- Características del
autismo - Evolución del autismo en
las diferentes edades - Origen del
autismo - Diagnóstico del
síndrome autista - Trastornos que se confunden
con el autismo - Psicología y
autismo
Cuando nace un niño, los padres y
familiares van siguiendo paso a paso cada etapa de crecimiento
del niño, pero en algunos casos los padres observan que a
partir del primer año de vida de su hijo, este no
evoluciona correctamente y no es tan sano como se creía.
Hay un trastorno en su conducta, su hijo
vive en su propio mundo al que no se puede llegar porque no
habla, grita sin causa alguna, se balancea todo el día
(rocking), miran durante horas fijamente un objeto,
caminan
en punta de pie o siendo bebés caen de los brazos
maternos como bolsas de arena. Ante estas observaciones los
padres concurren al pediatra; quien luego de varios
exámenes, diagnóstica el Síndrome autista.
El autismo no es una
enfermedad, es un síndrome, un conjunto de síntomas
que caracterizan un trastorno degenerativo del desarrollo
bio-psico-social. Es una discapacidad
severa y crónica del desarrollo. Aparece durante los tres
primeros años de vida y es más común en
varones que en mujeres de todo tipo de raza, etnia y clase social
de todo el mundo. Las personas con autismo tienen un promedio de
vida igual que las personas de la población en general.
El conjunto de trastornos se los puede clasificar en
tres grupos:
1. Trastorno de la
relación social: no se relaciona con el mundo que lo
rodea. Su relación es anormal con personas, objetos y
animales. No
distingue los acontecimientos.
2. Trastorno de la
comunicación: cualquier combinación de
los sentidos y
sus respuestas están afectados (visión, oído,
tacto, dolor, equilibrio,
olfato, gusto) y el modo en que el niño maneja su
cuerpo. El habla y el lenguaje
no aparecen o retrazan su aparición a pesar de que
existen capacidades intelectuales evidentes.
3. Trastorno
psíquico: falta de flexibilidad mental.
El autismo no es curable pero si tratable. Es por esto
que la psicoterapia se perfila como la puerta de ingreso a la
"humanización", al amor,
descubrimiento de la verdad que está en el se humano,
estructuración de espontaneidad y, sobre todo, de
coparticipación, de reciprocidad, de altruismo.
Las características asociadas al autismo se
dividen en tres categorías:
1.
Comunicación: (biológico) las habilidades
de comunicación de las personas con
síndrome autista son unas de las de mayor dificultades.
El lenguaje
expresivo y receptivo son de gran importancia, pero en una
persona autista
esto parece no serlo ya que ellos no se comunican con los
otros, están como sumergidos en su propio mundo, tienen
una incapacidad para establecer una comunicación, sus
respuestas están afectadas por sus sentidos. Más
del 50% no tiene lenguaje verbal.
2.
Comportamiento: (psicológico) Sus conductas son
involuntarias, experimentan dificultades sensoriales por una
inadecuada respuesta a los estímulos externos. Tiene
algunas conductas extrañas como: no temer a los
peligros, no suelen tener miedo a nada, no expresan sus
emociones,
no tienen imaginación, tienen movimientos repetitivos
(aplaudir, mecerse, aletear las manos, etc.) , tienen la mirada
perdida, evitan el contacto con la vista, gritan sin causa, no
tienen principio de realidad. No tienen formado su estructura
psíquica. No es raro que el autista no muestre interés
en aprender. El aprende de acuerdo con sus percepciones y sus
intereses, pero le es difícil compartir nuestro modelo
pedagógico, basado en la introyección de unas
motivaciones y intereses en adquirir habilidades cognitivas y
conocimientos. La capacidad intelectual del autista puede ser
buena, incluso alta, pero su direccionalidad y
utilización no necesariamente sigue el curso que se
impone en el entorno escolar. Una característica muy
común es la ignorancia del peligro. El niño
normal aprende que se puede hacer daño porque se lo
enseñan sus padres; le explican lo que no debe hacer,
para evitar lesionarse. Pero el autista, puede ser que no
adquiera más que una noción muy simple del
sentido de protección.
3.
Socialización: (social) esta categoría es
la más dificultosa porque no se relacionan con los
demás, no se dan cuenta de las diferentes situaciones
sociales ni de los sentimientos de los otros, prefieren estar
solos. Se relacionan mejor con los objetos que con las
personas. El síntoma más típico del
autismo es la falta de reciprocidad en la relación
social. Las claves de la empatía están ausentes o
son rudimentarias. El autista observa el mundo físico,
ha veces con una profundidad y intensidad no habitual. La
realidad audible y visible es el mundo que él entiende y
que quizás le resulta coherente. Esta realidad puede ser
para el autista placentera o ingrata, pero no puede compartir
las sensaciones que experimenta con sus semejantes. Por ello,
en ocasiones resultan crípticos su alegría o su
enfado. El juego
interactivo, es suplantado por una actividad dirigida por su
peculiar percepción del entorno. El autista suele
prescindir del movimiento
anticipatorio de brazos que suelen hacer los niños
cuando detectan que los van a tomar en brazos. En ocasiones
evitan las caricias y el contacto corporal; aunque a veces, por
el contrario, lo buscan y desean ardientemente, como si esta
fuera su forma de comunicación con las personas que
siente como seres extraños. No es raro que las personas
sean contempladas como objetos, y como tales tratadas. El
autista utiliza el adulto como un medio mecánico que le
satisfaga sus deseos. La disociación del mundo social
que experimenta el autista, es frecuentemente referida por
padres y educadores con frases como:"vive en su mundo". En el
colegio, e incluso antes, en el jardín maternal, el
autista se evade de la interacción social que establecen
los niños entre sí. Su conducta es "distinta". No
comparte los intereses de la mayoría, sus acciones no
parecen tener objetivo, o
este es constantemente cambiante.
EVOLUCIÓN DEL
AUTISMO EN LAS DIFERENTES EDADES
El Síndrome autista se manifiesta entre el
primer y tercer año de vida. Al surgir la
sintomatología ocurre una detención del desarrollo,
una regresión , ya que pierden las habilidades adquiridas,
se puede confundir con otros trastornos o discapacidades (retraso
mental, hipoacusia, epilepsia, Síndrome de
Down, trastorno de Asperger, trastorno de Rett). Desde el
punto de vista psicológico se dice que son "border", es
decir, fronterizos.
Las características evolutivas del
síndrome autista son:
Primer año: (lactante)
- Bebé menos alerta a su entorno.
- No se interesa por su entorno.
– Permanece en la cuna por horas sin requerir atención.
– No responde al abrazo de la madre.
– Son difíciles de acomodar en los
brazos.
– La sonrisa social ( cuatro meses) no
aparece.
– Puede parecer contento, pero su sonrisa no es
social.
– Rara vez ve el rostro materno.
– No diferencia a los familiares.
– Está desinteresado por las personas en
general.
– Los juegos le
resultan indiferentes.
– Lloran largo rato sin causa alguna.
Segundo y tercer año: (avanzan las
conductas anormales)
-
Falta de respuesta emocional hacia los padres.
-
Falta de lenguaje (ausencia de comunicación
verbal).
-
No hay contacto visual.
-
Producen movimientos repetitivos (mecerse, golpearse la
cabeza, aletear las manos).
-
Tienen carencia de dolor.
-
Se asustan de los ruidos.
-
Llanto desconsolado sin causa aparente.
-
No usan juguetes.
-
No usan carritos, los voltean y hacen girar las
ruedas.
-
Tienen un retraso en la adquisición del cuidad
personal.
-
No controlan esfínteres.
Niñez: ( continúan los
mismo trastornos de conducta que en los primeros años
pero se asentúan más, se hacen cada vez
más evidentes, se diferencian de los niños de su
misma edad).
– No se visten solos.
– No se relacionan con los niños.
– Prefieren jugar solos.
– No presentan experiencias ni vivencias
propias.
– El lenguaje es defectuoso.
– Presentan ataques violentos, agresivos y sin
provocación alguna.
Adolescencia – adultez:
En esta etapa los trastornos son similares a los de
individuos retardados mental, ya que el funcionamiento del
autismo adolescente o adulto dependerá de factores
como:
– Lenguaje: factores determinantes para
manifestar sus necesidades.
– Hábitos de autoayuda: pretende llevar
una vida independiente, debe saberse capaz de autoayudar en
normas de
higiene
personal, alimentación, vestimenta. Puede abastecerse
solo si es educado desde pequeño, lleva mucho tiempo en
entrenarse y resulta una tarea muy difícil.
Las personas con autismo no presentan anormalidades
físicas evidentes, por esto en la década del
cuarenta se creía que el Síndrome autista era una
traba emocional. Investigaciones
recientes señalan que este trastorno deriva de un desorden
del Sistema Nervioso
Central (S.N.C.) y no de problemas
emocionales. Pero como síndrome, la causa no es
única, se cree que puede ser:
– Genéticas: (endógenas)
producto de
una falla cromosómica llamada "X
frágil".
El autismo no tiene fuerza
hereditaria, puede ser heredada por una cuarta parte de los
descendientes.
– Bioquímicas: el mal
funcionamiento químico o metabólico favorece el
comportamiento
autista. Puede ser producto de hipocalcinurias, acidosis
lácticas, desorden del metabolismo de
las purinas. Esta enfocado hacia el rol que cumplen los
neurotransmisores. Uno de los neurotransmisores principales es la
Serótina como así también el
Tripofano
– Virales: (congénitas) puede ser
producto de infecciones sufridas por la madre durante el embarazo.
Estas provocan anormalidades en el S.N.C (por ejemplo la
rubéola).
– Estructurales: debido a malformaciones
del cerebelo, hemisferios cerebrales y otras estructuras
neurológicas.
DIAGNÓSTICO DEL
SINDROME AUTISTA
Para diagnosticar el autismo deben manifestarse un
conjunto de trastornos (síntomas) relacionados con
la
comunicación, la socialización y la conducta
(biológico – psicológico –
social).
Tanto los criterios del DSM IV (American Psychiatric
Association, 1994) como los del ICD 10 para el trastorno
autístico se sustentan en esta concepción del
autismo.
CRITERIOS DIAGNÓSTICOS DSM-IV DEL TRASTORNO
AUTISTA.
Para darse un diagnóstico de autismo deben cumplirse seis
o más manifestaciones de del conjunto de
trastornos
(1) de la relación,
(2) de la comunicación y
(3) de la flexibilidad.
Cumpliéndose como mínimo dos elementos de
(1), uno de (2) y uno de (3).
Trastorno cualitativo de la relación, expresado
como mínimo en dos de las siguientes
manifestaciones:
- Trastorno importante en muchas conductas de
relación no verbal, como la mirada a los ojos, la
expresión facial, las posturas corporales y los gestos
para regular la interacción social. - Incapacidad para desarrollar relaciones con iguales
adecuadas al nivel evolutivo. - Ausencia de conductas espontáneas encaminadas
a compartir placeres, intereses o logros con otras personas
(por ejemplo, de conductas de señalar o mostrar objetos
de interés). - Falta de reciprocidad social o emocional.
Trastornos cualitativos de la comunicación,
expresados como mínimo en una de las siguientes
manifestaciones:
- Retraso o ausencia completa de desarrollo del
lenguaje oral (que no se intenta compensar con medios
alternativos de comunicación, como los gestos o
mímica). - En personas con habla adecuada, trastorno importante
en la capacidad de iniciar o mantener
conversaciones. - Empleo estereotipado o repetitivo del lenguaje, o uso
de un lenguaje idiosincrásico. - Falta de juego de ficción espontáneo y
variado, o de juego de imitación social adecuado al
nivel evolutivo.
Patrones de conducta, interés o actividad
restrictivos, repetidos y estereotipados, expresados como
mínimo en una de las siguientes
manifestaciones:
- Preocupación excesiva por un foco de
interés (o varios) restringido y estereotipado, anormal
por su intensidad o contenido. - Adhesión aparentemente inflexible a rutinas o
rituales específicos y no funcionales. - Estereotipias motoras repetitivas (por ejemplo,
sacudidas de manos, retorcer los dedos, movimientos complejos
de todo el cuerpo, etc.). - Preocupación persistente por partes de
objetos.
Antes de los tres años, deben producirse retrasos
o alteraciones en una de estas tres áreas:
(1) Interacción social,
(2) Empleo
comunicativo del lenguaje. o
(3) Juego simbólico.
TRASTORNOS QUE
SE CONFUNDEN CON EL AUTISMO
Muchos síntomas del síndrome autista se
encuentran presentes en otros trastornos o espectros, que al
inicio del síndrome autista pueden confundirse. Estos
son:
- Trastorno de Aspeger: resulta difícil
marcar los límites
que lo separan del trastorno autístico. En los criterios
del DSM IV, la diferencia viene determinada por las habilidades
lingüísticas, mejor desarrolladas en trastorno de
Asperger que en el trastorno autístico. Sin embargo,
algunos autores han definido criterios para el de trastorno
Asperger, según los cuales la alteración del
lenguaje es una condición obligada.
CRITERIOS DE DIAGNÓSTICO DEL DSM IV PARA EL
TRASTORNO DE ASPEGER
Trastorno cualitativo de la relación, expresado
como mínimo en dos de las siguientes
manifestaciones:
- Trastorno importante en muchas conductas de
relación no verbal, como la mirada a los ojos, la
expresión facial, las posturas corporales y los gestos
para regular la interacción social. - Incapacidad para desarrollar relaciones con iguales
adecuadas al nivel evolutivo. - Ausencia de conductas espontáneas encaminadas
a compartir placeres, intereses o logros con otras personas
(por ejemplo, de conductas de señalar o mostrar objetos
de interés). - Falta de reciprocidad social o emocional.
Patrones de conducta, interés o actividad
restrictivos, repetidos y estereotipados, expresados como
mínimo en una de las siguientes
manifestaciones:
- Preocupación excesiva por un foco de
interés (o varios) restringido y estereotipado, anormal
por su intensidad o contenido. - Adhesión aparentemente inflexible a rutinas o
rituales específicos y no funcionales. - Estereotipias motoras repetitivas (por ejemplo,
sacudidas de manos, retorcer los dedos, movimientos complejos
de todo el cuerpo, etc.). - Preocupación persistente por partes de
objetos.
No existe un retraso clínicamente significativo
para su edad cronológicaEl trastorno causa una
discapacidad clínicamente significativa en el área
social, ocupacional y en otras áreas importantes del
desarrollo.
No existe un retraso clínicamente significativo
en el lenguaje (pe: palabras sueltas a la edad de 2 años,
frases comunicativas a los 3 años, en el desarrollo
cognitivo, de habilidades de auto-ayuda y comportamiento
adaptativo (salvo en la interacción social), o de
curiosidad por el entorno.
No se cumplen los criterios de otro trastorno
generalizado del desarrollo, o de
esquizofrenia.
- Trastorno de Rett:
SINTOMAS DEL TRASTORNO DE RETT (DSM-IV)
Tienen que darse todas estas
características:
- Desarrollo prenatal y peri natal aparentemente
normales. - Desarrollo psicomotor aparentemente normal en los 5
primeros meses de vida. - Perímetro cefálico normal en el
nacimiento.
Aparición de las características
siguientes tras un primer desarrollo normal:
- Desaceleración del crecimiento cefálico
de los 5 a los 48 meses. - Pérdida, entre los 5 y los 30 meses, de
acciones propositivas adquiridas previamente con desarrollo
subsiguiente de estereotipias (lavado o retorcimiento de
manos). - Pérdida de relación social al principio
del trastorno (aunque luego pueden desarrollarse algunas
capacidades de relación). - Aparición de movimientos poco coordinados de
tronco o deambulación. - Deficiencia grave del lenguaje expresivo y receptivo
y retraso psicomotor grave.
3.
Trastorno desintegrativo infantil: Este trastorno,
tiene como característica determinante la existencia de un
periodo de desarrollo normal que alcanza por lo menos hasta los
dos años. Sin embargo, en ocasiones se puede solapar con
el trastorno autístico, concretamente con aquellos casos
en los que existe una regresión después de un
período de normalidad, cuyo inicio es difícil de
precisar.
4.
Retraso mental: El retraso mental se define como un
coeficiente de inteligencia,
(C.I.), tan bajo que no permite que la persona se comporte
apropiadamente o se adapte a su entorno. Para calificar un
problema como retraso mental, éste debe ser aparente antes
de los dieciocho años y la inteligencia, medida con una
prueba de C.I., debería estar por debajo de los 70 puntos.
Esto último es más bien arbitrario: algunas
personas con un C.I. considerablemente menor a 70, pueden
adaptarse y funcionar bastante bien, mientras que otras con C.I.
mayor, no pueden.
Leve: C.I. de 50 a 70
Moderado: C.I. de 35 a 49
Severo: C.I. de 20 a 34
Profundo:
C.I. menos de 20
5.
Hipoacusia: Es la disminución del nivel de
audición de una persona por debajo de lo normal. Puede ser
reversible o permanente. Es reversible cuando es posible
devolverle al paciente mediante algún tratamiento la
capacidad auditiva. Es permanente cuando no se puede mediante
tratamientos devolver dicha capacidad.
Se puede asociar al síndrome autista debido a que
las personas que padecen este trastorno parecen no escuchar
cuando otra persona les habla.
Desde el punto de vista psicológico, las personas
autistas son vistas como personas que "no nacieron", su aparato
psíquico no está formado porque hubo etapas
evolutivas psíquicas que no se cumplieron. El
vínculo madre e hijo no fue bueno, motivo por el que el
espejismo de Lacan y la angustia del octavo mes no fue producida,
el yo no pudo formarse. Estas personas no tienen principio de
realidad.
Este trastorno puede ser tratado con terapia para que
los síntomas no se agraven y ayudar al sujeto "a nacer", a
formar lentamente su estructura cognitiva. Este trastorno es
tratable pero no curable. Siguiendo esta lógica,
la terapia del autismo tiene como meta volver conciente, activo y
real aquel "sentido de ser" que el autista percibe en sí
mismo, si bien en forma no muy clara, deformada e indescifrable.
El mismo se pone a prueba, revive momentos ligados a la
experiencia y a la percepción, estructura transfert: la
psicoterapia es una experiencia catártica profunda que
termina con el abandono de sí mismo para descubrir, a
través de la experiencia del espejo (Lacan) la
espontaneidad y la identificación que se corresponden al
Yo-ideal y que sostienen toda la vida psíquica y su
dinámico devenir.
La experiencia psicoterapéutica conduce a
un "despertar". Este proceso se
manifiesta de modo diverso en cada autista y esta "grandeza "es
percibida en forma empática por el niño que
inconscientemente busca la propia individualidad, la propia
libertad e
independencia.
Esta fuerza interna que puja desestabiliza las líneas del
desarrollo y el resultado es el cuadro autista, por otro lado la
intervención psicoterapéutica es capaz de
reestablecer el equilibrio y de activar el proceso de crecimiento
psico-mental.
El autismo, por sus características
psico-patológicas forma parte de la categoría de
las "alteraciones específicas del desarrollo
psico-mental".
El autismo, desde un punto de vista
psicoanalítico, se delinea por fuera de las tres
estructuras fundamentales (neurosis,
psicosis,
perversión) y justamente por esto resulta muy dificultoso
hacer un "diagnóstico", no solo desde la perspectiva
objetivamente clínica, sino que también para lo que
denominamos "alteración del desarrollo". Esto engloba
tanto el nivel orgánico como el
intrapsíquico.
Esta modalidad sintomática deviene clara y puede
ser vista con una minuciosa mirada
fenomenológica.
El autista no logra manejar el dilema presencia-ausencia
así que la modalidad cerca-lejos,
acercamiento-alejamiento, esconderse-aparecer lo encuentran
desarmado e incapaz de estructurarse en un lógica
adapatativa-contenedora. La pérdida lo encuentra incapaz
de contener la angustia emergente y en consecuencia reclama la
presencia concreta de la ayuda del Otro (como dice Freud). Por eso,
los autistas deforman el modo perceptivo hipervalorizando lo
visible que hipertrófico, esteriliza los demás
canales informativos.
Sin embargo, en su autismo (aislamiento) son sujetos
excesivamente presentes y atentos a la presencia del Otro, del
cual defenderse, teniéndolo lejos. Esto se evidencia
claramente en los autistas graves que, a pesar de su propia
lejanía, participan empáticamente y en un modo
totalmente subjetivo, por lo que podemos deducir;
- -la incapacidad de soportar que el Otro se ausente
(se asemejan a las crisis de
celosía producto del no cuidado del educador), por lo
que podemos decir que el Otro funciona como ‘ordenador"
de las percepciones y de lo vivido. - -un esquema "especular" se establece entre Sí
mismo y el Otro (demostrada también por el cambio del
pronombre yo por tu) que toma forma solamente partiendo
desde el punto de vista del Otro.
Estas modalidades de funcionamiento explican
también cómo el autista utiliza un pensamiento
concreto y, si
queremos, un pensamiento afectivo, siendo capaz de simbolizar y
de crear un pensamiento autónomo.
Estos niños pueden "tocar" todos sus juguetes,
sin poder jugar
con ninguno y es porque la actividad lúdica se transforma
siempre en una "dramatización" (siempre lanzan los objetos
o bien los rompen mientras tratan de mantener las
distancias).
Así también se puede entender por
qué la alteración autista es intrapsíquica
("conflicto-incluído, así lo define
Winnicott) y adquiera siempre un aspecto enigmático en el
sentido que es entendible, pero difícil de
enfrentar.
Otro aspecto a evidenciar en los mecanismos
psico-mentales del autista es que los pensamientos son muy
endebles, pero están sostenidos con adecuada
atención, se forman y se deshilachan con mucha facilidad
movilizados por los estímulos perceptivos, no siendo
"formateados" y/o sostenidos por adecuadas valencias
afectivas.
Las estereotipias y los comportamientos obsesivos pueden
ser leídos como una necesidad de estructurar algo que sea
estable, que no desaparezca, que no se disuelva.
Coscio, R. y Sanchez, J.: "Manual de
Psicología" Buenos Aires.
Tyche Ediciones. 2000.
Fejerman; Natalio y otros: "Autismo infantil y
otros trastornos del desarrollo". Buenos Aires. Ed. Paidos.
1994.
Henri, Ey: "Tratado de Psiquiatría".
Barcelona. Ed. Toray Masson. 1969.
López, J.J. y Aliño, Ibor: DSM-IV
Brevario "Criterio diagnóstico". España.
Ed. Masson 1994
Pistarini, Elba: "Curso Básico de
Psicología". Buenos Aires. Ed. Estrada. 1989
Shaw, Charles: "Psiquiatría infantil".
México.
Ed. Interamericana. 1969
Tustin, Francés: "Autismo y psicosis
infantiles". Buenos Aires. Ed. Paidos. 1981.
Vidal, G., Alarcón, R y otros:
"Enciclopedia Iberoamericana de Psiquiatria". Buenos Aires. Ed.
Médica Panamericana. 1995.
Mariel R. Deveikis