fuerzas
aliadas capitaneadas por los Estados Unidos y el primer
presidente George Bush. El presidente Iraquí Saddam
Hussein fue expulsado de Kuwait, el país que había
invadido seis meses atrás. El tratado de paz obligaba a
Irak a destruir cualquier arma química o
biológica, y un equipo de inspectores de las Naciones Unidas
habría de regularmente registrar el país para
asegurarse del desarme. Un estricto embargo impedía a Irak
vender petróleo o comprar armas en los mercados
internacionales hasta que las Naciones Unidas juzgara el total
cumplimiento de las resoluciones de paz.
Irak es uno de los más grandes productores de
petróleo, y los magnates estadounidenses y sauditas hacen
billones de dólares mientras su petróleo se
encuentra bloqueado. Hussein originalmente invadió Kuwait
por una disputa de petróleo. Ambos presidentes Bush, padre
e hijo, han hecho millones de dólares en petróleo.
La política de la región es la política del
petróleo y grandes cantidades de dinero han de
ser hechas y perdidas por los ganadores y perdedores de los
conflictos
internacionales en la región. Los Estados Unidos y la Gran
Bretaña querían la continuación del embargo,
mientras que los rusos y franceses (que querían
beneficiarse comprando y distribuyendo petróleo
Iraquí) pedían la suspensión del
mismo.
Atrás en 1991, había muchos en la administración Bush que hubieran deseado
que el tratado de paz no se hubiera firmado. Hubieran preferido
que las fuerzas norteamericanas hubieran continuado hasta Bagdad
y expulsado a Saddam Hussein. Querrían haber instalado un
gobierno norteamericano en Irak. Muchos de estos "halcones"
estaban también involucrados en el mercado petrolero. A
través de los años 90’s, ellos se encontraban
fuera del gobierno y relativamente fuera del poder.
Escribieron artículos sobre lo que hubiera sucedido si las
tropas norteamericanas hubieran invadido Irak, pero a nadie le
importó. Luego, en el año 2000, George W. Bush,
hijo del primer presidente Bush, fue elegido también
presidente de los Estados Unidos. La mayoría de su
Gabinete y administración son amigos de su padre e incluye
a aquellos quienes hubieran preferido que continuara la primera
Guerra del Golfo en 1991. Desde entonces, desde la primera Guerra
del Golfo, la gente de la Casa Blanca y del Pentágono,
quienes planearon y ejecutaron esa guerra, han deseado volver a
Irak a terminar lo que iniciaron. Lo han manifestado así
en reportes escritos por el entonces Secretario de la Defensa
Dick Cheney en los últimos años de la
administración de George Bush padre; y durante el
período en el que estuvieron fuera del poder, de 1992 a
2000, han redactado planes describiendo lo que harían si
los Republicanos retomaran la Casa Blanca. En la primavera de
1997, en los años de la administración Clinton,
Rumsfeld, Dick Cheney y un grupo de otros
hombres de derecha (la mayoría involucrados en al
industria del petróleo) crearon el "Project for the New
American Century" (PNAC), un grupo de presión que
demandaba un "cambio de
régimen" en Irak. Así que la actual guerra en Irak
fue en realidad maquinada cinco años atrás, por
hombres como Cheney y Khalilzad, quienes son hombres de
petróleo hasta el hueso.
La administración Bush simplemente no
podía ir a la guerra sin antes relacionarla de alguna
manera con los ataques del 11 de septiembre. Así que
primero lanzó una guerra sencilla en Afganistán.
Muchos de los consejeros del Presidente Bush han estado
esperanzados de que Saddam estuviera detrás de los
ataques. Ellos han estado obsesionados tras Saddam Hussein por
todo una década y buscaban una excusa para reiniciar la
Guerra del Golfo Pérsico. Pero no hay ninguna
conexión entre el régimen de Bagdad y Osama Bin
Laden. En Afganistán, había al menos una
conexión visible entre Osama y el régimen Taliban,
con todo y que los Estados Unidos hayan contribuido aún
más al desarrollo de Osama como terrorista de lo que haya
jamás contribuido Afganistán. Mientras tanto, la
Casa Blanca lanzó una de las más extraordinarias
campañas de propaganda de
los todos los tiempos modernos para convencer al público
americano de que un ataque a Saddam debería ser una parte
integral de la guerra americana "en contra del terrorismo".
Recordemos: no hay absolutamente ninguna conexión
entre Irak y los ataques terroristas del 11 de septiembre y
absolutamente nada ha cambiado entre Estados Unidos e Irak por
años. A pesar de esta no-conexión, el Presidente
George W. Bush y su gabinete han comenzado una guerra en Irak,
sin encontrar aún prueba contundente de la existencia de
armas de destrucción masiva en Irak.
A través de la historia, los imperios han gastado
más en guerras de
conquista de lo que han obtenido a cambio. Pero los costos del
imperio son soportados por la sociedad en su
conjunto, mientras que los beneficios del imperio son disfrutados
por el pequeño grupo influyente. Por lo tanto, en general,
para aquellos que hacen las políticas
(los cuales comparten intereses y puntos de vista con aquellos
que detentan el poder) es completamente racional usar los
recursos de la sociedad para asegurar los intereses de los ricos
y poderosos, aún cuando el gasto por mucho exceda las
ganancias proyectadas. Los costos son socializados, las ganancias
privatizadas. Esa es la realidad de nuestro sistema de
mercado.
Una guerra hará a unos cuantos ricos aún
más ricos, especialmente a los accionistas de las
compañías de manufactura de
equipo militar. Ha sido discretamente anunciado, que por
algún tiempo, después de una victoria
norteamericana, solamente a corporaciones norteamericanas le
serán otorgados lucrativos contratos para la
reconstrucción de las facilidades petroleras
iraquíes (ya bajo contrato se
encuentra Halliburton, la compañía del
vicepresidente Dick Cheney).
Las reservas petroleras de Irak son las segundas
más grandes del planeta después de las de Arabia
Saudita. Dado que ambos, el presidente y el vicepresidente de los
Estados Unidos fueron ejecutivos de compañías
petroleras y que el padre del presidente, también
antiguamente presidente, fue el fundador de la "Zapata Offshore
Oil Company", resulta razonable asumir que estos hombres se
encuentran muy familiarizados con las riquezas
petrolíferas iraquíes. La compañía
"Zapata" perforó el primer manto petrolífero en
Kuwait. En 1963, Bush padre unió Zapata con otra firma
para crear el gigante Pennzoil, y, en 1966, vendió sus
acciones,
convirtiéndose en millonario. Durante 1998 y 1992, cuando
Cheney era presidente de la "Halliburton Company of Houston",
Halliburton vendió a Saddam alrededor de 23.8 millones de
dólares en equipo para pozos petroleros. Tal vez la
razón por la que Bush hijo está tan obsesionado con
Irak es que quiere apoderarse de su petróleo. Los Estados
Unidos necesitan una gran cantidad de petróleo para su
sector automotriz y también tiene interés en
controlar a otros países cuya vida industrial es
igualmente dependiente del petróleo importado. Cómo
Anthony Sampson, el experto en petróleo y autor del
clásico libro en grandes compañías de
petróleo, "Las Siete Hermanas", observa: "Los intereses
occidentales por el petróleo influencian las
políticas militares y diplomáticas, y no es
accidente que mientras las compañías americanas
están compitiendo por acceso al petróleo en
Asia Central,
los Estados Unidos estén construyendo bases militares a
través de la región".
El Departamento norteamericano de Energía
anunció a principios de
enero de 2003 que para el año 2025, las importaciones
Estadounidenses de petróleo serían talvez de
alrededor del 70% de la demanda total
Estadounidense. (era del 55% tan sólo hace dos
años). Cómo Michael Renner del "Worldwatch
Institute" mencionó desoladoramente: "Los depósitos
Estadounidenses están crecientemente siendo agotados, y
muchos depósitos fuera de la OPEC están comenzando
a quedar vacíos". El grueso de las extracciones futuras
tendrán que provenir de la región del Golfo". De
manera que no es sorprendente que toda la política
Energética del señor Bush se encuentre basada en el
creciente consumo de
petróleo. Cerca del 70% de las reservas probadas de
petróleo mundiales provienen del Medio Oriente. Una vez
que el régimen norteamericano se establezca en Bagdad, las
compañías norteamericanas tendrán acceso a
112 billones de barriles de petróleo. Con las reservas no
probadas, es posible que incluso terminaran por controlar hasta
el 25% de la totalidad de las reservas mundiales. Al mismo
tiempo, es sabido que el petróleo del mar del norte tiene
un costo de 3 a 4
dólares por barril, y de acuerdo con John Telling,
"líder de una de las pocas compañías
occidentales que admiten trabajar en Irak", el petróleo
Iraquí podría llegar a costar tan poco como 97
centavos de dólar por barril: "Noventa centavos un barril
que se vende por 30 dólares, esa es una clase de negocio
en la que uno quisiera estar involucrado". ¿Y ésta
guerra no es por petróleo?
La oferta
física y
el control del
precio del
petróleo han sido siempre asuntos centrales, pero
también otra forma de beneficiarse es a través de
los ingresos
excedentes de los productores de petróleo que son enviadas
a los Estados Unidos a través de depósitos
bancarios, compra de papeles gubernamentales y otros tipos de
inversiones, y
también del envío de estas ganancias a los mercados
financieros Británicos. Documentos no-clasificados de
los Estados Unidos señalan que: "El Reino Unido afirma
que, su estabilidad financiera se vería seriamente
amenazada si el petróleo de Kuwait y del Golfo
Pérsico no estuvieran disponibles al Reino Unido bajo
términos razonables; si el Reino Unido estuviera privado
de las grandes inversiones hechas por la región y si la
libra fuera privada del soporte proveído por el
petróleo del Golfo". Antes de la Guerra del Golfo, Kuwait
tenía vastas inversiones en Occidente que incluían
Bonos de
Tesorería, portafolios administrados por el "City Bank",
reservas en oro de la Reserva Federal (E.U.) y Banco de Inglaterra, y 10%
en capital de
riesgo en la
British Petrol –todo lo cual explica ampliamente porque
estaba bien para Irak invadir Irán pero no Kuwait. Thomas
Ferguson escribió en aquel tiempo que: "los
petrodólares excedentes de los Estados líderes del
Medio Oriente ya no representan el ‘Amazonas’ del
mundo capitalista…[pero] el Golfo ciertamente califica como el
Mississippi de la economía mundial, un
una fuente de aguas financieras que aún fluyen
majestuosamente hacia Nueva York y Londres (donde los Mayores
bancos
norteamericanos…tienen sucursales)."
No se debe caer en el error de pensar que el
único interés norteamericano es mantener los
precios bajos del petróleo. Algunas veces es preferible
mantener precios altos. A principios de los 70’s, la
administración Nixon favoreció los altos precios.
La razón era la percepción
de que Japón y
Europa, más dependientes de recursos energéticos
importados que los Estados Unidos, sufrirían más
con los altos precios. El asunto no es exactamente el precio,
sino el control. La dictadura
Saudita hace lo que el tío Sam le comanda, pero la
dictadura Iraquí no, ese es el problema. Los intereses del
petróleo son privados, pero también tienen
múltiples facetas, y no se trata simplemente de maximizar
las ganancias de las compañías. El asunto
más importante es maximizar el control estadounidense, lo
cual tiene gran variedad de beneficios, incluidos beneficios no
petroleros y ventajas geopolíticas.
Mientras que las sanciones de las Naciones Unidas han
impedido las inversiones extranjeras en los pozos petroleros,
"estas sanciones no han impedido a las compañías
firmar contratos con la esperanza de explotar los pozos
petroleros cuando las sanciones sean levantadas." Francia, Rusia,
China,
India y otras
naciones tienen contratos multimillonarios con Saddam que les
confiere el derecho a explotar los pozos petroleros
iraquíes. Estos contratos se encuentran actualmente
suspendidos por las sanciones impuestas por las Naciones Unidas,
pero los países con dichos contratos están
claramente dispuestos a proteger sus inversiones. No ven con
buenos ojos la idea de que los Estados Unidos pueda poner en la
congeladora dichos contratos. Incluso la Royal Dutch/Shell ha
firmado convenios con Bagdad. Lukoil, un gigante Ruso, tiene una
posesión enorme sobre la explotación de once
billones de barriles de crudo; la empresa tiene
programado invertir cerca de cuatro billones de dólares
durante el período productivo de sus pozos para
desarrollarlos. Los contratos son generosos: analistas del
Deutsche Bank estiman plausibles tasas de retorno "del orden del
20%".
"The Economist"remarca, "Todo esto deben ser malas
noticias para aquellos excluidos de la fiesta: los Americanos."
Cálculos en la industria petrolera de los Estados Unidos
insisten en que un nuevo régimen rescindiría los
contratos, y los líderes del movimiento opositor
Iraquí al régimen de Hussein han abiertamente
señalado que "Las empresas Norteamericanas
obtendrán una buena parte del petróleo
Iraquí" –en la eventualidad de un cambio de
régimen. Como The Economist señala, "es
difícil imaginar que los gigantes norteamericanos no
encontrarán un camino para asegurarse una tajada del
pastel." La expulsión de Hussein dirigida por los Estados
Unidos podría asegurar una nueva época de bonanza
para las compañías norteamericanas, largamente
desaparecida en Irak, desbaratando los arreglos entre Bagdad y
Rusia, Francia y otros países, y reordenando los mercados
petroleros mundiales.
Otra teoría
popular sostiene que la principal influencia en los pensamientos
Estadounidenses sobre el Medio Oriente es el ahora gobernante
partido político Likud de Israel. Se estima
que el deseo de expulsar a Saddam Hussein de Irak refleja los
intereses de largo alcance de los derechistas israelíes,
que quieren asegurarse la continuidad de la superioridad militar
israelí en la zona. Muchas de las personalidades clave en
la administración Bush y en la PNAC tienen íntimas
conexiones con el partido Likud.
El amplio ejercito militar de los Estados Unidos no es
necesario para su defensa. Estados Unidos tiene dos vecinos
pacíficos y relativamente débiles, y no ha sufrido
invasión alguna desde la Guerra de 1812. El país se
encuentra protegido por vastos océanos en ambos flancos,
que hacen de una invasión oceánica algo imposible.
No hay un país más protegido contra invasiones que
los Estados Unidos. Por cincuenta años los Estados Unidos
ha utilizado su poder militar en contra de países tercer
mundistas mucho más débiles, como Korea, Vietnam,
Panama, Irak. Ninguna de estas guerras ha puesto jamás en
peligro la soberanía Norteamericana. Pero en cambio,
todas estas guerras han girado alrededor del accesos a recursos
naturales y socios comerciales.
Los activistas ampliamente señalaron en el pasado
los abusos a los Derechos Humanos cometidos
por el Irak de Saddam Hussein, cometidos por muchos años,
antes de la Primera Guerra del Golfo. En vez de imponer embargos
en esa época, el gobierno de los Estados Unidos
apoyó monetaria y militarmente a Hussein en su guerra
contra Irán. No fue hasta que Hussein invadió
Kuwait (innecesario es recordar a los lectores de los apoyos
norteamericanos a Hussein en el pasado, incluyendo cuando uso gas
venenoso en contra de los Kurdos e Iraníes, apoyo que
desapareció cuando invadió a un régimen
productor de petróleo amigable a los intereses
norteamericanos: Kuwait) y amenazó los abastecimientos
americanos de petróleo que Bush comenzó una
retórica de odio en contra de Saddam Hussein, una
retórica patrocinada por la avaricia corporativa
norteamericana.
Saddam Hussein no es el único líder
mundial con armas de destrucción masiva. Existen muchos
países con armas nucleares aún mucho más
letales incluyendo los E.U., Rusia, Ucrania, China, Francia,
Reino Unido, Sudáfrica, India y Pakistán.
Más notable es el hecho de que Israel haya emprendido
también un programa nuclear.
Aún así, las Naciones Unidas y los presidentes
norteamericanos jamás han propuesto bombardear a Israel o
cualquier de los otros países por su posesión de
armas de destrucción masiva. Ciertamente hay mucho de un
doble estándar con respecto a Irak.
La milicia norteamericana sirve para mantener el control
estadounidense sobre las materias primas mundiales. El gobierno
de los Estados Unidos ha ofrecido apoyo a dictaduras (como Arabia
Saudita, Indonesia, Zaire) y luchado contra democracias (como en
Chile y
Nicaragua) con miras a mantener bajos los precios de las materias
primas. Si los Estados Unidos estuviera realmente interesado en
la democracia en
la región del Golfo, debió haber comenzado desde
hace mucho tiempo en Arabia Saudita o en cualquiera de las
monarquías feudales en las que ha instaurado grandes bases
militares –Kuwait, Bahrein, Qatar, los Emiratos
Árabes Unidos y Omán.
No es posible ir a las Naciones Unidas y decir
"Hey¡, ésta es mi propuesta y si no la aceptan
actuaremos solos". Estados Unidos es uno de los miembros
fundadores de las Naciones Unidas y estuvo de acuerdo con la
legislación de la ONU. Si ellos
promueven la democracia entonces deberían haber respetado
la decisión de la mayoría en el Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas de no emprender ataque militar
alguno en contra de Irak (¿no hablan ellos todo el tiempo
de "democracia"?). Ellos sabían que no obtendrían
los nueve votos necesarios en el Consejo de Seguridad para
emprender acciones militares en contra del régimen de
Bagdad, así que culparon a los franceses sobre la falla de
la diplomacia. (los franceses nunca negaron la posibilidad del
uso de la fuerza, lo que
negaban era el uso inmediato de la fuerza sin
justificación alguna, Hussein estaba siendo contenido por
las sanciones de las Naciones Unidas y desarmado por el Consejo
de Seguridad, y no ofrecía amenaza alguna con su
débil economía y debilitado ejercito para nación
alguna). Así que, ¿por qué la
administración Bush se encontraba tan desesperada por
ejercer presión sobre el Consejo de Seguridad para iniciar
las hostilidades lo más pronto posible? Porque las
temperaturas más frescas hacen más fácil
para las tropas norteamericanas operar con los abultados
dispositivos químicos y las noches más largas
permiten sacar ventaja de sus equipos de visión nocturna,
además, las tormentas de arena son un difícil
obstáculo que sobrepasar.
La invasión que la administración Bush
acaba de iniciar es ilegal y se encuentra por fuera de la
Legislación Internacional. Me entristece demasiado ver que
la ley del
más fuerte se ha impuesto sobre el
Derecho
Internacional, sobre la Ley.
Toda la información ha sido tomada de los
siguientes artículos.
Kelley, Martin
Overview of the Iraq Crisis
March 2003
Kelley, Martin
Why a Military?
Rai, Milan
Oil and War
February 01, 2003
Chien, A.J.
Iraq: is it about Oil?
October 2003
Fisk, Robert
This Looming war Isn't About Chemichal Warheads Or HUman
Rights: It's About Oil.
The independent, January 18, 2003
Chalmers, Johnson
Iraq Wars
January 14, 2003
Mario Tejada Harsanyi,
Graduado de Economía de la Universidad de
Monterrey, UDEM. Estudiante de Filosofía en la Universidad
Autónoma de Nuevo León.