La adolescencia
abarca casi una década de la vida, es una época de
grandes cambios en todas las esferas de la vida, que se
desencadenan a partir de la pubertad y desorganizan la identidad
infantil construida en casi seis años de "latencia" o edad
escolar básica. Se trata de un periodo difícil,
tormentoso, de gran vulnerabilidad, pero también de
grandes oportunidades de cambio y
avance en todas las esferas: física, intelectual,
moral, social,
que desemboca en una nueva organización de la
personalidad y en la conquista de la identidad.
La salida concreta fuera de la familia lo
que se llama Exogamia.
En las denominadas sociedades
primitivas, es habitual que el ingreso a la adultez se haga
directamente desde la infancia a
través de un ceremonial. Estos constituyen los rituales de
iniciación, y adoptan para cada cultura muy
variadas modalidades (corte de cabellos, tatuajes, aislamiento).
En las sociedades modernas también existen estos ritos por
ejemplo la fiesta de los quince, el viaje de egresados
etc.)
Es en etapa donde se enfrenta un proceso
fundamental y es el pasaje de la endogamia a la exogamia. Quiere
decir el abandono de la orientación sexual infantil
(familiar, incestuoso) por la orientación sexual genital
adulta (extrafamiliar, no incestuosa)
La salida exogámica implica además, el
logro de la autonomía.
Los factores que pueden dificultar esta salida son:
Económicos, laborales, inmadurez afectiva etc. Esto puede
hacer que la adolescencia se extienda a los 25
años.
La noción de crisis aparece
ligada de un modo casi incuestionable a la adolescencia.
El origen etimológico de la palabra crisis (Krisis) que
significa juicio, marca un momento
de ruptura casi lineal entre el pasado de un niño pronto a
desaparecer y el futuro de un adulto por venir.
Así, la crisis connota tanto el peligro frente a algo como
la posibilidad misma de ese algo. Cuando la dificultad de un
problema sobrepasa los recursos que se
disponen para enfrentarlo, sobreviene la crisis. Se trata, pues,
un desorden, un desequilibrio que irrumpe en la supuesta
armonía de un orden establecido.
Si nos atenemos a Erikson, basta recordar, a modo de
ejemplo, un breve fragmento de su obra donde fundamenta Identidad
versus Confusión de Rol:
"La mente adolescente es (…) una etapa psicosocial entre la
infancia y la adultez y entre la moral
aprendida por el niño y la ética que
ha de desarrollar el adulto. Es una mente ideológica y, de
hecho es la visión ideológica de la sociedad la que
habla más claramente al adolescente (…) Por lo tanto, al
buscar los valores
sociales que guían la identidad, uno enfrenta los problemas de
la ideología y la aristocracia, ambos en su
sentido más amplio posible, según el cual, dentro
de una imagen definida
del mundo y un curso predestinado de la Historia, los mejores
individuos llegarán al poder y
éste desarrolla lo mejor que hay en la gente. Para no caer
en el cinismo o en la apatía, los jóvenes deben ser
capaces de convencerse de que quienes triunfan en su mundo adulto
anticipado tienen así la obligación de ser los
mejores".
La identidad consiste para Erikson en un sentimiento
"vigorizante y subjetivo de mismidad y continuidad", en un
proceso simultáneo de observación y de reflexión que tiene
lugar en todos los niveles del funcionamiento mental y es en gran
parte inconsciente. Se hace manifiesto en la vida cotidiana
cuando los adolescentes
reclaman: quiero ser yo!
!Quiero vivir mi vida!, expresando así la
intensidad de su necesidad de pertenecerse a sí mismos, de
alcanzar un sentido de autonomía y de tomar sus propias
decisiones.
Erikson plantea como conflicto
básico o nudo de esta crisis evolutiva la:
Integración de la identidad versus
confusión de rol.
El peligro es la confusión de rol que en este
período ocurre cuando las etapas anteriores, y
particularmente la identidad sexual no han sido adecuadamente
resueltas.
La deficiencia en la confusión de rol lleva a
dudar sobre la propia identidad sexual, situación que
provoca mucho y provoca demandas y reproches hacia los pares y
adultos, –
El peligro para todos ellos es el sufrir una prolongada
confusión de roles, como acertadamente la describiera
Erikson. Esa confusión constituye una forma extrema de una
crisis de identidad que consiste en un sentirse ajeno a sí
mismo, abrumado por los sentimientos de desconfianza, duda,
inferioridad y desesperanza. Sin metas ni planes, la iniciativa
se paraliza y las acciones
pierden su sentido. Es fácil observar la confusión
de los jóvenes en su conducta hostil,
sarcástica, prepotente y de desprecio a los roles que la
sociedad considera deseables.
En cuanto a la reedición del Complejo de Edipo:
con el crecimiento y la maduración sexual de la pubertad,
concluye la latencia sexual y surge la pulsión
genital.
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