- Antecedentes
- Mitos acerca del
legislador - Realidades acerca del
legislador - Vicios del
legislador - Carencias del
legislador - Cualidades del
legislador El legislador es, bajo todos
conceptos,un hombre
extraordinario en el
Estado.
Si esto debe serlo por su genio,no lo es
menos por su cargo,
que no es de magistratura ni de soberanía,porque constituyendo la
República,
no entra en su constitución.
JEAN JACQUES ROUSSEAU El
contrato
social
El presente trabajo comprende una parte de toda una
investigación realizada durante muchos
años, desde que inicié mi carrera política como
Secretario del Ayuntamiento de Ignacio Zaragoza, Municipio de
Puebla (en México,
para los lectores de otros países) en 1992 (a los 20
años) y que, entre muchos cargos dentro del Partido
Revolucionario Institucional, me permitieron ser Asesor de varios
legisladores tanto del Estado de
Puebla como de la Cámara de Diputados del Honorable
Congreso de la Unión.
Antes de escribir estas notas, se platicó con
miles de gentes, y se puede afirmar que fueron miles, porque se
ha he hecho –por lo menos– desde 1992, con los
amigos, con los conocidos, con los parientes, con el taxista, con
el carnicero, con el chofer del transporte
colectivo, con la señora que es ama de casa, con
profesores, con pintores, con profesionistas, con todo el
mundo.
Así, estas ideas que se tienen acerca del
legislador mexicano, no son meras concepciones del sustentante,
sino de muchas personas a quienes protege el anonimato y que lo
mismo pueden estar inmersas en el mundo de la política que
no tener ninguna relación con ella; con personas que lo
mismo pueden tener conocimientos en la materia, que
ser totalmente ignorantes, aunque no inconscientes de
ella.
Algunas nociones existentes sobre el legislador son
reales en tanto que hay otras no sólo peregrinas, sino
verdaderamente disparatadas. Como sea, se consigna la información recopilada durante más
de diez años tanto en al trabajo público como en la
investigación académica.
Así, la observación del sujeto de este trabajo, es
decir, el legislador mexicano, se realizó de manera
directa, si bien es prudente aclarar que no se observó a
todos los legisladores de todas las legislaturas en que he
trabajado. De igual forma, no he platicado con toda la gente del
universo
poblacional de México, y ni siquiera se realizó un
trabajo de investigación
de campo que refleje una tendencia estadísticamente
comprobable.
Como ya se explicó, sencillamente este es un
trabajo que retrata una creencia o una serie de creencias que ya
forman parte de la cultura
popular mexicana, tan variada y tan rica a la vez que
paradójica, pues si bien existen rasgos sorprendentes, sus
contrapartes pueden llegar a ser tan extremas y diametralmente
opuestas como sorprendentes.
2.
Mitos acerca
del legislador
Algunos de los mitos recogidos como de creencia popular
sobre los legisladores mexicanos son los siguientes:
- Los legisladores ganan mucho dinero,
producto de
elevados sueldos, comisiones y negocios
oscuros, corruptos y turbios. - Los legisladores roban dinero del presupuesto del
Poder
Legislativo, de las partidas destinadas al erario
público por parte del Ejecutivo o los Ayuntamientos, o
de donde se pueda. - Los legisladores meten a la nómina a sus amigos, a sus familiares y a
muchos prestanombres para obtener más dinero, es decir,
para "sacarle jugo al cargo". - Los legisladores son prepotentes, corruptos, necios,
arrogantes, groseros y déspotas. - Los legisladores gozan de fuero, es decir, son
inmunes y, además, tienen impunidad ante cualquier
delito o
fechoría que cometan. En resumen, un legislador es
intocable y ello lo vuelve nefasto. - Los legisladores son flojos. Nada más van a
dormir a las sesiones. - Los legisladores son flojos. Nada más van a
levantar el dedo a las sesiones. Este concepto tan
difundido entre la vox pópuli significa que los
legisladores no analizan las iniciativas de ley, sino que
sólo votan en favor o en contra, según les
indique el líder
de su partido u organización política o social, el
Presidente de la República o el gobernador de su entidad
natal –cuando son surgidos de su partido, claro–, o
el líder de su fracción
parlamentaria. - A esto se le llama "recibir línea", y cuando se
acepta dicha orden o línea, se está cumpliendo
con la disciplina
partidista. Por tanto, el legislador que hace lo que se le
indica, está alineado o disciplinado.En complemento de lo expresado algunas líneas
atrás, es pertinente señalar que "la palabra
dedazo está muy arraigada en la cultura
política mexicana" y que "quiere decir, en el real
politikón nacional, la designación vertical y
autoritaria de un candidato para un puesto de elección
popular". Ello confirma la definición dada en el
párrafo anterior, ya que esta
designación es dada verticalmente, es decir, de los
niveles de poder
más altos hacia los mandos medios,
bajos y personal y
organismos de menor jerarquía.Mariano Palacios Alcocer, ex Presidente Nacional del
Partido Revolucionario Institucional, acerca del dedazo, que
es el término más ligado a las oscuras figuras
–ya sean reales o no– del padrinazgo y otras
más, justifica su origen, pues menciona que en una
estructura
militar, como originalmente fue la del Partido Nacional
Revolucionario (antecesor del Partido Revolucionario
Institucional), donde imperaban las ideas de lealtad y
disciplina, "era perfectamente entendible que se tuviera que
recurrir a ese ejercicio de análisis, y que la consulta o la
consideración interna así como la toma de
decisiones se diera con un sentido ampliamente
vertical".Sobre el dedazo se quiere añadir otro
concepto más, que es el del padrinazgo, término
estrechamente ligado al multicitado dedazo. Estos son
sólo dos de los mitos y realidades que, inclusive,
podrían motivar un estudio completo aparte e igual de
extenso que el de este trabajo. Sin embargo, hasta
aquí se agota la discusión para no desviarse de
los objetivos
generales del presente trabajo de investigación y
análisis. - El legislador fue postulado como candidato al cargo
por dedazo, es decir, por designación directa del
Presidente de la República o del gobernador de su
entidad –cuando, repito, surgen del partido de
éste–, del líder de su instituto
político u organización social o gremial, de un
grupo de
notables o de algún otro personaje político
sumamente encumbrado. - Los legisladores se rolan el cargo entre sí y
no lo sueltan, es decir, que existe nepotismo, o sea, que se
suceden en el cargo con sus familiares, amigos,
compañeros de partido y equipo de trabajo, violentando
el derecho de otros ciudadanos de llegar al cargo libre y
democráticamente. - Los legisladores, cuando no es por dedazo, llegan por
cuotas de poder, es decir, son nominados al cargo por la
fuerza
electoral que poseen las organizaciones
o sectores que representan, y como a todos los partidos les
interesa ganar votos, los postulan para que su gente vote por
ellos y obtengan más escaños en los Cabildos o
Congresos. - Cuando los legisladores no llegan por dedazo o por
cuotas de poder, se compran el puesto. Ello significa que los
actores políticos, independientemente de que, tengan o
no militancia partidista, le dan dinero a los partidos o a los
encargados de las nominaciones, para que los postulen, bien sea
bajo el concepto de "cuotas" o, definitivamente, como
sobornos. - Hay legisladores que se perpetúan en el cargo,
es decir, van y vienen de una Cámara a otra y de un
Congreso a otro sin que nadie pueda hacer nada al
respecto. - Los legisladores, en su mayoría, están
impreparados para ejercer el cargo, pues rara vez conocen las
funciones
que les son propias. Por eso no hacen nada, roban, se vuelven
prepotentes y abusan de sus facultades. - Los legisladores nunca hablan en tribuna, ni
defienden al pueblo ni a ninguna postura, y cuando lo hacen,
terminan peleando a golpes. - A los legisladores no les interesa el pueblo, la
Constitución ni nada, únicamente su partido y los
compromisos adquiridos con él y con los demás
gobernantes surgidos de éste. - Generalmente, los gobernadores y los presidentes
municipales son previamente electos legisladores para
prepararse rumbo a los cargos primeramente referidos, y
después, regresan a los puestos parlamentarios como
premio por los favores hechos a sus partidos. - Generalmente, los miembros prominentes de los
partidos llegan a los cargos de elección popular porque
los partidos son una especie de negocios personales. Y
aquí se da una suerte de nepotismo, al que
también se le llama amafiamiento –y que la Real
Academia de la Lengua me
perdone por usar este término incorrecto pero adecuado
para el caso–. - Generalmente, son nominados y electos legisladores
quienes tienen dinero o apellidos poderosos. A esto
último la vox pópuli le denomina prosapia (a la
fortuna material o económica) o abolengo (a la
influencia, tradición o aristocracia familiar), y
también acaba en nepotismo o amafiamiento. - Es mejor ser nominado a un cargo parlamentario por la
vía plurinominal que por un la vía uninominal, es
decir, por un distrito o un estado. Así, es más
fácil ser inscrito en una lista de representación
proporcional que hacer campaña para ser
electo. - Generalmente, los legisladores que acceden por la
vía plurinominal son personajes destacados y llegan por
esa ruta para cumplir con objetivos y propósitos
específicos que habrán de servir esencialmente a
sus partidos. - Los legisladores no hacen nada. Para ello tienen
grandes equipos de asesores y auxiliares que analizan su
trabajo, le dan forma, trámite y seguimiento, y
después, les entregan toda la carga de asuntos preparada
y lista para ser votada en sesión.
Además, existe toda una infraestructura dentro
de los Cabildos y Congresos para hacerle más llevadera
su actuación al personaje: Direcciones de Apoyo
Parlamentario, de Gestoría y Quejas, de Procedimientos
Legislativos y Prácticas Parlamentarias, etc. Con ello
se disimula, además, su ignorancia y falta de
preparación.
3.
Realidades acerca del legislador
Como ya se dijo, algunas de las ideas anteriormente
expuestas son ciertas y algunas no. Con base en la
observación directa del caso, se ha podido concluir que
las realidades de los legisladores son las siguientes:
- Los legisladores reciben sueldos bastante altos. A
los sueldos de los legisladores se les denomina dietas, y en
efecto, suelen ser bastante decorosas. Ello se debe,
fundamentalmente, a tres razones:
- El Poder Legislativo fiscaliza a los dos poderes y
esencialmente al Ejecutivo, a quien le autoriza su
presupuesto anual de egresos, pero a él no lo
fiscaliza nadie y no hay quien le autorice ni revise su
respectivo presupuesto de egresos. Ello le permite a los
legisladores fijar libremente sus sueldos y demás
gastos.
Esto puede ser negativo, si se quiere, ya que es una forma de
enriquecerse sin que nadie pueda impedirlo, y de paso, eso
vuelve dichos cargos sumamente competidos. - La función que los legisladores
desempeñan es, sobre todo en el nivel federal,
desgastante, exhaustiva y delicada. Eso hace posible pensar
en una remuneración decorosa, aunque es verdad que
últimamente cobran dietas bastante altas, en cierto
modo, contraviniendo la disposición constitucional que
dice que sus servicios
deberán ser compensados con
medianía.
Además, los legisladores reciben
viáticos y la cobertura de sus gastos de traslado y
representación tanto en los niveles locales como
federal, atendiendo el criterio de que hay algunos que viven en
regiones muy alejadas del centro neurálgico del
órgano camaral en que trabajan. Respecto a que los
legisladores obtienen ingresos por
negocios oscuros o por corrupción, esto es algo lejano a sus
funciones y compensaciones oficiales y, en el caso de que se
hagan las denuncias correspondientes, por supuesto que se les
puede castigar. Para ello hay un procedimiento
llamado desafuero, mismo que consiste en cesarlos de la
función legislativa para castigarles conforme a derecho,
así que no son totalmente intocables.
Los legisladores no pueden, sin cometer un delito
grave, extraer recursos del
presupuesto del Poder Legislativo y, menos aún, de las
partidas destinadas al erario público por parte del
Ejecutivo, los Ayuntamientos, o de donde se pueda. Conviene
recordar que hay división de poderes, así que
solo habiendo complicidad entre éstos es como un
legislador podría extraer recursos o dejar que otros los
extrajeran para darles su posterior tajada. Además, es
difícil que un secretario de Estado o un presidente
municipal dejen que un legislador meta mano en sus cuentas
públicas: no son descuidados como para pagar por
otros.
Hay casos en que los Congresos locales y los Cabildos
municipales tienen una plantilla de determinado número
de plazas para el equipo de trabajo del legislador, entre los
que se cuentan algún agente asignado para su
protección –los vulgarmente llamados "guaruras",
cuya denominación real es agentes de seguridad–, su servicio
secretarial y algunos auxiliares, entre los que suele destacar
el llamado secretario particular y los asesores.
Evidentemente, hay legisladores que meten a la
nómina a sus amigos y familiares, pero en el caso de los
amigos, siempre hay una forma de disfrazar la situación
llamándolos asistentes o asesores; con la familia
no puede ocurrir esto, pero ya dependerá de una buena
administración, evaluación y fiscalización evitar
esta clase de abusos, mismos que, por supuesto, ameritan
sanción.
No obstante, la mayoría de los legisladores
prefieren pagarle a un verdadero equipo de trabajo, pues los
procesos
legislativos y las prácticas parlamentarias son pesadas
y no le permiten a casi nadie darse el gusto de meter
"aviadores" a las nominas
oficiales, lo que, en cambio,
ocurre más en el Poder
Ejecutivo o en los Ayuntamientos.
- En otros asuntos, es claro que hay legisladores
prepotentes, corruptos, necios, arrogantes, groseros y
déspotas. ¿Quién no ha escuchado hablar de
los Diputados que solían pagar la cuenta de la cantina a
balazos? O más recientemente, ¿quién no
recuerda el escándalo del Diputado Félix Salgado
Macedonio? A este señor se le señaló mucho
por ser miembro prominente del Partido de la Revolución Democrática, pero hay
priístas y miembros de otros partidos que hacían
sus numeritos similares desde mucho antes. Es un vicio que, por
fortuna, ya se está erradicando, pues además, el
tráfico de influencias ya está
penalizado. - El fuero del que gozan los legisladores es un derecho
que les permite ser inviolables en las opiniones o actos
realizados en su desempeño como tales, pero no es ninguna
suerte de impunidad que les permita hacer de las suyas sin que
nadie pueda frenarlos. Es obvio que hay hombres y/o mujeres
que, ya investidos como representantes, pierden la distancia
entre el suelo y el
cielo, pero hay procedimientos para recordarles que son
miembros de la representación de la nación, de sus estados o de sus
municipios y no una especie de príncipes herederos del
poder absoluto. Si se exceden en sus tropelías,
también son castigados. Quizás antes no se
hacía, pues era parte del antiguo régimen, pero
es un vicio que también se está
quitando. - Los legisladores se duermen en las sesiones. A nivel
local, las sesiones suelen ser más cortas y
dinámicas, pues además el despacho de los asuntos
no es tan extenso, pero en el nivel federal, hay sesiones de
hasta doce y dieciséis horas, y antiguamente, peor, pues
el conteo era nominal, es decir, los quinientos Diputados
–por poner un ejemplo– se ponían de pie,
decían su nombre y manifestaban su voto. ¿Alguien
puede imaginarse la longitud cronométrica de tal
hecho?
Además, los debates en pleno ya son bastante
dinámicos y aguerridos en estos tiempos, pero
antiguamente, más que debates, eran maratónicas
sesiones de vitriólicos discursos.
No se intenta justificar a nadie, pero cualquiera se
quedaría dormido en medio de un espectáculo tan
patético y aburrido como el que muchos representantes
suelen dar. Además, si el que habla es alguien que sabe
del tema, o es ágil o bien, es interesante, no hay
problema.
Se puede recordar a Germán Sierra
Sánchez –Senador por Puebla a las LV y LVI
Legislaturas del Congreso de la Unión– como un
hombre preparado, inteligente, carismático, que al
momento de subir a tribuna obligaba a ponerle atención dado su elevado nivel de
debate y
análisis, pero hay otros, francamente nefastos. De ese
modo, existe la memoria
varios ex Diputados y ex Senadores –de cuyos nombres no
se dará cita por no herir susceptibilidades–
impreparados, ignorantes, apáticos, con pésima
capacidad para expresarse, etc. No es hablar mal de ellos, pero
como se ampliará más adelante, la mayoría
de los representantes estaban en condiciones similares,
así que se hace la pregunta obligada:
¿Cómo no dormirse ante semejante
espectáculo?
Lógicamente, siendo correligionarios del
Presidente de la República, los legisladores apoyaban
sus iniciativas sin discusión, y cuando alguno llegaba
a causar polémica por tal razón, se le
recordaban cosas como la disciplina partidista, la lealtad al
partido o una serie de intereses tales como un futuro regreso
al cargo o un posterior ascenso a otro del mismo
orden.Luego entonces es cierto, los legisladores, cuando
votan en el sentido que se les indica, están alineados
o disciplinados, como se dice coloquialmente, pero
también ha habido casos en que legisladores del mismo
partido se niegan a apoyar iniciativas absurdas. Un ejemplo
es el caso de los Diputados priístas del sector
obrero, quienes originalmente se negaban a respaldar el
regreso del Impuesto al
Valor Agregado (IVA) al
15% al inicio del gobierno
de Ernesto Zedillo.Al final, se alinearon, pero hay muchos otros casos
en que los actores también han tenido
escrúpulos, e incluso los han sostenido más
allá de las discusiones en comisión. Se puede
afirmar que se cuentan con los dedos, pero sí los ha
habido y, por suerte, cada vez son más
frecuentes.- Respecto a levantar el dedo, se debe mencionar que,
históricamente, el Partido Revolucionario
Institucional mantuvo durante casi cincuenta años el
dominio
mayoritario en la Cámara de Diputados y, durante
más de cincuenta, el dominio absoluto en el
Senado.Las elecciones internas, la selección de candidatos, la
realización de exámenes a los aspirantes a los
cargos, las candidaturas externas y otros procedimientos, han
ido acabando con ella. Actualmente, y sobre todo en los casos
del Partido Acción Nacional (PAN) y Partido de la
Revolución Democrática (PRD), llegan a los
cargos legislativos quien realmente puede y/o merece, y
aunque también estos institutos tienen sus detalles,
las cosas han cambiado mucho. - El dedazo es una institución dentro de las
instituciones mismas en México. Esta
tradición se volvió tal, como casi todo, en el
seno del régimen priísta, dado que el Presidente
de la República, los gobernadores de los estados y los
presidentes municipales integraban sus Congresos –para
los primeros– y Cabildos -para los segundos– con
gente de sus confianzas. Esta institución
prácticamente está borrada del mapa. - El nepotismo es otra institución que
está siendo erradicada. Es más difícil de
quitar, pero se está haciendo lo posible. Aún hay
estados, como Puebla y Guerrero, donde una misma familia se ha
sucedido en determinadas áreas del poder, pero ya es
más aislado. Además, la misma alternancia de los
partidos
políticos en los poderes locales y federales ha
hecho posible que esta tendencia disminuya día con
día. - En el caso de las cuotas de poder, no hay que olvidar
el paradigmático caso de los sectores obrero y agrario
del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que
imponían un elevado número de hombres y mujeres
como Diputados y Senadores al Congreso de la Unión, y se
habla de la Confederación de Trabajadores de
México (CTM), la Confederación Revolucionaria de
Obreros y Campesinos (CROC), la Confederación Regional
Obrera de México (CROM) y la Confederación
Nacional Campesina (CNC).
Además, solían –en los tiempos del
inolvidable señor Fidel Velázquez– tener
sus gobernadores, presidentes municipales, Diputados locales y
Regidores a los Cabildos, además de los subsecuentes
consejeros políticos, delegados, etc. Y quien pretenda
negar tal hecho, debe recordar cuántas veces fueron
representantes los difuntos Blas Chumacero, Emilio M.
González (ambos de la CTM) y otros tantos más.
Esos señores no cayeron en el nepotismo de otros, pero
si no tenían un vicio político, tenían
otro, en fin.
Este es un aspecto muy criticado, particularmente, en
el Partido Acción Nacional y en el PRI. Suele
considerarse, tanto en uno como en otro, que los empresarios,
los terratenientes y los herederos de grandes fortunas, ante su
falta de militancia, adquieren los cargos legislativos con
poderosas sumas. Es una cosa tal vez cierta pero no
comprobada.
Sin embargo, tal suposición resta legitimidad a
su actuación y a la de sus partidos. Hoy por hoy, la vox
populi dice que el PAN es el partido de los ricos y de los
empresarios, y del PRI se decía algo parecido hasta que
legitimó y explicó la presencia de los potentados
en su interior a través de la creación del
Instituto Político Empresarial, acabando así con
las suspicacias y los recelos.
Por otro lado, hay personajes que, si no se
perpetúan en el cargo, regresan tantas veces que hasta
se olvidan de cuántas llevan, o bien, saltan del Cabildo
al Congreso del Estado y de ahí a la Cámara de
Senadores, luego a la de Diputados o viceversa, y luego otra
vez de regreso, etc. En otro trabajo se hablará del
ascenso parlamentario y la reelección legislativa y se
abordará este fenómeno. Este suele ser un vicio
ligado a las cuotas de poder, pero también entra en
juego otro
paradigma al
que he bautizado como principio de rotación
política.
Antiguamente solía haber legisladores
verdaderamente analfabetas, que con el puro requisito de
"saber leer y escribir" accedían al cargo aunque no
conocieran nada de legislación, sistemas
jurídico y político, ni ninguna noción
elemental por el estilo. Además, ya conocen los
límites de sus facultades y, algo es
seguro: saben
que ya no pueden ser prepotentes y abusivos.- La mayoría de los legisladores están, si
no impreparados, sí mal preparados para ejercer el
cargo, pues aunque conozcan las funciones propias de
éste, regularmente adolecen de capacidad
técnica, desconocimiento de los procesos legislativos
y las prácticas parlamentarias, máxime, si su
nivel de estudios es menor al grado de bachiller o
equivalente.Personalmente se cree que, hasta hace poco, a los
legisladores –y sobre todo a los del PRI y a muchos del
PAN– en verdad no les interesaba ni el pueblo ni la
Constitución. Sin embargo, las cosas se están
modificando. - Respecto a la falta de interés, afortunadamente, cada vez hay
más legisladores que defienden sus posturas y suben a
debatir a tribuna, defendiendo equitativamente tanto sus
intereses de partido como los intereses del pueblo en
general.Es verdad que a veces se caldean los ánimos
en las sesiones, pero fuera de ciertas trifulcas –pocas
en realidad–, los legisladores suelen comprender la
importancia de su actuación y se muestran
ecuánimes y razonables. - Si se quiere, los legisladores a veces se pelean por
los derechos
de la sociedad
mexicana para ganar su simpatía y sus votos, pero si
eso a ella conviene como país, no hay mayor
discusión. Además, fuera de casos muy
específicos, los legisladores no suelen arreglar a
golpes sus problemas.Se quiere mencionar el caso de José Luis
Márquez, quien como Diputado al Congreso local poblano
en la LIII Legislatura fue un personaje gris y que no
trascendió mucho, pero que se supo proyectar como
presidente municipal de Zacatlán, su pueblo natal. No
se puede evaluar aquí su actuación
administrativa por no ser el caso, pero condujo bien al
Cabildo zacateco independientemente de los problemas propios
del cargo. No en vano ello le valió para ser electo
Diputado nuevamente al Congreso poblano –ahora en la LV
Legislatura–, además, por elección
mayoritaria.Asimismo, se puede citar el caso de Alfonso
Sánchez Anaya, excelente gestor y negociador como
legislador, y a quien, como gobernador, le está
tocando cosechar en Tlaxcala el fruto de las buenas
relaciones y del buen trabajo realizado como miembro de la
representación local y nacional en su
momento. - Generalmente, el largo camino de la carrera
parlamentaria suele servir como preparación a los
actores políticos para llegar a los que se suele
considerar como cargos cumbre del sistema
político mexicano, es decir, la titularidad de los
Ejecutivos federal y de los estados, así como a las
presidencias municipales, pero eso no resta mérito o
valor a
dicho fenómeno político.Si es así, entonces definitivamente ser
legislador equivale a prepararse para ser gobernador o
presidente municipal, pero también es verdad que si no
se es un buen Diputado o Senador, menos se será
responsable y legal en el cargo cumbre citado.Véase de este modo: ser legislador implica
cumplir una función constitucional, pero
además, es una especie de escuela
política, y si las notas son malas en la clase, sin
duda los resultados en la práctica correrán el
riesgo de ser
similares. - Es obvio que un Ejecutivo, después de su paso
por un Legislativo, conoce bien los procesos de gobierno y, con
esa base, sabe cómo conducir los esquemas
jurídicos, políticos, administrativos y hasta
económicos en una región o entidad. - Por otro lado, en el antiguo PRI se solía
premiar a los personajes por sus favores hacia el partido, y
lo mismo se hacía en otros institutos
políticos. Sin embargo, actualmente se elige a los
hombres y mujeres que saben conducir los procesos
legislativos y de gobierno, y no a otra clase de actores. Se
está siguiendo esa frase que dice "cada cosa en su
lugar y un lugar para cada cosa".Un gran ejemplo de partido personal es el Partido
Verde Ecologista de México (PVEM), en donde Jorge
González Torres, líder sempiterno y a la vez
candidato vitalicio a la Presidencia de la República,
ha heredado su poder al joven Jorge Emilio González
Martínez, hombre inteligente e inclusive apuesto y
carismático, pero que, en lo personal,
independientemente de que sea o no un buen legislador, es su
hijo y no hay mayor discusión.En una suerte de sucesión dinástica,
Jorge Emilio ha sido Representante a la Asamblea de
Representantes del Distrito Federal (hoy Asamblea
Legislativa), Diputado a la LVII Legislatura del Honorable
Congreso de la Unión y, actualmente, Senador. En los
tres casos, ha sido Coordinador del Grupo Parlamentario del
PVEM y es una idea colectiva el hecho de que se redujo la
edad para ser Senador, yendo de los 30 a los 25 años
para que este actor pudiera ocupar tal cargo.Hay quien sostiene que eso es un punto más a
favor de la participación de los jóvenes y
otros argumentos parecidos, pero ¿cuál es la
realidad? Un punto a favor ¿para cuáles
jóvenes? ¿Para todos los jóvenes
mexicanos o sólo para los jóvenes del Partido
Verde? - Esa idea de que los partidos son negocios personales o
de que hay partidos personales está íntimamente
ligada con la institución del nepotismo. Se sabe que a
nadie le gusta que les digan sus verdades, pero la
Constitución faculta al sustentante para
hacerlo.Claro que tal situación no hace
ilegítima la llegada de los hijos de ex presidentes,
ex gobernadores, antiguos legisladores o viejos
líderes políticos, máxime si son
líderes reales y no de nombramiento, o si son unos
verdaderos luchadores sociales (como los Cárdenas o
los Sánchez Juárez), o si tienen verdaderas
cualidades políticas (por ejemplo, González
Martínez tiene buenos recursos oratorios, posee oficio
político y tiene dominio de la técnica
legislativa). Al menos, no en todos los casos es palpable
este hecho, aunque es innegable que hay muchos actores que
recibieron el poder en una suerte de sucesión
dinástica y sin mayor mérito. - Con respecto a la prosapia o el abolengo, nada hay
más cierto que ese mito, y para
muestra, unos
botones: los Alemán (el padre, Presidente de la
República, el hijo, gobernador de Veracruz), los
Sánchez Juárez (casi todos legisladores y
dirigentes sindicales poblanos), los Figueroa (gobernadores de
Guerrero), los López Portillo (del padre, ni hablar; el
hijo, subsecretario de Programación y Presupuesto durante el
gobierno de su padre y funcionario graduado en otros sexenios),
los González Torres (¿qué más se
puede decir de ellos?), los Cárdenas (véase la
familia del Ingeniero Cuauhtémoc en línea
directa), los incontables casos de panistas adinerados y de
abolengo (en Puebla, los hermanos Javier y Óscar Vera,
uno Diputado y el otro Regidor, y así hay muchos
casos). - Respecto a las rutas de mayoría y de
representación proporcional, es válido mencionar
que es una estrategia de
los partidos políticos (de todos, sin excepción)
para que sus hombres y mujeres más competitivos y
carismáticos accedan al cargo de manera directa. Eso se
hace con los siguientes fines:
- Que los hombres y mujeres que van a ocupar cargos
estratégicos (presidentes de comisiones o
coordinadores de los grupos
parlamentarios) se concentren mejor en su preparación
y actuación como nuevos legisladores y no se desgasten
en campañas proselitistas. - Que los hombres y mujeres que ocupan cargos
estratégicos en las campañas (operadores,
asesores o estrategas electorales, representantes ante el
IFE, etc.) no descuiden sus funciones por dedicarse a
campañas proselitistas. - Algunas veces, se trata de personajes honorarios
con una destacada trayectoria académica o profesional
a los que conviene tener en el Legislativo, pero que por otra
parte no podrían obtener una mayoría al
competir con actores quizá más arraigados o
más identificados con el electorado. - Siguiendo la tendencia antes expuesta, puede
tratarse de personajes con una destacada trayectoria
académica o profesional a los cuales, por
múltiples razones –incluida la
económica– les resultaría difícil
o pesada una campaña proselitista. - Hay otros casos donde, como los militares y los
marinos de guerra,
por disposición legal, acceden a los cargos
legislativos por vía plurinominal. No es un premio,
sino, más bien, un mecanismo.
- Los legisladores, efectivamente, tienen grandes
equipos de asesores y auxiliares que analizan su trabajo, le
dan forma, trámite y seguimiento y después, les
entregan toda la carga de asuntos procesada y lista para ser
revisada y, posteriormente, votada en sesión.
Además, existe toda una infraestructura de apoyos y
servicios para facilitarles su trabajo, pero esto es una cosa
normal y perfectamente justificable.
Un solo legislador tiene cientos de iniciativas que
revisar, cientos de asuntos que resolver, miles de gente que
atender, de quejas y trámites que seguir, etc. Pero las
funciones de su personal e instancias auxiliares equivalen a
las del Presidente de la República, que tiene, para
apoyarse, un enorme gabinete.
Asimismo, dicha situación es equiparable para
los poderes de los Estados, y en los Cabildos, suele haber lo
que se denomina Sala de Regidores, oficina que
cuenta con servicios similares a los existente en un
órgano camaral, con personal auxiliar, secretarial, de
seguridad e intendencia, secretarios técnicos por
comisión, secretarios particulares, asesores, etc. En la
tabla contenida en la siguiente página se ilustra la
comparación entre el personal de apoyo de un Ejecutivo y
un Legislativo:
CUADRO 1. Comparativo entre en los Poderes Ejecutivo y | |
Personal e instancias auxiliares del Poder |
Personal e instancias auxiliares del Poder |
Secretarios y subsecretarios de Estado y | Secretaría General u Oficialía |
Direcciones Generales, Direcciones de | Direcciones Generales, Direcciones de |
Jefes de Departamento, Jefes de Oficina, Jefes | Secretarios Técnicos de las Comisiones |
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ELABORACIÓN: Emilio Universidad del Desarrollo del Estado de Puebla |
El mismo diagnóstico presentado en las
páginas anteriores ha arrojado los resultados de esta
sección dedicada a los vicios que el actor
político, investido como legislador, suele tener. Algunos
de ellos son:
- Prepotencia, arrogancia y despotismo. Este es un
defecto bastante usual en los legisladores mexicanos; sobre
todo en aquellos que son herederos del poder o caciques en sus
regiones. Asimismo, se observa en aquellos personajes que se
encuentran muy encumbrados y, por supuesto, se sienten muy
pagados de sí mismos. Es uno de los vicios más
comunes y además uno de los más detestables, toda
vez que el legislador, si es un representante popular, puede
tener mil y un defectos, menos éste. Por el contrario,
un legislador debe ser carismático, amable y humilde,
pero con los legisladores mexicanos las cosas funcionan al
revés. - Exceso de disciplina y lealtad partidista. Me ha
tocado ver legisladores que no opinan si antes sus partidos o
sus líderes no les dan la famosa línea, o que no
quieren apoyar determinada iniciativa por convicción
personal, pero que acaban impulsándola por compromisos y
disciplina. México está en un período de
transición en el que es necesario comprender que las
cosas caminan mal precisamente por eso: por lealtad y
disciplina partidistas mal entendidas. - Tráfico de influencias. Como ya se
explicó, las sensaciones de ser intocables, impunes y
poderosos que experimentan muchos legisladores los hace caer
–a ellos, a sus familiares, y a sus colaboradores y
amigos– en defectos como el influyentismo, la
prepotencia, la pedantería y el abuso. Se repite que es
una actitud
reprobable que, por desgracia, se observa tanto en partidos
grandes como chicos. - Elitismo y cupulización de la política.
El dedazo, el nepotismo, el amafiamiento, la
eternización en los cargos políticos, las cuotas
de poder y la compra de puestos son vicios que degeneran en una
cupulización del poder, es decir, que el poder y el
acceso a los cargos de elección popular se quedan
prácticamente en posesión de pocos y muy
específicos grupos (recuérdese a los
Atlacomulcos, a los Cuauhtemistas y a muchos más), con
lo que al público le da la impresión de que son
mafias las que manejan la vida política nacional. Es un
vicio que no sólo desacredita, sino que además
deslegitima la actuación de los actores y le quita a la
actividad pública la nobleza que merece. - Oscuridad política. Este aspecto se
tocará con mayor amplitud en otro trabajo, pero se puede
adelantar que el síndrome de oscuridad política
así como el síndrome de cupulización
–términos que el investigador se ha permitido
acuñar aquí– son la causa de que la gente
imagine a la política como una gigantesca
telaraña de intereses turbios conducida por unos cuantos
grupitos de mafiosos. Por suerte, esta imagen se
está borrando, pero aún quedan muchos
legisladores a quienes sólo les interesa su partido, su
grupo o sector, o que no tienen una actuación relevante
en el desempeño de sus funciones. - Impreparación. Los legisladores mexicanos no
deben ser, forzosamente, maestros o doctores en Derecho o
Ciencias
Políticas, pero de ahí a ser ignorantes o
analfabetas, hay mucha distancia. Y ese es otro gran defecto
del legislador contemporáneo: aún llegan a los
Cabildos o a los Congresos sin saber bien sus facultades y
responsabilidades, y eso no tiene que ver necesariamente con su
nivel académico, sino con su interés personal de
prepararse para el cargo.
Estos son, entre otros, los principales vicios que acusa
el legislador del México contemporáneo.
Definitivamente, al legislador mexicano le hacen falta
cuatro cosas:
Hacia él es hacia quien tiene la
obligación de cumplir y el deber de ser honrado,
trabajador, decente y humilde. Le hace falta, además,
tener principios
morales, pues muchos actores políticos son
déspotas, necios, groseros, arrogantes y farsantes, y
su conducta
debería estar normada por un Código de Ética para el
Legislador. Si se vive en un Estado democrático de
Derecho no estaría de más hacerlo efectivo a
través de un ordenamiento así.- Ubicación, sentido del deber y ética
personal. Esto quiere decir que el actor debe centrarse en
que su cargo es temporal, no es un privilegio, no es un
feudo, no lo hace impune y, en cambio, le obliga a responder
a su partido, es verdad, pero ante todo, al electorado que
vota por él y que lo lleva al parlamento local o
federal.Ahora bien, con o sin nivel de escolaridad
mínimo, se hace necesario que antes de asumir el
cargo, los legisladores sean capacitados respecto de los
procedimientos legislativos, las prácticas
parlamentarias, los servicios de apoyo con los que cuentan,
sus funciones, facultades y responsabilidades, pues suele
suceder que muchos de ellos van a la guerra sin fusil o sin
saber cómo disparar uno. Y alguien así no le es
muy útil a este país, ¿o sí?
Además, así se logrará la anhelada y
buscadísima profesionalización del Poder
Legislativo, otro mito gigante en este
país.Claro, se corre el riesgo de que los demagogos y os
flojos que no quisieron seguirse preparando aleguen que ello
va a propiciar la sensación de haber ciudadanos de
primera y de segunda, pero véase así: Si se
obliga a los políticos a alfabetizarse, es claro que
se impulsará la profesionalización del poder
Legislativo y la alfabetización futura de la población mexicana. - Preparación, capacitación, evaluación y
seguimiento de su actuación. Lo anterior significa que
los legisladores mexicanos deberían tener, por razones
obvias, un nivel de escolaridad mínimo para ejercer sus
funciones. Vaya, a un líder campesino o a un
líder obrero no se le va a exigir la licenciatura, pero
cuando menos la secundaria, sí. Y a un representante de
zonas urbanas es claro que un nivel bachillerato o equivalente
lo haría más competitivo. - Sentido de la representación. Hay legisladores
que fueron electos por el principio de mayoría, es
decir, que tuvieron que hacer campañas proselitistas y
recorrer un distrito, estado o región para empaparse de
sus problemas –si no es que ya lo estaban–, o bien,
para reencontrarse con aquellas personas que ya los
conocían, e identificarse con el público con
quien no habían tenido ningún trato.
Además de ellos, hay otro tipo de legisladores,
es decir, los que accedieron al cargo por el principio de
representación proporcional y que, por lo mismo, no
tuvieron que hacer una campaña para ser electos.
Generalmente, éstos se promocionan por medios
electrónicos o en una campaña de medios, o sea,
que se dan a conocer por medio de entrevistas,
declaraciones e informes en
prensa escrita,
radio y
televisión, y últimamente,
también por Internet.
Pero ocurre un problema: ni los unos ni los otros
regresan a sus distritos, regiones o estados, es decir, que se
olvidan de mantenerse en contacto con sus representados.
Informándoles, visitándolos, platicando y
reuniéndose con ellos. En resumen, manteniendo viva la
chispa que le da el toque a la actividad política: el
roce entre gobernantes y gobernados.
En cambio, los legisladores informan de sus
actividades a sus partidos y a los dirigentes de estos, o a sus
sectores y a sus órganos deliberativos, con lo cual se
muestran más como miembros de una representación
institucional partidista o gremial, que de una
representación política popular.
Muy a propósito de esto se quiere recordar el
pensamiento
con el que abre el presente capítulo y que debe ser un
llamado de atención a aquellos que se olvidan de su
razón de ser, o sea, el electorado: La Cámara de
Diputados del Congreso de la Unión se compone por
representantes de la Nación, según lo determina
el artículo 51 de la Constitución Federal, por lo
que los diputados, más que ser representantes de sus
respectivos partidos políticos, deben asumir la actitud
de representar a la población que los
eligió.
De seguir haciendo lo que históricamente ha
sido, los legisladores estarán matando la esencia de la
política democrática mexicana.
Eso se resume en una frase: les hace falta sentido de
la representación.
- Responsabilidad parlamentaria. Los legisladores son,
en una gran parte, irresponsables de sus funciones
parlamentarias, es decir, faltan a las sesiones plenarias de
las cámaras o Cabildos, a las reuniones de comisiones
y/o de comités, a las reuniones especiales tales como
foros y consultas, a las ceremonias cívicas,
etc.
Durante la LVII Legislatura, misma que fue liderada
moralmente por el ex perredista Porfirio Muñoz Ledo y
secundada por la autoridad
indiscutible de Carlos Medina Plascencia, Pablo Gómez
Álvarez, Ricardo Cantú Garza y Jorge Emilio
González Martínez, se instituyó la
amonestación a los legisladores que faltaran a sus
funciones por causas no justificadas y, evidentemente no
relacionadas con comisiones oficiales de la Cámara de
Diputados.
Las sanciones, según el acuerdo respectivo,
iban desde el descuento de las inasistencias en el monto de la
dieta correspondiente, hasta la suspensión de funciones,
con lo cual entraría en acción el suplente ante
la inoperatividad del propietario. Con lo anterior se puede
observar el grado de irresponsabilidad de los legisladores
mexicanos en el momento de ejercer sus funciones.
En el Congreso del Estado de Puebla, igual que en
todas las legislaturas estatales, las federales y los Cabildos
municipales, el sustentante pudo observar la falta de responsabilidad por parte de los representantes
populares. No obstante, en la reñida
Quincuagésimo Tercera Legislatura de dicho Congreso se
dio un fenómeno sin precedente en la historia del Poder
Legislativo poblano: el Partido Revolucionario Institucional,
mayoritario por tradición, de 26 curules de
mayoría sólo logró obtener 16 más
otras 6 de representación proporcional. A su vez, el
Partido Acción Nacional alcanzó 14
escaños; de éstos, 10 accedieron por
mayoría y 4 por representación proporcional. El
Partido de la Revolución Democrática y el Partido
del Trabajo obtuvieron dos y un Diputado por la vía
plurinominal, respectivamente.
"Así, aunque la mayoría del PRI fue
significativa respecto de los otros grupos parlamentarios, lo
cual le permitió márgenes de libertad
para la aprobación de iniciativas, el peso global de los
partidos minoritarios, en tanto que virtual bloque opositor (17
Diputados frente a los 22 del PRI), no era despreciable y de
hecho constituyó un contrapeso en el campo de la
negociación política. Así,
las votaciones en pleno se volvieron reñidas y muy
competidas, lo que obligó al PRI a mantener su
cohesión interna y la presencia de todos sus
legisladores, pues de ello dependió que sus proyectos se
lograran tras vencer a la poderosa coalición
PAN-PRD-PT".
En la siguiente legislatura, la Quincuagésimo
Cuarta, esta tendencia de trabajo del Revolucionario se mantuvo
pese a que volvió a tener la mayoría en el
Congreso con 25 Diputados de mayoría y 1
plurinominal.
Al respecto, se quiere opinar algo: Cuando hay
más presencia de cada partido político en un
órgano parlamentario, el trabajo
se vuelve definitivamente más efectivo, se contabilizan
menos inasistencias y se requiere de una mayor capacidad
negociadora entre los grupos parlamentarios, lo que garantiza
mayor objetividad en materia de aprobación de
iniciativas y mayor objetividad en la labor fiscalizadora del
Poder Legislativo sobre la actuación de los otros dos
poderes.
Ya se conocen algunas fallas y errores de los
representantes constitucionales. Sin embargo, así como hay
gentes con grandes vicios y carencias, hay muchos legisladores
que tienen las siguientes cualidades.
- Vocación y espíritu de servicio, es
decir, tiene ganas de ayudar a sus representados, de estar con
ellos, de escucharlos, de rendirles cuentas. En resumen, de dar
su testimonio de vida y de trabajo. - Voluntad de trabajo, y redunda en lo anterior, pues
se ha visto legisladores y otro tipo de gobernantes que son
verdaderos motores que
activan el trabajo en los demás, motivándolos no
sólo a cumplir con sus funciones legislativas, sino en
sus partidos y organizaciones, gestionando obras y servicios
públicos, apoyos para su gente, visitas, etc. sin
importar realmente el día y la hora de que se
trate. - Combatividad, arrojo y pasión por su trabajo.
Particularmente, el sustentante sí ha visto actores que
defienden hasta las últimas consecuencias los intereses
y convicciones de su partido, de su electorado y de su conciencia.
Tal vez por eso han llegado a tener roces y acaloradas
discusiones con otros colegas suyos, pero siempre ha sido
porque toman en serio sus responsabilidades. - Carisma. Así como hay muchos legisladores
grises, cada vez hay más hombres y mujeres con talento,
buena presencia –y ello no se refiere a belleza física, sino a
pulcritud y empatía–, simpatía y excelente
trato y don de gentes, lo que hace más llevaderas sus
delicadas y exhaustivas funciones, cosa que, además le
favorece a los ojos del público, de su partido, e
incluso, ante personalidades de otros institutos
políticos y corrientes ideológicas y
sociales. - Liderazgo. Aunque no todos los legisladores son
líderes natos, cuando en verdad se aplican, son capaces
de movilizar grandes sectores del pueblo y de sus partidos. Y
aquí ya no se habla sólo de liderazgo
camaral o partidista, sino de verdadero liderazgo moral.
Quienes los vieron o supieron de ellos,
¿cómo podrían olvidar a líderes
como Porfirio Muñoz Ledo, Diego Fernández de
Cevallos, Carlos Medina Plascencia, Humberto Roque Villanueva,
Luis Donaldo Colosio, Ifigenia Martínez, Dulce
María Sauri Riancho, Beatriz Paredes Rangel,
María de los Ángeles Moreno y otros hombres y
mujeres? Ellos y ellas son las personas que, con su testimonio
de vida y de trabajo, hicieron grandes a las
instituciones.
- Capacidad técnica. Particularmente, al tesista
le tocó conocer más legisladores con capacidad
técnica dentro del Partido Acción Nacional y, en
segundo lugar, en el Revolucionario Institucional, entendiendo
como tal a la preparación óptima, suficiente o
mínima para desarrollar los procesos legislativos, bien
fueran estos especializados o semiespecializados.
Esto, más que con la escolaridad,
principalmente tuvo que ver con la capacitación que
dichos partidos le dieron a sus cuadros a través de sus
secretarías, institutos o asociaciones de
formación política y electoral. Así, por
medio de cursos,
seminarios, diplomados y talleres, los institutos
políticos cumplieron con la misión
de promover cuadros preparados para el desempeño de las
labores legislativas, aunque hay muchos personajes que son
autodidactas y aprendieron a base del estudio individual y
personal, leyendo, viendo programas
televisivos o cintas de video,
etc.
—————–
Como nota ilustrativa, hasta hace menos de diez
años, los legisladores mexicanos, al menos en el Congreso
de la Unión, tenían que levantar la mano durante
las votaciones colectivas en pleno y, acto seguido, se
manifestaban en favor o en contra de tal o cual iniciativa o
punto de discusión, y por ello se denominaba "levantar el
dedo" a dicha acción. El otro modelo era la
votación nominal, consistente en que los legisladores se
ponían de pie, decían su nombre, su partido de
procedencia y su postura (a favor o en contra) del punto a
discusión o votación. Tanto en uno como en otro
caso, si estaban alineados o disciplinados con la tendencia
partidista del voto, se decía que nomás "levantaban
el dedo", pues votaban o decidían sin criterio propio (N.
A.).
Riva Palacio, Raymundo (4 de mayo de 1998). El origen
del dedazo. El Financiero Sección "Política"
p. 60, México.
Ibidem.
El padrinazgo, entendido en el sentido de la cultura
popular y la política mexicana, consiste en el hecho de
que los actores políticos ascienden dentro de las estructuras de
poder gubernamental, partidista, gremial, etc. gracias a que son
apoyados (o apadrinados) por un personaje político
encumbrado y con mucho poder e influencia, o por un grupo de
notables de su partido o gremio, para que ocupe cargos
legislativos, de la administración
pública, de dirección partidista o de cualquier otro
tipo que, a su vez, le den poder e influencia (N. A.).
La figura clásica del político mexicano
difícilmente puede ser imaginada sin asociarla a la
presencia de los denominados guaruras. Es cierto que un personaje
público merece estar protegido, es su derecho, pero
antiguamente, los legisladores, secretarios de Estado y
demás personajes andaban cuajados de guardaespaldas, los
necesitaran o no, y éste, reconozcámoslo, es uno de
los tantos excesos del régimen priísta. De hecho,
los guaruras, el dedazo, las cuotas de poder, la compra-venta de puestos,
el tráfico de influencias, los sueldos
estratosféricos y los aviadores, son verdaderas leyendas
vivientes dentro de la cultura popular mexicana y ejemplos
nefastos en la tradición política nacional (N.
A.).
No existe propiamente un diccionario de
mexicanismos políticos, pero ello no impide definir a esta
figura. Se denomina "aviador" a la persona que,
principalmente gracias a sus buenas relaciones con personajes
encumbrados, percibe un sueldo u honorario de alguna dependencia
de gobierno –independientemente de si es de la
administración pública centralizada o
descentralizada, de cualquiera de los poderes públicos o
de cualquiera de los niveles de gobierno– sin que por ello
deba presentarse a cumplir con alguna responsabilidad o actividad
laboral.
Así, el aviador cobra sin trabajar(N. A.).
Un caso paradigmático en Puebla es el de la
familia Sánchez. Don Constantino Sánchez Romano fue
Diputado a la XLIII Legislatura del Congreso Poblano y Diputado
Federal otras tantas veces al mismo tiempo que
secretario general de la poderosa Federación
Revolucionaria de Obreros y Campesinos del Estado de Puebla
(FROC-CROC). Sus hijos son, por sucesión dinástica,
secretarios generales de los sindicatos
afiliados a dicha central, y uno de ellos, René
Sánchez Juárez, Licenciado y Maestro en Ciencias
Políticas, heredó el cargo de secretario general de
la FROC-CROC a la par que sigue siendo miembro de la CROC
nacional y presidente estatal de la federación de
transporte de su organización obrera. René
Sánchez Juárez fue Regidor Suplente del
Ayuntamiento de la Ciudad de Puebla de 1984 a 1987, Diputado al
Congreso del Estado a las Legislaturas L y LIII, y Diputado
Federal en la LV Legislatura (1991-1994). Particularmente, este
investigador considera al Licenciado Sánchez Juárez
como un hombre competitivo, carismático e inteligente, y
con un amplio sentido de la lucha social, pero ello no borra el
nepotismo ahí existente. Su hermano Constantino
Sánchez Juárez, aparte de dirigir varios
sindicatos, ha sido Diputado local en las legislaturas LI y LIV
del Poder Legislativo Estatal, y por supuesto que también
es un excelente líder político, pero se consigna el
fenómeno dinástico. En Guerrero, nada más
hay que recordar a Rubén Figueroa padre y a Rubén
Figueroa hijo, quienes fueron gobernadores del estado con un
período de diferencia (N. A.).
Aunque el principio de rotación política
es mucho más complejo y podría motivar otros
estudios, esencialmente consiste en que, en uno de sus
múltiples enfoques, el actor político, por su
capacidad y talento, da vueltas dentro del sistema
político ocupando cargos administrativos y de
elección popular sucesiva o alternativamente, aprovechando
y reaprovechando una y otra vez su carisma, experiencia, astucia,
sagacidad, visión, liderazgo, imagen, mañas, etc.
(N. A.).
González Oropeza, Manuel (Marzo-abril, 2000). La
amonestación a legisladores. Quórum N°
71. México Instituto de Investigaciones
Legislativas, p. 126.
Velazco Gamboa, Emilio (Agosto, 1998).
Radiografía de la LIII Legislatura del Congreso del Estado
de Puebla. Asamblea N° 11. México: Asamblea
Legislativa del Distrito Federal, p. 11.
Ò EMILIO
VELAZCO GAMBOA
Mexicano, 31 años de edad, es Licenciado en
Ciencias Políticas por la Universidad del
Desarrollo del Estado de Puebla (UNIDES). Tiene los Diplomados en
Derecho Electoral y en Derecho
Constitucional, por la Universidad Cuauhtémoc.
Actualmente es consultor académico e investigador
independiente.