- Aspecto
comunicacional - Periodismo y
literatura - Una discusión
histórica - El escritor periodista y el
periodista escritor - Carácter
lingüístico - Los géneros
periodísticos - La búsqueda de la
verdad - Breves
consideraciones - Bibliografia
consultada
El periodismo
puede ser encuadrado dentro de los aspectos básicos de
la
comunicación, pero también, desde un enfoque
sistémico, se lo puede estudiar para establecer un
acercamiento entre periodismo y
literatura.
El periodista utiliza el término "literatura" como
sinónimo de bibliografía. También, por regla
general, establece que podría encuadrarse dentro de un
aspecto mucho más amplio: la opinión,
contraponiéndolo al concepto de
objetividad.
Pero lejos de esta sutil interpretación, lo
literario tiene bases mucho más profundas y
significativas: 1) Desde un aspecto comunicacional, es posible
hallar una ubicación del periodismo con relación a
la literatura. 2) Mediante un análisis exhaustivo de los géneros,
un orden donde se ubica el periodismo literario y la literatura
periodística en torno a la
noticia y la información, como modos de
enunciación y discurso. 3)
La historia, por su
parte, refleja la discusión de los escritores ante la Real
Academia Española, con el surgimiento del periodismo
vinculado con la literatura. 4) Otro aspecto a considerar es la
existencia de un periodista escritor y un escritor periodista. 5)
En el estudio lingüístico, diversos autores
establecen factores comunes entre literatura y periodismo, con un
esquema de la problemática. 6) Otro aspecto sería
interpretar la ambigüedad de géneros, principalmente,
en el reportaje novelado. 7) Como último punto, se ofrece
un punto de vista interesante en cuanto a la "búsqueda de
una verdad" tanto en el periodismo como en la
literatura.
Planteada la problemática, es preciso hallar una
correspondencia entre los distintos aspectos que conforman el
ámbito de la discusión.
Si se quiere diseñar un símbolo que
represente la ubicación del periodismo entre la literatura
y la comunicación, se elegiría a un
árbol: las raíces, la
comunicación (oral y escrita), el tronco, la
literatura y las ramas el periodismo. (Ver gráfico nº
1) Esta idea surge de las palabras de José Acosta Montoro,
quien afirma que el periodismo y la literatura "son como la rama
y el tronco, que no pueden vivir por separado". (Acosta Montoro,
1973:51) Tanto la literatura como el periodismo se alimentan a su
vez de la comunicación, ya que desde este punto de
vista toda creación (periodística o literaria)
puede ser considerada como una palabra global, que el lector
llena de sentido, según su conocimiento
de la lengua y su
experiencia personal.
Desde sus orígenes, la literatura siempre
alimentó al periodismo, puesto que las noticias
constituían un pequeño centro de la información que ofrecían los
periódicos.
Se pueden separar ambos lenguajes, en donde no es
fácil encuadrar satisfactoriamente a la literatura o lo
que se entiende por ella, o bien, al periodismo propiamente
dicho. Aunque parezcan disímiles, tienen muchos puntos en
común.
Si bien se puede incluir al periodismo dentro de los
cánones básicos de la comunicación,
entendido únicamente como el acto de "comunicar
información", sería minimizar su función,
trascendencia e importancia.
Por periodismo se entiende la función
social de recopilar, procesar y difundir por cualquier medio de
comunicación (mass media) una noticia de interés
público, con la finalidad de informar y formar, así
como también la de persuadir y entretener. El mensaje
periodístico, aparte de ser un hecho comunicable en el
más amplio sentido, cumple con la función formativa
por los juicios de valor que se
emiten. Otra finalidad es la recreación, abarcando diversos
géneros: humorismo, costumbres, viajes,
ensayos,
etcétera. "Así, pues, el periodismo incluye
comunicación por esencia, información por
necesidad; formación por deseo de orientar;
entretenimiento por naturaleza; y
todo ello dentro de una área envolvente que incluye
estilo, técnica y representación adecuada". (Acosta
Montoro, 1973:54)
Los matices presentados demuestran que el periodismo ha
surgido como una necesidad comunicacional, y su trascendencia,
hoy día, hace que no se pueda concebir una historia futura sin
periodismo.
"El periodismo es la historia del presente y la
literatura es el periodismo del pasado. Es lógico que,
dentro del campo de la comunicación histórica,
antes de investigar lo que hicieron los antepasados, interesen al
hombre saber
lo que hacen sus contemporáneos. El tiempo convierte
en historia lo que en ‘otrora’ fue
‘periodismo’". (Acosta Montoro, 1973:73)
"Sin el periodismo el hombre
conocería su realidad únicamente a través de
versiones orales, resúmenes e interpretaciones
históricas y anecdotarios". (Leñero,
1992:35)
En literatura, por regla general, se descuenta lo obvio:
un poema, un cuento, una
novela o una
pieza teatral escrita; pero, ¿qué
clasificación tendría un ensayo, una
columna o un chimento de la farándula?
En las tradicionales definiciones de literatura:
"compromiso", (Sartré, 1962) "búsqueda de la
subjetividad", (Eliot, 1959) "de la imitación de la
realidad–mímesis", (Aristóteles, 1982) se sumaría la
propuesta de Graciela Montes: un acercamiento entre la realidad y
la fantasía. "La literatura es una búsqueda nueva,
ni un sueñismo de fantasía divagante, ni el
realismo
mentiroso. Más bien exploración de la palabra, que
es exploración del mundo y que incluye en un solo abrazo
lo que suele llamarse realidad y lo que suele llamarse
fantasía", ya que no sólo el mundo del escritor
estará lleno de sutilezas y belleza, sino que mediante la
"exploración de la palabra" puede fomentar en los lectores
"nuevas búsquedas internas". (Montes, 1990:25)
La magnitud del trabajo artístico del escritor
estará dado por la sola circunstancia de recrear la
fantasía dentro de lo literario para que el lector pueda
disfrutar de un goce estético, renovado en cada lectura.
PERIODISMO Y
LITERATURA
Tanto el periodismo como la literatura comparten
aspectos en común. Se ha rescatado a la fantasía
como elemento principal de la literatura, comprobando de esta
manera lo expresado por Martín Vivaldi: "El literato, el
artista creador, puede deformar la realidad exagerándola
(en toda creación hay hipérbole)". El lector "puede
pasar de la realidad a la fantasía, yéndose
más allá o quedándose más acá
del mundo circundante…" En cuanto a la creación
periodística se establece como regla general que lo que
mueve a la sociedad de hoy
es la necesidad de transmitir un conocimiento
integral, formativo y a veces de entretenimiento. El periodismo,
aún el más profundo y revelador, tiene que
someterse a la realidad con la mayor honradez y objetividad. "La
literatura, la creación literaria, es un lujo, el
periodismo es una necesidad". (Martín Vivaldi,
1986:249)
En gran medida, sería impreciso hablar de que el
periodismo pueda aparecer como el hermano menor de la literatura,
porque el periodismo es también literatura. Este nuevo
género
nacido de las crónicas, reportajes, artículos,
entrevistas,
semblanzas, etcétera, tiene matices especiales: todo
escrito puede estar presentado con calidad y si es
posible con belleza, ya que "el periodista escritor o el escritor
periodista, presta dignidad literaria a cuanto informe toca con
su pluma". (Martín Vivaldi, 1986:248)
En casi todos los casos, la literatura puede acercarse
al periodismo o alejarse en un doble movimiento
para marcar distancias o aprovechar coincidencias. La
función de la literatura es distinta a la del periodismo,
pero el lector puede ser el mismo, incluso el autor. Cabe afirmar
que tanto el periodismo y la literatura se presentan como aliados
inseparables.
PERIODISMO LITERARIO Y LITERATURA
PERIODÍSTICA
Por el momento, se ha incursionado en cada género por
separado, pero se pueden fusionar tal como aparecen en la
realidad.
Se habla de un periodismo literario, cuando el
género predominante es el periodístico secundado
por la literatura, o bien, si se toma a la inversa, lo literario
predomina ante lo periodístico. Un cuento o un
poema pueden ser publicados en un diario; un artículo o
una crónica pueden tener su lugar en un libro. En esta
materia no
existen reglas fijas, lo mismo que para la fusión
entre ambos géneros.
Para analizar esquemáticamente una
clasificación de géneros periodísticos,
Amando de Miguel (1982) presenta como propuesta la integración entre periodismo y literatura.
(Ver gráfico nº 2) El periodismo informativo puede
abarcar la noticia, su análisis e investigación; el periodismo literario
puede ser clasificado como un género ambiguo, ya que puede
presentarse a la información en primera persona
(reportaje, entrevista,
crónica) o muchas formas de opinión como ser:
editorial, columna, colaboraciones espontáneas y la
crítica, según sea el caso. En cuanto a la
literatura periodística, el propósito principal es
deleitar, entretener y por qué no persuadir y divulgar el
conocimiento
científico y la creación literaria.
Corresponden en este caso las formas de ensayo, humor,
costumbrismo, narrativa, tiras cómicas,
etcétera.
Aquí no se concluye con la polémica, la
historia dirá lo suyo.
En el siglo XIV, ante la Real Academia Española,
los folletinistas formularon una polémica en torno al rol del
periodista y su vinculación con la literatura.
En 1845, Joaquín Rodríguez Pacheco lleva
su discurso ante
la Real Academia Española, defendiendo los derechos literarios del
nuevo género: el periodismo.
Cincuenta años después, Eugenio
Sellés leía su discurso de ingreso a la Academia y
se refería al periodismo como un género literario
comparándolo con la historia, la novela, la
crítica y la dramática. Decía: "Es
género literario la oratoria que
prende los espíritus con la palabra y remueve los pueblos
con la voz; es género literario la poesía,
que aloja la lengua de los
ángeles en la boca de los hombres; es género
literario la historia, enemiga triunfante de la
destrucción y del tiempo, porque
hace volver lo que pasó y resucita el alma de las edades
muertas; es género literario la novela, que
narra lo que nadie ha visto, de suerte que a todos nos parece
verlo; es género literario la crítica, que pesa y
mide la belleza y tasa el valor y
contrasta la verdad y las mentiras artísticas; es
género literario la dramática, que crea de la nada
hombres mejores que los vivos y hechos más
verosímiles que los reales; no ha de serlo el periodismo,
que lo es todo en una pieza: arenga escrita, historia que va
haciéndose, efemérides instantáneas,
crítica de lo actual y, por turno pacífico,
poesía
idílica cuando se escribe en la abastada mesa del poder y
novela
espantable cuando se escribe en la mesa vacía de la
oposición?" (Acosta Montoro, 1973:82)
Tres años después, Juan Valera no
veía tan claro el planteo. Afirmaba: "Ser periodista es,
si duda, profesión u oficio, como ser ingeniero, abogado o
médico. Es evidente, asimismo, que el periodista debe ser
literato, un literato de cierta y determinada clase. Pero se
infiere aquí, que haya un género de literatura,
distinto de los otros, que pueda y deba ser llamado género
periodístico? Sobre esto es lo que no estoy muy seguro aunque si
me inclino a algo es a negar que haya tal género. Lo que
distingue al periodista de cualquier otro escritor, poco o nada
tiene que ver con la literatura". (Acosta Montoro,
1973:83)
En 1898, Isidoro Fernández Flores (Fernanflor),
contestando al discurso de recepción en la Academia,
argumentaba: "Se llama periodista al literato que escribe con
frecuencia o casi a diario en un pliego o grande hoja volante,
que se estampa periódicamente y se difunde entre el
público, a veces por centenares de miles de ejemplares.
Cuando se logra que estos centenares de miles de ejemplares sean
comprados y leídos, el periodista que dispone de ellos y
escribe, dicta o inspira su contenido, no puede negarse que posee
un instrumento poderosísimo para influir en la
opinión, para modificarla. El libro es un
medio de publicidad y
el
periódico es otro. De ambos medios se vale
o puede valerse el escritor, pero hay, en realidad, diferencia
literaria entre ambos medios. De una
serie de artículos se forma a menudo un libro y de
fragmentos o pedazos de un libro se hacen a menudo también
unos pocos artículos de periódicos. Tan cierto es
lo dicho, que no hay arte de escribir
o de hablar donde, entre los diversos géneros de discursos
escritos o hablados, se califique al periódico
como género aparte. Hay poesía y prosa. La
poesía es o puede ser lírica, épica y
dramática, con no pocas subdivisiones o especies
híbridas como elegías, sátiras,
epístolas y fábulas.
La prosa puede ser didáctica o no didáctica, dirigirse a enseñar, a
deleitar o ambos fines; puede ser narración verdadera o
fingida, y llamarse historia, novela o cuento. En suma, y para no
fatigar a nadie, ¿quién desconoce o ignora los
diferentes géneros en que pueden dividirse los escritos,
ya por los asuntos de que se trata, ya por la manera en que son
tratados los
asuntos? ¿Hay entre estos géneros modos de
calificar, distinguir y separar de los otros y determinar un
género especial que llamamos periódico?
Yo creo que no lo hay. Al contrario, cuantos son los tonos,
géneros y maneras de escribir, caben en el periodismo. Y
nada hay que no puede insertarse con éxito
en los periódicos, cuando la inserción es oportuna
y atinada. La cuestión está en que venga a cuenta o
a pelo lo que se inserta, presuponiendo que no es malo o tonto,
sino que es ameno o instructivo." (Acosta Montoro,
1973:85)
Genial precursor de esta polémica fue Mariano
José de Larra, quien en su conocido artículo: Ya
soy redactor, escribiera: "El hecho es que me acosté
una noche autor de folletos y de comedias ajenas y amanecí
periodista; míreme de alto a bajo, sorteando un espejo que
a la sazón tenía, no tan grande como mi persona, que es
hacer elogio de su pequeñez, y vine a escudriñar
detenidamente si alguna alteración notable se
habría verificado en mí físico; pero por
fortuna eché de ver que como no fuese en la parte moral lo que
es en la exterior y palpable tan persona es un periodista como el
autor de folletos". (Acosta Montoro, 1973:88)
En definitiva, la Academia se pronunció ante la
polémica cuando permitió el ingreso del periodista
Mariano de Cavia.
EL ESCRITOR PERIODISTA Y EL PERIODISTA
ESCRITOR
La imagen del
periodista se lo confunde con la del escritor; ambas pueden tener
puntos encontrados, ya que participan de un mismo medio.
También, al periodista se lo confunde con el articulista
el ensayista, el reportero, el cronista y, en muchos casos, estos
términos son utilizados como sinónimos.
Pero, ¿qué es ser periodista?
Gonzalo Martín Vivaldi, por su parte, define al
periodista como un escritor que habitualmente escribe en un
periódico, diario, seminario o
revista. "Para
ser periodista, desde un punto de vista psicológico o
caracterológico, se necesitan especiales condiciones,
entre las que se destacan la vocación y una sólida
preparación cultural básica, con
especialización posterior en cualquiera de las actividades
fundamentales del periodismo moderno. Según Verpraet el
periodista debe poseer un triple sentido: sentido del tiempo, de
la actualidad y del público. Y según la
fórmula clásica de Rivarol, todo el oficio del
periodista se resume en la siguiente afirmación: ver y
saber, hacer ver y saber hacer. Para Ortego Costales ser
periodista no es escribir en los periódicos. "Aquí
–escribe– como en el manicomio, no son todos los que
están ni están todos los que son". Y afirma: "Son
periodistas los que traba directa y racionalmente la noticia,
quienes la buscan, escriben, seleccionan o titulan, pero no
quienes se reducen a una simple manipulación de la misma:
el taquígrafo que la recibe por teléfono, el que la envía y/o repite
por teletipo, el linotipista que la compone, el corrector de
pruebas".
(Martín Vivaldi, 1986:87)
En primer término, se puede afirmar que el
periodista es ante todo un escritor. Este aspecto se ha visto en
el análisis presentado por los articulistas ante la Real
Academia Española, en donde se señalaban
fundamentalmente la visión futura del periodista, no
siendo ajena su tarea a la de cualquier escritor.
Es difícil o casi imposible encerrar en una
definición la misión de
periodista o por la que se entiende como tal. Al exponer los
distintos puntos de vista se puede presumir que, más
allá de los mitos y
prejuicios, el periodista es esencialmente un profesional que
investiga y divulga acontecimientos de trascendencia social y de
actualidad ante los medios de
comunicación.
A diferencia con el escritor (literato), al periodista
le urge el tiempo, ya que la noticia hoy, debe ser publicada,
porque mañana perderá su vigencia y será
simplemente una información. En cambio, el
escritor puede disponer de todo su tiempo para escribir una
obra.
"El creador literario goza de absoluta libertad y
hasta puede permitiese el lujo de escribir para él mismo
para su propia y única satisfacción. El periodista
trabaja contra reloj para que el mensaje interese a todos, llegue
a todos y sea lo más útil, fácil, directo y
comprensible para todos, como aplicación práctica
de unas técnicas
profesionales separadoras de la prehistoria de su
oficio". (Aguilera, 1992:25)
José Luis Martínez Albertos, por su parte,
hace una clara diferenciación entre un escritor y un
periodista, expresando:
- Siempre debe existir una relación, porque
escritores y periodistas comparten un mismo instrumento de
trabajo, que es el lenguaje,
aunque sea con las profundas diferencias y los distintos
objetivos
que hemos visto en líneas generales. - Dentro de los complementos del periodismo …
(estilo ameno); cabrían siempre los
escritores. - Muchos escritores tendrán que hacer sus
primeras armas en los
medios de
comunicación social, en el periodismo, como una
escuela de
estilo y de los gustos de hoy, sobre todo, en el terreno
lingüístico. Según Alberto Moravia "todo
escritor contemporáneo debe pasar por el periodismo".
(Citado por Aguilera, 1992: 20)
Amando de Miguel, por su parte, refleja en la postura
psicológica que tiene un escritor, en el siguiente
enunciado: "La primera condición para escribir bien es
leer bien. Los que mejores han escrito eran ante todo
omnívoros lectores. Hay algo de caníbal en el
oficio de escribir. Si no se deglute letra impresa no se vomita
letra impresa. Claro que el proceso
digestivo produce también excrementos". (De Miguel,
1982:39) Por ello, para hablar del escritor será necesario
referirse en términos de lector.
Si se toma por caso a Gabriel García
Márquez, se puede afirmar que está enrolado en
las dos profesiones: escritor–periodista o
periodista–escritor. Comenzó la profesión de
periodista en el diario El Espectador y luego en El Heraldo, fue
cronista de guerra y
visitó París y otras ciudades del mundo. Su
vocación siempre fue la escritura,
incluso había abandonado casi por completo sus estudios de
abogacía para reunirse con sus amigos y discutir temas
afines: política, literatura… y hacer
comentarios de las obras que aparecían publicadas en
suplementos literarios, de autores que, con el tiempo,
llegarían a ser considerados innovadores en el
ámbito de la creación literaria mundial. Se
considera un omnívoro lector, procaz y constante,
analítico en cuanto al estilo que empleaban los escritores
contemporáneos para descubrir sus secretos y llevarlo a la
práctica. Incluso, asegura que comenzó a escribir
"por casualidad" sólo para demostrarle a un amigo que su
"generación era capaz de producir escritores". Para el
escritor colombiano, el punto de partida es una "imagen visual".
En otros escritores "creo un libro, una idea, o un concepto. Yo
siempre parto de un
imagen". Para su obra maestra Cien años
de soledad, ha utilizado como imagen la de un "viejo que
lleva a un niño a conocer el hielo exhibido como
curiosidad de circo" (García
Márquez, 1993:81), y a partir de allí las
escenas se van sucediendo, y por que no, el tiempo de producción. Tardó diez años
para estructurar esta novela.
Desde el punto de vista lingüístico, el
periodismo se interrelaciona con la literatura. La historia de
ambos se encuentran plagadas de ejemplos. Periodistas que dejaron
o alteraron su oficio por el de literatos y novelistas. Hay
periodistas que utilizan a la literatura para revivir y
transformar en arte los hechos
que testifican la realidad. Por otro lado, se busca un sentido a
la realidad y un acercamiento hacia la literatura. Por ello,
algunos novelistas incursionan en el campo de la
información para orientar con sus ideas y observaciones
acerca de los sucesos de actualidad. Ernest Hemingway es un claro
ejemplo, porque siempre reconoció que la técnica
periodística le puede ayudar a un literato joven a mejorar
su estilo.
Gabriel García Márquez, en su obra
Crónica de
una muerte anunciada, trata de ser objetiva en lo literario,
porque está relatada como una novela que parodia un suceso
real. Gabriel García Márquez comenta que la
historia de esta ficción parte de un hecho real. "Cuando
ocurrieron los hechos, en 1951, no me interesaron como material
de novela sino como reportaje. Pero aquel era un género
poco desarrollado en Colombia en una
época, y yo era un periodista de provincia en un
periódico local que tal vez no le hubiera interesado el
asunto. Empecé a pensar el caso en términos
literarios varios años después, pero siempre tuve
en cuenta la contrariedad que le causaba a mi madre la sola idea
de ver a tanta gente amiga, e inclusive a algunos parientes,
metidos en un libro escrito por un hijo suyo. Sin embargo, la
verdad de fondo es que el tema no me arrastró de veras
sino cuando descubrí, después de pensarlo muchos
años, lo que me pareció el elemento esencial, que
los dos homicidas no querían cometer el crimen y
habían hecho todo lo posible para que alguien se lo
impidiera y no lo consiguieron. Es eso, en última
instancia, lo único real en América
Latina. Una causa posterior de la demora fue de carácter
estructural. En realidad, la historia termina casi veinticinco
años después del crimen, cuando el esposo regresa
con la esposa repudiada, pero para mi fue siempre evidente que el
final del libro tenía que ser la descripción minuciosa del crimen. La
solución fue introducir un narrador –que por primera
vez soy yo mismo– que tuviera en condiciones de pasearse a
su gusto al derecho y al revés en el tiempo estructural de
la novela. Es decir, al cabo de treinta años,
descubrí algo que muchas veces se nos olvida a los
novelistas: que la mejor fórmula literaria es siempre la
verdad". (García Márquez,
1996–a–:89)
Otro caso notable es el de John Dos Passos, quien
utilizó la técnica periodística para
escribir una de sus principales novelas. Jean
Paul Sartre, al
efectuar un análisis de la obra de Dos Passos, en 1919,
escribe que "se vive en el tiempo, se cuenta en el tiempo. La
novela se desarrolla en el presente como la vida". Luego afirma
que el escritor habla de hechos, lo que escribe de sus
protagonistas "toma el aspecto de informaciones solamente
publicitarias". Y agrega: "Dos Passos informa de todas las
palabras que pronuncian sus personajes en el estilo de las
declaraciones de prensa", relata
las vidas de sus personajes "con la técnica del periodismo
norteamericano". (Sartré, 1960:69)
Para clarificar la cuestión, Henry Edgardo
Ríos organiza una síntesis
acerca de las diferencias sustanciales. (Ver Gráfico
nº 3) Determina que en el periodismo será preciso
informar y para la literatura un goce estético; para el
contenido periodístico: la realidad, y para lo literario:
lo real y a veces lo irreal, formulando otras consideraciones en
cuanto al lector, la realización, el tiempo, la
periodicidad, el espacio y el uso del idioma. (Henry Ríos,
1983:51)
Tanto el lenguaje
periodístico como el literario tienen diferencias
conceptuales, "que permiten afirmar que los textos
periodísticos, incluso en sus aspectos más
rigurosamente lingüísticos, son distintos del
común de los textos literarios usuales, tal como
éstos aparecen en la perceptiva literaria".
(Santamaría, 1990:21)
Fernando Lázaro Carreter realiza una
clasificación de rasgos diferenciales, entre los que
enuncia:
- Al escritor no le urgen, generalmente, unas
necesidades prácticas inmediatas, mientras que al
periodista le acucian. - El escritor se dirige a un receptor
universal, mientras que el periodista sabe a quién
escribe, conoce y debe conocer el sector del público al
que se dirige, que es el que tiene una forma de pensar acorde
con la ideología del
periódico. - El mensaje literario actúa sin
limitaciones de espacio y de tiempo, mientras que el
periodista, por el contrario, disfruta de un espacio
limitadísimo: el propio marco del
periódico. - Además, el lector de un libro no
suele tener urgencias utilitarias inmediatas como el lector del
periódico. - El propio libro actúa en
situación distinta para cada lector, es susceptible de
múltiples interpretaciones. El periodista, por el
contrario, es responsable de la interpretación
diáfana e inmediata de sus obras, que no pueden ser
críticas, herméticas y oscurantistas. - La soledad, a veces dramática, es
primordial para el escritor, mientras que el periodista ha de
ser consciente de que forma parte de un cuerpo de redacción, al que compromete cuando
escribe, y que comparte con sus compañeros y
coordinadores la responsabilidad de la unidad que es el
periódico". (Citado por Santamaría,
1990:22)
A esta interpretación puede sumarse un esquema
comparativo entre ambos lenguajes, obteniendo como resultado una
comparación sustancial de lo literario, que se ubica en
el ámbito de la creación
lingüística, mientras que lo periodístico lo
hace con un lenguaje
conciso, enmarcado en una realidad. (Ver Gráfico nº
4)
Estas características constituyen el motivo
fundamental para el análisis del contexto estructural, que
servirá de base para argumentar los significantes de una
verdad en el relato, cuyos alcances se transforman por la sola
presentación del discurso. La combinación de ambos
lenguajes ha generado dudas en torno a su valoración, ya
que en muchos casos como la noticia–comentario, por
ejemplo, entra en conflicto
cuando hace su aparición lo novelado en la
presentación narrativa, desplazando al lenguaje objetivo hacia
lo ideológico, convirtiéndolo en un elemento
distinto.
Dada las características intrínsecas de los
géneros se argumenta una transposición de
lenguajes: por momentos, el discurso pretende ser netamente
informativo (periodístico), por momentos, literario. Este
trasvase lo convierte en ambiguo, y es difícil o casi
imposible tomar a ultranza un concepto para llevarlo a la
práctica. A este fenómeno, Oscar Steimberg lo
denominó "transposición" y sus rasgos son muy
particulares. "Hay transposición cuando un género o
un producto
textual particular cambia de soporte o de lenguaje…" agregando:
"vivimos en una cultura de
transposiciones: los relatos cinematográficos, los
distintos géneros televisivos; los géneros que
insisten en la radio, los
nuevos que se van creando en ella, y también los viejos y
nuevos de la comunicación impresa, hablan de un juego entre la
insistencia de los transgéneros que recorren medios
diversos, así como distintas épocas y espacios
culturales, y la de aquellos que aparecen en cada medio y le son
específicos". (Steimberg, 1993:84)
Un caso intermedio sería vincular al discurso y
al texto en un
estudio global para reubicarlo en una contextualización
que se aproxima al concepto de género, por la cual,
analizando este último, se puede observar los efectos que
provoca la materialización del primero.
En el periodismo, los géneros ocupan un lugar
fundamental, ya que permiten reordenar un mensaje para trasmitir
noticias, comentarios y opinión. Han heredado ciertas
características, siendo más "inmediata y urgente
que en la literatura. La literatura es obra de un autor que
firma, mientras que en el periodismo se combina en un mismo
ejemplar de diario o el mismo telediario la labor de muchas
personas, de las que unas aparecen y otras no. Un texto ha sido
elaborado y reelaborado por varias manos, que permanecen
anónimas. Y unas personas sustituyen a otras por
vacaciones, enfermedad o simplemente necesidades de servicio. Le
informa que ha preparado uno, otro tiene que editarlo y ajustarlo
al espacio o al tiempo, cortando allá y quizás
añadiendo acá, datos que el
primero no conocía. Hay que saber por lo tanto no
sólo qué se está diciendo, sino qué
se está haciendo: si se está tratando una noticia,
un reportaje, una crónica, un editorial. Los
géneros facilitan el trabajo en
común. Cuanto más se respeten las convenciones
propias del género –nacidas de una peculiar
relación entre el contenido y la forma– más
homogéneo resultará el trabajo de
redacción y más confianza
adquirirá el receptor en el mensaje que llega".
(Gómez, 1991:144)
El periodismo centra la comunicación en la
noticia y, en su entorno, nacen los géneros
periodísticos con diferentes modalidades de
creación lingüística, que están
destinadas a cualquier medio de difusión colectiva, con
miras a que se cumplieran con los dos objetivos de
la información: relato de acontecimientos y juicio de
valor. La interpretación de la realidad que puede ofrecer
un periódico estará dada por una amplia gama. Lo
fundamental, sin embargo, es que cada uno cumpla con una
función distinta y cubra una determinada
necesidad.
Los distintos géneros: noticia, editorial,
reportaje, crónica, critica, etcétera, en el
periodismo se conjugan en una interpretación amplia.
"Comunica lo que pasa (noticia), acerca a todo ello y lo hace
ver, sentir y comprender (reportaje), abre ventanas para que
lleguen impresiones de lo que ocurre en diversos lugares del
espacio y en diversos sectores de la vida social, da cuenta del
desarrollo de
los actos y analiza y enjuicia las obras que se ofrecen al
público (críticas) y recoge las diversas opiniones
y puntos de vista bien especializados (comentarios firmados), o
aquellos con los que la opinión reacciona ante los hechos
que pasan y las noticias y comentarios que se publican (cartas y chistes), y
completa el ciclo con la opinión misma del
periódico (editorial). Todo es interpretación, de
la noticia al editorial, pero interpretación en diversos
grados y por distintos medios. Y cada forma de
interpretación tiene su estilo peculiar y su
función propia en el conjunto del periódico, que
abarca desde la información sobre lo que pasa hasta la
opinión sobre lo que se debería hacer".
(Gutiérrez Palacio, 1984:17)
Hoy, con el auge de las especializaciones se afirma que
existen géneros en el periodismo televisado,
cinematográfico, ecológico, radiofónico,
etcétera, a pesar de que muchos autores opinen que este
tipo de esquemas es aplicable desde lo gráfico a las
distintas especializaciones.
Por ello, José Luis Martínez Albertos
amplía el concepto de género periodístico,
expresando que son "las diferentes modalidades de la
creación literaria, destinadas a ser divulgadas a
través de cualquier modo de difusión colectiva".
(Martínez Albertos, 1982:188)
Para agrupar los géneros en un contexto
histórico, es posible hallar una clasificación
convencional de periodismo, desde el ideológico hasta el
entretenimiento.
El periodismo ideológico se centra, en todo el
mundo, desde mediados del siglo XIX hasta finales de la Primera Guerra
Mundial. Es un periodismo doctrinal y moralizador, con
ánimo proselitista, al servicio de
las ideas políticas
y religiosas; se lo puede denominar "opinante", ya que se trata
de una prensa con muy
pocas informaciones y muchos comentarios, predominando una cierta
mentalidad por sermonear.
El periodismo informativo, en una segunda etapa, aparece
hacia 1870 como un fenómeno definido y coexistente durante
cierto tiempo con el periodismo ideológico. Entre 1870 y
1914, va perfilándose primero en Inglaterra y
luego en los Estados Unidos.
Este periodismo, que se apoya en la narración o relato de
los hechos, es una etapa en que Georges Weill la denominó
"edad de oro de la prensa". En Europa, mientras
tanto, se mantiene la contienda ideológica hasta finales
de la primera guerra, pero a
partir de 1920, la prensa de información logra imponerse
en todo el mundo occidental. Básicamente, es un periodismo
de hechos y no de comentarios. La modalidad literaria
predominante es la de redactar acontecimientos con una amplia
gama de especialidades que dan origen a otros géneros
periodísticos informativos: el reportaje, la
información y la crónica con sus
variantes.
Hacia 1945, la prensa logra un nuevo carácter:
la profundidad. Históricamente, puede hablarse de un
periodismo de explicación. "Como su nombre lo indica busca
explicar, es decir, encontrar las causas y los efectos de los
acontecimientos de la información. Este periodismo trata
de constatar, de manera exhaustiva, el por qué y para
qué de los hechos. Investiga el hecho de la noticia, pero
con profundidad, así como su trascendencia. Lo analiza y
lo interpreta, sin llegar necesariamente al comentario". (Del
Río Reynaga, 1991:41) Surge como una necesidad
básica de las sociedades
afectadas de manera directa o indirecta de las confrontaciones,
ya que se les requería una explicación a los
fenómenos sociales que influyeron en los orígenes y
perspectivas de los conflictos en
particular. No se conformaban que se les informe de manera
fragmentada e inconexa, puesto que sólo les podía
producir cierto desconcierto y como consecuencia directa la
desinformación, desorientación y angustia. Su
evolución es marcada y se hace necesario
destacar que los géneros, como el reportaje, aparecen
aquí en forma intensificada, dando origen al reportaje de
profundidad o interpretativo.
La crónica, en cambio, se
perfila como un género híbrido. Está a mitad
de camino entre lo objetivo de
los hechos y el comentario.
El periodismo de entretenimiento es diferente. Se ha
internalizado en la sociedad actual
como una necesidad. Julio Del Río Reynaga lo ha calificado
como un periodismo que ocupa "un lugar secundario, pero constante
en todos los medios". (Del Río Reynaga, 1991:54) En la
actualidad, surgen con gran auge las revistas de modas, de
alimentación, literarias, etcétera.
En el periodismo han aparecido secciones fijas donde tienen un
lugar las tiras cómicas, crucigramas, horóscopos,
recetas de cocina, belleza, etcétera. Todo pareciera
indicar que esta nueva etapa marcaría la necesidad de una
evasión, aunque pasajera, de los problemas
cotidianos.
Cabe destacar que se convive con todos los periodismos
señalados. La opinión, por caso, se refleja en un
comentario, una estadística, una caricatura, o
quizás puede darse el caso de que ésta
última sea una marcada editorial de un diario.
De esta manera, no se puede hablar de una clase de
periodismo propiamente dicho ni de un determinado punto de vista.
A grandes rasgos, se diferencian uno de otros. Si los elementos
que se presentan son datos, cifras y
en un grado mayor la objetividad, se está en presencia de
un periodismo informativo. Si son juicios, críticas o
evaluaciones, prevalecerá la opinión. Si tiene un
cierto grado de humorismo, imaginación o fantasía,
se estaría en presencia de un periodismo de
entretenimiento.
Dentro de la amplia gama de géneros, se
elegirá el reportaje para analizar la ambigüedad, ya
que incluye la variante del reportaje novelado.
Al interrogante: ¿qué es el reportaje?,
tendría que haber por lógica
una sola respuesta, pero la más adecuada no
encerraría la dimensión que realmente
adquiere.
Julio del Río Reynaga sostiene que "el reportaje
no es una noticia, pero es su coyuntura. Es su fundamento y por
lo mismo se rige por los factores que determinan el valor de la
noticia y los elementos de interés
noticioso. A partir de una noticia, trasciende el suceso. Busca
lo que hay detrás de la noticia (sus causas) y más
adelante (su proyección). Así, más que
tratar un acontecimiento, estudia una situación, el hecho
y su contexto. De allí que en este género se haga
una real investigación, que es social, porque su
objetivo de estudio es la realidad social con sus instituciones,
grupos,
comunidades, movimientos, patologías y las relaciones que
establecen (conflictivos o no) de carácter
político, económico, cultural, etcétera".
(Del Río Reynaga, 1991:54)
Gonzalo Martín Vivaldi lo define como un "relato
periodístico, esencialmente informativo, libre en cuanto
al tema, objetivo en cuanto al modo y redactado preferentemente
en estilo directo, en el que se da cuenta de un hecho o suceso de
interés actual o humano; o también: una
narración informativa, de vuelo más o menos
literario, concebida y realizada según la
personalidad del escritor periodista". (Martín
Vivaldi, 1986:65)
José Acosta Montoro expresa que,
académicamente, es una "información
periodística o cinematográfica sobre una persona o
materia
determinada", agregando que "puede hacerse a través de
otros medios de
comunicación" y "que el problema se reduzca a la
actualidad". (Acosta Montoro, 1973:123)
José Luis Martínez Albertos es partidario
en afirmar que es "el relato periodístico –descrito
o narrativo– de una cierta extensión y estilo
literario muy personal en el
que se intenta explicar cómo han sucedido unos hechos
actuales o recientes, aunque estos hechos no sean noticia en un
sentido riguroso del concepto". (Martínez Albertos,
1982:314)
Al analizar las opiniones, cabe afirmar que si la
noticia en la escala
informativa constituye la célula
inicial, el reportaje ocupa sin duda el peldaño superior;
en una relación creativa, el periodista no debe
ceñirse tan estrictamente a la narración de los
hechos como en la crónica, sino que puede pensarlos,
recrearlos y redactarlos con mayor libertad. Esa
recreación y ese vuelo de la
imaginación no incluye ficciones, debe manejarse con
realidades. El tema puede ser temporal o atemporal, o bien, el
interés no se pierde si no es publicado inmediatamente. La
extensión varía con su contenido y admite técnicas
descriptivas estilísticas que incluye, a su vez, la
combinación con otros géneros.
El reportaje aparece en el periodismo informativo y en
el interpretativo. Sus diferencias están marcadas por la
mayor o menor profundidad y las posibilidades de
explicación o interpretación que permitan los temas
abordados.
En cuanto a su estructura
técnica, Gonzalo Martín Vivaldi (1986:65/72)
señala cuatro tipos de reportajes:
- El standard que es el más común:
escribir, relatar o contar sin editorializar. - El factory story o relato objetivo de hechos, que se
redacta mediante el modelo de la
pirámide invertida. - El action story o relato más o menos movido o
animado que comienza siempre por lo más atractivo,
llamativo o impresionante para ir descendiendo, poco a poco, en
el interés de los actos. - El quote story o relato documentado que describe a la
información con más detalles objetivos,
acompañando citas que se complementan o aclaran los
hechos.
En cuanto a los reportajes especiales, siguiendo los
lineamientos de José Luis Martínez Albertos
(1982:319 y sigtes.), se enumeran tres tipos:
- El gran reportaje o reportaje profundo
- Las conferencias, cómo un modo de
interpretación analítico de los
hechos. - Las ruedas de prensa y encuestas.
Otra variante la constituye el reportaje
novelado.
Tom Wolfe, en su obra El nuevo periodismo, (1998. Todas
las citas se remiten a esta edición.) transita en un mundo
que caracteriza a esta nueva corriente, nacida a fines de 1945, y
lo sitúa en un ámbito comparable con la literatura:
más precisamente con la novela realista.
La idea era reunir material periodístico y luego
ir más allá. "Parecía primordial estar
allí cuando tenían lugar las escenas
dramáticas para captar el diálogo,
los gestos, las expresiones faciales, los detalles del ambiente [y]
ofrecer una descripción objetiva completa [con aquello]
que los lectores tenían que buscar en las novelas o en los
relatos breves: esto es, la vida subjetiva o emocional de los
personajes". ( 35)
Es así que el nuevo periodismo ofrece el enfoque
impresionista para explicar la verdad y lograr una
participación activa del lector. Por ello, la literatura
es el mecanismo por la cual logró crear el clima apropiado,
ya que la base de todo argumento consiste en reflejar el realismo.
El reportaje, utilizado por Hemingway, Ludwing,
Steinbeck, Malaparte y Perifitte, los grandes maestros de esta
técnica y que se citan como cultores de un género
periodístico (literario), sigue encontrando renovadas
expresiones.
A esta lista debe agregarse otros ejemplos
extraliterarios: "Desde el teatro de Arthur
Miller en Incidente en Vicky (con la reacción de diversos
individuos más o menos representativos ante la
persecución de los judíos por parte de los nazis),
al de Peter Weiss, en la puesta en escena de La muerte de
Marat y en Indagación (en que pone en pie el proceso que
sobre Auschwitz tuvo lugar en Frankfurt en 1964–1965,
proceso al que asistieron, además de Weiss, Arthur Miller,
Max Frisch y Martín Walser); desde los relatos
históricos sobre la muerte de
Kennedy, a las denuncias de la guerra vietnamita; desde las
películas de Pietro Germi, al nuevo cine
sudamericano o africano… En todos los casos se adopta el
método de
la representación de la realidad utilizado por el
reportaje, aunque en las obras de creación literaria,
dramática, histórica y cinematográfica, los
personajes de ficción añadan aspectos que, si bien
tienen base real, no responden a una realidad física concreta en
nombres apellidos y lugares exactos. En la narrativa, el
reportaje ha venido a sustituir a medios tradicionales, a los que
ha puesto fuera de moda. Quien
conozca obras de Upton, Sinclair, Ilia, Herenburg, Ernest
Hemingway, Uwe Johnson, Albertine Sarrazín, Goytisolo,
García Hortelano, Grosso y tantos otros, sabe cómo
utilizan los novelistas el género del reportaje".
(Gutiérrez Palacio, 1984:62)
Gabriel García Márquez, por caso, se ha
enrolado en las filas de El nuevo periodismo con la obra Relato
de un náufrago, cuando se publicó como
crónica novelada.
Otra obra que merece destacarse es La aventura de Miguel
Littín clandestino en Chile.
(García Márquez, 1986) Narra la historia del
cineasta que en el gobierno de
Pinochet fuera exiliado a Europa y
regresara a su país, después de siete años,
con la cara cambiada y documentos falsos
para filmar el documental de la dictadura.
Esta historia fue narrada por su protagonista,
respetándose el uso de la primera persona. La
organización estructural estuvo a cargo del escritor
colombiano y el reportaje fue publicado en formato
libro.
Tom Wolfe también se pregunta: ¿El nuevo
periodismo es realmente nuevo? Considera que hay antecedentes
literarios en las obras de Defoe, Richarson y Fielding. En este
caso, al igual que Truman Capote, quien considerara a su obra A
sangre
fría como un nuevo género: "la novela de la no
ficción", (59) también podría decirse que el
nuevo periodismo puede constituirse en un nuevo género con
antecedentes literarios, que está a mitad de camino entre
la ficción y la realidad, que puede ser diferenciado de la
novela realista, el ensayo, las
biografías
y autobiografías, y el artículo: géneros
ambiguos que también pueden incluirse en un reportaje,
prevaleciendo éste último en su estructura
organizacional.
"Wolfe veía que la literatura no renovaba sus
contenidos ya que el nuevo periodismo podía aprovechar sus
recursos para
referirse a una realidad que se presentaba como realmente rica
(el cambio de las costumbres después de la posguerra, el
hippismo, la contracultura, la conciencia negra,
etc.). En síntesis:
cambios en el punto de vista de narrador, monólogos
interiores, ironías, humor, etc., todo es válido
como recurso para este nuevo periodismo." (Atorresi,
1996:45)
Al plantear la problemática entre literatura y
periodismo, se ha podido comprobar que ambos comparten premisas,
y establecen una transposición de lenguajes.
Sólo faltaría enunciar: ¿Existe una
verdad literaria y otra periodística? ¿En
qué se diferencian?
La realidad social está supeditada, en gran
medida, a la influencia de los medios masivos de
comunicación (mass media), que se consideran como
instrumentos que posibilitan una referencia ineludible en torno a
la función política y
repercusión masiva.
La realidad objetivada puede percibirse en la medida que
el hecho trasciende y se defina en un contexto social.
La imagen, en el sentido antropológico del
término, que se obtiene del otro, lo otro y los otros,
llega a tomar los alcances de una interacción activa del
sujeto–objeto–de–la–relación, es
decir que el suceso que trasciende como noticia debe responder a
los alcances de un interés público. Alfonso Albala
señala, en tal sentido, que es el "condicionamiento
expresivo del medio que hace cauce al mensaje y la vía del
conocimiento que, para el término objeto de la
relación periodística, supone el mensaje.
Contrariamente a lo que ocurre en cualquier otro tipo de
comunicación, en la que aquí nos ocupa es el
término objeto, quien condiciona, de un modo absoluto, la
relación periodística. El medio natural –el
habla– es prácticamente el mismo. Cambia la
intencionalidad como iniciativa y cambia, sobre todo, su receptor
humano, dada la situación sociológica, desde la que
condiciona este modo peculiar de comunicación". (Albala,
1970:26)
La transferencia de signos, en tal sentido, es
multifacética, abarcativa en una integridad planetaria,
que obliga al hombre de hoy
a un cuestionamiento profundo en cuanto a su realidad
contemporánea. La visión del mundo ha cambiado y
también su propia imagen.
En este amplio contexto, es posible hallar principios
teóricos que permiten estudiar al periodismo como una
compleja estructura.
Lorenzo Gomis remarca los siguientes presupuestos
básicos:
- La realidad puede fragmentarse en períodos. El
único período que se trata de interpretar es el
actual, y ése es precisamente el que no había
sido interpretado todavía por el medio. Al unificar un
período, el medio define el presente social. - La realidad puede fragmentarse en unidades
completas e independientes (hechos), capaces de interpretarse
en forma de textos breves y autónomos
(noticias). - La realidad interpretada debe poder
asimilarse en tiempos variables
por un público homogéneo. - La realidad interpretada debe encajar en un
espacio (periódico) o tiempo (programación de radio y
televisión) dados. - Para que el público capte la
realidad y tome parte en ella, los medios se valen de una gama
de filtros o formas convencionales (géneros
periodísticos) que van de la información pura al
comentario polémico". (Gomiz, 1991:191/92)
Este enunciado teórico es un mapa
geográfico de coordenadas que intenta incursionar en el
ritual cotidiano con instrumentos de comunicación activa
en la vida de relación. Sin descartar la presencia de
distintos medios y niveles de transmisión, para los fines
del presente ensayo, se
analizará el perfil del lector de un diario:
- El medio se masifica hacia un público
heterogéneo en un amplio contexto, sin que exista la
selección previa de
contenidos. - El lector centra su atención en todo aquello que el medio le
ofrece: noticias, actualidad, cultura,
entretenimientos, etcétera. Su mirada se focaliza en
distintas secciones que guían su lectura. - La lectura no requiere de una experiencia estética previa, sino que se formula con
un alcance ilimitado, de fácil comprensión en su
estructuración lingüística. - El lenguaje periodístico cumple con normas
básicas limitativas de enunciación. - El periódico centra su atención en la noticia, sin descartar la
opinión en dos grados de interpretación: por un
lado, se establece el acontecimiento en un ámbito
próximo (lugar, y las personas intervinientes); por el
otro, sitúa al hecho como noticia y lo circunscribe a
una realidad social. En este último caso, el lector
conoce la realidad y la evalúa de acuerdo con la
opinión manifiesta. "La interpretación de primer
grado nos dice qué ha pasado: es descriptiva. La
interpretación de segundo grado nos dice qué
significa lo que ha pasado: es evaluativa". (Gomiz,
1974:13)
Su percepción
individual y su interés por la información
estará regido por las normas que
establecen los géneros periodísticos para hallar la
verdad en este ámbito.
- INFORMATIVO: El suceso trasciende por su
carácter público dada la objetividad imperante
como esquema interpretativo. - PERIODÍSTICO–LITERARIO: En un
amplio contexto, la ambigüedad prevalece. La objetividad
de un suceso queda remarcada y la opinión (subjetiva)
moviliza al lector en una búsqueda plurívoca de
significantes. - LITERARIO–PERIODÍSTICO: La
realidad fluctúa en el teleorema estético
poético. Si bien la información
periodística esta presente, la "verdad" queda supeditada
a los cánones que rigen en primera
instancia.
En esta compleja trama, el lector toma conciencia de su
rol, satisface sus expectativas informándose del suceso,
tomando como "verdad" ciertos aspectos que provoquen en él
un cambio. En otros casos, la indiferencia se acentúa,
quedando al margen de su influencia.
Aunque parezca paradójico, el tema de la verdad
en la ficción es tratado desde múltiples aspectos
por el profesor Roberto Ferro, en su obra La ficción:
un caso de sonambulismo teórico. (1998. Todas las
citas se remiten a esta edición.)
Establece como puntos en el discurso:
- Caracterizar la especificidad ficcional, ya que
carece de marco
teórico real, es decir que no cuenta con una
referencia enunciativa. Siempre se consideró a la
ficción como algo ajeno a la realidad, y desde este
ámbito, posee una carencia implícita. - En la narración de una historia, se
definen dos aspectos: el temporal, espacio en que transcurre la
acción, y la dimensión configurativa, donde se
ordenan los hechos en un ámbito geográfico de
representación. "La narración articula la
representación temporal como un intervalo en el que el
tiempo es figurado como si tuviera un comienzo, un medio y un
final, lo que implica otorgarle una determinada dirección y un orden específico,
además de aceptar, sea cual fuese la tipología
genérica y la pertenencia discursiva, la
figuración de una concepción lineal del tiempo.
La afirmación de que el tiempo es lineal está en
íntima relación con la insoslayable
sucesión del lenguaje, con el encadenamiento
sitagmático de los enunciados, que no tiene otra
alternativa más que la linealidad". (59) - En la enunciación del discurso, el
aporte lingüístico conlleva una base teórica
para enmarcar los aspectos del hablante y su operancia en el
mundo: "La narración es una exhibición desaforada
de que el sentido constituye la referencia; la narración
aparece, entonces, como un ejemplo paradigmático de que
la condición de posibilidad de producción de sentido del lenguaje
sólo es concebible sobre el presupuesto de
un mundo, cuya inteligibilidad está siempre dada y es
compartida por aquellos que, sobre ese presupuesto, se
comunican. Las aperturas lingüísticas al mundo son
inconmensurables, lo que convierte la verdad en una magnitud
relativa, dependiente de una configuración de sentido
previa que las hace posible en cada ocurrencia".
(72/73) - El discurso que va más allá
de la ficción se instaura en una realidad concreta,
genera un ámbito de interpretación fallida en
cuanto al esquema retórico. Lo que designa la
apelación de lo real, en la ficción, es un mero
recurso estético con una base verosímil. Los
casos reales que se ficcionalizan pierden su esencia, se
transforman en un discurso que puede ser analizado desde lo
irreal.
En este caso, la verdad de la ficción transita en
un nuevo orden comunicacional. La verosimilitud, cuyos enunciados
intentan parecerse a la realidad en una sucesión de
imágenes que se materializan desde el
propio texto literario y que el lector conjugará en el
plano de lo probable, hace que lo imposible surja y la
fantasía se torne creíble: un mundo
paradójico de un presupuesto de integridad. Los discursos, hoy
día, se multiplican en voces y es posible un intercambio
de facetas donde lo extraño adquiere matices y lo
verosímil conforma un ámbito real para que el
lector crea en la ficción con alcances
limitados.
Hasta el propio realismo tiene rasgos ficcionales y
visos de parecerse a una verdad, mediando la creación de
un escritor que lo lleva hacia un mundo en el que se identifica
plenamente. "Los textos literarios son esceno-grafías de
sentido, en los que la escritura
despliega una dimensión del componente semántico
abierto en todo su espesor a las travesías de la
ambigüedad puestas en juego por la
paradoja pragmática que lo constituye: una cinta de
Moebius en la que la escisión enunciativa mostrada se
desliza en la insistencia inestable de la repetición".
(81)
Estos tópicos también pueden hallarse
"más allá de la ficción", cuando lo real se
instala y es imperioso su reconocimiento, más aún
en esta época donde el mundo se globaliza y una verdad
integra un discurso ficcional (novela), recreado desde un
testimonio.
Lo verosímil se impone ante una verdad sin
concesiones: falsea la realidad.
El testimonio, figura jurídica por excelencia, ha
incursionado en los ámbitos periodístico y
literario, cuya formulación teórica está
delimitada por los alcances que enuncia en su discurso la verdad
de un hecho.
Es posible hallar en la posible definición de
Roberto Ferro sus alcances: "El testimonio adquiere todo su valor
en el espacio de un debate entre
posiciones adversas. Es así como toma su sentido
más amplio y corriente no configurando una
categoría específica del discurso jurídico
sino en términos de una transposición
analógica, puesto que sus características
constitutivas le otorgan su poder de generalización".
(Ferro, 1998:87)
Si bien se establece su legitimidad, existe un
testimonio siempre y cuando se genere una comunicación
entre el entrevistado, el entrevistador y el público, del
cual corresponde precisar sus roles:
- El entrevistado comenta lo que vio, así como
también es posible subrayar que su información
puede ser precisa y contradictoria al mismo tiempo. - El entrevistador toma el discurso oral,
estableciendo con buen criterio un orden
argumental. - El lector tomará como verdad la
formulación del discurso, prevaleciendo el ánimo
de satisfacer su interés personal.
Este criterio, lejos de ser ideal, está presente
en todo un contenido periodístico o literario: desde los
reportajes hasta la novelas, en una amplia variedad
temática: denuncias, biografías,
investigación periodística,
etcétera.
Sobre esta base, Roberto Ferro considera que es
imperioso una revisión de enunciados, que es imposible
encuadrarlo y delimitarlo como un género, a pesar del
fragoso intento del Diccionario de
la literatura cubana que delimita cuatro aspectos
específicos. (Consultar la obra de Ferro, 1998:
98/100)
Las dudas que genera son aceptables: la
predisposición del informante para la entrevista,
sus miedos, su análisis crítico y opinión
personal por el suceso acaecido. Los condicionamientos en este
orden implican ver parcialmente una realidad: una
aprehensión globalizada, pero no definitiva.
El periodista o escritor (el entrevistador) debe tomar
conciencia acerca de lo ocurrido, deberá investigar
minuciosamente los hechos, y el testimonio se presenta como una
alternativa discursiva que podrá utilizar como referente
para hallar la verdad de un hecho.
El trabajo de "desgrabar" un testimonio, o de reubicar
las notas escritas, supone una ardua tarea. No siempre se dialoga
con una persona que pueda reunir un amplio criterio, que recuerde
minuciosamente los detalles, o bien que esté dispuesta
hablar con entera libertad.
Tomando el caso de Gabriel García Márquez,
en Relato de un náufrago comenta el hecho entre el
entrevistador y el entrevistado: "En veinte secciones de seis
horas diarias, durante las cuales yo tomaba nota y soltaba
preguntas tramposas, para detectar sus contradicciones, logramos
reconstruir el relato compacto y verídico de sus diez
días en el mar". (García Márquez,
1987:9)
En La aventura de Miguel Littín clandestino en
Chile, la
tensión estuvo sujeta a un "interrogatorio agotador de
casi una semana, cuya versión magnetofónica, duraba
dieciocho horas. Allí quedó completa la aventura
humana, con todas sus implicaciones profesionales y políticas,
que yo he vuelto a contar condensada en esta serie de diez
capítulos. Algunos nombres han sido cambiados y muchas
circunstancias alteradas para proteger a los protagonistas que
siguen viviendo dentro de Chile. He preferido conservar el relato
en primera persona, tal como Littín me lo contó,
tratando de preservar en esa forma su tono personal –y a
veces confidencial–, sin dramatismos fáciles ni
pretensiones históricas. El estilo del texto final es
mío, desde luego, pues la voz de un escritor no es
intercambiable, y menos cuando ha tenido que comprimir casi
seiscientas páginas en menos de ciento cincuenta. Sin
embargo, he procurado en muchos casos conservar los modismos
chilenos del relato original, y respetar en todos el pensamiento
del narrador, que no siempre coincide con el mío…"
(García Márquez, 1986:7/8)
En Noticia de un secuestro,
Gabriel García Márquez comenta una situación
parecida. El testimonio de Maruja Pachón y su esposo
Alberto Villamizar fue la base para realizar el primer borrador,
cuando se habían dado cuenta de "que era imposible
desvincular aquel secuestro de los
otros nueve que ocurrieron al mismo tiempo en el país. En
realidad, no eran diez secuestros distintos –como nos
pareció a primera vista–, sino un solo secuestro
colectivo de diez personas muy bien escogidas, y efectuado por
una misma empresa con una
misma y única finalidad. Esta comprobación
tardía nos obligó a empezar otra vez con una
estructura y un estilo diferentes para que todos los
protagonistas tuvieran su identidad bien
definida y su ámbito propio. Fue una solución
técnica para una narración laberíntica que
en el primer formato hubiera sido fragorosa e interminable. De
este modo, sin embargo, el trabajo previsto para un año se
prolongó por casi tres, siempre con la colaboración
cuidadosa y oportuna de Maruja y Alberto, cuyos relatos
personales son el eje central y el hilo conductor de este libro.
Entrevisté a cuantos protagonistas me fue posible, y en
todos encontré la misma disposición generosa de
perturbar la paz de su memoria y reabrir
para mí las heridas que quizás querían
olvidar. Su dolor, su paciencia y su rabia me dieron el coraje
para persistir en esta tarea otoñal, la más
difícil y triste de mi vida…" (García
Márquez, 1996–b–:7)
Dada las características que ofrece el testimonio
como discurso, es dable realizar los alcances de una "verdad"
como fundamento intrínseco de la cuestión
planteada.
- En periodismo, el testimonio se constituye en la base
enunciativa de una verdad, dada su legitimidad, ya que se
enmarcan en el discurso los alcances de una realidad. En caso
de la literatura–periodística, la ambigüedad
prevalece y está sujeta a una creencia por parte del
lector. - En literatura, todo testimonio está sujeto a
un comparendo discursivo (género) que se presupone
verosímil, es decir que la verdad tiene otros alcances,
toda vez que en el enunciado teórico implica un orden
ficcional.
El enfoque sistémico se consigna como una
alternativa discursiva, ya que el tema así lo exige. En
cada caso, las opiniones fueron fundamentadas con una bibliografía que
sirvió de base para esclarecer la constante
dicotomía existente entre periodismo y
literatura.
También es lógico hallar posturas
disímiles, como el caso de Octavio Aguilera, quien
considera que "el periodismo no tiene nada que ver con la
literatura" (Aguilera, 1992:18), o bien la propuesta de
José Acosta Montoro: "El periodismo, medio de
comunicación que se obliga por esencia al acercamiento a
las masas, a su educación, a su
formación, en la cultura que tiene como texto los
periódicos, ha creado sus propios géneros directos,
claros, terminantes, que son literatura en cuanto que propagan su
estilo a las obras propiamente literarias, y sobre todo, en
cuanto que se erigen en métodos
formidables para reflejar la realidad humana". (Acosta Montoro,
1973:126) En toda creación estética –el periodismo no es la
excepción–, hay opiniones discordantes: no pretende
ser una ciencia
exacta.
En todos los casos planteados, se ha podido observar que
en el periodismo, la literatura se halla presente no sólo
en aspectos que conforman los géneros, sino también
en la preocupación por determinar su origen, su
correspondencia y análisis que ofrece estos modelos
discursivos. Dada sus características intrínsecas,
se argumenta una transposición de lenguajes: por momentos,
el discurso pretende ser netamente informativo
(periodístico), por momentos, literario. Este trasvase lo
convierte en ambiguo, y es difícil o casi imposible tomar
a ultranza un concepto para llevarlo a la
práctica.
También, se ha puesto de manifiesto que la
visión del periodismo en la literatura no es
analógica, ni se puede realizar mediante comparaciones
estilísticas. Más bien, se sumerge en una
estructura integral, como si fueran las dos caras de la moneda,
inseparables desde todo punto de vista.
A pesar de que el periodismo es considerado como una
disciplina
autónoma, independiente, que incursiona en la sociedad con
una fuerte influencia, lo cierto es que la literatura cumple un
rol fundamental para diferenciar los distintos aspectos, cuyos
principios han
sido reflejados desde la óptica
propia del periodismo.
La polémica no termina con la enunciación
del presente ensayo. Sólo faltaría esquematizar la
visión de la literatura con relación al
periodismo.
REFERENCIAS:
A) COMUNICACIÓN B) LITERATURA C)
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USO DEL IDIOMA | SIGNIFICADO |
PERIODÍSTICO
- Se remarca con claridad un teleorema estético
noético, es decir, un hecho lingüístico
destinado a comunicar lo que pasa. - Existe una claridad comunicativa para una
interpretación próxima. - La construcción de las frases hace que su
estilo sea cautivante para el lector desde las primeras
líneas. - El lenguaje empleado es no literal, ya que se
aproxima a lo que se denomina lengua coloquial
culta. - El lenguaje mixto posee una producción
colectiva, que provoca la pluralidad de códigos
concurrentes entre sí, ya que el código rector también participa
del influjo de los códigos menores.
LITERARIO
- Se remarca con claridad un teleorema estético
poético, es decir, la visión de un escritor para
contar una historia ficcional, recurriendo a la realidad o la
fantasía. - Se emplea en forma masiva sustantivos y verbos de
gran significación. - Hace hincapié en provocar denuncias de
tácticas dispersas a las que sólo adquiere
significación expresa mediante una lectura global del
contexto. - En el lenguaje
implicado, los adjetivos y los adverbios se presentan con una
gradación amplia (significantes). - La hipérbole se suma en la
conceptualización de un estilo personal. - Existe una abundancia de sintagmas construidos por
verbo más nombre para acentuar la acción
principal.
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Jorge Marin
Periodista y escritor. Cursó estudios
terciarios obteniendo los títulos de: de Perito superior
en periodismo, en EDAYCI (Estudio de Asesoramiento y Capacitación Integral), Buenos Aires y el
de Técnico superior en periodismo, en el Instituto
Superior en Ciencias de la
Comunicación Social, Bahía Blanca.
Cursa la carrera de licenciatura y profesorado de letras en la
Universidad
Nacional del Sur de Bahía Blanca. Dicta cursos en el
Instituto José Bernardo de Bahía Blanca, en el
área Taller literario y Comunicación oral y escrita. Fue director
del Centro Ecológico Naturista "Por Una Vida Mejor",
así como también de las publicaciones:
Ecológicamente Hablando, Despertar Ecológico y
TURIBAR. Es autor de los siguientes ensayos:
Periodismo y literatura, enfoque sistémico en la
novelística de Gabriel García Márquez; Villa
Mitre, la Reina de las Villas; El mito de la
Ecología,
y de la obra de ficción Los cuentos de
Germán.