Esta marginalidad se tornará, palpable,
cuando se hacen revisiones sucintas de los datos del
Índice de Desarrollo
Humano, de éstos conglomerados,
comprobándose que la equidad no existe en
relación a otros grupos
sociales, la desigualdad económica,
política, cultural, comunicacional es un común
denominador, y más aún cuando se considera a
países, como Bolivia,
donde su porcentaje de indígenas supera el 50% de su
población nacional, y a conservado en su territorio a
35 Pueblos Indígenas y Originarios
(PIO’s).
La discriminación y exclusión,
propias de esa mentalidad colonialista heredada ha sido
justificada por una clase y cultura dominante,
fundamentalmente por el origen étnico- racial,
habiéndose incluido implícitamente en la
escuela
formal, "los caray son más inteligentes, porque son
más estudiados que nosotros…"2. Esta
orientación se manifiesta de igual manera en el acceso
a los servicios
básicos, generando y alargando la
inequidad.
Particularmente Bolivia, en los últimos
años ha pretendido romper esta distancia entre quienes
detentan el poder
político y un pequeño grupo
privilegiado, habiendo reconocido como política de
Estado
"(…) su calidad de
país pluricultural y multiétnico, modificando
su Constitución Política del Estado en 1994, en
la que se incluyen, justamente, ambas categorías en su
primer artículo, dejando entrever la
predisposición de realizar cambios estructurales al
respecto" (Cardoso 2002:11). Según el Viceministerio
de Asuntos Indígenas y Pueblos Originarios, el
país "… se encuentra ante el reto de generar un
desarrollo
social, económico, cultural y sostenible de los
Pueblos Indígenas y Originarios (PIO’s) que
habitan y conviven en su territorio (…), pertenecientes a
35 diferentes representaciones, residentes en sus 9
departamentos" (VAIPO 2000: 45).
Esta predisposición se halla manifiesta, con
la aprobación de muchos artículos en diversas
leyes,
decretos supremos y/o ministeriales que consideran
sustancialmente a las poblaciones indígenas
nacionales. La Ley de
Participación Popular, por ejemplo, reconoce la
personalidad jurídica de las organizaciones naturales3, pudiendo
ejercer el control
social de 314 Gobiernos municipales que integran el
territorio nacional.
Por otra parte, la Ley del Medio
Ambiente -aprobada en 1992-, "(…) creará los
mecanismos y procedimientos necesarios para garantizar la
participación de comunidades tradicionales y pueblos
indígenas en los procesos
del desarrollo
sostenible y uso racional de los recursos
naturales renovables, considerando sus particularidades
sociales, económicas y culturales, en el medio donde
desenvuelven sus actividades" además, de "(…) La
declaratoria de Áreas Protegidas… [compatibles] con
la existencia de comunidades tradicionales y pueblos
indígenas, considerando los objetivos
de la conservación y sus planes de manejo. (Ley de
Medio Ambiente: 1992).
Asimismo, "(…) la Secretaria Nacional de Asuntos
Étnicos de Género
y Generacionales y la Confederación de Pueblos
Indígenas de Bolivia (CIDOB) firmaron el Convenio de
coordinación interinstitucional (18 de
abril de 1994), conformándose el Consejo Consultivo de
los Pueblos Indígenas, compuesto por un representante
de cada grupo étnico, y cuya labor está
enmarcada en participar, conocer y velar por los derechos
sobre cualquier plan de
acción, proyecto o
programa a
realizarse en sus territorios" (MACPIO 2001: 203).
La Ley Forestal, por su parte registra las "(…)
ocupaciones de hecho las áreas de asentamiento
tradicionalmente ocupadas por los pueblos indígenas,
así como, las tierras sobre las que hayan tenido
inveterado acceso para el desarrollo
de su cultura y subsistencia", no requiriendo "(…)
autorización previa el derecho al uso tradicional y
doméstico, con fines de subsistencia, de los recursos
forestales por parte de las poblaciones rurales en las
áreas que ocupan, así como de los pueblos
indígenas dentro de sus tierras forestales
comunitarias de origen". (Ley Forestal: 1996).
" Se garantiza a los pueblos indígenas la
exclusividad en el aprovechamiento forestal en las tierras
comunitarias de origen debidamente reconocidas de acuerdo al
artículo 171º de la Constitución
Política del Estado y a la Ley Nº 1257 que
ratifica el Convenio Nº 169 de la
Organización Internacional del Trabajo
(…)4
La Declaración Universal, del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, del
Convenio (Nº 169)5 de la Organización Internacional del Trabajo
(OIT), sobre pueblos indígenas y tribales en
países independientes, de junio de 1989, se constituye
en "…el instrumento jurídico internacional
más actualizado sobre el tema" (OIT: 2001) y
ratificado por países como Noruega, México, Bolivia, Perú, Colombia,
Costa Rica,
Paraguay,
Honduras, Dinamarca y Guatemala.
La OIT define a estos pueblos bajo dos
categorías: i) "A los pueblos tribales en
países independientes, cuyas condiciones sociales,
culturales y económicas les distinguen de otros
sectores de la colectividad nacional, y que estén
regidos, total o parcialmente por sus propias costumbres o
tradiciones o por una legislación especial". ii) A los
pueblos en países independientes, considerados
indígenas por el hecho de descender de poblaciones que
habitaban en el país o en una región
geográfica a la que pertenece el país en la
época de la conquista, colonización o del
establecimiento de las actuales fronteras estatales y que,
cualquiera que sea su situación jurídica,
conservan todas sus propias instituciones sociales, económicas
culturales y políticas, o parte de ellas.
Considerando que la conciencia
de su identidad
indígena o tribal deberá considerarse un
criterio fundamental para determinar los grupos a los que se
aplican las disposiciones del presente Convenio"
(2001).
A su vez, La "Ley del Instituto Nacional de Reforma
Agraria (INRA) aprobada en 1996, reconoce el derecho de
los Pueblos Indígenas a las Tierras Comunitarias de
Origen (TCO’s) y establece los procedimientos para su
dotación", (CIDOB: 1999) aunque se trata de un
proceso
que implica niveles de concertación y saneamiento con
quienes se han establecido en los sitios, sin ser
indígenas, denominados como "terceros", aspecto que ha
provocado la protesta de las organizaciones de los
indígenas
"A su vez, la Ley de Unidades Productivas
Administrativas (UPA’s) promulgada el año 2001,
favorece a la total consolidación de las Tierras
Comunitarias de Origen (TCO’s), cuya titulación
ya ha sido otorgada por el Estado
boliviano a varios pueblos Indígenas del país"
(Cardoso: 14).
La Ley de Reforma Educativa, publicada en 1994, ha
incorporado la
educación bilingüe, en los primeros
años de primaria. Este aspecto ha sido, por el
momento, ejecutado sobre todo en los pueblos cuya densidad
poblacional es mayor, en desmedro de aquellos con
población menor, básicamente por los costos de
producción e impresión de textos, y
tratándose de muchos pueblos ágrafos.
Además, se reconoce el derecho de participar en la
planificación y ejecución de la
currícula regionalizada6.
En resumen: Bolivia, en los últimos
años, ha reconocido los derechos de los Pueblos
Indígenas, bajo presión de los propios actores o con el
fin de cumplir convenios internacionales7 y la
propia voluntad de la sociedad boliviana, aunque es
importante mencionar que todavía es un proceso en
ciernes. Se están cumpliendo, lentamente, con planes,
programas y
proyectos
establecidos, aunque como en el caso de la otorgación
de los Títulos de las TCO’s, existe un marcado
retraso, básicamente por tratarse de un reordenamiento
y saneamiento territorial nacional que implican procesos de
concertación con otros actores asentados en
determinados lugares, la falta de voluntad política, o
la carencia de recursos que puedan acelerar éstos
procesos. Aunque la importancia radica, ciertamente, en la
presencia y participación social, cada vez más
marcada de los Indígenas en los procesos
políticos nacionales, en la demanda de
sus derechos, las propuestas ante la sociedad
civil, y la cualificación de sus jóvenes
incluso en entidades académicas, que dista mucho de un
pasado inmediato desequilibrado.
análisis
conceptos clave
Bolivia, hoy día, se halla ante una realidad que
arrastra la desigualdad, discriminación y
dominación, como factores de una supuesta superioridad de
una minoría sobre una mayoría. El origen –de
esa mayoría- se remonta de los distintos pueblos
originarios e indígenas, además de un mestizaje
altamente palpable. Estos últimos segmentos han
protagonizado diversos movimientos sociales con mayor fuerza en el
bienio reciente en procura de una justa reivindicación y
justicia
social, tal como aconteciera en junio del 2002, con el movimiento de
los Pueblos Indígenas para reformar de la
Constitución Política del Estado, y el pedido de la
instauración de una Asamblea Constituyente.
Y conceptos como raza y etnicidad cobran vigencia y
responden a distintos significados, vistos por los actores
socioculturales nacionales, y son motivo de debate
público. Estos términos necesariamente "…han
variado en las distintas épocas, así como en los
diversos contextos sociales, culturales y políticos en que
se desarrollan" (Wade 1997).
Y aspectos relacionados a la raza y etnicidad
contendrán, entonces, un importante e interesante contexto
para el análisis e interpretación nacionales
convirtiéndose en una reafirmación de una
interrogante expresada por el estudioso de la cultura andina como
Iván Degregori, quién manifestó, en
referencia a su país Perú, pero en analogía
con Bolivia:
"Pocos países (…) tienen una escena
primordial tan precisa y tan confusa. Desnuda y velada al mismo
tiempo. Minuciosamente descrita por cronistas y, tal vez por
eso mismo envuelta en mitos y
malentendidos que se acumulan a través de generaciones.
Por eso la necesidad de regresar una y otra vez a ese principio
para tratar de explicar los problemas
actuales. Por eso la sensación del país
inacabado, a medio hacer, de nación en construcción, promesa y posibilidad"
(Degregori).
Estos conceptos tuvieron un mayor crecimiento desde el
Siglo XVI al XVIII básicamente por la presencia dominante
de Europa.
Posteriormente como producto de la denominada Ilustración, en el Siglo XIX se aspira
explicar el desarrollo histórico análogamente a las
leyes biológicas; justificándose de esta manera la
superioridad de una raza superior y otras inferiores. "El
darwinismo social redujo el futuro y la historia de la humanidad
a una simple confrontación: civilización y
barbarie. Todo lo que estaba fuera de los "civilizadísimos
europeos" era bárbaro y salvaje, y les hacían un
bien a los pueblos bárbaros al explotarlos porque de esa
manera, les enseñaban los beneficios de la
civilización" (Vacaflor 1998: 11).
Posteriormente, fueron adoptados por quienes, bajo el
influjo del Liberalismo
Inglés,
consolidaron la independencia
de las Repúblicas en Latinoamérica, tal el caso de
Bolivia. Sus nuevas clases dominantes, continuaron los
manifestaron con expresiones como:
Pongámonos de pie para enviar nuestro
último adiós a los últimos
mojeños8. Ya no los volveremos a ver
jamás a estos gallardos hijos del proceloso
Mamoré (…) con su bondad a toda prueba, de su don
imitativo y de su incontenible alegría, por delante el
franco y amistoso mojo hospitalario, al centro el noble
Cayubaba, digno de mil veces de vivir, pero también
¡ay! Incapaz de resistir y persistir" (Moreno
1973:85)
Desde luego que fueron muchos los procesos y movimientos
sociales por los que se tuvo que atravesar en el país; en
los albores del siglo XX, una guerra civil
mostró una vez más la presencia de los
indígenas en el contexto nacional, el levantamiento aymara
encabezado por el Zarate Willka, reaviva el peso del argumento
racial vigente, como mecanismo de dominación y
exclusión social.
En contraposición el concepto de
etnicidad, clasificación actual y sin carga de valor, hace
referencia a la cultura, la misma que proviene del sentencia
griega ethnos cuyo significado es nación o pueblo,
habiendo sobresalido como substitución a la desacreditada
palabra raza, en tanto que ésta última tiene una
relación al fenotipo humano.
Aunque ambas categorías se establecerán de
acuerdo a las circunstancias, "elaboración y
manipulación" queda claro que "(…) el concepto de
etnicidad tiene directa relación con la identidad; ambos
gozan de una gran movilidad en función de
los contextos de uso, de las percepciones y de las atribuciones
valóricas. No obstante, detrás de esta aparente
inestabilidad conceptual la etnicidad tiene la capacidad de
reflejar los cambios culturales y la movilidad geográfica
de las personas en el mundo moderno" (Wade 1997)
Preconceptos y/o prejuicios en torno a la raza y
etnicidad, podrán ser asumidos como racismo,
expresándose en la discriminación y la
segregación. Estos se manifestarán en diversas
acciones desde
la diferencia en currículas escolares como parte de la
política de Estado, la fijación de estereotipos a
través de los mass media, el régimen de propiedad y
acceso a bienes y
servicios, el acercamiento a la información, tecnologías y
vías camineras, etc.
II. Panorama
etnohistórico: el Pueblo Indígena
Yuracaré
Yuracaré, según la
historia, voy a hablar de la historia, significa hombre
blanco y cara blanca ¿no?, dicen que es derivado de la
palabra quéchua, porque era muy fornido, blanco,
el hombre
Yuracaré. Dice la historia que el Yuracaré era
temible porque eran fornidos… eso significa Yuracaré.
(Teobaldo Noe)
Según los datos establecidos en el Archivo de la
Comisaría Franciscana de Tarata, cuyas copias se
hallan en la Biblioteca
Etnológica de la Universidad Católica Boliviana, en la
ciudad de Cochabamba, muestran que el Pueblo Indígena
Yuracaré, "desarrollaba una economía itinerante", Francisco la
Cueva describe:Los indios Yuracarés habitan en los
últimos cerros de la cordillera oriental de los Andes
que corre detrás de la provincia de Cochabamba,
confinando al este con los Sirionós y la provincia de
Santa Cruz, por el oeste con los indios Mosetén y
Manequi, por el norte con la provincia de Mojos y por el sud
con la de Cochabamba. Siendo los principales ríos el
Ichilo, el Sichove, el Mamoré, el Chimoré, el
Chapare, el Isiboro, el Ichoa, el Suésano y otros,
exepto [sic] el último todos desembocan en el
Mamoré" (Archivo de la Comisaría Franciscana de
Tarata Nº 120 1918:442).Desde luego esta afirmación coincide con
aquella manifestada por el Cacique Yuracaré Teobaldo
Noé (transcrita al iniciar el presente trabajo),
puesto que los primeros datos de exploraciones civiles como
de Mateo Haenke (1978: 104) y D’Orbigny (1940: 487),
como fuente etnográficas coinciden con estas
apreciaciones, es decir los Yuracarés "(…)
tenían sus territorio central en las últimas
estribaciones orientales de los Andes de la región de
Cochabamba y el Beni, hasta la zona de la provincia Carrasco,
una franja transversal de pie de monte que empieza en las
nacientes del río Sécure y acaba en las
nacientes del río Ichilo; estamos hablando de toda la
cordillera Mosetén, de sus últimas
estribaciones y del monte que le sigue [vecino al actual
Departamento de La Paz]". (Paz 1991:34-35)"Después de esta zona de pie de monte viene
la llanura que alcanza parte de los ríos Isiboro
Sécure, algo del Chapare e Ichilo, pues con la
confluencia de éstos últimos y del río
Grande ya empieza el Mamoré; toda esta región
de llanura era zona de influencia del grupo Yuracaré".
(1991: 35)."En relación a la cordillera, las zonas de
influencia de los Yuracarés llegaba hasta las
montañas de Mizque, Paracti y Totolima, lugares a los
que también accedían parcialidades del mundo
andino" (Saignes 1985: 55).En cuanto a las hidronimias y tiponimias, respecto a
los lugares se pueden encontrar los siguientes
datos:CUADRO 1: Nombre de Localidades actuales en
Idioma Indígena YuracaréNombre Actual año
2001Idioma Indígena de Tierras Bajas o
AmazoníaTraducción al
EspañolProvincia del Departamento
CochabambaEteramazama
Yuracaré
Río con mucho ambaibo
Chapare
Ivirgarzama
Yuracaré
Río espumoso
Carrasco
Shinahota
Yuracaré
Donde había muchas
hormigasTiraque
Samüsibëttë
Yuracaré
Tapera del tigre
Chapare
Chimoré
Yuracaré
Donde había puro
AlmendrilloCarrasco
Sëjjsëshsama
Yuracaré
Agua Verde
Carrasco
Fuente: (CONIYURA 2001: 7)
En la actualidad los asentamientos de los
Yuracaré y el Pueblo Indígena Yuqui, (ver mapa
adjunto) se encuentran en el Trópico del Departamento
de Cochabamba, "(…) conocido como Chapare, está
ubicado al norte de la ciudad de Cochabamba, comprendiendo
parte de las provincias Chapare, Carrasco, Tiraque y Ayopaya,
haciendo una superficie total aproximada de 39.563 Km²,
el 58% de la superficie de este departamento. Limita con
Santa cruz y el Beni cuya frontera no está definida a
la fecha" (VIMDESALT 1999: 47)."La alta precipitación que tiene hace que los
índices de humedad sean elevados, con precipitaciones
pluviales máximas de hasta 7.000 milímetros y
2739 m.m. como mínima; las temperaturas oscilan entre
los 39° C en verano hasta los 5° C en invierno
(debido a las corrientes de aire
frío del norte argentino). Los suelos, en su
generalidad son pobres, en los que es posible encontrar una
amplia diversidad biológica" (1999: 53)."La división política se configura en:
Municipio de Villa Tunari, Tercera sección de la
provincia Chapare; Municipio de Chimoré, Cuarta
sección de la Provincia Carrasco; municipio de Puerto
Villarroel, Quinta sección de la Provincia Carrasco;
Subalcaldías de Entre ríos, Municipio de Pojo,
Segunda sección de la Provincia Carrasco;
Subalcaldía de Shinahota, Municipio de Tiraque,
primera Sección de la Provincia Tiraque".
(Ibíd.: 53-54).Los Pueblos Indígenas, políticamente
pertenecen a las provincias Chapare y Carrasco (municipios de
Puerto Villarroel, Chimoré y Villa Tunari),
pertenecientes a las etnias Yuracaré, Yuquí y
Trinitario; Pueblos que se encuentran organizados en Consejos
Indígenas y a su vez conforman la Coordinadora de
Pueblos Indígenas del Trópico de Cochabamba
(CPITCO).La dispersión de las comunidades es el
común denominador, las cuales enfrentan fuertes
presiones por parte de los colonos por tierra
cultivable y acceso a recursos naturales.La zona indígena está comprendida por:
(i) Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro
Sécure (TIPNIS), (ii) TCO Yuracaré y (iii) TCO
Yuquí.- Marco geográfico
- Tierra incógnita
Si bien la arqueología en Sudamérica ha
cobrado fuerza en los últimos tres decenios, su labor no
ha sido, todavía, lo suficientemente sólida en
vastos sectores geográficos, el descubrimiento de la
agricultura,
la ganaderia
pastoril, o la presencia de tecnologías son demostraciones
de un trabajo en ciernes, paradójicamente en un
área geográfica que tiene mucho que decir y
demostrar en el futuro.
Las sabanas inundadas estacionalmente de los llanos de
Mojos, en el noreste de Bolivia sobre la amazonía, -por
ejemplo, y las evidencias que se han cartografiado permitiendo la
identificación de terraplenes, canales, diques, lomas, y
variedades de tipos de campos elevados con una antigüedad no
cuantificada, así como extensiones que superan la
imaginación de la posibilidad de poblaciones menores,
además de vínculos interculturales entre tierras
bajas y altas, demuestran la gran labor hacia
adelante.
Sitios donde la posibilidad de articulación con
el Pueblo Yuracaré persiste básicamente por la
navegación a través de río Mamoré y
un vínculo estrecho, hoy en día en disputa entre
los Departamentos de Cochabamba y el Beni, el Parque Isiboro
Sécure.
Ya específicamente en cuanto al Pueblo
Yuracaré, se pueden encontrar cierta información
mediante crónicas españolas, básicamente en
cuanto a la presencia del Tawantinsuyo o Imperio de los Incas, cuya
representación estaba marcada en uno de los 4 suyos el
Collasuyo -parte del actual territorio boliviano-, sin embargo,
el Trópico se convierte en una de sus fronteras hacia su
mayor expansión, momento en el cual se produce la
conquista.
"Se han descubierto varios caminos de piedra que se
introducen desde la ceja de la montaña hasta el pie de
monte, por los cuales transitaban los habitantes del incario en
pos de productos
tropicales usados para propósitos alimenticios, rituales y
ornamentales" (CIDRE 1989:19-21). Además, parece que la
hoja de coca ha constituido un elemento de incursión
incaica en "(…) los Yungas de Tiraque y Totora"
(Rodríguez 1997: 12). Han revelado las investigaciones
de los últimos años.
"Posteriormente, los españoles que arribaron a
Cochabamba hacia 1570, repitieron exactamente esta tendencia"
(1997: 12). Aparentemente el miedo había imposibilitado la
incursión hacia ese territorio, fundándose el
criterio de tratarse de una "tierra incógnita" (…) es
decir un territorio de nadie; mejor de moradores feroces, de
"naciones infieles", de plantas y
animales
amenazantes" (Idem: 12).
"Contrariamente a lo que ocurrió en otras
partes de América, especialmente en zonas templadas
y frías, el hábitat tradicional Yuracaré
que pertenecía a la zona amazónica del continente
americano no fue objeto de saqueo por dos razones: primera, en
su territorio no existieron los productos apetecidos por los
europeos –quina y caucho-; segunda, en la selva donde
habitaban no existían vías de fácil acceso
y se la consideraba como una de las más indomables del
oriente boliviano" (Paz: 42).
Con el propósito de establecer una
economía local, según la información
rescatada, reiniciaron los cultivos de coca, bajo el sistema de la
encomienda, aunque no existen datos sobre el repartimiento,
entendido como la "(…) distribución de tierras de propiedad; y el
"repartimiento de indios" como la distribución de los
indios por vez primera después de conquistada la tierra,
mientras que la encomienda es la cesión de los indios a un
sucesor del primero a quien habían sido asignados"
(Baptista: 2000).
Ya en el año 1754 incursiones jesuitas intentaron
por poco tiempo incursionar en tierra Yuracaré, "… pero
no tuvo mayor trascendencia. (Kelm 1983). "A partir de fines del
siglo XVIII los franciscanos, tratando de compensar el trabajo de
los jesuitas, se hicieron cargo de las misiones y encararon la
tarea de reducir a los Yuracarés. Durante medio siglo los
intentos fueron perseverantes, pero el grupo se oponía a
vivir bajo el estilo de vida de reducción" (Paz
43).
Muchos autores, que estudian el fenómeno de las
reducciones y misiones, coinciden en señalar las
diferentes formas de resistencia de lo
pueblos indígenas, ya sea pasiva o activa, la primera
corresponde al apoderamiento de la personalidad
física y
cultural del individuo, un rompimiento de su hábitat,
manifestándose en una simulada obediencia. En el segundo
caso se trataba de expresiones de violencia,
principalmente grupales.
Esta expresión se manifestará en 1680,
bajo una violenta revuelta que obstruyó por un tiempo la
expansión de más misiones, consolidándose
las de Chimoré y el Mamoré. Esto podrá
explicarse por el proceso de rompimiento de su forma de vida
nómada hacia su sedentarismo, relevando el abandono de las
misiones, problema al que se tuvo que enfrentarse
permanentemente, "… a veces ni siquiera toleraban vivir juntas
las familias de un asentamiento" (Idem 43).
"Las misiones hasta este periodo se ubicaron
centralmente en la ruta de las haciendas. Los misioneros entraban
por la región de Arepucho y salían a los
ríos San Mateo y Espíritu Santo, en cuyos lugares
se encontraban las reducciones; otras veces en Chimoré,
Coni y Chapare." (Idem 44).
"Desde 1765 en adelante, varios factores confluyeron
para otorgar un nuevo destino a esta zona que se encuadraba
entonces en el eje de los actuales Puerto Villarroel,
Chimoré y Villa Tunari, pivotes de la producción cocalera boliviana desde hace
una década [1987]." (Rodríguez: 13).
- "Uno de los factores aludidos puede reputarse
enteramente fortuito a la dinámica de la actual región
tropical cochabambina, pues nacerá derivado de la
necesidad de encontrar un camino rápido para
transportar, por su intermedio, tropas hasta el territorio de
Moxos, invadido por fueras portuguesas. (…) Además,
por otro lado, existía el atractivo de contar con
alimentos
como harina de trigo, maíz o
papas que la bien provista despensa de la agricultura de
Cochabamba podría ofertar a las Misiones
Jesuíticas de Moxos" (1997: 14) - Otro factor se enmarca en las posesiones
estratégicas entre españolas y portuguesas
tropezaron con una serie de dificultades, básicamente
por el obstáculo para el avance hacia el sur para
Portugal. "En 1750, en virtud del célebre Tratado de
Límites de Madrid, (…), se
estableció que Portugal devolviera a España
la provincia de Sacramento a cambio del
territorio cercano al río Paraguay, donde había
reducciones con más de 30.000 indios. Los jesuitas se
negaron a abandonar las reducciones iniciándose la
guerra guaraní entre las tropas hispano-portuguesas y
los indios, capitaneados por algunos jesuitas. La guerra no
finalizó hasta 1756. Tras ella, las reducciones no
volverían a recuperarse" (Cortes 1997). Una vez que
fuera popularizada la idea que la instigación viniera de
los jesuitas, éstos fueron expulsados en
1767. - Finalmente, un tercer factor como decisivo (anotado
por Rodríguez) se refiere a la ascensión de
Carlos III y la España de la
Ilustración, momento en el cual "el reformismo
social carolino, que en España produjo algunos frutos,
hubiera podido tener ancho campo de acción en las
Indias, donde había tantas situaciones de injusticia y
desigualdad; pero la misma amplitud de la tarea dificultaba su
realización". (Domínguez: 1990) Túpac
Amaru y Túpac Katari se habían sublevado en el
Bajo y Alto Perú respectivamente, "por su parte el
equipo de gobierno
llevó a cabo una serie de reformas que provocaron un
amplio descontento social. La aristocracia se vio afectada por
la renovada Junta del Catastro, dirigida a estudiar la
implantación de una contribución universal, o por
la ruptura de su prepotencia en el Consejo de Castilla. Por su
parte, el clero recibió continuos ataques a su
inmunidad" (1990). Se "… privilegiaba, [además] en el
comercio y
la agricultura como únicas fuentes de
riqueza, se empeñaron, entre otras medidas, en dinamizar
la explotación de los recursos
humanos y naturales y en reorganizar el especio
físico y administrativo de los territorios que
tenía ahora a su cargo". (Rodríguez
1997).
En esta etapa de la historia de los Yuracaré y de
Cochabamba, sobresale el nombre de Francisco de Viedma y
Narváez (1737-1809), marino español, explorador de
la costa patagónica argentina,
ejerció el cargo de Gobernador – Intendente de la
Provincia de Santa Cruz de la Sierra, (hoy en día el
departamento más grande de los 9 del territorio boliviano,
y que abarcaba, en ese entonces, incluso lo que hoy es el
departamento de Cochabamba), bajo esa tuición y dadas las
características geográficas de vinculación,
se intenta intensificar la economía cochabambina, el
objetivo la
producción de cacao, algodón y coca.
"A fines del siglo XVII, la consolidación de un
núcleo español precisamente en Santa Cruz y la
incursión misional en Moxos y Chiquitos presuntamente
obligaron a los Yuracarés, perseguidos por los cazadores
de esclavos para ser vendidos a los hacendados cruceños o,
en su caso, hostigados para otros grupos étnicos quienes,
comisionados por los frailes jesuitas, hacían frecuentes
correrías para capturarlos y llevarlos hasta lejanas
misiones, a huir hacia lo más espeso del bosque
húmedo. Refugio seguro, tras la
cortina de la "entrada imposible" que detuvo a los
españoles, quienes (…) lo consiguieron recién en
1768, cuando las Montañas Yuracarés se abren
bruscamente a la influencia misional/hacendal)"
(Rodríguez: 23-24).
En ese contexto se vuelven a instaurar las misiones y
evangelizar a los Yuracarés.
"Con el patrocinio del cura de Tarata, Ángel
Moscoso y su hermano, en julio de 1775, los sacerdotes
recoletos Fray Marcos de San José Meléndez y Fray
Tomás de Anaya, la organizaron bajo el denominativo de
"Asunción" situándola a veinte y ocho leguas de
Cochabamba (140 kilómetros) entre los ríos San
Mateo y Paracti".
"La Asunción habría llegado a tener su
mejor época, unos 400 indígenas. Un censo
realizado en 1799 encontró en todo caso 221 "bautizados"
y 77 "catecúmenos", lo que hacía un total de 298
personas. Asunción poseía "extensas" plantaciones
de plátanos, coca, yuca y cacao (unos mil árboles en plena producción en
año de 1804). En ella, lo indígenas
Yuracarés concurrían a una escuela de primeras
letras, a clases de catecismo cristiano y uso de la música
en solfa". (Rodríguez: 17)
Sin embargo, los planes de Viedma fracasan
básicamente por mantener el monopolio del
cultivo de la hoja de coca en los Yungas de La Paz, y la
prohibición por parte de los Oidores de la Audiencia de
Charcas, en cuanto a la exploración en el camino entre
Moxos y Cochabamba, básicamente por el tráfico
mercantil que se infundía y que podía perderse
justamente desde esa zona, hoy Chuquisaca.
Asimismo, se buscó la diversificación de
cultivos, introduciéndose el cacao y el algodón, no
obstante, la producción de coca, comenzó desde ese
entonces a cobrar mayor relieve, en
aquel tiempo, surge otro nombre Tadeo Haenke, español que
visitó por encargo de Viedma la región
Yuracaré, éste el traslado de los indígenas
hacia el río Chimoré, quién al referirse a
la hoja de coca, en 1796, dirá: "No hay esperanza de
adelantar este ramo de industria ni
aún medianamente en los montes de Yuracarés"
(Haenke 1975: 150) paradójicamente 200 años
más tarde se convertirá en el sitio de mayor
producción cocalera, que confluía en la
elaboración de sulfato y clorhidrato de
cocaína.
"La experiencia misional, que con altibajos se
prolongaría en su primera fase por cerca de cincuenta
años (1775-1825), constituyó un primer contacto
sistemático y prolongad entre segmentos de la sociedad
colonial y los indígenas Yuracarés. Conocidos,
conjuntamente, en los primeros momentos de la colonización
española del oriente boliviano al finalizar el siglo XVI,
con otros grupos étnicos del bosque tropical con el nombre
genérico de "chunchus" [9], los
Yuracarés resultaban poco visibles para los funcionarios
españoles fueran civiles, militares o religiosos"
(Rodríguez: 23-24).
Serán los Franciscanos que entran a jugar un
papel
más predominante en el territorio Yuracaré, quienes
organizaron misiones "…en torno al aprendizaje
escolar y a relatos bíblicos regulados por rígidos
discursos
cargados de fuerza y amenaza, contradictorios con la religiosidad
mítica indígena" (Idem 25).
3. La resistencia Yuracaré
Las prácticas misionales, reducciones, haciendas,
han significado para los Yuracarés un cambio repentino en
su condición de pueblo nómada, el agrupamiento por
clanes rivales, la radical transformación en sus
hábitos alimenticios en cuanto a la recolección,
caza y pesca, la
dependencia de los donativos fiscales para su manutención,
la incomunicación obligada entre grupos –que influye
radicalmente en su memoria oral-, ahondaron en la resistencia
pasiva de este pueblo indígena.
Vale la pena considerar, en este acápite que el
Pueblo Yuracaré ha incluido en su hábito
alimenticio el denominado tembé (Bactris gasipaes Kunth),
o chima en la zona de los Yungas paceños, se constituye en
un fruto de alto valor nutritivo "Es una palmera nativa
del bosque tropical húmedo americano, que crece entre los
paralelos 16o N y 17o S y posee un alto potencial
económico (Mora-Urpí 1995)". "Existen varias
hipótesis sobre el origen y
domesticación de esta planta, una sugiere que el origen de
la planta tuvo lugar en la región ubicada a ambos lados de
la cordillera de los Andes y sur de Centro América, y que
la domesticación ocurrió independientemente en
varias localidades a lo largo de este territorio a partir de
diferentes poblaciones silvestres (Mora-Urpí 1991). La
otra hipótesis sugiere
que el (…) fue domesticado una sola vez en algún lugar
del Alto Amazonas (Clement 1995)".
De igual manera se caracteriza la chonta (Astrocarium
Chonta), perteneciente a la familia de
las palmeras. "Crece en los parajes húmedos (…), la
madera es
elástica y dura como el hierro, fina y
muy negra. Los indígenas la emplean en arcos de flechas"
(Peña 1976: 86).
Es así que los "(…) conversores trataron
además de imponer una producción agrícola de
tipo intensivo que tenía el defecto de obligar a la
inmovilidad a los Yuracarés. Confinados así a los
estrechos límites de la circunscripción misional,
los indígenas se hallaron imposibilitados de recolectar de
febrero a junio el tembé y cuya época de
maduración [para fabricar la chicha] era considerada
sagrada y propicia por consiguiente para fiestas y borracheras
rituales" (Rodríguez: 25).
"Al prohibirse o disminuir la frecuencia e importancia
de la caza, en beneficio de la agricultura, todo el sistema de
estructuración social Yuracaré resultó
seriamente amenazado".
Sus costumbres habían sido completamente rotas,
entonces los Yuracarés como forma de rechazo a la
opresión, se manifestaron con una simulada obediencia,
siempre mal y a desgano, o su asistencia anual a diversos ritos
propios de su cultura, esas actitudes
tuvieron repercusiones negativas a posteriori, habiéndose
calificado a los Yuracarés como "flojos y haraganes, por
el mismo Viedma".
Bajo esta fuerte resistencia las misiones franciscanas,
establecidas en el Siglo XIX, entraron en una etapa
crítica, habiéndose llegado a proponer que las
misiones de Buena Vista, San Carlos o Porongo, de la zona
chiquitana en Santa Cruz de la Sierra, puedan hacer una
incursión y repartir a los Yuracarés, a la fuerza,
hacia sus territorios, "… ocupando después sus terrenos
(…) tantas gentes pobres como hay por acá afuera" (Soto
y De la Cueva 1805).
Si bien aquello no aconteció, para marzo de 1805,
tras el saqueo y quema de la Misión de
San Francisco, por parte de los Yuracarés, finaliza la
etapa misional. Los indígenas huyen hacia los bosques,
dejando la Reducción de la Asunta, la Misión de San
José de la Vista Alegre (Chimoré), y la de San
Francisco de Mamoré (Yrusti) prácticamente en el
abandono.
Las ideas liberales inglesas, la independencia de los
Estados Unidos
y Haití, influían también sobe la
América hispana, se había iniciado las luchas
independentistas; conflictos que
influyeron sobre los últimos reductos misionales
franciscanos que habían sido reconstituidos luego de 1085.
En 1821, "…los indios Yuracarés de las misiones de San
José del Chimoré y San Francisco del Mamoré
huyeron a los bosques" (1805).
Cuatro años después nacía, el 6 de
agosto, a nueva República de Bolivia, que habría de
asumir a los Yuracarés, inconsultamente, ésta vez
dispersos por sus bosques, aunque con una nueva
cosmovisión que se confundía con una propia y
sabiéndose dueños de una resistencia
pasiva.
"Unos salvajes estúpidos, una
gente que anda errante por estos bosques inmensos, sin leyes,
sin culto, sin templo, sin sacrificios, sin Dios, sin saber de
donde han venido, ni para que fin están en este mundo ni
a donde han de ir a parar después de esta vida" (Boria
1820).
III. Panorama
general: la situación actual del Pueblo Indígena
Yuracaré
1. El Pueblo Yuracaré y la
República
En el transcurso de los años 1780 hasta 1805 se
habían creado 9 misiones sobre el territorio del Pueblo
Yuracaré, su resistencia y huída al bosque
había sido un aspecto una común denominador es esta
etapa. Sin embargo, en los albores de la República (1818)
hasta casi un siglo de su existencia (1922) se intentaron 3
nuevas misiones.
Debieron pasar muchos acontecimientos durante esta
etapa, y será nuevamente, el nombre de un extranjero que
figura en la historia Yuracaré, Alcides D’Orbigny,
explorador francés que junto a nombres como Charles
Darwin, Alexander
von Humboldt y Charles Weiner se interesan por la geografía de
América. El primero cruzó por los territorios de
los indígenas de trópico, demostrando así la
posibilidad de llegar al territorio de Moxos.
Si bien hay muchas contradicciones respecto a la
posición de D’orbigny, puesto que en determinado
momento califica a los Yuracaré como "… orgulloso,
insumiso, insociable, independiente, emprendedor, mentiroso,
cruel, insensible, (…) el verdadero tipo salvaje librado
así mismo (D’orbigny 1945), u en otro "El Americano
no está privado de ninguna de las facultades de los otros
pueblos; sólo le falta la oportunidad para desenvolverla.
Cuando esas naciones sean libres, mostrarán mucha
más facilidad en todo género de actividad
intelectual, y si hoy algunas de ellas no son más que la
sombra de lo que han sido, ello se debe solamente a su
posición social actual" (D´orbigny 1944:
117).
Sin embargo su trabajo etnohistórico
servirá para conocer lo que fueron los Yuracarés en
esta importante ciclo, habiendo recomendado al Gobierno
boliviano, que si se llegara a establecer un vínculo
caminero comercial por su territorio, éstos (los
Yuracarés) deberían ser trasladados a otros
sectores, una posición similar asumida por los
Franciscanos en el siglo precedente.
Desde ya desde ese entonces, se desarrollaron diversas
expediciones y búsqueda de rutas que puedan interconectar
al recientemente creado Departamento del Beni (1842), con su
similar Cochabamba.
"En 1850, el Prefecto beniano, José Matías
Carrasco, profundo conocedor de la zona, anotaba preocupado el
despoblamiento, calculando que de los mil quinientos
Yuracarés existentes en las postrimerías
coloniales, restaban –bajo vigilancia oficial- apenas
trescientos, divididos en "cuatro pequeñas
rancherías". (Rodríguez 43).
Cuatro años más tarde, en 1854, durante el
gobierno de Manuel Isidoro Belzu, se autorizó la
fundación de dos misiones franciscanas: San Juan Bautista
del Coni y Chimoré. Al igual que los intentos anteriores
la resistencia fue similar, "para ellos no hay mayor dicha que
arco, flecha y mujer, y su
bienaventuranza venidera que consiste en una grande abundancia de
jabalíes, los aleja no poco de las verdades de nuestra
religión,
y más prefieren vivir en sus chacos que en el pueblo"
(Crónica Guaraya 1917), "confesaba en diciembre de 1856
Fray Rainiero Miqueluchi al R.P. Guardián del Convento de
Tarata, Fray Gregorio Fraut" (Rodríguez 46).
Y nunca pudieron conseguir a esta pequeña tribu
a la vida religiosa y social, pues los mismos obstáculos
que se presentaron ahora noventa años atrás, se
ofrecen hoy como son. El retirarse al monte todas las veces que
se les antoja (…) el de no querer atender el trabajo, sino a
su estilo (…) el de no querer dedicarse a la
producción de cacao, café,
arroz y algodón, que con tanta abundancia
produciría10
A partir de ese momento, la historia del Trópico
de Cochabamba se caracteriza por la permanente búsqueda de
accesos y explotación de sus riquezas y la
vinculación hacia Moxos o Santa Cruz de la Sierra, siendo
la
motivación prácticamente
económica:
"La ‘fiebre de la goma’ que sacudió
a comienzos del siglo a los países amazónicos,
también desplazó capitales, hombres de empresa de
aventureros rumbo a las selvas bolivianas. Y con ellos
llevó los elementos que entretejieron urdimbres de drama
y de tragedia. (…)" (Valdez 1948)11
Esta actividad entre Mojos y Cochabamba movió
nuevamente la vista hacia la población Yuracaré,
aunque la producción cauchera no era propia del
territorio, pero si era importante la fuerza de trabajo en la
siringa. "Solo las mujeres y niños
están en casa, los hombres escaparon al bosque a nuestra
llegada. Temían ser apresados por lo blancos para el
servicio de
remo" (Nordenskiöld 1922: 35).
"Alrededor de 1930 un botánico alemán
llamado Hans Richter entró a la zona del Chapare a
realizar una investigación. El autor menciona que toda
la región del Isiboro Sécure era completamente
virgen, ya que para suerte de los Yuracarés ahí no
existía el árbol de la goma, (…), [éste
afirmó] eran el único grupo poblador de la zona y
que, por la inexistencia de contacto permanente con los blancos,
habían mantenido intacta su cultura, a diferencia de los
que vivían en misiones o en zonas colonizadas (…)" (Paz
48).
"La goma o Hevea brasiliensis es un árbol cuya
altura máxima oscila entre 30 y 40 m. siendo uno de los
integrantes del estrato más alto de la selva húmeda
amazónica en su fase de mayor desarrollo. Los ecosistemas
tropicales húmedos maduros presentan, como es sabido, una
extraordinaria variedad de especies: es común contar cerca
de 300 especies de plantas por hectárea, de las cuales la
mitad corresponde a especies arbóreas. En su
hábitat natural, la densidad de Hevea es pues limitada, no
suele encontrarse más de uno o dos especimenes maduros por
hectárea. Si se practica una incisión en su trono
se logra que fluya un líquido lechoso blanco, el
látex, que puede coagularse mediante calor, con
mucha paciencia. Se produce así el caucho natural, que se
estabiliza mediante la adición de azufre" (MOPU 1990:
79-80).
Empero, hasta el año 1930, el Pueblo
Yuracaré mantuvo su predominancia en el Trópico,
pero posteriormente comenzaron los procesos de
colonización de personas venidas de las alturas (collas) y
trinitarios. "En el caso de los collas, a partir de 1940
empezaron a migrar, una vez que la economía familiar
campesina en los valles de Cochabamba entró en un proceso
de pauperización y la densidad demográfica
empezó a ejercer presión sobre el proceso de
parcelación de la tierra" (Laserna 1987: 94).
La Revolución
de 1952, a su vez empujó a que los sectores campesinos
puedan migrar a diferentes lugares del país, entre ellos
el Trópico Cochabambino, llevando consigo una cultura
propia, hacia zonas ecológicas completamente
disímiles a su origen. Se trata de un proceso de
colonización, ya no de ibéricos hacia "tierras
indómitas", sino de pueblos originarios hacia otros
similares en otros estadios geográficos.
Esto a su vez implica un proceso de préstamo
cultural, simbiosis y sincretismo con lo que ya habían
adquirido, a su vez, del proceso de colonización anterior.
Desde luego que el régimen de propiedad de la tierra,
también influyó en ambas concepciones, por un lado
quienes venían de las alturas traían consigo la
idea de la propiedad familiar, frente a los Yuracarés que
concebían un espacio mayor, sin propietarios, grande y de
usufructo colectivo bajo el régimen de la
recolección, caza, pesca y los cultivos que fueron
introducidos en las misiones.
En este proceso se intensificaron las posibilidades de
intercambio, la cultura material Yuracaré pudo
enriquecerse, sobre todo con enseres domésticos y
vestimenta. Sarela Paz, al respecto menciona dos aspectos
fundamentales respecto a la nueva realidad, respecto a las
misiones e incursiones anteriores:
- Sus asentamientos [en referencia a los colonos]
estaban completamente organizados y ocupados por el
colono; - Las fronteras de colonización estaban cada vez
más cerca de sus zonas de cacería y
refugio.
Los testimonios que se recogen, con los
Yuracarés, hoy en día viviendo ya en comunidades, y
en estrecha relación con los colonizadores, que han
invadido prácticamente todo el escenario
geográfico, muestran entonces un proceso de
enculturación mayor que aquellos intentos coloniales y
republicanos, y son ahora los menos, demográficamente,
respecto a los otros. En un proceso mutuo de intercambio y una
pérdida paulatina y peligrosa de su cultura.
Desde luego que el destino del Chapare, ha estado
signado por los diversos cambios económicos del
país, 1951 significó la caída de la
explotación gomera, cuando Malasia arranca este mercado con
plantaciones del árbol de la goma, logradas con las
semillas amazónicas sacadas a "hurtadillas", el interés de
Simón I. Patiño, uno de los barones del
Estaño, quien propuso la construcción de un
ferrocarril hasta las márgenes del río
Chimoré, que contenía una proyección de
colonización, centros fluviales, producción
agrícola, forestal y mineralógica.
El intento se inició con la fundación de
Puerto Patiño, en el río Isiboro, sin embargo el
proyecto, con una corta vida, ya en la década de los
veinte terminó ante la falta de un apoyo gubernamental, y
feneció definitivamente con la Revolución nacional
de 1952, que implicó, justamente la Nacionalización
de las minas (origen de la riqueza de Patiño) y la Reforma
Agraria, que llevó a el empuje de grandes grupos
campesinos hacia otros horizontes con el fin de diversificar la
producción agrícola.
Coincidentemente con el año de la
revolución, llega a Bolivia la Misión Nuevas
Tribus, haciendo viajes de
reconocimiento por el Trópico, realizó un trabajo
lingüístico, fundando en 1957 la Escuela de Nueva
Vida.
Esta organización responde a una nueva
concepción misional, a partir de la iglesia
protestante o denominadas también "sectas
evangélicas fundamentalistas", que iniciaron su labor
durante los siglos XVII y XVIII bajo "la idea de la bondad
natural del ser humano, bondad innata que la sociedad se encarga
de corromper. Esta idea, promovida especialmente por los
enciclopedistas franceses y los deístas ingleses, era
radicalmente contraria a lo que siempre el cristianismo
había enseñado en cuanto a la condición
humana. (…) Esa idea romántica del "salvaje feliz", que
adquirió auge en Europa, parece que vuelve a levantar
cabeza bajo la batuta de una de las vacas sagradas de nuestra
época: la ecología de tinte
secular. Según ella, el cristianismo sería
culpable, en buena medida, del desastre que se cierne sobre el
planeta por su enseñanza sobre el dominio y el
señorío del hombre sobre la tierra. En cambio,
otras cosmovisiones del mundo, como la animista, contemplan al
hombre perfectamente integrado en un sistema natural y siendo una
parte más del mismo" (Lewis 1998).
Se harán, hasta el día de hoy una serie de
denuncias hacia Nuevas Tribus en prácticamente toda
Latinoamérica, por su incursión en territorios
indígenas, en algunos casos, como el Pueblo Yuquí
–cohabitante del Chapare junto con los Yuracarés-,
por ejemplo, ha quedado prácticamente al abandono luego de
una labor misional de varios años, y de cuya dependencia
han vivido hasta hace poco.
"Eso hay porque la gringa por ejemplo, ella ha sido la
que ha comenzado, y ha empezado, y quien sabe también,
que clase de cosas han hecho acá, con muchas
ayuda.
Más antes la escuela de Nueva Vida
mantenía la gringa con todo, ahí no había
que aportar con nada, ella con todo ayudaba. Los padres no
ayudaban, la gringa aportaba con todo, ella mantenía
todo, tenían la ayuda de Norteamérica, en cambio
ahorita, ya no, los padres aportan 25 pesos, aportan
según el estudio que van haciendo…
Y eso ha sido lo que la gringa, lo que francamente, ha
ido dando la gringa a la gente indígena, a ellos,
ahorita hay harta gente…
Yo soy católico… antes la gringa les daba con
todo, medicamento. Mucho se dedicaban a la Biblia, a la palabra
de Dios…"12
"Desde 1970 hasta 1990 se producen una serie de
transformaciones en la población Yuracaré, en un
proceso continuo de reducción de su área de
movilización y de vinculación con la sociedad mayor
[sic]. La época de los setenta marcada por el auge de la
renta de cueros de animales silvestres así como de
aprovechamiento de la madera, que define una dinámica de
relación de los Yuracaré con el mercado nacional.
Lo Yuracaré se insertan en un proceso de
modernización paulatino en una combinación de
estrategias
locales, culturales y de mercado. Asimismo, ingresan a la zona
muchos de los comerciantes, actualmente establecidos en el
río Chapare, que buscaban el intercambio de productos
recorriendo muchos de los ríos de la región. Se
produce así una relación de estrecha dependencia al
mercado que llega hasta sus establecimientos. Situación
que se reforzó en los años ochenta, con sus nuevas
dinámicas en un nivel nacional que afectó su
condición en la región, consolidándose
entonces, un territorio reducido a la cuenca del río
Chapare. Ya en la década de los noventa, se consolida en
el país un proceso de demandas territoriales
indígenas en áreas que tradicionalmente habitaban,
defendiéndose una nueva dinámica para muchos de los
pueblos indígenas del país" (CONIYURA 1998:
70).
"A Pesar de que los Yuracaré buscaron la
consolidación de su territorio desde 1988, recién
en agosto de 1996 se oficializa la presentación de su
demanda territorial al gobierno nacional, a través, de un
proceso de definición de la Ley de Tierras (…)
sumándose a 16 demandas (…) de consolidación de
las Tierras Comunitarias de Origen (TCO’s)" (CONIYURA 1998:
71).
Sin embargo, otro proceso económico
influirá para estos cambios y se traduce en la
economía de la hoja de coca, la producción de
cocaína, y una presencia marcada de diversos actores,
desde un ejército fuertemente consolidado, colonizadores y
cocaleros, narcotraficantes, organizaciones de desarrollo
nacionales e internacionales frente a nuevas reinvidicaciones
sociales, que son, en última instancia motores para
nuevos representantes en el ejercicio de la ciudadanía
nacional.
"Bueno, las TCO’s, como concepto las Tierras
Comunitarias de Origen, significan mucho para los Pueblos
Indígenas, es su hábitat donde realizan toda su
actividad, en la caza, en la pesca, en la recolección de
frutas, inclusive ahora estamos entrando al proceso de un
desarrollo local, hacia una producción y el
aprovechamiento forestal. Entonces, TCO, es para nosotros
nuestra vida, nuestro futuro…"13
2. Los Pueblos Indígenas y el Estado
Republicano
Las diversas concepciones de desarrollo han suscitado
diversas formas de la
administración del Estado, consolidando procesos
históricos con variantes locales y regionales, en el caso
particular de la problemática indígena en Bolivia,
la "dialéctica de la negación del otro"
(Calderón, Hopenhayn y Ottone 1993; Hopenhayn, 1998),
muestran que aún no se han superado ideas propias de un
colonialismo cultural, que permita alcanzar las condiciones
óptimas de equidad, autodesarrollo, lógica,
usos y costumbres, en el respeto pleno de
la identidad.
Estas concepciones, tal como se verá en el
resumen posterior muestran justamente cambios en las
políticas nacionales respecto a los Indígenas y
Pueblos Originarios, éstos últimos correspondientes
a la culturas aymara, quéchua y Uru Chipaya, que viven en
las regiones altas, y los otros 32 habitantes de las tierras
bajas.
- Legislación boliviana
"Yo creo que si el indígena se menospreciaba,
automarginaba, veo que es un tema que en el fondo de aquello
existe algo, ese algo, de que los indígenas desde la
óptica Caray, de que no sabían
nada, y que alguna situación, y dijeron que los
indígenas Yuracarés no saben ni siquiera donde
están parados y palabras groseras que han utilizado en
contra de los indígenas, que yo lo he vivido, que yo lo
he palpado, escuchando lo que le decían a mi padre. Pero
creo que en su momento ha cambiado y creo que ya estamos en un
proceso de que si nuestra identidad es única, es que
debemos valorarla (Saúl Chávez).
Desde el pensamiento
darwinista social, heredado del siglo XIX, basado en la
superioridad blanca y el intento de "europeizar" a la sociedad
latinoamericana, mediante mecanismos coercitivos o las leyes,
Bolivia, como Estado, promulgó varias leyes, en
relación a las "tribus" que habitaban su territorio,
sesgando el occidente del oriente, en el primer caso a las
comunidades campesinas principalmente aymaras y quechuas y en el
segundo a las selvas tropicales, habitadas, justamente por las
tribus.
La consolidación del territorio boliviano -hasta
el alcanzado actualmente- fue un proceso permanente de
pérdidas con las repúblicas vecinas, hasta
aproximadamente la mitad de su posesión original. Habiendo
vivido, coyunturalmente, auges económicos diversos que van
desde la minería,
la goma, la quina, la producción -ilegal por cierto- de la
cocaína y para principios del
siglo XXI de reservas gasíferas
considerables. Estas coyunturas, sin embargo, han significado el
avasallamiento de los territorios de los pueblos indígenas
y originarios, además de usufructo de su mano de obra,
hasta niveles por demás inhumanos.
En muchos casos, los fenómenos económicos
venían acompañados de instrumentos legales que
permitan la expansión intereses, en contra de éstos
pueblos, la Ley de 27 de septiembre de 1831, del Presidente
Andrés de Santa Cruz, por ejemplo, revive a las misiones
religiosas como Mosetenes, Caupolicán, Guanay, en La Paz,
Yuracarés en Cochabamba, Guarayos y la Cordillera en Santa
Cruz y Potosí y Tarija.
Haciendo una revisión de este instrumento legal,
se puede deducir que el objetivo era "preparar a los
bárbaros para la vida civilizada" a "tantos infieles
existen en el territorio de la República"14
Este proceso estaba, por lo demás bajo los criterios de la
tutela del indígena hacia los padres conversores, es decir
que perdía su calidad de ciudadano, habiéndose
consolidado aún más, mediante la
autorización de la Asamblea Constituyente, en el gobierno
de Agustín Morales con la Ley del 10 de Septiembre de
1871, que señalaba que los "indios neófitos" bajo
tutela estaban prohibidos de su paso a estados vecinos,
además anulando cualquier contrato por
parte de éste sin la participación del
misionero.
A su vez, anula cualquier posibilidad de reconocimiento
territorial indígena, adscribiéndolo a la
misión. Mas adelante, en los primeros años del
siglo XX, estas misiones pasan a depender del Ministerio de
Colonias y Agricultura.
"Arrancados ya aquellos seres desgraciados del
deplorable estado de abyección, desnudez, miseria e
ignorancia en que yacían en su primitivo estado de
barbarie y colocados hoy en el rango de pueblos civilizados con
la luces del evangelio y con el estímulo del trabajo y
de la agricultura…"15
Quizá uno de los gobiernos que más se
involucró en el tema de la tierra y territorio, ha sido
del nefando caudillo Gral. Mariano Melgarejo, quién
reconstituyo al Estado tierras comunitarias, siendo adjudicadas a
terceros, consolidando de esta manera Propiedades rurales, que
tenían mayor valor en el mercado de acuerdo a la cantidad
de "colonos indígenas y/o originarios" que las
habitaran.
Un Decreto Supremo de 1880, posterior a éste,
estableció que todo individuo podía adjudicarse
hasta cien hectáreas de terrenos fiscales o baldíos
a razón de un boliviano por hectárea, influyendo
desde luego a los territorios Yuracarés y otros,
habiéndose realizado una oposición al mismo,
aspecto que eximió a las misiones.
Más adelante, mediante la Ley de Tierras del
Estado, de 26 de octubre de 1905, se ampliarán estas
ventajas hasta un máximo de 20.000 hectáreas,
diferenciándose el precio a pagar
por el tipo de explotación, desde 10 centavos para la
agricultura y ganadería,
y 1 boliviano, para aquellas posesiones que contengan
árboles gomeros.
Sin embargo, por vez primera se menciona que las tierras
de los indígenas podrán ser adjudicadas previa
autorización del legislativo.
Más adelante, y luego de la revolución
nacionalista de 1952, que movilizó a sectores mineros,
fabriles y campesinos, y habiéndose formado una nueva
burguesía y la promulgación de la Ley de Reforma
Agraria del 3 de agosto de 1953, no se contemplo a los Pueblos
indígenas, salvo uno de los artículos (129) que
menciona: "los grupos selvícolas de los llanos tropicales
y subtropicales, que se encuentran en estado salvaje y tienen una
organización primitiva quedan bajo la protección
del Estado".
Esta ley había roto, prácticamente una
tenencia de la tierra heredada de la colonia y sustentada por la
repartición de Melgarejo, y su influencia se dio,
básicamente en la región andina. Años mas
tarde se promulgará la Ley de Colonización (30
julio 1966), la misma que reconoce el respeto irrestricto de "las
áreas de explotación colectiva e individual de los
grupos étnicos marginales".
La incoherente ley se mostró de manera palpable
cuando los Pueblos Indígenas intentaron consolidar la
propiedad de su territorio, puesto que debían cumplir los
mismos requisitos que los colonizadores, ante el denominado
Consejo Nacional de Reforma Agraria.
Ya en el período dictatorial del Gral. Hugo
Banzer Suárez, el Código
Penal (23 agosto 1972), exime de pena a los enajenados mentales,
intoxicados crónicos, el ebrio, el sordomudo y ciego sin
instrucción y el "indio selvático", considerado
éste último como aquel que no ha tenido contacto
con la civilización, por demás está
considerar en este sofisma el algo grado de etnocentrismo
intrínseco.
Casi 20 años más adelante, en plena vida
institucional y democrática boliviana, se realizó
un importante e histórico encuentro entre los Pueblos
Originarios e Indígenas, de tierras y altas, de trato de
la Marcha por el Territorio y la Dignidad, que fuera encabezada
por los Pueblos Indígenas del Oriente y amazonía,
pidiendo el reconocimiento de sus Territorios y el respeto a su
Dignidad, muriendo allá la visión "agrarista" del
espacio del Estado Boliviano.
Al mismo tiempo, se consiguen tres Decretos Supremos que
reconocen los territorios Indígenas, (i) para el Pueblo
Sirionó 30.000 hectáreas en el Cantón San
Javier, Provincia Cercado del Departamento del Beni; (ii) se
reconoce y declara al Parque Nacional Isiboro
–Sécure como territorio indígena
Mojeño, Yuracaré y Chimán, y; (iii) se
reconoce un territorio indígena para el Pueblo
Chiman-Tsimane, con una superficie de 392.220 hectáreas,
reconociéndose además un Territorio Indígena
Multiétnico de 352.000 hectáreas para los pueblos
Chimán, Mojeño, Yuracaré y
Movima.
De hecho esta movilización se constituye en la
más importante para los Pueblos Indígenas de
Bolivia, puesto que a partir de entonces se han suscitado una
serie de cambios y como parte de las políticas de Estado,
donde la justicia social deberá ser prioritaria, y los
actores del desarrollo éstos conglomerados.
"Ha sido una lucha, que se ha tenido para ser
escuchados, incluso en la Constitución Política
del Estado han un artículo que nos reconoce… pero a
partir de la marcha que hubo de los Pueblos Indígenas,
como una reivindicación por un reconocimiento ahora es
diferente…"16
Se podrán distinguir entonces, una serie de
instrumentos jurídicos, promulgados y suscritos en bien de
los Pueblos Indígenas:
- Como marco del Derecho
Internacional se tiene el Convenio 169 de la OIT de 1989, y
el reconocimiento del mismo por parte del Estado boliviano
según Ley Nº 1257 de 11 de julio de
1991. - Artículo Primero de la Constitución
Política del Estado (CPE) reconociendo el carácter
multiétnico y pluricultural del país. - Artículo 171 de la CPE, reconociendo
personalidad jurídica de las comunidades
indígenas y el ejercicio de funciones de
administración y aplicación de
normas propias
como solución alternativa de conflictos, sin contravenir
la CPE y las leyes. - Convenio sobre la diversidad biológica de 10
de julio de 1992 a nivel de las NN.UU., con reconocimiento del
Estado boliviano mediante Ley Nº 1580 del 25 de julio de
1994. - Ratificación del Convenio de 24 de julio de
1992 de creación del Fondo para el Desarrollo de los
Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe,
mediante Ley Nº 1468 de febrero de 1993. - Ley de Medio Ambiente Nº 1333 del 27 de abril de
1992. - Ley de Participación Popular Nº 1551 del
20 de abril de 1994. - Reglamento de las Organizaciones Territoriales de
Base estipuladas en la Ley de Participación Popular,
D.S. Nº 23858 de septiembre de 1994. - Ley de Descentralización
Administrativa. - Reglamentación Complementaria de las Leyes de
Participación Popular y Descentralización
Administrativa, con D.S. Nº 24447 de diciembre de
1996. - Ley de Reforma Educativa Nº 1565 de julio de
1994. - Ley Forestal Nº 1700 de julio de
1996. - Conversión de Tierras Barraqueras al
Régimen Forestal D.S. Nº 25532. Octubre de
1999. - Ley del Servicio Nacional de Reforma Agraria Nº
1715 de octubre de 1996. - Ley de Unidades Político Administrativas
(UPA’s). - Reglamento de la LSNRA con D.S. Nº 24784 de
julio de 1997. - Ley de Hidrocarburos Nº 1668 de abril de
1996. - Código de Minería con Ley Nº 1777
de marzo de 1997. - Reglamento de la Decisión 391 de
Régimen Común de Acceso a los Recursos
Genéticos con D.S. 24676 de junio de 1997. - Proyecto de Ley del Catastro Rural.
- Proyecto de Ley de Aguas.
- Proyecto de Ley de Conservación de la Biodiversidad biológica.
- Proyecto de Ley de Ordenamiento
Territorial. - Normas Técnicas
sobre Planes de Ordenamiento Predial, Resolución
Ministerial Nº 139/97 de junio de
1997.17
Pero el Pueblo Yuracaré ha dado pasos más
sólidos en la consolidación de su presencia a nivel
local y nacional, el año 1999, fue electo y posesionado el
primer Concejal Indígena, ante el Municipio de
Chimoré:
"Creo que es largo y voy a tratar de sintetizar, el
año 98 se creo la Coordinadora de Pueblos
Indígenas del Trópico de Cochabamba, yo era muy
joven, entusiasta por llevar la organización adelante,
la organización y bueno y buscar algunas
reivindicaciones de los pueblos Indígenas, eso ha sido
motivo de que la gente en la organización haya ganado
confianza, en mi persona, y
aparece en los procesos electorales del 99, ha sido un poco
difícil consensuar eso con otros dirigentes
indígenas, estoy hablando con Ichilo el Chaparé y
moralmente me han apoyado los compañeros del TIPNIS,
hemos negociado con un partido político que es el MAS,
que predomina en el trópico de Cochabamba y nos han
aceptado la segunda concejalía, pero con motivos de
relacionarse más con los colonizadores, por motivo de
que haya llegado a la puerta como cuarto concejal. Nos hemos
metido a la campaña, y la gente ha apoyado, tal vez no
tanto al partido sino a la persona, de esa manera es que ahora
soy Concejal". (Saúl Chávez).
3. La Coordinadora de Pueblos Indígenas del
Trópico de Cochabamba – CPITCO
Entonces, nosotros vimos la gran necesidad de
defendernos, nosotros, como PY, e hicimos una asamblea donde
elegimos a un Cacique que por primera vez, fue elegido el Sr.
Jerónimo Ballivián como Cacique principal, y en
ese tiempo me han elegido como segundo Cacique, esto ha sido
entre 1987 y hasta el año 1995.
Había otro, este Yuracaré que en paz
descanse, no se que pasó y lo han liquidado, y se
quedó así porque no estábamos organizados,
pero nosotros llevamos en nuestra mente y nuestro corazón
que hemos perdido un hombre tan valioso como es Dn. Orlando
(…)
Desde 1987 hasta 1995, como ocho años, se vio
la necesidad de reestructurar el Consejo Yuracaré, una
asamblea me eligen a mí como Cacique principal, a partir
del 95, hablamos de territorio, y el 96 nos convoca CIDOB, para
marchar por la tierra de Santa Cruz a La Paz y nosotros
participamos, puedo decir que gracias a esa marcha que pudimos
ya demandar un memorial al excelentísimo Presidente de
la República, entonces Gonzalo Sánchez de Lozada,
y mire gracias a Dios se acepta la demanda y pudimos seguir el
trámite hasta su consolidación.
Ahora es una segunda etapa, el año 2000
nuevamente hacemos la asamblea como todavía no esta
titulado, y yo estaba seguro que iba a ser titulado, entonces
el pueblo mismo me elige nuevamente, con la esperanza de
recibir el título, entonces el año 2000 se otorga
el título, en septiembre (Teobaldo
Noé).
Según el Plan de Desarrollo con Integridad,
elaborado para el Pueblo Yuracaré, cuatro Consejos
Indígenas, en febrero de 1997, formaron la Coordinadora de
Pueblos y Comunidades Indígenas del Trópico de
Cochabamba (CPITCO), que se constituyó en la máxima
instancia de representación indígena del
Trópico de Cochabamba. Estos consejos son:
- Consejo Indígena Yuracaré
(CONIYURA), formado por familias de origen Yuracaré
asentados a lo largo del Río Chapare; agrupadas en 14
comunidades. - Consejo Indígena de Sur (CONISUR),
formado por las etnias Yuracaré y Trinitaria; asentadas
en el territorio del Territorio Indígena Parque Nacional
Isiboro Sécure (TIPNIS), fundamentalmente a lo largo de
los ríos Moleto e Ichoa. El número de comunidades
de este Consejo todavía no esta definido por existir en
el parque dos organizaciones indígenas, una que
pertenece a la regional del Beni y otra a la de
Cochabamba. - Consejo Indígena del Río Ichilo
(CIRI), formado principalmente por la etnia Yuracaré
asentadas a lo largo del Río Ichilo, en cinco
comunidades indígenas. - Consejo Indígena Yuquí (Consejo
Yuqui), formado mayoritariamente por la etnia Yuquí
[sic] y se encuentran asentados en el Río Chapare, en
una sola comunidad
denominada Bía Recuaté (CINEP 1998).
Ulteriormente se afiliaron a la CPITCO otras comunidades
indígenas, cuya situación se traduce en una especie
de sitio debido a la colonización. Estas comunidades
forman tres nuevos Consejos Indígenas, que son:
- Consejo Indígena Yuracaré San
Salvador (CIYSS), con dos comunidades. - Comunidad el Indígena Yuracaré
Río Sacta (CIYRIS). - Consejo Originario Indígena Progreso
(CIOYP), con dos comunidades (1998)
"Los fines y objetivos de la CPITCO, están
orientados a defender los derechos e intereses de todos los
pueblos y comunidades indígenas asentados en el
Trópico cochabambino, además de poder crear una
conciencia indígena tendiente a sensibilizar e interesar a
la opinión
pública, organismos de Cooperación
Internacional y Gobierno sobre la importancia de la
preservación de los territorios indígenas, no solo
para el sustento cotidiano de sus habitantes sino para
asegurarles un futuro digno con bienestar social a sus hijos"
(CPITCO 2000: 18). Así mismo, la CPITCO, esta afiliada a
la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia
(CIDOB) la misma que está compuesta por ocho regionales en
todo el país.
Orgánicamente cada uno de los Consejos eligen,
mediante la asamblea, a sus representantes, siendo el Cacique
Mayor la autoridad
máxima, además se cuenta con las secretarias:
Tierra-Territorio, Recursos Naturales, Salud, Educación, y
Organización.
Finalmente, mediante una gran asamblea de los distintos
Consejos se eligen a las autoridades de la organización
regional CPITCO, que tiene representación y
participación directa ante la CIDOB, u otras instancias
públicas y privadas.
"La estructura de
la organización, de la CPITCO, está compuesta por
el Presidente y Vicepresidente, y por las secretarías, de
Tierra-Territorio, Recursos Naturales, SAMI (Secretaria de
Asuntos de la Mujer
Indígena), Educación, Salud y Organización"
(2000: 26).
La CPITCO, cuenta, además, con un órgano
técnico, cuya labor es el apoyo organizacional en cuanto a
planes, programas y proyectos en diferentes áreas,
además del sustento profesional en lo que se refiere a
relaciones con instituciones públicas y privadas, se trata
del Programa de Desarrollo de los Pueblos Indígenas del
Trópico de Cochabamba (PRODEPIC), este ente ha
posibilitado, en poco tiempo, avances considerables, toda vez que
la problemática indígena, es aún el
traspatio para el Estado, respecto a otras. Esto se hace evidente
en la gestión
de la titulación de las Tierras Comunitarias de Origen,
los Planes de Desarrollo Distrital Indígena
(PDDI’s), el Plan de Manejo Forestal y el Programa de
Capacitación.
4. Las Tierras Comunitarias de Origen –
TCO
"Mire, de un principio el registro
primordial era pues hacer la identificación del
territorio, la georeferenciación y después
teníamos que tramitar las Personalidades
Jurídicas de las comunidades que están dentro de
la demanda, y luego la del Consejo y con eso ya pudimos ya
tener fuerza para poder exigir al gobierno, esas dos cosas han
sido como sacar una muela que no está en su punto, nos
ha costado harto porque como le digo, por primera vez en la
historia de Bolivia pudimos tener una Ley, y dentro de esa Ley
había mucho que hacer, y que gracias a Dios hemos
logrado, con eso hemos logrado la titulación…"
(Teobaldo Noé).
La CPITCO, durante los últimos años ha
realizado ante el Estado, los trámites correspondientes a
la titulación de sus TCO’s, siendo la
situación actual resumida en el cuadro
siguiente:
CUADRO 2: Extensión de los Territorios
Indígenas en el Trópico de
Cochabamba
Consejo Indígena de | Situación de | Cantidad de |
Consejo Indígena | TITULADO | 241.000 |
Consejo Indígena Yuqui / CIRI | Saneamiento | 127.000 |
Consejo Indígena del | Saneamiento | 250.000 |
Consejo Indígena Yuracaré San | Saneamiento | 1.700 |
Consejo Indígena-Originario | Demanda en procedimiento | 276 |
Consejo Indígena Yuracaré | Demanda en procedimiento | 500 |
Consejo Indígena Yuracaré |
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