Con o sin la aprobación de Madero, los maderistas
buscaron el apoyo de tropas y jefes del PLM, haciendo circular el
rumor de que Madero podía ser presidente y Ricardo
vicepresidente. Flores Magón negó rotundamente esto
en la edición del 5 de febrero de 1911 de Regenera
ción, en la que reiteró su punto de vista
anarquista de que "los gobiernos son los guardianes de los
intereses de las clases ricas".
Sin embargo, muchos miembros del PLM cayeron
engañados por la treta maderista y marcharon al lado de
los seguidores de Madero. Además, la circulación de
Regeneración en el interior de México
disminuyó a causa de la guerra y la
confusión.
El 11 de febrero de 1911, tres días antes del
regreso de Madero a suelo mexicano, las tropas de Prisciliano G.
Silva tomaron Guadalupe. Chihuahua, e izaron el emblema de
"TIERRA y LIBERTAD". Mientras e] PLM ganaba las principales
victorias en Casas Grandes, Guadalupe ) Mexicali.
Ante esta situación Madero estaba preocupado,
porque sus fuerza! eran ineficaces y, por tanto, necesitaba una
victoria importante. Por ell( cruzó la frontera para
reclamar la dirección de las fuerzas que operabar en
Chihuahua.
Cuando Madero encontró una fuerte resistencia de
los federales pidió a Silva refuerzos y transporte.
Cuando el magonista Silva ayudó , Madero, éste,
cual Judas, lo abrazó y lo declaró prisionero, y lo
pudo hacer porque en ese momento recibía apoyo militar de
otro magonista Gutiérrez de Lara, quien representaba el
ala socialista del PLM, la cual estaba resentida con la
mayoría anarquista de la Junta del partido, encabezada por
Ricardo.
A partir de ese instante, y gracias a la división
de Silva y Gutiérrez de Lara, Madero, al apresar al
primero de estos dos dirigentes magonistas logró ponerse
al frente del movimiento armado.
Ricardo, al enterarse de la acción de Madero,
publicó en Regeneración del 25 de febrero de
1911 el artículo "Francisco I. Madero es UI traidor a la
causa de la libertad".
De marzo a mayo de 1911, las fuerzas de Díaz
sufrieron reveses el todo el país. Los maderistas y
zapatistas ganaron nuevas e importante: victorias. Madero
seguía insistiendo en que las tropas del PLM obedecieran
sus órdenes; cuando su poder lo permitía, arrestaba
a aquellos que persistían en la autonomía del PLM.
En abril de 1911, arrestó y desarmó n Chihuahua a
Luis García ya otros cinco comandantes por haber izado a
bandera roja del PLM de "TIERRA y LIBERTAD", y por haber
solicitado permiso para actuar independientemente del mando de
Madero, aunque 10 en su contra.
Madero consideró este hecho "como un acto de
rebeldía a mi gobierno".
Los tratados de paz en Ciudad Juárez, firmados
por Madero con el dictador, no sólo fueron criticados por
los magonistas y por el ala izquierda de los maderistas, sino por
Luis Cabrera y Venustiano Carranza, asociados al movimiento
reyista. Estos últimos consideraban los trata- los como
una transacción de Madero que lo acercaban a la
traición ala evolución.
Muchos Maderistas del ala izquierda, entre los que
estaban Jesús Flores Magón, Vázquez
Gómez y Orozco, miraban con recelo la ulterior actitud
traidora de Madero. Estos maderistas pensaron que la
revolución 10 había traído ningún
cambio, puesto que los porfiristas y reyistas continuaban en el
gobierno.
Una vez que el dictador fue expulsado del país,
Madero inició un viraje hacia la derecha, reformó
el Partido Antirreeleccionista, impuso a Pino Suárez como
candidato a vicepresidente, desarmó a sus fuerzas,
lidió a Zapata que entregase las armas y permitió
que el ejército porfirista, encabezado por Huerta,
Blanquet y Reyes, asesinase maderistas y zapatistas.
La traición de Madero no tomó por sorpresa
a los radicales del PLM, pues ese partido se había
anticipado al movimiento agrario zapatista, .1 entonar el lema
"¡TIERRA y LIBERTAD!", y delineó la división
entre Zapata y Madero, al sufrir la traición militar de
Madero antes de la que sufriría Zapata y, en lo esencial,
al insistir en la lucha por metas socioeconómicas en el
campo.
Cockcroft señala que el PLM fue consistentemente
más agresivo, en su política y en su acción,
que el movimiento zapatista. Desde el principio, el PLM hizo
presión
sobre otros grupos revolucionarios para que asumieran una
posición más a la izquierda, a favor de los obreros
y campesinos. Por su posición ideológica y
revolucionaria, el partido sirvió como una fuerza
constante para radicalizar los acontecimientos, es decir,
dirigiendo la revolución hacia la izquierda, a favor de
los obreros y campesinos.
Fue hasta el periodo posterior a 1913 cuando los
zapatistas radicalizaron más sus ideas, de acuerdo con el
patrón establecido años antes por el PLM, su
programa y lemas revolucionarios.
CAPÍTULO NUEVE
El 23 de septiembre de 1911, Ricardo y Enrique Flores
Magón,
Rivera y Figueroa publican el primer manifiesto
anarquista:
Contra el capital, la autoridad y el clero, el Partido
Liberal Mexicano tiene enarbolada la bandera roja en los campos
de acción en México, donde nuestros hermanos se
baten…
Todo lo que produzcan será enviado al almacén
general, en la comunidad, del que todos tendrán derecho a
tomar todo lo que necesiten, según sus
necesidades.
A escoger, pues: o nuevo gobernante, esto es, un nuevo
yugo, o la expropiación salvadora y la abolición de
toda imposición religiosa, política o de cualquier
orden: "TIERRA y LIBERTAD"
Los radicales del PLM, dirigidos por Ricardo de 1910 a
1918, en su periódico Regeneración tomaron
posiciones frente a las facciones zapatistas, villistas y
carrancistas.
En la medida que los zapatistas eran los únicos
que aplicaban más claramente las metas agrarias del
programa del PLM, era predecible que Ricardo y sus seguidores, en
1913, apoyaran a los zapatistas frente a los
carrancistas.
Los villistas, por su parte, eran elementos rancheros,
trabajadores migrantes, mineros y desempleados. El movimiento
villista no fue radical en el problema de la tierra como lo era
el movimiento zapatista; las ambiciones y esperanzas de los
villistas eran más comerciales que las de los campesinos
zapatistas sin tierra.
Los carrancistas fueron, hasta antes del surgimiento del
grupo de Agua Prieta, Sonora (Obregón, Calles, Camacho,
Cárdenas, etc.), los políticos que representaban
los intereses de la burguesía nacional apoya- da por el
imperialismo
yanqui.
Además de la división y el debilitamiento
del ala radical del PLM, de la traición de Madero, del
alejamiento de Camilo Arriaga, Jesús Flores Magón,
Juan Sarabia, Díaz Soto y Gama y otros militantes del PLM,
Ricardo y su pequeño grupo de anarquistas sufrirían
otro golpe mortal cuando Carranza engañó a los
dirigentes de la Casa del Obrero Mundial, cuyos primeros
líderes fueron anarquistas, y los envió a pelear
contra sus hermanos de clase: los campesinos
villistas.
Como acertadamente escribiría años
más tarde José Revueltas en su Ensayo sobre un
proletariado sin cabeza, la burguesía nacional,
representada por Carranza, no sólo dividió a los
hermanos de clase, obreros y campesinos, sino que lanzó a
los primeros contra los segundos para poder debilitar al pueblo
trabajador y consolidarse como clase dominan- te, organizar el
nuevo régimen político y lograr continuar el
desarrollo capitalista, con sistemas modernos
de dominación ideológica y control político
de las masas trabajadoras mexicanas.
Varios autores están de acuerdo en que el
régimen tuvo razón al predecir que los reformistas
burgueses (Madero, Carranza y Obregón) sólo iban a
quitar a los gobernantes porfiristas y colocarse ellos el
gobierno para seguir explotando a los trabajadores y continuar
oprimiéndolos políticamente.
La intervención norteamericana en el
México de 1914 ha sido un acontecimiento poco estudiado y
analizado en su contexto político. Las causas de este
olvido, por parte de los historiadores oficiales, se encuentran
en la razón misma de esta agresión que fue
realizada para derrumbar la dictadura de Victoriano Huerta y
apoyar la subida al poder del jefe constitucionalista
burgués, Venustiano Carranza.
Por lo anterior, los artículos de Ricardo
publicados en Regeneración y recopilados por el
grupo Antorcha con el título 1914: la
intervención norteamericana en México, merecen
ser leídos por quien quiera saber la verdad que tratan de
ocultar los ideólogos burgueses.
Estos artículos rebaten clara y continuamente la
infamia de la burguesía que acusó de filibusteros a
Ricardo y sus seguidores cuando liberaron, con las armas, Baja
California en 1911.
Para el grupo Antorcha queda claro que Ricardo
jamás urdió complot alguno en contra de la soberanía mexicana; que el mundo sin
fronteras por el que luchó, como anarquista que era, no
presuponía la intervención de potencias extranjeras
en territorio nacional; que, como anarquista que era, Ricardo
amaba la tierra y los montes de la Cañada oaxaqueña
que lo viera nacer, el idioma común de sus hermanos, y
luchaba en contra de los piratas de las finanzas,
descubriendo directa y valientemente a los cobardes, escudados
tras sus disfraces patrioteros-chauvinistas.
Fue también en 1914, cuando estalló la
primera Guerra
Mundial, cuando Ricardo, al igual que Lenin, planteó
la necesidad de convertir dicha conflagración en
revolución socialista.
En 1918, Ricardo, desde su posición anarquista,
criticó a los bolcheviques, pues advertía que la
revolución
rusa se estaba gestando en un marco socialista
autoritario.
Cuando Carranza triunfó sobre el villismo,
ayudado por los dirigentes de la Casa del Obrero Mundial, y
cuando se perfiló como presidente de la república,
Ricardo, en un artículo anarquista de 1915,
escribió:
Gobierno es lo mismo que tiranía; gobernante es
lo mismo que opresor. Un gobierno, cualquiera que sea su forma,
no es otra cosa que una institución creada para defender
las personas y los intereses de la clase rica, contra las
posibles agresiones de la clase pobre a esas personas ya esos
intereses. Quien crea que el gobierno es una institución
creada para proteger al débil, está en un error,
pues ni la historia ni los hechos actuales demuestran que el
gobierno sea un ángel tutelar de los desheredados
.
En cuanto a la constitución burguesa de 1917, los
historiadores burgueses han dicho hasta el cansancio que fue
influida por el programa del PLM.
A reserva de comparar esos dos documentos en otro
ensayo, por
ahora es necesario señalar lo que acertadamente escribe
Arnaldo Córdoba en su libro La ideología de la
revolución mexicana, en el sentido de que el grupo
carrancista, para poder atraerse a los trabajadores fabriles y a
los campesinos, arrebató las banderas magonistas, en
especial las de- mandas reformistas, y las banderas zapatistas de
reparto de tierras.
Este plagio político, plasmado en la
Constitución, fue paralelo, desde ese momento, con la
represión militar contra la clase obrera, sus luchas
huelguísticas y sus organizaciones
sindicales. Al mismo tiempo siguió combatiendo
militarmente al zapatismo, al cual descabezó por medio de
la traición de Guajardo.
Carranza, como presidente, violó
sistemáticamente la Constitución, como en los casos
de la supresión de los sindicatos
durante 1916-20 y del incumplimiento de los mandatos
Constitucionales de reforma
agraria.
CAPÍTULO DIEZ
Ricardo no sólo se caracterizó por ser un
periodista revolucionario, cuya prosa incendiaria podemos
comprobar en sus artículos políticos de
Regeneración y otras publicaciones, sino
también nos dejó discursos fogosos, dignos de ser
pronunciados por jóvenes oradores honestos y limpios de
corazón y conciencia, así como también nos
legó 40 cuentos
anarquistas y dos obras de teatro.
A través de cientos de cartas,
publicadas en dos tomos, que cubren los periodos de 1904-1912 y
1919-1922, podemos en la actualidad paladear y saborear esas
misivas de organizador de levantamientos armados de 1906, 1908 y
1910, y soñar con la prosa filosófica y anarquista
de la última fase de su vida.
Para concluir este modesto ensayo acerca de la vida y la
obra de Ricardo Flores Magón, sólo nos resta
comentar el fin que tuvo este insigne revolucionario.
Son tres las versiones de la muerte de Ricardo. La
primera de ellas fue oficial: paro cardíaco; la segunda,
de Librado Rivera, que pudo ver el cadáver, estrangulado
por un reo común, y la tercera, publicada en la revista
CROM de mayo de 1923, de apaleado por los guardias del
penal.
Librado Rivera, quien estaba en la cárcel de
Leavenworth junto con Ricardo, al año siguiente de los
sucesos narró que el 21 de noviembre de 1922 vio el cuerpo
ya sin vida de Ricardo tendido en una plancha del
hospital:
Tenía la cara negra hasta el cuello y la frente
tendida hacia atrás, como que un poderoso esfuerzo, al
despedirse de la vida, había impulsa- do a aquel estoico
luchador a exhalar el último aliento… Se había
hecho desaparecer aun gran pensador, aun filósofo,
pletórico de bellas y luminosas ideas hacia el
establecimiento de una sociedad de verdaderos humanos. Se
había cometido un crimen de lesa humanidad en la persona de un
hombre bueno, generoso y altruista, cuyos ideales de justicia
sintetizan los sublimes aspiraciones de todos los pueblos
esclavos de la tierra.
Los ideales de los revolucionarios, mientras
continúen vigentes, no mueren. Sus cuerpos son torturados
y se les arrebata la existencia, pero sus sueños
revolucionarios siguen latentes en el corazón y el
cerebro de los
esclavos rebeldes de todo el planeta.
Es por ello que, como un homenaje al revolucionario
caído, reproducimos las líneas de una de sus
últimas cartas, líneas que constituyen un
testamento político y una semilla libertaria que
continuará latiendo en los pensamientos de los explotados,
de los oprimidos, de los pobres del mundo:
…En el Departamento de Justicia se dijo al
señor Winberger que nada puede hacerse en mi favor si no
hago una solicitud de perdón.,. Esto sella mi destino:
cegaré, me pudriré y moriré dentro de estas
horrendas paredes que me separan del resto del mundo, porque no
voy a pedir perdón. ¡NO LO HARÉ! En mis 29
años de luchador por la libertad lo he perdido todo, y
toda oportunidad para hacerme rico y famoso; he consumido muchos
años de mi vida en las prisiones; he experimentado el
sendero del vagabundo y del paria; me he visto desfallecido de
hambre, mi vida ha estado en peligro muchas veces; he perdido mi
salud; en fin he
perdido todo, menos una cosa, una sola cosa que fomento, mimo y
conservo casi con celo fanático, y esa cosa es mi honra
como luchador: Pedir perdón significaría que estoy
arrepentido de haberme atrevido a derrocar al capitalismo para
poner en su lugar un sistema basado en la libre asociación
de los trabajadores para producir y consumir; y no estoy
arrepentido de ello.
Pedir perdón significaría que abdico de
mis ideales anarquistas,. y no me retracto, afirmo que si la
especie humana llega alguna vez ago- zar de verdadera fraternidad
y libertad y justicia social, deberá ser por medio del
anarquismo. Así, pues, estoy condenado a cegar ya morir en
la prisión; mas prefiero esto que volver la espalda a los
trabajadores y tener las puertas de la prisión abiertas a
precio de mi
vergüenza. No sobreviviré a mi cautiverio, pues ya
estoy viejo; pero cuando muera, mis amigos quizá escriban
en mi tumba: "Aquí yace un soñador", y mis
enemigos: "Aquí yace un loco".
PERO NO HABRÁ NADIE QUE SE ATREVA A ESTAMPAR ESTA
INSCRIPCIÓN:
"AQUÍ YACE UN COBARDE
Y TRAIDOR DE SUS IDEAS".
Humberto Escobedo Cetina
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