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M. Foucault (página 2)




Enviado por di1950



Partes: 1, 2

El cómo concibe la historia, es una de las
piedras angulares de su pensamiento. Allí surge una de las
rupturas que introduce con la tradición surgida en el
siglo XVIII, que aún se encuentra muy arraigada en el
campo de las ciencias
sociales. Mientras la continuidad histórica, la
racionalidad creciente, fue adoptada de un modo casi natural,
definiendo lo que se agrupa bajo la denominación de
modernidad, los
pasos de Foucault se encaminan con otro rumbo.

En este punto no es totalmente original, sino que se
nota en particular la influencia del pensamiento
científico contemporáneo, así como los
aportes de los filósofos Nietzsche y
Heidegger.

Estos, ubicados en la antesala de lo que puede
denominarse postmodernismo, sientan las bases de una nueva
concepción de la sociedad y del devenir del hombre en
general. Del primero, quien marca una
influencia mayor, tomará, prioritariamente, la
genealogía como método de
construcción de lo histórico y del
segundo la imagen del "ser
situado". Pese a ello no puede reducirse las influencias
recibidas a las mencionadas. El pensamiento de Marx, en
particular a partir de la visión de Althusser,
también puede ser rastreado. El discurso
elaborado sobre el poder es en
buena medida una respuesta a la elaboración althusseriana
de los Aparatos Ideológicos de Estado (AIE). Estos no
representan, a juicio de Foucault, sino un aspecto parcial de las
relaciones de poder que se presentan en el desenvolvimiento
social. Su estructura y
contenidos, no pueden ser referenciados exclusivamente a la
estructura económico-política. Sí acuerda
que instituciones
presentadas como espacios neutros dentro de la sociedad, en
realidad manejaban dimensiones ideológicas y ejercen
formas de poder que se proyectaban sobre los individuos. Hasta
ahora la
organización escolar era ubicada por los
teóricos marxistas como formando parte de un modo vago de
la superestructura. Pero la escuela y la
cultura en
general necesita nuevos caminos de abordaje. Tienen un rol dentro
del funcionamiento social muy diferente al de receptáculo
pasivo de determinaciones externas.

De modo de llenar el vacío que se produce,
recurre al aporte de Weber, si bien
curiosamente no es mencionado en sus obras. La importancia de las
construcciones culturales para explicar el comportamiento
humano de un determinado período, está presente en
toda la reflexión de Foucault. Desde que el poder no es
concebido bajo una forma única, sino plural y presente en
el comportamiento cotidiano del individuo, la cultura, tomando la
mayor extensión del concepto, debe
ser analizada.

Dado que el componente simbólico es cardinal
dentro del funcionamiento cultural, el discurso, la
articulación de símbolos de modo de presentar
determinados sentidos y significados, debe ser particularmente
tenido en cuenta. La violencia
simbólica es uno de los puntos que atraen la
atención del autor, coincidiendo en esto con los trabajos
contemporáneos de Bourdieu – Passeron y del propio
Althusser.

Esas influencias contradictorias que se reflejan en la
obra llevaron a que Jean Paul Sartre, por
ejemplo, lo acusara de ser un ecléctico, buscando por esa
vía descalificarlo.

En lo personal
considero que el aporte efectuado es digno atención,
más allá de una cierta "moda" que ha
cobrado. Quizás resulte válido afirmar que la
importancia radica más en los temas que puso sobre la mesa
que lo que dijo en concreto sobre
cada uno. Esa acción de atraer la mirada hacia aspectos
laterales de la discusión y ponerlos en el centro de la
misma, es uno de sus principales aportes.

El marcar la existencia de campos de luchas laterales,
como la libertad
sexual, el ecologismo, el feminismo, los
movimientos de homosexuales, etc, contribuye a revalorarlos
dentro de un cuestionamiento global al sistema.
Presentarlos como campos concretos donde se manifiesta los
conflictos que
sacuden la sociedad y donde no resulta válido reducirlos a
un solo plano, a una sola forma, supone cuestionar el conjunto
social.

La ruptura con el
racionalismo
iluminista.

Las diferentes corrientes iluministas tendieron a
construir una línea continua de evolución que mostraba el desenvolvimiento
progresivo de la razón. Cada etapa, período, forma
o estructura que sucedía a otra señalaba un avance,
un salto cualitativo en un proceso de
evolución continua. Evolución que, a la vez,
señalaba un origen y un destino o meta. Esa línea,
construida desde el hoy hacia el ayer, dejaba una sola ruta
posible a recorrer cuando se enfocaba desde el otro extremo. La
humanidad había recorrido esa ruta y no otra, cada paso es
una suerte de absoluto en ese andar y no una decisión
entre un abanico de posibles. Queda elaborado así un campo
de legitimidad para sus construcciones teóricas en el cual
los vacíos son obviados planteando una falsa continuidad.
Funciona como una suerte de axioma a partir del cual se
construía todo el edificio teórico.

Herederas de esa postura son las propuestas tanto de
Comte como del propio Marx, fundadores del pensamiento
sociológico moderno, si bien ambos se ubican en las
antípodas de la reflexión social. Cuando Conte nos
plantea la "ley de los Tres
Estados", piedra angular de su obra, está trazando una
línea por la cual ha transitado el ser humano a lo largo
de su historia, más allá de las particularidades
que adquiriera en cada espacio concreto. La humanidad en su
conjunto recorre ese camino inexorablemente.

En el caso de C. Marx hay un punto de partida diferente
y un rigor mayor en la construcción teórica. Toma
como base no el comportamiento de la razón abstracta, sino
el desenvolvimiento de la economía y de la
reproducción material de la vida. Todo
atravesado por el enfrentamiento de las clases fundamentales de
cada modo de producción. Cuando el modo de
producción esclavista es sustituido por el feudal y este
por el capitalista, queda trazada una línea de
continuidad. Marca un origen y un destino. Entremedio tiende un
puente consistente en el conjunto de su propuesta.

Mientras en el primero la meta era el
triunfo de la razón, vía por la cual se
alcanzaría la felicidad, en Marx la instauración
del comunismo,
triunfo también de la racionalidad en el uso y distribución de los recursos,
sería capaz de superar los conflictos históricos
que caracterizaran el desarrollo
humano.

Foucault rompe con esa tradición. Para ello se
nos muestra como un continuador del pensamiento de Nietzsche de
quien recoge aspectos fundamentales.

Cuando aquel afirmara que "Dios ha muerto"
señalaba la desaparición de la esencia y su
sustitución por la apariencia. La razón y el
humanismo en
ella asentado, son los cadáveres que exhibe aquella
muerte.

Conceptos tales como evolución y
superación, presentes en el discurso filosófico
desde Platón,
son borrados de un plumazo. El pasado nada nos puede aportar y el
futuro no existe en cuanto una perspectiva de crecimiento, de
mejoramiento axiológico de la humanidad. Ahora nos
encontramos en un presente permanente. Cada individuo busca en su
propia subjetividad los caminos de edificar su placer, su
dimensión dionisíaca, abandonando el carácter
apolíneo. Lo colectivo se diluye en lo individual, en su
subjetividad. En el artículo "Nietzsche, la
genealogía, la historia", primero de los trabajos
agrupados bajo el título de Microfísica del Poder
(1971), establece lo absurdo que resulta buscar el origen.
Citando al filósofo alemán, transcribe lo
siguiente: toda cosa y la razón misma "nacieron de un modo
perfectamente razonable, del azar" (2)

No existe una esencia "pura" y verdadera. No existe un
punto inicial a partir de la cual podamos trazar una línea
evolutiva que, a través de un tránsito ordenado por
cada una de las estaciones, nos conduzcan a nuestro presente.
Aceptar otra posibilidad es caer en aceptar la presencia de un
pre – conocimiento
que negaría toda posibilidad positiva. Rechazar la idea de
la evolución, del tránsito, de estadios menos
evolucionados a otros más elevados, o como quiera
llamárselos, deja de lado una de las ideas fundamentales
que han regido el pensamiento a partir del Siglo XVIII y genera
un vacío. La Historia global, la que reconoce etapas por
las que han transitado todos los seres humanos, con prescindencia
del espacio, tambalea. Aparece entonces la idea de discontinuidad
la que se constituye en una clave de primer orden. Tomando como
ejemplo el desarrollo de
una función
lineal puede afirmarse que la historia presenta una serie de
discontinuidades, de tramos en los que no está definida, y
de inflexiones, cambios de rumbo positivos o negativos, donde la
aceleración puede ser mayor o menor. Esta función
presenta tendencias parciales en diferentes tramos los que no
pueden absolutizar. Por otra parte no resulta válido tomar
la asíntota como representación de la
función misma, ya que estaríamos sustituyendo la
cosa, con su riqueza de comportamientos, por una
construcción a la cual se le impone una determinada
lógica
y un discurso externo a ella misma. Crearíamos de este
modo una meta – realidad a la que sólo la metafísica
podría acceder.

"Procedencia" y
"emergencia" como conceptos articuladores de la
historia.

Al no aceptar un encadenamiento único, finito o
infinito, de causas y efectos, que definen un proceso evolutivo,
¿cómo podemos alcanzar el
conocimiento? ; ¿cómo podemos analizar los
diferentes hechos que nos rodean? Para llenar ese espacio
introduce dos conceptos complementarios la procedencia y la
emergencia.

El primero apunta a "… encontrar bajo el aspecto
único de un carácter, o de un concepto, la
proliferación de sucesos a través de los cuales
(gracias a los que, contra los que) se ha formado"
(3).

El conocimiento consolidado no puede ser concebido como
un logro que se obtiene, de una vez y para siempre, en todo
espacio y todo tiempo. Es un "posible" que permite elaborar una
serie, más o menos extensa, con un referente espacio –
temporal concreto. Esto introduce el relativismo, en una
concepción muy personal del mismo, en la concepción
del conocimiento. Esto es particularmente válido en
áreas en las que no es posible simplificar y controlar
variables. Tal
el ejemplo de las ciencias que atienden al comportamiento de lo
humano.

La procedencia apunta a mostrar como los conceptos y las
cosas presentan una gama muy grande de pliegues y fisuras que lo
transforman en una construcción inestable. Tiene
además la particularidad de transmitir dicho
carácter a todo lo que sobre ella se apoye. Referido
concretamente a la sociedad lo anterior, podemos deducir que
cualquier tema que se aborde, deberá reunir la mayor
información posible sobre él y su entorno, pero la
construcción resultante será inestable.
Deberá explicitar de un modo exhaustivo la
constelación de fenómenos, profundos o
superficiales que contribuyen a definirlo. La construcción
estará limitada en el espacio y el tiempo. El autor nos
cierra el paso al intento de comparar. Tampoco sería
válido extrapolar situaciones o modelos de un
contexto a otro dado que los mismos responden a combinaciones
particulares. Aun cuando intervengan los mismos componentes, nada
asegura que tengan igual significado. Al no existir la pretendida
esencia, ambos fenómenos más allá de la
palabra que los identifica, no tienen nada que ver entre
sí, por pertenecer a series diferentes.

El concepto de procedencia tiene pues dos dimensiones
complementarias. Por una parte hace referencia a la necesidad de
determinar con la mayor exactitud posible, las condiciones y
sucesos que posibilitaron la aparición de un hecho. Dado
que en esta enumeración se manejan las tres
categorías básicas, general, particular e
individual, el mismo es producto de
una combinación única de las mismas.

La segunda dimensión hace referencia al manejo
del concepto construido el cual debe ser empleado de un modo
relativo evitando extrapolaciones y generalizaciones. El campo de
validez en que se gestara debe ser siempre explicitado e
integrado a la serie, inestable, que genera y de la que forma
parte.

Estos dos aspectos permiten a Foucault sortear con
relativo éxito y
bastante artificialidad, la dificultad de explicar la historia.
En efecto. A todo lo expresado hasta aquí no se trata de
decretar el fin de la historia en el sentido en que lo planteara
Fukuyama, sino de romper con una visión eurocentrista que
predominara hasta entonces y de la cual aún se conservan
resabios. Esta reacción del autor es compartida por su
generación, núcleo donde nacieran las formas que se
identificaran como corrientes contraculturales.

El segundo concepto, la emergencia, podría
definirse como el punto de surgimiento del concepto o de la
"cosa". Constituye un escenario cruzado por fuerzas que se
combinan y oponen y dan como resultado la "posibilidad" de que
emerjan determinados conceptos y hechos. Estas no surgen en
cualquier unidad espacio temporal, sino en aquella que la
constelación de fuerzas en juego lo
permiten.

Esto significa una ruptura total con la tradición
histórica global heredera de una visión
eurocentrista, transformada en universal. Manejarse dentro de las
coordenadas de aquella tradición histórica es
introducir una distorsión total en la identidad del
individuo, sustituyéndola por una creación
artificial que lo pone con relación a las coordenadas de
poder dominantes.

Siguiendo a Nietzsche llega a la conclusión de
que toda la historia de la humanidad, no avanza sucesivamente a
planos de mayor racionalidad, como lo postulara el positivismo,
sino que refleja relaciones de poder. Poder que deja su huella en
el propio individuo. El impacto de dichas formas que se proyectan
hacia el individuo, pasa a formar parte del propio ser y lo
transforman en singular.

Del mismo modo que el médico debe examinar a cada
paciente para poder diagnosticar, ha de proceder el historiador.
Se podría argumentar que el médico basa su análisis en el conocimiento
anatómico – fisiológico característico del ser humano. Pero este
argumento no resultaría válido porque lo que el
cuerpo y la fisiología que nos define no es sino
producto de una serie de cambios, en la que intervinieron
mecanismos adaptativos y hereditarios entre otros. Cada cuerpo
tiene una dimensión histórica personal. El cuerpo
de conocimiento a partir de la cual se diagnostica ha variado y
ello debe estar presente en el análisis. El funcionamiento
orgánico y la propia anatomía no han sido
siempre igual, ha cambiado.

No debe dejarse de lado ni un momento la
convicción de que, por exhaustivo que sea un
análisis, la construcción estará acotada a
un espacio – tiempo concreto y será de gran
inestabilidad.

El papel del
discurso.

Acá necesariamente debemos relacionar la
historia, y el conocimiento en general, con el papel que
desempeña el discurso en su propia conformación.
Frente a la discontinuidad que presenta la realidad, el discurso
plantea una articulación que se introduce desde el
exterior.

El discurso, tanto del sociólogo, del historiador
o cualquiera de los científicos, es una creación de
los mismos. Elaborada tanto partir de un contexto exterior que
define su entorno, como también de su historia interior.
Esas "historias" lo llevan a escuchar determinadas voces y a
silenciar otras; a emplear determinadas construcciones,
determinados esquemas, presentes en su mente más
allá de su propia conciencia. En
este punto hay una confluencia general con el planteo de Khun y
su teoría de los paradigmas.
Pero Foucault intenta ir más lejos que aquel. No se limita
a considerar el pensamiento y el conocimiento como dependiente
del paradigma
dominante, sino que la propia realidad es generada por aquel. Es
importante su afirmación de que el propio cuerpo no es
sino el resultado de las huellas de la historia. Desde el
elemento fisiológico hasta la elaboración
más sofisticada todo queda comprendido en ese marco.
Huellas que no son el resultado de un impacto unidireccional,
sino fruto de la lucha que desarrolla el individuo. Lo que nos
alimenta, los hábitos de sueño, el ocio, la forma
en que organizamos nuestra vida cotidiana, todo ello impacta
sobre nuestra capacidad de construir la realidad. Esto que lo ve
claramente el saber popular se "extraña" de sí
mismo en los planos académicos. En estos últimos la
realidad se vive a partir de una meta – realidad elaborada
y sostenida a partir de un determinado discurso que tiene la
capacidad de autolegitimación.

Dicho discurso es resultado de su propia descripción ya sea con vuelo de
águila o a través de ese sistemático
acallamiento voces a que hacíamos referencia
anteriormente. Podemos señalar como ejemplo del
silenciamiento de voces la ausencia de la mujer en la
historia. Si recordamos los textos tradicionales en los que nos
formamos cada uno de nosotros, encontramos que despliegan una
historia de hombres con total ausencia de la mujer. ¿La
mujer se limitó exclusivamente a la reproducción?
¿Incidió en los diferentes procesos? Esas
son preguntas que no son respondidas por los textos aludidos,
elaborados en consonancia con determinado discurso.

Foucault resalta así el rol articulador que
ejerce las formulaciones discursivas. Ellas deben ser
consideradas elaboraciones de segundo nivel ya que están
preexistentes en las redes de poder en que se
mueve. Más allá de que estén generadas en
experiencias de laboratorio,
ajustadas a todas las reglas positivas, la visión
estará mediado por un sistema preestablecido. El resultado
final también estará sometido a la necesidad de
respetar una jerarquización y en general una
estructuración previa. Tomando en cuenta esto es que se
puede comprender la postura foucaultiana respecto a que el
discurso es el que conforma el objeto y posibilita su emergencia
en determinado contexto.

Cuando se genera una ruptura, tal el caso de Giordano
Bruno, Galileo, o del propio Mendel, o la
lucha más cercana en el tiempo de Teyllard de
Chardín, se debe enfrentar los mecanismos de poder que se
sustentan y sirven de esas estructuras.
Modernamente el destino no está marcado por la hoguera de
la Inquisición, pero se han ideado otros instrumentos,
más sutil de sanción y silenciamiento.

Sólo cuando se aceptan los axiomas
extracientíficos es posible hablar genéricamente de
familia,
locura, sociedad o cualquiera de los conceptos que podamos
elegir. Sólo cuando se aceptan esos axiomas se puede
ingresar al universo del
"saber" y legitimarse con el mismo. Cada "familia conceptual" en
coordenadas precisas espacio – temporales, es una realidad
singular. Cuando seleccionamos, en el marco del axioma,
determinados elementos dejamos en las sombras otros, podemos
trazar una línea continua de evolución. Sobre esa
línea se levanta posteriormente una teoría
interpretativa que se articula con determinados códigos y
formas. Cuando nos enfrentamos a tal resultado, estamos frente a
una meta-teoría, a una "máscara" que distorsiona
nuestra identidad y nuestra capacidad de comprender.

No existe en relacionamiento directo sujeto –
objeto. Dicha relación se encuentra mediada por el
conjunto de la cultura, introyectándose en el individuo
aún antes de ser consciente de ello. Al estar la cultura
cruzada de relaciones de poder, vemos que estas están
presentes en el acto de conocer.

En el comienzo de "Las palabras y las cosas" (1964)
establece al respecto: " Los códigos fundamentales de una
cultura – los que rigen su lenguaje, sus
esquemas perceptivos, sus cambios, sus técnicas,
sus valores, la
jerarquía de sus prácticas – fijan de
antemano para cada hombre los órdenes empíricos con
los cuales tendrá algo que ver" (4). El parentesco con el
pensamiento de Weber es evidente. Para superar esa limitante es
necesario desarticular el discurso, la historia global, para
hacer crecer la historia general, tal como lo plantea
concretamente Foucault en "Arqueología del Saber". Al
respecto afirma: " … el tema y la posibilidad de una historia
global comienzan a borrarse, y se ve esbozarse los lineamientos,
muy distintos, de lo que podría llamar una historia
general" (5)

La necesidad de la
construcción de un nuevo discurso.

Se le impone la necesidad de una nueva visión de
la historia. Para ello se plantea la necesidad de crear un nuevo
discurso capaz de establecer nuevas pautas de integración – exclusión.
Precisamente este juego de integración –
exclusión, es una de las funciones claves
del discurso, proyectándose hacia el propio
desenvolvimiento del individuo en la sociedad. Dentro de
acontecimientos de un área espaciotemporal bien definida
es posible establecer una " red de causalidad que
permita derivación de cada uno de ellos, relaciones de
analogía que muestren como se simbolizan los unos a los
otros, o cómo expresan todos un mismo y único
núcleo central"(6). Este aspecto permite evitar la
dispersión de los hechos y la conformación de
conjuntos con
procesos particulares. Resulta absurdo en determinadas ramas de
las ciencias físico naturales negar la existencia de
relaciones de causa – efecto. Si combinamos en determinadas
circunstancias dos átomos de hidrógeno con uno de
oxígeno
obtendremos agua. Pero
como se ha demostrado, dos modelos meteorológicos
construidos artificialmente y puestos en funcionamiento no han
producido los mismos fenómenos. Ello a pesar de estar
conformados por los mismos elementos.

En campos complejos como en el social, en donde inciden
una gama muy extensa de variables, no es posible establecer una
causalidad lineal, mecánica, sino que en todos los casos
estaremos señalando un determinado grupo de
ellas. Por tanto la construcción deberá ser
entendida como un "posible", no como un "absoluto".

Esta postura lo lleva negar las grandes construcciones
adoptando en cambio una actitud
relativa. Las construcciones de carácter macro pueden
mantener determinados niveles de validez, pero mientras las
consideremos sólo como tendencias más o menos
permanentes en un período concreto. Tomemos como ejemplo
el modelo ideado
por Marx, uno de los más influyentes en nuestro siglo. La
serie construida a partir del desenvolvimiento económico,
no es sino un pliegue dentro de la historia general, que de
acuerdo a la coyuntura específica de un momento
tendrá mayor o menor fuerza
proyectiva hacia otros campos. En esto se acerca a los
neomarxistas de la Escuela de Francfort, los cuales concedieron a
la cultura y la ideología un papel mucho más
importante que el que originariamente les reservara Marx. Lo
simbólico tiene una gran trascendencia. Como ya lo
señalara Weber a comienzos del siglo y lo reafirmara en la
actualidad B. Bernstein, cuando en la obra: Clases,
códigos y control (1971),
el lenguaje es
un sistema que a la vez de articular las experiencias del
individuo, conlleva determinada manera de "leer la realidad. Esto
ya lo había adelantado Leybniz cuando estableciera que la
lengua de un
pueblo resume su propia historia y determina una forma de
concebir el mundo.

La historia debe ser entendida entonces como un conjunto
de pliegues en donde se combinan diferentes series de hechos.
Combinación en donde las líneas de fuerza de cada
una de ellas se retroalimentan, se complementan o se oponen entre
sí. Por esta razón es que se producen los quiebres.
Cuando una determinada combinación de series comienza a
oponerse al "orden" instituido, en equilibrio
inestable, cuando la fuerza que conjugan en una determinada
dirección, entonces se produce la
discontinuidad y la aparición de un "nuevo
orden".

El discurso en tanto que articulador y vehículo
de las relaciones de poder debe ser desmontado por aquel que
aspira a cambiar la relación existente. Mientras este
hecho no se verifique es imposible hablar de sustitución o
anulación de una determinada forma de poder. Cuando el
preso comienza a expresar su sentir sobre la prisión,
cuando progresivamente va articulando una

determinada visión del universo carcelario, en
esa medida está ideando un contradiscurso capaz de entrar
a disputarle el terreno al hegemónico.

Esta postura tiene dos consecuencias inmediatas. En
primer lugar, el problema de la superación de formas de
poder se instala en el plano individual y no en el colectivo. A
este sólo se llegará cuando un conjunto de soluciones
individuales se acumulen, creen una nueva unidad sígnica y
procedan a ocupar la posición hegemónica. Cabe
señalar que Foucault no desarrolló la menera en que
se pasa de lo individual a lo colectivo.

En segundo lugar, el escenario donde en la sociedad
moderna se define el poder es el correspondiente a la
creación discusivo-sígnica. Dado que este es
condición sine qua non para que el mismo alcance los
niveles de la cultura, entendida como forma de vida, el que
ejerza hegemonía en este terreno dispondrá del
poder de imponerlo a los demás. Cuando tratemos el
problema de la escuela este aspecto resultará claro. En
efecto la educación en general
y la escuela en particular, al manejar determinados
códigos, propicia la reproducción de un determinado
discurso que en definitiva reproduce relaciones de poder
intrínsecas.

El concepto de
Poder.

Este es un concepto capital dentro
de la obra de Foucault. Quizás sea el que ocupara mayor
espacio en su reflexión aún cuando desarrollara
temáticas particulares, constituyéndose en una
suerte de factor común. A pesar de ello es significativo
el hecho de que encontramos una serie de "huecos" de importancia
en su análisis.

Quizás la principal ruptura introducida por
Foucault lo constituya el abandono de la línea tradicional
de análisis del problema del poder. La reflexión
sobre el poder es un área que surge a partir del siglo
XVI, en donde se sistematiza la temática del buen gobierno.
Anteriormente se encuentran consejos sobre el comportamiento del
príncipe. Incluso un papiro del Antiguo Egipto,
atribuido a Ptah-hotep visir del Alto Egipto, registra una serie
de recomendaciones a su hijo sobre cómo ejercer el
poder.

" Para exponer las cosas muy esquemáticamente, el
arte de
gobernar se encuentra a finales del siglo XVI y comienzos del
XVII una primera forma de cristalización, forma que se
organiza en torno al tema de la razón de Estado entendida
no en el sentido negativo y peyorativo que se le da hoy
(infringir los principios del
derecho, de la equidad o de la humanidad por el solo
interés del Estado) sino en un sentido positivo y
pleno…" (7) Foucault en la cita nos acota la
construcción de la serie histórica, marcando un
quiebre significativo producido en el pasaje del siglo XVI al
XVII.

El tema, en su desarrollo, es sacado del exclusivo campo
político para ser instalado en la cotidianidad. Sin dejar
de reconocer que los intereses hegemónicos de diferente
grupos
sociales se encuentran detrás de situaciones de poder
generalizadas, considera que no es la única
manifestación de aquel. Del mismo modo considera
situaciones como las planteadas por obras como "El Miedo a la
Libertad" de E. Fromm, que buscan explicar comportamientos
sociales a partir de pulsiones del inconsciente.

En ambos casos no tenemos ante nosotros sino una parte
del problema. El poder es mucho más complejo que lo
derivado de las posiciones marxistas o freudianas. Es en esencia
un personaje que atraviesa todos los escenarios en los que se
despliega la vida humana. "Quiero decir esto: en una sociedad
como la nuestra, pero en el fondo de cualquier sociedad,
relaciones de poder múltiples atraviesan, caracterizan,
constituyen el cuerpo social; y estas relaciones de poder no
pueden disociarse, ni funcionar sin una producción, una
acumulación, una circulación, un funcionamiento del
discurso. No hay ejercicio de poder posible sin una cierta
economía de los discursos de
verdad que funcionen en, y a partir de esta pareja."
(8)

Su naturaleza
última no puede ser aprehendida sino allí donde su
intención está totalmente investida; en el interior
de prácticas reales y efectivas y en relación
directa con su blanco y campo de aplicación. Resulta
lógico entonces no tomar el nivel macro como punto de
partida para su análisis sino la multitud de actos que a
diario son protagonizados por el individuo. No es algo que se
precipita sobre el individuo y que se encuentra
institucionalizado en formaciones sociales. No importa la
legitimidad del mismo, si emana de los intereses de un grupo
hegemónico o si es producto de la voluntad de la
mayoría.

El planteo parte de que el poder se genera y materializa
en una extensa gama de relaciones
interpersonales desde las cuales se eleva hasta constituir
estructuras impersonales.

En este punto encontramos uno de los "huecos"
teóricos a que hacíamos referencia. Preguntas tales
como el modo en que se relacionan entre sí diferentes
formas de poder, cómo unas pueden ser apropiadas por
sectores sociales o cómo pueden cambiar o ser abandonadas
no es respondido con claridad. Si como vimos al analizar el
discurso existen normas que rigen
nuestra percepción, debe existir, a su vez,
mecanismos que posibiliten que se estructuren y se reproduzcan. A
la vez su permanencia implica una determinada
materialización en las prácticas cotidianas.
¿Cuáles son los elementos legitimadores,
cuáles los que permiten su sustitución
circunstancial o permanente? Parece faltar la respuesta y
sólo es posible alcanzarla a través de caminos
laterales. Por otra parte no podemos dejar de reconocer la
presencia de por lo menos dos grandes planos donde se agrupan las
diferentes manifestaciones de poder tomando como criterio la
extensión de las mismas. Uno estaría constituido
por las relaciones interpersonales que no alcanzan a la totalidad
de integrantes de un grupo y otro caracterizado por formas
institucionalizadas que operan como espacios cerrados. En estos
ya no es el poder de un individuo sobre otro sino de un grupo
sobre otro, con las características que sus integrantes
quiéranlo o no, quedan presos de su ejercicio. Los dos
planos en los que habría que considerar el Poder, tienen
dinámicas diferentes y generan formas de
perpetuación y defensa diferentes.

Consideramos, el planteo de Foucault resulta posible si
es viable relacionar dialécticamente las categorías
de lo individual, lo particular y lo general, para conformar una
imagen del punto. Mas ello supone ir más allá de lo
expresamente establecido por el autor. Se debe admitir entre las
categorías apuntadas, incluso, recorridos disimiles en el
corto plazo. Hemos de admitir, así mismo, que deben
existir relaciones entre las mismas y sus componentes, dado que
las mismas son parte de una misma realidad. ¿Cómo
formas generalizadas de poder se combinan con otras de menor
alcance social? He aquí una de las interrogantes que no
responde acabadamente el autor. No es la única. Si
admitimos que el poder está presente en todas las aciones,
bajo diferentes formas y dinámicas, qué sucede
cuando encontramos una constelación de fuerzas
contradictorias? La conclusión sería que el
conflicto
sería lo permanente dependiendo de su extensión e
intensidad, la importancia que cobrará dentro del conjunto
social. A pesar de ello nada nos aporta sobre posibles caminos de
superación. ¿Puede ser que determinadas formas de
poder sean como la luz de esas
estrellas que ya extinguidas, nos sigue llegando y puebla nuestro
cielo? La pregunta anterior nos conduce directamente a una
interrogante clave. ¿Puede sustentarse una relación
de poder, alejada de la situación que le diera origen? En
caso de respuesta positiva, cuánto más puede
sostenerse por una suerte de inercia histórica?

Dos esferas donde se
construye y reproduce el poder.

Foucault parte de la base de que existen dos esferas
donde se consolidan las prácticas, cada una de ellas tiene
sus propios mecanismos de legitimación, actúan como
"centros" de poder y elaboran su discurso y su
legitimación.

Una de dichas esferas está constituida por
la ciencia, la
otra por el contrario está conformada por todos los
demás elementos que pueden definirse como integrantes de
la cultura. Lo ideológico, las diferenciaciones de
género,
las prácticas discriminatorias, las normas y los criterios
de normalidad, están dentro de esta segunda esfera. Tanto
una como otra con una referencia notoria a un tiempo y un espacio
determinado.

En medio de las dos esferas referidas queda una zona
intermedia que es donde la cultura puede desprenderse de sus
códigos primarios y mostrar lo consolidado como un
"posible" entre otros.

Utilizando la genealogía como sistema Foucault
llega a la conclusión de que la instauración de la
sociedad moderna supuso una transformación sustantiva en
la consagración de nuevos instrumentos a través de
los cuales canalizar el poder. De manera paralela se
construyó un conjunto extenso de discursos que confirieron
fuerza y capacidad de expandirse a esas nuevas formas de poder.
Este ya no se basa como en el pasado en la fuerza y su
legitimación religiosa. Dado que como afirma el hombre, en
su actual dimensión es una creación reciente, el
poder debe materializarse a través de diferentes formas de
disciplinamiento. Es necesario que pase a formar parte del propio
ser de cada individuo. Al decir de Paulo Freire el mismo debe
alojarse en la cabeza del dominado y a considerar como natural lo
que desde el nacimiento se le está imponiendo.

Para alcanzar esta meta debe estructurarse una
retícula de poderes entrecruzados que van conformando en
su tránsito a los individuos. " El poder tiene que ser
analizado como algo que circula, o más bien, como algo que
no funciona sino en cadena. No está nunca localizado
aquí o allí, no está nunca en las manos de
algunos, no es un atributo como la riqueza o un bien. El poder
funciona, se ejercita a través de una organización reticular. Y en sus redes no
sólo circulan los individuos, sino que además
están siempre en situación de sufrir o de ejercitar
ese poder, no son nunca el blanco inerte o consintiente del poder
ni son siempre los elementos de conexión. En otros
términos, transita transversalmente, no está quieto
en los individuos". (9)

Desde el momento que es una forma histórica de
relación de los individuos y dado que consiste en una red intrincada tiene la
facultad de definir el cuerpo social. Así mientras Marx
dividía la historia de la sociedad de acuerdo al modo de
producción dominante, en Foucault, tal división
debería efectuarse a partir de series particulares, de
acuerdo a las características que asumen las relaciones de
poder existentes. Con la particularidad de que cada uno de los
períodos no se encadena a los demás sobre una
línea de evolución sino que es una serie
independiente de la que no puede deducirse otra cosa que su
propio carácter de tal.

Dimensiones y
cotidianidad del poder.

El poder no tiene una única fuente ni una
única manifestación. "…por dominación no
entiendo el hecho macizo de una dominación global de uno
sobre los otros, o de un grupo sobre otro, sino las
múltiples formas de dominación que pueden ejercerse
en el interior de la sociedad". (10) Tiene, por el contrario, una
extensa gama de formas y naturaleza. Cuando un grupo social es
capaz de apoderarse de los mecanismos que regulan una de dichas
manifestaciones, lo pone a su servicio y elabora una
superestructura que se aplica a los potenciales dominados. " No
hay ejercicio de poder posible sin una cierta economía de
los discursos de la verdad que funcionen en, y a partir de esta
pareja". (11)

Se crea, así, un discurso que lo presenta como un
hecho "natural" y procura bloquear las posibilidades de
aparición de otros discursos que tengan capacidad
cuestionadora. Aparece en escena la disciplina en
su doble acepción que mantiene desde su origen, apuntando
tanto al conjunto de conocimientos como al control.

Esa necesidad de contar con un discurso de "respaldo",
con una determinada forma de verdad, lleva necesariamente a
establecer una relación entre poder y saber. Esta
relación será clave a partir de la cual interpretar
la labor de la escuela como espacio cerrado. Espacio en el que
funciona uno de los panópticos que conforman la
sociedad.

Refiriéndose al surgimiento de la prisión
en su concepción moderna afirma: "El sueño
arquitectónico de Bentham se convirtió en una
realidad jurídica e institucional en el Estado
napoleónico, que sirvió por otra parte de modelo a
todos los Estados del siglo XIX. Diría que el verdadero
cambio ha sido la invención del panóptico.
Vivimos en una sociedad panóptica. Tenemos unas
estructuras de vigilancia absolutamente generalizadas, de las que
el sistema penal, el sistema judicial es una pieza, y de las que
la prisión es a su vez una pieza, de la que la psicología, la
psiquiatría, la criminología, la sociología, la psicología
social, son sus efectos. (12)

A partir de esta postura sobre la naturaleza y
funcionamiento del poder todos actuamos como víctimas y
victimarios del poder. Por tanto nos movemos en una
situación ambivalente con respecto al poder, participando
de él y estando sometidos al mismo.

Este es uno de los puntos débiles, que a mi
juicio presenta el conjunto del análisis.

No es posible dimensionar de igual modo las diferentes
manifestaciones de poder que se producen en el seno de la
sociedad. Aún admitiendo las premisas de reflexión
de Foucault hemos de admitir determinadas combinaciones dentro de
coordenadas espacio – temporales concretas que son capaces
de someter a otras de menor fuerza. Si muchas pueden considerarse
herencias de otras situaciones pasadas, hay en el presente
elementos capaces de revitalizarlas y reproducir.

Con todo el pensamiento de Foucault no nos presenta un
universo cerrado, un individuo preso en una telaraña de
líneas de poder. A cada paso se elaboran mecanismos de
defensa que van constituyendo la individualidad y abren la puerta
a la transformación, más allá de que no
surja con claridad la manera en que podrá asociarse con
otros para imponerse como detentor del poder. En esto se aparta
doblemente de su mentor, L. Althusser, y su teoría de los
Aparatos Ideológicos de Estado. Aparece en cambio
más cercano al pensamiento de Gramsci en cuanto al manejo
del concepto de hegemonía en sustitución al
empleo de
dominio
absoluto.

El papel de la
educación formal en la construcción y
reproducción del poder.

El ejercicio del poder, en nuestras coordenadas
histórico – temporales, necesita desplegar una
acción disciplinaria de modo de obtener los resultados
esperados de un modo eficiente. Para ello es que se han creado
los espacios cerrados en donde el poder se manifiesta de modo
directo. El ejército, el hospicio, la cárcel, la
fábrica y la escuela son esos espacios presentes en toda
sociedad. Cuando nos referimos a fábrica y escuela, ambas
expresiones, deben ser tomadas en sentido genérico, como
representantes de la actividad asalariada en general y de la
enseñanza formal.

Ante la pregunta si puede establecerse una
analogía entre la escuela, el cuartel, la fábrica y
la cárcel, como formas de encierro destinadas al
disciplinamiento, la respuesta de Foucault es por demás
clara. "Creo que en el fondo la estructura de poder propia de
estas instituciones la que es exactamente la misma. Y
verdaderamente, no se puede decir que haya analogía, hay
identidad. Es el mismo tipo de poder, se ejerce el mismo
poder." Diálogo
sobre el poder. (13)

Para desarrollar este juicio, que para los que hemos
sido formados en una visión positiva, positivista y "rosa"
de todo lo que se refiere a la educación tiene un efecto
traumático, debemos seguir los pasos señalados por
el autor. Los mismos son los siguientes. En primer lugar
significa la ruptura con una concepción humanista
dominante a partir del siglo XVIII y el enfrentarnos a una
construcción postmoderna de la escuela como
institución y la educación en general.

Para analizar la escuela desde la particular óptica
de Foucault debemos en primer lugar ver como se integra dentro de
los procesos diferenciadores existentes en la sociedad. Estos
crean espacios básicos en los que se definen situaciones
de poder. Tomando en cuenta trabajos como los realizados por B.
Berstein en Inglaterra
referentes a la adquisición del conocimiento de los
alumnos de acuerdo con su extracción social, es posible
establecer una correlación entre los resultados
académicos y los niveles alcanzados. También los
trabajos de M. Apple en Estados Unidos
apuntan a remarcar la misma situación. En un mismo sentido
están los informes
producidos por CEPAL en nuestro país. La conclusión
de todos estos informes es que existe una vinculación
directa entre los resultados alcanzados y la ubicación
social de los examinados. La escuela lejos de servir de mecanismo
de compensación acentúa esas diferencias. En todos
los casos la escuela parte de un mensaje único frente al
cual determinados sectores y extractos sociales no se
identifican. Uno de los mecanismos de resistencia
primarios consiste en un rechazo de los contenidos y de los valores
que están. El "fracaso" académico es el resultado
lógico de esta situación.

Cuando hablamos de sistemas diferenciadores no
sólo hemos de prestar atención a aquellos que se
derivan de la situación económica, sino
también hemos de hacer lugar a la tradición, las
leyes, la
cultura. Nuestra educación funciona sobre la base de la
universalidad, por tanto maneja un mensaje único. Un
universo cultural único al que necesariamente deben
integrarse los alumnos, no dejando lugar alguno para formas
alternativas. Tal como lo señalan los diferentes trabajos
que se ocupan del currículo oculto, las englobadas bajo la
denominación de reproductivistas o las corrientes
pedagógicas críticas, el campo de la
enseñanza dista mucho de ser neutro. En el mismo existe un
interés manifiesto de mantener determinadas formas dentro
de un status quo permanente.

La posición de Foucault se alinea con estas ideas
y propone que la escuela al ejercer el mismo tipo de poder que la
fábrica, la cárcel, el cuartel o el hospicio, busca
disciplinar el cuerpo y la mente de los individuos para
desenvolverse dentro de determinadas coordenadas de poder. En el
caso de la enseñanza el instrumento del examen es una de
las estrategias de
reproducción de las relaciones de poder. En la medida en
que el estudiante se encuentra a merced del examinador y que no
tiene otra alternativa que moverse dentro de los
parámetros establecidos por aquel, está siendo
sometido a un poder manifiesto. En el acto de examen la
relación poder – saber alcanza su esplendor supremo.
Eso combinado con las prácticas cotidianas de
enseñanza nos llevan a que "Las disciplinas encierran
ciertas visiones del hombre en cuanto agente moral, ser
sexuado, aprendiz o cualesquiera otra. Mediante los procedimientos
normalizadores del examen y la "confesión", las personas
se clasifican como objetos, "revelándoles" la verdad sobre
sí mismos. Al construir de este modo a los sujetos, el
poder moderno produce individuos gobernables." (14)

Un segundo aspecto que hemos de tomar en cuenta es el
referente a los objetivos,
implícitos y explícitos, perseguidos por la
institución en su accionar. A este respecto hemos de
considerar el aporte efectuado por las corrientes
reproductivistas y en especial los trabajos de Bourdieu con su
teoría del habitus. Como ha sido descripto desde los
trabajos iniciales de Althusser, Bourdieu, Paseron, Establet y
otros en Europa,
así como Gintis en EE.UU, la escuela debe ser analizada
profundamente de manera de poner en evidencia lo que se ha
denominado el currículo oculto. Es decir toda una serie de
actitudes y valores que si bien de modo indirecto se busca
matrizar en cada alumno que pasa por las aulas.

En este punto Bourdieu y Passeron, son quizás los
que en la obra La Reproducción, los que han presentado un
desarrollo más completo. La tesis central
de estos autores apunta a establecer que la escuela como
institución es un instrumento clave en la
reproducción de las relaciones de dominación
existentes en la sociedad. Esta dominación, a diferencia
de lo que aconteciera en la antigüedad no se verifica por el
empleo de la fuerza, aunque esta no se elimina, sino por la
implantación de lo que ellos denominan habitus. El mismo
es definido por los autores del siguiente modo: "produit de
l’intériosation des principes d’un arbitraire
culturel capable de se perpétuer après la cessation
de l’AP et par là de perpétuer dans les
pratiques les principes de l’arbitraire
intériorisé" (*)

Existe una correspondencia clara entre el pensamiento de
Foucault y el de estos autores. La implantación del
hábitus traduce una práctica de poder que busca
reproducir relaciones de dominio más intensa. Esta
visión de la escuela si bien tiene una cuota parte de
verdad, no es adecuada para definir la institución. Toda
la educación tiene una dimensión reproductiva en la
medida en que uno de sus objetivos esenciales es la
conservación de un determinado patrinomio cultural.
Qué se incluye dentro de esa reproducción,
qué medios son
puestos en juego, qué contenidos específicos son
privilegiados son harina de otro costal. Pero junto a la
reproducción se manejan conductas de resistencia.
Resistencia que comprende diferentes planos que va desde el
abandono, la negatividad sobre todo lo que en ello se expresa, la
indiferencia, la violencia hacia sus representantes, hasta la
elaboración de mensajes paralelos o formas de
contracultura.

A modo de síntesis
podemos decir que la escuela, en la concepción
foucaultiana, como representante genérica de la
educación formal, es el gran aparato disciplinador de la
sociedad. Si analizamos los instrumentos tradicionales: el
ejército, el hospicio, la cárcel y la escuela, esta
última cuenta con la ventaja de ser el espacio por el que
pasan todas las personas. Todos de una manera u otra llevamos
impresas en nuestro cuerpo y mente las huellas dejadas por la
escuela. El modo de hablar de pensar, de leer el mundo, empleando
la terminología freireana, es fruto del papel
disciplinador desplegado por la escuela. "… la disciplina
ejercida sobre la persona, con el
fin de producir cuerpos dóciles (es interesante
señalar que dócil tiene su propia
connotación educativa, pues proviene del latín
docilis que significa enseñable), se deriva de las
prácticas reducidas o micro-tecnologías. Estas en
la organización del espacio y del tiempo siguiendo
líneas ordenadas, de manera que faciliten formas
constantes de vigilancia y puesta en acción de evaluación
y el juicio" (15)

Citas incluidas en el
trabajo.

  1. M. Foucault. (1984). Citado por James D. Marshall,
    "Foucault y la investigación educativa" pág 15.
    Morata España
    1990.
  2. M. Foucault. Microfísica del poder. 3ra
    Edición. Ediciones de La Piqueta. España 1991.
    Página 10
  3. M. Foucaul. Microfísica… ob citada
    Página 13
  4. M. Foucault. Las palabras y las cosas. Planeta
    Agostini, España 1985. Página 5
  5. M. Foucault. La arqueología del saber. 18va
    Edición. Siglo XXI. Méjico. 1997. Pagina
    15
  6. Arqueología. Ob citada página
    15
  7. M. Foucault. Espacios de poder. Ediciones La Piqueta.
    España 1991. Página 19
  8. Microfísica… Obra citada páginas 139
    – 140.
  9. Microfísica… Obra citada página
    142
  10. Microfísica…. ob cit. Página
    142
  11. Microfísica… ob cit. Página
    140
  12. M. Foucault. Un diálogo sobre el poder. 5ta
    Edición. Alianza Editorial. España 1995.
    Página 63
  13. Un diálogo … ob. Citada. Página
    65
  14. James D. Marshall. Obra citada. Pág
    29.
  15. Keith Hoskin. Foucault a examen. El
    criptoteórico de la educación desenmascarado.
    Morata. España. 1993. Página 35.

 

 

M. Insp. Mag. Douglas Ifrán

Partes: 1, 2
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