La controvertida misiva de San Martín a Bolívar del 29 de agosto de 1822
En un estudio, aún inédito, que tenemos
acerca de la Entrevista
de los Libertadores en Guayaquil, en la tercera parte (La
Entrevista por
dentro –lo tratado-), en el capítulo II, La
Versión de los Libertadores, en la sección dedicada
a la versión de San Martín, analizamos sus
testimonios personales, sus confidencias y la misiva del 29 de
agosto, conocida también como la Carta de
Lafond, que no la incluimos dentro de los testimonios personales
de San Martín, porque sobre ella se ha desatado un
ardorosa y apasionada polémica en torno a su
autenticidad. Podemos decir que existen dos posiciones
irreconciliables, que muchas veces van más allá de
los argumentos para entrar en el terreno vedado de los
epítetos insultantes, de la burla, del sarcasmo. Un
grupo sostiene
que esta misiva es apócrifa, en tanto que otro afirma que
es auténtica. Hay una tercera posición: la que
sostiene que a pesar de que ella tiene casi todas las características de ser auténtica,
sin embargo, no se puede aún concluir que ella posea tal
carácter.
Dentro del grupo de los que sostienen su autenticidad
encontramos que hay historiadores que considéranla como un
documento más del archivo de San
Martín (en verdad no forma parte de dicho archivo), sin
ninguna especial importancia, en tanto que otros ven en ella una
pieza documental fundamental, trascendental y de la cual no se
debe ni puede prescindir, ya que no sólo permite conocer
pormenores de la entrevista, sino que además permite
captar en toda su grandeza el carácter extraordinario del
personaje argentino. Vamos a tener oportunidad de analizar cada
una de estas posiciones a través de sus principales
representantes. Pero, previamente, debemos ver qué
circunstancias, qué factores han determinado las dudas
tejidas en torno a su autenticidad.
Debemos decir, en primer lugar, que no existe el
manuscrito original de esta misiva y ello constituye uno de los
argumentos (no el único ni el de más peso) de los
que le niegan su autenticidad. Resulta inexplicable, para dichos
historiadores, que ella no se encuentre en el ingente archivo de
Bolívar, y aún más misterioso (suponiendo
hipotéticamente que Bolívar, por interés,
la destruyera) que no se halle entre los papeles conservados por
San Martín.
Si no existe ni el original ni su borrador, cómo
es entonces que pudo llegar a ser conocida y divulgada. Ello fue
posible gracias a Gabriel Lafond de Lurcy, de nacionalidad
francesa, quien estuvo al servicio de la
marina peruana después de la primera rendición del
Callao. Viajó a Guayaquil con la escuadra peruana en la
fecha que se efectuó la conferencia entre
los libertadores. Allí conoció de vista al
Protector San Martín. Lafond publicó en
París una obra titulada "Voyages autour du monde et
naufrages célèbres" (Paris, Administration de la
Libraire, 26 rue Notre Dame -des- Victoires, 1843-1844), cuyo
segundo volumen
está consagrado a la independencia
americana. Para escribir ese volumen Lafond le solicitó a
San Martín documentos,
según se puede constatar en 8 cartas sucesivas
existentes en el archivo de San Martín; justificaba su
pedido, Lafond, argumentando que buscaba la verdad, porque se
proponía "rebatir alegaciones que yo creo una calumnia"
(Ver: Leguía y Martínez, Germán "Historia de la
Emancipación del Perú: El Protectorado" tomo VII;
p. 240). El mismo año de la edición francesa de la
obra de Lafond, la carta se
publicó, en traducción al italiano, en la obra
titulada "Racolta di viaggi dalla Scoperta del nuovo continente,
fino a di nostri, compilata da F.C. Marmocchi". La primera
edición castellana de la misiva fue hecha por Juan
Bautista Alberdi, en 1844, en su "Biografía del General
San Martín". En 1848, al publicarse el discurso
pronunciado por J. F. Sarmiento en el Instituto Histórico
de Francia,
apareció ella por cuarta vez, en esta oportunidad
nuevamente en francés.
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