- Deuda externa en el
período democrático (1958 hasta nuestros
días) - Repercusiones de la deuda
externa venezolana - Bibliografía
consultada
PALABRAS CLAVES: Deuda Externa.
Historia de
Venezuela. Gobierno de
Venezuela.
Corrupción
en Venezuela. Delitos
Políticos.
Luego del desmembramiento y
separación de lo que se conoció como la Gran
Colombia,
compuesta por Ecuador,
Venezuela y Colombia propiamente dicha, la deuda contraída
por la nación
durante la guerra de
independencia
fue repartida proporcionalmente entre los tres países que
la formaban. La parte que le tocó pagar a Venezuela
alcanzó a la cantidad de 34 millones de pesos (28,5%), a
Colombia el 50% y a Ecuador el 21,5%. Con esta deuda externa se
inició la República Independiente en
1830.
Luego de separada Venezuela de la Gran Colombia,
en manos del caudillo José Antonio Páez, a partir
de 1831 la república contrajo nuevas deudas, debido a las
guerras
civiles; las condiciones desfavorables en que fueron negociados
los empréstitos; las reclamaciones injustas y exageradas
que hacían gobiernos y súbditos extranjeros; el
peculado y la corrupción administrativa, que sirvió
para que gran parte de los empréstitos fueran a parar a
manos de los gobernantes de turno.
DEUDA
EXTERNA EN EL PERÍODO DEMOCRÁTICO (1958 hasta
nuestros días)
En la década de los años
setenta comenzó el alza de los precios del
petróleo.
Era la época de la nacionalización del hierro y del
petróleo, de las "vacas gordas" y de la Venezuela Saudita.
Los gobiernos de esos años empezaron a recibir mayores
ingresos y
también a gastar sin medida el dinero
petrolero y el que obtenían del crédito
externo. De esta manera e se creó una enorme deuda cuya
cancelación perturbaba el cumplimiento de los planes de
desarrollo del
país. Esta situación hizo crisis a
partir de 1983, cuando comenzaron a bajar los precios
petroleros.
El gobierno percibía entonces menos ingresos, al
mismo tiempo que
debía pagar ingentes cantidades de dinero en
amortización e intereses de la deuda. La
cancelación de esos compromisos compromete una buena parte
del presupuesto
nacional y obliga a suspender la ejecución de obras y
programas, en
perjuicio del desarrollo
económico y social del país.
El pago de la deuda externa ha pasado a ser un aspecto
importante de la política
internacional de Venezuela, por la incidencia que tiene en el
cumplimiento de los planes y programas del gobierno. Desde hace
mucho tiempo los países desarrollados han utilizado los
préstamos como un medio de controlar el comercio exterior
e intervenir en la política interna de los países
subdesarrollados. Por eso la solución del problema de la
deuda de loa países mal llamados del "Tercer Mundo" busca
lograr una actitud
solidaria y firme de los países deudores, con el objeto de
conseguir mejores condicione de pago: plazos más largos,
bajos interese s y libertad para
establecer sus planes de desarrollo y las prioridades en su
realización.
REPERCUSIONES DE LA
DEUDA EXTERNA VENEZOLANA
La falta de cumplimiento de los pagos y
las injustificadas reclamaciones de daños sufridos por
empresas
extranjeras, hicieron aumentar considerablemente el monto de la
deuda, que a finales del siglo XIX llegaba a más de 350
millones de bolívares. Los acreedores extranjeros
aprovechaban la crisis para presionar a los gobiernos en demanda de la
cancelación. El incumplimiento en los pagos sirvió
en muchos casos para justificar la intervención extranjera
en los asuntos internos de Venezuela, apoyando y financiando
movimientos miliares contra el gobierno, con peligro de la
soberanía y de la integridad territorial de
nuestro país.
Esta política de intervención y de cobro
compulsivo hizo crisis durante el gobierno de Cipriano Castro,
cuando barcos de guerra de Alemania,
Inglaterra,
Francia,
Italia y Estados Unidos
establecieron un bloqueo de nuestras costas, se apoderaron de
barcos venezolanos, desembarcaron tropas en La Guaira y Puerto
Cabello y demandaron el pago inmediato. Fue éste el
más grave conflicto
internacional que ha tenido la república.
Superada la crisis, el problema de la deuda se
sometió a un arbitraje, y se
firmaron los protocolos de
Washington en 1903, ,terminando así el bloqueo y la
intervención extranjera contra Venezuela. El gobierno de
Castro se comprometió a destinar el 30% de sus ingresos
por concepto de
impuestos de
aduanas, al
pago de la deuda, y se establecieron comisiones mixtas para
justipreciar las reclamaciones. El resultado final puso en claro
lo exagerados de los reclamos y la injusticia que se
cometió con nuestro país; así como las
ocultas intenciones de las grandes potencias que, además
del cobro de la deuda, tenían como objetivo
apoderarse de territorios venezolanos.
En los años que siguieron al bloqueo, el
presidente Castro perdió el poder y Juan
Vicente Gómez, con la ayuda de los mismos intereses que
habían conspirado contra Venezuela, se alzó con el
mando y estableció una férrea dictadura de
27 años, durante los cuales colmó de ventajas y
facilidades a las empresas extranjeras, que establecieron su
dominio
económico en el país. Estos cambios
políticos permitieron al gobierno disfrutar de un largo
período de bonanza económica y, en 1930, centenario
de la muerte de
El Libertado, canceló la deuda externa de
Venezuela.
En los 30 años siguientes, nuestros gobiernos
llevaron a cabo su gestión
administrativa sin apelar a los empréstitos del exterior.
En el período constitucional de Rómulo Betancourt
se inició la práctica de contratar
empréstitos para financiar los programas de desarrollo
económico y social del gobierno. Como resultado de esta
nueva política, durante los tres primeros gobiernos del
período democrático, Betancourt, Leoni, Caldera, la
deuda externa subió de 885 millones de bolívares en
1961, a 3.613 millones en 1973. Se comenzó a negociar con
la banca privada
externa, de preferencia sobre los organismos financieros
internacionales, y a contratar por intermedio de los organismos y
empresas del Estado,
más que directamente por el propio Estado.
Durante el primer gobierno de Carlos Andrés
Pérez los precios del petróleo subieron, de 4,22
dólares el barril en 1973, a 14,35 dólares en 1974,
lo que significó un notable incremento en los ingresos
fiscales, en la liquidez y en las reservas monetarias
internacionales.
Sin embargo, aquel aumento extraordinario de recursos
sirvió para impulsar el gasto
público, que superó con creces los ingresos del
Estado. Como consecuencia creció la deuda nacional a
niveles inconcebibles, pues llegó a más de 100.000
millones de bolívares al final de su
período.
Durante el gobierno de Carlos Andrés
Pérez la deuda externa alcanzó niveles sin
precedentes, en cualquier país del mundo hubiera parecido
insólito e inaudito, que habiendo muchos más
ingresos por concepto petroleros, el Estado
Venezolano representado por su gobierno, haya tenido que realizar
enormes préstamos de dinero, como si los ingresos producto de
los elevados precios del petróleo a nivel mundial, no
hubiesen sido suficientes para calmar la voraz "hambre" asumida
por los emisarios del gobierno, quienes pensaron mucho más
en el presente de aquella época, que en el futuro y las
consecuencias que podrían resultar de aquel endeudamiento
por demás, irresponsable, y del cual el pueblo venezolano
ha sido el menos beneficiado. Este enorme endeudamiento, que
consideramos "criminal", fue lo que sirvió para justificar
la frase del presidente Luis Herrera Campíns en su
discurso
inaugural, que recibía "un país hipotecado". En los
primeros meses del nuevo gobierno continuó el auge de
precios petroleros y se mantuvo el flujo extraordinario de
ingresos del gobierno. La guerra entre Irán e Irak,
países petroleros miembros de la
Organización de Países Exportadores de
Petróleos (OPEP), hizo que
las divisas y las reservas monetarias internacionales de
Venezuela alcanzaran niveles sin precedentes. No obstante el
auge, comenzó a sentirse cada vez más el peso de
las obligaciones
de la deuda y de los nuevos préstamos contratados por el
gobierno.
Mediado el gobierno de Luis Herrera, comenzaron a bajar
los precios del petróleo. Venezuela comenzó a vivir
el tiempo de las "vacas flacas", y esto significaba menos
ingresos monetarios para atender las obligaciones y los programas
elaborados por el gobierno de una forma también
irresponsable, sin considerar que el
petróleo, así como es un hidrocarburo
inflamable, así de igual son sus precios en el mercado
internacional, no siempre son estables, y por lo general,
varían constantemente con las crisis económicas del
mundo y los problemas
sociales y políticos, aunado esto a que, más de
la mitad del petróleo del mundo se encuentra en una zona
completamente inestable, de constantes enfrentamientos
bélicos como es el Medio Oriente. A raíz de la
disminución de los ingresos producto de lo que ya hemos
mencionado, el gobierno de turno, presidido por el Dr. Herrera
Campíns, tuvo que iniciar gestiones en busca de un
refinanciamiento de la deuda.
En 1979, cuando se inició el período de
Luis Herrera Campíns, la deuda externa había
llegado a más de 100.000 millones de bolívares, y
cuando terminó su gobierno en 1984 la deuda había
aumentado a más de 180.000 millones de bolívares.
Es decir, el diagnóstico de "país hipotecado" que
formuló Luis Herrera Camping al asumir el gobierno,
seguía siendo acertado cinco años después,
al terminar su período presidencial. En estas condiciones
se iniciaron las gestiones para el refinanciamiento de la
deuda.
Hacia el final del período, el gobierno de
Herrera Campíns optó por establecer el control de
cambio y la devaluación del bolívar frente al
dólar, además de decretar la llamada
liberación de los precios e iniciar la campaña del
"compre venezolano". De esta forma, el Bolívar que durante
muchos años se había mantenido como moneda
sólida y de gran poder en los mercados
internacionales, comenzó a en esta fecha un sostenido
proceso de
desvaluación que ha continuado hasta el día de hoy.
Esto resultado altamente peligroso y como un factor de
explosión social, sencillamente porque en Venezuela, en
donde todo se importa, desde alimentos hasta
maquinarias y equipos, la devaluación ha significado
empobrecimiento del país y alza de los precios, resultando
como siempre, más afectada la clase popular y media. Para
poder tener una idea de la forma en cómo afecta la
devaluación el bolsillo de los venezolanos, pongamos este
ejemplo: En 1983 una persona que
ganaba 4.300 bolívares como sueldo mensual, tenía
en sus manos 1.000 dólares americanos, a un precio de 4,30
bolívares cada dólar. En el año 2003, una
persona que gana 194.500 bolívares como sueldo
mínimo (establecido por Decreto Presidencial), del cual
calculamos que cerca del 65% de los venezolanos gana este tipo de
salario,
tendrá en sus bolsillos la paupérrima cantidad de
105 dólares americanos, calculados a 1.850
bolívares por unidad de dólar americano.
El proceso de refinanciamiento de la deuda
pública externa se inició en el gobierno de
Jaime Lusinchi, y luego de largas negociaciones y dificultades,
se firmaron los acuerdo sen 1986. En esta nueva frase sigue
gravitando sobre el país el elevado monto de la deuda, el
incumplimiento de los pagos y la falta de recursos para el
funcionamiento del aparato económico. Los intereses de la
deuda han alcanzado la cifra de 185.000 millones de
bolívares anuales, lo que representa una cuarta parte del
presupuesto nacional.
La deuda externa ha pasado a ser el principal problema
de la política exterior de Venezuela. A ella están
ligados los problemas del
desarrollo y al soberanía del país. Mediante el
refinanciamiento se busca conseguir más dinero en nuevas
condiciones, para seguir pagando la deuda y sus enormes intereses
y aceptar nuevos compromisos que afectan aún más el
futuro del país. Pare recibir nuevos empréstitos la
nación debe aceptar religiosamente las recetas que nos
formulan la banca acreedores y los organismos financieros
internacionales, los cuales prescriben el tratamiento que
más conviene a los intereses del gran capital.
Como resultado de esa devaluación irresponsable y
muchas caprichosa de factores internos de los gobiernos de turno
así como la presión de
los grandes capitalistas extranjeros, la paridad de nuestra
moneda ha pasado, en pocos años, de Bs. 4,30 a 1.850 por
dólar hasta nuestros días (Enero 2003). En cambio, ha
desencadenado una ola de alzas en los precios debido a la marcada
dependencia de nuestra economía, de las
importaciones, y
al elevado componente extranjeros de los bienes y
servicios de
producción nacional.
La devaluación ha servido al gobierno para
obtener nuevos recursos con los cuales atender los gastos de la
administración
pública. En cierta forma la devaluación
conviene al gobierno, pues el diferencia de la moneda significa
que al cambiar las divisas por moneda nacional, el gobierno
recibe más recursos; una fuente de recursos que necesita
para atender a los gastos de la
administración pública y al pago de la
deuda.
La devaluación del bolívar y los ingresos
obtenidos con el diferencial del cambio, explican el enorme
aumento del presupuesto, que en el 2003 superará los 30
billones de bolívares (30.000.000.000.000,oo
Bs.).
Esta enorme cantidad de billones de bolívares que
se obtendrán por las medidas cambiarias, ingresos
petroleros, tributación y otros ingresos, recaerá
en la población, que tiene que pagar mayores
precios en los artículos de consumo, de
los servicios, etc. Mientras los salarios
(194.500,oo Bolívares mensuales de salario mínimo
para Enero de 2003), permanecen iguales o con escasa
fluctuaciones y el país se sumerge en un proceso continuo
de empobrecimiento que afecta a las clases populares y aun
creciente número de las capas medias de la
población, ya casi inexistentes.
Para el año 2003 la deuda externa venezolana
está calculada en unos 35.000 millones de dólares
estadounidenses. Y cerca del 35% del Presupuesto Nacional
destinado para el año 2003, será para amortizar
parte de esta deuda externa. Las reservas internacionales de
Venezuela para Enero de 2003, están calculadas en 12.000
millones de dólares. La producción petrolera
venezolana está calculada en 3 millones de barriles
diarios. El Salario Mínimo mensual está fijado en
194.500 bolívares.
Hermanada con esta práctica, comienza a penetrar
y a extenderse la idea de la privatización, que presiona para que las
empresas del Estado pasen a manos del sector privado. Los
ingresos que obtenga el gobierno por la venta de dichas
empresas, devaluadas por la propaganda de
un pobre rendimiento, irían a pasar a manos del sector
privado, y los ingresos que reciba el Estado pasarían a
manos de los acreedores, en pago de la deuda. Sería un
aporte del neoliberalismo
a la banca internacional.
LECCIONES DE HISTORIA MODERNA Y
CONTEMPORÁNEA DE VENEZUELA. Arias A., Alberto. Editorial
Romor, Caracas, 1994.
Enviado por:
Mazerosky Portillo