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Crisis (página 2)




Enviado por solegian



Partes: 1, 2

  • El grupo de presión se propone la defensa de
    los intereses particulares específicos comunes a sus
    miembros, mientras que el partido se inspira en una ideología política en general,
    pretende determinar la orientación de la política
    del Estado.
  • El grupo de presión solamente se encamina a
    que sus intereses sean favorecidos por las decisiones de los
    órganos estatales, pero en caso alguno se propone la
    conquista del poder, en tanto que el partido político
    busca específicamente alcanzar el gobierno
    mediante el triunfo en las elecciones, para convertir su
    programa
    partidario en el programa del
    Estado.

Hay distintos tipos de relación entre los
partidos políticos y los grupos de presión: los
grupos pueden actuar directamente sobre los partidos; pueden
estar sometidos; o pueden coincidir con algunos de los objetivos y/o
mantenerse independientes respecto de otros.

El sistema de
partidos tiene una relación directa con los grupos de
presión. Los grupos de presión están
más desarrollados cuando existe falta de cohesión
en el seno de los grandes partidos. La Ciencia
política norteamericana destaca la ausencia de una
dirección política estable en los
dos partidos mayoritarios, ya que en el interior de los mismos se
produce un conglomerado de intereses sumamente
heterogéneos. Ello se refleja también en los
programas
partidarios en los cuales es difícil distinguir una
continuidad de posiciones políticas;
en cambio en los
partidos políticos europeos se ve una conducta
completamente diferente, son más disciplinados y
coherentes y tienen programas muchos
más precisos y que defienden con mayor consecuencia en el
curso de muchas campañas electorales. De ello resulta que
éstos partidos estén ligados a clases, sectores o
grupos
sociales determinados. En razón de esta
situación ellos resisten mejor a la presión de los
grupos de intereses particulares, grupos que los partidos mismos
pueden directamente representar. Por lo tanto, no encontramos en
Europa una
actividad de los grupos de presión tan fuerte como en los
Estados
Unidos.

En Argentina, cada día se afirma más la
idea que al no cumplir los partidos políticos una gran
medida de sus funciones
esenciales, van siendo sustituidos , por grupos que defienden los
intereses particulares de sus miembros. Los partidos así
debilitados tienen problemas para
recibir las influencias de éstos sectores particulares que
defienden sus intereses de grupo para canalizarlas y armonizarlas
con los demás intereses parciales y generales de la
nación,
a través de su programa o plataforma
partidaria.

El éxito o
fracaso de los grupos de presión depende entre otras
cosas, de tener una estrategia capaz
de mantener o de poner en sintonía sus intereses
particulares con aquellos más generales que se desprenden
de las normas culturales
de una sociedad dada. Cada grupo intentará maximizar sus
oportunidades de éxito
manejando los recursos a los
que tiene más fácil acceso y utilizando los canales
de comunicación y de presión sobre el
poder político que le resulten más adecuados y
más favorables, y por último, cada grupo
tratará de identificar con precisión el nivel
político en que se toman las decisiones que le afectan.
Además de los recursos es
probable que el éxito de un grupo de presión se vea
favorecido por el origen de sus miembros y sobre todo de sus
dirigentes, si son de los mismos estratos sociales que el grupo
de los que deban tomar las decisiones (y por lo tanto, de la
previa legitimidad que se concede a sus demandas y
preferencias).

A veces, a un grupo de presión no le resulta
necesario ni una gran masa de afiliados, ni una gran
representatividad, ni una gran disponibilidad de dinero y ni
siquiera conocimientos exclusivos y de gran calidad. Para
perseguir y alcanzar sus objetivos
puede bastarle una ubicación estratégica en el
proceso
productivo o en todo caso, en el sistema político nacional
o local (2). Así, por ejemplo, es el caso de los
piqueteros en la Argentina que pueden paralizar el tráfico
en rutas y autopistas.

La ubicación y la cohesión de grupos de
trabajadores son recursos poderosos en la política de
presión y no es raro que se utilicen con eficacia. Los
ámbitos, los canales, los destinatarios serán en
cada caso aquellos a quienes corresponda tomar las decisiones o
bien los más sensibles a los efectos de la presión.
En la política de presión, los grupos pueden
adoptar concientemente la vía de creación de un
malestar intolerable para los ciudadanos (incluso con un
calendario que se adapta a períodos especialmente
propicios, como las vacaciones o feriados) a fin de que
éstos dirijan sus presiones sobre los que toman las
decisiones.

Los individuos que representan los intereses de
determinados grupos o los suyos propios no se limitan por lo
general, a transmitir información. Desean articular sus intereses
con los de las elites encargadas de tomar las decisiones
relacionadas con éstos y presentarlas de manera tal que
puedan obtener una respuesta favorable. Por ello, los grupos de
intereses procuran hallar canales de articulación
especiales para sus demandas y medios para
convencer a quienes deciden, de manera que sus planteos merezcan
la atención de éstos y obtengan una
respuesta (3).

Entre los medios
empleados para articular las demandas figuran las demostraciones
físicas y la violencia. La
misma se convierte en un medio regular empleado para presionar a
las elites gobernantes, amenazando su estabilidad en el poder
sino son satisfechas las demandas de importantes sectores
populares.

La conexión personal
constituye un importante medio de acceso a las elites
políticas. Por canales de conexión personal
entendemos la utilización de la familia, la
escuela y los
lazos locales y sociales como intermediarios.

La representación de la elite en nombre de un
grupo constituye un canal de acceso utilizado con gran eficacia por
algunos intereses. En lugar de usar las conexiones personales o
los canales formales para lograr el acceso, el grupo que tiene
una representación de elite puede confiar en la
articulación directa y permanente de sus intereses a
través de un miembro que participe en la estructura de
decisiones.

Finalmente vamos a considerar los diversos canales
formales e institucionales de acceso que existen en un sistema
político moderno. Los medios de
comunicación constituyen un canal de ese tipo; en una
sociedad abierta el uso de tales medios para transmitir las
demandas políticas permite un contacto más directo
con quienes tienen a su cargo la adopción
de las decisiones políticas. Los partidos políticos
son un segundo e importante canal de acceso institucional,
así también como lo son las legislaturas,
burocracias y gabinetes.

NUEVAS FORMAS DE
PARTICIPACION SOCIAL

Sociedad civil en su conjunto

Durante los últimos años comenzaron
a manifestarse nuevos grupos dentro de la sociedad civil que
obtuvieron importantes mejoras sociales utilizando sus propios
esfuerzos. Están impulsados por el hecho de que los
gobiernos no se interesan por muchos problemas de
la comunidad.

Estos ciudadanos unidos por inquietudes comunes
incorporan mecanismos de responsabilidad y de solidaridad
formando una sociedad activa y eficaz.

Las características distintivas de estos grupos
son las siguientes:

Sus voluntarios se organizan de tal manera que obtienen
mejores resultados con pocos recursos .

Tratan el cambio como
una oportunidad.

Ponen en marcha innovaciones y técnicas
no tradicionales.

Capacitan a sus representantes.

Desarrollan vínculos comunitarios.

Ofrecen un ámbito de realización
personal.

Transforman las inquietudes colectivas en energía
cívica.

Generan acciones
complementarias con otras asociaciones.

No pretenden cambiar gobiernos sino cambiar a la
comunidad para
que ésta pueda elegir mejores gobiernos.

Fortalecen la composición política de una
comunidad.

Se distinguen por su concepto de
legitimidad, que implica inclusión, no
representación.

No son necesariamente numerosas, pero son
abiertas.

Intentan crear individuos comunitarios (4).

Estas asociaciones son mediadoras entre los ciudadanos y
el gobierno, y proponen una forma de participación
diferente, llenando el vacío político producido por
las tradicionales estructuras
partidarias y los nuevos reclamos sociales.

Asambleas Barriales:

Un enfoque teórico

La asamblea es un medio que sirve para mantener
informados a todos los miembros de una organización, para implicarlos como parte
de la misma y para que participen efectivamente en la marcha
general de la institución. En definitiva, la asamblea es
imprescindible para el funcionamiento democrático de un
grupo u organización (5).

En la asamblea se informa acerca de temas que
afectan a la
organización; se decide sobre la gestión
y actuaciones del grupo y sus órganos ejecutivos y se
elige a los compañeros que tendrán la
responsabilidad de realizar determinadas tareas
ejecutivas.

Las limitaciones de la asamblea tienen que ver con la
tendencia a la pasividad en la mayoría de los componentes
o miembros que participan en ella. El dominio y buen
manejo técnico de una asamblea tiene como finalidad evitar
esta tendencia, fomentar y estimular la participación de
la mayoría de la gente y evitar los intentos de
manipulación encubiertos que casi siempre aparecen por
parte de miembros con intereses ajenos a los de la
organización. También se debe saber desarrollar
ciertas actitudes
personales y de grupo que ayuden a trabajar en equipo, que
permitan que las asambleas sean eficaces, gratificantes y
placenteras. Si el objetivo de la
asamblea es dialogar sobre cuestiones de interés para los
miembros o adoptar alguna decisión o resolución, es
necesario que participe el mayor número de personas
posibles. Ello garantiza que las conclusiones o acuerdos sean
expresión democrática de la voluntad de la
mayoría, ayuda a fortalecer y consolidar la
organización, mejora el funcionamiento interno y permite
llegar a acuerdos más amplios y representativos entre los
participantes; es necesario además, que la gente participe
y se exprese en el transcurso de la asamblea para que ésta
pueda lograr los objetivos antes expuestos. Facilitar que la
gente participe y se exprese no es garantía de
éxito. Las intervenciones largas, poco concretas, las
discusiones personales, , la pérdida de tiempo, la mala
conducción y comunicación, etc. son algunos de los
hechos que contribuyen a que nuestras asambleas no sean eficaces,
sean tediosas y que por tal motivo la gente participe
poco.

Funcionamiento de una asamblea en Buenos
Aires

El auge de las asambleas barriales
resurgió con mayor intensidad después de la
insurrección del 19 y 20 de diciembre de 2001, que
terminó con la dimisión del gobierno de Fernando De
La Rúa .

Estas se realizan al aire libre, en
plazas, parques o esquinas. Al comenzar la asamblea se eligen dos
personas para combinarlas y a veces otras dos para tomar notas
que pueden ser revocadas durante la asamblea si no se respetan
las normas
democráticas de funcionamiento. Los coordinadores solo se
limitan a controlar que cada orador no sobrepase su tiempo (en
general tres minutos), toman notas de las propuestas y llaman la
atención sobre los límites
horarios. Una vez definido su temario tienen una hora para
finalizar y evitar que los debates se alarguen y queden solo los
militantes de los partidos.

Los coordinadores y los delegados (dos o tres) que se
nombran para participar en la interbarrial
(consiste en una asamblea general que agrupa a todas las
asambleas barriales) de los domingos son rotativos. Las asambleas
llevan sus propuestas a la interbarrial y allí
aprueban las líneas de acción que deben volver a
las asambleas para su aprobación definitiva. Los vecinos
al comenzar a hablar se presentan: nombre, actividades y otros
datos. Muchas
asambleas dividen las horas de reunión en tres temas:
problemas del barrio, cuestiones generales del país, y
propuestas concretas que son votadas al final.

Las asambleas se dividen en comisiones, por ejemplo, de
desocupados, salud, educación, etc., para
evitar el debate en
conjunto que es más politizado. La comisión de
salud tiene como
objetivo
inmediato asegurar el abastecimiento de medicamentos en
hospitales públicos y para esto buscan requisar los
laboratorios y expropiar el stock para su entrega a los
hospitales. De esta manera buscan que los trabajadores sean
aquellos que controlen la industria
farmacéutica. De esta manera se demuestra el descontento
de la sociedad ante la falta de transparencia y eficacia en el
manejo de las instituciones
sociales , por parte de lo funcionarios del gobierno. Se intenta
que las cuestiones públicas no sean más monopolios
de políticos, sino que los ciudadanos sean los que ejerzan
el debido control sobre el manejo de las mismas

Las asambleas combinan demandas globales: no pago
de la deuda externa,
reclamo de trabajo, anulación de las leyes de
impunidad, renovación total de la burocracia
sindical y los partidos políticos, nacionalización
de las empresas
públicas, etc.; con demandas locales: compras
comunitarias, apertura de comedores para desocupados, cuestiones
relacionadas con la educación, y la
salud de cada uno de sus barrios, etc.

Los mecanismos de acción que utilizan para llevar
a cabo sus proyectos
son:

  • cacerolazos,
  • escraches a políticos,
  • marchas hacia empresas
    privatizadas,
  • abrazos a hospitales públicos,
  • festivales donde se populariza la asamblea entre
    vecinos y en los cuales se recaudan fondos para
    guarderías, escuelas o grupos de jubilados.

A partir de esta serie de demandas podemos reconocer la
existencia de dos dimensiones de la noción de
ciudadanía, por un lado tenemos una dimensión
política – económica, que toma como referencia el
sistema político y a la representación
política, y por otro lado, una dimensión
ético – democrática que hace referencia a las ideas
de solidaridad y
comunidad incluyendo la participación
política.

A menudo estas asambleas tienen problemas con los
partidos de izquierda (Partido Obrero, el Movimiento
Socialista de los Trabajadores, y el Partido Comunista), a los
que se les pidió que acudieran si banderas ni pancartas,
pero así mismo se puede observar que en todos los actos de
las asambleas barriales no cumplen con dicho pedido. La
convivencia entre éstos y los vecinos se torna cada vez
más tensa cuando los partidos tratan de imponer sus
propuestas o hablar más del tiempo convenido. La
asistencia a las asambleas fue decreciendo y algunos sostienen
que fue precisamente por la manipulación de los aparatos
partidarios.

Estas asambleas buscan instalar nuevos valores y
prácticas democráticas en la Argentina, donde todos
puedan participar y ser escuchados (ejerciendo una democracia
más inclusiva), rechazando a los partidos políticos
como estructuras
verticales que no consideran las opiniones de sus electores.
Están constituidas en base a una estructura
horizontal permitiendo la participación de todos sus
miembros, intentando construir identidades colectivas de la
sociedad en su conjunto, a pesar de que muchos de los que
participan en ellas tienen por función
satisfacer expectativas individuales y dar un marco a la
necesidad de pertenencia.

Movimiento piquetero

Nace de una necesidad de la clase obrera trabajadora
argentina (no solo de los desocupados en particular); por la
lucha contra el desempleo y por
las reivindicaciones de los desocupados. Este movimiento fue
protagonista excluyente de las grandes luchas populares,
movilizando a miles de trabajadores que revolucionaron la vida
interna de los sindicatos
intentando promover una nueva generación de dirigentes de
obreros y populares.

Las puebladas, los cortes de ruta y las luchas
sindicales de los últimos años se han desarrollado
con la oposición de las direcciones oficiales de los
sindicatos.
Los sindicatos argentinos se aliaron desde sus comienzos con cada
uno de los gobiernos en el poder y culpan por su pérdida
de protagonismo a la desaparición de desempleos
industriales. Los sindicatos organizan huelgas generales y
utilizan una retórica populista, pero solo presionan al
gobierno en asuntos de importancia relativa a sus propios
intereses y negocian a espaldas de los obreros. Las tres
federaciones sindicales argentinas Confederación General
de Trabajadores (CGT), la CGT- Disidente y la Central de
Trabajadores Argentinos (CTA) tienen una trayectoria basada en
lealtades personales hacia los burócratas de más
alto rango. Las tres se concentran en sus líderes, no en
la clase obrera en su conjunto; todas mantienen lazos estrechos
con los dos partidos principales: el Partido Justicialista y la
Unión Cívica Radical.

Para los piqueteros el piquete es la acción
coactiva y colectiva de los "explotados", lo toman como un
símbolo de su lucha popular. Consideran que es un
instrumento de educación
política para la masa popular.

El movimiento comienza a organizarse a comienzos de 1995
(época en que se preparaba la reelección de
Menem), bajo
la forma de comisiones de desocupados en el ámbito
municipal, o incluso a nivel barrial en particular en la
provincia de Neuquén. Su desarrollo
está ligado al derrumbe del peronismo.

Con el surgimiento de la Alianza (1997-1999) el
movimiento fue parcialmente confiscado por los partidos y
tendencias que actuaban en su nombre. Pero esta idea de canalizar
la demanda
implicaba abortar las posibilidades del desarrollo
independiente del movimiento piquetero.

Con el fracaso de la Alianza, los piquetes vuelven a un
primer plano, pero ahora con una inusitada proyección
política nacional.

Había pasado de ser un movimiento exclusivamente
reivindicativo y de reclamos de asistencialismo social, a
formular programas políticos, por ejemplo la
reestatización de empresas como YPF, planteando la
transformación social de la Argentina e incluso abogando
por un gobierno de los trabajadores.

El movimiento pasó de los cortes de ruta
aislados, a una huelga general
y a un plan de lucha
nacional.

Su composición va desde los obreros industriales
desocupados que pasaron por la experiencia sindical a una gran
cantidad de jóvenes y amas de casa de barrios
empobrecidos. En esta mezcla radica su riqueza y vitalidad pero
también su heterogeneidad. Los sujetos de este movimiento
son trabajadores desocupados que conservan su sentido de
pertenencia a la clase obrera y sus métodos de
lucha, como así también pequeños productores
agropecuarios, comerciantes y estudiantes. En lugar de parar la
producción al interior de la
fábrica, ahora se corta la circulación a
través del corte de las arterias viales intentando frenar
el proceso de
realización de los productos. Los
cortes de ruta desplazaron a las huelgas como expresión de
la protesta social, y de reclamo de los sindicalistas.

En el seno del movimiento actúan las más
variadas tendencias políticas: un ala revolucionaria, que
lucha por la independencia
política del movimiento, por la fusión de
trabajadores ocupados y desocupados y por la unión de la
lucha reivindicativa y política para darle una salida de
conjunto a toda la clase obrera; y una tendencia
burocrática subordinada a los partidos de izquierda y
partidaria de la integración al Estado.

Si bien el movimiento fue una creación voluntaria
de los trabajadores desocupados, estos no empezaron de cero sino
que traían consigo la experiencia que habían ganado
en el movimiento sindical; pero el funcionamiento por
asambleas y la revocabilidad de los mandatos y los
métodos
de acción directa, demostraron un marcado distanciamiento
de los primeros organizadores respecto de la burocracia
sindical y sus métodos.

A partir de 1995 comienza a extenderse la
organización de los desocupados en todo el país. En
el Gran Buenos Aires la
situación social era tan crítica como en el
interior del país, pero el gobierno consiente del peso
político del conurbano había montado una amplia
red
asistencialista – punteril como lo fueron en su momento las
manzaneras, por citar un ejemplo.

Sin embargo el gobierno en manos del peronismo estaba
perdiendo su control político sobre las masas, es
más, el hecho de que se vieran obligados a montar esta
organización asistencialista por fuera de las estructuras
tradicionales del justicialismo estaba revelando el agotamiento
del mismo como dirección política
popular.

En el gran Buenos Aires
convivían diferentes tendencias políticas: FREPASO,
CTA, PTP-PCR, Polo Obrero, entre las cuales se debatió la
estrategia a
seguir del movimiento. Algunos abogaban por el reclamo de un
subsidio de $500 para todos los desocupados y el reparto de las
horas de trabajo sin afectar el salario; otros
por el contrario sostenían que el eje del programa
debía tener un punto irrenunciable: comida, y a partir de
allí un programa que reclamara puestos de trabajo, la
reactivación de las industrias y
planes del Estado.

Objetivos y Reivindicaciones del Movimiento
:

  • Aumento salarial del 50%.
  • Salario mínimo de $600 por una jornada de 8
    horas.
  • Subsidio al desocupado de $500.
  • Reparto de las horas de trabajo sin afectar el
    salario.
  • Derogación de la reforma laboral y de la
    ley de
    "flexibilización laboral".
  • Convenios colectivos con paritarios electos en
    asamblea.
  • Suspensión de todos los desalojos; censo de
    las casas desocupadas e investigación de la propiedad de
    éstas y de inquilinatos y conventillos, ante supuestos
    fraudes de las inmobiliarias
  • Viviendas sociales para trabajadores ocupados y
    desocupados que las necesiten.
  • Abolición del trabajo en negro mediante el
    control de comisiones obreras fiscalizadoras, y condena penal a
    los empleadores evasores y que integren el sistema del trabajo
    en negro.
  • Efectivización, sindicalización e
    inclusión en convenio de todos los trabajadores
    transitorios.
  • Administración de todo plan de
    empleo y de
    asistencia social por las organizaciones
    de trabajadores, sin ninguna injerencia del Estado
    (6).
  • Libertad a los presos protagonistas de las diferentes
    protestas y cortes de ruta y su desprocesamiento.
  • Urbanización de las villas con garantía
    de acceso a la vivienda para todos sus habitantes; documentación inmediata y gratuita para
    todos los extranjeros que los soliciten, al igual que el libre
    acceso a un plan de viviendas.
  • Defensa de la salud y el Hospital Público,
    producción y provisión estatal y
    gratuita de medicamentos (7).

Si bien "los piqueteros" no tenían desarrollado
un programa general frente a la crisis, desde sus inicios los
sectores más consientes del movimiento entendían
que las reivindicaciones se obtendrían como el fruto de la
movilización política y de la organización
independiente del Estado.

El movimiento piquetero enfrenta una nueva perspectiva
política : definir una estrategia de profundización
de sus reclamos mediante la huelga general
y trabajar por convertirse en una salida para los desocupados a
escala nacional,
superando las burocracias sindicales oficiales y
desarrollándose como una alternativa de poder para la
clase obrera (desocupada, subocupada y ocupada) frente al Estado.
Esto le plantea la necesidad de discutir y establecer una salida
política de conjunto frente a la crisis; esta perspectiva
aboga por la constitución de una Asamblea Constituyente
a nivel nacional, provincial y municipal con el objetivo de
reorganizar política y socialmente al país. Para
esto deberá intentar no renunciar a su rol de factor
político independiente.

A modo de síntesis

Luego de haber desarrollado las características y
funciones de
las Asambleas Barriales y Piqueteros podemos afirmar que se
corresponden con las características que hacen a los
grupos de presión.

En primer lugar estos grupos tienen el objetivo de
satisfacer sus propios intereses, para esto ejercen una
presión sobre los órganos estatales, los partidos
políticos y la opinión
pública, y por otro lado mantienen la idea de ser
independientes con respecto al Estado y a la estructura
tradicional de los partidos políticos.

En cuanto a la relación entre los partidos y
estos grupos se puede observar que muchas veces los segundos
actúan directamente sobre los primeros planteando demandas
que luego los mismos utilizan en su plataforma electoral; en
otros casos, son los partidos los que intentan someter y cooptar
a los grupos para engrosar sus filas partidarias, como sucede con
los partidos de izquierda y las asambleas barriales; y con la
Alianza en sus inicios, el PJ, organizaciones sindicales y
también los partidos de izquierda en los comienzos del
movimiento piquetero.

La ubicación y la cohesión de grupos de
trabajadores son recursos poderosos en la política de
presión, y no es raro que estos grupos utilicen esto con
eficacia. Por ejemplo los piqueteros notaron desde que comenzaron
con sus movilizaciones los efectos que tenía la
presión que ejercían , sobre las decisiones que
tomaba el gobierno. Conocen fehacientemente como crear un
malestar incluso para todos los ciudadanos eligiendo lugares y
fechas estratégicas, con el fin de dirigir sus presiones
sobre los encargados de tomar decisiones . Estos grupos lograron
encontrar sus propios canales para ser oír sus demandas y
conocen los medios para convencer a quienes deciden y obtener de
esta manera una respuesta favorable.

Los piqueteros podrían entrar en la descripción de los movimientos sociales
realizada por Alberto Melucci (8), el cual sostiene que: los que
se sublevan no son los grupos marginados, sino aquellos que
sufren una contradicción entre un sentimiento de
pertenencia a un determinado grupo y las nuevas relaciones
sociales impuestas por el cambio. Estos grupos tienen mayor
capacidad de movilización porque tienen experiencia de
participación, conocen los procedimientos y
los métodos de lucha; ya tienen sus propios lideres y
mínimos recursos organizativos, que provienen de
vínculos preexistentes; pueden utilizar redes de comunicación
ya existentes para hacer circular nuevos mensajes y consignas;
pueden reconocer con mayor facilidad intereses
comunes.

Las asambleas barriales por su parte se podrían
corresponder con la teoría
que Alain Toureine (9) realiza de los movimientos sociales, en la
cual el autor afirma que los movimientos sociales basados en
modelos
culturales generales solo se transforman en organizaciones
después de haber pasado por un conflicto
social central. La acción conflictiva origina que las
orientaciones culturales se conviertan en organizaciones
sociales. El conflicto
social producto de la
crisis política, social y económica que se
originó en Argentina en diciembre de 2001, propició
el resurgimiento de las asambleas barriales como una alternativa
a los partidos políticos.

A pesar de haber disminuido la cantidad de voluntarios ,
de que no cuenten con una gran disponibilidad de dinero (sus
recursos los obtienen mediante la colaboración a voluntad
de sus miembros) y de que no hayan tenido durante años
acceso a la información política, las asambleas
aún se mantienen como grupo de presión.

Sin embargo tanto las asambleas, como el movimiento
piquetero analizado no logran identificarse con el conjunto de
conflictos
sociales, ya que el campo de su lucha se vuelve cada vez
más autónomo, sin poder mantener un interés
nacional multidimensional.

¿PARTICIPACION VS. REPRESENTACION
POLITICA?

Evolución de la participación
política (breve reseña
histórica).

La cuestión de la participación nos lleva
a revisar las formas de representación y los mecanismos de
toma de
decisiones.

Las características de los procesos
históricos en la construcción de la ciudadanía de
nuestro país imprimió rasgos particulares en la
cultura
cívica de la sociedad.

Si bien los derechos civiles fueron
reconocidos por el Estado
desde su formación, la teoría
no se tradujo fielmente en la práctica efectiva de esos
derechos. Tales
derechos les eran reconocidos a unos pocos y el sistema
político era accesible a una estrecha franja del espectro
social.

La ley Sáenz
Peña de 1912 implica la culminación del proceso de
incorporación de los sectores medios a la vida
política, iniciado por la Unión Cívica
Radical y el partido Socialista.

El régimen democrático inaugurado por esta
ley es interrumpido en 1930 por el golpe de estado
que puso al general Uriburu en la Presidencia de la Nación.
Comienza un gobierno de exclusión, período en el
cual se alternan gobiernos autoritarios y democráticos.
Los derechos políticos no alcanzan a las mujeres hasta el
año 1951.

Recién en la década del cuarenta, la
esfera de los derechos ciudadanos se incorpora a los sectores
bajos en la vida política. De esta manera tales
circunstancias sumadas a la discontinuidad de los
regímenes democráticos desde 1930 dificultaron la
construcción de una cultura
cívica-participativa sólida.

El Estado tuvo
un importante papel en el
proceso de creación de la ciudadanía pero en
diversas situaciones no hizo efectivo el respeto del
ejercicio de los derechos ciudadanos, y como consecuencia se
produjo una situación que se hizo manifiesta con el
retorno a la democracia en 1983, y que sigue presente en la
actualidad a saber:

  • escasa información sobre procesos
    electorales.
  • escasa información sobre los derechos
    individuales.
  • desconocimiento por parte de la sociedad de los
    derechos ciudadanos
  • poca o casi nula atención de los reclamos de
    la sociedad en su conjunto (10).

Históricamente el Estado no ha fomentado el
ejercicio de los derechos ciudadanos; la recurrencia a
regímenes autoritarios a minado su capacidad para
garantizar el reconocimiento de éstos derechos, y en lugar
de constituir el espacio de discusión de políticas
para favorecer el pleno ejercicio de los derechos, se
convirtió en instrumento de los gobiernos de turno para
llevar a cabo sus respectivos proyectos
políticos.

Los diferentes grupos políticos e institucionales
que tuvieron peso en la política Argentina fueron
colonizando el estado privándolo de su rol como garante
del ejercicio de los derechos civiles, políticos y
sociales.

Tanto es así que en la Argentina hubo una
época en que la noción de la democracia como mero
ejercicio de la voluntad general corporizada en la mayoría
tendía a diluir la posibilidad de participación de
las minorías en el sistema político; y a reducir la
diversidad política propia de una democracia pluralista y
necesaria para el eficaz funcionamiento de la comunidad
política.

El peronismo ( desde 1946 hasta 1955) tuvo lugar en
ésta modalidad de democracia. Se produce una progresiva
identificación entre la voluntad de mayoría y la
"voluntad nacional"; la doctrina de la mayoría
tendía a ser considerada como la doctrina nacional
(11).

El margen de respeto de los
derechos de las minorías políticas y de alguna de
las libertades fundamentales, (establecidos en la Constitución de 1853 y reafirmados en la de
1949) se fue estrechando perceptiblemente.

Junto con el peronismo los sindicatos tuvieron
proliferación en la década del ‘40, mediante
un rol activo en la defensa de los derechos sociales sobretodo en
aquellos relacionados con el trabajador. Sin embargo, al haber
sido creados desde el Estado no han adquirido la independencia
necesaria para permanecer igualmente activos en la
defensa de los derechos a través del tiempo; y en los
últimos años han perdido protagonismo en pos de su
gran politización, hecho que ha reducido su rol de
defensores de los reclamos sociales, convirtiéndose en un
grupo de presión político.

Se da una incongruencia entre las formas legales de
representación y toma de
decisiones, y la modalidad de participación directa;
sobre éste tema el artículo 22 de la
Constitución Argentina establece que: "el pueblo no
delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes y
autoridades creadas por esta Constitución".
Constitucionalmente el pueblo participa en la toma de decisiones
sólo eligiendo a sus representantes, pero no en forma
directa.

Es decir que los mecanismos legales establecidos en
diferentes momentos de nuestra historia permiten formas de
participación muy restringidas, que no están a la
altura de las necesidades de participar de la
sociedad.

En los ochenta surgió un debate acerca
de las formas de participación política y los
canales institucionales a través de los que se manifiesta,
y su relación con la viabilidad de un régimen
político que sea a la vez estable y
democrático.

Era una etapa de acelerado ascenso de la
participación política de la sociedad. Lo
específicamente político se presentaba relacionado
con otras expresiones representativas, tales como los sindicatos,
organizaciones de profesionales, barriales, culturales y otras
organizaciones voluntarias y de derechos
humanos.

La expresión "participación
política" hace referencia a una participación
personal en los asuntos políticos, en un contexto
democrático, mediante diversas formas: opinar, ser
consultado, decidir, evitar que decidan por uno como no sea en
consecuencia del correcto funcionamiento de las reglas del
juego
compartidas, y tomar parte en le proceso de elaboración de
opciones y decisiones "…participar alude a ser,
protagonista de nuestros propios asuntos…" (12)

Se trata de que las fuerzas políticas incorporen
la participación como un valor central
del estilo de hacer política. Cada ciudadano que toma
parte activa en la vida política deberá prestar
atención a las formas organizativas internas de la
estructura política que integra, y contrastar dichas
formas con los ideales que ésta alienta.

Profundizar la participación implica
institucionalizarla legalmente, porque la posibilidad y el
derecho a participar no pueden depender de la aceptación
de ninguna autoridad
política sino que deben estar en manos de los ciudadanos
independientemente de sus opiniones y alineamientos. El tema es
que la sociedad política argentina sea capaz de crear
nuevas formas participativas libres, directas y profundas en el
marco de la democracia; lo que no significa descuidar el
mejoramiento de las formas representativas de la
participación.

Crisis de Representación

Terminado el debate de los ochenta se percibe en la
actualidad un malestar creciente en la sociedad respecto del
funcionamiento del sistema político. La brecha entre
representantes y representados es cada vez mayor. Esta
situación se la puede definir como crisis de
representación: como pérdida de confiabilidad en
los partidos, el parlamento y en las grandes estructuras de
mediación, pero no así en la democracia. Los
partidos y los sindicatos son los que ven más debilitado
su liderazgo, lo
cual se traduce en un profundo desencantamiento de las bases y
una escasa credibilidad en la política. Actualmente se
debilita el lazo representativo que posibilitaba el Estado de
Bienestar.

Las causas de la crisis de representación son
varias: la exclusión social provocada por los ajustes, la
movilidad social de unos pocos, los incumplimientos
programáticos y el doble discurso; una
democracia caracterizada por transacciones entre elites que se
apartan de sus electores. Esta crisis conlleva a la
declinación de una ética
pública; el estado benefactor entra también en
declinación por la falta de credibilidad sobre las
garantías de éxito colectivo y promesas de una
nueva sociedad. La importancia de lo colectivo generaba
compromiso y a la vez temor a la sanción del grupo. Sin
embargo, caídas las ideologías y en marco de una
sociedad de consumo, el
individuo se ha liberado de esa normatividad y se relaciona con
una cultura de autointerés. No es lucha de clases sino de
movilidad individual.

En ausencia de una definición de un bien
público compartido la política se transforma en
relaciones de fuerza.

Otras consecuencias de esta crisis son la
subordinación de la política a la economía producto de
que la globalización económica lleva a la
reducción de los márgenes de autonomía del
Estado; a la rigidez institucional y a la
profesionalización. Hoy se observa la necesidad de
recuperar mayor electividad y peso de los votantes, pero para
lograr esto parece requerirse una mayor personalización
del voto y una responsabilidad y control de la clase
política. Se buscan mecanismos de control social efectivos
para lograr una vinculación más efectiva entre
gobernantes y gobernados.

"El riesgo que
enfrenta la democracia no es tanto el del regreso de un
régimen autoritario, como el de que, en el marco
democrático liberal, aumente la resignación, la
apatía y el distanciamiento ciudadano; de que crezcan
nuevas formas de dominación o poderes económicos
con alto control sobre el poder político y una
primacía legitimada de intereses particulares sobre el
bien común" (13).

Los motivos de la crisis de representación actual
en la Argentina tiene sus antecedentes en nuestra historia política,
sus causas no son problemas nuevos sino cuestiones
históricas hoy agudizadas: la recurrente dificultad para
articular los requerimientos del desarrollo
económico y de la democracia de masas, y la
crónica y creciente división entre lo
político y lo social, consideradas como causas de la
pérdida de autoridad y
legitimidad de los gobiernos y los partidos.

Como se mencionó anteriormente la integración de las masas a la vida
política en términos populistas bloqueó la
institucionalización de un sistema sólido de
representación partidaria y parlamentaria.

Esta incapacidad de los movimientos populistas para
combinar con éxito la representación
política con la participación social, la ausencia
de mecanismos democráticos y eficaces para procesar
conflictos y
la distribución clientelar de recursos
públicos, que deriva en el debilitamiento del Estado, de
la competencia entre
partidos y en la pérdida de independencia de las
organizaciones sociales originaron el fracaso de gobiernos
nacionales y provinciales. Llegándose así a una
situación en que la representación de intereses es
conflictiva y los partidos son cada vez más incompetentes
para canalizarla; convirtiendo al conjunto del sistema en un
instrumento sumamente frágil ante el incremento de la
movilización social o el empeoramiento de la
situación económica.

Esta nueva crisis de representación no fue
acompañada como en otras veces por una presión
militar o sindical, sino todo lo contrario. El debilitamiento de
lealtades e identidades partidarias tradicionales permitió
la rápida emergencia de nuevos liderazgos que intentaron
canalizar la demanda y
encarar reformas estructurales. La crisis implicó un
profundo descreimiento en amplios sectores de la población, el debilitamiento de las
organizaciones de masas (partidos y sindicatos) y la
desactivación de los mecanismos de traducción de
demandas, de debate y resolución de conflictos (14). Es
por estos motivos que se originó una frustración en
las expectativas depositadas en los gobiernos democráticos
generándose una baja o casi nula movilización
social; y prefiriéndose apoyar ciertas reformas
económicas, políticas e institucionales, lo cual
explicaría el porque la estabilidad del régimen
político no corrió peligro pese a la gravedad de la
situación y la diversidad de intereses afectados por la
crisis.

De esta manera vemos que se dio un nuevo estilo de
representación donde la articulación de identidades
colectivas no suponía la agregación de intereses ni
la movilización de grupos
sociales organizados, sino más bien su
desactivación y dispersión ; anulando o
relativisando las mediaciones institucionales. Lo que a su vez
provocó mayor anomia social y formas degradadas de
sociabilidad.

Muchos analistas esperaban que esta crisis de los
representantes habilite en un futuro próximo la
extensión de prácticas sociales y políticas
más autónomas, posibilitando un mayor
reconocimiento de la diversidad de expresiones de la sociedad
civil. Es más, se pensaba que la frustración de las
expectativas depositadas en los partidos mayoritarios, el
descrédito de los líderes tradicionales y el
relajamiento de las identidades de pertenencia
favorecerían el surgimiento de demandas de
participación, una sociedad más "autogobernada" y
un modelo de
gestión pública más pluralista.

En la Argentina de los ´90 y hasta el inicio del
nuevo milenio, lo que resultó de una crisis de
representación, no fue un aumento de la
participación o de reclamos participativos, sino en todo
caso una crisis de las formas de participación y de
identificación tradicionales, y su lenta
sustitución por otras nuevas; y estas últimas no
parecen ir en la dirección de un incremento de la
presencia directa de los representados en la gestión de
intereses colectivos. Mientras se esperaba que el fracaso de los
políticos tradicionales y la desconfianza generada
derivasen en un reclamo de la sociedad y en una mayor capacidad
de respuesta por parte de los gobernantes a las promesas
realizadas; encontramos reformas que no propagan una mayor
participación, ni un fortalecimiento de los mecanismos de
control de los actos de gobierno, sino que una gran parte de los
ciudadanos se inclinó por fortalecer la capacidad de
decisión de la clase dirigente sin exigirles compromisos
explícitos ni imponerles controles.

Esto se puede interpretar como una expresión de
insuficiente cultura democrática.

La idea de una crisis de representación supone,
no solo una mera cuestión de demandas insatisfechas ni de
mecanismos desacreditados, sino una profunda modificación
en las formas de participación y de la idea de comunidad.
Frente a esta situación, hay dos respuestas principales
desde la ciudadanía.

Una es la de desmovilización, la privatización y la apatía
política que podemos encontrar en amplios sectores de la
sociedad y otra respuesta es la participación en espacios
públicos, vinculada tanto a la dimensión social
como a la dimensión política. Encontramos
aquí a los movimientos sociales y asociaciones de
acción ciudadana. Estos nuevos movimientos ponen en
juego
cuestiones que no tienen que ver necesariamente con este malestar
de la representación, pues no adscriben a la idea de que
la representación cubre la totalidad del vínculo
ciudadano- Estado. Por otra parte, al cuestionar los contenidos
del sistema, apuntan a desbordar sus límites y
redefinirlos.

Cuando no hay participación, el ciudadano se
queda solo frente al aparato estatal burocrático, lo cual
genera una desmotivación que a su vez incentiva la
alienación en la esfera pública y la pérdida
de dignidad del ciudadano. Este contexto estaría dando
cuenta del vuelco hacia las asociaciones de acción
ciudadana.

Es por estos motivos que la sociedad civil en su
conjunto deberá construir un modelo de
espacio público que recupere una dimensión
más comunitaria de la política, que permita al
ciudadano redescubrir el sentido de la vida cívica, y que
se convierta en un lugar de constitución de
múltiples formas asociativas que generen prácticas
solidarias y espacios plurales de deliberación y control.
Sin que ésta idea implique desplazar a los partidos y al
Estado como constructores del orden social. Se trata de mostrar
la relevancia que puede adquirir ese modelo de esfera
pública como lugar de repolitización del
ciudadano, en un momento de degradación de la
política institucional y de crisis de
representación.

Esta idea apunta a atenuar los rasgos representativos de
la democracia , pero sin alentar una idea de democracia sin
partidos profesionales. Como bien nos muestra la
historia de nuestro país una separación completa
del ciudadano de la política, daría lugar a una
riesgosa despolitización de la sociedad.

CONCLUSIÓN

A lo largo del trabajo se intentó demostrar que
una de las consecuencias de la crisis de legitimidad
institucional y de representatividad en la Argentina está
asociada a las formas de participación tradicionales. La
sociedad civil se acostumbró a vivir con instituciones
políticas y partidarias que no organizaron adecuadamente
la mediación política y la relación entre
las diferentes estructuras de la sociedad entre
sí.

La crisis de representación en nuestro
país trae aparejada un debilitamiento en los
vínculos de identificación y confianza entre
gobernantes y gobernados y la creciente despolitización
del ciudadano, produciendo un sistema político sin
legitimidad ni capacidad representativa.

Es por este motivo que los diferentes sectores sociales
decidieron mediante la formación de sus propios grupos
sociales dirimir cuestiones de forma más directa e
inclusiva, en lugar de valerse de la representatividad y de la
intermediación de los partidos políticos
tradicionales y de las distintas instituciones
estatales.

De esta manera nos encontramos con un rápido e
inusitado crecimiento de participación social , la cual se
enfrenta a un alicaído sistema político, que no
puede canalizarla fácilmente sin correr el riesgo de
desmoronarse; tampoco el panorama económico y social ayuda
para compatibilizar las demandas de los diferentes sectores,
dando como resultado un interés aislado y particular por
parte de estos nuevos actores.

Pero estos nuevos grupos, sólo responden a un
acción individual y no colectiva (se movilizan cuando
sienten comprometidos sus propios beneficios; teniendo en cuenta
este punto, no se encuentran grandes diferencias con el negativo
y tan criticado accionar de los partidos y sindicatos. Sin
embargo , contribuyen a la consolidación del sistema
democrático ampliando los canales de participación
y permitiendo que aquellos ciudadanos que no se sienten
identificados con los representantes tradicionales puedan
encontrar un marco de pertenencia.

De todos modos sería importante que estos grupos
logren desarrollarse independientemente del clientelismo,
favoritismo y corrupción
que caracteriza a los representantes tradicionales y que obtengan
cambios aún dentro de sus limitaciones como grupo, por
ejemplo estableciendo reglas de control y mediación por
parte de la ciudadanía o desarrollando un sentido
comunitario y de compromiso social.

Durante décadas "los sistemas de
protección social" han producido una relación
Estado-sociedad que reflejaron la existencia de una
ciudadanía débil y de una democracia restringida a
la participación.

Es por eso que la construcción de una sociedad
igualitaria y democrática debe implicar
movilización, organización e intervención en
las decisiones públicas, alimentando procesos
deliberativos sobre los contenidos, alcances e impactos de las
mismas.

De esta manera se estaría reforzando los
movimientos y acciones cívicas, reconceptualizando la
relación de todos con la política,
como un ejercicio de responsabilidad colectiva, y
no como un mero interés sectorial o de grupo; superando
las fallas del desempeño de los gobiernos y de sus
representantes y planteando un verdadero funcionamiento
democrático por parte de la ciudadanía.

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NOTAS AL PIE:

1- Linares Quintana V. Segundo: Grupos de Presión
y Partidos Políticos, en "Escritos de Filosofía"
N° 17-18, Buenos Aires 1986, pág. 199.

2- Pasquino Gianfranco: Participación
Política, Grupos y Movimientos en "Manual de Ciencia
Política", cap. 5, Ed. Alianza.

3- Almond y Powwell: "Política Comparada, una
concepción evolutiva", cap. 4, Ed. Paidós Buenos
Aires.

4- Oyhanarte, Martha: "Derechos y Responsabilidades de
los Ciudadanos, Requisitos indispensables para un Nuevo
Desarrollo Democrático".

5- Aguilar, María José -Auder Egg,
Ezequiel: "Cómo dirigir una asamblea, participación
eficaz", Ed. Humanitas, Buenos Aires 1988.

6- Oviedo, Luis: "De las primeras coordinadoras a las
asambleas nacionales. Una historia del movimiento piquetero".
Ediciones Rumbos, Buenos Aires, 2001.

7- Oviedo, Luis: Op.Cit, pág. 171.

8- Melucci, A.: "Ssitema político, partido y
movimineto social", Milán, Feltrinelli, 1997, pág.
109.

9- Toureine, Alain: "Los movimientos sociales",
Editorial Almagesto, Buenos Aires, 1991.

10- Martini, María Rosa: "Derechos ciudadanos y
sociedad civil", en Conjuntos/Sociedad Civil en Argentina, Editorial
Edilab, 1998.

11- Palermo, Vicente: Problemas de la
participación política en la Argentina
Contemporánea, en "Participación Política y
Pluralismo en la Argentina Contemporánea", Biblioteca
política Argentina N° 108. Centro Editor de América
Latina.

12- Palermo, Vicente: Op.Cit, pág, 98.

13- García Delgado, Daniel: Crisis de
representación y reconstitución de una Ética
Política, en Ética y Capitalismo",
Cuadernos del INCAPE.

14- Novaro. Marcos: "Pilotos de Tromenta", Crisis de
representación y personalización de la
política en Argentina (1989-1993), Editorial Letra
Buena.

 

 

 

María Soledad Gianello

Partes: 1, 2
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