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Bases teóricas para establecer el vínculo entre el proceso de resolución de problemas y la formación de valores




Enviado por jmsigarreta



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    Indice
    1.
    Introducción

    2. Sección 1: Fundamentos
    Socio-filosóficos

    3. Sección 2: Fundamentos
    psicológicos
    .
    4.
    Sección 3: Fundamentos
    pedagógicos.

    5.
    Bibliografía

    1.
    Introducción

    "Precisad el significado de la palabra y librareis a la
    humanidad de la mitad de sus errores". René Descartes.
    Para realizar cualquier análisis serio en torno a los valores,
    es necesario partir del carácter
    dinámico de estos y que son el producto de
    múltiples influencias educativas. La educación, en el
    sentido amplio, se basa y se resuelve en la práctica. No
    se puede olvidar que se educa, en última instancia, para
    la acción y los valores se forman y desarrollan si se
    practican, de ahí que debamos concebir la práctica
    como el medio privilegiado para la apropiación del
    valor.
    Teniendo en cuenta la necesidad de la formación de valores
    en la actualidad, la reclama el apoyo de científicos,
    intelectuales, educadores y de todos los ciudadanos, para
    enfrentar la propagación y desarrollo del
    fenómeno de la "crisis" de
    valores. Esto es parte de la lucha crucial imprescindible por
    perpetuar las conquistas de nuestras sociedades y
    los valores hasta ahora defendidos. En relación directa
    con esto Vitier (1996) aseveró:

    "Sería ingenuo pensar, ante factores de tanta
    magnitud, que una campaña educativa con fines
    axiológicos puede resolver por sí solo, de la noche
    a la mañana tales fenómenos. Aquí se pone de
    manifiesto la relación de los problemas económicos
    con los problemas morales, y ello debe llevarnos a ver en estos
    momentos a nuestros economistas trabajando hombro a hombro con
    nuestros educadores." (Vitier, C. 1996, p 21).
    A partir de las necesidades de la sociedad cubana,
    el sistema
    educacional cubano asume la tarea y elabora, en un primer
    momento, la Resolución 90/98 del MINED para el trabajo en
    la formación de valores y la responsabilidad ciudadana. El sistema educativo
    cubano, como soporte concreto de la
    educación,
    tiene una estrecha vinculación con las exigencias sociales
    que son las que sin objeción definen sus funciones.
    Las esperanzas en el mejoramiento continuo del hombre tienen
    un pilar fundamental en la escuela y dentro
    de esta en la investigación educativa; por tanto, es
    importante comprender que investigar en cualquier campo, y en
    especial en el educativo, es adoptar una determinada actitud ante
    la sociedad y ante la vida.
    Se ha constatado el desconocimiento de los docentes de Ciencias, de
    forma general, y los de Matemática, en particular, sobre
    cómo encaminar el currículum y las actividades que
    de este se desprenden, para favorecer el proceso de
    formación de valores que transformará a los
    educandos que hoy están en las aulas, en los ciudadanos
    que requiere el siglo XXI. El elemento de más peso que
    atenta en esa dirección es: la falta de una base
    teórico-metodológica que la permita establecer el
    vínculo entre los valores y la
    Matemática.

    2. Sección 1:
    Fundamentos Socio-filosóficos

    Uno de los problemas que más ha inquietado a los
    pensadores de todos los tiempos, es el concerniente a las
    relaciones recíprocas entre los hombres, las de ellos con
    la sociedad y, sobre todo, el nexo que se establece entre los
    valores individuales y los sociales, poseedores de un marcado
    carácter clasista que se refleja en cada momento
    histórico y denota – en las sociedades sustentadas
    en la propiedad
    privada – la existencia de una contradicción
    antagónica irresoluble entre los valores individuales y
    los de la sociedad, como resultado último e inmediato de
    las mismas relaciones socioclasista.
    En relación con lo anterior, veamos las posiciones
    axiológicas en algunas de las principales corrientes
    filosóficas burguesas. Aunque la piedra angular de toda la
    ideología burguesa parte de la
    individualidad, es evidente que cada concepción
    filosófica asume su propia posición y
    repercusión en esta dirección, por ejemplo, la
    filosofía pragmática establece su carácter
    instrumental; esta proposición denota que el valor radica
    en que propicia el resultado deseado, en que sea útil para
    el cumplimiento de sus objetivos;
    viceversa, lo que es útil, lo que trae éxito
    es verdadero. Es indudable que el instrumentalismo como método al
    servicio de la
    filosofía de la práctica, defendido
    fundamentalmente por filósofos norteamericanos como John Dewey y
    William James, penetró en muchos países, pero en
    ninguno de ellos tomó tanta fuerza como en
    Estados
    Unidos.
    Dentro de las posiciones del existencialismo, se sustenta el hecho de que
    el hombre no
    puede vivir fuera de su propia comunicación. Este es un elemento positivo,
    pero lamentablemente – al igual que todas las corrientes
    filosóficas burguesas-, absolutiza un determinado
    componente, dentro y en el propio proceso de desarrollo de
    la
    personalidad: se apoya en el individualismo más
    extremo al presentar la sociedad como una fuerza impersonal y
    universal que aplasta al hombre y su individualidad.
    Las posiciones burguesas, al sustentarse, en lo fundamental, en
    el idealismo como
    concepción del mundo, sobrevaloran el papel que
    desempeñan las ideas en la vida del hombre, aseverando que
    son ellas las que regulan los actos de los individuos; el error
    no está, de ninguna manera, en comprender o reconocer la
    fuerza que poseen las ideas, (se reconoce desde las posiciones de
    la filosofía marxista, que son ellas el motor de los
    actos del individuo); su verdadero error recae en considerarlas
    como algo primario, y en no comprender su carácter
    derivado. No ven que los fenómenos psíquicos se
    incluyen como condicionantes en la vida del hombre, a la vez que
    ellos se hallan condicionados por el desarrollo de la misma vida.
    Relacionado con lo anterior Lenin (1990), anota: "Lo
    psíquico, la conciencia, el
    espíritu es la función
    del cerebro, el
    reflejo del mundo exterior." (Lenin, V. 1990, p.106)
    Las concepciones filosóficas, de acuerdo con sus
    posiciones respecto a los valores, pueden ser concretadas en dos
    grandes tendencias: la primera interpretativa, de carácter
    objetivista de los valores, dirigida a su implantación y
    fundamentación axiológica; la segunda, empirista,
    de corte historicista, relativa y subjetivista. La
    concepción interpretativa estuvo representada por la
    escuela neokantiana de Baden, la que aseveraba que el valor
    constituye el deber de ser una norma y la filosofía
    tendría como objetivo
    analizar y descubrir los valores de trascendencia y validez
    universal, para llegar a proponer una clasificación para
    los valores que los agrupa en: útiles, vitales,
    lógicos, estéticos, éticos y religiosos.
    La segunda concepción es respaldada
    filosóficamente, fundamentalmente, por los trabajos de
    Wilhelm Diltley, quien como principio defendía la idea de
    que los valores no pueden ser considerados, ni en sí
    mismos, ni en su relación con el hombre, al margen de la
    historia, porque
    la historia misma es la fuerza productiva que engendra las
    determinaciones de valor, los ideales, los fines con que se mide
    el significado de los hombres y de los acontecimientos.
    La concepción materialista dialéctica, que se
    tomó como supuesto de partida y sustento de la investigación, asevera que la
    implicación de lo educativo con el sistema de valores
    tipifica la realidad sociocultural, de lo que se infiere el valor
    educacional de proyectar estos valores como vía para
    lograr la regulación social, el comportamiento
    formal y la conducta personal.
    Desde esta concepción resulta imposible cualquier
    pretensión teórica de distinguir los valores
    alejados de la realidad sociocultural que los condiciona, en la
    cual establecen un orden racional, conformando un sistema en el
    que se armonizan, relacionan e interconectan los distintos
    elementos culturales y sociales orientados a responder a los
    intereses, necesidades, motivaciones y expresiones de la sociedad
    en su multidimensionalidad. Conforme con esos principios
    García (1996) expresa que: "constituyen guías
    generales de conducta que se derivan de la experiencia y le dan
    sentido a la vida, propician su calidad de tal
    manera que están en relación con la
    realización de la persona y
    fomentan el bien de la comunidad y la
    sociedad en su conjunto." (García, G. 1996, p. 59).
    Al observar el entorno es posible percatarse de que todas las
    cosas ostentan un determinado valor, bueno o malo, útil o
    inútil; es decir, nada resulta absolutamente indiferente,
    y aquello que resulta contrario a las posiciones o metas de las
    personas o sociedades, se considera como un antivalor. En tal
    dirección aparece un fenómeno que lacera el proceso
    de formación de valores, es el llamado "doble moral", que
    tiene como característica fundamental la no
    relación entre el
    conocimiento que posee la persona de la esencia e importancia
    del valor y su comportamiento. Este fenómeno
    ratificó la necesidad de estudiar los valores desde la
    propia actividad.
    Con las precisiones anteriores estamos en condiciones de asumir
    lo que se entiende por significación, ya que en lo
    adelante el término será utilizado con mucha
    frecuencia en los fundamentos teóricos de la
    investigación. Significación, " es lo que
    representa un objeto, proceso o fenómeno para la
    práctica social y depende de las funciones que estos
    desempeñan en la actividad de las personas."(Fabelo, J. R.
    1989, p. 20)
    El considerar los valores en el sentido de la
    significación que posee el entorno natural, sociocultural
    y económico–material en el que estamos, no puede
    conducirnos a la definición reduccionista de los valores
    como meras impresiones subjetivas de agrado o desagrado que las
    cosas nos producen y que proyectamos sobre las cosas, sino que se
    requiere propender al sentido social, material y humano de esas
    cosas, evidenciado en su objetividad.
    Un elemento que hace factible un estudio más objetivo de
    los valores, debe estar sustentado en un aparato categorial
    axiológico. En este sentido los investigadores
    españoles García y Zaragüeta (1947) proponen
    el siguiente: una primera categoría radicada en la no
    indiferencia de las cosas, el valer; una segunda categoría
    sustentada en la no entidad del valor, la cualidad pura; la
    tercera categoría responde al orden de preferencia entre
    valores y antivalores, la polaridad; y la cuarta y última
    categoría se refiere al orden de importancia que se le
    concede a los valores o grupos de
    valores, la jerarquía.
    Luego, en la obra de Fabelo y otros (1996), se presentan tres
    importantes planos para el análisis de la categoría
    valor, que sirvieron de patrón para el desarrollo de la
    investigación, los mismos son: en el primer plano se
    concibe al valor en su dimensión objetiva. El segundo se
    refiere a la forma en que los valores objetivos son reflejados en
    la conciencia individual o colectiva. Por último su
    atención se centra en el sistema instituido
    de valores, que sirve de fundamento para la
    organización y funcionamiento de la sociedad en
    sentido general.

    Fabelo (1989) en "Práctica, conocimiento y
    valoración", declara un concepto que
    sustenta la elaboración del modelo
    didáctico para la formación de valores a
    través del tratamiento de los problemas
    matemáticos, este es la valoración definida como
    "el reflejo subjetivo en la conciencia del hombre de la
    significación que para él poseen los objetos y
    fenómenos de la realidad…". (Fabelo, J. R. 1989, p
    21)
    Si el propósito es la formación de valores en los
    estudiantes, resulta imprescindible que el profesor comprenda que
    no existen valores no asumidos y que los mismos son el resultado
    de la valoración de los procesos,
    objetos y fenómenos de la realidad, los cuales se forman
    sobre la base de relaciones tales como: hombre–hombre,
    hombre–naturaleza y
    hombre sociedad. Por razones como estas se coincide con
    Báxter (1989) cuando argumenta, respecto a los valores que
    "no están en los objetos y fenómenos, son producto
    del grado de significación que adquieren en el individuo
    en el proceso de sus relaciones con ellos." (Báxter, E.
    1989, pp.5-6).

    De lo expresado se infiere que el ser humano en su
    autoafirmación es donde encierra la esencia de sus valores
    y su naturaleza objetiva como reflejo de las relaciones sociales
    existentes en un momento histórico concreto, y, su
    consecuencia, se deja clara la posición de que el ser
    social determina la conciencia social.
    Para la integración monolítica de los
    diferentes factores, y en armonía con la concepción
    marxista–leninista, no se aceptan los valores como
    cualidades absolutas e independientes del ser social, del
    tiempo y del
    espacio. Consideramos, además, acertada la posición
    que defiende el estudio de los valores desde una perspectiva
    sistémica, por la simple razón de que la
    separación entre el ser y el pensar solo es posible
    hacerla para la mejor comprensión del problema fundamental
    de la Filosofía. Tanto el mundo objetivo como su reflejo
    subjetivo están siempre presentes, y los valores, como
    herramientas
    de interacción entre todos los elementos, tienen su
    función. Estos, aunque se mueven en el plano de la
    subjetividad, existen objetivamente como parte constitutiva de la
    realidad social y cultural.
    Actualmente, en Cuba existe un
    consenso entre filósofos y científicos, que
    reconoce la existencia objetiva de los valores, dado por la
    condición de que es imposible abstraernos del espacio y el
    tiempo sin recurrir a que los valores, como toda verdad, tienen
    carácter histórico concreto, por lo cual cada
    sistema socio–cultural y cada época, tienen un
    sistema de valores propios que los diferencia de los
    demás. Las palabras de González (1995), ratifican
    lo explicado cuando plantea: "los valores son un proceso
    histórico que tiene especificidades en los distintos
    momentos del desarrollo de la persona. El valor es el arma que
    tenemos que utilizar para legitimar lo diferente dentro del
    espacio social en que tiene lugar."( González, F. 1995, p.
    50).

    Lo anteriormente expresado respecto a la posición
    asumida sobre los valores, permitió comprender que uno de
    los caminos a recorrer para su formación, era a
    través del tratamiento de los problemas
    matemáticos. Los fundamentos que sirven de sustento a las
    posiciones desarrolladas, están basados en la
    filosofía marxista–leninista. Se partió de
    esta concepción, puesto que en ella se encuentra como
    centro el hombre, el hombre real, concreto, que vive en un
    momento histórico determinado y que su desarrollo
    transcurre en un tipo específico de relaciones
    sociales.
    El tratamiento de los problemas matemáticos que se
    realizó y las posiciones sobre la personalidad
    asumidas, parten de las dadas por Marx, que la
    concibe como una cualidad especial que el individuo natural
    adquiere en el sistema de relaciones sociales, dejando a la
    luz que las
    propiedades antropológicas del individuo no actúan
    como determinante de su personalidad, sino como condiciones
    creadas genéticamente para la formación de
    ella.
    Se asumen las tesis
    desarrolladas por el marxismo,
    puesto que revolucionó la filosofía en todos los
    órdenes, al entender la práctica humana como la
    base del conocimiento de la realidad y de sí mismo.
    Además, analiza los criterios para la adecuación y
    verificación de los conocimientos, superando las
    posiciones del viejo materialismo que
    separaba el conocimiento de la actividad sensorial, de las
    relaciones prácticas vitales del hombre con el medio. Esta
    teoría
    asume la actividad como uno de sus elementos esenciales, al tomar
    un marcado carácter materialista, entendiéndose en
    su forma inicial, como la actividad práctica sensitiva
    mediante la cual el hombre entra en contacto con el mundo
    circundante, experimentando su resistencia, en
    tanto se subordina a sus propiedades objetivas.
    Uno de los puntos cardinales de la Filosofía marxista,
    está en no identificar la práctica con el
    conocimiento, sino que el conocimiento no existe fuera de ese
    proceso vital y, al mismo tiempo, el reflejo de la realidad surge
    y se desarrolla en el proceso de las relaciones sociales en que
    se desenvuelve la persona y en el cual despliega su actividad
    cognoscitiva.
    Los conceptos teóricos desarrollados por la
    Filosofía marxista–leninista adquieren en el trabajo
    un sentido actual, ya que son aplicados partiendo de la actividad
    como base; para el caso, esa actividad es la resolución de
    problemas matemáticos. La estrategia
    desarrollada para la resolución de problemas, encaminada a
    favorecer la formación de valores en los estudiantes de la
    enseñanza preuniversitaria, comienza con
    una acción donde el elemento fundamental es la percepción, y cuyo sustento es marxista
    porque considera la percepción como el reflejo
    directamente sensible de la realidad, como una etapa, como la
    forma principal del conocimiento que se alcanza en el proceso del
    desarrollo histórico del hombre.

    El estudio del problema existente entre el sujeto y el
    objeto del conocimiento es parte constituyente de la presente
    tesis, pues esclarece esta problemática abordando el
    planteamiento interaccionista dialéctico (S-O), que parte
    de la existencia de una relación de influencia
    recíproca entre ambos, en tanto que transforma el objeto
    (el problema matemático, como reflejo de las relaciones
    entre objetos, procesos y fenómenos de la realidad) y al
    portador mismo de la actividad, al sujeto (estudiante). En este
    sentido, con la interpretación marxista asumida aparece un
    salto dialéctico respecto a las teorías
    que entienden a la actividad del sujeto como una pura
    adaptación individual y biológica, y se va hacia
    una concepción de la actividad como una práctica
    sujeta a las condiciones histórico–culturales.
    La esencia gnoseológica del modelo didáctico para
    la formación de valores a través del tratamiento de
    los problemas matemáticos, se revela de manera directa
    mediante la utilización de categorías tradicionales
    de la Filosofía marxista tales como las de
    contradicción y reflejo. La primera, viéndola como
    la fuente del desarrollo de la realidad y del conocimiento, es
    representada en el trabajo por el problema matemático a
    tratar; la segunda, como elemento básico de la
    gnoseología marxista–leninista, se analiza, en
    última instancia, como el resultado o incidencia del
    tratamiento de los problemas en la formación de valores en
    los estudiantes.
    En la Filosofía marxista-leninista se asevera que la
    conciencia es un producto social y subsistirá como tal
    mientras exista el hombre; además de reflejar el mundo
    objetivo, ella es capaz de crear, de transformar el mundo, si las
    condiciones circundantes no satisfacen sus necesidades. Esta
    concepción sobre la conciencia adquirió la
    denominación de teoría del reflejo.
    En esta dirección Lenin (1983) declara un elemento
    básico para el desarrollo de su teoría del reflejo
    al aseverar: " Es lógico suponer que toda la materia posee
    una propiedad esencial parecida a la sensación, la
    propiedad de reflejar" (Lenin, V. I. 1983, p. 78).

    Un elemento capital para
    la formación de valores es tener en cuenta el principio
    materialista dialéctico del determinismo, que anuncia que
    "las causas externas actúan a través de las
    condiciones internas" y de ellas el autor toma la
    afirmación de que los objetos, procesos y fenómenos
    determinan el conocimiento, pero no determinan la imagen de estos
    directa ni mecánicamente sino de manera mediada, a
    través de la actividad de valoración, dirigida al
    restablecimiento mental de la realidad objetiva; y transformando
    los datos sensoriales
    que surgen como resultado de la acción del sujeto sobre
    los sentidos.
    Un análisis del reflejo sobre posiciones materialista
    dialécticas pone de manifiesto que él no expresa
    nunca de manera acabada la esencia del objeto.
    De la propia teoría se desprende, como un elemento para la
    imbricación psicopedagógica, que el contenido del
    reflejo no es estable, sino todo lo contrario, que con el
    progreso de la ciencia,
    del propio hombre y de la sociedad, él se desarrolla y
    enriquece. Además, el analizar el criterio de que el
    reflejo psíquico de la realidad es la imagen subjetiva de
    esa realidad, tuvo para la investigación un doble
    significado; en primer lugar, que la imagen pertenece al sujeto
    real; y en segundo lugar, que esta relación comprende en
    sí la propia actividad del mismo. Por tanto, regula y
    canaliza la actividad del sujeto en sentido general.
    Como un elemento del reflejo psíquico aparece la actividad
    refleja, que según Morel (1997) es entendida como: " …
    una actividad con la que el organismo responde a la acción
    del estímulo; ahora bien el estímulo externo no
    determina de manera directa el efecto último del proceso a
    que da origen; su acción se efectúa de manera
    mediata a través de las condiciones en que se encuentra"
    (Morel, D. 1997, p. 54).
    Es de reconocimiento conceptual y conforme con la teoría
    marxista–leninista que el desarrollo psíquico del
    hombre está determinado, en última instancia, por
    las influencias sociales y la relación causal entre los
    fenómenos del mundo objetivo, es decir, que un
    fenómeno (causa) provoca inevitablemente otro
    fenómeno (efecto). En esta tesis se trabajó bajo la
    concepción de que todo acto humano, por simple que
    parezca, contiene una carga positiva o negativa de contenido
    moral y que todos los actos de los profesores, cualesquiera que
    sean sus objetivos prácticos directos, también han
    de ser examinados y valorados desde el punto de vista del influjo
    educativo, moral, que ejercen sobre los estudiantes.
    Los valores son consustanciales con la conducta del hombre,
    razón por la cual el docente debe tener presente que toda
    forma de conducta se convierte en fuente de experiencia para el
    estudiante y en la formación de motivos morales de su
    conducta. Por eso, el proceso de formación de valores no
    puede de ninguna manera ser espontáneo y debe tomarse como
    paradigma las
    palabras siguientes de Lenin (1963), "… la joven generaciones
    solo pueden cumplir la tarea de construir el socialismo si es
    capaz de asimilar toda la riqueza de los conocimientos creados
    por la humanidad y se orienta por los ideales comunistas".
    (Lenin, V. I. 1963, p. 274).

    3. Sección 2:
    Fundamentos psicológicos.

    Los fundamentos psicológicos que permitieron
    vincular el tratamiento de los problemas matemáticos con
    la formación de valores en los estudiantes de la
    enseñanza preuniversitaria, – como elemento importante en
    el desarrollo integral de la personalidad -, están basados
    en los aportes que en este campo realizaron los psicólogos
    de la extinta Unión Soviética como L. S. Vigotsky y sus
    continuadores, que asumen, en primer lugar, que en el proceso
    docente–educativo se debe promover con mayor énfasis
    el desarrollo de todas las esferas de la personalidad; en esta
    concepción la enseñanza guía el desarrollo,
    así como proporciona a los estudiantes conocimientos que
    les permitan tener una mayor y mejor comprensión del mundo
    en sentido general. Este enfoque es conocido en la literatura científica
    como Histórico Cultural.
    Para estos psicólogos, la personalidad es analizada como
    un sistema, con ayuda del cual la psiquis asimila la experiencia
    social y relaciona al hombre con el sistema de relaciones
    sociales, concibiéndolo como un ser social cuyo desarrollo
    va a estar determinado por la asimilación de la cultura
    material y espiritual creadas por las generaciones
    precedentes.
    Para un trabajo organizado y consciente en la dirección de
    la formación de valores resulta imprescindible analizar el
    lugar que ocupan los valores en la personalidad, tal
    posición amerita establecer, al menos, una estructura de
    dicha categoría psicológica. El trabajo asume la
    configuración psicológica de la personalidad
    elaborada por González y Mitjáns (1989).
    Dentro de dicha configuración, aparecen los aspectos
    funcionales vistos en cómo un determinado contenido
    psicológico se expresa, se manifiesta en las funciones
    reguladora y autoreguladora de la personalidad. Los aspectos
    estructurales están relacionados con la forma en que el
    sujeto hace suyos los contenidos para expresarse en las funciones
    reguladoras de la personalidad.
    En el trabajo anteriormente citado se asume una
    integración dialéctica entre los aspectos de dicha
    configuración psicológica, donde cada contenido
    expresado en ella se encuentra organizado y estructurado, siendo
    esta una condición necesaria y suficiente para garantizar
    la interacción entre sus elementos. La propia unidad
    existente entre contenido–función en el
    funcionamiento de la personalidad, pone al descubierto la
    interrelación entre los aspectos antes
    mencionados.

    Obsérvese el lugar que ocupan los valores en esta
    configuración. Esencialmente son constituyentes de las
    unidades psicológicas primarias, correspondientes a los
    elementos estructurales. Dichas unidades " constituyen una
    integración cognitivo–afectiva relativamente
    estable, que actúa de manera inmediata sobre el
    comportamiento ante situaciones vinculadas a su acción
    reguladora" (González, F. y Mitjáns, A. 1989,
    p.28). Los contenidos de estas unidades psicológicas
    primarias –al decir de los autores- son poco susceptibles a
    las operaciones
    cognitivas, por tanto no puede pensarse en actividades que
    favorezcan la formación de valores sin potenciar las
    acciones
    valorativas. Los elementos de la configuración de la
    personalidad, desarrollada por González y Mitjáns
    se representan en el gráfico:
    En tal dirección y asumiendo los postulados del enfoque
    histórico–cultural, se considera el aprendizaje
    como uno de los procesos de apropiación de la experiencia
    histórico social, y un mecanismo de desarrollo y
    educación de la personalidad. Dentro de los mecanismos
    psicológicos a través de los cuales se produce esta
    apropiación, aparece la actividad, entendiéndose
    esta como "aquellos procesos mediante los cuales el individuo,
    respondiendo a una necesidad, se relaciona con la realidad,
    adoptando una determinada actitud hacia la misma, manifestada,
    además, en la
    comunicación que en el marco de la misma realiza el
    sujeto ".(Brito, H. y otros, 1985,t.2, p1)
    Es por ello que la formación de valores en los estudiantes
    se concibe mediante la actividad y la comunicación en sus
    relaciones
    interpersonales, a la vez que constituyen los agentes
    mediadores de la relación estudiante–experiencia
    social. Estos agentes son tratados en la
    resolución de problemas matemáticos.
    Resulta atinado aclarar que dicha apropiación no ocurre de
    igual forma en cualquier actividad, aspecto a tener presente en
    el momento de planificar las actividades y para lo cual surgen
    las interrogantes siguientes:
    ¿Cuáles son los requerimientos que debe tener el
    tratamiento de los problemas matemáticos para lograr el
    objetivo
    propuesto?
    ¿Qué desarrollo psíquico ha alcanzado el
    estudiante al que va dirigida la actividad?
    La actividad de la resolución de problemas se desarrolla
    teniendo en cuenta que lo biológico y lo social, por
    sí mismos, no determinan mecánicamente la
    personalidad, pero sí son premisas para su
    formación, según como sean tomados en cuenta en la
    actividad que el individuo desarrolla dentro del sistema de
    relaciones sociales.
    Aunque en los trabajos de Vigotsky se plantea la necesidad de
    analizar la actividad como método en la psicología del
    hombre, partiendo de uno de sus presupuestos
    fundamentales: " el papel de la actividad en el desarrollo del
    conocimiento"; no es hasta la aparición de la obra de
    Leontiev donde se intentó sistematizar el principio de la
    actividad.
    Los trabajos de Leontiev estuvieron dirigidos a puntualizar lo
    anteriormente expresado, aseverando:
    "Hasta ahora hemos hablado de la actividad en general, nos hemos
    referido al sentido compendiador de este concepto. En realidad,
    siempre estaremos en presencia de actividades específicas,
    cada una de las cuales responde a determinada necesidad del
    sujeto, tiende hacia el objeto que satisface dicha necesidad,
    desaparece al ser satisfecha y se reproduce nuevamente –
    puede darse incluso, ante situaciones completamente distintas."
    (Leontiev, N. 1976, p. 82 ).
    No es menos cierto que las necesidades dirigen la actividad del
    sujeto, pero solo cumple esa función en el caso en que
    tenga objeto, es decir, que posea un cierto contenido (ya sea
    material o espiritual).
    Para la formación de valores a través del
    tratamiento de los problemas matemáticos estudiamos las
    necesidades existentes en los estudiantes, además, se tuvo
    presente que para que la necesidad cumpliera su función
    como elemento de activación y regulación dentro de
    la actividad de la resolución de problemas, ella tiene que
    poseer un contenido y esto solo es posible en la medida en que el
    estudiante actúe, en otras palabras, cuando se encuentra
    la necesidad y el objeto capaz de satisfacerla.
    En este caso de estudio, cuando el estudiante se enfrenta al
    problema, su necesidad será la de resolverlo, ya que en
    él aparecerá, en primer lugar, una carencia que se
    traducirá en el desconocimiento de un camino que de forma
    inmediata lo llevará a la solución. En segundo
    lugar, la necesidad elevará su apremio al transmitir el
    texto una
    información significativa para él.
    Por último el objeto capaz de resolverlo se
    presentará como la vía de solución
    encontrada al problema y la valoración de la
    solución.

    También se les da un valor primordial a las
    condiciones en que se desarrolla la actividad de la
    resolución de problemas, ya que no pueden existir aisladas
    de las acciones a través de las cuales ocurre la misma.
    Las posiciones en cuanto al proceso de formación de
    valores, parten de las ideas de Vygotski y sus continuadores, al
    estimar que este proceso está determinado por la
    posición objetiva que ocupa el sujeto en el sistema de
    relaciones sociales durante la actividad fundamental que
    éste desarrolla.
    Apoyándonos en el papel de la actividad y en la
    determinación histórico-social de la psiquis, se
    pudo acceder a elementos de suma importancia que permitieron
    dirigir la investigación y lograr el objetivo, tales
    como:
    La experiencia social es una premisa fundamental para el
    desarrollo de los procesos psíquicos.
    Los logros alcanzados por la humanidad no se transmiten
    hereditariamente.
    La personalidad, no solo se forma en la actividad sino que
    también se manifiestan en ella y al mismo tiempo la
    regulan.
    Para lograr incidir en la formación de valores a
    través del tratamiento de los problemas
    matemáticos, es menester apoyarnos en dos elementos
    fundamentales: el primero relacionado con el análisis
    jerarquizado de los diferentes indicadores,
    en particular de los que están presentes en los valores
    los que se pretenden desarrollar; se comprende que para lograr el
    objetivo, los mayores esfuerzos deben dedicarse a penetrar en los
    indicadores que con mayor frecuencia aparecen dentro de los
    valores estudiados y de esta forma tributar su formación.
    El segundo, relacionado con las características de las
    actividades a realizar.
    Si se parte, además, de que cualquier acto o
    relación humana potencialmente constituyen valores y que
    las expresiones de los hombres en cualquier espacio de
    relaciones(piénsese relación hombre-hombre,
    hombre-naturaleza, hombre-sociedad) están articuladas por
    los mismos, entonces resulta imprescindible para el profesor
    conocer cuáles son los requerimientos psicológicos
    que deben cumplir las actividades para una efectiva
    formación de los valores. Estas características
    aparecen desarrolladas en los trabajos de González (1996,
    1997) antes citados; de estos requerimientos solo se exponen los
    que resultan imprescindibles para el desarrollo de la
    investigación:
    Comprender que no existen valores no asumidos, al no ser estos
    una simple comprensión del resultado de una
    información, sino que se configuran a través de la
    persona concreta que los forma y los desarrolla.
    Tener presenta las características individuales de los
    estudiantes, para poder
    comunicarnos en la diferencias y permitir la creación de
    los espacios para que planteen sus ideas, puntos de vistas y
    vivencias.
    Proponer actividades que estén en relación con las
    necesidades de los estudiantes.
    Considerar el contexto donde se desarrolla la actividad y
    permitir desde ese marco que el estudiante se haga una
    representación positiva del futuro.
    Llevar la convicción de que los valores no se manifiestan
    de manera global o abstracta, sino a través de acciones
    concretas.
    Desarrollar actividades que estimulen el proceso de
    valoración en el estudiante, considerando permanentemente
    que este no regula de manera directa el comportamiento.
    Estimular el componente motivacional de las actividades y
    asegurarse que sean amenas, participativas y variadas.
    La posición que se asume respecto a la personalidad y su
    desarrollo, expuesta en los párrafos anteriores, no
    permite asumir posiciones reduccionistas, de psicólogos
    como los norteamericanos Sheldon, Guilford y Thurston, que ven la
    personalidad constituida por un conjunto de rasgos diferentes e
    independientes. Aunque fue preciso aislar los indicadores de los
    valores analizados, para poder establecer sus relaciones y lograr
    una mejor comprensión, estamos conscientes de que en el
    plano real–concreto esto no sucede así, pues
    ningún valor o indicador se presenta de forma "pura" o
    "separada", sino con vínculos estrechos entre ellos o con
    otros, es decir, en la práctica no se dan ni se
    desarrollan de forma aislada. Desde esta posición se evita
    la asunción de cualquier interpretación atomista en
    el desarrollo de la personalidad.
    Al analizar los indicadores propuestos para el estudio de los
    valores sobre los cuales tributa el presente trabajo, se
    constató que un peso fundamental descansa en elementos
    relacionados con las esferas afectiva y volitiva de la
    personalidad; por tanto, fue una razón importante para que
    todo el empeño se pusiera en función de elevar a un
    grado significativo el trabajo con dichas esferas. Resulta
    insoslayable destacar que el poco desarrollo de cualquiera de las
    tres esferas (Cognitiva, Afectiva, Volitiva) no daría los
    resultados esperados.

    Para lograr efectividad en la labor propuesta fue
    necesario sopesar el papel que desempeña el grupo escolar
    en el desarrollo de la personalidad de los adolescentes
    de forma general y en la formación de valores de forma
    particular, alcanzando su expresión cimera en la esfera
    moral, dada por las exigencias de esta índole que se
    plantean mutuamente los adolescentes en sus propias relaciones y
    en las diferentes actividades que comparten.
    El autor armoniza con el enfoque histórico-cultural cuando
    plantea que la función guía de la conducta humana
    en la edad escolar media y superior es el razonamiento,
    entendiéndose éste como la acción de
    razonar, es decir, acto en que se piensa o da razones para probar
    una cosa. Tal parecer aporta otro elemento para justificar la
    elección del tratamiento de los problemas
    matemáticos como vía a través de la cual
    lograr la formación de valores.
    La resolución de problemas se apoya en la
    psicología del pensamiento;
    esta concepción es el fruto de las investigaciones
    teórico-experimentales, encabezadas por Rubinstein, que en
    una de sus tesis fundamentales asevera que el pensamiento se
    realiza, ante todo, como un proceso de resolución de
    problemas. Somos del criterio de que el carácter de
    proceso de pensamiento que se le atribuye a la actividad de
    resolución de problemas viene dado porque en esta se ponen
    de manifiesto las operaciones básicas del pensar.
    El rasgo fundamental en la concepción psicológica
    de un problema, estudiada por Labarrerre (1987), como tarea
    docente, consiste en considerarlo según su contenido,
    subjetivo; y con énfasis en la actividad que realiza el
    sujeto que resuelve el problema. Este punto de vista condujo a
    poner en primer plano no el problema (contenido objetivo), sino
    su proceso de solución, en cuyo centro está dada la
    relación sujeto-objeto; en el ámbito del proceso de
    enseñanza–aprendizaje, se
    manifiesta en la relación directa
    estudiante–problema. Evidentemente, estas posiciones
    están justificadas, porque ven al problema con su
    peculiaridad de ser un reflejo psicológico de una
    situación material y real determinada.
    Las actividades desarrolladas en torno a la resolución de
    problemas matemáticos, ejerce su influencia en la
    personalidad al incidir en indicadores analizados dentro de las
    diferentes aspectos de la configuración psicológica
    de la personalidad asumidas, a título de ejemplo cabe
    mencionar: rigidez-flexibilidad, mediatización de las
    operaciones cognitivas y capaciadad para estructurar el campo de
    acción (aspecto funcional). Al trabajar la
    formación de valores a través del tratamiento de
    los problemas matemáticos estamos incidiendo en la
    unidades psicológicas primarias (aspecto estructural).
    En tal sentido, con la organización y planificación de las actividades
    sustentadas en el tratamiento de los problemas
    matemáticos, se potencia la
    toma de
    decisiones de los estudiantes sobre bases sólidas, el
    sumultaneamente adecua sus conocimientos a nuevas exigencias o
    situaciones. La elección de un tipo de estrategia para
    enfrentar la solución de problemas, propicia la
    adquisición de un determinado tipo de comportamiento, en
    la cual intervienen de forma activa los procesos
    cognitivos(aspectos funcionales). En la solución de un
    determinado problema el estudiante realiza un esfuerzo volitivo
    para encontrar la solución, atraviesa por diferentes
    vivencias y emociones donde
    trata de eliminar esas vivencias las negativas para estructurar
    su campo de acción.

    Partes: 1, 2

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