Bases teóricas para establecer el vínculo entre el proceso de resolución de problemas y la formación de valores
Indice
1.
Introducción
2. Sección 1: Fundamentos
Socio-filosóficos
3. Sección 2: Fundamentos
psicológicos.
4.
Sección 3: Fundamentos
pedagógicos.
5.
Bibliografía
"Precisad el significado de la palabra y librareis a la
humanidad de la mitad de sus errores". René Descartes.
Para realizar cualquier análisis serio en torno a los valores,
es necesario partir del carácter
dinámico de estos y que son el producto de
múltiples influencias educativas. La educación, en el
sentido amplio, se basa y se resuelve en la práctica. No
se puede olvidar que se educa, en última instancia, para
la acción y los valores se forman y desarrollan si se
practican, de ahí que debamos concebir la práctica
como el medio privilegiado para la apropiación del
valor.
Teniendo en cuenta la necesidad de la formación de valores
en la actualidad, la reclama el apoyo de científicos,
intelectuales, educadores y de todos los ciudadanos, para
enfrentar la propagación y desarrollo del
fenómeno de la "crisis" de
valores. Esto es parte de la lucha crucial imprescindible por
perpetuar las conquistas de nuestras sociedades y
los valores hasta ahora defendidos. En relación directa
con esto Vitier (1996) aseveró:
"Sería ingenuo pensar, ante factores de tanta
magnitud, que una campaña educativa con fines
axiológicos puede resolver por sí solo, de la noche
a la mañana tales fenómenos. Aquí se pone de
manifiesto la relación de los problemas económicos
con los problemas morales, y ello debe llevarnos a ver en estos
momentos a nuestros economistas trabajando hombro a hombro con
nuestros educadores." (Vitier, C. 1996, p 21).
A partir de las necesidades de la sociedad cubana,
el sistema
educacional cubano asume la tarea y elabora, en un primer
momento, la Resolución 90/98 del MINED para el trabajo en
la formación de valores y la responsabilidad ciudadana. El sistema educativo
cubano, como soporte concreto de la
educación,
tiene una estrecha vinculación con las exigencias sociales
que son las que sin objeción definen sus funciones.
Las esperanzas en el mejoramiento continuo del hombre tienen
un pilar fundamental en la escuela y dentro
de esta en la investigación educativa; por tanto, es
importante comprender que investigar en cualquier campo, y en
especial en el educativo, es adoptar una determinada actitud ante
la sociedad y ante la vida.
Se ha constatado el desconocimiento de los docentes de Ciencias, de
forma general, y los de Matemática, en particular, sobre
cómo encaminar el currículum y las actividades que
de este se desprenden, para favorecer el proceso de
formación de valores que transformará a los
educandos que hoy están en las aulas, en los ciudadanos
que requiere el siglo XXI. El elemento de más peso que
atenta en esa dirección es: la falta de una base
teórico-metodológica que la permita establecer el
vínculo entre los valores y la
Matemática.
2. Sección 1:
Fundamentos Socio-filosóficos
Uno de los problemas que más ha inquietado a los
pensadores de todos los tiempos, es el concerniente a las
relaciones recíprocas entre los hombres, las de ellos con
la sociedad y, sobre todo, el nexo que se establece entre los
valores individuales y los sociales, poseedores de un marcado
carácter clasista que se refleja en cada momento
histórico y denota – en las sociedades sustentadas
en la propiedad
privada – la existencia de una contradicción
antagónica irresoluble entre los valores individuales y
los de la sociedad, como resultado último e inmediato de
las mismas relaciones socioclasista.
En relación con lo anterior, veamos las posiciones
axiológicas en algunas de las principales corrientes
filosóficas burguesas. Aunque la piedra angular de toda la
ideología burguesa parte de la
individualidad, es evidente que cada concepción
filosófica asume su propia posición y
repercusión en esta dirección, por ejemplo, la
filosofía pragmática establece su carácter
instrumental; esta proposición denota que el valor radica
en que propicia el resultado deseado, en que sea útil para
el cumplimiento de sus objetivos;
viceversa, lo que es útil, lo que trae éxito
es verdadero. Es indudable que el instrumentalismo como método al
servicio de la
filosofía de la práctica, defendido
fundamentalmente por filósofos norteamericanos como John Dewey y
William James, penetró en muchos países, pero en
ninguno de ellos tomó tanta fuerza como en
Estados
Unidos.
Dentro de las posiciones del existencialismo, se sustenta el hecho de que
el hombre no
puede vivir fuera de su propia comunicación. Este es un elemento positivo,
pero lamentablemente – al igual que todas las corrientes
filosóficas burguesas-, absolutiza un determinado
componente, dentro y en el propio proceso de desarrollo de
la
personalidad: se apoya en el individualismo más
extremo al presentar la sociedad como una fuerza impersonal y
universal que aplasta al hombre y su individualidad.
Las posiciones burguesas, al sustentarse, en lo fundamental, en
el idealismo como
concepción del mundo, sobrevaloran el papel que
desempeñan las ideas en la vida del hombre, aseverando que
son ellas las que regulan los actos de los individuos; el error
no está, de ninguna manera, en comprender o reconocer la
fuerza que poseen las ideas, (se reconoce desde las posiciones de
la filosofía marxista, que son ellas el motor de los
actos del individuo); su verdadero error recae en considerarlas
como algo primario, y en no comprender su carácter
derivado. No ven que los fenómenos psíquicos se
incluyen como condicionantes en la vida del hombre, a la vez que
ellos se hallan condicionados por el desarrollo de la misma vida.
Relacionado con lo anterior Lenin (1990), anota: "Lo
psíquico, la conciencia, el
espíritu es la función
del cerebro, el
reflejo del mundo exterior." (Lenin, V. 1990, p.106)
Las concepciones filosóficas, de acuerdo con sus
posiciones respecto a los valores, pueden ser concretadas en dos
grandes tendencias: la primera interpretativa, de carácter
objetivista de los valores, dirigida a su implantación y
fundamentación axiológica; la segunda, empirista,
de corte historicista, relativa y subjetivista. La
concepción interpretativa estuvo representada por la
escuela neokantiana de Baden, la que aseveraba que el valor
constituye el deber de ser una norma y la filosofía
tendría como objetivo
analizar y descubrir los valores de trascendencia y validez
universal, para llegar a proponer una clasificación para
los valores que los agrupa en: útiles, vitales,
lógicos, estéticos, éticos y religiosos.
La segunda concepción es respaldada
filosóficamente, fundamentalmente, por los trabajos de
Wilhelm Diltley, quien como principio defendía la idea de
que los valores no pueden ser considerados, ni en sí
mismos, ni en su relación con el hombre, al margen de la
historia, porque
la historia misma es la fuerza productiva que engendra las
determinaciones de valor, los ideales, los fines con que se mide
el significado de los hombres y de los acontecimientos.
La concepción materialista dialéctica, que se
tomó como supuesto de partida y sustento de la investigación, asevera que la
implicación de lo educativo con el sistema de valores
tipifica la realidad sociocultural, de lo que se infiere el valor
educacional de proyectar estos valores como vía para
lograr la regulación social, el comportamiento
formal y la conducta personal.
Desde esta concepción resulta imposible cualquier
pretensión teórica de distinguir los valores
alejados de la realidad sociocultural que los condiciona, en la
cual establecen un orden racional, conformando un sistema en el
que se armonizan, relacionan e interconectan los distintos
elementos culturales y sociales orientados a responder a los
intereses, necesidades, motivaciones y expresiones de la sociedad
en su multidimensionalidad. Conforme con esos principios
García (1996) expresa que: "constituyen guías
generales de conducta que se derivan de la experiencia y le dan
sentido a la vida, propician su calidad de tal
manera que están en relación con la
realización de la persona y
fomentan el bien de la comunidad y la
sociedad en su conjunto." (García, G. 1996, p. 59).
Al observar el entorno es posible percatarse de que todas las
cosas ostentan un determinado valor, bueno o malo, útil o
inútil; es decir, nada resulta absolutamente indiferente,
y aquello que resulta contrario a las posiciones o metas de las
personas o sociedades, se considera como un antivalor. En tal
dirección aparece un fenómeno que lacera el proceso
de formación de valores, es el llamado "doble moral", que
tiene como característica fundamental la no
relación entre el
conocimiento que posee la persona de la esencia e importancia
del valor y su comportamiento. Este fenómeno
ratificó la necesidad de estudiar los valores desde la
propia actividad.
Con las precisiones anteriores estamos en condiciones de asumir
lo que se entiende por significación, ya que en lo
adelante el término será utilizado con mucha
frecuencia en los fundamentos teóricos de la
investigación. Significación, " es lo que
representa un objeto, proceso o fenómeno para la
práctica social y depende de las funciones que estos
desempeñan en la actividad de las personas."(Fabelo, J. R.
1989, p. 20)
El considerar los valores en el sentido de la
significación que posee el entorno natural, sociocultural
y económico–material en el que estamos, no puede
conducirnos a la definición reduccionista de los valores
como meras impresiones subjetivas de agrado o desagrado que las
cosas nos producen y que proyectamos sobre las cosas, sino que se
requiere propender al sentido social, material y humano de esas
cosas, evidenciado en su objetividad.
Un elemento que hace factible un estudio más objetivo de
los valores, debe estar sustentado en un aparato categorial
axiológico. En este sentido los investigadores
españoles García y Zaragüeta (1947) proponen
el siguiente: una primera categoría radicada en la no
indiferencia de las cosas, el valer; una segunda categoría
sustentada en la no entidad del valor, la cualidad pura; la
tercera categoría responde al orden de preferencia entre
valores y antivalores, la polaridad; y la cuarta y última
categoría se refiere al orden de importancia que se le
concede a los valores o grupos de
valores, la jerarquía.
Luego, en la obra de Fabelo y otros (1996), se presentan tres
importantes planos para el análisis de la categoría
valor, que sirvieron de patrón para el desarrollo de la
investigación, los mismos son: en el primer plano se
concibe al valor en su dimensión objetiva. El segundo se
refiere a la forma en que los valores objetivos son reflejados en
la conciencia individual o colectiva. Por último su
atención se centra en el sistema instituido
de valores, que sirve de fundamento para la
organización y funcionamiento de la sociedad en
sentido general.
Fabelo (1989) en "Práctica, conocimiento y
valoración", declara un concepto que
sustenta la elaboración del modelo
didáctico para la formación de valores a
través del tratamiento de los problemas
matemáticos, este es la valoración definida como
"el reflejo subjetivo en la conciencia del hombre de la
significación que para él poseen los objetos y
fenómenos de la realidad…". (Fabelo, J. R. 1989, p
21)
Si el propósito es la formación de valores en los
estudiantes, resulta imprescindible que el profesor comprenda que
no existen valores no asumidos y que los mismos son el resultado
de la valoración de los procesos,
objetos y fenómenos de la realidad, los cuales se forman
sobre la base de relaciones tales como: hombre–hombre,
hombre–naturaleza y
hombre sociedad. Por razones como estas se coincide con
Báxter (1989) cuando argumenta, respecto a los valores que
"no están en los objetos y fenómenos, son producto
del grado de significación que adquieren en el individuo
en el proceso de sus relaciones con ellos." (Báxter, E.
1989, pp.5-6).
De lo expresado se infiere que el ser humano en su
autoafirmación es donde encierra la esencia de sus valores
y su naturaleza objetiva como reflejo de las relaciones sociales
existentes en un momento histórico concreto, y, su
consecuencia, se deja clara la posición de que el ser
social determina la conciencia social.
Para la integración monolítica de los
diferentes factores, y en armonía con la concepción
marxista–leninista, no se aceptan los valores como
cualidades absolutas e independientes del ser social, del
tiempo y del
espacio. Consideramos, además, acertada la posición
que defiende el estudio de los valores desde una perspectiva
sistémica, por la simple razón de que la
separación entre el ser y el pensar solo es posible
hacerla para la mejor comprensión del problema fundamental
de la Filosofía. Tanto el mundo objetivo como su reflejo
subjetivo están siempre presentes, y los valores, como
herramientas
de interacción entre todos los elementos, tienen su
función. Estos, aunque se mueven en el plano de la
subjetividad, existen objetivamente como parte constitutiva de la
realidad social y cultural.
Actualmente, en Cuba existe un
consenso entre filósofos y científicos, que
reconoce la existencia objetiva de los valores, dado por la
condición de que es imposible abstraernos del espacio y el
tiempo sin recurrir a que los valores, como toda verdad, tienen
carácter histórico concreto, por lo cual cada
sistema socio–cultural y cada época, tienen un
sistema de valores propios que los diferencia de los
demás. Las palabras de González (1995), ratifican
lo explicado cuando plantea: "los valores son un proceso
histórico que tiene especificidades en los distintos
momentos del desarrollo de la persona. El valor es el arma que
tenemos que utilizar para legitimar lo diferente dentro del
espacio social en que tiene lugar."( González, F. 1995, p.
50).
Lo anteriormente expresado respecto a la posición
asumida sobre los valores, permitió comprender que uno de
los caminos a recorrer para su formación, era a
través del tratamiento de los problemas
matemáticos. Los fundamentos que sirven de sustento a las
posiciones desarrolladas, están basados en la
filosofía marxista–leninista. Se partió de
esta concepción, puesto que en ella se encuentra como
centro el hombre, el hombre real, concreto, que vive en un
momento histórico determinado y que su desarrollo
transcurre en un tipo específico de relaciones
sociales.
El tratamiento de los problemas matemáticos que se
realizó y las posiciones sobre la personalidad
asumidas, parten de las dadas por Marx, que la
concibe como una cualidad especial que el individuo natural
adquiere en el sistema de relaciones sociales, dejando a la
luz que las
propiedades antropológicas del individuo no actúan
como determinante de su personalidad, sino como condiciones
creadas genéticamente para la formación de
ella.
Se asumen las tesis
desarrolladas por el marxismo,
puesto que revolucionó la filosofía en todos los
órdenes, al entender la práctica humana como la
base del conocimiento de la realidad y de sí mismo.
Además, analiza los criterios para la adecuación y
verificación de los conocimientos, superando las
posiciones del viejo materialismo que
separaba el conocimiento de la actividad sensorial, de las
relaciones prácticas vitales del hombre con el medio. Esta
teoría
asume la actividad como uno de sus elementos esenciales, al tomar
un marcado carácter materialista, entendiéndose en
su forma inicial, como la actividad práctica sensitiva
mediante la cual el hombre entra en contacto con el mundo
circundante, experimentando su resistencia, en
tanto se subordina a sus propiedades objetivas.
Uno de los puntos cardinales de la Filosofía marxista,
está en no identificar la práctica con el
conocimiento, sino que el conocimiento no existe fuera de ese
proceso vital y, al mismo tiempo, el reflejo de la realidad surge
y se desarrolla en el proceso de las relaciones sociales en que
se desenvuelve la persona y en el cual despliega su actividad
cognoscitiva.
Los conceptos teóricos desarrollados por la
Filosofía marxista–leninista adquieren en el trabajo
un sentido actual, ya que son aplicados partiendo de la actividad
como base; para el caso, esa actividad es la resolución de
problemas matemáticos. La estrategia
desarrollada para la resolución de problemas, encaminada a
favorecer la formación de valores en los estudiantes de la
enseñanza preuniversitaria, comienza con
una acción donde el elemento fundamental es la percepción, y cuyo sustento es marxista
porque considera la percepción como el reflejo
directamente sensible de la realidad, como una etapa, como la
forma principal del conocimiento que se alcanza en el proceso del
desarrollo histórico del hombre.
El estudio del problema existente entre el sujeto y el
objeto del conocimiento es parte constituyente de la presente
tesis, pues esclarece esta problemática abordando el
planteamiento interaccionista dialéctico (S-O), que parte
de la existencia de una relación de influencia
recíproca entre ambos, en tanto que transforma el objeto
(el problema matemático, como reflejo de las relaciones
entre objetos, procesos y fenómenos de la realidad) y al
portador mismo de la actividad, al sujeto (estudiante). En este
sentido, con la interpretación marxista asumida aparece un
salto dialéctico respecto a las teorías
que entienden a la actividad del sujeto como una pura
adaptación individual y biológica, y se va hacia
una concepción de la actividad como una práctica
sujeta a las condiciones histórico–culturales.
La esencia gnoseológica del modelo didáctico para
la formación de valores a través del tratamiento de
los problemas matemáticos, se revela de manera directa
mediante la utilización de categorías tradicionales
de la Filosofía marxista tales como las de
contradicción y reflejo. La primera, viéndola como
la fuente del desarrollo de la realidad y del conocimiento, es
representada en el trabajo por el problema matemático a
tratar; la segunda, como elemento básico de la
gnoseología marxista–leninista, se analiza, en
última instancia, como el resultado o incidencia del
tratamiento de los problemas en la formación de valores en
los estudiantes.
En la Filosofía marxista-leninista se asevera que la
conciencia es un producto social y subsistirá como tal
mientras exista el hombre; además de reflejar el mundo
objetivo, ella es capaz de crear, de transformar el mundo, si las
condiciones circundantes no satisfacen sus necesidades. Esta
concepción sobre la conciencia adquirió la
denominación de teoría del reflejo.
En esta dirección Lenin (1983) declara un elemento
básico para el desarrollo de su teoría del reflejo
al aseverar: " Es lógico suponer que toda la materia posee
una propiedad esencial parecida a la sensación, la
propiedad de reflejar" (Lenin, V. I. 1983, p. 78).
Un elemento capital para
la formación de valores es tener en cuenta el principio
materialista dialéctico del determinismo, que anuncia que
"las causas externas actúan a través de las
condiciones internas" y de ellas el autor toma la
afirmación de que los objetos, procesos y fenómenos
determinan el conocimiento, pero no determinan la imagen de estos
directa ni mecánicamente sino de manera mediada, a
través de la actividad de valoración, dirigida al
restablecimiento mental de la realidad objetiva; y transformando
los datos sensoriales
que surgen como resultado de la acción del sujeto sobre
los sentidos.
Un análisis del reflejo sobre posiciones materialista
dialécticas pone de manifiesto que él no expresa
nunca de manera acabada la esencia del objeto.
De la propia teoría se desprende, como un elemento para la
imbricación psicopedagógica, que el contenido del
reflejo no es estable, sino todo lo contrario, que con el
progreso de la ciencia,
del propio hombre y de la sociedad, él se desarrolla y
enriquece. Además, el analizar el criterio de que el
reflejo psíquico de la realidad es la imagen subjetiva de
esa realidad, tuvo para la investigación un doble
significado; en primer lugar, que la imagen pertenece al sujeto
real; y en segundo lugar, que esta relación comprende en
sí la propia actividad del mismo. Por tanto, regula y
canaliza la actividad del sujeto en sentido general.
Como un elemento del reflejo psíquico aparece la actividad
refleja, que según Morel (1997) es entendida como: " …
una actividad con la que el organismo responde a la acción
del estímulo; ahora bien el estímulo externo no
determina de manera directa el efecto último del proceso a
que da origen; su acción se efectúa de manera
mediata a través de las condiciones en que se encuentra"
(Morel, D. 1997, p. 54).
Es de reconocimiento conceptual y conforme con la teoría
marxista–leninista que el desarrollo psíquico del
hombre está determinado, en última instancia, por
las influencias sociales y la relación causal entre los
fenómenos del mundo objetivo, es decir, que un
fenómeno (causa) provoca inevitablemente otro
fenómeno (efecto). En esta tesis se trabajó bajo la
concepción de que todo acto humano, por simple que
parezca, contiene una carga positiva o negativa de contenido
moral y que todos los actos de los profesores, cualesquiera que
sean sus objetivos prácticos directos, también han
de ser examinados y valorados desde el punto de vista del influjo
educativo, moral, que ejercen sobre los estudiantes.
Los valores son consustanciales con la conducta del hombre,
razón por la cual el docente debe tener presente que toda
forma de conducta se convierte en fuente de experiencia para el
estudiante y en la formación de motivos morales de su
conducta. Por eso, el proceso de formación de valores no
puede de ninguna manera ser espontáneo y debe tomarse como
paradigma las
palabras siguientes de Lenin (1963), "… la joven generaciones
solo pueden cumplir la tarea de construir el socialismo si es
capaz de asimilar toda la riqueza de los conocimientos creados
por la humanidad y se orienta por los ideales comunistas".
(Lenin, V. I. 1963, p. 274).
3. Sección 2:
Fundamentos psicológicos.
Los fundamentos psicológicos que permitieron
vincular el tratamiento de los problemas matemáticos con
la formación de valores en los estudiantes de la
enseñanza preuniversitaria, – como elemento importante en
el desarrollo integral de la personalidad -, están basados
en los aportes que en este campo realizaron los psicólogos
de la extinta Unión Soviética como L. S. Vigotsky y sus
continuadores, que asumen, en primer lugar, que en el proceso
docente–educativo se debe promover con mayor énfasis
el desarrollo de todas las esferas de la personalidad; en esta
concepción la enseñanza guía el desarrollo,
así como proporciona a los estudiantes conocimientos que
les permitan tener una mayor y mejor comprensión del mundo
en sentido general. Este enfoque es conocido en la literatura científica
como Histórico Cultural.
Para estos psicólogos, la personalidad es analizada como
un sistema, con ayuda del cual la psiquis asimila la experiencia
social y relaciona al hombre con el sistema de relaciones
sociales, concibiéndolo como un ser social cuyo desarrollo
va a estar determinado por la asimilación de la cultura
material y espiritual creadas por las generaciones
precedentes.
Para un trabajo organizado y consciente en la dirección de
la formación de valores resulta imprescindible analizar el
lugar que ocupan los valores en la personalidad, tal
posición amerita establecer, al menos, una estructura de
dicha categoría psicológica. El trabajo asume la
configuración psicológica de la personalidad
elaborada por González y Mitjáns (1989).
Dentro de dicha configuración, aparecen los aspectos
funcionales vistos en cómo un determinado contenido
psicológico se expresa, se manifiesta en las funciones
reguladora y autoreguladora de la personalidad. Los aspectos
estructurales están relacionados con la forma en que el
sujeto hace suyos los contenidos para expresarse en las funciones
reguladoras de la personalidad.
En el trabajo anteriormente citado se asume una
integración dialéctica entre los aspectos de dicha
configuración psicológica, donde cada contenido
expresado en ella se encuentra organizado y estructurado, siendo
esta una condición necesaria y suficiente para garantizar
la interacción entre sus elementos. La propia unidad
existente entre contenido–función en el
funcionamiento de la personalidad, pone al descubierto la
interrelación entre los aspectos antes
mencionados.
Obsérvese el lugar que ocupan los valores en esta
configuración. Esencialmente son constituyentes de las
unidades psicológicas primarias, correspondientes a los
elementos estructurales. Dichas unidades " constituyen una
integración cognitivo–afectiva relativamente
estable, que actúa de manera inmediata sobre el
comportamiento ante situaciones vinculadas a su acción
reguladora" (González, F. y Mitjáns, A. 1989,
p.28). Los contenidos de estas unidades psicológicas
primarias –al decir de los autores- son poco susceptibles a
las operaciones
cognitivas, por tanto no puede pensarse en actividades que
favorezcan la formación de valores sin potenciar las
acciones
valorativas. Los elementos de la configuración de la
personalidad, desarrollada por González y Mitjáns
se representan en el gráfico:
En tal dirección y asumiendo los postulados del enfoque
histórico–cultural, se considera el aprendizaje
como uno de los procesos de apropiación de la experiencia
histórico social, y un mecanismo de desarrollo y
educación de la personalidad. Dentro de los mecanismos
psicológicos a través de los cuales se produce esta
apropiación, aparece la actividad, entendiéndose
esta como "aquellos procesos mediante los cuales el individuo,
respondiendo a una necesidad, se relaciona con la realidad,
adoptando una determinada actitud hacia la misma, manifestada,
además, en la
comunicación que en el marco de la misma realiza el
sujeto ".(Brito, H. y otros, 1985,t.2, p1)
Es por ello que la formación de valores en los estudiantes
se concibe mediante la actividad y la comunicación en sus
relaciones
interpersonales, a la vez que constituyen los agentes
mediadores de la relación estudiante–experiencia
social. Estos agentes son tratados en la
resolución de problemas matemáticos.
Resulta atinado aclarar que dicha apropiación no ocurre de
igual forma en cualquier actividad, aspecto a tener presente en
el momento de planificar las actividades y para lo cual surgen
las interrogantes siguientes:
¿Cuáles son los requerimientos que debe tener el
tratamiento de los problemas matemáticos para lograr el
objetivo
propuesto?
¿Qué desarrollo psíquico ha alcanzado el
estudiante al que va dirigida la actividad?
La actividad de la resolución de problemas se desarrolla
teniendo en cuenta que lo biológico y lo social, por
sí mismos, no determinan mecánicamente la
personalidad, pero sí son premisas para su
formación, según como sean tomados en cuenta en la
actividad que el individuo desarrolla dentro del sistema de
relaciones sociales.
Aunque en los trabajos de Vigotsky se plantea la necesidad de
analizar la actividad como método en la psicología del
hombre, partiendo de uno de sus presupuestos
fundamentales: " el papel de la actividad en el desarrollo del
conocimiento"; no es hasta la aparición de la obra de
Leontiev donde se intentó sistematizar el principio de la
actividad.
Los trabajos de Leontiev estuvieron dirigidos a puntualizar lo
anteriormente expresado, aseverando:
"Hasta ahora hemos hablado de la actividad en general, nos hemos
referido al sentido compendiador de este concepto. En realidad,
siempre estaremos en presencia de actividades específicas,
cada una de las cuales responde a determinada necesidad del
sujeto, tiende hacia el objeto que satisface dicha necesidad,
desaparece al ser satisfecha y se reproduce nuevamente –
puede darse incluso, ante situaciones completamente distintas."
(Leontiev, N. 1976, p. 82 ).
No es menos cierto que las necesidades dirigen la actividad del
sujeto, pero solo cumple esa función en el caso en que
tenga objeto, es decir, que posea un cierto contenido (ya sea
material o espiritual).
Para la formación de valores a través del
tratamiento de los problemas matemáticos estudiamos las
necesidades existentes en los estudiantes, además, se tuvo
presente que para que la necesidad cumpliera su función
como elemento de activación y regulación dentro de
la actividad de la resolución de problemas, ella tiene que
poseer un contenido y esto solo es posible en la medida en que el
estudiante actúe, en otras palabras, cuando se encuentra
la necesidad y el objeto capaz de satisfacerla.
En este caso de estudio, cuando el estudiante se enfrenta al
problema, su necesidad será la de resolverlo, ya que en
él aparecerá, en primer lugar, una carencia que se
traducirá en el desconocimiento de un camino que de forma
inmediata lo llevará a la solución. En segundo
lugar, la necesidad elevará su apremio al transmitir el
texto una
información significativa para él.
Por último el objeto capaz de resolverlo se
presentará como la vía de solución
encontrada al problema y la valoración de la
solución.
También se les da un valor primordial a las
condiciones en que se desarrolla la actividad de la
resolución de problemas, ya que no pueden existir aisladas
de las acciones a través de las cuales ocurre la misma.
Las posiciones en cuanto al proceso de formación de
valores, parten de las ideas de Vygotski y sus continuadores, al
estimar que este proceso está determinado por la
posición objetiva que ocupa el sujeto en el sistema de
relaciones sociales durante la actividad fundamental que
éste desarrolla.
Apoyándonos en el papel de la actividad y en la
determinación histórico-social de la psiquis, se
pudo acceder a elementos de suma importancia que permitieron
dirigir la investigación y lograr el objetivo, tales
como:
La experiencia social es una premisa fundamental para el
desarrollo de los procesos psíquicos.
Los logros alcanzados por la humanidad no se transmiten
hereditariamente.
La personalidad, no solo se forma en la actividad sino que
también se manifiestan en ella y al mismo tiempo la
regulan.
Para lograr incidir en la formación de valores a
través del tratamiento de los problemas
matemáticos, es menester apoyarnos en dos elementos
fundamentales: el primero relacionado con el análisis
jerarquizado de los diferentes indicadores,
en particular de los que están presentes en los valores
los que se pretenden desarrollar; se comprende que para lograr el
objetivo, los mayores esfuerzos deben dedicarse a penetrar en los
indicadores que con mayor frecuencia aparecen dentro de los
valores estudiados y de esta forma tributar su formación.
El segundo, relacionado con las características de las
actividades a realizar.
Si se parte, además, de que cualquier acto o
relación humana potencialmente constituyen valores y que
las expresiones de los hombres en cualquier espacio de
relaciones(piénsese relación hombre-hombre,
hombre-naturaleza, hombre-sociedad) están articuladas por
los mismos, entonces resulta imprescindible para el profesor
conocer cuáles son los requerimientos psicológicos
que deben cumplir las actividades para una efectiva
formación de los valores. Estas características
aparecen desarrolladas en los trabajos de González (1996,
1997) antes citados; de estos requerimientos solo se exponen los
que resultan imprescindibles para el desarrollo de la
investigación:
Comprender que no existen valores no asumidos, al no ser estos
una simple comprensión del resultado de una
información, sino que se configuran a través de la
persona concreta que los forma y los desarrolla.
Tener presenta las características individuales de los
estudiantes, para poder
comunicarnos en la diferencias y permitir la creación de
los espacios para que planteen sus ideas, puntos de vistas y
vivencias.
Proponer actividades que estén en relación con las
necesidades de los estudiantes.
Considerar el contexto donde se desarrolla la actividad y
permitir desde ese marco que el estudiante se haga una
representación positiva del futuro.
Llevar la convicción de que los valores no se manifiestan
de manera global o abstracta, sino a través de acciones
concretas.
Desarrollar actividades que estimulen el proceso de
valoración en el estudiante, considerando permanentemente
que este no regula de manera directa el comportamiento.
Estimular el componente motivacional de las actividades y
asegurarse que sean amenas, participativas y variadas.
La posición que se asume respecto a la personalidad y su
desarrollo, expuesta en los párrafos anteriores, no
permite asumir posiciones reduccionistas, de psicólogos
como los norteamericanos Sheldon, Guilford y Thurston, que ven la
personalidad constituida por un conjunto de rasgos diferentes e
independientes. Aunque fue preciso aislar los indicadores de los
valores analizados, para poder establecer sus relaciones y lograr
una mejor comprensión, estamos conscientes de que en el
plano real–concreto esto no sucede así, pues
ningún valor o indicador se presenta de forma "pura" o
"separada", sino con vínculos estrechos entre ellos o con
otros, es decir, en la práctica no se dan ni se
desarrollan de forma aislada. Desde esta posición se evita
la asunción de cualquier interpretación atomista en
el desarrollo de la personalidad.
Al analizar los indicadores propuestos para el estudio de los
valores sobre los cuales tributa el presente trabajo, se
constató que un peso fundamental descansa en elementos
relacionados con las esferas afectiva y volitiva de la
personalidad; por tanto, fue una razón importante para que
todo el empeño se pusiera en función de elevar a un
grado significativo el trabajo con dichas esferas. Resulta
insoslayable destacar que el poco desarrollo de cualquiera de las
tres esferas (Cognitiva, Afectiva, Volitiva) no daría los
resultados esperados.
Para lograr efectividad en la labor propuesta fue
necesario sopesar el papel que desempeña el grupo escolar
en el desarrollo de la personalidad de los adolescentes
de forma general y en la formación de valores de forma
particular, alcanzando su expresión cimera en la esfera
moral, dada por las exigencias de esta índole que se
plantean mutuamente los adolescentes en sus propias relaciones y
en las diferentes actividades que comparten.
El autor armoniza con el enfoque histórico-cultural cuando
plantea que la función guía de la conducta humana
en la edad escolar media y superior es el razonamiento,
entendiéndose éste como la acción de
razonar, es decir, acto en que se piensa o da razones para probar
una cosa. Tal parecer aporta otro elemento para justificar la
elección del tratamiento de los problemas
matemáticos como vía a través de la cual
lograr la formación de valores.
La resolución de problemas se apoya en la
psicología del pensamiento;
esta concepción es el fruto de las investigaciones
teórico-experimentales, encabezadas por Rubinstein, que en
una de sus tesis fundamentales asevera que el pensamiento se
realiza, ante todo, como un proceso de resolución de
problemas. Somos del criterio de que el carácter de
proceso de pensamiento que se le atribuye a la actividad de
resolución de problemas viene dado porque en esta se ponen
de manifiesto las operaciones básicas del pensar.
El rasgo fundamental en la concepción psicológica
de un problema, estudiada por Labarrerre (1987), como tarea
docente, consiste en considerarlo según su contenido,
subjetivo; y con énfasis en la actividad que realiza el
sujeto que resuelve el problema. Este punto de vista condujo a
poner en primer plano no el problema (contenido objetivo), sino
su proceso de solución, en cuyo centro está dada la
relación sujeto-objeto; en el ámbito del proceso de
enseñanza–aprendizaje, se
manifiesta en la relación directa
estudiante–problema. Evidentemente, estas posiciones
están justificadas, porque ven al problema con su
peculiaridad de ser un reflejo psicológico de una
situación material y real determinada.
Las actividades desarrolladas en torno a la resolución de
problemas matemáticos, ejerce su influencia en la
personalidad al incidir en indicadores analizados dentro de las
diferentes aspectos de la configuración psicológica
de la personalidad asumidas, a título de ejemplo cabe
mencionar: rigidez-flexibilidad, mediatización de las
operaciones cognitivas y capaciadad para estructurar el campo de
acción (aspecto funcional). Al trabajar la
formación de valores a través del tratamiento de
los problemas matemáticos estamos incidiendo en la
unidades psicológicas primarias (aspecto estructural).
En tal sentido, con la organización y planificación de las actividades
sustentadas en el tratamiento de los problemas
matemáticos, se potencia la
toma de
decisiones de los estudiantes sobre bases sólidas, el
sumultaneamente adecua sus conocimientos a nuevas exigencias o
situaciones. La elección de un tipo de estrategia para
enfrentar la solución de problemas, propicia la
adquisición de un determinado tipo de comportamiento, en
la cual intervienen de forma activa los procesos
cognitivos(aspectos funcionales). En la solución de un
determinado problema el estudiante realiza un esfuerzo volitivo
para encontrar la solución, atraviesa por diferentes
vivencias y emociones donde
trata de eliminar esas vivencias las negativas para estructurar
su campo de acción.
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